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Juanita Orrego Candela

16 de noviembre, 2023
Teorías histórico procesuales

Los entrelazos del zen y el combatiente japonés: perspectivas psico y sociogenéticas

El anacronismo que caracteriza a la sociología ha sido retado recientemente por múltiples


autores que buscan realizar estudios más íntegros. Entre estos, el artículo “Análisis de las
prácticas religiosas y las artes marciales japonesas desde la sociología procesual”1 de Raúl
Sánchez García aborda meticulosamente la intersección histórica entre estas prácticas y
creencias. El autor, sociólogo y docente de la Universidad Politécnica de Madrid, aborda esta
tarea mediante los postulados de la sociología procesual de Norbert Elias. De tal manera, la
presente reseña se centrará en el estudio de los procesos sociogenéticos y psicogenéticos,
destacando el argumento principal del autor en cuanto a no se puede dar por sentado el rol que
tuvo el budismo zen en las artes marciales durante tres períodos puntuales de la historia japonesa,
pues la relación comúnmente concebida tiende a ser inexacta y ampliamente generalizado.

Por lo tanto, vale la pena contextualizarse dentro de los postulados elisianos que
contemplan dos conceptos clave: lo psicogenético y lo sociogenético. El primero de estos explica
el proceso general de la civilización a partir de lo individual, y consecuentemente esos valores
introyectados dan a entender la articulación de lo colectivo o sociogenético2. Se entiende que el
nexo entre estructura y pautas de conducta es permanente y, siendo este un factor de tiempo
continuo, el cambio social es necesariamente un cambio de poder. Por esto, Elias también plantea
que entre más civilizados son estos procesos, más control tiene el individuo sobre sí mismo y
buscará más control el uno sobre el otro, llegando también a un conocimiento más congruente de
la realidad3. Este doble enlace se trata de un mayor control de emociones primarias a la par de un
conocimiento más adecuado y determinadas acciones necesarias para estos procesos. Por esto, en
materia de lo que aborda Sánchez García, lo psicogenético es el habitus de los individuos
japoneses de cada época, mientras que lo sociogenético es la formación del estado en ese
momento. Así, el objetivo del autor de entender cómo las diferentes prácticas religiosas,
específicamente el zen, influenciaron el entrenamiento de artes marciales y comportamiento de
combate en diferentes eras para refutar la concepción generalizada4 mediante fuentes primarias y
secundarias5, buscando una mirada diacrónica y completa.

1
Originalmente “A process-sociology analysis of religious practices and Japanese martial arts”
2
Montesinos y Martínez V., página 827
3
Lo mismo es cierto para los procesos descivilizatorios, pues entre más “fantástico”, habrá menos control
sobre sí y los demás y, consecuentemente, más miedo
4
El autor usa el término “commonsensical”, que da cuenta más precisa del sentido común que parece
tener esta relación como producto de las concepciones comunes o populares
5
Textos originales traducidos o aquellos incluidos en los trabajos de (mayormente) historiadores
El bushi medieval y las creencias esotéricas
Ahora bien, Sánchez García presenta la primera época de estudio entre los períodos
Heian y Muromachi (aproximadamente 764 a 1537 D.C.), caracterizado por guerra total. Los
guerreros o bushi eran clave en esta sociedad por su rol de protectores y estos creían aumentar
sus habilidades físicas mediante su relación con lo esotérico, pues además encontraban ascenso
social según sus capacidades marciales. Las deidades, prácticas y estrategias militares esotéricas
hacían parte de la identidad bushi, dando paso a un proceso o patrón descivilizatorio e informal.
La situación bélica constante requería además de muchos hombres, por lo cual surgieron los ryu6
como respuesta a la necesidad de guerreros mediante el entrenamiento sistematizado. Los medios
esotéricos eran casi que exclusivos para quienes se inmiscuían en el ryu marcial, ya que su
desarrollo no era una construcción cognitiva sino por intuición durante la batalla. El zen no se
percibía como medio de preparación sino como la mentalidad adoptada y adaptada al propio
entrenamiento marcial intensificada con el imaginario colectivo. Por esto, el autor determina que
los elementos psicogenéticos7 eran la exposición a amenazas o miedo constantes y los cambios
extremos al habitus del guerrero, pues el bushi experimentaba un control extremo de emociones
y, posteriormente, una liberación de violencia en momento de guerra. Su función pragmática era
tener algún tipo de control sobre situaciones no controlables (vida o muerte), evidenciado en las
creencias supersticiosas de los guerreros y requiriendo una aproximación individual y colectiva
cada vez más cargada de fantasía y magia. Asimismo, los elementos sociogenéticos eran el
choque constante de unidades de supervivencia entre clanes, las alianzas fugaces y la destreza
marcial para una movilidad social ascendente. ​El “desapego involucrado”, la combinación de fe
mágica y el desarrollo de medios pedagógicos particulares fueron cruciales para la composición
de los bushi en combate.

