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Eje 2
Eje 2
compleja.
FRIGERIO G., POGGI M. Y TIRAMONTI, G. (1993). “La dimensión organizacional: el equipo de
conducción del establecimiento escolar, La dimensión comunitaria, La dimensión administrativa”.
Dimensión organizacional
El equipo de conducción del establecimiento escolar:
Todas las instituciones prescriben roles para los sujetos que se desempeñan en ellas. Los roles son el
resultado de una construcción histórica, en la cual la dinámica de la institución y los actores han dejado su
huella. Podemos afirmar que los roles prescriptos desde la normativa que regula el sistema educativo
se resignifican en cada establecimiento en relación con hitos importantes de su historia y de la historia
personal y profesional de quienes los desempeñan.
El director y el vicedirector conforman un equipo, el cual puede estar previsto en el organigrama, pero
además conforman una “unidad funcional” que supone una diferenciación de tareas y funciones y
responsabilidades.
¿Qué funciones se espera que asuma el director y el vicedirector?
Desde el punto de vista de la normativa, en algunas se discriminan ambos roles asignando al director la
mayor responsabilidad en las dimensiones organizacional y administrativa y al vicedirector la
responsabilidad en aspectos pedagógicos. La dimensión comunitaria no es habitualmente distribuida a
ninguno de los roles de conducción. El director y el vicedirector si realmente constituyen una unidad
funcional, deberían diferenciar las tareas y responsabilidades en relación con las trayectorias personales, los
saberes pedagógicos y disciplinarios específicos, su historia en la institución, etc. Un encuadre organizador
del trabajo supone que el director y el vicedirector establecen acuerdos sobre las tareas de uno y otro, los
grados de responsabilidad de cada uno, posibles delegaciones de tareas y determinación de la
responsabilidad en el control de las mismas.
Algunas funciones del equipo de conducción:
La toma de decisiones: decidir supone la posibilidad de efectuar una o varias elecciones respecto de alguna
cuestión. Para comprender la complejidad del proceso de toma de decisiones, es importante reconsiderar el
poder de elegir y otros factores intervinientes que “complican” la tarea de elegir. El problema que se le
presenta a cada decisor es el de la racionalidad porque inter juegan diferentes racionalidades: la del decisor y
la del sistema sobre el que se toma la decisión. Se define la toma de decisiones en el marco de un modelo de
racionalidad limitada este es aquel en los que las decisiones racionales, delineadas por todo decisor, se
hallan permanentemente enmarcadas por limitaciones que condicionan esos criterios de racionalidad.
Tipos de decisiones: Ethier plantea tres tipos de decisiones: las estratégicas, las de gestión y las
operacionales. Las decisiones estratégicas: se caracterizan por el impacto que producen en las funciones
sustantivas y en las finalidades de cada establecimiento, están a cargo principalmente del equipo de
conducción, es deseable que se solicite la participación de otros actores institucionales. Las decisiones de
gestión hacen a la organización y a la estructuración de las acciones de la institución, constituyen el modo
de concretar, en la acción, las decisiones estratégicas, sin perder la visión de la unidad del proyecto. Las
decisiones operacionales se toman cotidianamente y conciernen de modo directo las actividades del resto
del personal del establecimiento.
La delegación de las tareas: la delegación es la transferencia planificada de autoridad y responsabilidad a
otros para que ejecuten el trabajo dentro de límites establecidos de común acuerdo. Se puede delegar
funciones y autoridad, pero la responsabilidad nunca puede ser delegada totalmente. La delegación puede
convertirse en una situación de aprendizaje, a partir de la cual puede mejorar la calidad del trabajo, porque
incrementa la capacidad de todo el personal implicado. Para quien delega, significa precisar tareas y
funciones a delegar, elaborar las consignas claras, efectuar un proceso de seguimiento y control, para el
delegado supone un enriquecimiento de sus posibilidades de desarrollo y proporciona mejores niveles de
satisfacción personal.
Podemos considerar la delegación como un proceso y diferenciar tres fases: la asignación de tareas y la
atribución de poder, la creación de obligaciones y el establecimiento de un sistema de control y evaluación.
La asignación de tareas y la distribución de poder: consiste en la definición, precisión y distribución de
tareas entre los miembros del equipo de conducción, se deberán precisar las tareas, funciones u objetivos a
asignar, tomando en cuenta el rol que desempeñan en la institución, los perfiles profesionales y otras
características personales.
La fase de la creación de obligaciones: consiste en prever qué se va a delegar, fijar cronogramas, discutir
con los actores que se harán cargo, proveer la información necesaria, así como acceder a los pedidos de
consulta o asesoramiento y fundamentalmente, establecer cuáles son las responsabilidades mutuas.
El establecimiento de un sistema de control y evaluación: es una etapa estratégica para efectuar un
seguimiento, acompañamiento y evaluación centrada sobre los resultados esperables. La periodicidad de
sistema puede ser acordada en función de la complejidad de las tareas solicitadas, la capacidad de la persona
en quien se delega, el grado de autonomía y otros factores que sea necesario considerar en cada caso.
La conducción de equipos de trabajo: conformar equipos de trabajo es una de las tareas de la que es
responsable el equipo directivo. Los momentos de la constitución del equipo son muy importantes para el
desarrollo posterior de las actividades. Tanto la conformación de un equipo como los logros que éste pueda
desarrollar se favorecen con reuniones periódicas y formales. El coordinador de la reunión puede
desempeñar distintas funciones, dos de gran importancia: la de producción y de facilitación, las funciones de
producción se relacionan con la tarea para la cual se ha convocado a la reunión. Deben ser asumidas por el
coordinador en el inicio del trabajo, pero cuando el equipo ha adquirido autonomía pueden ser asumidas por
éste. Las funciones de facilitación permiten que el grupo o equipo progrese hacia los objetivos y tareas
fijadas.
La conducción de la negociación: en nuestra vida familiar, laboral hasta en el tiempo que dedicamos al
ocio, cotidianamente negociamos con nosotros mismos y con los demás. Negociar es tratar un asunto. Hay
dos estilos de negociación: el estilo competitivo: esta posición implica que todo aquello que sea obtenido
por una de las partes de negociadoras es considerado como pérdida por la otra, en este estilo: todo recurso o
estrategia es un medio válido si se logran los objetivos buscados, el adversario es considerado un oponente,
no se actúa en forma recíproca, se actúa en un marco de “atemporalidad”: el tiempo parece no existir. Frente
a un negociador competitivo las conductas más habituales que se desarrollan son: abandonar la negociación
y aceptar la situación y entrar en el mismo juego, recurriendo a las mismas reglas que el oponente.
Conducir la negociación implica modificar la situación, transformando el estilo competitivo en uno
cooperativo, lo cual incluye poseer los suficientes recursos técnicos para poder realizarlo.
El estilo cooperativo: aquí no hay disputa por vencer al otro ya que en este estilo se obtienen beneficios
aceptables para las diferentes partes, con este estilo las partes que se hallan en conflicto llegan a acuerdos
que son considerados ventajosos para ambas: los dos sienten que han obtenido algo de la negociación.
