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“Giro copernicano”: nos referimos con esta expresión a que Kant hizo con la razón humana lo que

Copérnico hizo con la Tierra. Copérnico, para seguir explicando exitosamente el movimiento de los
astros y establecer reglas causales más precisas sobre la realidad, asumió que la Tierra no estaba
ubicada en el centro del universo. La Tierra no estará ubicada en un centro privilegiado desde el cual
podamos ver con facilidad el movimiento de los astros. Por el contrario, Copérnico asumió la
hipótesis de que la Tierra estaría moviéndose junto con todo el cosmos, y que al tener su propio
movimiento cualquier predicción sobre el movimiento de los astros tendría que asumir que nuestra
posición para ver el cosmos no está quieta, no está en un centro privilegiado, sino que se encuentra
en constante movimiento. De este modo, nuestras predicciones sobre el movimiento de los astros se
vuelven algo más difícil y trabajoso de realizar, pero más preciso. Esto, porque al considerar que la
Tierra se mueve, somos capaces de realizar predicciones más exitosas sobre el movimiento de los
astros. Copérnico no abandona la pretensión científica de explicar las cosas causalmente, sino sólo el
modelo que consideraba que la Tierra estaba inmóvil y que era el centro del universo. Así, algo
análogo a esto hará Kant, pero no con la Tierra, sino con la razón humana. Esto, porque considerará
que la razón humana no está constituida de tal manera que pueda recibir toda la información del
mundo extramental, o realidad, sino que la razón también posee una suerte de coordenadas (las
categorías del pensamiento) que le sirven para concebir los objetos del mundo. De esta manera, la
razón configura los objetos que conocemos con arreglo a dichas categorías de pensamiento. Por
todo ello, afirma Kant que nosotros no conocemos la realidad en sí, sino que conocemos la realidad
como aparece ante nosotros, es decir, como nosotros somos capaces de concebirla. Las reglas
causales del mundo no serán abandonadas en su pretensión original ( es decir, explicar el mundo),
pero sí se considerará que dichas reglas causales no son algo que se manifiesten a primera vista en el
mundo, sino que son reglas que la razón coloca al mundo esperando descifrar el orden oculto a
primera vista de dicho mundo.

“Metafísica Trascendental” o “Filosofía Trascendental”: Si definimos a la metafísica como el estudio


del ser o de la realidad en cuanto tal, Kant va a decir que por “metafísica trascendental” o “filosofía
trascendental” (también “idealismo trascendental) se entenderá no sólo el estudio del ser o de la
realidad, sino que será el estudio del ser y la realidad, pero teniendo en cuenta nuestra facultad de
conocimiento. Es decir, nosotros no estudiaremos a la realidad sin más, sino a la manera en cómo
nosotros concebimos la realidad. De este modo, recordemos que Kant establecerá una metafísica o
filosofía ‘crítica’, es decir, una metafísica o filosofía que es consciente de sus limitaciones.

“Noúmeno”: es la cosa en sí fuera de nosotros, la cosa extramental. Nosotros no llegamos a conocer


la cosa como es en sí, porque su configuración esencial o total es algo a lo que nunca llegamos.

“Fenómeno”: es la cosa para mí, o sea la representación de una cosa en sí, de un noúmeno. Nosotros
sólo conocemos fenómenos, nunca noúmenos, porque sólo conocemos representaciones de la
realidad, no la realidad como es en sí. Ejemplo: nosotros no conocemos un perro en su totalidad,
como es en sí esencialmente, sino que nosotros conocemos lo que definimos acerca del perro.
Nosotros elaboramos una definición de perro que siempre será acorde con todo lo que sabemos de
un perro, pero no una definición de lo que es el perro en su totalidad. Lo mismo puede decirse de
todo lo que conocemos propiamente.

Entre Aristóteles y Kant hay que señalar que la diferencia estriba en que para Aristóteles nosotros
conocemos las esencias de las cosas, es decir, conocemos una configuración esencial que traduce la
estructura interna de toda cosa conocida. Por eso, Aristóteles pensaba, por ejemplo, que el agua es
un elemento, pero nunca se podría haber interesado en examinar qué más podemos saber acerca
del agua, como que es H2O. Kant, si bien está todavía lejos de estos descubrimientos, al menos
sostiene ya que el agua no es algo que conozcamos como una esencia total, sino como algo que
vamos conociendo gradualmente, porque todo lo que llamamos ‘conocimiento’ es una
representación de dicha cosa en nuestra mente.

“A priori”: decimos que algo es verdad a priori cuando lo conocemos sin necesidad de la experiencia,
o con anterioridad a la experiencia. Por esto, son juicios cuya verdad es NECESARIA, porque no son
verdaderos a vece sí, a veces no. Por ejemplo: “Los solteros son no casados”, “Los peruanos son
latinoamericanos”.

“A posteriori”: decimos que algo es verdad a posteriori cuando sólo conocemos su verdad con la
experiencia, o posteriormente a la experiencia. Por esto, son juicios cuya verdad es CONTINGENTE,
porque a veces serán verdaderos, a veces no, dependiendo de a qué elemento de la realidad le
atribuyamos una propiedad determinada. Por ejemplo: “La casa es amarilla”, “Juan es soltero”.

Recuerden que Kant elabora los juicios sintéticos a priori porque su intención es la de explicar cómo
es que nosotros sí podemos conocer la realidad, y cómo sí es posible la metafísica, pero no como
una ciencia al modo tradicional (dogmática), sino como una metafísica o filosofía trascendental. Esto
lo explica Kant recurriendo a los juicios sintéticos a priori porque ellos consisten en juicios cuyo
sujeto y predicado son distintos (es decir, no vemos ni intuimos su vínculo), y por eso son sintéticos
(es decir, el intelecto debe descubrir dicho vínculo discurriendo con la razón), pero son a priori (es
decir, son juicios que el intelecto los encuentra con un valor de verdad necesario, y como algo que
no se comprueba con la experiencia sino que el intelecto los presupone a la hora de conocer o
sistematizar cualquier cosa). Sobre este tipo de juicios es sobre lo que nos hemos concentrado en las
clases ya que son el planteo central de Kant. Kant intenta defender la metafísica defendiendo el
principio de causalidad, y por eso sostiene que la causalidad (esto es, “todo efecto tiene una causa”),
es un juicio sintético a priori. Hay que explicar cómo Kant llega a esta conclusión.

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