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PERSONAJES
EL HOMBRE
EL PADRE
LA MADRE
LA HIJA
LA PERIODISTA
LA ASESORA
1
Oscuridad. Se escucha el ruido de un bus que se detiene un instante. Luego parte y se aleja.
Después, se escucha el ruido de una fuerte colisión. La luz sobre el escenario se enciende. EL
HOMBRE mira hacia su derecha, en dirección hacia donde, supuestamente, ha sucedido el
accidente. Viste humilde pero dignamente. Sólo tiene un maletín. Saca su billetera y, de ella,
cinco boletos de bus. Los cuenta y luego los guarda. Mira hacia atrás, después hacia su
izquierda y luego sale. En escena una escuálida parada de ómnibus. No hay indicaciones
realistas ni nombres de lugares. Lo ideal sería crear un espacio despojado sin referencia
alguna. Un paraje desierto en el que los personajes esperarán un bus. Hay un banco y el
poste indicativo. Pareciera el fin del verano. Hace calor. Desde atrás entran en escena los
personajes de la familia: un padre, su esposa y la hija de ambos. Llegan cargados de valijas
y de objetos que traen de las vacaciones.
2
la madre: –¡Reestructurando un carajo! ¡Vos podrías haberte acomodado y quedar en planta
permanente si fueras menos soberbio! Bastaba con convencer al responsable. ¿No le
regalaste una camisa el año pasado para las fiestas?
el padre: –¡Es un hijo de puta! Cuando se la di, me miró como si se tratara de un chantaje.
la madre: –¿Y ese no era tu amigo? ¿No lo invitaste varias veces a cenar a casa?
el padre: –¡Sí! ¡Lo invité porque vos me insististe en que lo haga! “¡No sea cosa que entres
en el plan de reestructuración!”, me decías. “¡Invítalo a cenar así no te coloca en la lista de
prescindibles!” ¡Y mirá como se comportó!
la hija: –(Intentando llamar por su celular, molesta) ¡Y aquí no hay señal!
la madre: –¿A quién querés llamar? ¿A tu noviecito? Cada media hora se comunicaban
cuando estábamos en la playa. No te vas a morir si no hay señal por unos minutos.
el padre: –¡Dejala tranquila, querés! La hostigaste todo el tiempo.
la hija: –¡No sé por qué carajo acepté venir con ustedes de vacaciones! Menos mal que ya se
termina todo esto.
la madre: –Yo me imaginaba que después de tantos años volveríamos a reunirnos, a ser una
familia. Por eso insistí…
el padre: –… en gastar los pocos ahorros que teníamos.
la madre: –¡Sí! ¡En gastar ese poco dinero en nosotros, en nuestra felicidad!
la hija: –¡Miren qué felicidad!
el padre: –(Mirando hacia su izquierda, la dirección desde donde debería venir el bus) ¡Y este
bus que no llega!
la madre: –En la oficina de información turística me dijeron que debería pasar en unos
minutos.
el padre: –¡La cosa es que llegue a horario! Si no… perdemos el tren y la conexión.
la madre: –¿Ves por qué era mejor venir en auto? ¡Lo dejábamos en algún estacionamiento y
listo!
el padre: –¿En cuál estacionamiento?
la madre: –¡No sé! ¡Alguno debe haber!
el padre: –¿En este desierto? ¡A ver! ¡Decime dónde hay uno! ¿A ver?
la madre: –¿No querías vacacionar en un lugar aislado?
la hija: –(Tomando contacto en el celular) ¡Sh, sh! ¡Silencio! Hola amor, ¿me escuchás? (Se
mueve para encontrar mejor señal) ¿No? ¿Y ahora? ¿Mejor? (Se aleja unos pasos para
hablar tranquila).
la madre: –(A El Padre) ¡A ese vago lo tengo atravesado en la garganta!
el padre: –Es un buen chico. Ya encontrará el camino. ¡Dejalos en paz!
la hija: –(Hablando con dificultad) ¿Me escuchás? ¿Hola, hola? ¡Carajo, se cortó!
la madre: –No veo la hora de volver a casa.
el padre: –(Con ironía) Sí. Al Paraíso Podado.
la hija: –Seguro que él intentará llamar. Quizás… (Atenta al celular, se mueve buscando
señal).
la madre: –Estuvo más con el celular que con nosotros.
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el padre: –Y bueno… los chicos de ahora…
la madre: –No es una criatura. Tiene 25 años. Hacía años que no salíamos de vacaciones los
tres juntos. Nuestra familia…
el padre: –(Haciendo referencia a su hija) Ella tiene que hacer su camino, ¿no entendés eso?
la madre: –Sí, no soy estúpida. Por eso aceptamos que se vaya a vivir a la casa con el vago
ese. ¿Te has preguntado de dónde sacará el dinero para pagar el alquiler?
el padre: –Debe ser que sus padres lo ayudan.
la madre: –Son otros pelagatos como nosotros. ¡Qué lo van a ayudar! ¡Y el departamento no
es chico! Su buen dinero debe costar. Tengo mis sospechas…
la hija: –(Intentando llamar sin éxito) ¿Hola? ¿Hola? ¿Me escuchás?
el padre: –¡Siempre pensando mal! ¡Basta ya de malas ondas!
la madre: –Si yo no me preocupo por el porvenir de mi hija, vos…
el padre: –¡Yo hago lo que tengo que hacer!
la madre: –Escuché una conversación telefónica de ésta (por La Hija) que no me gustó nada.
