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LA RESPIRACIÓN DEL

CORAZÓN®
y los Estados Ampliados de
Conciencia

UNA TÉCNICA DE LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL


La Hiperventilación después de Stanislav Grof

Ana María Aguirre


© Primera edición 2019, Ana María Aguirre.
http://www.trans-formar.com.ar/
Diseño de cubierta: Karina Vidal
Consultoría literaria: Montse Cortazar Literary Agency
Edición y corrección a cargo de: Montse Cortazar Literary Agency (www.montsecortazar.com)
ISBN 978-987-86-0749-8
La Respiración del Corazón ® es una marca registrada.
Reservados todos los derechos, incluso el de reproducción en todo o en parte, y en cualquier forma.
El autor no asume ninguna responsabilidad sobre perjuicios ocasionados como resultado del uso
inadecuado del contenido de esta obra.
“Es en presencia del amor que se genera la condición ideal para que tu
corazón se abra, porque te sientes a salvo y te das cuenta que nadie espera
nada de ti. En el momento en el que tu corazón se abre, te dejas fluir
meramente. Y es en ese fluir que experimentas lo divino.”
Ram Dass

Ram Dass y Ana María Aguirre

Indice
Agradecimientos
Prólogo de Hernan Penido ..……………………………………………….9
Introducción
PARTE 1: RESPIRAR CON EL CORAZÓN (nivel básico)
Capítulo 1: UN POCO DE HISTORIA
1.1. Los Inicios
1.2. Mis Años como Representante de la Respiración Holotrópica en Sudamérica
1.3. El Nacimiento de la Respiración del Corazón
Capítulo 2: LA RESPIRACIÓN DEL CORAZÓN Y LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL
2.1. Breve Introducción a la Psicología Transpersonal
2.2. Los Estados Ampliados de Conciencia
2.3. El Uso de la Respiración como Técnica Terapéutica: La Respiración Holotrópica del Dr.
Stanislav Grof
2.4. La Terapia de Vidas Pasadas (TVP) del Dr. José Luis Cabouli
2.5. La Sagrada Tradición Andina
Capítulo 3: PARTICULARIDADES DE LA RESPIRACIÓN DEL CORAZÓN QUE LA
DIFERENCIAN DE LA RESPIRACIÓN HOLOTRÓPICA
Capítulo 4: DINÁMICA DEL TALLER DE LA RESPIRACIÓN DEL CORAZÓN
4.1. Generalidades
4.2. Entrevista Previa
4.3. La Estructura del Taller
Capítulo 5: EL PODER DEL AMOR COMO ENERGÍA SANADORA DEL UNIVERSO: Una
herramienta fundamental de trabajo en la Respiración del Corazón.
5.1. El Poder del Abrazo
5.1. Ejercicio de contacto entre las parejas de respiradores
Capítulo 6: LA IMPORTANCIA DE LA MÚSICA DURANTE LA SESIÓN DE LA
RESPIRACIÓN
6.1. Compaginación de una Sesión Musical para la Respiración del Corazón
6.2. La Música no determina el Resultado de la Experiencia de Respiración
Capítulo 7: Una Expresión Simbólica de la Experiencia
Capítulo 8: LOS MISTERIOS DE LA CONCIENCIA: Casos significativos de aplicación de la
Respiración del Corazón
8.1. El caso de Esther
8.2 El Caso de Vilma e Ignacio: See you on the other side
8.3. El Caso de María y Guillermo
8.4. El Viaje de Diego
PARTE 2: EL TRABAJO DE FACILITAR (nivel avanzado)
Capítulo 9: LA RESPIRACIÓN: Una puerta de entrada a los Estados Ampliados de Conciencia
Capítulo 10: EL ROL DEL FACILITADOR: Un aporte esencial al trabajo de los respiradores
10.1. Acerca del «No Hacer»
10.2. La Formación de los Facilitadores
Capítulo 11: ALGUNAS PARTICULARIDADES DEL TRABAJO CORPORAL: Interpretando el
lenguaje del cuerpo
11.1. Sobre el Trabajo en la Zona del Pecho
11.2. Sobre el Trabajo con los Ojos
11.3. Sobre el Trabajo en la Zona de la Garganta
11.4. Sobre el Nacimiento
11.5. Sobre el Trabajo en el Corazón
11.6. El Trabajo con la Tetania
11.7. La Importancia de Aprender el Lenguaje Corporal
Capítulo 12: ALMAS PERDIDAS: Un viaje desde el chamanismo a la psicoterapia. La sanación
aplicada en el campo vibratorio del respirador.
Capítulo 13: LA RECUPERACIÓN DEL ALMA: Una técnica chamánica de aplicación para la
Respiración del Corazón
Epílogo
Apéndice: Nuevos aportes a la técnica de la Respiración del Corazón.
1. Dame la mano. Quiero sentirte presente conmigo
2. El Poder de la Palabra
2.1. Y quizás un día no vamos a necesitar más las palabras para comunicarnos
3. Las nuevas formas del Trabajo Corporal
Sobre la autora
Bibliografía recomendada
Agradecimientos

En primer lugar, mi agradecimiento al Dr. Stanislav Grof, querido


maestro y compañero de aventuras durante nuestro trabajo con la formación
en Latinoamérica. Es mi deseo que este nuevo enfoque en el camino de la
respiración llegue a la mayor cantidad de practicantes posibles y espero que
ellos comprendan que sumar es siempre mejor que restar o dividir.

También quiero agradecer por igual a todos aquellos que me


alentaron y acompañaron en el camino del desarrollo de esta nueva técnica
—que en realidad no es nueva, sino tan vieja como lo es la Respiración
Holotrópica— y también a aquellos que me desalentaron o me quisieron
apartar del nuevo rumbo. Todos ellos me ayudaron a recorrer el camino que
se expresa en este manuscrito, para llegar hasta aquí con más sabiduría y
con mucho más amor en el corazón.

Mi agradecimiento a todos aquellos que colaboraron conmigo en


este libro, especialmente a Hernán Penido, compañero por igual de largas
horas de trabajo en la sala de los talleres y en la gestación, desarrollo y
parto de esta obra. También, a Juan Carlos Kreimer, por sus valiosos
consejos para que este libro vea la luz.

Deseo incluir también en mi agradecimiento a todos aquellos


compañeros de camino en la facilitación de los talleres de la Respiración
del Corazón, que me aportaron su sabiduría y sus experiencias holotrópicas.

Y dejo para el final la mención especial y el agradecimiento infinito


a todos los participantes, especialmente a aquellos cuyas historias figuran
en este libro. Sin ellos, la Respiración del Corazón no existiría y nosotros,
los que la practicamos, no hubiéramos alcanzado el nivel de empatía y de
comprensión amorosa que fuimos desarrollando con el trabajo.

Gracias, gracias, gracias.


Prólogo de Hernán Penido
Licenciado en Psicología, especializado en clínica transpersonal y
facilitador certificado en Respiración Holotrópica y Respiración
del Corazón

Desde el año 1989 me he dedicado a la psicología clínica y he


atravesado diferentes etapas en mi práctica profesional. El impacto que las
primeras experiencias con la Respiración Holotrópica tuvieron en mí, serían
determinantes en mi camino como psicólogo.

Mi vínculo con Ana María se remonta desde finales del año 2000.
Por ese entonces, me encontraba sumido en una profunda crisis espiritual.
Tras una larga búsqueda, decidí probar con la Respiración Holotrópica
como último recurso de sanación. Así fue como comenzó mi relación con
esta maravillosa técnica creada por el Dr. Grof.

Poco tiempo después, tras mis primeras experiencias como


«respirador», decidí comenzar a formarme como facilitador en el Grof
Transpersonal Training (GTT). Hacia finales de 2001, Ana María me
ofreció trabajar a su lado y aprender directamente de ella este maravilloso
arte. Aunque desde 2004 he organizado talleres con el respaldo de
diferentes facilitadores certificados, nunca he dejado de trabajar con Ana
María. Fue de este modo, sorprendiéndome con sus descubrimientos y
animándome a ponerlos en práctica, como mi trabajo se ha ido empapando
de su experiencia y me encuentra hoy realizando mis aportes en su libro La
Respiración del Corazón y los Estados Ampliados de Conciencia.

En un principio, este libro fue un boceto, un intento por poner en


palabras toda la riqueza de sus tantos años de asistir a los respiradores en su
valiente búsqueda. Intento que, a medida que avanzaba, iba tomando una
forma mucho más grande que la imaginada y que culmina plasmando este
continuo viaje de revelaciones que sorprende a cada vuelta de página.

Como bien dice Ana María: «Esta técnica está viva». En verdad,
crece y evoluciona con cada taller, donde se generan nuevas herramientas
de trabajo y se afianzan las aprendidas anteriormente.

Este libro va dirigido, no sólo a los profesionales en el área de la


psicología, sino también a los respiradores y a todos aquellos que quieran
adentrarse en las profundidades del Ser.

Es un privilegio haber sido convocado para participar en semejante


renacimiento. Esta vuelta de espiral que ve la luz con la Respiración
Holotrópica y que evoluciona hacia La Respiración del Corazón, en un
presente y un futuro sin límites, siempre que haya buscadores valientes en
este mar infinito que es la consciencia. Que sirva al lector como punta de
lanza en la compresión y la sanación de la maravillosa naturaleza humana.
Introducción

En esta obra doy a conocer la técnica de Respiración del Corazón,


que he venido desarrollando en Buenos Aires (Argentina) y practicando en
innumerables talleres terapéuticos desde hace ya varios años.

Está basada en mi camino personal como profesional de la


psicología y en mis estudios dentro del ámbito terapéutico transpersonal,
habiendo sido fundamental para el desarrollo de esta técnica la experiencia
lograda en más de 15 años de trabajo con el Dr. Stanislav Grof y la
Respiración Holotrópica.

La Respiración del Corazón también incorpora aportes de la


Psicología Transpersonal, del Chamanismo y de la Terapia de Vidas
Pasadas (TVP), del Dr. José Luis Cabouli.

Mi elección del encuadre transpersonal y de la técnica de


respiración dentro del trabajo terapéutico se debe a que este enfoque
permite integrar los niveles personales de conciencia con planos o aspectos
espirituales de la persona.

El objetivo de esta obra es poder hacer llegar a un público más


amplio el conocimiento de este trabajo que tantas satisfacciones me ha
traído y que con mucho amor quiero presentar como Respiración del
Corazón. Es mi deseo que su lectura invite a conocer esta técnica a todos
aquellos «buceadores» de la conciencia que todavía no han experimentado
su potencia y efectividad, y que abra nuevas posibilidades de crecimiento
personal a todos aquellos que la practican hace tiempo.

No pretendo hacer un manual de técnica de respiración en el campo


de la Psicología Transpersonal, ya que esto ha sido muy bien abordado por
otros autores —especialmente por el Dr. Stanislav Grof con la Respiración
Holotrópica—, sino dar una nueva vuelta de espiral y enriquecer a los
trabajos anteriores ampliando las posibilidades y alcances de esta
maravillosa herramienta terapéutica.
Lo que hace diferente a esta obra de otras escritas sobre el trabajo
con la respiración es que aporta nuevos elementos a todo lo visto y
experimentado hasta el momento, abriendo un camino para la investigación
y el desarrollo de una técnica que había permanecido prácticamente idéntica
desde su creación.

Las personas que se acercan a los talleres de Respiración del Corazón están
comprometidas con un trabajo de búsqueda interior. Generalmente llegan
motivadas por un deseo de crecimiento y evolución personal, pero también
están los que desean comenzar un proceso terapéutico o los que llegan a
través de una profunda búsqueda espiritual.
A través de este trabajo, se puede acceder a contenidos
inconscientes reprimidos y lograr su liberación. Sanar memorias
relacionadas con el nacimiento, los primeros años de vida, o acceder a
cualquier episodio traumático que necesite ser resuelto. Finalmente,
también permite la conexión con planos transpersonales de la conciencia.

En la Respiración del Corazón, no se puede dirigir la experiencia


conscientemente. Desde el Ser Interior de cada persona surgen tanto el
proceso que se despliega como la sanación resultante, Ni la persona que
realiza la terapia (respirador) ni el coordinador de la misma (facilitador)
pueden marcar el ritmo del trabajo ni controlan intencionalmente los
contenidos que emergen en el respirador o los resultados en el taller. Por
tanto, la confianza en el proceso y la actitud de entrega son dos condiciones
indispensables para todo aquel que se acerca a esta práctica.

Por último, me gustaría aclarar que una rigurosa formación


personal y académica son atributos de todo facilitador de esta técnica, ya
que es imposible acompañar a otro allí donde uno no haya llegado primero.

La obra que tienes en tus manos se encuentra dividida en dos partes


bien definidas:

La Parte 1 titulada RESPIRAR CON EL CORAZÓN está dirigida


al público en general y busca dar a conocer esta forma particular de trabajo
psicológico. Aunque la respiración ha sido utilizada desde tiempos
inmemoriales como una herramienta de autoconocimiento y
transformación, hace relativamente un corto espacio de tiempo que se
incorporó como técnica psicoterapéutica dentro del campo de la Psicología
Transpersonal.

Los capítulos correspondientes a esta primera parte permitirán al


lector ubicar esta técnica dentro del campo de la psicología, conocer cómo
es la práctica de la Respiración del Corazón y adentrarse en algunas de las
particularidades que la hacen única y diferente con respecto a otras técnicas
similares.

La Parte 2 titulada EL TRABAJO DE FACILITAR, está dirigida


especialmente a aquellos practicantes de la técnica de respiración que
quieran enriquecer su trayectoria profesional, abriéndose a todos aquellos
aspectos innovadores que presenta este trabajo, y que son el resultado de mi
recorrido de varias décadas.

Finalmente, deseo y espero que esta obra te aliente a seguir


profundizando en el camino del autoconocimiento y del trabajo personal
profundo que da un verdadero sentido a la existencia.
PARTE 1: RESPIRAR CON EL CORAZÓN (nivel
básico)
Capítulo 1: UN POCO DE HISTORIA
1.1. Los Inicios

Todo comenzó a principios de la década de los 90. Éramos seis


amigos, todos profesionales de la psicología y de la medicina que nos
reuníamos periódicamente para estudiar textos de Psicología Transpersonal.
Esta disciplina era prácticamente desconocida en ese entonces en los
medios académicos de Argentina. Nos autodenominábamos «Grupo
Hexágono». Además, intentábamos practicar entre nosotros algunas de las
técnicas transpersonales de las que lográbamos tener conocimiento.

Un día, Hugo (uno de los integrantes), llegó con la noticia de que


iba a dirigir una experiencia de hiperventilación, técnica que había conocido
en el ashram [1] del maestro Osho, en Puna (India). Entusiasmados, el
resto de nosotros, nos tendimos en colchonetas mientras Hugo ponía un
viejo casete con música que había traído especialmente para la actividad.
Durante cuarenta minutos practicamos el ejercicio de respiración que, a
grandes rasgos, consistía en inhalar y exhalar más rápida y profundamente
que lo habitual.

Mi experiencia fue realmente impactante. Literalmente, me convertí


en la música: vivencié los tonos, la vibración acústica, los armónicos en su
estado más puro, sin que ninguna de esas sensaciones fuera mediada por mi
oído (más tarde aprendería que, en el mundo holotrópico, es posible tener
acceso a todos los aspectos de la realidad sin la mediación de los sentidos
ordinarios). Quedé tan conmocionada que, al finalizar el ejercicio, le pedí el
casete a Hugo con ganas de revivir la experiencia que acababa de transitar.

Para mi sorpresa, cuando lo escuché en estado «normal», mi


sensación fue muy diferente: me encontré con una música disonante, llena
de ruidos y estática, bastante mal grabada. Realmente no me servía para
trabajar con ella. Sin embargo, la experiencia original había dejado una
huella profunda en mí. Tiempo después, esto me llevó a viajar, junto a dos
compañeros del grupo Hexágono, a un congreso de Psicología
Transpersonal en la ciudad de Toronto (Canadá), donde el Dr. Stanislav
Grof coordinaría un taller antes del encuentro.
Conocíamos a Grof mediante sus libros y admirábamos mucho su
trabajo. Había sido él uno de los fundadores de la Psicología Transpersonal,
pero más importante aún: Grof era el creador de la Respiración
Holotrópica, técnica por la cual se había vuelto mundialmente reconocido.
Si había alguien capaz de enseñarnos cómo profundizar la experiencia que
habíamos vivido, ése era él.

El congreso tuvo lugar en un auditorio gigantesco y asistieron


personas de todo el mundo, de toda clase y color: terapeutas, pacientes,
monjes y gente impulsada por la necesidad de vivir nuevas experiencias. Lo
más gracioso fue que, durante la respiración, no experimenté nada
significativo. Igualmente, aunque no pude salir del estado habitual de
conciencia, me fascinó la técnica, la música (que en este caso sí era muy
hermosa), y la energía que vibraba en esa enorme sala repleta de
participantes y de facilitadores que nos acompañaban en el intenso trabajo
interior.

Durante esa época, yo estaba realizando un curso en Estados Unidos


con la Dra. Elizabeth Kübler-Ross, eminencia mundial en los cuidados
paliativos con enfermos terminales. Elizabeth fue pionera en esta área —
actualmente de gran actualidad, pero que en aquellos años era
prácticamente desconocida—. La participación en sus talleres me había
acercado definitivamente a lo que es la catarsis y la descarga emocional
como sustituto y/o complemento de la palabra en el proceso terapéutico.

A esto se sumaron otros talleres con diferentes representantes del


mundo transpersonal de Norteamérica. Entre estos, rescato a Ram Dass y a
Stephen Levine, quienes también trabajaban con el tema de la muerte y
gracias a los cuales pude conectar definitivamente el mundo psicológico
con el mundo espiritual. Todo esto significó un gran cambio tanto en mi
vida profesional como también personal. Decidí discontinuar el
entrenamiento con Kübler-Ross, para poder empezar en California una
formación de Respiración Holotrópica y Psicología Transpersonal con el
Dr. Grof. Comencé mi primer módulo en el Grof Transpersonal Training
(GTT) en 1992.
Fueron cuatro años de formación rigurosa e intensa. Éramos muchos
participantes y procedíamos de distintas partes del mundo. Nos
encontrábamos durante varios días dos o tres veces al año. Si bien no
éramos siempre los mismos, hice amistades y conservo recuerdos que
perdurarán para siempre en mi vida. Nos unía nuestro amor por las
propiedades curativas que existen detrás de los estados ampliados de
conciencia y la certeza de que en psicoterapia no todo debe pasar por la
mente y la palabra.

Diariamente nos juntábamos a aprender los fundamentos teóricos de


la técnica, dictados por el Dr. Grof en persona y a practicarlos en largas e
intensas sesiones vivenciales. Conformábamos un grupo muy unido, con
una gran sensación de pertenencia, en gran medida debido a las tan
profundas experiencias que transitábamos juntos.

La formación me permitió también ampliar mi conocimiento dentro


del universo transpersonal y nunca me arrepentí de la decisión tomada, Con
cada paso que daba en este nuevo camino, se reconfirmaba mi certeza de
que, había encontrado aquello que había venido a hacer a esta vida.
Finalmente me certifiqué en el año 1996, —veintisiete años después de
haberme graduado como psicóloga, y cerca de haber cumplido los cincuenta
años—.
1.2. Mis Años como Representante de la Respiración Holotrópica en
Sudamérica

Cuando me encontraba en la mitad de mi formación, el Dr. Grof me


preguntó si quería traer el entrenamiento a mi país. Jamás había pensado
que algo así pudiera suceder. La Respiración Holotrópica era conocida en
todas partes y era habitual que su fundador viajara por el mundo para
presentarla y realizar seminarios. Sin embargo, en Argentina y en
Sudamérica en general, estaba todavía poco difundida. Para mí representaba
todo un desafío: hasta ese entonces mi actividad había estado limitada a la
práctica más o menos exitosa de mi profesión como terapeuta transpersonal.
Pero esto era otra cosa: implicaba lidiar con aspectos organizativos,
administrativos y económicos de otro orden. Finalmente, decidí aceptar la
propuesta y comencé a organizar módulos del Grof Transpersonal Training
en Buenos Aires y en otros países de América Latina.

Conservo todavía la sensación de que el universo me facilitó el


armado de los primeros talleres. Era un momento de estabilidad económica
en Argentina y gracias a esto pude hacerme cargo del gasto de los pasajes y
honorarios de David y Roberto y en algunas ocasiones también Diane,
todos ellos facilitadores extranjeros junto a los cuales empecé a facilitar los
primeros talleres de Respiración Holotrópica. Paulatinamente, invité al
propio Dr. Grof y a su equipo, para impartir módulos de formación en
Buenos Aires. La técnica se difundió con rapidez y la recepción fue tan
buena que llegamos a alquilar teatros y grandes salones para las charlas y
los talleres. Los participantes, llegaban tanto de la capital, como también
del interior de Argentina y de países limítrofes.

Con altibajos, la actividad se sostuvo durante más de quince años. El


sabor que conservo de aquellos momentos es hermoso. Recorrí Argentina
casi en su totalidad y tuve la satisfacción de certificar a tres promociones de
facilitadores, con muchos de los cuales todavía conservo un lazo entrañable.
Fueron, además, años de continuo aprendizaje, profundizando en un nuevo
paradigma que entiende que el trabajo psicoterapéutico no debe quedar
solamente en la palabra y que es necesario llegar al fondo, a las capas más
profundas de la psique, para liberar el material inconsciente. Mientras todo
esto ocurría, yo iba transitando mi propio camino de autodescubrimiento y
transformación que complementaba todo el aprendizaje recibido en mi
formación. De esta manera, año tras año mi trabajo se fue haciendo más
auténtico y profundo. Pude entender verdaderamente el dolor humano y
acercarme a él para sanarlo.

Por otro lado, comenzaba a darme cuenta que la práctica del Dr.
Grof podía ser enriquecida con algunos añadidos técnicos que había ido
vislumbrando a través de la amplia experiencia obtenida en tantos talleres
de RH. Por ejemplo, pude reconocer la enorme importancia del cuidado
amoroso de los facilitadores como clave para obtener los mejores
resultados. El espacio de sostén y cuidado es captado inconscientemente por
los participantes permitiéndoles una mayor apertura y profundidad.
Además, cuantos más facilitadores disponibles hubiese en la sala y cuanto
más experimentados fueran al haber trabajado y liberado su propio dolor;
más intenso era el trabajo de los respiradores. Son muy importantes las
emociones que se generan en el facilitador en el momento en que está
trabajando con un respirador. Por ejemplo, en situaciones difíciles, como
pueden ser el ahogo o la asfixia en el respirador, si el facilitador no siente
miedo ni duda y en cambio confía en la capacidad sanadora del cuerpo y en
su propia destreza para asistir al respirador, permite la posibilidad de que el
proceso se despliegue y no se detenga. Uno ayuda a la persona a sanarse,
no sólo a través de lo que hace físicamente con el respirador sino también,
mediante la confianza y seguridad que transmite en el proceso y que ofrece
como sostén. Sin lo interior, lo exterior no tiene la misma fuerza. Esto
último puede ser difícil de entender para el facilitador que todavía no ha
descubierto esta verdad en su propio trabajo. Comparto un caso como
ejemplo que puede aclarar esta idea:

S. comienza la respiración pujando


desesperadamente para nacer y,
atravesando el canal de parto, queda
atorado y comienza a ahogarse. Su cuerpo
convulsiona dramáticamente y el aire no
llega a sus pulmones. Lo sostengo con mi
propio cuerpo mientras el terror lo lleva a
querer salirse de la experiencia.
Cabe aclarar que S. ha sufrido ataques de pánico en varias
ocasiones.
No tuve dudas en ningún momento de que
mi confianza en el proceso y mi calma
(frente a su propio miedo), fue lo que lo
ayudó a sostener esa sensación de muerte
el tiempo suficiente para salir del ahogo y
poder finalizar su experiencia de
nacimiento. Ante la más mínima duda o
temor de mi parte, la experiencia hubiera
sido interrumpida y, probablemente no
hubiera podido sanar las memorias
subyacentes del trauma del nacimiento.

Este trabajo entra en el orden de lo sagrado. Es llegar a lo divino


desde nuestra humanidad. Una sala de respiración con su desgarro y dolor
humanos transformados por el amor y la compasión de los que ayudan, es
un templo, y la transformación que se da en ella, una ofrenda a Dios.
1.3. El Nacimiento de la Respiración del Corazón

A inicios del año 2010, todavía afectados por la crisis económica


que había golpeado al mundo dos años antes —especialmente a Argentina
—, percibí que no sería fácil iniciar otro ciclo de formación.
Coincidentemente, en la sede del GTT me comunicaron que habían
designado a otra persona —un facilitador chileno— para representar a la
RH en esta parte del mundo.

Después de quince años con la enseñanza de la técnica, mi


compromiso era total. Por este motivo, decidí comenzar una formación
propia, separada del GTT. Me comuniqué con el Dr. Grof para solicitarle su
aval. Me lo dio, junto con el pedido y condición de que no usara la palabra
“holotrópica” en el nombre, ya que ésta se había convertido en una marca
registrada que ya no le pertenecía a él.

Si bien experimenté la incertidumbre y el dolor de apartarme de una


organización que me había cobijado durante tanto tiempo y a la que yo me
había brindado por completo, también entendí que se abría por delante una
magnífica oportunidad: la de continuar desarrollando mi trabajo
psicoterapéutico con la respiración —ahora, con la libertad de hacerlo en
mis propios términos, incluyendo quizás, algunos de los avances que había
vislumbrado en mis quince años de práctica—.

Decidí buscar un nombre nuevo. Aunque no terminaba de


convencerme el nombre: Respiración del Corazón, éste prevalecía frente a
otros. Un hecho fortuito y maravilloso fue el que me convenció de que ése
era el nombre que debía elegir. Sucedió mientras caminaba por una
bellísima playa cercana a la ciudad de Lima, en Perú. É sta es una ciudad a
la que viajo hace ya muchos años para impartir talleres de respiración. En
esa ocasión, había ido junto a dos amigos argentinos para asistir a un retiro
de meditación budista. En los ratos libres, algunos de los participantes nos
acercábamos hasta una playa de aguas transparentes para caminar o
meternos en el mar.

De repente, como emergiendo de la nada, una hermosa piedra de un


rojo brillante me estaba llamando desde el fondo del agua movida por las
olas. Me acerqué casi sin pensar en lo que hacía y, al tomarla entre mis
manos, me di cuenta de que tenía la forma exacta de un bellísimo corazón,
de color rojo y gris oscuro. Su tamaño era considerable y su color me
sorprendía ya que, casi parecía un corazón de verdad. En ese momento,
supe instantáneamente y sin ninguna duda, que era un mensaje, y que la
técnica que iba a empezar a enseñar en Lima tenía que llamarse
“Respiración del Corazón”.

La piedra me acompaña desde entonces, y está en este momento a


mi lado, mientras escribo estas palabras. Con el paso del tiempo, pude
comprobar que ésta había sido una muy buena elección. Especialmente
porque la respiración localizada en la zona del pecho (alrededor del
corazón) se convirtió en un recurso sumamente importante. Y además,
porque el cuidado y la actitud amorosa pasaron a ser la esencia constitutiva
de esta nueva técnica.

Para mi sorpresa, poco a poco fui descubriendo que aquello que en


su momento había sido doloroso hoy se convertía en una ventaja, ya que al
no utilizar la palabra «Holotrópica», podía implementar pequeños cambios
en la técnica sobre la base de los descubrimientos que fueron surgiendo con
la práctica, los cuales producían grandes resultados (estos cambios hubieran
sido imposibles de hacer dentro del marco de la RH).

En estos últimos años, la Respiración del Corazón ha continuado su


evolución. Hemos ido aportando recursos desde saberes ancestrales
procedentes de culturas chamánicas hasta pequeñas modificaciones técnicas
fruto de mi práctica incesante.

Al mismo tiempo, desde Trans-Formar, nuestro centro de Buenos


Aires, hemos comenzado a formar a los primeros facilitadores expertos en
la técnica, a través de un trabajo personal muy profundo con cada uno de
ellos. En todos los casos, hemos operado bajo la premisa de que lo que
verdaderamente sana es el amor y la presencia del otro.

Hoy en día, los primeros facilitadores certificados por nosotros nos


llenan de orgullo, y gracias a la expansión de nuestra escuela, la
Respiracion del Corazón se está desarrollando en algunos países de
América Latina.

