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13 Dias J#diendo con

K.L. Hiers
Montruos

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Montruos

NOTA DEL STAFF


Esta traducción está hecha sin fines de lucro, es un trabajo realizado por
lectoras a lectorxs con el fin de compartir contenido y que todos puedan
leer.
Nosotras no ganamos nada monetariamente, solo la satisfacción de
compartir.
Con esto no queremos desprestigiar el arduo trabajo que todos los
escritores invierten en sus historias. Incentivamos a la compra legal del
material para apoyar a los autores en fin de retribuir de una forma
monetaria como agradecimiento por todas las historias que nos brindan.

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K.L. Hiers
Montruos

CONTENIDO
Sinopsis
Dedicatoria
Día Uno
Día Dos
Día Tres
Día Cuatro
Día Cinco
Día Seis
Día Siete
Día Ocho
Día Nueve
Día Diez
Día Once
Día Doce
Día Trece
Acerca de K.L. Hiers

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Montruos K.L. Hiers

SINOPSIS
¡Disfruta de trece historias únicas inspiradas en historias de terror con
pasiones perversas de proporciones bestiales! ¡Desde hombres lobo feroces
hasta fantasmas misteriosos, cambiaformas solitarios y muchos más!

➙ Extrañas fotos aparecen en el teléfono de un hombre a pesar de que vive


solo en su departamento.
➙ El mundo se sorprende cuando una astronauta regresa de un viaje a
Marte, casado y embarazado.
➙ Quedar atrapado en un viejo psiquiátrico es algo malo, pero estar
atrapado ahí con una entidad invisible es algo mucho peor.
➙ Un infame jefe de la mafia tiene un oscuro secreto que le ha estado
ocultando a su esposo, pero la luna llena revela la verdad...

...¡Y muchos más!

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A Mozzarus Scout, Amanda Daria, Amanda Meuwissen, Julie


Hanson, The Red Harlequin, Stephness y a mi querida Slimy.

¡Gracias por alentar mi locura hacia los monstruos!


-Kat

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DIA UNO: IMAGEN


En mi teléfono hay una foto mía durmiendo anoche. Se me ve muy
tranquilo, pero el problema es que vivo solo.
Advertencia: El siguiente relato incluye elementos de dudoso
consentimiento secundarios al consumo de alcohol y a un
monstruoso coito con nudo.

La fotografía era ciertamente inocente, sólo una foto rápida de él


durmiendo, pero Kevin no entendía cómo había llegado a su teléfono.
Después de todo, vivía solo.
Había sido tomada desde arriba, como si alguien estuviera de pie sobre su
cama, y estaba perfectamente enfocada. No había ninguna posibilidad de
que se hubiera movido accidentalmente y hubiera disparado la cámara en
mitad de la noche. No había estado bebiendo, así que no era como si se
hubiera tomado un selfie borracho.
Y sus manos estaban visibles, bien metidas bajo la cabeza mientras dormía.
Había estado tratando de encontrar una foto de su cena de anoche para
enviársela a su padre cuando la encontró.

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El querido papá se había preocupado por la larga serie de pedidos de


comida para llevar que se cargaban a la tarjeta de crédito familiar, y Kevin
estaba decidido a demostrarle que estaba haciendo un esfuerzo por comer
en casa. Claro, sólo eran unos fideos con salsa de lata, pero era un
comienzo.
Al desplazarse por las fotos de pasta de aspecto lúgubre había aparecido la
extraña foto de él mismo, y Kevin estaba sinceramente perplejo.
También estaba más que asustado.
La revisión de múltiples escenarios no explicaba quién la había tomado.
Que alguien entrara en su nuevo apartamento para sacarle una foto
durmiendo no tenía ningún sentido, pero no podía desterrar la idea una vez
que había entrado en su mente.
Se levantó del sofá y comprobó la puerta principal, encontrándola cerrada y
con la cadena asegurada. Luego fue de ventana en ventana para asegurarse
de que todas estaban cerradas y aseguradas también. No notó que faltara
nada y no encontró señales de que alguien más hubiera estado ahí.
Se sentó de nuevo en el sofá y volvió a mirar la foto.
La fecha era de las dos de la mañana, y no había ninguna otra pista que
pudiera explicar cómo se había tomado o quién lo había hecho. En realidad
era una foto muy bonita de sí mismo, si era sincero.
Parecía... tranquilo.
Tenía una pequeña sonrisa en la cara, y estaba durmiendo, tan feliz como
podría ser.
Borró la foto. Tenía otras cosas de las que preocuparse.
Como deshacer las maletas.
Anoche había sido su primera noche en su nuevo apartamento.
Era el mismo complejo en el que vivía desde hacía unos años, pero tuvo que
mudarse cuando una tubería se rompió e inundó su antigua casa. Los
propietarios le ofrecieron una dulce mejora, un apartamento de dos

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dormitorios por el mismo precio que el de un dormitorio en el que había


estado viviendo.
A Kevin le pareció un buen trato y no le importó que estuviera en uno de los
edificios más antiguos. Por fin podría tener una oficina, y ni siquiera le
importaba por qué los propietarios parecían tan ansiosos por meterlo aquí.
Probablemente no tenía nada que ver con esa extraña foto.
¿Verdad?
Intentó olvidarse de ello y prepararse para el trabajo.
Después de un largo día de introducción de datos sin sentido, volvió a su
nuevo apartamento para ducharse e instalarse para la noche. Comió restos
de pasta, vio vídeos en su teléfono y luego decidió irse a la cama. No tenía
energía para desempaquetar ninguna de las cajas que quedaban, y no le
apetecía enviar a su padre fotos de la misma cena que había tenido la noche
anterior.
Se fue a la cama, estirándose y poniéndose cómodo. Estaba listo para
desmayarse, pero un extraño sonido atrajo su atención hacia el armario.
Un crujido.
Inocente al principio, pero pronto se hizo ineludible que algo se movía
desde dentro.
No, probablemente se trataba de un ratón.
El ruido se hizo más fuerte, más pesado.
¿Un mapache? No, tenía que ser más grande, mucho más grande, y Kevin
se quedó helado.
Lo único que debería haber en ese armario era un saco de ropa sucia y cajas
de cintas VHS de las que nunca había tenido el valor de desprenderse. No
debería haber nada en absoluto allí que hiciera tan...
Oyó el tirón de la puerta del armario.

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La sangre de Kevin se convirtió en hielo y todos sus miembros se negaron a


obedecer sus órdenes de huir. Estaba de espaldas al armario y no se atrevía
a darse la vuelta y enfrentarse a lo que fuera que se agitaba allí.
Incluso cuando la puerta se abrió con un ruidoso chirrido de sus bisagras,
se vio totalmente atrapado por su propio terror.
Podía oír la respiración, pesada y caliente, de algo muy grande que se
acercaba. La sombra que proyectaba la luz de su despertador digital parecía
llenar toda la habitación, y se oía el claro sonido de unas garras
arrastrándose contra la mesilla de noche. Un nuevo sonido, el tanteo de un
objeto de plástico, un pitido familiar... espera, era su teléfono.
Esa cosa del armario estaba intentando abrir su teléfono y... un clic.
Era el clic de la cámara que se apagaba.
—¿Qué estás haciendo?— Kevin tartamudeó.
—Quería mostrarte...— El monstruo se acercó sigilosamente. A juzgar
por el chirrido de la cama cuando se subió al borde del colchón, era
absolutamente enorme.
Kevin no quería mirar, pero tenía que hacerlo. Tenía que ver qué era esa
cosa, y vaya, no, era gigantesca.
Medía fácilmente tres metros, tenía una silueta ancha y monstruosa con
una cabeza gruesa, un gran hocico y cuernos gigantes. Era oscuro, quizás de
color negro, porque parecía casi una sombra incluso con el brillo del
despertador resaltándolo. Tenía dos brazos, dos piernas, una forma
generalmente humanoide, salvo que su columna vertebral era demasiado
larga, y estaba cubierto de una piel gruesa y correosa.
Con el corazón martilleándole en la garganta, Kevin consiguió atragantarse:
—¿Q-ué… Mostrar qué?
—Lo feliz que puedes ser aquí—. El monstruo sonrió y mostró filas de
dientes afilados y brillantes. —Conmigo.

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—Eh, claro, eh, contigo—. Kevin estaba casi histérico, y finalmente


recuperó el control sobre sus músculos aterrorizados. Se arrimó a la
cabecera, mirando a su alrededor en busca de cualquier cosa que pudiera
utilizar como arma.
Golpear a esta cosa gigante con su reloj despertador probablemente no era
prudente.
—Sí—, gruñó el monstruo. —Conmigo.
Kevin no sabía qué hacer.
El monstruo no estaba tratando de hacerle daño, sino que estaba sentado
en el borde de la cama y lo miraba pacientemente, y Kevin no podía
imaginar qué demonios estaba esperando. Su mente sólo sacaba las peores
conclusiones posibles -comerlo, despedazarlo y luego comerlo un poco más-
, pero la maldita cosa seguía allí sentada.
—¿Eres bueno cocinando?
El monstruo pareció sorprendido por la pregunta, e inclinó su gran cabeza.
—¿Si...?
—¿De verdad?— Kevin se lamió los labios, tratando de humedecerlos
donde se habían secado por su hiperventilación. —Uh, porque eso sería
genial. Ya sabes. La cena. Soy un cocinero de mierda. Soy una mierda
cocinando, quiero decir. Mi madre se fue cuando yo era un niño, mi padre
es una mierda de cocinero, así que soy una mierda de cocinero, y vaya, no
puedo dejar de hablar. O cocinar. Definitivamente no puedo cocinar.
El monstruo se inclinó, lo suficientemente cerca como para que su aliento
caliente hiciera cosquillas en la cara de Kevin. Olía a bolas de polilla y a
canela rancia, y sus ojos brillaban con la misma luz tenue del despertador y
casi del mismo color azul verdoso.
—¿Te gustan los... ziti al horno?
—Eh...— Kevin tragó fuerte. —¿Sí?

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Y así fue como Kevin acabó en la mesa de su propia cocina viendo cómo el
monstruo gigante se paseaba entre los fogones y la nevera preparándole la
cena.
—Me llamo Retsillacam—, dijo el monstruo, —aunque el anterior
inquilino me llamaba Ret.
—¿Te... gustó eso?
—Sí.
Era mucho más fácil ver a Ret aquí fuera, a la luz de la cocina, y vaya, era
una bestia especialmente voluminosa. Kevin se sorprendió a sí mismo
rastreando todas las líneas ondulantes de los músculos de la espalda y los
hombros mientras se inclinaba sobre la estufa. Pensó que Ret tenía una
cola, pero al echar un vistazo a su redondo trasero cuando se agachó para
rebuscar en la nevera no se vio nada de eso.
Entonces, espera, ¿qué era lo que Kevin había visto...?
Ret se levantó y se dio la vuelta para mirar a Kevin, dándole una imagen
muy completa de lo que había visto.
Aquello era su pene colgando, suave y gruesa, y era absolutamente enorme.
—Okey, Ret—. Kevin se obligó a mirarle la cara, ignorando lo caliente
que se sentía de repente. —Entonces, eh, ¿qué estás haciendo exactamente
en mi armario?
—Ah. El anterior inquilino tuvo la amabilidad de abrir un portal a mi
dimensión y concederme el paso—. Ret volvió a los fogones, añadiendo
algunas especias más a la hamburguesa que estaba cocinando. La espátula
parecía ridículamente pequeña en sus gigantescas garras. —Nunca se cerró.
—¿Los dueños saben de ti?
—Saben que quería compañía...
—Vaya. Entonces, ellos... es por eso...— La mente de Kevin dio
vueltas. —¿Es por eso que querían traerme aquí?

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—No lo sé—. Ret se encogió de hombros. —Me preguntaron si quería


otro inquilino y dije que sí. Preferiblemente alguien joven... alguien que
pudiera quedarse conmigo durante un tiempo.
Había algo triste en la voz de Ret, lo que llevó a Kevin a preguntar: —¿Qué
pasó con el último inquilino? ¿La que se quedó aquí antes que yo?
—Murió.
—Oh. Lo siento mucho—. Kevin hizo una pausa. —Tú no... ¿lo sabías?
Ret resopló. —No. Falleció de vieja. Era una amiga muy querida.
—Cierto. Lo siento. Monstruo. Tenía que preguntar.
—Comprensible—. Ret utilizó su garra para abrir una lata de tomates
para añadir a la salsa, removiéndolos con la espátula.
—Entonces, ¿por qué estabas tomando fotos de mí en medio de la
noche otra vez?
—Ah, para que vieras lo feliz que eres aquí—. Ret abrió una botella de
vino, sirviendo una porción muy grande para llevársela a Kevin. —Los otros
inquilinos que los propietarios me han traído... no estaban contentos con
mi presencia.
Kevin no tenía ni idea de la procedencia de este vino -ni de ninguno de los
otros comestibles que Ret estaba utilizando para cocinar-, pero estaba
absolutamente delicioso. Era un tinto intenso, dulce y aromático, y se lo
bebió de un trago. —Ah. Bueno. Eres, eh, un poco demasiado.
—No puedo evitar que mi portal esté en un armario. Es muy difícil
hablar con la gente cuando te gritan.
—Me lo imagino.
Ret dejó la botella de vino en la mesa para Kevin y luego volvió a los
fogones. Tenía unos fideos hirviendo que Kevin juró que no estaban allí
hace un segundo, y ahora también había pan de ajo fresco.
—¿Vas a tomar algo de esto?— Kevin asintió al vino.

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—Oh, realmente no debería—. Ret negó con la cabeza.


—Vamos. No puedo ser el único que beba. Y tú todavía me estás
asustando un poco.
Ret resopló, y de repente tuvo un vaso gigante propio. —Ya está. ¿Mejor?
—Sí—. Kevin se lamió los labios y rellenó su vaso. —Un poco.
Al cuarto vaso, se sentía muy bien, y Ret se estaba volviendo muy, muy
guapo. A Kevin ni siquiera le importaba la piel negra y correosa, y tenía
unas ganas locas de tocarla para ver cómo se sentía. Ret no tenía
precisamente labios para besar, pero Kevin vislumbró una lengua larga y
gruesa que prometía. Ah, mierda, espera, ¿cuánto había bebido?
Los ziti al horno estaban absolutamente fenomenales, y Kevin se comió dos
platos. No había comido mucho de su intento de pasta sobrante de esa
noche, y los ziti de Ret eran lo mejor que había comido en años.
Se aseguró de hacer una foto de los ziti para enseñárselos a su padre
mañana.
Mientras Kevin terminaba su quinto vaso y se preguntaba si la botella se iba
a agotar alguna vez, vio que era casi medianoche. —Mierda.
—¿Hay algún problema?— Preguntó Ret.
—Es tarde. Todavía tengo que ir a trabajar por la mañana—. Kevin
sonrió. —Si quieres que me quede aquí, tengo que pagar el alquiler.
—Por supuesto.
—Yo... bueno, me lo he pasado muy bien. Gracias. La cena fue
maravillosa—. Kevin se sonrojó. Por alguna razón esto se sentía como el
final de una cita, y no estaba seguro de qué hacer. Ret lo estaba mirando de
nuevo, y el rubor en su cara creció. —Así que, supongo que tenemos que
decir buenas noches.
—¿Y mañana?— Ret retumbó con curiosidad.

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—¿Quieres volver a cenar? Uh... ¿Tal vez podría pedirnos pizza? Soy
un cocinero terrible, pero se me da muy bien pedir por teléfono.
—Me encantaría—. Ret ofreció su brazo para llevar a Kevin de vuelta a
la cama.
Mientras Kevin se ponía de pie y la habitación giraba, agradeció la ayuda.
Además, pudo sentir la piel de Ret, y era tan suave como el terciopelo.
Sí, estaba un poco borracho, y se aferró a Ret mucho más de lo que
realmente necesitaba, pero era agradable. Hacía meses que no salía con
nadie después de haber pillado a su ex engañándolo, y no había esperado
que el monstruo del armario fuera tan encantador.
O caliente.
Vaya, sí, Ret estaba muy bueno.
Cuando se tropezó con la cama después de apagar la lámpara, Kevin jadeó
cuando Ret se vino con él y aterrizó justo encima. Comenzó a reírse,
golpeando juguetonamente los grandes brazos de Ret. —Oh, ¿alguien ha
bebido demasiado, eh?
—No voy a responder a eso—, contestó Ret con obstinación, y enseñó
sus dientes puntiagudos en lo que, con suerte, pretendía ser una sonrisa.
Kevin volvió a reír, y deslizó las manos por los hombros de Ret, maravillado
por cómo el gran monstruo parecía encajar tan bien entre sus piernas.
Kevin respiraba ahora más rápido, y no podía dejar de mirar la boca de Ret.
—Así que...
Ret no se había alejado. En todo caso, se estaba acercando más, y miraba a
Kevin como si fuera el bocadillo más sabroso. —Así que...
Kevin podía sentir algo grande y duro clavándose en su muslo -oh, mierda,
era la polla gigante de Ret- y su propia polla se estaba animando. Esto era
una absoluta locura, pero el aire estaba cargado a la perfección, y sus
cuerpos estaban encajando tan bien. —¿Te gustan los tipos tontos que no
saben cocinar?

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—Ciertamente parece que sí -. Ret inclinó la cabeza y acarició el cuello


de Kevin, con una lengua larga y caliente que se deslizó para probar su piel.
—Ah, mierda—. Kevin se puso duro al instante, y gimió mientras Ret
le lamía el hombro. —¿Hiciste, hiciste esto con el otro inquilino?
—Ah, ¿Matsuri? Ella rechazó mis ofertas.
—¿Y si lo hago yo?
—Entonces me iré.
—Oh, bien. Así que no eres un monstruo violador. Eso es bueno. Uh...
entonces.
—Entonces.
—No creo, eh, no creo que vaya a declinar—. Kevin estaba tan duro
que no podía pensar con claridad. Estaba nervioso pero igualmente
excitado, y tal vez era todo el vino de la cena pero esto parecía una idea
bastante impresionante.
—¿Tengo tu permiso para tomarte...?
—Si eso significa joderme, entonces sí.
—Bien.
Kevin jadeó cuando fue volteado de repente sobre su estómago -mierda, Ret
era fuerte- y unos dedos con garras le abrieron las piernas. Volvió a jadear
cuando Ret rasgó la parte inferior de sus pantalones de deporte,
rasgándolos justo por la mitad y empujando la tela fuera de su camino. —
¡Oh, mierda!
Ret inclinó la cabeza y esa larga lengua se dirigió directamente al agujero de
Kevin, lamiéndolo una vez antes de que la punta ya estuviera presionando
dentro.
—¡Mierda, mierda, mierda!— Kevin arqueó las caderas hacia arriba,
gimiendo fuertemente mientras la lengua de Ret empujaba más adentro.
Estaba caliente, se retorcía y era extraño, pero se sentía increíble. No podía

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creer que estuviera haciendo esto, pero estaba demasiado ansioso de placer
como para sentirse tacaño por tirarse al monstruo de su armario.
Las garras de Ret se clavaron en los muslos de Kevin, manteniéndolo
abierto mientras le comía el agujero, con su lengua entrando y saliendo y
entrando y saliendo hasta que Kevin estuvo a punto de temblar.
Todo aquello era asqueroso: follar con un monstruo que acababa de
conocer, que le arrancaran literalmente la ropa para que dicho monstruo le
comiera el agujero como si estuviera hambriento de culo, y la mera idea de
que aquella polla gigante cupiera dentro de él.
La lengua de Ret se sentía tan gruesa como cualquier polla normal, quizás
incluso un poco más gruesa hacia la base que en ese momento se abría paso
dentro, y Kevin aulló cuando se enroscó y presionó justo en su próstata.
Estaba claro que Ret había hecho esto antes, y Kevin balanceó las caderas
hacia atrás, follándose a sí mismo con su impresionante lengua.
Gruñendo por lo bajo, Ret arañó la ropa de Kevin y arrancó lo que quedaba
a su paso. Su lengua se retorcía con más fuerza, su hocico chocaba contra la
hendidura del culo de Kevin mientras lo presionaba tan profundamente
como podía.
La cara de Kevin estaba blanca de excitación, y se sintió muy pequeño
cuando Ret lo agarró, levantando la mitad inferior de su cuerpo de la cama.
El pinchazo de las garras en sus caderas era excitante y nuevo, bailando con
el peligro, y Dios, estaba tan jodidamente cachondo. Bajó la mano para
apretar su polla, encontrándosela dura como una roca y húmeda de pre-
semen.
Ret se había vuelto a sentar sobre sus rodillas, levantando a Kevin junto con
él, de modo que estaba colgando casi boca abajo mientras Ret seguía
metiéndole la lengua en el culo.
Sólo la cabeza y los hombros de Kevin permanecían en la cama, apenas, y
gemía descaradamente con cada resbalón dentro de él. Estaba mareado,
seguramente por toda la sangre que se le subía a la cabeza, pero vaya, no
podía creer que Ret siguiera así.

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Quizá también había pasado un tiempo para Ret.


Kevin echó la mano hacia atrás, palpando a ciegas el muslo de Ret y
acercándose a su ingle. Quería tocarlo, hacer que se sintiera bien también, y
se centró en esa gran polla. Apenas podía rodearla con la mano, pero hizo lo
que pudo, apretando con fuerza y tanteando la resbaladiza y puntiaguda
cabeza.
Ret emitió un sonido, otro gruñido, y cambió el agarre de las caderas de
Kevin. Lo levantó más alto, sacando la cabeza de Kevin del colchón para
que su cara estuviera justo en su entrepierna.
—Oh, mierda, sí—. Kevin trató de concentrarse a través del dulce
golpeteo de la lengua de Ret, y se llevó la gran polla de Ret a los labios. No
cabía, pero al menos podía chupar la cabeza. Envolvió con sus labios todo lo
que pudo meter en su boca sin romperse la mandíbula, lamiendo sobre la
raja con avidez.
A Ret pareció gustarle mucho, porque aceleró el ritmo, metiendo la lengua
aún más rápido. Los ruidos eran tan húmedos y obscenos, y gruñó mientras
apretaba las caderas de Kevin, devorando favorablemente su agujero.
Gimiendo en torno a la gruesa polla que tenía en la boca, Kevin trató de
corresponder al placer masturbando lo que no podía chupar -que era casi
todo- y descubrió que podía deslizar la punta de su lengua dentro de la raja.
No tenía ni idea de si a Ret le gustaría eso, y sintió que se estremecía
cuando lo intentó.
Siguió adelante, introduciendo la lengua en el orificio mientras chupaba,
estremeciéndose al sentir que algo húmedo goteaba sobre su barbilla desde
arriba. Era baba o su propio presemen, y no le importó, lamiendo y
tanteando la raja de la polla de Ret mientras lo chupaba con toda la fuerza
que podía.
Ret se estremeció de nuevo, con más violencia que antes, y finalmente se
apartó con un fuerte sorbo. —Eso es... increíble.

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El pecho de Kevin se inundó de orgullo, y siguió adelante, escuchando a Ret


gemir y jadear. Quería continuar, pero Ret tenía otras ideas. Kevin lo sabía
porque Ret lo levantó de su polla y lo empujó bruscamente de nuevo sobre
la cama boca abajo. —¡Uf!
—Mis disculpas—. Ret estaba preocupado. —¿Estás bien?
—Bien. Totalmente bien. Uf—. Kevin se limpió un poco de sudor de la
frente, acomodándose sobre el estómago y apoyándose en los codos. —
Estoy bien. Vamos.
Ret se subió sobre él y abrió las piernas, frotando la punta de su polla entre
las mejillas de Kevin. —¿Tienes...?
—¿Qué?— Kevin giró la cabeza para entrecerrar los ojos de Ret a la
escasa luz de la lámpara. —No hay manera de que ningún condón se ajuste
a tu polla.
—Me refería al lubricante.
—Oh. ¡Eso! Sí—. Kevin metió la mano en el cajón de la mesita de
noche y agarró una botella, ofreciéndosela a Ret.
Fue adorable ver a Ret intentando abrir el tapón con sus gigantescas garras,
y más aún cuando lo apretó directamente sobre su gran polla y goteó un
poco entre las mejillas de Kevin.
Kevin recuperó la botella con una risita. —Qué monstruo tan cortés.
—Lo intento—. Ret sonrió mientras se alineaba de nuevo, frotando la
punta de su polla para extender el lubricante. —Eres magnífico. Voy a
disfrutar estando dentro de ti.
—Oh, yo también—. La risa de Kevin fue cortada por un agudo jadeo
cuando Ret empujó, la punta resbaladiza se deslizó fácilmente por todo el
estiramiento hecho antes por la maravillosa lengua de Ret. Entró unos
cuantos centímetros más antes de que hubiera resistencia, y él gimió por lo
bajo, dejando caer la cabeza de nuevo contra el colchón.

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Ret empujaba lentamente, un poco más profundo cada vez, y los sonidos
que salían de él no eran ni siquiera humanos. Al principio era un jadeo
pesado, luego más gruñidos y finalmente un rugido cuando enterró el
último centímetro grueso dentro del cuerpo de Kevin.
La presión era intensa, y el agujero de Kevin palpitaba. Tuvo que sentirlo,
arqueando la espalda para frotar sus dedos a lo largo de su culo donde se
estiraba alrededor de la gran polla de Ret. Apenas podía creer que todo
encajara, y todavía se sentía tan condenadamente apretado. El primer
empujón completo le hizo gemir, y nunca había estado tan relleno. —Oh,
Dios... Ret...
—¿Sí, Kevin?— Ret retumbó sin aliento.
—Mierda, qué bien sienta tu polla.
—Al igual que tu abertura corporal—. Ret arrastró sus garras sobre las
caderas de Kevin mientras empujaba de nuevo, empujando rápido y
deslizándose lentamente, saboreando claramente el arrastre de la piel
resbaladiza.
—Mmmm, sí... vamos—. Kevin estaba ansioso por más, y le encantaba
estar así de lleno. La polla de Ret estaba tocando terminaciones nerviosas
que ni siquiera sabía que tenía, y las ganas de correrse ya estaban
aumentando y muy rápidamente.
Ret no pudo evitarlo y empezó a follarse a Kevin con fuerza. El chasquido
de sus caderas sacudió toda la cama, y se encorvó sobre Kevin para lamerle
y acariciarle la nuca mientras lo penetraba. —Sí... ah, Kevin... mmm...
—Sí, cariño. Mierda, vamos, así, así—. Kevin sollozaba, sonriendo
locamente por el fantástico placer de ser follado con esa gigantesca polla
monstruosa. Hubo destellos de dolor, momentos en los que pensó que no
podría soportarlo, pero el gozo posterior no tenía comparación. Le dolía el
culo, y juraba que podía sentir la polla de Ret en sus entrañas, y no quería
que aquello terminara nunca.

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Cada golpe brutal lo hacía subir más en la cama, y tenía que golpear con las
manos en el cabecero para evitar que lo movieran. Incluso entonces, no fue
suficiente, y su cara pronto se estrelló contra el cabecero. —¡Mierda! Ret,
¡aguanta!
—Mis disculpas—, refunfuñó Ret, deslizándose hacia atrás para dar a
Kevin espacio para estirarse de nuevo. —Toma. Permíteme.
—¿Eh?— Kevin gimió suavemente cuando Ret lo agarró, sujetándolo
por las caderas y llevándolo de nuevo contra su ancho y curtido pecho. No
estaba seguro de lo que Ret estaba haciendo, y trató de acomodarse en su
regazo, gimiendo mientras luchaba por sentarse en su gruesa polla.
No tuvo mucho tiempo para preocuparse de cómo iba a manejarlo porque
Ret había decidido levantarlo y empezar a hacerlo rebotar sobre su polla. —
¡Ret! Ah, ¡mierda!
Ret gruñó, con sus garras pinchando la piel de Kevin mientras lo golpeaba
sobre su polla, moviéndolo con la misma facilidad que un pequeño juguete.
Kevin se agarró a las muñecas de Ret, con las piernas colgando inútilmente
mientras lo machacaban. Nunca nadie lo había follado así, y veía destellos
blancos cada vez que Ret tocaba fondo. Su dura polla golpeaba contra su
estómago, y gritó cuando la polla imposiblemente grande de Ret se hizo aún
más grande. Parecía estar hinchándose dentro de él, y Kevin gimió
frenéticamente.
La sensación no hizo más que crecer, y pronto Ret no pudo ni siquiera
mover a Kevin sobre su polla. Tuvo que volver a tumbarlo en la cama,
completamente enfundado dentro de él y moliendo con fuerza, haciendo
círculos con sus caderas mientras gruñía sin aliento. —Mi nudo... mmm,
estás tomando mi nudo tan bien... ahí, Kevin... Voy... voy a llenarte ahora.
Ahora mismo.
Kevin no había pensado que esto pudiera ser más raro o más caliente, pero
no, ahora había un gran nudo hinchándose en su culo seguido de una
absoluta inundación de espeso semen. Dejó escapar otro sollozo, apenas se
tocó la polla antes de correrse a chorros rápidos y violentos. Su cabeza

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estaba borrosa, sus caderas se sacudían sobre el gordo nudo de Ret


mientras disfrutaba del orgasmo más maravilloso de toda su vida.
Se desplomó contra la cama cuando el último estremecimiento lo
abandonó, jadeando mientras su piel zumbaba. Sus músculos estaban
pesados y un poco doloridos, y su culo seguía estirado con el nudo de Ret.
—Mierda.
—Estoy de acuerdo—. Ret inclinó la cabeza y frotó su hocico en el
hombro de Kevin. —Eso fue... maravilloso.
—Diez de diez. Volvería a follarte totalmente—. Kevin se rio,
gruñendo mientras estiraba las piernas. Movió experimentalmente sus
caderas y gimió cuando el nudo aún los mantenía firmemente unidos. —Así
que eso es una cosa.
Ret lamió el lado del cuello de Kevin, ronroneando tranquilamente como un
gato gigante. —Bajará en unos momentos.
—¿Y luego...?— Kevin se inquietó.
Hacía tiempo que se le había pasado la calma del vino gracias a aquella
enérgica follada, y de repente se estaba arrepintiendo de haberse follado al
monstruo de su armario. Tal vez no había sido una buena idea, tal vez era
un gran error, tal vez...
—Puedo quedarme, si así lo deseas—, tranquilizó Ret. —O puedo
irme.
—¿Qué... qué quieres hacer?
—Me gustaría quedarme. Me gustan mucho los mimos.
El corazón de Kevin revoloteó y sus nervios se desvanecieron. —¿Sí?
—Sigues siendo un cocinero malísimo, eso dices—, le recordó Ret. —
Estaría encantado de enseñarte. Aunque, si eres tan malo como dices,
podría tardar mucho tiempo.

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—¿Cuánto tiempo exactamente?— preguntó Kevin, sin atreverse a


esperar. Realmente había disfrutado de la compañía de Ret, y de repente no
quería que terminara.
—Mm.— Ret tarareó pensativo mientras rodeaba a Kevin con sus
gruesos brazos, y su ronroneo se hizo más fuerte. —Podría llevar años. Tal
vez incluso toda la vida.
Kevin sonrió. —¿Sí?
—Todo el tiempo que quieras que te enseñe.
—¿Eso es un código para decir cuánto tiempo quieres follar?—
preguntó Kevin con rotundidad.
Ret se rio y negó con la cabeza. —No hace falta que seamos tan misteriosos,
¿verdad?
—Lo dice el monstruo literal que salió de un portal en mi armario.
—Lo que quiero decir es que estoy encantado de enseñarte lo que
quieras y, aunque he disfrutado de nuestro apareamiento, no es un
requisito para hacerme compañía.
—Entonces, mientras podamos cocinar juntos, ¿eres feliz?
—Sí—. Ret le lamió la oreja.
—¿Pero podemos seguir follando si quiero?
—Oh, sí.
—Muy bien...— Kevin se acercó para acariciar el lado del hocico de
Ret. —Bueno, ya veremos. Quiero decir, puede que consiga un novio
eventualmente. Estoy muy solicitado, ya sabes. Tengo a los chicos
explotando mi teléfono todo el tiempo.
—¿Es el mismo teléfono con el que hice las fotos?— Ret se burló. —
Porque no he visto ninguna prueba de que lo haya 'reventado' nadie más
que tu padre.

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—Vete a la mierda—. Kevin se rio. —Ya veremos qué pasa, ¿okey? Con
nosotros, quiero decir.
Ret se acurrucó cerca, y volvió a ronronear. —Sí, lo haremos.

Seis meses después

—Sí, papá—, dijo Kevin al teléfono, —hice el Beef Wellington. Sí. Fui
yo. Lo juro. No, no tomé fotos de la comida de otra persona y te las envié.
No, no es una foto de la televisión. Esa es mi mesa en este momento. Sólo
tomé una foto y te la envié. Sí, ya sé que suelo hacerlo por la mañana, pero
es la primera vez que hago este plato yo solo, y me sentía súper orgulloso.
No, en serio. He sido yo—. Sonrió astutamente al monstruo que estaba
sentado frente a él en la mesa. —Mi novio me enseñó.
Ret sonrió.
—No, sí. Me encantaría que se conocieran—. Kevin tragó saliva y miró
a Ret, tratando de asentir con la cabeza para confirmar que no era una idea
totalmente descabellada.
Ret asintió con entusiasmo y le dio dos pulgares hacia arriba.
—Bueno, sí. Mañana sería estupendo. ¿Qué hay en el menú? Uh,
¡tendrás que esperar! Va a ser una sorpresa—. Kevin hizo una mueca. —Sí.
Te quiero. Nos vemos mañana.
—¿Y?— Preguntó Ret.
—Entonces, mañana cenaremos con mi padre—. Kevin frunció el
ceño. —Quiero decir, a cenar. No es que nos lo vayamos a comer. No te
comes a la gente, ¿verdad? No eres un caníbal, ¿verdad?

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—Técnicamente, comer gente no me convertiría en caníbal ya que no


soy humano.
—Eso no ayuda—. Kevin gimió con fuerza. —Nunca he hecho que mi
padre conozca a ninguno de mis novios así, y estoy enloqueciendo un poco,
¿de acuerdo?
—Yo no me como a la gente. Ya está—. Ret se puso de pie y se acercó a
frotar cariñosamente los hombros de Kevin. —¿Te sientes mejor?
—Sigue frotando—. Kevin se derritió bajo el fuerte toque de Ret,
suspirando satisfecho.
—¿Por qué estás preocupado?
—¿Te has visto?
—¿Sí?— Ret inclinó la cabeza.
Kevin se quedó mirando.
—Ah, sí. Monstruo del portal dentro de tu armario.
—Exactamente. Un monstruo muy sexy, pero aun así. Podría estar un
poco sorprendido.
—Llevaré pantalones.
—Bien, eso es genial, pero va a querer saber todas las cosas típicas de
los padres. A qué te dedicas, dónde vives, cuáles son tus intenciones con su
hijo.
—No hago nada, vivo en un armario, y mis intenciones son quererlo el
resto de su vida—. Ret inclinó la cabeza y lamió dulcemente la oreja de
Kevin.
—¿Tal vez le digamos que te has mudado conmigo?—. Las mejillas de
Kevin se calentaron. —Creo que todo el asunto de ser un monstruo va a ser
lo suficientemente loco sin la parte de vivir en mi armario.
—Mmm. Buen punto. ¿Alguna idea sobre cuál es mi profesión
entonces?

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—¿Dios del sexo?


—Eres tan burdo.
—Te encanta, maldita sea—. Kevin sonrió con suficiencia y puso las
manos sobre las garras de Ret.
—Te amo—, ronroneó Ret. —Mucho.
—Yo también te amo—. Kevin apretó las manos de Ret, pasando por
encima de sus afiladas garras y respirando profundamente. —De acuerdo.
Cena. Con mi padre. Podemos hacerlo. Totalmente.
—Absolutamente.
—No hay problema.
—Ninguno.
Había problemas.
En cuanto el padre de Kevin, Peter, entró por la puerta la noche siguiente,
gritó.
Y no paró.
Kevin tuvo que sacudirlo para que parara.
Ret intentó explicarle que llevaba pantalones, pero eso no pareció ayudar.
Las presentaciones fueron incómodas y Peter no dejaba de mirar a Ret.
Estaba temblando cuando Kevin le indicó que se sentara en la mesa del
comedor para poder ver cómo cocinaban.
En dos minutos, Kevin había quemado la mantequilla para la salsa y estaba
a punto de sufrir un ataque de nervios.
Ret retiró tranquilamente la sartén y volvió a poner en marcha la salsa,
ofreciendo a Kevin y a Peter un vaso de vino.
Peter y Kevin bebieron de un trago.
Después de rellenar sus copas, Ret volvió a los fogones para ajustar la
temperatura de la mantequilla. —¿Quieres añadir el ajo, Kev?

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—Eh, sí. Claro, sí—. Kevin estaba sudando. Se centró y añadió el ajo
picado a la sartén. Sonrió cuando Ret le frotó la espalda y le sonrió.
De repente, el desastroso comienzo de su velada no importaba. Al final, Ret
iba a seguir estando aquí, y eso era lo importante.
—Así que...— Peter tomó otro gran trago de vino. —¿Cómo se
conocieron?
—Yo estaba en el armario…— comenzó Ret.
—Ret aún no había salido1—, dijo Kevin rápidamente. —Nos
conocimos aquí. En el apartamento. En el edificio. Y nos pusimos a hablar,
y lo invité a venir.
—Sí. Eso—. Ret asintió lentamente con la cabeza. —Me ofrecí a
hacernos la cena... para que pudiera salir. De ese armario. Más a menudo.
Kevin se obligó a sonreír.
—Oh. E-eso está bien—. Peter se limpió la boca. —No deberías tener miedo
de ser, eh, tú mismo. Siempre solía bromear diciendo que yo sabía que
Kevin era gay antes que él. Ya sabes, siempre lo apoyé mucho cuando salió
del armario.
—¡Sí! Y eso fue súper apreciado.
Peter sonrió, pero todavía estaba muy tenso. —Uh, entonces. Ret. ¿Qué, a
qué te dedicas?
Ret miró a Peter, luego a Kevin y después a la sartén. —Sí. Hago una cosa.
Cocino.
—¡Sí! ¡Es un gran cocinero!— exclamó Kevin. —Es brillante.
—Oh, no sé nada de todo eso—. Ret agachó su gigantesca cabeza
tímidamente, enseñando los dientes en una tímida sonrisita. —No te
olvides de añadir la crema ahora, amor.

1
Se refiere a salir del 'armario' *guiño*

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—Entendido—. Kevin vertió la crema espesa y apretó el grueso brazo


de Ret. —Pero oye, no. En serio. Eres increíble.
—Debe ser un trabajo interesante—. Peter sonrió con nerviosismo.
Todavía parecía agitado, pero su sonrisa crecía cuando miraba a la pareja
juntos.
—Lo disfruto mucho—, dijo Ret, con los ojos todavía mirando a Kevin.
—Un día, mi amor, te llevaré a través del portal para mostrarte mi hermoso
mundo de oscuridad y el pozo ardiente de llamas sobre el que he asado
carne durante mil años.
Peter se atragantó con el aire.
—Eh—. Kevin se rio ansiosamente, golpeando el hombro de Ret. —Oh,
eh. Sólo quiere decir que me llevará a, eh, ese lugar de barbacoa a cielo
abierto en el que solía trabajar. Sí. Eso.
—Sí, eso—. Ret se puso de pie y le dijo a Peter con firmeza: —Y pienso
amar a su hijo por el resto de mi vida.
Peter realmente sonrió. —Gracias. Eso es, eso es muy amable de tu parte.
Tengo que admitir que estaba un poco...
—¿Sorprendido?— sugirió Kevin mientras revolvía la crema en la
mantequilla un poco demasiado rápido.
—Sí, muy sorprendido—. Peter hizo una pausa para dar un sorbo a su
vino. —Pero, nunca te he visto cocinar antes. Nunca he visto que ningún
lugar en el que hayas vivido parezca tan limpio. ¿Pero lo más importante?
¿Ser totalmente honesto?
—¿Qué?— Kevin tragó saliva.
—Sé con certeza que nunca te he visto tan feliz.
Kevin se sintió realmente conmovido, y sonrió cálidamente. —¿Sí?
—Sí—. Peter sonrió a Ret. —Gracias por hacer tan feliz a mi hijo.

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Ret enseñó los dientes. —Gracias por inseminar a su madre y ayudar a


engendrarlo en este plano de existencia.
—Uh.— Peter bebió más vino. —De nada.
La cena fue pollo alfredo, y Kevin se sintió muy orgulloso de ver a su padre
limpiar su plato y pedir una segunda ración. El vino fluyó y los ayudó a
pasar por alto toda la charla incómoda, y Kevin agradeció que su padre
hubiera tomado un Uber para no tener que preocuparse de que condujera
bajo los efectos del alcohol.
Peter sólo gritó una vez más en toda la noche, cuando Ret se inclinó para
darle un lametón a Kevin y Peter pensó que Ret iba a morderlo.
Aparte de eso, el resto de la noche transcurrió maravillosamente.
Para cuando llegó el conductor del Uber de Peter, éste estaba dando
abrazos a Ret y estrechando su mano. Kevin no podía creer lo bien que le
había ido la cena y, sinceramente, todavía estaba pensando en la increíble
imagen de Peter, su padre, abrazando a Ret como si fueran amigos desde
hacía años.
Cuando la puerta se cerró por fin y se quedaron solos, Kevin se rodeó
inmediatamente del centro de Ret. —Mierda—.
—Creo que ha ido bien, ¿no?—. Ret sonrió y recogió a Kevin en sus
brazos, acariciando la parte superior de su cabeza.
—Creo que sí—. Kevin se abrazó al cuello de Ret, deslizando una
mano hacia arriba para acariciar sus cuernos. —¡Creo que le has gustado
mucho!
—Siento mucho haber dicho cosas inapropiadas—. Ret suspiró. —No
era mi intención. Estaba, bueno, quizás un poco nervioso.
—¿Estabas nervioso?— Kevin se rio. —¿Tú?
—Los monstruos de los portales en los armarios pueden tener
ansiedad por conocer a los padres de su amante.

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—Es justo—. Kevin se acurrucó cerca y besó la mejilla de Ret. —


Vamos. Vamos a limpiar, ¿eh?
—Si insistes—. Ret se acercó a la mesa, todavía llena de platos de la
comida.
—Bájame. Todavía tenemos que guardar todo esto.
Ret golpeó el borde de la mesa y todos los platos cayeron al suelo.
—¡Ret! ¿Qué carajo?— Kevin jadeó cuando Ret lo dejó caer sobre el
borde de la mesa y abrió bien las piernas. —¿Qué estás haciendo?
—Después de la conclusión de una comida muy exitosa, creo que
tengo derecho a un postre—. Ret se sentó en su silla y se acercó, pasando su
larga lengua por sus labios.
La polla de Kevin se crispó inmediatamente, y el calor bajó entre sus
piernas. —¿Quieres hacerlo aquí, cariño?
—Es de buena educación disfrutar de las comidas en la mesa, ¿no?—
Ret agarró los vaqueros de Kevin, sus garras rasgaron la tela.
—¡Ret!— Kevin chilló, su lujuria se disparó al cielo al ver la facilidad
con la que Ret rasgó sus pantalones para llegar a él. —Oh, mierda.
Los calzoncillos de Kevin fueron los siguientes, fácilmente destrozados
mientras la lengua de Ret lamía hacia delante, buscando el agujero de
Kevin y lamiéndolo con ganas. —Mmm... y qué festín eres.
—Ret... cariñi... mierda—. Kevin tuvo que dejarse caer sobre los codos,
y jadeó cuando Ret levantó las piernas por encima de los hombros mientras
introducía la lengua en su interior. —¡Ah, Dios!
Ret gruñó en respuesta y se agarró a las caderas de Kevin, sus garras se
clavaron mientras su lengua se ponía a empujar.
—¡Mierda!— Kevin gritó, su columna vertebral se curvó mientras se
inclinaba hacia atrás, su cabeza golpeando la mesa. La lengua de Ret era
fantástica, caliente y fuerte, y lo abría de par en par. Juró que cada vez era

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mejor, y gimió agradecido. —Ah, mierda... oh, Dios... eres tan bueno... eres
tan jodidamente bueno...
Ret gruñó de nuevo y se aferró con fuerza, follando implacablemente a
Kevin con su lengua.
—A mi padre le gustabas... mmm. Mierda. Eso fue tan genial—. Kevin
se agachó contra el hocico de Ret. —Ah, carajo, cariño. Sí, sí, sí. Mmm,
¿incluso cuando gritó? Fue realmente bueno. Tan bueno.
Ret ronroneó, gruñendo posesivamente mientras su lengua sondeaba más
profundamente, deslizándose dentro y fuera en húmedas y descuidadas
caricias.
Kevin se levantó, agarrando los cuernos de Ret y empujando sus caderas
hacia abajo. La presión en su interior era increíble, y quería correrse. El
estrés de toda la cena había sido abrumador, y quería una merecida
liberación. Gimió, empujando tan fuerte como pudo y cabalgando la cara de
Ret, frotando sus pelotas en la punta de su hocico.
Ret tenía agarrado el culo y las caderas de Kevin, fomentando la frenética
fricción mientras lo follaba el agujero una y otra vez con su gran lengua.
—¡Ahhh, sí, cariño!— Kevin mantenía una mano en el cuerno de Ret y
bajó para agarrar su polla, masturbándose rápidamente para seguir el
ansioso ritmo de la lengua de Ret. Se concentró en la resbaladiza cabeza de
su polla, acariciándose desesperadamente para llevarla al límite.
Le encantaba la sensación del cuerno de Ret en su mano, el palpitante
empuje de su lengua, el pinchazo de sus garras y... ¡oh, Dios!
Kevin gimió mientras se corría, derramando su carga sobre su mano
mientras empujaba sus caderas hacia abajo frenéticamente. Su cabeza
volvió a golpear la mesa y se rio sin aliento, saboreando los intensos
estremecimientos y el subidón que lo invadía. —Oh, te amo, Ret. Oh,
cariño. Te amo tanto, carajo.
—Mmph.— Ret se apartó con un sorbo húmedo, golpeando el muslo
de Kevin con su hocico. —Yo también te amo, Kev. Mucho.

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—Mierda, eso ha sido increíble.


—Yo limpiaré el desorden.
Kevin miró los platos en el suelo y sonrió. —Sí, tal vez mañana.
—¿Oh?— Los ojos de Ret brillaron. —¿Tenías otros planes para
nosotros?
—Yo, tú, tu nudo, al menos dos veces antes de estrellarnos—. Kevin
meneó sus caderas tentadoramente mientras se sentaba, frotando el hocico
de Ret y besando su mejilla. —Sabes que hacer eso de la lengua me vuelve
absolutamente loco.
—Tenía una vaga idea—. Ret sonrió con dulzura.
El corazón de Kevin se aceleró, y tanteó para sacar su teléfono de lo que
quedaba de sus pantalones. —Ven aquí un segundo.
—¿Qué pasa?
—Sólo ven aquí—. Kevin se rio mientras acercaba a Ret, juntando sus
caras mejilla con mejilla y sacando una foto de ellos. Tomó unas cuantas
para asegurarse de que tenía una enfocada, y se las mostró a Ret. —¿Ves?
—Sí, lo veo—. Ret lamió la mejilla de Kevin. —Es muy bonito.
—Mmm, casi tan encantador como esa lengua tuya, cariño—. Kevin se
rio mientras Ret ponía los ojos en blanco. —¿Eh? ¿Comer culo cuenta como
comer gente?
—No.— Ret se rio. —Creo que no.
—Bien. Porque salir con un caníbal sería raro.
—¿Más raro que lo que tenemos ahora?— Ret se rio y lamió el costado
de la cara de Kevin.
—No. De hecho, ¿sabes qué?
—¿Hmm?
—Creo que lo que tenemos es bastante perfecto.

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—Kevin...— Ret podría haberse sonrojado si fuera posible, y abrazó a


Kevin con fuerza.
Kevin suspiró feliz, con el corazón lleno y totalmente satisfecho.
—Comer gente todavía no me convertiría en un caníbal—. Ret se
aclaró la garganta. —Sólo quería reiterar eso. No es que esté pensando en
comerme a nadie, pero quería que quedara claro.
—Sí, lo entiendo—. Kevin resopló. —No eres un caníbal.
—Sólo sería un caníbal si me comiera a otro de mi especie, ya ves.
—Lo sé, cariño.
—Te amo.
—Y yo te amo a ti—. Kevin sonrió. —Ahora vamos, cariño. Llévame a
la cama.
—Por supuesto.
Los ojos de Ret brillaban de ese bonito color verde azulado que hacía que el
corazón de Kevin palpitara con fuerza, y se aferró a los hombros de Ret
mientras lo agarraba directamente de la mesa. Le encantaba que Ret lo
agarrara así y lo llevara de un lado a otro, siempre encontraba su inmensa
fuerza totalmente excitante.
Kevin gimió cuando Ret lo depositó suavemente en su nueva cama -con un
armazón de hierro, ya que las dos anteriores se habían hecho añicos a causa
de sus pasiones- y le arrancó el resto de la ropa. Acababa de aceptar que a
Ret le gustaba destrozar su ropa, y había una parte de él que disfrutaba de
que Ret mostrara lo poderoso y primario que podía ser.
Ret se subió encima de Kevin, su larga columna vertebral se arqueó
mientras se introducía entre las piernas de Kevin. Los pantalones que se
había puesto para la cena habían desaparecido. Su polla estaba dura, con la
punta ya mojada, y lamía con avidez el cuello y la oreja de Kevin.
—Mmm, cariño—. Kevin besó y chupó el hocico de Ret, trabajando
hacia sus cuernos. Ahora sabía que éste era un lugar sensible para Ret, y le

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encantaban los gruñidos que le producía cuando chupaba en la base y lamía


allí.
—Eres muy perverso—. Ret se quedó sin aliento y se acercó a la mesita
de noche para buscar lubricante. —Tus tormentos son vastos e
interminables.
—Esto es sólo un juego previo—. Kevin se rio, gruñendo cuando Ret lo
empujó contra la cama. —¡Ah, cariño! Sí.
—Por todos los dioses de la oscuridad y la existencia infinita, te amo—
. Ret abrió cuidadosamente el lubricante, echando una buena cantidad en
su mano para lubricar su gran polla.
—Mierda, lo mismo digo—. Kevin sonrió mientras deslizaba sus
manos por el grueso pecho de Ret. —Te amo muchísimo. Gracias.
—¿Por?— Ret inclinó la cabeza, frotando la punta de su polla contra el
agujero resbaladizo de Kevin.
—Por hacer que esta noche sea realmente genial. Sé que ya lo dije
antes, pero quería decírtelo de nuevo—. Kevin besó la mejilla de Ret. —
Gracias, cariño.
—Es un placer absoluto.
—Bien. Mmm, ahora vamos. Dame ese jodido nudo.
—Eso también será un placer para mí—. Ret se rio en voz baja,
enseñando los dientes mientras empujaba su polla hacia dentro.
—Ahhhh, sí. Ahí vamos—. Kevin gimió triunfante, apretando los
hombros de Ret y abriendo bien las piernas para ayudar a ajustarse. La
polla de Ret era tan larga y gorda, y sabía que el nudo que ansiaba era aún
más grande que esto.
—Mmm, Kevin—. La voz de Ret era un gruñido sensual, y presionó su
gigantesca mano contra el estómago de Kevin para mantenerlo
inmovilizado mientras empujaba su polla más profundamente.

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Kevin se retorció, jadeando por el estiramiento. Ya estaba lleno y sudando,


y sabía que Ret aún no había llegado a la mitad. Se retorció contra el agarre
de Ret por la pura emoción de sentirse indefenso, y jadeó cuando la polla de
Ret se introdujo unos centímetros más.
—Ya está—, suspiró Ret. —Ahí tienes. Ábrete para mí. Siempre lo
haces muy bien, Kevin. ¿Sientes cómo te preparé tan a fondo con mi lengua,
hmm? Ayuda a facilitar el camino bastante bien.
—Oh, gran jodido sí—, murmuró Kevin, con los ojos en blanco
mientras gemía. Arrastró sus manos por toda la gruesa y correosa piel de
Ret, amando cómo se sentía bajo sus palmas.
Ret movió las caderas, metiendo y sacando su enorme polla hasta que
Kevin la recibió toda, y gruñó por lo bajo. —Así, Kevin. Mírate... te sientes
fantástico. Me encanta sentir mi polla enterrada tan profundamente dentro
de ti.
—Dios, sí—. Kevin estaba al borde del sollozo, embutido y tembloroso,
y cada empujón lo hacía gemir. Podía sentir la polla de Ret moviéndose
bajo su mano con garras donde seguía presionada contra el estómago de
Kevin, y el bulto era enorme.
—¿Estás listo para mi nudo, Kevin?— Ret lo folló más rápido,
arqueando su larga columna vertebral mientras lanzaba su peso en sus
rudas embestidas.
—¡Sí! ¡Mierda! Vamos!— Kevin abrazó las caderas de Ret con sus
piernas y apretó los hombros de Ret, jadeando cada vez más
frenéticamente. Su agujero palpitaba y estaba caliente, y apretó los dientes,
tratando de mantenerse relajado cuando el nudo empezó a hincharse.
Cuando se agarró, Kevin gimió y se retorció. Le encantaba sentir el
tirón en su culo, y gimió mientras crecía dentro de él. Se hinchó tanto que
no podía moverse en absoluto, sólo podía tumbarse sin fuerzas contra la
cama mientras la enorme carga de Ret inundaba sus entrañas. —¡Ret! Oh,
¡Mierda!

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—Vente conmigo, Kevin—. Ret lamió y acarició los hombros de Kevin.


—Quiero sentir tu cuerpo estremeciéndose a mi alrededor mientras te
lleno... vamos...
Kevin bajó una mano para agarrar su polla, acariciándose rápidamente. La
carga de Ret seguía bombeando dentro de él, y movía sus caderas para
mantener la dulce fricción y llegar al límite. —¡Dios, sí! ¡Ret! Cariño, cariñi,
¡ah! Me estoy viniendo.
Gruñó mientras se corría, apretando desesperadamente el grueso nudo de
Ret y concentrándose en la increíble presión para llevar su orgasmo a
alturas alucinantes. Terminó demasiado rápido, y se dejó caer sobre la
cama, jadeando con fuerza.
—Mmm, Kevin—. Ret se movió hacia delante, rodeando sus caderas y
tirando de su nudo. —Ohhh, te amo.
—Te amo—. Kevin sonrió estúpidamente. —Mierda, te amo mucho—.
Acarició el hocico de Ret y debajo de su barbilla. —Eso fue increíble.
—Desde luego que lo ha sido—. Ret lamió la mejilla de Kevin.
Kevin sabía que estarían atrapados juntos por el nudo de Ret durante un
rato, y se puso cómodo. Abrazó la cabeza de Ret contra su pecho, besando
su frente y acariciando sus cuernos.
—Mmm. ¿Qué estás haciendo?
—Bueno, creo recordar que cierto alguien dijo que quería ese nudo
dos veces.
—Fuiste tú. Tú lo dijiste.
—Claro que sí.
Ret se rio. —No te preocupes. No descansaré esta noche hasta que estés
completamente satisfecho.
—Bien.— Kevin movió sus caderas, acurrucándose cerca mientras
esperaban que el nudo bajara. Estaba tan feliz, y nunca se había alegrado
tanto de tener un monstruo en su armario.

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Un monstruo que cocinaba para él, que llevaba pantalones para conocer a
su padre y que lo amaba con todo su corazón.

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DIA DOS: FRIO


—¡Recuerda! cariño No mires. Es una sorpresa!—, se burlaron mis padres.
Podía oírlos reír después de que me arrojaran al frío para que el monstruo
me devorara.
Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales no
consentidas, relaciones sexuales de dudoso consentimiento,
elementos del síndrome de Estocolmo y horror corporal que
incluye puntos de sutura y miembros colgantes.

—¡Recuerda, cariño, no mires!— se burló su madre. —¡Es una


sorpresa!
Víctor pudo oír las risas de ella y de su padre cuando se alejaron, dejándolo
en el gélido bosque para que la Criatura lo devorara.
No debería haberse sorprendido.
El pueblo se estaba quedando sin opciones para los sacrificios, y los
ancianos ciertamente no iban a ofrecerse como voluntarios. Decían que a la
criatura le gustaban las víctimas jóvenes porque hacían mejore su parte.
Tenía sentido enviar a sus hijos porque eso complacería a la Criatura y
evitaría que atacara.
Nadie estaba seguro de dónde había venido la criatura.

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Simplemente había aparecido una noche, una monstruosidad enorme


cubierta de puntos con piel azulada y ojos negros. Estaba hecha de
múltiples hombres unidos, el horrible resultado de un horrible experimento
que salió mal. Se decía que había asesinado a su creador, el viejo científico
que vivía en la casa del bosque a varios kilómetros de la ciudad, y nadie se
atrevía a acercarse.
A no ser que fuera a dejar un sacrificio.
Víctor se bajó el sombrero sobre las orejas y se abrazó a sí mismo, deseando
que su abrigo fuera más grueso. El suelo estaba cubierto de al menos 30
centímetros de nieve, estaba absolutamente helado, y no estaba seguro de
lo que se suponía que estaba haciendo.
¿Esperar a que la criatura viniera por él?
A la mierda.
Decidido, dio la vuelta y se dirigió al pueblo. Morir congelado era mejor que
lo que la criatura le iba a hacer, y tal vez podría encontrar una manera de
salir de aquí. Robar un coche, conducir hacia la noche. Tenía dieciocho
años, podría obtener una licencia, encontrar un trabajo, empezar de
nuevo...
Un rugido rompió el silencio del bosque helado y se detuvo, con el corazón
palpitando de miedo.
Oh, no.
Corrió.
Con los brazos en alto, corrió tan rápido como pudo por el camino cubierto
de nieve. Todavía podía ver las huellas de los neumáticos del coche de sus
padres y las siguió. Tenía todo el cuerpo entumecido y no sabía si era el frío
o la adrenalina, pero apenas sintió que sus pies tocaban el suelo mientras se
alejaba corriendo.
Tenía que escapar. Tenía que ir a algún sitio, a cualquier sitio, a cualquier
sitio menos aquí.

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La criatura no hizo ningún ruido cuando lo agarró.


Víctor ni siquiera la vio venir. En un momento estaba corriendo tan rápido
como podía, seguro de que su alma estaba a punto de salir de su cuerpo por
las velocidades que estaba alcanzando, y al siguiente estaba pateando nada
más que aire porque la Criatura lo había arrebatado.
Era enorme, una bestia azul desarticulada de mandíbula cuadrada, frente
grande y ojos oscuros, y agarró a Victor por la espalda de su abrigo como si
no pesara nada. La criatura no parecía estar afectada por el frío, ya que no
llevaba más que un pantalón roto, y Victor pudo ver el torso deformado de
la criatura.
El hombro y el brazo derecho eran delgados y estrechos; su propietario
original era probablemente un hombre alto y delgado. El pecho, así como el
hombro y el brazo izquierdos, habían pertenecido a una bestia corpulenta,
claramente demasiado grande para el resto de su cuerpo, y el evidente peso
hizo que la Criatura se encorvara hacia ese lado. La cabeza estaba abultada,
al igual que el cuello, pero la hilera de puntos alrededor de la garganta
indicaba que no pertenecía al mismo donante que había dado las otras
partes bestiales.
La misma costura tosca alrededor de su cuello era visible en todo el resto de
su cuerpo, donde los trozos habían sido unidos. Incluso había puntos
alrededor de las muñecas y otras articulaciones, como si se hubieran
realizado cirugías adicionales. Los puntos de su hombro derecho, donde se
unía el brazo más pequeño, estaban sueltos y colgando, y el brazo parecía a
punto de caerse.
Víctor podía ver varios hilos de tendones y carne entre el hueco del brazo y
el hombro, y no entendía por qué no sangraba. La idea era una locura, pero
era lo único en lo que podía concentrarse.
Hasta que la criatura rugió.
Victor gritó, y la Criatura lo levantó como si estuviera a punto de lanzarlo o
hacerlo pedazos... oh, Dios. No. La Criatura iba a arrancarle el brazo para
sustituir ese jodido brazo suyo.