Ya hablaremos en casa, cuando estemos solos.
la hija: –(Al teléfono, sin lograr comunicarse) ¿Hola… hola?
el padre: –¡Y este bus que no llega!
la madre: –¡Ya va a llegar! ¡En la oficina de turismo me dijeron…!
el padre: –¡Te dijeron tantas cosas y nunca acertaron! ¿Tenés a mano los boletos para el
bus?
la madre: –No. Vos los tenías. Los compramos en la estación, cuando llegamos. Yo te los di.
el padre: –¿A mí?
la hija: –(Logrando comunicarse con dificultad) ¿Hola, hola? ¿Cómo estás?
la madre: –Sí. A vos.
el padre: –¡No! ¡Vos los guardaste en la cartera! ¡Buscalos!
la madre: –(Al teléfono) ¡Estamos volviendo! (Buscando) No, no… yo recuerdo que te los
entregué porque sé que vos no confiás en mí.
el padre: –(Enojándose) ¡Algún motivo tengo! ¡Sin mí, no llegás ni a la esquina!
la madre: –(Enojada y sin poder encontrar los boletos del bus, tira todo el contenido del
bolso) ¡No están! ¿Ves que no están? ¡Vos los tenés!
la hija: –(Al teléfono, íntimamente) Sí… sí… esta noche llego y te ayudo a…
el padre: –(Buscando en sus bolsillos) ¡No los tengo! ¡No soy estúpido!
la madre: –(Por la hija) ¡Quizás ella los tiene! (Quiere ir hacia la hija).
el padre: –¡Dejala hablar tranquila!
la hija: –(Alejándose aún más) ¿Llegó bien “eso”?
la madre: –¿Y si no nos dejan subir al bus? ¿Cómo llegamos al tren? ¡Estamos a kilómetros
de la estación!
la hija: –(Enojada) ¡Cayó otra vez la comunicación! ¡Este lugar de mierda!
el padre: –(Aprovechando el momento, a la hija) ¿Vos tenés los pasajes?
la hija: –¿Qué pasajes?
la madre: –Los del bus.
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hija: –No. Papá los compró cuando apenas llegamos a la estación. Ida y vuelta.
la madre: –(Al padre) ¿Viste?
el padre: –¡Sí, yo los compré, ida y vuelta! ¡Pero te los entregué a vos!
la madre: –¿Y por qué me lo habrías entregado a mí, si soy una inútil?
el padre: –¡Sos una inútil, pero igual te los entregué porque yo tenía que cargar toda esta
porquería que no sé para qué carajo trajimos!
la hija: –¿Y entonces? ¿No tienen los boletos?
la madre: –En algún lugar deben estar. Ayudanos a buscar.
la hija: –¿Y si el bus no quiere llevarnos? ¡Perderemos la conexión!
el padre: –No te preocupes. Le pagamos al conductor del bus.
la hija: –¡No reciben dinero! Cuando llegamos vi que el chofer rechazó a una pareja el pago
en efectivo. Y no los dejó viajar. ¡Se necesitan los boletos! ¡Y yo no veo la hora de volver!
Los tres se lanzan a buscar entre sus pertenencias afanosamente. Desde atrás del escenario
aparecen dos mujeres, también cargadas con valijas y elementos de playa. Se acercan a la
parada.
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la asesora: –Bien, tenemos que llegar a horario para tomar el tren. Ustedes venían en la
nave, ¿no?
la hija: –Sí. Las vi. Bueno… no éramos muchos. Y también vi que estuvieron en la isla.
la periodista: –Esa isla es un lugar encantador. Escribiré un artículo apenas llegue, pero me
quejaré por la carencia de servicios.
la asesora: –Yo no escribiría nada. Si la gente descubre este lugar, en pocos años se llenará
de turistas.
el padre: –(A La Madre) ¿Buscaste bien en la cartera?
la madre: –(Recogiendo lo que tiró por tierra) ¡Sí, sí!
la periodista: –¿Algún problema?
la hija: –Perdimos los boletos del bus. No los encontramos.
la periodista: –Quizás yo tenga…
el padre: –Se los pago, obviamente.
la periodista: –Pero… ¡No! ¡No es nada! Si los encuentro… (Busca. A La Asesora) ¿Vos tenés
algunos boletos de más?
la asesora: –No. Vos los tenías. Los compraste en la isla cuando… el “Director” te dijo que…
la periodista: –Sí, sí, claro. (Buscando sin encontrar) ¿Dónde los puse? ¡No los encuentro!
Todos los personajes buscan afanosamente.
la asesora: –¿A qué hora pasa el bus?
la hija: –Ya debería estar llegando. En unos minutos.
la madre: –Así nos dijeron en la oficina de turismo.
la asesora: –Hoy es domingo, ¿no?
madre: –Sí. la asesora: –¿No será que hoy cambian horarios? ¿O que… hoy no hay servicio?
Todos los personajes se miran.
la madre: –No. Me aseguraron que…
la periodista: –¿Que también los domingos funciona el servicio?
la madre: –Bueno… me dijeron que pasaba…
el padre: –¿También el domingo?
la madre: –Yo entendí que sí.
