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Instituto Guillermo Putzeys Alvarez

Carrera: Bachillerato por madurez

Curso: Lenguaje y Literatura

Profesora: Fabiola Alvarez

Literatura del Neoclasicismo

Nombre: Seiry Misaela Salazar Polanco

Grado

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Índice

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Objetivos generales y específicos

 General

Porque el propósito del neoclasicismo era la educación y la moralización de la sociedad con miras a la

construcción del proyecto moderno. Los artistas y escritores creían que a través de sus obras ayudaban a

difundir los valores necesarios para construir una sociedad racional, moral, culta y progresista.

 Específico

Los neoclásicos querían anteponer la razón y el conocimiento humano a la hora de realizar sus obras

artísticas. A diferencia del Barroco, el Neoclasicismo apostaba por un arte consciente, objetivo y realista

que invitara a reflexionar sobre la sociedad del momento y su progreso.

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Introducción

El Neoclasicismo aparece hacía el fin del siglo XVIII y perdura hasta los años 1830. Aun que se desarrolle sobre

todo en el norte de Europa, no tarda en llegar a América.

Expresa una reacción de la burguesía contra el rococó, -la reacción de la virtud contra la decadencia- y pretende

simplificar.

Adopta y promueve algunas de las ideas básicas de la revolución francesa: glorifica las grandes virtudes de la

antigüedad, acepta el paganismo y agrega la ciencia a la emoción.

El imperio de Napoleón Bonaparte pone énfasis en los valores de la civilización romana.

El neoclasicismo no adopta solamente los ideales antiguos. Debido al desarrollo de la arqueología, intenta

también reproducir las formas griegas y romanas con una precisión que los artistas del renacimiento no habían

buscado.

El resultado consiste en obras de arquitectura, escultura, literatura y pintura de una perfección tal que a veces

parecen frías.

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Justificación

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Literatura del Neoclasicismo

El Neoclasicismo se desarrolla desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, coincidiendo en

líneas generales con la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico.

El barroco y el rococó son fuertemente criticados y reemplazados por un estilo basado en el redescubrimiento de

la antigüedad clásica. Su lenguaje formal se opone a la funcionalidad y al excesivo decorativismo del Barroco

(rechaza su grandilocuencia y su apego a la Iglesia) y del Rococó (rechaza su intimismo, su falta de severidad y su

carácter cortesano-burgués). El neoclasicismo se presenta como un arte nuevo, sereno y equilibrado ante el

agotamiento de las formas del Rococó, con su lenguaje vacío y reiterativo. Sus postulados son pureza, exactitud,

luminosidad, exactitud, equilibrio y fidelidad a las artes del pasado, es decir, al Clasicismo.

El modelo del Neoclasicismo será Grecia. En su arte clásico, que admiran e imitan, creen ver que se imponen las

líneas rectas a las curvas y cierta independencia respecto al poder y la religión. También incidieron en el

desarrollo de este movimiento los descubrimientos arqueológicos de Pompeya y Herculano, Winckelmann y

Lessing formulan entonces nuevas teóricas estéticas basadas en la Antigüedad.

El Neoclasicismo es el primer arte no cristiano: sustituye a Dios por el culto a la razón, suponiendo la vertiente

artística de la secularización de la cultura promovida por la Ilustración. La nueva estética neoclásica adquiere su

máxima expresión en Francia, principalmente por ser asumida por la burguesía en su lucha por tomar el poder, y

después en Roma, a donde llegarán jóvenes artistas, expertos y coleccionistas para formar su gusto. Se crean

academias que abogan por la uniformidad estilística, lograda a través del aprendizaje del buen dibujo, la copia de

modelos clásicos y el dibujo al natural. La conexión entre los autores del mundo clásico y los de la “nueva

antigüedad” se llevará a cabo a través del rigor del trazo y la línea y de la veracidad de la representación. El

Neoclasicismo quiere para el artista una formación de rigor intelectual y de fidelidad a las artes del pasado.