Como todo ser vivo, ésta es una técnica en movimiento y en


permanente crecimiento, y es mi anhelo más profundo que continúe su
evolución más allá de mí y de todos los que hoy la ponen en práctica.

Piedra Corazón
Capítulo 2: LA RESPIRACIÓN DEL CORAZÓN Y
LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL
2.1. Breve Introducción a la Psicología Transpersonal

La Respiración del Corazón tiene un enfoque terapéutico que se


inscribe dentro del marco de la Psicología Transpersonal.

La Psicología Transpersonal nace como un derivado de la Psicología


Humanista, la cual es creada a mediados del siglo XX por el psicólogo
americano, Abraham Maslow, iniciador también del movimiento del
potencial humano. Este movimiento busca el desarrollo de las capacidades
más altas de la psique y no sólo el trabajo con los aspectos dañados del ser
humano.

La Psicología Humanista incluye el cuerpo y la expresión de las


emociones en el trabajo terapéutico, marcando una gran diferencia con
respecto a la terapia psicoanalítica y a las terapias exclusivamente verbales.

En el año 1967, un pequeño grupo de profesionales con otras


inquietudes se reúne en California (Estados Unidos), para dar nacimiento a
una nueva rama de la psicología a la que denominan Psicología
Transpersonal. Este grupo está formado por el mismo Maslow, Stanislav
Grof, Anthony Sutich y Sonya Margulies, entre otros. Reconocen la
importancia de incluir dentro del concepto de la Psicología Humanista el
trabajo con la dimensión espiritual. Tanto es así, que el término
Transpersonal se refiere a aquello que va «más allá de lo personal». Esta
nueva visión acerca del trabajo terapéutico genera un espacio para distintas
técnicas que ayudan al desarrollo espiritual del ser humano, como el yoga,
la meditación, el trabajo con los Estados Ampliados de Conciencia y
enfoques de las distintas tradiciones espirituales y de la sabiduría indígena.

En sus comienzos, este nuevo enfoque terapéutico crece lentamente


debido a la dificultad de su aceptación en el medio académico tradicional.
Sin embargo, en esta última década, su desarrollo y expansión han sido
sorprendentes. No sólo son muchos los profesionales de la salud mental los
que se sienten identificados con él, sino que también está siendo reconocido
por un amplio número de personas que miran con alivio la integración de la
psicología y de la espiritualidad dentro del trabajo clínico.
Es cada vez más frecuente la aparición de nuevas formas de terapia
dentro del enfoque transpersonal. Por mencionar solamente algunas de las
más conocidas: la Respiración Holotrópica del Dr. Stanislav Grof, las
Constelaciones Familiares de Bert Hellinger y el EMDR o
Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares de la Dra.
Francine Shapiro. Del mismo modo, la Terapia de Vidas Pasadas (TVP), del
Dr. José Luis Cabouli —a la que haremos mención más adelante en este
libro—.
2.2. Los Estados Ampliados de Conciencia

En nuestro estado de conciencia diario, nos identificamos solamente


con una pequeña fracción de quien realmente somos. Nuestra conciencia es
multidimensional y es posible abarcar con ella regiones más vastas de la
realidad que llamamos «ordinaria». Los Estados Ampliados de Conciencia
son una capacidad innata del ser humano.

La Psicología Transpersonal abarca diferentes técnicas que utilizan


los Estados Ampliados de Conciencia como herramienta terapéutica. Sin
embargo, estos estados han sido conocidos y utilizados desde tiempos muy
remotos en las distintas culturas ancestrales con varios fines: lograr
conocimiento, unión del grupo, sanación, rituales, etc. Asimismo, las
Escuelas de Sabiduría de Oriente y Occidente han empleado estos estados
para la búsqueda de trascendencia y de unión con lo divino.

Los Estados Ampliados de Conciencia nos permiten sanar nuestras


emociones y, finalmente, trascender el sufrimiento. El trabajo terapéutico
transpersonal logra remitir los síntomas accediendo a estos planos
superiores de conciencia.

La respiración acelerada es una de las formas más simples y


efectivas para lograr un Estado de Conciencia Ampliado y acceder al
material inconsciente que necesita ser trabajado —aunque hay otras
técnicas que también utilizan estos estados como herramienta terapéutica,
como la hipnosis y la deprivación sensorial, por ejemplo—.

Un capítulo aparte sería el uso terapéutico de los psicodélicos o de


las llamadas «plantas maestras», que alcanzan estas dimensiones de la
conciencia a través de un agente inductor externo a la persona. En el caso
de la respiración, la apertura a estas dimensiones se realiza sin la mediación
de ninguna sustancia y surge desde lo más profundo del interior de la
persona. Siempre aconsejamos acudir a un profesional experimentado, ya
que la guía y el cuidado son una condición indispensable en este tipo de
trabajo.
2.3. El Uso de la Respiración como Técnica Terapéutica: La
Respiración Holotrópica del Dr. Stanislav Grof

El primero que utilizó la respiración como una herramienta


terapéutica fue el psiquiatra checoslovaco Stanislav Grof. El Dr. Grof nació
en Praga en el año 1931 y estudió la carrera de medicina en su ciudad natal,
eligiendo la especialidad de psiquiatría a partir de la influencia que el
psicoanálisis del Dr. Sigmund Freud generó en él. La casualidad hizo que
pudiera prestarse como voluntario en la clínica en la que trabajaba para una
experiencia con el recién descubierto LSD[2].

Fue tal el impacto que le produjo esta experiencia que, a partir de


ese momento, se dedicó a la investigación científica y al trabajo clínico con
el uso de esta sustancia. Sin embargo, debido al consumo recreativo que se
le empezó a dar a este componente psicoactivo, en el año 1975 decidió
reemplazarlo con la respiración como otra puerta de entrada a los Estados
no Ordinarios de Conciencia. Fue éste el nacimiento de la Respiración
Holotrópica, técnica que lo hizo mundialmente conocido en el ambiente
psicológico.

En la Respiración Holotrópica, se produce una modificación en la


conciencia debido a la unión de una particular forma de respiración con
otros elementos como la música evocativa y una actividad corporal
específica. Como resultado, se accede al material inconsciente reprimido
que aflora en la conciencia y puede ser liberado y/o integrado.

En sus inicios, esta técnica fue difícil de incorporar en el medio


académico reinante debido a lo revolucionario de su propuesta. Sin
embargo, sus sorprendentes y efectivos resultados fueron ganándole un
lugar importante dentro del campo de la psicoterapia.
2.4. La Terapia de Vidas Pasadas (TVP) del Dr. José Luis Cabouli

La Respiración del Corazón recibe un aporte importante de la


técnica de Terapias de Vidas Pasadas (TVP) desarrollada por el Dr. José
Luis Cabouli.

El Dr. José Luis Cabouli se graduó en medicina en el año 1974,


formándose como cirujano y especializándose en cirugía plástica y
reparadora. Varios años después, abandonó el ejercicio de la cirugía para
dedicarse exclusivamente al desarrollo y práctica de la TVP. Desde el año
1992, tiene un centro destinado a la formación de profesionales en esta
técnica, dictando cursos de formación en Argentina y en el extranjero.

El proceso de algunos de los respiradores que participaban de


nuestros talleres nos fue llevando a incluir la TVP como una herramienta
más de nuestro trabajo. Esto surgió de manera espontánea cuando en su
respiración algunos de los participantes mostraron elementos que sólo
podían ser abordados desde la técnica de regresión. Nos estamos refiriendo
específicamente a la aparición de lo que parecían ser entidades
desencarnadas presentes en los respiradores durante su trabajo y que
intentaban comunicarse con nosotros. Desarrollaremos ampliamente este
tema sobre Almas Perdidas en el capítulo 12.

En relación a la TVP, podemos aseverar que muchas personas que


atravesaron por la experiencia de regresión descubrieron que los síntomas y
conflictos que las perturbaban desaparecían o se resolvían al revivir escenas
de lo que podrían llegar a ser sus vidas anteriores.
2.5. La Sagrada Tradición Andina

Muchos de los que trabajamos con la Respiración del Corazón nos


iniciamos en la Sagrada Tradición Andina. Ésta es una práctica pre-incaica,
protegida de la conquista española por los Q'eros, última comunidad Inca
superviviente y guardianes de la antigua sabiduría de los Andes.

Recorrimos un camino espiritual muy simple y, a su vez, muy


profundo, que elige el contacto con la naturaleza como vía regia para
comunicarnos con una dimensión superior. Los iniciados en la Sagrada
Tradición Andina estamos comprometidos con la recuperación del sentido
de lo sagrado en la vida cotidiana.

Al ser ésta una tradición iniciática andina ancestral, que se transmite


de maestro a discípulo y ser de tipo vivencial, hay poca literatura al
respecto. Por ello, lo que aconsejamos es tener un contacto directo con
maestros de la tradición Q’ero.

Entre los diversos rituales de esta tradición, hay uno muy hermoso
que recuperamos para el inicio de nuestros talleres. Se trata de la apertura
de un espacio sagrado y protegido; el que se logra invocando a las cuatro
direcciones cardinales y a los espíritus y/o animales de poder de esas cuatro
direcciones: a la Sachamama o Serpiente de las Aguas y a los espíritus del
Agua en la dirección del Sur; al Otorongo o Felino de Luz y a los espíritus
del elemento Tierra en el Oeste; al Quenti o Colibrí Sagrado y a los
espíritus del Aire en el Norte. También invocamos al Lobo en esta dirección
y a los Ancianos Sabios, Abuelos y Abuelas, les pedimos que nos enseñen a
unir el pensamiento con el corazón. Finalmente llamamos a los Espíritus del
Este, al Cóndor y al Águila, al elemento Fuego. Por último, establecemos
contacto con la Madre Tierra, con los Apus, espíritus de las Montañas y con
el Padre Cielo. Dejamos para el final el contacto con la «dirección interior»,
pidiendo a los participantes que con sus manos sobre el corazón llamen a su
Ser Interior para que sea él, el que se manifieste en el trabajo que van a
realizar.
Capítulo 3: PARTICULARIDADES DE LA
RESPIRACIÓN DEL CORAZÓN QUE LA
DIFERENCIAN DE LA RESPIRACIÓN
HOLOTRÓPICA
Probablemente la diferencia más importante entre ambas técnicas
sea que, en la Respiración del Corazón se permite una mayor participación
del facilitador en los procesos del respirador.

Facilitador es un término creado por el Dr. Grof para referirse al


coordinador de los talleres de respiración. Es un término muy apropiado ya
que nosotros no dirigimos la experiencia, sino que sólo ayudamos a la
persona (respirador) a que complete el proceso que su ser interior le trae a
la conciencia.

Una regla básica de la Respiración Holotrópica (RH) es la de


intervenir únicamente en el caso que el participante pida ayuda, o si hay
algún peligro para el respirador o para las personas que lo rodean (como
que se golpee, por ejemplo). Es decir, que gran parte del desarrollo y del
resultado del ejercicio únicamente dependen de la acción de la respiración
sin la intervención de nada exterior.

En la Respiración del Corazón pensamos que, si bien hay muchos


casos en los que no es necesario intervenir durante ningún momento del
ejercicio ya que el trabajo de respiración fluye sin interrupciones y lleva a
un muy buen desenlace, esto no siempre es así. Con el tiempo y la
experiencia los facilitadores entrenados llegamos a darnos cuenta cuándo
nuestra intervención se hace necesaria para ayudar al respirador a liberar un
bloqueo energético, a completar «una Gestalt» (secuencia) o, simplemente,
a profundizar el trabajo y llevarlo a su culminación. En ese caso, nos
acercamos con suavidad y total libertad al costado de la colchoneta y
ofrecemos la posibilidad de nuestra asistencia aún sin que el respirador nos
llame.
DURACIÓN DE LOS TALLERES
Un primer dato a señalar es que los talleres de Respiración del
Corazón tienen siempre una duración de dos días. Consideramos que la
profundidad y la completitud del proceso requieren ese tiempo mínimo de
trabajo interior y, por eso, salvo algún caso muy específico como puede ser
una presentación en algún seminario, los participantes siempre realizan dos
respiraciones por taller. Generalmente, en la primera se abre el proceso, que
se cierra y completa en el segundo día de trabajo.

Siempre digo en la charla introductoria al taller que el primer día es


como si se subiera la montaña. A veces, cuesta esfuerzo la subida. El
segundo día en cambio, después de haber llegado a la cumbre el día
anterior, bajamos con más facilidad y completamos la aventura de
exploración.

APERTURA DE UN ESPACIO SAGRADO

Como se explicaba anteriormente, el taller se inicia con un ritual de


apertura aprendido y practicado en la tradición chamánica andina, en el que
se crea un espacio sagrado para el trabajo. Hemos podido comprobar que
establecer este espacio de protección es de enorme beneficio para el
profundo trabajo emocional a realizar, tanto para los respiradores como para
los facilitadores. Entre otros aspectos, se genera un ámbito de protección
espiritual muy poderoso que ayuda a lograr una mayor plenitud y confianza
en el trabajo.

CORAZAS MUSCULARES Y FORMAS DE RESPIRAR

La Respiración del Corazón es una técnica que ayuda a trabajar y


disolver las corazas musculares. El primero que habló de las corazas
musculares fue Wilhelm Reich, médico, psiquiatra y psicoanalista austríaco,
discípulo de Freud, que vivió en la primera mitad del siglo XX. Pero en
realidad fue un discípulo suyo, Alexander Lowen, médico y psicoterapeuta
estadounidense, el que creó la conocida técnica psicoterapéutica llamada
Bioenergética, la que trabaja disolviendo los bloqueos musculares y
permitiendo la expresión de las emociones allí bloqueadas.

La coraza muscular es la capa defensiva que el organismo construye


a lo largo de la vida para protegernos de las amenazas, como si fuera una
armadura. Desde que nacemos, el cuerpo reacciona ante los estímulos
externos que considera emocionalmente amenazantes creando tensiones
musculares. Si esto se repite periódicamente, las tensiones se vuelven
crónicas y se manifiestan en una «coraza muscular». Liberarlas produce un
alivio y una sanación inmediata de las emociones.

Durante la experiencia con las técnicas holotrópicas tradicionales de


respiración, pudimos comprobar que ciertas personas no lograban entrar en
proceso ni hacer contacto con sus emociones reprimidas en el inconsciente.
La mayor parte de las veces, el factor desencadenante para que esto
sucediera era un bloqueo o una disminución de la respiración. Haber podido
identificar este problema fue clave en la decisión de modificar, en ciertos
casos, la forma de respirar, resolviendo el problema y logrando que
prácticamente todos los participantes maximicen el beneficio de su
experiencia.

Pero cuando, aun con el cambio de respiración la persona no puede


«entrar en proceso», es necesario trabajar con la coraza muscular que le
impide respirar amplia y rápidamente. De modo que, el día sábado y
durante el inicio de la sesión, observamos a los participantes nuevos y, si en
algún respirador se manifiesta una coraza muscular que le dificulta el
proceso de respiración, el facilitador interviene y lo ayuda a liberar los
bloqueos físico-energéticos en la zona del pecho[3].

UTILIZACIÓN DE LA PALABRA DURANTE LA


RESPIRACIÓN

Cuando es necesario, se utiliza la palabra para guiar y ayudar a los


participantes durante su trabajo. El recurso de la palabra se está
convirtiendo en una herramienta habitual en el trabajo de los facilitadores.
Hemos comprobado que, al aumentar el uso de este recurso, se han
producido grandes cambios en los procesos individuales de cada
participante. Asimismo, cabe aclarar que esta intervención sólo la realizan
aquellos facilitadores experimentados que pueden hacer uso de un diálogo
breve, conciso y al servicio del respirador[4]. A veces, el uso de una breve
exhortación, como puede ser «No tengas miedo», marca una gran diferencia
en el proceso y resultado del trabajo.

ACTUAR O NO ACTUAR
Según mi experiencia, interactuar con nuestra presencia amorosa y
con sumo respeto para guiar y acompañar al respirador en aquello que
necesite, da lugar a resultados mucho más efectivos. Sin embargo, éste,
probablemente, sea el punto más conflictivo y difícil de determinar para un
facilitador, ya que, como lo sugiere la holotrópica tradicional, si se
interviene imprudentemente, se puede desviar al participante de su proceso.

Es por eso que no es recomendable trabajar de esta manera hasta


haber limpiado dentro de sí mismo todos los deseos de ayudar desde la
propia necesidad del facilitador y no desde la del participante (respirador).
Ahondaremos más en los criterios que se aplican, cuando hablemos, en el
capítulo 10 sobre el rol del facilitador. Pero igualmente podemos decir que
nuestra participación como facilitadores excede el marco tradicional para
dar lugar a un contacto más libre y de mayor profundidad con el respirador.

Me gustaría ilustrar con un ejemplo las situaciones en las que el


facilitador de esta técnica debe decidir si actuar o no actuar en apoyo del
respirador. Vemos entonces el caso de R.:

R. está en la colchoneta lindera a la que yo


estoy trabajando con otra persona. Se va
poniendo en posición fetal y se empieza a
hamacar suavemente haciendo un
movimiento de rocking (balanceo rítmico)
por unos minutos. Vuelve a quedarse
quieta y luego comienza el balanceo
nuevamente. Esta escena se repite varias
veces y me trasmite una sensación de
soledad y desamparo muy grandes.
Cuando termino con el participante al que
estoy asistiendo, decido acercarme a ella,
sin tocarla. Me preguntó, con cierta
preocupación, si tendría que intervenir o
debería dejarla sola para que continúe con
su proceso. Ante la duda, me quedo cerca
de ella simplemente mirándola y
esperando para ver sus reacciones frente a
mi presencia.

Aunque me mantengo alejada casi medio


metro de ella y no me muevo, sé por
experiencia que mi presencia y mi
contacto le llegan de una manera sutil, y
decido no intervenir si ella no me envía
alguna señal o permiso como para que lo
haga.

Su cuerpo se cierra cada vez más y la


sensación de desamparo que me trasmite
es cada vez mayor y su movimiento de
balanceo es cada vez más fuerte…

Finalmente decido acercar mi mano


derecha a su cuerpo, pasándola detrás de
su espalda, pero sin tocarla. A su vez,
acerco muy suavemente mi cabeza un
poco más cerca de la de ella y, al ver que
no se mueve ni interrumpe su movimiento,
sino que lo sigue aumentando, tomo
confianza y acerco mi cabeza lo suficiente
como para hacer contacto entre mi frente y
la suya, dándole un apoyo y acercando mi
mano y mi brazo muy suavemente para
cubrir su espalda.
Me quedo inmóvil en esta posición y ella,
al cabo de un rato, comienza a hacer fuerza
con su cabeza y a girarla hacia atrás junto
con todo su cuerpo en un inequívoco
proceso de nacimiento al que acompaño
alentándola con un «Vamos, haz fuerza».
Ayudada por Hernán, quién se acerca al
ver la escena, logramos que su nacimiento
sea rápido y sin complicaciones.

En el momento de compartir, al finalizar la


jornada del taller, R. cuenta, con una
enorme sonrisa, que está en la panza,
angustiada y sin deseos de nacer sintiendo
que quiere «irse» (añade que, en otro
taller, no con nosotros, vive la experiencia
de nacer muerta) y que esta vez, cuidada
por la compañía y el amor recibido, con
mucho alivio, siente haber sido rescatada
por mí. Esto le permite tener un hermoso
nacimiento en el que ingresa a la vida con
otra sensación y con ganas de vivir.

Ahora comparto la misma experiencia descrita directamente por la


respiradora R.:

Tuve una experiencia increíble con la


Respiración del Corazón. Comencé con la
respiración y al cabo de un rato sentí una
resistencia interna: un «No» inmenso
dentro de mí, como si fuese mi alma que
no quería bajar a la panza de mi madre.

Pese a esa resistencia, no pude evitar


sentirme en su panza. Por un largo tiempo
me quedé quieta, sin ganas de moverme y
con mucho miedo. Me quedé en silencio e
inmóvil. Tras un rato, comencé a
hamacarme rítmicamente, hasta que sentí
la presencia de Ana María muy cerca,
aproximándose lentamente. Me dijo muy
despacio al oído: «¡Vamos!», o algo así, y
me tocó suavemente de manera muy
liviana. Entonces sentí la necesidad de
hacer fuerza con todo el cuerpo,
especialmente con mi cabeza, que empezó
a empujar. Esta vez me di cuenta de que
iba a nacer. Otro facilitador intervino junto
a ella, haciéndome sentir con sus manos el
pasaje por el canal de parto. Yo sentía
mucha alegría y ganas de hacer el
esfuerzo. Sentí en mí y en todo el contexto
mucho amor y la bienvenida de la vida.
Fue una forma completamente diferente a
otras experiencias anteriores traumáticas
de nacimiento que había tenido. Ahora me
sentí nacer en el amor, más entera y más
feliz. Por primera vez me sentí unida con
la vida, con voluntad de nacer y vivir,
pudiendo romper un viejo patrón de
comportamiento, resignificando mi
profundo y antiguo rechazo a la vida.

Gracias a Ana María y al equipo de


Respiración del Corazón por la
sensibilidad y belleza con la que se
hicieron cargo de mí.

Con cariño,
R.
ARQUETIPO O ENTIDADES DESENCARNADAS

Según mi experiencia en todos los talleres de respiración, tanto en el


método Holotrópico como en la Respiración del Corazón, algunas veces
aparecen almas desencarnadas que se manifiestan durante el trabajo del
respirador.

Conocer la técnica de Terapia de Vidas Pasadas (TVP)[5] me


permitió identificar que no se trata de manifestaciones arquetípicas, como
se plantea desde la RH. En realidad, aunque muchas veces ellas mismas se
presentan como representantes de la oscuridad, son almas de seres que han
fallecido y que acompañan al respirador adosadas a su campo energético
desde hace mucho tiempo. Profundizaremos sobre este tema en el capítulo
12 que habla sobre Almas Perdidas.

En estos casos se sugiere a la persona que permanezca en la sala


después de finalizar el taller para realizar un trabajo individual con la
técnica de TVP, para liberar a la entidad y permitirle su ingreso a la luz.

FORMACIÓN DE FACILITADORES

Un pilar muy importante de la Respiración del Corazón es la


formación de los futuros facilitadores. Su duración es de alrededor de tres
años y se realiza en grupos pequeños de no más de 12 ó 13 personas por
vez, para facilitar el trabajo personal de los participantes. La dedicación y el
cuidado que ponemos en la formación de estos profesionales es algo
distintivo de nuestra técnica (véase el capítulo 10: El rol del facilitador).

Dentro del clima de contención y cuidado característicos de nuestro


trabajo, una de las variables que más influye en el resultado del taller es el
gran número de facilitadores disponibles en la sala y la preparación de que
disponen para resolver cualquier situación que pueda presentarse. Hemos
constatado que el número ideal de facilitadores es el de uno por cada cinco
o seis participantes.

A continuación, me gustaría compartir la experiencia de Hernán


Penido, mi ayudante en la formación de facilitadores y mi compañero en
muchos de los talleres que realizo. Hernán recibió el título como facilitador
en RH en el año 2008 y me acompañó en el tránsito desde esa técnica a la
de Respiración del Corazón. Su ponencia es muy clara para entender la
necesidad de ayuda que tienen los nuevos participantes al comenzar a
practicar la respiración.

LA DIFERENCIA ENTRE LA RESPIRACIÓN


HOLOTRÓPICA Y LA RESPIRACIÓN DEL
CORAZÓN DESDE LA EXPERIENCIA VIVENCIAL,

por Hernán Penido, facilitador de la Respiración del


Corazón

Como relato en el comienzo de este libro, comencé mis


prácticas como facilitador en RH en el año 2001 en los
talleres de Trans-formar, coordinados por Ana María, a
la par de cursar los módulos de la formación dictada por
el Grof Transpersonal Training, habiéndome certificado
en 2008.

En el año 2004 le propuse a Ana María hacer talleres de


RH en la zona norte de Buenos Aires, en San Isidro más
precisamente, que es donde yo vivo. Así nació Trans-
formar Zona Norte y, con esto, mis propios talleres de
RH. A ellos asistían para ayudarme, facilitadores
certificados como Silvina y, más tarde, mi esposa, Sol,
con quien continuamos coordinando los talleres hasta
principios del 2013.
En la medida que la Respiración del Corazón se
comenzaba a desarrollar en los talleres coordinados por
Ana María, yo seguía trabajando de manera ortodoxa en
mis propios talleres. Esta situación me brindó un punto
de vista privilegiado para ir comparando las diferencias
entre los resultados de ambos abordajes.

La principal diferencia observada era que, con el


método original de la RH, muchos respiradores no
entraban en proceso holotrópico y tampoco
manifestaban su dificultad para hiperventilar en el
momento oportuno, perdiéndose entonces la posibilidad
de ser ayudados. Al finalizar la sesión, nuevamente les
explicábamos que había formas para ayudarlos a entrar
en proceso, que volviesen al próximo taller. También les
sugeríamos que, en el momento concreto en el cual
registraban que no les sucedía nada, pidiesen ayuda para
que nosotros pudiésemos intervenir. Con un simple
acompañamiento, en la mayoría de los casos los
respiradores alcanzan el estado ampliado de conciencia.

Por suerte algunos volvían y pedían asistencia, pero


muchos otros no, quedándose con la sensación de que la
RH no era para ellos. Esta es una circunstancia que con
la Respiración del Corazón se ha podido resolver. La
cuidadosa intervención desde el principio de la sesión al
ayudarlos a respirar, les permitía a la mayoría alcanzar
el estado ampliado y así aprovechar al máximo su
experiencia. Esta situación quedaba en evidencia al final
de la sesión, cuando los participantes compartían su
experiencia, donde los relatos parecían tener más
profundidad.

A continuación, Hernán comparte una experiencia como facilitador desde


en el encuadre de la Respiración del Corazón.
H. es un psicólogo de 44 años que
participa por primera vez en un taller de
Respiración del Corazón. H. empieza a
respirar de forma rápida y rítmica en la
zona del abdomen. Lo observamos por un
rato y nos da la impresión de que nada está
sucediendo. Entonces, decidimos
intervenir.

Junto a otro facilitador, nos ubicamos muy


suavemente a su lado y lentamente vamos
haciendo contacto, preguntándole cómo
está. Nos contesta: «No me pasa nada». Le
aclaramos que lo vamos a ayudar con una
manera diferente de respirar. Le pedimos
que cargue el pecho con todo el aire
posible y que lo sostenga por unos
segundos para ayudar a abrirlo y que,
inspire profundamente, exhalando luego
lentamente. Lo alentamos a repetir este
procedimiento unas cuantas veces,
tomando cada vez más cantidad de aire y
ampliando cada vez más la respiración,
hasta que su emoción irrumpe de manera
contundente en un llanto profundo que se
prolonga durante más de 10 ó 15 minutos,
tiempo en el cual lo acompañamos
simplemente con nuestra presencia.

Durante el resto de la sesión, no es


necesario ningún tipo de intervención y
dejamos en manos de su Sanador Interior
el resto del proceso. Al final del taller,
cuando H. comparte su experiencia, se
encuentra profundamente conmovido y
agradecido por la fuerza e intensidad de su
vivencia.
En mi opinión es casi inevitable que, facilitadores con años de
experiencia en RH, vayan adoptando alternativas de trabajo parecidas a las
de la Respiración de Corazón, aportando cada uno su visión particular y
enriqueciendo esta técnica.
Capítulo 4: DINÁMICA DEL TALLER DE LA
RESPIRACIÓN DEL CORAZÓN
4.1. Generalidades

Como se ha indicado anteriormente, los talleres de Respiración del


Corazón se hacen siempre de dos días de duración. Hemos comprobado en
reiteradas ocasiones que, hecho de esta manera, el resultado del trabajo es
significativamente más profundo y completo.

En general, las personas que realizan los talleres se encuentran en


una búsqueda interior profunda y comprometida. Algunos de ellos tienen el
deseo de hacer un proceso terapéutico. En este último caso, se aconseja
realizar varias sesiones de terapia individual para integrar el material
emergente. Por último, están las que llegan al taller en medio de una
búsqueda espiritual. Lo importante aquí es aclararles que no hay manera de
dirigir el proceso desde el nivel consciente o desde el deseo de la persona
ya que, como dijimos anteriormente, es el Ser Interior el verdadero artífice
de la experiencia.