EL PADRE hace un gesto de fastidio y sigue buscando.
la asesora: –(A El Padre) No se preocupe. Le damos unos pesos al chofer y asunto arreglado.
la hija: –Espero. Cuando vinimos, una pareja intentó pagar con efectivo y el chofer no lo
permitió.
la asesora: –Si es por cuestión de dinero, cualquiera acepta un “pequeño regalo”.
la periodista: –Lo dice una experta en finanzas. (Señalándola risueñamente) Maneja las
bolsas de medio mundo y conoce a los más grandes inversores. No creo que un chofer…
la hija: –(Interesada, a La Consejera) ¿Usted es financista?
la asesora: –Bueno… yo sólo aconsejo a mis clientes dónde es mejor invertir el dinero.
la periodista: –¡Y no falla nunca!
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la asesora: –Bueno… no es tan así. Vos… el periódico… la televisión… en fin… los clientes
me buscan.
la hija: –¿Usted es periodista?
la periodista: –Sí. Trabajo en un diario que se especializa en finanzas e inversiones.
el padre: –(Siempre buscando) ¿Dónde carajo estarán?
la madre: –¡Tienen que aparecer!
el padre: –¡Tienen que aparecer! (A La Madre) ¡No puedo confiar en vos!
la hija: –¡Basta, papá!
la madre: –¡Él los pierde y me echa la culpa a mí!
LA MADRE se abalanza sobre las valijas a buscar. Se contienen por la presencia de ambas
mujeres.
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la asesora: –¿A qué hora sale el tren?
la periodista: –No te preocupes. Si el bus viene en horario, llegamos más que tranquilas.
la hija: –Señor, disculpe… ¿usted sabe si hoy hay servicio de ómnibus hacia la estación? (El
Hombre alza los hombros como si no supiera o no entendiera. La Hija insiste) Digo… ¿sabe si
pasa un bus por aquí? (Señala hacia la dirección desde donde éste debería venir. El Hombre
repite el gesto).
la madre: –¡No entiende nada!
el padre: –Es extranjero. No debe comprender el idioma.
Las otras dos mujeres se aproximan a EL PADRE y a LA MADRE mientras LA HIJA vuelve al
grupo central. EL HOMBRE se aleja todavía unos pasos.
EL HOMBRE mira en dirección hacia donde debería llegar el bus. Luego mira su reloj.
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LA PERIODISTA y LA ASESORA se sientan en el banco. LA HIJA mira en la misma dirección que
EL HOMBRE. LA MADRE aleja unos pasos a EL PADRE.
la madre: –No me gusta ese tipo. ¿De dónde llegó?¿Y si nos asalta?
el padre: –¿Estás loca? ¿Aquí?
la madre: –¿Y dónde creés que se cometen los homicidios? ¿Debajo de la Comisaría Central?
(Observándolo) Nos mira de reojo.
la asesora: –(A la periodista, apartadas) Tenés que convencerlo. Nos sirve que se publique
un artículo destacado. Y una intensa campaña televisiva.
la periodista: –Sí. No te preocupes. (Con doble intención) Sé muy bien qué le gusta al “Dire.”
la asesora: –Creado el clima deseado, las acciones de esas empresas tenderán a la baja. Y ahí
mis clientes comprarán. Después suben, entonces las venden y ganamos todos.
la hija: –(A sus padres) Estoy preocupada. El bus ya debería estar a la vista.
el padre: –Ya llegará.
la madre: –(A La Hija) No te acerqués a ese tipo.
la hija: –¿Por qué?
la madre: –No me gusta. Tiene cara de… de delincuente.
la periodista: –(A La Asesora) Bueno… lo dijiste bien: “ganamos” todos. Espero que esta vez,
yo también…
la asesora: –¡Vos querés ganar por todas partes! ¿No te gusta “hablar” con tu director?
la periodista: –¡Claro que me gusta! Pero tengo un marido, ¿no? Es todo un problema…
la asesora: –¡Vamos! ¡En las oficinas… se hace de todo!
periodista: –(Ríe) ¡No es tan fácil! Además… vos sabés muy bien que no es con él con quien
yo realmente desearía… (Da por entendido que se interesa por otra persona).
la asesora: –¡Ya lo sé! Pero ese tipo que te gusta no “corta el queso”, querida. No tiene las
relaciones políticas de tu director, que no es tan desagradable, ¿no?
la periodista: –No, no… para nada.
la hija: –¿Te parece, mamá?
el padre: –¡No le hagas caso! Tu madre delira.
la madre: –¿Yo deliro? ¡Como siempre: desprestigiándome!
EL HOMBRE mira su reloj y saca su billetera. Después saca los boletos. Los cuenta y luego los
guarda.
la madre: –¿Qué va a sacar ahora? ¿Y ese maletín? ¿No será una bomba?
el padre: –¡Dejá de hablar tonteras!
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EL HOMBRE camina unos pasos hacia la dirección desde donde debería llegar el bus. El
maletín queda solo. LA MADRE, espantada, retrocede.
la madre: –¡El maletín!