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Literatura neoclásica

La literatura neoclásica o Neoclasicismo fue una corriente literaria del siglo XVIII que tomó los modelos

literarios grecolatinos como

Eso nos hace pensar en el Renacimiento, etapa en la que la cultura grecorromana también cobró protagonismo.

Ciertamente, hay una similitud entre ambas corrientes. No obstante, existe una diferencia sencilla pero

importante:

 Para los renacentistas, la literatura antigua y sus elementos eran un mundo llamativo del que podían tomar

inspiración en mayor o menor medida, sin perder su estilo personal.

 Para los neoclásicos, la literatura grecolatina era el punto de partida obligatorio. Debían seguir las reglas

de composición de los griegos y los romanos, o, de lo contrario, no estaban haciendo arte realmente.

¿Por qué se llama Neoclasicismo?

Llama “Neoclasicismo” porque es el nuevo estilo clásico

Para entenderlo mejor debemos dividir el término “Neoclasicismo”. El prefijo “neo” significa ‘nuevo’. Por su

parte, la palabra “clasicismo” se refiere a la corriente artística clásica, es decir, la grecorromana.

Considerando el sentido de las dos partes por separado, el resultado sería ‘nuevo clasicismo’. Este significado es

perfecto, porque la literatura neoclásica es precisamente la restauración de la literatura de la Antigüedad.

Historia de la literatura neoclásica

Como ya señalamos en la definición, la literatura neoclásica se desarrolló a lo largo del siglo XVIII. A este se le

suele llamar “Siglo de las Luces” o “Ilustración”, debido a la corriente de pensamiento de ese entonces, que

resaltaba la razón y rechazaba la mentalidad religiosa.

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Ya para entonces el Renacimiento llevaba tiempo establecido como el movimiento artístico predominante en toda

Europa. Por lo tanto, el uso de elementos de las culturas griega y romana en el arte era ya algo común.

Ese gusto se vio reforzado por dos hechos, ambos relacionados con los descubrimientos de unas ruinas. El

primero ocurrió en Herculano, en 1738; el otro, en Pompeya y en el año 1748.

Ambas ciudades se vieron sepultadas a causa de la erupción del Vesubio en el 79 d. C. Por suerte, el

descubrimiento de las dos permitió rescatar poco a poco una serie de manifestaciones artísticas que se

conservaron en buen estado durante todo ese tiempo.

El hallazgo impulsó aún más el interés de los artistas por reconstruir el mundo grecorromano en su propia época.

A esto se le sumó la ideología ilustrada de la época, la cual consideraba que la cultura clásica era fina y elegante.

Todo eso fue llevando la imitación de lo grecolatino hasta el extremo, con lo cual se convirtió en la fuente de la

que todos los escritores y artistas partían para elaborar sus obras.

Características del Neoclasicismo

La literatura neoclásica presenta una serie de características que se desprenden de los textos grecolatinos, por un

lado, y del pensamiento filosófico que estaba en auge dentro de Europa, por el otro.

Predominio de la razón

La razón tuvo un papel predominante en la literatura neoclásica. Esto se desprende directamente de la Ilustración,

que intentaba darle el rol que se merecía tras muchos siglos de creencias y supersticiones.

En consecuencia, la creatividad de los artistas debía verse sujeta a lo que su razón le indicara. A la vez, era

necesario que desecharan cualquier idea asociada a la divinidad y a la religión, puesto que ambas eran un

obstáculo para el desarrollo del intelecto humano y, por extensión, de las capacidades artísticas de una persona.

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Curiosamente, la defensa de la razón acabó convirtiéndose casi en una especie de culto para los autores. No es

para menos, ya que los ilustrados (los exponentes de la Ilustración) la consideraban una diosa —más de forma

metafórica que literal.

El arte con fines didácticos

La literatura neoclásica, tal como la clásica, tenía un propósito didáctico. Recordemos que en la Antigüedad los

autores buscaban realzar los valores de su sociedad y fijar la cultura en los lectores o espectadores.

