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El desarrollo humano y la elección profesional

Para Maslow, el desarrollo humano se alcanzaba a través de la satisfacción de las


necesidades hasta llegar a la cúspide de la pirámide. A diferencia de los postulados
de Maslow y con una perspectiva política, el filósofo y economista Amartya Sen,
propone las necesidades como falta de libertades argumentado que “...el desarrollo
puede concebirse como un proceso de expansión de las libertades reales de las que
disfrutan los individuos.” Este autor centra su interés en una de la necesidades
axiológicas propuestas por Max Neef “la libertad”, dado que la concepción del
desarrollo propuesta por Amartya Sen, plantea el aumento de la libertad como el
indicador de desarrollo del individuo, desde este enfoque la libertad puede ser
entendida como un fin y como un medio, sin embargo, el autor le da mayor
relevancia a la primera, dado que, en su teoría, la libertad es el fin principal del
desarrollo y como medio puede ser una herramienta de gran utilidad para lograr el
desarrollo, desde esta última se expone la libertad como un instrumento para
alcanzar el desarrollo.

Surge entonces la duda sobre bajo qué perspectiva están los jóvenes realizando su
elección profesional, ¿como un fin o como un medio?
Es decir basados en sus intereses personales y pasiones o en las perspectivas
económicas, prefiriendo optar por profesiones que les ofrezcan salarios
competitivos, oportunidades de empleo y por ende estabilidad financiera a largo
plazo.

La elección profesional juega un papel trascendental en el desarrollo personal del


ser humano, esta brinda oportunidades para el crecimiento, el aprendizaje y la
autorrealización. Es así como al formarse en un oficio, área, ocupación o carrera
que les apasiona y les desafía, los individuos pueden experimentar un sentido de
logro y satisfacción personal que contribuye a su bienestar emocional y
psicológico.La carrera que eligen puede convertirse en una parte integral de su
identidad y de cómo es percibido por los demás. Tintaya (2016) expone que
generalmente la realización vocacional está asociada a dos ideas: uno, a la
satisfacción consigo mismo y, dos, al logro de un objetivo, a la consecución de una
meta. El hecho de sentirse realizado alude a la sensación de felicidad que se siente
por culminar un proceso o cumplir un deseo. En este marco, la autorrealización
alude a la satisfacción consigo mismo.

Es sabido que a menudo los jóvenes cuando les llega el momento de tener que
decidirse entre una profesión u oficio, se ven enfrentados a elegir entre sus interés
personales y el poder tener estabilidad financiera, situación que se ve acentuada en
nuestro países subdesarrollados y en las clases más desfavorecidas.
Actualmente en los establecimientos educativos cuando se ingresa a la media
académica, los docentes y directivos se dan a la tarea de orientar a los estudiantes
y hacer un recorrido por las diferentes opciones profesionales que ofrece el lugar
donde residen y las ciudades más cercanas, existen también aplicaciones que
ayudan a los estudiantes a que identifiquen su vocación de acuerdo a sus gustos e
intereses, porque se tiene la idea de ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta,
pero cuando lo que nos gusta no es compatible económicamente con el estilo de
vida que nos imaginamos o que los padres esperan que sus hijos tenga, se
descartan esas ideas y se buscan opciones más rentables.

En este sentido y retomando el concepto de libertad, podríamos decir que en la


elección profesional de los jóvenes interfieren múltiples factores, los cuales pueden
coaccionar su capacidad para tomar decisiones autónomas y por ende su pleno
desarrollo, lo que puede derivar una serie de consecuencias como la desmotivación,
insatisfacción a largo plazo y afectaciones en la salud mental, tales como estrés,
burnout, ansiedad, depresión, afectando su salud y bienestar en general.

Frente a esto, Max Neef señala que: “Suponer una relación directa entre
necesidades y bienes económicos permite la construcción de una disciplina objetiva,
tal como la economía tradicional supone serlo” Si bien todos las personas debemos
realizar alguna actividad económica (profesión u oficio) para satisfacer la necesidad
de subsistencia y obtener lo indispensable para vivir, la elección de dicha actividad
no debería estar condicionada por la rentabilidad que esta represente, pues limita el
desarrollo de habilidades, aptitudes y destrezas propias de la motivación, curiosidad
e interés que se genera por lo realmente nos apasiona.