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A menos que...
—¡Espera, espera!— gritó Victor, extendiendo las manos para intentar
llamar la atención de la criatura. —¡Espera un segundo!— Se arrancó los
guantes y se lanzó hacia delante, agarrando la costura suelta y tirando de
ella con toda la fuerza que pudo.
Era como tirar de los cordones de un zapato, y el brazo se le fue hacia el
hombro. Era difícil trabajar con los dedos entumecidos y fríos, pero Victor
ató frenéticamente las puntadas sueltas formando un gran lazo para
mantenerlas en su sitio y asegurar el brazo.
Sorprendentemente, la Criatura levantó ahora su brazo recién
reimplantado y movió los dedos. Parecía sorprendido y se quedó mirando la
sutura, ahora cerrada. Con una voz como de granito, preguntó: —¿Arreglar?
—Sí. Arreglar—. El corazón de Victor latía con tanta fuerza que hacía
sonar sus costillas. —Te he arreglado, así que, por favor, no... ¿no me
destroces?
La Criatura frunció el ceño y echó a Victor por encima de su hombro,
abrazándolo con fuerza. —Arreglar.
—¡Espera, oye! ¿Qué estás haciendo?— Victor se esforzó por escapar,
pero no había forma de romper el poderoso agarre de la Criatura. —¡Te he
ayudado! Suéltame.
—Arreglar—. La criatura se había dado la vuelta y se adentraba en el
bosque. No parecía importarle que Victor le diera patadas y puñetazos,
continuando sin quejarse ni siquiera evitar a los ataques.
Victor acabó rindiéndose, agotado y temblando. No podía escapar ahora
mismo y necesitaba conservar sus fuerzas. Deseó no haber tirado los
guantes y trató de frotarse las manos para mantenerlas calientes. Apenas
podía sentirlas.
No tenía ni idea de adónde los llevaba la Criatura, pero podía ver el suelo
cubierto de nieve y notó cuando se convertía en pavimento resbaladizo. Era
una acera y pronto entraron en una casa.

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La Criatura tuvo que agacharse para atravesar la puerta, y cuando se dio la


vuelta para cerrarla, Victor pudo ver el interior de la casa.
Oscura, pero felizmente cálida, y era antigua. Había una gran escalera, todo
era antiguo y de madera, las telarañas colgaban de las paredes, y lo único
que pudo pensar fue que se parecía a la casa de The Munsters2.
La Criatura lo dejó en el suelo, con suavidad, y agarró el brazo de Victor
para conducirlo hacia arriba.
—¿Qué estás haciendo? ¿Adónde me llevas?— Victor trató de
apartarse, pero de nuevo no había forma de escapar. Subió a trompicones
los últimos escalones, dándose cuenta de que si se caía, la Criatura lo
arrastraría. Intentó seguir el ritmo y la criatura lo llevó a un gran
dormitorio.
Había una chimenea llena de resplandecientes brasas con una silla de felpa
sentada frente a ella, una gran cama con dosel de cuatro postes con cortinas
de lujo y una cómoda rebosante de vendas, botellas y otros suministros
médicos al azar.
La criatura arrastró a Victor hacia la chimenea -aunque no sin antes cerrar
la puerta tras ellos- y gruñó: —Quédate.
Victor miró con recelo la puerta. Aunque corriera hacia ella, la criatura lo
atraparía antes de que pudiera abrirla. Mientras la criatura atizaba el fuego
y añadía más leña, las llamas eran lo suficientemente atractivas como para
que Victor quisiera quedarse un poco más.
Al menos hasta que pudiera volver a sentir sus dedos.
La criatura lo dejó solo junto al fuego, y Victor acercó las manos, tratando
de calentarlas. No se dio cuenta de lo que la Criatura estaba haciendo detrás
de él hasta que miró hacia atrás y lo vio de pie, completamente desnudo.

2
The Munsters (Los Munsters o La familia Monster en Hispanoamérica y La familia Monster en España) es
una telecomedia estadounidense que muestra la vida hogareña de una familia de monstruos benignos.

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—¿Qué carajo?— gritó Victor.


La Criatura le señaló la pierna. —Arregla.
Víctor se quedó mirando.
El abultado torso terminaba en las caderas de la Criatura, donde otra línea
de puntos lo unía a una pelvis de tamaño medio. Sin embargo, la polla
unida no era de tamaño medio. Incluso blanda, era gruesa y larga, y Victor
tardó varios segundos en darse cuenta de las puntadas rasgadas en el muslo
de la Criatura. Las piernas eran poderosas y musculosas como el gran torso,
y parecía que al menos tres o cuatro hombres diferentes habían sido
desgarrados para crear este monstruo.
Tal vez incluso cinco, si contaba la polla gigante.
Mientras intentaba comprender por qué el creador de la criatura se había
tomado la molestia de darle una gran polla, la criatura empujó a Victor para
dirigirse al tocador. Regresó y se sentó en la silla, extendiendo la mano. —
Arregla.
Llevaba en la mano una gran aguja curva y un carrete de hilo grueso.
Victor tomó los objetos sin pensarlo, y se dio cuenta de lo que la Criatura
quería que hiciera. —¿Quieres que te cosa de nuevo? ¿Que te arregle?
La criatura asintió. —Arreglar.
—¿Es todo lo que puedes decir? ¿Arreglar?
La criatura se quedó pensativa antes de responder: —No.
Cautelosamente, Victor se acercó y se arrodilló frente a la criatura. —Si te
arreglo, ¿todavía vas a... ya sabes?
La criatura parpadeó.
—¿Cortarme en pedazos para obtener nuevas piezas?— Victor odiaba
lo estridente que sonaba.
—No.

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—Oh. Eso es bueno. Supongo que sí. Uh.— Los dedos de Victor
estaban temblando mientras trataba de enhebrar la aguja. —¿Me dejarás ir?
—Arreglar—. La Criatura entrecerró sus ojos oscuros.
—Sí. Sí. En ello—. Victor intentó que sus manos se mantuvieran
firmes mientras se preparaba para dar la primera puntada.
La piel de la Criatura estaba tan fría que hizo que Victor se sacudiera, y no
sabía si eso era normal para un hombre monstruo como él o si era por estar
afuera en la nieve semidesnudo. Lo ignoró y trató de prepararse para
hacerlo. Tuvo que inclinarse sobre el regazo de la Criatura, y pudo ver la
costura rasgada que se extendía desde la parte superior de su pierna hasta
la parte interior de su muslo.
Justo al lado de su gran y suave polla.
No. No hay nada raro en todo esto.
—¿No quieres... algo para adormecer esto?— A Victor no le gustaba
mucho la idea de que la Criatura le rompiera la cabeza porque le había
hecho daño con esa estúpida aguja.
—No.— La Criatura negó con la cabeza. —Arreglar.
—Sí. Arreglar—. Victor respiró hondo y clavó la aguja, encogiéndose
de miedo.
La criatura ni siquiera parpadeó.
Cuando no pasó nada, Victor soltó el aliento que había estado conteniendo
y empezó a coser. Nunca se le había dado bien esto, definitivamente no
sabía nada de sutura médica, pero ya había puesto algunos botones antes,
así que tal vez tenía una pequeña posibilidad de no meter la pata.
Inevitablemente, sus manos rozaron la ingle de la criatura mientras bajaba,
y no pudo evitar notar cómo la polla de la criatura se engrosaba. Intentó
ignorarlo incluso mientras su boca se llenaba de saliva. Nunca había visto
una tan grande, al menos no en la vida real, y tuvo el estúpido impulso de
agarrarla.

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Para cuando Victor llegó al final de los puntos rotos, la polla de la Criatura
estaba completamente dura.
De repente hacía mucho calor en esta maldita habitación, y Victor no creía
que fuera sólo por estar al lado del fuego.
La Criatura parecía desconcertada, y se agachó para tocarse la polla.
Cuando sintió lo dura que estaba, pareció alarmado. —¿Arreglar?
—Espera—. Victor casi había terminado.
—Arreglar.
—¡Una puntada más, aguanta!— Victor tiró de la cuerda lo más fuerte
que pudo y la ató, y entonces se dio cuenta de que no tenía tijeras para
cortar el exceso. El hilo era demasiado grueso para romperlo con las manos.
—¿Tienes tijeras? ¿Un cuchillo?
A la Criatura no pareció importarle el cordón que colgaba y meneó su dura
polla hacia Victor. —Arregla.
—¿Qué?— Victor se quedó mirando la enorme y venosa polla que se
agitaba justo en su cara. —¿Arreglar... esto?
El ceño de la Criatura se arrugó con preocupación, y asintió.
—¿Has...?— Víctor no podía creer lo que estaba a punto de decir. —
¿Nunca se te ha puesto dura?
—Arregla—, dijo la Criatura con firmeza, y sonó como una amenaza.
—Si lo arreglo, ¿me dejarás ir?— Preguntó Victor con urgencia.
—¡Sí! ¡Arregla! Ahora!—, gritó la Criatura.
—¡Está bien, está bien! Mierda!— Victor tragó saliva y trató de
razonar cuál sería la forma más rápida de quitarse de encima a un
monstruo que nunca había tenido una erección. A pesar del ridículo deseo
de meterse esa carne en la boca, decidió que lo mejor serían sus manos.
Podía hacerlo. No había problema.
Estaba a una paja de la libertad.

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Con los dedos aún temblorosos, los enroscó alrededor de la base de la polla
de la Criatura -extrañamente fría como el resto de él- y comenzó a acariciar.
La criatura gimió de inmediato, sus ojos se abrieron de par en par con
sorpresa y asombro, y jadeó con fuerza. —Sí... arreglar...
—Sí, arreglar. Arreglar, arreglar, arreglar—, murmuró Victor mientras
evitaba el contacto visual. Se había metido con otro chico del pueblo del que
había estado muy enamorado, así que al menos entendía cómo hacer esto
mejor que la costura.
Le había gustado tanto ese chico...
Antes de que dicho chico fuera llevado por sus padres para ser otro
sacrificio para este monstruo.
Victor trató de no pensar en ello.
Se concentró en masturbar a la Criatura, apretándolo desde la raíz hasta la
punta y frotando alrededor de la resbaladiza cabeza. Estaba tan mojada por
el presemen que brillaba a la luz del fuego, y Victor quería lamerla. No
podía creer que se estuviera excitando haciendo esto, y el destello de
vergüenza sólo lo puso más caliente. Tenía que apresurarse a terminar esto
y salir de aquí.
Victor acarició la cabeza de la polla de la criatura, viendo cómo crecía la
burbuja de pre-semen, y...
La criatura se corrió de repente con un gemido bajo, dejándose caer en la
silla mientras su polla chorreaba una gruesa carga de semen por toda la
mano de Victor y casi le daba en la cara.
Víctor retrocedió, pero continuó, acariciando a la criatura con cada
pulsación temblorosa. Dios, había tanta cantidad. Estaba realmente
caliente, y goteaba sobre sus dedos y su mano. No tenía ni idea de dónde
había caído la primera gran salpicadura, y no le importaba. Lo había hecho,
y ahora podía irse.
Mientras se limpiaba el desorden en su abrigo, Victor preguntó: —Ya está.
Arreglado. ¿Puedo irme ya, por favor?

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La criatura no pareció oírlo, demasiado ocupado sentado disfrutando de su


resplandor3 aparentemente. Parecía un poco aturdido, y se miraba la polla
como si realmente no tuviera ni idea de que pudiera hacer eso.
—Oye—, intentó Victor de nuevo. —Te he arreglado la pierna y la
polla, ¿okey? ¿Puedo irme, por favor?
La Criatura lo escuchó esa vez, y levantó la vista para sonreírle a Victor.
En realidad tenía una sonrisa agradable, aunque un poco torcida, pero
había algo raro en ella que hizo que a Victor se le revolviera el estómago.
Victor se puso de pie y retrocedió, con la adrenalina volviendo a hacer
temblar sus piernas. Huyó hacia la puerta, pero la criatura estaba justo
encima de él -maldita sea, era rápido- y le hizo retroceder. Su sombrero
salió volando, y él pataleó y gritó: —¡No! ¡Hice lo que querías! Suéltame.
—No—, gruñó la Criatura mientras tiraba de Victor hacia la silla. Se
sentó, obligando a Victor a arrodillarse de nuevo frente a él. —Arregla.
—¿Arreglar qué?— Preguntó Víctor, y entonces miró hacia abajo.
La polla de la Criatura seguía dura.
—Oh, por el amor de Dios—. Victor gimió.
La criatura sonrió.
—Bien. Una vez más. Entonces me voy—. Victor agarró la polla de la
Criatura, ahora resbaladiza por el semen y resbaladiza en su mano. Suspiró,
acariciando de nuevo y deseando que esto terminara ya.
Victor esperaba que la criatura se corriera tan rápido como antes, pero eso
no parecía ocurrir. Tal vez fuera porque la Criatura acababa de reventar
hacía unos minutos, pero no había señales de que el orgasmo llegara
pronto.

3
Buenos sentimientos que quedan después de una experiencia placentera o exitosa.

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Definitivamente, a la Criatura no le importaba, ese imbécil engreído, su


cara relajada y feliz mientras gemía. Estaba claramente disfrutando de toda
la atención, y alcanzó con su mano más pequeña a acariciar el pelo de
Victor.
Eso fue inesperado y honestamente algo... agradable.
Victor tuvo que cambiar de mano y se lamió la palma antes de volver a
agarrar la polla de la Criatura. No tenía ni idea de cuánto tiempo le llevaría
hacer llegar a este monstruo por segunda vez, y no quería pensar en lo que
iba a pasar si no lo hacía.
Una pizca de pánico recorrió su columna vertebral, y se dio cuenta con
horror de que se le estaba poniendo dura. Lo achacó a la miserable
excitación de haber sido hecho prisionero por un monstruo gigante y se dijo
que era una reacción normal por estar absolutamente aterrorizado.
Una erección por miedo, eso era.
Aunque no era el miedo lo que lo hacía querer lamer la gorda cabeza de la
polla de la Criatura. Eso era otra cosa, probablemente la locura.
La Criatura refunfuñó suavemente, y siguió acariciando el pelo de Victor.
No mostraba ningún signo de urgencia, y Víctor se estaba desesperando por
terminar esto ya. Si sus manos no funcionaban, aún tenía otras opciones.
Cedió al deseo pecaminoso que lo acechaba y lamió con su lengua la polla
de la criatura.
La Criatura jadeó, repentinamente tensa y recelosa, y miró a Victor
mientras sus dedos se tensaban en su pelo.
Victor gimió sin querer, y se dio cuenta de que la Criatura podría haber
pensado que Victor estaba intentando morderle. Volvió a lamerle la polla,
más despacio, saboreando el gusto y tratando de demostrarle que sólo
intentaba hacerle sentir bien. Siguió lamiendo alrededor de la cabeza
hinchada, lamiendo más rápido, gimiendo de nuevo cuando la Criatura le
tiró del pelo.

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La Criatura parecía desconcertada por cómo reaccionaba Victor, pero


definitivamente parecía gustarle su boca. —Arreglar... más.
Victor no entendió, y dudó. —¿Qué?
Tirando del pelo de Victor, la Criatura lo empujó hacia abajo sobre su polla.
—Más.
La gran cabeza chocó contra los labios de Victor, que giró la cabeza con una
mueca. No estaba seguro de querer hacer esto. Una paja ya era bastante
mala, tal vez unos cuantos lametones, pero ¿chupar realmente a este
monstruo? ¿Dónde se iba a correr la criatura? ¿En su boca?
Oh, Dios.
Había visto cuánto se había corrido la Criatura la primera vez, y
seguramente otra carga de ese tamaño sería suficiente para ahogaron. No
tenía ni idea de por qué, pero ese pensamiento hizo que su propia polla se
pusiera dura.
La Criatura volvió a empujar la cabeza de Victor, llevándose la polla a la
boca con un gruñido de impaciencia. —Arreglar más.
Victor abrió la boca para tomarla, envolviendo sus labios alrededor de la
gruesa polla y chupando con fuerza. Mierda, ya había llegado hasta aquí, y
todo valdría la pena para salir de aquí. Movió la lengua por la polla de la
criatura, tomando todo lo que podía sin ahogarse. Escuchar los gemidos
frenéticos de la criatura le indicó que estaba en el camino correcto, y movió
la cabeza rápidamente.
A medida que la polla de la Criatura se humedecía con la saliva, era más
fácil de chupar, y mierda, a Victor le gustaba. Odiaba hacerlo, pero se
estaba calentando, y su polla estaba ya muy dura. Cuando la Criatura
levantó las caderas y le metió la polla más adentro, Victor dejó escapar un
fuerte gemido -amortiguado como estaba con la boca llena de polla-.
El agarre de la criatura en el pelo de Victor se había aflojado, y su otra
mano se unió a ella para acariciar y tirar suavemente. Era extraño sentir
dos manos de tamaño muy diferente en su pelo, pero Victor se dejó llevar.

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Se tensó cuando la criatura volvió a introducirse en su boca, y gimió, sin


estar seguro de cuánto más podría soportar.
Cuando la criatura se dio cuenta de que podía mover su cuerpo para
aumentar su propio placer, empujó frenéticamente.
Victor tuvo que tragar para no tener arcadas, incluso pensó en aguantar la
respiración, y se esforzó por aguantar cada embestida desesperada. Los ojos
le lloraban, la nariz le goteaba, pero no había nada que pudiera hacer para
impedir que la Criatura le follara la apretada garganta. Tenía que hacerlo.
Tenía que hacerlo.
—Mmm... arreglar... bien...—, refunfuñó la Criatura, que seguía
golpeando y gruñendo ahora.
Victor no sabía si ese era el primer intento de la criatura de hablar sucio o
qué, pero sintió una extraña sensación de orgullo por complacer a esta
bestia. Cerró los ojos mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas,
intentando que la criatura se corriera. Quería esa carga, quería saborearla, y
toda la saliva que goteaba de su boca estaba haciendo que su propia polla se
pusiera tan dura que le dolía.
—¡Sí!—, gimió la criatura, metiendo su polla hasta el fondo de la
garganta de Victor.
Ahí estaba, una carga caliente y masiva de semen, y Victor juró que iba a
salir por la nariz. Intentó tragarlo, pero era demasiado y estaba a punto de
ahogarse. Luchó por correrse, tosiendo y sacudiendo la cabeza con
urgencia.
La criatura, por suerte, no intentó volver a meter la polla en la boca de
Victor, sino que prefirió terminar los últimos chorros en la mejilla de éste.
Victor hizo una mueca y se lamió la boca para recoger el semen que se había
derramado al toser. Estaba a punto de limpiarse la cara, pero la Criatura se
le adelantó.
Utilizando su mano más pequeña, la Criatura limpió con mucha delicadeza
la suciedad. Volvió a sonreír, con esa extraña sonrisa torcida, y luego se

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miró los dedos. No parecía saber qué hacer ahora con la pegajosidad, y se la
limpió en el brazo de la silla.
Inquietante, Victor no perdía de vista la verga de la Criatura por si había
alguna señal de que fuera a levantarse de nuevo y forzarlo a una mayor
fijación. Afortunadamente, ahora parecía marchitarse y se puso de pie. —
Ahora, ¿puedo irme?
La Criatura giró la cabeza, mirando hacia la ventana. Las cortinas ocultaban
todo el mundo exterior, excepto una franja que revelaba que estaba
nevando de nuevo. Negó con la cabeza. —No.
Victor corrió.
Sus dedos lograron tocar la cerradura antes de que la Criatura lo agarrara.
Aunque ya había quedado claro que luchar era inútil, Victor se negó a
quedarse quieto. Pateó y se balanceó tan fuerte como pudo mientras la
Criatura lo llevaba hasta la cama. La criatura lo sujetó, le quitó las botas y
algo le sujetó el tobillo a Victor.
Cuando miró hacia abajo, vio que se trataba de un brazalete metálico para
la pierna, y que estaba sujeto al enorme poste a los pies de la cama.
La criatura se acostó a su lado y cerró los ojos.
Víctor intentó frenéticamente romper el brazalete, pero era de acero
inoxidable. Lo siguió hasta el otro extremo, donde estaba esposado al poste,
pero no había forma de separarlo. El poste estaba unido a la enorme
estructura de la marquesina por encima, así que no podía simplemente
deslizarlo.
—¿Es eso lo que haces?— Preguntó Víctor con rabia. —¿Haces que
todos los sacrificios te 'arreglen' primero antes de matarlos?
La criatura gruñó.
—¡Respóndeme!— Victor se quitó el abrigo y se lo lanzó.
La Criatura asomó un ojo para mirar el abrigo que había aterrizado en su
pecho, y lo empujó al suelo. —No.

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—Bueno... ¡eres un imbécil!— Victor se tumbó y se revolvió con un


resoplido, dándole la espalda a la Criatura.
A la Criatura no pareció importarle.
Victor se negó a llorar y trató de dejarse llevar por el descanso. Tendría que
estar preparado para cualquier cosa, incluidas todas las oportunidades de
escapar que se presentaran. Estaba cansado por el desbordamiento de
emociones de un día tan horrible y pronto se encontró a la deriva.
Se sorprendió al sentir que la criatura lo levantaba y lo metía bajo las
sábanas. También le dio una palmadita en la cabeza que le pareció casi
dulce, pero Victor trató de fingir que estaba dormido.
Al cabo de un rato, no sintió que la criatura se moviera, y Victor fue
consciente de que su propia polla se estaba poniendo dura de nuevo. No
había sido capaz de controlarse exactamente antes, y ahora no desaparecía.
Intentó pensar en que lo harían pedazos, en que sus padres lo
abandonaron... cualquier cosa para disuadir la obstinada erección.
Cuando no funcionó, volvió la cabeza para ver si la criatura estaba dormida.
La criatura tenía los ojos cerrados y parecía estar durmiendo.
A la mierda.
Volviéndose a girar, Victor metió la mano bajo las sábanas y se desabrochó
los pantalones. Podía hacer esto rápido. Se agarró la polla y se masturbó
rápida y duramente, cerrando los ojos y fingiendo que estaba en otro lugar
que no fuera éste. Se concentró en la dulce presión que se acumulaba en su
interior, jugando con la cabeza de su polla y concentrando sus caricias justo
ahí, cada vez más rápido-.
—¿Arreglar?—, preguntó la criatura.
Victor se sobresaltó, apartando la mano y sentándose. —¡No! ¡Sólo...
estoy...!
La criatura tiró de las mantas hacia atrás, pinchando la tienda de campaña
de Victor.

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—¡Oye! ¡Deja eso!— Victor le golpeó la mano.


Sin inmutarse, la criatura tocó la dura polla de Victor y la apretó
suavemente.
Victor deseaba poder apartarse, pero la gran mano de la criatura era
realmente agradable y sabía que no podía detenerla. Se quedó congelado en
su sitio, viendo cómo la criatura tiraba de sus pantalones para llegar a su
polla. Estaba palpitando, su erección no se veía afectada en lo más mínimo
por la gigantesca mano que la manoseaba.
En todo caso, eso hizo que Victor se pusiera más duro.
La criatura estaba tocando a Victor como si fuera de cristal, recorriendo
lentamente un grueso dedo por su pene y acariciando la cabeza húmeda. Su
expresión era curiosa, y rodeó a Victor con su mano para acariciarlo. Al
principio fue incómodo, inseguro, pero pareció encontrar el ritmo después
de unos cuantos golpes.
Victor se recostó en la cama, jadeando con fuerza. Ya estaba tan cerca, pero
no se atrevía a correrse. Por mucho que deseara el simple alivio de un
orgasmo, de repente se sintió poseído por el pensamiento del dulce chico
del que estaba enamorado.
¿Qué le había pasado? ¿Estaba obligado a ‘arreglar’ las cosas para la
Criatura también?
La Criatura hizo un ruido, un gruñido que sonaba frustrado, y frunció el
ceño hacia Victor.
—No puedo... eh...— Victor entró en pánico. —¿No se puede arreglar
ahora mismo?
A la Criatura no le gustó esa respuesta, y gruñó.
—¡Lo siento!— Victor gritó. —¡Mira, es que no puedo ahora mismo!
La Criatura agarró a Victor de la cama, llevándolo a sus brazos como si
fuera a lanzarlo. En lugar de eso, trajo a Victor contra su pecho y le chupó la
polla directamente en la boca.

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La fría succión hizo gritar a Victor, que se esforzó por estabilizarse en el


incómodo abrazo. Consiguió agarrarse al gran hombro de la criatura,
consciente de que lo único que lo sostenía eran las fuertes manos de la
criatura en su espalda y cadera.
La criatura chupaba con tanta fuerza que casi dolía, y gruñía con cada tirón.
Meneó las caderas de Victor, obligándole a entrar y salir de su boca. No
parecía necesitar respirar, y Victor no podía creer lo bien que se sentía. La
succión era increíble, y había algo en el hecho de ser manejado sin esfuerzo
que hacía que la sangre de Víctor se acelerara.
Se sintió ceder, gimiendo mientras empujaba en la implacable boca de la
Criatura, y clavó los dedos en su hombro. La resbaladiza fricción era
deliciosa, y su orgasmo se abalanzó sobre él tan rápido que ni siquiera pudo
ofrecer ninguna advertencia, salvo un grito estrangulado de placer.
La Criatura sostuvo a Victor en lo más profundo de su boca, zumbando por
lo bajo mientras chupaba su corrida.
Colgado en los brazos de la criatura, Victor se esforzó por recuperar el
aliento. Nunca se había corrido tan fuerte, y pronto su polla estaba
demasiado sensible para la continua atención de la criatura. Empujó su
gran hombro, suplicando: —Por favor, para. Está arreglado. Muy arreglado.
¿De acuerdo?
—¿Mm?— La Criatura parecía reacia a apartarse, pero lo hizo,
lamiéndose los labios con hambre. Le dio una última vuelta a la polla de
Victor, como si esperara que se corriera más. Cuando no llegó ninguna,
volvió a dejar a Victor en la cama. —Arreglado.
—Eh... gracias—. Victor se tapó con las sábanas y se echó a rodar, con
el corazón todavía palpitando por su orgasmo.
Bueno, esto se volvió mucho más extraño.

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Después de esa inesperada mamada, Victor se quedó dormido y no volvió a


despertarse hasta la mañana. La luz que entraba por las rendijas de las
cortinas era suave y azul, y tenía que hacer mucho frío fuera porque aquí en
la habitación hacía incluso frío. La temperatura debía de haber bajado
mucho durante la noche, y Victor se sorprendió al encontrar otra manta
sobre él.
Estaba solo en la cama, y la Criatura estaba junto al fuego, instando a las
llamas a crecer mientras añadía más leña. Todavía estaba desnudo, y Victor
vio que su gran polla estaba dura cuando se dio la vuelta.
La criatura sonrió.
Victor hizo una mueca. Ya sabía lo que iba a pasar. —¿Arreglar?
—Arreglar—, confirmó la Criatura.
El miedo y la repulsión se mezclaron con el deseo crudo que se agitaba en
sus entrañas, y Victor se preguntó qué querría la criatura de él esta vez.
Esperar una rápida paja parecía imposible, y no se sorprendió cuando la
Criatura volvió a la cama y empujó la cabeza de Victor hacia su regazo.
Lo que sí le sorprendió, sin embargo, fue cuando la Criatura lo levantó
sobre su pecho, tirando de la cadena de la pierna para el paseo y girándolo
para que pudiera chupar a Victor también.
A Victor le costó meterse la polla de la Criatura en la boca con la succión
singularmente fría alrededor de su propia polla distrayéndole, pero hizo lo
posible por ponerse a trabajar. Sujetó la base de la polla de la Criatura y
acarició lo que no le cabía, lamiendo y chupando con ahínco.
Al parecer no le gustaba que los pantalones de Victor le estorbaran, la
Criatura se los arrancó.
Semejante despliegue de fuerza hizo que a Victor se le cayeran las tripas, y
se metió más de la polla de la Criatura en la boca. Sabía con qué facilidad la
Criatura probablemente podría arrancarle otros trozos, incluido la cosa
sensible que la Criatura estaba tan empeñada en degustar.

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La Criatura arrancó la ropa interior de Victor de su camino, arrojando la


tela arruinada en algún lugar del suelo con los pantalones de Victor. Gruñó,
quizá satisfecho de sí mismo, y se llevó a Victor a la boca con un gemido de
felicidad. Sus manos se deslizaron por los muslos y las caderas de Victor,
apretando ligeramente para animarlo a empujar.
Victor no podía negar lo bien que se sentía, y siguió el toque de guía de la
Criatura, follando su fría garganta mientras le chupaba la polla. Le gustaba
el sabor suave y frío de su piel, y se permitió disfrutarlo. Movió las caderas
al mismo ritmo constante de su cabeza, repentinamente voraz por la polla
de la Criatura y su impresionante boca.
Se estaba volviendo descuidado, la polla de la Criatura goteaba ahora de
saliva, pero no quería parar. Tenía unas ganas locas de llevarlo hasta el
fondo para poder lamer esos puntos que había en la base de la polla, pero
no había forma de alcanzarlos. Lo intentó, desesperado por conseguir
relajarse para facilitar que la gorda polla entrara más profundamente en su
boca.
La criatura chupaba a Victor con el mismo entusiasmo, usando su lengua
para lamer y provocar con cada empuje, y sus gruñidos eran cada vez más
fuertes.
A Victor se le humedecieron los ojos y le escocía la amenaza de las lágrimas,
y trató de tomar más, sólo un poco más, y se estremeció al recibir una
bocanada de semen caliente. Salió a borbotones de sus labios, y tuvo que
apartarse con una tos, jadeando. —¡Ah, mierda!— Volvió a inclinar la
cabeza para atrapar los últimos pulsos y tragarlos.
La Criatura quería su parte, y volvió a agarrar las caderas de Victor para
mecer la polla en su boca frenéticamente.
—Ahh... Ah... oh mierda...— Victor tuvo que dejar de chupar, sus
muslos temblaban mientras dejaba que la Criatura tomara lo que quería. —
Ah... sí... sí, ¡carajo!— Gritó cuando se corrió, llenando la garganta de la
Criatura y estremeciéndose cuando sólo le hizo chupar más fuerte. Se
quedó aturdido, lamiendo sin sentido alrededor de la polla de la Criatura

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para conseguir la corrida que le faltaba, moviendo débilmente sus caderas


en la boca de la Criatura para alargar su increíble clímax.
La criatura acarició los muslos de Victor, refunfuñando placenteramente.
Pareció recordar que Victor no podía aguantar mucho después de correrse y
se retiró sin necesidad de que se lo dijeran. Dejó que Victor lo lamiera hasta
dejarlo limpio antes de volver a meterlo en la cama, mirándolo con una
sonrisa.
Sonrojado y caliente, Victor se fue sin rechistar. Lo único que le quedaba
era el jersey, y se sentía un poco tonto ahora sin nada en la parte inferior,
excepto los calcetines. Se quitó el jersey y los calcetines para quedar
completamente desnudo y se tapó con las mantas. —Entonces, ¿esto es
todo? ¿Seguimos... arreglándonos el uno al otro hasta que te aburras y me
descuartices?
La criatura inclinó la cabeza.
—Me vas a usar para las piezas, ¿verdad?
—No.
—Entonces, ¿por qué me has traído aquí?—. Victor frunció el ceño. —
¿Por qué no me dejas ir?
—Frío—. La Criatura señaló la ventana.
—¿Porque hace... frío?— Victor no comprendió.
—Te mueres—. La Criatura negó con la cabeza. —No más.
—No más...— A Victor se le revolvió el estómago. —¿No más de qué?
La expresión de la Criatura se torció, y parecía que iba a llorar. —No más...
No se puede arreglar.
—¿Qué pasó con los otros sacrificios?— El ceño de Victor se frunció.
—¿Sabías siquiera que el pueblo te los traía?
—No.— La Criatura parecía confundido. —¿Por qué?

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—Porque tú... ¡atacaste al pueblo!—. Victor lo miró incrédulo. —


¡Llevan años trayéndote sacrificios!
—No.— La Criatura sacudió la cabeza con urgencia. —Encuentra en
frío. No se puede arreglar.
El estómago de Victor siguió retorciéndose. —Están muertos. Cuando los
encuentras, ya están muertos, ¿no? ¿Se han congelado todos?
El miserable gemido de la criatura fue suficiente confirmación.
—¿Soy el primero que has encontrado... vivo?
La Criatura asintió con tristeza.
Victor se sintió mal.
Nada de esto tenía sentido.
El pueblo, incluidos sus propios padres, habían enviado a sus hijos al frío
glacial por un monstruo que ni siquiera sabía que eran para él. Todos
habían sido enviados al frío para morir por absolutamente nada.
Pensando en ese dulce niño que tanto le importaba, Victor comenzó a
llorar. Tal vez morir congelado era mejor que ser despedazado por la
Criatura, pero su corazón seguía doliendo por la pérdida del chico. Jadeó
cuando la Criatura lo tocó, usando su mano más pequeña para limpiar su
mejilla.
—No—, dijo la Criatura con suavidad, limpiando de nuevo cuando
cayó otra lágrima. —No derramar.
Victor tomó la mano de la Criatura antes de que pudiera apartarse,
manteniéndola allí contra el lado de su cara. Estaba desesperado por recibir
afecto, y la Criatura era todo lo que tenía ahora. Pronto, el contacto de su
mano no fue suficiente, y Victor se abrió paso entre los brazos de la Criatura
para poder sollozar sobre su pecho.
La Criatura no parecía saber qué hacer al principio, pero poco a poco rodeó
a Victor con sus brazos desiguales para abrazarlo.

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Victor lloró hasta que no le quedó nada, y su pena pronto se convirtió en


ira. No podía creer que sus padres le hubieran hecho esto, y los odiaba por
vivir con miedo cuando no había nada que temer. Ahora se preguntaba si la
Criatura había atacado realmente el pueblo o si eso era sólo otra mentira
que todos habían contado.
Cuando por fin terminó, la Criatura lo arropó de nuevo en la cama y se
acostó a su lado, rodeándolo con su gigantesco brazo.
Victor disfrutó del silencio, secándose por fin los ojos y tratando de resolver
qué hacer ahora. Si la criatura tenía miedo de que se muriera de frío, no
dejaría que Victor se fuera hasta la primavera, y para eso aún faltaban
meses. No sabía qué demonios iban a hacer para pasar el tiempo, excepto...
—¿Arreglar?—, preguntó esperanzado la Criatura, mirando a Victor
con una sonrisa torcida.
—Claro—. Victor suspiró. —Podemos arreglar.
No era como si tuvieran otra cosa que hacer.

Con el paso de las semanas, Victor hizo muchos arreglos. Arregló a la


criatura hasta que le dolieron las manos y la mandíbula, y la criatura estaba
más que feliz de devolver el favor. De hecho, Victor se atrevería a decir que
la Criatura se estaba convirtiendo en un experto en dar placer. Victor había
llegado a disfrutar de sus encuentros, incluso cuando no tenía más remedio
que ceder, y se sentía satisfecho.
Finalmente, la criatura le quitó el brazalete de la pierna para que Victor
pudiera explorar la casa. Las habitaciones parecían no tener fin, y no había
señales de otras personas que pudieran haber vivido aquí. Tenía una gran
biblioteca, y estaba enseñando a la Criatura a leer y trabajando en su
discurso para que pudieran comunicarse mejor.

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La criatura no tenía nombre, así que Víctor la llamó ‘Shep’ por el autor de
un libro que les gustaba leer y que trataba sobre brujas y portales mágicos.
Se enteró de que el creador de Shep había muerto hacía años y estaba
enterrado en los jardines detrás de la casa. También era donde Shep había
enterrado los otros sacrificios que había encontrado, sin saber qué más
hacer con ellos. A Shep le aterrorizaba bastante la gente del pueblo y decía
que habían intentado hacerle daño antes, así que los ahuyentaba.
Con su espantoso aspecto, no habría sido difícil hacerlo, y Victor empezaba
a entender de dónde venían las historias. No es que eso excusara el envío de
personas a la muerte, pero aún así.
Con todo, quedarse con Shep no era una mala manera de pasar el invierno,
y Victor se encontró pensando en escapar menos con cada día que pasaba.
Le gustaba despertarse con Shep abrazado a él, esperando que se levantara
para atender el fuego y sabiendo que una vigorosa ronda de arreglos sería
inminente.
Luego el desayuno.
Esta mañana comenzó como cualquier otra, y Victor se despertó tapado
sobre el amplio pecho de Shep. Se dedicó a trazar sus puntos de sutura,
encontrando un extraño consuelo en contarlos a lo largo de sus hombros y
cuello. Se quejó ligeramente cuando Shep se fue a encender el fuego de
nuevo, y se puso a robar todas las mantas para envolverse.
Shep se divirtió pero rápidamente desenredó a Victor para poder ponerle la
boca encima. Cuando Victor trató de alcanzarlo, Shep no lo dejó.
Confundido pero no dispuesto a dejar pasar la oportunidad de disfrutar,
Victor dejó que Shep se la chupara hasta que se corrió con un fuerte grito.
Victor esperaba que Shep se ofreciera entonces, pero al parecer Shep no
había terminado.
Tenía a Victor estirado sobre su espalda, y ahora abría las piernas para
llevar su boca más abajo.
Mucho más abajo.

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El primer golpe de lengua sobre el culo de Victor lo hizo saltar. —¿Qué estás
haciendo?
—Arreglando—. Shep lo lamió de nuevo, haciendo una pausa para
lamer los dedos de su mano más pequeña y burlarse alrededor del agujero
de Victor.
—Espera, espera, mmm, ¿por qué?— Víctor se retorció. —¡No hemos,
no hemos hecho esto antes! Nunca he hecho esto!
—Quiero arreglar más—. Shep le miró con una cálida sonrisa. —
Arreglarte con el pene.
—Quieres... ¡oh!— Victor jadeó cuando se dio cuenta de lo que Shep
estaba insinuando. —No, no creo que quiera hacer eso ahora mismo. No
estoy, no estoy seguro de que sea una buena idea—. Se echó hacia atrás
contra la cabecera.
Ciertamente había fantaseado con tener sexo, muchas veces de hecho, pero
no creía que quisiera que su primera vez fuera aquí con Shep. Se suponía
que era especial, y esto era tan repentino que no tenía tiempo para pensar...
Shep le agarró la pierna y la tiró hacia abajo. —No. Arreglando.
—¡Maldita sea!— Victor se retorció y trató de alejarse, pero sólo logró
caer sobre su estómago.
Shep lo inmovilizó fácilmente contra el colchón con esa mano gigante,
sosteniéndolo allí mientras sus dedos más pequeños se deslizaban entre sus
mejillas. —Arregla ahora. Te gusta.
—¡Mm! Para!— Victor gimió de frustración, jadeando mientras el
dedo de Shep, resbaladizo por la saliva, empujaba dentro de él. Ardía, y lo
odió inmediatamente. —¡Duele, por favor! Para!
—No. Arreglar—. Shep movió su dedo dentro y fuera, tomándose su
tiempo y trabajándolo profundamente.
Era inmensamente incómodo, y Victor se esforzaba por respirar a pesar de
la extraña sensación. Agradeció que Shep se detuviera para añadir algo

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resbaladizo, tal vez aceite, y el dedo palpador se deslizó con mucha más
facilidad. Sin embargo, la sensación era extraña y no le gustaba.
—Arregla bien—, le dijo Shep mientras añadía un segundo dedo.
Empujó con fuerza, jadeando como si fuera él quien fuera penetrado.
—Shep... mierda... duele...— Victor gimió, enterrando la cara en el
colchón.
—Arregla—, prometió Shep. —Espera. Arregla bien.
—Maldita sea... Shep...— Victor cerró los ojos y esperó que terminara
rápido.
Los dedos de Shep seguían empujando y empujando, y el ardor se
desvanecía lentamente. Era extraño, aunque no incómodo ahora, y los
suaves empujones estaban empezando a sentirse bien. Se propuso relajar su
cuerpo y dejó que Shep lo abriera. Su polla se agitaba, y no podía creer que
se le estuviera poniendo dura de nuevo tan pronto.
Se tensó cuando se dio cuenta de que la gigantesca polla de Shep iba a tener
que caber dentro de él de alguna manera, y no veía cómo eso era posible.
Shep sacó sus dedos, hurgando en el agujero de Victor. —Mm... suave
ahora.
—Shep, no puedo hacer esto—. Victor negó con la cabeza. —Por favor,
déjame arreglarte con mi boca. Por favor, te gusta eso, ¿no?
—No.— Shep se arrastró encima de Victor, sujetando su cadera con
fuerza. —Arregla ahora.
Victor se encogió cuando sintió la fría cabeza de la polla de Shep allí en su
agujero. Ya estaba dolorido por los dedos de Shep, y gimió miserablemente.
El primer empujón fue extraño, y luchó contra la sensación de ser estirado
tan ampliamente. No le dolía, todavía no, pero quería que parara.
Shep separó las mejillas de Victor, gimiendo en silencio mientras sus
pulgares recorrían el lugar donde ahora estaban unidos. —Victor...
Hermoso.

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Victor se sonrojó miserablemente y escondió su cara en las sábanas. —Shep,


por favor... no.
—Arregla tan bien, Victor. Ya ves—. Shep apretó las mejillas de Victor
y empujó hacia delante.
—¡Ah! ¡Mierda!— Victor gritó de inmediato, tratando
desesperadamente de alejarse del dolor agudo. Juró que se estaba
desgarrando, y le dolía tanto que no podía respirar.
—Arregla—, lo calmó Shep mientras mecía sus caderas lentamente,
trabajando su gran polla con pequeños y cortos empujones. —Mmm... sí...
arreglar...
Agarrando la cama, Victor sollozaba. El dolor era horrible, y no había nada
que pudiera hacer para que Shep se detuviera. Era demasiado, y en realidad
temía desmayarse. Gimió cuando Shep se retiró repentinamente -oh, eso
era raro- y volvió a empujar, creando un nuevo e inesperado placer.
Shep volvió a empujar, y era imposible que esa fuera toda su polla. Al
menos, el dolor estaba disminuyendo. Victor descubrió que no odiaba la
sensación de hundimiento cuando estaba vacío y Shep volvía a introducirse.
Seguía siendo demasiado intenso, palpitaba, y las lágrimas corrían por su
cara mientras intentaba respirar a través de cada oleada de sensaciones.
Gimió cuando Shep se metió más adentro y le hizo sentir que se iba a
romper. Mierda, estaba tan lleno allí abajo, y no podía moverse en absoluto
sin que el dolor se intensificara. Todo lo que podía hacer era quedarse allí y
aguantar, sollozando de nuevo cuando Shep le dio más de su polla. Tenía
que ser eso, simplemente tenía que serlo, y gritó más fuerte cuando Shep
empezó a bombear su polla dentro y fuera de su apretado agujero.
—Sí, Victor... sí...— Shep se inclinó sobre él, sus caderas se movían
cada vez más rápido, follando a Victor con fuerza. Cualquier paciencia que
tuviera Shep se había perdido, y se abalanzó sobre el cuerpo de Victor sin
ninguna piedad.

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Victor abrió las piernas y trató de arquear la espalda, cualquier cosa para
aliviar la brutal embestida. No pareció ayudar mucho, y gimió cuando la
calidad de las embestidas cambió. Seguía siendo duro, pero Shep se
retiraba antes de empujar profundamente, moviendo las caderas y
golpeando ahora todo tipo de deliciosas terminaciones nerviosas
escondidas en el cuerpo de Victor que ni siquiera sabía que tenía.
—Víctor...— Shep susurró su nombre como si fuera algo sagrado, y
gruñó mientras se abalanzaba sobre Victor, encorvándose sobre él y
acariciando su hombro.
La cercanía hizo que Victor se estremeciera, y ahora esto se sentía como
algo verdaderamente íntimo. Los destellos de dolor eran escasos y distantes
entre sí, y la gorda polla de Shep, que le estaba estirando el agujero, era
increíble. La presión lo hacía jadear y gemir, y su propia polla palpitaba
debajo de él donde estaba clavada contra la cama. —Oh, Dios... Shep...
—Arregla—, dijo Shep con firmeza. —Arreglar a Victor...
—Sí... mierda...— Victor volvió a gemir, y no podía creer los ruidos
que salían de él. Estaba caliente y sudando, y la palmada de sus cuerpos
chocando era un sonido nuevo y excitante. Ahora no se cansaba de la gorda
polla de Shep, y sintió una burbuja de vergüenza por gustarle tanto. Nunca
quería que Shep dejara de follarlo, y cuando volvió a sollozar, fue de
felicidad.
—Victor—, gimió Shep con urgencia. —Ven. Ven ahora.
Victor no estaba preparado para lo que se sentiría cuando Shep se corriera
dentro de él -mucho menos tuvo un momento para considerar que lo haría-
y jadeó ante el torrente de calor tan profundo en su agujero. Podía sentirlo
brotar alrededor de la polla de Shep mientras éste seguía empujando, y
Victor gimió desesperadamente. —Shep, quiero... yo también quiero
correrme. Por favor, Shep.
Shep gruñó, y metió la mano debajo de Victor para agarrar su polla. —
Mmm, mojado.

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—¡Vamos!— Victor gritó.


—Arreglar—, prometió Shep sin aliento, acariciando a Victor con un
toque practicado. —Arreglar ahora.
Victor sacudió sus caderas, rebotando entre el puño bombeante de Shep y
su gorda polla aún enterrada dentro de él. Sólo bastaron unos pocos tirones
de los hábiles dedos de Shep antes de que Victor se corriera, gimiendo
mientras volvía a golpear la polla de Shep. Podía sentir cómo se apretaba
alrededor de su gruesa circunferencia mientras se derramaba en la mano de
Shep, y sollozaba en el colchón mientras el torrente lo abrumaba.
Le dolía el agujero, que latía distantemente al ritmo de su pulso frenético, y
estaba tan lleno de semen y de polla que tenía miedo de moverse. Sus
pestañas estaban mojadas con lágrimas frescas cuando parpadeó, y se dejó
caer en la cama con un suave gemido.
—Arreglar—, susurró Shep, acomodándose contra la espalda de Victor
y teniendo cuidado de no presionar con todo su peso.
—Sí. Me has arreglado bien—. Victor cerró los ojos, tratando de
asimilar la experiencia salvaje y procesar todo lo que había sucedido.
Dios, le había gustado...
Le había gustado mucho.
Antes de que Victor pudiera recuperar el aliento, Shep ya estaba
preguntando: —¿Arreglar más? ¿Sí?
—Sí, Shep.
Shep gruñó felizmente
—Pero después del desayuno.

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Por fin había llegado la primavera, pero Victor ya había decidido hacía
tiempo que no iba a dejar a Shep. Se había encariñado bastante con su
monstruo y con el tiempo que pasaban juntos, habiendo encontrado
placeres con él que no creía que ningún hombre normal pudiera darle. Toda
relación tenía sus altibajos, y la suya no era diferente. Después de todo lo
que habían pasado juntos, no podía imaginar estar en otro lugar.
Sin embargo...
—¿Crees que podríamos ir a la ciudad para algo?— Preguntó Victor.
—¿Para qué?— Shep parecía desconcertado.
—Me gustaría ver a mis padres—, respondió Victor mientras miraba
las flores que florecían alrededor de las tumbas del exterior. —Creo que
quiero enseñarles el jardín. Hay un lugarcito por allí, junto a ese gran roble,
que creo que les encantará.
—Sí—. Shep sonrió. —Creo que es una muy buena idea.
—Pensé que lo seria.

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DIA TRES: DESLIZARSE

Llevo una hora sentado frente al ordenador. Lo he visto deslizarse detrás


de mí en el reflejo de la pantalla de mi portátil, y no me atrevo a moverme.
Advertencia: La siguiente historia incluye un monstruoso coito
con hemipenes4 y menciones al maltrato y abandono de animales
en el pasado.

Matt llevaba más de una hora sentado frente a su ordenador. Había visto el
reflejo de la criatura en la pantalla de su portátil y no se atrevía a moverse.
Al principio, pensó que estaba viendo cosas.
Estaba cansado. Eso era todo. Estaba realmente cansado por haberse
quedado despierto hasta muy tarde viendo vídeos tontos en internet para
olvidar lo solo que estaba, y eso era todo.
Pero no, ahí estaba de nuevo, y ahora se había quedado congelado durante
una hora seguida.

4
Un hemipene es uno de los dos órganos reproductores de los reptiles escamosos macho. Los hemipenes están
normalmente dentro del cuerpo y afloran antes de la reproducción mediante tejidos eréctiles, al igual que el pene
de los mamíferos.

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Se asomaba por el respaldo del sofá, observándolo con ojos brillantes y


curiosos. Parecía un joven hermoso, pero sólo de cintura para arriba. El
resto...
Era una serpiente gigante.
Y no una serpiente cualquiera, sino una brillante serpiente esmeralda como
la que había comprado hoy mismo en la tienda de mascotas de Sheppan. Se
suponía que era una raza rara de serpiente arbórea, pero nadie la había
querido porque la pobre tenía una horrible cicatriz que le recorría el
costado, estropeando sus bonitas escamas verdes.
Matt se sintió muy mal y decidió comprarla de inmediato. Odiaba verla
metida en un tanque tan pequeño, y tenía uno mucho más grande en casa
que era perfecto desde que una de sus otras serpientes había fallecido el
mes pasado. No era un coleccionista, no exactamente, pero tenía otros tres
reptiles que eran muy singulares.
Estaba el Capitán Jack, el dragón barbudo de tres patas; Maggie, la pitón
bola ciega; y el Profesor X, el deslizador de orejas rojas que había sido
atropellado y había perdido sus patas traseras y parte de su caparazón, por
lo que Matt le había construido un juego de ruedas con Legos para que
pudiera seguir desplazándose por su terrario.
Nadie había querido ninguno de ellos.
Al ser un poco pesado y quizá demasiado peludo para el gusto de algunos,
Matt sabía muy bien lo que era no ser querido. Le rompía el corazón ver a
cualquier animal sufrir solo, y quería hacer todo lo posible para que sus
vidas fueran más cómodas y felices.
Por eso quiso adoptar a la bonita serpiente de árbol con una mala cicatriz,
pero ahora se arrepentía de esa decisión, ya que lo miraba fijamente como
si quisiera comérselo.
Mientras la batería de su portátil se agotaba, supo que iba a tener que
enfrentarse a la criatura que tenía detrás.

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No tenía otra opción. No podía sentarse allí toda la noche. Tenía que
alimentar a sus mascotas. Por ellos, se armó de valor para moverse
finalmente.
Cerrando lentamente el portátil y manteniéndolo en sus manos para usarlo
como un arma potencial, se aclaró la garganta. —Eh...
—Hola—, dijo el hombre-serpiente con una voz perfectamente normal
y clara, dulce como el tañido de una campana.
Matt gritó y dejó caer el portátil.
El hombre-serpiente siseó y se enroscó detrás del sofá con un fuerte
gemido. Ahora lloraba, con un sonido suave y lastimero, y se hundió de
nuevo en la esquina contra la pared. —¡Lo siento! Por favor.
—¡Espera! ¡Lo siento!— Matt se sintió un poco tonto ahora. —Tú... me
has asustado. Lo siento—. Se sentó sobre sus rodillas y miró hacia abajo,
donde se escondía el hombre-serpiente.
La parte superior del hombre-serpiente era ágil y delgada, y tenía una larga
cicatriz en el costado, como cuando era una pequeña serpiente. Sus
estrechas caderas estaban salpicadas de escamas brillantes justo antes de
que empezara la parte serpenteante. Era difícil saber qué longitud tenía su
cola, pero era suficiente para enroscarse alrededor de todo su cuerpo y
dejar sólo la cabeza asomando. Sus ojos eran de un intenso tono amarillo y
sus pupilas eran finas rendijas verticales.
Aunque al principio distraía un poco, Matt pensó que sus ojos eran muy
hermosos. De hecho, todo el hombre-serpiente le parecía hermoso, y Matt
se dio cuenta de que se estaba sonrojando con sólo mirarlo.
—Yo... ¿te he asustado?—, dijo el hombre-serpiente, parpadeando
hacia él.
—No pensé que había comprado una persona serpiente. Sólo, ya
sabes, una serpiente normal—. Matt se ajustó las gafas y sonrió
nerviosamente. —Hola. Soy Matt.

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El hombre-serpiente se levantó de repente hasta que estuvieron nariz con


nariz, sosteniéndose sobre su gruesa cola.
Matt se estremeció.
Vaya, era rápido, como... bueno... como una serpiente.
—Hola, Matt—, dijo. —Me llamo Fidi.
—Oh. H-hola—. Matt volvió a juguetear con sus gafas. —Así que... no
eres una serpiente.
—A veces lo soy—. Fidi se lanzó hacia adelante, obligando a Matt a
tropezar hacia atrás en el sofá.
Matt aterrizó de culo, jadeando cuando Fidi se deslizó justo encima de él.
Ahora estaba de espaldas con un hombre-serpiente muy bonito que le
sonreía. No sabía qué hacer con sus manos, y acabó sujetando las caderas
de Fidi con torpeza. —Vaya, eh, así que aquí estás.
—Estoy muy contento de que seas mi nuevo dueño—, dijo Fidi, sus manos
se deslizaron por el pecho de Matt. Jugueteó con los botones de su camisa
antes de averiguar cómo desabrocharlos. —Se nota que eres un hombre
muy amable.
—¿Se nota?— Matt parpadeó. —Espera, espera, ¿qué estás haciendo?
—Después de que me trajeras a casa, estaba encantado con mi nueva
jaula—, explicó Fidi mientras seguía desabrochando la camisa de Matt. —Es
muy bonita. Te tomaste mucho tiempo para asegurarte de que fuera
perfecta. La temperatura, la humedad, todo. Y cuando me escapé...
—¿Qué estás haciendo con mi camisa exactamente?
—Quitándotela—. Fidi abrió la camisa de Matt de par en par, y Fidi
suspiró felizmente mientras asfixiaba su cara contra el pecho peludo de
Matt. —Oh, eres tan suave y cálido.
Matt se sonrojó furiosamente, y acarició la espalda de Fidi. —Yo... gracias.
Creo.

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—Me gusta mucho tu pelo.


Matt se sonrojó más. —Okey, entonces...
—Mm. Bien—. Fidi levantó la cabeza y le sonrió. —Después de escapar de
mi nueva jaula, vi a los otros que estás cuidando. A todos ellos les gustas
mucho también. Excepto que Maggie no es una chica.
—¿No lo es?
—No pasa nada. No le importa que le sigas llamando Maggie.
—¿Hablaste... con él?
—Lo hice. Hablé con todas tus otras mascotas—. Fidi se agachó,
deslizando audazmente una mano sobre el vientre de Matt hasta sus
pantalones. —Todos estamos de acuerdo en que debo agradecerte su
amabilidad.
—¿Agradecerme por...?— El cerebro de Matt se negaba a cooperar, y
no entendió a qué se refería Fidi hasta que sintió sus dedos fríos
envolviendo su polla. —¡Whoa! ¡Hey!
—¿Qué pasa?
Matt intentó apartarse, pero Fidi era mucho más pesado de lo que parecía.
La presión de un cuerpo tan firme y encantador contra él, por extraño que
fuera, estaba teniendo todos los efectos habituales, y rápidamente se puso
nervioso. —¡Tú, no, no tienes que hacer eso!
—Pero quiero hacerlo.
—Uh, uh, nos acabamos de conocer, y esto es, esto es raro...
—¿No me encuentras lo suficientemente atractivo para ser tu
pareja?— Fidi frunció el ceño.
Matt odiaba que ese pequeño ceño le afectara tan fácilmente, y se apresuró
a jurar: —No, no, ¡claro que sí! Eres, vaya, eres lo más bonito que he visto
nunca.

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Fidi sonrió. —Bien—. Se echó hacia atrás, agarró el dobladillo de los


pantalones del pijama de Matt y se los bajó.
—¡Oye!— Matt intentó agarrarlos, pero Fidi ya se había deslizado
fuera de su alcance con los pantalones y los había tirado. Matt estaba muy
duro y no tenía dónde esconderse, y jadeó cuando la larga cola de Fidi se
enroscó alrededor de su medio. —Espera, espera, ¿qué estás haciendo
ahora?
—Preparándome para aparearme contigo—, dijo Fidi con dulzura. —
Maggie me ha dicho lo que te gusta.
Matt nunca se había sentido traicionado por una serpiente y tomó nota
mentalmente de que debía sacar el tanque de Maggie de su habitación en
cuanto pudiera. Quería hundirse en el sofá y esconderse. —Pero tú, eso es,
no deberíamos hacer esto. Deberíamos cenar primero o ver una película…
¡oh!— Jadeó cuando la cola se enroscó alrededor de su cuerpo, sujetando
sus brazos contra sus costados.
—Te cuidaré muy bien—, prometió Fidi mientras se apretaba de
nuevo sobre el pecho de Matt. —Por favor, relájate.
—Ha pasado un tiempo, bueno, y no estoy, no estoy seguro de estar
realmente en, eh, el estado de ánimo adecuado para esto—, tartamudeó
Matt. Gimió cuando las fuertes manos de Fidi le agarraron los muslos y los
separaron.
—A mí me parece que sí—. Fidi asintió a la dura polla de Matt y
sonrió, mostrando unos puntiagudos dientecitos.
Matt realmente no sabía cómo discutir con un hermoso hombre-serpiente
que hablaba, y su corazón latía cada vez más rápido. Había pasado más de
un tiempo, y quizá se sentía bastante solo a veces, y...
Oh, ¿qué estaba haciendo Fidi ahora?
Fidi se estaba frotando justo debajo de donde terminaba su mitad humana,
más o menos en la posición general en la que habría estado una polla si
hubiera sido un hombre normal. De repente, una hendidura apareció entre

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sus escamas y la cabeza puntiaguda de una polla se deslizó hacia fuera. Era
de color verde pálido, larga y gruesa, con pequeñas crestas, ya resbaladiza
con algún tipo de fluido. Y luego había otra asomando por debajo de ella.
Fidi tenía dos pollas.
Sí.
Una serpiente.
—Oh, esto es definitivamente una idea terrible—, protestó Matt.
—No es necesario que tomes los dos a la vez—, dijo Fidi. —Uno a la
vez sigue siendo bastante placentero.
Matt deseó que su polla no estuviera tan jodidamente dura o que su agujero
no se apretara sólo con la idea de tener algo dentro de él. A excepción de
sus momentos de intimidad -que aparentemente no eran tan privados
gracias a la bocazas de Maggie-, hacía años que no estaba con nadie.
Tal vez esto estaba bien. Tal vez sí se merecía divertirse y sentirse bien...
—¿Por qué, por qué estás haciendo esto?— Preguntó Matt, nervioso.
—¿De verdad? ¿Es, es sólo porque mis mascotas dicen que soy agradable?
—Bueno, eso es ciertamente parte de ello—. Las mejillas de Fidi se
volvieron de un bonito tono rosado mientras se acercaba, frotando la punta
de su primera polla contra el agujero de Matt y compartiendo la humedad.
—Sí, me alegré mucho de que fueras amable, pero también de que fueras
tan guapo.
El cerebro de Matt volvió a apagarse. —¿Guapo? ¿Yo?
—Mm, eres tan grande y fuerte, y me encanta tu vello.
—¿Estoy soñando? Porque parece que debo estar soñando.
Fidi sonrió y empujó la punta de su polla hacia dentro.
Matt gimió, sorprendido por la facilidad con la que se deslizó dentro de él, y
wow, eso fue caliente.

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—¿Sientes que estás soñando, Matt?


—No, eso... eso se siente muy real. Y muy agradable—. Matt respiró
profundamente, gimiendo más fuerte cuando Fidi empujó más
profundamente. —Mmm, wow, muy, muy agradable.
Hubo un estiramiento, pero no fue incómodo. Fidi se tomaba su tiempo y
sólo le daba uno o dos centímetros más con cada empuje. La polla de Fidi
era cónica, y la presión al llegar a la parte más gruesa hizo que Matt jadeara
de placer.
—Oh, Matt—, suspiró Fidi con adoración. —Te sientes de maravilla—.
Se inclinó para darle un beso, su fuerte cola abrazaron a Matt con fuerza
cuando empezó a moverse. —Mmm, absolutamente maravilloso.
—Ah... también... también tú...— Matt se perdió en los suaves labios
de Fidi, gruñendo con cada empuje. No podía creer lo bien que se sentía,
perfecto y resbaladizo, como si Fidi estuviera hecho sólo para él. Ansiaba
tocarlo, pero que lo abrazaran así también era muy agradable. No había
nada que pudiera hacer para detener a Fidi, y no tenía idea de por qué eso
lo excitaba tanto.
Cuando Fidi empezó a acelerar el ritmo, sus gafas se desviaron, y ni siquiera
le importó. Dejó que sus piernas se abrieran de par en par, recibiendo cada
golpe con un gemido de felicidad. Nunca había sido un amante muy
ruidoso, pero para Fidi quería serlo. Quería que esta hermosa criatura
supiera lo maravilloso que se sentía, y no podía imaginar que algo volviera a
sentirse tan bien.
Las crestas de la polla de Fidi eran extrañas al principio, pero ahora a Matt
le encantaba su textura. Nunca se había dado cuenta de lo sensible que era
su agujero, y podía sentir cada cresta cuando la polla de Fidi entraba y salía
de su cuerpo. Eran excitantes, extraños e increíbles, y Matt amaba cada
segundo de esto.
Fidi jadeaba, enseñando sus pequeños y afilados dientes, y de repente
levantó a Matt del sofá con para buscar un nuevo ángulo. —Ohhh, Matt...
¡oh, sí!