También cabe aclarar que, en esta técnica los síntomas físicos no se


suprimen, sino que se utilizan como el emergente de un material oculto que
necesita ser develado para ser sanado.

Aunque el trabajo de liberación de experiencias traumáticas es muy


importante, cabe destacar que también es posible revivir y contactar con
experiencias muy placenteras y gratificantes que tienen el mismo valor
reparador que las anteriores.

Quizás lo más importante del taller sea que desde el momento en


que comienza a sonar la música y los respiradores empiezan a respirar más
amplia y rápidamente, se instala en la sala un clima de amor y cuidado muy
especial que se convierte en el sostén incondicional de todos los presentes.
No tengo duda alguna que esta variable es la que permite la calidad e
intensidad de los procesos individuales que se viven en nuestros talleres.
4.2. Entrevista Previa

Siempre dentro de lo posible, se realiza una entrevista individual


con cada nuevo participante. El sentido de la misma es conocer a la persona
y asegurarnos que se encuentra habilitada para hacer este tipo de trabajo. En
esta misma entrevista, se ofrece también la información necesaria al futuro
participante. Estos son algunos de los temas principales que se comunican
antes del taller:

Qué son los Estados Ampliados de Conciencia y su utilización


como herramienta terapéutica.
Historia de la técnica desde sus comienzos con el Dr. Sanislav
Grof hasta la actualidad, y su evolución hacia la Respiración
del Corazón.
Descripción del concepto del Ser o Sanador Interior[6] y su
importancia en el proceso de sanación. Hacemos especial
mención que es el Ser Interior del mismo participante quien
dirige la experiencia. El facilitador es solamente un
acompañante que ayuda a que el proceso se complete y llegue
a una finalización adecuada. Podemos hablar de una
inteligencia inconsciente a la que se accede fácilmente desde
los Estados Ampliados de Conciencia.
Se aclara que esta técnica facilita la expresión y la liberación o
abreacción del material reprimido en el inconsciente.
La respiración acelerada es una vía de acceso al inconsciente,
tanto personal como colectivo, al cual se refiere Carl Gustav
Jung.
Aunque es imposible predecir a dónde le llevará la
experiencia a una persona, sí se pueden mencionar los
distintos niveles del Proceso Holotrópico:

1. Nivel corporal: Este nivel abarca distintos tipos de


experiencias, frecuentemente relacionadas con bloqueos
energéticos o tetania[7] La liberación y descarga de estos
bloqueos o corazas musculares produce enormes
beneficios y transformaciones emocionales. Este
aspecto es muy bien trabajado desde la bioenergética.
Es muy común que los respiradores manifiesten dolores
en distintas partes del cuerpo que al trabajarlos permiten
la expresión de las emociones y energías bloqueadas las
que, al ser liberadas, llevan muchas veces a reconocer el
origen de estas dolencias.

2. Nivel biográfico: Frecuentemente los participantes


reviven situaciones personales dolorosas o traumáticas
que han quedado inconclusas o sin elaborar. La
expresión de las emociones retenidas suele ser muy
liberadora en este nivel. En estos casos, la persona sabe
que se encuentra recostada en la colchoneta realizando
el ejercicio, pero a su vez está viviendo la situación
traumática nuevamente. Por ejemplo, alguien que se
cayó en un pozo a los tres años, puede llegar a revivir
esa experiencia, liberando todas las sensaciones aún
guardadas en su interior producto de esa situación.

3. Nivel perinatal: Muchos participantes que reviven su


nacimiento, pueden elaborar y dar sentido a ese
momento que deja tantas huellas en el inconsciente. El
Dr. Otto Rank, contemporáneo y discípulo del Sigmund
Freud, fue uno de lo primeros en hablar del Trauma del
Nacimiento, pero el término perinatal es acuñado por el
Dr. Grof para referirse a todo proceso relacionado con la
concepción y el nacimiento. Hoy en día se da cada vez
más importancia a la Psicología Prenatal. Ver citas
bibliográficas para más información sobre el tema[8].

4. Nivel transpersonal: Como la palabra indica, este


nivel va más alla de lo personal. Significa que con el
trabajo de respiración pueden alcanzarse niveles más
sutiles de consciencia. Este tipo de experiencias generan
grandes cambios a nivel personal que trascienden el
tiempo y el espacio. Por ejemplo, revivir una vida
pasada, convertirnos en un animal o vegetal, e inclusive
un ser inanimado, como podría ser una montaña o una
piedra. También es posible conectarnos con los
arquetipos del inconsciente colectivo o con seres
desencarnados.
Es importante mencionar que no todos los niveles son
experimentados por todos los participantes y que estos no
tienen un orden determinado de aparición.

Se explica el rol del acompañante. Los participantes trabajan


en parejas. Mientras uno realiza el ejercicio recostado en la
colchoneta con los ojos cerrados y tapados por un antifaz, su
compañero de respiración (su acompañante) permanece sentado a
su lado cuidando al respirador. Su presencia es de vital
importancia en la contención del espacio de trabajo de su
compañero. Las funciones del que acompaña van desde alcanzar
una manta o un vaso de agua hasta poner un almohadón bajo sus
pies cuidando que el respirador no se golpee. Aunque, sin lugar a
dudas, la tarea más importante es la de estar presente. El
respirador se encuentra en un estado de enorme vulnerabilidad y
apertura, y con una percepción del entorno muy agudizada. A
pesar de permanecer con los ojos cerrados, sabe todo lo que ocurre
a su alrededor. Es por eso que la presencia y el cuidado de su
compañero pueden ser un vehículo muy importante de sanación de
heridas de abandono o desatención.
Finalmente, se le explica a la persona que hay ciertos
parámetros clínicos para los cuales está contraindicado hacer este
tipo de trabajo y se delimita que la persona no entre dentro de una
de estas categorías. En convergencia con la ortodoxia holotrópica,
la hiperventilación no está recomendada para personas que sufran
de hipertensión y que esta condición no esté farmacológicamente
estabilizada hace tiempo. Tampoco pueden hacerlo aquellos que
padezcan alguna enfermedad cardíaca, al menos sin una consulta
previa con su cardiólogo. Y, por último, tampoco recomendamos
este trabajo a aquellas personas que estén pasando por un periodo
de mucha inestabilidad emocional y que no se encuentren bajo
tratamiento profesional y la supervisión de un terapeuta con
experiencia y conocimiento en el trabajo de respiración. Aunque
el ejercicio pudiera ser beneficioso para ellas, existe la posibilidad
de que pudieran llegar a necesitar un intenso acompañamiento los
días siguientes al taller para la elaboración y cierre completo del
material surgido durante la respiración.
4.3. La Estructura del Taller

Como se menciona anteriormente, al inicio de cada taller, abrimos


un espacio sagrado invocando a los espíritus de las cuatro direcciones,
pidiendo protección y ayuda en el trabajo a realizar. Esta hermosa
ceremonia chamánica de la tradición andina, se repetirá al culminar el
segundo día de trabajo, como cierre del espacio abierto al iniciar el taller.

Posteriormente, nos sentamos formando un círculo e invitamos a


cada participante a presentarse ante los demás diciendo su nombre y en no
más de 2 ó 3 palabras cómo se sienten. Este gesto propicia la integración
grupal. En ese momento, también se eligen las parejas que trabajarán juntas
durante los dos días que dura taller. Éste es un requisito indispensable, ya
que cada participante deberá, no solamente hacer su ejercicio de
respiración, sino también acompañar y cuidar a su compañero durante el
trabajo.

Las sesiones duran 150 minutos aproximadamente. Durante este


tiempo, un set de música especialmente diseñado acompaña al respirador en
su viaje interior. Una vez terminada la sesión, se le sugiere al participante
que plasme su experiencia en una hoja de papel en blanco. (Este tema se
desarrollará con mayor profundidad en el capítulo 7).

Al finalizar la jornada, después de las dos rondas de respiración, se


forma nuevamente un círculo entre todos los participantes y facilitadores.
Entonces, cada participante comparte los puntos centrales de su experiencia
y muestra su dibujo (si han hecho uno, ya que no es obligación hacerlo).
Este momento es muy importante para la integración del proceso individual
de cada participante y también para el cierre del trabajo grupal, ya que
permite el intercambio amoroso y cooperativo entre los respiradores.
Asimismo, el trabajo hecho por otros respiradores puede ayudar a integrar
procesos personales de los demás participantes, ya que los temas y
emociones pueden ser común a ellos. También los facilitadores comparten
cómo ha sido su experiencia durante el trabajo de ese día. Es importante
señalar que no es la idea hacer algún tipo de intervención terapéutica o
interpretativa en este momento, pero sí conocer cuál es el estado de ánimo
de los participantes antes de retirarse del taller.
A veces, alguien se ha quedado con alguna emoción sin terminar de
elaborar, o con el proceso sin cerrar, y es necesario completarlo antes de
que se retire. Es el momento en el que los facilitadores deberán tener muy
en cuenta el estado emocional de cada participante y pedirle que
permanezca aquel que necesite trabajar un poco más con su experiencia
para completarla. Este cierre se hace rápidamente y de manera individual
con unos minutos más de respiración una vez que los demás participantes se
han ido. Somos extremadamente cuidadosos con este tema ya que, en
repetidas ocasiones hemos escuchado de personas que han asistido a talleres
de respiración y han quedado «abiertas», con material inconsciente
aflorando de una manera tal que tuvieron que acudir a un terapeuta a
posteriori del taller, para que los ayudara a integrar la experiencia.

Es por eso que, como dijimos antes, en nuestros talleres le damos


una vital importancia al momento de compartir la experiencia o testimonio
de cada participante y al trabajo posterior de cierre con aquellos
participantes que así lo necesiten. También les ofrecemos la posibilidad de
comunicarse con nosotros por correo electrónico o telefónicamente, ante
cualquier duda o inquietud que pudiera aparecer en los días posteriores al
taller.
Capítulo 5: EL PODER DEL AMOR COMO
ENERGÍA SANADORA DEL UNIVERSO: Una
herramienta fundamental de trabajo en la Respiración
del Corazón.
5.1. El Poder del Abrazo

El clima profundamente amoroso de los talleres de Respiración del


Corazón ha ido aumentando significativamente a través de los años, hasta
volverse un elemento central en la actitud de los facilitadores. Aunque
comenzó como una actitud natural, terminó convirtiéndose en un elemento
indispensable. Cuanta más sensación de contención y amorosidad hay,
mayor es la entrega y consecuentemente, la profundidad del trabajo de los
respiradores. En muchas ocasiones, los respiradores comparten cuánto les
ha ayudado el sostén y la presencia amorosa de los facilitadores y de los
acompañantes en la evolución de su proceso.

Aquí podemos señalar un dato curioso pero muy significativo. Así


como esta forma de amor y cuidado tan específica de la Respiración del
Corazón pasó a ser una herramienta habitual en nuestro trabajo de una
manera natural y sin la mediación de nuestra intención ni pensamiento, la
mayoría de los cambios y/o adelantos en esta técnica nos han llegado de una
forma similar. Es como si una inteligencia superior y con vida propia, que
podríamos llegar a llamar «el espíritu de la respiración», pasara a través de
nosotros buscando ser expresada. Es ésta una inteligencia que se integra en
el cuerpo y que actúa a través de aquellos facilitadores que nos vaciamos de
intención y le permitimos su expresión para plasmarse en nuevas actitudes
de sanación. En el Apéndice, se indican las nuevas herramientas
incorporadas a la práctica que van enriqueciendo los resultados que se
obtienen.

Hoy en día es habitual que los facilitadores se acerquen a la


colchoneta de un respirador que está llorando y, sin intervenir en su trabajo,
con su sola presencia amorosa y el interés en su bienestar, lo acompañe en
silencio. Esta presencia es, simplemente, percibida, y actúa como un sostén,
permitiendo que la persona se entregue más profundamente a la
experiencia.

Creemos que el elemento más profundo para la sanación de aquel


que sufre es el vínculo de cuidado amoroso e incondicional con un «otro»;
en este caso, el facilitador. Se establece muchas veces más allá de las
palabras. La ternura y el amor en el momento indicado, ejercidos con
respeto, son una verdadera herramienta de transformación.

Como ya se ha mencionado, un abrazo dado incondicionalmente,


por ejemplo, tiene un enorme poder de sanación. A continuación, comparto
algunas experiencias que darán cuenta de ello:

F. está realizando su primer taller. Es una


joven de 19 años que ha pasado por dos
intervenciones quirúrgicas en la
mandíbula, donde un quiste le fue
corroyendo el hueso y hubo que
reconstituírselo dos veces. Luego tuvo un
tumor maligno en el mediastino que le fue
extirpado, recibiendo radiación y
quimioterapia.

La respiración la lleva a revivir sus


operaciones y a sentir por primera vez el
dolor que le provocaron. Hasta ese
momento, ella refería haber pasado por
todas estas experiencias con fortaleza y sin
ninguna consecuencia emocional.

Libera también mucha energía bloqueada


en la zona de la mandíbula, la cual se
expresa como corriente eléctrica y
espasmos que se extienden por todo el
cuerpo. Me quedo con ella abrazándola
por un largo rato, permitiéndole llorar y
sentirse protegida por mi abrazo. Mientras
permanezco a su lado, recuerdo que en la
entrevista previa me cuenta que la madre
minimizó siempre la dificultad de esta
situación y no le permitió nunca quejarse
por ello. Entonces, tras un rato, le pido a la
acompañante que la abrace junto conmigo.
Las tres permanecemos unidas, y la
cuidamos un tiempo más, dejando que el
poder del abrazo incondicional haga su
trabajo.

Cuando me levanto para seguir


ocupándome de los demás participantes,
otra cuidadora que está sin compañero,
pues formó parte de un trío a la mañana, se
acerca y me pregunta si puede ella también
contener a F. Le digo que sí y las tres
chicas, todas más o menos de la misma
edad, permanecen en una profunda
comunión de almas durante gran parte del
taller. Durante el momento final de
compartir la experiencia, F. manifiesta que
ésta ha sido, probablemente, la experiencia
más sanadora de toda su vida.

***

Z. pide ayuda para respirar más


profundamente porque no logra entrar en
proceso holotrópico. Un facilitador se
acerca y trabaja repetidamente con ella en
la zona del pecho, intentando abrir las
corazas, pero no lo logra. Me llama y
puedo acercarme después de bien entrada
la sesión. Z. está relajada y respira sin
hiperventilar. Me da la sensación de que ya
había hecho suficiente trabajo corporal y
decido quedarme a un costado
acompañándola sin ningún tipo de
contacto físico, pero con una clara
intención de amor y cuidado. Estábamos
juntas sin que hubiera contacto visual ni
corporal. Pasados diez minutos, Z. gira y
me da un abrazo, profundamente
conmovida, diciendo: «Esto es lo más
importante que me pasó en mi vida. ¡Qué
sensación tan maravillosa! ». Se queda así
un rato, acurrucándose, llorando
conmovida.

En el momento de compartir su
experiencia, Z. muestra al grupo su
mandala, un enorme corazón rojo, y repite
que tuvo la experiencia más maravillosa y
transformadora de su vida, al sentir que
estaba en un universo sostenido por el
amor.

Cuando todas las demás técnicas no alcanzan para que alguien


exprese su emoción contenida, le pido a la persona que se dé vuelta y me
abrace.

B. está en su primera respiración. Es muy


tímida e introvertida. Comienza a respirar
y a los diez minutos solloza sin poder
soltar el llanto. Sus brazos se van poniendo
duros. Estoy con ella alentándola a abrirse
y a expresar lo que siente, pero no hay
manera de que lo pueda hacer; está al
borde de quebrarse, pero no consigue
hacerlo.

Trabajo intensamente con su bloqueo en


los hombros y brazos, pero, aunque hace
ruidos con la boca y trata de abrirse, no lo
logra. Entonces le pido que me abrace y la
cubro amorosamente con mi cuerpo,
dándole contención y alentándola con
palabras breves, dichas con un lapso de
varios minutos entre una y otra. Así la
invito nuevamente a abrirse: «Vamos,
exprésalo, ábrete que puedes, déjalo salir;
estoy cerca, déjate cuidar y sentime». Con
estas últimas palabras se acurruca y rompe
en sollozos y en temblores convulsivos.

La rabia es finalmente contenida por el amor. Éste es un


caso muy especial que me gustaría compartir:

P. ha participado ya en varios talleres y fue


acercándose cada vez más dentro suyo a
un cúmulo de rabia y odio contra su
familia. Estos sentimientos son tan
intensos que la asustan. Tomar contacto
con estos contenidos emocionales la
desespera y bloquea. Todas las
exhortaciones a que exprese su rabia son
bloqueadas por el miedo que le produce el
contacto con su odio.

Finalmente, intento el recurso de abrazarla


amorosamente y le hablo en el oído
diciéndole: «Suéltalo, suelta tu odio, yo te
cuido, estás protegida, olvídate de todo y
llegá al fondo de tu rabia». Finalmente, P.
logra hacerlo y sale todo junto: rabia,
gritos y desesperación. El cuerpo tiene
espasmos convulsivos mientras patea y se
sacude. Pareciera que se va a partir en dos.
Sigo conteniéndola con mi abrazo,
mientras le repito: «Todo está bien, yo te
cuido, llega hasta el fondo». Sostener su
«desarme emocional» con mi propio
cuerpo le permite a P. llegar a límites de
desesperación impensables. Finalmente, se
agota la emoción y llegan la calma y el
sosiego, tanto para P. como para mí.
5.1. Ejercicio de contacto entre las parejas de respiradores

La profundización del vínculo amoroso entre las parejas de


respiradores es un elemento fundamental de la Respiración del Corazón.
Al inicio de cada sesión y una vez formadas las parejas que van a trabajar
juntas durante todo el taller, se hace un pequeño ejercicio de integración
durante el cual el amor y el cuidado se manifiestan muy frecuentemente.

Simplemente se les pide que se sienten frente a frente, se tomen de


las manos y se miren a los ojos durante dos o tres minutos. Los alentamos a
que hagan un contacto profundo entre ellos, y a que usen los ojos de la otra
persona como una puerta para abrirse al infinito. Muchas veces, los
participantes señalan la importancia que ha tenido este pequeño ejercicio
de integración en cuanto al resultado final de la experiencia.

El vínculo entre ambos respiradores facilitado y consolidado por el


ejercicio anterior, es fundamental durante la respiración. Puede ser muy
reparador, pero también puede producir nuevas heridas en el caso de que el
acompañante no esté atento a su respirador. Aún en los casos en los que el
respirador está mayormente quieto y aparentemente ausente, la presencia
amorosa y sostenedora del acompañante es esencial para él. El vínculo
entre ambos está intensamente vivo más allá de las palabras o de los gestos
exteriores. Es, por esta razón, que les pedimos continuamente a los
acompañantes estar atentos y permanecer amorosos con sus respiradores.
En el estado de vulnerabilidad en el que se encuentra el respirador, el
cuidado y la atención de su compañero le brindan una cuota de amor
incondicional como quizá no haya experimentado nunca antes.
Igualmente es importante señalar aquí que siempre dejamos claro a
los acompañantes la importancia de no tocar a su compañero respirador
durante el ejercicio, salvo que él lo solicite o nosotros se lo indiquemos.

Nada mejor que el relato de dos respiradoras para mostrar el poder


sanador del amor. Son los testimonios de Silvia y de Teresa, dos
participantes de un mismo taller, amigas entre sí, que nos dieron la sorpresa
de hacernos llegar sus comentarios por correo.
A pesar de que por momentos me cuesta creer este tipo de
respuestas que a veces llegan después de un taller, al mismo tiempo son
ellas las que me ayudan a darme cuenta de que, más que una profesión o
tarea, lo nuestro como facilitadores de Respiración del Corazón, es un acto
de amor.

Hola, Ana María y maravilloso equipo:

No quiero dejar de contarles y compartir con ustedes que hoy, un


día después de mi primera experiencia, me siento espléndida,
llena de energía. El sábado pude soltar y sanar parte de mi vida
actual, y el domingo, tal vez de algunas vidas pasadas. Aunque mi
trabajo fue muy duro, me gratificó enormemente. Pero lo que
realmente me reconfortó y agradezco desde lo más profundo de
mi ser es que, al hacer el proceso de sanación, sentí el enorme
amor con el que nos han tratado a todo el grupo: esa mano llegada
a tiempo, ese abrazo en fusión no invasivo, pero extremadamente
contenedor, esa sola palabra o frase justa. Todo esto lo pude
experimentar mientras cumplía mi rol de cuidadora y lo que sentí
cuando respiré.

Nada se compara con ese momento: uno está expuesto, entregado,


con las sensaciones al desnudo, vulnerable, pequeño… Sentir esa
energía pura también sana, sana el corazón. Me sentí cuidada,
amada, respetada, bendecida. Simplemente, GRACIAS.

Hasta el próximo encuentro, besos y abrazos desde mi corazón.


Silvia.

***

Buenos Aires, 10/09/16


Carta al mundo:
En Buenos Aires, en el barrio de Palermo, existe un lugar donde si
querés, te podés curar respirando. Es una casa enorme, con techos
altos, puertas y ventanas gigantes, plantas cálidas; pero, lo más
curioso es la energía amorosa que unos seres luminosos —pero de
carne y hueso— te brindan desde que llegás.

Cuando comenzás el proceso respiratorio propiamente dicho, te


vas adentrando en tu interior y es ahí, que poco a poco, te ves cara
a cara con aquellas situaciones que, como en mi caso, no había
terminado de comprender, de cerrar, de sanar, de liberar.

En un clima de alta vibración amorosa, percibís cómo te cuidan, te


asisten, te acompañan, pero sin interrumpir tu viaje y dándote un
soporte como herramienta para que logres tu objetivo.

Me dio la sensación de que todos ellos ya estuvieron en ese lugar


de sanarse, y además tienen una gran vocación de servicio con la
humanidad. Si te atascas con alguna emoción pesada, ellos se
acercan y con una mano suave sobre tu hombro, o un abrazo si es
necesario, te transmiten una gran paz, luz y amor, contagiándote
de una profunda sensación de bienestar que anida en sus
corazones.

Muchas gracias.

María Teresa.
En el cap ítulo siguiente vamos a ver el desarrollo y la
importancia que tiene la música para la Respiración del Corazón.
Capítulo 6: LA IMPORTANCIA DE LA MÚSICA
DURANTE LA SESIÓN DE LA RESPIRACIÓN

La música ha estado siempre relacionada íntimamente con los


rituales de todas las tradiciones espirituales. Su uso busca la apertura de
estados místicos o espirituales de conciencia. Esto puede observarse en los
cantos devocionales de la India, los rituales de los derviches en la tradición
sufí, los ícaros[9] en las ceremonias chamánicas, etc.

En el caso de los talleres de respiración, no sólo acompaña y


profundiza la experiencia de los participantes, sino que también facilita su
entrega emocional y marca un ritmo específico para el trabajo. Ayuda a
cubrir los sonidos disonantes de la sala y, más de una vez, alguien
alborozado ha expresado que fue el sonido lo que le permitió entrar en un
estado ampliado de conciencia.

La forma tradicional del trabajo le da una importancia muy


relevante al rol de la música. Está establecido que el nivel técnico sonoro de
los equipos de audio es condición sine qua non para el buen resultado del
taller. Sin embargo, viviendo en países latinoamericanos y habiendo
realizado talleres en lugares remotos y pueblos pequeños, esto no ha sido
siempre posible. He llevado a cabo talleres en lugares alejados de Argentina
donde sólo contaba con un rudimentario boombox[10] y algunos CDs. Esto
no significó que los procesos de los respiradores fueran muy diferentes a los
que hay en salas con un buen equipo de audio. Sin embargo, lo expresado
no quiere decir que no reconozca el valor que tiene la calidad del sonido.

Asimismo, a la manera de la Holotrópica tradicional, siempre se


busca que la música que utilizamos sea lo menos conocida posible para los
respiradores, y si es cantada, tratamos de que sea en otras lenguas. Es muy
útil la música de culturas no tradicionales. De vez en cuando, solemos
incorporar circunstancialmente alguna pista de música clásica. Otro
concepto importante es que la música no debe ser algo que lleve al
respirador a tratar de comprenderla o que lo deje pensando y lo saque de su
propio proceso.
Otro aspecto a tener en cuenta es no utilizar música violenta, no
hacer saltos abruptos entre un tema y el otro cuando se busca subir o bajar
el ritmo, y no poner jamás temas que puedan llegar a asustar o molestar al
respirador. Es decir, no poner nunca lo que se conoce como «música de
horror».
6.1. Compaginación de una Sesión Musical para la Respiración del
Corazón

A continuación, se verán algunas indicaciones sobre la estructura


de los bloques musicales que utilizamos.
El armado de un set se divide en tres momentos, cada uno de
aproximadamente 50 minutos de duración.

Para el comienzo de la primera etapa, buscamos alguna pieza


musical que nos evoque el inicio del viaje hacia el misterio y el encuentro
con nuestro Ser Interior. Constituye, sobre todas, la pieza más significativa
de todo el set. Es una invocación a la aventura del alma. En los primeros 5 ó
10 minutos, la música tiene una cualidad de alegría y apertura hacia un
viaje que comienza. El resto de estos cincuenta minutos —como
comúnmente nos referimos a ella «música de primera hora»—, debe ser
dramática, poderosa, y rítmica. Es un buen momento para usar diferentes
sonidos de tambores.
Llegando a los 40 minutos aproximadamente, se comienza a
preparar la salida de la primera hora. Los temas van disminuyendo su fuerza
rítmica y se empiezan a hacer más melódicos, hasta que llegamos a la
segunda hora.

A la segunda hora la llamamos hora de «música épica», es decir,


que contiene toda la gama de sentimientos humanos. Todavía es necesario
que sea vibrante, movilizadora, pero no necesita ser tan fuerte como en el
primer tramo. Es un buen momento para poner música cantada de diferentes
culturas tradicionales y/o espirituales. Debe ser potente, pero en el sentido
de abrir el corazón. De todas maneras, se va haciendo más lenta a partir de
los 90 minutos de comenzada la sesión y, al llegar a los 100 minutos,
entramos en lo que llamamos tercera hora.

La tercera hora se caracteriza por ser el momento en el que la


música baja su intensidad, pero no su fuerza emotiva, la cual todavía
continúa existiendo. Es un buena ocasión para poner kirtans[11]. Al llegar a
las dos horas de empezada la sesión, podemos buscar ya música más suave,
y este descenso de intensidad continuará durante los siguientes 30 minutos
hasta terminar con temas que induzcan a la relajación, permitiendo a la
persona ir cerrando su proceso. Es importante aclarar que no por esto la
música tiene que pasar a ser light o aburrida. Tampoco implica que los
procesos de respiración sean necesariamente más «suaves». Muchas veces,
las experiencias más profundas se dan en este momento.
6.2. La Música no determina el Resultado de la Experiencia de
Respiración

En todos mis años de trabajo, hubo dos experiencias en los talleres


de respiración que me hicieron replantearme la importancia de la música en
una sesión y reconocer que no es el factor que determina el resultado del
trabajo.

La experiencia más impactante que tuvimos fue la sucedida en un


taller en Uruguay en donde se cortó la electricidad a los diez minutos de
comenzada la sesión, sin certezas de que fuera a regresar en todo el día.
Después de la interrupción inevitable, se decidió seguir con la sesión en
silencio y alentando verbalmente a que no dejaran de respirar. Al poco
tiempo, ya no fue necesario hacerlo más, y la sesión siguió normalmente.
Lo más notable fue que los respiradores tendieron a bajar el ritmo de la
respiración y frenarlo a las dos horas y media de haber comenzado. En la
ronda final, constatamos que no hubo diferencias significativas en el nivel e
intensidad de los trabajos. Esto nos lleva a concluir que, si bien la música es
muy importante y en las tradiciones espirituales es muy frecuente su uso
ritual para la conexión con otras dimensiones de la consciencia, no es una
condición indispensable para el trabajo.

En otra oportunidad organizamos un taller de cierre de año en un


retiro en el Delta de Buenos Aires. Por circunstancias ajenas a la
organización, nos vimos obligados a usar un pequeño reproductor de
música con algunos casetes que había en el lugar. En esa situación, y a
pesar de la pobrísima calidad del sonido, Hernán, mi fiel compañero en los
talleres de respiración, tuvo una de las experiencias más profundas y
significativas de todo su proceso holotrópico.

