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La pelirroja está apoyada sobre la barra del bar, Cada tanto le iba dando sorbos a la bebida

que tenía en su mano y dirigía su mirada a los alrededores. El tequila estaba lleno de gente.
Hoy habían hecho un evento de karaoke. Por eso estaba encerrada en el local.

La verdad se encontraba en aquel lugar ya que le había prometido acompañar a Hector hace
un par de días. Hoy no estaba de humor para fiestas, luego de un día de mucho trabajo en la
clínica. Lo único que le interesaba era estar acostada en su cama, con alguna película
sonando de fondo.

Su amigo le había abandonado ni bien cruzaron la puerta del local. Así que estaba sola, en
un lugar donde no quería estar. Al menos tenía bebidas en descuento, así que opto por
ponerse con su mejor cara y disfrutar el evento con unas cuantas copas.

Ya era su sexto vaso de aquella noche. No recordaba qué era lo que estaba tomando. Solo le
pidió al barista algo fuerte, que le ayudará a sobrevivir esa noche.

Desde su posición, tenía una vista periférica de todo el bar. Veía gente bailando en la pista;
algunos otros cantando canciones que no reconocía. Al parecer toda la ciudad se había
puesto de acuerdo para disfrutar del plan que las dueñas del negocio habían creado para la
ciudadanía. Por lo menos todos disfrutaban de lo que ofrecían, así que podría decirse que
fue un éxito.

Cuando nota que ya se había quedado sin bebida, sale de su escondite para dirigirse en
búsqueda de otro vaso. Las copas que tiene encima hace que su caminar sea un poco
tambaleante, pero logra llegar a su objetivo luego de unos minutos. Pide una copa más, esta
vez de Vodka, y va hacia la pista de baile.

Justo en ese momento una chica que no reconocía estaba cantando un tema. El alcohol en
su sistema no le ayudaba a entender muy bien la canción, pero estaba segura que era sobre
desamor. Como si el universo supiera cómo es que se siente Samara muy en el fondo y le
estuviera mandando señales para que lo descubra.

Dejándose llevar, comienza a mover lentamente su cuerpo al son de la música. Ya que


estaba en la fiesta, tenía que aprovechar el tiempo. Tal vez se cruce con alguna persona para
coquetear y tener un beso aquella noche. Después de todo, era su noche y todo podía
mejorar a partir de ahora.

Llevaba ya unos cuantos minutos en la pista bailando sin parar. Bueno, únicamente paraba
cuando notaba que se quedaba sin bebida e iba a buscar otra. Su cuerpo ya estaba actuando
por su cuenta. Ella había perdido completamente el control del mismo. Seguramente se
despertará con un dolor muy fuerte de cabeza y una resaca incontrolable, pero eso era
problema de la Samara del futuro. La del presente, solo quería disfrutar la fiesta.

Mientras bailaba, sus ojos buscaban alguna víctima para empezar su plan de conquista. Su
cuerpo buscaba algo de contacto físico con otro humano, luego de tantos días sin tenerlo a
causa de lo que ya estaba olvidado en lo profundo de su corazón. Esta noche era su noche y
no podía terminar sin un beso a alguien, no le importaba a quien.

Fue durante una canción romántica, cuando encontró a su objetivo. Había algo que la atraía
hacia ese hombre, como si ella fuera un metal y él, un imán. Se iba moviendo de a poco,
entre el mar de gente que los separaba. Mientras más se acercaba, más notaba aquella
atracción. Y no fue hasta estar a un par de centímetros del desconocido, que se dio cuenta
porque lo notaba.

-Steve- susurra para sí, la psiquiatra, observando fijamente al hombre que estaba de
espaldas frente a ella.

••

Ivan estaba un poco alejado de la pista, recuperando un poco el aire, mirando hacia los
distintos actos que los ciudadanos hacían aquella noche. Pega un pequeño salto, al notar
como alguien comienza a abrazarle por la espalda. Por el rabillo del ojo, logra notar como un
mechón de pelo rojo cae sobre sus hombros. Sin pensarlo, decide cerrar los ojos, mientras
nota como las dos manos de la persona desconocida terminan uniéndose en la zona de su
abdomen; para luego terminar pegado al cuerpo ajeno.

