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¿Qué es la lactancia materna?

La lactancia materna es el proceso por el que la madre alimenta a su


hijo recién nacido a través de sus senos, que segregan leche
inmediatamente después del parto, que debería ser el principal
alimento del bebé al menos hasta los dos años.

Composición
La leche materna incluye todos los nutrientes que un recién nacido
requiere hasta los seis meses de edad, por lo que será su único
alimento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recoge en su
libro La alimentación del lactante y del niño pequeño los componentes
principales de la leche materna, que son:
 Grasas: En cada 100 mililitros de leche hay 3,5 gramos de grasa,
aunque la cantidad que recibe el lactante varía a lo largo de la
toma. La grasa se concentra especialmente al final de la toma, por
lo que la leche presenta una textura más cremosa que al inicio.
Las grasas de la leche materna son importantes para el desarrollo
neurológico del niño.

 Carbohidratos: El principal es la lactosa, cuya presencia es más


alta que en otro tipo de leches y sirve como fuente de energía.
Otros hidratos de carbono presentes en la leche materna son los
oligosacáridos, importantes para combatir infecciones.

 Proteínas: La leche materna contiene una menor concentración de


proteínas que la leche normal, lo cual la hace más adecuada para
los lactantes. Algunas de estas proteínas son la caseína o la alfa-
lactoalbúmina. La beta-lactoglobulina, una proteína presente en la
leche de vaca y que puede provocar intolerancia a la lactosa, no
está presente en la leche materna.

 Vitaminas y minerales: La leche materna ofrece la cantidad


adecuada de la mayoría de las vitaminas, a excepción de
la vitamina D. Para corregir esa carencia, se debe exponer al bebé
a la luz del sol para que la genere de manera endógena, o si no,
mediante suplementos vitamínicos.
 Factores anti-infecciosos: Entre ellos se encuentran las
inmunoglobulinas, los glóbulos blancos, las proteínas del suero o
los oligosacáridos.

 Factores bioactivos: Algunos de ellos son la lipasa, que ayuda a la


digestión de la grasa en el intestino delgado; o el factor
epidérmico de crecimiento, que estimula la maduración de las
células de la mucosa del intestino para mejorar la absorción y
digestión de los nutrientes.

Periodos de lactancia
La Guía Práctica para Padres de la Asociación Española de Pediatría
(AEPED) establece dos periodos de lactancia teniendo en cuenta la
edad del bebé. Como también recomienda la OMS, la lactancia materna
puede extenderse hasta que el niño cumpla los dos años o incluso
durante más tiempo si así lo desea la madre.
De cero a seis meses:
Durante este periodo la leche materna debe ser el único alimento del
bebé, excepto si necesita algún tipo de suplemento vitamínico. No es
necesario que el bebé tome agua u otro tipo de líquidos: según la
OMS la propia leche materna contiene un 88 por ciento de agua, por lo
que es suficiente para saciar al lactante. La leche materna tendrá
variaciones durante este periodo en cuanto a su composición y
cantidad, adaptándose a las necesidades del recién nacido.
Se llama calostro a la leche materna que se producen durante los dos o
tres primeros días tras el parto. Esta leche contiene una mayor cantidad
de proteínas y minerales. En adelante, la leche va reduciendo su
porcentaje de proteínas y aumenta el contenido en grasas y lactosa.
En este periodo no hay que establecer un horario para amamantar, sino
que el bebé tiene que ser alimentado cuando lo necesite. Generalmente
se dan entre 10 y 12 tomas diarias que duran entre 10 y 20 minutos.
Desde los seis meses en adelante:
A partir de los seis meses, el niño comenzará a necesitar más
alimento que el proporcionado por la leche materna. Esta sigue siendo
igual de necesaria, y el aporte mínimo diario no debe bajar de los 500
mililitros. Las tomas suelen ser de cuatro o cinco por día hasta el
primer año, y a partir de entonces se irán reduciendo de forma
progresiva. Tanto la AEPED como la OMS recomiendan que la lactancia
materna se mantenga un mínimo de dos años.
Una vez pasados estos años de recomendación, la madre puede seguir
amamantando a su hijo todo el tiempo que desee. En el momento en
que se decida llevar a cabo el destete, no se debe hacer de inmediato,
sino que se tiene que reducir paulatinamente la frecuencia.
Bebés prematuros:
El pediatra determinará si un bebé prematuro puede ser amamantado o
no, dependiendo del desarrollo que haya alcanzado. Mientras que
algunos lo pueden hacer desde el momento de su nacimiento, para
otros habrá que extraer la leche materna de las mamas y suministrarla
a través de jeringuillas, sondas o biberones.
Las tomas de los bebés prematuros suelen ser más frecuentes de lo
normal, y además no suelen succionar toda la leche que necesitan, por
lo que es frecuente administrar posteriormente leche previamente
extraída.
En algunas ocasiones, la madre puede dejar de producir la cantidad de
leche necesaria para su hijo. En estos casos se recurre al método
canguro, que consiste en el contacto directo entre la piel del neonato y
la madre, lo que estimula la producción de leche.