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Matt se retorció, con las piernas ahora subidas a los hombros de Fidi
mientras su gruesa cola lo sujetaba con fuerza y lo golpeaba contra su polla.
Su cuerpo ya no tocaba el sofá, y la posición imposible hacía que la polla de
Fidi se sintiera mucho más grande. —¡Fidi! Oh, Dios mío!
—Sí, Matt... mmm... te sientes tan bien...— Fidi acarició los muslos de
Matt, acariciando el grueso vello de allí y deslizándose hacia abajo para
acunar su culo. —Sí, mmm... tu cuerpo es perfecto. Absolutamente perfecto.
Matt dejó colgar la cabeza hacia atrás, con la boca abierta mientras Fidi le
machacaba el culo. Las crestas le hacían doler de la manera más dulce, e
incluso le encantaba el suave agarre de la cola de Fidi alrededor de su
cuerpo. Se entregó a todos los increíbles placeres, dejando escapar otra
larga serie de gemidos de gozo. —¡Sí, Fidi! ¡Oh, Dios! Sí, sí, sí.
—Quiero darte más—, suplicó Fidi. —Por favor, ¿puedo? Matt, oh, por
favor. Quiero darte todo.
—¡Sí! ¡Dámelo! ¡Por favor, Fidi, cariño! Sólo dámelo!— Matt ni
siquiera sabía lo que estaba suplicando al principio, pero entonces sintió la
punta de la segunda polla de Fidi presionando contra su agujero ya lleno. —
Oh, mierda...
—Respira para mí—, le tranquilizó Fidi, que había disminuido la
velocidad a un ritmo lento. —Mmm, sólo respira para mí...
—¡No es, no va a ir allí!— protestó Matt, mareado ante la perspectiva
de que Fidi lo intentara. Nunca había intentado tomar dos de nada, excepto
los dedos, aunque definitivamente había tenido algunas fantasías aquí y allá
a lo largo de los años de ser estirado así de ancho.
—Sólo te daré placer—. Fidi sonrió y empujó la punta hacia el interior.
Hubo una oleada de presión, un rápido destello de dolor y luego la deliciosa
sensación de estar completamente lleno. Matt podía sentir cada una de las
crestas de la segunda polla mientras se introducía en su interior. Había
perdido sus gafas en algún lugar, pero no podía molestarse en preocuparse
cuando su agujero estaba siendo abierto por dos gruesas pollas.

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Fidi estaba siendo tan paciente, cada toque cariñoso y tierno, sujetando las
caderas de Matt y meciéndolo suavemente para que se encontrara con el
movimiento de sus caderas. —Ya está, así de fácil. Relájate y ábrete para
mí... ahí.
—Oh... Dios...— Matt agradeció que Fidi lo sostuviera porque no creía
que hubiera sido capaz de hacerlo. Nunca nadie le había follado así, y no
sabía si iba a poder caminar cuando terminaran. Le palpitaba el culo, pero
el malestar pronto se desvaneció hasta desaparecer.
Se quedó con el placer vívido, su cuerpo empujado hasta el límite y
amándolo, gozoso y totalmente relleno. Gimió cuando Fidi se abalanzó
sobre él, retorciéndose sólo para sentirle apretar su fuerte cola a su
alrededor. Incluso con sus gafas perdidas en el suelo, podía ver a Fidi lo
suficientemente bien, y no podía apartar los ojos de la magnífica visión que
tenía ante él.
Fidi tenía tenues escamas en las mejillas, las cejas y la parte superior del
pecho y los hombros. Cuando se movía, Matt podía ver cómo captaban la
luz y brillaban como gemas. La flexión del esbelto pecho y el estómago de
Fidi era igualmente hipnótica y Matt se recordó a sí mismo que debía frotar
todos esos músculos ondulantes en cuanto tuviera las manos libres.
Nunca antes había compartido algo con un compañero tan hermoso, y
había algo sexy en el hecho de que Fidi fuera mucho más pequeño que él y
tomara las riendas de esa manera.
Bueno, más pequeño si no contaba la cola.
Fidi se enroscaba alrededor del cuerpo de Matt y de su pecho,
mordisqueando y chupando su garganta mientras lo follaba. El fluido que
sus pollas perdían estaba actuando como un lubricante fenomenal, y
goteaba entre las mejillas de Matt.
—Bésame—, suplicó Matt mientras se estiraba hacia él. —¡Joder, Fidi,
por favor!

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—Sí, Matt. Sí, sí, sí—, susurró Fidi, sacando la palabra como un
silbido justo antes de juntar sus labios. Lamió profundamente la boca de
Matt y gimió.
Matt chupó la lengua de Fidi -Dios, era bífida- y le devolvió el beso con
pasión. Cuando volvió a introducir su lengua en la boca de Fidi, sintió sus
afilados dientes y jadeó de excitación. Realmente estaba disfrutando de
todo esto, pero quería estar más cerca. —Fidi, mmm...
—¿Qué pasa?— Fidi redujo la velocidad y acarició los muslos de Matt.
—Quiero... quiero poder tocarte—, dijo. —bueno, sí, me gusta mucho
estar atado o enrollado o lo que sea esto, pero también quiero sentirte—. Se
mordió el labio con ansiedad. —¿Te parece bien?
—Por supuesto—. Fidi se puso elegantemente de espaldas, llevando a
Matt con él y poniéndolo encima. Aflojó su presión para que Matt pudiera
liberar sus brazos, pero el resto de su cola permaneció enroscada alrededor
de sus caderas.
Matt gimió mientras se hundía en las pollas de Fidi, y el ajuste apretado era
casi abrumador en esta posición. Deslizó sus manos por el pecho de Fidi,
recorriendo las brillantes escamas y las líneas musculares. De repente se
sintió cohibido y preguntó: —¿Esto está bien? ¿No soy... demasiado
grande?
—No—. Fidi sonrió y acarició con avidez los gruesos muslos de Matt.
—Me gustas tal y como eres. Eres muy guapo y me alegro mucho de ser
tuyo. Quiero ser tuyo para siempre.
—Oh, Fidi...— Matt se inclinó hacia adelante para besarlo, levantando
su cuerpo y luego empujando hacia abajo, moliendo sobre las pollas de Fidi
con un gemido ahogado de placer. Rodeó sus caderas, haciéndole casi gritar
por el doloroso estiramiento tan profundo en su interior, y comenzó a
cabalgar a Fidi en serio. Quería más besos, más de la piel escamosa de Fidi,
más de todo.

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A pesar de sus crecientes deseos, dudó en acercarse más. Le preocupaba ser


demasiado grande para montar a Fidi de esta manera, y deseaba haber
hecho algo con esa membresía del gimnasio a la que se había apuntado
hacía meses y que nunca había utilizado.
Fidi utilizó su cola para acercar a Matt a él, sin que pareciera importarle en
absoluto la barriga de Matt o el roce con su propio y delgado estómago. Por
lo general, Matt evitaba acercarse de esta manera cuando tenía intimidad
porque no le gustaba su cuerpo, pero a Fidi parecía encantarle.
Acariciaba el vientre de Matt a través de su cola, y luego ahuecaba el pecho
de Mark y le acariciaba el pezón con una mano y arrastraba las uñas por sus
gruesos muslos con la otra. Era como si Fidi no pudiera saciarse de él, y eso
supuso un gran impulso para el ego de Matt: nunca se había sentido tan
sexy.
Cuando las manos de Fidi empujaron hacia dentro y agarraron la polla de
Matt, éste supo que no iba a poder aguantar. —¡Oh, Dios! ¡Fidi!
—Sí, Matt... mmm... Sí...— Fidi enseñó los dientes y su cola abrazó a
Matt con más fuerza. Lo acarició rápidamente, instando: —Quiero verte
venir... Quiero darte tanto placer... Vamos, Matt...
Matt se folló a sí mismo en las pollas de Fidi con una nueva oleada de
energía mientras perseguía su orgasmo. Fue tan duro como pudo, amando
la guerra entre el dolor y el placer mientras tomaba esas pollas con todo lo
que tenía. La mano de Fidi era un borrón en su polla, provocando oleadas
de placer y haciendo que la respiración de Matt se atascara en su garganta.
—¡Estoy... estoy...!
—Sí, Matt—, jadeó Fidi. —Sí... yo también... oh, mmm... ¡yo también!
—¡Vamos!— Matt gimió desesperadamente. —¡Sí, vamos, justo ahí,
justo ahí...!
De repente, Fidi agarró a Matt y los volteó para que él quedara inmovilizado
contra el sofá y Fidi volviera a estar encima. Su mano no dejaba de

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moverse, seguía acariciando con rapidez, y machacaba a Matt con un fuerte


rugido.
—¡Mierda!— Matt se sobresaltó por el repentino movimiento, y Fidi
se enroscaba a su alrededor con tanta fuerza que le costaba respirar. Se
sintió mareado, y eso hizo que cada nervio que hormigueaba fuera aún más
sensible. Se corrió con un grito, sus caderas se sacudieron sin poder evitarlo
mientras se derramaba sobre el puño de Fidi. Fue como hundirse en un
cálido abismo, rodeado por el maravilloso rabo de Fidi, y saborear sus
labios mientras Fidi se acercaba para darle un profundo beso.
Los orgasmos de Fidi eran más silenciosos, sólo dejaba escapar algunos
gemidos mientras sus pollas descargaban una detrás de la otra.
Matt movió uno de sus brazos para poder acariciar la cara y los hombros de
Fidi mientras se besaban, tratando de mecerse contra él para ayudarle a
superar su clímax. Matt estaba lleno y caliente, y podía sentir cómo el
semen de Fidi intentaba salir mientras éste seguía empujando
perezosamente.
Fidi juntó sus narices y sacó su lengua para acariciar los labios de Matt.
Ayudó a Matt a sentarse y a apoyarse en el sofá, pero permaneció
acurrucado a su alrededor con la cabeza sobre el hombro de Matt.
Matt decidió que el desorden que intentaba escapar de su bien follado
agujero era un problema para el futuro Matt, y se agitó brevemente para
rescatar sus gafas del suelo y poder disfrutar plenamente de este momento.
Pasó el brazo por los hombros de Fidi y lo abrazó. —Guau.
—Guau—, coincidió Fidi mientras se acurrucaba y frotaba su mejilla
contra el pecho peludo de Matt.
Matt le besó la parte superior de la cabeza. —Gracias. Por... por todo eso.
—De nada—. Fidi sonreía. —Gracias por ser tan amable. Estoy muy,
muy feliz de que seas mi dueño, y sé que no me harás daño.

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—¿Hacerte daño? Dios, no. Nunca podría—. Matt miró la larga


cicatriz del costado de Fidi. Lo abrazó un poco más fuerte. —¿Alguien... te
ha hecho daño?
—Sí—. Fidi suspiró con tristeza. —Creía que era un hombre amable
como tú, y quería mostrarles lo que realmente soy... pero no se alegró
cuando me vio. Me tenía mucho miedo y... intentó hacerme mucho daño.
Matt se sintió inmediatamente culpable por haber tenido miedo de la
verdadera forma de Fidi. También reconoció que la propia respuesta
asustada de Fidi era por el miedo a que le hicieran daño de nuevo. —Lo
siento mucho. Yo... Me alegro mucho de que hayas podido alejarte.
—Me sentí muy mal al comerlo—, dijo Fidi con un pequeño resoplido.
—Antes de irme, pude usar su teléfono para asegurarme de que los otros
animales serían atendidos.
—Espera, ¿te lo comiste?— interrumpió Matt.
—Tuve que defenderme—, protestó Fidi. —¡Fue un accidente! Yo sólo,
sólo quería que dejara de apuñalarme, y bueno, puede que haya apretado...
un poquito de más.
Matt tragó saliva. —De acuerdo. Así que eso es una cosa.
—Todavía me siento muy mal por ello.
—Bien, entiendo que tenías que protegerte, pero ¿por qué te lo
comiste?
—Tenía miedo de que si la gente lo encontraba así aplastado, pensara
que había sido una de las serpientes y les hiciera daño—. Fidi hizo un
mohín. —¿Todavía quieres quedarte conmigo?
—Sí quiero. Sí, por supuesto—. Matt sonrió y trató de no ponerse
demasiado nervioso por las posibilidades de que el hermoso hombre-
serpiente se lo comiera. —No dejaré que te pase nada, lo prometo. Nadie te
hará daño.

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—Gracias, Matt—. Fidi levantó la cabeza para darle un suave beso, su


cola que se apretó como un gran abrazo.
—Mm, eh, sólo para que conste... ¿Qué comes?
—¡Oh! Conejos sobre todo—. Fidi frunció el ceño. —Puedo comer
ciervos, pero una vez vi una película sobre una cría de ciervo que perdió a
su madre, y ahora no lo soporto.
—Yo puedo con los conejos—. Matt besó la frente de Fidi. —Supongo
que ahora voy a necesitar mucho más aceite mineral, ¿no?
—¿Quieres bañarme?— Los brillantes ojos de Fidi centellearon con
picardía.
—Ejem, eh, sí, puedo, quiero, me gustaría hacerlo—. Matt se revolvió
con sus gafas y se rio. —Pero quiero decir que podemos hacer, eh, otras
cosas. Me gustaría, me gustaría prepararte la cena. Si te apetece. No creo
que podamos salir a ver una película, pero podemos alquilar cosas aquí
para verlas.
—¿Normalmente quieres cocinar la cena para tus mascotas?
—No, pero eh, estaba pensando que tal vez...— Matt casi tuvo miedo
de decirlo porque sonaba patético dentro de su cabeza, y miró hacia otro
lado.
—¿Matt?— Fidi sostuvo la mejilla de Matt y le devolvió la mirada
hasta que sus ojos se encontraron. —¿Qué pasa?
—Pensé que tal vez querrías ser mi novio en lugar de mi mascota—,
dijo Matt con cuidado. —Puedo seguir cuidando de ti, puedes dormir en mi
cama en lugar de en tu jaula, y quizás podríamos tener una cita antes de
que me golpees de nuevo con tus increíbles penes de serpientes.
Fidi se rio, tapándose la boca para ocultar sus afilados dientes. —¡Oh, Matt!
¿penes? ¿En serio?
—Ya sabes lo que quiero decir—. Matt frunció el ceño.

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—Lo siento mucho. No era mi intención reírme—. Fidi le besó con


firmeza. —Por favor, acepta mis disculpas. Creo que es una idea
maravillosa, y me gustaría mucho ser tu novio.
—¿De verdad?— Matt sonrió. —¿De verdad?
—Por supuesto—, prometió Fidi. —Y si rompemos, ni siquiera te
comeré porque eres un buen hombre.
Los ojos de Matt se abrieron de par en par.
—¡Estoy bromeando!— Fidi acarició el pecho de Matt de forma
tranquilizadora. —Era una broma. Humor de serpiente.
—Oh, ja, ja, claro—. Matt forzó una sonrisa. —Okey, pero en serio, por
favor, no me comas.
—No te comeré—, prometió Fidi con un movimiento de ojos. —
Mientras no me des una razón para hacerlo.
Matt tenía la sensación de que Fidi no estaba bromeando esa vez, pero
decidió no preocuparse por ello. Tenía cosas mucho más emocionantes en
las que pensar, como lo que iba a preparar para la cena de su primera cita
con su nuevo novio serpiente.

Despertar con Fidi enroscado a su alrededor fue nuevo y dulce, y le


confirmó a Matt algunas cosas.
La primera era que Fidi era real y que la noche anterior no había sido un
sueño.
El bello hombre-serpiente estaba allí mismo, entre sus brazos, sonriendo
mientras dormía, como si realmente no hubiera ningún otro lugar en el que
prefiriera estar.

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La segunda era que era posible que una serpiente pareciera presumida, y
puso los ojos en blanco al ver a Maggie en su tanque.
Ah, su tanque.
Fidi se revolvió, y su larga cola abrazó a Matt un poco más fuerte. —Mmm...
—Buenos días—, susurró Matt. —¿Cómo has dormido?
Fidi abrió los ojos de golpe, sonriendo. —Muy bien—. Frotó el pecho de
Matt. —¿Y tú?
—Lo mejor que he dormido nunca—. Matt besó la frente de Fidi. —
Realmente, no quiero ir a trabajar.
—Pues no lo hagas—. Fidi acurrucó su cabeza en el pliegue del
hombro de Matt.
—Mm, tengo que hacerlo—. Matt suspiró. —Tengo que ir a trabajar.
—¿Por qué?
—Para que me paguen.
—¿Por qué?
—Para poder comprar mucha comida para serpientes—. Matt se estiró
y trató de desenredarse de la cola de Fidi. Le besó los labios y le prometió:
—Volveré a casa en cuanto pueda.
Fidi se soltó de mala gana, haciendo un mohín mientras Matt conseguía
liberarse y se levantaba de la cama. Se acurrucó en las mantas, arropándose
con ellas.
—Subiré la calefacción mientras me voy—, dijo Matt mientras se
dirigía al baño. Cuando terminó, se lavó, se cepilló los dientes y volvió a
salir para encontrar a Fidi acurrucado en un apretado ovillo sobre la cama.
—Oh, hey.
—Hola—. Fidi se había envuelto con las mantas de modo que sólo
asomaban sus ojos.

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—¿Estás bien?— Matt se rio. —Quiero decir, te ves muy lindo pero
también algo molesto.
—Echo de menos tu calor. Mucho.
—Pondré la calefacción, lo juro. Oye, espera un segundo—. Matt se
dirigió a su armario y agarró una manta eléctrica. La enchufó junto a la
cama y la colocó sobre los hombros de Fidi. —¡Ya está!
—¡Oh! ¡Matt!— Las pestañas de Fidi se agitaron y se estremeció
visiblemente. —Oh, es muy bueno.
—¿Bueno?— Matt sonrió.
—Muy bueno. Gracias.
Matt besó la frente de Fidi a través de las mantas. —Quédate aquí,
mantente caliente, y volveré tan pronto como pueda.
—De acuerdo—. Fidi sonrió, mostrando sus pequeños colmillos. —
¿Para nuestra cita?
A Matt le dio un vuelco el corazón. —Sí, para nuestra cita.
—¿Y luego te daré mis impresionantes colmillos de serpiente?
Riendo, Matt confirmó: —Por supuesto. Pero después de que comamos, ¿sí?
Quiero que sea perfecto. Como tú.
Fidi agachó la cabeza tímidamente.
—Vuelvo pronto.
Matt revisó el agua de Maggie, consiguió zanahorias frescas para el Profesor
X y dejó caer algunos gusanos de la harina en el tanque del Capitán Jack.
Cuando se aseguró de que todos estaban alimentados y contentos, volvió a
la habitación para ver cómo estaba Fidi.
Fidi seguía enroscado con la manta eléctrica, dormitando.
Matt se puso de puntillas para besarlo por última vez y le susurró: —Te veré
esta noche.

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Fidi murmuró somnoliento y sonrió.


Matt nunca había querido que su turno terminara tan rápido. Ya estaba
planeando pasar por la carnicería local para comprar conejo fresco, y estaba
agonizando sobre si podría cocinarlo o no. No podía comerlo crudo, por
supuesto, pero Fidi no obtendría ningún valor nutricional de una comida si
no lo hacía.
Siempre que las necesidades dietéticas de Fidi fueran como las de una
serpiente normal.
Mierda, mierda, mierda.
Decidió preguntarle a Fidi cuando llegara a casa, contando cada minuto
hasta que terminara y saliera volando por la puerta. Pasó primero por la
tienda de comestibles para comprar verduras frescas y algo de vino, y luego
se dirigió a la carnicería. Tenían cuatro conejos enteros y los compró todos.
—¡Fidi! Ya estoy en casa—. gritó Matt cuando entró por la puerta.
—¡Matt!— Se oyó un fuerte golpe, y Fidi salió deslizándose del
dormitorio a toda velocidad. Se encabritó sobre su cola, agarrando el centro
de Matt y apretando.
—¡Uf! Hey!— Matt casi dejó caer la comida, palmeando el hombro de
Fidi. —¿Me echas de menos?
—Por supuesto—. Fidi no lo soltó y frotó su cara contra el pecho de
Matt.
—¿Oye, Fidi?
—¿Sí?
—Te prometo que podemos abrazarnos, pero tengo que ir a dejar
estas cosas.
—Oh, por supuesto—. Fidi sonrió tímidamente y finalmente lo soltó.
—¿Cómo estás? ¿Has entrado en calor hoy?— preguntó Matt mientras
se dirigía a la pequeña cocina.

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—Sí, mucho. Gracias. Me ha gustado mucho la manta—. Fidi se


deslizó detrás de él. —Maggie quería saber si podía tener una, pero no sé si
hacen mantas tan pequeñas.
—Probablemente no. Puedo investigarlo—. Matt se rio mientras
guardaba la compra. —Oye, una pregunta rara. ¿Puedes comer... comida
cocinada?
—Sí, aunque prefiero que la mayor parte de mis comidas sean
crudas—. Fidi sonrió con dulzura. —Puedo comer bastante, pero luego no
tendré hambre durante unos días.
—Bien, entonces—. Matt pensó por un momento. —¿Y si te doy tres
conejos crudos ahora, y luego puedo guisar el último para que lo comamos
juntos? ¿Te gustaría eso?
—Me gustará todo lo que me prepares—, prometió Fidi. —Eres muy
atento. Realmente eres un buen dueño.
—Novio—. Matt tomó la mano de Fidi y la besó. —¿Te acuerdas?
—Ah, sí—. Fidi agachó la cabeza y sonrió. —Mi novio.
Después de revisar a Maggie y al resto de sus mascotas, Matt se puso a
trabajar para empezar la cena. Hacía mucho tiempo que no cocinaba, ya
que normalmente cenaba solo, y le entusiasmaba la idea de poner a prueba
sus dotes culinarias para su magnífico novio serpiente. Fidi se alegró de
observar, y bebió un poco de vino aguado mientras Matt le explicaba todo
lo que estaba haciendo.
Cuando la comida estuvo lista, Matt sacó dos platos para Fidi: uno con la
carne cruda y otro con el conejo estofado y las verduras de primavera.
Acercó dos sillas para que Fidi tuviera espacio suficiente para sentarse con
su gruesa cola y encendió unas velas.
Claro, una de las velas estaba en un tarro y la otra era de Halloween, por lo
que parecía que goteaba sangre al derretirse, pero Matt quería que su
primera cena fuera romántica.

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Fidi se comió primero los conejos crudos, tragándoselos enteros, lo cual era
un espectáculo, para que él y Matt pudieran disfrutar juntos del resto de la
comida.
Matt hablaba de su día y Fidi estaba pendiente de cada una de sus palabras.
Era agradable estar con alguien que realmente escuchaba, y le encantaba lo
entusiasmado que se ponía Fidi mientras charlaban. Fidi felicitó a Matt por
la comida varias veces y se metió debajo de la mesa para agarrarle la mano
con la punta de la cola. Mucho después de haber recogido los platos,
permanecieron sentados para seguir hablando.
—Eres realmente increíble—, dijo Matt por lo que podría ser ya la
décima vez, y ofreció su mano a través de la mesa para tomar la de Fidi.
—¿Yo? ¡Tú!— Fidi sonrió. —Conseguiste todos esos conejos para mí,
encendiste estas bonitas velas...— Hizo una pausa, tratando de contener
una risa. —La vela sangrienta era un poco raro, pero aun así. Esto ha sido
más de lo que podría haber esperado.
—Oh, y todavía hay más por venir—. Matt sonrió.
—¿Lo hay?
—Vamos—. Todavía sosteniendo la mano de Fidi, Matt lo llevó hasta
el sofá. —Quédate aquí. Enseguida vuelvo.
—De acuerdo—. Fidi se enroscó en el sofá con una brillante sonrisa.
Ahora que Matt sabía que Fidi podía comer otros alimentos, tuvo una idea
genial. Agarró palomitas y las metió en el microondas, y sacó un montón de
caramelos de la despensa. Siempre tenía chocolate como mínimo, pero
también había algunas gomitas, y las agarró también.
—¿Qué es ese ruido?— gritó Fidi cuando las palomitas empezaron a
estallar.
—¡Nada!— gritó Matt. —¡No te preocupes!
—¿Estás seguro? Porque ese es un sonido preocupante—. Fidi hizo
una pausa. —Maggie dice que son palomitas.

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—¿Cómo... puedes oírlo desde ahí dentro?


—¿Puedo?
Matt esperaba que la sorpresa no se estropeara del todo, y sacó las
palomitas del microondas una vez que sonó. Las sirvió en un bol y las
colocó en una bandeja con los dulces. Volvió a llenar los vasos de la cena y
los puso allí también, llevándolo todo a la sala de estar. —¡Ta-dah!
Fidi jadeó de alegría. —¿Qué es todo esto?
—Como no puedo llevarte al cine, te traigo la experiencia de ir al
cine—. Matt sonrió, colocando la bandeja en la mesa de café y sentándose
junto a Fidi. —Siempre hay que comprar palomitas cuando se va al cine.
Los caramelos son opcionales, la mayoría de la gente los mete a escondidas,
pero yo siempre compro un montón.
—Oh, ¿qué son las cosas de colores?— Los ojos de Fidi se abrieron de
par en par.
—¡Son ositos de goma!— Matt sonrió. —Y oh, normalmente, tendrías
refresco, pero vamos a tomar vino. He vuelto a cortar el tuyo con agua, por
si acaso….
—¡Matt, de verdad, está bien!— Fidi se acurrucó contra el costado de
Matt y lo abrazó. —Esto es maravilloso. Gracias.
—Yo sólo... ya sabes...— Matt se sonrojó, pasando un grueso brazo
alrededor de los estrechos hombros de Fidi. —Quiero cuidar de ti. Quiero
asegurarme de que estás a salvo y feliz, y yo sólo...— Olvidó lo que estaba
diciendo cuando Fidi lo miró. —Hey.
—Hey—. Fidi sonrió con dulzura.
Matt lo besó, y gimió cuando la poderosa cola de Fidi le envolvió las
piernas. Su cabeza estaba borrosa y ligera, y aún no podía creer que se
estuviera besando con un hermoso hombre serpiente en su sofá. Incluso
más que el vino que había tomado en la cena, los labios de Fidi le estaban
dando el más fantástico subidón.

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Fidi no tardó en empujarle hacia atrás para ponerse encima de él, pero Matt
presionó suavemente sus manos contra el pecho de Fidi. —Mmm, espera,
espera un segundo.
—¿Qué pasa?— Fidi ya estaba tocando ese lugar especial en sus
escamas, y la raja se estaba abriendo. —¿Es demasiado pronto para que
yo...?
—No, no es eso—. Matt sonrió tímidamente. —Sólo quiero... ¿Quiero
cuidarte esta vez?
Fidi estaba confundido. —¿Qué quieres decir?
—Yo... eh...— Matt tragó saliva. —Quería quizás... usar... uhh... mi
boca...
—¿No entiendo?
—Quiero chupártela—, soltó Matt.
Fidi parpadeó.
—Recuéstate y ponte cómodo, y te enseñaré—. Matt sonrió mientras
guiaba a Fidi contra los cojines, instándole a estirar la cola. Matt acabó
encima de él a horcajadas, y sonrió a Fidi. —¿Estás listo?
—Creo—. Fidi se rio dulcemente. —Creo que nunca he hecho esto
antes.
—Oh, creo que te va a gustar—. Matt lo besó, dejando que se
prolongara durante unos largos instantes antes de recorrer el esbelto
cuerpo de Fidi. Hizo una pausa para quitarse las gafas y dejarlas sobre la
mesa de café antes de continuar. Tenía una idea aproximada de dónde
estaba la hendidura en las escamas de Fidi, y la besó suavemente, lamiendo
a lo largo de la costura cuando la encontró.
—Eso... eso es muy bonito—. Fidi ya estaba sin aliento.
—¿Puedes abrir para mí?
—Sí. Sí, puedo. Lo siento. Es que, es muy nuevo.

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—Iré despacio—. Matt sonrió a Fidi, lamiendo sobre la raja con un


pequeño gruñido hambriento.
Era sorprendente ver a Fidi tan nervioso, sobre todo después de lo confiado
y al mando que había estado la noche anterior. La forma en que Fidi se
sonrojaba y se retorcía hizo que Matt quisiera esforzarse aún más para que
esto fuera perfecto, y jadeó cuando la costura se abrió y pudo lamer dentro.
—Ohh, Matt... Yo...— Fidi gimió.
—Mmm...— Matt gimió cuando su lengua encontró las puntas de las
pollas de Fidi enterradas dentro. La piel que las rodeaba estaba resbaladiza
y caliente, y se sumergió profundamente, lamiendo sobre cada una de ellas.
—¡Matt!— La voz de Fidi se quebró, y sus pollas ahora se hinchaban y
se deslizaban hacia fuera. Se agarró al pelo de Matt, gimiendo con fuerza. —
¡Oh, sí... mmm...!
Matt chupó las dos puntas hasta que fueron demasiado para él. Se llevó una
a la garganta, trabajando su lengua alrededor de ella hasta que Fidi
sollozaba, y la fuerte cola de Fidi se tensaba bajo él.
Las pollas de Fidi eran demasiado grandes para meterse las dos en la boca,
así que masturbó una mientras chupaba la otra con avidez. Cambió entre
ellas para que cada una recibiera atención de su boca, y le encantó cómo
Fidi gemía por él.
—Quiero... Matt...— Los ojos de Fidi estaban brillantes y abiertos, y
miraba a Matt como si fuera realmente la cosa más hermosa que había
visto. —Quiero poner mi cola en ti.
Matt tosió y salió a tomar aire, parpadeando a Fidi. —¿Sí? ¿Quieres decir,
eh, ahora mismo?
—Sí. Ahora mismo, Matt. Quiero darte placer como tú me das placer a
mí.
—Podemos hacerlo. Totalmente—. Matt se bajó los pantalones,
usando un poco del líquido de las pollas de Fidi para mojar su agujero.

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—¿Quieres...?— Fidi sonrió y le ofreció a Matt su cola.


—Por supuesto—. Matt agarró más del liquido y acarició la punta de la
cola de Fidi. —Dios, me encanta lo mojada que estás. Está tan caliente.
—Mm, me alegro de que te guste—. Fidi movió su cola, deslizándola
de nuevo entre las nalgas de Matt y frotando la punta contra su agujero.
—Y tu cola... mm... ¡No puedo creer la destreza que tiene! ¿Puedes
levantar cosas con ella? ¿Es como, prensil5? Creo que es tan jodidamente
genial...
—¿Matt?
—¿Sí?
—¿Puedes volver a poner tu boca sobre mí?
—Esa es la mejor manera en que me han dicho que me calle—. Matt se
rio e inclinó la cabeza, lamiendo el costado de una de las pollas de Fidi
antes de volver a chuparla. Dejó escapar un gemido de felicidad cuando la
cola de Fidi empujó dentro de él, y le encantó la cálida fuerza.
Al principio no era demasiado gruesa, pero a medida que Fidi empujaba, la
circunferencia era casi abrumadora. Matt juró que la parte de la cola de Fidi
que intentaba meterse dentro de él era más grande que sus dos pollas, y
gritó alrededor de la polla en su boca.
Fidi se retiró un poco y preguntó sin aliento: —¿Está bien?
—Mmm. Mm.— Matt murmuró la confirmación, moviendo la cabeza y
chupando más fuerte a Fidi.
Fidi respondió metiendo y sacando la cola, manteniendo una profundidad
razonable que seguía siendo bastante placentera. Acarició y arañó el pelo de
Matt, retorciéndose bajo él mientras gemía: —Te sientes tan bien... Me
gusta esto... Me gusta tanto...

5
Que sirve para agarrar o sujetar.

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Matt se concentró en una de las pollas, rodeándola con su lengua y


tomándola tan profundamente como pudo. Acariciaba la otra polla, con los
dedos mojados por el líquido de Fidi y emitiendo los más deliciosos sonidos
húmedos. Ciertamente había fantaseado con ser tomado por ambos
extremos de esta manera, pero nunca se le había pasado por la cabeza que
sería un hombre-serpiente con dos pollas y una cola muy talentosa.
Se apretó con cada empuje profundo dentro de él, su propia polla dura y
empezando a palpitar. Aunque le dolía la mandíbula, siguió chupando
desesperadamente a Fidi, tratando de hacer que se corriera antes de que
tuviera que parar. Ya estaba bajando el ritmo, y no quería parar todavía. Se
apartó para recuperar el aliento y darse un respiro, volviendo a tragar saliva
y lamiendo sobre las pollas de Fidi con ganas.
La cola de Fidi seguía follándole, y se permitió disfrutar de la sensación de
plenitud y pesadez. —Ah, mierda... eso está muy bien. Dios, cariño. Fidi,
bebé... ah...
—¿Te estoy dando placer?— Preguntó Fidi.
—Dios, sí. Mucho—. Matt sonrió. —¿Te estoy dando placer? Porque
seguro que lo estoy intentando.
—Sí. Se siente maravilloso—. Fidi empujó su cola profundamente y la
mantuvo. —Mmm... Sin embargo, preferiría mucho más estar dentro de ti
correctamente cuando llegue al clímax.
—Técnicamente, tus pollas están dentro de mí cuando están en mi
boca—. Matt logró una pequeña sonrisa descarada.
—Matt—. Fidi le dio un último y brusco empujón con su cola antes de
sacarla. —Me gustaría aparearme contigo. Ahora, por favor.
—Lo que quieras—. Matt se bajó los pantalones hasta el final y se los
quitó, levantándose para darle un beso apasionado. Su corazón latía con
fuerza y le encantaba deslizar sus manos por todo el magnífico cuerpo de
Fidi. Las escamas, los músculos, todo era perfecto y aún le costaba aceptar
que esto estaba sucediendo de verdad.

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Lamerse en la boca de Fidi y sentir esa lengua caliente y bífida deslizándose


contra la suya era una emoción única, y no le importó ni un poco cuando los
colmillos de Fidi le mordieron. Lo hizo estremecerse, y supo que no iba a
durar mucho después de tan intensos preliminares. Fidi lo tocaba con la
misma avidez, arañando su vientre y su pecho como si no tuviera suficiente,
y Matt se quitó la camisa con tanta fuerza que volcó una de sus copas de
vino.
Era difícil preocuparse por el desorden cuando la cola de Fidi volvía a
rodear su pecho y lo arrastraba a su posición, y Matt agradeció que Fidi le
hubiera dejado los brazos libres para poder seguir acariciándolo mientras
se besaban. Matt inclinó las caderas, ayudando a Fidi a conseguir el ángulo
justo para que la primera polla se enganchara y se deslizara dentro. —Ah...
ah, oh Dios...
—Mm, oh, Matt—. Fidi lo apretó y arrastró sus pequeñas garras por el
pelo del pecho de Matt. —Sí, esto... esto es lo que quiero.
—Sí...— Matt gimió cuando la polla de Fidi se introdujo en el interior
de su agujero, suave y húmeda sin esfuerzo, y se apretó completamente en
cada centímetro. Apretó sus caderas hacia abajo, y pudo sentir la segunda
polla allí y esperando tan pacientemente. —Puedo soportarlo. Mm, vamos.
—Oh, sí, Matt. Te lo daré todo. Te daré un placer tan maravilloso—.
Fidi volvió a besar a Matt, levantándolo lo suficiente para que su segunda
polla entrara a presión. —Mmm, ahí...
Matt dejó escapar un pequeño grito cuando Fidi lo volvió a colocar
lentamente sobre sus dos pollas, y jadeó entre los rápidos destellos de
dolor. Incluso después de ser follado con la cola de Fidi, las dos pollas eran
mucho para soportar. En esta posición, se sentían aún más grandes, y se
retorcía sólo para sentir cómo Fidi se enroscaba más a su alrededor. —
Mierda... sí... Oh, Fidi...
Fidi levantó las caderas, utilizando su cola para mover el cuerpo de Matt y
obligarle a cabalgar con fuerza y rapidez. La profundidad era increíble, y
Matt se quedó sorprendido por lo fuerte que era Fidi. Fidi utilizaba a Matt

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como si fuera un juguete, machacándolo con las pollas como si no pesara


nada y aprovechando al máximo cada golpe.
Matt abrió las piernas todo lo que pudo para aliviar la intensa presión, y
dejó que Fidi tuviera el control total. Fue celestial dejarse llevar y permitir
que Fidi tomara las riendas, y sollozó mientras Fidi lo hacía rebotar sobre
sus pollas. Cada golpe profundo creaba una ráfaga de chispas, placenteras y
cegadoras, y Matt se aferró a los hombros de Fidi para anclarse en este
plano de la realidad. De lo contrario, estaba seguro de que su alma habría
abandonado su cuerpo, porque esto era realmente de otro mundo.
Fidi lo follaba con más fuerza, ambas pollas surcando el interior de Matt
mientras la cola de Fidi, enredada en él, lo obligaba a bajar de golpe para
encontrarse con él. —¡Oh, Matt! Oh... Estoy tan cerca... Mmm, lo siento, tu
boca….
—¡Está bien! No pasa nada. Yo también—. Matt se agarró la polla para
empezar a pajearse, asintiendo frenéticamente. —Vamos, cariño. Vamos.
Lléname. Dámela. Quiero correrme montando tus pollas así.
Fidi gimió maravillosamente, profundo y sensual, y atrajo a Matt en un
beso acalorado. Se arqueó y sostuvo a Matt sobre sus pollas mientras se
corría, cada una inundando el agujero de Matt con una gruesa carga de
semen.
Matt se retorcía por completo, incapaz de escapar a la presión que ejercían
en su interior las dos pollas y el torrente de esperma caliente, y se corrió
casi inmediatamente. Apretó las pollas de Fidi para que su propio orgasmo
fuera más intenso, y le encantó cómo Fidi jadeaba en respuesta. Matt lo
besó hasta que ambos se retorcieron y quedaron exhaustos, y se quedó
flácido contra el pecho de Fidi. —Guau.
—Muy guau—, coincidió Fidi.
—Tus colmillos de serpiente son realmente fenomenales.

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—Resulta que pienso que tu boca es realmente fenomenal—. Fidi se


rio suavemente, abrazando los hombros de Matt y dándole un apretón en el
medio con su cola.
Matt se movió hacia atrás, tratando de quitarse el peso de encima de Fidi.
—Mm, lo siento. Siento que te voy a aplastar.
—Tonterías—. Fidi tiró de Matt contra su pecho y le acarició el pliegue
del hombro. —Me gusta cómo te sientes encima de mí. Eres muy cálido y
suave, y tu peso apenas es una preocupación.
—Gracias—. Matt sonrió tímidamente. —Sólo me preocupa. Ya sabes,
porque soy un tipo grande.
—Bueno, entonces supongo que esto significa que me gustan los tipos
grandes—. Fidi le besó la mejilla.
—Y me alegro mucho de que así sea—. El corazón de Matt dio un
vuelco y se abrazó más a él.
—Creo que esta fue una cita muy exitosa. ¿No crees?
—Oh, totalmente. La mejor primera cita de la historia—. Matt giró la
cabeza para besar el cuello de Fidi, y se abrió paso hasta sus labios. —
Mmm, y todavía tenemos que ver una película.
—¡Ah, sí! Y las palomitas y los ositos de goma para comer.
—Tú quédate aquí, que yo voy a asearme—. Matt miró al suelo. —Y a
limpiar el vino—. Volvió a mirar a Fidi. —Cuando vuelva, tú y yo nos
acurrucaremos, veremos la película y disfrutaremos de nuestros aperitivos.
—Maggie dice que a la gente le gusta ‘enredarse’ mientras ve las
películas—. Fidi sonrió tímidamente. —¿Podemos hacer eso?
Matt no iba a cuestionar cómo Maggie sabía eso, pero inmediatamente
aceptó: —Absolutamente. Quiero ofrecerte la experiencia más auténtica de
ver una película.
—Gracias. Por todo. Esto ha sido tan maravilloso—, dijo Fidi. —Me
has hecho muy feliz, Matt.

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—Tú también me haces feliz—. Matt lo besó dulcemente. —Mm, muy,


muy feliz.
—No vamos a ver nada con ciervos tristes, ¿verdad?
—No. Sólo vamos a ver cosas felices, lo prometo.
—¿Las citas son siempre tan divertidas?
—La mayoría de las veces. Aunque tengo la sensación de que siempre
lo serán contigo.
—¿De verdad?
—De verdad, de verdad.
Fidi sonrió ampliamente. —Entonces tendremos que ir a todas las que
podamos.
—Ya lo entiendes. Ahora, espera un segundo, y enseguida vuelvo…
—¡Oh!— Fidi parpadeó. —¿Puedo hacer una petición?
—Por supuesto. Cualquier cosa.
—¿Podrías traer la manta eléctrica aquí mientras nos acurrucamos y
nos enredamos durante la película?
Matt se rio. —Ya lo tienes, Fidi.
—Gracias—, dijo Fidi con alegría. —El mejor dueño de la historia.
—Novio.
—Ah, sí. Eso también.

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DIA CUATRO: DESEO


Me removí en mi taburete, con una desgastada foto de mi difunto marido
en las manos. Antes de que la bruja chasqueara los dedos, me advirtió:
“Ten cuidado con lo que deseas”.
Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales no
consentidas, relaciones sexuales de dudoso consentimiento y
fisting6 fantasmal.

Ben no podía dejar de mirar la fotografía de su marido muerto en sus


manos.
Las últimas palabras que la bruja le había dicho antes de chasquear los
dedos fueron: ‘Ten cuidado con lo que deseas’.
Él no entendía qué significaba eso.
Lo único que había deseado era recuperar a su marido, y no entendía qué
podía tener de terrible eso.
Ahora estaba esperando en su casa, esperando que llamaran a la puerta,
pero aún no había pasado nada.

6
El fisting es una práctica sexual extrema que consiste en introducir la mano en la vagina o en el ano.

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Tal vez la bruja era una mentirosa.


Ella dijo que el hechizo podía tardar en funcionar, así que decidió que
intentaría esperar un poco más. Sólo tenía que ser paciente. Intentó pasar
el tiempo limpiando. Después de todo, no quería que la casa fuera un
desastre cuando Jeremy volviera.
Tiró las flores muertas del funeral y se debatió si sería o no raro conservar
el lirio de la paz que alguien le había regalado. Tal vez él y Jeremy podrían
reírse de ello, regando la planta de su propio funeral.
No era justo.
Jeremy era demasiado joven para haber muerto. Ni siquiera llevaban un
año casados. Habían tenido tantos planes, viajes que querían hacer, todas
las cosas que querían hacer...
Todo eso se había esfumado, a menos que la bruja pudiera hacer lo que
había prometido.
El precio había sido inmenso, casi todos sus ahorros, pero valdría la pena si
Jeremy pudiera volver a casa.
Después de las flores, Ben ordenó la nevera. Sus amigos y familiares le
habían traído comida suficiente para seis meses por lo menos, pero no
había comido mucho. El luto no le había dado mucho apetito, y la mayor
parte de la comida estaba destinada a la basura.
También había una pila de pañuelos de papel con mocos y botellas de
cerveza vacías que abarrotaban el nido que se había hecho en el salón.
Tenía varios pantalones y camisetas de Jeremy con las que se había
acurrucado porque aún olían a él. Pero eso no importaba porque muy
pronto iba a tener el verdadero. Sólo tenía que seguir esperando.
Fregó, aspiró, fregó y finalmente se derrumbó en el sofá.
Llamaron a la puerta.

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—¡Jeremy!—, casi gritó, levantándose de golpe para contestar. Su


corazón se agitaba, atreviéndose a esperar que vería la cara de su marido al
otro lado cuando abriera la puerta. —Oh, Jeremy, yo...
No había nadie.
Ben frunció el ceño.
El vecindario estaba tranquilo y no vio a nadie en la calle. Era tarde, estaba
oscuro y el único sonido que oía era el de un perro ladrando unas casas más
abajo.
Tal vez estaba escuchando cosas.
Cerró la puerta y se volvió hacia el salón. Su estómago se retorcía de
ansiedad y se preguntó si había imaginado los golpes.
Pero allí, otro golpe en la puerta, más fuerte, más insistente esta vez.
Ben abrió la puerta de golpe, con el pulso acelerado, pero de nuevo sólo
encontró un porche vacío.
—¿Qué carajo?—, susurró, con los pelos de la nuca erizados.
Asomó cautelosamente la cabeza, mirando hacia arriba y hacia abajo de su
porche. No vio a nadie ni nada que pudiera haber hecho ese ruido. El
porche estaba rodeado de gruesos arbustos, por lo que era dudoso que
alguien pudiera haber subido corriendo al porche, llamar a la puerta y huir
sin que Ben lo viera. No tenían otro lugar al que ir que no fuera la escalera,
pero no había nadie en el patio.
Ben había estado junto a la puerta cuando oyó el golpe y la había abierto
casi inmediatamente. Era imposible que alguien llamara y saliera corriendo
sin que Ben lo viera.
Cerró la puerta, pero esta vez no se movió. Se quedó donde estaba y miró
por la mirilla.
Tal vez era un niño, alguien que estaba jugando una mala broma.
Lo único que sabía con certeza era que no era su querido Jeremy.

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No vio a nadie y dio un paso atrás con un suspiro.


Aquella bruja podría haber puesto a alguien a hacer esto, sólo para joderlo y
hacerle creer que Jeremy había vuelto a casa. Había dejado que su pena lo
cegara y que esa malvada mujer le robara todo su dinero.
—Es que te echo tanto de menos—, susurró Ben mientras ponía la
cara entre las manos. —No puedo hacer esto solo... simplemente no puedo.
No sé cómo voy a vivir sin ti, Jer—. Podía sentir el familiar pozo de lágrimas
acumulándose en sus ojos, y respiró rápidamente para mantenerlo a raya.
Llamaron a la puerta.
Enfadado ahora porque estaba seguro de que alguien le estaba tomando el
pelo, Ben abrió la puerta de golpe y gritó: —¡Esto no tiene gracia!
Una vez más, se encontró frente a frente con absolutamente nada.
—¡Mierda!— Ben cerró la puerta de golpe, echó el cerrojo y volvió a
pisar el sofá.
No había dormido en la cama desde que Jeremy había muerto, dejando su
lado desordenado tal y como había sido la mañana en que lo llevó por
primera vez al hospital. Aparte de la ropa, Ben no había tocado nada que
fuera de Jeremy por miedo a perturbarlo. Quería dejarlo todo tal y como
estaba cuando estaba vivo, y poder fingir que al menos una pequeña parte
de Jeremy seguía aquí.
Patético.
Era absolutamente patético, y él lo sabía, y no le importaba porque le dolía
mucho.
Se tumbó en el sofá con una de las sudaderas de Jeremy, acurrucándose
con ella y una manta mientras se preparaba para llorar a gusto. No había
oído más golpes, lo cual estaba bien porque había tomado la decisión de no
molestarse en ir a la puerta aunque lo hiciera.
Pero entonces se oyó un nuevo sonido: el pomo de la puerta girando.
Ben se incorporó, con la boca seca, y se apresuró a volver a la puerta.

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El sonido había cesado y la puerta no se abría porque el cerrojo y la cadena


estaban en su sitio, pero sabía que había oído el pomo de la puerta moverse.
Tal vez estaba perdiendo la cabeza.
Esperó unos instantes, con los músculos hormigueando e inquietos por la
adrenalina, mientras observaba la puerta con atención.
Ni un sonido más, ni siquiera un chirrido.
Intentó de nuevo volver al sofá, y acababa de taparse con la manta cuando
toda la puerta tembló.
Fue como si algo enorme hubiera chocado contra ella, lo suficientemente
fuerte como para hacer vibrar el marco, y Ben jadeó cuando volvió a
suceder. El miedo lo paralizó en el lugar, pero pudo agarrar el bate de
béisbol de debajo del sofá.
Alguien estaba intentando entrar en la casa.
Tenía que levantarse, tenía que agarrar el teléfono y llamar a la policía,
tenía que estar preparado para romperle la cabeza a algún criminal si
entraba.
El teléfono. ¿Dónde estaba su teléfono?
No quería soltar el bate porque quería estar listo para golpear, pero tenía
que buscar su teléfono. No estaba en la mesa de centro ni en la mesa
auxiliar, así que o bien estaba en el suelo o el sofá se lo había comido. Su
respiración se había vuelto agitada, todos sus sentidos en alerta máxima
mientras miraba y escuchaba en busca de cualquier señal de que el
delincuente seguía ahí fuera intentando entrar.
Tenía que ser un delincuente ¿qué otra cosa podía ser?
Después de usar sus pies para palpar debajo de la mesa de café, finalmente
soltó el bate con una mano para tantear entre los cojines del sofá. En el
momento en que sus dedos tocaron algo elegante y de plástico, sintió un
escalofrío en todo el cuerpo.

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Fue como si alguien le hubiera echado un cubo de agua helada por encima,
y fue lo suficientemente intenso como para que tuviera que retirar la mano
de los cojines. Le temblaba todo el cuerpo y podía ver cómo su aliento salía
de sus labios mientras jadeaba.
Ben sabía que eso no debería haber sido posible. Estábamos en pleno
agosto. No hacía suficiente frío para que esto sucediera, y sin embargo, aquí
estaba.
El bate se le fue arrancado de repente de la mano.
—¡Mierda!— gritó Ben, poniéndose en pie de un salto y mirando
horrorizado a su alrededor.
Nada. No había nadie. Estaba solo y, sin embargo, el bate le había sido
arrancado de la mano y había caído en el suelo junto al televisor.
Tal vez lo había lanzado accidentalmente. Estaba temblando mucho. Podría
haber sido un espasmo muscular.
Se dirigió hacia el televisor para recuperar el bate.
Entonces sintió un claro empujón en medio del pecho que lo hizo
retroceder unos pasos.
—¿Qué?— Ben jadeó y se giró, tratando de averiguar qué le había
tocado. Había sido una mano. Definitivamente era la mano de alguien que
le había empujado, pero no había nadie más aquí.
Otro empujón lo dirigió hacia el pasillo, y Ben se apresuró a alejarse. Estaba
siendo atacado por algo que no podía ver, y el único pensamiento que su
cerebro era capaz de proporcionarle era escapar.
Al final del pasillo había dos puertas, una que llevaba al dormitorio y la otra
a un armario. Corrió hacia el dormitorio y cerró la puerta rápidamente,
haciendo girar la pequeña cerradura de la manilla. Todavía preso del
pánico, agarró la cómoda y la empujó delante de la puerta.
Retrocedió, con el pulso disparado hasta niveles que inducían a un paro
cardíaco, y se quedó mirando la puerta.

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Seguramente lo que lo acosaba no sería capaz de atravesar todo aquello.


Por otra parte, se las había arreglado para atravesar la puerta principal
cerrada.
Ben tragó saliva.
Tenía que salir de aquí. No había forma de llegar a su teléfono sin cruzarse
potencialmente con lo que fuera esa cosa, y no había habido un teléfono fijo
en la casa desde hacía cinco años. No podía luchar contra algo que no podía
ver.
Tenía que salir de la casa.
Ventanas.
Había ventanas.
Corrió hacia la más cercana, arrancando frenéticamente las persianas
mientras intentaba llegar al pestillo.
Pero la cosa estaba aquí con él, una mano agarrando su brazo y tirando de
él.
—¡No!— Ben golpeó el aire vacío, consiguiendo sólo marearse
mientras giraba para defenderse.
Ahora dos manos, muy humanas, lo empujaban hacia la cama.
—¡No, ahí no!— Aulló Ben, intentando frenéticamente volver a la
ventana.
Aquella cosa lo empujaba hacia el lado de la cama de Jeremy, y prefería
morir antes que perturbar aquellas mantas perfectamente arrugadas.
Corrió hacia la ventana, pero no había forma de evitar que las manos
invisibles lo empujaran de vuelta.
El siguiente empujón fue lo suficientemente fuerte como para obligarle a
caer en la cama, y lloró cuando aterrizó sobre las mantas, arruinando lo que
había pasado toda la semana tratando de conservar. —¡Maldito!—, aulló,

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retorciéndose y pateando, rogando a Dios que pudiera golpear esa maldita


cosa.
No podía tocarlo, pero definitivamente podía tocarlo a él.
Antes de que Ben se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, la cosa lo
había presionado de cara a la cama y un aliento frío le hacía cosquillas en la
oreja. Le pareció oír un susurro, una palabra de algún tipo, pero no pudo
distinguir lo que era.
La fuerza invisible lo sujetaba y no podía moverse. Todo su cuerpo, de la
cabeza a los pies, estaba congelado como si estuviera atrapado en hielo
sólido, y gemía en silencio. No podía hacer funcionar los brazos ni las
piernas, indefenso y sin posibilidad de detener aquella desdichada cosa.
Las manos invisibles volvieron, aparentemente más sólidas que antes, y
frotaban los hombros y los brazos de Ben. Unos dedos fríos se deslizaron
por su espalda, atravesando de algún modo su camisa para tocar la piel
desnuda y hacerle estremecer.
Ben apretó los dientes, gruñendo de frustración y luchando aún contra el
peso imposible que lo sujetaba. Jadeó cuando las manos le agarraron el
culo, apretando con fuerza, y sintió una nueva pizca de miedo cuando se dio
cuenta de que aquella cosa podía hacerle todo lo que quisiera, sin que él
pudiera hacer nada.
Las manos seguían frotando y acariciando su culo, y Ben volvió a jadear
cuando los pulgares presionaron hacia su agujero.
No, esto no era real.
Esto no podía ser real.
Todavía tenía toda la ropa puesta, pero esta cosa le estaba tocando en sus
lugares más íntimos y Dios, la oleada de terror y presión allí mismo le
estaba poniendo duro.
—No, por favor—, intentó, con su voz ronca. Se lamió los labios y
volvió a intentarlo. —Para. No, no, no lo hagas, por favor.

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La cosa continuó, jugando con el culo de Ben y trazando pequeños círculos


alrededor de él. Empujó hacia adentro, suave como la seda, y el vientre de
Ben se apretó. No hubo dolor, pero se sintió extraño y violento y Dios, su
polla estaba palpitando ahora. Era como estar atrapado en un sueño del que
no podía despertar, y este monstruo invisible estaba jugando con él.
La presión aumentó a medida que la cosa lo estiraba, añadiendo más dedos
en su interior, y Ben tuvo que tragarse un gemido.
El toque era familiar, pero no sabía por qué, no entendía...
Oh, eso era una lengua. Había una lengua deslizándose dentro de su
agujero con una precisión experta, y se retorció violentamente mientras
luchaba por escapar. La lengua era fría pero innegablemente firme, y se
introdujo en el culo de Ben sin ninguna resistencia. Podía sentir la maldita
cosa cada vez más larga, más gruesa, tanteando sus sensibles paredes
internas y haciéndole sollozar.
No, no tenía derecho a sentirse tan bien, y finalmente dejó escapar el
gemido que había estado conteniendo. No podía mover los brazos, pero
podía arañar la cama. Odiaba haber estropeado la ropa de cama, pero no
había podido evitarlo. Estaba siendo violado por un maldito monstruo que
ni siquiera podía ver, y volvió a gemir cuando la lengua invisible se enroscó
dentro de él.
Estaba tan abierto ahora, suave y flexible, y no había habido ningún dolor.
La culpa pesaba en su corazón, avergonzado por haber disfrutado un
segundo de esto mientras estaba tumbado en la cama que había compartido
con su marido. Apretó los dientes y volvió a intentar liberarse, pero era
imposible.
Lo único que podía hacer era estar tumbado y aguantar, la fría lengua
entrando y saliendo de su agujero a velocidades inhumanas. Podía sentir
que su polla estaba mojada, atrapada allí en sus pantalones y empapando
su ropa interior ahora. La lengua se estaba haciendo definitivamente más
grande, y él jadeó por los escalofríos de placer que el nuevo estiramiento
creaba.

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Los dedos volvieron a unirse a la lengua mientras follaban el agujero de


Ben. Fueron dos, luego tres, y luego cuatro, y joder, le dolía el agujero. El
hecho de que lo mantuvieran sujeto aumentaba el calor de una forma que
no podía explicar, y gimió avergonzado cuando se dio cuenta de que aquella
cosa estaba intentando meterle toda la mano dentro.
—Dios, no—, gimió, sus caderas se sacudieron inútilmente. —No, no
hagas eso. Por favor, no, ¡no va a caber, mierda! ¡Mierda!
A la cosa no le afectaron sus súplicas, retiró la lengua y siguió metiendo la
mano.
Ben pudo sentir que había metido el pulgar, abriéndose paso con empujes
lentos pero firmes. Era como una lanza, deslizándose gradualmente más
allá de sus nudillos y retorciéndose hasta que la parte más gruesa de su
mano, allí en su pulgar doblado, fue capaz de empujar hacia adentro. Ben
gimió, gritando mientras se corría de repente.
Esa cosa tenía toda su mano metida en el culo, y él se estaba corriendo en
sus pantalones, con los muslos temblando por el peso de un clímax
increíble.
—Mierda... no...— Ben gimió, con los ojos empañados por las lágrimas
de rabia. —No más. Basta ya. Para ahora mismo.
La cosa deslizó su mano hacia afuera y hacia adentro, de alguna manera
perfectamente lubricada y borrando cualquier incomodidad que un
estiramiento tan intenso hubiera causado normalmente sin la preparación
adecuada. Maldita sea, era el fisting más impecable que Ben había
experimentado nunca, y odiaba cómo su suave polla seguía flexionándose
en agradecimiento.
La lengua fría estaba de vuelta, pero de alguna manera estaba lamiendo la
polla de Ben a través del colchón debajo de él. Podía sentir el músculo
resbaladizo lamiendo su polla, y mierda, no, se le estaba poniendo dura de
nuevo. La cosa seguía bombeando su mano dentro y fuera, empujando lo
suficientemente profundo para que Ben comenzara a cerrar alrededor de su
muñeca antes de que se retirara.

