Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
VO I SV9, m
r
V09_L01-19 L
o.
o
o
IMSA3101SOCI 1:10C13d
NSA3 101SOCI110Clad
.FEDOR DOSTOIEVSKI '
.. ...
. EL JUGADOR.
SALVAT EDITORES, S. A. .
-· .
. .
•..
r�->�:- ,<:'·: �;vl: ��,�-�����;;:�: -� ��=,, �-
. t·t. . .· -� - : · , . � 41'
MAURICE GENEVOIX
Secretario Perpetuo 'de la Academia de Franci!'l
.-..� .
·'
�
.
·
quiblé' biblioteca.
· ·· ,
..
;�
.. .
© t%9 Sal'Vat Editores, S. A. � . . \ �
Tradu�ón. del ruso J:,or José laín EntraJso "
�
:t · .
Iinpre$o en: ., ,.
1 GráJi.cas Estella. S. . A. Carretera de Estella a Tafalla, km. 2 ��, -: · , ._
.
(Navarra) - 1970
·.
.
· ·
· ·" · · ·. ·
..
- � ., ...
.
Depósito Legal NA. 162 ·1970 .
-.
·
Printed in Spain .
Precio: $ �.30
. '
. . . . ;: --�
..., Edici6n ••Pecial·mente prep_... Pitt1f. \{
_"!:<'
. ·�
. BIBLI01"ECA BASICA SALVA1" ·.
·
._;
,· .
-�::.
,.
. .
PROLOGO
. ·- :.
lf
.•
. �-
En 1866 Dostoievski tenia cuarenta y cinco años y ! '·
.. -,.
se encontraba en una situación económica desesperada;
�.. : la . muerte de su hermano mayor Mijail le había obliga-
·
�
_,
·:
·
��:;:i:�.: .
.��r" ... . ,... . . . -���
�
_:-·
;;,CO>inúy fl��;;l.�i���Jtlt#.
-... -�vela<�-- D8"Sto.ievski ltabla dé adoptar. r.á:tq,·_sjli¡'f;
. j> J#:��}Jti6
· . -�,. utiit c:arta ·él mismo c lifi a de "exé'éníriC.lJ;l,.� sbi: :
. . a c
·
_·- '.": )rece¡¡};éntés" : por la mañana continuará 'e-�cri�iJif
· · .
..:; :· · · · _
':.\
da al'· edito r, y una semana más- tarde DostqievsK:i_i �de p -·-¡-�Z
la mano 'de Anna· Snitkina, con la que contJ:ae-k.tfi4it-· ;):�i�
" trima:nio enfobrero del año siguiente. _, . . . ¡�
��
·
: .• \ ·pens�. -eJZ escribir una novela sobre el tema del j1fi¡g'ó_� ;.��:
. . - ·- •
'� :· ·:
� ··::. �����·
. - . -
�ueiio�:y H �rriill�dos y óferia:idos� e�;���Ji"X'"s�J;�er. :� �. ;.;�
. vi'aj�. al extranjero y, camino de París, hi�o escaJa,c-:e,¡'_'-,��.:
::·
. �
Wiesbaden y P.,rob ·s�erte· en· la· ruleta. !El recorri o : ;;,;� · .··� �
. :
�
.
__
.' tiene que pedir dinero a Rusia, sablear a los campa-, . .:.· :. _.,
�
: ,. ,;.. recuerdos obsesionantes, como antes había sublimado .
<.: los negros años de su estancia en un penal de Siberia, .."-. _: :. , -
r• .�-�·, en Recuerdos de la casa de los muertos, y como hará . . .
l
:
más adelante, en Los hermanos Karamázov, cun la. < .
:_imagen que dejó en su niñe� un padre tiránico y a1coho- . o
. .. ·<
·::.;·· a·. un pasado ya vencido del que también forma
�·
·.· .·
.
·"' . .
����-�-·
.
¡:·.·:. ·..
.
.
· -
•• - • • ,.. � & • : :::
-. • �
·.
� _ �· _ . _
r.-.
•<:
¡: .·
Do_Stoievski es en buena medida el Al-e.t.'e/liri(nóvich
k ,y
-�
•
. de lo, irltovela, un ruso pobre pero culto qlte· tl.�fjitibuúc
.
. �f� una agitación febril que le hace perder las· nli�jijres -·:
oportu,itidades, que supedita su vida-al azar de.ltt:}ule· ...
ta, a _qn Juego que anula su voluntad y al que aju�esta : -
1 � •• � -·�-a sallr; del que en realtdad solo salen, expulsa dos .del_;¡.,�_
y·ya 1
·
IL
1, .>
·tago'}iita seguimos to� o el froc�so de esa pa.S'�n-·es-
clamzatlora, pero quzza mas aun que este caso;_·nas..' >;._:;.·l
_ .
·· _
-
,
• :;
· mas $o-rdida degradacwn: el general, PQ]uta, �fit �\h \ ��,:
� linka� GJVa irrupción en la no vela e-s oom� un �&l�siftti ;� ·
.
que l-a tra$torna todo.
Y, en torno a los pu:tte.��CfJS: ��- �·-
�' ·rusos.. ··ut:ta�étJ.rio-sa fauna internacio'*al: les ttléiifanes,.>·�-�¡
"' .
"!J: ...
;)·!;
•
, 8
.
: -*�
.. � . ...... �
·�.:j
�.�-.> �
·..:·... ; �..
! . serviles e interesados; los polacos histriónicos; .. que se·
"'· .."' . .·
·
, · ·
?- ·profundas de lo humano.
·
�> •. • .")'t.
'! .•.
� . ., :;....._'
.·
'.
.'
,s;,_·
.
!-
l
1
!·
.!
.... '�-
¡:,
.....�·
CAPÍTULO!
1.
l_
�e llamaron de parte del general: se le había ocurrido infor- ·" � ..
. .. -1
11
¡:
1 . .,
'
·"
1
�:"���{:}): ::t::i�-L, : ,.f:: ·.':{�·:.- �Jc1�1f .·
. . . ·que lo intenta yo 'le contesto con una mirada tan fija, es' �' . :_;
.
..·
in'e&petuosa.,. que··parece turbarse. Con frases
-'�tart muy ámp�;';?:f. ·,�-
.
sas, colocando una tras otra y acabando por perderse, me dio��:-;;_,·..
:ilf(;'_
'•
;;� entender que llevase a pasear a los niños a cualquier sitiQ, -� "
:
parque,
pero lejos del casino. Terminó por irritarse y añadió�� >' ·_
;
¿ '
camente:
.·
que
usted, por así decirlo, no me comprometa:..
-Ni siquiera· t�ngo dinero -le repliqué
· · · trati��-�-;�;,:-·-::�.r.
: :,·. .
�
__ ·
,H5- �;- · .
algo
encarnádo; buscó en su escritorio, consultó un libro -dt::n6·1:,;S}; � -
· iK--:: ''-� ;
.
1 ··
! · ._
. .-N(, se ofenda por mis palabras, se lo fuego; es usted�-� . ·. ·, -'
�so.... rengo cierto derecho a hacerle una ádvertenciá.
..
; �-
. �evetlifl e... . -
,M volver. a casa con los niños a la hora de la-comida, m�� : T� •. �
��
cé con una gran cabalgata. Nuestra gente había ido a wn;__;· J r..l ·
' '· ·.caballos! Mademoiselle Blan�e iba en un coche con Macla p¡:• '·
povna y Polina; el francés el inglés y nuestro general iban a:.·
llp , "1
'
1
. .� • ;-
.
��
. .. . ..�..�-�
'i � : . �
·
<!fían .ahora de siete u och�- mil franc�s,· Esto ·era· de·�siadO .. ..,-
·
'.·
.:��:·.f
acudiésemos a la mesa. Al general, como es lógico, no se le ha-
'/": ;;�
.
�7 �.
�
•.
.
d'hote. Mé presenté por propia iniciativa, de suerte que el gene-
- ral me miró descontento. La buena María Filíppovna me desig- ·' "
�- ·
nó inmediatamente sitio; pero mí encuentro con míster Astley
!> . me salvó, e involuntariamente quedé incluido en su sociedad. . .
.
·� ·
vagón de ferrocarril, donde íbamos sentados uno frente a otro, · · ·
�:� _:_- ._ �do yo acudía a unirme a los nuestros; luego tropecé con él -
•. � .
'
' :- de estas dos últimas semanas nos habíamos visto dos. .veces, y
i .;_.
•.' ahora, de pronto, nos encontrábamos en Ruletenburg. En toda
�. _ - .
" �
! · :; . mí
. vida he visto a un hombre más timido; es timido hasta la
' estupidez, y él lo sabe, naturalmente, porqU;e de estúpido no .
.��··; •
·tiene nada. Por lo demás, es muy agradable y pacífico. Yo le
_tiré� de la lengua la primera vez que nos encontramos, en Pru-
... ..�.:
: \--.·.l"�_� .
: .
� \$.:;�
- -
-�·.;_·: ·
·,-.
· ··
.
..-co:mptende que ya antes de mediada la comida había t - � .. <"�
·
, ·
·'.·. eta a los rusos casi imposible comer en la table d'hOtt
· (d:e' ��-;, · •
hoteles. El general me dirigió una nürada de asombró. . '\ :-¡:. :-... \., ·
� �·.
. d'hOte. se encuentra uno �on tantos polacos� y con franceses.-:�ij�·:_:;_ � -�-:
· ·�
·,
palabra. .
·
..
,. Esro lo había dicho en francés. El gener� me miró ��:: · . .
·
-jo. sin saber si le correspondía enfadarse o, símplemente, . ai(i:fi'i::;� · .
.
brarse de que yo hubiera ido tan. lejos. ... ·
��.�-. . --Esto quiere decir.que alguien le ha dado a usted un.al��.�-;·
.
·. :
-
: . �. .
' ·
·
· ···
.:. >; 14
A .
.
. .
. � . (_ �. - . .
.,-En París ;eñí
p�efo. ron -un pohcÓ --lé yJú��·- • .;
_;ePliqúé·< _
go con un oficial francés que salió en apoyo de aquéL Después, .- -.-- "' �
. parte de los- franceses se pusieron de mi lado; eso cuando dije· � ; .?¡,,;
_·. _
)r:- plejidad, y hasta miró en torno suyo. El francés me contempló --; '"
•
-
� - receloso. - ·. -r�
: . �
-Tal como suena -contesté-. Como durante dos días �stu�
;:. , : .ve convencido de que para ultimar nuestro asunto tendría que -•·
·
. ..: ·que debía esperar. Poco después entró otro, un austríaco que
r·_; venía a resolver cierto asunto: le atendieron e inmediatamente
.
..; . _. lt; acompañaron arriba. Esto me produjo gran enojo; me levan- :-�s ..
":.�. ��
' bre dio un paso atrás con inusitado asombro. Le era imposible
·. ¡�·- :'comprender que un simple ruso se atreviese a ponerse al mismo
�-- _" pivel que los visitantes de monseñor. En el tono más insolente,'
.. -
"·
"
r
· ·
-'
. y· exclamó:
"-¿Pero cree que monseñor va a dejar su café por usted?
'¡· � _·"r, "Entonces yo grité también, pero todavía inás fuerte que él:
[�� ;- -¡.__
_
"-¿Sabe lo que le digo?¡ Que me dan ganas de escupir FJil d .. :'d.· _
. -� •
·
café de su monseñor! Si ahora mismo no me despachan el pa-.
·
' - ..
_ · .
. . ' ""'"
.. • u�. ��é �te a en �···
.
• . ���-���:
:
.
' • • ..::.í:c&no!. (€-ii e{ preciso
: !> mqmenío m. _ _ ·qu�. ;tí�� <»t1 �:á. '
ear4(tM:l! �#6 i:4.Eú:i�
. - �� Wi : ,lpa��dó�1';4�'�[�,5p#$�d,?.• - y se : .
.
_ _ _
' e.: ·lánzó a'li 'puetta ll.brié'íldo lós brazos eh criti, cO-mo :a.anao a., .. _·:
f � "entendet
.
� que era capaz de morir antes de . dejarme pasái-=· " · -�-
· · ·-
tf:::
'
"' Bntonces le repliqué que yo er a un her ej e 1 un q�b�o,
· :<"� _
q ueje Stlis hérétique et barbare, y que s e me daba un bledo ,de to- �- ?.��
·
-
.
•
, -� �· •
··' . . .
-. ·
.
. • '
necen quietecitos, sin atreverse a abrir la boca. y disp��J:Qs· a_;).·. .
r.
negar su nacionalidad. Por lo menos, el hotel de París· empe-
en . ,\
11'
· ·
' '
más hostilidad me mostraba en toda la table d'hote, qued.Q-rele- :
1
i:onces diez años, y su familia no había podido salir de Mos�-
' ��
• •
·�� �· . -Esto no puede ser -se acaloró el- francés-. ¡Un so�ó . - :·
francé!>' no. disparará nunca contra un niño 1 :: '
_
senc1a.
-Nada, salvo que han sido recibidas de San Petersburgo
dos noticias: primero, que la abuela estaba muy mal, y luego,·a
los dos días, que, al parecer, ya había muerto. Esto último lo
hemos sabido por Timofei Petróvich -añadió Polina-, y él es
un hombre muy de fiar. Estamos a la espera de la confirmación
última y definitiva.
-Así pues, ¿aquí toc!os están esperando? -:-pregunté.·
. -Claro que sí: todos y todo. Hace ya medio año que eso · -
·;-
es. la única esperanza. ·� ,';·�:
. .
-¿También usted espera? -pregunté.
· ·
- :. .,...y. 01P,fi;¡s<l}"·�Iia.f��i11a� �pj (SQ�te.� � � -ge:ti��
. 'ral. l'et<{ '€s
: ioy · ¿� de que se aconlatá dé' mfe» 1:1,\t���-:\
mento.
-Creo que le dejará mucho -asenú.
· -Si. ella me quería. Pero ¿por qué le parece así a usted�:,' . . ·
. cis
. amente? . . "::; ·. ·
�? · .
-¡Sabe muy bien que no! -dijo Polina irritada-. e ::Dón���� - :--
pausa.
•
!
-Ya sabía que me lo iba a preguntar.
Le_ ·referi los· anteriores encuentros que había tenido �-�
míster .Asdey.
- ,. r� ...
-Es tímido y enamoradizo. ¿Se· ha enamorado �e...,.�:[:'. '
verdad? . ·r
.....
· ·.·.
·;:: :·
."' . 18
t:i4 .�:"f��'":�·�{-!�44.�-Er�����*05z-'fr'"· ������
'¡ · .-
i
1
i
-Yo, en su lugar, me casaría· con el inglés.
-¿Por qué? -preguntó Polina.
-El francés es más guapo, pero como persona es peor; y
el inglés, además de ser honrado, es diez veces más rico -re
pliqué.
-Sí, pero el francés es marqués y más inteligente -aft.rmó
ella con toda tranquilidad.
-¿Está usted segura? -insistí yo.
-Por completo.
A Polina no le agradaban en absoluto mis preguntas y yo
veía que quería irritarme con el tono de su voz y la dureza de
las respuestas. Así se lo dije.
-¿Qué quiere usted?, me distrae ver cómo se enfada. Debe
pagar siquiera sea por el simple hecho de que le permito hacer
me tales preguntas, y esas conjeturas.
-En efecto, me considero en el derecho de hacerle toda
clase de preguntas -repliqué tranquilamente-, y eso porque
estoy dispuesto a pagarlas como sea; mi misma vida la estimo
ahora en muy poco.
Polina rompió a reír:
-La última vez, en el Schlangenberg, me dijo usted que es
taba dispuesto, a una palabra mía, a tirarse cabeza abajo, y
creo que allí estábamos a una altura de mil pies. En alguna
ocasión pronunciaré esta palabra únicamente para ver si usted
hace honor a la suya, y puede estar seguro de que me manten
dré Hrme. Usted me es odioso por lo mucho que le he permiti
do, y todavía más porque lo necesito tanto. Pero mientras me
sea necesario, tengo que cuidarlo.
Se puso en pie. Había hablado con irritación. Ultimamen
te siempre terminaba nuestras conversaciones así, con auténtica
cólera.
-Permítame una pregunta: ¿qué significa mademoiselle
Blanche? -dije con el propósito de no dejarla marchar sin una
explicación.
19
1.-
•
.:_
20
""""
,'" , .
CAPÍTULO II
.
' ..
23
' ..
1
._,
�...,.�;;_:::.- · -�'�"'""�-'"'-'"t,"' '-"'!-Jtt:.'� T·E'I" --"'l; -:-·�'1:.,.. .._, ·���
��;�":,�:� ���-:j��t: ,��.�,,�':.· •. · r,J:� ��·., �:: :�
·:·
·y .
, ,
·.plemente-; ·én 'tili. ·destino' tenía que produdrsé algo- radidlli� �t\.: -Y:
t"i · ·.
-� ·:._ · ·- finitivb. Así debía ser y así sería. Por ridícula que p Úe p���j. ,· ··:
;
- esta ídea de esperar tanto de la ruleta, to-davía más ridícul�t �K,���
la opmron vulgar, tan generalizada, de que esperar algo ,de : f;;.��
juego es estúpido y absurdo. ¿Por qué el juego es peor qu��;��
cualquier otro modo de adquirir dinero, que el comercio, P?t;
,¡
i S
ejemplo? Es verdad, de cien gana uno; pero ¿qué me inipóq�;i:�{i
a mí?
•·
·
: .,;·;��;; .
...
