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Ficha de circulación interna – Cátedra psicoterapia II – Facultad de Psicología - UNLP 1

62. La inmanencia: Una vida…


Gilles Deleuze

¿Qué es un campo trascendental? Se distingue de la experiencia, en tanto que no remite a


un objeto ni pertenece a un sujeto (representación empírica). Así se presenta como pura
corriente de consciencia a-subjetiva, consciencia pre-reflexiva impersonal, duración
cualitativa de la conciencia sin yo. Puede parecer curioso que lo trascendental se defina por
tales datos inmediatos: se hablará de empirismo trascendental, por oposición a todo lo que
hace al mundo del sujeto y del objeto. Hay algo de salvaje y de poderoso en un empirismo
trascendental tal. No es ciertamente el elemento de la sensación (empirismo simple) puesto
que la sensación no es más que un corte en la corriente de conciencia absoluta. Es más bien,
por próximas que estén dos sensaciones, el pasaje de una a la otra como devenir, como
aumento o disminución de potencia (cantidad virtual). Entonces, ¿hay que definir el campo
trascendental por la pura conciencia inmediata sin objeto ni yo en tanto movimiento que no
comienza ni termina? (Incluso la concepción spinozista del pasaje o de la cantidad de potencia
recurre a la conciencia).
Pero la relación del campo trascendental con la conciencia es solamente de derecho. La
conciencia no deviene un hecho sino cuando un sujeto es producido al mismo tiempo que su
objeto, todos fuera de campo y que aparecen como “trascendentes”. Por el contrario, en tanto
que la conciencia atraviesa el campo trascendental a una velocidad infinita por todos lados
difusa, no hay nada que pueda revelarla1. No se expresa en realidad sino al reflexionarse sobre
un sujeto que la remite a los objetos. Es porque el campo trascendental no puede definirse por
su conciencia sin embargo co-extensiva, sino substraída de toda revelación.
Lo trascendente no es lo trascendental. A falta de conciencia, el campo trascendental se
definiría como un puro plano de inmanencia, porque escapa a toda trascendencia tanto del
sujeto como del objeto2. La inmanencia absoluta es en sí misma: no está en algo, en (à) algo,
no depende de un objeto y no pertenece a un sujeto. En Spinoza la inmanencia no está en la
substancia sino que la substancia y los modos son en la inmanencia. Cuando el sujeto y el
objeto, que caen fuera del plano de inmanencia, son tomados como sujeto universal u objeto
cualquiera a los cuales la inmanencia les es atribuida, es toda una desnaturalización de lo
trascendental que no hace más que redoblar lo empírico (así en Kant), y una deformación de
la inmanencia que se encuentra entonces contenida en lo trascendente. La inmanencia no se
relaciona con Algo como unidad superior a toda cosa, ni a un Sujeto como acto que opera la
síntesis de las cosas: es cuando la inmanencia no es ya inmanencia en otra cosa sea la que sea
que se puede hablar de un plano de inmanencia. Como el campo trascendental no se define
por la conciencia, el plano de inmanencia no se define por un Sujeto o un Objeto capaces de
contenerlo.


