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INTRODUCCIÓN

La escatología cristiana, centrada en Cristo, abarca dimensiones cristológicas,


eclesiales, antropológicas y cosmológicas, con una renovación en la visión escatológica
influenciada por factores culturales modernos.

La liturgia, como lugar esencial de la confesión de fe, ilumina el destino de la


Iglesia hacia la Jerusalén celeste, con la eucaristía como memorial y anticipación del
banquete escatológico.

La liturgia refleja la tensión escatológica y la esperanza de la parusía, aplicando


la esperanza de la resurrección final a través de las celebraciones litúrgicas,
manteniendo viva la dimensión escatológica en todas las plegarias eucarísticas y en los
tiempos litúrgicos que marcan un tiempo de espera.

La liturgia, en su esencia y expresiones actuales, orienta hacia la parusía como


momento definitivo, manteniendo la tensión entre el presente histórico y el futuro de la
humanidad.
I. La escatología adventista del Antiguo Testamento
Con el nombre escatología viene designándose, al menos desde finales del s.
XVII, el tratado teológico sobre las realidades últimas o postrimerías del hombre, de la
Iglesia y del cosmos, es un tema importante en la revelación cristiana hasta el punto de
ocupar un destacado puesto en los símbolos de la fe, ha centrado siempre la máxima
atención tanto en su perspectiva teológica como litúrgica y pastoral.

El primer tratado sistemático sobre el tema se remonta al s VII, con una obra del
obispo español Julián de Toledo; la reflexión teológica medieval y la autorizada postura
del magisterio de la Iglesia, sobre todo con Benedicto XII y con el concilio de Florencia
fijaron las grandes líneas de la escatología católica.

1. Dimensiones y fundamento de la escatología cristiana.

El dilatado campo de la escatología cristiana puede enmarcarse en estas cuatro


dimensiones: cristológica, con referencia a la segunda venida de Cristo y sus
consecuencias (juicio, instauración del reino, etc.); eclesial, que se refiere a la condición
de la Iglesia como peregrina hacia la Jerusalén celeste; antropológica, es decir, relativa
al fin de todo ser humano, ya en cuanto a su situación inmediata después de la muerte,
ya en cuanto a su destino final (resurrección, juicio, salvación o condenación eternas);
cosmológica o relativa a la suerte definitiva del universo, que habrá de verse envuelto
en la restauración final, por tanto, el centro de la escatología cristiana es el mismo
Cristo, quien con su gloriosa resurrección inauguró el éschaton, la realidad nueva y
definitiva de la historia.

2. Para una visión escatológica renovada.

La escatología cristiana obedece al influjo de distintos factores culturales, en


primer lugar, al creciente interés de los exegetas protestantes en torno al pensamiento
escatológico de Jesús y un final como futuro cierto en cuanto realidad, pero desconocido
en cuanto al tiempo, un segundo estímulo en el interés por la escatología cristiana
arranca ya de las culturas modernas: del evolucionismo, del materialismo dialéctico, de
la previsión y programación del futuro promovidas por la tecnología contemporánea.

Las grandes líneas dentro de las cuales se mueve la teología escatológica: a)


cambio en la perspectiva de las realidades últimas; b) recuperación del hecho
escatológico esencial; c) estudio más atento de la relación entre el presente y el futuro;
d) visión más optimista del mundo y de la historia actuales con relación a su último
destino; e) mayor reserva o cautela y sobriedad en cuanto a la entidad de los estados
escatológicos intermedios.

3. Puntualizaciones del magisterio de la Iglesia.

El Vaticano II, hablando en la LG ha recalcado prácticamente todas las verdades


católicas sobre los novísimos. La profesión de fe de Pablo VI de 1968, parece
puntualizar algunos temas de la escatología intermedia, la más reciente intervención del
magisterio es una carta de la Congregación para la doctrina de la fe, aprobada por Juan
Pablo II en mayo de 1979, "sobre algunas cuestiones relativas a la escatología".

En cuanto a la relación entre escatología y liturgia, existen en este último


documento dos puntualizaciones, la primera es la referencia implícita a las liturgias
como locus theologicus donde fundamentan algunas verdades: la primera cita alude a la
confesión de fe de la Iglesia que se hace en la liturgia; la segunda quiere apoyar la
verdad del lenguaje teológico al hablar de las postrimerías en una dialéctica de
continuidad y de ruptura: la liturgia se proyecta hacia el futuro escatológico.