Esa finalidad no llegaba al límite de ser un adoctrinamiento en ningún punto. Era tan solo un medio que tenían los

escritores para mantener lo más culta posible a la población los neoclásicos retomaron también ese concepto. Por

consiguiente, sus textos dejaban de lado la simple idea de entretener, para intentar transmitir una enseñanza a

quien los leyera. De este factor dependería el valor de la obra en sí misma la enseñanza en cuestión podía ser de

tipo moral, histórico, etc. Muchas veces se relacionaba con la ética correcta que debía tener todo buen ciudadano.

Exigencia de disciplina

Este rasgo va unido al predominio de la razón. A través de esta, los autores debían ser capaces de tener una

disciplina intachable al momento de escribir.

No estamos hablando de horarios ni de nada parecido. Más bien, se trataba de que cada escritor controlara su

imaginación y sus sentimientos, a fin de que ninguno de los dos le impidiese componer una obra clara, serena y

racional.

En ese sentido, la inspiración no era tan libre como en otras corrientes literarias. Cualquier idea fugaz que se le

ocurriera al autor tenía que ser procesada por los lineamientos de la razón, para saber si era digna de ser llevada al

papel.

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Separación de los géneros literarios

Los géneros literarios en la literatura neoclásica estaban plenamente divididos. Es decir, cada uno tenía sus reglas

y estilo propios y no debía cruzarse con ninguno de los otros.

Ese lineamiento garantizaba la pureza de los géneros, la misma que había tenido durante la Antigüedad. El teatro

estaba destinado a la escenificación; la narrativa, a contar historias y tramas; y la poesía, a exaltar los sentimientos

del autor.

Cualquier intento de ir en contra de esa normativa era rechazado. No se permitían las experimentaciones de

ninguna clase, ya que atentaban contra el gusto fino y clásico

Lenguaje culto y cuidado

Para los neoclásicos, el lenguaje debía reflejar la máxima plenitud de sus capacidades expresivas. Eso implicaba

respetar tanto las normas que reglamentaban su construcción como el léxico formal.

Con lo de “léxico formal” nos referimos a las expresiones y palabras que no pertenecían al dialecto popular. Un

término vulgar o una expresión de ese tipo no podía tener lugar dentro de la literatura, dado que afectaba la

belleza y el esplendor de la obra artística.

Como consecuencia de eso, los personajes en los textos neoclásicos nunca se expresan de manera coloquial.

Incluso si pertenecían a la clase baja, el escritor tenía que añadirle un vocabulario apto.

Regulación académica

Durante esta etapa ocurrió igualmente que se desarrolló una regulación académica sobre la producción literaria.

En resumidas cuentas, fueron apareciendo escuelas que dictaban dos cosas:

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La construcción correcta de cada género, desde la estructura que debía seguir hasta los elementos que tenían

que aparecer para considerarse como tal. Lógicamente, para esto se basaban en los modelos grecolatinos.

Lo que era correcto y lo que no. O sea, emitían juicios acerca de qué textos podían ser considerados de buen

gusto y adecuados para la lectura. (Esto es un antecesor directo de lo que ahora llamamos “reseña literaria”).

Todos los autores procuraban apegarse a lo que establecieron esas academias, porque, si no lo hacían, se

arriesgaban a ser desaprobados, lo cual dificultaba su posibilidad de triunfar en la literatura.

Temas de la literatura neoclásica

La literatura neoclásica no tuvo tanta variedad de temas como algunas corrientes anteriores. En líneas generales,

hubo solamente tres:

Historia y mitología clásicas

Considerando que la literatura neoclásica está unida al mundo grecorromano, es evidente que tanto su historia

como su mitología son una de las temáticas más recurrentes entre los autores.

La novedad aquí radica en que se tomó en cuenta la historia.