.11'
. ' .. irÍejoi' es �do la gente no. se. :inda co� mk.lmi�n�oS y· Sé_Cón� � .
duce abiertamente. Además, ¿para qué engañarse a sí misni.o?;
. ¡Es la ocupación más vaáa e imprevisora! A primera vista,'
l9 particularmente feo en toda esa canalla de la ruleta era el · �: · '�
respeto hacia lo que estaban haciendo, la seriedad y hasta la
devoción con que todos rodeaban las mesas. Por eso aquí se .
marca tan definidamente la diferencia entre el juego mauvais
genre y el que puede permitirse un hombre digno. Hay . dos
juegos: uno de caballeros y otro plebeyo, interesado, el juega �: "'
25' ��·>.J�
:·'\%�
. .
. :�3�
J
.. �
� �-��-�
·
�,
· ;...��- ... :
, :� �: .Ñ��it��;-:Á����� ;j����;��; 't.e{ie�lhle,i·.:f'���Rk��¿::}���, �- .--�
·.:_-me:sa·; ·et ·Iacayo;' había corrido·a ac.ercarle liiÍa silh, - p�o;r����-��::c:· : �
s�quiera. -se fijó en aquel hombre; buscó premiosamente el
· �qJS�i&>z�· :
' sacó premiosamente de él trescientos francos en oro, los eóliieo � · {t�
· ·:·• . .
al negro y ganó. N o retiró la ganancia; la dejó sobre la meia:);;)�f
:0� nuevo salió el negro; tampoco esta vez-retiró su' dinero�,y�;;:;\�;
cuando a la tercera salió rojo, perdió de un ·golpe mil do�D',j�< '�
•
.���
.... ..
., Cientos· fran<:os. Supo contenerse y s� retiró con una sonrls$1.. � ;����:;�
··l., �·J : or!·
. R-st1>y convencido de que unos gatos arañaban su cor�-u jr; ,. �':..',:�:·
· . 1 ·.
e ideas a una medida moral, sea cual fuere. Era otú cosa lo
que me dirigía ... '. t
.-:.
trabajo horrible. ¡Ellos sí que son gentuza! La mayoría son '· : '
franceses. Por lo demás, si estoy aquí, observando y tomando
nota, no es ni mucho menos para describir la ruleta; lo hago
para saber cómo he. de conducirme en el futuro. He observado, -.
.
�
me, aposté otros cinco federic�s al rojo. Salió rojo. Dejé los \ _,;;.
.
cidí marcharme. Me parecía que si hubiese jugado- por it,li_::�:.::::� ;,
·
·tañte� puse los ochenta federicos otra va a lps pares. Salió .ef:;?
�·:,
cuatro. Me entregaron otros ochenta federicos y, cogiendo �·F . ·: ·
·
, total· de los ciento sesenta, me dirigí a buscar a Polina ��,i��: : :, · ·
•.
:xándrovna. :�:· · •
'
. Oaro que no tengo derecho a señalarle cómo debe compot;·�: �
tarse, pero e<>nvendrá...
. > ·· ·
..
ganancias a medias y quiso darme ochenta federicos: propo
niéndome seguir en adelante el juego en las mismas condicio
nes. Yo me negué rotundamente a aceptar la mitad y dije que
no podía jugar por cuenta ajena, no. porque no lo desease, sino
porque estaba seguro de que perdería.
-Sin embargo, por estúpido que parezca, yo misma confío ·
.
. �· �
.1.
• ::� • .: .1!¡
t• ...
·"'
..;¡;
f
�'
1.
1
.....··t
·-
CAPÍTULO 111
.
. :!.. . romo. sufro- y me inquieto con sus sufrimientos e inquietudes, ·�
es como estamos!
Ajer se habló mucho entre nosotros de un telegrama expe
<lido ·hace ya cuatro días a San Petersburgo y del que no ha
habido respuesta. El general se muestra visiblemente preocupa
.
do y pensativo. Se trata, claro está, de la abuela. También al
francés se le ve preocupado. Ayer, por ejemplo; mantuvieron
después de la comida una larga y seria conversación.· El tono ·
. 33 :-:-�'�
¡'
...... .
:-.'{<� -��-
¡ motivo;· .
.
.·· �es�:·�r.�t-�q��> . ;;J�: :�\�t�·I1��' j":,. :�����¡:i . ,;.-:<-.
llisrmo y ·qt!i:e: •a,·�l', Íe· c<;>);rga':;.;r� · �.-:.
·
.
. . , . ..
· ·.
· · · ·
�
·; .años y tan apasionadamente es, sin duda, una desgracia. Aña¡-, � Í��
arrt.tj.. ;�-1:2�
·
.
.·
.
·
::_ ' . enamorado. Mademoiselle Blanche es hermosa, pero no sé
.
�mo para dar trabajo a dos ¡>einadoras. Pupilas negras sobtf · '
s-. · . '
sible que el marqués no sea pariente de ella; ni que su tnacft-e,:·
·
�":- �.¡;;,.:· �
34
sea su madre. Pero hay nrl"ormes de que en Berlín, donde �os
juntamos con ellas, la madre y la hija poseían algunas amis- · ·
hasta ahora pongo en duda que sea tal marqués, lo cierto es que
pertenece a la buena sociedad, como nosotros, por ejemplo, en .... ·
me
35 . �:
l ... :��·
. .. -.:
.�
__ �;�sF����:i!r-t�:!��d�ill�m��L�-·,���:.
. :- -. servadamente. Esta mañana nos hemos tropezado y heni§S;;:.,
'
:cambiado dos palabras. A veces habla muy fragmentariammtct -:� :�<�:
:1'. :_ Sin haberme dado siqwera los· buenos días, ha empezado
.
di- ·:;�-�
··�. clendo: ,:h;�
-¡Ah, mademoiselle Blanche ! . . . ¡ He visto muchas liUlje-· � .'�if
..,. ..
res coino ella' como mademoiselle Blanche! . : :.�,. ··:
.
Se quedó callado, mirándome expresivamente. No sé io
.
c:iut_::��>-it
'luerría decir con esto, porque a mi pregunta de qué significaba:+�E.�:
. meneó la cabeza con una sonrisa astuta y añadió: . i
_,,C:?,;
- Lo he dicho por decir. ¿Le gustan mucho las flores a. ·:���;f:
señorita Polina?
-N_o 1o se,
, no tengo 1"dea -respond'1.
.
.'
. ���
.,.-"' "':·��
··:�t;:
\;
.. -¿Cómo? ¿Que no lo sabe? -exclamó asombradísitno. · ... ���;
-No. lo sé, no me hé dado cuenta -repetí, riendo.
... ·� i" . -Hum, esto me sugiere una idea.
¡· ...
·
. .
.. ; �!���
��
-·-···j'�ii.
..: \-�·�::.�fifl
·���\;1
: · .¡;j�:�j
·:�¡;?
. .���
�
!¡;,,��
-•' , -��
�r · l, ��
' - · .·
' ": '1
< ·
.-�;;;��
''· ·'!,�
'- .
t· .·..
, •
..
.
-
' · '
·•
:
\
CAPÍTULO IV
,.
37 . .
'·
.,
.
.
. . .
• - . . f¡····· • . ,.
.
,. • •
":
,
,... • . _ .
' _. ;� ·:éentrales salen los doQ: últimos; dos veces, supongamos, salen.
.>" estós últimos /Y-. luego se pasa a los doce primeros. De los doce
. primeros se paSa. de nuC!vo_ a los doce del centro; salen éstos
· .
' ,.
. .
había estado por la mañana en las salas de juego y había sido
testigo de mis proezas. Esta vez se mostró más atenta conmigo.
El francés fue directamente al fondo del asunto y me preguntó
si el dinero que había perdido era mío. Me parece que sospecha
de Polina; en una palabra, que aquí hay algo. Yo mentí y dije
que era mío.
El general se mostró extrañadísimo: ¿de dónde había sa
cado yo tanto dinero? Le expliqué que había empezado con
diez federicos, que seis o siete golpes seguidos, al doble, me
habían significado cinco o seis mil florines, y que luego lo ha
bía perdido todo en dos jugadas.
Todo esto, claro, ofrecía grandes visos de verosimilitud.
Mientras lo explicaba, miré a Polina, pero sin que pudiera
leer nada en su rostro. Sin embargo, me dejó mentir, no me
rectificó; de ahí deduje que debía mentir y ocultar que jugaba
·por su cuenta. En todo caso, pensé para mis adentros, ella me
debe una explicación: antes prometió que me revelaría algo.
Yo pensaba que el general me iba a hacer alguna observa•
ción, pero no dijo nada;en su rostro advertí, en cambio, seña
.. - �·· ..
·4'· .
40
··•·•··· .•
-Al modo alemán de acumular riquezas. No llevo aquí
mucho tiempo, pero lo que he podido advertir y comprobar
subleva mi sangre tártara. ¡ La verdad, no quiero esas virtudes!
Ayer tuve tiempo de recorrer unas diez verstas por los alrede
dores. Bueno, resulta exactamente lo mismo que en los instruc
tivos libritos alemanes con ilustraciones: en cada casa tienen
·su Vater ( 1 ). terriblemente virtuoso y extraordinariamente hon
rado. Tan honrado es, que da miedo acercarse a él. No puedo
aguantar a las personas honradas a las que da miedo acercarse.
Cada Vater de estos tiene su familia, y por la noche todos ellos
leen en voz alta libros instructivos. Sobre la casa rumorean los
olmos y los castaños. El sol que se pone, la cigüeña en el te
jado, todo esto resulta extraordinariamente poético y conmo
vedor ...
"Si no le molesta, general·-proseguí-, me permitiré referir
algo más conmovedor todavía. Recuerdo que mi difunto padre,
también bajo los tilos, delante de la casa, nos leía todas las tar
des, a mi madre y a mí, libros de ese género... Puedo, "pues,
juzgar bien de todo esto. Bueno, aquí todas las familias se en
cuentran bajo la esclavitud y la sumisión más completa al Va
ter. Todos trabajan como bueyes y acumulan dinero como ju
díos. El Vater, supongamos, há reunido ya tantos florines y
espera ceder al primogénito su taller o su parcela de tierra. A
este objeto, no dan a la hija dote alguna, y ésta se queda para
vestir imágenes. Con idénticas miras venden al hijo menor
como criado o como soldado, y este dinero lo incorporan al
capital familiar. Se hace así, pueden creerme; he procurado
.
informarme . Y todo esto lo hacen movidos por la honradez,
por un extremado espíritu de honradez, hasta el punto que el
hijo menor, que fue vendido, está convencido de que lo ven
dieron movidos por la honradez; y esto es el ideal: la propia
víctima se alegra de que la ofrezcan en holocausto. ¿Qué pasa
1
,·>
después? Que tampoco al primogénito le van mejor las cosas:
hay allí cierta Amalchen a la que su corazón se siente unido,
pero no puede casarse, porque no ha ahorrado tantos florines
como para hacerlo. También esperan digna y sinceramente y
aceptan el holocausto con la sonrisa en los lab �
Amalche-? se
_
ha quedado demacrada y flaca. Fmalmente, al cabo de vemte
años, los bienes se han multiplicado: disponen de los florines
honrada y virtuosamente reunidos. El V ater da su bendición
al primogénito, de cuarenta años, y a Amalchen, de treinta y
cinco, que tiene ya los pechos fláccidos y la nariz colorada ...
Llora, les da sus consejos y muere. El primogénito se transfor
ma, . a su vez, en virtuoso V ater, y la lústoria vuelve a repe
tirse. A los cincuenta o sesenta años, el nieto del primer Vater
dispone ya, en efecto, de un capital considerable, que él trans
mite a su hijo, y éste al suyo, y este otro al suyo, con lo que al
cabo de cinco o seis generaciones nos encontramos con el barón
Rothschild o con Goppe y Cía., lo que sea. ¿No resulta un es
pectáculo grandioso? ¡Un trabajo continuado de cien o dos
cientos años, paciencia, inteligencia, honradez, carácter, firme
za, cálculo, la cigüeña en el tejado! ¿Qué más quieren? Porque
no hay nada superior a esto, y desde este punto de vista empie
zan a juzgar al mundo entero y a castigar a los culpables, es
decir, a quienes se diferencian un ápice de ellos. Y aquí está el
asunto: .yo prefiero alborotar al estilo ruso o enriquecerme en la
ruleta. No quiero ser Goppe y Cía. dentro de cinco generacio
nes. El dinero lo necesito para mí mismo y no me considero
como un apéndice obligado del capital. Sé que he dicho muchas
barbaridades, pero no me importa. Tales son mis convicciones.
-N o sé si tiene razón en lo que ha dicho -observó pensa
tivo el general-, pero de lo que estoy seguro es de que� en
cuanto se le da pie para ello, empieza a despotricar intolerable
mente ...
Fiel a su costumbre, no acabó la frase. Cuando nuestro ge
neral empezaba a hablar de cualquier cosa que se apartase un
42
poco del nivel de una conversación corriente, nwica terminaba .·
1
1
¡·1
1
i
�--
. ..
� ... �:·: -� : ·. i-�� �/;��� �-;.7·� ��·�:-
.·•. �
'·
.;f::··¡ \, .
� ��··::· !?"�< . ;.f :_�·.�·:."'· ..;-· �-. .�.-· -�·- .U.·.�
. . � • •• :J.
..�'.,�
. "i'
!.
,.
¡
!
i.
·...
CAPÍTULO V
,
.,
ros?
·
45'
r�,f�:�t���r�t�!��� :: �:�i����;�
· ·� · pensativa, p.olina Alexándrovna.
q
.
46: ..
. . ·�
� =-· .
:t. . �.
p ,.,
de juego. No sé por. qué se m� ocumo semejante idea, pero ·
estaba convencida. ¡Quién sabe!, acaso creía así porque rio me :·•.
·
quedaba otra salida.
-0 porque tenía demasiada necesidad de ganar. Es exacta
mente lo mismo que quien se agarra a una paja cuando está ,a
punto de ahogarse. Convendrá usted misma en que, si no se ' e
47
. ,
w I� :t
•� ¡.::_1� ,-�.-�--_:�r:;,.��:,�· ;�� E ",�����1'fS:
..:_� �
__· _. �:.- ·; ...�::!':·
. :: : ; .. "/ ., ... : .. ··:;:� .
,...- . �
�
-� . h.•. �· - : -� . --· ·
.r�
...
-
:;;;
·� .. - ..-
.
�. .
•._..·>
- -� �-..�.l
.. tb . .."F . �"��� ��.. A&filM
r� . .·'T .'?>' rt};O:f��· ; ., :: \:F¡ ' \•· ct;.. ;1 :J}:f
· .· ·.· . ·
'i)·�1�;¡�
puedo conseguir que me mire de manera distinta a como se ·
·- '' ·
49
, ..,
..
50
enfada. Cuando estoy arriba, en mi cuchitril, con sólo recordar
e imaginarme el rumor de su falda, siento deseos de morderme
las manos. ¿Por qué se enfada conmigo? ¿Porque digo que soy
un esclavo? ¡Aprovéchese, aprovéchese de mi esclavitud! ¡ Há
galo! ¿Sabe que en alguna ocasión llegaré a matarla? No la
mataré porque deje de amarla o en un acceso de celos, lo haré
sólo porque a veces siento deseos de comérmela. Se ríe ...
-Nada de eso -dijo enojada-. Le ordeno que se calle.
Se detuvo jadeante de cólera. Lo aseguro, no sé si es gua
pa, pero siempre me ha agradado mirarla cuando se detiene
así ante mi, y por eso me gusta tanto provocar su cólera. Acaso
lo hubiese advertido y se enfadase premeditadamente. Así se
lo dije.
-¡Qué porquería! -exclamó con repugnancia.
-Me da lo mismo -proseguí- ¿Sabe una cosa? Cuando
estamos a solas los dos corremos peligro. En muchas ocasiones
siento el irresistible deseo de golpearla, de dejarla tullida, de
. estrangularla. ¿Piensa que no llegaré a tanto? Usted me lleva
hasta un estado febril, ¿Es el escándalo lo que temo? ¿Su có
lera? ¿Qué me importa su cólera? La amo sin esperanza y sé
que después de esto la amaré mil veces más. Si llego a matar
la, también tendré que matarme a mí mismo. Tardaré en ha
cerlo todo cuanto pueda para sentir este dolor insoportable de
su ausencia. ¿Sabe una cosa increible? Cada día la amo más,
y eso es casi impGsible. ¿No voy a ser fatalista después de
esto? Recuerde lo que pasó anteayer en el Schlangenberg, cuan
do murmuré, impulsado por usted: "Diga una palabra y me
arrojaré a este abismo." Si hubiese dicho esta palabra, yo ha
bría saltado. ¿No cree que me habría arrojado?
-¡ Qué charla más estúpida! -exclamó ella.
-No me importa que sea estúpida o inteligente -repliqué-.
Sé que delante de usted necesito hablar, hablar, hablar. Y
hablo. En su presencia pierdo todo el amor propio y todo me
da lo mismo. ·
51
- .... ¡'!'-
i;_:,;�::_ r�_<..��--z���;·� - ;_ ':;:;:.� - <:-: -. --:·� ;�. ��> :; 2 �� -;:y:�� : ';_. \7:_-_�·:_
.. , _-
-
-
.
..