En concordancia con lo expuesto por Horacio Ademar Ferreyra en el artículo


denominado “La educación: Clave para el desarrollo humano Una perspectiva desde
la educación auténtica” se considera la educación como el principal pilar para lograr
el desarrollo desde una mirada amplia del concepto, trascendiendo lo económico e
involucrando aspectos como la cultura, lo social, lo medioambiental entre otras
esferas del ser humano; este autor plantea la educación como elemento primordial
para el desarrollo humano y se basa en el conocimiento como bien público, en su
propuesta de educación auténtica “ no entiende lo pedagógico como una cuestión
meramente técnica e instrumental, centrada en el aprendizaje individual; por el
contrario, rescata la importancia de los procesos de aprendizaje y de enseñanza
como instancias de producción dialógica colectiva y de negociación cultural.”

Visualizamos la educación como la plataforma donde se potencializan los talentos,


habilidades y destrezas de los sujetos quienes son los que lideran sus proyectos de
vida, preparar a un estudiante meramente para enfrentar la vida laboral es privar al
mundo de nuevos talentos, nuevos descubrimientos, grandes investigaciones, es
cerrarle la puerta a la innovación, a la riqueza la cultura de los territorios, entre
muchas más opciones que tenemos para elegir si pensamos en ganarnos la vida
haciendo lo que nos gusta y nos motiva.

Pensar en la educación netamente enmarcada en la lógica capitalista sería ver al


sujeto como instrumento para crecimiento económico de un país, pero la educación
más que formar seres humanos para ejercer un cargo o potenciar la producción de
un estado y mejorar su posición en el mercado, es una apuesta por la superación
personal, el conocimiento libera, amplia posibilidades y la perspectiva del ser
humano, promueve la autorreflexión propiciando que el sujeto lidere sus propios
procesos y sean agentes activos del cambio para el verdadero desarrollo de un
país.

En conclusión,elegir una carrera basada únicamente en su rentabilidad económica


puede conducir a una serie de desafíos y resultados negativos en términos de
satisfacción laboral, bienestar emocional y desarrollo profesional a largo plazo. Es
importante encontrar un equilibrio entre los aspectos económicos y personales al
tomar decisiones sobre la carrera profesional.

El verdadero desarrollo empieza por empoderar al sujeto a través de la educación


para que sea parte activa en la búsqueda del mejoramiento de su calidad de vida,
en un acto de corresponsabilidad con el Estado, quien es el encargado de verla los
derechos de los ciudadanos, además siendo estratégicos, con el desarrollo de
capital humano y el desarrollo del capital social a través de la inversión en la
educación se ven reflejados en el desarrollo económico social, de allí la importancia
de entender lo social como una inversión y no como un gasto.
Referencias

Max-Neef, M., Elizalde, A.,Hopenhain, M. (1996). Desarrollo a Escala Humana Una


Opción para el Futuro. Editorial Centro Dag Hammarskjold. Medellín Colombia.

Sen, Amartya. Desarrollo y Libertad. Editorial Planeta, Buenos Aires. 2000

Rojas, V. (2 de octubre de 2011).Teoría de las Necesidades de Maslow.Teorías y


paradigmas educativos . Disponible en:
http://paradigmaseducativosuft.blogspot.com

TINTAYA CONDORI, Porfidio. Orientación profesional y satisfacción vocacional.


Revista de Psicología [online]. 2016, n.15, pp.45-58. ISSN 2223-3032.

Ademar Ferreyra, Horacio. (2013). La educación: clave para el desarrollo humano


Una perspectiva desde la educación auténtica Análisis. Revista Colombiana de
Humanidades, núm. 82, pp. 57-85 Universidad Santo Tomás Bogotá, Colombia.

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