Philosophie, nº 47, septiembre 1995, p. 3-7- Se trata del último texto publicado por Deleuze antes de darse
muerte el 4 de noviembre de 1995. La continuación de este texto ha aparecido como anexo de la re-edición de
bolsillo de los Diálogos (con Claire Parnet), Paris, Flammarion, col. “Champs”, 1996. Estos textos pertenecen a
un proyecto sobre “Conjuntos y multiplicidades” del cual no existen más que estos dos textos. Deleuze quería
profundizar en esto el concepto de virtual acerca del cual, estimaba, se había explicado poco. Publicado
“Ensayos sobre BIOPOLÍTICA”, Bs.As. 2007, PAIDÓS
1
Bergson, Matière et Mémoire: “como si reflexionáramos sobre las superficies de la luz que de allí emana, luz
que, al propagarse siempre no hubiese sido nunca revelada » (Oeuvres, PUF, p. 186).
2
CF. Sartre, La Trascendance de l’Ego, Vrin: Sartre plantea un campo trascendental sin sujeto, que remite a una
conciencia impersonal, absoluta, inmanente: en relación a ésta, el sujeto y el objeto son “trascendentes” (P. 74-
87)- Sobre James, cf. el análisis de David Lapoujade, “Le Flux intensif de la consciente chez William James (El
Flujo intensivo de la conciencia en William James)”, Philosophie, nº 46, junio 1995.
Se dirá de la pura inmanencia que es UNA VIDA, y nada más. No es inmanencia en la vida,
sino que la inmanencia que no es en nada es ella misma una vida. Una vida es la inmanencia
de la inmanencia, la inmanencia absoluta: es potencia, beatitud completas. Es en la medida en
que sobrepasa las aporías del sujeto y del objeto que Fichte, en su última filosofía, presenta el
campo trascendental como una vida, que no depende de un Ser y no está sometida a un Acto:
conciencia inmediata absoluta cuya actividad misma no remite ya a un ser, pero no cesa de
plantearse en una vida3. El campo trascendental deviene entonces un verdadero plano de
inmanencia que reintroduce el spinozismo en lo más profundo de la operación filosófica. ¿No
es una aventura semejante la que le sobreviene a Maine de Biran, en su “última filosofía”
(aquella que él estaba demasiado fatigado para llevar a cabo), cuando descubría bajo la
trascendencia del esfuerzo una vida inmanente absoluta? El campo trascendental se define por
un plano de inmanencia, y el plano de inmanencia por una vida.
¿Qué es la inmanencia? Una vida… Nadie mejor que Dickens ha contado lo que es una
vida, al tener en cuenta el artículo indefinido como índice de lo trascendental. Un canalla, un
mal sujeto despreciado por todos es llevado a la muerte, y hete aquí que aquellos que lo
cuidan manifiestan una suerte de solicitud, de respeto, de amor por el menor signo de vida del
moribundo. Todo el mundo se preocupa por salvarlo, al punto en que en lo más profundo de
su coma el hombre villano siente él mismo que algo de dulzura lo penetra. Pero a medida que
él vuelve a la vida, sus salvadores se vuelven más fríos y él encuentra toda su grosería, su
maldad. Entre su vida y su muerte, hay un momento que no es sino el de una vida jugando
con la muerte4. La vida del individuo ha hecho lugar a una vida impersonal y sin embargo
singular, que deja ser un puro acontecimiento liberado de los accidentes de la vida interior y
exterior, es decir, de la subjetividad y de la objetividad de lo que llega. “Homo tantum” al cual
todo el mundo compadece y que alcanza una suerte de beatitud. Es una haecceidad que no es
ya de individuación sino de singularización: vida de pura inmanencia, neutra, más allá del
bien y del mal, porque solo el sujeto que la encarnaba en medio de las cosas la hacía buena o
mala. La vida de tal individualidad se borra a favor de la vida singular inmanente de /en (à) un
hombre que no tiene ya nombre aunque no se confunde con ningún otro. Esencia singular, una
vida…
No habría que contener una vida en el simple momento en que la vida individual afronta la
universal muerte. Una vida es en todos lados, en todos los momentos que atraviesa tal o cual
sujeto viviente y que miden tales objetos vividos: vida inmanente que conlleva los
acontecimientos o singularidades que no hacen sino actualizarse en los sujetos y los objetos.
Esta vida indefinida no tiene ella misma momentos, por próximos que estén unos de otros,
sino solamente entretiempos, entre-momentos. No sobreviene ni se sucede, sino que presenta
la inmensidad del tiempo vacío donde se ve el acontecimiento todavía por venir y ya llegado,
en lo absoluto de una conciencia inmediata. La obra novelesca de Lernet-Holenia pone al
acontecimiento en un entre-tiempo que puede engullir regimientos enteros. Las singularidades
o acontecimientos constitutivos de una vida coexisten con los accidentes de la vida
correspondiente, pero no se agrupan ni se dividen de la misma manera. Comunican entre ellos
de muy otra manera que los individuos. Parece incluso que una vida singular puede prescindir
de toda individualidad o de todo otro concomitante que la individualice. Por ejemplo, los
niños muy pequeños se parecen todos y no tienen casi individualidad; pero tienen
singularidades, una sonrisa, un gesto, un mohín, acontecimientos que no caracteres subjetivos.
Los niños muy pequeños son atravesados por una vida inmanente que es pura potencia, e
incluso beatitud a través de los sufrimientos y las debilidades. Los indefinidos de una vida
pierden toda indeterminación en la medida en que ocupan un plano de inmanencia o, lo que