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la periodista: –Para mí que es un tarado.
la asesora: –Tal vez.
la hija: –¿Qué hora es?
el padre: –El bus ya debería haber llegado.
la madre: –¿Y si ese delincuente está de acuerdo con los empleados de la oficina de turismo
para asaltarnos? Ellos podrían habernos dicho que hay ómnibus los domingos para que
viniéramos y estuviéramos solos con ese tipo así nos asalta tranquilo. ¡Todo está podrido en
esta sociedad!
el padre: –¡Antes tendrá que vérselas conmigo! (Se palpa un costado).
la madre: –Hiciste bien en traerla. Hay que estar preparado para cualquier emergencia.
la hija: –No podés usarla fuera de tu trabajo, papá.
el padre: –En caso de legítima defensa, sí.
la periodista: –(Que ha escuchado la conversación) ¿Usted está armado, señor?
el padre: –Sí. Trabajo en la sección de seguridad de una empresa. Puedo portar armas.
la asesora: –(A La Periodista) Bueno… entonces estemos tranquilas.
el padre: –(Tomando coraje) Veamos si a mí me contesta o no.
EL PADRE se asusta. Cree que va a sacar un arma y da un salto atrás, rápidamente. Extrae
una pistola y lo apunta antes de que EL HOMBRE haga ver lo que iba a sacar. El grupo de
mujeres gritan y se abrazan.
el padre: –¡Quieto! ¡Manos arriba, carajo! (El Hombre obedece) ¡Ah! ¡Esto entiende! ¡Deme
el arma! (El Hombre vuelve a alzar los hombros) ¡El arma he dicho!
Igual respuesta. EL PADRE, apuntándole, lo hace girar con violencia y lo coloca de espaldas.
Cuando intenta meter la mano en el bolsillo de EL HOMBRE para sacar la supuesta arma,
éste velozmente le hace una toma de arte marcial y lo arroja al piso quitándole el revólver.
Las mujeres gritan. EL PADRE, desde el piso…
el padre: –¡No, no me mate! ¡Tengo familia, una hija, voy a quedar sin trabajo…!
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EL HOMBRE guarda la pistola de EL PADRE en un bolsillo. EL PADRE se arrastra hacia el
grupo, con temor. EL HOMBRE saca la billetera y vuelve a revisar los pasajes. EL PADRE,
apenas puede se levanta y vuelve a unirse al grupo. EL HOMBRE alza los hombros y, como si
nada hubiera pasado, guarda la billetera y vuelve a mirar hacia su izquierda.
el padre: –¡Es peligroso!
la hija: –¿Estás bien, papá?
el padre: –Sí, sí… me sorprendió…
la madre: –(Enojada con el Padre) ¡Con razón te quieren correr del reparto de seguridad!
¡Sos un incompetente! ¡Ahora ese tipo está doblemente armado!
la asesora: –¡Tranquilos! ¡No nos movamos, a ver qué hace!
Suena un celular. Entre todos se miran y al unísono, cada uno saca su teléfono. Pero no es a
ellos a quien viene dirigida la llamada. EL HOMBRE saca su teléfono y atiende. No dice nada.
Solo escucha. Termina la llamada con un sonido onomatopéyico que significa “Ajá”, o “Está
bien”. Guarda el celular, levanta el maletín y se dirige al banco. La familia, asustada, corre
hacia un lado, las amigas hacia otro. EL HOMBRE, calmo, se sienta. Introduce una mano en
un bolsillo. Los demás corren despavoridos, alejándose. EL HOMBRE saca un pañuelo y se
seca la frente por el calor. Luego lo pliega y lo guarda. Los demás han quedado divididos en
dos grupos. Tratando de que el hombre no los vea, intentan comunicarse con gestos para
reunirse. Poco a poco van lográndolo. Cuando están todos juntos, amuchados, LA MADRE
dice…
la madre: –¿Vieron? Él tiene señal y nosotros, no. Está todo preparado. Seguramente habló
con sus cómplices.
la periodista: –¿Cómplices?
la madre: –Sí. Está todo preparado. El bus no llegará nunca. Está esperando a un furgón con
sus cómplices para raptarnos y pedir rescate.
la asesora: –(A La Periodista) ¿Raptarnos?
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la periodista: –(Insinuante) ¿Vos no hiciste…?
Con precaución ambas se apartan unos pasos para hablar en secreto. Son vigiladas por las
miradas de la familia. EL HOMBRE permanece impasible, sentado en el banco.
la periodista: –¿No hiciste negocios… ocultos… últimamente?
la asesora: –(Nerviosa) Bueno… a unos rusos … les hice invertir en…
la periodista: –¡La mafia rusa!
la asesora: –¡No sé, no sé! Es raro que… ¿Y vos?
la periodista: –¿Yo?
la asesora: –Sí, la campaña periodística que impulsaste por ese candidato…
la periodista: –Me lo pidieron el director y el editor. Puso dinero, había que apoyarlo… y
ganó.
la asesora: –¿No será que los otros…?
la periodista: –¡Dios mío!
el padre: –(Interviniendo) ¿Qué pasa? ¿Qué se están diciendo en secreto entre ustedes?
la asesora: –¡Son cosas nuestras!
la madre: –¡Ahora estamos todos en el mismo problema! ¡No son cosas sólo de ustedes!
la hija: –(A las dos mujeres) ¡Ustedes ocultan algo!
la periodista: –¡Cómo te permites!
la hija: –¡Sí! ¡Quieren raptarnos por culpa de ustedes!
la asesora: –¿No será por ustedes? (Por el Padre) ¡Este señor tenía un arma!
el padre: –¡Soy empleado de seguridad de una gran empresa y tengo permiso…!
la periodista: –¡Muéstreme el permiso!
la madre: –¿Por qué debería mostrárselo? ¿Quién es usted para que él se lo muestre?
la periodista: –¡Soy una periodista!
la madre: –¡Y yo soy una ama de casa! ¿Y qué?