Es desde ese momento que, si la calidad del sonido no es la deseada,


o si surge algún imprevisto con el equipo de sonido durante la sesión,
podemos resolverlo sin angustiarnos por el resultado del trabajo, ya que
conocemos por las experiencias vividas que este elemento no determina la
profundidad del trabajo de los respiradores.
Pasaremos en el siguiente capítulo a referirnos a otro de los
elementos constitutivos de una sesión de respiración. Se trata de los dibujos,
que llamamos mandalas, con los que los participantes cierran su proceso en
el taller.
Capítulo 7: Una Expresión Simbólica de la
Experiencia
Los dibujos que invitamos a realizar a los participantes una vez
finalizada su respiración, fueron llamados mandalas durante varios años de
la Respiración del Corazón. La noción de mandala deriva de colocar un
círculo en la hoja de papel a utilizar ya que resembla a la forma tradicional
de un mandala, palabra que en sánscrito significa círculo.

Esta práctica fue adoptada de la RH y desde un tiempo a esta parte


las hojas de papel no tienen más círculos en ellas. Los participantes tienen
la libertad de dibujar sin limitarse a los confines del círculo, se trata de un
dibujo que le permite al respirador expresar en otro lenguaje la experiencia
vivida.

A continuación, muestro algunos de los dibujos realizados en


nuestros talleres junto a una breve explicación de lo que significaron para
sus autores.

La luz y la Oscuridad
J. nos conmueve a todos con su testimonio y su dibujo. Su
respiración trata todo el tiempo de la unión de las polaridades: la alegría y
el dolor, la luz y la oscuridad. Puede llegar a transmitirnos el espacio en el
que ha estado, que es el de la unión de los opuestos y termina diciendo: «Es
todo lo mismo, la luz y la oscuridad parecen ser diferentes, pero son una
unidad.»
Orgasmo Cósmico
L. es una joven de 22 años que a la hora de compartir sólo dice:
«Toda mi respiración fue un orgasmo cósmico.» Es imposible describir la
energía que transmiten su rostro y su cuerpo, pero todos los presentes la
sentimos.
Serie de Corazones
Haciendo referencia al nombre de nuestra técnica, Respiración del
Corazón, es que elegimos varios dibujos que representan corazones. Es
muy frecuente encontrar este tipo de dibujos al finalizar el taller ya que
realmente se ha dado una apertura muy grande del corazón en nuestro
trabajo y las personas lo grafican de esta manera.
Amor
Al terminar su pintura, K. pidió a sus compañeros que pusieran la
palabra amor junto a la suya en el dibujo.
El Corazón de la Tierra
Hermoso dibujo que representa el pulso o latido de la tierra.
Liberación
Ahora compartimos la experiencia de K, tal y como nos la relató:

«Las escenas de esta respiración


comenzaron hace un año con un episodio
aislado en donde vivenciaba que me
habían quitado los ojos. En ese momento
desconocía por qué había sucedido, pero
en la escena solamente repetía la frase:
«Aunque no los tenga, yo puedo verlos a
todos desde mi mente y mi corazón».

Un mes antes de comenzar la respiración,


volvió a repetirse la misma escena. En esa
oportunidad, aparecían rodeándome
muchas personas, las cuales me
lastimaban clavándome elementos
punzantes, uno en particular muy doloroso
en mi costado izquierdo. Y nuevamente
repitiéndose la escena de la extracción de
mis ojos. Durante su transcurso, pregunto
continuamente por qué lo hacen, ya que yo
no podía entender qué estaba pasando o el
motivo del hecho. No quería que ya nadie
me tocara o lastimara.

Acto seguido, aparezco rodeada de


personas, pero esta vez yo me hallaba en
una hoguera. Ardiendo en llamas, mi
única sensación era de liberación,
sintiendo que con mi muerte ya nadie iba a
poder lastimarme más.

Terminé el encuentro de esos dos días con


la sensación de ser juzgada. Lo único que
quería hacer era irme, no compartir mi
experiencia grupalmente; huir.

Esos sentimientos estuvieron


acompañándome hasta esta última
respiración en la cual, al abrirse
nuevamente la misma experiencia, pude
canalizar con la ayuda de Ana todo ese
dolor y odio encerrado en mí durante
mucho tiempo hacia esas personas;
liberándome en mi vida actual de la
sensación de ser juzgada, lastimada y, por
ende, poder dejar de lado la desconfianza
que generaba cualquier persona que se
acercara a mí, lo cual me ha permitido
desde entonces tener relaciones más
saludables en mis vínculos con los
demás».

Confianza
M. es una persona que lleva mucho tiempo respirando en nuestros
talleres. Finalmente puede llegar a conectar profundamente con sus
sentimientos de carencia y de vulnerabilidad. Ya había trabajado con este
tema, pero salía rápidamente de la experiencia con mucho miedo a sentir su
debilidad. En su vida es una persona exitosa, autosuficiente y sumamente
independiente.

Toda su respiración del sábado consiste en confiar y entregarse a


aquellos que nos acercamos a contenerla. Su pintura lo dice todo: es la
palabra confianza escrita con un lápiz color azul.

La respiración del domingo la lleva a apoyarse en la pared con las


piernas hacia arriba durante un largo rato, hasta que pidió que la
ayudáramos a pararse de cabeza y luego a tener un nacimiento. Esperamos
que éste sea hacia una vida en la cual la confianza sea uno de sus pilares.

El mandala que aquí se muestra es el mismo del día sábado, sólo


que ese primer dia era íntegramente de color azul y, luego de su segunda
respiración, lo retoma llenándolo de colores.
Capítulo 8: LOS MISTERIOS DE LA
CONCIENCIA: Casos significativos de aplicación de
la Respiración del Corazón

He querido dedicar este capítulo a varias experiencias vividas por


los participantes durante los talleres, para que las personas que no conocen
este tipo de trabajo puedan tener una idea más completa de la profundidad
de lo que ocurre en las respiraciones y de su increíble poder transformador.

Comenzaremos por el caso de Esther, que es el testimonio que nos


muestra la posibilidad de trabajar con los síntomas físicos y con la descarga
de las emociones largamente reprimidas en el inconsciente.

Los siguientes casos son todos ilustrativos del trabajo que se puede
realizar en los planos transpersonales. Al mismo tiempo, las experiencias
son tan extraordinarias y fuera de lo habitual que hasta nos sorprendieron a
nosotros, los facilitadores. Por eso les pedimos a algunos de los
protagonistas que nos las relataran ellos mismos, e incluimos sus relatos
porque merecían ser conocidos.
8.1. El caso de Esther

La experiencia de Esther nos enseña cómo las emociones reprimidas


en el inconsciente y no resueltas durante largo tiempo pueden terminar
generando enfermedades o somatizaciones en el cuerpo.

Esther es una paciente de terapia individual que viene a los talleres


de vez en cuando. En su terapia hemos visto y hablado de la necesidad de
modificar un rasgo de su personalidad muy poco reconocido por ella y que
se refiere a un alto monto de agresividad que surge de forma inesperada y
muy violentamente cuando se refiere a algunos temas, especialmente la
relación con su ex marido. Le es difícil aceptar este rasgo de su carácter ya
que su temperamento es suave y apacible la mayor parte del tiempo. Pero la
violencia puede surgir súbitamente en forma de quejas y reclamos de una
inusitada intensidad cuando algo la supera.

En uno de los talleres llega muy preocupada ya que en una revisión


médica rutinaria le han descubierto dos quistes que deben ser analizados y
diagnosticados a la máxima brevedad. En un momento de la respiración la
veo muy angustiada y me acerco a su colchoneta. Al sentir mi presencia, me
dice que está intranquila por los quistes que le han descubierto. Suavemente
le pido que intente conectarse con ellos y les pregunte cuál es la razón de su
existencia. Poco después rompe a llorar desconsoladamente diciendo que le
han contestado, y que son el resultado de su «violencia acumulada con los
hombres». Comienza a tener varias visiones en las que se ve violada y
agredida por hombres a los que no puede reconocer. También, logra hacer
contacto con su propia violencia reprimida hasta entonces en su
inconsciente a la que le abre una puerta para que pueda empezar a ser
descargada.

Al finalizar el taller, podemos compartir un momento de charla a


solas y, aunque está aún muy preocupada con el tema, hay en ella un alivio
muy grande por haber contactado por primera vez con estas emociones
profundamente guardadas dentro de ella y haber comenzado a liberarlas.
Queda todavía un camino a recorrer y que esperamos pueda ayudarla a
resolver su violencia y su posible somatización de la misma en estos quistes
recién descubiertos.
8.2 El Caso de Vilma e Ignacio: See you on the other side

He titulado esta historia See you at the other side[12] porque unos
pocos días antes de que Ignacio y Vilma hicieran su respiración en nuestro
centro, yo había recibido de regalo de la Association for Holotropic
Breathwork International (AHBI) un antifaz con esa misma frase. Este
antifaz se lo llevó Ignacio de regalo y continúa usándolo hasta el día de hoy
en todas sus respiraciones.

La experiencia de estos dos respiradores es un caso extraordinario y


muy poco frecuente, que muestra la sorprendente conexión y sincronicidad
entre dos participantes que realizan talleres en países diferentes.

Dicha experiencia comienza en el año 2011 —que en ese momento


eran de Respiración Holotrópica—, en Buenos Aires (Argentina) y en
Asunción (Paraguay), y culmina en un taller al que asisten ambos
participantes en mayo de 2014, en Buenos Aires.

Después de algunas respiraciones tanto de Vilma como de Ignacio


en ese año 2011, empecé a registrar que las escenas que ambos ven, son
pasmosamente similares: un grupo de indígenas masacradas (mujeres, en su
mayoría niñas) aparecen muertas, descuartizadas, en un claro de la selva.
Esta situación se prolonga hasta mediados del año 2013 cuando tanto
Ignacio como Vilma, sin haber tenido ningún tipo de contacto entre ellos,
dejan de vivir esta experiencia en sus respiraciones, pasando a tener
vivencias de otro tipo.

A mediados de mayo de 2014, Ignacio, que está aprendiendo la


técnica, viaja a Buenos Aires para ayudarme en un taller. Vilma, que hace
ya seis meses que no viene a respirar, se anota en ese mismo taller. Pero, en
el último momento y por dificultades con un tema laboral, decide no
participar. Ignacio pregunta tímidamente el sábado si la mujer que tenía
respiraciones iguales a las de él iba a venir al taller. En ese momento nos
damos cuenta de la oportunidad que sería que ella asista, la llamamos y
acepta de inmediato. Muy nerviosa queda en venir el domingo a respirar
junto a Ignacio y conocerse. Les pido que respiren al mismo tiempo en
colchonetas contiguas.
En ese momento, Ignacio ve escrito «See you on the other side» en
el antifaz y me lo pide prestado para usarlo durante la respiración.
Probablemente, fue la experiencia más fuerte que nos haya tocado
vivenciar en un taller a los tres facilitadores presentes ese día. Era notable el
flujo de energía que se creaba entre las dos colchonetas, siendo testigos
emocionados de una experiencia que se podía sentir trascendía todo límite
de tiempo y espacio.

La experiencia de la mano de los protagonistas: El testimonio de Vilma e


Ignacio

Mi nombre es Vilma, tengo 45 años, y soy


de Río Negro, Argentina. Vivo en Buenos
Aires y soy directora de un colegio de
educación secundaria. Realizo talleres de
respiración de Ana María desde el año
2011 con cierta regularidad.

Comencé mis viajes holotrópicos viendo


desde el principio imágenes que se
desarrollaban en lo que pude reconocer
como la selva amazónica del camino del
Inca, junto al río Urubamba. Primero eran
niñas que jugaban, corrían y se ocultaban
en la espesa vegetación. Luego las veía
colgadas, sin ojos, sin lenguas y, por
alguna razón, sentía mucha culpa. Cuando
me animé a compartir lo que me pasaba en
las respiraciones, Ana María me cuenta
que en Paraguay había una persona que
tenía experiencias muy similares a las que
yo relataba.

Cada vez eran más nítidas mis imágenes y


me sentía parte de ese lugar y de las
escenas. Sentía que nos arrancaban los
ojos, y siempre pedía trabajo corporal en
esa parte de mi cuerpo. Cuando finalmente
me moría en dichas escenas, encontraba
mucha paz.

Una de las veces que Ana María colocó


suavemente sus manos sobre mis ojos,
visualicé cómo me metían un cuchillo de
jade verde, ésos que usaban para los
sacrificios. Luego el dolor cesaba y
vibraba la paz. Otra vez, vi cómo me
cortaban la lengua. Siempre aparecían las
niñas muertas, decapitadas, sin ojos,
cortadas en pedazos. Me provocaba mucha
angustia. Me sentía culpable, pero no sabía
por qué.

Cuando Ana María me llama y me cuenta


que Ignacio iba a estar en el taller, sentí el
impulso irrefrenable de arreglar mis
dificultades y participar de la respiración
del domingo 18. Esa noche casi no pude
dormir y llegué al taller aterrada.

Me coloqué el antifaz y, apenas recostarme


sobre la colchoneta, aparecieron las
imágenes de la selva que hacía mucho no
tenía. Yo estaba allí, en la montaña,
haciendo un ritual al sol. Era una chamana.
Veo unos nubarrones y escucho el sonido
de los truenos que me anticipan una
catástrofe. Comienzo a llorar y a correr
buscando llegar a donde estaban las niñas.
En el trayecto me alcanzan y me sacan los
ojos y la lengua, pero aún sin ojos puedo
ver la masacre cuando llego al lugar. Están
todas muertas y el río, rojo de sangre.

Comienzo a juntar a todas las niñas, a los


pedazos que quedaban de ellas. Cuando
termino, me lavo en el río, me tiro boca
arriba y comienzo a conectar el Cielo con
la Tierra. Los centros de conexión son mi
ombligo, desde donde le ofrezco todo mi
aparato reproductor a la Tierra; luego el
corazón y, por último, el tercer ojo.
Cuando logro hacer la conexión, veo cómo
las niñas se integran y vuelven a jugar
entre las plantas; puedo ver sus ojitos
negros entre los árboles, y vuelve a reinar
la paz.

Teníamos que convertirnos en guardianas


de la naturaleza, el ritual había tenido ese
objetivo: crear espíritus protectores de la
naturaleza.

En ese momento, lo veo a él llorando,


acurrucado. Me acerco lo abrazo y le digo:
«Lo tenías que hacer… Nosotras estamos
bien», Pero él no nos ve ni escucha.
Entonces, hacemos bolitas de sol de un
dorado brillante; las modelamos con
nuestras manos y se las lanzamos, porque
él no nos ve.

Realmente fue una respiración


maravillosa. Le agradezco a Ignacio, que
me ayudó a integrar las imágenes que
durante mucho tiempo aparecían en las
respiraciones anteriores. También siento
que fue sumamente sanadora y que fuimos
un instrumento de algo, no sé qué, pero es
lo que siento.

***
Mi nombre es Ignacio Pérez del Castillo,
tengo 43 años, soy uruguayo, estoy casado
y tengo 3 hijos. Hace cerca de tres años
que hice mi primer taller de Respiración
Holotrópica, y desde ese momento he
participado en cuatro o cinco respiraciones
por año en Asunción del Paraguay, donde
resido.

En mis respiraciones he transitado por


muchísimas experiencias, todas muy
diversas, pero hay una que he vivido de
forma recurrente, tremendamente cruenta,
y que me ha provocado muchísima
angustia.

Yo, siendo un indígena, llego a un lugar en


la selva, una selva húmeda con vegetación
muy densa y árboles altos por donde corre
un río casi rojo teñido por sangre. En este
lugar, que es siempre el mismo, encuentro
muchas mujeres indígenas, casi todas
niñas. Están muertas; han sido asesinadas,
descuartizadas. Las encuentro a ellas, o a
pedazos de ellas, colgando de ramas,
troncos o en el suelo. A estas niñas suelen
faltarle los ojos, la lengua, las orejas, la
nariz y muchas veces las manos, que están
esparcidas por todas partes.

Cuando yo llego, ya está todo hecho. Sin


embargo, siento profundamente que algo
tengo que ver con eso, que soy
responsable, pero ya está hecho.

A principios de 2013, después de una de


esas experiencias, Ana María compartió
conmigo que una respiradora en Buenos
Aires tenía imágenes muy parecidas a las
mías. Sorprendentemente, a mitad de año y
por primera vez, me encuentro con estas
niñas en el lugar de siempre, pero esta vez
están muy bien, están vivas y juegan
conmigo. Comparto esto con Ana y ella
queda muy sorprendida, porque la mujer
de Argentina coincidentemente también
había cesado de tener este tipo de
experiencias.

A mediados de mayo de ese año, viajo a


Buenos Aires de manera totalmente
imprevista para ayudar a Ana María en un
taller de respiración que ya se llamaba
Respiración del Corazón.

Cuando Vilma llega el domingo a primera


hora de la mañana y la veo por primera
vez, todo mi cuerpo tiembla y mi ser repite
«perdón, perdón». Me presenté, nos
abrazamos y fue especial.

A sugerencia de Ana María, Vilma y yo


respiramos en la mañana en colchonetas
contiguas. Durante la relajación previa, mi
experiencia ya había comenzado, aunque
esta vez había dos grandes diferencias: Por
un lado, todas las escenas que había visto
en respiraciones anteriores estaban ahora
ahí todas juntas, como en una película. Por
otro, esta vez no estaba todo hecho cuando
yo llegaba, sino que yo lo hacía: yo
mataba, yo mutilaba, yo descuartizaba. Yo
hacía todo y al mismo tiempo me
observaba haciéndolo.

Fue tremendo para mí: era una danza entre


la muerte y la vida. Salía enceguecido
(para no ver) a matar y destrozar, hasta
quedarme sin fuerzas. Entonces me
retiraba a descansar hasta que sentía
nuevamente la exigencia de volver a salir a
matar, a destrozar. Cada vez que sentía
llegar esta exigencia, una angustia
pavorosa se apoderaba de mí y rompía en
un llanto desolador, hasta que otra vez
enceguecido salía nuevamente a matar. Y
así en ese ir y venir estuve horas, hasta que
en un momento sentí que ya estaba, y
comenzó a invadirme una fortísima
energía de vida que llegaba a mí en forma
de millones de pelotas amarillas como
incandescentes, que no eran sólidas, que
parecían que iban a chocar contra mí y sin
embargo pasaban, fluían a través de mí.

En casi todas mis respiraciones me


transformo en un cóndor y vuelo, En este
caso también: me convertí en el cóndor y
volé, volé como nunca. Desde lo alto,
como haciendo zoom, veía a las niñas y
estaban bien, ¡estaban bien! Luego me
rendí agotado, dejé mi cuerpo y me fui el
resto de la respiración. Al terminar, nos
quedamos solos en el salón con Vilma y
nos abrazamos llorando los dos. Es difícil
transmitir la energía que nos rodeaba en
ese momento.

Vilma también había vivido todas sus


escenas juntas esta vez. Ella fue una
chamana que estaba haciendo un ritual en
la cima de una montaña cuando se da
cuenta de la masacre que iba a suceder.
Sale corriendo y en el camino, la agarran y
le sacan los ojos, sigue corriendo igual
porque, para su sorpresa, ¡podía ver! Corre
hasta llegar a un lugar en la selva que,
cuando me lo describe, es exactamente
igual al que yo vi, es el mismo lugar. Ella
dice reconocerlo, un lugar en el camino del
Inca yendo a Machu Pichu; y cuando llega,
yo ya había hecho todo. Lo que me
describe es tal cual lo que yo hice:
lenguas, ojos…Yo sólo podía escucharla
con cada parte de mi ser mientras lloraba
profundamente conmovido.

El momento más fuerte de nuestro


compartir fue cuando me cuenta que,
mientras ella estaba metida en su
respiración, al sentir mi llanto
desconsolado, en su propio viaje interior
me decía: «Ya está, no te angusties, eso
era lo que tenías que hacer». Lo que sentí
cuando me lo dijo es difícil de transmitir.
Todavía dos semanas después me tiembla
el cuerpo mientras escribo esto. La
liberación que me provocaron sus palabras
hizo que en la siguiente inhalación
inspirase todo el aire puro del mundo.
Vilma agregó que, para ayudarme a
sobrellevar mi dolor durante la respiración,
se le ocurrió tirarme pelotitas amarillas de
energía, las mismas que yo vi.

No sé qué más decir sólo que, como dije al


iniciar ese día, me siento inmensamente
pequeño y profundamente agradecido a la
Vida por darme el privilegio de ser su
instrumento y estar a su servicio. Creo que
hoy me siento en paz, en mi centro, como
nunca. A Vilma: todo mi amor, siempre va
estar conmigo y en mí. Creo que están de
más todas las palabras. La experiencia
habla por sí misma.

***
Voy a terminar este relato compartiendo que los tres facilitadores
que nos encontrábamos en la sala ese día, parados frente a las colchonetas
de ambos participantes, sentíamos una energía muy especial, francamente
conmovedora. Se nos ponía la piel de gallina y teníamos la sensación de
estar fuera de la existencia del espacio-tiempo.
8.3. El Caso de María y Guillermo

Es éste un caso de sincronidad y de desbloqueo emocional que dio


como resultado la superación de síntomas muy antiguos en uno de los
participantes. Esta conmovedora historia nos lleva a adentrarnos
nuevamente en los misterios del alma.

María, de 67 años de edad, es una antigua respiradora con muchos


talleres realizados desde hace veinte años aproximadamente. Ella presenta
un cuadro depresivo y es difícil lograr que en los talleres no se golpee la
cabeza, ya que se esconde debajo de los almohadones para que nadie la vea
cuando lo hace. Concurrió durante un espacio de tiempo suficiente como
para tener una mejoría que le permitió continuar su camino sola hace ya
muchos años, sin asistencia terapéutica.

Unos dos años atrás, vuelvo a conectarme con ella, pues presiento
que algo le sucede. Efectivamente, María está nuevamente con un grave
cuadro depresivo, sin poder salir de la cama hasta altas horas de la mañana.
Al abrir los ojos, le cuesta retornar a la conciencia diurna y esto le genera
angustia, un ardor en el estómago y muchas náuseas. Hasta que este
síntoma y la angustia que le acarrea no desaparecen, no puede salir de la
cama. Lleva quince años tomando medicación psiquiátrica.

María comienza terapia nuevamente y, además, asiste a todos los


talleres de Respiración del Corazón. Habiendo entrado en la formación
hace muy poco tiempo, mejora lentamente y logra que la psiquiatra le baje
la medicación al mínimo. El dolor agudo en su estómago desaparece, pero
las náuseas y la angustia continúan todas las mañanas al despertarse.

Guillermo, tiene 34 años, nació en Canadá y vive en Argentina


desde hace un tiempo, donde ha formado una familia. Llega hace unos seis
meses a los talleres de Respiración del Corazón con la intención de
formarse como facilitador en la técnica. Desde el momento en que ingresa,
se eligen con María para trabajar juntos. El vínculo de respirador-
acompañante se ha ido profundizando cada vez más y llama la atención la
gran conexión y la relación de amor y cuidado con que se tratan.
María está respirando y comienza a golpearse la cabeza
nuevamente, con mucho enojo y odio hacia sí misma. Guillermo se
desespera y le pide que por favor no lo haga, que él se angustia sobre
manera cuando la ve golpeándose. Yo escucho y me acerco rápidamente
sosteniéndole las manos con las que se golpea la cabeza, cansada ya de esta
actitud repetitiva y sin saber bien qué hacer. Le sostengo las manos a María,
apoyándoselas sobre la cara y pidiéndole que aprenda a tratarse con amor.
Mientras tanto, Guillermo, muy enojado, habla en voz alta refiriéndose al
sufrimiento que le produce ver el maltrato de María hacia sí misma.

Pasados unos minutos, María retorna a la calma y de golpe, acerca


mi cabeza a su boca y me dice con voz muy baja y casi en secreto: «Acabo
de darme cuenta por qué me odio a mí misma. Creo que nunca te lo conté.
Tuve un aborto cuando vivía en Estados Unidos y no me lo perdono. Siento
que era un varón», y comienza a llorar diciendo que tendría la edad de
Guillermo y que, si hubiera nacido, hablaría su mismo idioma. El resto de la
respiración continuó con tranquilidad, como habiendo liberado algo muy
doloroso y profundo guardado en su alma.

Durante el compartir, mientras María hablaba, Guillermo tuvo una


reacción espontánea e incontenible. Comenzó a gritar diciendo que es
inaceptable, que el dolor es insoportable. Decía: «Suéltame, María. Déjame
ir» y no podía aclarar más nada. Tuve que contenerlo físicamente hasta que
se calmara. Finalmente, pudo decir que se sintió tomado por una energía
que no era de él y que estaba relacionada con María.

Al día siguiente, en el grupo de la formación, tanto María como


Guillermo llegaron muy conmovidos. Guillermo abrió el encuentro,
diciendo agitadamente: «Durante la noche tuve un sueño terrible en el cual
veía un auto con un árbol caído sobre su techo. Después, venía la policía a
investigar un crimen y cavaban en la tierra descubriendo el cadáver de un
niño muy pequeño que estaba enterrado».

Les propuse directamente respirar juntos y penetrar más


profundamente en el misterio de lo que estaba sucediendo. Los dos se
miraron angustiados como dudando de qué hacer, e Ignacio, presente en el
grupo, los alentó a no tener miedo y a entregarse a la experiencia (de la
misma manera que él lo había hecho con Vilma). No parece ser una
casualidad que, en esta respiración, Ignacio —el protagonista de la historia
anterior— haya venido de Paraguay a participar en la sala.

Yo comienzo a trabajar con María, y Hernán (mi compañero de


facilitación), acompaña a Guillermo, mientras los demás participantes del
grupo observan conmovidos la experiencia. A poco de comenzar a respirar,
María se aprieta el estómago, diciendo que siente la acidez y que le duele
un punto focalizado. Trabajo con ella un rato largo sintiendo que el bebé no
nacido todavía está alojado en ese espacio; en un nivel energético, María
todavía no ha terminado de soltarlo. Finalmente logra desprenderse y se
produce una especie de nacimiento y expulsión de una energía muy densa
que estaba alojada en el cuerpo de María.

Mientras todo este proceso sucedía, Guillermo repetía una vez más:
«Suéltame, María. Déjame ir. Es insoportable ser responsable de que a
partir del accidente no te des más amor», con mucha angustia y entre
llantos. Cuando finalmente el proceso de María terminó, la cara de
Guillermo y toda su actitud corporal expresaban alivio y paz.

Nuevamente en el grupo, y ya con un café en la mano, el compartir


se hace muy profundo. María, por primera vez nos puede contar lo
sucedido. Relata que estando embarazada tenía conflictos con ese bebé, ya
que ella estaba ilegal en Estados Unidos y el padre del bebé (canadiense
como Guillermo) se había mudado de estado, separándose de ella. Un día
iba conduciendo por la autopista cuando un auto choca con el suyo de
costado. Ella intenta estabilizar el coche, pero en un impulso abrupto decide
que lo mejor es morir ella junto con el niño. Entonces suelta el volante
diciendo «vamos a morir juntos», y el auto termina incrustándose en un
árbol (recuerden el sueño de la noche anterior de Guillermo). María pierde a
su bebé, pero queda viva y milagrosamente sin heridas. Nunca se perdonó
el haber sobrevivido, sintiéndose culpable por la muerte de su hijo.

Desde esa noche, los síntomas de tantos años en el estómago de


María desaparecieron por un tiempo y sus malestares anímicos también.
Como detalle final, podemos contar que tanto María como Guillermo han
nacido en países de habla francesa.
Después de varios meses en los que María va y viene con sus
síntomas estomacales nuevamente, vuelve a tener una experiencia
sorprendente relacionada con este tema. El día de la respiración llega
desilusionada diciendo que los últimos días no pudo levantarse de la cama
por la mañana y que los síntomas en su estómago reaparecieron con fuerza.

En la respiración del sábado tiene una experiencia en la que se ve


como un soldado francés luchando cuerpo a cuerpo en la guerra. Se llama
Jeremy y cuenta que en la trinchera revisa los cadáveres de sus compañeros
muertos quitándoles las cadenitas que algunos llevan en el cuello.
Finalmente muere en la guerra. Regresa sorprendida de esa experiencia
sintiendo que ella es y no es Jeremy al mismo tiempo.

