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Siete años, y siete más

Marina Colasanti
Érase una vez un rey que tenía una hija. No tenía dos, tenía una, y como sólo tenía esa, la quería
más que a cualquier otra.
La princesa también quería mucho al padre, más que a cualquier otro, hasta el día que llegó el
príncipe. Entonces ella quiso al príncipe más que a cualquier otro.
El padre, que no tenía otra a quien querer, pensó que el príncipe no servía. Ordenó investigar y
descubrió que el joven no había acabado los estudios, no tenía posición y su reino era pobre. Era
bueno, dijeron, pero, en fin, no era ningún marido ideal para una hija a quien el padre quería más
que a cualquier otra.
Llamó entonces el rey al hada, madrina de la princesa. Pensaron, pensaron, y llegaron a la
conclusión de que lo mejor era hacer dormir a la muchacha. ¡Quién sabe! Quizás en el sueño
soñaba con otro y se olvidaba del joven.
Dicho y hecho, dieron una bebida mágica a la muchacha, que se durmió enseguida sin decir ni
buenas noches.
Acostaron a la muchacha sobre una cama enorme, en un cuarto enorme, dentro de otro cuarto
enorme, a donde se llegaba por un corredor enorme. Siete puertas enormes escondían la pequeña
entrada del enorme corredor. Cavaron siete fosos alrededor del castillo. Plantaron siete
enredaderas en las siete esquinas del castillo. Y pusieron siete guardias.
El príncipe, al saber que su hermosa dama dormía por obra de la magia, y que así pensaban
apartarla de él, no tuvo dudas. Mandó construir un castillo con siete fosos y siete plantas. Se acostó
sobre una cama enorme, en un cuarto enorme, a donde se llegaba por un corredor enorme
custodiado por siete enormes puertas, y comenzó a dormir.
Siete años pasaron, y siete más. Las plantas crecieron alrededor. Los guardias desaparecieron bajo
las plantas. Las arañas tejieron cortinas de plata alrededor de las camas, en las salas enormes, en
los enormes corredores. Y los príncipes durmieron en sus capullos.
Pero la princesa no soñó con ninguno que no fuera su príncipe. Por la mañana, soñaba que lo veía
debajo de su ventana tocando el laúd. Por la tarde, soñaba que se sentaban en la terraza, y que él
jugaba con el halcón y con los perros, mientras ella bordaba en el bastidor. Y por la noche, soñaba
que la luna estaba alta y que las arañas tejían sobre su sueño.
Y el príncipe no soñó con ninguna que no fuera su princesa. Por la mañana, soñaba que veía sus
cabellos en la ventana, y que tocaba el laúd para ella. Por la tarde, soñaba que se sentaban en la
terraza, y que ella bordaba, mientras él jugaba con los perros y con el halcón. Y por la noche,
soñaba que la luna estaba alta y que las arañas tejían.
Hasta el día en que ambos soñaron que había llegado la hora de casarse, y soñaron un casamiento
con fiesta y música y bailes. Y soñaron que tuvieron muchos hijos y que fueron muy felices por el
resto de sus vidas.
Marina Colasanti nació en Asmara, Etiopía, en 1937. Pasó gran parte de su
infancia en Italia y, en 1948, se trasladó con su familia a Brasil, donde ha vivido
desde entonces. Escritora, periodista y pintora. Para los niños y jóvenes, ha
escrito obras como Una idea toda azul (de donde proviene el cuento que
reproducimos), En el laberinto del viento, Ana Z., ¿adónde vas?, La mano en la
masa, Entre la espada y la rosa y Lejos como mi querer.
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Traducción de Antonio Orlando Rodríguez y Sergio Andricaín (del original “Sete
anos e mais sete”, en Uma idéia toda azul, de Marina Colasanti. Rio de Janeiro:
Editorial Nordica Ltda., 1979).

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