..... .- .. .. ""'· · --;-.,
.- - rrí§, a
casi palabra por pal bra, tal como aquí la transcribo. Mis
_ojos se inyectaron de sangre. La espuma se me había secado en
'las comisuras de los labios. En lo que se refiere al Schlangen
ber.g, lo juro por mi honor, incluso ahora: ¡si entonces me hu
biese mandado tirarme, me habría tirado! Aunque lo hubiese
_dicho en broma, aunque lo hubiese dicho con desprecio, ¡me
habría arrojado! ,-
-No, ¿por qué? Le creo -dijo ella, pero .de la manera
é0ll10 sólo ella sabe pronunciar las palabras, con un desprecio
_ y un escarnio, con una altivez tal que, la verdad, hubiera podi-
4<> matarla en ese momento. Corría peligro. No había mentido
y_cJ al decírselo.
-:¿Es usted _cobarde? -me preguntó de pronto.
-No lo sé; puede que lo sea. No lo sé ... Hace mucho que
no he pensado en eso.
-Si yo le dijera: "Mate a ese hombre"', ¿lo haría?
-¿A quién?
-A quien yo quisiera.
-¿Al francés?
-No pregunte, linútese a contestar. A quien yo le dijera.
Quiero saber si lo que usted decía ahora era en serio.
52-
Aguardaba con tal gravedad e impaciencia la respuesta, que·
sentí una sensación extraña. .
. . ·
1
�rt'�·�!!1�!tlt!J3;::i:q;�;:;[���;���
� �;::: •• ·
· rompió a reír; Es.tába.tnos sentados en im
De .;pronto, ella
'
,.. ·· ·:��. jUn.to a los niños que jugaban, frente al sitio donde los
, " ...
�
. . .,
54 ..
.. .
CAPÍTULO VI
55 .
t�:!�:: :�:* ", ..
..
• · '
de ésta y. quedé esperando a la baronesa y al barón. Cuando
·estaban a cinro pasos me quité d sombrero e hice un saludo.
Re�erdo que la baronesa llevaba un vestido de seda in�
menso. de color gris claro, con volantes, crinolina y cola. Era
pequeña r extraordinariamente gruesa; la papada la tenía tan
grande y le colgaba tanto, que le tapaba el cuello por comple�
to; Una cara amoratada. Unos ojos pequeños, malignos e inso
lentes. Caminaba como si nos . hiciera un favor a todos. El
barón era· seco y alto. Su cara, según es rostumbre entre los
alemanes. era torcida y estaba atravesada por mil pequeñas
arru�s; ·usaba lentes. Cuarenta y cinro años. Sus piernas páre
áa que empezasen en el pecho mismo (eso le venía de raza).
Orgulloso como un pavo real. Algo desmañado. Cierta expre
sión de carnero que, a su juicio, reemplazaba la profundidad de
pensamiento.
Todo esto apareció ante mí en tres segundos.
Mi saludo y mi sombrerazo apenas llamaron su atención en
··
�-·
ra, sin dejar de mirarle y sonreírme. El parecía perplejo y arril;
'
gó las cejas hasta nec plus ultra. Su cara se ensombrecía más y ·' '·
58
Y, conforme me adentraba en ella, más le tomaba el gusto.
-¿Se burla de mí? -gritó el general.
Se volvió a De Grillet y, en francés, le dijo que yo me
estaba metiendo en un lío. El marqués sonrió despectivamente
y se encogió de hombros.
-¡No se trata de eso, en absoluto! -dije al general-. Sé
que mi acción no estuvo bien, lo reconozco con toda sinceri
dad. Se puede calificar de estúpida e indecorosa travesura in
fantil, pero nada más. Puedo decirle, general, que estoy arre
pentidísimo. Pero hay aquí una circunstancia que! a mi modo
de ver, casi me dispensa del arrepentimiento. Ultimamente,
durante estas dos o tres semanas, no me he sentido bien: ner
vioso, irritable, sumido en todo género de fantasías, hay oca
siones en que pierdo por completo el dominio de mí mismo.
Le digo la verdad; a veces siento el deseo de dirigirme al mar
qués De Grillet y... Aunque no hay para qué seguir; podría
sentirse ofendido. En una palabra, todo esto son síntomas de
enfermedad. No sé si la baronesa Wurmerhelm tomará en con
sideración esta circunstancia cuando vaya a pedirle perdón
(porque tengo el propósito de hacerlo). Supongo que no, tanto
más cuanto, por lo que sé, últimamente se ha empezado a abu
sar de tal circunstancia en el mundo de las leyes : los abogados,
en los procesos de lo criminal, suelen buscar muy a menudo la
absolución de sus dientes, los asesinos, aduciendo que en el
momento de cometer el crimen no se daban cuenta de nada y
de que esto es una enfermedad. "Mató, vienen a decir, pero
no se daba cuenta de lo que hacía." E imagínese usted, gene
ral: la medicina viene en su ayuda; confirma positivamente que
existe esa enfermedad, una locura temporal en que la persona
no se da cuenta de casi nada, o se da cuenta a medias, o un
cuarto solamente. Pero la baronesa ·y el barón son gente cha
pada a la antigua; son además, Junk.er ( 1 ) y terratenientes pru-
59
sianos. Seguramente, no tendrán noticia de este progreso en el
mundo médico-legal, y por eso no aceptarán mis explicaciones.
¿Qué cree usted, general?
-¡Basta, caballero! -dijo él en tono brusco y con indigna
ción reprimida-. ¡Basta! Trataré de ponerme a salvo de una
vez para siempre de sus travesuras de colegial. No presentará
sus excusas a la baronesa y al barón. Cualquier relación con
usted, aunque se redujese al simple hecho de pedirles disculpas,
seria para ellos demasiado humillante. El barón, al enterarse
de que usted pertenece a mi casa, ha tenido conmigo explica·
ciones en el casino y, se lo confieso, ha estado a punto de
exigirme también a mí una satisfacción. ¿Comprende a lo que
me ha expuesto, caballero? He tenido que presentar al barón
mis excusas y le he dado palabra de que inmediatamente, hoy
mismo, usted dejaría de pertenecer a mi casa ...
-Permítame, permitame, general, ¿es él quien ha exigido
que yo dejase de pertenecer a su casa, según usted ha te�do a
bien expresarse?
-No, yo mismo me he considerado en el deber de darle
esta satisfacción, que el barón aceptó, naturalmente. Nos se
paramos, caballero. Le debo cuatro federicos y tres florines,
según el cambio locaL Aquí tiene el dinero y la cuenta, puede
comprobarlo. Adiós. Desde este momento no hay nada común
entre nosotros. Lo único que usted me ha proporcionado han
sido preocupaciones y disglistos. Ahora llamaré al camarero
para anunciarle que desde el día de mañana no respondo de
sus gastos en el hotel. Tengo el honor de quedar a sus órdenes.
Tomé el dinero y el papel en que, a lápiz, había sido ano
tada la cuenta, hice una inclinación ante el general y le dije
muy seriamente:
-General, la cosa no puede quedar así. Siento mucho los
disgustos que el barón le ha causado, pero, perdóneme, la culpa
es suya. ¿Por qué se creyó en la obligación de hacerse respon
sable de mis actos ante el barón? ¿ Qué significa eso de que yo
60
wce, .s;:;s:;:.. ..41W aw;.
. -.- - -.:
61
·-
-General -le repliqué con una tranquilidad que a él se le
hacia intolerable-, detenerme por escandalizar es imposible an
tes de que d escándalo se haya producido. N o he iniciado mis
explicaciones con el barón, y usted desconoce en absoluto la
forma y las bases sobre las que me propongo llevar adelante d
asunto. Lo único que deseo es poner en claro una suposición
que me resulta ofensiva: la de que me encuentro bajo tutela de
una persona y ésta tiene poder sobre mi libre albedrío. No hay
razón alguna para que usted se alarme e inquiete de este modo.
-¡Por Dios se lo pido, por Dios se lo pido, Alexei Ivá
novich! ¡Desista de ese absurdo propósito! -balbuceó el gene
ral, pasando de pronto del tono colérico al ruego, y hasta co
giéndome las manos-. ¿Se imagina lo que va a resultar de todo
esto? ¡Nuevos disgustos! Conv�drá conmigo en que aquí
debo conducirme de una manera especial, particularmente aho
ra ... ¡particularniente ahora!... ¡Oh, usted no conoce, no co
noce todas mis circunstancias! ... Cuando nos vayamos de aquí,
estoy dispuesto a tomarle de nuevo a mi servicio. Ahora segui
remos así simplemente; bueno, en una palabra, ¡usted mismo
comprende las causas! -exclamó desesperadamente-. ¡Alexei
·
62
sus razones para comportarse particularmente". Por éso se
había acobardado y había cambiado tanto conmigo. Yo tomé
nota. Claro que, irreflexivamente, podía recurrir al día siguien
te a cualquier autoridad; me convenía, ·pues, andar con pro-
. dencia.
Por lo demás, no tenía el menor propósito de enfadar al
general; a quien quería enfadar era a Polina. Polina me había
tratado con tanta crueldad, empujándome ella misma a tan �
* * *
.;.-·· ><:·
., ' . ;,;�. i;-�1';:�,.;:-:-:,;:!,_::'
•. ¡ -§t.. ·¡�
1-
1
¡-
¡. �
l.
...
CAPÍTULO VII
65
�r���fi.�{Z���zll:,����;;;
• ' '·
;.e� de ser jovial y cortés. En muy raras 0casiones .es d ·· ·
66
..:_-,��··.
muy espiritual; pero él me ha pe'dido que le haga presente que :,
no conseguirá salirse con la suya. Todavía más: el barón se ne·
gará a recibirle, y, en fin, en todo caso dispone de recursos
para evitar las contrariedades que usted pensara causarle. Us: . . >•
1
67
1
t·
¡. k�- �·�-- ���:v.: . ··"' - .·.,_ . -:":'";r:·-�7.,�
�.,--. . �� ��: r:'*ff � :;:��t"'\.-;-� .�-�� � .�
�
� ·:v--�-
��
,. � �!..\NfH;;Jart
· �:.,-$ .::-�r- �w
� -:_ - � -* i¡
�"'=" �• -� : ��· .... _, 'tf
• • .... • . .. �"!- . 1!"-!. ·: ·.
·.
��.:<.·;;>-
•
"'.... '\ .•
. ��>� ..;;_
.
. :;S:_;�
.. ..�....
·�··,:)
� · .. ... .,.. ••
�'; :( .t. .
. _ ,__ ;: . -· . .· ·�; .:;· . :;·" ·:
"!
�
• ·
�cusas, porque todos pensarían que lo había hecho movido por
el miedo, para poder recuperar mi empleo. De todo eso se des
prendía que yo me veía ahora obligado a pedir al barón que se ..
. · dalos ·e historias . . .
k -- '68
�: ·¿� .,
-Yo no veo aquí ningún escándalo o historia . que tengan ..
·
gente de la casa?
-Yo no. puedo ... Por �o demás, no está del todo decidi
do... Aunque... usted sabe que están esperando noticias de
Rusia; el general necesita arreglar sus asuntos ...
-¡Ah, ya, la abuelita!
Dé Grillet me miró con odio.
-En una palabra -me cortó-, confío por completo en su
69
f:�1:7'�"��}:�>c'T:�-< >-�- "'-:� ��:-:�: _-:'.7:·-
k· .. ·: .,
- , :· ; "·�·�-����;���:,·�_'':•:r��':��
. � -�-�.:)�-> .\ ;ú·�:
•
1 -it�.
.
tta.� �;,.;; ; usted se equivoca; monsieur De Grillet:
.. : .
todo esto se hará de manera mucho más decorosa de lo que us
ted cree. Ahora mismo voy a entrevistarme con míster Astley
para rogarle que sea mi padrino, en una palabra, mi second. Me
quiere, y de seguro no se negará a hacerlo. El irá a visitar al
barón, y el barón lo recibirá . Si yo soy un outchitel y parezco
algo así como un subalterne; en fm, una persona sin defensa,
míster Astley es sobrino de un lord, de un lord auténtico, to
dos lo saben, de lord Peabrocke, y este lord se encuentra aquí.
Créaine, el barón será cortés con míster Astley y le escuchará.
Y si no quiere oírle, míster Astley lo tomará como un agravio
personal (ya sabe usted que los ingleses son muy tenaces) y
mandará al barón, en su nombre, a un amigo, y tiene buenos
amigos. Calcule ahora lo que resultará de todo esto; puede ser
algo muy distinto de lo que usted pensaba.
El francés se acobardó decisivamente; en efecto, todo te
nía grandes visos de verdad y, por consiguiente, resultaba que
yo estaba muy' en condiciones de armar una verdadera historia.
·
-Sin embargo -empezó con voz suplicante-, le ruego que
lo abandone todo. ¡ Parece como si le agradara la idea de qüe
esto _puede concluir en· una historia desagradable! He dicho
que todo esto resulta divertido y hasta ingenioso, y es posible
que lo consiga, pero en una palabra -concluyó, viendo que yo
me ponía en pie y tomaba el sombrero-, he venido para trans
mitirle estas dos líneas de parte de cierta persona. Tome, lea ·
70
1.
me caso. Recuerde el Schlangenberg. Le ruego que sea obedien-
te, y si es neces;uio, se lo ordeno. Suya, P.
·
" . '.. � . . �;
"
" .� .·. :
. (
� .:,,::. mera: que una. cosa . �in �porta.ncia alguna; unas estúpidas
amenazas de chiquillo proferidas la _vísper�. había promovido
-�, . . una alarma general; segunda: ¿qué influencia tenía, después de
· --·� ·
todo, este francés sobre Polina? Una palabra suya era bastante
para que .ella hiciera cuanto él_necesitase, escribía la esquela y
h;lsta me rogaba. Cierto que sus relaciones siempre habían sido
para mí un enigma desde el comienzo mismo, desde que empe
cé a conocerlos; ahora bien, en los últimos días había observa
do en ella una franca avexiión hacia él, hasta desprecio, ·y él no
la miraba, incluso se mostraba descortés. Lo había advertido.
La. misma Polina me había hablado de esa repugnancia; a ve
ces se le escapaban confidencias muy significativas... Esto que
ría decir, sencillamente, que él la tenía en sus. manos, que la
tenía encadenada ...
........,·
CAPÍTULO VIII
' ·
.sa.mente a saber su opinión. En lo que a mi se refiere, creo
que mataría a ese franchute i. es posible que lo haga.
-También yo -dijo mister Astley-. En .cuanto a m1ss
Polma... usted sabe que, cuando la necesidad nos obliga,
mantenemos relación hasta con personas que nos son odiosas.
Aquí puede haber relaciones que usted ignora y que dependen
de circunstancias ajenas. Creo que puede estar estar tranquilo;
en parte se entiende. En cuanto a su proceder de ayer, resulta
raro, naturalmente, no porque ella quisiera librarse de usted y le
mandase al alcance del garrote del barón (que no comprendo ' ;
75 '
lilniJm:� � ,�¡:,c�� f.�faleftl
·� ·:+.. �_:, ��- :;f.o:.:
; •.• '> ... :.. : . ...... ....
f -� . _ _. .:�.:�:? -�·
. ('1� �·- :: :: >�- --�··4..: · ; •::.i"· .. .. _:___
_·. -- - .. . ' l,.·
·<
·
:--�- .
-¡ Hola, hola!
-Hace tres años, dur;tnte la temporada, mademoiselle Blan-
che estuvo aquí, en Ruletenburg. Yo también estuve. Midemoi- ,
selle Blanche no se llamaba entonces mademoiselle de Comin
ges, y su madre, madamé veuve de Cominges, no exístía. Al
menos, no se hablaba de ella. En cuanto a De Grillet, tampoco
existía. Estoy completamente convencido de que, además de no
haber ningún parentesco entre ellos, su amistad es muy recien
te. Lo mismo puede decirse del título de marqués: hay cierta
circunstancia que me permite asegurarlo. Hasta cabé suponer
que el apellido De Grillet lo adoptó no hace mucho. Tengo aquí
un amigo que lo conoció con otro nombre.
-Pero lo cierto es que cuenta con buenas amistades.
-Eso es posible. Hasta mademoiselle Blanche las puede te-
ner. Pero hace tres años mademoiselle Blanche, en virtud de una
reclamación de esa mÍsma baronesa, fue invitada por la policía
local a abandonar la ciudad, y salió de ella.
-¿Cómo fue eso?
-Se había presentado con un italiano, Cierto príncipe de
apellido histórico, un tal Barberini o algo parecido. Este hom·
bre iba siempre cargado de sortijas y brillantes, que hasta eran
legítimos. Iban en un coche espléndido. Mademoiselle Blanche
jugaba al trente et quarante, .al principio con fortuna, aunque
luego la suerte le cambió por completo; así lo recuerdo. Una
tarde perdió una suma irnportantísim.a. Pero lo peor de todo
fue que un beau matin su príncipe desapareció sin dejar rastro;
desapárecieron también los caballos y el coche, desapareció
todo. La deuda en el hotel era , terrible. Mademoisell� Selma
(en va de Barberini, se convirtió en mademoiselle Selma) se en
contraba en el colmo de la desesperación. Sus gritos y chillidos
se oian en todo el hotel, la rabia le hacía desgarrarse los vesti
dos. En el hotel se encontraba también un conde polaco (todos
los polacos Viajeros son condes), y mademoiselle Selma, que
.desgarraba sus trajes y se arañaba con sus hermosas y perfuma-
77
'5:� .... <''· ; < < ·' .·.•: ·<.· .. . '
':das ma,aos . 1� 'C�a/ Cotrio Un ga:to, le ekrfa UhpresiÓtL
�iód�o:'
·' -._ . .. .'• . ·. ·' ' . . '·
/
·
.
las molesta nadie, por lo- menos a aquellas que cada día cambian
en la mesa billetes de mil francos.· Eso sí, en c:Uanto dejan de
79
pronto-- ya le he dicho que no puedo admitir su derecho a ha
cerme ciertas preguntas, a pesar del sincero afecto que le tengo.