En su siguiente respiración experimenta muy agudamente el dolor


en el estómago y una voz enojada que le dice: «Soy Jeremy. porque me
mataste dos veces: en el campo de batalla y en el accidente automovilístico
de Estados Unidos”. Me llama y yo la ayudo a liberar definitivamente el
espíritu de Jeremy presente en María[13], enviándolo a la luz y ayudándola a
ella a escupir y vomitar una sustancia viscosa de su estómago.

Lo más sorprendente es que en el instante que esto termina de


suceder, siento que alguien se acerca y veo a Guillermo. La sincronicidad
del momento es perfecta para que Guillermo y María se abracen durante
interminables minutos sobre la colchoneta bañados en lágrimas sanando
antiguas heridas. Ha pasado tiempo desde este episodio y María no ha
vuelto a tener síntomas.
8.4. El Viaje de Diego

La experiencia de Diego nos permite ser testigos de los alcances de


esta técnica para alcanzar planos transpersonales de conciencia y la
conexión con un guía espiritual.

Diego es un participante que tiene varias respiraciones realizadas y


de quien vamos a mostrar, escrita por él mismo, una experiencia que hasta a
nosotros nos dejó sumamente impactados.

Antes de transcribir sus palabras, quiero ofrecer alguna información


que es interesante para tener en cuenta al leer el relato. En la respiración del
día anterior, Diego había encontrado el origen de la relación sumamente
conflictiva que tiene con su padre. Revivió una agresión física del padre
para con la madre, estando ésta embarazada de él.

Otro dato importante es que unos minutos antes de entrar al salón


para la respiración de la tarde, Diego y yo estuvimos mirando El Libro Rojo
, de Carl Jung —que tengo en casa— y hablamos sobre el Espíritu
Philemon (espíritu guía de Carl G. Jung).

Imágenes de un viaje por el corazón

«La Ciudad del Sol vive en el corazón de los seres humanos».


Philemon

Empecé respirando con una frecuencia


constante, con grandes inhalaciones y
exhalaciones por la nariz, hasta que
comencé a sentir un caudal enorme de aire
recorriéndome todo el cuerpo, en forma de
cosquilleo. Me moví en ondas,
arqueándome desde la cintura y
sacudiendo con todas mis fuerzas las
manos y los pies, liberando la energía por
las extremidades. Sentí muy nítidamente,
localizada en la boca del estómago, una
angustia que pujaba por salir. En ese
momento, vinieron a ayudarme, primero
Hernán y después Raquel, que
sucesivamente fueron dirigiendo esa
emoción desde el plexo hasta la boca, a lo
largo de todo el tubo laríngeo.

Sentí un ardor en la garganta cuando la


energía pasó y abrí la boca para dejarla
salir, dando arcadas y escupiendo,
mientras visualizaba una bilis oscura, de
consistencia viscosa, como gelatina gris
oscura. Eso abrió el canal para empezar a
dejar salir mucha rabia retenida.

Primero sentí en la espalda, a la altura de


las vértebras de la zona media un bloqueo,
como un grifo cerrado. Me di la vuelta y
me puse de espaldas. Repetimos el proceso
de ir ascendiendo la energía (en la espalda,
a la misma altura que el plexo solar),
haciéndola salir por un punto en la nuca.
Sentí un puntazo, un dolor muy profundo,
que me provocó dar fuertes gritos y
alaridos. Una vez liberada esa energía,
seguí respirando profunda y lentamente, y
después pedí a Caro, mi acompañante, que
me guiara hasta el baño.

Al volver y acostarme, me sentía de otra


manera, mucho más dentro de mí mismo,
del corazón, y la música me sobrecogió
profundamente. Sentía en cada célula del
cuerpo la melodía expandiéndose
interminablemente como en una danza a la
vez micro y macrocósmica.

Muy emocionado, empecé a soltar las


lágrimas, y ese llanto se fue haciendo más
y más hondo y sentido, más impersonal y
antiguo, como si los viejos dolores del
mundo se libraran por fin de sí mismos.
Todo provenía del corazón, y todo
regresaba al corazón, como en una espiral
o un vórtice. Sentí al Cristo Interior muy
vivo y radiante dentro de mí, abriendo e
irradiando el corazón, y vi que el Sagrado
Corazón es Uno en el de cada uno de los
seres.

Me entregué a ese Dolor de entera


presencia que trasmuta los sentimientos y
los devuelve al Amor incondicional.
Simplemente no hay lógica. Hay Sentido.
En el corazón están todas las respuestas, y
una sola respuesta, una para todas y cada
una de las preguntas e interrogantes de la
existencia terrena. Todas las verdades y la
verdad interior de cada uno están
contenidas y alojadas en ese centro y todos
nos encontramos en ese espacio en un sólo
abrazo. El corazón nos hermana a todos, y
entre todos.

En un momento comencé a distinguir


frente de mí un rostro que se iba
formando, primero bastante desdibujado,
pero después cada vez más nítido, hasta
distinguir un viejo de muchos años, con
los ojos traslúcidos, casi transparentes, de
una profunda mirada que transmitía una
calma total, un estanque de ojos
imperturbables, maravillosamente vivos, y
de largas barbas blancas como hebras de
algodón. Me dijo: «Hoy me invocaste.
Estoy acá para guiarte, y así es y será
cada vez que invoques mi nombre. Buscas
una referencia masculina “fuerte” con la
cual identificarte, para que pueda
transmitirte la fuerza y el vigor que
precisas para lograr tu propósito. Lo
buscas afuera, porque todavía la herida
que agredió tu masculinidad está
abierta… mas no sangra ya. Confía en tu
poder interior, confía en ti, no busques
más afuera lo que te es dado desde dentro,
desde el centro de tu fuerza viril». En ese
momento, sin dejar de escuchar las
palabras de Philemon, el anciano de los
días, algo con el nombre de «Los Siete
Rayos» se presentó y empezó a regenerar
con un haz de siete colores mi energía
genésica, en mis testículos. Continuó
Philemon diciendo: «Sólo encontrando en
tu Ser este Poder interior los polos van a
equilibrarse y la armonía a restablecerse.
FIRMEZA Y TEMPLANZA. JUSTICIA Y
AMOR».

Acto seguido, salimos eyectados, en vuelo,


hacia el espacio exterior, hacia la galaxia y
atravesamos sistemas, distintos soles. Así,
a través de muchos mundos que se llaman
«Los mundos entramados» —que son lo
que los seres humanos llamamos
“universos paralelos”, pero que no son
tales, porque en esas dimensiones no
existe tal idea de “perspectiva”—.

Llegamos a un lugar, donde el Anciano me


hace entrar en una gran sala mientras él
permanece en la entrada. Es una especie de
salón que se asemeja a una cúpula interior
de una nave, que flota suspendida en el
aire y en cuyo espacio la luz surge desde
ningún lugar que pueda identificarse.

Estoy frente a un grupo de Sabios, son


doce en total, que se llaman a sí mismos
como “El Consejo”. El interlocutor, que
preside El Consejo, sentado en medio de la
gran mesa metálica, como de mercurio,
comienza a hablarme, a transmitirme
información, mientras los demás escuchan
en silencio. De ver en cuando alguno de
ellos hace un comentario aclarando algún
punto o alguna broma paradojal que hace
reír a todos. Son muy agradables, nada
solemnes, muy relajados, se muestran
como son, y son realmente comprensivos,
si es que puedo describirlos de esta
manera. No imponen temor reverencial ni
nada parecido, más bien al contrario,
generan una empatía y confianza
inmediata. Me siento muy bien ahí, con
ellos. Son altísimos, y estamos a cierta
distancia, con la mesa en medio.

Asimilo esta información:

- No hay tal cosa como un principio y un


fin. No hay más que ciclos, procesos.
Somos esos ciclos y procesos, cada uno
según sus estados y frecuencias que le son
propios. La creencia en un principio y un
final provoca un sufrimiento enorme a los
humanos que se sirven de su percepción
limitada y la sienten como un corte, una
interrupción. Esa idea de “separación” es
el origen de una gran angustia, malestar y
confusión.

- Lo que tomamos como “real” en verdad


no lo es, y lo que la mayor cantidad de
veces no tomamos en cuenta (como
meditar, orar, danzar y reír, sobre todo reír,
¡JAJAJA!) es lo auténticamente REAL; y
nos conecta inmediatamente a nuestra
esencia, tan y tan profunda que en verdad
NO TIENE FONDO, ni tampoco “centro”
alguno. Es TODO y a su vez NADA, y es
el UNO en el que todos somos. Es el YO
SOY. Todo lo demás son simplemente
cuerpos expandiéndose desde lo denso (el
cuerpo físico en nuestra óptica), hacia
adentro y hacia afuera, en un flujo-reflujo
constante de energía, en orden hacia lo
más sutil, donde los cuerpos comienzan a
entramarse emocional, mental, causal y
etéricamente hasta descomponerse en luz,
pura luz informe, que es el punto de
inflexión donde la visión física se detiene,
y la puerta sensorial de la percepción es el
sonido, pura vibración.

- La figura es el toroide: Todo lo que surge


“geométricamente” entre un punto y otro
es un entramado de vibración, una
“cuerda”. Así la trama se mueve, se crea y
recrea en el vacío, que posibilita toda
forma. La naturaleza del tiempo puede
explicarse a partir de estos entramados:
dentro de una misma órbita, de naturaleza
espiral, entre un punto y el que le sucede
en orden ascendente. Los mismos
elementos se aglutinan, trasladando toda la
información precedente y llevándola a un
plano superior de realización. El espacio
es esencialmente tiempo, con el agregado
de la extensión. Es una diversidad de
frecuencias entramadas lo que forma la
multiplicidad, los diferentes “cuerpos”.

- En números esto puede expresarse así:


NO HAY UNO SIN EL DIEZ, NO HAY
DIEZ SIN EL UNO. El uno parte del cero
(0), así como el principio se genera del
vacío, el movimiento del reposo. El cero
(0) es vacuidad, vacío en el que viven
todas las potencias, infinitas posibilidades.

- La Palabra es el DON CREADOR.


Sonoridad con sentido, que crea las
formas. Tenemos libertad para crear la
forma que elijamos. La luz es una sola, y
desde esa unidad se descompone y
transfiere a cada una de las formas la
frecuencia que le es propia. (Mientras me
dice todo esto lo ilustra nombrando un
animal que se corporiza inmediatamente
después de ser nombrado, y puedo ver,
desde el orden de la palabra a su
manifestación, toda la gama de ondas que
se expanden y densifican). Esa luz, es una
mónada áurea (como una pepita de oro
luminosa) que vivifica e insufla todos los
cuerpos con la misma partícula. Está
alojada en el corazón etéreo o invisible,
que es la sede del alma espiritual, y que
contiene en sí la información de todos los
planos y encarnaciones del alma
disponible para los propósitos de ésta. Las
vidas “pasadas” y “futuras” viven en esa
mónada. Los “sucesos” no son más que
fantasmagorías, y toda la información
puede transformarse desde el
conocimiento y el amor porque somos
procesos eternamente presentes.

- Nombrar desde el supra-consciente es


Alta Magia. Visualicen desde la hipófisis.
Llenen con luz violeta la cabina de su
mente, trasmutense a sí mismos. Cualquier
forma puede manifestarse con sólo
nombrarla. La intención es importante,
como también la atención y la orientación.
Mas la Palabra es lo fundamental. Es la
frecuencia que desde la voz se dispone con
una cierta geometría que a través de las
cuerdas sutiles va densificándose y
definiéndose, hasta lograr un cierto estado
de cristalización relativa, donde el alma se
mueve y anima. Canten mantras. Cierren
los ojos y entonen serenos desde el
corazón hacia las cuerdas vocales, desde
ahí hacia la corona y más allá al infinito.
Canten la maravillosa melodía de Dios,
que vive en ustedes. Eso es medicina. El
sol es medicina. El alimento vivo es
medicina. Sanen de lo sutil hacia lo denso,
y luego enseñen a sanar. Den su Amor al
que no ve, al que lo busca afanoso. Que
esta verdad sea en quien esté dispuesto a
recibirla. Necesitan tener paciencia, algo
que suele apesadumbrarlos. El tiempo les
cuesta. Ustedes no son tiempo, aunque en
muchos sentidos así lo crean. El tiempo se
lleva todo lo que no son. Es el fuego que
decanta y templa. Es una bendición y una
perspectiva de gran aprendizaje.

Me explican también que el registro del


mundo del plano de los humanos es
amplísimo. Acaso el más amplio registro
de muchos mundos de infinitos años luz.
Es un registro tonal de 8/8 (me dicen que
el I-Ching traza un mapa o cartografía de
los cambios en un esquema semejante). En
este registro la sincronía puede medirse y
por esto logra una previsión casi infalible.

- En los mundos más densos, la luz casi no


penetra y la velocidad de masa de la
materia es casi nula para nuestras
mediciones. Este nivel es lo que se llama
“infierno” y, a diferencia, de las
representaciones del fuego y la hoguera
(que hacen alusión a las pasiones humanas
sin control), esto es un mundo de muertos,
más parecido al Hades griego y a los
inframundos de los antiguos. En este nivel,
la materia casi no se descompone, porque
la descomposición es un proceso que
requiere de la luz.

- La libertad humana es la facultad (es más


preciso llamarlo “don”), de reconocer
nuestra naturaleza esencial, y la verdadera
identidad con el Todo, con Dios. Si esa
libertad es utilizada para alejarse de su
esencia, y se persiste, ya no hay punto de
retorno. En toda vida hay momentos,
espacios de tiempo que son llamados
“boca de túnel” o “punto sin retorno”
donde esta libertad ya no puede utilizarse,
por inaccesibilidad de frecuencia; y el
aprendizaje continúa en un mundo
entramado más denso. Los mundos
entramados son transpersonales y
vibratorios y nada tienen que ver con los
“mundos objetivos” o fenoménicos, donde
pueden coincidir o no. Como ejemplo,
basta señalar la frecuencia tan diferente en
que puede vibrar una vida con sentido de
propósito respecto a una desconectada de
la fuente. Coexistiendo ambas
objetivamente en el mismo plano-mundo,
pero divergiendo en frecuencia y
luminiscencia.

- El llanto nos hace humanos y la risa nos


hace dioses.

Después de recibir esa información del


Consejo, me encontré “bajando” junto a
Philemon, desde el plano en el que
estábamos, a través de diferentes agujeros
negros, vórtices que “tragan luz” para
filtrar y proyectarlas en los diferentes
“haces”, todo el arco de frecuencias más
sutiles y más densas; atravesando otra vez
galaxias, sistemas y diferentes soles –
algunos de tamaño y conciencia apenas
concebible– hasta ir acercándonos a Gea,
al Planeta Tierra.

Pude sentir como nunca antes el latido y el


colosal pulso vital de la Tierra: cada
montaña, cada volcán, cada valle, cada
selva, cada estepa y sabana, todos los
desiertos, ríos y arroyos, cascadas y
lagunas, toda el agua de los grandes mares
equilibrando sus ciclos… Montes, esteros,
mesetas… Y así en cada árbol, cada
sembradío, cada partícula de la Tierra
respirando en la superficie y reciclándose a
sí misma, absorbiendo el detritus y
alimentando a sus criaturas, desde el
enorme mamífero marino hasta la
micronésima ameba, sosteniéndose y
sosteniendo a todo lo que en ella vive con
un Amor que solamente puede nombrarse
así para poder comunicarlo a través de
palabra humana. Lo sentí en el cuerpo, en
todo el cuerpo, fluyendo a través de mi
sangre. Lo sentí hasta el estremecimiento y
el vértigo. Hasta la conmiseración. Todo
está bien, sin polaridades. Todo Es, tal
como es. Sólo viviendo en esta
comprensión, puede asumirse hasta la más
indecible crueldad humana. El dolor es
también Amor y solamente el Amor puede
liberar y trascender los dolores del mundo.
Comprendí que únicamente el compromiso
de nuestro humano corazón con el Alma
de la Tierra, a través de una conexión
anímica directa, va a revelarnos las
verdades que atesora en su seno y desea
comunicarnos. El Hombre Originario
jamás lo olvidó. La Tierra nos Ama. Su
Amor refleja desde su honda belleza
nuestro propio amor hacia ella.

En un momento determinado comenzamos


a penetrar “capas” de distinta densidad,
“mallas” o “rejas” vibratorias que rodean
en tramas el planeta, y que determinan
nuestra gravitación y los diferentes
fenómenos climáticos y físicos. Entonces,
Philemón señaló en dirección a los polos.
En ese momento la Tierra comenzó a
inclinarse muy suavemente, como un
trompo, recostándose sobre sí misma, y la
aureola blanca del polo Norte comenzó a
descender y a perderse de mi campo
visual, con tanta armonía e
imperceptibilidad como un atardecer.

Contemplar eso me provocó un regocijo y


un éxtasis solamente comparable a una
rutilante puesta de sol. Vi aflorar y
emerger después, como una maravillosa
flor, con toda su fuerza y color, el
hemisferio Sur hasta colocarse en
alineación perfecta, de 0º, con el rayo
dorado del Sol Central, del que participa
nuestro Sol. Kundalini, blanca y plateada
de luz, se eleva serpenteando hasta unirse
por un extremo con el Gran Rayo Dorado,
que desciende tomándola, y se produce un
enlazamiento que se retumba hasta las
paredes del universo, expandiéndolo a
mayor velocidad. Gea se contempla en su
propia belleza.

Completado el ciclo natural de inversión


magnética de los Polos, Philemón,
satisfecho, se retira, integrándose. Supe
que la tarea estaba hecha y que este
fenómeno simbolizó la preparación del
terreno para gestar y recibir en su lecho
una nueva humanidad. Un mundo viejo
puede morir. Un mundo nuevo está
naciendo. Dios mío, Dios mío… ¡La vida
es el milagro! Vivir es la maravilla más
grande que puede existir.
PARTE 2: EL TRABAJO DE FACILITAR (nivel
avanzado)
Capítulo 9: LA RESPIRACIÓN: Una puerta de
entrada a los Estados Ampliados de Conciencia
La respiración ha sido utilizada desde tiempos muy remotos en
diferentes rituales religiosos y/o prácticas chamánicas para la sanación del
cuerpo y del espíritu. Es y ha sido un vehículo que permite el trabajo del
cuerpo y del espíritu al unísono. La respiración constituye una fuente de
contacto, y el contacto en el contexto terapéutico es siempre sanador. En la
Respiración del Corazón, el contacto es un objetivo primordial y es llevado
a niveles de mayor profundidad que los observados en otros enfoques
terapéuticos.

Fue el Dr. Stanislav Grof quien a mediados del siglo pasado


comenzó a utilizar la hiperventilación como forma sistemática de trabajo
terapéutico dentro de los parámetros de la psicología.

Igualmente, en el mundo chamánico y del yoga, esta técnica era


utilizada para acceder a Estados Ampliados de Conciencia. Entendemos por
Estados Ampliados de Conciencia a otras dimensiones tan legítimas a
nuestra conciencia como ésta en la que nos movemos habitualmente y a la
que llamamos realidad. Los estados del sueño y aquellos espacios a los que
accedemos durante el mismo son un ejemplo claro de esto que acabamos de
decir. Durante el trabajo de respiración, tomamos contacto directo con la
dimensión del inconsciente personal y del inconsciente colectivo, sin
necesidad de recurrir a ninguna sustancia inductora externa a la persona.

La forma de respirar en un taller de Respiración del Corazón es la


llave que abre el proceso. Tradicionalmente, la RH induce a los
participantes a respirar de manera más rápida y profunda (hiperventilación),
básicamente quitando la pausa entre la inhalación y la exhalación.
Concentrando nuestra atención durante 10 ó 15 minutos en esta forma
acelerada de respiración, se abre el proceso. La RH ortodoxa solamente
hace esta sugerencia, dejando al participante encontrar su propio ritmo,
eligiendo la forma que mejor se adapte a su fisiología: por la nariz, por la
boca o combinando ambas formas. La única sugerencia es hacerlo más
rápida, más profunda y más ampliamente.

Los años de experiencia transcurridos en innumerables talleres de


RH me llevaron a observar que algunos participantes, especialmente los que
vienen por primera vez, no entraban en proceso holotrópico. Cuando
relataban su experiencia al finalizar el taller, decían que no habían sentido
nada. La idea de mínima intervención cultivada en los facilitadores durante
su formación hacía que estos casos específicos no tuvieran resolución, salvo
que el respirador pidiera asistencia.

Fueron muchas las veces en las cuales me pregunté, junto a mi


equipo, si debíamos proseguir de esta manera o si convendría buscar alguna
intervención que tendiera a resolver la cuestión. Empezamos entonces por
estar más atentos a la forma en que los participantes respiraban. Fue así que
nos dimos cuenta, por ejemplo, de que algunas veces la respiración rítmica,
rápida y corta no conducía a la apertura del proceso sino más bien a activar
una defensa que acrecentaba el control de la situación, impidiendo la actitud
de entrega y confianza necesarias para que el Estado Ampliado de
Conciencia se manifieste. Lo que se observa en muchos de estos casos es
una rigidez muscular que dificulta la apertura del proceso.

De esta manera, decidimos comenzar a sugerir una respiración más


amplia, sin importar tanto la rapidez. Es decir, hicimos hincapié en un
mayor ingreso de caudal de aire en el organismo y en la continuidad de la
respiración, no tanto en la velocidad. Y dado que la mayor parte de las
dificultades con la amplitud de la respiración se localizan en los bloqueos
corporales de la zona del pecho, incentivamos a que la respiración fuera
más alta, más plena, más amplia, fundamentalmente los primeros 10 ó 15
minutos del ejercicio.

Les indicamos también que una vez que comenzaran a sentir los
cambios fisiológicos y psicológicos del estado ampliado, podrían acomodar
la respiración al ritmo que les fuera más cómodo (aunque, naturalmente,
siempre debe ser una respiración acelerada). Los resultados de estos
primeros cambios fueron muy alentadores, y el número de participantes que
refirieron no entrar en proceso disminuyó muy significativamente.
Una vez en la sala, observamos a los nuevos respiradores en el
inicio de su trabajo, y si tenemos alguna duda de que la respiración no les
está siendo efectiva, nos acercamos simplemente a preguntarles cómo están.

Si el respirador nos dice que efectivamente no le pasa nada, siempre


con su autorización, lo acompañamos durante algunos minutos ayudándolo
a respirar con mayor amplitud en la zona del pecho. Respirar ampliamente a
veces es difícil por las corazas existentes en esta parte del cuerpo. Inclusive,
en algún caso, es necesario trabajar de la manera tradicional la zona de los
hombros y el pecho para ayudar a la persona a abrir estos bloqueos.

En algunas ocasiones, nos hemos dado cuenta de que, además, la


persona presenta rigidez en la zona de las piernas. Esto impide la descarga
de energía recién liberada. Hemos tenido entonces que trabajar con sus
piernas y, recién al liberar esta zona de su cuerpo, la persona ha sentido un
gran alivio y ha podido respirar con la libertad y amplitud necesarias para
que el trabajo de respiración fluyera y se completara.

Hay un momento, entonces, en el que el bloqueo se abre,


frecuentemente de manera súbita, y a partir de ahí la respiración se hace
fácil y fluida. Entonces, dejamos a la persona que continúe respirando sola
y no le indicamos más cómo hacerlo. En más de una ocasión, el participante
cambia su forma de respirar nuevamente a un ritmo que le queda más
cómodo. Pero, una vez expandido su pecho, ya nunca vuelve a mencionar
que no le pasa nada y el Estado Ampliado de Conciencia perdura,
generalmente durante toda la sesión.

Es necesario aclarar que se necesita un cuidado muy especial en la


actitud del facilitador, ya que debe tener una presencia suave y amorosa
para que su acción no sea sentida como una invasión. Finalmente, queremos
dejar constancia que nuestros participantes nos manifiestan un profundo
agradecimiento por haberlos ayudado a sacar el máximo provecho de la
experiencia.

De vez en cuando, todavía nos encontramos con algunos


participantes que nos llaman ya avanzada la sesión y mencionan que, a
pesar de haber hecho el esfuerzo de respirar ampliamente, no logran llegar a
ningún estado diferente. En estos casos particulares es necesario un trabajo
más intenso y específico para ayudarlos a superar el bloqueo que les impide
respirar correctamente. Nos ubicamos al lado del participante y le pedimos
que concentre toda su voluntad solamente en llenar el pecho de aire hasta
expandirlo al máximo, sin pensar en hacerlo aceleradamente. Una vez
hecho, le pedimos que retenga el aire por unos segundos, soltándolo luego
lentamente y que repita el procedimiento unas cuantas veces buscando
lograr que en cada respiración el pecho se expanda un poco más que en la
anterior. Cabe aclarar que esta es una maniobra bastante difícil, ya que el
respirador debe expandir la capacidad torácica a través de la cantidad de
aire inhalado, que tiene que ser de mayor volumen en cada respiración; y
nosotros tendremos que alentarlo hasta que sintamos que realmente ha
llegado al máximo de su posibilidad de expansión. Hay un instante en el
que el pecho comienza a vibrar a simple vista y hasta se producen pequeños
espasmos que muestran la dilatación y la apertura de esta zona. De manera
invariable, todos los respiradores así intervenidos entran en proceso, el
Estado Ampliado de Conciencia se abre y el Sanador Interior finalmente se
manifiesta en todo su esplendor, momento a partir del cual dejamos a la
persona que evolucione en su propio proceso y respire de la manera más
natural que le salga.

Ejemplos de Casos Particulares

M., después de casi media hora de trabajo,


pide ayuda porque no puede entrar en
proceso. Llamativamente, M. es una
respiradora con experiencia. Me acerco y
le pido que respire con mayor amplitud en
la zona del corazón y luego la acompaño
sosteniéndola en el proceso. Solamente
necesitó unos pocos minutos para que el
Estado Ampliado de Conciencia se abriera.

***
L. es un hombre de 35 años y está en su
segunda respiración. Faltando 20 minutos
para terminar la sesión, se sienta y se saca
el antifaz que usualmente se utiliza durante
la experiencia. Su respiración había sido
tranquila y no había hecho ningún tipo de
trabajo corporal. Sin embargo, parecía
haber estado “conectado”. Me acerco a
preguntarle cómo está y me dice que bien
pero que no le pasó nada.

Me sorprendo y le pregunto, avisándole


que queda poco tiempo, si quiere que lo
ayude a “entrar”. Me dice que sí.
Simplemente le pido que amplíe la
respiración un poco más, expandiendo el
pecho con cada inspiración. Pongo mi
mano sobre su pecho y, como es de
esperar, tiene el pecho duro, bloqueado y
le cuesta mucho inspirar.

Con mi insistencia y aliento, va logrando


expandir con mucho esfuerzo el pecho y la
respiración. Le digo que lo infle como si
fuera un globo que está muy duro y lo
llenas de aire cada vez un poco más. Le
indico: «Deja entrar la vida que trae la
respiración a ese espacio cerrado y
bloqueado». Y, cada vez que inspira, le
repito «un poco más de aire y un poco más
de expansión» (poniéndome insistente
cuando no lo logra y felicitándolo cuando
lo consigue).

Este trabajo no es sencillo y debo poner


parte de mi propia energía en la insistencia
que debo realizar para que realmente cada
nueva inspiración de L. sea más amplia
que la anterior. En un determinado
momento, el pecho se abre y la respiración
comienza a ser más fluida. En ese instante,
puedo sentir el fuerte movimiento de
energía y los leves temblores alrededor de
la zona del corazón de L. Realmente se
siente que “vuelve la vida” a una zona
antes dura y cerrada.

L. comienza a respirar amplia y fácilmente


y, poco a poco, los leves temblores que
anuncian su desbloqueo se convierten en
espasmos y sollozos a los que aliento
diciéndole: «Ponle sonido, expresa la
emoción». El sollozo se convierte en un
llanto, no de dolor, sino de profunda
emoción. La energía comienza a fluir
libremente y llega hasta las piernas (y
brazos), que tiemblan y descargan. Su
cuerpo ondula entre espasmos y sollozos;
Hay una profunda emoción, muy honda en
él, en su acompañante y en mí como
testigos de esta transformación.

Al finalizar la música, L. está respirando


con total libertad y le cuesta “volver”. Me
llama para agradecerme con un abrazo. Su
testimonio en el círculo final es
conmovedor.