La mitología ya había sido retomada por los renacentistas, pero los eventos históricos de Roma y la Antigua

Grecia no habían recibido tanta atención como para ser el centro de una obra. Por el contrario, preferían retratar la

historia contemporánea de su país o de Europa. Ahora bien, la fidelidad histórica podía no ser absoluta. Después

de todo, lo importante era que el escritor respeta la formalidad exigida por la corriente.

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El conocimiento racional

El conocimiento racional es aquel que se adquiere mediante la razón y la investigación y no mediante doctrinas

religiosas. Como cabe esperar, se fue volviendo un tema para los neoclásicos debido a la influencia de la

Ilustración.

El enfoque podía variar según el autor, aunque lo más común era hacer una crítica de las ideas asumidas por la

tradición cristiana. Para ello se dejaba en claro, casi siempre de un modo ridículo, que no eran válidas;

posteriormente eran contrastadas con principios científicos y racionales. Así, la idea quedaba opacada frente a lo

que indicaba la razón.

Desde luego, una temática tan atrevida generó un rechazo por parte de la Iglesia. Sin embargo, había libertad

suficiente como para que los autores pudiesen desarrollarla sin temor a ser encarcelados o censurados.

El republicanismo

Aunque fue un tema menor, el republicanismo (lo referente a las repúblicas) está presente en algunas obras de esta

corriente como asunto central o como una idea que el autor busca explorar. La incorporación de esta temática se

debe, por supuesto, al contexto de la época.

Durante las últimas décadas del siglo XVIII, empezó una búsqueda de cambio del poder en la sociedad. Hasta

entonces el control había estado en manos de la monarquía, pero una serie de eventos fueron restándole prestigio

y validez.

En consecuencia, se desarrollaron varias manifestaciones y levantamientos en contra de los reyes que fueron

dando paso a la creación de países republicanos. El ejemplo más famoso y representativo de esto es la Revolución

francesa. Toda esa agitación era para algunos autores un material de composición perfecto. En cuanto al

enfoque, este era negativo o positivo de acuerdo con la postura del escritor respecto a las Revoluciones.

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Autores y obras del Neoclasicismo

En este punto queremos centrarnos en los autores y en sus obras más representativas. Es necesario señalar que el

listado es bastante amplio, aunque hemos seleccionado a los que tuvieron mayor éxito.

Asimismo, hemos incluido algunos que no vivieron en el siglo XVIII, sino en el 17. Pero, dado que cumplieron

con todos los lineamientos del Neoclasicismo, podemos considerarlos como precursores de la corriente y autores

neoclásicos en toda regla.

Jean Racine

Fue uno de los dramaturgos más importantes de Francia, y ya lo era en su tiempo. Vivió entre 1639 y 1699, así

que no llegó a ver la Ilustración. Aun así, cumple todos los estándares del Neoclasicismo.

A pesar de que quedó huérfano a temprana edad, Racine fue acogido por sus abuelos, quienes le garantizaron una

buena educación. En un principio esperaban que se dedicara al mundo eclesiástico. Lo hizo, aunque solo por un

tiempo, pues su vocación literaria lo impulsó a dedicarse a la escritura.

La manera de crear obras que tenía este escritor es muy curiosa. Primero escribía el texto en prosa; luego se

dedicaba a armarlo en versos con una rima y una musicalidad perfectas. El resultado final reflejaba siempre un

lenguaje claro y sin adornos innecesarios, pero muy sugerente.

La producción literaria de Jean Racine está compuesta en su mayoría por tragedias.

Muchas de ellas desarrollan tramas relacionadas con la historia romana o con la mitología griega. En ambos

casos, el autor lograba crear personajes con una psicología muy realista, manteniendo a la vez los lineamientos

que establecieron los tragediógrafos clásicos.

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El catálogo de Racine es bastante reducido si lo comparamos con el de otros dramaturgos de su época. Se estima

que llegó a escribir más de diez tragedias y una comedia. Entre ellas las obras más conocidas son las siguientes:

Fedra: esta tragedia retoma el mito de Fedra, que ya había sido tratado por muchos autores. Ella es esposa del

héroe Teseo y está enamorada del hijo de él, Hipólito, pero este la rechaza. Más adelante entre Fedra y su

sirvienta hacen creer a Teseo que es Hipólito quien ha querido seducir a su madrastra, y esto desencadena un fin

trágico para el joven.

