Está en la página 1de 6

AÑO LITÚRGICO

AUTOR: LUIS RAMÓN RODRÍGUEZ PARADA


CÓDIGO: 1090444975
Histórica

PRESENTADO A: PBRO. SEBASTIÁN RIVERA FELLNER

SEMINARIO MAYOR SAN JOSE DE CÚCUTA


MATERIA: LITURGIA TEMPORAL
PRIMER SEMESTRE DE TEOLOGÍA
CUCUTA
2023
Espiritualidad del año litúrgico
En el centro de la espiritualidad de todo cristiano, como es evidente, está Cristo.
Desde su bautismo, en el que el creyente pasa a formar parte de Cristo sacerdote, profeta y
rey, hasta su muerte, en la que comparte la muerte con él, esperando participar también de
su resurrección, el cristiano va siguiendo a lo largo de su vida a Cristo configurándose con
él.

Por medio de la oración, por medio de la lectura de la Sagrada Escritura, por medio
de lecturas espirituales, por medio de la catequesis, por medio de la formación teológica,
por medio del ejercicio de la caridad, y, cómo no y de modo sublime, por medio de la
liturgia.

Decimos que la liturgia es un lugar privilegiado, ya que en la celebración


encontramos, por una parte, a Cristo presente de diversos modos y, por otra, hacemos el
memorial de la obra de la salvación realizada por Cristo, particularmente de su muerte y su
resurrección, para que su fuerza salvífica siga operante en los creyentes de todos los
tiempos. Ahora bien, para que esta aproximación se haga de modo progresivo y
pedagógico, el misterio de Cristo se despliega en el curso del año, que denominamos Año
Litúrgico. Por tanto, tal y como afirmó Pío XII en la Encíclica Mediator Dei, el Año
Litúrgico «es Cristo mismo que persevera en su Iglesia»

Los orígenes, el domingo, Pascua semanal, fue la única celibración de las


comunidades cristianas, siendo enriquecida poco tiempo después con la conmemoración
anual de la Pascua. Sin embargo, la redención, aunque tiene su máxima expresión en la
muerte y resurrección de Jesucristo, comienza con su nacimiento y no llegará a plenitud
hasta su retorno glorioso. Por ello la Iglesia, con el paso del tiempo, fue desarrollando el
misterio de Cristo instituyendo otras celebraciones y tiempos litúrgicos, como el Adviento,
la Navidad, la Cuaresma, la Pascua. Que el Año Litúrgico sea la celebración de Cristo en
sus misterios tiene como consecuencia que todos los tiempos que lo forman y todas las
fiestas que lo integran deben tener su raíz en Jesucristo y deben igualmente conducir a él.
Los acontecimientos de la vida histórica de Jesús que se recuerdan en el Año
Litúrgico, no son simplemente unos ejemplos propuestos a los fieles para su meditación o
para ser imitados piadosamente, sino que son signos eficaces de salvación realizados por
Cristo para salvar a la humanidad, y que en la celebración se hacen presentes, no en su
materialidad histórica que pertenece al pasado, sino en su eficacia salvífica.

Cap. 2 EL AÑO LITÚRGICO


I. NATURALEZA

1. El nombre

La primera referencia a lo que hoy se entiende por año litúrgico, como unidad y conjunto
de las celebraciones festivas, no apareció hasta entrado el siglo XVI con la denominación
«año de la Iglesia» (Kirchenjahr).

En los albores del Movimiento litúrgico dom Próspero Guéranger utilizó la expresión año
litúrgico en su célebre obra (L 'année Liturgique), haciéndola desde entonces familiar a
todos los autores.

Pío XII la incorporó al magisterio pontificio en la encíclica Mediator Dei de 1947, y así
aparece en la constitución Sacrosanctum Concilium y en todos los documentos de la
reforma litúrgica

2. El concepto

En efecto, el Vaticano II habla de «sagrado recuerdo en días determinados», de desarrollo


«del misterio de Cristo en el círculo del año» y de conmemoración de «los misterios de la
redención» (cf. SC 102). En las citadas expresiones se pueden reconocer las huellas del
pensamiento teológico de Odo Casel. En este sentido, el año litúrgico es un espacio de
gracia y de salvación.

El año litúrgico es también el resultado de la búsqueda, por parte del pueblo de Dios, de
una respuesta al misterio de Cristo por medio de la conversión y de la fe.

II. FORMACIÓN DEL AÑO LITÚRGICO}


Lo que hoy conocemos como año litúrgico no se empieza a desarrollar hasta el siglo IV.
Durante los tres primeros siglos no existió en la Iglesia otra celebración marcada por el
ritmo del tiempo que el domingo, aunque existen indicios de una conmemoración anual de
la Pascua.