Conservación de la leche
La leche de la madre puede extraerse de las mamas y conservarse, de
forma que el bebé pueda alimentarse si la madre no puede estar
presente en el momento en que lo pida. Además, cuando se produce
más leche de la que el bebé necesita, es recomendable extraerla para
evitar problemas como la ingurgitación o la mastitis.
Según el Comité de Lactancia de la AEPED, el calostro puede
conservarse a temperatura ambiente durante 12 horas. La leche madura
se mantiene en buen estado más tiempo, y dependiendo de la
temperatura durará más o menos:
 Más de 30º: cuatro horas.

 Entre 25 y 30º: de cuatro a seis horas.


 Entre 19 y 22º: 10 horas.

 A 15º: un día.

 Refrigerada, entre 0 y 4º: ocho días.

 Congelada: si es un congelador dentro de la nevera, dos semanas.


Si es un congelador de nevera pero separado, tres o cuatro meses.
En congeladores comerciales, se puede conservar hasta seis
meses.
Se recomienda conservar la leche en recipientes de cristal bien limpios
(no es necesario esterilizarlos) y no de plástico, ya que el plástico
puede trasmitir sustancias con efectos adversos como los ftalatos o el
bisfenol A.
En el caso de que se congele la leche, es recomendable llevar a cabo
su descongelación sumergiendo el recipiente en otro con agua caliente.
Una vez descongelada, no se debe volver a congelar.
La leche puede adquirir un olor rancio en algunas ocasiones, algo que
se puede evitar escaldando la leche y enfriándola rápidamente
después. No obstante, la leche rancia no es perjudicial para el bebé,
aunque generalmente suelen rechazarla por su olor o sabor.

Salud de la madre

Alimentación:
Según la AEPED, la dieta de la madre no tiene por qué verse
alterada durante la lactancia si ya seguía una dieta equilibrada en
cuanto a variedad y cantidad de alimentos, ya que el aporte de la
energía para su hijo será suficiente. Aun así, la OMS recomienda que la
mujer incremente en un 10 por ciento su ingesta de alimentos si no es
físicamente activa, o en un 20 por ciento si realiza ejercicio de forma
moderada o intensa habitualmente.
En ocasiones se recomienda aumentar la frecuencia de alimentos con
ciertos componentes como el yodo, la vitamina B12 o la vitamina D, que
pueden suplir carencias del bebé que puedan afectar a su desarrollo.
Ejercicio físico:
Las mujeres que realizan ejercicio de forma activa no tienen por qué
modificar sus rutinas de ejercicio, pero en ningún caso se debe
comenzar a realizar ejercicio de manera intensa si antes o durante el
embarazo no se realizaba: el volumen de leche puede disminuir,
además de aumentar el ácido láctico, lo que proporcionará a la leche un
sabor amargo que el bebé podría rechazar.
A la hora de realizar deporte, se deben evitar aquellos que pudieran
causar lesiones en las mamas, y para el resto se recomienda usar
sujetadores deportivos, preferiblemente de algodón. Tampoco se
recomienda la natación en las cinco o seis semanas posteriores al
parto, pues existe riesgo de contraer una endometritis.
Consumo de tabaco, alcohol y cafeína:

 Tabaco: La nicotina del tabaco se transmite a través de la leche


materna, y aunque no alcanza a intoxicar al bebé, sí puede
producirle problemas para dormir. Sin embargo, pese a esa
trasmisión, es recomendable continuar amamantando al bebé que
no hacerlo, ya que es más saludable. El humo del tabaco es más
grave aún, y puede provocar infecciones
respiratorias, asma u otitis, por lo que se recomienda no fumar en
presencia del bebé o en los espacios que frecuente.