Andrómaca: en este texto el argumento tiene como protagonista a Andrómaca, la esposa de Héctor. Luego de que

Troya cayera, ella es entregada al hijo de Aquiles, Pirro. A partir de ello se desarrolla una larga cadena de amores

no correspondidos que llevan finalmente a la muerte de varios personajes.

Berenice: aquí nos topamos con una tragedia que parte de un tema histórico de Roma, que es el amor del

emperador Tito por Berenice. Aunque es correspondido, pronto Tito entiende que no puede casarse con ella,

porque no es romana. La resolución de la obra es que ambos se separan para siempre, cada uno en un reino

distinto.

Los Litigantes: esta comedia —la única de Racine— explora la costumbre de algunas personas de alargar los

pleitos más allá de lo necesario. En la trama aparecen muchos personajes, pero se puede considerar que el

protagonista es Dandin, un juez obsesionado con la idea de resolver los problemas. Desde una perspectiva

general, el texto busca ser una parodia.

Voltaire

François-Marie Arouet (1694 — 1778), alias Voltaire, fue una figura clave tanto del Neoclasicismo como de la

Ilustración. Se le tiene, además, como uno de los filósofos principales de Europa y de Occidente en general.

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Voltaire tuvo una educación privilegiada. Igualmente, con menos de veinte años llegó a ser secretario de una

embajada, un cargo importante para la época. No obstante, su carácter y su inclinación a entrar en conflictos lo

hicieron pasar por muchos disgustos, hasta acabar residenciado en Londres.

El contenido de las obras de este autor se vio influenciado por su forma de pensar. Era un claro enemigo de la

religión y de la Iglesia, contra las cuales dirigió muchos ataques. Al mismo tiempo, creía fervientemente en la

justicia y en la necesidad de establecer un pacto entre ciudadanos para llegar a una sociedad ideal.

A nivel de estilo, se destacó por utilizar un lenguaje simple y elegante ajustado a las normas de su idioma, el

francés. Era un maestro de la ironía, recurso que usaba constantemente cuando quería hacer una crítica de algo o

alguien.

La producción literaria de Voltaire incluye muchas obras filosóficas. E incluso los textos que podemos catalogar

como literatura pura contienen en sí un toque filosófico. Sea como sea, forman parte de lo mejor del

Neoclasicismo:

Cándido, o El optimismo: este relato es la obra capital de Voltaire. Su protagonista, Cándido, es un personaje con

un carácter muy ingenuo al que le van sucediendo varias desgracias, pero él se mantiene optimista. La obra

parodia la idea de que el mundo que conocemos los humanos es el mejor de todos los mundos posibles, defendida

por el filósofo Leibniz.

Edipo: esta tragedia es posiblemente la que inició a Voltaire en el teatro. Se basa en el mito del rey Edipo, que sin

saberlo mató a su padre y se casó con su madre. En el enfoque que toma el autor se destaca al amor de Edipo

hacia Yocasta, su madre y esposa. Si bien a nivel argumental la obra se mantiene muy parecida a sus antecesoras,

su construcción refleja una sencillez y una armonía que fue ejemplo para otros dramaturgos.

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El fanatismo, o Mahoma: es otra de las tragedias famosas de Voltaire. Se trata de una crítica directa y muy fuerte

aparentemente dirigida a la religión musulmana. El escritor toma a Mahoma como protagonista y a través este el

fanatismo del islam y de sus seguidores. Pero un análisis más profundo permite descubrir que el ataque parece ir

más a la Iglesia católica, motivo por el cual se terminó prohibiendo su representación.

