Está en la página 1de 4

LA INTRIGA

Autora: Fátima Michelle Ortega Camacho

Era el verano del 73, habían llegado las vacaciones de escuela, mis amigos y yo decidimos
quedarnos hasta tarde y platicar un rato, éramos el grupito raro del salón pues todos los
demás estaban muy felices de haber salido, nosotros en cambio no lo estábamos, me
gustaba la escuela era mejor que estar en casa aburrido. Me despedí de mis amigos, claro
los iba a extrañar. A los pocos días de haber iniciado el descanso escolar, mi familia decidió
que saliéramos de viaje; arreglamos nuestras maletas y emocionados subimos al auto de
papá, ya estando en marcha mamá decidió poner la radio, comenzamos a cantar alegres,
iríamos de vacaciones a un pueblo mágico que le habían recomendado a mí padre.
Llevábamos unas horas de viaje cuando papá se puso a contar sus anécdotas aburridas y mi
hermanita sus chistes raros. No sé en qué momento me quedé dormido cuando de pronto
escuche un ruido que me estremeció de una manera inesperada, Observe por la ventanilla
había mucha gente alrededor, no entendíamos, mi madre solo dijo: -¡Dios mío!-, en aquel
momento llegaron ambulancias a la escena, le pregunté a mamá, -¿Qué pasa?- pero no me
contestó… mi hermana exclama: -¡Eso fue un accidente hay personas ahí!- Mi padre da una
orden: -¡vamos cierren las ventanas!- Y siguió adelante nervioso: -ya falta casi una hora
para llegar al pueblito, solo tengan paciencia-. Habían pasado diez minutos, de pronto el
auto empezó a detenerse, parecía que algo estaba fallando, Mi padre bajó desconcertado, no
se veía ningún auto por esa carretera al parecer estábamos solos, en ese momento un
hombre joven, se nos acerca, tenía una mirada profunda, con voz grave dijo: –veo que su
auto se descompuso y por aquí no hay ningún taller pero… no se preocupen, hay una aldea
cerca de aquí en donde pueden pasar la noche. Mi papá aceptó así que lo seguimos,
llegamos a la cabaña que era alumbrada por un farol con una luz tenue; abrió la puerta, mi
hermana Emily entró y exclamó: -¡Mira mamá, parece que nadie vive aquí!- Mi madre le
hace una seña, que guarde silencio. Pero era verdad se veía muy descuidada, sola y un poco
fría.

Aquel hombre joven se acercó extendió la mano y se presentó – mi nombre es Francisco,


pónganse cómodos, como verán la casa está un poco descuidada- Nos mostró el lugar,
después entregó las llaves a papá, mamá le agradeció la atención, por último comentó:
-Cualquier cosa estamos cerca, nosotros estamos en aquellas casas que se miran desde aquí,
¡Buenas noches!-. Emily hablo en voz baja: -¿Papá que raro es pero… algo le pasa no
crees?- Mi madre contesta: -¡Señorita ni una pregunta más a descansar!- Papá le hace
segunda. -mamá tiene razón a dormir-. Llegada la madrugada, mi hermana Emily entró
llorando a mi habitación diciendo: – ¡Mi mamá… mamá no está!–, conteste casi
dormido _¿Qué dices…? me levante rápido observé el reloj, eran las dos de la madrugada,
corrí a la recamara que habitaba mamá con Emily, no estaba reaccione, fui a ver a mi papá
lo moví y dije: –Ella, no está… desapareció– ¿Quién, de que hablas? Respondí
nuevamente: _¡Mamá no está!- Asustado nos dijo – ¡Quédense aquí, iré a buscarla!–, tomó
una linterna, ordenándome –Pase lo que pase no dejes sola a tu hermana ¡Por ningún
motivo!– Vi como desapareció entre la oscuridad, abrace a Emily quien preguntaba -¿Va a
encontrar a mamá verdad?- conteste: -¡Claro que sí!- Los minutos pasaban lentamente,
mire el reloj, eran las 3:20 de la mañana , estaba muy angustiado igual que ella temía lo
peor trataba de calmar a mi hermana cuando de repente se empezaron a escuchar ruidos,
me asomé por la ventana y había una pequeña multitud de personas mirándonos fijamente,
el terror nos invadió, no sabíamos qué hacer ni a donde ir, corrimos las cortinas. Mire
alrededor, descubrí un radio pero al intentar prenderlo me di cuenta que estaba
descompuesto, en ese momento las luces se hacen tenues como si amenazaran con
apagarse, así que tomé a mi hermana y salimos huyendo por la puerta de atrás
dirigiéndonos a la casa del hombre que nos ayudó en un principio, íbamos lo más rápido
que podíamos, fue hasta que llegamos que comenzamos a gritar al unísono –¡por favor abra
la puerta!–, en eso Emily susurró mi nombre -Jason, Jason– me di la vuelta y vi a al
hombre llamado Francisco junto con las otras personas, platicaban. Asustado les grité –
¿Qué es lo que quieren?–, nos miraron de manera extraña, sonrieron, empezaron avanzar y
dijeron: –Sólo queremos jugar, estamos muy solos– sujeté del brazo a mi hermana,
corrimos hacia la carretera, sentíamos que no íbamos a llegar, iban detrás de nosotros; el
camino que pasábamos estaba lleno de espinas, era horrible, ya no podíamos avanzar más
aprisa era imposible, yo no dejaba de pensar en mi hermana: “tengo que cuidarla, ella es lo
más importante en mi vida”.