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el padre: –¿Qué?
la madre: –Tu hija… tu hija… sospecho que trafica drogas con su novio.
el padre: –¿Quééé?
la madre: –Tal vez por eso todo esto… deudas por drogas… Una venganza.
EL HOMBRE guarda el pañuelo en el bolsillo de donde lo sacó. Después abre el maletín
provocando la reacción de ambos grupos.
Las otras tres mujeres se abrazan. EL PADRE intenta correr en sentido contrario al bus, pero
LA MADRE lo abraza y lo detiene.
EL PADRE trata de zafar, pero una acción de EL HOMBRE lo detiene: desiste de tomar la
pastilla y vuelve a guardar el neceser en el maletín. Cierra el maletín. LA MADRE se levanta y
agradece al cielo. Ambos grupos se relajan un poco. Apenas siente confianza, LA HIJA corre
hacia sus padres alejándose del sector en donde están LA PERIODISTA y LA ASESORA.
Del otro lado, el grupo familiar se reúne. EL PADRE toma por los brazos violentamente a LA
HIJA.
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Del otro lado…
la asesora: –Bueno… ¿quién podía prever todo esto? Además… ¡Todo lo pagó tu amante!
Le sobra el dinero.
la periodista: –¿Cuánto tenés?
Los demás observan. LA MADRE queda petrificada. EL HOMBRE se levanta y mira fijamente a
EL PADRE. Este acusa la mirada y trata de explicarse.
EL HOMBRE mira fijamente a ambos y luego vuelve a sentarse y mira hacia el bus. LA HIJA se
suelta ante el estupor de EL PADRE.
El Padre y La Madre luchan. El Hombre se levanta, lanza un grito y alza la pistola que tenía El
Padre pronta para disparar. Todos quedan petrificados. Cuando ve que ha logrado
inmovilizar a los litigantes, se sienta. Mantiene la pistola en la mano. La familia queda
dividida. Cada uno por su cuenta. Del otro lado…
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la periodista: –¿Te va a matar si le ofrecés dinero?
la asesora: –Si lo acepta y nos deja ir… después… nos ponemos de acuerdo para
recuperar…
la periodista: –Sí… sí…
la asesora: –(Hace el gesto del dinero moviendo el índice y el pulgar) Yo… a usted…
money… dinero… money… libertad… free… liberté… (Trata de explicarse. El Hombre se
alza de hombros) Money… ¿cuánto quiere por nuestra libertad?
EL HOMBRE abre el maletín y mira a LA ASESORA. Ésta cree comprender y saca, de entre sus
ropas, un portavalor. Lo abre y extrae un mazo de billetes. EL HOMBRE la mira, extrae el
neceser, saca la pastilla y la toma. Luego cierra el maletín. LA ASESORA no sabe qué hacer
con el dinero. EL HOMBRE la mira a los ojos. La mujer estira su mano con los billetes para
que EL HOMBRE los reciba. Este se alza de hombros y mira hacia la dirección desde donde
debería llegar el bus. LA ASESORA no sabe qué hacer. EL HOMBRE se levanta con el maletín
en la mano y se coloca mirando fijamente hacia la misma dirección. LA ASESORA vuelve
hacia LA PERIODISTA con el fajo de billetes en la mano.
la madre: –(Por las otras mujeres) ¡Debe ser que una de aquellas dos vale una fortuna!
¡Mucho más de lo que le ofrecieron! ¡Por eso no aceptó! ¡Y ahora el loco mira hacia allá para
ver si llega el furgón que nos secuestrará!
el padre: –(Tratando de congraciarse con La Madre) Alguien pasará antes y…
la madre: –¡No me toques!
el padre: –¡Son mentiras de esta chiquilina!
la hija: –¡No soy ninguna chiquilina! ¡Mi novio y yo te vimos! Sé todo, papá.
el padre: –Se… se habrán confundido… Yo no…
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la hija: –¡No nos confundimos! ¿Querés que continúe hablando?
la madre: –¡Te matoooo!
Quiere abalanzarse nuevamente sobre EL PADRE, pero EL HOMBRE deja caer el maletín con
fuerza al piso y mete la mano en el bolsillo donde tiene el arma. LA MADRE se sujeta y
apretando los dientes le dice…
Al ver que LA MADRE no avanza sobre EL PADRE, EL HOMBRE saca la mano del bolsillo donde
guarda la pistola. En el otro lado…
En el otro lado…
la hija: –(Tratando de explicarse con los padres) Nosotros no hacemos daño a nadie… sólo
recibimos paquetes y los dejamos donde nos dicen. Nada más.
el padre: –(Para sí) Una hija traficante…
la hija: –¿Qué esperaban que hiciéramos?
la madre: –Estudiaste. ¡Te pagamos los estudios!
la hija: –Sí. “Gracias”. ¿Para qué?
el padre: –¡Para que tengas un trabajo noble!
la hija: –¿Un trabajo? ¿Vos me darás un trabajo? ¿Vos le darás a mi novio un trabajo?
la madre: –¡Se vive con dignidad! ¡No con un delincuente, un potencial asesino, como es tu
novio!
la hija: –¿Dignidad? ¿Vos me hablás a mí de “dignidad”? ¿Querés que cuente toda la verdad?
LA MADRE enmudece.
