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Teórico N° 7
Permanece enteramente desconocido para nosotros qué son los objetos en sí y separados
de toda esta receptividad de nuestra sensibilidad. No conocemos nada más que nuestra
manera de percibirlos, que es propia de nosotros, y que tampoco debe corresponder
necesariamente a todo ente, aunque sí a todo ser humano.
2
Pero esto que parece una limitación, algo negativo, a la vez tiene un lado positivo:
todo objeto del que tenga experiencia va a adoptar estas formas que yo tengo en mi
conciencia “previamente”1, entonces yo puedo conocer ciertos rasgos de los objetos antes
de tener experiencia de ellos, tengo conocimientos a priori para todas las cosas que se me
presenten, y conocimientos que van a ser universales y necesarios acerca de ellas. Sin medir
la mesa, sé de antemano que la suma de sus ángulos interiores es de 360°. La forma,
entonces, no es simplemente “intramental”, no es es simplemente subjetiva en el sentido de
psicológicamente mía. Hay ciertos rasgos contingentes de mi experiencia personal de las
cosas que son sólo subjetivos: puede ser que yo vea rojo donde otro ve azul, o que algo me
resulte pesado y a otro liviano. Pero hay otros rasgos que son subjetivos y a la vez
objetivos, universales y necesarios, propios de un sujeto cualquiera y por tanto propios
también de los objetos de toda experiencia posible, en términos de M. Caimi, “de las cosas
extramentales en tanto objetos, que son híbridos de cosa en sí y sujeto”.2
Kant se ocupa en esta sección, por último, de precisar su distinción entre fenómeno
y cosa en sí, de manera de subrayar su radicalidad, y que no se la confunda, por ejemplo,
con teorías anteriores -como la cartesiana- que también distinguían rasgos de las cosas
subjetivos de otros objetivos, pero sin que esta distinción coincida con la que él hace entre
fenómenos y cosas en sí. Dice Kant que cuando se distingue en los fenómenos lo que es
1
Decir “previamente” hace más claro el punto, pero “a priori” debe ser entendido estrictamente no
como “antes” sino como “independiente” de la experiencia. Acerca de este punto, ver nota del
teórico anterior acerca del “anti-innatismo” kantiano.
2
En su Introducción, M. Caimi (p. XLVI) hace la siguiente aclaración: la distinción entre fenómeno
y noúmeno (“cosa en sí”, “algo=x”, “x vacía” (A 250) ) no es ontológica sino que es gnoseológica,
significa simplemente que nuestro conocimiento es limitado: “Si bien el carácter fenoménico de los
objetos dados en la sensibilidad remite por sí mismo a algo que no es fenómeno, de este algo no
podemos saber nada; no podemos atribuirle existencia propia, ni propiedades perceptibles por algún
intelecto intuitivo”. Esto es así porque, si bien el fenómeno, dice Kant, “presupone una cosa en sí y
la anuncia” (Proleg., §57) (la misma palabra “fenómeno”, Erscheinung, supone esta distinción entre
el aparecer y lo que aparece), no podemos saber si la cosa en sí que es fundamento del fenómeno,
“se encuentra en nosotros, o también fuera de nosotros, si se eliminaría al suprimirse la sensibilidad,
o si, eliminada ésta, subsistiría aún” (KrV A 288/B 344 ss.). Otra aclaración relevante a tener en
cuenta acerca del fenomenismo kantiano -esta vez no acerca del objeto de la experiencia sino del
sujeto de la misma- es que cuando Kant afirma por ejemplo que la naturaleza es “un conjunto de
representaciones de la mente” (Gemüt) (A114), no está afirmando la existencia de una sustancia, de
algo independiente (la mente) respecto de la que dependen los fenómenos. Kant llama mente “sólo a
la unidad del proceso de manifestación de los fenómenos” (Torretti, p. 297).
3
contingente, propio de algún sentido (la vista, el tacto, etc.), de lo que es válido para la
sensibilidad en general (propiedades espaciales, e.g.), pero como representando algo del
objeto en sí mismo, todavía se hace una distinción empírica, y no trascendental como la que
él propone: “Se pierde de vista nuestra distinción trascendental, … y creemos conocer cosas
en sí, aunque por todas partes en el mundo sensible, aun en la más profunda investigación
de él, no tengamos comercio con nada sino con fenómenos”.
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“Objeto trascendental” parece ser usado aquí como en varios otros lugares de la KrV como
sinónimo de la “cosa en sí”. Sin embargo, algunos intérpretes señalan diferencias más finas: por
ejemplo, según Torretti, el “objeto trascendental” aludiría más precisamente al concepto abstracto
de un objeto en general, no determinado por los datos sensibles, mientras que la “cosa en sí” sería lo
no determinable por tales datos, trascendente a nuestra experiencia (cf. Torretti, p. 502).
