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LA EXPRESIÓN DEL MOVIMIENTO


EN LA ADQUISICIÓN DEL
ESPAÑOL LE/L2*
Alberto Hijazo-Gascón, Teresa Cadierno y
Iraide Ibarretxe-Antuñano

1. Introducción
El movimiento, es decir, la expresión de cómo nos movemos (bien nosotros mis-
mos, bien las entidades a nuestro alrededor), es uno de los dominios semánticos
básicos en la comunicación humana. La diferenciación de las categorías semánticas
que lo componen en distintas lenguas es fundamental en el estudio de la adqui-
sición de una primera o una segunda lengua. Desde la lingüística cognitiva se ha
intentado explicar esta expresión del movimiento a partir de la tipología semántica
propuesta por Talmy (1985, 1991, 2000), que clasifica las lenguas dependiendo de
la codificación de elementos semánticos del movimiento. Esta codificación influye
en el estilo retórico y la atención que prestan los hablantes a distintos aspectos de
la experiencia durante el acto de habla según la hipótesis del “pensar para hablar”
(thinking for speaking en inglés) de Slobin (1991, 1996, 2000, 2004). En este capítulo
se presentan en detalle estos dos modelos teóricos. Después se revisan algunos de
los estudios empíricos llevados a cabo desde estos dos enfoques en el campo de la
adquisición de segundas lenguas y del español como L2. En la última sección se
presentan posibles líneas de investigación futuras y de aplicaciones pedagógicas.

2. Los eventos de movimiento

2.1. La tipología de Talmy


Un evento de movimiento se define como una situación en la que se produce un
movimiento o se mantiene una locación estativa (Talmy 1985, 60). Según Talmy,
el evento básico de movimiento consiste en un objeto (que él llama Figura) que
se mueve o está localizado en relación a otro objeto (la Base). Para poder descri-
bir semánticamente qué es un evento de movimiento, Talmy (1985, 1991, 2000)
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propone seis componentes semánticos. De ellos, cuatro son básicos: la Base, la


Fi­gura, el Movimiento y el Camino (que Talmy considera como el más central),
y dos, secundarios: la Manera y la Causa. El ejemplo (1) ilustra estos componentes:

(1) a. Pedro salió de la casa corriendo


Figura Movimiento Base Manera
Camino
b. El papel se cayó al suelo por el viento
Figura Movimiento Base Causa
Camino

En (1a) la Figura que se mueve es Pedro y lo hace en relación a una Base que es
la casa. El verbo salir codifica en este caso el Movimiento en sí mismo y el Camino,
es decir, la dirección del movimiento (de fuera adentro). Finalmente, el gerundio
corriendo nos indica la Manera del movimiento, es decir, la forma (o patrón motriz)
en la que se pone el cuerpo para llevar a cabo el movimiento, así como la velocidad.
En (1b) la información opcional hace referencia a la Causa por la que se mueve la
Figura (el papel), es decir, por el viento.
Según dónde se codifique el componente semántico del Camino, dentro o
fuera del verbo principal del evento de movimiento, Talmy clasifica las lenguas
en dos grandes grupos o patrones de lexicalización: las lenguas de marco satélite
y las lenguas de marco verbal. Podemos ver esta diferencia en el ejemplo anterior
—repetido ahora como (3)— con su equivalente en inglés —ejemplo (2)— :

(2) Peter ran out of the house


Figura Movimiento Camino Base
Manera
(3) Pedro salió de la casa (corriendo)
Figura Movimiento Base Manera
Camino

Así pues, las lenguas de marco satélite como el inglés en (2) tienden a codifi-
car el Camino fuera del verbo principal de la oración, en lo que Talmy denomina
“satélite” (son elementos que no pueden constituir por sí solos un sintagma, como
las partículas en inglés, por ejemplo, out “fuera”). Por otra parte, las lenguas de marco
verbal, como el español en (3), por lo general codifican el Camino dentro del verbo
principal y la Manera, si es que es necesaria para describir la situación discursiva, se
añade en una expresión distinta al verbo: un adverbio (rápidamente) o un gerundio
(flotando). Aquí es importante incidir en un punto teórico y metodológico muy
importante en la lingüística cognitiva: el lenguaje basado en el uso (véase el capítulo
1 de Ibarretxe-Antuñano y Cadierno en este volumen). Al mencionar estas tenden-
cias a la hora de codificar un evento de movimiento en cada uno de estos grupos,
siempre se está haciendo referencia al patrón de lexicalización más característico de
cada lengua. Es decir, al tipo de estructura que los hablantes nativos adquieren antes
y utilizan con más frecuencia en situaciones comunicativas normales. El hecho
324 Alberto Hijazo-Gascón et al.

de que hablemos de un patrón de lexicalización más característico, por tanto, no


significa que estas lenguas no tengan otras formas de codificar el movimiento. En
español, por ejemplo, podemos perfectamente usar un verbo de Manera de movi­
miento como verbo principal de una oración, como en (4).