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la hija: –Mejor me callo.
el padre: –¡No! ¡Ahora vas a hablar! (Se abalanza sobre La Hija con furia. El Hombre, rápido,
saca la pistola. Esto detiene a El Padre. La Periodista y la Asesora se apartan, pero prestan
atención. El Padre pregunta a La Madre, conteniéndose debido al control constante de El
Hombre) ¿Qué me ocultás? ¡Vamos! ¡Hablá! ¿Qué?
la asesora: –Estos se están matando entre ellos.
la periodista: –Si sobrevivimos, escribiré un libro…
la madre: –(Llorando) Yo no hice nada… nada… (A La Hija) ¡Vos querés destruir nuestra
familia!
la hija: –Ya está destruida. (Los señala con ironía) Mamá y… “Papá”. (Acentuando, con
ironía, la palabra “papá”).
el padre: –(Dándose cuenta de que hay algo extraño) ¿Por qué dijiste así: “Papá”?
la hija: –Preguntale a ella.
EL PADRE quiere saltar sobre LA MADRE. Ésta corre, instintivamente, hacia el lado de El
Hombre.
la madre: –¡¡Ayudaaaa!! (Al darse cuenta que buscaba apoyo en El Hombre) ¡¡Noooo!! (Lo
evita y corre hacia las otras dos mujeres que están del otro lado. La Asesora y La Periodista
no la protegen. La rechazan y se alejan de ella. La Madre queda sola sin saber hacia dónde ir.
Tiembla.)
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pistola. Todos se asustan. El dinero se esparce por todas partes, producto de la lucha. Nadie
se anima a levantarlo. EL HOMBRE mira hacia LA HIJA.
la hija: –(Con temor y dudas por lo que destapará) Papá… papá… yo… no… ¡No soy tu hija!
A LA MADRE se le aflojan las rodillas. Busca apoyarse en alguien. Las mujeres evitan
sostenerla. Sólo EL HOMBRE se acerca para evitar que caiga, pero ella se recompone de
inmediato y se aleja para evitar ser asistida por éste.
la madre: –¡Noooo!
el padre: –(Trastabillando, luego de haber elaborado, inmóvil, la confesión de la Hija)
¿Cómo?
la hija: –Mi verdadero padre me lo contó. Y mamá me lo confirmó.
el padre: –“¿Tu verdadero padre?” ¿Quééé? (Tratando de entender, sin aún reaccionar).
la hija: –Lo siento. Le juré a mamá que nunca te lo diría, pero… bueno… ustedes me
llevaron a esto.
el padre: –(Repitiendo en voz baja) “Tu verdadero padre… tu verdadero padre…” (Gira
hacia la Madre) ¡Te matooooo!
Quiere correr hacia ella, pero El Hombre, determinante, le apunta con la pistola a la frente. El
Padre se detiene en seco. Momento de tensión. El Padre cae de rodillas y se toma la cara con
las manos. Solloza. El Hombre se acerca y lo ayuda a levantarse siempre con el arma pronta.
El Padre se levanta y se sienta, apabullado, en el banco. La Madre llora. Las otras mujeres no
la socorren. La Asesora, con precaución, trata de levantar los billetes del piso.
la hija: –Papá… bueno… Sí: ¡Papá!… Yo te agradezco todo lo que hiciste por mí. Y por mis
hermanos.
la madre: –¿Hermanos? ¿Qué hermanos? ¡Sos la única que tuvi… tuve!
la hija: –(Antes que El Padre pueda reaccionar) ¡Los otros hijos de papá! ¡Los que tuvo con su
otra mujer!
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la madre: –¡Te matooooo!
la periodista: –Para mí que es una vendetta por drogas. ¡Y nosotras caímos sin tener nada
que ver!
la asesora: –No creo. Ese hombre tiene otros objetivos. Para mí tiene que ver con una
cuestión política. Es una venganza política.
la periodista: –¿Y por qué?
la asesora: –Por la campaña periodística que ustedes hicieron.
la periodista: –(Algo molesta) ¿Por qué decís esto?
la asesora: –Los que perdieron las elecciones perdieron también fortunas en futuras
inversiones. Y el grupo periodístico de ustedes jugó fuerte a favor de “los peces más gordos”.
Estoy segura de que los que no ganaron planificaron todo, nos siguieron y están preparando
lo mismo para tu director. ¡Por eso nos esperaron aquí!
la periodista: –¿Y si todo este calvario tiene que ver con tus negocios, con tus “habilidades”
financieras, donde se lava “dinero sucio”? Lo pensaste, ¿no?
la asesora: –(Molesta) ¡Yo no lavo dinero sucio!
la periodista: –(Alzando la voz) ¡A mí no me engañes! ¡Vos misma me lo contaste!
la asesora: –Eran inversiones que…
la periodista: –Que venían de la venta de armas…
la asesora: –¡Ahora yo soy la culpable! ¡Eso se hizo en el mayor secreto! ¡Y veo que cometí
un error en contártelo!
la periodista: –¡Como yo me equivoqué en invitarte a estas vacaciones con mis amigos!
la asesora: –¡Me invitaste porque les convenía! ¡Me invitaron, vos y “tu” director, porque
saben bien que soy yo la que consigue el dinero! ¡No debería haber aceptado venir!
la periodista: –¡Aceptaste porque no ibas a gastar un centavo! ¿Creés que no te conozco?
La discusión sube de tono. EL HOMBRE, ahora, mira hacia ellas. Éstas se percatan.