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experiencia. A la vez, no podemos saber qué serían los objetos por sí mismos, no sometidos
a estas condiciones que hacen posible su experiencia.
Hay un párrafo de Prolegómenos que enuncia con claridad cómo se relaciona esta
teoría de Kant con la de otros filósofos modernos que ya hemos estudiado, en qué medida
retoma algo de ellos y en qué medida da un giro a lo que dijeron. La idea de distinguir
propiedades de los fenómenos de otras propias de las cosas en sí está en Locke y aun antes
de él, dice Kant. Podemos pensar en Descartes, que ya distinguía aquellos rasgos de las
cosas que percibimos tal como efectivamente están en las cosas (porque las formas, figuras,
movimientos son efectivamente modos de una sustancia existente distinta del yo pensante),
de otros rasgos que no son propios de las cosas tal como son en sí mismas, sino sólo del
modo en que nosotros las percibimos (colores, sabores, etc.). Kant ahora dice: yo estoy
corriendo el límite de esta distinción, para mostrar que también las propiedades espaciales
son propias de las cosas sólo en la medida en que las percibimos, y no en sí mismas, lo cual
hace que las cosas tal como son en sí sean incognoscibles, no podemos decir de ellas que
tienen figura, tamaño, etc. como decían aquellos filósofos, ni podemos decir absolutamente
nada de ellas. Sólo podemos decir que, en la medida en que nuestro conocimiento está
sujeto a ciertas estructuras que son sus condiciones de posibilidad, nuestro conocimiento es
limitado, y eso es todo lo que decimos al decir que sólo conocemos fenómenos; no
conocemos las cosas en sí, tal como serían más allá de las condiciones y los límites de
nuestro conocimiento. Cito:
Es algo generalmente aceptado y admitido ya desde mucho antes de los tiempos de Locke,
pero especialmente después de éste, que, sin perjuicio de la existencia real de las cosas
externas, se puede decir de muchos de sus predicados: que no pertenecen a estas cosas en
sí mismas, sino solamente a sus fenómenos, y que no tienen ninguna existencia propia fuera
de nuestra representación. Entre estos predicados se encuentran el calor, el color, el
sabor, etc. Pero si yo, por importantes razones, además de éstos cuento también entre los
meros fenómenos a las restantes cualidades de los cuerpos llamadas primarias: la
extensión, el lugar, y en general el espacio con todo lo que le pertenece (impenetrabilidad
o materialidad, figura, etc.) no se puede alegar la menor razón para no admitir esto; y así
como no se puede llamar idealista [en sentido estricto, de que sólo existe el yo pensante
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con sus representaciones y no otras cosas] a quien considera que los colores no son
propiedades inherentes a los objetos en sí mismos, sino modificaciones inherentes sólo al
sentido de la vista, así tampoco se puede llamar idealista [en el sentido anterior] a mi
doctrina sólo porque yo encuentro que aún más propiedades, y en verdad, que todas las
propiedades en las que consiste la intuición de un cuerpo, pertenecen meramente a su
fenómeno: pues con esto no se suprime, como en el verdadero idealismo, la existencia de la
cosa que aparece, sino que solamente se señala que no podemos, mediante los sentidos,
conocer esta cosa tal como es en sí misma. (Observación II de la Parte I de Prolegómenos)
Si bien no corresponde a las secciones de la KrV que son tema de estudio en esta
clase, agrego sólo como un complemento aclaratorio para entender la última parte de este
párrafo, que Kant diferencia más claramente su “idealismo trascendental” del “idealismo
subjetivo” de Descartes en una sección posterior, titulada “Refutación del idealismo”. Kant
llama también al idealismo cartesiano “problemático” para distinguirlo del idealismo
“dogmático” de Berkeley, siendo ambas versiones del “idealismo material” que considera
las cosas espaciales ya sea como dudosas hasta que su existencia es demostrada (Descartes)
o bien directamente como imposibles (Berkeley). La “Refutación del idealismo” aparece en
la segunda edición de la KrV (B 274-279). Contra Descartes, que pensaba que sólo tengo
tengo evidencia inmediata de mi propia existencia, y puedo dudar de que existan cosas
corpóreas mientras no lo haya demostrado, Kant propone que “La mera conciencia, pero
empíricamente determinada, de mi propia existencia, demuestra la existencia de los objetos
en el espacio fuera de mí”. Esto es así, según Kant, porque sólo tengo conciencia empírica
de mí mismo en el tiempo, y esta conciencia de un proceso temporal supone un punto de
referencia permanente, que no puede ser otra cosa que algo distinto de mí, es decir, una
cosa fuera de mí, espacial. Contra Descartes, entonces, la experiencia de mí mismo, la
experiencia interna, supone la experiencia de objetos en el espacio, y no puedo declararlos
dudosos en contraste con la certeza inmediata del cogito, ni su existencia necesita más
demostración. Sin embargo, esto no debe ser entendido de modo llanamente “realista”: no
significa que yo tenga experiencia de “cosas en sí”, independientes de las condiciones
subjetivas de la experiencia, sino sólo que tengo experiencia de cosas corpóreas, espaciales,
sin modificar en nada la tesis de que el espacio “está en mí” (KrV, A 370), en el sentido de
que es una forma propia de la sensibilidad humana. Lo que demuestra, en suma, la
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Refutación del Idealismo, es que existen objetos externos o fuera de nosotros, en el sentido
de espaciales, pero no que tengamos experiencia de las “cosas en sí”, tal como son
independientemente de mí. Dice Kant: “la expresión fuera de nosotros lleva consigo una
ambigüedad, ya que tan pronto significa algo que existe como cosa en sí misma diferente de
nosotros, tan pronto algo que pertenece meramente al fenómeno externo”. … El objeto de
la experiencia “se denomina externo cuando es representado en el espacio … pero el
espacio [y el tiempo] se encuentran ambos, sólo en nosotros” (A 373). Este es el significado
del “idealismo trascendental” de Kant, distinto del “idealismo problemático” de Descartes
sin por ello ser equivalente a un “realismo”, excepto en el sentido de un “realismo
empírico”: existen las cosas espaciales en tanto fenómenos, objetos de nuestra experiencia
y sujetas a las condiciones subjetivas de la experiencia, no como cosas en sí.