-Basta -dije, poniéndome en pie-. Ahora veo daro como
la luz del día que también miss Polina conoce todo lo referente
a mademoiselle Blanche, pero que no puede romper con el fran
cés, y por eso se decide a salir de paseo con ella. <;:réame que
ninguna otra influencia le mo·.'ería a pasear con mademoiselle
Blanche y a suplicarme en su esquela que no toque para nada
al barón. ¡Justamente aquí debemos ver la influencia ante lo
cual todo Sj:: inclina! ¡Y, a pesar de ello, me echó contra el ba
rón! ¡Esto no hay modo de entenderlo, diablos!
-Usted olvida, en primer lugar, que mademoiselle de Co
minges es la novia del general y, en segundo, que miss Polina,
hijastra del general, tiene un hermano pequeño y una hermana
pequeña, hijos del general, a los que éste tiene ·abandonados y
a los que, a juzgar por todo, ha despojado de lo que les perte
necía . .
-¿Qué?
· -De Grillet recibirá lo que se le adeuda; es lo único que es
pera aquí.
-¿Nada más?¿ Piens� usted que es lo único que espera?
-Yo no sé nada más -dijo míster Astley, empeñado en su
silencio.
80
. ·-: -:.·-. -.
'
'(1} En alemán, "jefe de comedorn. (N. del EJ
83
Di()-��-�{C.t·tli,·��¡¡�,(-" '<ij;¡;�;-;:r�'h
¡ "rlf':�
,-"""'� Uhl?- ¡ a a revoiver el hotel e1,1u:ro .de arrib� aba}óe··
·' ·'::t.:( -¡Qué haces ahí, hijito, quieto y con jos ojos que se �e sa
/:'le:o. de la cara! -prosiguió la abuela, gritándom�. ¿Es que no
sabes saludar? ¿O es que te has vuelto tan· orgulloso. que no
�
, quieres hacerlo? -¿No me has conocido? Oye, Potápich -se
· t"olvió a. un viejo de pelo canoso, de frac y corbata blanca, de
· ;:, �ontosada calva, su mayordomo, que la había acompañado en
d viaj�. oye: ¡no me ha conocido! ¡Me habían enterrado!
Pusieron un telegrama tras otro preguntando si me había muer
to. ¡Lo sé todo! Pero, como puedes ver, estoy viva y coleando.
-Por favor, Antonida Vasüievna, ¿por qué iba a desearle
nada malo? -contesté yo alegremente, reponiéndome de lá
sorpresa-. Como nadie ·la esperaba ... Ha sido tan inopinado ...
-¿De qué te asombras? Tomé el tren y he venido. En d
vagón se va perfectamente, no hay empujones. ¿Habías ido a
dar un paseo?
-Sí, me he acercado al casino. ·
·� '.·�
- . .
- ,,): �� ��f�;�:-.:.- �, :·�;_�;·· :.\:.�:,._,. ;_,�-�:. i- �::).; :��.;;, :-��k : <;:i_.; ·����- --- :}:. : :· ��
�- .
. . .... "
una habitación cómoda, buena, que no esté .alta, y encárgate de
que lleven las cosas ahora núsmo. ¿Para qué acuden todos a -
llevarme? ¡Qué esclavos! ¿Quién es ése que va contigo? -se
85
��-
� �-- ,.,�;�·-1-..;:.o:;r�,:;:;;:
P:"'�' · �· •x·�·,.., "to - -· · ·r;'í�:'r'·· ··�- - -- ;1;1= ·.-
, � ,�.:.> · . : ·' · ··::· . . :"' �·� .:--
- 14-�--
..
JO-:-��-••:::n•:-�'
,.-�v��·>-..,.?y ' �- -.·-...--"'!-
�tgr·:]:!�¡:�¡¡,L�.iii����·�;��!lc\�
� . •. ·. · ·
' '
- J�. que subía coomig<>. . .
"Lo de los telegramas lo sabe -pensé yo--. A De Grillet
:�mbién lo conoce, pero a mademoiselle Blanche parece que
no". Inm�diatamente se lo dije así· a míster Ascley.
¡Pecador de mí! En cuanto se pasó mi primer asombro, me ·
86
del. profundo silencio de ruantos los rodeaban. D� Grillct se·
había quedado en un principio aturdido, pero una inquietud ex
traordinaria no tardó en aparecer en su rostro. Mademoiselle
Blanche enarcó las cejas, abrió la boca y miró asustada a la
abuela. El príncipe y el sabio contemplaban con honda perple-. ,
jidad el cuadro. La mirada de Polina expresó extraordinario
ásombro, pero de pronto se quedó palidísima; un momento
después la sangre le afluyó a la cara y tiñó sus mejillas. ¡Si, ·. :,;,.. ·
chanté... Votre santé... C'est un miracle ... vous voir ici, une sur
prise charmante ...
-Y a, ya, charmante. Te conozco: eres un histrión, ¡no te
creo ni tanto así! -y le mostró su meñique-. ¿Quién es ésta?
-se volvió, señalando a mademoiselle Blanche. La llamativa
francesa, vestida de amazona y con la fusta en la mano, había : · ·
87
�.;,t:��- - :o-J;, . �,- :-.;; :. ,;:,é t.'�-��., '·�'-c,.,.�;-i
;� < _,:;;!. �i'•�i�':'· � ;� ,<-, A �;, <,,�:? · ·
loii ... .
··
mamá. njÍldame de Cominges; se hospedan en el hotel-le informé.
···. -¿Es� casada la hija? -preguntó la abuela, sin gran cere
•tttoma.
. -Mademoiselle· de Cominges es soltera -contesté en el
tbno más respetuoso que pude y, premeditadamente, a media
\l'OZ.
-¿Es alegre?
Yo no llegué a entender la pregunta.
¡ -¿No se aburre uno con ella? ¿Entiende el ruso? De Gri
1
,. :¡tt;, por ejemplo, aprendió en Moscú a chapurreado.
'
89
�ezó el general. sumido en.la co�ión-;
..
1 ""· .•
-Yo, tía.:.
. . me asombra, tía ... Creo que podría prescindiese de todo con
. trol. . Además, mis gastos no son superiores a mis recursos, y
..
90
-¡Nada de besos! No me gusta besar a los niños: todos es
guntó al general.
:-¡Por favor, tía! -contestó el general, alborozado-. Com�
. pr�do que a sus años ...
-Cetie vieilk est tombée en enfance. -cuchicheó De Grillet. a
·mi oído.
�uiero verlo todo. ¿Me cederás a Alexei Ivánovich? -pro
siguió la abuela, dirigiéndose al general.
-Cuélllto usted quiera. Pero yo mismo ... y Polina, y mon
sieur De Grillet ... Todos nosotros tendremos un gran placer
en acompañarla... .
bían sido ocupadas una semana antes por cierta grande duchesse,
lo que, como es lógico, se puso inmediatamente en conocimien
to de los nuevos huéspedes al objeto de encarecer el precio del
departamento. La abuela fue conducida en andas o, mejor di
cho, paseada por todas las habitaciones, que ella observó con
mirada atenta y severa. El Oberkellner, hombre de bastante
edad y calvo, la acompañó respetuosamente en aquella primera
revista.
No sé por quién tomarían todos ellos a la abuela, pero creo
que fue por una persona muy principal y, sobre todo, riquísi
ma. En el registro apareció acto seguido la siguiente inscrip
ción: Madame la générale, princesse de Tarasévicheva, aunque
ella no había. sido nunca princesa. Su servidumbre, el departa
mento particQ].ar en el tren., la infinidad de innecesarios baúles,
maletas y hasta arcon_es llegados con la abuela, contribuyeron
probablemente a darle prestigio; y el sillón, el tono rudo y la
voz de la abuela, sus excéntricas preguntas, hechas sin el menor·
embarazo y en unos términos que no admitían réplica, en una
93
. ·. _
\J������I�:�'>·;�,�:���::::���1,
p�ra,t�· :f'ig)JihiHod!a · de 'bí: abueli -tiesa:, -b�ca/!mp'éí:íi;lsa,::::; - '-',�:·r�
_
- to. De pronto, por ejemplo, se- detenía ante un cuadro� una co-
. 94
-Por lo menos, no hay chinches. ¡Que quiten toda la ropa!
Que pongan mis sábanas y mis almohadas. Pero todo esto es
demasiado suntuoso para una vieja co�o yo: yo sola me sen
tiré aburrida.· Tú, Alexei I vánovich, procura venir por aquí a
menudo, cuando termines las clases con los niños.
-Desde ayer no estoy al servicio del general -le dije-,
vivo en el hotel por mi cuenta.
-¿Cómo es eso?
-Hace unos días vino de Berlín un linajudo barón alemán
con su esposa, la baronesa. Ayer, en el paseo, me dirigí a él
en alemán sin respetar la pronunciación berlinesa.
-¿Y qué? .
-El lo consideró un atrevimiento y vino a quejarse al ge-
neral, quien anoche me notificó que quedaba despedido.
-¿Es que insultaste al barón? Aunque lo hubieras insulta
do, no era tan grave la cosa.
-De ninguna manera; todo lo contrario; el barón hizo
ademán de darme un bastonazo.
-¿Y tú, calzonazos, permitiste que tratasen así a tu maes
tro? -se volvió de pronto hacia el general-. ¡Y para colmo lo
despides! Sois unos pazguatos; por lo que veo, todos sois unos
pazguatos.
-No se preocupe, tía -dijo el general con cierto matiz de
altiva familiaridad-. Yo sé lo que me hago. Además, Alexei
Ivánovich no ha contado las cosas como sucedieron.
-¿Y tú te aguantaste? -me preguntó a mí.
-Yo quería desafiar al barón -contesté con toda la modes-
tia y tranquilidad posibles�, pero el general se opuso.
-¿Por qué te opusiste? -se volvió ·de nuevo la abuela al
general-. Y tú, amigo, vete, ya vendrás cuanto te llame -dijo
al Oberk.ellner-. N o te quedes ahí como un pasmarote. N o pue
do sufrir esta fisonomía nuremburguesa.
El interpelado hizo una inclinación y se retiró, claro· que . � ·
.c._. :
95
• •
-�� :�· � ¡ ·.. . '
. . .
;>· : ·: - : _· : "· (�--: . :. " : __';.. - -- :
·;··->;:
. . .•
. . •• • • � .-· � - ' '·, � • • . - • " . ; ':.-' . � , . . . ! •
96
'
·. .
-Hay -muchas cosas, abuela -contestó Polina� embarazada: ; .... .;_.;-;
-¡Ni tú misma lo sabes! Marfa, vendrás conmigo -dijo la ;� , . ·
97"t
. . .
·
�{s :_&;;���0�� •s•¿�ec��{br·:�¿��---sÚ��;
e
!'":
- ·� .. - se mostráhá: dfscretáni6:tte al,egre y hasta gastaba algunas bro'-
- . · ,· rruis ap¡ables con la abuela, con lo que ésta acabó pór hacer
>. >dogios de ella. Polina, al ·otro lado, estaba obligada a contes
·.
,
. ¿qatS árboles son ésos?, ¿qué montañas son ésas?, ¿hay aquí
-·
. " :.: ::. mañana. Potápich y �arfa cerraban la marcha tras el sillón: él
, �- : ·dé frac y corbata blanca, pero con gorra, y ella -una solterona
·
¡
cuenta.,
�
. �.
.,
!.
-�--
99
....
: ·
-
voces en que la postura es suya. Si la maniobra ha sido reali
z�da hábilmente y los testigos vacilan, es muy común que el
ladrón se quede con el dinero; claro está, si se trata de una can
tidad muy pequeña. Si la postura es grande, la faena no suele
pasar inadvertida de los croupiers; los propios jugadores la ad
vierten. Pero si la cantidad no es grande, el verdadero dueño
suele abap.donar la· partida simplemente, temeroso del escinda
do. Ahora bien, si el ladrón es descubierto, es expulsado al acto
ignominiosamente.
La abuela contemplaba todo esto de lejos, con ávida cu
100
. >"
.•
�\-_k,.,...-..... . ....
_ .
....
.. ...,.,. -Zt .
· : _:· -· - .-
102
-..:...¡ Esa sí que' es buena r ¿Y yo no recibo nada? ..._ · . ...
., -�·
-No, abuela; si antes de esto ha apostado al '7/ro y si sale
'7/ro, le abonan treinta y cinco veces más.
-¡Cómo! ¿Treinta y cinco veces más? ¿Y sale muy a me-· ..
. '•
103
·.
.
. .
. �.:.
��·, --�-.�
�t;,.• ��f"t]{J� �'�7�;�:�.; ,�:.�•
!"-�·�· ·'' $.. >/.. e
· '¡;, .
fi�������t: i'-�{·
�����-
·C: � • ,, . .. '• ' ; \, . ·;:
ij�s�,�:�;t��T�� 1�i1·1���i���:�f����re��t�:
_"; ;[.)me darán .ahora? .¿Por qué no. acaban de pagar? Potápich,
- :
_ _ ·
- ·,; �. ��-�·: Marfa, ¿dónde están? ¿Dónde están todos los nuestros? ¡Po-
tá.pich, Potápich l
-Desp:ués. abuela -le dije al oído-. Potápich está en la
puerta, no le dejan entrar . Mire, abuéla, le dan su dinero,
rtómelo! '
Le entregaron un pesado cartucho de papel azul con cin
cuenta federi�s y otros veinte en moneda suelta. Yo se lo acer-
. qué todo con la raqueta. .
-Faites le jeu, messieurs! Faites le jeu, messieurs! Ríen ne
va pltts -dijo el croupier, in�itando a hacer las apuestas y dis
poniéndose a hacer girar la rueda.
-¡Que no nos da tiempo, Dios mío! ¡Van a darle a la rue
.: , : da! ¡Apuesta, apuesta! -insistió la abuela-. Pero no te entre
tengas, ¡date prisa! -añadió fuera de sí, dándome un fuerte
codazo.
-¿Adónde ponemos, abuela? .
1·.
¡.
-¡Al -zéro, al 1fro .' ¡Otra vez al -zéro .' ¡Pon todo lo que se·
pueda! ¿Cuánto tenemos en total? ¿Setenta federicos? No te
importe, pon veinte de una vez.
-¡Dése cuenta de lo que hace, abuela! ¡A veces pasan dos
cientas tiradas para que salga! Va a perderlo todo, se lo aseguro.
-¡N o es verdad, no es verdad! ¡Apuesta! ¡Es una corazo
nada 1 Yo sé lo que me hago -,dijo la abuela, estremecida en un
': ·.
verdadero frenesí.
-Pero al -zéro no se puede apostar más de doce federicos,
abuela; es lo que yo he puesto.
-¿Por qué no se puede? ¿Me engañas? Monsieur, mon
- �.; sieur! 2se volvió, dándole un codazo al croupier de su izquier
da, que se disponía a poner en marcha la rueda-. Combien
·· 7!ro ? Dou-zy ? Dou-ze ?
Yo me apre!¡uré a explicar la pregunta en francés.
-Oui, madame -confirmó cortésmente el croupier-. . De la
104
•• •lA
.. ....:
. .
··.· .
-.
.
. . . . ·
.
� �>;�� ;,;··_:¡-;..·.-.'- -;�-�_;· ·!' ·-� -,< �' fr-�-= :,-¡: ..;:> -�� ::�;�·fi·fo;· ,::'-�- : �:;�:;��:_-.f�:?
- �:-
. misma manera qu� la .postura no debe ser cada vez de más de
cuatro mil florines, según las regl�s -amplió sus aclaraciones.
-Bueno, no hay nada que hacer. Pon doce.
_
-Le jeu est fait! -anunció el croupier.
La rueda empezó a· dar -yueltas y salió el treinta.·¡ Había
mos perdido!
-:-¡ Otra vez! ¡ Otra vez! ¡ Otra vez! ¡Apuesta otra vez!
-gritó la ahuela.
Yo ya no quise llevarle la contraria y, encogiéndome de
hombros, volví a apostar doce federicos. La 11;leda estuvo gi
rando durante largo rato. La abuela �emblaba, sin apartar la
vista de la bola. "¿Es capaz de pensar que va a salir otra vez el
�ro?", pensé, mirándola con asombro. En su rostro resplande
cía la convicción absoluta de que iba a ganar, de que de un
instante a otro iban a anunciar: Zéro!
La bola se detuvo.
-Zéro.' -cantó el croupier.
-¿Qué te decía? -se volvió la abuela hacia mí con una fu-
o
105 · ... ,•
1
¡-
. . , .
r�'�'"':- e�:::: :::.:�¡�, .•. 2.: .:�_t:. . _ :;.;:� ). : :z
�
l � -�··
"'#'�;¡;�·. ·.;.'
· · · .� �' --l�-�"'-�
�-
: ��
� �.
.:
�-
·., ' ' • · ;.0--;'f�.:,.: : ..=.:-l.. :?_. 1����-
�.? !:;..�-::·�zy-_
.->- ,· ,:.- ,• '
�
�-· · .
.· · <
cosa
lo: ·que\·Ia "óétlp:f9a: ·�'),_�:?
No daba empujones 'Ói Yeinblabi ·exie-
riormente, Su temblor, valga la expresión, era interno. Toda: · -�
··· '
' .•.
..
-· '
CAPÍTULO XI
107
·
r. �No, abuela.
-Pero los ojos te brillaban, lo he visto�
108
... �-r
. -.�
-Probaré más tarde, abuela, forzosamente.