Para que el modelo cooperativo sea posible, es necesario que ciertas condiciones estén presentes: el
compromiso de cada una de las partes, es decir que cada parte se sienta convocada por un objetivo
prioritario: lograr un acuerdo aceptable para ambas que no deje de lado la especificidad de la institución, lo
que genera en ellas responsabilidades recíprocas. La confianza mutua, lo cual implica que se construyan
vínculos en los que los negociadores generan honestidad y confiabilidad. El conocimiento relativo de la otra
parte, cada una de las partes tiene información sobre la otra como para registrar cualquier cambio en su
estrategia negociadora. El estilo cooperativo permite algo muy importante: separar los individuos de los
problemas y centrarse en los intereses que sustentan cada una de las partes.
La función de supervisar:
Distintas investigaciones coinciden que la calidad de la escuela se relaciona con la calidad de la supervisión
pedagógica. En el sistema el rol del supervisor se constituye en un nexo privilegiado entre el equipo de
conducción del establecimiento y el nivel de conducción central. La supervisión remite a la cuestión de la
visión y la mirada.
Glickman presenta un modelo con los elementos y tareas que componen la función de la supervisión, a la
que le asigna una capacidad formativa. Las condiciones o requisitos previos para quien desempeña la
función de supervisar son los saberes profesionales específicos, entre estos se encuentran el conocimiento de
los programas, los métodos y los procesos de aprendizaje, las habilidades necesarias para el manejo de las
relaciones interpersonales, las habilidades para planificar, organizar y evaluar recursos, procesos y
resultados.
Algunas de las tareas principales a desempeñar son: el asesoramiento profesional acordado con la
persona supervisada, la detección de las necesidades de perfeccionamiento y los recursos y las acciones para
asegurarlo, y el desarrollo de equipos de trabajo orientados por objetivos institucionales comunes.
En la función de la supervisión puede destacarse dos aspectos relacionados: la evaluación y el
asesoramiento profesional. La evaluación se reduce a un control, el cual presenta una connotación
negativa. El control puede constituirse, si se recrea su significado, en un modo privilegiado para discernir los
problemas reales y en una función necesaria en toda la organización.
El otro aspecto, el asesoramiento profesional se sustenta en los datos provistos por la evaluación, en este
sentido, el asesoramiento es un medio o recurso privilegiado para mejorar el desempeño de los actores, al
tiempo que puede constituirse en un mecanismo de motivación hacia la tarea.
Como función, la supervisión puede ser asumida por distintos actores del sistema, pero de modo particular
debería formar parte de las tareas que desempeñe el equipo de conducción de un establecimiento educativo.
El supervisor esta para resolver los problemas de enseñanza y de aprendizaje.
Dimensión comunitaria: La palabra comunidad aparece mucho en los discursos comunitarios, se apela a lo
comunitario como modo de convocar a la población en general o a los actores de la tarea educativa, para
desarrollar comportamientos y actitudes de mayor compromiso con los problemas de la educación. ¿Qué se
entiende por comunidad? “Siempre que en un determinado espacio geográfico los individuos se conocen,
poseen intereses comunes, analizan juntos sus problemas y ponen en común sus recursos para resolverlos,
podemos afirmar seguramente que ahí existe una comunidad” (Neto, A. F. Y García, S, 1987, pág9).
Se podría pensar como nexo entre organización y comunidad, el intercambio entre las instituciones en tantas
formas organizadas y los sujetos sociales de una comunidad. Si entendemos a esta como un conjunto de
sujetos que comparten un espacio y una preocupación por encontrar soluciones a problemas sentidos como
comunes, en donde los sujetos establezcan vínculos de pertenencia.
Dos cuestiones claves se imponen al abordar la articulación entre escuela y comunidad, en primer lugar, el
carácter abierto o cerrado de las organizaciones y de la comunidad y en segundo lugar el tratamiento del
concepto de participación.
Dimensión administrativa: la palabra administración remite a un mundo sometido a los ritos formalistas de
los procedimientos “burocráticos” o a cuestiones relativas a engorrosos cálculos presupuestarios, aparece
sobredimensionada y devaluada. El termino administrar esta estrecha e indisociablemente vinculado a
gobernar, es decir, a conducir una pluralidad de personas. Toda conducción requiere un aparato que se
encargue de procesar la información y los contenidos de las decisiones y de transformarlos en acciones
concretas como proveer o suministrar lo necesario. Es decir que toda conducción requiera una
administración. A través de una tarea administrativa se procesan las demandas cotidianas. Ella construye una
rutina que permite procesar conflictos y mediar continuamente en la tensión que provoca la adaptación y
asimilación de los intereses individuales y los institucionales. Administrar es prever las acciones que hacen
posible la gobernabilidad de la institución.
Weber en los inicios de este siglo fundamentando su teoría en los principios de la racionalidad, entendía que
la burocracia, como un estilo de organización y de administración, era la manera que facilitaba las acciones
de conducción y gobierno.
La complejidad del mundo moderno y su exigencia de precisión, celeridad y previsibilidad de las acciones
obliga, según Weber, a un tipo de administración especial. La organización burocrática es para él un modo
racional de administrar un mundo caracterizado por la división del trabajo, la especialización de los saberes
profesionales, la extensión de las comunicaciones y la obediencia a las normas y no a los hombres. ¿Por qué
el termino burocracia se asocia a ritualización de los procedimientos? Cuando hablamos de ritualización se
hace referencia al proceso mediante el cual las acciones se repiten mecánicamente de acuerdo a las normas
que prescriben su realización, sin considerar las actividades sustantivas que definen a la institución.
Hay que reconocer que diferentes factores condicionan esta percepción del burocrático. Tradicionalmente
las tareas administrativas se pensaban como un conjunto de actividades destinadas a auxiliar a la acción de
gobierno. Este carácter se entendía como la ejecución mecánica de lo que “otros” deciden. Capaz sea ese
carácter de auxiliar y de ejecución mecánica lo que ha contribuido al desprestigio de los procedimientos y a
la creencia de que son tareas “de segunda”. Sin embargo, las tareas administrativas imponen una cotidiana
toma de decisiones cuya resolución condiciona el contenido y sentido del resto de las acciones de gobierno.
Las organizaciones están afectadas por los procesos de ritualización cuando la actividad de todos sus
estratos está permeada por esta tendencia, cuando los órganos de gobierno reclaman a las
instituciones informes y planillas que luego no pueden procesar y utilizar, pero que se ven obligados a
exigir para hacerse presentes y exteriorizar el control. Cuando esto ocurre, el sistema administrativo
se transforma en un dispositivo de control de formalidades y evalúa a sus actores según la capacidad
de adaptación y cumplimiento de las actividades rituales de mantenimiento del sistema.
La función clave de los administradores es facilitar la gobernabilidad del sistema. Por ello, se tendrá
presente que la administración puede ser una herramienta para diseñar futuros deseables y conducir la
construcción de ese futuro. Desde esa perspectiva: un administrador es un planificador de estrategias, es
un actor que prevé las consecuencias de las decisiones que se adoptan.
El sistema educativo tiene sentido en relación con la creación de un espacio público, es decir, con el interés
general. El estado juega el rol de asegurar que ese interés general sea considerado en cada decisión. Si el
estado desatendiera su función de garante de lo público la educación perdería tal carácter público,
independientemente del organismo estatal que procure su financiamiento.