Tendrá que aislar, entonces, los elementos de esta facultad de síntesis. Así como las
intuiciones eran los elementos (las representaciones) de la sensibilidad, las representaciones
del entendimiento son conceptos, y Kant subraya que ambos son necesarios para la
experiencia o el conocimiento. En B 75 (Idea de una Lógica Trascendental) dice:
Pensamientos sin contenidos son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas. Por eso es
tan necesario hacer sensibles sus conceptos (es decir, añadirles el objeto en la intuición)
como hacer inteligibles sus intuiciones (es decir, llevarlas bajo conceptos). Tampoco
pueden estas dos facultades o capacidades trocar sus funciones. El entendimiento no puede
intuir nada, y los sentidos no pueden pensar nada. Sólo de su unión puede surgir el
conocimiento. (p. 123)
4
Si bien Kant llama a esta sección “Deducción Metafísica” en una ocasión (“En la Ded. Met. se
mostró el origen a priori de las categorías”, B159) en paralelo con los títulos de la Estética (Exp.
Met. y Trasc.), este título no expresa con precisión el contenido de la sección, ya que no se trata de
una “justificación” (“deducción”) de la aprioridad de las categorías sino de inventariar cuáles son
estos conceptos puros.
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(Torretti, p. 155). En la KrV Kant reformula estas dos funciones del intelecto. Por un lado,
según la KrV, hay un funcionamiento intelectual mecánico, lógico-formal, que establece
relaciones de subordinación entre conceptos en un juicio, y por otro hay un funcionamiento
que puede llamarse lógico-trascendental del entendimiento, que produce sus propias
representaciones, sus propios conceptos, con los cuales unifica o sintetiza representaciones
sensibles, intuiciones.
Ahora bien, Kant agrega que, ya que se trata del mismo entendimiento que juzga en
el vacío, sin producir conocimiento, y que se aplica a la experiencia para sintetizar
sensaciones, el entendimiento funciona de iguales modos al realizar ambas actividades. Hay
un párrafo clave donde dice esto, que está en B104-105 (en la sección tercera “Del hilo
conductor para el descubrimiento de todos los conceptos puros del entendimiento”, llamada
“Deducción metafísica”):
Las mismas funciones son las que producen síntesis de conceptos en el juicio, y
síntesis de intuiciones en la experiencia. Por eso puedo descubrir cuáles son estas últimas
funciones tomando la tabla de los juicios, que es la tabla de todas las posibles uniones de
conceptos, y obtengo así la tabla de las categorías, de todos los conceptos con que se
sintetizan intuiciones en la experiencia. Por su estructura lógica, hay 4 formas diferentes de
juzgar, cada una con 3 tipos de juicio diferente. Si bien introduce algunas modificaciones
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JUICIOS CATEGORIAS
(de cantidad)
(de cualidad)
(de relación)
(de modalidad)
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En su carta a Marcus Herz dice Kant que ya por entonces estaba buscando dividir todos los
conceptos de la razón pura "en un número determinado de categorías. Pero no lo hice al modo de
Aristóteles quien las yuxtapuso totalmente al azar, tal como las halló, en sus diez predicados, sino
más bien tal como ellas se reparten por sí mismas en clases según un número reducido de leyes
fundamentales del entendimiento".