-¡Apuesta al 'ljro! ¡Ya verás! ¿Cuánto dinero tienes?
-Veinte federicos en total, abuela.
-No es mucho. Si quieres, te prestaré cincuenta. Aquí los.
tienes, en este cartucho; tómalos. ¡Pero tú, padrecito, no es
peres nada, a ti no te daré nada en absoluto! -se volvió de
. pronto hacia el general.
Este pareció estremecerse, pero guardó silencio. De Grillet
arrugó el ceño.
-Que diable, c'est une terrible vieille! -gruñó entre dientes,
dirigiéndose al general.
-¡Un pobre, un pobre! j Otro pobre! -gritó la abuela..:...
Alexei Ivánovich, dale también un florin.
Esta vez se trataba de un viejo de pelo gris, con una pata
de palo, que vestía una larga le�ita azul oscuro y que llevaba en
la mano un largo bastón. Parecía un viejo soldado; Pero cuan-
do yo le ofrecí el florín, die> un paso atrás y me miró amenaza-· · •.
daramente.
-Was ist's der Teufel! ( r) -gritó, acompañando la frase con
Un.a docena de palabrotas.
-¡ Es un imbécil! -dijo la abuela, con un gesto de despre
cio-. j Seguid adelante! j Estoy hambrienta! Ahora comeremos,
descansaré un rato y volveremos allí.
-¿Quiere volver a jugar, abuela? -le pregunté.
-¿Qué te creías? ¿Que me iba a estar mirando vuestras
caras de aburridos?
-Mais, madame -se acercó De Grillet-, les chance� peuvent
tourner, une seule mauvaise chance et vous perdre-z tout... Surtout
avee votre jeu... C'était terrible!
-Vous perdre'Z absolument -gorjeó mademoiselle Blam::he.
-¿Y qué os importa a vpsotros? Perderé mi dinero, no el
vuestro. ¿Qué ha sido de ese míster Astley? -me preguntó.
llO
llet, que andaba por en medio de todos los asuntos del general.
Estoy seguro de que mademoiselle Blanche, también muy in
teresada (¿cómo no?: ¡ gener� y una herencia importante!),
tampoco había perdido las esperanzas y emplearía todos sus .
recursos de seducción con la abuela, en contraste con Polina,
intratable y que no sabía mostrarse cariñosa. Pero ahora, ahora,
cuando la abuela había realizado tales hazañas en la ruleta,
ahora, cuando la personalidad de la abuela se. mostraba ante
ellos tan claramente (una vieja terca y dominante et tombée en
enfance), ahora acaso todo estaba perdido: porque ella, como
una niña, parecía contenta y, como es de rigor, no acabaría
hasta verse desplumada. "Dios mío -pensaba yo, y, ¡que él
me perdone!, con el goce más maligno-, Dios mío, cada fede
rico que la abuela apostaba antes era una lanzada en el corazón
del general, sacaba de _sus casillas a De Grillet y llevaba hasta
la exasperación a mademoiselle de Cominges, a la que habían
pasado la cuchara junto a los labios." Otro hecho más; incluso
en el momento de ganar, de alegría, cuando la abuela repartía
el dinero a manos llenas y tomaba a cualquier transeúnte por un
mendigo, incluso entonces había dicho al general: "¡A ti no te
daré nada en absoluto!" Esto significaba que se había hecho
firmemente a esta idea. ¡Peligroso! ¡Muy peligroso!
Todas estas consideraciones danzaban en mi cabeza CU3;11-
do, después de dejar a la abuela,· subía por la escalera principal
al último piso, a mí cuchitril. Todo ello me preocupaba mucho;
aunque, naturalmente, ya antes podía intuir los hilos principales
y más gruesos que unían ante mí a los actores, en última instan
1
cia desconocía todos los recursos y secretos de aquel juego.
Polina nunca se había confiado conmigo por completo. Aunque
1
1-
a veces me descubría, como sin quererlo, su corazón, yo había
observado que con frecuencia, casi siempre, después de estas
confidencias, lo tomaba todo a risa o confundía las cosas con
el propósito de dar a todo un sentido falso. ¡Oh, era mucho
lo que me orultaba! En cualquier caso, yo presentía que se
111
�t'���:�Jr�Y_'!�:��:;,--,�x::��
--·��aba d final de aq�lla situación misteriosa y' tirante. Un"��'t�
-
�:�· .·,_..,golpe más y· todo quedaría terminado y al descubierto. De mi � ·
'·
cupaba. Extraño estado de espíritu el mío: en el bolsillo no
tenía más que veinte federicos; me encontraba lejos de la pa
tria, en un país extranjero, sin colocación y medios de vida,
sin esperanzas ni horizontes, ¡y no me-preocupaba! Si no hu-
- hiera· sido porque pensaba en Polina, me habría entregado por
completo a la cómica díversión del próximo desenlace y habría
'>
112
Pero Polina había desaparecido ya tras la puerta.·
¡ o1a, conque se cartean. .
"H 1" . . .......
estos casos es poca cosa. Una cosa era evidente: tenía que po
nerlo en claro. El asunto se complicaba desagradablemente.
Apenas había entrado en el hotel cuando el conserje y d
Oberk_ellner, ·que s�a de su cuarto, me dijeron que me habían
estado buscando; por tres veces habían mandado a preguntar
dónde estaba. Debía acudir cuanto antes a las habitaciones del
general. Yo me encontraba en una pésima disposiCión de áni
mo. En el despacho del general encontré, además de éste, ·a De
Grillet y a mademoiselle Blanche, sola, sin h madre. Esta era,
..
113
' .� .
._.o
�:��sJ::?:;�r,��-t:, :·�1�:�ffj��
�;�-,:. d� Bl�&f·y :¡f� ��-- lásbinera "déf ge�e;ar: _;ql�,' �b;-1�:�;�si¿:i�_,:;:.
· ·
: :�. trataba ;de justificarse. Al aparecer yo, contuvieron sus impul- '-'·�:?;{;
1 >
.... -�; ·Sos y tt! aron de adoptar una é[ctitud digna. De Grillet se .alisó �:·��
at
· -
los c a�os y su setpblante, hasta entonces irritado, se hizo son- .. _
·,
:�:J
-Ce n 'est pas fa -le interrumpió De Grillet c.on despecho y :¿j
, ...:: desprec;:io. ¡Decididamente, lo dirigía todo! -Mon cher mon'-· J�
-sieur, '!tOtre cher g,énéral se trompe al caer en este tono -sigo su ·��
discurso en ruso--, pero quería decirle ... es decir, advertirle o,
mejor dicho, suplicarle muy encarecidamente que no cause su
núna, 1 sí, que· no cause su ruina! Empleo ddiberadamente esta
exprestón ...
-iPeto de qué se trata?. :.::¡e interrumpí. .
·
-J,
-Y entonces -siguió d general- liSted llevará a la xvina a
114 '·
•.
.
..
..... ....
"- ..
__ ,
toda la fámilia. NosÓtros, mi familia y yo, somos sus herederos,
no tiene otros parientes más cercanos. Se lo digo abiertamente:
mis asuntos van mal, no pueden ir peor. Usted mismo sabe
algo de ello ... Si pierde una cantidad importante o acaso toda
la fortuna (¡oh, Dios mío!), ¿qué será entonces de mis hijos?
-El general volvió la vista hacia De Grillet. -¿Qué será de
mí? -Miró a mademoiselle Blanche, que se apartó de él con
desprecio. -¡ Sálvenos, Alexei 1 vánovich, sálvenos! ...
-¿Qué puedo hacer yo, general, de qué manera ...? ¿Qué
significo yo aquí?
-¡Niéguese a acompañarla, niéguese, déjela! ...
:-¡ Encontraría a otro! -exclamé. .
115
' l
.;"� .¡.-.· . : ... _._;- J. · ... ,;\ ' ,)' � . -�_ ;, ' ' ··��--- ' . 'i·-� �.. � ., · · ,,. ¡ ..
-
. .
·_., • • •. �- _�,
qu�.r� • abatu:rii'e d�;· urrav v�.("Y no'- ie s�NF mal; a"'CuJ'qtie ' t�:
� >
;.: :
sult6 terriblemente ·burdo.
·
· ·. �'::l::�
El general dio un salto tras ella, precisamente un salto: .,_�_:_1/.i
-Alexei Ivánovich, perdóneme que antes empezase a ha- . :.,.,�
blarle de aquel modo; no era eso lo que quería decirle... Le · :�.�
f\lego, s� lo suplico, mé indino profundamente ante usted a la
,manera rusa: ¡usted, sólo usted puede salvarnos! Mademoiselle
•de Cominges. y yo_le imploramos; usted lo comprende, ¿verdad
que lo coinpr.ende? -dijo, mostrándome con la mirada a made
moiselle Blanche. Su aspecto no podía ser inás lastimero.
- En aquel momento so�aron tres golpes suaves ..Y respetuo-
sos en la· puerta. Abrieron: el que llamaba era el mozo del pa-
X�
sillo ; detrás, a unos pasos de . él, se encontraba Potápich. Ve-. .�
�;_-;:..•,
Iúan como embajadores de la abuela. Debían buscarme y _con-
ducirme ante ella inmediatamente; "se. enfada", anunció Potá-
··p. ich. •· ;><
·;::t·
-¡Pero si sólo son las tres y media! ·:.
-No ha podido dormirse, no cesaba de dar vueltas y ha· . �
· · acabado por levantarse, ha p.edido el sillón y me ha mandado
· á buscarle� Ya está en el· portal ...
-Quelle mégere!- -exclamó De Grillet.
En efecto, ericontré a la abuela ya en el portal, impacienn"
sima por mi ?-USencia. No había podido esperar hasta las cua
1
•• tro.
-¡Ea, levantad.m.e! -gritó, y de nuevo nos dirigimos hacia
·la ruleta.
• 1
. ;
' .·
.1
.... ,.....
CAPÍTULO XII
117 . : .-,
. .
• !,.� . . .. - ._. •: '·. ·::· . - ·'· ·. -•• ·?. -� - .
: ,
.
_. �
·c:stói'teclbqs;?us··prÚilas/ A' la '.ilbuela,� podotírteno�, I�Jni� _ . _ . .·
. .sUponían.
La cosa fue como sigue:
..... �
:�tr-"';
La abuela se lanzó directamente al ""<.éro y me mandó poner
..
.
·.doce federicos. Los pusimos una vez, otra, otra, y el ""<.éro no
r-- Salió. "¡Pon, pon!, me empujaba impacienté la abuela. Yo la
'
-"� wx:decía.
_t.. -
.el rojo los cuatro mil florines que antes -habíamos ganado. La
rueda empezó a dar vueltas. La abuela permanecía tiesa, tran . f:
quila y orgullosa, sin dudar de que iba a ganar irremisible-
mente. ·,
... ;
.
llevaba sin aparecer y en el que habíamos perdido casi dos
cientos federicos, había salido, como a propósito, cuando ella
acababa de abandonarlo, lanzó un ¡ay! y dio una palmada que
se oyó en toda la sala. A nuestro alrededor se oyeron risas.
-¡Dios mío! ¡Ha salido el maldito! -clamó la abuela-.
¡El condenado! ¡Tú tienes la culpa! ¡Tú tienes la culpa de
todo! -se revolvió furiosa contra 'mí, dándome un empujón-.
Tú me lo quitaste de la cabeza.
-Le he hablado sensatamente, abuela, ¿cómo puedo res
ponder de todas las probabilidades?
-j Ya te daré yo probabilidades! -murmuró ella amenaza
doramente-. Vete de aquí.
-Adiós, abuela -y di la vuelta, disponiéndome a mar
charme.
-¡Alexei Ivánovich, Alexei Ivánovich, quédate! ¿Adónde
vas? ¿Qué te pasa? ¡Vaya, se ha enfadado! ¡Estúpido! Ea,
quédate, quédate un rato más, no te enfades, ¡yo misma soy
una estúpida! Dime qué es lo que hay que hacer ahora.
-Yo, abuela, no quiero decirle nada, porque luego me
echará a mí la culpa. Juegue usted misma; diga lo que quiere y
yo haré las posturas.
-¡ Bueno, bueno! ¡Pon otros cuatro mil florines al rojo!
Toma el billetero, sácalos -y sacó el billetero del bolsillo y me
lo entregó-. Date prisa, ahí hay veinte mil rublos en dinero.
-Abuela -murmuré-, esas apuestas ...
-Aunque me muera, he de desquitarme. ¡Pon!
Jugamos y perdimos.
-¡Pon, pon, pon ocho mil!
-No es posible, abuela, la postura más alta que se admite
es de cuatro mil.
-¡Bueno, pon cuatro mil!
Esta vez ganamos. La abuela se animó.
-¡Ya ves, ya ves! -me dio un codazo-. ¡Apuesta otros
cuatro mil!
119
- -
..,..----:-"'�-- --------· -- --------.,--
..r
120
-'
. .
121
El empleado accedió a salir al saber que se trataba de una
122
con su mamá y se mostraba muy amable con el príncipe. El
general había caído visiblemente en desgracia, casi olvidado
por completo. Blanche no lo miraba siquiera, aunque él daba
vueltas alrededor de ella y se mostraba muy obsequioso. ¡ Pobre
general! Palidecía, se ponía rojo, temblaba y ni siquiera tenía
ánimos para seguir el juego de � abuela. Blanche y el príncipe
acabaron por irse; el general corrió tras ellos.
-Madame, madame -murmuró De Grillet con voz melosa,
acercándose hasta el oído mismo de la abuela:-. Madame, así
no se juega ... No, no, no es posible ... -añadió en un ruso pé-
.
suno-. ¡ N'
o.
-¿Y cómo hay que hacerlo? ¡ Enséñame! ---se volvió la
abuela hacia él.
De Grillet se puso a hablar rápidamente en francés, empe
zó a darle consejos sin cesar de moverse; decía que había que
esperar la suerte, hizo cálculos. . . La abuela no entendía nada.
El no cesaba de recurrir a mí para que yo tradujera; daba gol
pes en la mesa con el dedo, exponía sus consideraciones; fmal
mente, sacó un lápiz y se puso a hacer cálculos en un papel. La
abuela acabó por perder la paciencia.
. -¡Bueno, vete, vete! ¡Todo eso son estupideces! "Macla
me, madame", pero no entiendes ni ·jota. ¡Vete!
-Mais, madame -insistió De Grillet, y de nuevo empezó
con sus explicaciones. Lo había tomado muy a pecho.
-Bueno, pon una vez como él dice -me ordenó la abuela-.
Veremos. Puede que salga.
Lo único que De Grillet quería era evitar las posturas
grandes: proponía jugar .a números sueltos y en combinación.
Yo puse, siguiendo sus indicaciones, un federico a los nones en
los doce primeros y cinco federicos por grupos del doce al die
ciocho y del dieciocho al veinticuatro; en total, dieciséis fede
ricos.
La rueda empezó a girar. Zéro, anunció el croupier. Lo ha
bíamos perdido todo.
123
���;�:�:;����:i�a�;¡�z��
- •
· · · ··GriUe:t""-:, ¡ Eres . un infame franchute I ¡ N<> te pongas a .dar cQ:n,; :c1:j!:
�ejos, monstruol ¡yete, vete! ¡No entiende nada y se mete eti.' ��
lo que no le importa! . ;¡.�
. ·
.
-¡Quince mil, madrecita! ¡Dios _mío l -exclamó Potápi� :)�\
.
·
-El pnmer tren sale a las nueve y media, abuela -la infor-·l:;�< ó$ ·
:�
-Praskovia -empezó la abuela-, ¿es verdad lo que he oído
:,: ;�,.CO:a: �
. ·d� que el.imbécil de padrastro quiere casarse con esa estúpi- - -.-1 �
tu
'· ,.
: �·��
._\t::·., /ID:��-
.
7·�·:_ .i·':>,;·. � � ?t,¿.::,� .f;. ,2 �;;� :.. :�- :_,� �·
.
.· ��· ·. ·., -�.· . ....
· la
=·· no cree necéSario disimular, deduzco... . ..�... -�
-¡Basta! -la interrumpió enérgicamente la abuela-. ¡Lod���t
.J comprendo todo! Siempre creí que haría algo por el estilo y ��:3
"
�*: ·siempre lo consideré el hombre más vaóo y ligero de cascos. Se . .
.
. ,
_
vente �o�go. Porque no t1enes a donde 1!, ademas de que
:1;:,. ·para t1 es mdecoroso quedarte con ellos. ¡Espera! -corto la���·:�
,
��i _
_
·
irse:}��
��!�?!
·j:� -Permítame primero una pregunta: ¿es que quiere
�a?
... ..,;;:- ·.,..
-¿Soy aficionada a las bromas, hijita? He dicho que me::�f.i'�
�
.
voy y me voy. Hoy he perdido quince mil rublos en vuestra.;:;,���;!
rul�, que sea tres veces maldita. Hace cinco años hice la pro·· :.rt
mesa de construir en los alrededores de Moscú una iglesia. Es ·:>-.J
de madera y yo la quería hacer de piedra. En vez de eso, he -
·
�, : ;f, perdido aquí el dinero. Ahora, hijita, voy a construir la iglesia. '.
-¿Y las aguas, abuela? Porque había venido a tomar la$.
aguas. .
,, t,
126 _ .J •.
4
"1 ;__,._ ..
•
.· .
-. .. . ; ·
.... ..:: ...
.'
- ..
<4..�·-.
.
:..�'·. ·• -: ":" . . ·' . . ?' -.. . .