El contenido de las actividades administrativas: se propone la resignificación de la dimensión
administrativa. Resignificar implica desritualizar los procedimientos y adjudicarles un nuevo sentido en
función de los objetivos institucionales. Para ello, antes del diseño y realización de las tareas, debemos tener
en claro los beneficios que nos pueden proporcionar. Hay que revisar tres tipos de las actividades que
forman parte de la administración: las relacionadas con la previsión de los recursos, las actividades
relacionadas con el control normativo, y las relacionadas con la organización formal del
establecimiento educativo.
La previsión de los recursos: la administración del establecimiento educativo podría cumplir varias
funciones para mejorar la obtención y utilización de los recursos escolares. En la práctica, las mismas son
realizadas por los directivos como: prever las necesidades humanas y materiales futuras de la institución y
precisar el momento en que estas necesidades deberán ser satisfechas, establecer un orden de prioridades
para la satisfacción de las mismas, identificar a los posibles proveedores de los recursos requeridos ya sea el
Estado, las cooperadoras, etc. iniciar las gestiones con antelación para garantizar la satisfacción de la mayor
cantidad posible de necesidades.
El control normativo: los sistemas educativos y las instituciones cuenta con una estructura de organización
formal y un conjunto de normas que prescriben esta estructura y regulan las funciones que cada uno de sus
integrantes debe cumplir. Los administradores tienen la tarea de diseñar estrategias para controlar el
cumplimiento normativo y en el ejercicio de esta función deben vencer la resistencia de los actores que le
encuentran escasa utilidad a los requisitos de formalidad.
La organización de las diferentes tareas institucionales: el tiempo y el espacio. La construcción de
organigramas institucionales y la distribución de tareas en el espacio y el tiempo son requisitos para una
mínima organización del trabajo. A pesar de su apariencia formal, su elaboración requiere largas sesiones de
negociación y ajuste entre las pretensiones y posibilidades individuales y las necesidades institucionales. La
institución adquiere el carácter de una arena de negociación, en la que los actores despliegas todos sus
recursos y los hacen jugar de acuerdo a una estrategia.
La organización de la administración: para cada una de las actividades existe un procedimiento adecuado
a las características de la tarea y de la institución que hace posible obtener resultados más eficaces. La
identificación de estos procedimientos y la construcción de los instrumentos para llevarlos a cabo requieren
una cierta inversión inicial de tiempo. Cuando se habla de construcción de procedimientos, estamos
haciendo referencia a la sistematización de las diferentes tareas que deben realizarse para arribar a un
determinado resultado. Todas las instituciones cuentan con rutinas en los procedimientos.
Información y comunicación: para planificar, diseñar y proyectar intervenciones en cualquiera de las
dimensiones institucionales, es preciso contar con información sobre el estado o situación del área que nos
interesa modificar. La información resulta de combinar de manera relevantes los datos que produce la
realidad, es una construcción significativa de los datos que comúnmente se registran en las escuelas. La tarea
de la administración respecto de la información consiste en el diseño de las combinaciones significativas de
los datos, con la finalidad de realizar diagnósticos que detecten problemas. La información que puede
construirse desde la administración no está sólo relacionada con los datos que se registran en las planillas.
Parte de las dificultades en las instituciones están ligadas a problemas de comunicación y comprensión, el
ajuste de los comportamientos y actividades individuales a las normativas que regulan el trabajo suele ser
una fuente de conflictos que podría en parte neutralizarse mediante una diferenciada atención a las
comunicaciones dentro de la institución. Los procesos comunicacionales se caracterizan por su complejidad
ya que en ellos intervienen factores interpersonales a los que se agregan los aspectos específicos de las
instituciones.
Una de las funciones de la administración es asegurar que el flujo informativo llegue a todos los
sectores y miembros de la institución. Para ello será necesario construir canales de comunicación por
los cuales hacer transitar la información y crear rutinas comunicativas. El control de las
comunicaciones constituye un importante recurso de poder, quien o quienes saben lo que otro u otros
desconocen están en una posición ventajosa en relación a ellos. Si lo que se sabe afecta, directa o
indirectamente al otro, se crea entre ambos un vínculo de dependencia. La posesión diferenciada de
información genera este tipo de relaciones que aumentan la conflictividad institucional. Por el contrario, la
difusión generalizada de las informaciones conlleva a una democratización del poder interno. Los nexos
entre información, comunicación y poder forman parte de la compleja red de relaciones informales,
que se tejen en toda institución y que tienen ver, no sólo con deseos y aspiraciones íntimas de los
individuos, sino también con las estrategias que éstos desarrollan para mejorar sus posibilidades de
negociación en el interior de las instituciones.
Eficacia y eficiencia: para resignificar la dimensión administrativa se recurrirá a los conceptos de eficacia y
eficiencia. Por eficacia se entiende la aptitud para alcanzar los objetivos institucionales, es decir que la
palabra alude a aquellos que debe hacerse. Implica la fidelidad a la actividad sustantiva de la escuela.
Eficiencia alude a las aptitudes para el uso de recursos, en función de alcanzar mejores resultados.
Mientras que la eficacia hace referencia a qué debe hacerse, la eficiencia remite a la manera en que
debe ser hecho a partir de la optimización de recursos. Una escuela es a la vez, eficaz y eficiente cuando
los objetivos de saber, saber-hacer, saber-ser son alcanzados de modo satisfactorio, cuando los recursos
humanos y profesionales son utilizados según sus competencias, cuando los recursos materiales y
financieros son utilizados sin ser malgastados. En cambio, un establecimiento será eficaz pero ineficiente
cuando alcanza los objetivos, pero a un alto costo. Y es ineficaz pero eficiente cuando a pesar de utilizar
adecuadamente sus recursos, no logra alcanzarlos. Una escuela puede ser ineficaz e ineficiente cuando no
tiende al logro de sus objetivos y malgasta sus recursos.
EFICACIA EFICIENCIA
-Conocimiento de las necesidades y demandas. -Sistema de comunicación adecuado.
-Establecimientos de objetivos precisos y -Sistema de resolución de conflictos.
consensuados. -Mecanismos de control y evaluación.
-Utilización del entorno. -Motivación y satisfacción laboral.
-Acento sobre la calidad y la equidad. -Clima organizacional armónico.
-Concreción del plan de acción. -Roles armónicamente diferenciados.
-Competencia en materia de gestión.
-Procesos de tomas de decisiones.
JARES, X. R. (2009). “Los conflictos en las organizaciones educativas”. En Santos Guerra (Coord.).
Escuelas para la democracia. Cultura, organización y dirección de instituciones educativas.
En los centros educativos como en relación a los propios procesos de enseñanza y aprendizaje, el conflicto
está lejos de ser una realidad inexistente, se provocan características como la negación o silenciamiento de
este. Primero plantea cinco paradojas que evidencian el conflicto en las organizaciones educativas. Segundo
ofrece respuestas al qué hacer.
Primera: la visión negativa dominante del conflicto frente a la consideración del mismo como un hecho
natural y consustancial de la vida. Refleja dos oposiciones, por un lado, el que encuentra el conflicto como
una realidad consustancial a la vida, siempre presentes en las organizaciones pero que ha tenido nula o
escasa presencia en los ámbitos de estudio de las organizaciones debido a la lectura negativa que del mismo
se hacía y hace. Tradicionalmente se ha situado al conflicto como la antítesis de la educación y la única
forma posible de conjugar la relación educación-conflicto era a través de la negación y estigmatización de la
educación. La visión negativa del conflicto en amplios sectores del profesorado es sinónimo de mala
gestión, malas respuestas del alumnado o malas relaciones entre sectores de la comunidad educativa.