3
Ya en la segunda introducción a la Doctrine de la sciencie: “la intuición de la actividad pura que no es nada
fijo, sino progreso, no un ser, sino una vida” (p. 274) (OEuvres choisies de philosophie première, Vrin). Acerca
de la vida según Fichte, cf. Initiation à la vie bienhereuse, Aubier (y el comentario de Gueroult, p. 9).
4
Dickens, L’Ami commun I, cap. 3, Pléiade.
viene a ser estrictamente lo mismo, constituyen los elementos de un campo trascendental (la
vida individual por el contrario permanece inseparable de las determinaciones empíricas). Lo
indefinido como tal no marca una indeterminación empírica sino una determinación de
inmanencia o una determinabilidad trascendental. El artículo indefinido no es la
indeterminación de la persona sin ser la determinación del singular. El Uno no es el
trascendente que puede contener incluso la inmanencia sino lo inmanente contenido en un
campo trascendental. Uno es siempre el índice de una multiplicidad: un acontecimiento, una
singularidad, una vida… Se puede invocar siempre un trascendente que cae fuera del plano de
inmanencia, o incluso que se lo atribuye, queda que toda trascendencia se constituye
únicamente en la corriente de conciencia inmanente propia de ese plano 5. La trascendencia es
siempre un producto de inmanencia.
Una vida no contiene más que virtuales, Está hecha de virtualidades, acontecimientos,
singularidades. Lo que se llama virtual no es algo a lo que le falta realidad, sino lo que se
inscribe en un proceso de actualización que sigue el plano que le da su realidad propia. El
acontecimiento inmanente se actualiza en un estado de cosas y en un estado vivido que hacen
que llegue. El plano de inmanencia mismo se actualiza en un Objeto y un Sujeto a los cuales
él se atribuye. Pero, por poco separables que sean de su actualización, el plano de inmanencia
es él mismo virtual, mientras que los acontecimientos que lo pueblan son virtualidades. Los
acontecimientos o singularidades dan al plan toda su virtualidad, como el plano de
inmanencia da a los acontecimientos virtuales una plena realidad. Al acontecimiento
considerado como no actualizado (indefinido) no le falta nada. Basta con ponerlo en relación
con sus concomitantes: un campo trascendental, un plano de inmanencia, una vida,
singularidades. Una herida se encarna o se actualiza en un estado de cosas y en un vivido
(vécu); pero ella en sí misma es un puro virtual en el plano de inmanencia que nos entraña en
una vida. Mi herida existía antes de mí…6. No una trascendencia de la herida como actualidad
superior sino su inmanencia como virtualidad siempre en el seno de un medio (campo o
plano). Hay una gran diferencia entre los virtuales que definen la inmanencia del campo
trascendental y las formas posibles que los actualizan y que los transforman en algo
trascendente.

5
Incluso Husserl lo reconoce: “El ser del mundo es necesariamente trascendente a la conciencia, incluso en la
evidencia originaria, y permanece allí necesariamente trascendente. Pero esto no cambia en nada el hecho de que
toda trascendencia se constituye únicamente en la vida de la conciencia, como inseparablemente ligada a esta
vida…” (Méditations cartésiennes, Ed. Vrin, p.52). Ese será el punto de partida del texto de Sartre.
6
Cf. Joe Bousquet, Les Capitales, Le Cercle du livre.

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