(4) Juan corre hacia el colegio

Ahora bien, el uso de este tipo de verbos como verbos principales no es muy
frecuente, y en algunos casos es incluso imposible. Por ejemplo, un enunciado en
inglés como el que aparece en (5) solo se podría traducir por el equivalente español
en (6a) y no por el de (6b).

(5) John ran into the school


(6) a. Juan entró al colegio corriendo
b. *? Juan corrió (a)dentro del colegio

Ejemplos como (6), donde el hablante quiere describir a la vez la Manera (corriendo)
en la que se mueve la Figura (Juan), el Movimiento físico y el Camino desde fuera
hasta dentro del colegio, no plantean ningún problema en lenguas de marco satélite
como el inglés. Sin embargo, estas situaciones no se pueden describir de la misma
forma en las lenguas de marco verbal como el español, ya que no está permitido el
uso de un verbo de Manera como verbo principal en casos donde el movimiento
implica cruzar un límite (Aske 1989).A esta restricción se le conoce como la “restric-
ción del cruce de límites” (boundary-crossing constraint) (Slobin y Hoiting 1994).

2.2. El pensar para hablar de Slobin


La tipología semántica de los eventos de movimiento sirve a Slobin (1991, 1996)
para ejemplificar su hipótesis del pensar para hablar (en inglés, thinking for speaking),
que se puede considerar una visión actualizada del relativismo lingüístico de Sapir
y Whorf, es decir, una actualización de la relación entre las lenguas, el lenguaje y
la cognición. Según Slobin, los mecanismos lingüísticos de los que disponen los
hablantes en su lengua hacen que presten más atención a algunas cuestiones que
a otras a la hora de verbalizar distintas situaciones. En otras palabras, si una lengua
tiene más recursos lingüísticos para expresar un determinado concepto, esto hará
que los hablantes se fijen más en los aspectos relacionados con él, lo que resultará en
una codificación lingüística diferente.
En el caso de los eventos de movimiento, esto supondría que los hablantes de
lenguas de marco satélite como el inglés tienen una mayor tendencia a expresar
la Manera de movimiento, ya que pueden codificarla fácilmente y sin esfuerzo en
el verbo principal. Sin embargo, en el caso de los hablantes de español, la “casilla”
del verbo principal ya está ocupada por un verbo que suele contener información
sobre el Camino. Ello supone que expresar la Manera implique un mayor esfuerzo
tanto discursivo como de procesamiento cognitivo al tener que codificarse fuera
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del verbo principal. Como resultado, la Manera, que no es un componente básico


del movimiento, no se suele expresar con la misma frecuencia en español, a no ser
que sea crucial desde el punto de vista discursivo. Los estudios de Slobin, basados
principalmente en narraciones (orales y escritas) y traducciones, recogidas a partir
de distintos estímulos con hablantes de lenguas diferentes, le hacen concluir que los
hablantes de lenguas de marco satélite tienen descripciones con más información
sobre la Manera y más dinámicas, con más detalles sobre las trayectorias de la Figura.
Por otro lado, los hablantes de lenguas de marco verbal prefieren descripciones más
estáticas, sin muchos detalles sobre el Camino más allá de lo expresado en el verbo
principal y dejando que el Camino se infiera (puesto que está ya codificado en
el verbo principal) y con poca presencia de la Manera, que siempre ofrece infor-
mación general, salvo que el contexto discursivo lo requiera. A estas preferencias
a la hora de verbalizar un mismo evento se las conoce como el “estilo retórico”
de una determinada lengua. Algunos ejemplos típicos recogidos por Slobin (1996,
202–204) serían los de (7) y (8) en relación a la Figura 14.1.

(7) He [the deer] starts running and he tips him off over a cliff into the water. And he lands
“Él [el ciervo] empieza a correr y lo tira por encima de un acantilado hasta
dentro del agua.Y aterriza”
(8) El ciervo le llevó hasta un sitio donde había un río. Entonces el ciervo tiró al niño y al
perro al río.Y después cayeron

Se puede ver que en (7) la descripción es más dinámica y la trayectoria se detalla


con varios componentes: off “hacia fuera”, over a cliff “sobre un acantilado”, into the

FIGURA 14.1 Escena de la Frog Story (Mayer 1969).