4. Liturgia y pensamiento escatológico moderno.

La liturgia de la Iglesia sigue siendo un lugar teológico, la liturgia, pues, sólo


mínimamente ha experimentado la influencia del pensamiento escatológico moderno, en
cambio, ha servido como punto de referencia, como lugar teológico, para el
discernimiento de hipótesis y teorías modernas y como elemento de renovación con
vistas a una escatología más centrada en el misterio de Cristo y de la Iglesia.

II. Dimensión escatológica de la liturgia


La liturgia cristiana es el lugar esencial de la confesión de fe que ilumina el
sentido de la vida y de la muerte, del presente y del futuro, la experiencia litúrgica
ilumina el destino de la Iglesia en su camino hacia la Jerusalén celeste.

1. Tensión escatológica de la eucaristía en el NT.

a) Memorial y espera: la comunidad apostólica entendió la eucaristía como un


memorial que representa y sintetiza todo el misterio de Cristo, como recapitulación de la
historia de la salvación y como prenda de los bienes futuros que esperamos. Pasado,
presente y futuro salvíficos vienen a concentrarse en el memorial de Jesús, la eucaristía
remite al banquete escatológico, lo anticipa en la fe y lo hace deseable en la esperanza.
La orientación escatológica de la eucaristía ha sido subrayada también por el
relato paulino "Cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anunciáis la muerte
del Señor hasta que venga"(1 Cor 11,26).

b) "Ven, Señor Jesús": he aquí la célebre fórmula litúrgica que encierra el deseo
de la parusía: "Maraná tha" (1 Cor 16,22), entre los dos polos de la escatología,
resurrección del Señor y su segunda venida, aparece la eucaristía como memorial y
anticipación, como presencia que garantiza y hace desear al mismo tiempo la venida
definitiva del Señor.

c) Eucaristía y resurrección: la liturgia eucarística aplica la esperanza de la


resurrección final también a los cuerpos, como participación en la carne gloriosa del
Resucitado.

2. Escatología y liturgia en el vaticano II.

a) Referencias de la SC: la Iglesia es "humana y divina, visible y dotada de


elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el
mundo y peregrina, todo esto de suerte que en ella lo humano esté ordenado y
subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y lo
presente a la ciudad futura que buscarnos" (SC 2).

Se nos da aquí en síntesis la escatología tal y como se la vive en la experiencia


litúrgica, presencia de lo divino en lo humano, de lo invisible en lo visible, de lo eterno
en lo temporal, es decir, una escatología anticipada y, por tanto, en tensión hacia el
futuro para alcanzar "la medida de la edad de la plenitud de Cristo" (Ef 4,13).

b) Perspectiva de la LG: el capítulo VII de la LG se acentúa fuertemente el


aspecto de comunión, y por tanto la dimensión del comienzo ya en esta tierra de la vida
futura como primicia y garantía de la misma, y la participación, mediante la comunión
de los santos, en la vida de la Iglesia celeste.

c) Visión de la GS: es evidente que el tema escatológico ha sido recogido por la


GS en una visión que pudiéramos definir como antropológica, social y cósmica, el
destino final de la Iglesia y de cada cristiano proyecta su luz sobre las postrimerías del
hombre y del cosmos.
3. Dimensión escatológica de las celebraciones litúrgicas.

a) Bautismo-confirmación: la iniciación cristiana es un sacramento escatológico,


con su inserción en el misterio pascual y mediante el don del Espíritu, el cristiano entra
en el pueblo escatológico, en la Iglesia, y participa ya de los bienes futuros; mediante
tales sacramentos entra el cristiano en la dinámica escatológica como posesión y
esperanza, hay antiguos formularios litúrgicos que explicitan el sentido escatológico de
la confirmación.

b) Eucaristía: como conjunto, la eucaristía es prenda de la gloria (SC 47; UR


15): presencia del Resucitado y de su misterio pascual; espera de su retorno, constitutivo
de la comunidad escatológica; germen de resurrección; preludio de la renovación de la
creación mediante la transformación del pan y del vino, la confesión de la fe a lo largo
de toda la celebración eucarística mantiene viva tal dimensión escatológica.

Todas las plegarias eucarísticas se concluyen con la evocación de la gloria, hacia


la que se orienta toda celebración del misterio pascual, amplias son, en este sentido, las
perspectivas de la III y IV plegarias eucarísticas.

c) El año litúrgico: relieve especial se otorga al tema escatológico en algunas


celebraciones del año litúrgico, particularmente en adviento, la tradición romana, que
sitúa en el adviento la celebración de la espera del Señor como juez, es más reciente y
está atestiguada especialmente por el sacramentario, aun manteniéndose hoy en el rito
romano tal dimensión del adviento, es evidente su relación no solamente con la
natividad, sino también y sobre todo con la pascua, ya que de otra suerte desaparecería
el sentido auténtico de la espera y esperanza cristianas.

