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Yo no voy a dejar que rompan mi Patria

Enrique Miguel Sánchez Motos


Administrador Civil del Estado
06 de marzo de 2024

Nací en este país que se llama España y tuve como patria chica
primero a Murcia, luego a Valencia y ahora a Madrid. También me siento
unido a Francia, donde hice mi post-graduación, a Inglaterra que me
introdujo en una nueva y estimulante visión del mundo. Y mucho a Brasil
pues mi esposa es de allí y mis hijos son hispanobrasileños. También a
Rumanía donde trabajé otros dos años. ¿De dónde soy entonces? Mi Patria
es España, pero me siento Ciudadano del Mundo y mi Gran Patria es la
Humanidad. Todos esos enfoques son perfectamente compatibles porque
las raíces inmediatas de todas las personas se hallan en la familia en que
nacimos, o en la que fuimos adoptados, y en la tierra donde ha trascurrido o
transcurre nuestra vida. Ser ultranacionalista, con todo respeto a quien así
se considere, reduce los horizontes del ser humano y limita el potencial de
nuestra esencia.
Ahora bien, dicho esto, reitero que no voy a dejar que rompan mi
Patria. La Constitución que aprobamos en 1978 dice muy claro que se
fundamenta “en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común
e indivisible de todos los españoles” Yo no voy a renunciar a ello.
La triste realidad es que al amparo de esa Constitución la política
española ha tomado, desde hace mucho tiempo, unos derroteros que
toleraron, y toleran, que se ultraje a la bandera común de todos, mientras
que se exalta y multiplica la presencia de banderas de regiones y
nacionalidades. Recuerda así a la fugaz República de 1873 y al disparatado
cantonalismo que la precedió y la acompañó, aunque en esta etapa se ha
dado felizmente sin sangre, salvo en el caso del País Vasco donde “unos
han movido el árbol y otros recogen las nueces” en las desdichadas
palabras de Arzallus.
A título de ejemplo, la desaparición en las fiestas de muchos pueblos
de Andalucía de la banderita roja y gualda, sustituida por la blanca y verde
autonómica, aunque parece que ahora está volviéndose a incorporar la
tradicional banderita española.
Otro, las recientes declaraciones de Imano Pradales, candidato del
PNV a lendakari, manifestándose a favor de la independencia del País
Vasco a la vez que recuerda sus ocho apellidos castellanos, sí ha leído bien,
ocho apellidos castellanos no vascos, son una demostración explícita de
hasta donde se ha llegado al tolerar políticas antiespañolas.
El buenismo, la poca visión de Estado y la falta de un claro espíritu
de reconciliación entre izquierda y derecha han sido las causas principales
de que estemos en la grave situación de riesgo de ruptura actual. La pérdida
del sentido nacional se ha visto impulsada por la tolerancia de los ultrajes a
los signos nacionales y el incumplimiento de la ley de Banderas, las
embajadas independentistas que se extienden por el mundo, una enseñanza
que margina la lengua común española, unos contenidos históricos que
crean 17 historias locales y que hablan muy poco de la Historia de España,
unas transferencias excesivas de competencias del Estado en detrimento de
un enfoque nacional de las FCSE, de la unidad de mercado y de la
imprescindible solidaridad que debe existir entre los pueblos y los
territorios de España, etc.
La Constitución reconoce a Imanol Pradales el derecho de libertad de
expresión y opinión y por tanto de propugnar la independencia del País
Vasco, pero también nos reconoce a los demás el derecho a exigir que se
mantenga la unidad de España, que aparece en el artículo 2 de la
Constitución.
Por ello hay que exigir que se utilicen todos los instrumentos
constitucionales como son el 155, que puso en marcha Rajoy pero que no
tuvo la firmeza necesaria para aplicarlo, o el 150.3 que establece que “El
Estado podrá dictar leyes que establezcan los principios necesarios para
armonizar las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas,
aun en el caso de materias atribuidas a la competencia de éstas, cuando
así lo exija el interés general”
Si queremos que no se rompa España debemos exigir a los partidos
políticos, a los que vayamos a votar, que sean claros y rotundos respecto a
las medidas que están dispuestos a utilizar en defensa de la unidad
nacional. A estas alturas ya no valen medias tintas ni buenismos. Hay que
enfrentarse con firmeza a Pradales y a Puigdemont. Digamos con
rotundidad YO NO VOY A DEJAR QUE ROMPAN MI PATRIA. ¡Viva
España!

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