:· ::...¡Dé)ame eh paz con las· :iguas! No me irHteS tú tanibié��-.,
. . ,;.�
Praskovia. ¿Es que lo haces a propósito? Di, ¿vienes o no?· .. ·�'f!·
-Le agradezco mucho, muchísimo, abuela -empezó Polina . !.i�·
con acento muy sentido-, el refugio que me ofrece. En parte ha. .�, .. �
·
.. '.�
kovia! Yo quería tu bien. Sé por qué no vienes. ·¡Lo sé todo, · · ·' "
Praskovia! Ese francés no te traerá nada bueno. ' .•.:�·
Polina se puso colorada. Yo me estremecí. ¡Todos lo sa- ;
.
· . -�:
ben! ¡El único que no sabe nada soy yo! , :;.· .
127-.;:.
•
.�r;z
.. ... : �.:
. .,.,'1!":-.. ... . ..
•
·
- .. . .. -.��. �/� �;:·: ;;
_
-¡... : . . : , -- _ ; ; , ,.,- . . :� . · ' .:,J:(o.:queda
·
-Bueno.� ��;
. ;_... ..,.. ... ·tU::�en . � Iva-ílb.�- .= �-.: · ·-,-:.
. _
, _ · _ · ·· ._. ,_ •. , . .· · . _
. _
•.
más qÜc una hora h-asta fa salida del tren. Creo que_ éStarás� · · :�:
·cansado de mí. Toma estos cincuenta federicos. ··'·'
� . �
( un:a recomendación. ¡Bueno, vete! .
'
·
!
:··. Subí a mi cuarto y me tumbé. en la cani.a. Creo que estuve-·· . ·.•;
��; . . media hora echado de espaldas con las manos cruzadas debajp . ·: :..
de la cabeza. La catástrofe había estallado, había materia :ea·.:;"
�
:.:. · · ·· .
·
'
:�
Todo esto era sencillaJ;Ilente increíble. De pronto me puse:(
·
� :t
en pie de súbito, fuera de mí, con la intención de ir en busca ·_. .....
. . .
·. erugma para rm .
'1
-
Pero en esto llamaron en la puerta de mi cuarto. Miré: ..
,. . era Potápich.
-Señorito Alexei Ivánovich, le llama la señora.
-¿Qué pasa? ¿Se va? El tren sale dentro de veinte minu-
tos. ,,:
-Está muy inquieta, seño:ito. No cesa de pedir que va:ya.:ii · ·
_
usted. Dése prisa. por Dios se lo pido. · .,·-� '
''
Inmediatamente bajé al primer piso. Ya habían sacado la ·�•
�
:
_.. �
''f. S.t
Yo me quedé de una pieza. Recapacité y me decidí al ins
tante. ·�:.!'. �
··,�;
-Como usted quiera, Antonida Vasíliev�, pero yo no
�
voy.
-¿Eso por qué? ¿Qué salida es ésa? ¿Qué mosca os ha pi
cádo a todos?
""'Como quiera: luego yo mismo me lo reprocharía. ¡No
quiero! No quiero ser testigo ni cómplice; déjeme en paz, An-
·. tonida Vasílievna. Aquí tiene sus cincuenta federicos. ¡Adiós!
-Y, dejando el cartucho de las monedas sobre un velador junto
al cual habían llevado el sillón de la abuela, hice una inclina
ción y me fui.
-¡Qué estupidez! -exclamó la abuela a mis espaldas-. ¡No
vengas si no quieres, yo misma encontraré el camino! ¡ Potá
pich, ven conmigo! Ea, levantadme, llevadme.
No pude encontrar a míster Astley y volví al hotel. Muy
tarde, pasada ya la medianoche, supe por Potápich· cómo había
terminado el día de la abuela. Pe�dió todo lo que yo le había
cambiado antes, es decir, otros diez mil rublos en moneda nues
tra: Se había pegado a ella el polaco aquél al que por la maña
na había dado dos federicos, y éste dirigió todo el tiempo su
juego. Al principio, hasta que se incorporó el polaco, había uti
lizado para hacer sus posturas a Potápich, pero no tardó en
echarlo de su lado; entonces fue cuando se presentó el polaco.
Como hecho a propósito, éste entendía el ruso y hasta chapu
rreaba una mezcolanza de tres lenguas, así que, mal que bien,
lograron entenderse. La abuela lo trataba como un trapo, y
aunque el otro no cesaba de aludir a su "condición de hidalgo",
"no se podía comparar con usted, Alexei Ivánovich", conta
ba Potápich.
-A usted lo trataba como a un caballero, mientras que él
(yo mismo lo vi con mis propios ojos, ¡ que me quede muerto
aquí mismo si no es verdad!) le robaba el dinero de la misma
mesa. Ella lo sorprendió dos veces y lo puso de vuelta y me-
129
�dia;.�-i�Aiit{�,:��:l:�¡�a��-; ��,���
� : �-� : _ .
nuestra casa d.e Moscú? El jardín, flores como no las hay .�Ú��
aquí, .el aroma, las manzanas que empiezan a madurar, espa· ' �... :
oo...
. Pero no: ¡hab'1a que rr. al C?CtranJerO
· .' ¡Ay. ay, ay ...
1 -.
.
"' ..··•.
' . .
·'
•.<
�!
CAPÍTULO XIII
131
s���:�!i�;�i:����;,�·, :·�· [��:!�ii�:�:,:�
�-""- fte�. esté iedenté totbellinb q��:;� 'i¿,)?;�--
l)aJP." .la'"údlijenciii � d� rodó
* · apoder6 dé: IDí ·entonces
para- luego lanzarme fuera· de él: A '")��-;
�� · ��es
me parece que sigo grrando en ese torbellitio y que de un :t�'
., . itlomento a Otro va a levantarse de nuevo la tormenta, arrase
.
tcindomé otra vez con sus alas, que de nuevo me veo fuera del
.:{"�·
,;�
· ·
��.:
Así,· pues, pongo manos a la obra. Por 1� demás, todo esto
podría contarse más brevemente: las tmprestones son compl�-
. tin:tente ·distintas ...
.;'•
. )
* * *
.. ·�
una montaña cubierta de nieve, cada vez va más de prisa. Es"
tuvo jugando hasta las ocho; yo no me hallaba presente y sólo
sé lo que me contaron.
Potápich estuvo con ella en d casino todo el día: Los p()-
' ·
, 132.
...·: J•
.
tlc<>s qtie Ía aconsejaban se fueron sucediendo unos a 0�. L:
abuela empezó por echar al de la víspera, al qu� había tirado d_e
los pelos, y tomó a otro, pero éste resultó casi peor que el pri• .
mero. Después de despedir al segundo y volver al primero,· que ·- .. ;
no se había marchado y durante todo el tiempo que duró su ·· :.:,:'!
. -
desgracia se mantuvo tras el sillón, asomando la cabeza, cayó
· �
en una situación desesperada. El segundo polaco despedido se .
resistía también a irse; uno se colocó a su derecha y el otro a .�. �
' '.1�
su izquierda. No cesaban de discutir e insultarse con motivo de .;\.��
.
·
· -� �
las jugadas, y ·luego hacían las paces, tiraban el dinero desorde- : �!\
nadamente y se conducían sin orden ni concierto. Durante los ·
$;zs
ratos en que estaban r�ñidos, cada uno jugaba en su lado; uno, . ' �·�S
por ejemplo, apostaba al rojo, mientras que el otro lo hacia al ·,.:�
negro. La cosa terminó en que la abuela se desconcertó por {9f.
completo, hasta el punto de que, casi con lágrimas en los ojos.::.
se dirigió al croupier principal en demanda de defensa para que
·
los echara. Efectivamente, los echaron en el acto a pesar de sus'
gritos y protestas; ambos a una sostenían que la abuela estaba .· ·!�
·�.> ·::�9!i't1
...
'•\-
;'. -�:
,;· dd
,
� casino. Poco a poco su fama se extendió por la ciudád -�� <?�
J. ...
·.
.'
·
·
��:.� : t�a. Todos los veraneantes de todas las naciones, lo rnismo: ?i;:';l�
.
.�:
.•.�' t; :·oS
l vulgares que 1o�
· . . mas empmgorota
. dos, acud'1eron ver a '��� ·la· · · �·�:
�;·-, r . ·:itne vieille comtesse russe,
·
' '
L �--
"varios millones".
·
"::-¡ :
�.-;.--. _: Per�
la abuela salió muy poco favorecida con la expulsión. ) .
-
¡t...j
· .,;.: ; : �os enormes bigotes y muy altanero. También él "besó los
'
_:
?:'\��¿ :_¡ pies de la señora" y "se puso a los pies de la señora", aunque -:te
;; : ,. ·
.·.,.;..�;�:-.·no tomaría ni un solo kópek. Tanto repetía los juramentos, que .,.;., :· :.-:.
::·· 'ella acabó por acobardarse. Pero como ese señor pareció que. ;<�Vi..- 1
í-.-:: ·� �- realmente, enmendaba los asuntos y empezaba a ganar, la abue� .-x��
··��--� la no podía ya prescindir de él. Una hora después, los dos po- ·· · •
:_· ·, �.'·Jacos que antes habían sido expulsados del casino reaparecieron · ·· �}
· · tras el sillón de la abuela, volviendo a ofrecerle sus servicios,·
. •.
'· ·:�
·
aunque fuera para hacerle un recado. Potápich juraba qué el
·� ·
�
· --� ·
5
� señor honorable" cambió un guiño con ellos y hasta les puso
"
-:· algo en la mano. Como la abuela no había comido ni casi sa- · :.;j:
\:';}
; · " ..lido de su sillón, nno de los polacos resultó verdaderamente 'r.
.
�-· � � J.f ,.
��};_
.
:�..;.:;. �
·- ·
\:.,·t.;.·.,, 134 .
7'
_
��'\{��- ��''·
.
� .
·,,
�t ·' .
_ _.. ·,
<''�-
�.... -. ', i.;.a,. ' o �
�,; .....
.
con toda familiaridad al. señor . honorable� mieritr�s .. que '&�J::
casi había olvidado la existencia de la abuela. Incluso cuando '·;.
ésta, después .de haberlo perdido todo, volvía a'las ocho de la . f· :
...
; ·- ·
cuello y afrrmando con frase atropellada que los había engaña- .- · ··
do y les tenía que dar algo. Así siguieron hasta el mismo hotel; ·; ;·' ::'
de donde los echaron a empellones. '" . .
Según las cuentas 'de Potápich, la abuela perdió ese día un- ..' . .
total de noventa mii rublos._ sin contar el dinero que había ga-.
nado la víspera. Todos sus valores del cinco por ciento, de los . .. ·"'
' .
-
•· ·
empréstitos anteriores, todas las acciones que llevaba consigo�
los cambió uno tras otro. Yo me asombraba de que hubiera re-' ;
1�
·
_
veces en que, efectivamente, había empezado a ganar mucho,. --'� :,
�.
aunque arrastrada de nuevo por la esperanza, no había sabido· ,., .:: ·
� . retirarse. Por lo demás, los jugadores saben que se puede estar' . ¿_ :.._
;¡:· · .
·,
casi veinticuatro horas jugando a las cartas sin desviar la mi-:·· ·-.��-
rada a la derecha ni a la izquierda. -' :-:;
Mientras tanto, durante todo el día ocurrieron en el hotel !.;�: ·
cosas muy decisivas. Ya por la mañana, antes de las once, cuan- .. ;�.�
do la abuela estaba todavía en casa, los nuestros, es decir, el_ �
dos de que la abuela no pensaba irse, sino que, por el contra- -·-·�
rio, se dirigía de nuevo al casino, todos, reunidos en cónclave ·¡,�:-�
13
. . 'J
,:.:)
7 �-r�;.
.
dijo que lba� d�nrar a ·s� famillii;� �é)¡ci-� ��.lldalo
::dé la citidad entera. y finahnente ... fmalmente ana:&ó : ::< ' . • .. - '
. .
-¡Usted desprestigia a Rusia, señora! ¡Para eso está lapo:
·
:� ·tiáa!·
�:\ ;:,
•
i. :
o la prohibiesen jugar? ... Pero De Grillet se limitó a encogerse _ . :¡� �· '·
1
de hombros, riéndose del general, que había perdido definitiVa+ --�
.mente los estribos y no cesaba de ir y venir por el despacho. ··'i:J
_.� •
\:,. .
·
la tarde se supo que se había ido del hotel después de mantener
·-.J�
f con mademoiselle Blanche una conversaCión muy decisiva y . . -�j;
misteriosa. En cuanto a ésta. ya por la mañana había adoptado.�-, ·--:;
!.� ::-.;.
!}:'
f��-:: medidas definitivas: había despedido al ·general y no dejaba ·: �
'· que se presentase ante su vista. Cuando el general siguió tras
e •; ... . ella al casino y la encontró del brazo del príncipe, ni ella ni
:�
;¡..,�.,,
·
·:
} : . 'pagaré, para jugar a la .ruleta. Blanche lo echó indignada y se
��:::;
v-· . encerró en su cuarto. ·:-l
�'?
r+:._,
·
·
·Aquel mismo día, por la mañana temprano, fUi a _ver a mís-
ter Astley, .o, mejor dicho, me _pasé toda la mañana buscándo-
�
·t
·
l>� , lo, pero sin dar con él. No estaba én casa,· ni en el casino, ni ·(
�::' en el parque. Tampoco comió en el hotel. Pasadas las cuatr-o. -�·..
�:� ;;_ · · lo vi casualmente que· iba de la estación del ferrocarril al Hotel : :
·
· -.
·
.
-131 .,
.,
h�d despu�·u &: ·�a� con. �ttt - �Y�f�;,; -
Polina con los niños, en su rostro se reflejaba la más a.paci�Slé'.{:
serenidad, como si todas las tormentas 'familiares hubiesen pa- ' ,,,
saoo· sin afectarla. A mi saludo respondió con una inclinación
de cabeza. Yo llegué a mi cuarto completamente furioso. ;..,
Claro que evitaba hablar con ella. 'Después del incidente· ,
..
138
- _.. .. ___ ,..__ . . -
139
. de hablar y no haáa más que repetir: "¡Tenga compa5ión, ten
ga compasión!" Intuí, finalmente, que lo que esperaba de mí
era algo así como un consejo; o, mejor dicho, abandonado por
todos, acongojado e inquieto, se había acordado de mí y me
había llamado sólo para hablar, hablar y hablar.
Había perdido el juicio; al menos, su desconcierto no po�
día ser mayor. Juntaba las manos y estaba dispuesto a caer de
hinojos ante mí para (¿qué se imaginan?), para pedirme que
fuese inmediatamente en busca de mademoiselle Blanche y le
rogase y aconsejara que volviera a su lado y se casara con él.
-Por favor, general -dije-, pero si mademoiselle Blanche
es posible que no haya reparado en mí hasta ahora ... ¿Qué
puedo hacer?
Pero todo era inútil: no comprendía lo que le decía. Empe
zó a hablar también de la abuela, pero con una terrible inco
herencia; no hacía sino insistir en la idea de llamar a la poli
cía.
-En nuestro país, en nuestro país. .. -empezó de pronto,
indignadísimo-; en una palabra: en nuestro país, en una nación
bien organizada, donde hay autoridades, a- las viejas como
ésta inmediatamente las habrían puesto bajo tutela. Sí, caballe
ro -prosiguió? cayendo de pronto en un tono reprobatorio, po
niéndose de pie de un salto y dando vueltas por la habitación-;
usted no lo sabía, caballero -añadió, dirigiéndose a cierto ima
ginario caballero que se encontraría en un rincón-; para que se
entere . .. sí. . . en nuestro país a las viejas como ésa se las mete
en cintura, en cintura, en cintura, sí ... ¡qué diablos!
Y se dejó caer de nuevo en el diván; pero al cabo de un
minuto, casi sollozando y jadeante, se puso a contarme que
mademoiselle Blanche no se casaba con él porque en vez del
telegrama había llegado la abuela y ahora estaba claro- que éJ.
no iba a beneficiarse con la herencia. Se le figuraba que yo no
sabía· nada de esto. Saqué el tema de De Grillet, pero él hizo
un gesto de desesperación:
140
""�""'"">""
á� _�
A �P--�*."'l'
· ,
L _ tt
· ""� -
. • ,,.-
.,., .,...,.,__,._ ��. .. .,.�.. ,.,::-::: · . .. "_' _-:�-.......- - ·
-.;-_
141
mandado en busca de tu inglés, Astley, y quiero pedirle un
préstamo de tres mil francos por una semana. Háblale para que
no se figure nada malo y no me lo niegue. Yo, hijo mío; aún
soy bastante rica. Poseo tres aldeas y dos casas. Y todavía se
encontrará algún dinero, pues no lo traje todo conmigo. Digo
esto para que no tenga la menor duda ... ¡Pero ahí está él! Se
ve que es una buena persona.
Míster Astley arudió a la primera llamada de la abuela.
Sin pensarlo mucho y sin grandes palabras, inmediatamente le
entregó los tres mil francos a cambio de un pagaré ftrmado por
la abuela. Terminado el asunto, se apresuró a despedirse.
-Ahora vete tú también, Alexei Ivánovich. Queda poco
más de una hora y quiero reposar; me duelen los huesos. Sé
indulgente con esta vieja estúpida. Ahora no acusaré a los jó- ·
142
, dijo al despedirse-. Dile a Praskovia que mantengo lo que ayt!r
le ofrecí; la esperaré.
·
. .
.,
.. '
··.·
:•
. .:._.""]· ·: . ··- ::
CAPÍTULO XIV
. Lancé un grito.