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EL HOMBRE, al ver que ambas mujeres no discuten más, mira su reloj.
el padre: –(Observándolo, mira también la hora en su reloj. Sorprendido, en voz baja) ¡Mi
reloj se detuvo! ¡Marca la misma hora que cuando llegamos!
la madre: –(Mira el suyo. También para sí) ¡El mío también!
la hija: –(Mirando el celular) ¡Es la misma hora!
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el padre: –(En voz baja) Unámonos. Tenemos que salvarnos. Uno, al menos, tiene que
escapar y pedir ayuda.
la asesora: –¿Y los otros?
el padre: –Se quedan aquí. Si todos corremos, nos disparará. En cambio, si logramos
distraerlo, uno de nosotros puede volver a la costa sin ser visto y, allí, pedir ayuda.
la hija: –Yo puedo hacerlo. Soy la más joven y la que puede correr más rápido.
la madre: –¿Y si el furgón con los asesinos llega antes?
el padre: –Se salvará… “tu” hija.
la periodista: –¿Y si el bus llega primero?
el padre: –Ese bus no llegará. Además… no sé… todo es tan raro aquí… parece que los
relojes no funcionan.
Los demás se miran. Es razonable que sea LA HIJA quien intente escapar y, con una mirada,
acuerdan.
LA PERIODISTA “toma aire”. LA HIJA se prepara para correr en el momento oportuno. Con
precaución LA PERIODISTA se acerca a EL HOMBRE.
la periodista: –¡Señor… señor…! ¿Puedo…? (Le indica un lugar en el banco para sentarse.
El Hombre se quita los auriculares y la mira). ¿Puedo… hacerle unas preguntas?
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EL HOMBRE se alza de hombros. Pero es amable y le hace una seña para que ella se siente.
Los demás observan en tensión.
EL HOMBRE le hace un gesto con la mano para que no siga hablando. LA PERIODISTA
inmediatamente, se calla. EL HOMBRE se levanta del banco aferrando el maletín y camina
unos pasos hacia su izquierda en dirección al bus “mirando” hacia allí. Sin embargo, de reojo,
observa lo que pasa atrás. Los del grupo aprovechan y con señas indican a LA HIJA que corra
hacia atrás. Ésta lo hace rápidamente y sale de escena. El grupo se cierra para evitar que EL
HOMBRE se percate de la ausencia de LA HIJA. EL HOMBRE vuelve al banco y se sienta.
la periodista: –Sabemos… que usted… está aquí para… secuestrarnos… que el bus que
esperábamos no llegará nunca. Pero… ¿por qué todo esto?, ¿por qué quiere secuestrarnos?
EL HOMBRE lanza una carcajada. Todos se miran asombrados. De pronto deja de reír. Mira a
LA PERIODISTA y le hace un gesto de compasión, de resignación, dirigido a todos.
la periodista: –“Es la muerte quien le da sentido a la vida. Una antorcha alumbra porque la
noche existe.”
la madre: –¿“La muerte”? Dice… ¿“la muerte” ?, ¿ahí?
periodista: –Sí… (Releyendo) “Es la muerte quien le da sentido a la vida. Una antorcha
alumbra porque la noche existe.”
la madre: –¿Una antorcha? ¡¡Nos van a quemar vivos!!
la asesora: –¡Dios mío! (Desesperada, a La Periodista, por lo bajo) ¡Dinero, ofrecele dinero!
LA PERIODISTA intenta, con temor, devolver el papel escrito a EL HOMBRE pero éste lo
rechaza y hace un gesto indicando que ese papel está dirigido a todos.
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la asesora: –(A La Periodista) ¡¡Dinero, dinero, es lo único que nos salvará!!
la periodista: –Señor… yo sé que usted recibirá una gran cantidad de dinero por
lo que está haciendo. (El Hombre sonríe) Pero… permítame hacerle un ofrecimiento: mi
amiga (Señala a La Asesora) puede conseguir una importante cantidad para usted. Basta que
nos pongamos de acuerdo en cómo hacérselo llegar y…
EL HOMBRE larga otra carcajada. Escribe y entrega la nueva hoja. LA PERIODISTA la recibe y
lee.
la asesora: –Señor… (Vuelve a mostrarle los billetes y se los ofrece) Esto es sólo un adelanto.
Le aseguro que puedo convertirlo en millonario.
EL HOMBRE se levanta, estira una mano y los recibe. Los mira, y luego los lanza al aire con
otra carcajada. Los billetes vuelan por el aire. Luego se sienta.
EL HOMBRE, sin mirarlos, señala hacia atrás, con un gesto categórico. Entra en escena LA
HIJA que, con precaución, regresa. Corre hacia el grupo y se integra a él. LA PERIODISTA y LA
ASESORA se unen al grupo. LA ASESORA trata de levantar algún billete en ese pequeño
trayecto. El grupo se cierra sobre LA HIJA. Ésta cuenta en voz baja.
EL HOMBRE, como si escuchara claramente, prepara la pistola. En tanto, saca del maletín
una manzana y la come, tranquilamente.