Además de estos dos polos celebrativos, adviento y pascua, el año litúrgico


alcanza momentos fuertes de experiencia y pedagogía escatológicas en la liturgia de
algunas fiestas del Señor (ascensión, Cristo rey), en la solemnidad de todos los santos y
en la conmemoración de todos los difuntos.

d) Liturgia de las Horas: la Iglesia orante confiesa su dimensión comunional con


la Jerusalén celeste en la alabanza y en la espera de la gloria, en la liturgia de las Horas
proclamamos esta fe, expresamos y nutrimos esta esperanza, participamos en cierto
modo del gozo de la perpetua alabanza y del día que no conoce ocaso.
III. Las realidades últimas a la luz de la liturgia
1. Muerte, juicio, purificación: el misterio de la muerte en la liturgia se esclarece
con la resurrección de Cristo, la muerte tiene, un carácter pascual, es un paso, ya que,
para la Iglesia, los difuntos no son muertos, sino durmientes, según el lenguaje litúrgico,
el lenguaje litúrgico expresa claramente las separaciones del alma y el cuerpo, algunas
oraciones hablan explícitamente de un juicio inmediato, pero insistiendo sobre todo en
la invocación de un juez misericordioso.

El lenguaje litúrgico, aun dentro de su sobriedad, es realista, se pide que "sean


perdonados sus pecados", "lavadas sus culpas", "condonadas sus deudas", "liberados
mediante el sacrificio de Cristo", con miras a la bienaventuranza y la paz de los santos.

2. Bienaventuranza y pena eterna: la confesión de la bienaventuranza eterna es la


consoladora verdad que inspira y alienta la oración de la Iglesia, se cree, pues, en una
inmediata visión de Dios después de la muerte o de una eventual purificación, el sentido
de la comunión con la Iglesia celeste y de la intercesión de los santos en favor nuestro,
explícito en plegarias e invocaciones, se apoya en esta verdad, que no admite sombras
de duda, el más explícito es el del canon romano: "líbranos de la condenación eterna";
así como el inciso: "... y no permitas que jamás me aparte de ti".

3. Parusía y resurrección final de los muertos: el adviento la súplica de la Iglesia


del Apocalipsis y de la comunidad primitiva: "¡Ven, Señor Jesús!", de la fe en la
resurrección de Cristo es de donde brota la certeza de la resurrección de los hombres
con sus cuerpos al final de los tiempos.

IV. Conclusión
En Cristo resucitado y en el don del Espíritu, la Iglesia, comunidad escatológica,
está ya viviendo inicialmente el reino, la liturgia tiende hacia la parusía como momento
definitivo de su ser, la liturgia, tanto en su esencia como en sus actuales expresiones, no
olvida el presente histórico ni el futuro de la humanidad.

La liturgia parte de la experiencia del presente salvífico para orientarnos hacia la


plena consumación futura, permanece fiel a la invocación del padrenuestro: "Venga a
nosotros tu reino", y experimenta que el reino está ya presente, a la vez, clama con la
esposa del Apocalipsis: "¡Ven, Señor Jesús!" (Ap 22,20), pero sabiendo que lo posee ya,
y con él posee la garantía de todos los bienes prometidos para la eternidad.
CONCLUSIÓN

La escatología del Antiguo Testamento es un tema teológico crucial que abarca


las realidades últimas del hombre, la Iglesia y el cosmos, con un enfoque en la
importancia de Cristo como centro de la escatología cristiana. La liturgia cristiana
refleja la tensión escatológica a través de la eucaristía y otras celebraciones, anticipando
la consumación futura mientras experimenta el presente salvífico, manteniendo viva la
esperanza en la venida definitiva del Señor.

Por tanto, la escatología cristiana, centrada en Cristo, abarca dimensiones


cristológicas, eclesiales, antropológicas y cosmológicas, con una renovación en la visión
escatológica influenciada por factores culturales, la liturgia, como lugar teológico
esencial, refleja la tensión escatológica de la eucaristía y la dimensión escatológica de
las celebraciones litúrgicas, proyectando la Iglesia hacia la plena consumación futura.

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