�-·-
r; �
-¿ Qué pasa? ¿Qué pasa? -preguntó ella con un acento
,_
extraño. Estaba pálida y su mirada era sombría.
�:: -¿Cómo qué pasa? ¡Usted aquí, en mi cuarto!
!)
�
��:· -Si voy a un sitio, voy toda entera. Tengo esta costum-
�- bre. Ahora lo verá; encienda una vela.
�: · Yo la encendí. Se levantó, acercóse a la mesa y puso. ante
.. mí _una carta abierta.
=��: :;:
d
_ -_- . ·- .
·-
l d ��: �;;�i
-exclamé, tomando la carta.
Las manos me temblaban y los renglones bailaban ante
; '� mis ojos. He olvidado los términos exactos, pero la reproduz-
co, si no literalmente, al Í:nenos en esencia.
"Mademoiselle -escribía De Grillet-: Circunstancias desfa
vorables me obligan a marchar sin pérdida de momento. Usted
misma, por cierto, habrá advertido que he eludido deliberada
/:_;·: mente una e:x;plicación definitiva hasta tanto se aclaraban todos
�- los hechos. La llegada de la vieja (la vieille dame), su pariente,
·
- ·_:.:-;-��:�·-��:
. y una persona honrada (gentilhomme et honnete ,::
�- homme). Ante la pérdida de casi toda mi fortuna en préstamos
_ _ _ ?:"
�{
ll: �... a, su padrastro, me veo en la necesidad extrema de proceder
_
del único modo posible: he rogado a mis amigos de San Pe-
:-�:�
�14:� 2i'1
.
. .
�;:� :� . • . ' .
.
• • ' • . •.
••...
./'
·)1;����f���,¡,
-· _:wy, de que· su irreflexivo padrastro ha dilapidado lo
> •••.
·.
·qu�J��tf�
�·\;; . pert;enecia a . usted personalmente, he decidido perdonarlecclli :c] !
- "' -��-
· 1;_era que usted se encuentra ahora en condiciones de rec , ó�� l�
.y: .lo que había .
perdido, reclamándolo por vía judicial. Coljfo.: �:(
�...
•
-mademoiselle, en que, considerando
··
el actual estad?. de c�A:ll, � .j .. _
! .:r. ·� esto le será a usted muy ventajoso. Creo también que con'eM�.· �
·acción, cumplo enteramente con mi deber de persona ho!il'f#(J:{l- .:t��
¡_.: y noble. Tenga la seguridad de que su recuerdo quedará p�K-�:./: ·
•; .:"! na-. ·
:;�
dos ¡>Qr un total de cincuenta mil francos está poder del g�"..
.
en
-
_
. ' ...,
.
..
l!l-6
<?�
�.:�:·_
•, .
, ., ."( ...
� "' ;"!i"
tc· ¡· t · .·. -
·
·w- -
.
· •' :: qué la. • · · :.¿Paiá
. ·Nó püedo ii' �':• .:
· --- · ·
·
:�-_�_;�_- �\
�r\ ¡Siusted quiere, lo mataré en du e
·_ . lo! ¿ D ónde está ahora? �
' -En Francfort; permanecerá all í tres d
í'as.
. , • .
. ·.
-�
/. · :-<.' -¡Una palabra· suya y saldré mañana mismo en el primer _· :-»{j
� _>
..;: �:�en! -dije con un e�tusiasmo estúpido.
�-� ' Ella se echo, a retr. :_:��� · - .
: '� ,
t)_ : ·� _ ,_.: <
··. · ·.
�) ·_::.�ancas -repetí yo, rechinando los dientes-, como si fuese posi�_ -- �<:if
·
· :
� ��> vaya con ese inglés? -dijo, poniendo en mí una mirada pe- - ,.., . .
�-:·> tuteaba. .
'•'
:, >¡� �
·
.. .. �
' como extenuada.
. • r 1
.
� .. � •
.
.
,
�� -�� Cre1 que me habta catdo un rayo; ¡ estaba de pte y no daba . -� 1 .
· ·.
�2,;·¿. :.a. mi cuarto del hotel; quiere decirse que se había comprometí- .:�� ·· · · _-
�::. do ante todo el mundo, y yo, ¡yo estaba ante ella y no aca-'
(· baba de comprenderlo! , ·. -'
=-: b.ora nada más y ... ¡volveré! ¡Esto ... esto es necesario!.·· :)�.¡ ·
' ,
• . ••
' '
·
..
cveras.
'd
' ! ¡ Que'date aqw, que ate aqw. . -�
. ¡
· .
·
,;;.; "'·
· ·
·
.- · .
�.;-�:.
•�
·_
1 .-�..
:
·
:
. .
--�·
Sic.� 'v����id�;- nlás dlspaatt a&: 4 i;d�'.th4·� �fut��bl� .
mete eou tal fuerza en, la cabeza. que uno acaba: po� t:qritar, .;
··
. .-. -�
�t . .
·combinación de presentimientos, un inusitado esfucizo �eJa.-
volUlltad, la intoxicación de la fantasía o algo por el estilé>: no
R¿_ -: se;- pero aquella noche ·<que jamás olvidaré en mi vida.)· e � . _·
¡�:
·.·
·
��
- yo pensaba en esto -lo repit<r- no como una eventualidad;�� -
_, ·
.-.:'?·- ,:.-
podía darse entre otras {y qu,e, por consiguiente, podía no ·dar-
·
- ' se), sino como algo que no podía por menos de suce-ded . '
__ - _ E_ran las diez y cuarto. Entré en el casino con una �: �- .
_.
·
".: e
, . peranza y, al mismo tiempo, una emoción como nunca. hiil:iia;
e_
..
1-·� ·.
;
· . Pasadas las diez, quedan los verdaderos jugado - res, los.-te•
calcitr;mtes, para quienes en los balnearios no hay otra <;65-a.
� \�
·� -� : que la ruleta, los que van al balneario pensando en ellá s-OJa�·
�· �:� mente..-<p.te casi no se dan cuenta de lo que ocurre aheded(u�'y:
·�_:. .-� n-o se. interesan por nada a lo largo de la temporada, lirni�oc'·
•
_
K:��:.
·
.. - .·,. . Y cuando el croupier principal, poco antes de las doce, antes' de • '
dar por terminado el juego, anuncia: Les trois dtmiers' .coups; ; �:1
messieurs!,- están dispuestos a apostar en estas .tres últi:rnaS juga- - ,�j
das .cuanto tienen en el bolsillo : en efecto, es entonces C\Íando �.l
9�
:�
\j¿l
:�
.
-. ... ,.
�
iis·pérdida� son mayores. Me dirigí aJa mesa ·ao�d /�Jte·esfña>·
bía estado la abuela. No había muchas apreturas, así que no .
·tardé en ocupar un puesto, de pie, ante la mesa. Ante mi, en el
.•
· ...
mente me hicieron un sitio y de nuevo empecé a ·hacer apuesta$
a la buena de Dios, sin pensar nada. ¡No comprendo qué es lo
que me salvó!
En ocasiones, sin embargo, empezaba a bullirme en la cabe
za un asomo de cálculo. Me atenía a unos números y probabili
dades, pero pronto lo dejaba todo y volvía a poner sin casi
darme cuenta de lo que hacía. Debía de estar muy-distraído;
recuerdo que los croupiers rectificaron algunas veces mis jugadas.
Incurría en burdos errores. Mis sienes estaban bañadas en su
dor y mis manos temblaban. Aparecieron algunos polacos ofre
ciéndome sus servicios, pero no les hice caso. ¡La suerte seguía
siéndome propicia l De pronto se levantó a mi alrededor un
fuerte rumor de voces y risas. "¡Bravo, bravo!", gritaron todos
y algunos hasta aplaudieron. ¡Había ganado aquí otros treinta
mil florines y la banca cerraba también hasta el día siguiente!
-Váyase, váyase -susurró alguien a mi derecha. Era un ju
dío de Frandort; había permanecido todo el tiempo a mi lado
y creo que me había ayudado en las jugadas.
-¡Váyase, por Dios! -susurró otra voz en mi oído iz.
quierdo.
Me volví a mirar. Era una señora muy modesta y decente
mente vestida, de unos treinta años; sus facciones, de una pali
dez enfermiza, denotaban fatiga, pero todavía recordaban su
maravillosa belleza de antes. En aquel momento estaba llenan
do mis bolsillos de billetes, que metía todos arrugados, y reco
gía el óro que quedaba sobre la mesa. Tomando el último car
tucho de cincuenta federicos, sin que nadie se diese cuenta, lo
puse en la mano de la pálida señora; sentí· el deseo terrible de
hacerlo, y, lo recuerdo, sus dedos finos y delgados apretaron
fuerte mi mano en señal de vivísima. gratitud. Fue cosa de un
inStante...
Después de recogerlo todo, pasé rápidamente al trente el
quarante. En el trente et quarante el público es más aristocrático.
No se trata de la ruleta, sino de naipes. La banca re5ponde de
151
�"��.':·:���:�.:uu��Ir����.
ci�
.·?,�:z:��: :· �
..: 7� : <::;;_
..
.· . ·y
.., 7(�
�:f,.)(cp�s�� ·ÍIÚl�r:,uff"�e <�;·:��-� .. .
r <k (;U.·� �il i'lotmes. ·yo desconoda por compkt<> el j�g��Yht > . ·
¡.
e�endoante mí. - �'<-��
. :Y
�; 1/; .}>�
.
··
taban que esto era una lorura, que el rojo había salido ya ca:
. torce veces.
·
.
-Momieur a gagné dija cent mille florim -sonó una voz
_
lo perderá todo... .
No me detuve a esruchar. La avenida estaba tan. oscura,
que era imposible distinguir las propias manos. Hasta el hotel .. ;.. •. ·
había media versta. Nunca había tenido miedo de los ladrones ·�:; · A •
y bandidos, ni siquiera cuando era pequeño; tampoco pensé en: "' :. '.'1 ·
. .
ellos ahora. Por lo demás, n? recuerdo lo que pude pensar por ;;.,_: ·v¡
, .. el camino; dentro de mí no había ideas. Sólo experimentaba un
· :���
__
.·-placer terrible, el placer del éxito, de la victoria, del poderío, ·:· s�� •
��-. ;: nes, que me dominaban sólo hora y media antes, me parecían ·:. : .. :
f:'):'._�: _ahora algo remoto y caduco, de lo que no hablaO:amos m� por- ·-"�j�:�
• que m <Stos mom<ntos todo =p=ha d< nuevo. Ya caS< al¡¡. . . :;�
:. n.a1 de la avenida me asaltó súbitamente un pensamiento: ..¿Y si :. ,�
· _
·
· �sa'}"
�{ .
""· . ·?<·. . ;-c'i�.
.
..
- _ · • �;�bban?'� :Mx- Wt?ae�- .&�Ii��i>i':a
..
·
_ .
-
;, -_ ¡ ed6 i:!:uestro hotel co� sus innumerables luces. Gracias a p�bs; , ���
-� ·_p ense, ¡ya estoy en casat
;
Subí a la carrera a mi piso y abrí rápidamente la pu:er:ta:,-.. ,��-
· · -
,
_ �:
-,. : . . "'( _
�·A.�
;
� �-( ·1·- Polina seguía ·aru,_ se�ltada en mi diván, ante la vela ence.Q.�4.{·.�,:�!_.:�;
itZ�j � -·!' de br�zos. Me mir6 con asombro; claro que·:n éSQ� -
ctttza� �$.1
't·�<,' mstantes yo debía de ofrecer un aspecto bastante extrano. Me ·, ;;¡
·
f:;::} � :_-: detuve ante ella y empecé a echar sobre la mesa todo d dit:te� . �:;
��;.
¡� .
,. :�
. _,
'{?'
' ::® -•·$!;.
...:: . .. ..:. � .•
-t�¡•�._
•... "'
;··.
' '
'
. . .�
'��
. ., '�t.��
• ... �r-L�-�i.
. .�..
.. .
�.....
. -
-
�
� -
- ;
� . �:
:. _:
.�� :�t·
(;-.
CAPI.TULO XV
�
.:·
-_· \''
; {;¡";
.
- --
-
�-
.
�-..
-�·_._:,_:· �..__ - �
�\t- ·� i> �� �
.�""_ _. --�-_:;
�
�
M�--
�:�- · . . Recuerdo que se me quedó mirando a la cara con terrible-
. '.:i
¡· :---.:··fijeza, pero sin moverse del sitio ni cambiar siquiera de actitud. -�/!: :
�¿� _· � ·. -He ganado doscientos mil francos -exclamé, sacando. el:�:·
�
.
últ1mo cartucho. ,
.
t.•'• , · - ;
h>;�'·: . . El enorme montón de billetes y cartuchos de m:o ocupaba � > · :.
�1':��-:- .toda la mesa. Yo rÍo po�a apartar de ésta la mirada; había:.., ��; _.
-, . ··-- ·- · ;,_,'_pezaba ; ordenar est�s fajos de bille�es, colocándolos junt os, :-,·, - . :.. ·
__ . �¡__.:�.:_
;..:_ ; -. ••ya reuma en un monton el oro, ya deJaba todo esto y me �o- ,.
�.��
.. �-�
-
¿.. . . riía a. caminar con paso rápido por la habitación, pensativo, _ __
_�-�--�?!J.
:.-._/' _
: ·.
;
"·• · � hasta que otra vez me acercaba a la mesa y empezaba dé nuevo
-
;'?!
·-�- -
�-. . · ..
�_,:. �. razón, corrí a la puerta y me apresuré a cerrarla con dos vud-:-': "·
�: ·:: 'tas de llave. Luego me detuve, pensativo, �te mi pequeña ma- ::: ..:.
_ _ ;
_
.,. .. ,, Jeta.
-:_r.
�- �1 .. . -¿Y si lo pongo en la maleta hasta mañana? -pregunté¡ �-
: ,.
_
. Ella segwa sm
·
_ ·-:
.
'·
_
.C. - _ _ ·;'f'. :m._ _ il franc��· acaso más. Tómelos, tíreselos mañana a la cara.
� . . . ·:�•-
_
·
No dlJO nada.
·_ · �t>�·
!!�- '· ·-> . . .
.·,
:_:: • ·:··,_ -Si quiere, se los llevaré yo mismo niañana temprano:.·.
:::i�: >l.:9qé le parece? , , l. •· •.
-�
� .-:� •••
·.
. . .. y • �;J1ta*��ciso
.JÍ:!;is
: bUrlona __con que hasta hace poc<> acogn todas· riiiS · apa�.
.. '�:$Íonad�s:, declaraciones. Por últiJn.o dejó de rdr y · � el'., .
.. _.t;.eño;
.- ··.
" :: - ·· '
-Usted paga muy caro -dijo con · una sonrisa iró:tlica...::.. ·
> .....:·��- ausencia había sucedido algo. No parecía ·estar en su san.u jUi-. ···
>':. .
qo. ·�
•.
- -
eres fiel!
t
Y de nuevo ponÍa sus manos en mis hombros, y de nuevo
l
me contemplaba y seguía repitiendo:
-Tú me quieres ... me quieres ..- . ¿Me vas a querer?.
. Yo no apartaba los ojos de ella; nunca la había visto con
1- esos arrebatos de ternura y amor; claio que era un delirio,
'
L
pero ... al advertir mi apasionada mirada, empezaba a sonreír
1
. maliciosamente. Y, sin venir a cuento, se puso a hablar de mís�
1 ter Astley.
-
•
•
1
1· • .
157
-·
.
�· ·' · ::·.· · � . • . • ·\ ¿
. �:��.:¡:;; �.&7��-c"�·�.:-· ·:!-;; v::�-- :�� � . ...��- ·:...
•
.,...� "f:
�}\"
...... .. tt :�. ...�·· · � .., ....�� .,. ......::-.., .._, :-
:... . ..::��-��� :; ,:¡"j"¡�'!-J.:...<�
�. "'#
""'· ·
<
_. .
..,.
... :..r
--;,¿¡._
· .: ;
.-· . •
�
•
;
·:) � .. . r, .. . - ... .. ··l..�
.,...
.
.¡¡¡¡
'
: "'�f·•
:.�lJff- · ; · '"''� : ; . ·. · i•/ ·> '
nuster-.�sdey?: .
�te_ n o se tll,"
·
. ·, .� · •.,. a.pa · del:· &chlange.ilbérg, ¿ver- . .
� ·
'-t.j
dad? -Iá.nz6· tma risotada. -ESCucha: ¿sábes a:d6nde quiere ir
· el verano_ .que viem:e? Quiere ir al polo Norte ·para realizar· .#t-�
� vestigaciones científicas, y me ha invitado a ir con él. ¡Ja,.'Ja;;. _
. J58
··�·-�-
159
ella olvidase por completo lo que hacía al venir a mostrarme la ·
to en su busca!
-Acaba de salir de mi habitación -le dije- sólo hace diez
minutos. ¿Dónde puede estar?
El aya me miró con ojos de reproche.
Mientras tanto se había levantado toda una historia. que
ya circulaba por el hotel. En la conserjería y en el cuarto del
Oberk.etlner se rumoreaba que la Friiulein ( r) había salido a las
seis de la mañana, bajo la lluvia, en dirección al Hotel d'Angle
terre. Por sus palabras y reticencias me di cuenta de que ya sa
bían que había pasado toda la noche en mi cuarto. Por lo de
más, las habladurías afectaban ya a toda la familia del general:
se sabía que éste había perdido el juicio la víspera, sus lamenta
1 ciones se habían oído en todo el hotel. Se contaba que la abue
-¿Para qué?