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Recién dijimos que las funciones sintéticas del entendimiento como síntesis lógico-
formales que operan en el pensamiento en general son las mismas que operan como
funciones de síntesis lógico-trascendentales en el pensamiento de objetos. El entendimiento
por su misma naturaleza produce estos conceptos fundamentales, puros y a priori, que le
sirven para pensar objetos.
Pero esto significa un problema, ya que son conceptos originados a priori, sin
recurso a la experiencia, pero a la vez se aplican a objetos de la experiencia, entonces se
formula la pregunta: “¿qué garantías tenemos de que esos conceptos, originados en el
entendimiento, sin la menor participación de los objetos, correspondan verdaderamente a
los objetos? … ¿No serán acaso vanos engendros del entendimiento destinados a
permanecer vacíos, sin objeto que les corresponda?” (M. Caimi, “Introducción” a KrV, p.
XXXIV). En palabras de Torretti, se trata del problema de “cómo han de tener validez
objetiva las condiciones subjetivas del pensar” (p. 273).
en ninguna experiencia, “conceptos de lo incondicionado” cuyo objeto sólo puede ser pensado pero
no conocido, tales como la idea del Creador omnisciente y omnipotente de todas las cosas finitas, el
mundo como totalidad, o el alma como sustancia inmaterial e indestructible. El que sean
considerados ideas, por un lado, significa la imposibilidad de un conocimiento metafísico (en el
sentido de la “metafísica especial” ya definido en la clase anterior), pero a la vez estas ideas son
útiles para el conocimiento oficiando como telos necesario de su progreso, y para la regulación de la
vida práctica. Hay entonces dos ramas de la actividad intelectual, de las que en estas clases sólo
abordamos la primera, el entendimiento (Verstand) y no la segunda, la razón (Vernunft), que
“propiamente no engendra ningún concepto, sino que libera al concepto del entendimiento de las
inevitables limitaciones de una experiencia posible y busca ampliarlo más allá de los límites de lo
empírico” (A409/B436). “Las ideas trascendentales no son en rigor más que categorías ampliadas
hasta lo incondicionado” (idem).
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para la legitimidad de tal uso [de la referencia de conceptos puros a objetos] no son
suficientes pruebas tomadas de la experiencia, pero sin embargo uno debe saber cómo es
que esos conceptos pueden referise a objetos no tomados de experiencia alguna. Por eso,
llamo a la explicación de la manera como conceptos pueden referirse a priori a objetos, la
deducción trascendental de ellos, y la distingo de la deducción empírica, que muestra la
manera como un concepto ha sido adquirido por experiencia y por reflexión sobre ésta, y
que por tanto no concierne a la legitimidad, sino al hecho por el cual se ha originado la
posesión. (A 85, B117)7
Ya sabemos por la Deducción Metafísica que estos conceptos puros son aquellas
doce categorías, pero ahora se pregunta si está justificada su aplicación a objetos de la
experiencia. Este problema, como mencionamos antes, ocupaba a Kant al menos desde
1772, en su carta a Markus Herz, y él va elaborando de a poco su solución. En 1775
(“Legado Duisburg”) da un paso en esta dirección cuando elabora una nueva concepción de
la objetividad como coherencia de las representaciones según una regla que no depende de
la subjetividad. Otros desarrollos lo van acercando a la primera propuesta de solución que
presenta en la 1ª edición de la KrV en 1781, que se refiere a una “triple síntesis”, y que es la
que veremos a continuación.
Es útil recordar, para resaltar la dificultad que el problema tenía para Kant, que él no
queda conforme con esta primera versión de la DT, y formula una nueva versión dos años
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Podría decirse, en este sentido, que Hume intentó una “deducción empírica” de algunas categorías
como las de sustancia y causalidad, y su intento mostró justamente que no extraemos desde la
experiencia la necesidad que es el elemento esencial de la causalidad, ni el sustrato único e
invariante que define a la sustancia. Ahora bien, Kant quiere mostrar que aun si no derivan de la
experiencia, como Hume mostró, toda experiencia de objetos se rige por esos principios, por lo que
se corresponden con la experiencia objetiva, se aplican a todo objeto de la experiencia. Kant
rechaza la explicación humeana en A91/B123-124 diciendo que de la “regularidad de los
fenómenos” sólo podríamos extraer “una regla según la cual algo acontece habitualmente, pero [los
fenómenos nunca] dicen que el resultado sea necesario” y universal, siendo éstos rasgos capitales en
el concepto de causalidad.
13
Sólo son posibles dos casos en los cuales una representación sintética y sus objetos pueden
coincidir, pueden referirse necesariamente unos a otros, y pueden, por decirlo así,
encontrarse entre sí: o bien cuando sólo el objeto hace posible la representación, o bien
cuando sólo la representación hace posible el objeto. Si es lo primero, entonces esta
referencia es sólo empírica y la representación nunca es posible a priori. Y este es el caso
con el fenómeno con respecto a lo que, en ellos, corresponde a la sensación. Pero si es lo
segundo, como la representación en sí misma (pues no se trata de la causalidad de ella por
medio de la voluntad) no produce su objeto en lo que respecta a su existencia, la
representación es determinante a priori con respecto al objeto cuando sólo por medio de
ella es posible conocer algo como un objeto.