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—Oh, Dios...— Ben giró la cabeza para sofocar sus gritos en las
sábanas, y se lamentó cuando una boca fría envolvió su polla. No sabía
cuánto más podría soportar. Estaba demasiado sensible, demasiado crudo,
pero no podía hacer que se detuviera.
La cosa no tenía ninguna prisa, y seguía follando a Ben con su mano
mientras le chupaba la polla hasta endurecerla. No era suficiente la fricción
para forzarlo al orgasmo de nuevo, pero era pecaminosamente bueno.
Ben ni siquiera podía entender cómo la maldita cosa le estaba metiendo el
puño y chupándosela al mismo tiempo, pero empezaba a no importarle.
Había estado tan triste y miserable toda la semana, y esto se sentía bien. No
tenía forma de impedir que esta cosa lo hiciera, y hacía mucho tiempo que
no experimentaba ningún placer íntimo.
Estaba harto de llorar y de sufrir y sólo quería que todo su dolor
desapareciera...
Aunque fuera sólo por un rato.
Así que gimió, lloró, dejó que esta cosa supiera exactamente lo bien que se
sentía todo, y se entregó a cada empuje y a cada golpe de lengua helada.
Quería que le hiciera correrse, una y otra vez, y dejó de intentar zafarse.
Justo cuando sintió que se acumulaba otro orgasmo, la cosa retiró su mano.
—Mmm, mierda—. El agujero de Ben ya estaba tratando de apretarse
de nuevo, y se preguntó mareado qué aspecto tendría, abierto de esa
manera.
La cosa estaba jugando con su culo, metiendo los pulgares y manteniéndolo
bien abierto como si pudiera verlo y se tomara el tiempo de apreciar la
vista. No duró mucho, ya que pronto hubo una polla fría presionando allí en
el agujero de Ben.
La boca se había retirado, y lo único en lo que Ben tenía que concentrarse
ahora era en los dedos de esa cosa dentro de él y en su polla empujando en
su estirado agujero. Se estremeció, consciente de que era una absoluta

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locura, pero estaba dejando que esa cosa lo follara. Y lo que es peor, quería
que lo hiciera.
La polla de la cosa empujó más y más profundamente hasta que Ben gritó
por el dolor, tan lleno que apenas podía soportarlo. Lo estaba follando con
golpes largos y duros, y los dedos de los pies de Ben se apretaban en los
calcetines. No había tregua, y cada golpe lo hacía sollozar frenéticamente.
Los dedos de la cosa se clavaban en sus mejillas con tanta fuerza que le
dolía, y los brutales golpes no cesaban.
Al parecer, la cosa no se cansaba, y no disminuía la velocidad ni se detenía
un momento, excepto para agarrar las caderas de Ben y levantarlo de la
cama. Creó un ángulo de penetración más severo, y Ben pensó que iba a
romperse. Había perdido la noción del tiempo, y no tenía ni idea de cuánto
tiempo había durado aquello.
Todo lo que sabía era que lo estaban follando, perdido en la deliciosa
sensación de ser sujetado y llenado una y otra vez, y su garganta estaba
ronca de gemir. No tenía que hacer nada. No tenía que pensar, no tenía que
preocuparse, no tenía que echar tanto de menos a Jeremy...
Ese pensamiento lo llevó al límite, y dejó escapar un aullido estrangulado
mientras se corría, con la polla palpitando dentro de los pantalones. Las
primeras pulsaciones fueron cálidas y tranquilizadoras, pero no tardó en
sentirse pegajoso e incómodo, sobre todo con la carga anterior.
Sólo cuando se apretó alrededor de la polla de la cosa, ésta dejó finalmente
de empujar, y sintió una extraña oleada de algo... frío.
¿Era esa cosa... semen?
Luego desapareció.
Ben se levantó como un rayo, jadeando y mirando por toda la habitación
con una nueva oleada de terror. Estaba solo, aunque ya había estado solo
antes y eso no le había ayudado.
Esperó varios minutos antes de tener el valor suficiente para salir de la
cama. Volvió a mirar las fundas desordenadas y trató de acomodarlas como

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antes, pero era inútil. No pudo recuperar los mismos pliegues ni las mismas
arrugas, y desnudó toda la cama con una furia frenética.
Después de apartar la cómoda de la puerta, agarró ropa de cama fresca y
volvió a hacer la cama. El desorden de sus pantalones pedía ahora a gritos
que le prestaran atención, y se dirigió al baño para darse una ducha. Se
quedó dentro con el agua a tope hasta que se agotó.
Era la primera ducha que se daba en toda la semana.
Temeroso de ser atacado de nuevo, se arrastró por la casa tan
silenciosamente como pudo.
Pudo recuperar el bate y el teléfono sin ningún incidente, además de una
botella de whisky del armario que había sobre la nevera, y se retiró al
dormitorio.
Más de un par de tragos más tarde, sus pensamientos acelerados se habían
encurtido en la sumisión y él estaba a la deriva a dormir.
Mañana iría a visitar a esa bruja y recuperaría su dinero. Lo que sea que
haya sucedido con esa cosa horrible probablemente sea culpa de ella. Se
suponía que era Jeremy el que volvía a casa, no un pervertido...
Había vuelto.
Ben se estremeció cuando sus fríos dedos se deslizaron por su cadera, y
odió que estuviera detrás de él, en el lado de la cama de Jeremy. Podía
recordar tantas veces que su marido se abrazaba a él así, burlándose de su
cadera y dibujando corazoncitos...
Como lo estaba haciendo la cosa invisible en ese momento.
No.
No puede ser.
Ben se estremeció de nuevo. —¿Jeremy...?
Los dedos fríos se deslizaron por el muslo y la ingle de Ben, burlándose de
su polla a través de los bóxers.

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Estaba demasiado borracho para esto. Esa cosa no podía ser su marido.
Era imposible.
Fuera lo que fuera o quien fuera, sin duda tenía la intención de follarlo de
nuevo. Su polla se deslizaba entre las mejillas de Ben, lentamente, y Ben ni
siquiera se resistió cuando se deslizó dentro de él.
Se tumbó cómodamente, dejando que esa cosa se introdujera en su agujero,
y llevó su rodilla al pecho para dejar que se hundiera más. Era más fácil
ceder cuando su cabeza ya estaba confusa por la bebida, y estaba tan
relajado que no sentía el más mínimo dolor.
Se sintió bien, tan jodidamente bien, y Ben se balanceó hacia abajo para
encontrar la gruesa polla de la cosa.
Ben podía sentir ahora un pecho fuerte y ancho presionando contra su
espalda. Era tan jodidamente familiar, y cuando olió la colonia que le había
comprado a su marido por su aniversario, lo supo.
—¿Jeremy?—, susurró. —Eres... ¿eres tú?
La cosa comenzó a golpearlo con excitación, y sus dedos apretaron la polla
de Ben. Finalmente, habló, con un sonido jadeante que Ben casi no oyó por
encima del sonido de su propio jadeo:
—Sí...
—¡Jeremy!— Ben gritó, extendiendo la mano hacia atrás para
agarrarlo. Se giró sobre su espalda para verlo, pero no había nada. —Cariño,
¿qué...? ¿Qué está pasando?
Jeremy había rodado con él, todavía aferrado a sus caderas mientras lo
follaba. Dio una palmadita en el brazo de Ben y le empujó suavemente para
que se tumbara de lado. —Aquí...
Ben cerró los ojos, y casi pudo fingir que Jeremy estaba realmente aquí en
carne y hueso. Saber que era él, en forma de espíritu o lo que fuera,
aumentaba el placer y la intensidad. Ben giró su cuerpo hacia atrás para
profundizar cada golpe, gritando el nombre de su amado una y otra vez.

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No podía creerlo.
La bruja lo había hecho de verdad.
Jeremy colocó a Ben de espaldas y le abrió las piernas sin necesidad de
sacarlo, y Ben se agarró a sus rodillas para mantenerse abierto a sus
necesitados empujones. Todavía no podía tocarlo, pero podía sentir todo lo
que Jeremy le estaba haciendo, y era maravilloso.
—Te amo—, gimió Ben. —Te echo tanto de menos. Dios, te sientes tan
bien. Por favor, quédate—. Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Por favor,
quédate conmigo. No me dejes. No me dejes otra vez.
—No lo haré—, susurró Jeremy. Su voz sonaba muy débil. —Me
quedaré... me quedaré aquí. Te amo, Ben.
Ben sollozó, y deseó poder alcanzar y abrazar a su marido. Esto podría ser
lo máximo que podían compartir ahora mismo, pero mierda, era mejor que
nada.
Mucho mejor.
La polla de Jeremy era increíble así, y a Ben ni siquiera le importaba lo fría
que estaba. Era de Jeremy, y eso era lo único que importaba. Incluso sus
manos, frías como estaban, eran las manos del hombre que amaba. Cuando
Ben se corrió, fue con el nombre de Jeremy en los labios.
Tuvo que ocuparse del desorden cuando terminaron, pero no le importó.
Era feliz. Se sentía ligero como una pluma, y agradeció sentir las frías
manos de Jeremy cuando volvió a la cama.
—Todavía estás aquí—, dijo Ben, hundiéndose en la sensación y
dejando que se moviera sobre él como una brisa invernal.
—Sí—. La voz de Jeremy era más fuerte que antes. —Pero no sé por
cuánto tiempo...
—Acabo de recuperarte—. Ben frunció el ceño. —Al principio ni
siquiera sabía que eras tú. Sólo, sólo pensé...— Ni siquiera quiso decirlo en
voz alta.

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—No pasa nada—. Jeremy parecía estar sonriendo. —Ahora estoy


aquí. Y me quedaré todo el tiempo que pueda.
—Te amo, Jeremy.
—Y yo te amo a ti, Ben.
Ben se rio de repente.
—¿Qué pasa?
—Si eres un fantasma, no puedes regar las flores de tu propio funeral.
Jeremy resopló. —¿Realmente guardaste algunas...?
—Bueno, es una planta viva. Era de tu funeral—. Ben sonrió. —Es algo
sentimental.
—Y ahora es divertido, ¿eh?— Jeremy se rio. —Te diré algo. Pon un
vaso de agua al lado de una mesa y probablemente pueda tirarlo a la planta.
¿Qué te parece?
—Perfecto—. Ben cerró los ojos y sonrió. —Todo es perfecto.

Ben nunca había sido tan feliz. Probablemente todos pensaban que había
perdido la cabeza por estar tan alegre cuando había enterrado a su marido
hacía sólo unos meses, pero no podía decirles la verdad: que su marido
seguía con él y le hacía el amor en su cama todas las noches.
Y a veces en el sofá.
En la ducha.
En la mesa de la cocina.
Jeremy parecía estar fortaleciéndose, y ahora podían tener conversaciones
regulares, abrazarse e incluso besarse. El contacto físico fuera del sexo era

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difícil de mantener para Jeremy, pero a Ben no le importaba. Los besos y


los abrazos, por breves que fueran, eran una bendición comparados con la
alternativa.
Todo iba espléndidamente, y Ben no había sabido nada de la bruja. Debería
haberle escrito una tarjeta de agradecimiento o tal vez haberle enviado una
cesta de frutas.
Fue bastante irónico cuando recibió una carta de ella.

Querido Benjamin,
Siento mucho que haya tardado tanto en ponerme en contacto contigo.
Tuve problemas para encontrar tu dirección. También siento decirte que
el hechizo que hice no funcionó. Al menos, no de la manera que se suponía.
Se suponía que iba a traer el espíritu de su marido de vuelta a usted, pero
me temo que trajo algo más en su lugar.
Si hay alguna entidad allí con usted ahora, no escuche lo que dice. No
hagas nada de lo que te pide. Ni siquiera es humano, y sólo lo harás más
poderoso si lo haces. No es Jeremy. Por favor, utiliza el conjuro que he
escrito aquí para desterrarlo de inmediato. Di las palabras tres veces
mientras enciendes una vela y luego apágala. Por favor. Hazlo rápido, y
no dejes que sepa lo que estás planeando.
Puede ponerse... nervioso.
Cuídate y buena suerte.
-Matsuri Sheppan

—¿Pasa algo?— Preguntó Jeremy. —Tienes una cara muy graciosa.


Ben arrugó la carta, tirándola al cubo de la basura, y sonrió cálidamente. —
No, cariño. Todo está bien.
—¿Estás seguro?

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—Ajá.
Jeremy se rio. —Aw, Ben. Siempre fuiste un terrible mentiroso.
—¿Eh?— Ben jadeó mientras era empujado violentamente de cara
contra la pared y sostenido por el agarre invisible de Jeremy. —¿Qué estás
haciendo?
—Vi la carta—. El agarre de Jeremy se hizo más fuerte.
A Ben se le revolvió el estómago. —Jeremy, mira. No es lo que piensas.
—Para.
Ben no podía hablar. Movió la boca y no salió nada. La piel se le puso de
gallina y se dio cuenta de que no tenía forma de decirle a Jeremy...
—Voy a tomarte ahora. Una y otra vez hasta que la última pizca de
vida haya abandonado tu precioso cuerpecito mortal—. Jeremy estaba
susurrando asquerosamente justo en el oído de Ben, y no sonaba como él
mismo en absoluto. —Ha sido divertido jugar a las casitas, pero ahora veo
que nuestro tiempo ha terminado, ¿eh?
Ben sacudió la cabeza, intentando de nuevo gritar lo que quería, pero no
ocurría nada. Se tensó cuando sintió la mano fantasmal de Jeremy
tanteando su culo a través de la ropa, y jadeó cuando le bajó los pantalones.
Jeremy no necesitaba quitarse la ropa para tocarlo, así que lo hacía a
propósito para exponerlo.
Se sintió cruel, y Ben se retorció contra la pared. Su culo estaba desnudo, y
aunque no había nadie más allí, era totalmente humillante. Hizo que su
corazón latiera más rápido y su piel se calentara. Lloró cuando los dedos de
Jeremy empujaron dentro de él, pero de nuevo no pudo emitir ningún
sonido.
Esta cosa no era Jeremy.
Ben lo sabía... pero no le importaba.

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Jeremy mantuvo sus dedos fríos bombeando en el apretado agujero de Ben,


trabajando rápidamente hasta cuatro. —Siempre te ha gustado esto,
¿verdad? ¿Tener un gran puño dentro de ti? Pequeña zorra preciosa... ¿te
gustaba más yo o la mano de tu marido?
Apretando los dientes, Ben se arqueó hacia atrás tanto como Jeremy le
permitía para rechazar su mano. Ben no sabía de qué otra manera
comunicarse con Jeremy -o con lo que fuera- y volvió a intentar hablar. Su
boca se movió, y todavía no había nada.
—Lo siento—. Jeremy resopló. —No estoy interesado en tener una
charla ahora mismo—. Metió la mano hasta el pulgar, retorciéndose en el
culo de Ben. —Mmm, mucho más centrado en esto.
Ben se sacudió ante el ardiente estiramiento, y deseó tanto gemir. No era lo
mismo cuando no podía oírse a sí mismo, todo el sentido de la catarsis se
perdía en el miserable silencio. Golpeó la pared y volvió a intentar empujar
la mano de Jeremy.
—Oh, todavía lo quieres, ¿eh?— Jeremy se rio, metiendo los dedos
hasta el fondo y aguantando. —Realmente eres una pequeña zorra, ¿no? Tal
vez no te importa que no sea Jeremy en absoluto, ¿eh?
Ben odió cómo sus ojos se llenaron de lágrimas, y agachó la cabeza
avergonzado. Él había querido que Jeremy volviera más que nada, y esta
entidad había interpretado el papel tan maravillosamente. Sin embargo,
saber que todo era una mentira no disuadía su deseo. A Ben no le
importaba lo loco o desquiciado que fuera: no quería que se detuviera.
Jeremy metió el pulgar, clavando su mano en el cuerpo de Ben con un
suave gruñido de placer. —Ah, sí... ahí tienes.
Ben sollozó en silencio, su agujero le dolía mientras se abría en la mano de
Jeremy. Podía sentir exactamente dónde estaba el pulgar de Jeremy. Era la
parte más ancha de la mano que hacía temblar todo el cuerpo de Ben cada
vez que se deslizaba dentro o fuera, y sus rodillas se sacudían contra la
pared mientras era forzado dentro de él implacablemente.

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No había nada que pudiera hacer.


Estaba atrapado aquí, siendo empujado con el puño contra la pared de su
sala de estar, y sus tripas se apretaban de vergüenza y excitación.
Hacía demasiado calor, era demasiado abrumador y estaba mal. Estaba tan
asquerosamente mal, y sabía que no debía disfrutar de esto. Debería odiarlo
con cada fibra de su alma.
¿Siempre supo que esta cosa no era Jeremy? ¿Era un idiota total o
simplemente lo negaba todo el tiempo? O era que lo sabía y no le importaba
porque, fuera Jeremy o no, significaba que no estaba solo.
Ben no lo sabía.
Tener a su amado esposo de vuelta, incluso un monstruoso facsímil, había
sido suficiente para él.
—Vamos, cariño—, se burló Jeremy. —Quiero oírte...
Ben dejó escapar un rápido gemido, descubriendo que ahora podía hablar.
—Ahh... mmmm... Jer....
—Hermoso—, elogió Jeremy mientras bombeaba su mano dentro y
fuera del agujero de Ben, curvando sus dedos para empujar justo en su
próstata. —Siempre me gustaron los sonidos que hacías... los echaré de
menos.
Aunque Ben podía gemir y emitir todo tipo de sonidos placenteros, no
podía sacar una palabra real. Sollozaba de frustración, y gimió cuando
Jeremy empujó su mano fantasmal hasta el fondo, su agujero se apretó
alrededor de la muñeca de Jeremy.
Le encantaba la increíble sensación de plenitud que tenía en su interior, y el
más mínimo aumento de la fricción le parecía enorme. Ahora había dolor,
ya que Jeremy le daba puñetazos más fuertes y más rápidos, y todo lo que
Ben podía hacer era llorar y aguantar.
—Tu dulce culito está tan hambriento—, se burló Jeremy. —Te juro
que nunca tienes suficiente, ¿verdad? Te encanta que te follen así.

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Ben gritó cuando Jeremy le retorció la mano, y casi se corrió por la presión
salvaje. Quería decirle a Jeremy que siguiera, que le hiciera reventar, pero
lo único que podía hacer era gemir desesperadamente.
Jeremy retiró la mano y abrió el agujero de Ben con sus dedos resbaladizos
y fríos. —Ah, mira eso. Sí, realmente voy a extrañar esta hermosa vista...
El culo de Ben estaba palpitando positivamente, y sus entrañas estaban
doloridas por un tratamiento tan duro. Luchó contra el agarre de Jeremy, y
fue capaz de girar la cabeza y mirar hacia abajo, donde pensó que Jeremy
podría estar rondando cerca. Dijo: —No quiero que te vayas. Por favor.
—¿Qué fue eso?— Jeremy se rio. —Lo siento, no te oigo—. Empujó la
cara de Ben contra la pared con una tercera mano, las otras dos seguían
atormentando su estirado agujero. —¿Te gustaría intentarlo de nuevo?
Ben gimoteó, murmurando súplicas y declaraciones, pero o Jeremy no
podía leer sus labios o no le importaba.
—Vamos ahora—. Jeremy dio un tirón más al agujero de Ben. —Creo
que quiero follarte en la cama. Puedes fingir que soy realmente Jeremy una
última vez.
—Mmm... nn.... Nnnn...— Ben deseaba poder gritar, pero Jeremy ya
lo estaba levantando y llevándolo hacia el dormitorio. Pateó y se agitó, pero
Jeremy tenía ahora demasiadas manos y lo sujetó con fuerza. Estar tan
indefenso no estaba haciendo nada para amortiguar su excitación, y gimió
de frustración.
Cuando llegaron a la cama, Jeremy dejó caer a Ben sobre su cara. —Ah,
perfecto—. Acarició el culo de Ben, que aún colgaba de los pantalones
bajados. —Igual que nuestra primera vez. ¿No es esto dulce?
Ben gimió, y trató de sacudir la cabeza. Agarró las sábanas y pateó las
piernas débilmente. Apenas podía moverse, y no podía decir palabras
reales. No tenía ni idea de cómo Jeremy le estaba haciendo esto...
Pero, por supuesto, esto no era Jeremy.
Esto era algo más.

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Podía sentir a Jeremy presionando contra su espalda, fuerte y frío, y


sujetándolo sin esfuerzo. Intentó abrir las piernas y mostrarle lo mucho que
deseaba esto, pero Jeremy no parecía darse cuenta ni importarle.
Jeremy estaba frotando su gruesa polla alrededor del agujero en carne viva
de Ben, y Ben podía sentir una lengua allí también. Saber que Jeremy no
era humano podría explicar las locas proezas anatómicas, y Ben dejó
escapar un gemido excitado, deseando poder decirle a Jeremy lo mucho que
le gustaba. No, le encantaba, y no quería dejar de hacerlo nunca.
—Jer... mmm-mmm.... Mmm...— Las pestañas de Ben se agitaron, y
empujó débilmente sus caderas hacia atrás en breves ráfagas.
—Oh, no.— Jeremy volvió a reírse. —No puedes escaparte. No ahora.
Ni nunca. No hasta que termine contigo. Podría tardar unos días en
drenarte por completo, ya sabes. Así que vamos a estar muy ocupados.
Ben gimió, esforzándose por hacerse oír.
—He visto la carta, chico Benjie. Sé que esa bruja me delató—. Jeremy
empujó sólo la cabeza de su polla y se deslizó de nuevo hacia fuera,
lamiendo donde se unían con su lengua. —Mmm... También incluyó un
pequeño y desagradable hechizo de destierro. No podía dejar que lo
hicieras, ¿verdad?
Ben golpeó la cama.
—¿Ibas a sacarlo de la basura después? ¿Era ese tu plan?— Jeremy se
burló. —Como si supieras cómo lanzarlo. De todos modos, ahora no
importa. Eres mío. Hasta que la muerte nos separe, ¿verdad?— Se rio por lo
bajo mientras su polla se hundía completamente en su interior. —Ah... ahí
vamos.
Gimiendo suavemente, Ben se relajó contra la cama y se dejó llevar por
Jeremy. No quería luchar, y no había nada que pudiera hacer en este
momento para comunicar que eso era exactamente lo que quería. Se dejó
llevar por el ruido y disfrutó, consciente de que podría ser la última vez que
estuvieran juntos.

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Jeremy presionó hasta el fondo y se mantuvo allí, abriendo las mejillas de


Ben. —Ya está. Mmm, yo también echaré de menos esto. Siempre estabas
tan guapo cuando me metía dentro. Era patético lo fácil que era engañarte.
¿Lo sabes? Lo triste que fue que te lanzaras sobre mí en cuanto creíste que
era él.
Ignorando las palabras hirientes, Ben se concentró en cambio en el
delicioso deslizamiento de la polla de Jeremy. Estaba fría como antes, pero
había llegado a gustarle. Lo hacía temblar, y cada nervio era mucho más
sensible. Sus pezones ya estaban duros, y lloriqueo cuando la lengua de
Jeremy se movió mágicamente por la cama para acariciarlos.
Dios, eso era agradable.
Jeremy se lo folló con fuerza, metiendo la polla lo más profundo que podía
y machacando sin piedad. Estaba follando a Ben con la suficiente fuerza
como para que toda la cama se balanceara, y Ben juró que la polla de
Jeremy era aún más grande ahora. Le estaba haciendo doler el agujero
tanto como el estiramiento del puño, y no podía salir de sus labios sin
convertirse en un gemido frenético.
El peso de la masa invisible de Jeremy seguía impidiendo que Ben se
moviera mucho, y gimió cuando la mano de Jeremy se deslizó por su brazo
para inmovilizar su muñeca. Ben luchó por girar su mano para poder rozar
sus dedos con los de Jeremy, tratando de indicarle que quería esto, que lo
ansiaba, y que no creía poder vivir sin ello.
No es que tuviera mucha opción sobre la última parte, al parecer. Si lo que
Jeremy amenazaba era cierto, Ben no iba a sobrevivir a estos últimos
encuentros. En cierto modo, Ben se preguntó si eso era mejor. Al menos se
reuniría con el verdadero Jeremy en algún lugar, o eso esperaba. Pero
cuando pensó en eso, se encontró enojado.
No. No era su momento.
Todavía no.

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Ben acarició la mano de Jeremy lo mejor que pudo, y gimió con excitación
cuando Jeremy hizo girar sus dedos.
Tal vez era el momento. Tal vez Jeremy lo iba a dejar hablar, y entonces
Ben podría explicarlo todo.
Jeremy apretó los dedos de Ben y gruñó mientras se corría. —Ah, sí... ahí...
ah, mi dulce Ben... ahí tienes...
Ben se estremeció por el escalofrío dentro de su cuerpo, y utilizó este
tiempo para recuperar el aliento y pensar en una nueva forma de llamar la
atención de Jeremy. Tiró de los dedos de Jeremy rítmicamente, deseando
saber el código Morse o algo así.
—¿Hmm? ¿Qué es eso?— Jeremy se rio cruelmente. —No te gusta
esto, ¿eh? Eso es muy malo para ti.
Ben quería golpear su cabeza contra la cama.
Jeremy giró a Ben sobre su espalda, levantando sus caderas y
suspendiéndolas en el aire. Ahora nada tocaba la cama, excepto los
hombros y la cabeza de Ben, y sus brazos estaban toscamente inmovilizados
contra el cabecero. Vio cómo sus piernas se abrían bajo el agarre invisible
de Jeremy, y gimió cuando éste empezó a follarlo de nuevo.
En ningún momento se oyó el sonido de sus cuerpos chocando, como
golpes o bofetadas, sólo el húmedo deslizamiento del agujero de Ben siendo
implacablemente follado. Ahora podía ver su estómago abultado por la
gigantesca polla de Jeremy, y se mordió el labio para contener un grito.
Jeremy lo estaba follando lo suficientemente fuerte como para que le
doliera, y el placer era demasiado fugaz con un ritmo tan brutal.
Las manos de Jeremy estaban por todas partes, y mierda, tenía demasiadas.
Apretaba los muslos de Ben y lo mantenía abierto, y tocaba el estómago de
Ben y tiraba de su polla, y otra mano más metía sus dedos en la boca de
Ben.

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Ben descubrió que podía lamer los fríos dedos de allí, y los chupó con
fuerza. Por lo general, no podía tocar a Jeremy a cambio, y estaba tomando
esto como un regalo, incluso si el impulso de morderlo era tentador.
—Ohhh... puta—. La voz de Jeremy era un gruñido bajo y retumbante.
—Realmente te gusta esto, ¿no?
Ben chupó apasionadamente, tratando de tomar los dedos de Jeremy más
profundamente.
—¿Necesitas algo en tu boca, querido esposo? ¿Es eso lo que
quieres?— Jeremy usó sus dedos para estirar los lados de los labios de Ben,
abriendo su boca de par en par. —Toma. Te daré lo que necesitas.
—¡Mmph!— Ben gimió cuando otra polla estaba empujando en su
boca, y se retorció por el inesperado placer de ser rellenado por ambos
extremos. La nueva polla se introducía a la fuerza en su garganta y lo
amordazaba, empujando tan despiadadamente como la que tenía en el culo,
y sus ojos estaban llorosos por la maravillosa sobrecarga de sensaciones.
Lamió y chupó la segunda polla todo lo que pudo, tragando con avidez toda
la saliva que se acumulaba. Gimió todo lo que pudo con la garganta
congestionada e inclinó las caderas para recibir más profundamente la
polla que le golpeaba el culo. Las múltiples manos de Jeremy seguían
manoseándolo, y gimió entrecortadamente cuando una de ellas volvió a
agarrar su polla.
—Estás muy mojado—, se burló Jeremy. —Mírate, con la polla
babeando mientras te follo... ¿alguna vez tu marido te ha hecho humedecer
así? Sé que él no podría follarte como yo. Nadie puede. Sólo yo... sólo yo...
Ben se atragantó cuando Jeremy se corrió en su garganta inesperadamente.
Fue otro chorro frío que sabía vagamente a ozono, y era raro tratar de
tragar una sensación que no tenía ninguna masa real. Jadeó y tosió después
de que Jeremy se retirara, se lamió los labios y suplicó: —Por.... Por favor....
—Lo siento, ¿qué es eso?— Jeremy introdujo su polla en el agujero de
Ben con un fuerte gruñido. —¿Tenías algo que querías decir, querido?

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—¡Por favor!— Exclamó Ben, con la voz ronca de tanto forcejear. —


¡No te detengas! Quiero que...— Lo detuvo de nuevo, y gimió molesto.
—Oh, no te preocupes—. Jeremy se rio. —No voy a parar—. Giró sus
caderas en un ángulo inhumano, follando a Ben ahora como si estuviera de
lado.
Ben gritó ante el brusco cambio de presión, y se retorció mientras luchaba
por adaptarse. La polla de Jeremy estaba golpeando todo tipo de cosas
maravillosas en su interior, y Ben gimió tan fuerte como pudo. Necesitaba
que Jeremy supiera que lo deseaba. Necesitaba que Jeremy supiera que
deseaba esto más que nada.
Jeremy había agarrado la polla de Ben ahora, envolviéndola en la fría
presión de sus largos dedos y acariciándola rápidamente en lugar de sólo
burlarse de ella. —Quiero ver cómo te corres... De todas las vistas que
atesoro, hacer que encuentres la liberación mientras estoy dentro de ti es
mi favorita absoluta.
Ben cerró los ojos, gimiendo mientras el calor dentro de él subía
rápidamente. Podía sentirlo allí, palpitando en sus pelotas y entre sus
piernas, donde la polla de Jeremy palpitaba tan fuerte, y cada toque en su
cuerpo se encendía como fuegos artificiales. Sus muslos se tensaron
primero, luego su estómago, y pronto todos sus músculos se prepararon
para el clímax.
Fue un deslizamiento de los dedos de Jeremy por la cadera de Ben lo que
finalmente lo llevó al límite, su polla chorreando sobre la otra mano de
Jeremy mientras se corría con un grito salvaje. Podía ver su propio semen
flotando en los dedos invisibles de Jeremy, y no sabía por qué, pero la
extraña imagen le resultaba excitante.
—Ahí tienes—, gimió Jeremy. —Sí, córrete en mi polla... mierda, te
sientes tan bien...— Otro gemido señaló su propio final, y pronto llenó a
Ben con otra carga fría.
Ben dejó escapar la respiración que había estado conteniendo, y se derritió
en el colchón. Estaba dolorido, especialmente su pobre agujero, y deseaba

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estirar las piernas. Gruñó cuando Jeremy lo dejó caer, gimiendo


suavemente.
—¿Alguna petición final, mi amado?— Jeremy se rio. —No tenemos
mucho tiempo, pero...
—Por favor—, graznó Ben, y sus ojos se abrieron de par en par cuando
se dio cuenta de que ahora podía hablar sin ningún tipo de restricción. —
Escúchame. Te quiero a ti. Sólo a ti. Quédate conmigo. Por favor.
—¿Qué?— El toque de Jeremy se desvaneció.
—No iba a usar el hechizo—, juró Ben. —Por eso lo tiré. Sólo... quería
conservar esto. Quería quedarme contigo.
Jeremy guardó un inquietante silencio.
—Por favor—. Ben cerró los ojos y respiró profundamente. —Sé que
no eres Jeremy. Lo sé. Pero seas lo que seas, sea lo que sea esto, no quiero
que se detenga.
—¿Qué... qué quieres hacer?— Jeremy sonaba inseguro.
—Sólo seguir adelante—, respondió Ben inmediatamente. —Sólo
quiero seguir fingiendo—. Bufó. —Por favor.
Jeremy estaba ahora a su lado en la cama, rodeando a Ben con sus brazos y
acercándolo. —¿Lo dices en serio? ¿Quieres que siga siendo Jeremy para ti?
¿Incluso después de lo que te he hecho?
—Sí. Por favor.
—¿Sabes lo que soy?
—No, y no me importa. Eres Jeremy. Eso es todo lo que importa.
—La mayoría de los mortales se disgustan cuando se dan cuenta de
que no soy realmente su ser querido. Siempre intentan alejarme... pero tú
realmente quieres conservarme—. Jeremy sostuvo a Ben un poco más
cerca. —Esto... esto no suele pasar.

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—No me importa lo que 'suele' pasar—, espetó Ben, con mucha más
amargura de la que pretendía. —Normalmente, la gente se casa y pasa el
resto de su vida juntos. Envejecen y son felices y eligen tarjetas de Navidad
y demás. No me importa lo que suele pasar—. Suspiró. —Sólo... sólo quiero
ser feliz de nuevo. Por favor.
—Y yo...— Jeremy dudó. —¿Te hice feliz? ¿Como Jeremy?
—Sí—. Ben suspiró. —Lo hiciste. No me importaba lo que fuera a
pasar mientras te quedaras conmigo. Es lo suficientemente real para mí.
Eres lo suficientemente real, ¿de acuerdo?
Jeremy se quedó callado.
—¿Y bien?— El corazón de Ben latía lo suficientemente fuerte como
para doler.
—Bien—. Jeremy sonaba como si estuviera sonriendo ahora. —
Supongo que sería un marido terrible si te dejara.
Ben sonrió ampliamente. —Sí, lo serías.
—Simplemente horrible.
—El peor.
—Desgraciado.
Ben se rio mientras se besaban, saboreando la encantadora y fresca
sensación contra sus labios. —Menos mal que no te vas a ninguna parte,
¿eh? Te vas a quedar aquí conmigo.
—Por supuesto—. Jeremy se rio. —Justo donde debo estar.
—¿Para siempre?
—Siempre.

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DIA CINCO: MENEAR


He sido golpeado, pateado y no deseado desde que tengo memoria. Pero
cada vez que veo a un humano, sigo moviendo la cola por la esperanza.
Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones
monstruosas con nudos, temas de amo y mascota, y breves
menciones de abuso animal en el pasado.

Ned estaba seguro de que aquel pobre perro había sido golpeado y pateado
durante años, pero seguía moviendo la cola cada vez que veía pasar a una
persona.
La primera vez que lo vio fue hace unas semanas, escondido junto a unos
contenedores de basura detrás de un camión de comida cerca de su trabajo.
Era un perro grande, negro como el azabache, quizá una especie de pastor o
una mezcla de husky. A primera vista, parecía un lobo. Le pasaba algo en
una de las patas traseras porque no parecía poder apoyar todo su peso en
ella y por eso cojeaba. Su gruesa cabeza y su cuello estaban llenos de
cicatrices y le faltaban trozos de pelo, y en la oreja izquierda le faltaba un
buen trozo.
A pesar de su tamaño, se acobardaba y gemía lastimosamente cada vez que
alguien intentaba acercarse demasiado, pero su cola se movía como si
quisiera la atención pero estuviera demasiado asustado para intentarlo.

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Ned estaba decidido a llevar al perro a casa.


Empezó por llevarle golosinas y aperitivos que podía arrojarle y luego
dejarlo. A continuación, dejaba las golosinas y se alejaba un poco, pero se
mantenía a la vista para que el perro pudiera verlo y, con un poco de suerte,
entender quién le llevaba la comida. Al cabo de una semana, Ned le daba al
perro las golosinas directamente de su mano. Incluso consiguió acariciar al
perro unas cuantas veces antes de que se marchara.
Ned sabía que el invierno estaba en camino y que las frías noches de otoño
pronto serían heladas. No quería precipitarse en el rescate, pero tenía que
darse prisa, así que ideó un plan alocado.
Condujo su coche hasta el callejón donde sabía que al perro le gustaba
pasar el rato y aparcó tan cerca como pudo, y luego abrió la puerta del lado
del pasajero. Iba a poner la comida del perro delante de la puerta abierta, y
tal vez mañana podría intentar ponerla en el suelo...
De repente, un gran borrón negro pasó a su lado y se metió en el asiento
trasero.
Ned se quedó mirando atónito.
El perro había saltado mientras él intentaba preparar la comida y había
decidido sentirse como en casa.
—Bueno, hola—, dijo. —Supongo que esto significa que estás listo
para venir a casa conmigo, ¿eh?
El perro ladró y movió la cola.
—Creo que eso es un sí.
Se fueron a casa, y Ned se alegró de haber empezado a prepararse pronto
para su nueva mascota. Ya tenía una gran cama para el perro en el salón,
nuevos cuencos para la comida y el agua, además de mucha comida,
golosinas y juguetes.
Ah, y champú para mascotas, que era imprescindible porque el pobre perro
estaba sucio.

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Ned tuvo que sobornarlo con más golosinas para que entrara en la bañera,
pero pudo darle un buen baño caliente. Se dio cuenta de que era como un
cachorro y disfrutó tratando de comer burbujas de jabón. Después de
enjuagar y secar a su nueva mascota, Ned lo atrajo de nuevo a la sala de
estar con más golosinas para enseñarle la cama y luego a la cocina para que
supiera dónde estaban sus cuencos de comida y agua.
El perro movía la cola todo el tiempo, siguiendo unos pasos detrás de Ned
como si todavía no estuviera seguro de todo esto. Se detenía cada pocos
metros y miraba a su alrededor con cautela, como si esperara que una
trampa cayera en cualquier momento.
Ned fue paciente y no trató de presionar al perro ni de incomodarlo. Quería
que estuviera seguro y feliz, y eso iba a llevar tiempo.
—Llevas mucho tiempo solo, ¿eh?— preguntó Ned mientras se dirigía
a la sala de estar.
El perro se acercó sigilosamente, pero no se acercó más que al extremo del
sofá.
—No pasa nada—. Ned se encogió de hombros, y luego se sentó y
encendió la televisión, fingiendo que cambiaba de canal sin sentido
mientras observaba al perro. —Estaré aquí cuando quieras relajarte.
El perro se sentó donde estaba y miró a Ned con ojos amarillos brillantes.
—Bueno, espero que te sientas mejor después del baño—, continuó
Ned, esperando que hablar ayudara a que el perro se acostumbrara al
sonido de su voz. —Definitivamente hueles mejor, jeje. He visto todas tus
cicatrices, ya sabes.
El perro ladeó la cabeza.
—¿Tus... cicatrices? Tu oreja, tu cara—. Ned frunció el ceño. —Has
pasado por muchas cosas, ¿eh, grandullón? Bueno, ahora no tienes que
preocuparte por eso. Me aseguraré de que nadie te haga daño. Nunca.
El perro se acercó un poco más.

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—Puedes subir aquí si quieres—. Ned palmeó el sofá. —No soy una de
esas personas que dicen 'no hay perros en los muebles'. Sólo te traje la cama
porque pensé que te gustaría tener algo que fuera todo tuyo.
El perro pareció pensarlo, pero permaneció en el suelo. Sus ojos no se
apartaban de Ned, y su cola se movía cada vez que Ned hablaba.
—Supongo que tenemos que pensar en un nombre para ti, ¿eh?— Ned
miró la televisión. —¿Vin? ¿Diesel? ¿No?— Sonrió. —Parece que podrías ser
un Diesel. Un tipo grande y duro como tú.
El perro resopló.
—Bien. Picky picky7—. Ned cambió de canal. —¿Qué tal... Lon?
¿Lonnie? Pareces un lobo grande.
El perro movió la cola.
—Muy bien, Lonnie—. Ned sonrió. —Encantado de conocerte. Soy
Ned.
La cola de Lonnie meneó más fuerte.
—Supongo que tengo que conseguirte un collar y algunas etiquetas,
¿eh?
Lonnie inclinó su cabeza y dejó salir un largo y bajo gemido.
—Creo que eso es un sí, ¿verdad?
Lonnie ladró.
—De acuerdo, genial.
El resto del día fue tranquilo y silencioso, y Ned no trató de presionar a
Lonnie para que se acurrucara en el sofá o incluso viniera a la cama cuando

7
“Picky” tiene una connotación negativa, lo que implica que alguien es quizás demasiado discriminatorio. “Selectivo”
sería una forma más positiva de enmarcar la misma oración.

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tenía que ir a dormir. Dejó que Lonnie descansara y se imaginó que


acabaría volviendo en sí.
Eso resultó ser alrededor de la una de la mañana.
Ned sintió el peso de algo grande que se metía en la cama con él, y se acercó
somnoliento para encontrar un cuerpo peludo acurrucado. Sonrió y volvió a
dormirse.
Pensó que estaba soñando, pero pronto juró que sentía unas manos grandes
que le tiraban de los calzoncillos. Las manos eran fuertes, con garras y muy
calientes. Luego había una lengua caliente y gorda lamiendo su polla. Esa
parte se sintió especialmente real, y se imaginó que su amante de ensueño
era Vin Diesel, un pensamiento probablemente por haberlo visto antes en la
televisión.
Dios, sí. Vin tendría unas manos tan grandes y fuertes como éstas, pero ¿las
garras? ¿Tendría garras? Eso no importa, porque su lengua sería así de
impresionante, y su pelaje sería tan suave...
Espera.
¿Pelaje?
Ese pensamiento fue suficiente para sacar a Ned de su sueño, y se encontró
con las manos encima de la cabeza que estaba entre sus piernas.
Una cabeza grande y peluda.
—¿Qué demonios?— Ned se echó hacia atrás hasta chocar con el
cabecero de la cama y buscó a tientas la lámpara de su mesita de noche.
Cuando la luz se encendió, había un algo gigante escondido bajo las
sábanas. Con un terror que le sacudía las manos, apartó las mantas para
revelar un lobo monstruoso.
Era enorme, con grandes dientes, patas gigantes, pelaje negro y brillantes
ojos amarillos. Su ancho torso y sus hombros tenían una forma vagamente
humanoide, y sus patas traseras eran gruesas y musculosas, como si la
criatura pudiera levantarse sobre ellas y caminar erguida.

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Ned no estaba orgulloso del grito que le salió, pero gritó, además de saltar
de la cama. Estuvo a punto de tropezar con los calzoncillos que tenía en un
tobillo y se esforzó por subírselos.
La bestia lobo lo siguió, extendiendo sus patas como si tratara de calmarlo.
Definitivamente podía caminar erguido, y se elevaba sobre Ned. Como si la
situación no fuera lo suficientemente descabellada, entonces habló. —Por
favor. No voy a hacerle daño, amo.
—¿Qué eres?— Preguntó Ned mientras se apretaba contra la pared,
intentando fundirse con ella para escapar.
—Lonnie—, respondió la bestia.
—¿Qué?
—Es... Es lo que me llamaste—. Las orejas de la bestia se aplanaron
hacia atrás.
—Cierto. Cierto—. Ned sacudió la cabeza. —El perro que rescaté es en
realidad un monstruo lobo gigante.
—No es un monstruo—. Lonnie inclinó la cabeza. —Soy... soy lo que
ves.
—¡Bueno, lo que veo es un puto lobo bastante grande!— Ned se rio.
Tenía que estar volviéndose loco.
En algún momento de la noche había tenido un brote psicótico. Eso
explicaría por qué su perro de rescate se erguía y le hablaba.
Y cómo se había puesto tan fornido y grueso y... espera, ¿qué estaba
pasando otra vez?
Era difícil pensar con claridad, y no podía dejar de mirar los fuertes
hombros de Lonnie. Sus ojos se movieron más abajo, encontrando un
estómago musculoso, grandes caderas, y espera, qué era esa cosa-oh, Dios.
—Lo siento—, dijo la bestia con seriedad. —Sólo quería hacerte feliz.
Te presentaste ante mí, y no pude rechazarte...

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—¿Que hice qué?— Ned se burló.


—¿Mientras dormíamos?— La oreja de Lonnie volvió a levantarse. —
Tú... ¿te presentaste?
—¡No sé qué significa eso, pero no hice nada de eso!— La cara de Ned
empezaba a calentarse, y odiaba que su polla siguiera palpitando en sus
boxers.
—Maestro, por favor...
—¡Sólo, sólo retrocede!— Ned levantó las manos. —¡Sólo quédate ahí!
Quédate ahí.
La bestia obedeció, quedándose perfectamente quieta.
Ned estaba un poco sorprendido de que la bestia hubiera escuchado, y lo
intentó de nuevo. —¿Siéntate?
Sin demora, la bestia se sentó en el suelo y movió la cola.
Ned se sintió tonto por tratar a la bestia como a un perro, pero parecía estar
funcionando. Tener cierta sensación de control estaba aliviando su miedo, y
se alejó de la pared. Vio que la cola de la bestia seguía moviéndose. —¿Te
gusta... eso? ¿Que te digan lo que tienes que hacer?
—Me gusta ser un buen chico—, contestó la bestia, con su cola
golpeando más rápido. —Mucho.
Había un hambre en esos ojos amarillos que hizo que Ned se estremeciera,
y ahora no era sólo el miedo lo que le erizaba la piel. Se acercó
cautelosamente a la bestia y extendió la mano para acariciar la parte
superior de su cabeza con dedos temblorosos. —¿Es eso lo que intentabas
hacer en la cama? ¿Ser un buen chico para mí?
—Sí—. La bestia acarició la palma de Ned y lo lamió. —Quiero
complacerlo, amo.
Amo.

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La palabra provocó un inesperado escalofrío en Ned, que rascó detrás de las


orejas de la bestia. —¿Realmente harás todo lo que te diga?
—Sí, amo—. La cola de la bestia volvió a mecerse con entusiasmo. —
Cualquier cosa.
—¿Has tenido otros amos antes que yo?
—Sí, Maestro.
—Ellos... eh...— A Ned le costaba encontrar la mejor manera de
preguntar esto, y sus ojos traicioneros volvieron a bajar entre las piernas de
Lonnie.
—No, amo—. Lonnie pareció sonreír. —Me usaron para otras cosas.
Ned recorrió con vacilación las grandes cicatrices y la oreja desgarrada de
Lonnie. —Te usaron para pelear, ¿no es así?
—Sí, amo.
La sola idea de que alguien utilizara a un perro o a una bestia o a cualquier
animal de esa manera hizo que a Ned se le retorciera el estómago de rabia.
Acarició la parte superior de la cabeza de Lonnie, y prometió: —Nunca te
haré eso. Lo juro.
—Entonces... ¿qué hará conmigo, amo?— Lonnie lo miró con esa
mirada voraz de nuevo. —Tengo muchas ganas de complacerte.
El miedo de Ned había sido ahora completamente ahogado por otra
emoción primaria: el deseo.
Su sangre bullía de calor y su polla estaba dolorosamente dura, pegada a su
muslo. Pensó que todavía podía estar soñando, y tal vez por eso se decidió a
decir: —¿Y si quiero que uses tu boca de nuevo?
La larga lengua de Lonnie salió de su boca y se paseó por su hocico, con una
lentitud almibarada. —No tiene más que pedirlo, amo.
—Yo...— Ned estaba teniendo problemas para decirlo.

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Lonnie se inclinó cerca, chocando su nariz contra la dura polla de Ned a


través de sus bóxers. —Por favor. Déjeme darle placer, Maestro.
Con un fuerte suspiro, Ned sacó su polla y se la presentó a Lonnie. —
Adelante... adelante.
Los ojos de Lonnie parecían más brillantes ahora, y se lanzó hacia delante,
engullendo la polla de Ned con un ruidoso sorbo. Su lengua era salvaje,
lamiendo todo con lengüetazos codiciosos mientras sus labios se cerraban
para proporcionar una dulce succión.
—¡Ah, mierda!— Ned empujó hacia delante sin quererlo, y se agarró a
la piel detrás de la oreja de Lonnie para aguantar. La presión era mucho
más intensa de lo que esperaba, y esa lengua, maldita sea, estaba girando y
retorciéndose alrededor de su polla y haciendo temblar sus rodillas.
Lonnie siguió chupando, retirándose para lamer la baba acumulada antes
de volver a sumergirse. Fue entonces cuando Ned vislumbró los grandes
colmillos de Lonnie y de repente se arrepintió de dónde acababa de poner
su polla.
—Para—, ordenó.
Con un suave gemido, Lonnie se retiró y luego miró a Ned. —¿No estuvo
bien, amo?
—No, fue muy bueno—. Ned rascó las orejas de Lonnie. —Yo sólo...
quiero volver a la cama. Ve. Métete en la cama.
Lonnie saltó de inmediato y se posó en el centro del colchón, moviendo la
cola alegremente. Estaba sentado sobre sus tobillos, y Ned pudo ver...
Oh, mierda, la punta de una polla de color rojo oscuro asomando de esa
maldita funda. Era brillante y gruesa, y Ned odió lo rápido que se le hizo la
boca agua.
—¿Qué pasa, amo?— Preguntó Lonnie.

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—Sólo... te estoy mirando—. Ned se arrastró cautelosamente a la


cama, y se acercó para acariciar el pecho de Lonnie. —Yo... quiero tocarte—.
Hizo una pausa. —¿Está bien?
—Soy tuyo—, dijo Lonnie con un suave resoplido, sus labios se
curvaron en una sonrisa. —Querías que fuera tuyo, ¿sí? Por eso seguías
viniendo.
—Sí.— Ned se estremeció, sus dedos trazando sobre un músculo firme
y deslizándose hacia abajo. —Me sentía tan mal por ti. Quería... quería
darte un buen hogar.
—Y lo has hecho—. Lonnie inclinó la cabeza y acarició el hombro de
Ned. —Sinceramente, no había pensado en aparearme contigo, pero cuando
te presentaste... no pude resistirme. Quería hacerte feliz.
—Bien, ¿cómo hice eso exactamente?
—Te empujaste contra mí, gemiste muy fuerte, y luego frotaste tu
trasero con mucho entusiasmo…
—Lo tengo. Sí—. Ned se sonrojó. Su exploración lo había llevado hasta
la cosa de Lonnie, y deslizó sus dedos sobre la punta de su polla.
Lonnie gimió.
—¿Te... te gusta eso?— preguntó Ned tímidamente.
—Sí, amo—. La cola de Lonnie se movió. —Pero cualquier cosa que
hagas se va a sentir bien. Por favor. Sólo dime la mejor manera de
complacerte.
—De acuerdo—. Ned mantuvo la cabeza alta. Se sentía envalentonado
por el control que Lonnie le estaba dando, y, sueño o no, sabía lo que
quería. —¿Estás listo para ser un buen chico para mí?
—Sí, Maestro.
—Ponte de espaldas—. Ned señaló las almohadas. —Pon la cabeza ahí
arriba. Ponte cómodo.

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Lonnie se tumbó como se le ordenó, y su polla se deslizó más lejos como si


obedecer realmente le excitara.
—Voy a ponerme encima de ti ahora—, dijo Ned, esperando que sonara más
seguro de lo que sentía, —y voy a poner mi boca sobre ti, mientras tú...
pones tu boca sobre... mí.
Las orejas de Lonnie se levantaron. —¿En tu polla o en tu agujero, Maestro?
—En mi agujero—. Las mejillas de Ned estaban ardiendo mientras
subía sobre el amplio cuerpo de Lonnie. —Sólo... sólo cómeme, ¿de
acuerdo?
—Sí, amo—. Las fuertes patas de Lonnie se apoyaron en los muslos de
Ned, acariciándolos reverentemente. —Es un placer absoluto servirte.
Ned se acostó y se acomodó, pasando sus dedos por el pelaje del estómago
de Lonnie. Era más suave, un poco más delgado, pero crecía grueso
alrededor de su polla. Masajeó la erección de Lonnie, sorprendido y
encantado por la rapidez con que su polla se deslizaba ante su tacto. —
Mierda, mírate...
Lonnie emitió un pequeño sonido, un gemido feliz, y su nariz se metió entre
las nalgas de Ned.
Ned se movió, tratando de no apartarse. —Lo siento. Frío.
—Mis disculpas, amo—, murmuró Lonnie. —Te calentaré.
De eso, Ned no tenía ninguna duda. Apretó la gruesa y roja polla de Lonnie,
y comenzó a lamer los lados. Era tan resbaladiza y suave, tan diferente a la
de un humano, y le encantaba lo caliente que estaba.
Lonnie se apresuró a alcanzarlo, y su gran lengua lamió el agujero de Ned,
sus patas se deslizaron hacia arriba para abrirlo bien. —Mmm, Amo.
Dios, esa palabra estaba haciendo cosas a Ned. No podía creer que esta
bestia increíblemente poderosa estuviera a sus órdenes, y la emoción era
embriagadora. Empujó la punta de la polla de Lonnie en su boca, y
comenzó a chupar.

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Gimiendo, Lonnie lamió más rápido, y su gruesa lengua empujó el agujero


de Ned. Siguió lamiendo y mordisqueando, la punta de su lengua luchando
por deslizarse dentro.
A Ned le encantaba lo fuertes que eran las patas de Lonnie cuando
agarraban y amasaban sus mejillas, y le excitaba tanto la diferencia de su
tamaño. Acostado sobre él hizo que Ned se sintiera pequeño e incluso
vulnerable, y movió la cabeza, tomando más de la polla de Lonnie en su
boca.
Esto definitivamente no era como él había esperado que su noche fuera,
pero él no se preocupó. Estaba en la cama con esta increíble bestia, y no
podía esperar a tener cada centímetro de esta deliciosa polla dentro de él.
Por el momento, era feliz llenando su garganta con ella hasta que las
lágrimas se deslizaban por su cara y casi se provocaba atragantarse.
Rastreó la base de la polla de Lonnie donde emergía de la suave funda,
deslizando sus dedos allí y luego agarrando para acariciar. La lengua de
Lonnie finalmente se abría paso dentro de él, y el estiramiento era
absolutamente fantástico. Era lenta, cálida, y Ned empujó sus caderas hacia
atrás para joderse sobre ella y tomar más.
La cola de Lonnie se movía y una de sus patas traseras pateaba el aire
cuando Ned empezó a tomarlo por la garganta. Hacía tiempo que Ned no
tomaba una polla tan grande, pero estaba preparado para el reto. La de
Lonnie era con mucho la más grande, pero Ned estaba decidido a hacer que
su nariz tocara esa cosa aterciopelada.
Relajarse era la clave, y Ned inhaló una rápida respiración por la nariz
mientras bajaba más y más. La polla de Lonnie le llenaba la boca y le hacía
doler la mandíbula, pero aquella punta estaba prácticamente hecha para
deslizarse por su garganta. Lo mantuvo allí, moviendo su lengua alrededor
del eje y escuchando la cola de Lonnie golpeando contra la cama con
excitación.
Lonnie jadeaba y gemía, metiendo su lengua en el agujero de Ned
frenéticamente como si tratara de compartir el mismo placer intenso que él

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estaba experimentando. Su lengua era maravillosamente hábil, y se


enroscaba por todas partes en los ángulos más fantásticos, tocando lugares
imposibles en el interior del agujero de Ned.
Ned movió sus caderas, tanto para aumentar la presión de la lengua de
Lonnie como para frotar su propia polla dura contra el pecho de Lonnie
para obtener un alivio muy necesario. La piel era extraña al principio, pero
ahora descubrió que realmente le gustaba cómo se sentía contra su polla.
Podía imaginarse lo húmeda que se estaba poniendo con su pre-semen, y
subió a tomar aire, lamiendo alrededor de la polla de Lonnie con un gemido
feliz.
Lonnie seguía amasando y comiendo el agujero de Ned como si no hubiera
comido en semanas, su lengua empujando incansablemente dentro de él.
Realmente parecía estar disfrutando, y sus pequeños gemidos de placer
eran muy alentadores.
También ocurría algo extraño con la polla de Lonnie.
En la base, Ned podía sentir que algo se agrandaba, y tuvo que preguntar:
—¿Qué es esto?
Lonnie se las arregló de alguna manera para mantener la punta de su
lengua dentro del culo de Ned y responder: —Mi nudo, amo.
—Oh, claro. Un nudo—. Ned se sintió un poco tonto por no esperar
eso. —¿Significa que te estás acercando?
—Sí, amo.
—Bueno...— Ned manoseó el nuevo bulto, y sintió una oleada de
lujuria al pensar en tomar esa enorme cosa en su culo. —No te vas a correr
todavía. ¿Puedes hacerlo por mí? ¿Puedes ser un buen chico y no correrte?
—Sí, amo. Puedo ser muy bueno para ti.
—Buen chico—. Ned abrió la boca de par en par y volvió a bajar,
introduciendo la polla de Lonnie en su garganta. Él tomó cada pulgada
hasta que finalmente - finalmente - su nariz fue enterrada en la piel suave.
El nudo estaba haciendo que sus labios se estiraran casi incómodamente,

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pero no estaba listo para parar todavía. Sostuvo a Lonnie allí, moviendo la
cabeza en breves ráfagas para que Lonnie pudiera sentir lo profundo que
estaba.
El aullido que soltó Lonnie fue hermoso.
Ned lo sostuvo todo lo que pudo antes de tener que retirarse, jadeando y
todavía pasando su lengua con hambre por la gruesa polla de Lonnie. —
Mierda, eres increíble. Mmm, qué buen chico. Un chico muy, muy bueno.
El elogio hizo que la cola de Lonnie se moviera tan rápido que era un
borrón, y manoseó los muslos de Ned.
Después de limpiarse la boca, Ned palmeó el costado de Lonnie. —Mmm,
para.
Lonnie se apartó con un último lametón, gimiendo sin aliento: —Oh, amo...
eres increíble. Gracias. Muchas gracias.
Ned sonrió y se movió para poder besar la nariz y el hocico de Lonnie. No
estaba seguro de qué otra forma de besarlo, y gimió cuando la lengua de
Lonnie se lanzó al encuentro de sus labios, tocando los suyos. —Mierda.
Bien. ¿Estás listo, muchachote?
—Listo para lo que desee, amo—, respondió Lonnie obedientemente.
—Te deseo—. Ned arrastró sus manos arriba y abajo del pecho de
Lonnie. —Quiero tu nudo dentro de mí.
Los ojos de Lonnie se volvieron cómicamente grandes, y la habitación
quedó en silencio excepto por su cola.
—¿Es eso un sí, mi dulce muchacho?— Ned se burló.
—Sí, amo. Mucho.
—Buen chico—. Ned se quitó de encima a Lonnie y se puso a cuatro
patas, bajando la cabeza hacia el colchón y levantando el culo. No quería
hacer suposiciones, pero esta parecía la forma más lógica de hacerlo.

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Lonnie estaba justo encima de él, y su fría nariz golpeaba la nuca de Ned.
Sus caderas ya se movían, su gran polla se deslizaba entre los muslos de
Ned mientras intentaba alinearse.
Ned respiró profundamente y luego gimió cuando la punta de la polla de
Lonnie finalmente encontró su húmedo agujero. Lonnie ya estaba
empujando antes de que estuviera dentro del todo, y mierda, se deslizó tan
fácilmente. Se sentía increíble, y el deslizamiento resbaladizo dentro de él
era fantástico. Tuvo que jadear durante el estiramiento, y las sacudidas de
las caderas de Lonnie no le dieron mucho tiempo para adaptarse.
Lonnie gimió en silencio, y su aliento caliente hizo cosquillas en el oído de
Ned mientras preguntaba: —¿Está bien, amo?
—Sí—. Ned asintió. —Estoy bien. Estás siendo un buen chico, Lonnie.
Un chico muy bueno para mí. Tu polla se siente tan bien.
—Estoy casi todo dentro ahora. Mmm, quiero tomarte...— La voz de
Lonnie tenía un ligero gruñido, y sonaba peligroso.
Ned abrió las piernas, arqueó el culo y apretó los dientes. —Hazlo.
Tómame.
—¿Amo?
—Ya me has oído. Era una orden. Ahora, sé un buen chico y tómame,
Lonnie. Fóllame...— Las palabras apenas habían salido de los labios de Ned
antes de que Lonnie le metiera hasta el último trozo de esa enorme polla, y
el agujero de Ned palpitó de dolor. Otro empujón le robó el aliento, y ni
siquiera pudo llorar.
Lonnie lo estaba follando duro y rápido con una fuerza antinatural y pronto
lo estaba desplazando por la cama. Gruñía y jadeaba, y sus dientes rozaban
el hombro de Ned mientras destrozaba su apretado cuerpo.
Ned se apoyó en la cama, pero no fue suficiente para evitar que se deslizara.
Sus manos, que se agitaban, acabaron por encontrar el estribo y se aferró a
él como un salvavidas, dejando escapar un sollozo roto. Su agujero estaba

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tan lleno que incluso el simple acto de respirar hacía que la polla de Lonnie
pareciera más grande, y Ned juró que estaba subiendo hasta su estómago.
Estaba gruñendo tan frenéticamente como Lonnie, deseando trabajar a
través del dolor porque el placer de cada golpe brutal estaba más allá de
todo lo que había sentido. Sabía que esto iba a suceder una y otra vez
porque maldita sea si Lonnie no lo había arruinado oficialmente para
cualquier otro hombre. Nadie más iba a ser capaz de follarlo así, y no podía
creer lo mucho que le gustaba cada segundo extrañamente caliente.
La presión de la piel de Lonnie contra su espalda le hizo estremecerse, y
tuvo el impulso más loco de decirle a Lonnie que lo mordiera. Se resistió,
guardando esa idea para otro momento, y gimió por lo bajo, entregándose a
cada empuje de Lonnie. El implacable golpeteo de esa gran y resbaladiza
polla era increíble. Jadeó cuando se dio cuenta de que podía sentir el nudo
hinchándose, haciendo que la polla de Lonnie se enganchara en el borde de
su culo.
—Oh, Dios—, jadeó. —Sí... hazlo... anúdame... ¡Lonnie! Anúdame,
mierda.
—Sí, amo... ¡sí!— Lonnie se folló a Ned en ráfagas cortas y duras, y él
jadeaba más fuerte. El nudo se hacía cada vez más grande hasta que Ned
juró que su agujero iba a estar abierto durante días hasta que allí, mierda,
sí, el nudo se hinchara lo suficiente como para quedarse atascado. Lonnie
empujó profundamente, y aulló mientras se corría.
El torrente absoluto de semen hizo gritar a Ned, que tuvo que agacharse y
tocarse el estómago. Juró que se sentía hinchado, y pensó que iba a
reventar. Estaba tan caliente y espeso, y no paraba, aparentemente sin fin.
Ned tenía que correrse para aliviar esa presión imposible que se acumulaba
en su cuerpo o iba a gritar, y se agarró la polla y se sacudió frenéticamente.
Sólo necesitó unos pocos tirones antes de disparar su carga sobre la cama, y
sollozó mientras volvía a tomar el nudo de Lonnie.
Lonnie aulló de nuevo, más suave ahora, rodando sus caderas y forzando su
nudo aún más profundo. —Sí, mi amo... sí... Soy tuyo. Soy todo tuyo.