En todas las instituciones se caracterizan por vivir diversos tipos de conflictos, hasta tal punto que, bajo la
aparente imagen de la conflictividad, la cotidianidad de los conflictos es un proceso y una de las
características centrales de los centros educativos. Igualmente, los procesos de aprendizaje están mediados
en buena medida por la capacidad del profesorado de confrontar conflictos cognitivos y morales de los
estudiantes.
En el plano de la convivencia, el conflicto es presentado como la negación de la convivencia, como los
momentos disfuncionales que la alteran y perturban, de aquí es donde se llega a la conclusión que la buena
convivencia es la que está exenta de conflictos. (pag132) frente a posiciones alejadas de la realidad que
conciben el ideal de educación y convivencia como ausencia de conflictos, partimos del hecho que estos son
inseparables de la educación y la convivencia democrática.
Segunda: la escasa o nula preparación sobre conflictos para el desempeño profesional frente al hecho de
constatar el conflicto como una realidad inherente a la función docente y la estructura organizativa de los
centros educativos. Junto con esto, la gran paradoja surge al constatar cómo la mayor parte del profesorado
reconoce al conflicto como una de las realidades cotidianas que inciden en su desempeño profesional. No se
trata de fallos técnicos, sino de una realidad que existe. Desde el momento que se crea una organización se
produce dentro de ella un cierto tipo de hegemonía de poder, y al mismo tiempo una determinada
conflictividad. Donde hay poder existe resistencia. Las formas de conducción de la organización, como y
que, de decisiones, en la primacía de unos intereses sobre otros hacen el conflicto.
Tercera: la escasa adecuación de las estructuras organizativas para afrontar conflictos frente a las
posibilidades que pueda ofrecer su afrontamiento, tanto en relación con la mejora de la práctica como para el
desarrollo organizativo de los centros. La visión negativa del conflicto junto a la persistencia de modelos
poco participativos explica la escasa adecuación de las estructuras organizativas de los centros para afrontar
los conflictos. Alumnos como profesores coinciden que se dan pocos espacios y se utilizan pocas estrategias
didácticas para favorecer la convivencia.
Datos en relación al ámbito organizativo:
A) Espacios de convivencia: escaso uso de estructuras como asambleas de clase, juntas de delegados,
comisión de convivencia, según profesores abordan conflictos en las juntas de evolución, los estudiantes
colocan a las tutoras como el espacio habitual en el que los estudiantes abordan los conflictos.
B) Participación de los diferentes sectores para mejorar la convivencia: el profesorado se muestra
partidario de la participación del alumnado en los problemas de disciplina y muestra una percepción
negativa acerca de su índice de participación, pero las respuestas dadas por los alumnos muestran
contradicciones en relación al uso de espacios para abordar los conflictos como el tipo de estrategias
didácticas usadas.
C) Participación de los diferentes órganos del centro para favorecer una convivencia positiva: los
profesores reconocen al equipo directivo como el único órgano que intervienen en mayor medida para
propiciar una convivencia positiva, los demás órganos tiene como tendencia que solo intervienen en
conflictos graves o requeridos, se reconoce un escaso uso de órganos colegiados para abordar conflictos
como consejo escolar, o la comisión de convivencia, es decir, los órganos colegiados son caracterizados por
una intervención constante y planificada para mejor la convivencia exceptuando el equipo directivo.
D) Mayoritario desconocimiento del alumnado de la normativa interna del centro: se constata una alta
conflictividad, pero un desconocimiento de los alumnos de las normas de su propio centro. Se da una escasa
dotación organizativa para afrontar los conflictos en particular y mejorar la convivencia. (pag135)
Cuarta: la cultura del conflicto como un elemento inherente a la cultura democrática frente a la cultura de la
indiferencia y el descompromiso. Concebimos la cultura del conflicto como un elemento inherente a la
cultura y a la cultura democrática. Lejos de negarla los conflictos si se afrontan de manera no violenta,
permiten reafirmarla y recrearla. Afrontar los conflictos suele llevar un compromiso con la organización
frente a posiciones de indiferencia. Paradójicamente la ausencia de conflictos suele explicarse por ducha
indiferencia y descompromiso hacia la organización.
El tipo de organización ni es independiente de la mayor o menor propagación de conflictos ni de las
estrategias de afrontamiento, entre ambas instancias, tipo de organización y nivel de conflictividad se
produce una relación dialéctica de mutua interacción y que forma parte de la cultura que se constituye en el
centro escolar. En los centros en donde explicita o tácitamente se acepta un marco organizativo autoritario y
burocrático, por su propia estructura coercitiva los conflictos afloran en menor medida, lo que no quiere
decir que los conflictos no existan, sino que permanecen en estado latente (pag136). Otras veces en
estructuras organizativas obedecen a un pacto de intereses y no se resuelven los conflictos, pero tampoco se
plantean, lo más frecuente en estos casos es que estallan y se manifiestan lo que sin dudas hará difícil su
resolución. Pero en sentido inverso cuando existe una mayor autonomía, democracia y participación
producirán una mayor visibilidad de la conflictividad.
La cultura democrática lleva consigo la cultura del conflicto, es en democracia donde pueden aflorar y
afrontarse os conflictos de forma no violenta. Esto exige dos cosas; el entrenamiento en las estrategias no
violentas de resolución de conflictos y la organización participativa y democrática de los centros educativos
para los sectores de la comunidad educativa. Si queremos que la escuela forme a personas democráticas y
participativas, ella misma tiene que estar organizada desde estos presupuestos.
Quinta: el profesorado sitúa el conflicto de la disciplina como el conflicto que más le preocupa mientras
que, al mismo tiempo, reconoce un escaso bagaje didáctico para afrontarlo
Volvemos a investigaciones sobre que el profesorado y alumnado tiene percepciones poco optimistas sobre
la indisciplina, pero ambos sectores reconocer que no se dan espacios y utilizan pocas estrategias didácticas.
Por otro lado, coinciden en señalar una única actividad que es mayor la tendencia positiva que la negativa,
las charlas con tutorías colectivamente, coincidente, por otro lado, los resultados del profesorado y alumnos
del uso de más tutorías como el espacio habitual en que los estudiantes abordan conflictos. Se está
instalando una peligrosa cultura de renuncia a intervenir como educadores en los ámbitos de convivencia.
¿Qué hacer? Afrontar la convivencia, disciplina y conflictos requiere que se plantee en su globalidad y
complejidad, cuando nos quedamos en medidas puntuales, simples, esporádicas o aisladas, suelen tener
escaso éxito y ello puede acrecentar la sensación de fracaso y angustia. A continuación, exponemos diez
propuestas.