Dicho en otras palabras, hay dos maneras en que podemos saber que un concepto se
refiere a un objeto, que es lo que pretendemos saber: o bien si el objeto hace posible el
concepto o bien si el concepto hace posible al objeto. En la primera opción, sé que el
concepto de árbol se refiere a un objeto porque tengo el concepto (empírico) de árbol por
haber visto objetos así; no podría tener ese concepto de no haber visto el objeto; el objeto
hizo posible el concepto por lo cual sé que mi concepto se refiere a algo. En la segunda
opción, tengo el concepto, por ejemplo, de una cierta máquina antes de haber visto ninguna
así, construyo un objeto de acuerdo a ese concepto, y el concepto se refiere a algo porque el
concepto hizo posible el objeto, permitió que lo construya, lo produzca. En el caso de las
categorías, como se trata de conceptos puros, no derivados de la experiencia, no podemos
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seguir el primer camino, sino que de algún modo tendremos que mostrar que estos
conceptos hacen posible o “producen” el objeto. Pero, dice Kant en el párrafo citado, no los
producen respecto de su existencia, es decir que no se trata de que por medio de la voluntad
construyo algún objeto correspondiente al concepto; no producen un objeto realmente, sino
que Kant va a mostrar que producen la objetividad misma, o dicho de otro modo: sólo
puede haber tal cosa como objetos de conocimiento gracias a estos conceptos.
Tras los §§13 y 14 (el primero donde formula el problema, y el segundo que vimos
recién y que adelanta la solución, o al menos indica por qué camino deberá transitar)
comienza entonces propiamente el desarrollo de la DT A en la Sección II (A95), hablando
“De los fundamentos a priori de la posibilidad de la experiencia”. Allí dice:
Si cada representación singular fuera enteramente ajena a las otras y estuviera, por así
decir, aislada y separada de ellas, jamás se originaría algo como el conocimiento, el cual
es un todo de representaciones comparadas y conectadas. Por consiguiente, si al sentido,
porque él contiene en su intuición, una multiplicidad, le atribuyo una sinopsis
[literalmente: visión conjunta], a ésta le corresponde siempre una síntesis 9, y la
receptividad sólo puede hacer posibles los conocimientos enlazada con la espontaneidad.
Ahora bien, ésta es el fundamento de una triple síntesis que se presenta necesariamente en
todo conocimiento, a saber: de la aprehensión de las representaciones … en la intuición;
de la reproducción de ellas en la imaginación, y de su reconocimiento en el concepto.
9
“Síntesis” significa literalmente “poner con”, es decir, reunir, enlazar, conectar o unificar. Kant
define “síntesis” de este modo: “Entiendo por síntesis la acción de añadir unas a otras diversas
representaciones y comprender su multiplicidad en un solo conocimiento” (A77/B103).
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intuición temporal empírica tiene a su base la intuición pura del tiempo, por lo cual la triple
síntesis pretende dar cuenta, en última instancia, de la intuición pura del tiempo. La
intuición pura (que es la conciencia de una multiplicidad infinitamente divisible) es un
supuesto implícito en toda conciencia empírica, y la triple síntesis es condición de
posibilidad de la intuición pura, y por ende también de toda conciencia empírica 10. En
suma, si bien la DT A puede parecer por momentos referirse a hechos “psicológicos”, en
realidad intenta “evidenciar la estructura de las condiciones que posibilitan la vida mental.
Y el proceso que la hace evidente no consiste en una meditación sobre fenómenos
psicológicos particulares sino en un análisis de los supuestos de la conciencia del tiempo”
(Torretti, p. 285). Se hará claro en la exposición que Kant no está desarrollando meramente
una descripción introspectiva, sino argumentando para mostrar supuestos y condiciones de
posibilidad.
Las “tres síntesis” que describe no son tres fases o momentos sucesivos, sino una
misma operación de síntesis que Kant desglosa en tres factores que son correlativos, uno
supone el otro. En función de la claridad expositiva, resumiré el desarrollo de la DT A a
partir de este punto en 7 pasos (que referiré a las secciones correspondientes de la KrV, si
bien este esquema de 7 pasos es una reconstrucción que no se corresponde sección por
sección, sino que más bien intenta reflejar la estructura general del recorrido
argumentativo.)