Por fin, llegamos a la carretera estaba muy oscuro, Emily lloraba llamaba a papá y a mamá.
Fue ahí cuando a lo lejos vi unas luces eran los faroles de un auto, nos pusimos en medio de
la carretera se detuvo le suplicamos que nos permitiera subirnos; nos observó: - ¿Qué les
paso miren cómo están? ¿Dónde están sus padres? Emily - No sabemos desaparecieron -.
Él aceptó y nos llevó al hospital más cercano, nunca me había sentido tan bien sobre todo
protegido en un lugar que nunca me había agradado. Después de unas horas llego la
trabajadora social y le explicamos todos los sucesos que habíamos pasado, le describí a las
personas que había visto afuera de la cabaña, ella quedó perpleja ante tales
acontecimientos, hablaron con la policía, llegó el comisario con unos documentos en mano,
me mostró una fotografía y preguntó –¿Son ellos?–, a lo que yo respondí, -Si, esas personas
nos perseguían– ¿están seguros…? algo desconcertado, me dijo: –mira Jason estas personas
murieron en un accidente automovilístico hace algunas horas, eran un grupo de jóvenes
pero aún no se sabe el motivo de lo que produjo el choque, no es posible que las hayas
visto-.

En ese momento recordé que estuvimos presentes cuando pasó, fue la escena que mi padre
decidió ignorar, estaba muy sorprendido no podía creer lo que estaba pasando, la mujer de
servicio social contactó a la hermana de mi madre.

Al día siguiente se presentó mi tía Andrea, se notaba preocupada, pues no podía asimilar lo
que había pasado. Se hizo cargo de nosotros; camino a su casa no hizo preguntas,
simplemente estaba muy callada y la entiendo pues habían desaparecido dos personas muy
importantes en nuestra vida, mi mamá era su consejera personal y mi papá siempre la hacía
reír con sus disparates, bueno en realidad así eran con todos, es por eso que me cuestionaba:
“¿Por qué? ¿Por qué nosotros?”, solo esperaba el día en que pudiera volver a abrazarlos,
llega ese momento en el que el tiempo pareciera ir más lento, en donde los días se
convierten en semanas y las semanas meses; mi tía continuaba visitando a la policía y pedía
que siguieran buscando, tenía la esperanza de que los lograran localizar. Pero un día el jefe
de policía la mando a llamar y le informó: -¡Señorita lo lamento pero ya hemos hecho todo
para hallar a sus familiares, no hay pistas, tampoco ninguno culpable, le recomiendo que
vaya a casa y disfrute de estar con sus sobrinos- Así que decidieron cerrar el caso.

Han pasado 2 años y mis padres nunca aparecieron, buscaron día y noche, no había rastro
de ellos, era como si se los hubiera tragado la tierra, Mi hermana y yo nos sentíamos a
gusto con nuestra tía, ella nos ayudó a intentar olvidar el trauma que habíamos vivido,
decidimos empezar una nueva vida con nuevos recuerdos, lo estábamos logrando, mi
hermana empezó a ir a clases de piano, mi tía dice que la mandó para que de esa manera se
concentrara en aprender y pudiera despejarse de todo, en cambio, yo empecé a dedicarme
más a mis estudios, hice más amigos, ya todo parecía estar normal.

Hasta que un día, un poco antes de irme a la escuela, bajando las escaleras escuché que
alguien llamaba a la puerta, y como era el único en casa tenía que ir yo a abrirla, me dirigí
hacia ella y cuando la abrí, atónito dije – ¿Mamá, papá?–.

También podría gustarte