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CURSO:
DERECHOS DE LO NIÑOS Y ADOLESCENTES II
TEMA:
JUSTICIA JUVENIL RESTAURATIVA Y EL SERVICIO DE
ORIENTACION AL ADOLESCENTE
GRUPO 7:
RODRIGUEZ ALARCON SUAMY K.
GUTIERREZ CHACALTANA CARMEN M.
CASTAÑEDA SALAS JEHAN M.
MATAMOROS RAMOS CESAR A.
DOCENTE:
SERPA NORIEGA, LUIS OSCAR
AÑO Y SECCION:
VI “B”
ICA – PERU
-2022-
JUSTICIA JUVENIL RESTAURATIVA
INTRODUCCIÓN
La justicia restaurativa en el Perú es un concepto bastante conocido
desde hace casi 20 años. Su práctica se ha aplicado y ampliado cada vez
más a lo largo del tiempo en distintos contextos, como son los ámbitos
penal, escolar, comunitario, familiar y laboral, a través de instituciones
públicas y privadas, de la sociedad civil y organismos internacionales
como la UNODC, la UNICEF y ONG, en algunos casos, en estrecha
colaboración entre ellas o de manera totalmente individual y aislada. Es
evidente, entonces, que cada uno de estos actores institucionales no
está en el mismo grado de avance, proceso ni de resultados
DEFINICIÓN
Esta Línea de Acción busca resolver a nivel pre judicial, el conflicto con
la ley penal que tiene el adolescente de un modo más eficiente y eficaz,
a través de la aplicación de la Remisión Fiscal bajo el modelo
restaurativo. Cuenta con un equipo interdisciplinario compuesto por un
psicólogo, un educador, un trabajador social y un promotor para facilitar
la adecuada reinserción social del adolescente en conflicto con la ley
penal.
BENEFICIARIOS
Adolescentes entre 14 y menos de 18 de años que incurren en infracción
a la ley penal.
¿QUÉ ES LA JUSTICIA JUVENIL RESTAURATIVA?
La justicia juvenil restaurativa es una manera de tratar con niños y
adolescentes en conflicto con la ley, que tiene la finalidad de reparar el
daño individual, social y en las relaciones causado por el delito
cometido. Este objetivo requiere un proceso en el que el agresor juvenil,
la víctima y, de ser el caso, otros individuos y miembros de la
comunidad, participen juntos activamente para resolver los problemas
que se originan del delito. No existe un solo modelo para la práctica de
este enfoque de justicia restaurativa. La experiencia en distintos países
indica que la justicia juvenil restaurativa se practica aplicando la
mediación, conferencias en grupo familiar, círculos de sentencia y otros
enfoques culturales específicos.
Cuando sea posible deben instaurarse políticas para introducir la justicia
juvenil restaurativa y aprovechar las prácticas tradicionales inofensivas
ya existentes para el tratamiento de niños en conflicto con la ley. El
resultado de este proceso incluye respuestas y programas tales como la
reparación, restitución y el servicio comunitario, orientados a satisfacer
las necesidades individuales y colectivas y las responsabilidades de las
partes y a lograr la reintegración de la víctima y el agresor. No debe
limitarse solo a delitos menores o agresores primarios, también puede
jugar un papel importante en el abordaje de delitos graves.
Por ejemplo, en diversos conflictos armados los niños son utilizados
como niños soldados y obligados a cometer delitos indescriptibles
especialmente contra los miembros de sus propias familias, sus vecinos
y sus comunidades. La justicia restaurativa es con frecuencia la única
forma de generar la reconciliación entre las víctimas y los agresores por
igual en una sociedad castigada por la guerra en la que las víctimas de
las agresiones sufren al igual que los niños agresores, quienes son
forzados a cometer las agresiones. Así mismo, es importante no limitarla
a casos aislados en justicia juvenil, sino más bien desarrollar e
implementar una política de prácticas restaurativas proactivas, como,
por ejemplo, en las escuelas.
¿CÓMO SE INICIÓ EL PROCESO DE IMPLEMENTACIÓN DE LA
JUSTICIA RESTAURATIVA EN EL PERÚ?