 Alcohol: Se trasmite muy rápidamente hasta las glándulas


mamarias, aunque no se almacena en ellas. El alcohol puede
proporcionar un olor muy fuerte a la leche, que es posible que
provoque rechazo al bebé. Es por ello que no se recomienda tomar
alcohol durante los tres primeros meses de lactancia, y una vez
pasado dicho periodo, tomarlo lo más lejos posible del momento
de amamantar. Se debe tomar con poca frecuencia, como un vaso
pequeño de vino o una caña de cerveza una o dos veces a la
semana. Se deben evitar completamente los alcoholes de
graduación alta.

 Cafeína: También se trasmite a las glándulas mamarias y puede


producir irritabilidad y trastornos del sueño en el bebé.

Medicamentos:
El Comité de Lactancia Materna de la AEPED realizó en el año 2008 un
informe titulado Lactancia y Medicamentos: Una compatibilidad casi
siempre posible en el que establece que la mayoría de los
medicamentos prescritos a mujeres lactantes no tienen ninguna
interferencia con el amamantamiento.

Beneficios de la lactancia materna


Tanto la AEPED como la OMS abogan por la lactancia materna en lugar
de la artificial, con base en diferentes estudios científicos que
demuestran las ventajas que tiene la leche materna en la salud del
bebé. Los nutrientes aportados por la leche materna son mejor
absorbidos por los niños, aportan mejor las propiedades contra
infecciones, o incluso, proporcionan efectos analgésicos.
La supervivencia del bebé también parece estar muy relacionada con el
tipo de leche que los bebés toman durante sus primeros meses: según
la OMS, los bebés que no reciben leche materna durante sus primeros
meses de vida tienen entre seis y 10 veces más probabilidades de morir
que los que sí la toman. Los niños alimentados de manera única por
lactancia artificial también presentan mayor riesgo de contraer
enfermedades o trastornos como la diabetes, la celiaquía, la colitis
ulcerosa o la enfermedad de Crohn.
La madre también se beneficia de amamantar a su bebé en lugar de
alimentarle con leche artificial: ofrecer leche materna reduce las
posibilidades de una hemorragia postparto o de cáncer de mama o
de ovario.

Problemas para amamantar

Problemas en las mamas:


Es posible que el bebé rechace la leche por problemas en las mamas.
Estos son los más comunes:
 Pezón plano o invertido: No impide al bebe succionar la leche,
pero lo dificulta. Se puede usar una pezonera o un sacaleches para
conseguir la leche.

 Dolor o grietas en la mama: Surgen a causa de una mala postura al


amamantar o porque el bebé presente problemas para succionar,
como un frenillo lingual corto. Para aliviar el dolor, se recomienda
aplicar la propia leche sobre la grieta, o tratar de amamantar con el
pecho no dolorido primero.

 Ingurgitación: Es el dolor que se produce en las mamas por


acumulación de leche. Para aliviar el dolor se debe extraer la leche,
para lo que se puede recurrir a un sacaleches si el bebé no quiere
tomarla. Para facilitar este proceso se puede aplicar calor sobre
los senos, ya que se produce una vasodilatación que permite que
la leche fluya mejor.

 Mastitis: Cuando se retiene leche durante mucho tiempo, los


lóbulos de la mama pueden llegar a inflamarse, provocando lo que
se conoce como una mastitis. Puede presentar síntomas
parecidos a los de una gripe: fiebre, escalofríos, malestar
general, cefaleas, etcétera. Es una infección que no puede
trasmitirse al bebé, y la forma de tratarla es extrayendo la leche (de
forma similar a la ingurgitación) y reposar. Se pueden tomar
analgésicos como el ibuprofeno o el paracetamol para aliviar los
síntomas. Continuar amamantando también puede ayudar a
revertir los síntomas.