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—¡Mierda! ¡Lonnie!— Ned gimió, todavía moviéndose y tratando de


arrastrar cada temblor final de su clímax hasta que no pudo aguantar un
segundo más. Él trató de ir gateando y dejarse caer en la cama, pero el nudo
le impidió moverse. —Mmph. Lonnie... ¿podemos...?
Lonnie instó suavemente a Ned a bajar dejando caer sus caderas hasta que
ambos quedaron planos sobre la cama. Era tan grande que su cuerpo cubría
el de Ned por completo, y apoyó su gran cabeza en el hombro de Ned. —
¿Está bien así, amo?
—Perfecto—. Ned estiró las piernas y los brazos y soltó un último
gemido muy satisfecho. Su agujero estaba adolorido y era imposible escapar
de ese maldito nudo. —Mm, ¿cuánto tiempo vamos a estar atrapados así?
—Sólo unos minutos, amo—. Lonnie olfateó y acarició el lado de la
oreja de Ned. —Tan pronto como pueda retirarme con seguridad de tu
cuerpo, lo haré.
—No hay prisa—. Ned sonrió. En cierto modo se sentía bien, como
llevar un tapón, aunque podía ver que se volvía incómodo después de
demasiado tiempo. Volvió a rascar la cabeza de Lonnie. —Fuiste un chico
tan bueno. Dios, nunca me habían jodido así. Eso fue increíble. Eres
increíble.
—Gracias, Maestro—. La cola de Lonnie se movió.
—Entonces... uh...— Ned supuso que tenían algo de tiempo para
matar mientras esperaban que el nudo se redujera. —Supongo que esto
significa que vas a dormir en la cama conmigo, ¿verdad?
Lonnie se rio y lamió la mejilla de Ned. —Si quiere que lo haga, amo.
—Realmente te gusta eso, ¿eh? ¿Ser mío?
—Me da mucha alegría—. Lonnie se acurrucó más cerca. —Sólo he
querido pertenecer a alguien, alguien que fuera amable y me cuidara. Yo...
sinceramente había empezado a perder la esperanza de encontrar un buen
amo.

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—Bueno, ciertamente lo intentaré—. Ned lo acarició con adoración. —


Durante todo el tiempo que me quieras. ¿Entiendes? Es una orden. Sólo
eres mío mientras quieras serlo.
—Entonces creo que seré tuyo durante mucho tiempo, amo.
—Bien.— Ned sonrió. —Entonces, ¿aún debo conseguirte un collar?
La cola de Lonnie se movió con entusiasmo.
—Tomaré eso como un sí.

Ned no estaba seguro de qué esperar cuando entró en la tienda de mascotas


de Sheppan, pero las críticas de este lugar eran positivamente brillantes.
Si iba a encontrar un collar para Lonnie, iba a ser aquí.
La tienda estaba limpia, ordenada, y tenía una impresionante selección de
accesorios para mascotas, alimentos y golosinas. Era más grande por
dentro de lo que Ned había pensado que sería, y era fácil darse la vuelta por
todos los distintos pasillos. Había algunos peces y unos cuantos reptiles a la
venta, incluida una serpiente verde muy brillante que llamó la atención de
Ned por un momento antes de seguir adelante.
Juró que la maldita serpiente le había estado mirando.
Habiendo encontrado por fin la sección de correas y collares, Ned se
propuso como misión encontrar el juego adecuado para Lonnie.
El problema era que... bueno, Lonnie no era siempre del mismo tamaño.
Cuando Lonnie era un perro normal, ya era bastante grande, pero era
absolutamente monstruoso cuando se cambiaba.
Ned no sabía si debía conseguir dos collares diferentes o probar uno que
fuera ajustable. Probó con uno de los collares marcados como extragrande,

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pero no parecía que tuviera suficiente holgura para que Lonnie lo llevara en
sus dos formas.
—¿Hay algo que pueda ayudarle a encontrar, señor?— Era una mujer
pequeña de pelo oscuro la que le preguntaba, y no llevaba etiqueta con su
nombre.
—Eh, ¿sí? ¿Tal vez?— Ned se rio nerviosamente. —Necesito encontrar
un collar para mi perro, pero él...
En realidad es un lobo-perro cambiante que da la mamada más increíble
y los mejores abrazos, y no tengo ni idea de cómo encontrar algo que le
sirva porque es jodidamente enorme cuando se transforma.
—Su peso, eh, fluctúa—, concluyó Ned con una mueca. —Como.
Mucho. Se hace más grande, mucho más grande, y luego... no lo es.
—Ah, ya veo—. La mujer asintió con conocimiento de causa. —
Entonces, ¿necesitas algo que crezca con él?
—Sí.— Ned dudó en decir algo más, pero no estaba seguro de que esta
mujer realmente entendiera lo que estaba pidiendo. —Y que se encoja con
él.
—¡Tengo justo lo que necesita!— La mujer sacó un collar de cuero rojo
del estante y se lo entregó a Ned.
No parecía ser diferente de los otros collares que Ned había mirado hasta el
momento, aunque se sentía un poco más pesado que ellos. Ni siquiera
recordaba haber visto éste, a pesar de estar justo delante de donde la mujer
lo había cogido. —¿Este?
—¿No te gusta el color?
—No, es perfecto. Creo que el rojo le quedará muy bien.
—Y debe necesitar una correa—, dijo la mujer mientras ofrecía una de
cuero rojo a juego.
—Sí, claro. Gracias—. Ned examinó la nueva correa y el collar,
decidiendo que al menos le servirían a Lonnie mientras estuviera en su

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forma de perro más pequeño. No esperaba ningún milagro, ya que estaban


hechos de cuero, pero el collar parecía tener una extraña cantidad de
margen de maniobra cuando tiraba de él.
—¿Hay algo más que pueda hacer por usted?—, preguntó
amablemente la mujer.
—No, pero gracias. Te lo agradezco mucho—. Ned miró la selección
del cuello una vez más para estar seguro. —Creo que voy a ir con...
La mujer se fue.
Ned miró a ambos lados del pasillo, pero no vio ninguna señal de la mujer
que le había ayudado.
Qué raro.
Se dirigió a la caja, ansioso por llegar a casa y volver con Lonnie.
Allí había un hombre joven, y su etiqueta con el nombre decía —
Brad—. —¡Hola! ¿Encontró todo lo que buscaba hoy, señor?
—Sí, gracias—, respondió Ned. —Me ayudó una señora muy
agradable. ¿Pelo corto y oscuro? ¿Tal vez japonesa? ¿Trabaja aquí? Me
ayudó mucho y luego se desvaneció.
—Oh, ella hace eso—. El empleado se rio. —Es la señorita Sheppan. La
dueña. Debes ser un muy buen dueño de mascotas si ella te ayudó.
—¿Sí?
—Ella tiene como un sexto sentido sobre la gente. Si ella te ayudó,
eres buena gente.
—Oh. Gracias.— Ned no estaba exactamente seguro de qué pensar
sobre eso, pero le hizo sonreír. Pagó por el collar y la correa, paró para
comprar alimentos, y luego condujo rápidamente a casa.
Lonnie lo estaba esperando justo al otro lado de la puerta, en su forma de
perro más pequeño, y rebotando con entusiasmo tan pronto como Ned
entró.

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—¡Hola!— Ned sonrió felizmente, cerrando la puerta detrás de él con


el pie. Dejó caer sus bolsas de la compra en favor de rascar las orejas de
Lonnie. —Me has echado de menos, ¿eh? Espera un segundo—. Se aseguró
de que las cerraduras estuvieran bien cerradas. —Ya está. Seguro. Sigue
adelante y transfórmate...
Lonnie fue instantáneamente más grande, encumbrándose sobre Ned y
recogiéndolo en un gran abrazo. —Maestro—. Lamió la cara de Ned,
moviendo la cola rápidamente. —Mm, te he echado mucho de menos hoy.
—Siento haber llegado tan tarde—, dijo Ned, abrazando el cuello de
Lonnie y todavía rascando su pelaje. —Tengo algo para ti.
—¿Para mí?— La cola de Lonnie se movió lo suficientemente fuerte
como para golpear la pared junto a ellos.
—Sí, para ti. Bájame, Lonnie.
Lonnie puso obedientemente a Ned en el suelo, aunque sus patas se
quedaron en sus caderas. —¿Qué es, Maestro?
—Aquí—. Ned agarró la bolsa de la tienda de mascotas y se la ofreció.
Inclinando la cabeza con curiosidad, Lonnie tanteó la bolsa hasta que el
collar y la correa fueron revelados. —¿Estos... son para mí?
—Sí. No estoy al cien por cien sobre el ajuste— El collar parecía más
grande que en la tienda. —Pero pensé que podríamos probarlo y ver.
Lonnie se arrodilló, sosteniendo el collar hacia Ned. —Por favor, amo.
La boca de Ned se secó.
Era embriagador tener este nivel de dedicación y adoración de una bestia
tan increíble, y luchó para que no se le subiera a la cabeza. Lonnie era
especial, y se merecía un buen amo. Era el trabajo de Ned cuidar de él, y eso
significaba ser amable, paciente, y ser lo mejor que podía ser.
—Aquí.— Ned abrochó suavemente el collar alrededor del cuello de
Lonnie, ya enamorado del rojo sobre su pelaje negro. Se ajustaba

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perfectamente. Rascó alrededor de las orejas de Lonnie de nuevo,


preguntando, —¿Está bien? ¿Cómo se siente?
—Bien, amo.
—¿No te aprieta demasiado?
—No, es perfecto, Maestro—. La cola de Lonnie golpeó felizmente.
—¿Te importa volver a cambiarte? ¿Así puedo ver cómo te queda
cuando cambias?
—Por supuesto—. Lonnie volvió a cambiar a su cuerpo de perro negro
grande, y el collar parecía haber cambiado con él.
Ned se arrodilló para comprobar el ajuste, sorprendido al ver que el collar
se había encogido con él. —Bueno, que me maten.
Lonnie ladró.
—¿Cambiar de nuevo?
Lonnie retomó su forma más grande, y su cola se agitó. —Este es un collar
muy especial, Maestro.
—Sí.— Ned tocó el cuero rojo, asombrado de que hubiera vuelto a
crecer con Lonnie como por arte de magia. —Juro que la señora de la tienda
de mascotas....
—¿Qué?
—Fue casi como si ella supiera que estaba comprando esto para ti—.
Ned se rio. —Raro, ¿eh?
—Raro o no, estoy muy contento, Maestro—. Lonnie se acercó,
presionando su nariz contra el cuello de Ned y acariciándolo. —Muy, muy
complacido.
—¿Oh?— La respiración de Ned se aceleró.
—Tanto que me gustaría mostrarte lo agradecido que estoy si me lo
permites—. Los ojos brillantes de Lonnie prácticamente brillaban, y una

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rápida mirada hacia abajo entre sus piernas mostró que la punta de su polla
ya estaba asomando de su funda.
—Mmm. Todavía no—. Ned se puso de pie y se sacudió. Agarró la
correa, la enganchó al collar de Lonnie y le dio un suave tirón. —Quiero ver
qué tan bien puedes caminar para mí, ¿de acuerdo?
—Sí, amo—. Lonnie se puso a cuatro patas de inmediato, mirando a
Ned.
Dios, esa pequeña sonrisa con dientes hizo que el corazón de Ned diera un
vuelco. Agarró los comestibles y llevó a Lonnie a la cocina para que pudiera
guardarlos, preguntándole sobre su día.
Lonnie apoyó su gran cabeza en la encimera mientras charlaban, moviendo
la cola todo el tiempo.
Era difícil no ceder de inmediato, y Ned tuvo que hacer una lista de los
alimentos que había comprado para distraerse. Lonnie siempre lo miraba
con tanto anhelo y deseo, y Ned quería bajarse los pantalones y dejarse
barrer allí mismo en la encimera de la cocina.
Pero no.
Ned esperaría.
Los haría esperar a ambos un poco más.
Correa en mano, Ned condujo a Lonnie fuera de la cocina y a la sala de
estar. Se sentó en un extremo del sofá, tirando suavemente de la correa y
acariciando los cojines a su lado.
Lonnie saltó enseguida, ocupando fácilmente todo el sofá mientras se
estiraba y metía la cabeza en el regazo de Ned. Sus pies colgaban un poco,
pero siempre insistía en que estaba muy cómodo así.
Ned rascó las orejas de Lonnie y alrededor de su barbilla, todavía
sosteniendo la correa y cambiando de canal sin pensar. El aire estaba tenso,
caliente, y le costaba concentrarse en el televisor. Sabía que Lonnie lo

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estaba mirando, sin duda esperando ansiosamente una nueva serie de


órdenes para poder abalanzarse sobre Ned.
Ese nivel de deseo era nuevo para Ned, y lo había encontrado bastante
adictivo en las últimas semanas. Nunca nadie lo había deseado así, y Lonnie
no pedía prácticamente nada a cambio. Ned estaba decidido a ser un buen
amo, y había aprendido que alargarlo un poco siempre hacía las cosas
mucho más intensas.
Sin embargo, quedaba por ver cuán poco tiempo iba a ser.
Ned normalmente podía esperar hasta que la cena terminara, aunque había
habido algunos días en los que simplemente no podía resistirse y dejaba
que Lonnie se saliera con la suya tan pronto como entraba por la puerta.
Pensó que podría durar hoy, pero había algo en ver ese collar rojo en
Lonnie que estaba debilitando su resolución.
—¿Estás bien?— Lonnie preguntó amablemente.
—Mmm, sí. Estoy bien—. Ned se inquietó, e ignoró lo duro que se
estaba poniendo. Incluso el simple hecho de sostener la correa en su mano
era extrañamente erótico, y no sabía por qué.
Lonnie se dio la vuelta para poder apoyar su barbilla en el muslo de Ned,
sus ojos brillantes se concentraron en el lugar donde la polla de Ned
abultaba la parte delantera de sus pantalones. —¿De verdad?
—Ajá—. Ned deslizó su mano por la parte trasera de la cabeza de
Lonnie y luego arrastró sus dedos sobre el cuello. —Esto... se ve muy bien
en ti.
La cola de Lonnie se movió. —Gracias. Me encanta.
—¿Sí?
—Sé que soy tuyo—, respondió Lonnie. —Esto significa que quieres
quedarte conmigo.

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—Oh, Lonnie... yo...— Ned parpadeó hacia abajo, sorprendido y


conmovido por esas palabras. —Por supuesto que quiero quedarme contigo.
No eres una mascota cualquiera para mí... lo sabes, ¿verdad?
—Ahora lo sé—. La cola de Lonnie se movió con más fuerza.
Ned sonrió, y ahora sí que no pudo resistirse a darle a Lonnie lo que sabía
que ambos querían. —Lo eres todo para mí, Lonnie. Eres mi chico bueno.
Las orejas de Lonnie se levantaron.
—¿Mi buen chico quiere un regalo?— Ned miró a propósito su propia
entrepierna.
—Sí. Por favor—. La lengua de Lonnie estaba prácticamente colgando
de su boca.
—Ahora escúchame con atención—, dijo Ned mientras se bajaba la
cremallera de los pantalones. —Quiero que me chupes hasta que este
episodio termine. Quedan unos veinte minutos. Chúpame, bien y despacio,
y si eres un buen chico, te dejaré que me anudes.
—Sí, puedo hacerlo—. Lonnie se apartó para que Ned tuviera espacio
para bajarse los pantalones y los calzoncillos, e inmediatamente lamió la
polla de Ned con un pequeño gruñido hambriento.
—Dios, Lonnie...— Ned dejó caer su cabeza hacia atrás, enterrando
sus dedos en el pelaje de Lonnie. —Ahí tienes. Justo así. Bien y despacio, mi
buen chico.
Lonnie lamió alrededor de la polla y las bolas de Ned, gimiendo con
entusiasmo. Tomó cuidadosamente a Ned en su boca y chupó suavemente,
su cola golpeando contra el sofá.
Ned trató de no reírse cada vez que la fría nariz de Lonnie chocaba con un
punto sensible, y se permitió relajarse y disfrutar del delicioso calor que
consumía cada centímetro de su polla. Lonnie era siempre tan apasionado,
y Ned balanceó sus caderas hacia arriba, empujando perezosamente en su
garganta. —Eres un chico muy, muy bueno para mí.

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Ni siquiera estaba viendo el programa que se estaba emitiendo en ese


momento, demasiado ocupado mirando a Lonnie chupando su polla y
sacándola de su boca de vez en cuando para lamer alrededor de la cabeza
antes de sumergirse de nuevo. Era el tormento más dulce imaginable, y Ned
tenía que tener cuidado o se iba a correr demasiado pronto.
Incluso con un ritmo tan suave, el placer era maravilloso, y habría sido fácil
reventar en ese momento. Respiró profundamente, obligándose a
concentrarse en la televisión durante un rato, pero se moría de ganas de
que salieran los créditos finales para poder llevar esto al dormitorio.
Lonnie siguió chupando con lentos movimientos de cabeza, su lengua
girando alrededor con cada tirón. Sus ojos estaban cerrados, y parecía
relajado y bastante contento.
Ned pensó que nunca nadie había parecido tan feliz de chupar su polla
antes, y él amó cada segundo caliente de él. Una mirada a la televisión
reveló que era hora de seguir adelante, y sonrió cálidamente, dando un
tirón al nuevo collar de Lonnie. —Puedes parar ahora, Lonnie. El
espectáculo ha terminado.
Moviendo la cola con un nuevo impulso de energía, Lonnie se retiró con un
último lametón hambriento. —¿Estuve bien?
—Muy bien—, prometió Ned. Respiró profundamente y recordó que
tenía la correa en la mano. La utilizó para acercar a Lonnie y poder besar su
mejilla. —Quiero que me lleves a la cama ahora, Lonnie. ¿Puedes hacerlo
por mí?
—Sí.— Lonnie rebotó del sofá y tomó a Ned en sus brazos, lamiendo la
cara de Ned con un aullido feliz.
—Buen chico—, suspiró Ned. —Mmm, mi chico perfecto.
Lonnie llevó a Ned al dormitorio, deteniéndose al lado de la cama
para preguntar, —¿Cómo me quieres?
—Mm, en tu espalda—, respondió Ned. —Quiero montarte un rato.

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El movimiento de la cola de Lonnie casi se llevó la lámpara de la mesita de


noche. Dejó a Ned en el suelo y saltó a la cama junto a él, estirándose sobre
su espalda.
Ned pudo ver que la gruesa polla roja de Lonnie ya estaba a medio camino
de su funda, y se puso a horcajadas sobre las caderas de Lonnie, con la
correa aún en la mano. Quizás le había gustado tanto el rojo porque le hacía
pensar en la gran polla de Lonnie, y ese pensamiento le hizo sonrojarse.
—¿Así?— Lonnie preguntó. —¿Es así como me quieres?
—Perfecto, Lonnie—. Ned le rascó la barriga. —Pon tus patas junto a
tu cabeza. Ponte cómodo—. No soltó la correa todavía, pero la mantuvo
suelta mientras se acercaba a agarrar el lubricante de la mesita de noche.
Untó la polla de Lonnie y su agujero, presionando dos dedos dentro para
abrirse un poco.
—¿Amo?— Lonnie ladeó la cabeza, confundido pero aún obediente,
levantando los brazos como se le pidió.
—Está bien, Lonnie—. Ned sonrió cálidamente y balanceó sus caderas
hacia atrás, alineando la cabeza puntiaguda de la polla de Lonnie contra su
agujero. —Vamos a ir bien y despacio, ¿de acuerdo? Vas a estirarme... así...
con tu polla...
—Sí.— Lonnie gimió y se inquietó, pero luego se quedó quieto. —Seré
tan bueno.
—Lo sé. Siempre lo eres—. Ned gimió mientras se hundía de nuevo en
la polla de Lonnie, haciendo una pausa para respirar durante el intenso
estiramiento. Dios, eso fue bueno. Él empujó abajo para tomar más y se
hizo gritar. Quemó un poco, y él tuvo que parar otra vez antes de intentar
tomar más.
Sentarse encima de esta manera hizo que la polla de Lonnie se sintiera aún
más grande, y Ned tuvo que empezar y parar varias veces más antes de
meterla del todo. No había mejor satisfacción que finalmente ser capaz de

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sentarse de nuevo en la polla de Lonnie completamente, y tiró de la correa


de Lonnie. —Buen chico. Muy buen chico para mí.
—Eso es todo lo que quiero—, susurró Lonnie. —Sólo quiero ser
bueno para ti y hacerte feliz.
—Bueno, ahora mismo, quiero hacerte feliz—. Ned rodó sus caderas
hacia atrás, sentándose erguido y moliendo sobre la gruesa polla de Lonnie.
El repentino aumento de la presión le hizo jadear, y de inmediato quiso
más. Se apoyó en el estómago de Lonnie y empujó hacia atrás, haciendo
círculos amplios y gimiendo fuertemente.
No importaba cuántas veces hicieran esto, Lonnie siempre se sentía
enorme, y esto ni siquiera incluía ese gran nudo suyo.
—Maestro... mmm... te sientes tan bien—. La mandíbula de Lonnie
colgaba abierta mientras jadeaba, luchando visiblemente para no tocar a
Ned. —Amo, te ves hermoso montándome.
—Gracias, Lonnie—, jadeó Ned, follándose más fuerte. —Tú también,
mierda. Tú también—. Golpeó sus caderas hacia abajo, trabajando a través
del dolor y concentrándose en la felicidad que estaba enviando escalofríos
por su columna vertebral. Mierda, Lonnie era increíble, y Ned montó su
polla tan duro y rápido como pudo.
Lonnie aulló y jadeó, con sus patas arañando el cabecero. —Por favor...
amo... mi nudo... me estoy acercando.
—¿Qué quieres, Lonnie?— Preguntó Ned con firmeza.
—¿Para... para complacerte?— Lonnie no entendía.
—Dime lo que quieres—, intentó Ned de nuevo. —Dime cómo quieres
anudarme. Dímelo ahora mismo.
Los ojos de Lonnie se abrieron de par en par, y dejó escapar un aullido
desesperado. —Amo... yo...
—¡Ahora, Lonnie!— Ned tiró con fuerza de la correa.

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—Así, amo—. La cola de Lonnie golpeó contra la cama con excitación.


—Quiero tocarte, y, y quiero anudarte... así.
Ned gimió. —Adelante, Lonnie. Vamos. Anúdame.
Lonnie agarró las caderas de Ned de una vez, y se lo folló frenéticamente.
—¡Ah, mierda!— Ned clavó sus dedos en la piel de Lonnie y lloró por
la fuerza de los golpes. No era tan malo cuando tenía el control y podía
tomarlos cuando estaba listo, pero Lonnie era absolutamente implacable,
golpeando en su culo sin vacilar. Se dejó caer sobre el pecho de Lonnie,
gimiendo entrecortadamente. —¡Ah, Dios! Oh, ¡mierda, mierda, mierda! Sí!
Lonnie acarició y lamió el pelo de Ned, sus patas apretando sus caderas
mientras seguía taladrándolo. —Mmm, Maestro... te sientes tan bien... ah...
gracias... muchas gracias...
Ned arañó el pecho de Lonnie hasta los hombros y el cuello, agarrando el
collar para conectarse a tierra por la feroz follada. Lonnie le estaba
sujetando la polla, y miera, podía sentir que ese maldito nudo empezaba a
crecer ya. Era tan grande y gordo, y se estaba enganchando en su tierno
culo mientras las implacables caderas de Lonnie lo forzaban dentro una y
otra vez.
—Lonnie—, jadeó. —Oh, mierda... sí... ¡no pares, no pares!
—No lo haré, amo—, gruñó Lonnie por lo bajo. —No lo haré—. Golpeó
a Ned justo cuando su nudo se hinchó, dejando escapar un fantástico
aullido mientras se corría. Siguió balanceando a Ned sobre su polla
mientras su carga caliente pulsaba dentro de él, todavía aullando y
retorciéndose desesperadamente. —¡Amo!
—¡Lonnie!— Ned se derrumbó contra el amplio pecho de Lonnie,
gimiendo mientras su agujero se inundaba con la corrida de Lonnie.
Siempre se sentía demasiado, y juraba que sus entrañas estaban siendo
estiradas hasta su límite absoluto entre el nudo y la gran cantidad de semen
que estaba siendo bombeado dentro de él.

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Justo cuando Ned pensaba que no podía sentirse más increíble, Lonnie
inclinó la cabeza para meter su gran hocico entre ellos y comenzó a lamer la
polla de Ned. Ned nunca había estado tan agradecido por lo ágil que era
Lonnie hasta ese mismo momento, gimiendo fuertemente mientras la
lengua de Lonnie trabajaba su polla hasta que finalmente se corría también.
Ned se inclinó hacia atrás para poder ver a Lonnie lamiendo toda su
corrida, gimiendo mientras apretaba el gordo nudo de Lonnie aún
enterrado profundamente en su culo. —Mmm, buen chico... muy buen
chico.
Lonnie se lamió los labios cuando finalmente terminó, recostándose contra
la cama e instando a Ned a acurrucarse contra su pecho.
Ned se dejó caer con un último gemido, abrazando a Lonnie cerca y
besando su piel. —Vaya.
—¿Le he complacido, amo?
—Mucho—. Ned sonrió cuando escuchó la cola de Lonnie moviéndose
contra la cama. —¿Y tú? ¿Estás complacido?
—Sí, amo—. Lonnie acarició el pelo de Ned con adoración. —Estoy
muy contento.
Ned alargó la mano para trazar el borde del collar. No tenía ni idea de lo
que había hecho con la correa, y se sorprendió cuando Lonnie la apretó en
su mano. —Gracias.— Le dio un pequeño tirón y escuchó cómo la cola de
Lonnie se movía más rápido. —¿De verdad te gusta esto?
—Sí. Ya te he dicho que disfruto sirviendo a mi amo—. Lonnie lamió
la oreja de Ned. —Y nunca he tenido ningún amo al que haya amado tanto
como a ti.
El corazón de Ned tropezó consigo mismo, y levantó la cabeza para mirar a
Lonnie. El repentino movimiento hizo que el nudo de su interior se tensara,
y gruñó, tratando de hablar con claridad mientras decía: —¿Me amas?

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Lonnie gimió suavemente, como si no estuviera seguro de si eso había sido


lo correcto. —Sí, amo—. Se aclaró la garganta. —Quiero decir... Ned—. Dudó
antes de decir: —Ned, te amo.
Ned realmente jadeó, y acarició las orejas y las mejillas de Lonnie, de
repente sin poder tener suficiente contacto físico entre ellos. —Oh, Lonnie.
Nunca había sido tan jodidamente feliz. Siempre trato de salir temprano del
trabajo sólo para llegar a casa y verte. Pienso en ti todo el tiempo, en todas
las cosas que quiero hacer contigo, y en todos los lugares a los que quiero ir.
Quiero decir, sí, tendrías que fingir que eres un perro para la mayor parte
de ello, ¡pero aún así! Quiero hacerlo. Contigo.
Los ojos de Lonnie se abrieron de par en par, y su cola había empezado a
moverse de nuevo.
—Como hoy, el collar—. Ned hizo una pausa para respirar. —Es por lo
que quería conseguirte un collar, para que pudiéramos practicar de verdad
los paseos juntos. No quiero que te quedes encerrado aquí todo el tiempo.
Quiero que salgamos y veamos el mundo entero, tú y yo. Porque te amo. Yo
también te amo.
—¿Ned? ¿De verdad?— Lonnie se sentó, envolviendo sus gruesos
brazos alrededor de Ned y lamiéndolo seriamente. —¿Me amas?
—¡Sí!— Ned rio mientras abrazaba a Lonnie con fuerza, gimiendo por
el nudo que se movía dentro de él. —Te amo. Te amo.
—Podríamos irnos ahora mismo—, dijo Lonnie efusivamente. —Ya
verás. Puedo caminar muy bien. Puedo ser el mejor chico que puedas
desear.
—Oh, Lonnie. Ya lo eres—. Ned besó la nariz de Lonnie dulcemente.
—Mmm, Maestro—. Lonnie se acurrucó cerca.

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—Además—, bromeó Ned, —tenemos que esperar a que tu nudo baje


primero, y compré unos filetes T-bone8 muy increíbles para la cena de esta
noche.
—Así que—. La cola de Lonnie meneó más rápido. —¿Podemos ir a
dar un paseo después de eso, Maestro?
—Después de eso, podemos hacer lo que quieras, Lonnie.
—Mientras sea contigo, Maestro, sé que seré muy, muy feliz.
—Yo también, Lonnie—. Ned sonrió. —Yo también.

8
T-bone es un tipo de corte vacuno.

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DIA SEIS: LUNA DE MIEL


El mundo se emocionó con el anuncio del envío del primer hombre a
Marte. Un año más tarde, se aterrorizaron cuando regresó para su luna
de miel, embarazado de su nuevo marido.
Advertencia: La siguiente historia incluye un monstruoso coito
con tentáculos, un embarazo masculino y un dudoso
consentimiento de los personajes secundarios debido al polen
sexual marciano.

El mundo se emocionó con el anuncio del envío del primer hombre a Marte.
Un año después, se aterrorizaron cuando la astronauta regresó embarazado
de su nuevo marido.
La situación se agravó cuando intentaron separar a los recién casados y
luego se encontraron con la amenaza de una invasión alienígena.
Los líderes del mundo decidieron sabiamente no molestar a la feliz pareja, y
John Holland y el príncipe Zukah pudieron disfrutar del resto de su luna de
miel en paz.
Habían pasado la primera parte en las cuevas subterráneas de Marte y
habían decidido pasar el resto en la Tierra. Se decidieron por un viaje a St.
Thomas, en las Islas Vírgenes, y John se propuso tumbarse en la playa cada

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vez que pudiera. Quería relajarse con su nuevo marido, tomar el sol y
disfrutar de la paz y la tranquilidad mientras pudieran.
Tenían un pequeño paquete de alegría en camino, y la tranquilidad iba a ser
una cosa del pasado muy pronto.
John estaba entusiasmado, pero, vaya, estar embarazado era peor que
entrenar para ser astronauta.
El tiempo de gestación de los marcianos era de unos seis meses, y el vientre
de John ya estaba hinchado a pesar de llevar sólo dos meses. Estaba
cansado, dolorido, y el más mínimo olor le provocaba unas náuseas
terribles. Cuando no tenía náuseas, se moría de hambre y sentía un extraño
cosquilleo en el pie izquierdo. Zukah le aseguró que los extraños síntomas
pasarían, pero era difícil decir cuándo, ya que el acoplamiento entre
humanos y marcianos era muy raro.
Al final, John sabía que todo valdría la pena. Él y Zukah iban a tener un hijo
precioso, y no podía esperar a conocerlo. Se había pasado toda la vida
queriendo viajar por las estrellas y explorar nuevos mundos, y convertirse
en astronauta era la culminación de años de duro trabajo. Sin embargo, con
el paso de los años, se había dado cuenta de que se sentía bastante solo.
Quería sentar la cabeza, pero era muy difícil conocer a alguien con su
apretada agenda. A las pocas personas con las que intentó salir no les
gustaba el tiempo que pasaba en las misiones o no deseaban tener una
familia. Esas relaciones nunca funcionaron, y John se preguntó si iba a
estar solo para siempre. Todo lo que quería era una pareja que estuviera a
su lado, un mejor amigo al que atesorar para siempre, alguien con quien
pudiera adoptar y criar un par de hijos y tener por fin la familia que
siempre había deseado.
Enamorarse de un príncipe en un planeta alienígena era un sueño hecho
realidad.
Claro, Zukah medía cuatro metros, parecía un lagarto púrpura gigante con
cuatro ojos, patas traseras gigantes y gruesos haces de tentáculos como
brazos, pero para John...

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Era perfecto.
Zukah también se había sentido solo y anhelaba algo más de la vida, y
juraba que se había enamorado de John a primera vista. Sólo salieron un
mes antes de que Zukah le propusiera matrimonio, y John, por supuesto,
aceptó con entusiasmo. Se alegró aún más cuando se enteró de que había
algunas opciones muy singulares para que tuvieran la familia con la que
había soñado durante tanto tiempo.
La pareja de recién casados acababa de desayunar y John quería relajarse
un poco al sol, así que prepararon un pequeño picnic, cogieron sus toallas y
se fueron a la playa.
—¿Sabes?—, dijo John mientras se estiraba en la hermosa arena
blanca y se esforzaba por ponerse cómodo con su gran barriga, —quedar
embarazado no estaba precisamente en mi mente cuando llegué a Marte....
Pero estoy muy, muy contento de haberlo hecho.
—¿De verdad?— Zukah sonrió cálidamente y envolvió la mano de
John con un tentáculo firme y violeta. Sus otros tentáculos doblaron una de
las toallas para deslizarla por detrás de la cabeza de John y le acariciaron
cariñosamente el estómago.
—Por supuesto—. John apretó el tentáculo de Zukah que sostenía su
mano. —Sé que dijiste que podíamos esperar, pero realmente no quería
hacerlo.
—Y pensar—, se burló Zukah, —que no querías salir conmigo cuando
nos conocimos.
—Sí, quería—. John hizo una mueca. —Es que tenía miedo.
—¿De mí?— Zukah frunció el ceño.
—No, nunca—, juró John. —Tenía miedo de salir herido, Zukkie. Ya
era bastante loco que encontrara vida en Marte, y luego esa vida en Marte
era guapo, encantador y simplemente... perfecto. Eras demasiado bueno
para ser verdad.
—Ah, ¿es por eso que te hiciste el difícil, mi dulce mascota?

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—Sólo estaba siendo cuidadoso—. John sonrió. —Tú, en cambio, no


aceptabas un no por respuesta. Por un momento pensé que tenía mi propio
acosador alienígena.
—¿Yo?— Los tentáculos de Zukah se movieron mientras reía. —No era
nada de eso. Sí, estaba muy concentrado en ganar tu corazón, pero seguí
siendo un caballero todo el tiempo.
—Lo dice el alienígena que me dijo que mi traje espacial estaba
contaminado con una bacteria marciana mortal y que debía quitármelo.
—Dije que 'podría ser'. No he mentido técnicamente.
—También me dijiste que tocar 'tentáculos' era un saludo marciano
común.
—Eso es cierto, y no es mi culpa que la aproximación más cercana de
tu anatomía a un tentáculo sea tu pene.
—Me sedujiste.
—Me parece recordar que tú me sedujiste a mí, mascota.
—Mmm, tal vez sólo un poco—. John sonrió y señaló a Zukah con un
dedo. —Ven aquí, cosa perversa.
Zukah ronroneó e inclinó su gran cabeza para recibir un dulce beso, sus
tentáculos se enroscaron alrededor de los hombros y el pecho de John.
A John le encantó la sensación de los labios resbaladizos y escamosos de
Zukah, y suspiró cuando la lengua larga y bifurcada de Zukah se acercó a la
suya. A medida que el beso se hacía más profundo, surgió otro síntoma de
su embarazo: la polla de John se estaba poniendo dura.
El beso ciertamente ayudaba, pero John había tenido erecciones
persistentes en algunos de los peores momentos.
Como cuando presentaba a Zukah a sus padres, cuando pedía su comida en
un buen restaurante, o simplemente cuando intentaba sentarse y disfrutar
de un poco de televisión terrestre -se había perdido muchas cosas estando

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en Marte- y el embarazoso efecto secundario no desaparecía hasta que se


solucionaba.
—¿Me necesitas, dulce mascota?— preguntó Zukah, con sus grandes
ojos negros enfocados en la tienda de campaña del bañador de John.
—Sí, Zukkie. Te necesito—. John acarició el lado de la cara escamosa
de Zukah y lo instó a acercarse. —Mm, te necesito tanto.
—No te preocupes—, prometió Zukah. —Yo cuidaré de ti—. Sus
tentáculos cambiaron su atención hacia abajo, tirando de la cintura del
bañador de John.
—¿Aquí mismo?— Los latidos del corazón de John se aceleraron. —
Alguien va a vernos.
—No me importa si no lo hace—. Zukah sonrió con malicia. —Hay dos
agentes del FBI en los árboles detrás de nosotros, un agente de la CIA que
finge pasear a su perro allí abajo en la playa, y varios soldados metidos en
esa pequeña choza junto a la línea de árboles.
—¿Cómo lo sabes?
—Puedo olerlos—. Zukah sacó la lengua y guiñó dos de sus ojos. —
Ciertamente nos están observando, pero si eso te molesta...
—No—. John se contoneó con seriedad. —No me importa. ¿Quieren
ver lo que me haces? Déjalos.
—Con mucho gusto—. Zukah volvió a acercarse para darle un dulce
beso, y sus tentáculos arrastraron suavemente el bañador de John hacia
abajo y lo sacaron.
John rodeó con sus brazos el grueso cuello de Zukah, y gimió cuando los
tentáculos le abrieron las piernas. Uno de los más pequeños se enroscaba
alrededor de su polla mientras los otros le masajeaban los huevos y se
burlaban de su agujero.
Los tentáculos podían exudar una mucosidad natural que funcionaba
maravillosamente como lubricante, y dos de ellos ya estaban resbaladizos

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mientras tanteaban el culo de John. Uno de ellos empujó hacia dentro, sólo
la punta, con mucha suavidad mientras empujaba hacia delante y hacia
atrás con pequeñas sacudidas.
John agradeció el ritmo lento y frotó sus manos sobre las gruesas espinas
que subían por la espalda de Zukah hasta formar las crestas detrás de las
orejas. Había aprendido que éstas eran especialmente sensibles para los
marcianos, y le encantaba la forma en que Zukah ronroneaba cuando las
acariciaba.
—Oh, mi dulce mascota—. Zukah suspiró y tuvo que interrumpir el
beso para recuperar el aliento. Lamió a lo largo de la garganta de John, y le
pellizcó la clavícula con sus afilados dientes. —Eres tan perfecto.
—Tú también lo eres. Dios, eres increíble—. John gimió por lo bajo
cuando el tentáculo que jugaba con su agujero le presionó más
profundamente, y pudo sentir el segundo burlándose allí también. Abrió
más las piernas y el segundo tentáculo se introdujo en su interior. El
estiramiento le quemó y clavó las uñas en la espalda de Zukah. —¡Ah, ah,
mierda!
—Te tengo—, calmó Zukah mientras se subía encima de John. Nunca
se atrevió a poner todo su peso sobre John porque era muy grande, pero
podía presionar cerca y apoyarse en sus fuertes tentáculos para mantenerse
en pie.
La posición ponía la cara de John en el pecho de Zukah debido a la
diferencia de altura, pero John sabía que la larga lengua de Zukah aún
podía llegar a su boca. Ahora estaba allí, lamiendo sus labios, y John se
abrió de par en par para poder chupar el grueso músculo. —Mmm...
mmmph...
Zukah gruñó suavemente, su lengua se deslizó alrededor de la de John, y
sus tentáculos follaron su agujero un poco más rápido. Empujaban juntos
como un solo y grueso apéndice, retorciéndose y desenroscándose mientras
penetraban en el apretado agujero de John.

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John aguantó los locos embates con pequeños y ávidos gruñidos de placer,
arañando los costados de Zukah mientras lo follaba a la perfección. El ardor
se estaba desvaneciendo, dejándole una intensa presión, y las ganas de
correrse aumentaban rápidamente. El tentáculo que se enroscaba alrededor
de su polla seguía funcionando, y ser rellenado de esta manera estaba más
allá de lo que cualquier ser humano podría darle.
Le encantaba la sensación de plenitud y pesadez en lo más profundo de su
agujero, los tentáculos llegando a lugares que ni siquiera sabía que se
podían tocar, y estaba tan cerca, justo ahí, a punto de...
—¡Zukah!— John gritó mientras se corría, su polla chorreando sobre
el tentáculo que le apretaba la polla. Pulso tras pulso salieron disparados, y
sus piernas temblaron con la fuerza de su clímax. Su estaba era despejada, y
sonrió sin aliento, meciéndose en el apretado agarre del tentáculo mientras
los que estaban dentro de él seguían meciéndose y empujando. —Ah,
mierda... sí... oh, cariño... sí.
—Oh, mi dulce mascota—. Zukah estaba tan sin aliento como John. —
Me encantan los hermosos sonidos que haces.
—Mmm, me encantan todas las cosas que me haces—. John estiró las
piernas y gimió, su cuerpo todavía zumbaba por el maravilloso resplandor
posterior. Cada vez era tan bueno con Zukah, y sabía que sólo estaban
empezando.
Después de todo, su polla seguía dura.
—¿Preparado para más, mi mascota?— Zukah retiró con cuidado sus
tentáculos y miró a John con una sonrisa de dientes.
—Muy listo—. John movió las caderas, apretando el culo contra la
ingle de Zukah. No podía inclinarse debido a su vientre para alcanzarlo
como quería, pero había descubierto que cualquier tipo de fricción
funcionaba.
Allí, en la ingle de Zukah, se abrió una hendidura y las tres pollas de Zukah
se asomaron.

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Eran tentáculos resbaladizos, de color verde pálido, con cabezas


puntiagudas, y tenían nervaduras cónicas a los lados de los vástagos.
John siguió moviendo las caderas hasta que una de las pollas de los
tentáculos se enganchó en su húmedo agujero, y gimió cuando se introdujo
en su interior. Las pollas eran aún más gruesas que los tentáculos de los
brazos que Zukah había utilizado para follarlo antes, y tuvo que jadear por
el dolor.
—Ya está, mi mascota—, le tranquilizó Zukah. —Lo estás haciendo de
maravilla, y tu cuerpo se siente tan bien. Sigue respirando para mí. Ábrete
para mí.
John echó la cabeza hacia atrás con un suave grito cuando el tentáculo lo
empujó, y abrió las piernas para tratar de aliviar el ardor. No duró mucho,
por suerte, y se balanceó para encontrarse con las caderas de Zukah. Podía
sentir las cabezas de las otras pollas, pero no estaba preparado para todas.
Todavía no.
No le preocupaba que se corriera demasiado rápido, ya se había corrido
hace unos minutos, y podía recostarse y disfrutar de la suave follada. Su
polla se balanceaba entre ellos, todavía dura y goteando constantemente el
pre-semen. Acarició el pecho de Zukah y se inclinó hacia arriba, abriendo la
boca.
Zukah deslizó su lengua por él, burlándose de la de John con pequeños y
dulces lengüetazos. Se lo folló a ráfagas, y gruñó con fuerza mientras se
hundía más y más en el cuerpo de John.
mierda, la polla-tentáculo siguió y siguió hasta que John pensó que iba a
perder la cabeza, y gimió excitado cuando Zukah aceleró el ritmo y lo folló
más fuerte. Hizo que todo su cuerpo se deslizara contra la toalla que tenía
debajo, y rodeó con sus labios la lengua de Zukah para chuparla dentro de
su boca.
—Más, ¿sí?— Zukah gruñó.

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—¡Dios, sí! Más—. John hizo un gesto de dolor, sus caderas se


quejaban de ser barridas de esta manera. —Mm, espera un segundo, ¿sí?
—¿Qué pasa, mi amor?— Zukah se detuvo inmediatamente. —¿Estás
bien?
—Sólo tengo que cambiar de posición—. John se agitó mientras
intentaba darse la vuelta, y estaba muy agradecido de que Zukah supiera lo
que quería y ofreciera sus tentáculos para ayudar. —Gracias, cariño.
—Por supuesto, mascota—. Zukah acarició la cadera de John mientras
lo apoyaba sobre las manos y las rodillas. Su polla-tentáculo seguía
enterrada en lo más profundo del culo de John, y frotó sus tentáculos del
brazo sobre la espalda de John. —¿Mejor?
—Mucho—. John se acomodó y se dejó caer sobre los codos,
levantando el culo para su marido. Estar así le quitaba el peso del bebé de la
espalda y las caderas, y era mucho más cómodo. Respiró profundamente y
se relajó cuando la segunda polla tentacular comenzó a introducirse en su
interior.
—Oh, amor... oh...— Zukah rodeó las caderas de John con sus
tentáculos y se inclinó sobre él, tan alto que tuvo que inclinar la espalda
para que su cabeza descansara sobre el hombro de John. —Ahí vamos...
ah... sí...
John gimió, jadeando frenéticamente durante el tramo. Pensó en todos los
agentes del gobierno que les observaban, y mierda, eso lo ponía muy
cachondo. El segundo tentáculo-polla estaba ahora a medio camino, y podía
sentir toda la nervadura deslizándose en su apretado agujero. —Zukkie,
Dios...
—Ya casi está, cariño—. Zukah movió sus caderas lentamente, la
segunda polla se deslizó más adentro y los hizo jadear y gemir a ambos. Su
aliento caliente hacía cosquillas en la oreja de John, y le acariciaba el lado
del cuello. —Mmm, te amo.

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—Te amo—, gruño John, tratando de apartar las lágrimas de sus ojos.
No era doloroso, Zukah era demasiado cuidadoso para eso, pero era un
dolor increíble que casi abrumaba todos sus sentidos. Las pollas de Zukah
eran gruesas y calientes, y su piel escamosa se sentía increíble al rozar la
espalda de John.
Los tentáculos de Zukah que se enroscaban alrededor de su cuerpo también
eran fantásticos, y le encantaba sentirse tan seguro y protegido en su fuerte
abrazo. Los tentáculos se burlaron de su polla y sus pelotas, frotándose
detrás de ellas y luego jugando con su raja.
John gimió cuando el segundo tentáculo-polla se introdujo por fin en su
culo, y se balanceó débilmente hacia atrás hasta que su culo chocó con las
caderas de Zukah.
—Oh, sí—, respiró Zukah. Se quedó quieto, dejando que John se
follara a sí mismo con sus pollas. —Toma lo que necesites, mi dulce
mascota.
John cerró los ojos, apoyando la cabeza en la toalla y suspirando satisfecho.
Podía oír el océano estrellándose detrás de él y el húmedo golpeteo de la
piel sobre la piel cada vez que rebotaba en las pollas de Zukah. El dolor
estaba desapareciendo y ahora estaba gloriosamente lleno, y gemía
suavemente, saboreando cada delicioso segundo.
Era el cielo, era maravilloso...
Y Zukah todavía tenía una polla más.
John sabía que no tenía que tomarlas todas a la vez, pero quería hacerlo.
Saber que tenían un público que, sin duda, tenía cámaras apuntando a cada
parte íntima de sus cuerpos, le hacía querer lucirse. Si el FBI o la CIA o
quien fuera quería ver cómo se apareaban un marciano y un humano, él iba
a dejar que lo vieran.
—Sigue—, le instó. —Dame más, cariño.
—Mi mascota—. Zukah sonaba inseguro. —¿Realmente deseas todo de
mí?

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—Sí, cariño. Vamos—. John devolvió el golpe con avidez. —Lo quiero.
—Muy bien, mi dulce mascota. Lo tendrás.
John respiró profundamente, y allí, sí, pudo sentir la cabeza de la tercera
polla chocando contra su estirado agujero. Agradeció que toda la
mucosidad aliviara el estiramiento, y gritó cuando la tercera polla apareció
en su interior. —¡Oh, mierda, sí, ahí vamos! ¡Mierda, cariño! Sí.
Zukah ronroneó con fuerza, y empujó lentamente, las tres pollas resbalando
y deslizándose fuera del culo de John. —Eres increíble... simplemente,
mmm.... Eres la perfección, mi dulce mascota—. Los tentáculos de sus
brazos se retorcían arriba y abajo del cuerpo de John, y mecía sus caderas
más rápido. —Perfección absoluta.
John estaba seguro de que su cuerpo iba a romperse, y los tentáculos de
Zukah se burlaban de sus pezones, sus pelotas, y oh, allí alrededor de su
polla. Cuando los tres tentáculos se introdujeron en su interior, la presión
en sus lomos se disparó hasta niveles que inducían a la locura. —¡Zukkie,
oh, cariño! Voy, voy a...
—Sí, mi dulce mascota. Sigue. Sigue, sí—. Zukah lo folló con más
fuerza, perdiendo gran parte de su habitual reserva mientras sus pollas
golpeaban el cuerpo de John. Éste rugió, echando la cabeza hacia atrás y
estremeciéndose salvajemente. —¡Sí, sí, sí!
Los gritos de John se volvieron frenéticos, y su voz se quebró cuando los
tentáculos le apretaron la polla justo en el momento adecuado, y ahí... se
estaba viniendo de nuevo. Cada pulsación lo hacía gemir, y dejó escapar un
grito cuando Zukah se corrió. Las tres pollas de los tentáculos se
descargaron dentro de él, y pudo sentir el espeso semen de Zukah saliendo
a borbotones mientras seguía empujando.
John arañó la toalla y se tiró a la arena, sollozando débilmente mientras se
corría de nuevo, con el cuerpo al límite y temblando. Estaba tan lleno que le
costaba respirar, y gimió por última vez cuando Zukah se abalanzó sobre él
y rodeó sus caderas, manteniéndose ahí mientras sus pollas seguían
bombeando dentro de él.

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Zukah se abrazó a John, lamiendo y acariciando su cuello y su oreja. —Oh,


mi dulce mascota. Sí. Mírate. Estás tan lleno. ¿Puedes sentirlo? Estás
goteando con mi semilla.
—Puedo sentirlo—, gimió John, jadeando bruscamente cuando Zukah
se retiró. Su agujero palpitaba, y estaba tan vacío ahora, excepto por el
semen que rezumaba de él. Volvió a tocarse a sí mismo, gimiendo por lo
bajo cuando le metió cuatro dedos en el culo. Probablemente habría podido
meterse el puño si no estuviera enormemente embarazado, y se estremeció
al pensarlo.
Zukah se desplazó hacia atrás, besando y lamiendo la espalda de John hasta
llegar a su culo. Separó las mejillas de John y éste suspiró soñadoramente.
—Oh, mi dulce mascota. Si sólo pudieras verte a ti mismo.
—¿Sí?— John sonrió. —Deberíamos haber comprado una Polaroid.
—¿La cámara que crea pequeñas fotos instantáneamente?
—Esa misma.
—Así se hará—. Zukah pasó su lengua entre las mejillas de John,
lamiendo el semen que aún goteaba y sumergiéndose en el interior para
lamer el desastre.
John estaba listo para una siesta, y maulló felizmente mientras Zukah lo
limpiaba. Se rio cuando aquella larga lengua le hizo cosquillas a lo largo de
los muslos, y sonrió cuando los tentáculos del brazo de Zukah lo recogieron
para abrazarlo. —Mierda, te amo.
—Y yo a ti—. Zukah inclinó la cabeza para darle un dulce beso.
—Mmm... ¿crees que les hemos dado suficiente espectáculo?
—¿Oh? ¿Los agentes del gobierno? Seguro que están satisfechos—.
Zukah sonrió. —La pregunta es si tú lo estás.
—Por ahora, sí. Gracias—. John se rio entre dientes, y de repente
jadeó. —¡Zukkie! El bebé!

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—¿Qué pasa?— Zukah frunció el ceño, preocupada, mirando a John.


—¿Qué pasa?
—¡Siente!— John agarró algunos de los tentáculos de Zukah y los
presionó contra el costado de su vientre.
Hubo una patada definitiva.
Era el pataleo de al menos unos cuantos tentáculos pequeños, y John se rio.
—¡Oh, mi dulce mascota!— ronroneó Zukah con entusiasmo. —¡Es
nuestro bebé! Nuestro pequeño!
—¿Seguro que es sólo uno?— John sonrió. —Parece que tenemos una
camada entera rodando por ahí.
—Sí, los escaneos fueron muy claros…
—Estaba bromeando, cariño.
—Ah, sí—. Zukah se acercó más y trajo a John a su regazo, meciéndolo
contra su pecho.
John se relajó y sonrió cuando los tentáculos de Zukah lo abrazaron.
Algunos de los brazos arremolinados se enroscaron alrededor de su vientre
y él apoyó las manos sobre ellos. —Te amo, cariño.
—Yo también te amo—. Zukah sonreía. —¿Puedo ofrecerte algo, mi
mascota?
—Estoy bien—. John vaciló, añadiendo tímidamente: —De acuerdo,
pero ¿tal vez algunos de los sándwiches que empacamos?
—Lo que desees—. Zukah utilizó algunos de sus muchos tentáculos
para sacudir las toallas para que John pudiera volver a estirarse,
recostándolo con el máximo cuidado. Luego tomó la cesta de picnic y hurgó
en su contenido.
—Gracias—. John se puso cómodo, descubriendo que podía sentarse e
inclinarse hacia atrás porque Zukah aún tenía unos cuantos tentáculos
acunándolo.

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—¿Quieres que te devuelva el traje de baño?


—No. Ahora mismo no. La comida sabe mejor cuando estás desnudo.
—¿Qué te gustaría, mi mascota? ¿La crema a base de aceite de
legumbres y lodos de fresa macerados?
—Sabes que eso es mantequilla de maní y mermelada.
Zukah se rio.
—Sólo te pones difícil porque sabes que nos siguen vigilando.
—Culpable.
—Y no, en realidad. Me gustaría el producto de cerdo en rodajas finas
que ha sido endulzado en jarabe de abeja regurgitado servido en un bulto
dulce y esponjoso de pan horneado.
—¿Jamón con miel en un panecillo hawaiano?
—Ya lo tienes—. John sonrió mientras aceptaba con avidez cuatro de
ellos. —Gracias, cariño—. Inmediatamente masticó, gimiendo fuertemente
ante la mezcla perfecta de salado y dulce. —Juro que todo sabe mejor en la
playa.
—¿Pensé que sabía mejor porque estabas desnudo?
—Eso también—. John comió durante unos instantes, disfrutando de
su silencio de compañía y del sonido de las olas cercanas. —¿Has pensado
en dónde quieres que vivamos?
—No es sólo una decisión mía, cariño—. Zukah parecía sorprendido.
—Es algo en lo que ambos debemos estar de acuerdo.
—Sí, y ya te he dicho que no me importa.
Zukah resopló. —Bueno, algún día se espera que yo ascienda al trono.
¿Quizás podamos vacacionar aquí en la Tierra y vivir en Marte?
—Eso suena perfecto—. John se frotó la barriga. —Definitivamente
quiero volver a Marte cuando llegue el bebé. Ya tengo suficientes bichos

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raros aquí abajo que quieren pincharme. No puedo imaginar lo locos que
estarán por nuestro hijo.
—Nadie tocará a nuestro hijo.
—¿Rayos de muerte marcianos desde el espacio exterior?
—Absolutamente.
John sonrió. —Siempre sabes qué decir, cariño.
—Me esfuerzo al máximo. No te mereces menos—. Zukah le dio a
John un dulce hocico. —¿Quieres algo de beber, cariño?
—Sólo un agua, por favor—. John se debatió. —Bueno, y un sándwich
de mantequilla de maní también.
—Ah, a alguien se le ha abierto el apetito—. Zukah sonrió
astutamente.
—Tal vez sólo un poco de uno—. John sonrió y siguió comiendo,
aceptando con entusiasmo el nuevo sándwich y una botella de agua.
Zukah se acomodó al lado de John, con sus tentáculos aún sosteniéndolo y
ahora frotando su espalda tranquilamente. —Avísame si necesitas algo más.
—Gracias—. John terminó los pequeños sándwiches de jamón y pasó
a los de mantequilla de maní y mermelada. Notó que Zukah había traído
una revista con ellos, y se rio. —Mirando nuestras fotos de los tabloides,
¿eh?
—Hemos vuelto a salir en la portada—. Zukah se la mostró a John. —
¿Ves? 'Boda marciana estrellada por Elton John' está justo al lado de
'Misteriosa bruja reaparece años después de fingir su propia muerte'.
—Nosotros, Elton John, y una bruja que desafía a la muerte, ¿eh?—.
John hizo una mueca ante la foto borrosa que la revista tenía de ellos. —Al
menos podrían haber utilizado una foto más bonita.
—Es un poco grosero, ¿no? La foto de la bruja parece estar muy
enfocada.

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—Eso no es una bruja. Es Elton John.


—Oh.
John sonrió cuando vio que un perro se acercaba a ellos. —¡Ah, hola,
pequeñín!
—Es el mismo perro que paseaba el agente de la CIA—. Zukah bajó la
revista y parpadeó sorprendido.
—¿Lo es?— John no se había dado cuenta, pero era fácil echar un
buen vistazo cuando el perro se acercaba a ellos moviendo la cola. —¡Oh!
Huh—. Se rascó las orejas caídas del perro. —Entonces, ¿dónde está el tipo
de la CIA?
Se oyó un fuerte gemido procedente de los árboles cercanos.
—Oh, está allí—, respondió Zukah con calma.
El perro se acercó a olfatear a Zukah, con la cola todavía meneando.
—¿Qué está haciendo?— preguntó John. —¿Se puede saber desde
aquí?
—Ah, está siendo penetrado por uno de los agentes del FBI mientras
el otro se toca y observa—. Zukah sonrió al perro y le ofreció sus tentáculos
para que lo olfateara antes de acariciarlo. —¡Qué criaturita tan preciosa!
—Espera, espera—. John no pudo oírlo bien. —¿Hablas en serio?
—Sí, mi mascota—. Zukah agarró un poco de jamón de uno de los
sándwiches de la cesta de picnic para dar de comer al perro. —¡Mira! Le
gusta el producto de cerdo!
—¿Esos tipos están por ahí jodiendo?— John escuchó otro gemido. —
¿Ahora mismo?
—Sí—. Zukah ladeó la cabeza, perdido en sus pensamientos durante
unos momentos. —Puede que tenga algo que ver con mis feromonas.
—¿Con tu qué ahora?

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—Las feromonas. Los marcianos disfrutamos ahora tanto de la


monogamia como de la poligamia en las relaciones comprometidas, pero no
siempre fue así. No es por ser grosero, pero el apareamiento para nuestra
gente solía ser bastante libre.
—¿Cómo qué? ¿Orgias?
—Durante la temporada de apareamiento, sí. Con el tiempo, sin
embargo, desarrollamos inmunidad a las feromonas, y no nos afectan. Aun
así, las emitimos como un almizcle natural cuando estamos excitados.
—Espera—. John entrecerró los ojos. —¿Por eso me dijiste que me
quitara el traje espacial pero que me dejara el casco puesto?
—No quería que la base de tu atracción inicial hacia mí fuera el
resultado de las feromonas.
—Diablos, sólo pensé que estabas siendo pervertido.
—Me preocupaba mucho asegurarme de que fueras capaz de
desarrollar una resistencia antes de aparearte conmigo.
—Te lo agradezco.
El agente volvió a gemir, frenético y desesperado.
El perro ladró.
—Entonces—, continuó John, —¿has estado emitiendo estas
feromonas sexuales cada vez que lo hacemos?
—Sólo ocurre cuando se estimulan mis tres pollas—. El ceño de Zukah
se arrugó.
—¿Es como una cosa de polen sexual?
—No, no exactamente. No debería afectar tanto a estos hombres a
menos que...
—¿A menos que?
—A menos que ya estuvieran excitados sexualmente.

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—Oh, Dios mío.— John se rio. —¿Se excitaron al vernos follar y ahora
tu polen sexual les hace tener su propia orgía marciana?
—No es polen sexual.
—¿Pero eso es totalmente lo que está pasando?
—Creo que es muy posible, sí.
—Vamos—. John gruñó mientras se esforzaba por ponerse de pie.
—¿Qué estás haciendo, dulce mascota?— Zukah ofreció sus tentáculos
para ayudar a John, pero éste estaba muy confundido.
—Quiero ir a mirar.
—¡Oh!— Zukah sonrió astutamente. —Y aquí dijiste que yo era el
pervertido.
—Quizá los dos seamos pervertidos—. John se rio. —¿Puedes pasarme
una toalla?
—¿No quieres tu traje de baño?
—Está lleno de arena. Pásame una toalla—. John agradeció que las
toallas de playa fueran extra grandes porque una toalla normal no habría
llegado a rodear su vientre. Tomó los tentáculos de Zukah en una mano, la
correa del perro en la otra, y dirigió la carga hacia los árboles para ver qué
hacían los amorosos agentes del gobierno.
El agente de la CIA que se había vestido de civil estaba a cuatro patas con el
agente del FBI más bajo follando con él por detrás. El agente del FBI más
alto estaba arrodillado frente al agente de la CIA, a punto de darle su dura
polla.
Los tres hombres se congelaron cuando vieron a John y a Zukah allí de pie.
Una de sus radios zumbó y una voz estática preguntó: —¿Dónde están los
objetivos, Bravo Dos? Hemos perdido la visión.
—Uh...— El agente de la CIA tragó saliva audiblemente.

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—Oh, hola. Por supuesto, sigue adelante—. John sonrió. —Quiero


decir, ustedes nos observaron. Me parece que es justo.
No estaba del todo claro si alguno de los hombres entendió lo que dijo John
-sus ojos estaban bastante vidriosos- pero se pusieron en marcha de nuevo
sin demora.
El agente del FBI, más bajo, se abalanzó sobre el agente de la CIA con
pequeños gruñidos feroces, mientras el más alto metía su polla en la boca
del agente de la CIA. Todo era acalorado y áspero, y a John no le importaba
en absoluto el espectáculo. Lo justo era lo justo, después de todo.
—Entonces—, reflexionó Zukah, —¿se parece esto a ver pornografía
humana?
—Oh, esto es mucho mejor—, respondió John. —Realmente parece
que se están divirtiendo.
—No son muy ruidosos—. Los numerosos ojos de Zukah se dirigieron
a John con una pregunta tácita.
—Bueno, no están siendo barridos por pollas marcianas gigantes—.
John se rio en voz baja. —Créeme. Hay una gran diferencia.
—Ya veo—. Zukah miró a los hombres que se enfrentaban durante
unos segundos más. —Mis feromonas ya deberían haber desaparecido.
—Tal vez sólo están disfrutando. Quiero decir, ya han empezado. Bien
podrían terminar.
—Bravo Dos—, pidió la radio de nuevo. —¿Dónde estás? ¿Dónde están
los objetivos?
Ninguno de los agentes parecía muy preocupado por la radio, y John se dio
cuenta de que eso significaba que probablemente nadie estaba vigilando su
pequeño lugar en la playa o, al menos, no muy bien. Tiró del tentáculo de
Zukah y se giró para llevarle lejos.
—¿Estás satisfecho ahora, mi mascota?