El samurai durante Tokugawa


Tokugawa (1603-1868), o la pacificación del país, alteró los estamentos de la sociedad y
transformó al samurai en un burócrata sin posibilidad de ascender socialmente. Su forma de
cultivación personal se había extinguido, y al distanciarse de lo bélico, lo único que daba cuenta
de su estatus de samurai era su ética y autocontrol. Este proceso civilizatorio-formal comenzó a
usar el ethos del samurai como forma de perfeccionar el propio espíritu en una sociedad
organizada que no relacionaba necesariamente el zen con la capacidad de pelea. Por
consiguiente, comenzaron cambios en la forma de emprender en las artes marciales,
comercializándose, difundiéndose y hasta dándose como deporte. Durante Tokugawa, las
prácticas esotéricas mágicas disminuyeron y el zazen (meditación zen) como dominio firme e
imperturbable de la mente8 fue la influencia religiosa que daba cuenta de las artes marciales
como ideal distante de retenedor-burócrata del samurai. Los elementos psicogenéticos que
identifica el autor aquí son la identificación restringida entre estatus social, la ansiedad

6
“El concepto de ryu no puede equipararse simplemente a la noción moderna de escuela. Implica
literalmente un flujo que conecta la tradición marcial a lo largo de una línea de practicantes” (página 27)
7
Página 29
8
Página 32
intraestatal del estamento y el habitus retenedor/burocrático, mientras que los sociogenéticos
eran la segregación social en estos cuatro estamentos, el doble monopolio de la violencia, el
rango cerrado para samurais y el samurai perteneciente a la vida cortesana. Las artes marciales se
dejan de usar para el combate y, consecuentemente, las creencias se apartan de lo mágico para
centrarse en la conexión con los postulados primarios del budismo zen.

La imposición de creencias al soldado-ciudadano


Los sentimientos y actitudes nacionalistas que surgieron en Japón a finales del siglo XIX9
fueron el resultado de la apertura controversial del país a las influencias occidentales. Esto
generó un patrón descivilizatorio-formal que rechazaba los poderes occidentales y chinos,
llevando a un estado japonés totalitario e imperialista. Para estos fines, se comenzó a relacionar
el zen con “la raza japonesa”, reinventando el código moral/religioso (bushido) y mezclando el
sistema nativista japonés con la ética samurai y el budismo nacionalista; así, las artes marciales
pasaron de ser exclusivas del samurai a ser parte de la identidad nacional. La progresiva
militarización durante el período Showa (1926-1945) justificó el uso de la violencia como una
forma glorificada de purificar la nación de contagio extranjero. Al respecto, Sánchez García dice:
“El estado japonés estaba distorsionando -al naturalizar- la conexión de la actual sociedad militarizada
imperial japonesa con las tradiciones militares medievales de los samurais. Esta construcción simbólica
sirvió para justificar los esfuerzos bélicos, convirtiéndose en un poderoso medio de orientación lleno de
conexión emocional; una imagen idealizada del “nosotros” imbuida de una versión (militar) mejor y más
poderosa del pueblo japonés”10
No siendo esto suficiente, comprensión militar de las artes marciales se comenzó a divulgar por
medios gubernamentales, organizaciones civiles y sociedades ultranacionalistas11, pues su
objetivo ya no era la autoperfección del individuo, sino la aplicación del combate por medio del
autosacrificio por la nación y el emperador. El zen, a la larga, se utilizó para argumentar
agresiones externas y movimientos nacional-imperialistas, siendo una justificación ideológica
como medio disciplinario. Aún más, el autosacrificio del ciudadano-soldado se empezó a
concebir como el acto de mayor prestigio, mostrando disciplina y abandono a cualquier fijación
material de la existencia humana en aras de una causa mayor. Coincidencialmente, Elias propuso
una discusión frente a la controversia de patrones civilizatorios modernos en los cuales el
monopolio de la violencia de la nación-estado prohíbe la violencia intraestatal pero glorifica la
interestatal12. El convencimiento ideológico (muerte, lealtad y autosacrificio como ofensiva
descivilizatoria) demuestra los elementos psicogenéticos planteados por Sánchez García que son:
el habitus de soldado-ciudadano, el enfoque cargado de fantasía (bushido imperial) y el habitus
suicida. Paralelamente, lo sociogenético se evidencia en el estado dictatorial, la militarización de
la sociedad y la polarización generalizada entre partidarios y enemigos. Por esto, es evidente que