Micromegas: pese a que no muchos conocen este relato, algunos críticos lo señalan como un antecedente de la

ciencia ficción. La trama está protagonizada por Micromegas, un ser que viene de otro planeta y que decide visitar

la tierra junto a un compañero. Entre otras cosas, se puede evidencia una vez más la crítica hacia la religión

cristiana.

Molière

Molière, cuyo nombre real era Jean–Baptiste Poquelin, es otro máximo exponente del teatro francés. Vivió entre

1622 y 1673, de modo que compartió la época con Racine, con quien tuvo siempre bastante rivalidad.

Nacido en una familia acomodada, pudo recibir una educación formal desde muy pequeño. Su madre falleció

cuando él tenía diez años, aunque este hecho no le impidió seguir formándose académicamente. Fue así como

llegó a graduarse en la carrera de derecho en 1642.

Además de escritor, Molière fue un actor de comedias. De hecho, puede decirse que se dedicó primero a la

actuación. Incluso fundó su propia compañía de teatro, pero no tuvo éxito, por lo cual debió buscar trabajo en

otras.

La carrera literaria de este dramaturgo comenzó a partir de 1658. Ese año estrenó su primer drama, que fue bien

recibido. A dicha la obra la seguirían unas cuantas tragedias y comedias; estas últimas obtuvieron más éxito. Una

de ellas, Sganarelle, tiene como protagonista a un personaje del mismo nombre y que siempre fue interpretado por

el propio autor.

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Los textos de Molière son conocidos por la infinidad de recursos que manejan: desde la ironía hasta un lenguaje

que puede usar el verso o la prosa según sea conveniente para el desarrollo de la trama. Asimismo, se valen de

malentendidos para generar conflictos y situaciones divertidas entre los personajes.

Se puede decir que la mayoría de las obras de Molière son comedias. Su éxito fue tan masivo en su tiempo y

luego de su muerte que se le considera el responsable de llevar dicho subgénero a su máximo esplendor. Como

muestra de ello, podemos tomar cinco textos:

Don Juan: en esta comedia el argumento retoma el mito de don Juan, desarrollado un siglo antes por Tirso de

Molina. Este protagonista es un mujeriego que sostiene relaciones con una mujer tras otra sin preocuparse de las

consecuencias, hasta que al final una estatua se lo lleva al más allá. Al margen de la trama, la obra contiene ciertas

críticas hacia la religión que ocasionaron que fuese censurada en su momento.

El enfermo imaginario: se estima que fue la última comedia que escribió este autor francés. Es una burla hacia

las personas que creen estar enfermas todo el tiempo y a los médicos que usaban un lenguaje complejo para

aparentar ser cultos y sabios. En contraste, se resalta el papel de la naturaleza como la única medicina real y

posible.

El médico a palos: aquí Molière vuelve a atacar a los médicos. Esta vez plantea una historia en la que la esposa

de Bartolo (Sganarelle en la versión original), el protagonista, lo hace pasar como un doctor que acepta su

profesión tan solo si es golpeado. Semejante acción no es más que una venganza por parte de ella luego de que él

la maltratara. Efectivamente, Bartolo es tomado por médico y se ve obligado a solucionar el enredo en que ha

caído.

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El avaro: para esta comedia Molière tomó inspiración en la obra La comedia de la olla, del romano Plauto. El

personaje principal es Harpagón, un hombre que cuenta con una gran fortuna y que se niega a gastar un centavo

de ella. La trama se va desarrollando a través de él y de los matrimonios que busca para sus dos hijos, mientras se

destaca el carácter tacaño de Harpagón a la hora de tomar decisiones.

Tartufo: es una comedia centrada en Orgón, un parisino que cuenta con una buena posición económica y que es

engañado por el personaje de Tartufo. Este es un farsante que finge ser un devoto con la intención de quedarse

con la fortuna de Orgón. La obra es claramente un ataque hacia los sacerdotes falsos, y por esa razón fue

condenada por la Iglesia, lo cual obligó a Molière a hacer ciertos cambios en el texto original.

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