Es necesario aclarar que no es sencillo que un


respirador con su pecho bloqueado pueda expandirlo.
Es un esfuerzo muy grande, tanto para la persona
(que generalmente cree estr respirando ampliamente
y no es asi), como para el facilitador que lo
acompaña (que tiene que poner gran cantidad de
energía en lograr que el pecho se distienda
verdaderamente un pocomas con cada respiracion).
Esto es asi hasta que se siente, cuando el pecho se
abre y se comprueba que llego a la máxima
expansión posible.
***
J. un participante que ha respirado varias
veces tiene una fuerte personalidad, con
una preponderancia de lo racional sobre
sus emociones. Me acerco promediando la
sesión a preguntarle cómo está, ya que se
había arrodillado de espaldas empujando
con la cabeza en un vaivén constante. Me
dice que no le pasa nada, a lo que le
propongo acompañarlo a respirar. En la
sesión del día anterior pasó algo parecido
y se fue frustrado, diciendo que no había
podido entrar.

Respira corta y rápidamente durante un


rato, sin que le pase nada. Le pido que
respire ampliando el pecho. Cuesta
muchísimo que lo haga y, sobre todo, que
deje de expirar inmediata y ansiosamente
antes de completar la inspiración. La
impresión es que no acaba de llegar y ya
está volviendo. Mi sensación es que así se
pierde en el movimiento, que necesita
estar tranquilo, ampliando el pecho.
Finalmente, logro que lo haga, y ahí
comienza un temblor en el pecho y una
descarga de energía que le llega hasta las
piernas y se libera con una sacudida por
los pies.
En ese momento, comienza a llorar
copiosamente, cosa que sucede por
primera vez en sus respiraciones. A su vez,
registra un dolor en el cuello, el cual
podemos trabajar y que lo lleva a poder
realizar una importante profundización del
proceso. Esto se logró simplemente
aguantando y ampliando la respiración.
Capítulo 10: EL ROL DEL FACILITADOR: Un
aporte esencial al trabajo de los respiradores

El rol de los facilitadores es esencial para el trabajo en la


Respiración del Corazón. Ya hemos mencionado la importancia de la
formación de aquel que quiere acompañar a otro en este proceso.

A lo largo de todos estos años de trabajo, hemos podido comprobar,


sin lugar a dudas, que la intensidad y la calidad de los procesos de los
participantes, están determinados por el nivel de cuidado y de contención
ofrecido por los facilitadores. Dentro de esta variable de contención y
cuidado, probablemente uno de los aspectos más importantes es el número
de facilitadores disponibles en la sala. Hemos observado que el número
ideal es el de un facilitador para cada cinco o seis participantes como
máximo.

Aunque hay sesiones en las que los facilitadores no tienen mucho


que hacer, su presencia es la que detona, como variable destacable, la
profundidad del trabajo de los respiradores. La sensación de que hay
alguien para acompañar y cuidar su proceso en caso de que sea necesario,
ayuda a los participantes a enfrentar lo que tanto miedo tienen, que es soltar
el control y permitir que emerja lo temido y rechazado en su inconsciente.
Aunque no hacemos mención de esta variable a los participantes, hay una
percepción intuitiva de la capacidad de cuidado disponible en la sala.
Podemos decir que la presencia de los facilitadores es como una llave que
abre la puerta al trabajo de los respiradores. No hay duda alguna de que éste
es un trabajo donde la importancia de lo que sucede en el nivel de los
«sentidos interiores» es tan significativa o más que el de los «sentidos
exteriores».
10.1. Acerca del «No Hacer»

Es este un tema esencial del trabajo del facilitador y, probablemente,


el aspecto más difícil de ser trasmitido. La capacidad de darse cuenta de
cuándo es necesaria o no una intervención, y de cuándo es posible que la
sola presencia del facilitador ayude a la persona, se va desarrollando con la
misma experiencia de facilitar. Esto constituye el despertar de lo que
vulgarmente en psicología se llama «el ojo clínico». Igualmente, se pueden
dar algunas pautas y alentar a los nuevos facilitadores a cuidarse del exceso
de protagonismo por el que todos pasamos alguna vez.

Debemos dejar claro, como norma general, que siempre es


preferible lograr resultados con la menor intervención posible. Por tanto,
sugerimos a los futuros facilitadores que la indicación del trabajo corporal
se da únicamente como última opción. Por ejemplo, las personas que son
muy «visuales», en muchas ocasiones no tienen experiencias sensoriales ni
de movimiento, y realizan su trabajo sin la necesidad de la presencia de un
facilitador, lo cual está muy bien.

Pero se ha podido observar muchas veces que la descarga


automática y superficial de una emoción sólo produce un alivio
momentáneo, que no llega a la profundidad del material reprimido
inconsciente. En estos casos, cuando la persona repite el ejercicio de
respiración, vuelve una y otra vez al mismo tipo de expresión emocional sin
poder lograr salir del ciclo expresivo que ella misma construye. Es por eso
que, en este tipo de casos y solamente en ellos, se sugiere al participante
que contenga la descarga y continúe con la respiración acelerada mientras
se le acompaña en la búsqueda del contenido subyacente. El facilitador
solamente debe esperar y contener al respirador con su presencia hasta que
finalmente emerja el material reprimido para finalmente ser liberado.

Para nosotros, en la Respiración del Corazón, el «no hacer»


significa simplemente «hacer de otra manera». Para aclarar este concepto,
comparto algunas experiencias.
M. es una chica de veintitantos años que
está realizando su primer taller de
respiración. En la primera media hora de
sesión, comienza súbitamente a moverse,
su cuerpo se eleva en saltos sobre la
colchoneta, emite sonidos difíciles de
comprender, llora entrecortadamente y se
queja muy enojada. Esta sintomatología va
aumentando progresivamente hasta que
nos acercamos y la exhortamos a llorar y a
sacar su rabia golpeando la colchoneta y
los almohadones.

Este proceso se extiende durante un


tiempo sin que se perciba que M. realice
una verdadera descarga emocional. No
parece contactar profundamente con
emociones, sino que solamente tiene una
descarga motriz superficial. Luego se
calma y tiempo después todo recomienza.
Tampoco parece que la descarga motriz
que le sugerimos ayude demasiado en su
proceso interior. Entonces, me acerco y me
quedo al costado de la colchoneta
preguntándome: ¿Cómo ayudarla a hacer
un contacto más profundo con su material
inconsciente y una apertura verdadera?

M. sigue retorciéndose y gritando sobre la


colchoneta. Entonces, decido no exhortarla
nuevamente a expresar agresión. En
cambio, me acerco con una actitud de
amor, contención y profunda paz que
busco transmitirle; sin palabras y con un
suavísimo contacto físico. Esto produce
una sorprendente reacción corporal en M.
que, paulatinamente, deja de
contorsionarse para quedar en quietud
durante unos breves segundos. Luego, su
cuerpo comienza a producir una descarga
psicomotriz tan intensa que es hasta difícil
de tolerar. Comienza a ondular, a temblar
compulsivamente pareciendo que se va a
desarmar en cualquier momento. La animo
a tolerar este proceso, diciéndole
suavemente en el oído que no se asuste,
que se relaje y permita que la energía siga
fluyendo y descargándose por los pies, que
la voy a cuidar, que no tenga miedo, que
no le va a pasar nada.

M. queda finalmente agotada, tendida


sobre la colchoneta en silencio. Pero más
hacia el final de la sesión, todo vuelve a
recomenzar. En este caso, es otra la
facilitadora que se acerca a M. y logra
ayudarla a que transforme sus gritos y
pataleos en una increíble descarga corporal
de energía acumulada y bloqueada en su
cuerpo.

En el momento de compartir, M. expresa


que fue un momento clave aquel en que mi
presencia en silencio y con una actitud de
amor y cuidado, le permitió aflojarse y
confiar en que el terremoto que sentía
dentro de su cuerpo podía llegar a
expresarse sin destruirla.

Este comentario de M. muestra claramente la potencia


transformadora que un otro, experimentado, amoroso y contenedor, tiene
sobre el trabajo del respirador. Lo que se transmite, sin hacer, es
contención, cuidado y aceptación incondicional. Esto permite expresar al
respirador lo más profundo, temido y rechazado de sí mismo, y lo habilita a
atravesar el miedo paralizador y soltarse al soporte amoroso que significa
la presencia del otro. En el momento que el respirador siente la contención
amorosa del facilitador, se establece en el plano sutil una unión tan
profunda de almas que podríamos decir que se vuelven uno entre los dos.

En algunas ocasiones, es posible dar más fuerza con algunas suaves


palabras como: «estoy contigo», «vamos que puedes» o «continúa más
profundamente». Y quizás apoyar de una manera casi invisible una mano
en el brazo del respirador.

Otro hermoso caso que me gustaría compartir es el de una


respiradora de 75 años, quién nunca había realizado ningún tipo de trabajo
psicológico y que llega al taller para acompañar a su nieta, la organizadora
del mismo. La intención de presentar su experiencia es la de mostrar algo
bien conocido por los facilitadores de esta técnica como es la potencia del
ejercicio de respiración. Es una historia simple y conmovedora que también
nos ilustra sobre la profunda unión de almas que se produce entre los
respiradores con sus acompañantes y con los facilitadores en la sala de
respiración.

En las palabras de la misma Lucila:

Mi nombre es Lucila, tengo 75 años, y


vine a este encuentro para apoyar a mis
nietos que lo habían organizado sin
conocer en profundidad el tema, por tanto,
con pocas expectativas.

El primer día del encuentro me costó


bastante tiempo aprender la forma de
respirar que me permitiera tener algún tipo
de experiencia. Los facilitadores me
ayudaron hasta que pude lograrlo.
Igualmente creo que me sucedió muy
poco: oscuridad, dentro de ella la cara de
un felino negro de ojos rojos, paredes
altísimas egipcias y mayas, una puerta de
pura roca con una cerradura inviolable.
Entonces, pedí a mi Ser Interior que
formara un tsunami para derribarlas, pero
muy poco sucedió. Sólo me vi por un
momento en una bahía soleada donde
estuve con mi esposo, ya fallecido, jóvenes
y enamorados.

Al segundo día, comencé a respirar y no


pasaba nada… Oscuridad y cosas
intrascendentes. Ana María y mi nieta
vinieron en mi auxilio con ese gran amor
que ponen en todo lo que hacen, pero mi
corazón se negaba obstinadamente a
abrirse. Y mi Ser Interior tampoco
aparecía.

Ana María me instaba a hacer el esfuerzo


de respirar una y otra vez. ¡No pasaba
nada! Un momento después muy frustrada
y enojada empecé a ordenarle a mi corazón
que se abriera y a preguntarle a gritos qué
le había sucedido para que estuviera así.
¿Qué era lo que había levantado las
murallas que había visto el día anterior?
En ese momento, vi al otorongo (felino)
negro devorar mis entrañas y empecé a
pedirle que eliminara todo lo malo que
había en mí.

Me tranquilicé. Apareció la imagen de mi


madre que había fallecido apenas había
cumplido yo 7 años. También, vi a mi
padre, a la tía que me crió, y a mi esposo,
todos ellos fallecidos también. Viéndolos
me di cuenta que la dureza de mi corazón
había comenzado cuando por diferentes
circunstancias de la vida no había podido
despedirme de ellos. No pude decirles por
última vez cuánto los amaba, pedirles
perdón, darles las gracias, abrazarlos muy
fuerte. ¡Me faltaba eso!

Así que los fui llamando uno a uno y pude


cumplir ese rito final de amor. Me
comuniqué con cada uno, los sentí cerca,
me despedí, y la paz y la luz llenaron mi
corazón. Así, relajada y feliz me vi en una
bahía semejante a la del día anterior.
Ahora, era de noche con un cielo
constelado de estrellas y una luna llena
impresionante que alumbraba el paisaje y
rielaba en el mar.

Me acerqué a la orilla y vi que desde mi


corazón luminoso partía un rayo hacia la
luna y los dos rayos, el que bajaba de la
luna y el que subía hasta ella se reflejaban
juntos. Me sentí plena y me fui. Pero
entonces pensé que desperdiciaba el goce
de un momento especial y volví. Allí me
esperaba un ángel muy hermoso y
sobrevolando ese espacio estaban las caras
de Ana María, Lu y Nacho (los tres
facilitadores). Con una ceja levantada,
como preguntando que hacían allí, miré al
ángel, quien girando me señaló una flor
muy blanca y radiante donde se habían
colocado las tres caras irradiando amor.
Quise ir a tomarla, pero él me detuvo con
un gesto de su mano, y sentí muy dentro
de mí que me decía: «Deja esa flor. Es
ahora para otra persona que la necesita».
Entendí, agradecí y me retiré. El
otorongo[14] (felino) me esperaba echado,
tranquilo. Lo acaricié y le dije: «Gracias,
puedes irte. Está todo bien».
10.2. La Formación de los Facilitadores

Retomando lo anteriormente dicho, nuestra modalidad de


enseñanza incluye un mínimo de tres años de formación, que consiste en
asistir a un taller mensual y a un grupo de supervisión y aprendizaje
teórico en la mañana siguiente al taller.

El primer año consiste solamente en el trabajo personal realizado en


la colchoneta y en la asistencia al grupo de formación del encuentro
posterior. En este grupo, se analizan casos clínicos y el proceso personal de
cada futuro facilitador. Este espacio funciona como grupo de formación y
como grupo terapéutico. La idea es que nadie puede acompañar a otro más
allá de lo que ha llegado en su propio proceso.

Al final de este primer año, se aprende el trabajo corporal para que,


en el segundo año, se pueda comenzar a «caminar la sala», siempre
acompañando a un facilitador experimentado y aprendiendo de él. Al
finalizar este segundo año, los alumnos deben asistir al módulo de selección
de música, en el cual se les enseña todo lo referido al armado de un set o
bloque musical.

En el tercer año, la persona está habilitada para trabajar


independientemente, pero siempre bajo la supervisión de un facilitador de
mayor experiencia. También es condición necesaria la asistencia a un curso
de psicología transpersonal de dos años de duración. Éste es un excelente
complemento teórico que enriquece la cosmovisión de los alumnos.

Otro aspecto esencial en cuanto a la formación de los facilitadores


es su selección. No todas las personas (por más que lo deseen) tienen la
capacidad de ser buenos facilitadores. Requieren un mínimo de sanidad
emocional e integración psíquica para participar de nuestros grupos de
formación.

También es una condición para nosotros el amor profundo y el


compromiso con la tarea. Nadie puede ser un buen facilitador si
elige solamente desde su razón y no desde su corazón. Es, por eso, que
advertimos a aquellos que no conocemos suficientemente y que nos
solicitan entrar en la formación, que los primeros meses serán de prueba
para saber si tienen las cualidades que se necesitan para este trabajo:

1. intuición y percepción de los procesos corporales,


2. capacidad de entrega y de amor incondicional,
3. fuerza interior para sostener procesos (a veces) muy
difíciles sin asustarse,
4. confianza en la vida y en el Sanador Interior.

Una vez leí un comentario que arrojó luz sobre mi forma de


enseñanza: Enseñar mucho a pocos en vez de poco a muchos. Dentro de
este encuadre, para realizar un seguimiento personalizado de los futuros
facilitadores por parte de los instructores, el número de estudiantes debe ser
pequeño, y por pequeño entendemos grupos de no más de 10 ó 12 personas
por curso.

Hay muchos aspectos de la Respiración del Corazón que son muy


difíciles de trasmitir, ya que pertenecen al ámbito de la percepción e
intuición profundas. Especialmente «El poder de la palabra». Así como se
puede ayudar mucho, se puede lastimar mucho cuando la persona se
encuentra en una situación de tan alta vulnerabilidad debido al Estado
Ampliado de Conciencia.

Actualmente, nuestra mayor dificultad y nuestro mayor desafío es


cómo lograr que los facilitadores puedan desarrollar en sí mismos el nivel
de percepción e intuición que se necesita para no interrumpir la experiencia
del respirador y no confundirse con proyecciones de su propio material
inconsciente. Estas son actitudes que no se aprenden, sino que se
desarrollan, y es por eso que en nuestro entrenamiento hacemos especial
hincapié en el trabajo personal y terapéutico. Con suerte, llegará
un momento en el proceso personal de los futuros facilitadores en el cual,
después de haber limpiado su propio material inconsciente y de haber
caminado la sala mensualmente durante al menos dos años, el nivel de
experiencia, de percepción y de intuición que lograrán, les irá permitiendo
gradualmente acercarse a los participantes desde otra perspectiva.
El tiempo que tarden en llegar a esto, será distinto para cada
facilitador, aunque, lamentablemente, ciertas personas nunca lograrán
realmente este nivel de percepción. En esos casos, se aconseja al facilitador
que intervenga siguiendo, única y exclusivamente las maniobras aprendidas
durante su entrenamiento.
Capítulo 11: ALGUNAS PARTICULARIDADES
DEL TRABAJO CORPORAL: Interpretando el
lenguaje del cuerpo

Aunque el trabajo corporal que realizamos en la Respiración del


Corazón es igual que el que se realiza en la Respiración Holotrópica —y
por lo cual le estamos profundamente agradecidos al Dr. Grof—, hay, sin
embargo, algunos nuevos recursos terapéuticos que serán los que
mencionaremos en este capítulo.

Cuando hablamos de trabajo corporal, nos referimos a una serie de


técnicas con las que ayudamos al respirador cada vez que se hacen visibles
sus bloqueos corporales, emocionales y /o energéticos. En el proceso de la
respiración es habitual que aparezcan dolores y rigideces corporales que
para nosotros son un síntoma de un bloqueo emocional más profundo. A
través del trabajo corporal, permitimos que el material subyacente se
manifieste.

La importancia de aprender el lenguaje corporal es tan grande que


creemos que todos los facilitadores deberían saber realizar una lectura del
cuerpo y actitudes corporales de los respiradores. Este aprendizaje se va
dando naturalmente con la experiencia, pero sería muy útil que formase
parte del módulo de trabajo corporal. El cuerpo, la mayoría de las veces,
nos dice mucho más que la palabra.

Otra idea de especial relevancia es que entendemos al síntoma como


lo hace la homeopatía: como un principio que busca la sanación del
organismo. Lejos de suprimirlo, lo que buscamos es amplificarlo para que
lo que está oculto pueda salir a la luz.

La diferencia más significativa con el trabajo corporal que se realiza


en la Respiración Holotrópica es que en algunos casos la Respiración del
Corazón va más allá del cuerpo físico para alcanzar el cuerpo energético o
sutil. Pero antes de explicar esto último, queremos hacer mención al
respecto de algunas maniobras que realizamos sobre el cuerpo físico.
11.1. Sobre el Trabajo en la Zona del Pecho

Una opción relativamente nueva para trabajar sobre las corazas


musculares de la zona del pecho es pedirle al respirador que se siente y tire
los hombros hacia atrás abriendo el pecho, mientras un facilitador, desde la
espalda, le sujeta los brazos haciendo una fuerte presión hacia atrás para
ampliar la zona del pecho. Una vez hecho esto, le pide al respirador que
intente hacer fuerza con sus hombros y brazos hacia adelante.
11.2. Sobre el Trabajo con los Ojos

En algunas ocasiones, realizamos también un trabajo sobre los ojos


directamente. Lo hacemos únicamente en los casos en que, después de
haber trabajado en la zona de las cejas (que es una zona donde se acumula
mucha tensión), el ojo comienza a temblar y a descargar energía por sí solo.
Ayudamos entonces a la descarga colocando con muchísima suavidad un
dedo sobre los párpados cerrados del participante, teniendo cuidado en no
presionar, y pidiéndole a la persona total inmovilidad. Es notable la
cantidad de energía que se libera de esa manera tan simple. Los
participantes comentan sentirse muy aliviados con esta descarga.
11.3. Sobre el Trabajo en la Zona de la Garganta

Ésta es otra zona delicada, aunque, con cuidado, se puede trabajar.


Es muy frecuente que el respirador sienta una obstrucción en la garganta,
parte del cuerpo que generalmente la RH no trabaja de forma directa.

Dado que algunos bloqueos en el cuello eran muy difíciles de


solucionar a la manera tradicional, consultamos con fisioterapeutas
especialistas en garganta que nos indicaron cómo trabajar en esta zona. Hoy
en día lo hacemos con mucha suavidad buscando que la obstrucción se abra
a lo largo de los músculos de la garganta y del cuello.

Otra intervención bastante frecuente, y que sorprendentemente logra


excelentes resultados, es trabajar directamente ya sobre el cuerpo sutil en la
zona de la garganta, limpiando las obstrucciones que allí pudiera haber.
Esto último ya entraría en la esfera de lo chamánico, tema que ampliaremos
en el Apéndice del libro[15].
11.4. Sobre el Nacimiento

Una situación bastante especial es la que sucede cuando alguien


pide ayuda porque le duele la cabeza. En estas circunstancias hemos
comprobado que el dolor es un síntoma que, trabajado correctamente, lleva
muchas veces a un nacimiento. Y, si solo se atiende el dolor puntual en la
coronilla, es posible que se pierda la verdadera dimensión de ese dolor.

La manera en la que procedemos es apoyando las dos manos sobre


la cabeza de la persona y ejerciendo presión al tiempo que le pedimos al
respirador que nos ayude empujando sobre nuestras manos. De esta manera,
si el síntoma es únicamente ese dolor puntual, éste desaparece. Pero como
dijimos con anterioridad, algunas veces se produce un nacimiento que
nunca nos podríamos haber imaginado. Hay que recordar que el nacimiento
es una de las experiencias habituales en el trabajo de respiración. Este tema
ha sido muy bien desarrollado por el Dr. Grof en la mayoría de sus libros,
por lo que aquí solamente haremos mención de la importancia que tiene el
revivir el trauma del nacimiento para poder liberar todas las trabas
emocionales y/o físicas que pudieran haber quedado guardadas en el cuerpo
y en el inconsciente de la persona.

Sin embargo, no siempre que una persona «nace» durante la sesión


está reviviendo su propio nacimiento. Hay ocasiones que es simplemente el
hecho de nacer, como una situación arquetípica de cambio y renacimiento
en la vida de la persona.
11.5. Sobre el Trabajo en el Corazón

Una de las maniobras corporales incorporadas recientemente a


nuestro bagaje terapéutico es la del trabajo sobre el corazón, pero no en la
zona habitual del centro del pecho, sino en el lateral izquierdo del cuerpo,
tendiendo a acercarse a la zona baja de la tetilla izquierda. Por las
características de la zona corporal, esta maniobra es fácil de implementar
con los participantes varones, no así con las mujeres con las que
prácticamente no realizamos esta maniobra, porque tendríamos que trabajar
directamente sobre el pecho izquierdo.

El trabajo en esta zona es indicado cuando la persona comunica que


le duele el corazón. Es mucho más potente trabajar en este lugar ya que
pareciera que uno accede directamente al órgano.

A continuación, presento el caso de R. a modo de ejemplo:

R. es un hombre de 40 años muy rígido y


estructurado, con un bloqueo en la zona
del corazón. Cuando nos llama para
trabajar por un dolor en su pecho y nos
pide por favor que lo ayudemos a
“destrabarse”, comenzamos a trabajar en
esa zona.

Pero como le cuesta mucho expresar la


emoción que siente frente a nuestro
trabajo, recurrimos a la zona del lateral
izquierdo a la altura del final del corazón.
Como sucede en estos casos, R. expresa
sentir un intenso dolor, rompiendo a llorar
y pudiendo finalmente expresar la angustia
profunda que estaba encerrada dentro de
su corazón.
11.6. El Trabajo con la Tetania

La tetania es un término genérico que designa una contracción


involuntaria de ciertos músculos. Su aparición es un fenómeno
relativamente frecuente que nosotros, los facilitadores, estamos habituados
a observar. Se trata de parestesias, generalmente de los miembros superiores
e inferiores.

Casi siempre las contracturas producen un grado de rigidez no muy


acentuado, que es relativamente sencillo de liberar a través del trabajo
corporal de tensión-relajación. Pero, circunstancialmente, encontramos
personas que son tomadas por la tetania y su cuerpo adquiere una rigidez
que podríamos calificar de dramática y, a su vez, sumamente dolorosa. Es,
en este tipo de casos, difíciles de tratar a la manera tradicional, cuando
comenzamos a utilizar la palabra junto con el trabajo corporal, con la
intención de liberar las emociones que dan origen y subyacen a las
contracturas.

Tendida al lado de la persona, se le habla suavemente pidiéndole que


se conecte con la emoción que se esconde detrás de su contractura y a la
que no puede llegar la conciencia. Los resultados hasta el momento han
sido satisfactorios y es sorprendente comprobar que si la persona puede
hacer contacto con su emoción (mayormente de angustia y/o rabia), el
bloqueo se resuelve y la emoción se expresa. Las manos se van abriendo
cual pétalos de una flor y la rigidez de los miembros desaparece casi
instantáneamente.

Nuevamente éste es un camino para explorar y un trabajo personal a


realizar por los futuros facilitadores ya que, para que una exhortación de
este tipo de resultado, el facilitador debe tener un camino recorrido con sus
propias emociones, además de un corazón abierto y sensible que ayude a
abrir el corazón del participante.

Voy a compartir tres casos muy severos de tetania para ilustrar lo


anteriormente expuesto:
K. es española y está asistiendo a un taller
de Respiración del Corazón en Lima
(Perú). En su primera respiración del
sábado, la tetania es tan intensa que, a
pesar de haber trabajado con varios
facilitadores, no termina de ceder. Una y
otra vez logra reducirla para rápidamente
estar de nuevo completamente tomada por
tremendas contracturas en rostro, brazos,
manos y piernas. Se queja de dolor y de
fastidio por la interminable situación.

El domingo, en el grupo de inicio del


taller, comparte que tuvo una noche difícil:
se despertaba con dolores en el cuerpo y,
frente al temor a sufrir, vino al taller más
por obligación y compromiso que por
ganas.

Al poco rato de comenzar la respiración, la


tetania se apodera nuevamente de K. Me
acerco para trabajar con ella, preocupada
por verla nuevamente sumida en el dolor
corporal, e intento un camino de
resolución diferente. Le apoyo una mano
suavemente en su pecho. Le susurro al
oído: « K. sigue respirando como hasta
ahora (su respiración es muy intensa) y
busca dentro tuyo qué es lo que está por
debajo de la contractura y exprésalo».

K. parece sorprendida y se queda inmóvil


por unos segundos. Después, un profundo
sollozo surge de su interior, se contorsiona
y en medio de espasmos grita expresando
un dolor incontenible. «Ahora entiendo,
ahora entiendo». Frente a mi sorpresa y a
la de algún otro facilitador, la tetania iba
desapareciendo a medida que la expresión
emocional tomaba su lugar. Rápidamente y
con relativa facilidad, queda libre de
contracturas y en un estado de total
placidez y liberación. A pesar de seguir
respirando intensamente, K. no vuelve a
tener tetania en el resto de la respiración.

***
M. es un hombre de 30 años que está
realizando su primer taller. Su cuerpo tiene
temblores y espasmos que lo llevan a
descargar gran cantidad de energía de
manera espontánea durante toda la primera
parte del ejercicio.

Más o menos al comenzar la segunda hora


de respiración, lo escucho gemir y al
mirarlo, veo sus brazos y rostro totalmente
tomados por la tetania. Me acerco y le
digo suavemente: «M., trata de hacer
contacto y de expresar la emoción que está
detrás de tus tensiones corporales». Por
más que insisto por varios minutos con la
consigna, M. no logra hacer ningún
contacto y su tetania está cada vez más
pronunciada. Le sugiero entonces que, si
lo siente, exprese el malestar que le genera
su tetania.

M. comienza a golpear con los brazos y a


expresar sonidos guturales de rabia con la
dificultad inherente a su caso. Es obvio
que está expresando el enojo que le da su
cuerpo dolorido y contorsionado y, al
hacerlo, sucede lo inesperado: un sollozo
surge de su pecho y, al mismo tiempo,
contacta con su dolor. Las manos
inmediatamente se abren y se relajan
mientras M. busca abrazarme y continuar
llorando. La tetania desapareció en menos
de un minuto.

***
L. es una joven que, al ir a tenderse en la
colchoneta me llama y me explica que
tiene miedo porque ella hace sesiones de
Respiración Conectada o Rebirthing y
siempre se le ponen las manos muy duras
y le duelen mucho. No quiere que le
vuelva a pasar. Le digo que, si le sucede,
me llame que quizás puedo ayudarla a
liberarse definitivamente de la tetania.