1) Aprender a convivir con el conflicto: partir del supuesto o pretender que nuestra profesión, tanto en
relación con la actividad docente como en lo que atañe a los procesos organizativos, este exenta de
conflictos es sin dudas un supuesto absurdo e irreal. Querer ejercer la profesión sin conflictos, con alumnos
disciplinados, en silencio total, son tomas de posición profesional que suelen provocar relaciones y
situaciones conflictivas. En los procesos de formación del profesorado el punto de partida debería ser la
realidad inevitable del conflicto y afrontarlo desde una perspectiva no negativa. Aprender a convivir con el
conflicto es un aprendizaje como aprender a resolver estos conflictos de manera no violenta, ambos
requieren una planificación y entrenamiento en las dinámicas reales de conflictos que se presente en el
centro, y para estos los centros deberían teniendo en cuenta los tres protagonistas de la comunidad
educativa-profesor, alumno y madres/padres- se contemplar cinco objetivos: Aprender a convivir con el
conflicto de forma positiva. Favorecer una convivencia positiva y democrática. Rechazar la violencia como
forma de resoluciones de conflictos. Prevenir conductas de maltrato entre alumnos favoreciendo actitudes
contrarias a discriminaciones. Desarrollar una cultura de la paz asentada en los derechos humanos y valores
de respeto, tolerancia y democracia.
2) Cultivar la dimensión afectiva de la educación y de los centros educativos: debemos considera la
incidencia de la afectividad en la convivencia, consideramos necesario la creación de grupo, en la formación
del profesorado sea cual sea su nivel educativo que vaya a impartir, es imprescindible diseñar una estrategia
tendiente a generar en el aula como en el centro un clima de seguridad, confianza y apoyo mutuo. Para esto
el profesor debe ser formado en estrategias y recursos que faciliten la creación de un grupo. No solo por
motivos éticos y morales, también el trabajo didáctico es en estas situaciones se pueden sobrellevar y
producen mejores resultados académicos. La alfabetización, afectividad y ternura deben ser un objetivo de
todo proceso educativo. La afectividad en necesaria en los seres humanos y requiere su desarrollo para una
construcción equilibrada de la personalidad.
3) Construir infraestructura de convivencia: con esta expresión se refiere al contexto organizativo y
cultural del centro para el ejercicio y desarrollo de la convivencia estén activos implicados ene l desarrollo
de buenas prácticas de convivencia.es necesario crear una infraestructura de convivencia significa diseñar
aspectos como:
A) en el ámbito de centro: espacios para abordar conflictos como comisiones de convivencia que participen
diferentes sectores educativos. La junta de delegados en alumnos. Claustro de profesores para docentes. La
creación de un equipo de medición que actué como servicio que oferta el centro, a ser posible a todos los
sectores de la comunidad educativa, pata intervenir en la resolución de aquellos conflictos que no sea
posible abordarlos directamente por personas implicadas en conflictos. Las tutorías semanales con el
alumnado en las que se incida en el trabajo de los valores násicos de la convivencia: respeto, no
discriminación, dignidad de las personas, cooperación, solidaridad y no violencia deben ocupar un lugar
central en las dinámicas de grupos. Las normas de centro enmarcadas en el reglamento de régimen interno
deben recoger los diferentes ámbitos de actuación para favorecer la convivencia. Jornadas de formación para
madres y padres a consecuencia de quejas de docentes por la falta de colaboración de las familias con el
centro, se otorga la principal razón de la violencia de los estudiantes por un lado a la falta de colaboración de
las familias una fuente de conflictos de os estudiantes en los centros, por otro una fuente de conflictos de los
estudiantes en los centros, que una mayoría ve un escaso compromiso otorga un clima de convivencia con
las madres-padres la valoración más baja de los diferentes climas de convivencia por sectores de la
comunidad educativa que a su vez muestra un desconocimiento o valoración negativa de conflictos.
Tampoco constatamos que profesores fomenten actividades excepto las tutorías que impliquen a la familia.
B) ámbito de aula: siguen teniendo vigencia las técnicas organizativas freinetianas, desde la centralidad de la
cooperación, los principios organizativos de la pedagogía de Freinet están basados en la participación,
autonómica, autogestión, control democrático y planificación, principios que tienen su concreción a través
de propuestas organizativas como el plan de trabajo, la asamblea, cooperativa, etc. Trabajar desde ya para la
cooperación (alumnos-profesor) es un objetivo curricular en su triple dimensión conceptual, procedimental y
actitudinal, una estrategia didáctica y una propuesta organizativa, desde estas tres se pretende conseguir
escuelas que sean comunidades de apoyo entre alumnos y profesores construyendo un sistema de relaciones
de mutuos apoyo y respeto y afecto.
4) Fomentar la participación de todos los sectores educativos: todas las actividades para el centro como
para el aula llevan consigo la recuperación del valor de la participación como objetivo educativo y como
estrategia didáctica para crear infraestructura de convivencia democrática. La participación se convierte en
el requisito de la ciudadanía, del ejercicio y la convivencia democrática, participación que requiere dialogo
permanente, debate abierto, control de decisiones y capacidad de crítica efectiva. En relación con la
convivencia y el afrontamiento no violento de los conflictos, la participación es un mecanismo de
prevención de determinada conflictividad no positiva y un requisito para poder resolver los conflictos.
Tampoco podemos obviar que la participación genera conflictos. Participación es base de convivencia y se
debe fomentar para afrontar conflictos y favorecer la convivencia.
5) Apostar por un modelo de dirección colegiado y democrático: el principal argumento esgrimido con
más frecuencia por el profesor para rechazar los cargos directivos y central la dirección, lo constituye
precisamente la persuasión o constatación de una mayor frecuencia de conflictos por ejercicio del cargo. La
realidad del conflicto influye en la función directiva incluyo antes de ejercerla en el sentido de que en
muchos cados actúa como el factor disuasorio importante para recelar en la decisión de presentarse a este
cargo. A mayor responsabilidad puede que haya más conflictividad, en realidad la conflictividad que por el
ejercicio del director se puede estar ligado a la conflictividad entre sus propios compañeros. También ocupa
un lugar importante las relaciones con administración y por otro lado con madres/padres, por últimos los
alumnos. Por la naturaleza de sus funciones los centros educativos nunca pueden ser iguales o equiparables a
una empresa, esta naturaleza hace que su propia dinamiza organizativa interna sea distinta, el tipo de
interacciones que se establecen sean diferentes, la concepción del espacio, ritmos de trabajo y tiempo sean
distintos.
6) Organizar los centros desde la intervención colegiada de los docentes y desde los diferentes ámbitos
del curricular: el aprendizaje de la convivencia no puede ser una tarea improvisada ni sujeta a una mera
intervención verbal en un momento determinado, necesita una planificación teniendo en cuanta profesores-
alumnos-madres/padres. Aspectos como: tiempo para analizar e intervenir en conflictos evaluando grados de
cumplimiento de posibles acuerdos, espacios para abordarlos, organización democrática del aula y centro
escolar, fomentar el aprendizaje cooperativo y el trabajo en grupos, entre otros.
7) Generalizar el uso de los métodos no violentos de resolución de conflictos: el caso de la mediación es
importante la formación y extensión del uso de la negociación y mediación como métodos habituales de
resolución no violenta de conflictos (ejemplo de colegio secundario de España). El hecho de destacar como
la valoración positiva de la mediación del profesorado solo se reacciona de forma mayoritaria con el uso de
su práctica por parte del colectivo docente, el profesorado reconoce porcentaje muy bajos en los otros
sectores de la comunidad educativa y casi nula en los servicios externos del centro (ver cuadro)
8) Exigir un Plan integral de formación: resultados de investigaciones muestran la necesidad de que las
universidades en sus planes de formación inicial del profesorado como las administraciones educativas en
relación a la formación en ejercicio acometan de forma urgente planes de formación que modifiquen esta
situación. Y es necesario cuando se reconoce un aumento de la conflictividad en los centros. Los
profesionales que tienen como objetivo central de su trabajo la enseñanza de los alores de la convivencia y el
aprendizaje de la resolución positiva de los conflictos que van a tener incidencia diaria en su quehacer
profesional, este ejercicio va a estar condicionado por las destrezas en el campo.