Durante el año 2004 fue introducido formalmente y por primera vez por
la Fundación Terre des Hommes Lausanne (Tdh-L), a través de un
proyecto piloto de justicia juvenil restaurativa en el ámbito penal, antes
que cualquier otro sector. Este proyecto se fundó a partir de un
diagnóstico sobre el sistema de administración de justicia para
adolescentes, revelando de manera clara y objetiva sus problemas,
obstáculos y limitaciones, aunque ya eran conocidos debido a las
reiteradas recomendaciones del Comité de Derechos del Niño de la ONU
a Perú, que en numerosas oportunidades señaló su preocupación
respecto a la administración de la justicia juvenil: la figura del pandillaje
pernicioso; personal insuficiente inadecuadamente capacitado; las
precarias condiciones de los centros de detención, sin contar con
supervisión especializada; y la falta de desarrollo y aplicación de las
medidas sustitutivas a la detención, a pesar de que aquellas estaban
incluidas en el Código de los Niños y Adolescentes desde junio de 1993.
Hay que recalcar que el proyecto piloto de JJR, puesto en marcha a
finales de 2004 por la Fundación Terre des hommes Lausanne (Tdh-L),
fue planificado, coordinado y ejecutado con varias instituciones del
Estado y de la sociedad civil, cada una asumiendo responsabilidades
compartidas y específicas, y además, contando con una asesoría y
acompañamiento periódico de algunos expertos extranjeros, reconocidos
internacionalmente en esta materia.
Luego de cuatro años de ejecución del proyecto piloto se pudo
evidenciar algunos resultados positivos y sorprendentes, como un
incremento del uso oportuno de la remisión fiscal, un acompañamiento y
orientación profesional de los adolescentes en conflicto con la ley,
implicando a sus familias, respectivas comunidades y los primeros
acercamientos entre víctimas y adolescentes infractores a través de la
mediación penal. Además, la puesta en marcha de un proceso formal y
periódico de formación de los operadores, la gestión de un sistema
confiable de recolección de datos, la publicación periódica de materiales
pedagógicos e informativos para la población en general, en un lenguaje
común -entre otros, la revista “Justicia para Crecer”-, así como
herramientas, estudios e investigación.
El importante éxito de una conferencia internacional sobre la JJR, en
noviembre de 2010, impulsada y organizada por la Fundación Terre des
Hommes Lausanne con el apoyo del sector público y privado, permitió el
surgimiento de la “Declaración de Lima”, adoptada por la UNICEF. Hasta
hoy, es considerada como un instrumento valorado en el ámbito de la
JJR.
En el año 2010, el proyecto piloto evolucionó y se convirtió en el
“Programa Nacional de Justicia Juvenil Restaurativa, liderado por el
Ministerio Público del Perú, cuya representante es, desde su inicio, la
Fiscal Superior Rita Arleny Figueroa Vásquez, co-autora del presente
artículo. Desde aquel año transcurrieron importantes avances en la
aplicación del enfoque de la justicia restaurativa, principalmente desde
la experiencia prejudicial del Ministerio Público en la atención de los
casos de adolescentes que cometen infracciones “no graves” a la ley
penal, pero también desde la participación de otras instituciones y
actores clave en todo el proceso de intervención.
Así, es evidente que el Programa de JJR peruano, nacido de un proyecto
piloto en dos distritos de unos cien mil habitantes cada uno, se fue
extendiendo paulatinamente durante la última década, cubriendo y
desarrollándose en la actualidad en 12 Distritos Fiscales, y con 22
Distritos Fiscales más por cubrir, para el efecto de mapear todo el
territorio nacional.
Como resultado de lo anterior se marcó un hito muy valorable, el citado
proyecto fue incluido en 2016 en el “Programa de Prevención Estratégica
del Delito” del Ministerio Público (PPED), siendo denominado desde ese
entonces “Línea de Acción Justicia Juvenil Restaurativa” manteniendo la
naturaleza de sus funciones.
En cuanto a la implementación, el Ministerio Público no tiene centros de
mediación. Las intervenciones se inician desde la detención de un
adolescente en una dependencia policial (Comisaría), o desde la
formulación de la denuncia de una víctima por un acto delictivo
cometido por un adolescente mayor de 14 y menor de 18 años de edad.