–Hola– escucha como le susurra en un oído, aquella voz femenina que hace días esperaba
escuchar.

–Hola– susurra el de vuelta, mientras abre lo ojos y comienza a girarse, para mirarle a la cara
a la pelirroja

Después de eso, ninguno de los dos dice nada. Mientras que él policía está buscando un plan
para zafarse del agarre de la joven, ella está planeando su próximo movimiento. Eso sí,
ninguno quita su mirada del otro. Ahora mismo ellos dos eran los únicos seres vivientes en
aquel bar.

–Hace mucho que no te veo– confiesa la pelirroja, mientras libera lentamente aquel abrazo,
para dejar sus manos en la muñeca del otro.
–¿Esa era la idea, no?– le responde el muchacho, mientras controla su respiración y guía a
su cuerpo para terminar apoyado sobre la pared del negocio.

Al escuchar esa pregunta, Samara se queda sin respuesta para darle. Así que lo que hace es
mover sus manos hacia los hombros de Ivan y hacer fuerza, para volver a pegar sus cuerpos.
Por su parte, el agente estaba intentando estar en modo alerta. Se había tomado unas dos o
tres copas, pero aún tenía control sobre su cuerpo. Desde la primera interacción se había
dado cuenta que su acompañante estaba borracha, así que tenía que terminar este
encuentro cuando pudiera; antes que todo se vaya de las manos.

Se quedan unos segundos en aquella posición, hasta que la canción que sonaba de fondo
cambia y es lo que vuelve a la realidad a Samara. Tiene frente suyo acorralado a Steve, o
mejor dicho a quien ella cree que es Steve. Sin perder más tiempo, toma sus mejillas con
ambas manos y corta la distancia que hay entre ellos, uniendo sus labios en un beso. Un
beso que comienza siendo desesperado y hambriento, al menos por parte de la joven. El
joven, tardó unos dos segundos en notar lo que estaba sucediendo. Su cerebro le está
gritando que se alejara y que terminará aquella interacción. Pero su corazón le estaba
ganando, así que se dejó llevar, transformando aquel beso hambriento en algo más
romántico y dulce. Ninguno de los dos saben cuánto tiempo estuvieron así. Lo único que
saben es que se separaron por la falta de aire.

Una vez separados, es cuando el cerebro de Ivan vuelve a tener el control de todo el cuerpo
y nota el pedazo de error que había cometido. Otra vez se había dejado llevar por las
emociones y todo el autocontrol que estuvo recolectando en estos días, se esfumaron en un
segundo. Empieza a notar como su cuerpo comienza a tensarse, aunque intenta disimularlo.
Lo que menos desea ahora es explicarle sus emociones a su acompañante.

Por su parte, la pelirroja está contenta. Hace mucho tiempo que no se sentía tan satisfecha
con un beso. Es como si sus labios ya conocieran los labios del contrario y la comodidad que
sintió al unirlos es inexplicable. Ella le sonríe al contrario, recibiendo el mismo gesto de su
parte. Aunque a causa del alcohol no logra descifrar que es una mueca más que una sonrisa.

Justo en ese momento, la joven percibe como alguien le toca la espalda. Se da la vuelta y se
encuentra con la mirada confusa y analizadora de Hector, dándole la espalda al policía. Ivan
suspira profundamente, cuando la psiquiatra se aleja de él, y con un simple movimiento de
cabeza le agradece al que acaba de llegar, por captar la atención de la muchacha. Sin mirar
atrás, se aleja rápidamente de aquel lugar donde se encontraban, repitiendo mentalmente la
escena que acaba de pasar y un dolor en el pecho que ahora mismo no puede controlar.
–Vamos Samy– ordena Héctor, al ver marchar al Sargento –Ya es tarde y mañana será un
nuevo día– añade, tomándole de la mano a la susodicha y guiandola hacia las afueras del
local

–Me acabo de besar con Steve– confiesa alegre Samara –Fue de los mejores besos que he
tenido en mucho tiempo–

–Si si, un gran beso con Steve– dice su amigo, el cual observó toda la secuencia desde la
lejanía y sabe que no fue con el famoso Steve –Anda vamos a tu apartamento, que seguro
estás cansada– agrega, mientras enciende el motor del coche rojo y ambos amigos se alejan
del bar, dando por finalizada esa noche.

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