9) Fomentar la evaluación continua de los centros educativos: un tema importante como la resolución de
conflictos y el fomento de la convivencia democrática en los centros educativos exigen también la o práctica
de la cultura de la evaluación desde criterios democráticos de servicio público. Incluir memorias anuales y
otros procesos de evaluación informes sobres la situación de la convivencia, nivel de conflictividad, parece
algo necesario. Para esto las administraciones educativas deberían dotar los recursos necesarios para
impulsar este tipo de procesos, tanto después de una perspectiva de autoevaluación interna de los centros
como externa. Desde presupuestos críticos, no solo se enfatiza la evaluación de los centros escolares y
sistemas educativos, sino se trata de que la evaluación sea en si misma educativa, participativa, reflexiva y
compartida. Tomando a Santos Guerra se pretende ejercitar un tipo de evaluación que sirva como proceso de
diálogo, comprensión y mejora.
10) Dar esperanza: abordar los conflictos el proceso de construcción de la convivencia democrática en los
centros debe hacerse desde la esperanza y es al mismo tiempo una forma de dar esperanza. Proponemos
llevar una pedagogía a la esperanza y está a aquella en tanto son realidades interrelacionadas. La pedagogía
tendrá que tener conciencia moral del mañana, tomar partido por el futuro, saber de la esperanza.
Cuatro movimientos para seguir pensando la cuestión del sujeto en el lazo pedagógico:
La subjetividad del alumno: un primer movimiento que consistió en reconocer el carácter identificatorio y
transferencial singular que conlleva la relación pedagógica, la introducción de lo subjetivo puesta en el
modo en que el alumno aprende, se relaciona con el objeto de conocimiento a través de la mediación de otro.
Una de sus consecuencias prácticas ha sido hacer saber que ese vínculo produce efectos en el otro que
pueden ir más allá de la apropiación de un objeto de conocimiento. El registro de que la acción
pedagógica se ejerce bajo influencia y de que ese efecto nunca es homogéneo implica una primera pérdida
para la pedagogía. Los afectos de los alumnos participan en la escena de la enseñanza, no puede remitirse lo
que está en juego a la capacidad, la habilidad o la inteligencia de cada quien. Este primer movimiento
conlleva una demanda a las responsabilidades subjetivas y políticas de ese lugar. Se amplía el horizonte de
responsabilidad del docente, ya no solo está en juego su saber especifico sino un saber sobre un
aspecto de la relación pedagógica que hace a su influencia sobre los alumnos.
La mutua afectación el lazo pedagógico: un segundo movimiento que si como dijimos antes se trata de un
orden transferencial e identificatorio, la subjetividad en juego no es solo la del alumno, sino que el
docente está íntegramente implicado allí. No solo en lo que hace al dominio de su área de conocimiento,
sino que está implicado en sus emociones, afectos y pasiones su propia biografía escolar tendrá un lugar
relevante para su tarea. La aparición del docente en tanto sujeto es un aspecto muy importante.
Los límites de saber sobre lo subjetivo: un tercer movimiento condiciona y se articula a los dos anteriores.
Es la comprobación de que los efectos que puede desencadenar el lazo pedagógico desde la perspectiva que
incluye los aspectos no conscientes que denominamos “identificatorios” y “transferenciales” no son
calculables. En el sentido de que no es posible anticipar ni predecir plenamente los comportamientos
del otro, ni reducir la eficacia de la enseñanza a encontrar la metodología especifica.
La institución como productora de subjetividad: un cuarto movimiento que señala que la relación entre el
maestro y su alumno se despliega en una situación social específica, la práctica docente en tanto practica
social que se pone en marcha en instituciones diseñadas para ello en el entramado de un sistema social
mayor. Se trata de una afirmación que cuestiona las concepciones mecanicistas que sustraían al sujeto de la
escena pedagógica. El registro de la eficacia simbólica del entramado socio-institucional en que se juega lo
pensable, lo decible y lo sensible desactiva la concepción de que se trata de una cuestión individual y
diádica. Lo subjetivo deja de estar identificado estrictamente con lo individual para ingresar a un
orden de articulación con lo colectivo y social.
Estos cuatros movimientos responden a una lectura diacrónica. La inclusión de la subjetividad del alumno,
la existencia de la mutua afectación en el lazo pedagógico, la constatación de los límites de saber sobre lo
subjetivo, la eficacia simbólica del entramado socio-institucional en que se juega lo pensable, lo decible y lo
sensible suponen un punto de partida para pensar la tarea educativa.
Sufrimiento en las instituciones: quienes estudiaron las instituciones habrán advertido sobre la existencia
de un sufrimiento particular, que tiene que ver con las transacciones subjetivas implicadas en el propio
hecho institucional, esto es, la renuncia pulsional que el sujeto realiza en pos de la protección y el amparo
que brinda lo instituido. Kaes al respecto dice que sufrimos por el hecho institucional mismo, en relación
con los contratos, pactos, comunidad y acuerdos inconscientes o no que nos ligan conscientemente, en una
relación asimétrica, desigual. El sufrimiento puede provenir del exceso, de la falta y de la falla de lo
institucional.
Experiencia y subjetividad: es posible dar cuenta de la subjetividad a partir de los modos en que los
sujetos, los grupos y las comunidades pueden dar cuenta de sus experiencias en el presente, de sus
modos particulares de experimentar el pasado y de imaginar el futuro. Y estos intercambios,
interrelaciones intervienen en los condicionamientos del proceso de subjetivación en tanto implica un nivel
de reflexividad. La experiencia se construye en la trama de las relaciones intersubjetivas que constituyen los
espacios institucionales. Las experiencias nos dicen que hubo subjetivación, es un indicio de que hubo
algún orden de transformación para el sujeto. Comunicar una experiencia es poner en relato la
historia vivida, una selección de sucesos de la vida cotidiana en la institución que no coincide
necesariamente con los relatos oficiales. Estos desvíos expresan cada singularidad. Los grados de desvío
respecto del discurso oficial de un conjunto de voces y relatos son indicadores de la consistencia
institucional, como una institución suficientemente subjetivizada y relativamente operativa, en tanto no
impera un único discurso.
El sujeto que da testimonio de su experiencia, de lo vivido, de lo experimentado en cierto espacio y
tiempo, registra lo acontecido, da cuenta de su saber de sí, de los otros y de su entorno. Es posible así
registrar de cierta manera el pasaje por una institución y este saber se convierte en un aspecto fundamental
que permite recuperar críticamente las prácticas desarrolladas.
Recuperar las prácticas de los sujetos es central en tanto es un modo de neutralizar la alienación inherente a
todo sistema, alienación entendida como modo de expropiación del deseo, como división operada por la
pertenencia a una organización jerárquica, vertical y burocrática.
POGGI, M. (2002). “Sobre los sentidos de preguntarse por las instituciones y las formas escolares”,
En Instituciones y trayectorias escolares. Replantear el sentido común para transformar las prácticas
educativas.
ROCKWELL, E. (2000). “Tres planos para el estudio de las culturas escolares: el desarrollo humano
desde una perspectiva histórico-cultural”.