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—No, no del todo—. John apretó el tentáculo de Zukah y se lamió los


labios lentamente. —Quizá puedas ayudarme con eso.
Zukah sonrió. —¿Necesitas un poco más de apareamiento?
—Mucho—. John se giró para llevar a Zukah de vuelta a la playa,
llamando por encima de su hombro a los agentes del gobierno: —
¡Cuidaremos a su perro!
—¿Nosotros?
—Al menos hasta que terminen.
—Ah.
Cuando volvieron a su sitio, John enganchó la correa del perrito a la cesta
de picnic para que no pudiera alejarse. Luego se giró y se acercó a Zukah,
tirando de él para darle un profundo beso.
Zukah ronroneó con fuerza y rodeó la cintura de John con sus tentáculos.
John se arqueó inmediatamente ante el contacto de Zukah, besándolo con
más pasión.
—¡Oh!— Zukah gimió. —Disfrutaste viendo a esos hombres aparearse,
¿verdad?
—Mmhmm.— John abrió la boca para tomar la larga lengua de
Zukah, chupándola suavemente mientras su toalla caía. —Mm, también es
saber que podías haberme pololeado cuando quisieras, pero elegiste
cortejarme adecuadamente aunque un poco agresivamente.
—Estaba muy decidido a ganar tu afecto de forma justa.
—Ajá. Totalmente justo.
—Mayormente justo, tal vez—. Zukah acunó el cuerpo de John contra
el suyo con sus tentáculos, mirándolo con ojos de lince. —Y ahora eres mi
marido, y soy la criatura sensible más feliz de toda la galaxia.
—Apuesto a que puedo hacerte más feliz—. John dio un codazo
juguetón a Zukah para que se pusiera de espaldas.

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Los ojos de Zukah brillaron mientras se sentaba de nuevo en la arena, y


enseñó los dientes en una gran sonrisa. —Oh, estoy muy seguro de ello, mi
mascota.
—¿Está bien así?— John intentó subir a Zukah con un gruñido
frustrado.
—¿No debería preguntártelo yo?— Zukah utilizó sus tentáculos para
levantar suavemente a John y ponerlo en su regazo.
—¡Uf!— John abrió las piernas de par en par para ponerse a
horcajadas sobre las caderas de Zukah, y empujó el estómago de Zukah. —
Estoy bien. ¿Puedes... recostarte?
—¿Así?— Zukah se recostó, apoyando la cabeza con algunos de sus
tentáculos. —Te ves muy hermoso así, pero ¿estás seguro de que es cómodo,
mascota?
—Sí—. John se ajustó y se contoneó hacia atrás, tratando de alinearse
con la raja de Zukah por donde se deslizaban los tentáculos. —Quédate ahí
abajo. Si te sientas, nuestros vientres se rozan, y como que lo odio.
Zukah hizo un sonido suave, tal vez con la intención de ser simpático. —
Sabes que creo que eres absolutamente hermoso estando tan lleno de niños.
—Lo sé, y eso es genial, pero no quiero que me lo recuerden en este
momento...— John se frotó el culo, tratando de concentrarse en el
impresionante sexo que estaban a punto de tener. —Pensando en cosas
sexys, como ver a esos tipos ir a la ciudad el uno con el otro.
—Sí. Lo entiendo—. Zukah envió más tentáculos para acariciar los
muslos de John y deslizarse por debajo de él. —Muy sexy. Todo eso.
John gimió cuando los tentáculos de pene se asomaron, y los tentáculos de
Zukah frotaron una contra su agujero, mojando todo bien y resbalando. Las
otras polla-tentáculos asomaban entre sus piernas, y él podía avanzar para
frotar su polla contra ellas.
—Resulta que creo que estás muy sexy así—, continuó Zukah, sacando
su larga lengua mientras arqueaba las caderas. —Muy, muy sexy.

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La polla tentáculo que había en el agujero de John se deslizó con sólo un


leve estiramiento, y John gimió excitado. La polla tentacular se había
deslizado dentro de él tan fácilmente, y se balanceó sobre ella para disfrutar
de la nueva profundidad que podía alcanzar en esta posición. Se apoyó en
sus manos, apoyándose en los muslos de Zukah. —Oh, sí, cariño
—¿Te sientes bien, mi dulce mascota?— Los tentáculos de Zukah se
enroscaron alrededor de las caderas de John para estabilizarlo. —¿Quieres
otra polla dentro de ti?
—Todavía no. Mmm, todavía no—. John siguió moviéndose, moliendo
perezosamente la gruesa polla de Zukah con sus tentáculos. —Esto se siente
bien... realmente bien.
El sol era maravillosamente cálido en su piel, las olas del océano se
estrellaban a pocos metros, e incluso el graznido de las gaviotas era mágico
en ese momento. Su cuerpo estaba lleno y caliente, la piel escamosa de
Zukah se sentía increíble al rozarse con él, y su polla estaba cómodamente
acurrucada justo entre las otras dos pollas tentaculares de Zukah.
Todo era perfecto.
John no tenía ninguna prisa. Su anterior relación amorosa había eliminado
cualquier sensación de urgencia, y quería disfrutar de esta tarde romántica
con su marido. A juzgar por los gemidos frenéticos que arrastraba el viento,
al menos algunos de los agentes del gobierno seguían distraídos entre sí y,
por tanto, no los observaban a él y a Zukah.
No es que a John le importara del todo, pero quería que este momento
fuera especial, sólo para ellos dos.
Apretando los muslos de Zukah, John se impulsó un poco más, utilizando
su agarre para pivotar hacia adelante. La presión del grueso tentáculo de
Zukah era impresionante, y empujó en diferentes ángulos sólo para probar
qué se sentía mejor. Hacia delante y un poco hacia la izquierda le hizo
temblar las piernas, así que siguió con ello.

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Su polla estaba dura por estar encajada entre los otros tentáculos de Zukah,
y metió la mano por debajo del vientre para agarrarlos. Apretó los penes de
los tentáculos para que su polla pudiera empujar entre ellos y disfrutar del
aumento de la fricción. Era mejor que cualquier otro juguete que hubiera
tenido, y se inclinó hacia adelante y hacia atrás para sentarse en la polla del
tentáculo de Zukah, que estaba enterrada en su interior, y para empujar
entre las dos que tenía juntas.
—Mírate—. La voz de Zukah era un gruñido bajo. —Follar mis pollas
así... se siente maravilloso, dulce mascota. ¿Te gusta eso?
—Sí—, respiró John mientras envolvía con ambas manos las pollas de
los tentáculos de Zukah para sujetarlas aún más. —Se siente jodidamente
bien, cariño. Todo lo que haces es jodidamente increíble.
—Tú eres el que es increíble, mi hermosa mascota—. Los tentáculos
de Zukah envolvieron todo el cuerpo de John y apretaron ligeramente. —No
quiero nada más que darte placer, ver cómo te estremeces en mi abrazo...
—¿Puedes...?— John se mordió el labio, mirando las espirales
púrpuras que lo abrazaban.
—¿Qué pasa, mascota?
John sabía que la lengua de Zukah era larga, pero no lo suficiente como
para llegar a su boca en su posición actual. Pensando en los agentes junto a
los árboles, tenía un deseo muy específico en mente, pero no estaba seguro
de cómo pedirlo. —Quiero...
—¿Sí?
Sonrojado, John bajó la cabeza y murmuró: —Algo en mi boca.
—¡Oh!— Los ojos de Zukah se abrieron de par en par y sonrió. —
Definitivamente puedo proporcionar eso, mi mascota—. Uno de sus
tentáculos se desenrolló del muslo de John y se deslizó hacia sus labios. —
Pensando en esos hombres, ¿eh?
—Sí, cariño—. John sacó la lengua y lamió el tentáculo mientras se
frotaba contra su labio inferior. —Yo sólo... mmm...— Succionó el tentáculo

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en su boca, y gimió mientras Zukah empujaba suavemente. No podía


explicar por qué quería estar tan relleno, y se alegró de que Zukah estuviera
demasiado dispuesto a ayudarle.
—Estás muy guapo así—, ronroneó Zukah. —Cada centímetro de tu
cuerpo, mmm, siendo totalmente propiedad mía...
—Mmm...— John hizo rodar su cuerpo más rápido, perdiéndose en el
hipnótico trazado de la voz de Zukah. El aumento de la presión dentro de él
se sentía bien, y el ritmo perezoso no era suficiente ahora. Se folló a sí
mismo con la polla de tentáculo de Zukah con más fuerza, jadeando
alrededor del tentáculo en su boca.
—¿Te gusta eso, mi mascota? ¿Mmm?— Zukah arqueó su cuerpo para
empujar las caderas de John, y empujó el tentáculo más profundamente en
la garganta de John. —¿Se siente bien?
John gimió con avidez, apretando las pollas de los tentáculos que se estaba
follando y acariciándolas juntas mientras se empujaba entre ellas. Estaba
abrumado por tanta estimulación, y no sabía en qué concentrarse para
excitarse. Chupar el tentáculo añadía un nivel extra de conexión que le
encantaba, y la fricción alrededor de su polla por el deslizamiento contra las
pollas de los tentáculos de Zukah también era fantástica, pero Dios, follarse
a sí mismo con la gruesa polla dentro de él lo hacía palpitar.
Intentó disfrutar de las tres cosas a la vez, por no hablar de lo mucho que le
gustaban los otros tentáculos de Zukah enroscados a su alrededor, pero
quería correrse. Se concentró en empujar su polla hacia delante, y tomó los
tentáculos de Zukah en la mano para frotarlos a propósito contra sí mismo.
Zukah sólo se alegró de recoger el relevo y folló dentro de John mientras
éste jugaba con sus pollas. —Ahí tienes, mi mascota... sigue... toma lo que
necesites.
John negó con la cabeza, y jadeó cuando Zukah sacó el tentáculo. Sí, estaba
caliente, pero necesitaba respirar más. Gimió desesperadamente,
cabalgando sobre las caderas de Zukah y acariciando las pollas de los
tentáculos cada vez más rápido, intentando llegar al límite y correrse.

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Estaba tan cerca que le temblaban los muslos y su respiración era agitada,
dando lugar a breves gritos de placer.
No podía apartar la vista de los ojos brillantes de Zukah ni del rápido
movimiento de su lengua, y su corazón se hinchó con una oleada de
emoción: éste era su marido, el amor de su vida, y nada podía ser más
perfecto que cabalgar sus impresionantes pollas con tentáculos aquí, en
esta hermosa playa.
Cuando se corrió, echó la cabeza hacia atrás con un fuerte gemido. Cada
sacudida y flexión de su cuerpo durante el orgasmo fue brillantemente
intensa, y estaba tan abrumado por el placer que prácticamente estaba
mareado. Con una sonrisa de oreja a oreja, aguantó y siguió sacudiendo las
pollas de Zukah hasta que ambas palpitaron en sus manos. —¡Ah, cariño!
—Mi dulce mascota—, gruñó Zukah, mientras sus caderas seguían
bombeando hasta que la polla del tentáculo dentro de John finalmente
llegó al clímax, llenándolo con una carga a borbotones.
John gimió y se inclinó hacia delante, agradecido como siempre de que los
tentáculos de Zukah lo ayudaran a sostenerse. El agujero le dolía por la
oleada de semen, y era casi demasiado. Estaba lleno, con la cara enrojecida,
y buscó a Zukah. —Cariño, por favor. Ven aquí.
Zukah se sentó inmediatamente y acunó a John contra su pecho,
lamiéndole toda la cara e inclinando la cabeza para darle un beso
apasionado.
A John ni siquiera le importó cómo chocaban sus vientres, demasiado
ansiosos por ser abrazados. Su cuerpo palpitaba por todo el cuerpo debido a
otro orgasmo alucinante, y lamió la boca de Zukah con un gemido de
satisfacción. —Mierda, eso ha estado bien, cariño.
—Estuviste increíble—, elogió Zukah. —Me aseguraré de llevarte a ver
pornografía en vivo más a menudo.
John se rio. —¿Sí? Supongo que eso significa que tengo que excitarte para
que liberes algo de ese polen sexual primero.

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—Pero en realidad no es polen sexual.


—Lo sé, cariño. Feromonas. Lo tengo—. John sonrió y besó la parte
inferior de la barbilla de Zukah.
—Hmmph.
John miró para asegurarse de que el perro seguía aquí, y vio que había
conseguido meter la cabeza en la cesta de picnic para servirse algunos
bocadillos. Parecía lo suficientemente feliz como para descansar a la
sombra con un trozo de jamón, y John volvió a mirar hacia el agua.
—¿Necesitas algo, dulce mascota?— Zukah frotó la espalda de John.
—¿Qué tal si... nos damos un chapuzón, nos enjuagamos y volvemos a
nuestra habitación?
Zukah se rio con complicidad. —¿Te he agotado, cariño?
—No, sólo quiero una siesta—. John levantó la cabeza y trató de no
sonreír. —De acuerdo, quizá un poco.
—No tienes más que pedirlo—. Zukah se puso de pie, apartando
cuidadosamente a John de su pene-tentáculo para que pudiera deslizarse
de nuevo dentro de su cuerpo. Arrastró a John hacia sus tentáculos y lo
llevó hasta el agua.
A John le encantó la sensación del agua chapoteando a su alrededor, y se
abrazó al cuello de Zukah mientras se dirigían hacia el agua, hasta que fue
lo suficientemente profunda como para que ambos pudieran flotar. Se
sentía tan bien en su dolorida espalda y caderas, y gimió mientras se dejaba
relajar. —Dios, esto es agradable.
Zukah soltó a John, excepto por unos pocos tentáculos para mantener su
cabeza por encima de las olas, y sonrió mientras lo miraba. —¿Te sientes
mejor, mascota?
—Mmhmm.— John se pasó las manos por el cuerpo, enjuagando la
suciedad de su apasionado acoplamiento y disfrutando del alivio de sus

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doloridas articulaciones. Casi podía quedarse dormido aquí mismo,


flotando en las olas, y estiró las piernas. —¿Puedes ver al perro desde aquí?
—Sí—. Zukah sonrió. —También puedo ver que los agentes del
gobierno han terminado por fin su apareamiento y se van.
—Maldita sea. ¿Acaban de terminar? Bien por ellos—. John se rio. —
¿Y esos soldados?
—Mm. No está claro. Tal vez también están participando en el
apareamiento.
—Heh. Bueno, creo que deberíamos quedarnos con el perro.
—¿Oh?
—Es bonito, ¿verdad?
—¿De verdad quieres?— Zukah acercó a John a él.
—Tal vez—. John entornó los ojos hacia Zukah y sonrió. —Estaba
pensando en 'Rick' como nombre.
—Ya le has puesto nombre. Supongo que eso significa que estamos
condenados—. Zukah se rio.
—Tendremos que empezar a pensar en nombres para nuestro
pequeño paquete de alegría con tentáculos, ya sabes.
—Mientras no sea 'Rick'.
John soltó una carcajada y se acercó a los hombros de Zukah para
abrazarlo. —No te preocupes. Ni se me ocurriría.
Zukah acunó a John y le frotó suavemente el vientre lleno. —Sabes que si
eso es lo que realmente querías, no te lo negaría.
—¿Significa eso que podemos quedarnos con el perro?
—Por supuesto, dulce mascota—. Zukah estaba ronroneando de
nuevo, y acarició el pelo de John. —Te amo, Jonh de la Tierra, mi hermoso
esposo.

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—Yo también te amo, Zukah de Marte, mi precioso príncipe—. John


sonrió. —Es un poco gracioso, sabes. He tenido que ir hasta otro planeta
para conocer al hombre perfecto.
Zukah se rio, y luego se detuvo bruscamente. —Eres consciente de que no
soy un hombre, ¿verdad? Soy un marciano.
—Sí, cariño. Me he dado cuenta.
—Sólo me aseguraba, mi mascota.

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DIA SIETE: EXTRAÑNO


—Ahora ten cuidado. Esa línea de sal marina es lo único que los mantiene
alejados —Advertí mientras dejaba entrar al extraño a mi casa.
—Sal de roca —Aclaró mientras entraba—. Eso es lo que en verdad nos
mantiene fuera.
Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales no
consensuadas, relaciones sexuales de consentimiento dudoso,
múltiples parejas y relaciones sexuales monstruosas que
incluyen colas, tentáculos y nudos.

—Por favor, ten cuidado —Dijo Nate mientras abría la puerta para el
apuesto desconocido—. Esa línea de sal marina es lo único que mantiene
alejados a esos monstruos demoníacos.
—Sal de roca —El extraño sonrió brillantemente y entró.
—¿Qué? —Nate cerró la puerta detrás de ellos y la echó llave,
volviéndose hacia el desconocido con el ceño fruncido.
—En realidad es sal de roca lo que nos mantiene alejados —Los ojos
del extraño brillaron de color rojo y su sonrisa se convirtió en una mueca
desagradable.

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Fue entonces cuando Nate se dio cuenta de que había cometido un error
horrible, uno que probablemente le costaría no solo su vida, sino también
su alma.
Los demonios se habían apoderado de todo el país gracias a un estúpido
imbécil en Florida que había leído una inscripción prohibida dentro de un
libro todavía más prohibido, y terminó abriendo un portal al infierno.
Ahora, los demonios estaban en todas partes, arrancando a la gente de sus
hogares y arrastrándolos para quemarlos en el fuego del infierno por los
siglos de los siglos. Se decía que algunos de los demonios estaban haciendo
tratos por almas, y que pronto no quedaría nadie en la Tierra, excepto los
condenados y los demonios que estaban en espera para cobrar sus partes
cada vez que se terminaran sus contratos.
Algún grupo de paladines supersecreto liderado por una bruja loca, habían
aparecido después de vigilar por siglos, y estaban luchando contra los
demonios en una especie de guerra santa; pero era más que seguro que eso
no estaba ayudando a Nate ahora mismo.
No, porque al parecer no sabía leer, y acababa de dejar que uno de esos
cabrones demoníacos entrara en su casa.
Odiaba haber visto el hermoso rostro del extraño —grandes ojos marrones,
labios carnosos, construido como una montaña de ladrillos— y haber
cedido a sus súplicas con tanta facilidad. Nate había pensado que este tipo
era seguro, y que era realmente atractivo; y ahora mismo eso no era justo
en lo absoluto.
—Sal de roca —dijo Nate tontamente—. No me digas.
—Mmhmm —El demonio tarareó y gruesos cuernos brotaron de su
frente. Ahora había una cola, una maldita cola, silbando detrás de él, y sus
ojos comenzaron a brillar aún más—. Me temo que la sal marina no hace
mucho contra los demonios. Lo siento por eso. Es genial para condimentar,
sin embargo. Especialmente los grandes y jugosos trozos de carne.
Había algo en la forma en que el demonio enfatizó esa última palabra y en
cómo se relamió los labios, que provocó un temblor en Nate, haciéndolo

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darse cuenta que su cerebro había colapsado. Estaba desperdiciando un


tiempo valioso para escapar y agarró el pomo de la puerta, tirando
frenéticamente.
La puerta no se movió.
Joder, no, estaba cerrada.
Se apresuró a girar el cerrojo, pero fue apartado de la puerta. Manos
invisibles estaban por todo su cuerpo, presionándolo contra la pared y
sosteniéndolo contra ella. —¡Mierda! ¡No!
El demonio se rio. —¿De verdad pensaste que iba a dejar que te fueras?
—Por favor. Solo déjame ir —El corazón de Nate latía con fuerza en su
pecho, y se sentía tan apretado que le costaba respirar. No quería morir. No
quería ir al infierno—. N-no tienes que hacer esto, solo quiero…
—Shhh —El demonio se llevó un dedo a los labios mientras se
acercaba, parándose frente a Nate y ofreciéndole una pequeña sonrisa
astuta—. Vamos. No tienes que hacer eso, cariño. Los dos sabemos que
estás más que jodido, ¿eh?
El rostro de Nate se estaba poniendo caliente y las lágrimas le picaban en
los ojos. Pensó que podría vomitar y se le encogieron las entrañas. —¿No…
por favor?
La sonrisa del demonio se hizo más grande. —Oh, vamos. No voy a llevarte
de inmediato. Primero quiero divertirme un poco —Él gimió
dramáticamente—. ¿Tienes idea de lo aburrido que es estar en el infierno?
¿Quiero decir, de verdad? Imagínate que es esperar en el consultorio del
dentista por toda la eternidad. Las sillas están abarrotadas, el aire
acondicionado está roto y nadie usa desodorante.
— ¿Q-qué? —La capacidad de Nate para comprender todo lo que el
demonio estaba diciendo no funcionaba, porque estaba absolutamente
aterrorizado. Parpadeó a través de sus lágrimas, luchando débilmente
contra el agarre invisible que aún lo presionaba contra la pared—. Yo no…
No entiendo…

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—El infierno apesta. Fin —El demonio resopló—. No tienes mucho en


tu cabeza, ¿eh? Menos mal que eres bonito.
Espera, ¿el demonio estaba coqueteando con él o Nate realmente había
perdido la cabeza?
—De acuerdo, entonces. Fuera de tu ropa —La cola del demonio se
movió y toda la ropa de Nate desapareció.
—¡No! ¡Dios! ¡Por favor! —El rostro de Nate estaba al rojo vivo ahora,
y se retorcía inútilmente. Estaba desnudo, totalmente desnudo, y odiaba la
forma en que el demonio lo estaba mirando.
El brillo había desaparecido de sus ojos y volvía a tener ese color marrón
oscuro que Nate había encontrado tan encantador; el demonio se acercó.
Tocó el pecho de Nate, deslizando un solo dedo hacia su estómago,
deteniéndose justo encima de la base de su pene. —¿Y no eres
sencillamente encantador…?
Nate trató de apartarse, pero no podía moverse. Su pánico se multiplicó por
cien y comenzó a corcovear y tirar frenéticamente hasta que le dolieron los
músculos. Lo único que podía mover era su cabeza, y apartó su mirada de la
del demonio, apretando los dientes mientras suplicaba: —No. ¡Detén esto
ahora mismo!”
—No, detente, por favor —se burló el demonio secamente—. Hmmph.
Vamos. Incluso podrías disfrutarlo si te relajas un poco.
—¡Vete a la mierda! —Nate escupió de repente. Estaba cansado de
estar indefenso y asustado, y se sintió más fuerte mientras actuaba sobre su
ira—. ¡Atragántate con una bolsa de mierda congelada, imbécil!
—¡Ohhh, ahí está! —El demonio sonrió—. Así me gusta más. Me
encanta un poco de lucha. ¡Hace esto más divertido! —Señaló el suelo.
Nate jadeó cuando lo obligaron a arrodillarse y sus brazos quedaron
atrapados sobre su cabeza. Sus ojos estaban al nivel de la entrepierna del
demonio, y el pavor golpeó su estómago cuando se dio cuenta exactamente

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de lo que estaba a punto de suceder. —No. De ninguna manera. ¡No te


atrevas, mierda!
—Oh, no seas así —El demonio se rio entre dientes mientras se
desabrochaba los pantalones y extendía su cola para acariciar el cabello de
Nate.
Nate la atacó con la esperanza de agarrarla con los dientes, pero falló. —
¡Maldito!
—Oh, eres todo un luchador —El demonio se rio y sacó su polla. Era
gruesa, sin circuncidad, y en alguna otra vida Nate podría haber apreciado
el buen espécimen de pene que era. El demonio se acarició a sí mismo
lentamente, y su cola se retiró detrás de él, a salvo y fuera del alcance de
cualquier mordedura. Agarró el cabello de Nate y levantó su cabeza—.
Ahora, sé bueno. Sin dientes.
—Ohhh, solo inténtalo —advirtió Nate con odio—. Y mira lo que pasa.
—No te molestes si lo hago —El demonio guiñó un ojo y frotó la
cabeza de su polla sobre el labio inferior de Nate—. Mmm... ha pasado
demasiado tiempo desde que tuve una boca bonita y caliente como la tuya.
Nate trató de zafarse, pero algo andaba mal. No podía mover la cabeza
ahora, y gruñó cuando el demonio apretó el agarre en su cabello. Le
hormigueaba el cuero cabelludo y odiaba que eso le gustara.
Definitivamente no iba a chupar la polla de este bastardo, no había manera
de que eso pasara, y planeaba morderla en el segundo en que esa cosa
repugnante entrara en su boca.
Excepto que no lo hizo.
No pudo.
El demonio estaba empujando dentro de su boca y Nate no podía morderlo.
Tuvo arcadas en el segundo en que la polla tocó su lengua, pero luego
incluso eso desapareció. Antes de que Nate supiera lo que estaba pasando,
estaba envolviendo sus labios alrededor de la gruesa polla del demonio y
chupando con fuerza. —¡Mmm! ¿Mmph? ¡Mmmm!

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—Oh, ¿qué? —El demonio resopló—. ¿Pensaste que iba a ser lo


suficientemente estúpido como para dejarte tener el control total mientras
mis partes estaban justo al lado de tus mordidas? Pffft —Empujó más
profundo, gimiendo en voz alta cuando su polla se hundió en la parte
posterior de la garganta de Nate—. De ninguna manera, amor.
—¡Mmm! ¡Mm! —Nate sollozó, pero el sonido se perdió en la polla
que llenaba su boca. Estaba tomando cada pulgada de grosor, y su lengua lo
frotaba todo mientras chupaba. No podía detenerlo, y la saliva que comenzó
a acumularse en sus mejillas, pronto corrió por su barbilla mientras que el
demonio le jodía la cara.
—Ah, sí —suspiró el demonio. Enterró ambas manos en el cabello de
Nate mientras empujaba, y sonreía—. No te preocupes, amor. Haré esto
rápido... solo tengo que limpiar un poco las tuberías antes de que
comencemos con la verdadera diversión, ¿sabes? Han pasado unos cientos
de años para mí, ¿lo entiendes?
Nate cerró los ojos para al menos no tener que mirar al demonio, y gimió
cuando la gran polla se estrelló contra la parte posterior de su garganta, lo
suficientemente fuerte como para doler. Lo estaba chupando con tanta
ansiedad, y estaba absolutamente disgustado consigo mismo. Sabía que no
era su culpa porque no era él quien estaba haciendo esto, pero odiaba no
haber podido detenerlo.
Maldita mierda con lo de la sal marina.
Pero no fue la sal marina lo que hizo que le comenzara a gustar el sabor de
esa gran polla o que enviara todas las señales correctas a su propio pene,
poniéndolo duro. No tenía explicación para nada de esto, y gimió cuando el
demonio tiró de su cabello nuevamente. Dios, este monstruo lo estaba
usando como su propio juguete para follar, y se sentía bien, como un oscuro
placer teñido de vergüenza, una vergüenza que solo lo hacía todo aún más
caliente si era honesto consigo mismo.
Podía culpar al demonio por hacerle esto, pero dependía de Nate que le
gustara tanto.

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—Ya casi estoy —El demonio estaba jadeando—. Oh, definitivamente


has hecho esto antes, ¿no es así? Apuesto a que te encanta chupar pollas.
Nate apretó los ojos con más fuerza, como si pudiera salir de esta pesadilla
por pura fuerza de voluntad. Lloró en silencio, el pulso le latía en los oídos y
en su polla, y rezó para que todo esto acabara pronto.
Pronto, afortunadamente, llegó solo unos momentos después cuando el
demonio golpeó su pene tan profundo como pudo y bombeó su carga por la
garganta de Nate. Se mantuvo allí, acariciándole el cabello y gimiendo
felizmente. —Ah, joder, sí. Ahí tienes, amor. ¡Ahí tienes!
Nate tragó porque tenía que hacerlo, y gimió mientras seguía chupando,
como si estuviera tratando de asegurarse de obtener hasta la última gota.
Resolló cuando el demonio finalmente se retiró, y trató de escupir el sabor
persistente en su boca, cuando se dio cuenta de que tenía el control de su
cabeza de vuelta.
—Oye, qué grosero —se quejó el demonio—. Trabajé muy duro para
darte eso, ¿y lo estás escupiendo en el piso?
—¡Vete a la mierda! —Nate gruñó con su voz temblorosa pero
determinada. Miró al demonio a través de las lágrimas en sus ojos—. Te lo
escupiría en la maldita cara si pudiera.
—Ooo, sí, amor —El demonio sonrió.—. Apunta a mi boca. Me
encanta toda esa mierda.
Nate se encogió.
El demonio hizo un gesto hacia arriba. —Ven.
—¿Y ahora qué diablos quieres? —Nate gruñó cuando su cuerpo se
puso de pie en contra de su voluntad, con las manos aún sujetas por encima
de su cabeza.
—Bueno, antes que nada, quiero hablar sobre esta hermosa y gorda
polla tuya —El demonio agarró la erección de Nate y apretó—. Dios se
encargó de bendecirte, ¿no?

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—¡Detente! ¡Para! —Nate trató de ignorar el toque del demonio, pero


él lo estaba acariciando y provocando tan perfectamente, que estaba
haciendo que se mojara con su pre-semen—. ¡Vete a la mierda, ya suéltame!
—Apuesto a que todos los chicos y chicas quieren subirse a este
monstruo, ¿eh? —El demonio se rió por lo bajo—. Diablos, incluso yo
podría probarlo. No tenemos otra cosa más que tiempo, amor.
Nate trató de pensar en las peores cosas posibles (comida podrida,
animales atropellados, golpearse el dedo meñique) para disuadir su
erección, pero nada ayudó. Gimió cuando sintió algo cálido entre sus
mejillas, e hizo una mueca cuando vio que era la cola del demonio. —¡N-no!
¡Para! ¡Detente ahora mismo! ¡Hijo de puta, detente!
—Mira, estoy siendo un demonio reflexivo y tomándome el tiempo
para prepararte, y tú estás portando como un mocoso desagradecido —El
demonio bufó. Siguió acariciando la polla de Nate y la cola se frotó contra
su agujero.
—¡Eres un maldito monstruo! —Gritó Nate, desafiante—. ¡No quiero
esto! ¡Yo no quería nada de esto! Solo estaba tratando de ser una buena
persona y ayudarte, ¡oh! —La cola estaba empujando hacia adentro, joder
era gruesa, y su culo estaba muy mojado—. ¡N-no!
—Shh, amor —El demonio lo regañó dulcemente—. Tengo que
prepararte o nunca podrás manejar mi forma real —Frotó su pulgar
alrededor de la cabeza de la polla de Nate—. Mm, no puedo esperar para
estar dentro de ti. Te va a encantar.
—No… no… —Los gritos de Nate eran cada vez más débiles, y la
gruesa cola estaba estirando su trasero tan rápido que le quemaba
miserablemente. No podía explicar cómo estaba tan mojado,
probablemente era otra cosa del estúpido poder del demonio, y estaba
sollozando con desesperación.
Una vez más, estaba totalmente indefenso para evitar que el demonio le
hiciera esto, y ahora sabía que ninguna cantidad de súplicas lo ayudarían.

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—Joder, mírate —El demonio tiró de la cabeza de Nate hacia abajo,


obligándolo a agacharse mientras su cola lo jodía con más fuerza—. Te ves
tan encantador así. Mmm, adelante. Necesito un poco más de esa boca.
Nate estaba casi agradecido de que el demonio le metiera la polla de nuevo
en la boca. Al menos eso significaba que no estaba tocándole la polla a Nate,
y que podría ignorar la mamada porque en realidad no lo estaba
controlando.
Pero esa cola, esa maldita cola gruesa que se deslizaba y golpeaba su
agujero, era imposible de evitar.
Empujaba tan profundamente que Nate gemía alrededor de la polla del
demonio, y no pensó que nunca antes había tomado tanto a la vez. La
maldita cola seguía y seguía, y su culo palpitaba por haber sido estirado tan
rápido. La quemadura se estaba aliviando, pero el fuerte dolor de estar
lleno en exceso era implacable.
Nate descubrió que ahora podía mover un poco las caderas y arqueó la
espalda, tratando de relajarse y aliviar un poco la tensión.
Inesperadamente, eso envió rayos de placer a su pene, haciéndolo gemir y
mecerse hacia atrás para obtener más de esa deliciosa sensación.
—Ahí tienes, amor —ronroneó el demonio con picardía—. No es tan
malo, ¿verdad?
Mierda.
Con un gemido, Nate se detuvo y trató de alejarse, retirándose de la cola
que empujaba contra él. Se le hizo un nudo en el estómago y cerró las
piernas. No estaba haciendo nada para evitar que esa cola lo follara, y
seguía chupándole la polla al demonio.
Su lengua estaba lamiendo todo alrededor de la raja, recibiendo cada
embestida hasta que le dolían las mejillas por chupar tan fuerte. Ser
tomado de ambos lados de esta manera era emocionante… ¡No! Era
horrible y lo odiaba. Su pene era un traidor putrefacto y el latido constante
lo estaba poniendo enfermo. No podía creerse que seguía estando duro.

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La cola salió casi por completo de su culo, resbaladiza y húmeda, antes de


volver a hundirse arrancándole un sollozo a Nate. Ni siquiera podía
limpiarse las lágrimas que corrían por su rostro o la saliva que brotaba de
sus labios mientras le follaban la boca. Gimió lastimeramente.
¿Cuánto iba a durar esto? ¿Cuántas veces podría venirse este monstruo?
Cerró los ojos cuando una segunda carga caliente llenó su boca y la cola
presionó más profundamente que antes. Sus piernas temblaron en señal de
protesta, pero su cuerpo permaneció inmóvil con excepción del balanceo
hacia atrás sobre la cola. Y así siguió, cualquier cosa para poder aliviarse de
esa maldita presión tan dolorosa.
—Ohhh, eres tan encantador —El demonio gimió, sacando su polla y
frotando la cabeza resbaladiza alrededor de los labios de Nate.
Nate trató de obligarse a moverse hacia adelante y morderlo, pero todo lo
que pudo hacer fue lamer y tratar de succionarlo de vuelta a su boca.
—Ah, ah. Tranquilo —El demonio rio y se alejó, acariciando el cabello
de Nate—. Puedes tener más después, pequeña zorra.
Nate lo fulminó con la mirada. No era como si realmente quisiera chupar
esa polla. El demonio lo había obligado a lamerlo como un maldito cono de
helado. Se encogió cuando la cola finalmente salió de él, y luego fue
trasladado de cara a la pared. Sus manos siguieron sobre su cabeza, e hizo
una mueca cuando el demonio lo hizo llevarlas hacia atrás.
El demonio ahora estaba tras él, apretando y toqueteando su trasero. —
Quédate aquí mientras me pongo algo más cómodo, ¿hmm?
—Vete a la mierda y muere —se las arregló para gruñir. No podía girar
la cabeza ahora para ver lo que estaba haciendo el demonio, pero podía
escuchar huesos estallando y crujiendo, la tela rasgándose y el resoplido
definido de una respiración pesada. Unas manos enormes y fuertes
agarraron sus caderas y pudo sentir el pinchazo de unas garras.

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Cualquiera que fuera el demonio ahora, definitivamente no era ese apuesto


extraño con el que Nate había sido lo suficientemente estúpido como para
dejar entrar.
—Mmm, mucho mejor —La voz del demonio era más profunda ahora,
y movió sus caderas hacia adelante, presionando su polla entre las mejillas
de Nate.
Pensó que podía sentir una textura suave, ¿Pelo? Pero lo más alarmante fue
la polla gigante que estaba rozando su agujero. Era grande, caliente, y no
pudo evitar gimotear. Deseaba poder derretirse en el suelo y escapar, y
luchó contra la fuerza invisible que lo sujetaba. —¡No! ¡No, no, no!
¡Detente! ¡Aléjate de mí! ¡Maldito imbécil!
—Sigue hablándome sucio —Se burló el demonio—. Me encanta —
Apretó las caderas de Nate y empujó hacia adelante.
—¡Mierda! —Nate se tensó cuando la polla del demonio se deslizó en
su interior y el dolor fue inmediato. Joder, la maldita cosa era aún más
gruesa que la cola, y trató de apretar y empujarlo hacia afuera—. ¡N-no! ¡P-
por favor, por favor detente...!
—Ohhh, tu pequeño agujero es tan dulce, ¿no es así, amor? —El
demonio sacudió sus caderas, empujando con fuerza a pesar de las
protestas de Nate—. Pareciera que te voy a romper, ¿eh? Joder, estás tan
apretado.
Nate apretó los dientes y gimió, esa polla estaba forzándolo, abriéndolo de
par en par. Trató de respirar a través de él, y al menos estaba agradecido de
que el demonio hubiera usado algún tipo de lubricante, pero aun así era
miserablemente incómodo. Gritó cuando el demonio empujó, forcejeando y
gruñendo mientras intentaba escapar una vez más. —¡No! ¡Hijo de puta!
¡Vete a la mierda! ¡Mmm, no, vete a la mierda!
—¡Ah, sí, por favor! ¡Vamos! —El demonio se rio—. Veamos lo que
tienes, amor.

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De repente, Nate pudo moverse. ¡Estaba libre! Trató de girar su torso y


golpear al demonio justo en medio de su estúpido rostro, pero se congeló
cuando vio en lo que se había convertido.
Era un monstruo con una calavera por cabeza, una especie de carnero o
cabra porque tenía unos cuernos enormes enroscados que casi tocaban el
techo. Las cuencas de sus ojos estaban vacías excepto por un par de orbes
rojos ardientes, y aun así, la maldita cosa le sonrió porque todavía tenía
carne alrededor de su mandíbula y dientes. Su torso desgarrado era
humanoide, pero de proporciones gigantescas para hacer juego con sus
enormes patas de cabra. Era la cosa más aterradora que Nate había visto en
su vida.
Nate gritó y golpeó, pero fue como golpear una pared de ladrillos. La gorda
polla del demonio todavía estaba enterrada dentro de él, y no fue capaz de
liberarse de sus enormes garras.
—Sí, vamos —El demonio lo desafió—. Me encanta ese fuego que
tienes. Inténtalo de nuevo, vamos —Se rio y alzó a Nate, levantándolo del
suelo y golpeándolo contra su polla—. Trata de detenerme si es que puedes,
pequeño amor. Solo anda e inténtalo.
Nate gritó, golpeando frenéticamente intentando apartarse de las manos
del demonio. Esta posición imposible iba a romperlo, y la siguiente
embestida lo hizo sollozar. Se estaba debilitando, y estaba exhausto de
luchar tan fuertemente, y mierda, esa enorme polla lo estaba trabajando de
una manera que no sabía que fuera posible. Estaba más que lleno,
palpitante, y no pudo evitar gemir cuando los músculos comenzaron a
fallarle.
Una vez que se relajó, la polla del demonio se deslizó sin esfuerzo, y Dios, se
sintió tan bien. No podía creer la facilidad con la que el demonio lo hacía
rebotar de arriba abajo sobre su pene como si fuera un Fleshjack9 humano,
y cerró los ojos, hundiéndose en el vibrante placer de ser completamente
utilizado.

9
Los fleshjack son las famosas vaginas falsas que usan para masturbarse.

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El mundo se estaba acabando, los demonios estaban por todas partes, la


humanidad estaba casi seguramente condenada, pero tal vez él podría
disfrutar de esto. Podría permitirse sentirse bien por la que sería la última
vez en muchísimo tiempo.
Ser arrastrado al infierno por toda la eternidad sonaba bastante
permanente.
A la mierda.
Nate gimió con más pasión, aferrándose a las grandes manos del demonio
en lugar de tratar de alejarlo. Movió sus caderas para encontrarse con él,
luchando por empujarse sobre la enorme polla. Respiró hondo y se echó
hacia atrás con un fuerte grito. —Dios… joder… mmmph, mmph!
—Oh, ahora te gusta, ¿eh? —Bromeó el demonio, sujetando a Nate
sobre su gran polla y lamiéndole un lado del cuello—. Mmm, creo que esto
me gusta incluso más que tus lamentables protestas… se siente bien, ¿no?
¿Ser el juguete de un demonio?
—Vete a la mierda —Nate se negaba a admitirlo y mantuvo la cabeza
en alto—. Dame la vuelta, imbécil.
—¿Qué?
—Dame la vuelta —Para sorpresa de Nate, el demonio lo hizo. Tuvo
que gemir ante la sensación de esa enorme polla retorciéndose dentro de él
y se apoyó contra el amplio pecho del demonio. Se las arregló para estirar
las piernas y envolverlas alrededor de las caderas de la bestia, negándose a
mirarlo.
—Mmm, sí, esto está mucho mejor —El demonio se rio de buena
gana—. Te estás divirtiendo, ¿no?
—Cierra la boca —Nate se estiró para agarrar los hombros del
demonio (ignorando lo bien que se sentía los gruesos músculos bajo sus
dedos) y empujó su trasero sobre la polla. Cerró los ojos, como si eso de
alguna manera lo ayudara a olvidar a lo que se estaba follando. Gimió
cuando el demonio lo embistió—. Ah, joder...

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—Es agradable, ¿no? —Las manos del demonio se deslizaron hacia


abajo para ahuecar el trasero de Nate, haciéndolo rebotar nuevamente
sobre su polla—. Ah, sí. Mira eso. Joder, te sientes tan bien, pequeño.
Nate se aferró con todas sus fuerzas una vez que el demonio se puso en
marcha otra vez, impotente mientras lo embestían sin piedad. Podía ver la
monstruosa polla sobresaliendo de su estómago, y wow, esa imagen era
asombrosamente excitante. Jadeó y gimió mientras que el demonio lo jodía,
y realmente podía sentir como estaba cada vez más cerca del borde.
La cola del demonio se deslizó entre ellos, enroscándose alrededor de la
polla de Nate y acariciándolo rápidamente. —Oh, sí, amor. Has sido tan
bueno conmigo, voy a dejar que te corras. Mmm, ¿te gusta eso? ¿Quieres
correrte sobre mi gran y gorda polla, eh?
—¡Sí! ¡Por favor! —Nate seguía sin poder mirarlo, y en cambio se
concentró en la presión entre sus piernas. El impresionante estiramiento de
esa monstruosa polla chocando contra su culo y la tensión alrededor de su
propio pene provocada por la cola enrollada era una cosa fantástica. No
pudo evitar gemir descaradamente, finalmente rindiéndose, ante todo.
—¡Allí está, vamos! —El demonio rugió mientras sostenía a Nate
sobre su polla—. ¡Vamos, tómalo, amor! ¡Tómalo todo!
El culo de Nate de repente brotaba con una cantidad inhumana de semen, y
el calor y el estiramiento adicional eran simplemente demasiado. Se corrió
con un sollozo entrecortado, su pene latiendo entre gruesos chorros
mientras temblaba en el agarre del demonio. Tenía la cabeza liviana y se
había corrido con tanta fuerza que realmente dolía.
El demonio lo meció suavemente, alabándolo incluso. —Oh, sí, amor. Que
buen chico eres. Una buena y pequeña cubeta de semen, ¿no es así?
Nate se negó a abordar ese comentario, pero dejó caer su cabeza sobre el
pecho del demonio con un sollozo bajo. Estaba dolorido, cansado, pero
tenía que admitir que había sido el orgasmo más fantástico de toda su vida.
Su cabeza todavía palpitaba, y estaba bastante seguro de que este demonio

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no podría tomar su alma ahora mismo, porque había salido disparada a


algún lugar del espacio exterior.
—Definitivamente voy a quedarme contigo —Declaró el demonio—.
¿Cómo te llamas, pequeño?
—Nate —Frunció el ceño—. ¿Y qué quieres decir con “quedarte
conmigo”?
—Bueno, debo decir que tus opciones son bastante limitadas –El
demonio guiñó un ojo. Al menos, eso es lo que parecía cuando uno de sus
ojos brillantes parpadeó.
De repente, Nate se encontró sentado en la cabecera de una larga mesa de
comedor, todo a su alrededor estaba envuelto en rojo y dorado. Gruñó
porque algo definitivamente se le había metido en el culo. Una mirada a las
sillas a su lado mostró que cada asiento tenía un consolador gigante pegado
justo en el centro, y probablemente era eso en lo que estaba sentado.
El demonio estaba sentado frente a él en un gran trono, (probablemente sin
un consolador, pero ¿quién podría decirlo con certeza?) y le sonreía con
suficiencia a Nate.
—¿Qué quieres decir? —Nate exigió de nuevo—. ¿Mantenerme como a
una maldita mascota?
—Precisamente —El demonio agitó su garra, y una botella de Jack
Daniels y dos litros de Coca-Cola aparecieron frente a Nate.
Antes de que Nate pudiera preguntarle, también había un vaso lleno de
hielo. Dudaba en servirse una bebida hecha con bienes invocados por
demonios, pero la tentación era demasiado grande. Preparó un Jack con
cola, con mucho Jack. —¿Qué pasa si me niego?
—Te arrancaré la carne de los huesos, sacaré tu alma de tu cuerpo sin
vida y te arrastraré a los abismos más bajos del infierno —El demonio
sonrió—. Te estoy ofreciendo el trato de tu vida, pequeño.
—¿Un trato? —Nate tomó un sorbo de su bebida y miró al demonio
con desconfianza—. ¿Qué tipo de trato exactamente?

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—Sé mi mascota. Sírveme de buena gana, y tal vez no trate nunca de


robar tu alma.
—Esperar. Dijiste “No” y “nunca”
—¿Y qué?
—¿Eso no es doble negativo? ¿La verdad es que sí vas a robarme el
alma? —Nate inclinó el vaso hacia atrás y gruñó, tratando de encontrar una
forma más cómoda de sentarse. Con ese gran consolador metido dentro de
él, era casi imposible.
—No todos los demonios van a ser tan amables como yo —El demonio
sonrió—. Es por eso que me llaman Abijah. Significa “suave” en hebreo.
—Claro que sí, joder.
—No, tienes razón. Significa “Polla jodidamente grande”.
—¿Qué tal si hacemos un trato que no involucre mi alma y solo mi
cuerpo? —Nate lo intentó.
—Bueno, ¿Y dónde está la diversión en eso? —Abijah hizo un puchero.
—Tú eres a quién le gusta tanto follarme —Nate respondió—. No
puedes meterte con mi alma, si no, no hay trato.
—Mmm, me gustaba follarte —Abijah fingió pensarlo—. De hecho, si
soy honesto, estoy bastante listo para repetirlo. Se siente tan bien que estoy
pensando en llamar a algunos amigos para que también te prueben.
Nate se estremeció. —¿Qué?
—Creo que también deberían follarte —Abijah se encogió de
hombros—. Eso me ayudaría a tomar una decisión. Hacer un trato sin alma
es algo arriesgado. Malo para los negocios. Pronto tendríamos a todos
tratando de saltar sobre nuestras pollas demoníacas… —Hizo una pausa—.
No es que eso me importe necesariamente, ya sabes, pero la alta dirección
nunca lo aceptaría.
—Estás hablando enserio.

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—Mucho —Abijah sonrió maliciosamente.


Tres figuras aparecieron junto a Abijah: un demonio gigante con el cráneo
de un lobo, un demonio más delgado con el cráneo de una especie de gato
grande con grandes colmillos y un hombre humano de aspecto muy normal
de gafas gruesas que probablemente tendría unos cuarenta años.
Nate tragó saliva.
—Permíteme presentarte a mis amigos —dijo Abijah con una risa
alegre—. Estos son Habbasi, Gareth y Bob.
—Déjame adivinar —Nate trató de sonar más confiado de lo que
realmente se sentía, mirando con lascivia al humano solitario—. Tú eres
Bob.
—En realidad, soy Gareth —El humano sonrió tímidamente—. Es
galés.
—Yo soy Bob —gruñó el demonio con el cráneo de lobo.
—Claro. Excelente. Maravilloso —Nate miró a Abijah—. ¿De verdad
quieres que me los folle a todos?
—Son mis amigos más confiables —Abijah resopló—. Confío
explícitamente en sus opiniones, y sí, te van a follar y se asegurarán de que
tu pequeño trasero realmente valga la pena para no tomar un alma.
—Okey, entiendo lo de los demonios, pero ¿Qué diablos con Gareth?
—No dejes que te engañe —Abijah se rio entre dientes—. Él vendió su
alma por un equipo muy interesante. Estupendo chico con unas pollas
enormes.
Nate tuvo que haber entendido mal.
—¿Y bien? —Apuntó Abijah—. ¿Vas a jugar bien y dejar que mis
amigos te prueben?

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—De ninguna manera —Nate se cruzó de brazos, encogiéndose


cuando se echó hacia atrás porque el maldito consolador se movió dentro
de él—. No voy a hacer eso.
—Mmm —Abijah chasqueó la lengua—. Ya están aquí, y les prometí
pasar un buen rato. Entonces, sí, lo harás, y luego voy a decidir qué hacer
contigo.
Nate entrecerró los ojos y se tensó listo para pelear. —Solo inténtalo.
Abijah ronroneó. —Oh, no te preocupes, amor. Estarán felices de hacerlo.
—Maldita sea, qué se atrevan.
En el momento en que las palabras salieron de los labios de Nate, Habbasi
estaba sobre él. Sacó a Nate de la silla y lo inclinó sobre la mesa, las garras
le abrieron las piernas.
—¡Mierda! —Nate pateó y se retorció, jadeando cuando su bebida y la
botella de Jack salieron volando al suelo y se hicieron añicos.
—Oh, le gusta pelear —gruñó Habbasi.
—Es un luchador nato —Estuvo de acuerdo Abijah con una risa
desagradable.
Nate agarró la botella de refresco y se la arrojó a Habbasi, maldiciendo
cuando rebotó en el pecho del demonio sin efecto alguno. —¡Vete a la
mierda!
Habbasi le arañó las caderas y presionó una mano gigante en la parte baja
de la espalda de Nate, sujetándolo contra la mesa. —Veamos qué es lo que
tiene a Abijah tan nervioso, ¿eh?
Nate siseó, tratando de alejarse, pero no había nada que pudiera hacer.
Habbasi no estaba usando los mismos poderes extraños que tenía Abijah
para inmovilizarlo, sino que tenía de su lado la fuerza bruta para
mantenerlo atrapado. La cabeza caliente de la polla de Habbasi chocó
contra su agujero, frotando lentamente antes de empujar. —¡Mierda! ¡No!

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—Mmm, esto es agradable —Habbasi gruñó mientras empujaba y


clavaba sus garras, forzando su pene hacia adentro—. Oh, muy muy
agradable.
Gimiendo de frustración y dolor, Nate luchó por deslizarse hacia adelante y
obtener algo de alivio lejos de la polla gigante que estaba penetrándolo. Su
culo se sentía como si se estuviera partiendo, y no pensaba que podría
aguantar ni un solo centímetro más, pero Habbasi no se detuvo. —No…
joder… ¡detente! ¡Maldito bastardo!
Habbasi lo folló con fuerza, toda la mesa balanceándose por la fuerza de sus
caderas chocando. —Mmm, realmente es una pequeña puta deseosa de
polla, ¿no es así? Mira nada más como lo toma…
Nate apretó los dientes y pateó violentamente, dejando escapar un fuerte
grito cuando la erección de Habbasi salió casi por completo y volvió a
entrar. No podía respirar, su cuerpo se arqueaba sobre la mesa y luchaba
por encontrar algún tipo de alivio. —¡No, ah, joder! ¡Mmm!
—Y ahí está… —Habbasi se burló, saliendo y empujándose de nuevo
en medio de un pequeño gemido codicioso—. Eso es lo que te gusta, ¿no?
¿Una buena cogida dura?
Nate se quedó fláccido, gruñendo enojado. No iba a darle ninguna
satisfacción a este imbécil, pero no podía negar lo bien que se sentía ahora
que su cuerpo estaba estirado. También estaba mojado, probablemente
gracias a alguna clase de lubricante mágico demoníaco o algo así, pero
aliviaba el deslizamiento de la enorme polla de Habbasi.
Cuando gritó, fue un sonido de placer que no pudo negar. Apoyó la cabeza
sobre la mesa, metiendo los brazos a los costados y dejando que lo follaran
tan fuerte como quisieran. La dolorosa sensación de plenitud era una cosa
adictiva, y no pudo resistirse a arquearse hacia atrás en cada embestida,
aumentando la sensación de calor.
Joder, de verdad era una puta por esto. El pensamiento aumentó tanto su
excitación como su vergüenza, y los dos se confundieron e hicieron que
todo su núcleo palpitara. Sus caderas golpeaban contra el borde de la mesa

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y probablemente estaban generándose unos moretones. Se agarró al otro


lado, resistiendo el perverso ataque.
Ahora, Bob estaba junto a Habassi, agachándose para deslizar sus dedos
alrededor del ano estirado de Nate, maravillado. —Míralo... qué hermoso y
pequeño agujero.
—Espera hasta que lo pruebes —Habbasi gruñó—. Joder, solo quiero
follarlo durante horas.
Nate se retorció cuando los dedos de Bob empujaron contra su agujero ya
lleno, y aulló cuando uno se deslizó hacia dentro. Se sintió sofocado por el
dolor, y gimió. —No, vamos… joder, deja de hacer eso. No puedo soportarlo
¡Por favor!
—Todavía está tan apretado —Bob estaba claramente ignorando las
protestas de Nate–. Mm, ya apresúrate.
—Solo jódele la boca —Habbasi se quejó.
—¿Y qué tal si no? —Nate apretó firmemente los dientes. Ya era
bastante malo que tuviera un demonio jodiéndole el culo, no iba a chupar
uno al mismo tiempo.
Por otra parte, en realidad no tenía muchas opciones. El pensamiento lo
llenó de pavor y una anticipación enfermiza, y se concentró en mantener la
mandíbula cerrada con tanta fuerza como era posible.
Bob caminó hacia el otro lado de la mesa, su bulbosa y resbaladiza polla se
balanceó justo en frente de la cara de Nate. Nate apartó la cabeza de un
tirón, pero Bob lo agarró del pelo y tiró de él hacia arriba. –Abre esa
preciosa boquita, mortal.
Nate se retorció y trató de zafarse, pero no pudo hacerlo. Su boca se estaba
abriendo por sí sola, y soltó un lloriqueo cuando el pene de Bob se empujó
dentro. Lo estaba chupando, fuerte y rápido, amordazado de forma
miserable. Tragó saliva y usó sus labios para mantener un sello hermético
mientras que Bob le jodía la garganta.

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Apenas podía respirar, y sus ojos estaban ardiendo por las lágrimas.
Habbasi no había disminuido la velocidad en lo absoluto, y Nate estaba
seguro de que lo estaba follando más fuerte ahora que Bob estaba llenando
su boca. Sus manos se clavaron sobre la mesa, yo no tenía ningún control
sobre ninguna parte de su cuerpo. Sus piernas se abrieron mientras se
balanceaba hacia atrás para encontrarse con la polla palpitante de Habbasi,
y gimió alrededor de la erección metida en su garganta
Todo estaba húmedo y caliente, y el conflicto de placer y dolor estaba
haciendo que Nate se sintiera delirante. Incluso el arrastre de las garras de
Bob en su cabello lo estaba excitando, y se dijo a sí mismo que esto estaba
bien, ya que nada de lo que estaba sucediendo estaba bajo su control. Él no
había pedido nada de esto, así que estaba bien ceder un poco.
—Mmph, espera —Habbasi se detuvo—. Le daré la vuelta.
Nate se atragantó cuando Bob empujó su polla con especial fuerza antes de
retirarse. Tosió y se limpió la boca, agradecido por una breve muestra de
libertad cuando Habbasi lo giró sobre su espalda. —J-joder, ustedes
jodidamente apestan. ¡Váyanse a la mierda! ¡Váyanse al maldito infierno!
—Es un poco tarde para eso —Habbasi se rio entre dientes y le agarró
los muslos de Nate, arrastrándolo hacia el borde de la mesa hasta que su
trasero quedó colgando. Volvió a sumergirse en su interior con un gruñido
lujurioso, empujándose a sí mismo de forma implacable.
Nate gimió y al menos estaba agradecido de que Bob no pudiera meterle la
polla en la boca ahora. Gimió y jadeó, tratando de respirar a través de la
intensa presión de Habbasi follándolo en esta nueva posición. Sus piernas
estaban obscenamente abiertas, sostenidas por las gruesas garras del
demonio, y Nate descubrió que estaba siendo retenido por la misma fuerza
invisible irritantemente ineludible de antes.
Habbasi redujo la velocidad sin previo aviso y le levantó las caderas. La
presión que resultó de ello, era increíblemente asombrosa desde ese ángulo,
y el siguiente grito de Nate fue de felicidad absoluta.
Joder, eso se sentía bien.

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—Oh, ahí está —Habbasi rio cruelmente—. ¿Te gusta ahí, pequeña
zorra? ¿Eh? —Golpeó ese lugar de nuevo, lento y deliberadamente, sus ojos
brillantes miraban a Nate con mucha suficiencia.
Nate se negaba a responder, pero se relajó ante el nuevo ritmo. Luchar no
lo había ayudado en ningún momento, y se sentía realmente bien así. El
dolor casi había desaparecido ahora, dejando atrás una plenitud
satisfactoria que hizo que los dedos de sus pies quisieran enroscarse. Dejó
que las sensaciones se hicieran cargo, gimiendo suavemente cuando la
tentadora fricción golpeó cada delicada terminación nerviosa en lo más
profundo de su interior.
Joder, sus muslos estaban temblando, y un delicioso escalofrío bailó sobre
su piel y endureció sus pezones. Se desconectó de cualquier inmundicia que
Bob y Habbasi estuvieran diciendo, rindiéndose a la impresionante polla
que golpeaba su culo y… oh, mierda. Habbasi se estaba corriendo, y las
entrañas de Nate palpitaron por el puro volumen que bombeó dentro de él.
—Ah, sí —gruñó Habbasi ferozmente—. Toma cada gota, zorra
mortal... mmm...
Nate no pudo ignorar eso, e hizo una mueca cuando sintió que el esperma
brotaba alrededor de la polla de Habbasi mientras continuaba
martillándolo. Solo pudo moverse un poco, y definitivamente no era lo
suficiente para conseguir alejarse. Tuvo que quedarse allí y tomarlo todo,
mirando a un punto en la pared mientras esperaba que Habbasi terminara.
El demonio salió de él dando un golpe en el muslo de Nate y elogiándolo: —
Vale la pena mantener ese agujero por un tiempo. Fue la mejor cogida que
he tenido desde la Revolución Industrial.
Nate puso los ojos en blanco.
Bob se acercó y levantó la mano hacia el techo. Aparecieron correas de
cuero que cayeron en sus manos y que luego envolvió por todo el cuerpo de
Nate.