1. En primer lugar, las intuiciones se dan (algunas) en el espacio y (todas, aun las
espaciales) en el tiempo, y para que se den temporalmente se necesita que no estén
contenidas en el instante sino que sean recorridas, que estén unas con otras en determinadas
relaciones, es decir, que se den unas después de otras. La experiencia es experiencia de una
multiplicidad de representaciones enlazadas, es decir que consta de multiplicidad y también
de enlace (Kant define “experiencia” (Erfahrung) como “conocimiento por percepciones
enlazadas” o “conectadas” en A161). Las múltiples intuiciones se nos dan como una
multiplicidad de intuiciones. Esta es una primera síntesis, la “síntesis de aprehensión” de
una multiplicidad en la intuición (A98-A100), la mera recolección de los elementos de la
multiplicidad sensible.
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… pues en cuanto contenida en un instante, ninguna representación puede ser jamás otra
cosa que absoluta unidad. Ahora bien, para que de este múltiple resulte unidad de la
intuición (como por ejemplo en la representación del espacio) es necesario en primer lugar
el recorrer la multiplicidad y luego el reunirlo a él 11, acción que llamo síntesis de la
aprehensión porque está directamente dirigida a la intuición, la cual ofrece por cierto un
múltiple, pero no puede nunca producirlo como tal (A99).
Kant agrega que esta síntesis no sólo debe darse con los datos empíricos (donde es
más fácil reconocerla), sino con la aprehensión de la multiplicidad infinita que está en
juego en las intuiciones puras (lo que ya establece que una actividad (intelectual) es
condición de las intuiciones puras del espacio y el tiempo).
2. Ahora bien, para que esta aprehensión de una multiplicidad sea posible es necesario
que las intuiciones que van pasando en el tiempo sean agregadas, retenidas o reproducidas
(Kant dirá también “evocadas”, recordadas) junto con las nuevas, es decir que es necesario
que no queden circunscritas al instante anterior, y a esto Kant lo denomina la “síntesis de
reproducción” en la imaginación (A100-A102).
11
Según las traducciones: “reunirlo” (al múltiple o al recorrido) o “reunirla” (a la multiplicidad).
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habría una fragmentación infinita y ninguna unidad, si yo no reconozco que soy yo, la
misma conciencia, la que tiene ambas representaciones.
Pues esta conciencia una es la que unifica en una representación lo múltiple intuido poco a
poco y luego también reproducido … (A 103).
En la explicación de Torretti:
Si yo no sé que soy yo el mismo que escuchó doce campanadas una tras otra y ahora las
recuerda a todas, malamente puedo identificar las campanadas reproducidas con las antes
escuchadas y averiguar así qué hora es…. A esta conciencia de la mismidad -que esto
significa precisamente autoconciencia- del proceso sintético de la vida mental Kant la
llama apercepción, valiéndose de un término empleado ya por Leibniz para designar la
conciencia de sí, que alude a su carácter de acompañante de la percepción (ad-perceptio),
conciencia de la conciencia perceptiva. (Torretti, p. 294,295)
(Por esto es que en la DT B Kant afirmará que “el yo pienso debe poder acompañar a todas
mis representaciones”: no importa que yo de hecho me percate de mí mismo al tener
conciencia de algo o no me percate, sino que es necesario contar con esta apercepción, con
este yo, para poder dar cuenta de la unidad de la conciencia. No se trata de una
autoconciencia empírica o un yo empírico, sino de una autoconciencia (o un yo)
independiente de la experiencia, a priori, y condición de posibilidad de toda experiencia,
trascendental.)
La unidad numérica de esta apercepción sirve pues a priori de fundamento de todos los
conceptos (A107). … La conciencia originaria y necesaria de la identidad de sí mismo es a
la vez una conciencia de una unidad igualmente necesaria de las síntesis de todos los
fenómenos según conceptos, es decir, según reglas ….. pues sería imposible que la mente
pudiera pensar, a priori, la identidad de sí misma en la multiplicidad de sus
representaciones, si no tuviera ante la vista la identidad de la acción suya, que somete toda
síntesis de la aprehensión (que es empírica) a una unidad trascendental, y hace posible,
ante todo, su concatenación según reglas a priori. (A 108)
Decir que la conciencia es una y la misma es decir que es una y la misma respecto
de la multiplicidad de las representaciones que unifica, que sintetiza (de acuerdo con sus
reglas a priori), de modo que la unidad de la apercepción trascendental se coimplica con la
actividad de síntesis categorial de esa multiplicidad. 13 Lo que se ha demostrado necesario a
la vez que la apercepción trascendental, es entonces la actividad del entendimiento, el
13
Aquí culminaría, según una distinción discutida, lo que Kant llama en la DT A la “deducción
subjetiva”, que relaciona la más rudimentaria experiencia de un contenido sensible con la unidad
del yo, correlativa de la unidad de un objeto. La restante “deducción objetiva” apuntaría a mostrar
que las categorías son necesarias para la experiencia de objetos.
