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Eugène François Vidocq (24 de julio de 1775- 11 de mayo de 1857) fue un criminal francés, que
luego de ser apresado por la policía de París, pasó a ser parte de ella como investigador. Por su
saber experto que le había dado ‘la calle’ del delito, se convirtió en el modelo del detective
moderno; aquel lector de los índices dejados por el crimen, el robo o la estafa, y que sólo una
mente especial como la de él podían hilvanar como parte de una investigación policial. Vidocq
escribió sus distintas ‘hazañas’ detectivescas en relatos a manera de memorias; textos que
constituyen las primeras formas de relato policial moderno. Víctor Hugo y Balzac retomaron a
Vidocq en sus historias.
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Con trama al revés nos referimos al problema de la relación entre la historia del crimen, es
decir, la historia acaecida y que ha culminado con la presencia de una muerte y la historia de la
investigación que empieza justamente a partir de esa muestra. Este asunto ya fue referido en el
apartado anterior cuando se habló sobre las dos historias que todo policial articula (Todorov
Eugène François, 1974).
[Poe es quién] puso en función su método en muchos de sus poemas e
historias. Pero donde resulta más evidente es en la historia policíaca en
que Dupín, su detective, es un artista esteta que aclara los crímenes con
un método de perfección artística. No es sólo la novela policíaca el
mejor ejemplo de operar hacia atrás, de efecto a causa, sino que es
también la forma literaria en que el lector se ve profundamente
implicado como co-autor. Fue Edgar Allan Poe quien primero elaboró
lo racional de la conciencia última del proceso poético y quien vio que,
en lugar de dirigir la obra al lector, era necesario incorporar el lector a
la obra. Poe vio claramente que la anticipación del efecto era la única
forma de lograr el control orgánico del proceso creador (Marshall
McLuhan, 1985, 32. En: Link, Daniel, 2003, 49) (La cursiva es
nuestra).
Una novela clásica tendría más o menos estos mismos ingredientes (…)
Habría sin lugar a dudas un crimen, una víctima, un criminal y un
detective encargado de esclarecer los hechos (…) Además, el
protagonista, es decir, el detective, alguien que probablemente no sería
un policía, estaría en capacidad de resolver el enigma sin necesidad de
fatigarse demasiado (…) Emplearía con fe casi religiosa un método
racional (…) Una vez resuelto el misterio, tendríamos la certeza, como
lectores, de que la sociedad, esa sociedad de ficción que pretende ser un
reflejo de la nuestra, ha vuelto a encauzarse por el buen camino o, lo
que es lo mismo, ha vuelto a ser un lugar seguro en el cual vivir
(Albornoz, María Laura, 2011, 160).
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Entendemos una historia con temporalidad lineal, con una delimitación de roles de personajes
estables y los tres niveles básicos de todo relato: introducción, nudo y desenlace.
para que la disperse el autor” (Link, 2003, 59).
10. La novela policial debe ser honesta al lector. Los hechos deben ser
expuestos con imparcialidad, deben permitir la deducción. No se
deben distorsionar los elementos que se ofrecen.
Mi teoría era que los lectores sólo se imaginaban que les interesaba
únicamente la acción, que, en realidad, aunque no lo sabían, la acción
les preocupaba muy poco. Lo que les gustaba, igual que a mí, era la
creación de emociones a través de la descripción y el diálogo. Las cosas
que recordaban, lo que les obsesionaban, no era, por ejemplo, que un
hombre fuera asesinado, sino que en el momento de su muerte estuviera
tratando de alcanzar un clip de la reluciente superficie de una mesa, y el
clip se alejaba de él cada vez más, de modo que en su rostro había una
expresión tensa y sus labios se abrían en una especie de mueca
atormentada, y lo último en que se le ocurriría pensar era en la muerte.
Ni siquiera oirá a la muerte llamar a la puerta. Aquel maldito clip
seguirá escapándosele de los dedos (Chandler, Raymond, 1976. En:
Link. D., 2003, 89).
La primera novela de Chandler El Sueño Eterno (1939) prefiguró lo que
serían sus mejores obras, La dama del lago (1943), El Largo Adiós (1953) en las
cuales el detective Philip Marlowe juega definitivamente ese doble rol de sujeto
duro y, al mismo tiempo, ético y austero. De algún modo, este nuevo detective no
sólo trata de atrapar al ladrón, al asesino, al criminal o de resolver el crimen de la
‘heredera millonaria en su casa de campo’, sino de hacer comprensible cierto
estado de la sociedad y entender ese crimen como constitutivo de una red de otros
mayores con culpables que tal vez nunca sean descubiertos:
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La más famosa de las duplas investigativas, una especie de Quijote/Sancho, pero
contemporánea y dedicada a la investigación, Holmes/Watson representan el juego, la
complementariedad entre la racionalidad cartesiana y abductiva del primero y la proactividad
pragmática del segundo. El resultado, dos personajes que pueden resolver el enigma justamente
por esa suma de competencias. 23 Las aproximaciones al nuevo policial latinoamericano y, en
particular, en Argentina, serán desarrolladas en el próximo capítulo.
su existencia con un final cuasi borgeano que recuerda La casa del asterión
(1935) o El fin (1949).
Finalmente, podemos hablar de una tendencia del género policiaco en la
que se combina el racionalismo de la escuela inglesa con la violencia de la serie
negra, más elementos de la ciencia ficción, el espionaje y el erotismo, como ya
hemos señalado y de la que es principal representante el británico Ian Fleming,
creador de James Bond; corriente a la que se suman cientos de héroes y
superhombres y que la historieta y dibujos animado han sabido recrear con éxito.
Como se observa, no sólo la literatura -en su forma narrativa tradicional de
cuento o novela-, sino también la historieta, el cine y la televisión, entre otros
soportes, han receptando, de alguna manera, el policial, confirmando la vigencia
del género como espacio sensible y dinámico de prácticas discursivas sujetas, no
sólo a las estéticas que organizan el campo artístico, sino, también, a las nuevas
conflictividades sociales de cada momento de producción.