Los Equipos interdisciplinarios, compuestos por un trabajador social y un
psicólogo, atienden separadamente al adolescente, se promueve la
asistencia de un defensor especializado tanto para la víctima como para
el presunto imputado. Un Fiscal de Familia, formado en justicia
restaurativa, acude a la dependencia policial para iniciar el proceso de
intervención y evaluar si es factible aplicar, conforme a la información
proporcionada por el Equipo Interdisciplinario, algún mecanismo
restaurativo -principalmente la mediación- y la “Remisión Fiscal” -salida
alternativa al proceso-, de manera inmediata o, según el caso, en un
tiempo mínimo ulterior.
En algunas Comisarías el personal policial ha sido capacitado en justicia
restaurativa, con las habilidades y capacidades necesarias, respondiendo
a los procedimientos y respetando los derechos del niño.
El Ministerio Público ha impulsado desde 2010 con mayor fuerza y
liderazgo el enfoque restaurativo en los casos de adolescentes en
conflicto con la ley penal atendidos a nivel prejudicial. Sin embargo,
también existen otras instituciones que desde su especialidad y su
responsabilidad aportaron en la construcción y desarrollo del Programa.
Así, por ejemplo, la Policía Nacional del Perú (PNP), que a fines de 2008
inauguró en el Distrito de El Agustino, Lima, el primer “Módulo de
Atención Especializada de Adolescentes en Comisaría”. En la actualidad
se cuenta con tres Comisarías con este tipo de Módulos y con personal
formado para atender tanto a los adolescentes infractores detenidos
como a las víctimas que interpusieron una denuncia.
Por otro lado, el Ministerio de Justicia está a cargo de la administración
de los centros juveniles cerrados y abiertos en todo el territorio
peruano, el cual capacitó a cientos de operadores de justicia, a los
defensores púbicos sobre la justicia restaurativa. Además, otras
instituciones formadoras en este tema fueron la Academia de la
Magistratura y la Escuela del Ministerio Público, con el desarrollo
periódico de cursos, presenciales y virtuales, sobre justicia restaurativa.
También participó el Poder Judicial, aunque inicialmente con menor
presencia y actuación concreta, debido a una falta de liderazgo y
recursos humanos y económicos. Más adelante, la Jueza Suprema del
Poder Judicial, Janet Tello Gilardi, Presidenta a la vez de la Comisión
Permanente de Acceso a la Justicia de Personas Vulnerables, practicó
múltiples e importantes esfuerzos, para no solo dar a conocer la justicia
restaurativa a los operadores de justicia, sino a efecto de motivarlos a
que la apliquen más y mejor, impulsando cambios notables, aunque aún
insuficientes, en el marco del CNA.
Por otra parte, en cuanto a la sociedad civil y los gobiernos locales,
como las alcaldías y los gobiernos departamentales, también se
implicaron de diversas maneras que van desde aportes económicos a
través de pagos a profesionales (psicólogos y trabajadores sociales),
entrega de locales, pagos de servicios y programas especializados,
gratuitos o a muy bajo costo, accesibles tanto para las víctimas como
para los infractores.
Por su parte, la Defensoría del Pueblo, a través de sus pertinentes
conclusiones y recomendaciones publicadas en Informes periódicos
sobre el estado de los adolescentes en conflicto con la ley penal y/o en
situación de privación de su libertad, promovieron que el Gobierno de
turno, Congreso de la República, Poder Judicial, Ministerio Público y el
Ministerio de Justicia impulsaran su involucramiento en el desarrollo de
la justicia restaurativa en el Perú.
Al contrario, la gran mayoría de los medios de comunicación escritos,
radiales y televisivos como “cuarto poder” a lo largo del tiempo ha
obstaculizado el progreso de la justicia restaurativa en el Perú, a través
de noticieros amarillistas que influyen profundamente en el
reforzamiento del pensamiento punitivo de la sociedad en general,
incluidos líderes políticos, congresistas, con el respaldo a propuestas
legislativas de tipo “Mano Dura” y promoviendo así el aumento de la
aplicación de penas, la supresión de los beneficios penitenciarios, la
reducción de la edad de responsabilidad penal de 18 a 16 años y la
incorporación de la pena de muerte para delitos graves. Desde esta
perspectiva, es posible afirmar que en el Perú no ha sido fácil, aunque
imposible tampoco, promover la aplicación de la justicia restaurativa en
otros ámbitos diversos del sistema penal, como son el educativo,
comunitario y laboral, por ejemplo.