Cuando L. me llama y me dice llorando


que sus manos están completamente
acalambradas, le pido que haga contacto
con la emoción que está por debajo de ese
calambre. Los ojos se le llenan de
lágrimas, pero no puede pasar de ahí.

Traigo almohadones y le pido que golpee


en ellos. Lo hace suavemente al principio,
pero luego comienza a golpear con más
fuerza y también a dar pequeñas patadas
moviendo todo su cuerpo endurecido para
hacerlo. La animo a continuar más fuerte,
y ella sola comienza a expresar sonido y
disgusto por lo que le sucede. Muy
rápidamente sus manos, brazos y piernas
se aflojan y L. comienza a llorar
angustiosamente. El enojo que tenía por el
bloqueo muscular da espacio a la emoción
que estaba guardada bajo la tetania: una
profunda angustia relacionada con un tema
familiar.

***
A continuación, se incluye el testimonio de Hernán sobre su trabajo
con G. Es un participante regular de nuestros talleres desde hace
aproximadamente un año. Es característico en sus respiraciones que se
produzca una tetania en los miembros superiores y mandíbula, la cual
veníamos trabajando a la manera tradicional necesitando mucha fuerza de
presión para lograr relajarse (lo que generalmente conseguíamos, aunque
sin manifestación emocional). Ante una nueva aparición de sus
contracturas, llama a Hernán para que lo ayude.

Empiezo a trabajar con la maniobra


habitual de presión/contrapresión, pero era
mucha la tetania, al punto de no poder
abrirle las manos.

Entonces, le digo suavemente al oído:


«Busca conectar con la emoción que está
detrás de tus contracturas y exprésala». G.
se sorprende y deja de moverse por un
rato. Finalmente, su rostro se contrae en
una mueca de dolor y empieza a llorar
cada vez más fuerte, transmitiendo mucha
angustia acumulada. De repente y ante mi
sorpresa, sus manos comienzan a abrirse y
relajarse, su rostro se distiende y parece
iluminarse. Todo su cuerpo entra en una
quietud tan pacífica que es conmovedora.

Ahora incluimos el testimonio final de G:


«Cuando Hernán me dice que busque la
emoción que está detrás de la tetania, me
doy cuenta que la contractura física es en
realidad una contractura emocional, un
bloqueo profundo de mucha angustia
acumulada que, al registrarla y
expresarla, me produce una maravillosa
apertura al amor que fluye por todo mi
ser, dejando en mí un estado de paz
absoluta.»

Estos casos no son suficientes como para llegar a mayores


conclusiones. Tampoco consideramos que la tetania deba siempre trabajarse
de esta manera, aunque s í es un camino muy interesante para seguir
investigando en situaciones corporales extremas como las que acabamos de
relatar.
11.7. La Importancia de Aprender el Lenguaje Corporal

Como anteriormente he mencionado, creemos que todos los


facilitadores deberían saber realizar una lectura del cuerpo y de las actitudes
corporales de los respiradores. Este aprendizaje se va dando naturalmente
con la experiencia, pero sería muy útil que formase parte del módulo de
trabajo corporal. Como dijimos anteriormente, la mayoría de las veces, el
cuerpo nos transmite mucho más que la palabra.

Para terminar este capítulo quiero dejar en claro que, en general, en


nuestros países de Latinoamérica y especialmente en Argentina, es natural
una mayor cercanía corporal que en los países anglosajones. Por tanto, es
posible durante los talleres, tocar y abrazar a las personas, con el debido
respeto, sin que esto sea susceptible de una mala interpretación. Esta
característica cultural de nuestros países favorece la profundidad del trabajo
corporal.
Capítulo 12: ALMAS PERDIDAS: Un viaje desde el
chamanismo a la psicoterapia. La sanación aplicada
en el campo vibratorio del respirador.

Como ya he mencionado en el capítulo 2, la Respiración del


Corazón incluye nociones derivadas del chamanismo y de la terapia de
regresiones que aprendí en la formación de TVP (Terapia de Vidas Pasadas)
realizada con el Dr. J. L. Cabouli.

El espíritu humano solamente comenzó a ser tenido en


consideración por la psicología cuando surgió la psicología transpersonal a
fines del siglo pasado. Sin embargo, desde el comienzo de la humanidad,
las civilizaciones antiguas estaban íntimamente conectadas con los espíritus
de la naturaleza, a la que consideraban sagrada. Veían a la Tierra y a todo lo
existente (plantas, animales, hombres y hasta piedras) como seres vivos,
con los cuales los chamanes tenían un contacto habitual. Por ejemplo,
pedían ayuda al espíritu de la lluvia en tiempos de sequía, o convocaban a
los animales para la caza desde Estados Ampliados de Conciencia.
Igualmente utilizaban estos estados para la sanación de enfermedades o
para la unión y prosperidad de la tribu en ceremonias especiales. También
tenían una relación muy cercana con los espíritus de los ancestros a los que
invocaban pidiendo su ayuda espiritual cuando ésta era necesaria. Hoy en
día, todavía hay tribus en algunas regiones de África que interceden ante los
ancestros para sanar a los miembros del grupo que padecen algún tipo de
enfermedad, o para que los ayuden en la lucha contra sus enemigos
naturales.

En la Respiración del Corazón, llamamos «almas perdidas» a


aquellas entidades del mundo astral que se manifiestan a través de la voz y
del cuerpo de la persona que esta resìrando. Tradicionalmente en la
Respiración Holotrópica, se las considera una expresión de fuerzas
arquetípicas de tipo demoníaco, y se estimula a la persona a que haga gestos
y sonidos que expresen esa energía buscando agotarla. Pero trabajado de
esta manera, la energía o entidad se manifiesta una y otra vez en la persona
que viene a respirar, ya que está adosada a su campo vibratorio.

Generalmente, es la energía de seres desencarnados que


permanecieron en este plano terrestre después de su muerte y que se
manifiestan a través de la persona en cuyo campo vibratorio se han
introducido. Muchas de las veces son parientes a los que la persona ha
pedido que no se vayan en el momento de su partida. En algunos casos, las
almas perdidas no tienen conciencia de que no se encuentran en este plano
sino en uno intermedio, y necesitan ser guiadas a la luz y ayudadas a
elevarse a través de seres de luz que vienen a buscarlas. Por tanto, el trabajo
de almas perdidas representa un gran avance en el proceso de sanación,
tanto del alma perdida como del alma del respirador.

El trabajo con almas perdidas es un recurso bastante reciente pero


que ya forma parte de las herramientas habituales dentro de la Respiración
del Corazón, y que requiere que los futuros facilitadores que se están
formando con nosotros realicen un curso anexo para aprender la técnica de
liberación de este tipo de energías.

Voy a compartir algunos ejemplos concretos que permiten dar una


idea de la profundidad y el alcance de esta temática que se encuentra en los
inicios de ser explorada y que merece atención y estudio posterior.

M. llora con mucha angustia durante casi


todo el taller. Su dolor me llega
profundamente pues es muy hondo. Tras
acompañarla durante más de 20 minutos,
me acerco nuevamente y le pregunto
suavemente al oído: «M., ¿qué te pasa?,
¿por qué tanta angustia?» Rompe a llorar
con una desesperación aún mayor que
antes, y me dice que se siente culpable de
la enfermedad de su hijo de 3 años que es
autista. Siente que la bulimia que ella
padece desde hace más de 20 años es la
responsable de la dolencia de su hijo. Ha
realizado toda clase de tratamientos sin
poder curarla. Su desesperación va en
aumento.

Percibo a través de cambios en su voz y en


su rostro la presencia de un alma perdida
que probablemente sea la que la induce a
comer y se lo sugiero: «No eres la que
come sin freno. Hay alguien más que come
a través tuyo. Déjame hablar con ese
alguien, por favor».

Se queda estática, sorprendida y como


reflexionando. Tras unos minutos me dice:
«Yo lo presentía.» Y exclama todavía más
sorprendida que antes: «Es un bebé. Acabo
de verlo.» Le sigo preguntando cómo se
llama y me da un nombre incomprensible
en una lengua extraña. Entonces, le
pregunto al bebé si se quiere ir a la luz,
que es donde debe ir para seguir su camino
espiritual, y me contesta que sí. Hacemos
lo pasos necesarios y rápidamente el alma
de ese niño parte hacia la luz.

M. respira aliviada y yo la abrazo durante


un largo rato diciéndole muy suavemente
que ella nunca fue culpable de nada, que
su hijo tuvo que venir a vivir esa
experiencia —con el autismo— como
parte del aprendizaje de su alma en esta
vida.

Unos días más tarde, recibo dos correos de


ella donde me cuenta que su síntoma de
bulimia desapareció completamente
después del taller, cuando en 20 años de
diferentes terapias no habían logrado
sanarlo.

***

C. termina la respiración del día sábado


sentada en su colchoneta con la cabeza
caída sobre su hombro izquierdo. Al final
de la sesión, explica que escuchaba una
voz interna que le decía que se ahorcara.

Indago sobre esa voz interna y me explica


que es la misma voz la que la lleva a
agredirse muchas veces (golpearse la
cabeza contra la pared o golpearse con los
puños en la cara). No sabe por qué ese
enojo con ella misma. Dice que surge de
repente. Tiempo atrás, C. tuvo dos intentos
de suicidio y, en todos los casos esa voz
interna la instaba a quitarse la vida.

En la respiración del domingo, me acerco


a ella y le pido que se comunique con esa
voz interna para preguntarle quién es y por
qué quiere que ella se quite la vida.
Finalmente, logramos hacer contacto con
un alma perdida que se encuentra
incrustada en C., según lo dice ella misma,
desde que es una niña.

Como el trabajo puede llegar a ser largo, le


propongo a C. que se quede al finalizar la
sesión para poder hacer una regresión y
liberar esa alma para que vaya a la luz.
Hacemos eso ayudados por la
acompañante de C. (que estudia
regresiones) y logramos liberar a C. de esa
alma perdida que tanto influyó en su vida.

Los cambios en C. son notables:


gradualmente desaparecen la depresión
que la aquejaba desde hace años y, al
mismo tiempo, la permanente lucha
interna en la que se desvalorizaba y
atacaba constantemente. Desde entonces,
no escucha más voces.

***

A. tiene 23 años y llega a su primera


respiración. Es muy agradable, reflexiva y
curiosa. En la sesión del sábado tiene una
experiencia muy profunda. El domingo se
sienta a mi lado para almorzar y cuando
nos estamos por levantar de la mesa para ir
a la respiración, me dice titubeante, que lo
que ella no puede cambiar es su adicción
al cigarrillo.

Le pregunto cuánto fuma y me dice que un


paquete por día. Luego le tiembla la voz y
dice: «En realidad yo sé con qué tiene
conexión mi hábito». Y mientras se le
llenan los ojos de lágrimas, añade: «Es que
mi hermana murió atropellada por un
coche al cruzar la calle para ir a comprar
cigarrillos». La hermana muere a los 14
años, y A. tiene 12 en ese momento (edad
en la que comienza a fumar).

Veo con claridad que la adicción de A.


tiene que ver con la presencia de su
hermana cerca de ella, por lo que le
sugiero que, si llegara a sentirla durante la
respiración, me llame inmediatamente.

Al promediar la sesión, me manda llamar y


acudo rápidamente a su lado. Allí mismo
utilizo la técnica de TVP y me comunico
con su hermana a través de ella. Le hago
saber que está muerta (algo que las almas
perdidas generalmente no saben) y la
ayudo a ir a la luz, cosa que no hizo al
morir.

Lo más notable se produjo al final de la


sesión. A. relata que el túnel de luz quedó
abierto cuando el alma de su hermana se
fue durante la respiración (esto no sucede
nunca) y que ella decidió subir también
por ahí. Cuando llegó arriba, la estaban
esperando unos seres de luz que le dijeron
que todavía no había llegado su momento,
que debía bajar nuevamente porque tenía
aún cosas por terminar en esta
encarnación. ¡Sorprendente! Es
sumamente importante que ese puente
entre ambas direcciones quede bien
cerrado antes de alejarse del respirador.

Un caso singular de Almas Perdidas enviadas a la luz es el de E., ya


que ella sola sin ayuda de nadie, en su trabajo de respiración, se encontró
con sus antepasados femeninos que estaban en este plano. A continuación,
comparto la versión que la misma E. escribió sobre su trabajo.

Fueron dos días intensos que sirvieron


para comprender y aceptar muchas cosas
que hace tiempo trabajo, pero que al
parecer seguían agazapadas esperando a
que involucre mi terco corazón.

El sábado parí y fui parida, y también pude


observar el dolor del linaje femenino de mi
sangre: mujeres sufridas, maltratadas, y
creo que violadas; secretos, murmullos por
lo bajo, rencores que no acabaron ni aún
después de que la mayoría de ellas
murieran.

En la respiración del sábado pude


entender, a partir de las imágenes que se
me aparecieron, la distancia, la casi
frialdad con la que mis antepasadas fueron
criadas y a la vez criaron a una generación
en la que estoy incluida.

Surgió entonces una pregunta muy


potente, que ni sabía que me la estaba
haciendo: ¿Por qué no quiero a mi mamá?
Hago lo que una hija debe hacer con su
madre de casi 87 años, pero es el deber el
que siempre se impone. Yo no me daba
cuenta de esto. Por eso, la pregunta me
dejó helada. Por sorpresa, sentí mi útero
como una pelota dura, y la cintura dolía
con un dolor antinatural, porque estaba
pariendo una respuesta que finalmente
surgió en la respiración del día siguiente.

Ya sabía cómo era el trabajo, pero el


cuerpo respondía diferente con respecto al
día anterior. Aparecieron las imágenes de
uno de los dolores más grandes de mi vida,
y surgieron de repente sin pedir permiso…
Dolor que había sido tratado en
psicoanálisis y con terapia regresiva. Era
el dolor por el aborto que hace tanto
tiempo mamá me obligó a realizar. Ella
misma se había practicado dos abortos.

Nuevamente, la mente lo justifica, como lo


hace siempre: que al final fue mejor, que
encontré un buen hombre que me quiere y
con el que tuve dos hijos a los que amo.
Sin embargo, mi corazón aún llora por ese
bebito que hoy me dijo que se llamaba
Manuel.

De pronto, estoy ahí, pidiéndole perdón a


ese, mi niño y no queriendo que se quede
solo, pero estoy con mi madre y ella llora a
la par mío y por sus hijos no nacidos.
También pide perdón, primero a mí y
después a sus hijos… y los dejamos a los
tres juntos, a mis hermanitos y a mi
Manuel. Estamos alrededor de la tumba
llenita de cuarzos, mi madre, yo y todos
mis hermanos, todos muy conmovidos.
Sigo sintiendo a mi mamá, que se queda
conmigo, ayudándome a sanar mi relación
con ella.

Cuando vuelvo a respirar, comienzan a


surgir aspectos míos que suelo ignorar: La
mujer jaguar y una africana hermosa,
negra, con un andar de diosa salvaje y
femenina, un tercer aspecto de mujer en
forma de bailarina hindú con olor a
sándalo, bella y sensual. Las tres me
habitan, me inundan, y me conectan
conmigo misma. Y entonces entiendo: son
las mujeres de las que desciendo. Por un
lado, la rama paterna representada por mi
abuela Asunción (descendiente de indios
tobas). Por otro lado, mi madre con mi
abuela y tías ruso-alemanas. Yo desciendo
de alemanes del Volga: grandes, rubias,
serias, muy serias, sufridas, trabajadoras,
limpias, aguantadoras como pocas
personas he conocido. Están todas juntas,
entonces yo y mis tres mujeres interiores
hablamos con ellas y les decimos que ya es
hora de bailar, de sentir, de disfrutar. Las
tías me miran serias, pero de pronto una,
mi tía Elvira, se ríe. Tentadas, las otras
también lo hacen, y descubro lo hermosas
que son, sonrientes y me pongo a bailar
para ellas y les digo que me imiten, que
bailen. El baile es como africano,
contundente, con mucho de pie en el suelo.

Me acerco a mi abuela y le digo que se


deshaga del rodete (no recuerdo haberla
visto jamás sin rodete). Y me deja y su
pelo es tan fino y tan largo… Mi abuela
toba también se deshace del suyo y están
muy lindas con sus pelos sueltos. A mis
tías les revuelvo la cabeza (ellas se
peinaban con fijador, ese spray que dejaba
duro el pelo).
Y entonces se ponen a bailar, y se ríen…
Felicitan a mi mami por la hija que tiene…
Le dicen: «Estate bien orgullosa de la hija
que tenés».
Entonces me dicen: «Nos tenemos que ir»,
y yo no quiero que se vayan, lo estamos
pasando tan bien…
Mi abuela se abraza con mi madre y yo
abrazo, y acaricio a todas mis tías y a mi
abuela (a las que siempre traté de usted) y
unos ángeles me dicen: «Ya se tienen que
ir. Ellas van a la luz». Y es ahí donde
aparece mi gatita siamesa, Isis, que murió
hace unos cuantos años, y me lame las
lágrimas como solía hacerlo. Me dice que
dentro de poco volverá conmigo, y se va
en brazos de mi abuela gringa. Estamos
arriba en una montaña, y ellas se van a un
hueco que se abre en una de las montañas,
como una boca celeste, casi blanca, con
mucho brillo. Quedamos mi madre, mi
otra abuela y yo, y le pregunto a mi
abuelita: « ¿ Vos no vas?», Me dice que
no, que ella no es de su linaje. Y bajamos
las tres juntas.

Cómo explicar el dolor y la paz que sentí.


Incluso ahora, recordándolo, el cansancio
me habita, y las lágrimas surgen fáciles
ante tanta emoción. Siento que sané
mucho, yo y también mis antepasadas, y
que esto será de ayuda a los tíos que
quedan vivos y, por supuesto, a mi madre.
Quizá ellos no lo sepan nunca, pero sé que
desde algún lugar su familia, mis
ancestros, al fin descansan en paz.

***

En la ronda final, P., que es paciente


también de terapia individual, dice estar
llena de rabia y en forma exaltada exclama
que hasta llegó a pensar en cómo hacer
desaparecer a toda su familia.
Especialmente al padre, a la madrastra y a
la hija de ambos.

Le pedimos que se quede después de que


los demás participantes se retiren para
trabajar con ella. Yo ya había pensado más
de una vez la posibilidad de que el alma
perdida de la madre de P. estuviera con
ella y fuera la causante de la furia de P. con
su familia. Es necesario aclarar que la
madre de P. se suicidó cuando ella tenía 3
años.

Cuando P. logra entrar en proceso, le pido


que registre si hay alguien junto a ella en
ese momento. Tras unos instantes,
comienza a llorar y a los gritos exclama:
«Mi mamá, mi mamá está acá conmigo».

Realizo entonces un trabajo con la técnica


de regresiones del Dr. Cabouli para
comunicarme y lograr que el alma perdida
de la mamá de P. vaya a la luz. El trabajo
de P., que no vamos a relatar en este
momento por lo largo del proceso, (ver
bibliografía del Dr. José Luis Cabouli,
Terapia de la posesión espiritual), es
conmovedor. P. logra despedirse de su
madre, y ésta se eleva yéndose a la luz.

Lo que sí es importante destacar es que P.


viene a su sesión de terapia individual a
los dos días y es una persona diferente. En
realidad, es ella por primera vez en su
vida. Su continua agresión verbal ha
disminuido y reconoce que su madrastra le
hizo de madre —antes se quejaba
continuamente de que nunca había cuidado
de ella—. Ahora se da cuenta, entre otras
cosas, que la llevó al colegio en su auto
todas las mañanas desde primer grado
hasta el último año del secundario. Lo más
sorprendente es que llamó por teléfono a
su familia —que vive fuera de Argentina
— y habló con cada uno de ellos y les
agradeció el hecho de que existieran en su
vida.

***

Luis tuvo una infancia muy difícil. Él y


sus hermanos vivieron reiteradas amenazas
de muerte por parte de un familiar cercano.
Su vida ha estado marcada por el
desamparo y la violencia. La muerte
prematura de uno de sus padres también
afectó su infancia.

L. ha asistido a 3 ó 4 talleres, pero con


mucha interrupción entre ellos. Aunque se
siente mejor, se asusta, dice que son muy
intensos y llama para venir únicamente
cuando sus síntomas de depresión y
angustia lo sobrepasan y no le permiten
asistir al trabajo de contador en su
empresa.

Este taller, al igual que los demás, es de


una intensidad fuera de lo común, en la
que el desgarro y la angustia que anidan en
su corazón se manifiestan con toda
intensidad.
Al finalizar el taller, L. comenta que tiene
un fuerte dolor de cabeza y se le pide que
se quede después para completar su
trabajo. Tras trabajar su dolor de cabeza,
de golpe se agarra con sus dos manos el
pecho y dice llorando: «Está acá, está
acá». Entonces le pregunto: «¿Qué es lo
que tenés ahí?» Él pega un grito diciendo:
«¡Es E.!» (el familiar cercano que los
amenazaba en su infancia).

Tras un conmovedor diálogo, los dos


logran disculparse, E. por el maltrato y L.
por haberlo dejado solo en el instante de su
muerte, de la cual se siente responsable.
Finalmente, E. logra desprenderse y
elevarse, saliendo del campo energético de
L.

La partida de un alma perdida trae, en


cualquier circunstancia, enormes cambios
para la persona. En este caso, L. expresa
que la depresión que lo ha traído a este
último taller no se vuelve a manifestar más
desde ese momento.

Cabe aclarar que el trabajo con Almas Perdidas es prácticamente


imposible de realizar durante la sesión de respiración, debido a que la
experiencia puede alargarse demasiado tiempo. Es por eso que, salvo casos
muy especiales en los que el alma perdida aparece hablando directamente a
través de la persona en la misma respiración, pedimos al participante que
se quede una vez finalizada la respiración grupal, para poder hacer el
trabajo con tranquilidad y tiempo suficientes.
En el siguiente capítulo voy a abordar otra técnica que utilizamos en
ciertas ocasiones: la Recuperación del alma. Al igual que sucede con el
trabajo de Almas Perdidas, en este caso también tomamos como referencia
los conocimientos del mundo chamánico.
Capítulo 13: LA RECUPERACIÓN DEL ALMA:
Una técnica chamánica de aplicación para la
Respiración del Corazón

Durante todos estos años de trabajo terapéutico, se han ido


presentando algunas situaciones en las sesiones de respiración que no
podían ser resueltas con la técnica clásica de la Respiración Holotrópica.
Comenzamos entonces a utilizar un recurso aprendido del chamanismo (la
Recuperación del Alma) que resultó ser, en estos casos concretos, de
muchísima utilidad. Nuevamente, se debe aclarar que no puede ser aplicada
por alguien que no conozca la técnica, pero es importante dar constancia de
ello para dejar abierta una puerta a investigaciones futuras.

La pérdida de partes del alma de una persona ocurre, comúnmente,


en situaciones traumáticas sorpresivas y de gran intensidad como pueden
ser: un accidente, el fallecimiento repentino de alguien importante en
nuestra vida, un peligro inminente, etc. En los niños puede darse frente a
violencia repetida de los padres. A partir de ese momento, la persona cuenta
con menos energía, vitalidad, decisión, empuje, conexión; aunque,
generalmente, tiene bastante poca conciencia de lo que le sucede.

No es sencillo tener registro de la carencia de una parte del alma del


respirador. Esto se manifiesta de una manera sutil mediante la falta de
energía vital. Durante la respiración, algunos de los signos que nos indican
la posibilidad de que una parte del alma de la persona haya salido de su
campo vibratorio son, entre otros:

la falta de presencia,
la falta de movilidad muscular,
la falta de conexión entre algunas partes del cuerpo.

Pero estas manifestaciones pueden presentarse en cualquier proceso


de respiración, y lo que hace que un facilitador piense en esta posibilidad,
más allá de los fenómenos habituales, es su percepción interna de que una
parte de la persona «no está ahí». Esta percepción es una cualidad que se
desarrolla en la medida que el facilitador va cultivando el arte de estar
presente y aprende a trabajar y moverse en planos más sutiles de
conciencia.

Otro aspecto fundamental a destacar es que el facilitador tiene que


aprender a diferenciar cuál es la razón por la que el respirador se muestra
desvitalizado y/o desconectado. Es decir, si es una pérdida de su energía
vital o si se trata de que tiene un bloqueo en el plano de sus emociones. La
manera de responder a estas dos situaciones es muy diferente.

Voy a mostrar algunos casos que hemos tenido de Recuperación del


Alma en nuestros talleres.

H., de 32 años, soltero, viene a los talleres


hace dos o tres años. Tiene más de 20
talleres hechos. Tiene toda su dulzura y
sensibilidad bloqueadas, y le cuesta forjar
relaciones, aunque uno puede sentir el
profundo amor que irradia en su mirada y
en su expresión. Dice estar mejor en su
vida cotidiana, pero no se lo ve muy
diferente en cuanto al motivo que lo llevó
a empezar este trabajo, que es su dureza y
su falta de expresión. Sin embargo, sigue
viniendo entusiasmado, inclusive teniendo
que viajar en avión para llegar a Buenos
Aires todos los meses para asistir a los
talleres.

Es el segundo día de respiración. H. se


encuentra de rodillas y golpea con sus
manos, como si estuviera enojado, pero lo
hace sin fuerza; no siente la rabia a pesar
de que dice tenerla. Expresa que está
cansado de no poder sentir ni expresar lo
que le pasa. Trabajamos con él intentando
que golpee más fuerte y que exprese lo que
siente, pero sus golpes, a pesar de ser
fuertes, están vacíos, se pierden, no tienen
continuidad y disminuyen inmediatamente.

Tras estar un rato prolongado junto a él sin


que pase nada, más que vanos intentos de
su parte y de la mía para que pueda
conectarse, tengo una sensación de él
como una carcasa vacía, sin contenido
emocional, sin alma. Y eso me lleva a
implementar una técnica utilizada en la
TVP que es, muy al estilo chamánico: la
Recuperación del Alma.

Al comprobar que no puede hacer


contacto, le digo suavemente que no lo
siento, que es como si una parte de su alma
se hubiera perdido, que no está presente
para sentir y conectar. Le pido entonces
que vaya a buscar esa parte de su alma que
se perdió en algún momento.

H. tiene un sobresalto visible en la


colchoneta. Pega un brinco y su cara
sonríe sorprendida. Segundos después,
siento una emoción profunda mientras él
parece revivir. Su cuerpo toma otra
tonicidad, se vuelve vibrante, llora detrás
del antifaz y me aprieta la mano. Yo siento
la energía correr por su cuerpo y la ternura
que expresa el contacto de su mano con la
mía. Me abraza emocionado y me dice:
«Gracias». Nos quedamos abrazados largo
rato y yo no puedo creer el cambio tan
profundo que se dio en él en ese momento.
Su relato en la ronda final es conmovedor
y su transformación perdura en el tiempo.

***
Termina la música y N., de 54 años,
continúa acostada en la colchoneta,
inmóvil, pálida, con los labios morados y
casi sin respirar. Un facilitador intenta
suavemente hacerla volver, pero no lo
logra. Me llama preocupado, solamente
quedan N. y su acompañante en la sala.

Me tiendo a su lado y la llamo suavemente


varias veces. No hay respuesta. Nunca me
había pasado esto antes en ninguno de los
innumerables talleres realizados. La
técnica de mencionar suavemente el
nombre siempre surte efecto. Tras unos 10
minutos, empiezo a preocuparme y sin
saber bien qué hacer, ya que pienso que
tocarla sería muy invasivo. Me acuerdo del
viaje que hacen los chamanes para buscar
a las almas que se perdieron. Entonces me
recuesto al lado de N., entro en un estado
profundo de meditación y le pido a mi
propia alma que vaya a buscar a la suya.

No pasa más de un minuto —en esa


dimensión el concepto de tiempo no existe
— y sin que medie ningún movimiento de
parte de nadie, N. se despierta y se sienta
en la colchoneta diciendo que no recuerda
donde estaba. Las tres personas que
estábamos a su lado suspiramos aliviadas,
y yo, muy sorprendida con la experiencia
vivida.
El siguiente caso fue una revelación y un descubrimiento
para mí. Sin tener ninguna intención, más que la habitual de
acompañar a la persona en su experiencia, me vi envuelta yo
misma en un viaje de la conciencia.