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water “al interior del agua”. Esta descripción tan detallada de la trayectoria permite
al oyente inferir el escenario en el que se produce el movimiento, y que en este caso
incluye un acantilado sobre el agua. En el caso de (8) la descripción es más estática y
la trayectoria del movimiento se infiere. Es decir, la descripción estática donde había
un río y el verbo que se añade a continuación (cayeron) permite inferir al oyente que
la trayectoria se produce desde un lugar elevado hacia abajo, hasta el río.
Los patrones de lexicalización de Talmy y el pensar para hablar de Slobin se
han convertido en referencia obligada para los estudios sobre el espacio y el movi­
miento. Sus ideas se han aplicado al estudio de más de un centenar de lenguas tanto
orales como de signos (véanse las que se recogen, por ejemplo, en Berman y Slobin
1994; Strömqvist y Verhoeven 2004; Ibarretxe-Antuñano 2009).

2.3. La gestualidad
Estas clasificaciones también han dado pie al estudio multimodal de la descripción
de los eventos de movimiento, que ha ayudado a comprender aún mejor en qué
se fijan los hablantes a la hora de describir el movimiento y, lo más importante, a
señalar que la gestualidad no solamente sirve para enfatizar o complementar lo
que se dice oralmente, sino tanto para comunicar información nueva como para
observar procesos cognitivos. En el caso de los eventos de movimiento, lo que se ha
demostrado es que los hablantes de ambos patrones de lexicalización utilizan la ges-
tualidad en sincronía con el habla, pero con una función diferente. McNeill (2000)
sugiere que los hablantes de lenguas de marco verbal como el español utilizan gestos
para codificar información que puede no aparecer en el texto oral como, por ejem-
plo, la Manera —lo que denomina este autor gestos de “huella de manera” (manner
fogs)—, mientras que para los hablantes de lenguas de marco satélite, los gestos que
expresan Manera de movimiento se emplean como elemento modulador: cuando
la Manera es comunicativamente importante se refuerza sincronizando el gesto con
el verbo de Manera. Si la Manera no es discursivamente importante, se minimiza
mediante la expresión de la Manera en el habla y la codificación de Camino en el
gesto. También se ha mostrado que la información que se gesticula, aunque sea la
misma, no se realiza de la misma forma. Por ejemplo, en una escena de los dibujos
animados de Piolín, como en la Figura 14.2, los hablantes de lenguas de marco
verbal gesticulan sobre la Manera y el Camino por separado.

FIGURA 14.2 Estímulos de Piolín.


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Al describir la acción de El gato rueda calle abajo, los hablantes de lenguas de


marco verbal realizan primero un gesto de manera de rodar y a continuación otro
gesto distinto para expresar la trayectoria descendente. En cambio, los hablantes de
lenguas de marco satélite tienden a expresar la Manera y el Camino en un mismo
gesto ejecutando la información del giro y de la trayectoria descendente a la vez. El
hecho de que la información codificada en el gesto se separe en dos o se realice en
un único gesto puede dar pistas sobre la conceptualización del movimiento y los
procesos de cognición requeridos, dos diferentes en el primer caso y un único en
el segundo. La gestualidad es parte fundamental del estilo retórico de los hablantes
y, al igual que es difícil cambiar la codificación oral para adaptarse a las caracterís-
ticas de una segunda lengua, adaptar la gestualidad es posiblemente lo más costoso
(Gullberg 2009, 2011).