Pero sólo a partir de los siglos VIII-IX, cuando los formularios de misas del Adviento se
sitúan delante de la fiesta de Navidad y los libros litúrgicos comienzan con el domingo I de
Adviento, se puede hablar ya de una estructura litúrgica anual. La denominación, como se
ha dicho antes, apareció incluso más tarde.

A la formación del año litúrgico contribuyeron diversos factores, como la capacidad festiva
humana, la huella del año litúrgico hebreo (Levítico 23,1.4-1 1.15-16.27.34b-37) y, sobre
todo, la fuerza misma del misterio de la salvación, que tiende a manifestarse por todos los
medios, especialmente desde el momento en que la Iglesia encontró la posibilidad de
proyectar su mensaje sobre la sociedad y la cultura.

De la antigua a la nueva pascua

Por tanto, en la perspectiva de la economía de la salvación, sólo hay un


acontecimiento salvífico (kairós) verdaderamente decisivo, la Pascua de Jesús como «paso
de este mundo al Padre» (Jn 13,1), del cual la vieja Pascua de los hebreos era el tipo y la
sombra, y la Pascua de la Iglesia el sacramento que hace presente la realidad cumplida en
Cristo

El testimonio histórico

La conmemoración de la muerte y resurrección del Señor el domingo es anterior a la


celebración anual de la Pascua. De hecho, la primera noticia cierta de esta celebración la
proporciona la famosa cuestión pascual del siglo II, referida por Eusebio de Cesárea (Hist.
Eccl, V, 23-25).

EL CALENDARIO ROMANO UNIVERSAL

Gregorio XIII, además de la reforma del martirologio, emprende la del calendario…


siguiendo el cómputo de Julio César, establecido en el año 45 a.C., el año ‘juliano’ era más
largo por 11 minutos del año solar. Once minutos anticipados cada año suman 128 años.
Así en el siglo XVI, el verdadero equinoccio caía el 11 de marzo. Gregorio XIII, en 1582,
para corregir el error, suprime 10 días del calendario. Después, para reducir al mínimo el
margen de error todavía existente, decide eliminar tres días bisiestos cada cuatro siglos…
La reforma tenía un fin más que el astronímico litúrgico; exaltaba la importancia y la
centralidad de la Pascua.

III. TEOLOGÍA DEL AÑO LITÚRGICO

El año litúrgico celebra la obra salvadora de Cristo en el tiempo, pero es también


expresión de la respuesta de conversión y de fe por parte de la Iglesia.

En este sentido, la intención básica y la finalidad del año litúrgico es


mistagógica y pastoral.

1. Presencia del Señor en sus misterios

La liturgia es el principal medio de la presencia del Señor en su Iglesia (cf. SC 7).


Pero Cristo no sólo se hace presente con su poder de salvación en la Palabra y en los
sacramentos, especialmente en la Eucaristía, sino que también lo hace en cada uno de los
misterios que la Iglesia celebra en el año litúrgico (cf. SC 102).

2. Imitación sacramental de Cristo

La celebración de los misterios de la salvación en el año litúrgico conduce también a la


imitación de Cristo.

La celebración del año litúrgico tiene una peculiar fuerza y eficacia sacramental para
alimentar la vida cristiana

IV. LA PALABRA DE DIOS Y EL AÑO LITÚRGICO

la guía del Espíritu Santo, que tiene la misión de recordar la enseñanza de Jesús y conducir
hasta la verdad completa (cf. Jn 14,26; 16,13-14), la liturgia penetra en el sentido de las
Escrituras, disponiendo la proclamación de los hechos y palabras del Señor según los
diferentes ritmos de la celebración, entre los que destacan los domingos, las solemnidades,
las fiestas y las memorias.

V. LA EUCARISTÍA Y EL AÑO LITÚRGICO


. El año litúrgico desarrolla en el círculo del año los mismos misterios del Señor que se
conmemoran en la anamnesis de la plegaria eucarística.

Las más antiguas fórmulas anamnéticas, comenzando por 1 Cor 11,26, no mencionan nada
más que la muerte del Señor, incluyendo después «la bienaventurada pasión, la resurrección
de entre los muertos y la gloriosa ascensión a los cielos» (Canon Romano), es decir, el
misterio pascual como núcleo y centro de la conmemoración eucarística.

En la Eucaristía, por tanto, se contiene la totalidad del misterio de Cristo con su obra de la
salvación, es decir, toda la «economía del misterio» desplegada y celebrada en el año
litúrgico.

VI VALOR PASTORAL DEL AÑO LITÚRGICO

el año litúrgico no se puede confundir con un programa más o menos «pedagógico». Lo


específico del año litúrgico, en cuanto signo eficaz de la presencia del Señor en el tiempo
de los hombres.

Cada año litúrgico es una nueva oportunidad de gracia y de presencia del Señor de la
historia, el mismo ayer, hoy y por los siglos (cf. Heb 13,8)

También podría gustarte