A. es una participante que acude con


regularidad a verme en sesiones
individuales de terapia. Tenemos un
vínculo profundo forjado a través de los
años.

En la mitad del taller, me acerco a la


colchoneta donde A. se retuerce con
signos de profundo malestar. Después de
un tiempo recostada a su lado en silencio,
me doy cuenta de que A. está trabada en
una situación muy desagradable que no
evoluciona hacia ningún lugar.

Le tomo suavemente la mano y le


pregunto cómo está. A. me responde:
«Estoy vacía, no soy nada». Ésta es una
sensación constante en la vida de A.,
quien, a pesar de ejercer una tarea de
liderazgo en su lugar de trabajo, no puede
llevar adelante ningún proyecto personal
que alimente su espíritu, lo que le genera
un enorme sufrimiento. Este tema es algo
recurrente en su vida desde hace ya mucho
tiempo, sintiéndose cada vez peor.

Cuando toco con la mano el cuerpo de A.,


siento una ausencia total de emociones y
de presencia. Entonces le pido que haga
contacto: «A., no estás, no te siento,
establece contacto, por favor». La
situación es cada vez más difícil. Lo único
que se percibe es vacío, hielo, soledad
infinita. A pesar de que he transitado
muchas veces esta situación, nunca fue tan
profunda la falta de presencia que pude
sentir en A.

Tras insistir con vehemencia, pidiéndole


que trate de hacer contacto, lo máximo que
logro que diga es: «No estoy, no puedo».
Entonces, comienzo a pedirle que busque
la parte de su alma que seguramente se
había ido, pero A. está cada vez más
inmóvil, fría, sin nada de vitalidad ni
energía.

En ese momento, siento que sus piernas


están muertas y que esa es la parte de su
cuerpo que se encuentra más vacía.
Entonces, le pido que comience a mover
las piernas. Ella lo intenta, pero no logra
moverlas. Es un momento muy difícil.

Tras muchos intentos y de mucha


insistencia por mi parte, finalmente puede
hacer pequeñísimos movimientos con sus
piernas. El esfuerzo es de ambas: me doy
cuenta de cómo presto mi propia energía a
A. para que ella logre mover sus piernas.
Finalmente, logra dar algunas patadas
diciendo: «No puedo. Estoy muerta, estoy
muerta». Y en ese momento,
sorpresivamente, me veo a mí misma
viajando hacia el mundo de los muertos,
de los que habla la mitología griega:
cruzando un río, acompañada por el
barquero Caronte, y retornando con la
parte del alma de A. que estaba en esa
región.

Cuando le pido a A. que la incorpore, ésta


se niega a hacerlo, hasta que finalmente,
poco a poco y con mucho esfuerzo, una
energía empieza a entrar en su cuerpo a
través de la cabeza. A medida que la
recorre, muy lentamente ella tiembla y
vibra en cada zona de su cuerpo hasta
llegar a los pies. Luego todo su cuerpo
comienza a ondularse y A. rompe en
llanto. La vida y la energía retornan a su
Ser. Fue llamativo el agotamiento físico en
el que quedé. Me fue prácticamente
imposible seguir trabajando en la sala y
tuve mucha hambre. Ingerir alimentos me
ayudó en el transcurrir de la tarde para ir
recuperando fuerzas muy lentamente.

Diez días después de finalizado el taller,


A. vino a su sesión individual de terapia
relatando una serie de cambios y acciones
que hacía año y medio quería realizar y le
resultaban imposibles. Efectivamente, la
energía y el poder de accionar en el mundo
se despertaron en ella a partir del taller.
Tras varios meses desde esa experiencia, la
vitalidad y el entusiasmo de A. son cada
vez mayores.

Para concluir, quisiera mencionar que la técnica de Recuperación


del Alma puede ser utilizada (una vez debidamente aprendida por los
facilitadores), en casos muy específicos durante la Respiración del
Corazón.
Asimismo, en el Apéndice he incluido tres nuevos recursos de
reciente incorporación:

1. Dame la Mano,
2. El Poder de la Palabra.
3. Las nuevas formas del Trabajo Corporal.

Todas ellas están enriqueciendo significativamente el abordaje


terapéutico del respirador.
Epílogo
La experiencia de escribir este libro ha sido maravillosa a la par que
reveladora. La idea que me convocó a hacerlo fue la de organizar la técnica
y poder darla a conocer. Pero lo que hoy en día puedo constatar es el
crecimiento interior que ha significado para mí el viaje de la consciencia al
que me llevó este manuscrito. Definitivamente, no soy la misma que cuando
comencé a escribirlo.

Es curioso que cada vez que me ponía a escribir o a revisar algún


capítulo, surgía espontáneamente nueva información desde mi interior. La
sensación en esos instantes era que el libro tenía vida propia y me revelaba
nuevo contenido que necesitaba ser incorporado.

Me gustaría compartir varias reflexiones finales que sintetizan el


alma de esta terapia:

1. La Respiración del Corazón no sólo constituye un


viaje de autoconocimiento o de sanación para el respirador
sino para todas las personas que entran en contacto con el
proceso, ya sean los facilitadores como sus acompañantes
(compañeros respiradores).

2. Los beneficios que se producen como resultado de la


terapia son visibles en el cuerpo físico y emocional, pero
también alcanzan niveles más sutiles y profundos de la
consciencia.

3. La Respiración del Corazón es una terapia viva y en


constante evolución. Seguramente un segundo volumen
mostrará su crecimiento en el futuro. Prueba de ello es el
Apéndice que incluye las recientes herramientas que estamos
implementando.

Espero que este libro te haya ayudado, amigo lector, a expandir tu


conciencia y a avanzar en tu autoconocimiento. Y si eres terapeuta, espero
que te haya brindado nuevas ideas a incorporar e investigar en tu trabajo.

Finalmente, es mi intención alentar a los nuevos exploradores, a


todos aquellos que vendrán, a utilizar este material con amor y mucho
cuidado, y a animarse a recorrer nuevos territorios desconocidos hasta
ahora, que ayuden a la expansión de la conciencia y a la sanación del alma
humana. Estoy convencida de que es éste un destino inevitable y
maravilloso.

.
Apéndice: Nuevos aportes a la técnica de la
Respiración del Corazón.
1. Dame la mano. Quiero sentirte presente conmigo

Hay una situación muy particular en la que hemos logrado


resultados sorprendentes, ayudando a la persona a conectar consigo misma
y con la experiencia a través del contacto con el facilitador.

A veces sucede que, al acercarnos a un respirador —ya sea porque


éste nos ha llamado para decirnos que no le sucede nada o porque estamos
trabajando con algún bloqueo corporal—, notamos que la persona está
ausente, distante, lo que podríamos llamar «vacía de sí misma». En estos
casos en que las personas están muy disociadas y no pueden hacer contacto
ni con sus sentimientos ni con su interior, les pedimos que nos den la mano
y hagan contacto.

La persona acerca su mano y se siente totalmente vacía, floja y sin


ningún sentimiento. Entonces, le pedimos que se conecte con nosotros y le
insistimos hasta que sentimos que logra hacerlo. Inclusive le enseñamos
cómo hacerlo si es que no puede. Le decimos al respirador: «Estás vacío de
emoción, no te siento, busca hacer contacto conmigo y déjame sentirte en
mi mano». Y mientras digo esto, apreto suavemente su mano dentro de la
mía. Obviamente, estas palabras se las decimos muy suavemente al oído y
con un tiempo de espera entre cada frase.

Generalmente, es necesario repetir la consigna varias veces,


explicándole su «falta de presencia», hasta que casi irremediablemente hay
un momento en el que se siente al otro. Muchas veces tenemos que ser
nosotros los que ponemos nuestra alma en esa mano, transmitiendo nuestra
energía como un llamado a la presencia del otro. Le repetimos al respirador
una vez más: «Estás vacío de emoción, no te siento, busca hacer contacto
conmigo y déjame sentirte en mi mano». Y mientras digo esto, apreto
suavemente su mano dentro de la mía.

Lo normal es que se necesiten varios intentos o repeticiones de este


gesto y estas palabras, pero cuando la persona lo logra, se produce un
cambio cualitativo notable y un alivio profundo, acompañado muchas veces
de una gran emoción. Es como si volvieran a la vida. Acto seguido, le
pedimos que vuelva a respirar, y el trabajo continúa de una manera muy
diferente.

El siguiente ejemplo explicará más claramente este tipo de


sintomatología.

H. estaba respirando muy quieto durante


casi toda la sesión. Comúnmente, en estos
casos, cuando está promediando la
segunda hora, nos acercamos con extremo
cuidado, quedándonos al lado de la
persona sin hablar durante algunos
minutos. Esperamos alguna respuesta por
parte del respirador y tratamos de percibir
si está en algún proceso. No es necesario
ni siquiera tocarlos, ya que hemos
aprendido que las personas nos perciben
sin necesidad de que haya palabras o
contacto físico de nuestra parte.

H. se mueve con incomodidad, suspira y


expresa: «Estoy vacío, no siento nada».
Entonces, le pido que respire más
ampliamente en la zona del pecho y le
digo que lo voy a acompañar por un rato.

Pasan los minutos y a pesar de que su


respiración es más potente, sigo sintiendo
que H. no puede hacer contacto con
ninguna experiencia o sentimiento. Le
pido entonces que me dé la mano, lo que
resulta siempre igual: su mano está floja,
distante, sin presencia. Cuesta bastante
lograr que H. lleve vida al encuentro que
le propongo, pero cuando lo logra (esto es
algo que solamente puede hacer el
respirador), las lágrimas comienzan a caer
por sus mejillas: «Ahora entiendo, ahora
entiendo». Entonces, comienza a apretar
fuertemente mi mano. En el momento final
de compartir, H. relata que, gracias a mi
pedido de contacto, revivió una escena
muy dolorosa de su infancia en la que el
padre partió de su hogar abandonándolo, y
no tuvo contacto con él durante muchos
años.

***
R. es una joven de 16 años que llega al
taller como sugerencia de su madre que ha
realizado la experiencia con anterioridad.
En su segunda respiración, R. no logra
conectarse y me llama pidiéndome ayuda.
Se la ve ausente y con dificultades para
inhalar.

Una vez que R. logró respirar más


profunda y aceleradamente, se queja
igualmente de no poder entrar en proceso.
La toco suavemente en el brazo haciendo
contacto con ella y le pido que me de la
mano. No logro percibir la presencia de R.
y le digo: «Sentime, hace contacto
conmigo», mientras le aprieto suavemente
la mano y pongo mi consciencia y mi
presencia en ese contacto.

Cada vez siento más claramente la


ausencia de R. Entonces, le digo: «No
estás, trae tu alma a la mano, déjame
sentirte y sentime». Se notan los esfuerzos
de R. por lograr lo que le pido y no sabe
cómo hacerlo, hasta que súbitamente su
mano cobra vida, toca la mía y se produce
el encuentro.

Sin que medie palabra alguna, un débil


sollozo hace evidente la emoción de R. A
partir de ese momento, no necesita más
ayuda y puede seguir el trabajo sola.
Mientras me levanto para irme los labios
de R., dibujan un “gracias” y una sonrisa.
2. El Poder de la Palabra

El poder de la palabra, usada sabiamente y en una justa medida, es


francamente sorprendente. Sin embargo, la utilización de la palabra es
seriamente cuestionada en el trabajo holotrópico tradicional cuando el
participante está teniendo una experiencia vivencial, ya que es muy alta la
posibilidad de sacar a la persona de su proceso o de influir sobre su trabajo
interior.

Nosotros conocemos perfectamente el nivel de vulnerabilidad y


apertura de las personas cuando están en un Estado Ampliado de
Conciencia y somos muy cuidadosos al respecto. Por tanto, únicamente
utilizamos la palabra como herramienta cuando hemos comprendido
profundamente el espacio interno en el que se encuentra la persona y
podemos, a través de un brevísimo estamento, ayudarla a conectarse más
profundamente con aquello que está transitando.

Dado lo difícil que es utilizar la herramienta de la palabra,


aconsejamos a las personas que se forman con nosotros no utilizarla hasta
que esta capacidad perceptiva se desarrolle en ellos con los años de
práctica.

En este momento nos está sucediendo algo realmente sorprendente a


algunos de nosotros ya que nos están surgiendo frases o palabras que salen
directamente de nuestro Ser Interior y que nos sorprenden —ya que no
estamos utilizando la mente racional en el momento que las decimos—. De
más está decir que, cuando esto sucede (y nosotros somos testigos
sorprendidos de lo que expresamos), nuestras palabras operan una especie
de milagro en el participante ya que hay una sintonía perfecta entre lo que
expresamos y el material inconsciente del participante que necesita ser
interpretado. Comparto algunos casos en donde se pone de manifiesto su
efecto:

P. es una persona que parece fría, pero es


extremadamente sensible y no sabe cómo
expresar sus sentimientos. Tiene los brazos
y el pecho muy duros. Está apretándose el
pecho él mismo y le cuesta mucho dejarse
ayudar. Me acerco y le pregunto qué le
pasa y me dice que le duele.

Le trabajo la zona un rato, escupe mucho y


se queja de que tiene dolor. Tras un rato,
cuando empieza a calmarse el dolor, lo
tomo con mucho amor mientras sigo
presionando levemente su pecho y le digo
muy suavemente en el oído: «Es tan
conmovedor cuando los hombres se
emocionan». Tras mis palabras, rompe a
llorar un largo rato y finalmente me abraza
y no para de agradecerme diciéndome:
«Eso era lo que necesitaba».

***
Hacia el comienzo de su primera
respiración, me llama E., que es coach,
ingeniero y gerente de una empresa. Tiene
una personalidad orientada a la acción y
no puede expresar emociones. Sin
embargo, se puede entrever su gran
corazón detrás de las corazas construidas
en la vida.

Cuando lo miro, lo veo tenso y muy


sobresaltado. Respira agitadamente y dice:
«Algo me pasa acá», señalando el corazón.
Mi actitud al aproximarme fue de un gran
amor y contención. Le dije: «Tranquilo,
está todo bien. Abrite a lo que estás
sintiendo, que tu enorme corazón se está
expandiendo. Yo puedo sentir tu
sensibilidad y el amor de tu corazón.
Dejalo ser».

Al escucharme, emite sollozos y extraños


ruidos hasta que finalmente puede llorar.
Su testimonio es conmovedor. Me
agradece diciendo que fueron mis palabras
las que realmente le abrieron el corazón,
que se sintió convulsionado por ellas
reconociendo dentro de sí un aspecto
amoroso que siempre había negado.

***
F. llora en la colchoneta la muerte de sus
padres. Desde ese momento, una parte de
sí mismo se retiró al sentirse culpable de
dichas muertes. Conozco la barrera que ha
puesto con sus emociones y en el contacto
con los demás desde ese momento.
Finalmente, y después de muchas
respiraciones, logra llegar a la herida que
tiene dentro. Me llama en medio de
espasmos que quieren ser sollozos y de
extraños ruidos y tensos movimientos
corporales. Me quedo un rato
acompañándolo sin que pueda cruzar la
barrera del sentimiento, hasta que le pido
que se agarre de mi mano buscando que
pueda lograr abrirse totalmente a esa culpa
y a ese dolor infinito.

Finalmente, comienza a llorar cuando le


susurro en el oído: «Hacé contacto, quiero
sentirte. No te siento, volvé a abrirte a otro
ser humano. Hace mucho que te fuiste.
Volvé». Tiembla en shock y siento cómo su
alma retorna a la vida y un sentimiento de
inmenso dolor, pero de gran amor, se
trasmite entre nosotros. Terminamos
abrazados y me lo agradece en medio de
sollozos.

***

Habiendo transcurrido aproximadamente


una hora desde el inicio de la sesión,
observamos que C. estaba apretando sus
puños fuertemente, con la intención de
lastimarse clavándose las uñas. Esto ya lo
había hecho con anterioridad en otras
sesiones. Nos acercamos rápidamente y,
con mucho esfuerzo, Hernán y yo, uno de
cada lado, fuimos abriendo la mano de la
participante.

En un determinado momento de este


proceso, C. nos dice, al borde del terror,
que está cayendo en un pozo ciego. La
exhortamos a que siga con su experiencia,
ya que quiere interrumpirla, y la tomamos
de sus manos para que se sienta cuidada y
pueda animarse a dejarse caer por el pozo.
La respiradora seguía mostrando claros
signos de miedo mientras continuaba con
su interminable “caída”.

Como la situación no tiende a resolverse y


C. sigue aterrorizada cayendo dentro del
pozo, muy suavemente le pido, utilizando
nuestro sostén, que busque la forma de
detener la caída y empezar a subir. Le digo
muy enfáticamente que ella puede
lograrlo, “C. por favor hace un esfuerzo y
volvé,podes hacerlo. Deja de caer y
comenzá a subir. No te preocupes,
nosotros estamos aquí contigo y tú puedes
hacerlo”. Tras mucho trabajo, C. logra
revertir la caída y comienza a elevarse. Su
cara de triunfo, pero sobre todo de alivio y
sensación de logro, es claramente visible.

Al finalizar la sesión, C. nos cuenta que


sin esa indicación no hubiese podido
resolver la situación. Y es ahora por
primera vez que siente que puede revertir
los estados de angustia y de “pozo negro”
que la embargan a veces al despertarse.

C. está en un proceso de desintoxicación,


tras haber tomado antidepresivos durante
muchos años. Gracias al trabajo de
respiración que realiza todos los meses,
bajo supervisión psiquiátrica, ha logrado
prácticamente dejar la medicación.

Queda claro a través de estos ejemplos que el proceso puede


profundizarse si la palabra es utilizada sabia, breve, y adecuadamente.
Estamos cada día más entusiasmados con este nuevo recurso tan difícil de
implementar, pero tan eficaz cuando se emplea correctamente y en el
momento oportuno.

2.1. Y quizás un día no vamos a necesitar más las palabras para


comunicarnos

Ahora me gustaría compartir parte de mi experiencia en el trabajo de


facilitación. En estos últimos años se ha abierto en mí la capacidad de
percibir a los respiradores cada vez más profundamente y con menos
distancias entre su cuerpo y el mío. Mi cuerpo refleja sus emociones y sus
bloqueos como si fuésemos uno. Sé lo que le pasa al otro sin necesidad de
usar la palabra para comunicarme, ya que la comunicación se da en un nivel
sutil o energético sin la existencia de barreras desde el cuerpo denso.

Como pienso que se debe al continuo trabajo de limpieza interior y


de práctica realizado por mí a lo largo de los años, esto es algo a lo que
debe aspirar todo facilitador que se inicia en esta técnica. De hecho, he
comenzado a ver transitar a varias de las personas que me ayudan por este
mismo camino.

El siguiente testimonio es un ejemplo de lo dicho anteriormente:

L. realiza un trabajo muy fuerte de


descarga energética y de limpieza de
corazas, tras las cuales hay un alto monto
de angustia retenida por muchos años que
a L. le cuesta mucho dejar salir.

Entonces, la aliento a sacarla, pues es


evidente que esta emoción está trabada
dentro de ella. Sin embargo, aún así, la
angustia no sale. Finalmente, la abrazo
tiernamente, quedando las dos unidas a la
altura del corazón. Permanecemos en
completo silencio, abrazadas durante unos
minutos. En un instante, siento que se le
abre el chacra del corazón y L. comienza a
llorar. Pasados unos momentos, ambos
chacras cardíacos se cierran y el llanto
cesa mientras el abrazo continúa.

Tras un momento, vuelvo a «abrir mi


corazón» sin que medie ningún
movimiento ni ninguna palabra, L.
acompaña nuevamente con su propia
apertura del corazón y más llanto.
Finalmente, esto se convierte en una
especie de “danza cósmica” donde cada
vez que conecto mi corazón con el de L.,
la magia sucede y ella puede dejar salir su
dolor largamente reprimido. No fueron
necesarias palabras ni acciones físicas para
lograr el trabajo.

Si el facilitador solamente realiza un trabajo superficial y no


establece una conexión profunda con el respirador, éste no se va a poder
entregar de la manera necesaria para llegar a la herida «original» de su
alma. Para ello, necesita sentir el apoyo incondicional del otro, en esa
conexión que va más allá de las palabras, como el bebé que siente la
presencia de la madre, o no la siente porque no está.

A continuación, comparto otro caso en el cual tampoco fueron


necesarias las palabras para lograr una transformación en el estado
emocional de la persona.

Me acerco a M., quien acaba de tener una


experiencia donde vivenció un trabajo de
parto en el cual el niño nació muerto. La
ansiedad de M. es desbordante: tose,
escupe y se excita cada vez más. Su estado
no se transforma con la expresión de la
emoción. Es evidente que este estado de
ansiedad le impide entrar en su dolor más
profundamente.

Entonces, busco centrarme interiormente


en una calma y paz muy intensas y, sin
palabras ni acciones, logro transmitirle a
M. un estado de tranquilidad.
La participante, poco a poco, se va
apoyando en la energía trasmitida y en mi
presencia, hasta lograr salir de su angustia
y ansiedad. Ahora sí, muy lentamente, las
lágrimas caen de sus ojos y puede llorar y
expresar la angustia que le generó su
experiencia del parto.
3. Las nuevas formas del Trabajo Corporal

En un principio, el trabajo corporal que se realizaba en la


Respiración del Corazón tenía lugar únicamente sobre el cuerpo físico. Sin
embargo, diferentes circunstancias nos llevaron a descubrir la importancia
del trabajo en el cuerpo sutil de las personas. Este tipo de intervenciones
tiene muchas similitudes con ciertas técnicas chamánicas.

En algunas ocasiones es más efectivo el trabajo con la energía para


el desbloqueo de corazas musculares que la maniobra de presionar, habitual
en esta práctica. Queremos aclarar que seguimos este procedimiento tras
haber intervenido haciendo presión y pidiéndole al respirador que empuje a
su vez sobre nuestra mano. Si a pesar del intenso trabajo realizado, el
bloqueo continúa, acercamos nuestras manos suavemente a dos o tres
centímetros de la zona afectada y ponemos la intención de disolver el
bloqueo mientras barremos el campo energético de la persona en esa parte
de su cuerpo.

Para liberar bloqueos en el cuerpo sutil, es importante encontrar el


«tapón energético» donde sea que esté (generalmente a la altura de los
chacras) y poner la intención antes de sacarlo agarrándolo con nuestros
dedos y tirando de él.
Voy a compartir algunos casos para ilustrar este concepto.
C. es una participante que asiste todos los
meses a nuestros talleres desde hace dos
años. Hace mucho tiempo que padece una
gastritis.

Hemos trabajado repetidamente sus


bloqueos en el nivel del plexo logrando
que disminuya levemente este síntoma. En
un taller reciente, vuelve a aparecer la
tensión en el estómago y, tras trabajar un
largo rato con mucha expectoración, C. se
sigue quejando que la dureza y el dolor en
su estómago no ceden.
Cansada de tanta fuerza, pongo
suavemente mis manos sobre su estómago.
Me relajo y le envío energía amorosa
mientras barro su campo energético. A los
breves instantes, C. se relaja y expresa que
su tensión y su dolor van desapareciendo.
Posteriormente, nos cuenta que la mejoría
continuó durante varios días.

***
En su testimonio final, R. menciona un
profundo dolor de cabeza. Hernán se pone
a trabajar con ella y, al cabo de un rato de
hacer presión, R. manifiesta que le duele
mucho y pide no continuar con el trabajo.

Hernán le sugiere que se quede y acerca


sus manos suavemente sobre los ojos de la
respiradora con la intención de que
desaparezca el dolor, cosa que
efectivamente sucede y que permite que
Hernán extienda la maniobra de barrido
energético a otras zonas de la cabeza que
también tenían acumulada mucha tensión.
R. manifiesta con alegría que su dolor está
cediendo hasta que se disipa totalmente.

En algunos casos en los que se había trabajado infructuosamente


para abrir bloqueos de la zona del cuello, fui descubriendo que un trabajo
en el cuerpo sutil sobre la zona de la garganta ayudaba al desbloqueo.
Desde ese momento, lo pusimos en práctica con regularidad como un
recurso más, ya que ayuda a liberar la energía estancada. Lo notable es que
el trabajo energético sobre esa zona produce nauseas y/o expectoración
abundante.
Este último tipo de trabajo se encuentra en sus inicios y es toda una
nueva dimensión para explorar. No es nuestra idea forzar nada, sino esperar
a alguna situación similar que nos habilite a repetir la experiencia.
Sobre la autora

Ana María Aguirre se graduó como psicóloga clínica en Buenos Aires


(Argentina) en 1969 y comenzó su trabajo como psicoterapeuta gestáltica
en la década de 1970, especializándose en los años siguientes dentro del
campo de la Psicología Transpersonal. Ha realizado numerosos cursos en
Estados Unidos, siendo los más destacables su formación con la Dra.
Elizabeth Kübler-Ross para el trabajo con enfermos terminales, y la
formación en Psicología Transpersonal y Respiración Holotrópica realizada
con el Dr. Stanislav Grof en California (USA), certificándose como
facilitadora en el año 1996. A partir de ese momento, fue la coordinadora
del Grof Transpersonal Training en Argentina y, posteriormente, miembro
del Board de la AHBI (Association Holotropic Breathwork International).
Lleva más de 20 años en la investigación y el trabajo terapéutico con los
Estados Ampliados de Conciencia, siendo su principal preocupación el
alivio y la comprensión del sufrimiento humano y del sentido de la
existencia. En el año 2010 se separó del Grof Transpersonal Training para
comenzar con su propia formación. Actualmente, realiza talleres de
Respiración del Corazón en Argentina y otros países de Sudamérica.
Si te ha interesado el trabajo de Ana María Aguirre y deseas contactar con
ella y recibir información de sus talleres de respiración, cursos de
formación, conferencias, etc., visita su web: http://www.trans-
formar.com.ar/

O a través de las redes sociales:

Facebook: Transformar Respiración del Corazón

Instagram: Transformar_argentina

YouTube: Transformar argentina


Bibliografía recomendada
BACHE, Christopher M. Dark Night, Early Dawn. Nueva York: State
University of New York Press, 2000.
CABOULI, José Luis, El Propósito del Alma. Buenos Aires: Ediciones
Continente, 2012.
CABOULI, José Luis, Terapia de la Posesión Espiritual. Buenos Aires:
Ediciones Continente, 2012,
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[1] Así se denominan los lugares de meditación y enseñanza hinduista, tanto religiosa como cultural,
en los que los alumnos conviven bajo el mismo techo que sus maestros.
[2] Una sustancia con impactantes propiedades psicoactivas descubierta por el bioquímico suizo
Albert Hofmann en los laboratorios Sandoz.

[3] En el capítulo 9, se hablará extensamente de este tema. No se ha incluido información detallada


en este apartado por ser de carácter técnica y dirigida especialmente a facilitadores ya formados.
[4]
Véase el Apéndice, en el apartado 2 titulado El poder de la palabra
[5] Para mayor información sobre esta terapia, recomiendo consultar el libro: Terapias de Vidas
Pasadas, un camino hacia la Luz del alma. Técnica y Práctica. Dr. José Luis Cabouli.
[6]
El Sanador Interior es un concepto clave desarrollado por el Dr. Stanislav Grof y se refiere a
aquella sabiduría innata, subyacente en el interior de cada persona que, una vez despertada, la lleva a
lograr su completitud. Según el Dr. Grof, el Sanador Interior es el verdadero artífice de la sanación y
el terapeuta es solamente un acompañante que ayuda a que esta inteligencia se despierte y comience a
actuar.
[7]
Son parestesias de los miembros superiores y, a veces, de los inferiores que indican un bloqueo
emocional o la presencia de algún tipo de presión sobre las terminales nerviosas.
[8]
La Mente Holotrópica, de Dr. Stanislav Grof y La Conciencia Del Bebé Antes De Nacer, de
Wendy Anne McCarty
[9]
Canto sagrado de poder utilizado por los chamanes durante los rituales de sanación espiritual.
[10]
Reproductor de casete
[11]
Mantras cantados.
[12]
Se traduce como «Te veo al otro lado».
[13]
Recomiendo ver el capítulo 12 sobre Almas Perdidas.
[14]
El Otorongo es uno de los animales de poder que convocamos en la apertura de los talleres,
cuando abrimos el espacio.
[15]
Véase el apartado 3 sobre “Las Nuevas Formas de Trabajo Corporal”.

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