Retomando la revisión del desarrollo del Programa Nacional de JJR, en el
año 2016 fue convertido en una Línea de Acción e incluido en el
Programa de Prevención Estratégica del Ministerio Público, el cual
contiene otras cuatro Líneas de Acción, de naturaleza eminentemente
preventiva: “Jóvenes Líderes”, “Padres Construyendo Hijos de Éxito”,
“Fiscales Escolares” y “Jornadas de Acercamiento a la Comunidad”. Es
interesante destacar que estas líneas tienen un enfoque proactivo
(desarrollar comunidad; forjar relaciones) y preventivo (trabajar
poblaciones jóvenes en situación de riesgo y vulnerabilidad: miembros
de pandillas, etc).
Como vemos, el desarrollo de una mirada distinta al adolescente en
conflicto con la ley penal y con la vida no fue fácil en el país, siendo el
caso que, en ese proceso, la experiencia de la incipiente aplicación de la
justicia restaurativa trajo como consecuencia que desde el Congreso de
la República en el año 2007 se instalara una comisión intersectorial para
la reforma del Código de los Niños y Adolescentes, de la cual los autores
de este artículo formaron parte. Vale resaltar que, si bien la citada
comisión cumplió totalmente su tarea promoviendo importantes cambios
en todas las materias sustantivas y procesales de ese cuerpo normativo,
debido al cambio de la representación parlamentaria, los aportes,
especialmente en materia del proceso contra el adolescente infractor,
sirvieron de referencia para el efecto de elevar, por Decreto Legislativo,
la edad de responsabilidad penal fijada en el Código de 12 a 14 años,
cuando otros países en la región latinoamericana tenían la tendencia
contraria: bajarla de 16 a 14 años.
Diez años después, en 2017, se positivizó el enfoque restaurativo en la
legislación peruana, con la aprobación y publicación del Código de
Responsabilidad Penal de Adolescentes (Decreto Legislativo Número
1348), señalando el legislador en ese cuerpo normativo: “Se debe
promover durante el proceso, en la medida de lo posible, la participación
de la víctima para lograr su reparación adecuada, así como la aceptación
de responsabilidad del adolescente por el daño causado, como forma
para superar los efectos negativos de la infracción y prevenir la comisión
de otras futuras.” Con la aplicación de las “Salidas Alternativas”
(remisión y acuerdo reparatorio), se prioriza, además de la
desjudicialización, la reinserción social de los adolescentes, a través de
la atención de sus necesidades oportunamente identificadas, sobre la
base del abordaje individual e integral de los factores de riesgo y de
protección que presentan. Vale destacar que el aspecto procesal del
Código de Responsabilidad Penal de Adolescentes aún está en “vacatio
legis”, encontrándose vigentes solo los Títulos relativos a “Tipos de
Medidas Socioeducativas” y “Ejecución de Medidas Socioeducativas”. El
aspecto procesal previsto de este cuerpo normativo no se encuentra aún
vigente.
Al margen de lo indicado, vale precisar que el trámite de la aplicación de
la Remisión a nivel prejudicial y judicial se rige en la actualidad por el
Código de los Niños y Adolescentes; y, aunque en él no se encuentra
previsto el enfoque de la “justicia restaurativa”, se trata de una buena
práctica aprendida y reconocida por todo el sistema de administración
de justicia del país.
En este estado vale precisar que, en tal contexto, la práctica
restaurativa que se aplica en el Perú consiste en que en la atención de
los casos interviene un profesional de los Equipos Técnicos
Interdisciplinarios a modo de “Mediador”, con el objeto de lograr un
acercamiento entre el adolescente y la víctima para lograr la reparación
del daño causado. Sin embargo, por distintas razones, lo cierto es que
en la mayoría de ellos las víctimas no quieren participar en ese proceso.
Cuando se dan situaciones como las descritas y el adolescente ha
reconocido su responsabilidad en los hechos que se le imputan, se
promueve un proceso restaurativo de reparación indirecta, a través de
actuaciones propositivas concretas, a efecto lograr cambios
conductuales, apoyados en los “programas de orientación” previamente
estructurados.
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Metodología
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