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EL PADRE la fulmina con una mirada.
la hija: –Papá… bueno… ex papá, digo… sos el único que puede salvarnos. Entre todas te
ayudaremos.
la asesora: –Además usted trabaja en una agencia de seguridad. Sabe cómo reducir a un
delincuente.
el padre: –Bueno… la verdad es que soy sereno en una empresa y nunca me tocó…
la asesora: –¡Pero ahora le toca! Estará entrenado, ¿no?
el padre: –Y no. Hace tiempo que no nos pagan cursos de actualización. Y los años pasan,
¿sabe?
la asesora: –Hagamos un plan. Alguna de nosotras lo distrae y usted (Al Padre) aprovecha y
lo ataca por detrás. Después todas nos lanzamos sobre él y, entre todos, lo reducimos y le
quitamos el arma.
la madre: –¿Y quién se aproximará a él para distraerlo?
la periodista: –Y… usted es a la única a quien ese tipo intentó ayudar.
la asesora: –Para mí que le tiene simpatía.
la madre: –¿Yo? ¡No quiero ser la primera en morir!
la periodista: –Primera o última es lo mismo. Diferencia de segundos.
la hija: –¡Mamá querida! (La abraza).
la madre: –(Llora y reza) ¡Dios mío! ¡Protégeme!
el padre: –¡Hacelo por la familia!
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la asesora: –(A la Madre) ¡Ahora! ¡Llore!
LA MADRE, como una pésima actriz “llora” y se aproxima a EL HOMBRE.
la madre: –¡Señor, señor… escúcheme! ¡Se lo ruego! (Se aproxima de rodillas. Los demás se
preparan para el momento oportuno. El Padre, más nervioso que todos, se agazapa listo
para atacar. El Hombre se levanta con la pistola en la mano y se acerca a La Madre quien
también se aproxima a él, arrodillada). ¡No nos haga matar, se lo ruego! ¡Tengo una hija…
un marido…! (Hace una pequeña pausa de duda que inmediatamente pasa privilegiando la
actuación del momento) ¡Una familia!
EL HOMBRE llega hasta ella y con una mano trata de alzarla. Con la otra alza la pistola para
tenerla a distancia. LA MADRE pide “ayuda” tratando de que EL HOMBRE ocupe ambas
manos. Éste, en un momento, baja el brazo armado para ayudarla a levantarse. EL PADRE
salta sobre él. E inmediatamente también lo hacen las demás mujeres. LA MADRE le muerde
la mano. EL HOMBRE, sin embargo, con un golpe hábil deja a EL PADRE fuera de combate. Se
suelta de LA MADRE y con facilidad empuja a las otras mujeres colocándolas a distancia y les
apunta. Todos gritan. LA MADRE, como una luz se levanta y corre a protegerse detrás del
poste.
EL HOMBRE sonríe tristemente. Hace el mismo gesto de resignación que hizo otras veces. EL
PADRE, golpeado, se arrastra hacia los demás. Se ha generado, nuevamente, una buena
distancia entre EL HOMBRE y el resto. EL HOMBRE camina hacia su izquierda con la pistola
en la mano. Mira la hora. Luego mira hacia el bus. A lo lejos se escucha el ruido de un motor.
EL HOMBRE mira al grupo. EL PADRE mira en la misma dirección.
el padre: –¡El bus, llega el bus!
la madre: –¡Llega! ¡Llega antes que los otros secuestradores!
la hija: –¡Estamos salvados!
Todos se abrazan. EL HOMBRE vuelve hacia ellos unos pasos. El grupo detiene el festejo.
EL HOMBRE, por primera vez, asiente dándole la razón. Después saca cinco pasajes de bus de
su billetera. Señala con cada pasaje a cada uno de los personajes. El ruido del bus se acerca.
Ahora deja los pasajes sobre el banco. Mira a todos. Muestra la pistola y también la deja
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sobre el banco. Luego se aleja hacia la izquierda. Todos lo miran azorados. El bus está más
cerca. EL PADRE es el primero en reaccionar y corre hacia el banco, los demás lo siguen. Cada
uno, salvajemente, recoge su pasaje. EL PADRE toma la pistola y apunta a EL HOMBRE
amenazándolo para que no se acerque.
EL HOMBRE sonríe. LA ASESORA, a cuatro pies, recoge el dinero caído. El bus está llegando.
EL HOMBRE permanece impasible. Se escucha que el bus frena. Vemos a los personajes que
se apuran por levantar las valijas para subir. La luz se va. En la oscuridad se sienten gritos,
maldiciones, agradecimientos, etc. Se escucha que el bus parte y, como al inicio de la obra,
después de unos segundos, el rumor de una terrible colisión. La luz vuelve sobre el escenario.
EL HOMBRE mira hacia su derecha en dirección hacia donde partió el bus. Hace un gesto de
resignación. Permanece algunos segundos pensando. Luego, parsimoniosamente, extrae de
su billetera tres boletos de bus. Los cuenta y vuelve a colocarlos en ella. Mira hacia atrás y
después hacia su izquierda, en dirección hacia donde había llegado el bus. Lentamente se
dirige hacia la misma salida que al comienzo de la obra. Desde atrás del escenario entran
tres mujeres con valijas y riendo.
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Cada una busca en su cartera.
mujer 2: –Pero… ¡lo puse aquí! ¡Qué raro!
mujer 1: –(También buscando) Y el mío, ¿dónde está?
mujer 3: –¿Y el mío?
Las tres buscan en sus carteras afanosamente. Desde un costado aparece EL HOMBRE. Las
tres mujeres, sorprendidas, lo miran. Llega hasta el frente de la parada. Mira hacia donde
debería llegar el bus. Saca la billetera y de ella, tres billetes. Los cuenta. La luz se va.
APAGÓN FINAL
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