23
En el comentario de Torretti:
7. Hasta aquí, quedaría demostrada la necesidad de las categorías para las síntesis.
Ahora bien, ¿cómo sabemos que estas categorías que estructuran las acciones sintéticas de
la conciencia se refieren a objetos? Para esto Kant desarrolla un concepto particular de
14
Este paso junto con el siguiente posiblemente son los más problemáticos del argumento, como
señala Torretti: “A la luz de lo dicho … no es tan obvio que las condiciones de la unidad de la
autoconciencia, cuya necesidad ha evidenciado la DT, sean esas mismas categorías que inventarió
la “deducción metafísica” basándose en su identidad con las funciones del juicio” (p. 310-311).
24
1. Comenzamos con el dato arrojado por la Estética: no nos son dados datos sensibles
dispersos e inconexos, sino que nos es dada una multiplicidad sensible necesariamente en la
sucesión. Hay que dar cuenta, entonces, de esta “sinopsis” o enlace observado en la
sensibilidad, que implica una “síntesis” (una actividad de unificación) que no puede ser
propia del sentir (que es pasivo). Hay entonces una “síntesis de aprehensión” que se da en
la intuición (aunque no está a cargo suyo), que es el simple aprehender o recorrer esta
multiplicidad según cierto orden (por ejemplo al contar, o al recorrer una línea, o al
considerar un lapso de tiempo).
2. Esta síntesis de aprehensión supone una “síntesis de reproducción”: cada nuevo instante
o punto debe ser acompañado por la evocación de los anteriores para que sea posible
aprehender o recorrer una multiplicidad.
7. Si las categorías son necesarias para la experiencia de cualquier objeto (que debe darse
como una unidad de representaciones enlazadas), entonces son objetivas, es decir, se
aplican o refieren a objetos de la experiencia (porque ninguno podría darse en la
experiencia sin ellas, que son su condición de posibilidad). Y esto es lo que se proponía
demostrar la DT.
Recapitulemos todo el recorrido con otras palabras para ver cómo algunas ideas
anteriores confluyen en este último paso. La Estética mostró que las sensaciones se nos dan
enlazadas, en relación, unas con otras (esto es lo mismo que decir que la materia de la
sensibilidad sólo es recibida según cierta forma, la forma es el modo en que se relacionan al
ser recibidas, unas fuera de otras (algunas de ellas) y unas después de otras (todas ellas)).
Ese darse de modo enlazado supone una actividad de síntesis, de unificación, que no puede
ser propia de la sensibilidad que es pasiva, de modo que Kant pasa a analizar el
entendimiento en la Analítica. Allí empieza diciendo, en la DM, que la función del
entendimiento, pensar, es poner en relación representaciones, ya sean éstas sensibles
(intuiciones) o intelectuales (conceptos). Y sólo ponemos en relación representaciones de
acuerdo a ciertas reglas que son a priori, propias de la constitución del entendimiento
mismo, que se ponen en evidencia cuando relacionamos conceptos en un juicio. Tratándose
del mismo entendimiento (de la misma operación intelectual de enlazar representaciones,
27
- Kant afirma que primero tenemos un múltiple sensible, fenómeno o percepción, cuyo
enlace no puede venir de la sensibilidad misma, sino de una facultad activa, la imaginación,
que “lo lleva a una imagen” al aprehenderlas (acá la aprehensión que se decía antes que se
daba “en la intuición”, se aclara más expresamente que se da “en la intuición” pero la
realiza activamente la imaginación). La imaginación “evoca [las representaciones pasadas]
reuniéndolas con las que siguen”, mediante una función reproductiva, y empírica.
-Para que se asocien efectivamente, es necesario que las representaciones sean a priori
asociables [A122]. A esta “asociabilidad” Kant la llama “afinidad”, y la atribuye a la
apercepción: el que yo tenga conciencia de mí mismo como uno al tener experiencia de esta
29
multiplicidad es la condición a priori de que sean afines, asociables, y esto hace posible que
se asocien efectivamente de una u otra manera.