Tres planos para el estudio de las culturas escolares: el desarrollo humano desde una propuesta histórico-
cultural
Desde la perspectiva de Vygotsky el desarrollo humano es incomprensible sin la dimensión histórico-
cultural entrelazada con el desarrollo biológico de cada ser humano. Él mismo delineo un ambicioso
proyecto de investigación que no era un simple esquema de recapitulación del esquema de evolución
humana en el desarrollo infantil. Tampoco planteaba Vygotsky que el desarrollo cultural de la humanidad
(particular desarrollo tecnológico) se reflejara de manera inmediata en el desarrollo cognitivo individual. Su
propuesta era más compleja y suponía una interrelación entre por lo menos cuatro líneas: a) evolución
filogenética b) historia humana general c) historia de las funciones mentales superiores d) historia
individual.
Actualmente este esquema puede ser aún más complicado, desde la historia podemos enriquecerlo con el
fenómeno de las múltiples temporalidades que coexisten y se ligan entre sí. Por esto ya no podemos pensar
en un esquema de evolución lineal, existen múltiples posibles líneas de evolución cultural. Desde la
antropología y geografía cultural, podemos agregar la conciencia de múltiples especialidades que
circunscriben procesos locales. Estos pueden ser heterogéneos o análogos, autónomos o ligados entre sí.
Larga duración
Algunas cosas que observamos en la escuela parecen ser atemporales permanentes. La escritura parece ser
uno de los elementos duraderos que forman el núcleo de la cultura escolar, un elemento de larga duración.
(Cita sobre la escritura a lo largo de la historia desde la tablilla de cera hasta el cuaderno)
Es posible que la cultura escolar también tenga algunos rasgos d larga duración, en ella se encuentran
herramientas y prácticas culturales que son parte del patrimonio común de la humanidad. Desde la
perspectiva antropológica, esta larga duración es milenaria. Incluye los productos del complejo
entrelazamiento entre la evolución biológica y cultural humana.
La cultura escolar también incluye el matiz básico del lenguaje humano, del lenguaje oral. La oralidad es
primaria, y no se ha perdido en la historia, la oralidad envuelve los usos de formas de representación
posteriores, como la gráfica, escritura, informática entre otras. Sin este nivel de organización y
comunicación, la actividad de mediación intergeneracional que ocurre en la escuela sería inconcebible.
La larga duración nos obliga a observar continuidades producidas hace tiempo, que aún están presentes en
las aulas que observaos o formamos actualmente. Así como sigue fuerte la oralidad con el advenimiento de
la escritura, también continúan presentes elementos del patrimonio común de la humanidad.
Continuidad relativa
La continuidad relativa siempre refleja las múltiples temporalidades y espacialidades de las antes
nombradas. La continuidad se da por periodos variables de tal forma que en las escuelas se superponen, en
cualquier momento, contenidos que provienen de muy diferentes tiempos históricos. Algunas prácticas
pueden ser comunes en las escuelas de todo el país, como otras apenas se comparten por los maestros de la
misma escuela. Como los tiempos, los espacios culturales de las escuelas se interceptan dando lugar a un
juego de continuidades y discontinuidades históricas dentro de cada escuela.
Podemos observar este plano de la continuidad relativa dentro de cualquier aula, ejemplo, en los usos
escolares de la lengua escrita. Algunas prácticas como la copia, parecen perpetuar en la larga duración. Sin
embargo, se modifican con el tiempo, cambian los implementos que se usan la tablilla de cera se desplaza
por la pizarra, luego por el cuaderno, luego por la pantalla.
A lo largo de la historia, las escuelas han sido permeables a algunos usos y expresiones de la lengua escrita,
y resistentes a otras. En cada lugar el conjunto de objetos y prácticas culturales ha sido diferente, lo
importante es que el conjunto de signos y herramientas reales, existentes en cada aula y escuela, constituyen
el horizonte cultural dentro del cual trabajan, se desenvuelven y aprenden los estudiantes que van a la
escuela en cada generación.
Sin embargo, la escuela es diferente porque hay muchas formas posibles de estructurar la vida escolar en
diferentes momentos y lugares. Considerando lógicas que han atravesado la escuela, diferentes sentidos a la
actividad escolar. Estas son lógicas fuertes, determinantes del sentido de la experiencia escolar. Si bien se
trata de enseñar a leer y escribir, este aprendizaje no puede aislarse de su contexto y significado social. La
lógica de la dominación de clase- La imposición de ciertos saberes y valores como legítimos. La lógica de la
construcción política- La formación de estado-nación, o de partido único. (cuadro pág. 19)
Co-construcción cotidiana
La co-construcción cotidiana apunta hacia todo lo que producen sujetos que se encuentran en la escuela, al
interactuar entre sí y al trabajar con los objetos culturales en ese espacio. Este plano se entretejen las
historias individuales y locales con las historias de los instrumentos y los signos culturales, como los previo
Vygotsky, los sujetos pueden transformar el sentido de los signos heredados e inventar nuevos usos para las
herramientas culturales.
Es importante situar la actividad como proceso y como unidad vasca de análisis. La actividad, incluye tanto
una dimensión objetiva, cultural, como una dimensión subjetiva, de intervención activa de cada sujeto. Por
esto es posible decir que, a partir del encuentro con la cultura heredada, se produce nueva cultura,
significados y prácticas.
En el ámbito de la lengua escrita, observamos que la copia identificada con lo más antiguo de la cultura
escolar, casi nunca es una copia fiel los estudiantes modifican el texto. Al leer se forman nuevas
interpretaciones de los textos, estas están mediadas por la interacción oral entre la maestra y alumnos, o
entre los mismos alumnos.
En la co-construcción, el movimiento es siempre doble. El encuentro entre generaciones recrea maneras
novedosas de los elementos culturales. Vygotsky identificaba el medio, la escuela, como fuente de
desarrollo como lugar donde se encuentran los elementos y las relaciones sociales que son interiorizadas en
el curso del desarrollo infantil. Desde su perspectiva este proceso estaba mediado por la historia propia de
los niños por su experiencia acumulada anteriormente. Utilizando esta perspectiva, podemos ver que el
ámbito escolar es heterogéneo no solo por la historia particular de la escuela en cada lugar, sino también por
la historia particular de cada sujeto que trabaja en la escuela. El plano de la co-construcción obliga a tomar
en cuenta la profunda subjetividad de la experiencia escolar, la dimensión personal e interpersonal de su
significado en cada historia de vida y en la historia de la humanidad.
GVIRTZ, S., ZACARIAS, I. Y ABREGU, V. (2011) “¿Sobre qué aspectos de la vida escolar trabaja
un director? En construir una buena escuela: herramientas para el director.
La dimensión pedagógica
Planificación curricular: para garantizar una buena planificación, es importante que el director procure que
exista en febrero una instancia en la que todos los docentes participen en la elaboración de una planificación
conjunta. Que este no sea un procedimiento meramente formal, que la planificación sea articulada por ciclos
y áreas, que se incorporen y expliciten los contenidos, apoyados en los diseños curriculares de la provincia y
en los NAP. Que procure la elección de los materiales didácticos, que especifique la secuenciación de los
contenidos y actividades, que se base en evidencias y opiniones de expertos en didáctica y esa área.