2.4. La evolución de los estudios teóricos y empíricos


sobre eventos de movimiento
A lo largo del tiempo, las contribuciones y debates propiciados por otros autores
y por los mismos Talmy y Slobin han supuesto el desarrollo de este enfoque tanto
desde el punto de vista teórico como aplicado (veáse Ibarretxe-Antuñano y Valen-
zuela (en prensa, cap. 4) para una revisión completa de estos desarrollos). Del lado
teórico, se han identificado algunos problemas y posibles soluciones. Entre las cues-
tiones que se han debatido, quizá la más polémica sea la noción del concepto de
satélite, que no siempre ha sido aceptado por todos los autores o se ha podido
aplicar en distintas lenguas.
Otra de las cuestiones importantes ha sido la difícil adscripción de algunas len-
guas a alguno de los grupos tipológicos. En estos casos, no hay una preferencia por
codificar en el verbo principal el componente de Camino y/o Manera, sino que
estas lenguas cuentan con elementos “equipolentes”. Por ejemplo, en lenguas seria­
les como el tailandés se dan dos verbos principales que describen la Manera y el
Camino respectivamente (Zlatev y Yangklang 2004). Esta dificultad llevó a Slobin
(2004) a plantear un tercer grupo, el patrón de lexicalización de las lenguas de
marco equipolente, para poder incluir las lenguas que quedaban fuera de la clasifi-
cación bipartita de Talmy.
Finalmente, otro de los aspectos que también ha recibido mucha atención en
este marco ha sido el estudio de las diferencias y similitudes dentro de los dos
patrones de lexicalización. Se ha demostrado que las lenguas, a pesar de pertenecer
al mismo patrón e incluso a la misma familia genética, pueden describir en mayor
o menor medida algunos de los componentes semánticos, especialmente la Manera
y el Camino, e incluso contar con recursos lingüísticos que no son tan prototípicos
del grupo al que pertenecen. A estas diferencias se les conoce con el nombre de
“variación intratipológica” (véanse los estudios recogidos en Goschler y Stefanow-
itsch 2013). Por ejemplo, el italiano da más detalles del Camino que el español y
utiliza “pseudo-satélites” (Hijazo-Gascón e Ibarretxe-Antuñano 2013), como giù
“abajo” en fa cadere il bambino e il cane giù da un dirupo su un lago “y tira al niño y al
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perro (abajo) desde un barranco a un lago”. Además, se está estudiando actualmente


que estas diferencias pueden también existir entre las variedades diatópicas de una
misma lengua (Berthele 2006; véanse Ibarretxe-Antuñano e Hijazo-Gascón 2011 y
Monleón Sola 2018 para el español).
Los datos proporcionados por estos estudios sobre la variación intratipológica y
diatópica refuerzan las propuestas de considerar la tipología de Talmy en términos
de escalas y gradaciones en vez de como una clasificación rígida de dos (o tres)
grupos. Slobin (2004, 2006) propone una escala de “saliencia” de Manera en la que
las lenguas se clasifican en función de la frecuencia de expresión de la Manera. Del
mismo modo, Ibarretxe-Antuñano (2004, 2009) propone una escala de “saliencia”
del Camino, en función de la tendencia a expresar el Camino en distintos com-
ponentes y su frecuencia. Además de los avances teóricos dentro de este marco, las
propuestas de Talmy y Slobin se han usado en campos fundamentales de la lingüís-
tica aplicada. De hecho, algunos autores hablan de “tipología lingüística aplicada”
(Filipović 2017) para explicar cómo los contrastes tipológicos tienen consecuencias
más allá de la descripción de las lenguas y de su clasificación en un grupo tipológico
u otro. Algunos estudios han ido más allá del movimiento físico y han estudiado
la expresión del movimiento ficticio, como en la carretera va desde la capital hasta
el pueblo más pequeño (véase Matlock y Bergmann 2015 para una revisión), y del
movimiento metafórico, como en la bolsa ha caído en picado hasta los niveles más bajos
de la crisis (véase Gibbs 2015). Además, uno de los campos que ha tenido un papel
fundamental en el desarrollo de esta teoría es el de la traducción (Slobin 1996;
Ibarretxe-Antuñano y Filipović 2013; Cifuentes-Férez y Rojo 2015). Finalmente,
hay que destacar los estudios de adquisición de la lengua materna, iniciados con los
recogidos en Berman y Slobin (1994) con niños de distintas edades y en distintas
lenguas, incluido el español. En el próximo apartado nos centraremos en las aplica-
ciones de la tipología a la adquisición de segundas lenguas.

3. La adquisición de eventos de movimiento


en segundas lenguas
Una de las áreas a las que se ha aplicado el estudio de los eventos de movimiento
con más éxito es la de la adquisición de segundas lenguas. El tema que ha centrado
el debate es si los patrones de pensar para hablar pueden revertirse en una segunda
lengua o no, es decir, si el hablante de una segunda lengua puede cambiar el estilo
retórico característico del uso de su lengua materna y adaptarse al típico de la
se­gunda lengua. Según Berman y Slobin (1994), en la adquisición de nuestra lengua
materna, los mecanismos lingüísticos disponibles hacen que nos acostumbremos a
prestar distinto grado de atención a diferentes aspectos cuando hablamos de ellos.
De este modo, y siguiendo las características de las lenguas de marco verbal, en
español no será tan importante prestar atención a diferentes aspectos relacionados
con la Manera de movimiento como puede serlo en inglés. Un ejemplo ya clásico
es el del cartel del zoo de San Diego, recogido en Slobin (2006, 59) y reproducido
en la Figura 14.3.

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