El siguiente párrafo final resume el recorrido y explicita las conclusiones de la Sección III:
Kant hará ver que la apercepción sólo puede acompañar a todas mis representaciones si
éstas satisfacen ciertas condiciones, requeridas para que puedan combinarse en una sola
conciencia autoconsciente, e interpretará a las categorías o conceptos puros primordiales
como la representación general de estas condiciones. … Lo que Kant llama
‘reconocimiento en el concepto’ consiste propiamente en la conciencia de la identidad de
la regla que preside la aprehensión y reproducción de lo múltiple representado. Ello es
notorio en el caso de la síntesis empírica: reconocer que esto es un gato, aquello un
teléfono, es tomar conciencia de que las presentaciones sensibles que refiero a cada uno de
estos objetos se suceden y combinan conforme a cierto patrón o esquema, diferente en uno
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y otro caso, y los conceptos de gato y de teléfono no son sino las representaciones de la
regla o ley propia de cada uno de estos esquemas (la cual preside y organiza la percepción
de cada gato, de cada teléfono). Kant admite que los conceptos empíricos se forman por la
asociación habitual de las representaciones en combinaciones que se repiten; pero hace
ver que esta asociación supone que las representaciones sean por lo menos asociables, lo
cual demanda, por cierto, que ellas satisfagan las condiciones más generales para que se
las pueda combinar en una autoconciencia. Sabemos que las categorías son los conceptos
de estas condiciones generales y entendemos ahora por qué pudimos decir que tales
conceptos corresponden a las reglas universales de la síntesis. Las asociaciones que
generan estos patrones habituales de síntesis cuya regla representan los conceptos
empíricos presuponen patrones o esquemas universales cuyos conceptos son las
categorías.15 Cada esquema de síntesis empírica es una particularización, condicionada
por los datos sensoriales, de uno de estos esquemas universales. Se ve así que las leyes o
reglas de estos esquemas organizan todo el contenido de la conciencia empírica, y que las
categorías, que representan dichas leyes, son aplicables a todos los objetos de la
experiencia. (Torretti, pp. 295, 296)16
15
“La síntesis de las representaciones tiene que seguir ciertas pautas generales, a que se ajustan
necesariamente esas pautas más particulares de síntesis que dijimos que se constituían con el hábito
de asociación. Mientras estas pautas o esquemas particulares corresponden a los conceptos de las
diversas clases de objetos, aquellas pautas generales que definen los límites de la asociabilidad de
las representaciones determinan el concepto de objeto en general” (ibid., pp. 302,3)
16
Como señala Torretti, al finalizar esta DT A la relación entre imaginación, entendimiento y
apercepción se formula en términos bastante complejos (las síntesis son atribuidas a uno o a otro de
estos tres términos en distintos pasajes). Kant define el entendimiento como una relación entre
imaginación y apercepción en el siguiente texto: “la unidad de la apercepción en relación con la
síntesis de la imaginación es el entendimiento, y la misma unidad referida a la síntesis trascendental
de la imaginación es el entendimiento puro” (A119). Sin embargo, Torretti afirma que la aparente
complejidad no es tal, ya que “da lo mismo decir que el entendimiento es la unidad de la
apercepción en cuanto regula y unifica la síntesis que la imaginación ejerce sobre lo múltiple dado
en la intuición, o decir que la apercepción es la autoconciencia del entendimiento o espontaneidad
unificadora de lo múltiple que pudiera darse en una intuición cualquiera en general, espontaneidad
que toma el nombre de imaginación en cuanto ejerce su función efectivamente en la síntesis de la
multiplicidad dada en nuestra intuición espacio-temporal humana” (p. 322).
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si sólo nos ocupamos de fenómenos, no sólo es posible sino también necesario que ciertos
conceptos a priori precedan al conocimiento empírico de los objetos. … La manera como
lo múltiple de la representación sensible (intuición) pertenece a una conciencia, precede a
todo conocimiento del objeto, como forma intelectual de él; y ella misma constituye, a
priori, un conocimiento formal de todos los objetos [A130] en general. … Por tanto, los
conceptos puros del entendimiento son posibles a priori, y aun, con respecto a la
experiencia, necesarios [a priori], sólo porque nuestro conocimiento no se ocupa más que
de fenómenos, cuya posibilidad reside en nosotros mismos, cuya conexión y unidad (en la
representación de un objeto) se encuentran meramente en nosotros, y por tanto, deben
preceder a toda experiencia y deben hacerla también, ante todo, posible a ésta, por lo que
respecta a la forma.
Si bien no vamos a verlo aquí, menciono que más adelante, desde B176 (“Del
esquematismo de los conceptos puros del entendimiento”, parte de la Analítica de los
Principios), Kant dirá que si bien ha mostrado que las categorías se refieren a objetos, hay
una heterogeneidad entre categorías y objetos, ya que los objetos se nos presentan en la
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sensibilidad, son temporales, de manera que hay que mostrar cómo pueden subsumirse en
conceptos a priori. Para aplicarse a objetos, las categorías tienen que “temporalizarse”, y el
entendimiento convertirse en imaginación. De esa manera la estructura atemporal S es P se
transforma en sustancia y accidente, que supone el tiempo: la sustancia como sustrato
permanente e inmutable con propiedades mudables en el tiempo. Del mismo modo, si-
entonces, fundamento-consecuencia, se transforma en el esquema de causa y efecto
sucesivos en el tiempo. El “esquema de un concepto” es “la representación de un
procedimiento general para procurarle a un concepto su imagen” (A 140).
Consigno a continuación la lista de temas de esta clase que deben tener en cuenta
para estudiar.
5. Deducción trascendental de las categorías A (abarca de A84 hasta A130, pero sólo es
tema de estudio lo expuesto, es decir, hasta A114)