-Cuando tienen dinero, todos los rusos van a París -expli-
161
162
!. ·
. ,-i
:01 . .. . .
Ocupaba un dej,artamento reducidó de dos habitaciones.
Desde la alcoba llegaban las risas y .los. gritos de mademoiselle
Blanche, que se estaba levantando de la cama.
-Ah, c'est lui! Viens done, bete! Est-ce vrai que tu as gagné
une montagne d'or et t/'argent? J'aimerais mieux l'or.
-Sí -contesté, riendo.
-¿Cuánto?
-Cien mil florines.
·
-Bibi, comme tu es bete! Pero entra, no oigo nada. Nous
ferons bombance, n'est ce pas?
Entré en la alcoba. Estaba cubierta con una colcha de raso,
color rosa, de la que asomaban unos hombros morenos y ad
mirables, unos hombros como sólo puede uno ver en sueños,
ligeramente velados por un camisón de batista y blanquísimos
bordados que le iban maravillosamente bien a su morena piel.
-Mon fils, as-tu du coeur? -exclamó al verme, y rompió a
reír. Su risa era siempre muy alegre y, a veces, hasta sincera.
-Tout autre .•. -empecé yo, parafraseando a Comeille.
-Ya ves, vois-tu -empezó a parlotear-; lo primero de
todo, búscame las medias, ayúdame a vestirme. Y lo segundo,
si tu n'est pas trop béte, je te prends a Paris; ¿Sabes que me voy
ahora?
-¿Ahora?
-Dentro de media hora.
En efecto, el equipaje estaba hecho. Todas sus maletas y·
cosas estaban listas. El café se lo habían servido bastante antes.
-Eh bien! Si quieres, tu verras Paris. Dis done, qu'est-ce que
c'est qu'un outchitel? Tu étais bien bite, quand tu étais ouchiiel!
¿Dónde están mis medias? ¡ Pónmelas!
Sacó un pie realmente encantador, moreno, pequeño, no
desfigurado, como suelen estar todos esos pies que tan agrada
bles nos parecen calzados en las botas. Yo me eché a reír y em
pecé a ponerle la media de seda. Mademoiselle Blanche, senta-
·
16.3
,. · .·
. �.
164
"¡Sea: a París!" -4>ensé para mis adentros-. ¡Se ve que
estaba escrito!" Un cuarto de hora después, en efecto, nos en
contrábamos en un departamento familiar los tres: mademoise
lle Blanche, madame veuve Cominges y yo. Blanche reía, mi
rándome, como una histérica, y la veuve Cominges la imitaba.
No diré que yo me sintiese alegre. Mi vida se había partido en
dos, pero desde la víspera me había acostumbrado a apostarlo
todo a una carta. Acaso era verdad que no había nacido para
tener dinero y que el dinero me daba vértigo. Peut étre, je ne
demandais pas mieux. Me pareció que por algún tiempo, pero
sólo por algún tiempo, cambiaba la decoración. "Dentro de un
mes estaré aquí de nuevo, y entonces.. . ¡entonces nos veremos
otra vez, míster Astley !" No, recuerdo que entonces me sentía
terriblemente triste, aunque riese a carcajadas con aquella es
túpida de Blanche.
-¿Qué te pasa? ¡Qué tonto eres! ¡Pero qué tonto! -excla
maba ella, interrumpiendo su risa y empezando a reñirme en
serio-. Sí, sí, sí; nos gastaremos tus doscientos mil francos,
mais tu seras hereux comme un petit roí; yo misma te haré el nudo
de la corbata; te presentaré a Hortense. Y cuando nos haya
mos gastado todo, vendrás aquí y harás saltar otra vez la ban
ca. ¿Qué te dijeron los judíos? Lo principal es la audacia, y tú
la tienes; volverás a traerme dinero a París. Quant a moi, je
veux cinquante mille francs de rente, et ators ...
-¿Y el general? -le pregunté.
-Ya sabes que el general va todos los días, a esta hora, a
comprar un ramo de flores para mí. Pero esta vez, con toda
intención, le he pedido que buscase las flores más caras. Cuan
do el pobre vuelva, se encontrará con que el pájaro ha volado.
Ya verás como nos sigue. ¡Ja, ja, ja! Me alegraré mucho. En
París puede serme útil. Míster Astley pagará aquí su cuenta...
Así es como fuí entonces a París.
·r. -�::,.,!':' ... ¡
:""?"'.'"!.:·:-
.¡
.. ¡
j
CAPÍTULO XVI
167
ti�esk ,que:; &e puede hacet\ ®·ln'la. wiserii cuan·
.
do se · . .
_
gota en el mar.
Blanche, que lo que menos esperaba de mí eran estos razo
namientos (¡en' vez de gritos y reproches!), se quedaba como
caída del cielo.
169
-�.
.,;-......: .. �
....
170
·.
172
alguien; pero al no ver a nadie, y sin recordar lo que quería
preguntar, caía de nuevo en su ensimismamiento, y así seguía
hasta que se presentaba Blanche, alegre, juguetona y emperi
follada, con su sonora risa, acudía a él y empezaba a hacerle
carantoñas, y hasta le daba un beso, aunque esto último ocurría
en muy raras ocasiones. Una vez el general se alegró tanto al
verla , que se echó a llorar: quedé asombrado.
Blanche, desde el momento mismo en que el general apare
ció entre nosotros, empezó a abogar por él ante mí. Recurri ó
incluso a la elocuencia; recordó que le había hecho traición por
mi culpa, que era casi su prometida, que le había dado su pala
bra; que por ella había abandonado él su familia y que, en fin,
yo había estado a su servicio y debía tenerlo presente; que
cómo no me daba vergüenza ... Yo me limitaba a callar mien
tras ella charlaba por los codos. Finalmente, me eché a reír, y
la cosa terminó en que, si bien en un principio pensaba que yo
era tonto, al fin llegó a creer que era una persona buena y
maleable. En una palabra, al final tuve la suerte de ganarme de
cididamente las simpatías de esta digna señorita. Blanche, por
lo demás, era una muchacha buenísima, aunque sólo a su mane
ra, se comprende; no la había apreciado así al principio.
-Eres inteligente y bueno -me decía al fmal-, y . . . y ...
¡lástima sólo que seas tan tonto! ¡Nunca tendrás nada, lo que
se dice nada! Un vrai Russe, un k_almouk..'
De vez en cuando me mandabá sacar de paseo al general,
exactamente lo mismo que si fuésemos un criado y su galgo.
Por lo demás, yo lo llevaba al teatro, al Bal-Mabille y a los
restaurantes. Blanche me daba dinero para todo esto, aunque el
general tenía el suyo y le agradaba mucho tirar de billetero
ante la gente. En una ocasión casi tuve que recurrir a la fuerza
para evitar que comprase, en el Palais Royal, un broche de se
tecientos francos que le había agradado mucho y estaba empe
ñado en regalar a Blanche. ¿Para qué necesitaba ella un broche
de setecientos francos? El general no tenía más de mil. Nunca
·173
_.. . .
�
.·
175
!. ¡ .
.'!':.
-
-
--
·
_ - :''.:Hort�e;_ d��i! y demás .fuéfqn decl.�nu apartadas.
El novio estaba particularmente interesado por su sitwrci6n� La
. prppia Blanche le hizo el nudo de la corbata, le dio crema, y
176
_:
1 - ·
- - -
.
t , .. _, , ,.., ... ... " '- "---;, - , , , , • ' '-- ' � ' · ' ... . • ., ' "· _., • ... . ' " '11 · � · · · .. "1 ,- .i" � � · · rt � '! , �
' ' �- ' , - 1 jl_.._ 'l. i -.; \ .. .. . _._-.. ,_ � ... .... . ... ... .... ... � .. � . ... ... ... . .. .... .. .. . ..¡_·-·-··-· . . . � � . ,..4
-
- _.. 11 ... ,. ' '""- � �
Y ya con el último apretón de manos; exclamó de pronto:
-:-Attends!
·
< • •
. . � � ...., • > ...-.-•
"� �:·· ,¡.
'��.;-��-
•.• ? ·,_
���,��:�����7������t0f�
- t��r��- _i. '-.:!' -¡ ... �-
CAPÍTULO XVII
1
me impórtan un bledo! ¿Qué soy ahora? Un cero a la izquier
da. ¿Qué puedo ser mañana? ¡Mañana puedo resucitar de- entre
los muertos y empezar a vivir de nuevo! ¡Puedo volver_ a ser
_un hombre, no todo está perdido!
179
'
�· fo�.
' '•
�
• ••. �
>
�
,, ,, • '
· • . ,· 'Ai•·...:;�
.. •
�� ...ton�� H�; • •
né _como verdadero criado: carecía de recursos para tener secre- '·: .�8
tario y me rebajó el sueldo; yo no tenía adónde ir y me quedé, ·5{
convirtiéndome en un simple criado. Pasé hambre, pero ��:�A �
cinco meses pude reunir setenta florines. Una tarde, en_Bad� i���T
/,
le anuncié que deseaba separarme de él; aquel mismo día fui � . ;.:·; ·
la ruleta. ¡Oh, cómo me latía el corazón! ¡No, no era el dinero '
lo que deseaba! Lo único que quería era que al día siguiente ·
180
en la que hay dispersos luises, federicos y táleros, las pilas de
oro, cuando bajo la raqueta del croupier se juntan en montones
ardientes como el fuego, o las largas columnas de plata que se
reúnen en tomo a la rueda! Ya al acercarme a la sala de juego,
con dos habitaciones de por medio, en .cuanto oigo el tintinear
del dinero que se desparrama, parece que me da una convul
sión.
Aquella tarde, cuando llevé mis setenta florines a la sala
de juego, también fue notable. Empecé apostando diez florines,
y también a passe. Tengo el prejuicio del passe. Perdí. Me que
daban sesenta florines en monedas de plata. Lo pensé y me in
cliné por el 7.fro. Empecé a hacer posturas de cinco florines; a
la tercera salió el 1fro, y casi me muero de alegría al recibir los
ciento setenta y cinco florines; cuando gané los cien mil no me
puse tan contento. Seguidamente puse cien al rouge y salió; los
doscientos al rouge, y salió; los cuatrocientos al noir, y salió;
los ochocientos al manque, y salió. Contando lo de antes, tenía
ya mil ochocientos florines, ¡y eso en menos de cinco minuto&!
¡Sí, en esos instantes uno olvida todas las desgracias anterio
res! Porque esto lo había conseguido arriesgando más que la
vida; me había atrevido a arriesgarme y ¡de nuevo era hombre!
Tomé una habitación en el hotel, me encerré en ella y estu
ve hasta las tres contando el dinero. A la mañana siguiente, al
despertarme, ya no era un criado. Decidí trasladarme aquel
mismo día a Homburg: allí no había sido criado ni había esta
do en la cárcel. Media hora antes de la salida del tren me acer
qué a hacer un par de posturas, no más, y perdí mil quinientos
florines. A pesar de todo, me fui a Homburg, y ya hace un mes
que estoy aquí ...
Vivo, claro, en una constante zozobra; juego muy poco
y espero algo, hago cálculos, permanezco días enteros ante la
mesa de juego y observo; el juego no me abandona ni en los sue
ños, pero me parece como si me hubiera insensibilizado, como si
permaneciese hundido en una ciénaga.
181
... .
cuent:·��= ·:tá��t�sit:sce:L�o�at�u�:�e;
..
meses.
'
-¡Bah! ¿Así que sigue la pista de los viejos amigos?�
pliqué--. Le honra el no olvidarlos ... Espere, sin embargb; :se
me ocurre una cosa: ¿no será usted quien me sacó de la cltcel
de Ruletenburg, donde estaba por una deuda de doscie$tos
·
·18'2
r-e·�-�-�� ·�--o--· .
�.
183
/ .
__,,_,_ ·
_,
· .
sueños, sus-� imperiosos deseo� de �ora. �o van: más allá
.j
dd pair- iJ. imptlir:, rouge, nOir, los aii>él ceniiia!es� �- _¡Estoy J
seguro.+
-Basta� rnísttt Astley; por favor se lo pido, no rec11�e ·1
ciertas ·cosas -exclamé· con despecho, casi con cólera;..... No he
. .
'·1
olvidado nada en a:bsol¡.tto. Unicamente me lo he quitado: pot
algún tiempo de la cabeza; no quiero ni �ecordar siquier;Í: haiiita
que nO. arregle radicalmente mi situación. Entonces .. , e:r.ttofr. .
....poJina
. es la mejor criatura y la más digna de respet(),
pero, se lo repito, me hará un gran f;1vor si deja de pregttt�tar·
me acerca de ella. Usted no la conoció nunca, y el nomine¡ 4e
ella en sus labios ofende mis sentimientos.
-¡Hola! Pero no tiene razón; piénselo: ¿de qué otra· Q)sa.
podría hablar con usted? Ahí están todos nuestros recuerdos.
Aunque, no se preocupe, no quiero saber sus asuntos ínti:$os,
secretos. .. Me interesa solamente, por así decirlo, la S¡Í�
ción exterior de Polina, sólo el ambiente que la rodea. Y eso
se puede explic,ar en dos palabras.
..;.Sea; para terminar con todo esto en dos palabras: Poliria
e stUvo largo tiempo enferma. y todavía lo está; pa5ó una tent·
-
184
. ·;. ..
.
· . ,-;-•. . �
185
·- ·
r .f:>_ c'''
. . ·.;•,' "��>--· . , - �:' ._..,,,, : t·;_:>·· ;.:
, _,
::�@�:ut��-,fi�J�
si<!Jliiera lo leerá, seguramente. 1'ambién
m<tdo, desfigurado y perfumado; desde cierto punto de .vista,
yo lo encuentro def()-j;. - -:[\<;�-,�;�
3;: ' ¡:;�:-.�
es hasta ridículo; pero es encantador, míster Astley, y, sobte <�r� !
todo, es un gran poeta, querámoslo o no. La forma nacional . :"-\:,':��
'''f:ili
'
:. :
·. · .. ' ' ... �'
186
·... . �
terquedad y amor propio, porque ese De Grillet se le presentó
en tiempos bajo la aureola de marqués elegante, de hberal de
sencantado que se había arruinado por ayudar a su familia y
a nuestro irresponsable general. Todos esos manejos fueron
descubiertos más tarde. Pero no importa que se descubrieran:
hay que darle al De Grillet de antes, ¡eso es lo que ella nece
sita! Y cuanto más aborrezca al De Grillet de ahora, más año
rará al de antes, aunque el de antes existiera sólo en su imagi
nación. Usted es fabricante de azúcar, ¿verdad, míster Astley?
-Sí, formo parte de la conocida azucarera Lovel and Co.
-Ya lo vé, míster Asdey. Por un lado, un fabricante de
azúcar, y por otro, el Apolo de Belvedere; son cosas que no se
compaginan. Yo ni siquiera soy fabricante de azúcar; soy, sim
plemente, un pequeño jugador de ruleta, y hasta fui criado,
cosa que de seguro sabe ya Polina, porque parece que tiene
un buen servicio de información.
-Está usted irritado y por eso dice estos desatinos -obser
vó míster Astley friamente, después de pensarlo--. Además, sus
palabras carecen de originalidad.
-¡Conforme! Pero ahí está lo horrible, mi noble amigo: ·
i
1
riamente y comunicarle a ella después todo: sus sentimientos,
sus ideas, sus esperanzas y. . . ¡sus recuerdos!
-¿De veras, de veras? -exclamé yo, y las lágrimas brota
l ron a raudales de mís ojos. Creo que era la primera vez en toda
1 mi vida que no pude contenerlas.
1
!
187
� •' :t
�....
.
- ._ , _ . �
_ ·�:_:¡�I��>)_::,�.-:-�:_t{
-$1, desgraciado, ella le amaba a usted, y plíedo re'� ''.';¡ ;¡::�
sao porque usted es un hombre perdido. Más todavía; aunque .. ·.�ifi�
le dijese que le sigue amando,- usted se quedaría aquí. Sí, ustéd ._:;';�; �
ha causado su propia perdición. Usted poseía algunas-cualida- .';;;,;!Jl
des, un carácter vivo, y era inteligente; iricluso hábría podido :;.:.��•. ., ·
ser útil a su patria, que tan necesitada está de gente, pero se ' �:¡J:!
quedará aquí, y su vida se ha acabado. No le culpo. En mi �.t:
opinión, todos los rusos son así o muestran tendencia a serlo. ,: ' •:1c
Si no es la ruleta, es algo semejante. Las excepciones son rarÍ·
simas. No es usted el primero que no comprende lo que el tra-
bajo significa (no me refiero a su pueblo). La ruleta es de prefe�
rencia un juego ruso. Hasta ahora usted fue honrado y prefirió
ser criado antes que robar ... Pero me da miedo pensar lo que·
puede ocurrir en el futuro. ¡Basta, adiós! ¿Anda necesitado de
dinero, verdad? Tome estos diez luises, son míos; no le doy
más porque, de todos modos, los perdería. ¡Tómelos y adiós!
¡Tómelos!
-No, míster Astley, después de todo lo que hemos ha
blado ...
-¡Tó-me-los! -gritó-. Estoy convencido de que todavía es
usted una persona noble, y se los doy como podría dárselos a.
188
Todo son palabras, palabras y palabras, ¡y lo que hace falta
son hechos! ¡Ahora lo principal es Suiza! Mañana mismo ...
¡Si fuera posible ponerme mañana mismo en camino! Regene
rarse, resucitar. Hay que demostrarles ... Que sepa Polina que
todavía puedo ser un hombre. Lo único que hace falta . . Aun
.
'
t
1
l
t