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Nate fue levantado de la mesa (espera, no, la mesa ya no estaba) y ahora se


hallaba suspendido en el aire, enganchado a las correas. Sus piernas
estaban separadas, sus brazos estaban sujetos detrás de su espalda y fue
inclinado hacia atrás para que su columna vertebral estuviera casi
horizontal con el piso.
Podía moverse un poco, al menos, es decir, podía luchar contra las correas,
pero no había manera de librarse de ellas. Giró la cabeza para ver que las
sillas con consoladores habían desaparecido junto con la mesa, y Abijah
todavía estaba sentado en su trono con Gareth colgando a su lado.
Habbasi había recogido la botella de refresco que Nate le había tirado antes
y la estaba bebiendo.
Nate volvió a mirar a Bob, observando su cráneo de lobo y los orbes verdes
que brillaban en sus cuencas vacías. Se estremeció y pudo sentir cómo el
semen de Habbasi comenzaba a escurrirse fuera de su agujero. Se lamió los
labios, apretando los dientes mientras escupía: —Entonces, sí, un columpio
sexual demoníaco. Esto sí que es genial.
—Eres una pequeña cosita divertida, ¿no? —Bob se rio por lo bajo, su
voz era un rugido profundo y retumbante. Agarró las correas de los muslos
de Nate y tiró de él hacia adelante, presionando su monstruosa polla dentro
del húmedo agujero.
Nate dejó caer la cabeza hacia atrás con un pequeño grito, respirando a
través del dolor de ser estirado de nuevo tan pronto. Bob no se sentía tan
gordo como Habbasi, pero aun así era enorme. —J-Joder…
Bob lo folló con embestidas cortas y brutales, usando su agarre en las
correas para empujar a Nate en cada embestida. Era como una máquina,
sus caderas bombeaban sin piedad y sin vacilar, sus ojos brillantes estaban
fijos en el lugar donde su pene entraba y salía del cuerpo de Nate.
Él apretó los dientes e hizo todo lo posible por jadear a través de los
terribles embates. Le dolían las malditas entrañas de tanto abuso, y se
sentía como si hubiera pasado por diez maratones. Estaba cansado, tan

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malditamente cansado, y se quedó fláccido contra las correas, echando la


cabeza hacia atrás y la jodida tan cruel.
Si permanecía relajado, podría tolerar los empujones devastadores y
respirar a través de ellos. Ladeó sus caderas hacia arriba, descubriendo que
incluso podía dejar que se sintiera bien, y pronto dio la bienvenida a los
fuertes golpes. Gimió, sus piernas temblando, empezando a sentirse
realmente bien ahora. Podía cerrar los ojos y fingir que estaba en cualquier
otro lugar, disfrutando del crudo placer de ser penetrado a fondo.
Este no era un demonio follándoselo, en su imaginación, era el hijo Jason
Momoa y Henry Cavill, y en realidad se encontró sonriendo. Joder, era
increíble. Era como ser follado por una de esas extrañas máquinas sexuales
que siempre había visto en los videos, y la imagen mental que había
evocado de Jason-Henry estaba haciendo maravillas para su disfrute.
—Sí — gimió Nate—. Oh, Dios… sí… joder. Dámelo. Dámelo, carajo.
Bob gruñó y lo folló más rápido, sus garras se enroscaron alrededor de las
caderas de Nate mientras perforaba su trasero.
—¡Ahhh! ¡Joder! ¡Sí! —Nate se rio de la intensa dicha, desesperado
ahora por correrse. Deseaba poder agarrar su polla y acariciarse hasta el
final, y la creciente presión estaba haciendo que su cabeza palpitara.
Intentó obligar a su cerebro a que lo dejara correrse, pero no funcionó.
La presión seguía acumulándose encima de sí misma en gruesas capas de
sensaciones que hacían que cada músculo ardiera, y no había forma de
encontrar alivio. Se estaba volviendo una tortura, y gimió
entrecortadamente, deseando poder desmayarse para que todo terminara.
Cuando Bob finalmente llegó, Nate agradeció el descanso, aunque no era la
verdadera liberación que él quería. Arrugó la nariz cuando su dolorido
agujero se inundó una vez más, y abrió los ojos para ver cómo Bob echaba
la cabeza hacia atrás y aullaba.
Por supuesto, el demonio con cabeza de lobo aullaba. ¿Por qué no?

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Nate reprimió una oleada de risa histérica y se la tragó con un gruñido


cuando Bob salió de él. Su piel ardía y estaba caliente, y realmente deseaba
poder limpiarse el sudor de la cara. Se sorprendió cuando Gareth apareció
de repente allí mismo con un pañuelo, secándole la frente. —Eh... ¿gracias?
—¿Qué tal si te ponemos algo más cómodo, hmm? —Gareth sonrió, y
fue agradable.
Casi demasiado agradable.
Nate se giró para ver a Bob, Habbasi y Abijah teniendo una pequeña charla,
y Abijah le sonrió cuando vio a Nate mirándolo. Inmediatamente apartó la
vista y volvió a enfocarse en Gareth. —¿Qué tienes en mente?
Gareth le guiñó un ojo y de repente Nate se vio tendido en medio de una
cama con dosel. Había una especie de collar alrededor de su cuello y una
larga cadena que lo conectaba a la cabecera. Era mejor que estar en ese
extraño columpio sexual con correas, pero miró a Gareth con cautela.
Esto se sentía como una trampa.
Nate podía moverse por ahora, y se sentó, tratando de cerrar las piernas. Su
agujero estaba tierno, y podía sentir que todo el semen de los demonios
escapándose de él. No quería más abusos, pero tal vez sería lo
suficientemente agradable como para correrse.
Gareth se subió a la cama y se sentó junto a Nate. La ropa de Gareth
desapareció, revelando un cuerpo masculino promedio. Pero sus pollas, (sí,
“pollas”), eran absolutamente monstruosas.
Había al menos tres que Nate podía ver, y todos eran tentáculos azules
retorciéndose con ventosas gruesas.
—Santa mierda —Nate tragó saliva—. Eso es, eh... ¿Fue por eso que
vendiste tu alma?
—Valió la pena totalmente —Gareth sonrió con dulzura, y uno de los
tentáculos salió disparado de repente como una maldita lengua de una
rana, se estiró de forma increíble y se estrelló contra el culo de Nate.

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—¡Oh, mierda! —Nate jadeó, agradecido de que al menos su agujero


estuviera lo suficientemente abierto como para tomar el tentáculo sin
mucha incomodidad. Se recostó sobre sus manos, separó las piernas y
observó el ridículo apéndice empujado dentro de él. Podía sentir las venas,
flexibles pero firmes, que le proporcionaban la estimulación más extraña.
Le recordaban a ser follado con un condón con textura, aunque esto era
mucho más intenso y no podía decidir si lo amaba o lo odiaba. Tomó
algunas respiraciones, relajándose tanto como pudo, inhalando
profundamente mientras el tentáculo se hundía más profundamente dentro
de él.
Gareth se sentó al lado de Nate, mordisqueándole el hombro y frotando su
muslo. —Oh, realmente te sientes fantástico...
—¿Vas a decirme que no has tenido una cogida como esta desde que
se firmó la Declaración de Independencia o algo así? —Nate siseó entre
dientes—. Lo juro, ustedes los demonios solo tienen una maldita línea.
—Mm, he tenido mejores, si soy honesto —Gareth guiñó un ojo—.
Pero guardaré mi revisión final para cuando termine contigo.
—Excelente —Nate gruñó, gimiendo cuando el tentáculo se retorció
dentro de él y las ventosas se frotaron alrededor de sus paredes internas—.
Ah, m-mierda…
Gareth instó a Nate a recostarse, y uno de sus otros tentáculos se estaba
estirando haciendo cosquillas sobre su agujero. —Intenta relajarte.
—¿Q-qué? —Nate tartamudeó cuando se dio cuenta de que Gareth
estaba tratando de meter a dos de esas malditas cosas dentro de su
trasero—. ¡De ninguna manera! ¡Detente!
—Shhh, cálmate —Lo tranquilizó Gareth—. Solo déjame entrar.
—¡Vete a la mierda! ¡No hay ninguna maldita manera…! ¡ah! —Nate
aulló cuando el segundo tentáculo se abrió paso dentro de él, su culo se
sentía en llamas mientras era rellenado de manera brutal. Se alejó de
Gareth y trató de patear los tentáculos, pero la cadena de repente se tensó.

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Estaba atrapado de nuevo. Agarró el collar alrededor de su cuello, tratando


de romperlo.
Gareth no hizo ningún esfuerzo por contener a Nate o evitar que se
resistiera. Con la forma en que se estiraron sus tentáculos, no tuvo que
moverse en absoluto para seguir jodiendo el agujero de Nate, golpeándolos
profundamente. Tomó turnos alternando cuál empujaba o moviéndolos
juntos como si fueran una masa gigante.
Nate no pudo quitarse el collar y atacar la cadena también terminó en un
fracaso. Los tentáculos lo estaban jodiendo lo suficientemente fuerte como
para que se sacudiera, así que se tumbó de espaldas con un gemido
frenético. Podía ver que su estómago se hinchaba cuando miró hacia abajo,
y susurró acaloradamente: —Jesús, jodido Cristo.
Gareth estaba inquietantemente callado mientras sus tentáculos
penetraban el trasero de Nate, y el tercero se deslizó hacia la boca de Nate.
—¡Joder, no! —Nate torció la cabeza e intentó escupirlo, pero aun así
se abrió paso hacia adentro. Se dio cuenta de que aún podía mover las
mandíbulas y mordió tan fuerte como pudo.
—Ohhh, sí —gruñó Gareth triunfalmente—. Ahí está… Sigue.
Muérdeme, perra.
Nate gruñó confundido y casi se atragantó cuando el tentáculo se deslizó en
la parte posterior de su garganta. Siguió mordiendo, pero era como tratar
de masticar un neumático. No creía que estuviera haciendo ningún daño
real, y a Gareth parecía gustarle.
Como… mucho.
Gareth estaba moviendo sus caderas, embistiendo el aire mientras gemía. —
Sí, sigue. Muérdeme más fuerte.
Nate estaba dividido porque ser lastimado es lo que justamente Gareth
parecía querer, y los tentáculos sondeando tan violentamente dentro de él
comenzaban a sentirse bien. Se sintió abrumado por una descarga de
adrenalina inquietantemente fría, y volvió a morder el tentáculo,

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sorprendido de lo excitado que se sentía al saber que a Gareth le excitaba


esta mierda.
Joder, y al parecer a Nate también.
Meció su cuerpo hacia abajo para montar los tentáculos que se retorcían en
su culo, y chupó alrededor del que tenía en la boca. La textura era nueva y
extraña, y pasó la lengua por cada ventosa. Incluso le gustaba cómo se
pegaban a él, y los pequeños chasquidos que soltaban le hacían
estremecerse. La familiar presión en su ingle estaba de regreso y era mucho
más insistente que antes.
Nate quería correrse.
Agarró su polla, acariciándose duramente con sacudidas frenéticas. Su pene
estaba babeando presemen, y su pulgar se deslizó a través de él y frotó la
humedad justo debajo de la cabeza. Se arqueó contra los tentáculos que
empujaban tan fuerte como podían, y sus piernas se tensaron cuando el
ascenso de un orgasmo se hizo inminente.
Aparentemente, Gareth estaba justo allí con él porque sucedió algo muy
inusual.
Los tentáculos dentro del trasero de Nate se hincharon y quedaron
atrapados, algo grande les impedía retirarse mientras cada uno de ellos
lanzaba una carga de fluido caliente dentro de él. La presión tan
abrumadora casi robó el clímax de Nate, y gimió miserablemente mientras
se esforzaba por superar la incomodidad. No, había estado tan cerca.
Había estado justo ahí.
Pero luego el tentáculo en la boca de Nate se hinchó, su lengua se movió
sobre un bulbo gigante de tejido mientras descargaba un torrente de semen
en su garganta. El bulbo era tan grande que quedó atrapado detrás de los
dientes de Nate y no había forma de sacarlo. La maldita cosa estaba
atascada, al igual que los dos tentáculos en su trasero.

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Nate no podía respirar y el dolor de los tentáculos hinchados era


demasiado. Entró en pánico, sacudiendo su cuerpo y gruñendo por la fuerte
quemadura que sintió al tratar de liberarse.
Gareth gimió felizmente, sus manos deslizándose sobre su propio cuerpo
mientras insistía, —Sí. Sigue. Ah, sí, sigue tirando, sigue.
Nate se volvió loco, pateando y girando con todas sus fuerzas. Los bulbos
continuaban sin moverse y sollozó, mordiendo el que tenía en la boca sin
piedad. Tirar de los tentáculos también debía estar lastimando a Gareth,
pero el bastardo seguía gimiendo como si fuera lo mejor que había hecho.
Hubo otro pulso caliente de fluido en la boca de Nate, y el bulbo del
tentáculo finalmente se encogió para que pudiera escupirlo. —¡Mierda!
¡Enfermo de mierda!
Gareth no se vio afectado por el insulto, tenía una amplia sonrisa. —Ah,
está bien. Realmente eres uno de los mejores polvos que he tenido. Abijah
sí que sabe cómo elegirlos.
Nate escupió lo que pudo de la corrida de Gareth o lo que sea que fuera eso,
y se limpió la boca. Sintió otra oleada de fluido dentro de su dolorido
agujero, y se apartó de los tentáculos con un gemido bajo. El collar todavía
no le permitía alejarse tanto como le hubiera gustado, pero al menos esas
cosas horribles estaban fuera de su cuerpo.
Y él seguía sin correrse.
Los tentáculos de Gareth regresaron a su cuerpo como el cable de una
aspiradora y luego estiró los brazos por encima de la cabeza. —¡Wow!
Mmm. Eso fue increíble. En serio —Se volvió para mirar a Abijah—. Este de
aquí es una clase especial de perra. Volveré a usarlo en el momento que
quieras.
Nate deseó haber escupido todo el desastre en la cara de Gareth.
—Anotado —dijo Abijah mientras se levantaba de su trono—. Ahora,
si me disculpan, todavía tengo que terminar de tomar una decisión.

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—Si no lo quieres, estaría feliz de quitártelo de las manos —Gareth


sonrió.
—Oh, estoy muy seguro de eso —Abijah espantó a los otros demonios
con sus garras—. Fuera.
Gareth le lanzó un beso a Nate antes de desaparecer, y Bob y Habbasi se
fueron sin decir una palabra.
Gracias a la mierda que se fueron.
Abijah se acercó a la cama y las sábanas se cambiaron por unas limpias en
un abrir y cerrar de ojos. De hecho, la cama en sí se transformó en una que
parecía un trineo, y el collar y las cadenas desaparecieron.
Nate estaba exhausto, adolorido y todavía zumbaba con la adrenalina de
luchar contra los tentáculos de Gareth. Miró a Abijah con cautela, sin saber
qué iba a pasar a continuación. —¿Y bien?
—¿Y bien qué? —Preguntó Abijah, ladeando la cabeza casi con
timidez.
—¿Qué diablos haces?
—Pienso.
—¿Sobre qué?
—Lo que te voy a hacer —Abijah sonrió.
Nate jadeó cuando fue volteado sobre su estómago, con las piernas abiertas.
—Oh, mierda. ¡Por Dios! ¿Otra vez?
—Esta es una decisión muy importante —Abijah lo regañó mientras se
deslizaba en la cama y se colocaba entre las piernas de Nate—. Tengo que
estar seguro —Inclinó la cabeza, frotando su larga lengua sobre el agujero
resbaladizo de Nate—. Oh, realmente hicieron un desastre contigo, ¿no es
así, amor?
—Vete a la mierda —Nate cerró los ojos, suspirando ruidosamente. La
lengua de Abijah realmente se sentía bien en su tierno ano, y la calidez era

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relajante. No sabía si estaba obligado a permanecer en esta posición porque


no intentó moverse.
Estaba cansado de luchar.
Y él realmente, realmente quería correrse finalmente.
Abijah le comió el agujero con lamidas firmes, empujando suavemente su
lengua y girándola alrededor de las sensibles paredes internas. Sus garras
amasaban las nalgas de Nate, y él gimió hambriento.
Nate se estremeció. Solo escuchar los pequeños sonidos húmedos que
Abijah estaba haciendo con su boca era una cosa obscena, y el placer era
innegable. Sorprendentemente, el dolor también estaba disminuyendo. No
sabía si la saliva del demonio tenía algunas propiedades mágicas curativas,
pero maldición si su trasero no se sentía mejor. Todavía estaba tierno y
abierto, pero el dolor desapareció bastante pronto.
Abijah pareció sentir eso, y se alejó, lamiéndose ruidosamente los labios. —
Vamos, amor. Un último intento, ¿sí? —Agarró las caderas de Nate,
levantándolo sobre sus manos y rodillas.
Nate apenas tuvo un segundo para acomodarse en la nueva posición antes
de que la polla gigante de Abijah empujara hacia adentro y él gimiera
felizmente. Sin el dolor que disminuyera la experiencia, podía concentrarse
solo en el placer total de tomar la gran polla de Abijah. —Dios… mmm…
Abijah movió sus caderas lentamente, jugando con él. —Oh, te gusta, ¿eh?
¿Te sientes bien, amor?
—Sí… —A Nate no le importaba lo destrozado que sonaba. Empujó
hacia atrás, hacia la polla de Abijah, soltando jadeos y gemidos—. Joder, es
tan bueno. Vamos. Dámela, ahora.
—Alguien se está poniendo bastante hablador, ¿no? —Abijah se
empujó hacia adelante.
— ¡Ah! ¡Joder! ¡Sí! —Nate gritó, todo su cuerpo sacudiéndose por la
fuerza de cada estocada. Estaba tan lleno y totalmente desesperado, y

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quería que Abijah lo follara hasta que lo hiciera correrse—. ¡Mierda! ¡Más
duro! ¡Por favor! ¡M-Mierda1
—Toma, amor —ronroneó Abijah—. Creo que querrás aguantar.
La cola de Abijah estaba de repente en la boca de Nate, tirando de sus
labios como un bozal. Gimió cuando Abijah lo echó hacia atrás con fuerza,
lo que obligó a la columna vertebral de Nate a curvarse y a su trasero a
arquearse. Gimió cuando Abijah lo folló con fuerza, sus cuerpos chocaron
violentamente. Era puro paraíso, cada embestida acercaba a Nate más y
más al borde del olvido absoluto.
Saliva le corría por la barbilla desde la cola que invadía su boca, y ni
siquiera le importaba cómo le rozaba las comisuras de los labios. La
posición creaba la fricción más deliciosa, y la polla de Abijah ahora estaba
golpeando los nervios que Nate ni siquiera sabía que tenía. Arañó las
sábanas, todo su cuerpo posando para ser devastado por completo.
—Oh, sí, amor —Abijah jadeó con voz ronca mientras follaba a Nate
con más fuerza—. Oh sí. Eres perfecto, ¿verdad? Absolutamente y
jodidamente perfecto.
Nate cerró los ojos para evitar que las lágrimas brotaran y sollozó, sus
sonidos amortiguados por la cola. Gimió emocionado cuando Abijah se
estiró para agarrar su polla, acariciándolo al mismo ritmo de las
embestidas. Dios, sí. Se iba a correr. Finalmente iba a correrse y nada iba a
detenerlo esta vez.
Gritó cuando finalmente lo golpeó, los estremecimientos de éxtasis se
desvanecieron demasiado rápido para que todo lo que había soportado
realmente valiera la pena. Se apretó en torno a la enorme polla de Abijah y
se empujó en su mano tratando de hacerlo durar, esperando que la
hipersensibilidad le invadiera pero eso nunca llegó. No, mierda, se estaba
corriendo de nuevo incluso más fuerte que la primera vez, y temblaba,
llorando sobre la cola que mantenía sus labios abiertos.
—Buena y pequeña mascota —gruñó Abijah, follando a Nate a través
de cada embriagador pulso de placer—. Eres tan jodidamente bueno... —

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Gimió, saliendo de Nate y frotando su polla alrededor de su agujero—. Aquí


vamos, justo así, justo así…
Nate maulló suavemente cuando sintió una salpicadura caliente de semen
en su trasero, y se quedó sin aliento cuando Abijah volvió a sumergirse para
entregarle el resto. Abijah retiró su cola y Nate inclinó la cabeza en un
gemido. —Joder, sí…
—Secundo eso: Joder, sí —Abijah gruñó mientras salía. Se rió entre
dientes sin aliento, trazando una garra por la hendidura del trasero de
Nate—. Te ver hermoso goteando así.
Nate no se atrevió a responder, aunque se quejó ruidosamente cuando
Abijah lo arrastró para acostarlo a su lado. Estaban uno frente al otro, con
las piernas entrelazadas, y Nate se inclinó en busca de un beso.
Abijah hizo una pausa, pero solo duró un momento antes de que estuviera
lamiendo la boca de Nate y acunando la parte posterior de su cabeza. —
Mmm delicioso.
Él no diría que era “delicioso” exactamente, pero Abijah tenía un sabor
único. Era agudo, cálido y le recordaba a cuando te pasas la lengua por los
labios después de nadar en el océano, pudiendo probar la sal.
Casi quería reírse porque había sido sal lo que lo había metido en este
embrollo.
—Estuviste fantástico —Lo elogió Abijah—. Voy a hacer de ti un
pequeño contenedor de semen.
—Estoy bastante seguro de que ya lo hiciste —Nate puso los ojos en
blanco y estiró las piernas—. Mm, maldita sea.
—¿Estás bien, amor?
—Cansado —Nate se rió—. Un poco jodido.
—¿Necesitas descansar? —Abijah arrastró una garra seductoramente
por su costado derecho.
—No, estoy bien. De hecho, me estaba preguntando…

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—Hey —Gruñó Bob, apareciendo de la nada y parándose al pie de la


cama—. Noticias de arriba.
—¡Mierda! —Nate se sobresaltó.
—Ugh, ¿qué? —Abijah lo fulminó con la mirada—. Estoy tratando de
tener un momento aquí con mi nueva mascota…
—Ganaron los paladines.
—Ah, mierda.
—¿Ganaron? —Nate se animó.
—Pensé que quizás tú y tu nueva mascota querrían saberlo —Bob
sonrió, al menos, la carne alrededor de sus dientes se movió en algo
parecido a una sonrisa.
—Gracias, Bob —Abijah se burló—. Qué amable de tu parte.
Bob se rió y desapareció.
—Los paladines ganaron —Nate miró a Abijah con el ceño fruncido—.
¿Eso qué significa?
—Significa que todos tus diminutos hermanos y hermanas mortales se
han salvado —dijo Abijah arrastrando las palabras—. Puedes regocijarte al
saber que la Tierra ya no es un infierno ardiente de delicias demoníacas.
Los malditos paladines probablemente borraron la memoria de toda la
población solo para asegurarse de que nadie tenga otra vez ideas de
convocar a uno de nosotros otra vez.
—Mierda santa. ¿Pueden hacer eso?
—Sí, los muy bastardos.
—Esperar —El corazón de Nate dio un vuelco—. ¿Esto qué significa
para mi…?
—Bueno, todavía estás aquí, ¿no? —Abijah sonrió—. Puede que los
paladines hayan salvado a todos los que están en la Tierra, pero tú no estás
en la Tierra… ¿verdad?

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—Eh —Nate se humedeció los labios y tentativamente acarició la


carnosa mejilla de Abijah—. No hay posibilidades de ser rescatado,
¿verdad?
—Muy pocas, amor.
—Supongo que eso significa que estoy atrapado aquí contigo.
—Oh, sí. —Abijah lo levantó sobre su pecho, frotándole la espalda
lentamente—. ¿Eso significa que tenemos un trato?
Nate entrecerró los ojos. —¿Vas a seguir tratando de robar mi alma?
—Gracias a tu preciosa actuación y a los elogios de mis queridos
amigos, me inclino a permitir que te aferres a tu preciosa alma... siempre
que continúes brindándome entretenimiento erótico.
—¿Eso quiere decir que tengo que seguir follando contigo y todos tus
amigos?
—Mm, he decidido que no me gusta compartir.
—Mejor.
—Prometo apreciarte, mimarte y joderte todos los días de la manera
más inhumanamente posible. Entonces, ¿qué te parece, amor? —Abijah
sonrió y sus ojos brillaron más—. ¿Te gustaría ser mi mascota?
Nate no necesitó mucho tiempo para pensarlo. Estaba atrapado aquí, y esta
era sin duda una forma de sacarle el mayor provecho a la situación (por no
decir que la única). Nunca más tendría que preocuparse por pagar las
facturas, hacer las tareas de la casa o cualquier otra mierda aburrida de la
vida adulta. Todo lo que tenía que hacer era seguir teniendo sexo con un
demonio caliente y, en cuanto a opciones, eso no pintaba realmente tan
malo.
—¿Y bien? —Preguntó Abijah.
—Tengo una pregunta.
—¿Cuál?

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—¿Puedes hacer esa mierda con tu cola en mi boca otra vez?


—Oh, supongo que sí. Cuando exactamente qui…
—Ahora mismo —Nate se humedeció los labios lentamente.
Los ojos de Abijah brillaron de nuevo. —Mm, pequeño descarado.
—¿Eso es un sí?
—Absolutamente —Abijah lo besó—. Mmm, el trato está cerrado,
mascota.
—No estoy seguro de si este es el mejor o el peor trato que he hecho.
—Oh. El mejor, sin duda —Abijah sonrió maliciosamente.
—Uh-huh. Por supuesto que un demonio diría eso.
—¿Estás listo para que tu precioso mundo mortal sea sacudido de
nuevo, amor?
—Puedes apostarlo —Nate respiró hondo—. Adelante, joder.

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DIA OCHO: FLORES

La gente del pueblo dice que un monstruo horrible vive en el bosque en


donde crecen las flores azules y, francamente, lo encuentro ridículo. Soy el
único que vive aquí, y soy hermoso.
Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales de
consentimiento extremadamente dudoso y relaciones sexuales
monstruosas con enredaderas y otras características similares a
las plantas.

La gente del pueblo decía que un monstruo horrible vivía en el bosque, y


Kofi pensaba que eso era ser malo. Si se encontraba a un monstruo
mientras estaba acampando, lo primero que iba a hacer era decirle lo
hermoso que era.
Habría estado feliz de encontrarse con alguien en este momento.
Kofi había estado deambulando por el bosque durante días, sin comida ni
agua, y todos sus suministros para acampar habían desaparecido. Se había
ido a dormir una noche y se despertó sin nada a excepción de su saco para
dormir. Si no hubiera estado durmiendo en él, muy probablemente también
habría desaparecido.

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Había encontrado un pantano que no recordaba haber visto en ninguno de


sus mapas, y siguió por la costa durante kilómetros con la esperanza de
encontrarse un muelle, tal vez algún barco o cualquier otro signo de
civilización.
No tenía ningún sentido. No entendía cómo es que se había ido a dormir
teniendo comida, agua limpia y su teléfono celular, y luego se había
despertado sin nada más que el estúpido saco de dormir.
Todavía lo tenía con él, todo enrollado y pesando sobre su hombro mientras
se arrastraba hacia adelante. Era de color naranja brillante, y esperaba que
si alguien lo viera a través de los árboles lo reconocería como una persona.
Una persona muy, muy pérdida que necesitaba ayuda con desesperación.
Llevaba dos días desaparecido. Seguramente alguien tenía que estar
buscándolo. Su familia y amigos ya tenían que haber notado que algo
andaba mal. Debería haber regresado a casa anteayer, pero aquí andaba,
dando vueltas en malditos círculos.
Espera, ¿eso significaba que había estado desaparecido durante tres días?
¿No dos? Mierda. Estaba empezando a perder la cabeza por la
desesperación. También estaba debilitándose más por momentos.
Seguramente moriría de hambre o de deshidratación, así que se atrevió a
beber un poco del agua sucia del pantano.
Después de eso, todo fue un borrón y nada.
Bueno, hasta el momento en que se despertó en una cueva.
Le dolía la cabeza y tenía náuseas. Estaba acurrucado en algo suave y
cálido, y sus ojos tardaron varios segundos en adaptarse a la extraña niebla
que había invadido su cerebro.
Lo primero que vio fue a sí mismo, y parpadeó varias veces antes de darse
cuenta de que estaba mirando un espejo: docenas de ellos, todos pegados a
las paredes y el techo de la cueva, la pequeña gruta en la que descansaba.

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Algunos de los espejos eran del tipo barato y plegables o como los que
venían en los pequeños kits de afeitado, uno era una combinación de cepillo
y espejo, y muchos más parecían provenir de automóviles. Algunos
parecían antiguos con marcos elaborados, tal vez incluso hechos de plata.
Era un poco desconcertante mirar a su alrededor y solo ver su propio rostro
observándolo de regreso.
Entre los espejos había enredaderas gruesas. Cubrían casi cada centímetro
de las paredes de la caverna, y Kofi se dio cuenta de que eso era lo que lo
estaba envolviendo. Eran muy suaves y aterciopelados, y se desenredó con
cuidado para poder sentarse.
La única luz que había allí parecía provenir de una serie de linternas
variadas, casi igual de variadas que la colección de espejos. Reconoció una
de ellas como la suya.
Estaba absolutamente seguro de que era suya porque tenía su nombre
escrito con cinta naranja adhesiva por encima.
Kofi quería intentar ponerse de pie, pero su cabeza seguía dando vueltas
con demasiada fuerza. No podía ver mucho dentro de la cueva, pero
definitivamente había un pasadizo. Tenía algunas palabras que había
seleccionado para decirle al ladrón que claramente había robado su equipo,
pero decidió que la mayoría de esas palabras deberían ser amables.
Después de todo, solo podía suponer que había sido el mismo ladrón el que
lo había salvado.
Hubo un cosquilleo en su mano, y miró hacia abajo para ver una taza hecha
con una hoja.
¡Estaba llena de agua!
La agarró y tragó, casi derramando el preciado líquido. Era dulce y fresco, y
eh, era un poco extraño que no hubiera notado la pequeña taza
anteriormente. Se lamió los labios y miró a su alrededor de nuevo, pero
siguió sin ver o escuchar ninguna señal de otra persona.
—¿Hola?

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La voz de Kofi resonó en el gran espacio y nadie respondió.


Bueno, genial.
Sintió otro cosquilleo y miró hacia abajo para encontrar otra taza de hecha
de hojas.
De acuerdo, eso definitivamente no había estado allí antes.
Vacilante, tomó la taza y dio un sorbo. Sabía tan bien y dulce como antes, y
todavía tenía mucha sed. Trató de beberlo un poco más despacio esta vez, y
siguió buscando en la cueva cualquier señal de vida.
Aparte de las plantas, no había nada más.
Cosa que, bueno, ¿Cómo es que crecían las plantas así en una cueva oscura?
—Esta mierda se está volviendo cada vez más rara.
Escuchó el débil eco de su propia voz, y nada más.
Bueno, genial.
Kofi decidió que era hora de intentar ponerse de pie, y fue entonces cuando
se dio cuenta de que las enredaderas que sostenían sus piernas no lo
soltaban.
Bueno, ahora eso sí era un problema.
Tiró de las enredaderas y descubrió que eran gruesas y duras, y que no
había forma de que pudiera romperlas con las manos. Trató de estirarse y
agarrar una de las linternas, pero estaban literalmente a centímetros de la
punta de sus dedos. No pudo evitar pensar que eso era bastante
convencional, y ahora se daba cuenta que no tenía una forma obvia de
escapar de la cueva.
Su aspirante a ladrón convertido en salvador ahora era más un
secuestrador.
Volvió a intentar romper las enredaderas, pero bien podrían haber sido de
acero.

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Mientras más tiraba y golpeaba contra ellas, más fuerte lo sujetaban.


Frustrado, se recostó y gritó tan fuerte como pudo. El eco sonaba horrible,
pero no le importaba. Había pasado de probablemente morir en el bosque
salvaje, a posiblemente morir en una cueva mientras estaba prisionero de
las malditas plantas.
Se pasó las manos por la cara y trató de pensar.
Gracias a las pequeñas y extrañas tazas hechas de hojas, al menos tenía
acceso a agua, por lo que no moriría tan rápido como se temía. Mordisqueó
una de las tazas vacías y descubrió que sabía a col cruda, así que decidió
continuar y comérsela. No tenía idea de qué tipo de planta era, pero estaba
desesperado por algo para comer.
Probablemente no fuera su decisión más sabia, pero resultó agradable por
fin tener algo llenando su estómago.
Las enredaderas que sostenían sus piernas no se movían, y notó que había
plantas separadas envueltas alrededor de cada una de sus piernas. Siguió
los zarcillos enroscados, tratando de averiguar de dónde venían. Ambas
parecían estar enraizados en el suelo de la caverna a través de pequeñas
grietas en la roca.
Tuvo la loca idea de tratar de desenterrarlas, pero no había forma de que
pudiera alcanzar.
Incluso retorciéndose y agitándose tanto como pudiera, no conseguía poner
su mano en ninguna parte.
La única esperanza que tenía ahora era que quienquiera que lo había traído
aquí regresaría en algún momento. Era difícil llevar un conteo del tiempo
sin su teléfono, y él nunca usaba reloj. Bien podrían haber pasado horas o
solo treinta minutos. No tenía ni idea.
Eventualmente, se cansó lo suficiente como para quedarse dormido. Estaba
dolorido por caminar durante tantos días y exhausto por la exposición a la
naturaleza. Durmió profundamente y podría jurar que esas grandes
enredaderas se enroscaron a su alrededor como un abrazo.

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Estaban tan cálidas…


Cuando se despertó de nuevo, se sintió extrañamente renovado y se
preguntó si tendría que ver con el agua de las tazas. Intentó sentarse, pero
ahora las enredaderas que cruzaban sobre su pecho se negaban a moverse.
Fabuloso.
Al menos podía mover los brazos y la cabeza, y escudriñó la cueva para
comprobar si había alguna evidencia de vida. No parecía que nadie se
hubiera pasado por allí, así que seguía estando solo.
A excepción de las enredaderas, que ahora parecían particularmente
interesadas en su pene.
Kofi pensó que se estaba volviendo loco, pero las malditas cosas estaban
presionadas contra su polla y podía sentirlas moverse.
¡Ahí! ¡Justo ahí! Lo volvieron a hacer. Las enredaderas se frotaban sobre su
polla. Era un deslizamiento suave, y no dolía en lo absoluto. En realidad, se
sentía bien, pero no quería ponerse duro por culpa de una maldita planta.
Intentó contar estalactitas y linternas, pensó en lo asqueroso que le había
sabido el agua del pantano, y también en aquella vez que lamió un insecto
en un desafío. Cualquier cosa para distraerse.
Nada ayudó.
Su pene se estaba endureciendo, y pronto estaba totalmente duro. La
fricción de las enredaderas no era suficiente para llevarlo al orgasmo, y
debatió la idea de alcanzarse ahí mismo y correrse rápido.
Después de todo, no había visto señales de nadie más aquí, por lo que las
posibilidades de que lo atraparan con la mano en los pantalones parecían
ser mínimas. Aun así, se atrapado masturbándose por su posible salvador
seguiría valiendo la pena, así que decidió intentarlo.
Relajándose, respiró hondo y alcanzó la bragueta de sus pantalones. Pudo
desabrocharlos, aunque todavía se sentía incómodo el estar inmovilizado
contra el suelo de esa manera. De una forma extraña, estar atado por las

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enredaderas lo estaba poniendo un poco caliente. Kofi no era ajeno a un par


de esposas, y esto no estaba muy lejos de algunas de las fantasías con
cuerdas con las que había soñado antes.
Excepto, ya sabes, el tema de que eran plantas.
Envolvió sus dedos alrededor del eje de su pene, acariciando rápido y
enfocándose alrededor de la cabeza. Quería correrse rápido, relajarse
durante unos minutos y luego tratar de pensar en otra forma de salir de allí.
Tal vez una corrida rápida era justo lo que necesitaba para despejar su
mente y pensar en un buen plan de escape.
Kofi frotó su pulgar sobre la raja, apretando y sacudiéndose más rápido,
respirando profundamente mientras sentía que el placer familiar se
acumulaba dentro de él. Más rápido, un poco más duro, hizo una pausa
para provocarse y luego volvió a hacerlo todo de…
Las enredaderas alrededor de sus caderas y piernas se tensaron,
extendiendo sus muslos por el suelo de la caverna.
—¡Mierda! —Kofi tuvo el ridículo impulso de aferrarse a su pene,
mirando entre sus piernas para ver lo qué estaba pasando.
Más enredaderas se habían fusionado, aparentemente proviniendo de la
misma roca que lo rodeaba, y se estaban amontonando una encima de la
otra, enrollándose en complicadas espirales hasta que comenzaron a tomar
una forma humanoide. Tenía cabeza, hombros y pecho, pero no tenía
brazos ni rostro. Todo era una masa enredada de plantas, y estaba mirando
a Kofi fijamente.
De acuerdo, era difícil saber si lo estaba mirando, ya que no tenía rostro,
pero su cabeza definitivamente apuntaba directamente hacia él.
—¿Q-qué carajo? —Susurró Kofi, todo su cuerpo congelado por el
terror. No podía escapar, y frenéticamente metió su polla nuevamente en
sus jeans mientras comenzaba a golpear las plantas—. ¡Hey, hey! ¡Déjame
ir! ¡Suéltame!

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La criatura vegetal no parecía moverse en lo más mínimo, y más


enredaderas se deslizaron desde su pecho para tirar de los pantalones de
Kofi.
—¡Oye! —Kofi se sacudió y apartó las enredaderas con un manotazo.
No se había vuelto a subir el cierre de los pantalones, y las enredaderas los
bajaron fácilmente para exponer su polla. Mierda, todavía estaba duro—.
No sé lo que estás pensando en hacer, ¡pero no! ¡N-O!
Una vez más, la criatura vegetal lo ignoraba o no lo entendía, pero tenía
mucha curiosidad por la polla de Kofi. Una de sus enredaderas se enroscó
alrededor de la base de su pene y apretó.
—¡Ow! ¡Joder! —Kofi gritó.
La criatura inclinó la cabeza y volvió a apretar, pero con más suavidad.
Kofi tragó saliva. Eso no se sentía tan mal, y no estaba seguro de lo que
estaba pasando. Esta criatura ciertamente tenía la fuerza para arrancarle la
polla si quería, y apenas esa pesadilla invadió sus pensamientos se encogió.
—Mierda, mierda, mierda, oh, mierda.
La criatura le dio otro apretón y tiró hacia arriba.
—Uh… ¿sí? —Kofi asintió torpemente.
La criatura tiró de nuevo e hizo un extraño ronroneo como si estuviera feliz.
—De acuerdo. Uh. Okey —Kofi vio como otra enredadera se unía a la
que ya tenía en su pene, acariciándolo con más confianza. Las enredaderas
se sentían más suaves que antes, y en realidad era algo agradable. Respiró
hondo varias veces, tratando de calmar su pulso frenético y no gritar ante la
locura absoluta de tener una planta monstruosa gigante masturbándolo.
¿Esta criatura fue quién lo rescató?
Tenía que ser el responsable de las copas de agua ya que claramente
estaban creciendo de él, y no parecía estar interesado en hacerle daño. Todo
lo que quería hacer en este momento era masturbarlo, y hombre, Kofi no
tenía idea de cómo explicaría nada de esto si alguna vez salía de este lugar.

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Se concentró en el agarre ceñido de la enredadera, gimiendo levemente a


medida que la tensión aumentaba. Se incorporó sobre sus codos para mirar.
Una pequeña burbuja de semen brillaba en la cabeza de su pene, y se
encontró diciendo: —Ahí lo tienes. Vamos, Cosa del Pantano. Mira lo
jodidamente mojado que me estás poniendo. Mmm, vamos, Baby.
Kofi siempre había sido un amante vocal y no sabía por qué empezó a
hablar de repente. Esta no era una situación normal, pero se sentía natural.
Podría ser por culpa de sus nervios, solo por tener algo que llenara el
inquietante silencio. Tal vez fue porque en realidad se perfilaba como el
mejor trabajo manual de toda su vida, y quería que el tipo planta lo supiera.
No es que supiera con certeza que se trataba de un macho, aunque su torso
era ancho, así que estaba haciendo algunas suposiciones. Como Kofi era
gay, pensar en la criatura como un chico lo hacía menos extraño.
Está bien, no, en realidad no, pero se dijo a sí mismo que sí.
Baby10, como había decidido llamar a esta criatura, se deslizaba más cerca
de modo que el amplio pecho que Kofi acababa de admirar presionaba
entre sus muslos. Baby no tenía piernas, de sus caderas para abajo
simplemente no existía nada porque todo estaba saliendo del suelo de la
caverna. Más de sus enredaderas estaban tocando ligeramente los
pantalones de Kofi, y comenzaron a tirar de ellos hacia abajo.
—¡Hey, hey! ¡Baby! —Kofi se removió—. ¿Pero qué haces? Estábamos
teniendo un momento agradable aquí, y tú, eh, lo estás haciendo un poco
raro ahora. Bueno, más raro de lo que ya es.
Baby siguió como si nada, y tiró de los pantalones y la ropa interior de Kofi
hasta las rodillas.
—¡Oye! —Kofi chilló—. ¡Baby! —Jadeó cuando las enredaderas de
Baby apretaron su polla, y comenzó a retorcerse cuando más de ellas
acariciaron sus pelotas y subieron entre sus…—. ¡Oh, Dios!

10
Baby que en español es Baby, cariño.

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Baby estaba jugando allí mismo con el culo de Kofi, acariciándolo


lentamente y dibujando pequeños círculos.
—Eso es como, ya sabes, un área para la tercera cita —lo intentó
débilmente. Empujó contra las enredaderas intrusas y gimió cuando Baby
agarró sus muñecas con más plantas—. ¡Oh vamos!
Baby no volvió a obligar a Kofi a ponerse de espaldas, pero con calma le
sujetó las manos a los costados para que no pudiera interrumpirlo. La
enredadera que estaba sondeando a Kofi parecía ser más gruesa que las
demás, o tal vez es que era una combinación de varias. Presionaban
directamente contra su agujero, buscando la entrada.
—Whoa, espera, ¡Baby! —Kofi se apretó de inmediato—. Uh,
necesitas, uh, ya sabes, ¿no hacer eso?
Baby ladeó la cabeza.
—Detente. ¿Por favor?
Baby asintió de repente como si entendiera, y retiró la vid.
—De acuerdo. Está bien, genial —Kofi sonrió, ahora convencido de
que habían logrado algún tipo de avance. Entonces, movió sus dedos
Baby—. Puedes volver a masturbarme si quieres. Eso fue muy agradable.
Me suscribiría.
Las líneas del rostro de Baby parecieron curvarse en una sonrisa, tal vez
imitándolo a él.
Kofi se estremeció cuando algo húmedo y viscoso de repente salpicó entre
sus piernas. Vio que una de las enredaderas tenía una especie de flor azul
que había florecido de la nada, y goteaba una savia espesa y clara; una savia
que ahora estaba sobre todo su cuerpo.
Baby se las arregló para lucir complacido consigo mismo y empujó la gruesa
enredadera contra el agujero de Kofi.
—Oh, mierda. ¡Oh, joder! —Kofi luchó tan fuerte como pudo,
sacudiendo la cabeza rápidamente—. Nope, no, ¡No! ¡Hey, baby! No

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hagamos esto. Heh, uh, no… ¡Oh, mierda! —La enredadera empujó y Kofi
gimió. La savia había lubricado el camino, y la enredadera simplemente se
deslizó dentro, empujando lentamente. Aquellas que envolvían su polla
apretaron y acariciaron haciéndolo estremecer—. Ohhh, Baby...
Baby siguió empujando dentro de Kofi con una sonrisa, o lo que fuera que
estaba haciendo con su cara, mientras agregaba otra enredadera en su
interior.
Kofi jadeó y cuando inhaló, las enredaderas se hundieron aún más y lo
hicieron gemir. Se hundió contra el suelo de la caverna, jadeando durante el
estiramiento. Se sorprendía de no estar sintiendo mucho dolor y
brevemente se preguntó si la savia tenía algún tipo de cualidad
adormecedora.
Por otra parte, Baby estaba siendo tan dulce con él. Solo estaba empujando
un poco a la vez, y parecía entender que no debía forzar demasiado al
mismo tiempo.
Kofi no pudo resistirse y cedió con un sollozo bajo. —Oh, justo allí, Baby.
Ahí. Se siente jodidamente bien. Oh, Dios... sí, Baby... ¡Sí...! ¡Mierda!
¡Destrózame entero!
Baby agregó más enredaderas y folló el agujero de Kofi más fuerte, más
rápido. Kofi deseó poder empujar hacia abajo para encontrarse con sus
frenéticas embestidas, pero no podía moverse. Dios, eso solo lo hacía todo
mucho más intenso. Todo lo que podía hacer era tomarlo, y no podía dejar
de gemir más y más fuerte para igualar el ritmo cada vez mayor de los
golpes.
Estaba seguro de que las vides de Baby estaban justo en su estómago, y
estaba tan lleno que quería gritar. Era celestial y demasiado y todo lo que
siempre había querido, todo a la vez.
Esto definitivamente no era parte de su plan cuando decidió irse de
campamento.

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Mientras Baby seguía follándolo, más de las pequeñas flores azules


surgieron de las enredaderas que conformaban su pecho.
Kofi no tenía idea de lo que eso significaba, pero era hermoso. Las flores
parecían revolotear como un pulso, y esperaba que Baby también estuviera
disfrutando de esto. —Sí, ¿te gusta, Baby? ¿Se siente bien? Dios, espero que
sea bueno. Joder, porque te sientes fantástico, Baby. Vamos. ¡Dame un
poco más, carajo! ¡Dame un poco más, Baby!
Baby lo estaba follando tan fuerte que todo el cuerpo de Kofi se sacudía
contra las enredaderas que lo sujetaban al suelo, y las vides que envolvían
su polla continuaban acariciando y acariciando…
—¡Ahhh, Dios! ¡Baby! —Kofi gritó en el momento que se corrió,
retorciéndose y tratando de mecerse sobre las gruesas enredaderas de Baby
que seguían dentro de él.
Baby emitió un sonido, una especie de gruñido, como si no se lo hubiera
esperado.
Kofi gimió felizmente y se dejó caer contra el suelo, sorprendido por lo
exhausto que se sentía. Ahora podía mover las manos y acarició las
enredaderas que todavía sujetaban su pecho. —Wow, Baby. Eso fue muy
bueno. Lo lamento, me corrí tan rápido, heh, pero supongo que puedes
tomarlo como un cumplido.
Baby se inclinó más cerca, su cabeza adquiriendo una apariencia más
humana gracias a un poco de vegetación bien colocada. —¿Bay-beh?
—Sí, ese eres tú. Baby —Kofi se retorció un poco mientras Baby salía
de él y soltaba su polla—. Lo siento. ¿Supongo que no sé de qué otra forma
llamarte?
Baby sonrió.
— ¿Te gusta eso? ¿Baby?
Baby asintió.

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—Está bien. Genial —Kofi palmeó las enredaderas—. ¿Podrías


dejarme sentar ahora?
Baby se apartó para darle un poco de espacio, y las enredaderas que
sostenían a Kofi se retiraron. Baby hizo una pausa para mirar el semen que
había quedado atrás en algunas de ellas, pero no parecía demasiado
preocupado al respecto.
Kofi se estiró y arregló sus pantalones, sentándose con un gemido. Miró a
su alrededor durante un largo momento. —Entonces, eh... ¿vienes aquí a
menudo, grandullón?
Baby inclinó la cabeza.
—Era un chiste —Kofi sonrió y extendió la mano para acariciar
algunas de las pequeñas flores azules—. Claro. Trabajaremos en eso, Baby.
Baby inclinó la cabeza hacia el otro lado.
—¿Estás aquí tu solo?
Baby gruñó y asintió con la cabeza.
—¿Tienes… tienes familia? ¿Algún otro, eh, persona planta? —Kofi
frunció el ceño—. ¿Realmente no hay nadie más?
Baby hizo un sonido triste y parecía estar mirando detrás de él.
Kofi no había podido mirar tras haber estado atado con las enredaderas, y
había asumido que se trataban de espejos u otras cosas que Baby hubiese
tomado de los campistas.
Estaba muy equivocado.
Era un mural de gente planta, de diferentes formas y tamaños, con
diferentes follajes y flores. Era impresionante a pesar de la obvia edad que
podría tener. Todas las plantas se habían desvanecido excepto una en el
medio. Era más pequeño que todos los demás y tenía unas florecitas azules
en el centro del pecho.
—¿Ese eres tú? —Kofi señaló—. ¿Ese es Baby?

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Baby asintió.
Kofi siguió mirando las figuras y luego se dio cuenta de que no se habían
desvanecido, sino que habían sido borradas. Frunció el ceño, miró a Baby y
preguntó en voz baja: —¿Se han ido todos? ¿Tu familia? ¿Tu familia se ha
ido?
—Fam-ee... ido —Baby hizo un sonido de tristeza—. S-olo.
—Lo siento —Kofi extendió la mano para tocar el pecho de Baby,
esperando que entendiera.
Baby ronroneó y las flores revolotearon de nuevo.
Kofi sonrió suavemente. —No estás solo, ¿de acuerdo? Puedes hablarme de
ellos. Las personas que perdiste. Así es como los mantenemos vivos.
Compartimos sus recuerdos.
Baby apartó la cabeza.
—Ya sabes. ¿Recuerdos? —Kofi no estaba seguro si Baby estaba
distraído o simplemente no lo entendía–. ¿Imágenes en nuestra cabeza de
personas que se han ido?”
—Ima. Geness —Baby miró hacia los espejos y señaló con la mano.
—Oh —Ahora sabía la razón de que Baby tuviera tantos espejos.
Desde este ángulo, todos los reflejos eran de Baby, de modo que parecía
haber una cueva entera llena de gente planta.
—¿Guardas todo eso para no sentirte tan solo? —El corazón de Kofi se
rompió por la pobre criatura—. Puedes fingir que todavía están todos aquí,
¿eh? —Frotó el pecho de Baby—. Esa es la cosa más triste y dulce que he
visto.
Baby inclinó la cabeza y algunas de sus flores se marchitaron.
—Sabes —Kofi dijo con cautela—. Me refiero a que ya no estás solo.
Ahora estoy aquí, Baby. No necesitas esos espejos. Puedes hablar conmigo
si quieres.

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Baby se levantó repentinamente del suelo de la caverna, ahora el orgulloso


propietario de un nuevo par de piernas y pies. Le crecieron brazos y manos,
los cuales ofreció a Kofi.
—Qué sucede, Baby? —Kofi frunció el ceño, pero se agarró a él y dejó
que Baby lo levantara.
Baby no dijo nada, enrollando algunas de sus enredaderas entre sus dedos
mientras lo conducía a través de un pasillo oscuro. Las pequeñas flores
azules brillaron, iluminando el camino mientras andaban juntos a través de
una cueva larga y húmeda.
—¿Adónde vamos, Baby? —Preguntó, un ligero temblor en su
estómago le hizo cuestionarse si seguir hacia lo desconocido al monstruo
vegetal con el que acaba de tener sexo, era lo más inteligente.
—Bay-beh —Baby continuó hasta que hubo luz más adelante.
Kofi tuvo que levantar la otra mano para protegerse los ojos, reconociendo
el resplandor como si fuera la luz del día. —Espera, ¿a dónde vamos? –
Frunció el ceño—. A menos que sepas cómo volver a la civilización, cariño,
me perderé por ahí otra vez.
—Bay-beh —Baby señaló.
Fue entonces cuando Kofi lo escuchó.
Un hombre gritando.
Y estaba llamando a Kofi.
—¡Oh, mierda! —Kofi soltó las manos de Baby y corrió directo hacia el
sonido. Fue solo cuando estuvo en la boca de la cueva que se detuvo y se dio
la vuelta—. Baby, gra…
Baby se había ido.
—…cias —El corazón de Kofi se apretó.
—¡Kofi! —La voz del hombre era más fuerte y no estaba solo.

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—¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí! —Kofi salió de la cueva y se interpuso en el


camino de un equipo de búsqueda bien equipado y muy emocionado.
Después de eso, todo fue un borrón salvaje: lo sacaron del bosque y lo
examinaron los médicos, le llenaron las vías intravenosas con líquidos y
finalmente tuvo su primera comida real en días, y muchos, muchos abrazos
de su familia y amigos. Descubrió que habían estado tratando de
encontrarlo durante todo ese tiempo, pero no habían podido hallar ningún
campamento o rastros de él, pero lo que había sido difícil saber por dónde
empezar.
Todos los médicos dijeron que su recuperación fue milagrosa, y no podían
creer que no hubiera muerto allí afuera durante todo el tiempo que estuvo
desaparecido.
Kofi no dijo nada sobre Baby y, en cambio, se jactó de sus locas habilidades
de supervivencia.
Cualquier cosa para asegurarse de que nadie sospechara de su amigo
especial.
Cuando Kofi anunció que volvería a acampar después de solo una semana,
todos sus seres queridos le dijeron que estaba loco. Les prometió que sería
más cuidadoso y que pronto estaría en casa sano y salvo.
Después de, ya sabes, tal vez una semana más o menos.
Kofi había estado mirando mapas de los bosques en los que se había
perdido y finalmente consiguió localizar la cueva. No aparecía en ningún
otro mapa excepto en uno antiguo que prácticamente se estaba cayendo a
pedazos y que había desenterrado en la biblioteca local. Lo que parecía una
C de costado con un poco de tinta salpicada al azar era en realidad el
marcador de una cueva.
Y estaba justo al lado de un gran pantano
Ahí es donde tenía que ir.
No había podido dejar de pensar en Baby y tenía tantas preguntas que
hacerle. Necesitaba volver allí tan pronto como fuera posible.

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Después de todo, había conocido al monstruo que vivía en el bosque y se


había olvidado de decirle lo hermoso que era.
El viejo mapa decía que la cueva se llamaba Fauces de Matsuri. Después de
más excavaciones en la biblioteca, se enteró de que llevaba el nombre de
una bruja que supuestamente vivió allí hace cientos de años. Kofi pensaba
que era extraño que no estuviera marcado en ninguno de los mapas más
nuevos, pero sospechaba que la superstición local había sido el responsable
de su eliminación.
Kofi salió temprano, cuando aún estaba oscuro. Había empacado liviano ya
que planeaba refugiarse en la cueva de Baby, pero se había asegurado de
traer un regalo especial. Era un espejo con un marco de plástico naranja.
Era una cosita barata que había encontrado mientras compraba nuevos
artículos para acampar, pero le hizo pensar en Baby había querido
obsequiárselo.
No tenía idea de cuánto tiempo se iba a quedar ahí. Honestamente, no tenía
ni idea de lo que estaba haciendo. Simplemente sabía que quería volver a
ver a Baby y no podía esperar para darle el mayor de los abrazos.
A medida que Kofi se adentraba más en el bosque, comenzó a notar que
algo no iba bien.
El bosque no se sentía tan tranquilo como antes, pero no era capaz de
señalar que era lo que estaba mal.
Vio que había algo de basura: un par de latas de refresco. Se arrodilló para
recogerlas y las guardó en su mochila para tirarlas más tarde.
Pero luego hubo más.
Mucho más.
Los senderos estaban pisoteados y cubiertos de basura, y había banderas de
neón de plástico atadas a estacas de metal clavadas en todas partes. Alguien
había tomado pintura en aerosol de color verde lima y había marcado unas
X gigantes en los árboles. Parecía que un equipo de demolición había

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venido corriendo por el lugar y tirado bolsas de basura a medida que


avanzaban.
Kofi agarró un trozo de papel que estaba atascado en una rama baja y jadeó
en cuanto se dio cuenta de que estaba mirando su propia cara.
Era un volante de personas desaparecidas.
Toda esta basura había sido del equipo de rescate que había estado
intentando encontrarlo.
Kofi no lo entendía en lo absoluto. Los profesionales nunca habrían hecho
algo así, dejándolo asumir que todo esto habría sido el trabajo de un grupo
de aficionados que querían ayudarlo y no tenían idea del tipo de daño que
habían hecho.
Cuanto más se acercaba a la cueva de Baby, peor se ponía y más
preocupado se sentía.
El miedo se había acumulado en su estómago y se convirtió en un duro
nudo, y en cuanto vio la entrada de la cueva, se echó a correr. También
había basura esparcida ahí, incluida una hielera vieja y un montón de latas
de cerveza.
Con una linterna en la mano, Kofi entró inmediatamente en la cueva. —
¡Baby! ¿Baby? ¡Hey! ¿En dónde estás?
Recordó el camino y no dejó de correr hasta que estuvo en la gran cueva
donde había conocido a Baby. Patinó hasta detenerse, jadeando
horrorizado por lo que encontró.
—Oh, no…
Las enredaderas florales estaban todas marchitas y de color marrón, y unas
de las más grandes habían sido pintadas con aerosol al igual que los árboles
de afuera. Se habían vuelto negras en donde la pintura había sido
absorbida. Los espejos estaban hechos añicos y la mayoría de las linternas y
otros artículos para acampar se habían ido.

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A juzgar por el olor y la forma en que estaba manchado el mural, alguien lo


había meado por todas partes.
—¿Baby? —Los ojos de Kofi ardían por las lágrimas, y se dejó caer
para cavar en el suelo frenéticamente.
No.
Baby no podía estar...
Kofi se negó incluso a pensarlo. Cavó en el suelo con sus propias manos,
encontrando raíces secas y más enredaderas encogidas. Continuó hasta
donde pudo, pero todo lo que encontraba parecía estar…
Muerto.
—¡No, no, no! —Kofi gritó frenéticamente, arañando la tierra hasta
que sus uñas arañaron la roca. No se detuvo hasta que las yemas de sus
dedos estuvieron en carne viva y sangrando, y se recostó con un gemido
derrotado—. No, por favor... no... no puedes irte.
Decidido, buscó en toda la cueva y revisó cada centímetro de las
enredaderas que pudo ver.
Esos imbéciles, quienesquiera que fueran, no podrían haber destruido a
Baby por completo. No, algo tenía que quedar. Kofi no había llegado tan
lejos para no volver a ver a su amigo especial.
Tenía que decirle lo hermoso que era. Él simplemente tenía que hacerlo.
Kofi cavó debajo de una pila de espejos rotos, sus dedos trazando una raíz
profunda. Siseó cuando un pedazo de vidrio abrió su palma, pero siguió
cavando y cavando. Algo tenía que quedar. Una hoja, una raíz, cualquier
cosa, ¡Allí!
Enterrada en lo profundo del cristal había una sola flor azul que brotaba del
diminuto zarcillo de una enredadera moribunda. Esa pequeña pieza todavía
era de un verde vibrante, y la flor se estaba marchitando.
—¿Baby? —Kofi susurró.

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La flor se estremeció y enderezó de inmediato.


—Oh, Baby. ¡Hey! —Kofi rió encantado—. ¡Hey! ¡Soy yo! ¡Soy Kofi!
Estoy aquí. ¡Regresé por ti! —Miró alrededor de la cueva en ruinas, y tomó
una decisión en ese momento. Sabía lo que tenía que hacer–. Está bien,
esto suena un poco loco, pero creo... ¿Creo que necesito sacarte de aquí?
La flor volvió a temblar y se extendió hacia la mano de Kofi.
Kofi tocó los pétalos con cautela, aterrorizado de lastimarlo, pero sonrió
cuando la flor le acarició los dedos. —Sí, Baby. No te preocupes. Voy a
sacarte de aquí.
No tenía idea de cómo transportar con seguridad una criatura vegetal
mágica, pero sabía que tenía que hacer algo y rápido.
Kofi agarró la hielera que había afuera, tirando la basura de adentro y
llenándolo con tierra de alrededor de la boca de la cueva. Vertió agua de su
cantimplora en el interior para humedecerla, y luego se apresuró a regresar
a lo que quedaba de Baby.
Podía ver dónde se estaba muriendo la enredadera y se encogió cuando la
rompió justo debajo de la sección ennegrecida. —¡Lo siento, lo siento, lo
siento!
La flor del Baby tembló y se marchitó de nuevo.
Kofi metió rápidamente la pequeña flor en la tierra dentro de la hielera, y
suspiró aliviado cuando vio que las nuevas raíces ya brotaban en espiral
para afianzarse. —Bueno, bien. Bien. Estarás bien. Te tengo.
La flor floreció y Kofi juró que estaba sonriendo.
Tan rápido como pudo, salió del bosque con la hielera en los brazos. Hizo
una nota mental para ponerse en contacto con el equipo de rescate local y
presentar algún tipo de queja. Sí, estaba absolutamente agradecido por el
rescate, pero los voluntarios o quienes fueran habían destrozado totalmente
el bosque y casi habían matado a Baby.
No es que Kofi fuera a compartir ese último detalle.