Rechazo del bebé:


En ocasiones, el bebé se mostrará reacio a mamar de uno o de ambos
senos. La mayoría de las veces esto se puede solucionar encontrando
la causa que provoca el rechazo:
 La postura de amamantamiento no es la correcta.

 El pezón es plano o demasiado grande.

 El bebé tiene una pequeña lesión (oído, clavícula, hematoma,


etcétera).

 Mastitis.

 Una experiencia previa le produce rechazo al seno, como un


sondaje.

 Cambios en la rutina: la madre comienza a trabajar, visitas,


mudanzas, etcétera.
 La madre está embarazada o menstruando, lo que puede provocar
cambios en la leche.

 Cambios en el olor de la madre, por jabones o perfumes.

 Ruidos fuertes durante el amamantamiento.


Generalmente, cambiando la posición para amamantar o al reforzar el
contacto con la piel, el bebé volverá a succionar sin problemas; en
cualquier caso, se puede consultar al pediatra para conseguir que el
bebé vuelva a amamantar y evitar una ingurgitación.
Crisis de los tres meses:
Es posible que el bebé se muestre más inquieto en ciertos días cuando
transcurren cerca de tres meses de su nacimiento. Esta inquietud se
traduce en una mayor insistencia para mamar con repentinos agarres al
seno, lloros o problemas a la hora de dormir.
Esto se debe a que el bebé está creciendo y, por lo tanto, su apetito
crece al necesitar más alimento. En estos días, el número de tomas se
verá aumentado, pero de forma natural las mamas producirán la leche
necesaria para que el niño quede satisfecho. En ningún caso se debe
recurrir a alimentar al bebé con leche artificial, ya que se puede
producir una ingurgitación debido al acumulamiento de leche.
Mordidas:
La curiosidad del bebé con sus dientes recién desarrollados puede
hacer que en ocasiones se produzcan pequeños mordiscos en el seno,
que pueden causar dolor. Para evitarlo, se debe hacer entender al bebé
que no puede hacerlo.
Para ello, se puede retirar al bebé del pecho en el momento de la
mordida mientras se le dice “no” con semblante serio. Poco después,
se puede seguir amamantando. Es posible que sea necesario repetir el
proceso varias veces para que el niño entienda el mensaje.
La leche materna es el mejor alimento para el lactante durante los primeros meses de vida.
Cubre las necesidades nutricionales para su adecuado crecimiento y desarrollo físico y desde el
punto de vista emocional le asegura el establecimiento de un buen vínculo madre-hijo y una
adecuada relación de apego seguro con su madre, ambos esenciales para un correcto desarrollo
como persona independiente y segura. Por todo ello la lactancia materna es considerada el
método de referencia para la alimentación y crianza del lactante y el niño pequeño.

La superioridad de la leche materna sobre cualquier otro alimento (leche de fórmula artificial)
para la nutrición y desarrollo del bebé durante los primeros meses de vida ha quedado bien
demostrada en numerosos estudios científicos, que señalan un mayor riesgo de numerosos
problemas de salud en los niños no alimentados con leche materna, entre los que cabe resaltar
un mayor riesgo de muerte súbita del lactante y de muerte durante el primer año de vida, así
como de padecer infecciones gastrointestinales, respiratorias y urinarias y de que estas sean
más graves y ocasionen ingresos hospitalarios. A largo plazo los niños no amamantados
padecen con más frecuencia dermatitis atópica, alergia, asma, enfermedad celíaca, enfermedad
inflamatoria intestinal, obesidad, Diabetes Mellitus, esclerosis múltiple y cáncer. Las niñas no
amamantadas tienen mayor riesgo de cáncer de mama en la edad adulta. Los lactantes no
alimentados al pecho presentan peores resultados en los test de inteligencia y tienen un riesgo
más elevado de padecer hiperactividad, ansiedad y depresión, así como de sufrir maltrato
infantil. Por otro lado, en las madres aumenta el riesgo de padecer hemorragia postparto,
fractura de columna y de cadera en la edad postmenopáusica, cáncer de ovario, cáncer de útero,
artritis reumatoide, enfermedad cardiovascular, hipertensión, ansiedad y depresión.