Diseño de criterios institucionales de evaluación: ¿Qué características son deseables para la evaluación de
aprendizajes en el marco de una pedagogía inclusiva?
o Esa evaluación utiliza una gama equilibrada de estrategias.
o Aborda todos los elementos esenciales
o Permite a los alumnos reflexionar sobre su propio aprendizaje
o Es parte integral de la planificación, la enseñanza, y el aprendizaje.
o Evalúa lo que se enseña.
o Considera la diversidad.
o Tiene un propósito
o Toma el error como parte del proceso de aprendizaje
o No castiga al niño.
Relación con el equipo docente: para que cada nuevo miembro del equipo se una a nuestro ideal de buena
escuela, comparta prácticas, empiece a sentirse parte de nuestro proyecto, es preciso trabajar con ello:
Organizar una reunión de presentación con todos los docentes y personal auxiliar, en febrero.
Facilitando el intercambio entre el nuevo maestro y los otros docentes de su mismo año y de los años
inmediatos.
Dándole material e información sobre cómo se trabaja en esa institución: cuál es la misión y visión de la
escuela, cuáles son los criterios institucionales de evaluación de aprendizajes, de qué manera se evalúa el
desempeño docente, el informe sobre la evaluación institucional del periodo anterior.
Evaluación del desempeño docente: existen infinitos modelos de evaluación, pero hay aspectos a tener en
cuenta:
Acordar con el equipo docente como evaluar el desempeño docente.
Asegurarse que el proceso no caiga en un mero formalismo ni que sea un momento de descarga personal de
alguna de las partes.
Habilitar una doble vía: el docente es evaluado, pero también el director recibe, de parte del maestro, una
devolución de su trabajo.
Dedicarle el tiempo de reflexión y dialogo que se necesita.
¿Qué dimensiones no deberían faltar a la hora de hacer una evaluación del desempeño docente?:
Aquellas dimensiones que es preciso considerar a la hora de evaluar en un docente son:
Expectativas hacia la posibilidad de aprendizaje de sus alumnos.
Planificación de las clases.
Estrategias de enseñanza
Aprovechamiento de materiales y recursos
Evaluación de aprendizajes de los alumnos.
Además, hay otras áreas que podrían considerarse en el momento de realizar una evaluación del docente:
La dimensión socio comunitaria
Gestión de proyectos: cada proyecto tiene sus indudables beneficios para las escuelas y el director tiene que
poder velar por el cumplimiento de todas las actividades escolares y, a ellas, sumarles el cumplimiento de
las tareas que demanden los proyectos con los cuales se ha comprometido. Para organizarse, es importante
tener en cuenta: enfoques de los proyectos, objeto de trabajo, horarios, responsables.
Este trabajo esboza un marco que identifica y relaciona una variedad de factores que influyen en las
diferencias que existen sobre la puesta en práctica de las políticas entre escuelas similares, concentrándose
en el papel del contexto escolar. La autora explora cuatro cuestiones centrales en el proyecto de
investigación “Puesta en práctica de las políticas”: la naturaleza situada de las acciones de la política; la
presencia de una variedad de políticas superpuestas en las escuelas; el papel de los actores de las políticas y
las limitaciones de recursos. Al tomar en serio el contexto, argumentamos que las políticas están
íntimamente conformadas e influenciadas por factores específicos de la escuela. Este trabajo considera
aspectos tales como la matrícula escolar, la historia, la dotación de personal, el ethos y la cultura escolar, así
como elementos “materiales” tales como edificios, recursos y presupuestos, y los contextos externos como
las relaciones con la autoridad local y los organismos nacionales.
Analizamos el papel del contexto en moldear la puesta en práctica de las políticas in situ conceptualizando
esos factores como dimensiones situada, material, profesional y externas.
Contextos profesionales
Las dimensiones profesionales se refieren a variables menos tangibles del contexto que las descriptas
anteriormente. Nos interesa aquí el análisis de los valores y los compromisos, y las experiencias de los
profesores y la gestión política dentro de las escuelas, preguntando cómo se sustentan en la puesta en
práctica de las políticas.
Existen fuertes interdependencias entre los valores profesionales, la matrícula y qué políticas se
instrumentan y cómo se llevan a cabo las mismas. Estas relaciones no siempre son sencillas. Hay
disonancias potenciales entre los valores institucionales intrínsecos y las tendencias de las políticas
nacionales, tales como el énfasis del gobierno en el uso de uniforme en las escuelas, por ejemplo. El
contexto profesional no es necesariamente coherente e incuestionable dentro de las escuelas. Cómo actores
de la política están siempre posicionados; las actividades políticas qué ven y cómo las entienden depende de
donde estén parados. Cuando se hace referencia al contexto, se puede suponer que esto se refiere a toda la
escuela, sin embargo, los departamentos pueden funcionar en parte, comunidades relativamente autónomas.
Pocas políticas tienen relevancia para todo el mundo, y fue sorprendente que en las escuelas estudiadas los
profesores recientemente ingresado informaran que la comprensión de los factores contextuales se daba por
departamento. Los nuevos profesores o los profesores de los grandes departamentos pueden trabajar
principalmente en relación con sus colegas, contextos y políticas departamentales más cercanos. A veces los
marcos profesionales de relaciones pueden ser incluso más arbitrarios.
Contextos materiales
El contexto material se refiere a los aspectos físicos de una escuela: edificios y presupuestos, pero también a
niveles de dotación de personal, tecnologías disponibles e infraestructura circundante. Los edificios, su
diseño y distribución, calidad y amplitud pueden tener un impacto considerable en la puesta en práctica de
las políticas en terreno. Las escuelas que operan en dos emplazamientos, por ejemplo, bien podrían tener
diferentes capacidades para aplicar las políticas en cada sitio. Los presupuestos escolares son quizás lo más "
material" de los factores contextuales. Aunque la financiación escolar está principalmente determinada por
el número de alumnos, las diferencias en el tamaño de la escuela, los subsidios de las autoridades locales y
la ubicación pueden significar diferencias considerables en el total de los presupuestos.
Por supuesto que la dotación de personal no es sólo un costo, pero el personal es en primera - y última-
instancia la principal adquisición de la escuela. Atraer y conservar " buenos" profesores y otro personal fue
una preocupación central para todas las escuelas y un desafío particular en algunas materias. La ubicación
geográfica, el costo de alojamiento para los profesores y la infraestructura de transporte, también pueden
impactar en la contratación de personal y en la idoneidad de los candidatos.
Contextos externos
Aquí estamos pensando en aspectos tales como las presiones y las expectativas de políticas locales y
nacionales más amplias tales como las clasificaciones de la oficina de estándares en educación, las
posiciones en esas tablas de clasificación y los requerimientos y responsabilidades legales; como así también
el grado y calidad del apoyo de las autoridades locales y las relaciones con las otras escuelas. A lo largo del
trabajo de campo los entrevistados mencionaron las presiones de Ofsted y de los resultados de los exámenes.
Esta preocupación refleja la centralidad de tales mecanismos per formativos y fiscalizadores el iniciar y dar
forma a una serie particular de políticas. Las posiciones de la tabla de clasificaciones, tanto locales como
nacionales, son utilizadas como fundamentos de la aplicación de las políticas dentro de las escuelas. El
contexto y el apoyo de la autoridad local puede ser otro factor que no se tiene en cuenta en la puesta en acto
de las políticas institucionales desarrolladas.