9
Durante el gobierno Meiji de 1868
10
Página 33, traducción propia
11
Entiéndase los ejemplos de estos como colegios, el Dai Nippon Butokukai y el Genyosha o ‘Dark
Ocean Society’, respectivamente
12
Elias, Comprensión y distanciamiento, 2007
la relación en esta época parte de una necesidad social que permea lo individual y colectivo,
dando lugar a múltiples fenómenos particulares de la sociedad japonesa.

A manera de conclusión
Sánchez García compara el período medieval, Tokugawa y el Showa temprano en
términos de agentes13, tendencias (des)civilizatorias, patrón social, unidad de supervivencia14,
habitus15, comprensión/distanciamiento16 y lo religioso. El autor redondea la idea confirmando
que no es adecuado entender budismo zen con el guerrero japonés como una misma idea, sino
que esta relación varió según los diferentes procesos psico y sociogenéticos. En otras palabras, el
zen que de la época medieval era realmente un budismo esotérico junto con otros sistemas de
creencias que se realizaban como medio pragmático en momentos de combate. En Tokugawa, el
zen era el medio de control o disciplina de valores neoconfucianos de lealtad y obediencia,
mientras que en la época moderna este se usaba para erradicar dudas y miedos de matar/ser
matado para unirse al colectivo simbólico de emperador y nación japonesa.
Si bien es cierto que existe una noción predeterminada por la cultura popular respecto a
las artes marciales y prácticas religiosas japonesas, el presente artículo revela la generalización
tan amplia que se ha concebido al respecto. Sánchez García hace un excelente análisis, tomando
épocas de mucha información, desmenuzándola y demostrando que lo social es un elemento
cotidiano tejido en la razón de ser del individuo. Los fenómenos colectivos, como la guerra y, en
su defecto, la ausencia de esta, es un acontecimiento social, y un solo artículo y su respectiva
reseña no son suficientes para tachar el tema como estudiado. No obstante, este sí fue muy
valioso para entender otros eventos históricos, pues en lo personal, fue una explicación frente a
la duda latente de por qué los japoneses, especialmente en tiempos de guerra como la Segunda
Guerra Mundial, podían emplear tácticas como el kamikaze a nivel masivo sin mayor
cuestionamiento. A fin de cuentas, el presente artículo es un claro ejemplo de lo que la sociología
procesual, tomada desde algunos postulados de Norbert Elias, puede hacer por este campo del
conocimiento. La sociología requiere de esta introspección para salir de la típica mirada
anacrónica, pues es allí donde se esconden tantos detalles tan valiosos. Profundizar en temas así
dan cuenta de que la concepción de tantos aspectos sociales vienen de algún lugar por alguna
razón, y son precisamente estos los que construyen las sociedades que buscamos entender.

Referencias bibliográficas
Montesinos, R. & Martínez V., G.. (2001) “Los usos sociológicos de Norbert Elias”, Estudios Sociológicos, vol.
XIX, nº.3, México, tomado de: https://www.redalyc.org/pdf/598/59805711.pdf
Sánchez-García, R. (2023) “A process-sociology analysis of religious practices and Japanese martial arts”, Revista
de Artes Marciales Asiáticas, Vol. 18(1), tomado de:
https://revpubli.unileon.es/index.php/artesmarciales/article/view/7479

13
“Agentes” siendo, respectivamente, el bushi, el samurai y el soldado reclutado
14
Clan, han y nación-estado
15
Habitus extremo de guerrero, habitus de retenedor pacificado, habitus de soldado barbarizado
16
Desapego distanciado (magia), distanciamiento extremo (ideología), distanciamiento comprensivo
(ideología)

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