La madre que amamanta protege el medio ambiente al disminuir el consumo de electricidad y


agua así como la generación de diversos contaminantes ambientales que se producen durante la
fabricación, el transporte y la distribución de los sucedáneos de la leche materna y de los
utensilios utilizados para su administración.

La superioridad de la leche materna


La superioridad de la leche materna viene determinada especialmente por su composición, que
se adapta a las necesidades del lactante y varía a lo largo de la lactancia, a lo largo del día, e
incluso a lo largo de cada toma.

El calostro es la primera leche, es más amarillenta contiene gran cantidad de proteínas e


inmunoglobulinas (sustancias antiinfecciosas) y aporta gran cantidad de calorías en pequeño
volumen. Es el alimento ideal para los primeros días, ya que el tamaño del estómago del bebé
es pequeño y necesita realizar tomas frecuentes de poca cantidad.

La composición de la leche también cambia durante la toma. En la primera parte de la toma, la


leche contiene más agua y azúcar, así satisface la sed del bebé. Después, aumenta
gradualmente, su contenido en grasa, aportando más calorías que sacian a la criatura. Por esto
es importante y recomendado que el bebé termine de mamar de un pecho antes de ofrecerle el
otro (cuando suelte el primero de forma espontánea), y si tiene hambre lo aceptará. Para evitar
ingurgitación o retenciones, es aconsejable comenzar cada toma por el pecho del que no mamó
o del que mamó menos en la toma anterior.
Parte de los efectos beneficiosos que la lactancia materna ejerce sobre el desarrollo psicomotor
del bebé no están relacionados directamente con la composición de la leche sino con el acto de
amamantar que conlleva una proximidad y contacto estrecho y frecuente madre-hijo: el
intercambio de miradas, el bebé se siente abrazado, la succión directa del pecho materno que
provoca en la madre la síntesis de hormonas como la oxitocina y la prolactina, todo lo cual
establece un vínculo especial que se traduce en niños más equilibrados psicológicamente y con
menos problemas de conducta, hiperactividad, depresión y ansiedad, incluso en la adolescencia.

Por todas estas razones y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la
Academia Americana de Pediatría (AAP), el Comité de Lactancia de la Asociación
Española de Pediatría recomienda la alimentación exclusiva al pecho durante los
primeros 6 meses de vida del niño y continuar con el amamantamiento junto con otros
alimentos que complementen la alimentación hasta los 2 años o más, mientras madre e
hijo lo deseen.

El inicio de la lactancia
El mejor comienzo:
Si la madre y el bebé están sanos, independientemente del tipo de parto que hayan tenido, es
importante que el recién nacido sea colocado encima de su madre, en estrecho contacto piel con
piel y permitirles a ambos mantener dicho contacto, sin interrupciones ni interferencias, al
menos hasta que el bebé haya hecho la primera toma de pecho, e idealmente durante todo el
tiempo que madre a hijo deseen.

El recién nacido tienen unas capacidades innatas que, si le dejamos, pone en marcha al
nacimiento. Puesto boca abajo sobre el abdomen de su madre, gracias a sus sentidos (sobre todo
el tacto y el olfato) y a sus reflejos, es capaz de llegar por sí sólo al pecho materno. Irá reptando
hasta él, lo olerá, lo tocará con las manos y posteriormente con la boca y finalmente, será capaz
de agarrarse al pecho espontáneamente, con la boca totalmente abierta, abarcando el pezón y
gran parte de la areola.

El contacto piel con piel no sólo es importante para una buena instauración de la lactancia sino
que ayuda al recién nacido a adaptarse mejor a la vida extrauterina y a establecer un vínculo
afectivo con su madre. Por todo ello, el contacto precoz se debe fomentar en todos los recién
nacidos independientemente del tipo de alimentación que vayan a recibir posteriormente.

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