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No, tenía que proteger a Baby y mantenerlo a salvo. Nadie más podía saber
de él. Dios, probablemente lo llevarían a algún horrible laboratorio y
experimentarían con él. Eso no podía pasar.
Una vez que Kofi estuvo en casa, llevó a Baby a la parte trasera. No estaba
seguro de cuanta luz necesitaría, especialmente porque había vivido en una
cueva durante tanto tiempo. Optó por la luz solar indirecta, colocando
suavemente la hielera a la sombra junto a las puertas corredizas de vidrio
que conducían al patio trasero.
Kofi acarició la pequeña flor y prometió: —No te preocupes por nada, Baby.
Tú me salvaste y yo te salvaré a ti.
Tal vez fue su imaginación, pero la pequeña flor se estremeció en respuesta.
En los días siguientes, Kofi se convirtió en un padre de plantas dedicado.
Se aseguró de que Baby tuviera suficiente agua e hizo todo lo posible para
interpretar los movimientos de sus flores para saber cuánta luz solar quería.
A Baby le crecieron unas cuantas flores más, algunas hojas, y medía
alrededor de medio metro de altura en una semana. Kofi tomó algunas
perchas de alambre de su armario y las retorció en una barra para pegarlas
en el mostrador y que de esa forma Baby tuviera algo de apoyo a medida
que estaba creciendo.
Era un progreso, pero todavía estaba muy lejos de la monstruosa bestia
vegetal que alguna vez había sido, y Kofi no estaba seguro de si Baby alguna
vez se recuperaría del todo.
Pensó en regresar a la cueva para obtener más tierra nativa de Baby y mirar
si eso lo ayudaría. Recordó haber leído que era importante, pero espera,
no… quizás eso había sido sobre vampiros, no bestias hechas de vegetal.
A medida que pasaban los días, las preocupaciones de Kofi continuaron
creciendo mientras que Baby no lo hacía.
Hasta esa mañana.
Fue la mañana en que se despertó abruptamente porque había escuchado
un estruendo. Salió de la cama para investigar y descubrió que Baby se

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había apoderado de la mitad de la casa. Sus enredaderas se habían


arrastrado por el techo, las paredes, el sofá, y de alguna manera había
logrado pasar algunos zarcillos a través de las grietas de la puerta corrediza
de vidrio para enrollarlos alrededor de los muebles del patio exterior.
El golpe que Kofi había escuchado fue que Baby había golpeado
accidentalmente un reloj de pared de la cocina.
—Mierda —Kofi respiró, tenía los ojos muy abiertos por el asombro
mientras que observaba a su alrededor—. ¿Baby…?
Del sofá se levantó el familiar torso de Baby, y extendió dos gruesos brazos
hacia Kofi. —¡Koff!
—¡Baby! —Kofi corrió a sus brazos, abrazándolo fuerte entre risas—.
¡Oh, Dios mío! ¡Estaba tan jodidamente asustado! ¡No sabía si esto iba a
funcionar! ¡Mierda! ¡Estás aquí! ¡Estás bien!
—Koff… salva… Baybeh —Baby abrazó a Kofi y lo arrastró hasta el
sofá junto a él.
—Maldita sea —Declaró Kofi. Acarició las enredaderas y las hermosas
flores de Baby, sonriéndole—. Es tan bueno verte. No tienes ni una maldita
idea, Baby.
Las líneas del rostro de Baby definitivamente sonreían, y acarició el cabello
de Kofi con adoración. —Salva a Baybeh.
—Sí. Por supuesto. Solo lamento no haber podido ir antes…
—Tú… vino —Baby inclinó la cabeza hasta que su frente descansó
contra la de Kofi—. Tú vino.
—Sí —Kofi sonrió—. Lo hice.
—Koff salva Baybeh.
—Baby salvó a Kofi —Respondió fácilmente, trazando una de las
enredaderas floreadas del costado de la cara de Baby—. Eso nos deja un
poco iguales, sabes.

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Las enredaderas de Baby se enroscaron alrededor de la cintura de Kofi, y


dos de ellas fueron directo al dobladillo de sus pantalones. Se deslizaron
dentro, acariciando su suave polla y enrollándose alrededor de sus pelotas.
Sucedió tan rápido que todo lo que Kofi pudo hacer fue jadear y sacudir las
caderas hacia adelante. —¡Ah! Baby. Mmm. Oye, oye —Le palmeó en el
pecho—. ¡Mira, no tienes que agradecerme así! Y oye, ¿acabas de regresar
de entre los muertos? O, como, casi muerto, ¡oh! —La enredadera de su
polla se apretó—. ¡Baby!
—Gra. Cias —Baby envió más enredaderas para bajar los pantalones
de Kofi y apartarlos de su camino, manteniéndolo abrazado mientras lo
desnudaba.
Kofi gimió cuando las enredaderas se envolvieron alrededor de sus piernas,
caderas y cintura. Era como un abrazo cálido y familiar, y no podía creer
cuánto lo había echado de menos, o cuánto miedo había tenido de no volver
a sentirlo nunca más. Podría haber perdido a Baby para siempre, y el
pensamiento de repente lo hizo sentir frenético.
Se quitó la camisa por la cabeza y abrazó el cuello de Baby. —Dios, sí.
Vamos, Baby. Dámelo.
Baby recostó a Kofi en el sofá y sonrió. —Sí. Koff —De donde su cuerpo salía
del sofá, apareció un gran capullo. Estaba en el centro de lo que habría sido
el estómago de Baby, y era grueso, brillante y de un verde vibrante.
—Oh, ¿qué es eso, Baby? —La polla de Kofi ya estaba dura, y se
retorció con anticipación mientras el capullo seguía creciendo e
hinchándose justo en frente de sus ojos.
Ahora era casi tan largo como si antebrazo y la capa exterior se desprendió
para revelar un firme, grueso, jugoso...
¿Pistilo? ¿Estambre? Dios, fuera lo que fuera, era enorme. El cerebro de
Kofi se apresuró a nombrar la forma fálica que estaba mirando en ese
momento, y gimió cuando se dio cuenta de la intención obvia de Baby de
poner esa cosa gigante dentro de él.

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Kofi se sentó para tocarlo y envolvió sus dedos alrededor de la punta


puntiaguda. El pene vegetal o lo que sea que fuera, tenía un color azul claro,
solo un tono más pálido que las otras flores de Baby, y cuando Kofi lo
apretó, un líquido transparente brotó sobre sus dedos como si fuera una
esponja mojada que estuviera escurriéndose.
—Oh, dios mío —Kofi tenía que probarlo y se lamió los dedos con
entusiasmo. El sabor era dulce, como néctar de madreselvas. Gimió cuando
Baby lo empujó suavemente hacia atrás sobre el sofá—. Hay tantas
mamadas en tu futuro, Baby.
Baby inclinó la cabeza ante eso, y algunas de sus enredaderas probaron el
agujero de Kofi, mojándolo y luchando por presionar en su interior.
Kofi estaba feliz de recostarse y disfrutarlo, gimiendo alto y largo mientras
las enredaderas de Baby penetraban dentro de él. —Dios, te eché de
menos… mmm, pensaba en ti todo el tiempo, Baby. Me tocaba pensando en
ti y en esa maldita cueva. Joder, sí, eso se siente bien.
Baby gruñó, un pequeño sonido feliz, y las líneas de su rostro se curvaron
en lo que Kofi sabía ahora era su sonrisa. Baby empujó dos enredaderas
profundamente, diablos, tal vez fueron tres, y comenzó a embestir
lentamente. Más enredaderas abrazaron los muslos de Kofi y lo abrieron
ampliamente.
—Mmm, sí —Kofi cerró los ojos por un momento, permitiéndose
relajarse y sentir todo lo que estaba sucediendo, absorbiéndolo todo. Las
enredaderas de Baby eran fuertes, firmes, y amaba la facilidad con la que
Baby podía colocarlo de la manera en que él quería. Las enredaderas dentro
de su agujero se retorcían y empujaban, deslizándose sin esfuerzo gracias a
toda la savia…
Kofi pensó que era savia, pero no era tan pegajosa. Sin embargo, era
resbaladizo como el infierno y era un gran lubricante. Había tanto que no
entendía sobre Baby o cómo funcionaba su anatomía tan única. No es que
fuera a detenerlo ahora mismo para recibir una lección, pero no podía
evitar que su mente se tambaleara.

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Baby era la criatura más increíble que había visto en su vida, y aquí estaba,
haciéndole el amor a Kofi en su sofá.
—Eres tan increíble —dijo Kofi con un gemido, dando voz a la maraña
de pensamientos en su cabeza—. Eres tan, tan jodidamente increíble. Ni
siquiera sé lo que eres, tu verdadero nombre... pero Dios, no quiero que te
detengas. Por favor, no te detengas —Jadeó cuando las enredaderas
volvieron a retorcerse, y le encantó la forma en que Baby lo estaba abriendo
sus problemas. El estiramiento se sentía bien, caliente, y la pesada
sensación de estar tan lleno le daba ganas de correrse.
Baby le había dejado los brazos libres, y Kofi aprovechó al máximo para
tocar a su antojo. No había podido explorar mucho la última vez que
estuvieron juntos, y Kofi le hizo señas a Baby para que se acercara y así
poder acariciar su pecho y sus hombros. Las enredaderas que formaban el
cuerpo de Baby se sentían como músculos sólidos, y Kofi disfrutó de lo
aterciopeladas y firmes que eran.
Las enredaderas de Baby que estaban dentro del agujero de Kofi empujaron
con más propósito, follándolo más y más rápido, y él casi rio ante la oleaba
embriagadora de placer. Pasó los dedos arriba y abajo por los lados del
cuello de Baby, deslizándose entre las vides separadas que componían su
enorme masa para masajear suavemente.
El ronroneo que salió de Baby era alentador, por lo que Kofi lo hizo de
nuevo, moviendo los dedos entre las enredaderas de su cuello mientras
jadeaba ansiosamente. —Dios, sí, Baby. ¿Te gusta eso? ¿Se siente bien?
Mmm, sí. Quiero hacerte sentir bien a ti también. No puedo esperar a que
me metas esa gran polla vegetal en mí. ¡Mierda, Baby! ¡Mmm!
El ronroneo de Baby se había vuelto más fuerte y las enredaderas dentro de
Kofi se estaban retirando. Una se demoró, frotándose alrededor del borde
del agujero de Kofi y tirando de allí por unos momentos.
—No te preocupes –dijo Kofi con una sonrisa—. Puedo soportarlo.
Vamos, Baby —Movió las caderas y trató de empujar hacia abajo, hacia la

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gran polla de planta de Baby—. Vamos. Quiero sentirte tanto. Dámelo,


Baby.
Baby inclinó la cabeza, apoyando su frente contra la de Kofi y ronroneando
en voz baja.
Kofi sintió algo. No podía explicarlo del todo, pero era cálida y dulce, una
tierna sensación que le calentaba los ojos. Se le oprimió el pecho y casi se
sintió abrumado a medida que la sensación crecía en fuerza. Tenía que
venir de Baby, fuera lo que fuera, y Kofi de repente no pudo dejar de
sonreír.
Jadeó suavemente cuando la punta de la polla se deslizó dentro, húmeda y
chorreando mientras empujaba hacia adelante. La primera mitad se abrió
paso sin problemas, pero luego hubo resistencia. Kofi abrazó los hombros
de Baby para prepararse y mantener la conexión de sentimientos, y se
preguntó si iría en ambos sentidos. Trató de pensar en cómo se preocupaba
por Baby, lo bien que se sentía y cuánto lo deseaba.
En respuesta, Baby empujó con más fuerza y otros resbaladizos centímetros
entraron en él.
—D-dios, sí —Kofi gruñó, respirando profundamente y soltándolo con
lentitud mientras que Baby lo follaba. Podía sentir el fluido saliendo a
borbotones de alrededor de la polla de Baby, corriendo entre sus mejillas y
hacia el sofá. Se estaba acumulando debajo de su trasero mientras que Baby
seguía empujando, pero no podía encontrar las ganas para molestarse o
preocuparse.
La polla del Baby era increíble. Era un poco extraño al principio porque la
textura era única y había mucho de ese líquido, pero era espesa y caliente y
Kofi estaba temblando cuando el monstruo empujó los últimos centímetros
dentro de él, manteniéndola allí. El agujero de Kofi palpitaba débilmente, y
cada respiración hacía que la sensación de plenitud fuera aún más intensa.
—Baby… oh, j-joder… —Kofi acarició la nuca de Baby, tirando de las
enredaderas que sostenían sus piernas. Necesitaba fricción

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desesperadamente, y se retorció—. Necesito… mmm… por favor, necesito


moverme. Podemos…
Como si leyera la mente de Kofi, Baby reposicionó sus piernas a su
alrededor y ronroneó mientras comenzaba a embestir con fuerza.
—¡Ah! ¡Baby! —Kofi chilló, y apretó sus piernas alrededor de Baby con
fuerza—. Oh, mierda, sí.
Baby lo embestía, su gruesa polla brotaba con cada embestida, y sus
enredaderas salían en espiral de su cuerpo para atar a Kofi a él. Estaban
encerrados juntos mientras que Baby lo follaba, sacando su polla casi por
completo antes de volver a sumergirse dentro en una carrera mojada.
Kofi se sacudió y gimió, arañando a Baby y bajando las caderas para
aprovechar al máximo cada golpe feroz antes de que hubiera tantas
enredaderas que no pudiera moverse. Todo lo que pudo hacer fue gritar,
instando a Baby. —¡Dios! ¡Sí! ¡Joder! ¡Fóllame, Baby! ¡Dios, sí! ¡Mmm, te
sientes tan jodidamente bien! ¡Me encanta tu gran polla de planta! ¡Sí, así,
así, así! Mmm, vas a hacer que me corra, ¡sí! ¡Mierda! ¡Haz que me corra,
vamos, Baby!
Los ruidos del Baby eran mínimos, pero sonaba muy emocionado y feliz.
Sus ronroneos se convirtieron en pequeños gruñidos mientras lo follaba,
dándoselo exactamente de la manera en que él quería cuando lo quería.
Kofi no podía creer lo perfecto que era, y cualquier conexión emocional que
se estaba construyendo entre ellos rebosaba de alegría y felicidad.
Cuando Kofi quería más, Baby ya estaba levantándole las piernas sobre sus
hombros para embestirlo y dejarlo gimiendo y temblando. Ni siquiera tuvo
que decirle a Baby que estaba cerca de correrse. Baby simplemente lo sabía,
y envió enredaderas para enroscarse alrededor de su polla y acariciarlo al
ritmo feroz de sus caderas.
El orgasmo de Kofi fue mágico.
Realmente no había otra palabra para eso. Su piel quedó hormigueando
como si estuviera siendo bañada con chispas, su cabeza zumbaba

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deliciosamente y juró que se correría durante al menos un minuto seguido.


El propio clímax del Baby se sumó al placer, y Kofi jadeó cuando sus
entrañas se hincharon por una ráfaga de líquido en su interior, llevando su
orgasmo a alturas imposibles.
Mientras tanto, experimentaba ola tras ola de calidez y afecto, y era como
ser abrazado por un rayo puro de luz solar.
Mientras Baby desenrollaba sus muchas enredaderas del cuerpo de Kofi
para que pudiera moverse de nuevo, Kofi lo abrazó y lo besó en la mejilla.
Estaba agradecido por la fuerza en los brazos de Baby que lo sostenían, ya
que estaba seguro de que estaba a punto de flotar hacia el cielo en alguna
parte. Escuchar y sentir el chorro húmedo mientras Baby salía
definitivamente fue suficiente para llevarlo de regreso a la realidad, y Kofi
hizo una nota mental de que tenía que enseñarle más tarde a Baby acerca
de las toallas.
—Gra. Cias —Baby estaba acurrucado cerca, pero había movido la
cabeza hacia atrás cortando la conexión emocional—. Siento. Lo. Siento.
De-sastre.
Fue un poco desorientador sentir tantas cosas y luego cortarlas tan
abruptamente, pero Kofi se alegró de tener un descanso. Todo había sido
asombroso, pero igualmente abrumador, sin mencionar que su sofá sin
duda ahora estaba empapado.
—Hey, está bien —Kofi sonrió—. No te disculpes. Confía en mí. Valió
completamente la pena. Es una forma muy bonita de agradecer a alguien.
Yo debería estarte agradeciendo a ti, de verdad. Gracias, Baby. Eso fue
increíble.
Baby gruñó contento y abrazó a Kofi con fuerza.
—¿Qué diablos voy a hacer contigo? —Kofi se rió—. Mm. Supongo que
necesito conseguir una maceta más grande para tus raíces. Ya te estas
saliendo de esa hielera tan pequeña —Se enderezó—. Oye, ¿qué pasa con los
alimentos para plantas? ¿Fertilizante? ¿Te gustaría eso?

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Baby inclinó la cabeza.


—Claro. Quizás no. Eso podría enfermarte por lo que sé.
Baby se encogió de hombros.
—¡Antes de que lo olvide, te compré algo! —Kofi tuvo que
desenredarse del resto de Baby antes de poder levantarse del sofá, e hizo
una mueca al sentir como la descarga de Baby se escapaba de su interior—.
¡Está bien, espera! ¡Tengo que correr al baño y luego iré a buscar tu regalo!
Después de limpiarse y encontrar un par de pantalones limpios, Kofi tomó
su bolso de su viaje. No lo había desempacado tras su ida al bosque así que
sacó el espejo de plástico. Se apresuró a regresar a la sala de estar y le
presentó el espejo a Baby. —Aquí.
—¿Para... Baybeh? —Baby tomó el espejo vacilante, sus largos dedos
verdes se cerraron alrededor de él como si estuviera hecho de gemas
preciosas.
—Sí, es para ti —Kofi sonrió—. Pensaba que, ya sabes, podríamos
agregarlo a tu colección. Pero ahora que se ha ido, este podría ser el
comienzo de una nueva —Señaló la pared al lado de las puertas corredizas
de vidrio—. Como, justo allí. Podríamos colgarlo ahora mismo si quieres.
—Sí. Por favor. Por favor —Baby se levantó del sofá, formando un par
de piernas flacas que no parecían coincidir con su voluminoso cuerpo. Sus
pasos eran un poco torpes y Kofi lo interceptó rápidamente.
—Hey, hey. Con cuidado —Kofi envolvió su brazo alrededor de la
cintura de Baby y lo ayudó a llegar a la pared.
Lo único que había colgado allí antes era un calendario, y cuando terminó
el año, Kofi lo tiró y dejó el clavo. Observó a Baby colgar el espejo, usando
sus enredaderas para ajustarlo con cuidado. No pudo evitar abrazarlo y
sonreír a su reflejo. —¿Ves? Se ve genial.
Baby gruñó alegremente y acarició un lado de la cabeza de Kofi. Las líneas
de su rostro parecían una sonrisa, y se veía muy contento.

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—Eres hermoso —Dijo Kofi efusivamente—. ¿Lo sabes? Lo bonito que


eres.
—¿Her. Moso?
—Sí. Eres hermoso.
—Koff. Her. Moso —La voz de Baby era suave y se acurrucó alrededor
de Kofi, suspirando felizmente—. Koff Muy. Her. Moso. Koff Familia.
Baybeh no-solo.
—Así es —Kofi besó su mejilla—. Y nunca volverás a estarlo.
—¿Nun…ca?
—Nunca.

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DIA NUEVE: PSIQUIATRICO

Pasar veinticuatro horas en un viejo psiquiátrico para ganar un millón


parecía pan comido. Pero han pasado veintiséis horas y la puerta sigue
cerrada.
Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales no
consensuadas, relaciones sexuales de consentimiento dudoso,
elementos blasfemos y asesinato de personajes secundarios.

Cam pensó que pasar veinticuatro horas en un antiguo psiquiátrico por un


millón de dólares era una manera fácil de hacerse rico.
Pero después de veintiséis horas y de encontrar las puertas aún cerradas,
estaba comenzando a reconsiderar su decisión.
El anuncio que lo había traído hasta allí había sonado como a una estafa,
pero la pareja de ancianos con la que se había encontrado parecía muy
confiable. Su casa era literalmente una mansión, por lo que Cam no tenía
dudas sobre si tenían o no el dinero, y decidió intentarlo.
Todo lo que tenía que hacer era pasar un día en un edificio espeluznante y
sería millonario.
Claro, había historias sobre todos los pacientes asesinados en el lugar,
como hace cincuenta años y que por eso cerró, pero Cam no creía en
mierdas como esa.

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No se molestó en lo más mínimo cuando la pareja de ancianos lo encerró


con nada más que una linterna. Pensó que la parte más difícil sería no
comer durante tanto tiempo. Al menos tenía agua, y pasó la primera parte
de su aventura en el psiquiátrico buscando nuevas formas de apilar todas
las botellas.
Se sobresaltó una o dos veces cuando escuchó algún crujido o ruido
extraño, pero una búsqueda rápida siempre resultaba en nada.
Cam estaba solo en ese lugar y pronto sería un millón de dólares más rico.
Podría salir de su apartamento tipo estudio de mierda, comprar
comestibles sin preocuparse por sobregirar su cuenta bancaria y tal vez
encontrar un novio estable: pasar casi un año sin tener sexo era una total
mierda.
Después de encontrarse una cama mohosa en la que pasar la noche, se
despertó para tomar un desayuno compuesto por agua y decidió explorar
para no pensar en su estómago vacío.
El lugar no era tan malo durante el día.
Hacía décadas que no había sido ocupado, y sería un escenario excelente
para una película de terror. Encontró equipo hospitalario roto en
abundancia, montones de colchones y mucha, mucha basura.
Casi había esperado descubrir alguna especie de laboratorio diabólico y
secreto en donde el personal alguna vez había hecho experimentos con los
pacientes; pero lo más interesante que encontró fue un mapache
momificado.
Las horas pasaban, y era casi medianoche otra vez.
Hora de hacerse rico.
Esperó junto a las puertas delanteras, pero nadie vino.
Esperó un poco más y todavía seguía sin que nadie viniera.
La puerta aún estaba cerrada.
Eran las dos de la mañana, y Cam estaba furioso.

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Parte del trato había sido que no podía traer su teléfono celular. No había
electricidad, por lo que probablemente tampoco había esperanza de
encontrar algún teléfono fijo que funcionara. También le habían dicho que
no podía decirle a nadie lo que estaba haciendo hasta después de haber
ganado, y había estado tan emocionado ante la idea de hacerse rico que
estuvo de acuerdo, e incluso no se lo dijo a nadie.
Nadie sabía que estaba aquí y no tenía forma de contactar con el mundo
exterior.
Nuevo plan.
Iba a escaparse.
Las puertas delanteras eran gruesos monstruos de madera, y no había
forma de que pudiera atravesarlas. Estaban cerradas por fuera con cadenas,
lo sabía porque podía oírlas traquetear cuando sacudía las puertas. Fue de
ventana en ventana, pero todas tenían gruesos barrotes de hierro y las
paredes eran de cemento.
Mierda.
Tal vez algo le había pasado a la pareja de ancianos. Eran viejos, después de
todo. Todo esto podría ser solo un gran malentendido, y estaban llegando
tarde debido a alguna emergencia. Estaba absolutamente muerto de
hambre, pero al menos le quedaban unas cuantas botellas de agua para
sobrevivir mientras esperaba.
No es como si hubiera algo más que pudiera hacer.
Cam se dirigió a la pequeña capilla que había encontrado la noche anterior.
Había bancos faltantes, otros estaban rotos, y el púlpito estaba cubierto de
grafitis. Seguía habiendo una gran cruz colgada en la pared y un solo sillón
reclinable de vinilo rojo.
Optó por el sillón reclinable, pero rápidamente descubrió que la manija no
funcionaba. Empujó el bestial sillón hacia adelante hasta que pudo
descansar los pies en el banco más cercano. Estaba lo suficientemente cerca

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de las puertas delanteras para poder escuchar cuando la pareja de ancianos


finalmente vinera a liberarlo.
Si es que venían, dijeron sus sombríos pensamientos.
Bueno, era hora de un nuevo plan.
Podía arrancar parte del vidrio de las ventanas y gritar hasta que alguien lo
escuchara. El psiquiátrico estaba en las afueras de la ciudad, pero recordaba
haber visto una gasolinera a una o dos manzanas de distancia. Ya era
bastante tarde, por lo que decidió que podía comenzar con la Operación
Banshee11 a primera hora de la mañana.
Si eso no funcionaba, podría intentar iniciar un incendio o...
Hubo una fuerte ráfaga de viento y Cam se enderezó.
Su primer pensamiento fue que se trataba de las puertas de entrada
abriéndose y creando brisa de alguna manera, pero no había oído nada.
Asomó la cabeza por el pasillo y alumbró las puertas con la linterna.
Todavía seguían cerradas.
Qué extraño.
Derrotado, regresó a su sillón reclinable y descubrió que había sido movido
directamente frente al púlpito, de cara a la cruz que colgaba directamente
sobre él.
—¿Qué carajo? —Susurró.
Definitivamente había estado sentado en ese maldito sillón con sus pies
sobre uno de los bancos hacia solo un momento. No había oído que lo
movieran y no tenía una explicación de lo que acababa de suceder.
¿Tal vez había empujado el sillón hacia atrás cuando se levantó?
Claro, lo había empujado perfectamente frente al púlpito.

11
La “Operación Banshee”, suele ser un nombre código para un grupo policial que desmantela operaciones de
drogas a través de la infiltración.

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Como sea.
Cam ignoró el picor de la piel de gallina en su cuerpo y se dijo a sí mismo
que estaba siendo un tonto. Había una explicación lógica para esto, incluso
si no sabía cuál era.
Después de dejarse caer en el sillón reclinable, miró hacia el púlpito
destrozado y suspiró. Estaba cansado, hambriento y quería...
Algo lo agarró, caliente y abrasador, enroscándose alrededor de sus
muñecas y sujetándolo con fuerza.
—¡Qué mierda! —Cam gritó e instantáneamente trató de saltar hacia
adelante y salir de la silla, pero no pudo moverse. No podía sentir que nada
lo estuviera deteniendo físicamente, pero no tenía ningún control sobre su
cuerpo.
La sensación abrasadora viajó por sus brazos y sobre sus hombros, luego
lentamente se movió hacia abajo por su pecho. El pulso de Cam latía a
kilómetros por minuto en cuanto se dio cuenta de que era una sensación
distintiva que podía reconocer.
Era una mano, dos para ser exactos, acariciando su pecho y pinchando sus
pezones a través de la camisa.
—Estoy soñando —dijo estúpidamente—. Tengo que estar soñando.
Esto no es real. Me acabo de quedar dormido en esta silla de mierda, y me
estoy imaginándolo todo.
Había dejado caer la linterna y esta había rodado por algún lugar junto a los
bancos. Había todo tipo de sombras extrañas proyectadas sobre la pared a
su lado, y sus ojos buscaron en la luz algún tipo de forma o pista que
identificar al dueño de estas manos.
Pero no había nada.
No podía ver nada en lo absoluto, y sin embargo podía sentir esas manos
tan claramente como que estaba sin aliento.

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Estaban calientes, casi febriles, y los pezones de Cam se estaban poniendo


duros.
—Eres mucho más bonito que el último —Ronroneó una voz
masculina, un tono bajo y ronco que llenó toda la habitación.
Cam se estremeció, mirando a su alrededor para ver de dónde venía la voz.
Una vez más, no encontró nada que explicara lo que estaba sucediendo, y
trató nuevamente el mover sus extremidades para poder liberarse.
¿Qué significaba eso? ¿El último?, ¿Esto había pasado más de una vez?
—Me pregunto a qué sabrás —Continuó la voz—. Probablemente seas
delicioso.
—V-vete a la mierda, hombre —Cam pensó que la voz venía de
delante de él, y siguió buscando en el aire vacío señales de quién se trataba.
Su cerebro le estaba jugando una mala pasada con las sombras en el púlpito
porque sabía que no había nada allí, no había nada en lo absoluto, no había
ni una mierda:—. ¡Oh, Dios!
Una presión intensa y miserable se estrelló contra su culo, y él gruñó de
sorpresa y dolor. Algo estaba tratando de empujar dentro, y quemaba
horriblemente. No podía hacer que sus caderas se apartaran de ello, y no
había nada que pudiera hacer mientras la presión salvaje aumentaba, y algo
duro y caliente se deslizaba en su interior.
Era una verga. Cam había tomado suficientes de ellas para saberlo, y
definitivamente era una maldita polla lo que se abría paso en su cuerpo.
Aulló ante el estiramiento, siseando entre dientes y luego gruñendo, —¡Oh!
¡Hijo de puta! Mmph! ¡Detente! ¡Ahora mismo!
—No es posible —La voz se burló.
—¡Te voy a matar, carajo! ¡Te encontraré y te haré pedazos! —Cam
estaba furioso incluso cuando esta cosa continuaba violándolo. Gimió
cuando sus piernas fueron forzadas a separarse violentamente, y la polla
invisible dentro de él se hundió más profundo. Era grande y gruesa, y el
dolor era casi insoportable—. ¡Jode… te!

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—Cálmate, pequeño saco de carne —Esa cosa sonaba molesta—.


Relájate. Déjalo estar. No puedes detenerme.
Cam rugió enojado, y de nuevo trató de moverse para hacer que todo esto
se detuviera. Estaba siendo jodido por algo que ni siquiera podía ver, y todo
el sillón reclinable chirriaba por la fuerza de los crueles empujes. Su culo
estaba en llamas, y sus entrañas le dolían por haber sido abusado tan
despiadadamente.
Esa cosa estaba haciendo esto a través de su ropa y aparentemente sin tener
ni un cuerpo propio, y la mente de Cam se estaba tambaleando ante lo
absoluta locura de todo esto.
¿Qué era? ¿De dónde había venido? ¿Por qué diablos estaba lamiéndole un
lado de la cara?
Definitivamente era una lengua, larga y flexible como la de un perro,
deslizándose sobre la mejilla de Cam.
—Mmmm —La cosa suspiró feliz y lo lamió de nuevo—. Oh, sí. Muy
dulce.
Cam giró la cabeza para intentar apartarla y casi se atragantó cuando la
gruesa lengua se deslizó entre sus labios. —¡No... Joder...!
—Mmmph… —La cosa gruñó—. Sí... oh, sí... eres perfecto.
—¡Maldito! ¡Vete a la mierda! —Cam inhaló profundamente cuando la
agonía entre sus piernas dio un giro inesperado hacia el placer—. Oh, joder.
—Oh, sé que ese es el punto —La cosa se rio maliciosamente—. Mmm,
¿no es encantador? Mmm, sí, de hecho, sí.
Cam gimió y dejó de luchar. No estaba funcionando, y más bien se estaba
agotando. Tenía que mantenerse fuerte, mantener la calma y esperar la
oportunidad para escapar. La horrible polla dentro de él salió y empujó
hacia atrás con una suavidad aterciopelada, y el dolor casi desapareció.
Miró la pared y trató de contar sombras.

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A la cosa no parecía importarle, empujando su polla profundamente y


manteniéndola dentro durante unos tortuosos momentos antes de sacarla
otra vez entre pequeños gemidos codiciosos. Sus manos se movían por todo
el cuerpo de Cam, desde las caderas hasta los muslos, trazando cada
centímetro de su carne.
Cerrando los ojos, Cam deseó y rezó para que todo terminara ya. Su pene se
flexionaba dentro sus pantalones, y podía sentir como se estaba mojando.
Los empujones profundos de alguna manera presionaban justo contra su
próstata y golpeaban otras terminaciones nerviosas que antes ni siquiera
sabía que estaban allí. Contuvo la respiración, pero eso no ayudó a disuadir
las poderosas sensaciones que lo invadían.
—Mmm, ven aquí —Esa cosa levantó a Cam del sillón reclinable,
colocándolo sin esfuerzo encima del púlpito.
Cam se encogió cuando sus manos agarraron la cornisa y su cuerpo se
inclinó como una ofrenda al monstruo. Ahora no era más que un títere, y
solo podía bajar la cabeza avergonzado mientras la cosa lo poseía. Jadeó
cuando manos calientes bajaron sus pantalones y sus calzoncillos por los
muslos. Estar así de expuesto era peor que ser jodido a través de su ropa, y
reprimió las ganas de llorar.
La polla de esa cosa todavía estaba dentro de él, y le abrió las mejillas
mientras empujabas. —Oh, desearía que pudieras ver cómo te ves en este
momento. Tu agujero está muy abierto, saco de carne.
—Vete a la mierda —Cam escupió, gritando cuando la cosa se estrelló
contra él. Dios, como dolía. Estaba tan lleno que se quedó sin aliento entre
cada embestida brutal; nadie lo había follado de esa manera antes. La cosa
estaba acelerando ahora, lo que obligó a Cam a gemir y sollozar, y todo su
cuerpo se estremeció con la fuerza de los golpes inhumanos.
Había una nueva presión alrededor de su pene, el calor de una mano
acariciándolo. Era casi suave, un contraste sorprendente contra los
violentos embates.

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Cam inclinó la cabeza hacia atrás y respiró hondo varias veces,


concentrándose en el calor que rodeaba su pene. Pronto ni siquiera se sintió
como una mano, era casi como si estuviera dentro de una boca, húmeda y
resbaladiza. Era bueno, increíble incluso, y no podía creer los sonidos que
ahora salían de él.
—Ahí tienes, saco de carne —La cosa gimió—. Ahí tienes… sé un buen
saco de carne y simplemente ríndete… se siente bien, ¿hmm? Te gusta eso,
¿no? Apuesto a que eres una pequeña zorra sucia, ¿no?
Cam se negó a responder, ignorando las burlas y deseando poder abrir las
piernas. Se sorprendió cuando de repente pudo hacerlo, y se arqueó hacia
atrás encima de la polla de esa cosa, gimiendo en voz alta. No podía hacer
que ninguna otra parte de su cuerpo cooperara, pero podía balancear sus
caderas y colocar sus piernas en una posición más cómoda.
Y wow, el placer que le siguió...
Subió por su espina dorsal directo hacia su cerebro, haciendo que su visión
se tornara casi blanca y que su pecho se apretara. Le temblaron las piernas,
empujó hacia la cálida rareza alrededor de su polla y se movió hacia atrás
para encontrarse con los frenéticos embates. Estaba caliente, lleno, y la loca
presión dentro de él estaba a punto de estallar. Todos los músculos se le
tensaron hasta arder, no podía dejar de sollozar y ahí estaba, a punto de…
—Ahhhh, sí… —La cosa se estrelló contra él, se contuvo
profundamente y se detuvo—. Eso es, saco de carne… ahí lo tienes. Mmmm,
tómalo.
Cam podía sentir una espeluznante oleada de calor dentro de él, y lo que
sea que había estado trabajando en su pene ahora se había ido. Estaba
palpitando con la necesidad de correrse, pero no se atrevería a pedirle a esa
cosa que terminara el trabajo. Sufriría de bolas azules si eso significaba que
la cosa se detuviera.
Se encogió cuando la cosa salió de él y tiró de los lados de su agujero con los
dedos, y nuevamente perdió la capacidad de moverse. Al menos estaba
agradecido de que no pareciera que lo que sea que había sido descargado

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dentro de él fuera algo tangible, por lo menos no había nada que empujar
hacia afuera. Sin embargo, seguía disgustado.
La cosa zumbaba mientras jugaba con su agujero. —Ohhh, eso fue
divertido. Mmm, ¿me pregunto qué más puedo hacerte…?
—¿Déjame ir? —Cam sugirió débilmente.
La cosa se rio. —No.
—¿Qué es lo que quieres?
—Hacértelo hasta que salga el sol o me aburra, lo que ocurra primero,
y luego devoraré tu alma.
—Mierda —La sangre de Cam se congeló, y miró hacia la cruz sobre
él—. Dios, ayúdame.
—Dios no está aquí en este momento. Si lo desea, puede dejar un
mensaje después del tono —La cosa se inclinó más cerca y lamió la oreja de
Cam, susurrando cruelmente—. Beep.
—¡Vete a la mierda! ¡Enfermo de mierda! —Cam mordió el aire vacío
con los dientes, deseando poder agarrar a esta cosa y hacerlo pedazos.
Gruñó cuando lo levantó sobre la repisa del púlpito y comenzó a
desnudarlo—. ¡No! ¡Mierda! ¡Detén esto!
—Shhh. Silencio, mi pequeño saco de carne caliente —la cosa le
susurró al oído—. O no. Realmente no me importa, pero es molesto.
—¡Mierda! ¡Dios! —Cam observó cómo la cosa comenzó a arrojar su
ropa por todo el lugar, dejándolo solamente en calcetines. Sus piernas
estaban abiertas, y la polla de esa cosa se frotaba contra su agujero dolorido
a través del púlpito—. J-joder... ¿cómo... cómo diablos estás haciendo esto?
—¿Realmente importa? —La cosa se deslizó dentro y fuera
lentamente.
—¿Qué diablos eres?

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—Caliente12 —respondió la cosa mientras abría las piernas de Cam,


forzaba sus brazos detrás de su espalda e inclinaba la cabeza hacia la cruz—.
Listo. Así que puedes tratar de hablar con Dios si quieres.
—Vete a la mierda, tú… ¡ah! —Cam gritó cuando la polla de la cosa
empujó todo el camino dentro de él en un golpe rápido. Las manos calientes
estaban de vuelta y agarraron las caderas de Cam, meciéndolo hacia
adelante y hacia atrás como si lo estuviera montando.
Esto era una locura. Todo era una locura, y no podía ser real.
Cam gimió enojado cuando su cuerpo comenzó a rebotar hacia arriba y
hacia abajo sobre la polla de esa cosa, y cada embestida brusca lo hizo
gemir. Estaba siendo forzado a follarse a sí mismo más y más fuerte, y las
chispas de placer estaban regresando rápidamente. Juraba que esa polla se
estaba hinchando dentro de él, y el roce contra sus paredes más íntimas era
increíble.
Mantuvo los ojos cerrados, no queriendo mirar la cruz, y eso ayudó con la
confusión de ser jodido por algo que no podía ver. Casi podía distinguir la
sensación de un cuerpo fuerte y grueso chocando contra él a través del
púlpito, y el aliento que le cosquilleaba en la oreja provenía de una boca
grande y abierta. Las manos sobre él eran fuertes, grandes como guantes de
cocina, y los dedos tenían garras afiladas.
Fuera lo que fuese esta cosa en verdad, era enorme.
Cam dejó escapar un gemido feroz cuando la cosa lo obligó a descender
sobre esa parte particularmente enorme de él, esa maldita polla, y se vio
obligado a mover sus caderas en amplios círculos. El estiramiento hizo que
sus ojos se humedecieran, y jadeó cuando el mismo calor húmedo de antes
regresó, chupando su pene con un sorbo audible.
La cosa le lamió la oreja en ese momento, lo que llevó a Cam a preguntarse
cuántas bocas u orificios o lo que sea que tenía.

12
Juego de palabras junto a la pregunta anterior.

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—Fuiste hecho para recibir pollas —Lo elogió—. Mmm, solo mírate.
Apuesto a que podrías enfrentarte a todo un ejército, ¿eh?
—¡Vete a la mierda y muere, o al menos vete a la mierda! —Cam no
pensó que sonaba tan desafiante como esperaba, pero era difícil sonar
como un tipo duro mientras estaba gimiendo como toda una puta.
—¿Qué se siente ser el juguete sexual de uno de los condenados,
hmm? —La cosa rió maliciosamente.
¿Los condenados?
Como... ¿un demonio?
Cam no estaba seguro de por qué, pero eso hizo que su polla se contrajera y
le dio la bienvenida al calor húmedo a su alrededor. Jadeó y lloró, dejando
que la cosa, o el demonio o lo que fuera, usara su agujero porque no tenía
otra opción, pero joder, nuevamente se estaba acercando.
—Mmm, te quieres correr, ¿no? —Esa cosa se burló, porque por
supuesto que lo sabía.
—S-sí —Cam gimió—. Por favor… yo…
—¿Tú qué?
—¡Yo haré cualquier cosa que quieras! —Cam suplicó, el impulso
subiendo y subiendo por él.
—Ya estás haciendo eso de todas…
—Pero lo disfrutaré —respondió Cam rápidamente, deteniéndose para
gemir cuando la cosa lo obligó a rebotar arriba y abajo sobre su pene
nuevamente—¡Vamos… vamos! ¡Mierda! ¡Tu polla se siente tan
jodidamente bien!
La cosa parecía estar considerando la oferta de Cam, y presionó. —Más.
—¡Fóllame duro, vamos! —Cam apretó los dientes—. ¡Quiero
correrme sobre tu gran y gorda polla! ¡Dios, eres tan jodidamente caliente!
¡Me encanta, vamos! ¡Mmm, te sientes tan bien! ¡Más! ¡Dame más!

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—Oh… eso es bueno… —La cosa se estaba estrellando contra él ahora,


sus garras clavándose en las caderas de Cam—. Qué agradable…
—¡Por favor, por favor, por favor, quiero correrme! ¡Solo quiero
correrme! —El calor y la fricción alrededor de la polla de Cam se estaban
volviendo abrumadoras, y no tenía idea de qué más hacer o decir, excepto
lo primero que se le ocurrió—. ¡Hazme tuyo!
—¡Ah! —La cosa se corrió repentinamente, sus caderas temblaron y
llenó a Cam de nuevo con una oleada de calor. Obligó a Cam a montarlo a
través del orgasmo, y en realidad sonaba sorprendido cuando resopló—.
Maldita sea.
Cam todavía se movía, pero la succión de su polla no se había detenido. No
se atrevió a esperar por un permiso, concentrándose en eso con todo lo que
tenía y poniendo todo su cuerpo en camino a su orgasmo. Ahí, mierda,
finalmente se corrió, y fue como si explotara una presa. Gimió, se retorció y
jadeó ante las borrosas secuelas. —Wow.
—Mmhm —La cosa salió de Cam y lo llevó de regreso al sillón
reclinable.
A Cam se le había dado control total sobre su cuerpo nuevamente, pero no
podía levantarse.
Después de todo, todavía estaba encerrado aquí. No había lugar al que ir.
Trató de mirar el aire vacío a su alrededor como si de alguna manera
pudiera rastrear a la cosa invisible, pero no tenía idea de dónde estaba
hasta que volvió a hablar.
—¿Cuál es tu nombre? —La cosa estaba justo a su lado, su lengua
lamiendo la oreja de Cam.
—Cameron Ville. O simplemente Cam —Cam se estremeció—. ¿Tú?
—Vermithrax.
—¿Qué maldito nombre es ese?
—Es el nombre de un demonio.

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—Entonces, eh, un demonio –Cam quería reírse histéricamente y se


aclaró la garganta para disuadir el impulso burbujeante.
—Sí.
—Me sorprende que no intentaras joderme con esa cruz.
Sonaba como si Vermithrax estuviera sonriendo. —Oh, la noche aún es
joven, saco de carne. Probablemente sea mejor no darme más ideas.
—Claro. Uh… —Cam se debatió sobre qué decir—. ¿Qué estás
haciendo aquí? ¿No tienes lugares demoníacos más geniales en los que
estar?
—Este lugar fue una vez un santuario religioso para los enfermos
mentales —Explicó Vermithrax como si estuviera hablando con un niño—.
Uno de esos pacientes era una poderosa bruja que me convocó para
ayudarla a escapar. Después de que se fue, me aburrí mucho y traté de jugar
con su compañera de cuarto. Pero la verdad es que no quería jugar
conmigo. Entonces, probé con otro paciente. Y otro. Y otro. Fue un gran
problema, ¿Me entiendes?
Cam se estremeció.
Todas las historias sobre los pacientes asesinados aquí empezaban a tener
sentido.
—Iba a jugar con el personal, pero luego señalaron tan sabiamente
que me quedaría sin gente con quien jugar si hacía eso. Entonces, hicimos
un pequeño trato. Ellos me seguirían trayendo nuevos compañeros de juego
y yo no iba a buscarlos. Incluso después de que cerraron el psiquiátrico,
continuaron trayéndome gente.
—El concurso —Cam se encogió—. ¿Fue todo mentira para que viniera
hasta aquí?
—Por supuesto. A los viejos Grace y Barney les encantan esa pequeña
mentira.

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Cam trató de no pensar en cuántos otros habían sufrido el mismo destino,


especialmente considerando que ninguno de ellos estaba presente para
hablar al respecto. "Pareja de ancianos ofreciendo sacrificios a demonios"
habría sido un titular memorable, y él asumió lo peor para las demás
víctimas.
—Los otros miembros del personal están muertos. Grace y Barney son
los únicos que quedan. Supongo que le pasarán la responsabilidad a un
nieto o algo así…
—Espera. ¿Por qué no me atacaste anoche? ¿eh?
—Oh, estaba muy ocupado.
—¿Haciendo qué maldita cosa? —Cam bufó.
—En este plano de existencia, estoy atado a este miserable edificio —
Vermithrax le respondió con un bufido—. Mi alma puede ir a otros reinos y
explorarlos libremente. Estaba haciendo, mmm, cosas demoníacas.
—Espera, si estás atado aquí, ¿por qué le dijiste al personal que irías
tras ellos?
—Para que me siguieran trayendo juguetes —Vermithrax se rio entre
dientes—. Los mortales son bastante crédulos.
—Claro.
—Ahora, ha sido divertido, pero me gustaría devorar tu alma para
volver a los dichosos otros reinos.
—¡Espera, espera, espera!
—¿Quieres una cogida más para el camino? Si me lo preguntas
amablemente…
—No, imbécil —Cam frunció el ceño—. Tengo un trato para ti. ¿Qué
tal si te sacamos de aquí, eh?
Vermithrax hizo una pausa. —¿Oh?

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—Necesitas estar atado a algo, ¿verdad? ¿Cómo este edificio? ¿Por


qué no yo?
—¿Serías mi recipiente? —Vermithrax estaba emocionado—. ¿De
verdad?
—Te daría una paliza el comerte mi alma —Cam mantuvo la cabeza en
alto—. Quieres ver lo que hay ahí fuera, ¿no? Déjame ser tu recipiente.
—Tu linda y pequeña oferta, aunque tentadora, solo está anticipando
lo inevitable.
—Eso dices —Cam respondió—. ¿Qué pasa? ¿Te asusta que encuentre
una forma de deshacerme de ti si salimos?
—Wow —Vermithrax se rio—. Tienes tanta suerte de que esté
aburrido.
El corazón de Cam latió con fuerza. —¿Eso es un sí?
—Solo si me dices que sí —Vermithrax suspiró soñadoramente—.
Cameron Ville, ¿me harías el honor de ser mi propio saco de carne
personal? ¿En la salud y la enfermedad, hasta que la muerte nos separe
cuando finalmente me coma tu alma?
—Sí.
—Ahora nos declaró saco de carne y demonio.
Cam cerró los ojos, preparándose para que el demonio entrara en su cuerpo
o lo que sea que fuera que iba a hacer. Cuando no pasó nada, abrió uno de
nuevo. —¿Qué? ¿Eso es todo?
—Eso es todo —Vermithrax besó su mejilla y luego lo lamió—. Vamos,
mi precioso saco de carne. Es hora de irnos.
—Alerta de spoiler —Cam se puso de pie y caminó para recuperar su
ropa—. Estamos encerrados aquí. La puerta principal está cerrada con
cadenas y hay barrotes en todas las ventanas.
—Déjamelo a mí.

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Cam no estaba exactamente seguro de qué podría hacer el demonio al


respecto, pero estaba contento de que al menos su alma no fuera
consumida. Sí, dejar entrar voluntariamente a un demonio en su cuerpo era
una locura total, pero le daba más tiempo para encontrar otra salida a este
lio tan miserable.
Los demonios podían ser exorcizados. Eso era una cosa. Tenía que ser real
porque Cam lo había visto en un montón de películas. Una vez que saliera
de este psiquiátrico, necesitaba investigar un poco. Seguía un poco
decepcionado por no ser millonario, pero estar vivo era un regalo
bienvenido después de todo lo que había pasado.
Cam se preparó para hacer una mueca cuando volvió a ponerse la ropa
interior, pero extrañamente no sintió ningún rastro del abuso que
Vermithrax le había infligido.
Algo debe haber estado expreso en su rostro porque el demonio dijo: —
Ahora eres mi saco de carne. Voy a cuidar de ti.
—¿Tú… sanaste mi trasero?
—Eso hice.
—Gracias. Creo —Cam terminó de vestirse, agarró la linterna y
caminó rápidamente hacia la puerta principal. La empujó y al igual que
antes, las puertas no se abrieron y pudo escuchar las cadenas del otro
lado—. ¿Ves?
—Pffft. Tan solo espera, saco de carne.
Los brazos de Cam se dispararon repentinamente, golpeando las puertas
con los puños con una fuerza inhumana. Las cadenas se rompieron y las
puertas se abrieron de par en par, una de ellas viéndose arrancada de las
bisagras y colapsando en un fuerte estruendo. —Mierda santa. ¿Tú hiciste
eso?
—Lo hicimos los dos, saco de carne —Respondió Vermithrax—. No
tienes idea de lo que somos capaces de hacer ahora que…
—¿Podemos volar? —Cam preguntó emocionado.

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—No. Eso es estúpido.


—Oh. ¿Pero somos súper fuertes?
—Sí.
—¿Podemos disparar rayos láseres de nuestros ojos?
—¿Qué tal si nos vamos, hmm?
—Claro —Cam salió y pasó por encima de la puerta rota, llegó a la
acera y se dirigió hacia su casa. La pareja de ancianos lo había traído hasta
ahí y él tenía que ir a buscar su auto—. Mierda. ¿Estás seguro de que no
podemos volar? Porque caminar va a apestar.
—No te preocupes —Lo tranquilizó Vermithrax—. Podemos pasar el
tiempo discutiendo todas las formas desagradables y emocionantes en las
que me vas a mantener entretenido.
—¿Oh?
—Mmhmmmm —Vermithrax tarareó alegremente—. Ha pasado
mucho tiempo desde que tuve un recipiente humano para jugar, pero la
novedad puede desaparecer con rapidez. Tienes que ser especialmente
creativo para divertirme.
—No te preocupes —Cam mantuvo la cabeza en alto—. Pensaré en
algunas cosas realmente jodidas… ¡Oh! —Hubo una presión repentina
contra su agujero—. ¿Qué carajo?
—Estoy aburrido. Vamos.
Cam se retorció cuando los dedos de Vermithrax comenzaron a deslizarse
dentro de él y lo hicieron tropezar. —¿En serio? ¿Aquí?
Vermithrax comenzó a meter y sacar sus dedos calientes. —Oh,
definitivamente.
—Por el amor de Dios —Cam hizo todo lo posible por seguir
caminando, sus pensamientos daban vueltas mientras trataba de ignorar

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los dedos de Vermithrax—. ¿A dónde vamos? ¿A casa? Porque casa suena


bien.
—Todavía no —respondió Vermithrax—. Quiero ir a ver a Barney y a
Grace.
—¿Te refieres a los imbéciles que me dejaron ahí para ser devorado
por ti? —Cam frunció el ceño con enojo—. ¿En serio?
—Estoy pensando en comerlos en tu lugar. Pensé en hacerlo una
muerte rápida ya que tuvieron la amabilidad de llevarte conmigo, pero…
¿Meh?
—¿Meh? ¿Qué diablos quieres decir con “meh”?
—Bueno, no es muy demoníaco si los mato misericordiosamente,
¿verdad?
—¡Espera, espera! —Cam hizo una mueca—. ¿Vas a matarlos?
—¿Creíste que iban a sobrevivir al proceso de ser devorados? —
Vermithrax se rió y sus dedos se retorcieron.
—¡Mierda! —Cam se tambaleó hacia adelante y casi se cae—. ¡N-No lo
sé!
—Que tonto eres, saco de carne —Vermithrax rió cruelmente—. ¡Esto
va a ser tan divertido!
—Diversión no es la palabra que yo usaría —Cam logró caminar hacia
adelante sin tropezar.
—Aww, ¿En dónde está tu sentido de justa indignación? ¡Esos
demonios sin corazón te dejaron para morir y salvar su propio pellejo!
—¡Sí, porque me dejaron contigo!
—Ah, yo, si, quien fue lo suficientemente amable para perdonarte la
vi…
—Solo después de que te ofrecí mi cuerpo.

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—Meh. Detalles —Vermithrax tomó el control del cuerpo de Cam y lo


condujo a girar hacia la derecha.
—Se supone que debemos ir a la izquierda —Argumentó Cam.
—La izquierda no conduce a la casa de Barney y Grace.
El estómago de Cam se apretó. —¿Realmente iremos allí?
—Wow, sí que eres lento. Toda belleza y sin cerebro, ¿hmm?
—Joder, eres un idiota.
—Demonio —dijo Vermithrax alegremente—. ¡Vamos, saco de carne!
Quiero sorprenderlos.
Cam no pudo evitar que Vermithrax impulsara su cuerpo hacia adelante, y
fue una sensación aterradora el no tener el control. Estaba totalmente
impotente. No podía mover ni uno solo de sus dedos meñique, pero al
menos Vermithrax había renunciado a jugar con su trasero, por lo que por
ahora mismo estaba siendo pilotado sin ser molestado.
Aunque estaba enojado con Barney y Grace por dejarlo morir, solo estaban
haciendo lo que sentían que tenían que hacer por Vermithrax. Esto
apestaba. No quería ver morir a nadie, pero no parecía que su nuevo
"amigo" le fuera a dar una opción en el asunto.
Si se trataba de las vidas de ellos o de la suya propia, Cam ya sabía lo que
elegiría.
Lo llenaba de vergüenza, pero… ¿qué más podía hacer?
No tenía forma de saber lo que Vermithrax haría cuando le ofreció su
cuerpo. Cam solo estuvo tratando de salvar su propio trasero en ese
momento. Y si lo hubiera sabido, no estaba seguro de que hubiera
cambiado su respuesta.
Mierda.
Ya era demasiado tarde.

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Pronto llegaron a un barrio muy de moda justo cuando salía el sol, y


Vermithrax los llevó a una casa grande con una puerta de color rojo
brillante. En lugar de golpear o hacer sonar el timbre, Vermithrax usó la
mano de Cam para extender la mano y agarrar la perilla.
Estaba cerrada.
—Oh, sí. Por supuesto. Como si fueran a tener la puerta de entrada
abierta para que un demonio venga a asesinarlos —Cam gimió.
Vermithrax sacudió el pomo.
—Ahí tienes, asegúrate de dejar algunas huellas dactilares mientras
estás en eso.
—Los demonios no dejan huellas dactilares —Regañó Vermithrax.
Giró el pomo dos veces y la puerta se abrió de repente.
—¿De verdad?
—Claro que no. Pero los sacos de sangre si lo hacen.
Cam gimió de nuevo cuando Vermithrax los condujo hacia la casa a
oscuras.
Había una luz encendida en la cocina y Vermithrax se dirigió hacia allí.
Barney y Grace estaban de pie junto a la encimera tomando café, todavía
envueltos en pijamas y cómodas batas.
No parecían felices de ver a Cam.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Exigió Barney—. ¿Cómo llegaste a
nuestra casa?
—Definitivamente no vas a obtener el dinero del premio —Grace
intervino—. ¡Ni un solo centavo, pequeño bastardo!
—Wow —Cam puso los ojos en blanco—. Me alegra verlos a ustedes
también.
—¿Cómo diablos salió? —Barney gruñó por lo bajo, mirando a
Grace—. ¿Cerraste la maldita puerta?

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—¡Por supuesto lo hice! No veo cómo… —Grace dio un paso atrás, y


sus ojos estaban muy abiertos mientras miraba a Cam con terror—. Dios,
no. No es él. Es esa maldita cosa. Esta aquí.
—¿Qué? —Barney se burló—. De ninguna manera.
—Oh, sí —Ronroneó Vermithrax en la voz de Cam, estirando la mano
para quitarle la taza de café a Barney y darle un gran sorbo—. Nuestro
querido Cam, aquí presente, es un joven muy creativo. ¿Qué puedo decir?
Me sedujo para que tomara el control de su delicioso saco de carne, y lo
primero que queríamos hacer era visitarlos a ustedes dos.
—Por favor, no —Grace retorció las manos—. ¡Podemos traerte más
gente con quien jugar! Podemos esforzarnos más…
—¡Atrás, maldito demonio! —Barney rugió mientras empujaba a
Grace detrás de él—. ¡No hay nada aquí para ti! ¡Hemos terminado de
servirte!
—Mmm —Vermithrax sorbió el café con más fuerza—. ¡Esto es
fantástico! ¿Qué le pusieron? ¿Es crema de avellanas? ¿Algún tipo de cosa
estacional?
—¿Me has oído? —Barney ladró—. ¡Es todo! Esto es el fin…
Cam observó horrorizado cómo Vermithrax destrozaba brutalmente la taza
en la cara de Barney. Café y sangre salpicaron por todas partes. Todavía
tenía un trozo dentado en el mango que tenía en la mano, y Vermithrax
golpeó al hombre con él una y otra vez.
Cam deseó poder cerrar los ojos, pero no había manera de evitar esa
carnicería.
Grace gritó histéricamente. —¡No! ¡Vermithrax! ¡Por favor, no!
Una gran rociada de sangre caliente golpeó la piel de Cam después de que
Vermithrax apuñalara a Barney en la garganta. Quiso vomitar.
Barney cayó sin vida al suelo en un montón de sangre.
Grace gimió y se giró para salir huyendo.

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Pero, Vermithrax era demasiado rápido. Él la alcanzó en un abrir y cerrar


de ojos y la sujetó contra la pared junto a la nevera, exigiendo: —¿Es crema
de avellana, Grace? ¡Dime!
—¿Q-qué? —Grace gimió entre lágrimas.
—El café —dijo Vermithrax arrastrando las palabras—. ¿Usaste crema
de avellana?
Sus ojos se abrieron de par en par. —¿S-sí?
—Ah, lo sabía —Vermithrax sonrió antes de romperle el cuello.
Después de que su cuerpo golpeó el suelo, Cam recuperó el control.
Inmediatamente retrocedió y sus pies resbalaron en la sangre de Barney
mientras intentaba salir corriendo de la cocina. —¡Oh, mierda! ¡Joder!
¡Mierda!
—Cálmate —Vermithrax sonaba como si estuviera poniendo los ojos
en blanco—. No me los he comido.
—¡Los mataste, maldición!
—¡Ah! Pero no los comí. Lo hice por ti, saco de carne.
—Mierda —Cam gruñó cuando Vermithrax detuvo su escape hacia la
puerta, quitándole el control—. ¿Ahora qué? ¡Están muertos! Salgamos de
aquí, por el amor de Dios.
—Quiero más café —Vermithrax hizo girar el cuerpo de Cam hacia la
cafetera, obligándolo a pasar por encima del cuerpo sin vida de Barney—.
Ahora, ¿En dónde está esa crema? Hmm.
—No puedes hablar en serio.
—Muy serio, saco de carne. Me gusta el café. Solía haber café en el
manicomio cuando la gente todavía trabajaba allí.
—Sí, antes de que los asesinaras a todos —Cam hizo una mueca
mientras veía a Vermithrax usar sus manos para servirse una taza de café
recién hecho.

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—Una de mis antiguas víctimas tenía una bebida de café helado en


una lata. Eso fue hace más de diez años —Vermithrax dirigió a Cam hacia la
nevera—. El café es una de las únicas cosas que me gustan de este mundo.
—¿Por qué simplemente no lo dijiste? Podría haberte traído café al
psiquiátrico o algo así. Ya sabes, en lugar de que te apoderaras de mi cuerpo
y asesinaras a la gente.
—¿En dónde está la diversión en eso, saco de carne? —Vermithrax
encontró la crema en la puerta de la nevera y se dirigió de nuevo a la
encimera en donde había dejado la taza de café—. Ah, listo.
La atención de Vermithrax centrada en el café significaba que Cam no tenía
que mirar a Barney y Grace. Eran solo puntos borrosos con el rabillo del ojo
ya que el demonio estaba ocupado mirando la taza.
Sin embargo, era imposible evitar la sangre en sus manos.
Ugh.
Al menos el café estaba bueno.
—Delicioso —Ronroneó Vermithrax antes de sorber ruidosamente la
última gota. Con descuido arrojó la taza vacía sobre su hombro, haciéndola
añicos contra la pared del fondo.
Cam recuperó el control de su cuerpo y se apoyó sobre la encimera. Tenía
miedo de moverse. Aquí estaba a salvo. Aquí, él simplemente podía mirar la
luz roja de la cafetera.
Roja como toda la sangre...
Mierda.
—¿Ya podemos irnos? —Preguntó Cam apresuradamente.
—Casi. No hemos terminado de celebrar —Vermithrax todavía estaba
cerca a juzgar por la proximidad de su voz, y sus dedos palparon el agujero
de Cam.
—Joder, no puedes estar hablando en serio —Cam hizo una mueca.

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—Oh, pero lo hago.


Cam jadeó cuando su cabeza fue empujada hacia abajo sobre la encimera, y
los dedos de Vermithrax fueron reemplazados por su enorme polla.
—Ya obtuve mi café y asesinato del día, así que realmente solo hay
una cosa que podría mejorarlo, un saco de carne —Vermithrax se empujó
dentro con una rápida embestida—. Ah, justo así…
Cam gritó, arañando la encimera mientras que Vermithrax forzaba su
cuerpo a abrirse con tanta crueldad. No dolía tanto como antes, y no sabía
si eso era un gesto amable e intencional o el resultado de haber sido
poseído.
Vermithrax tiró de los pantalones de Cam hacia abajo sin necesidad de
sacarlos, apretando una y otra vez su trasero mientras lo follaba. —Mmm,
¿qué tal esto, saco de carne?
—Excelente —Cam apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza.
—Oh, ¿qué pasa? —Vermithrax se estrelló contra él con fuerza—. ¿No
te estás divirtiendo?
El olor a sangre era espeso en la nariz de Cam, y soltó un gruñido ante la
fuerte embestida. —Solo hazlo. Terminar con esto. No me siento bien.
—¿Qué pasó con el “Quiero correrme en tu polla gorda y grande” y
todo eso? —Vermithrax parecía decepcionado, pero no dejó de joder a Cam.
Empujaba más y más profundo y se sostuvo, apretándole las caderas con
crueldad—. ¿Mm? “¿Te sientes tan bien, dame más?” ¿Te suena?
Apretando los dientes, Cam siseó en una respiración profunda y trató de
relajarse contra la intensa presión dentro de él. La sangre le estaba
revolviendo el estómago, y desde el ángulo en el que estaba podía ver los
pies de Grace junto a la nevera. Barney estaba justo detrás de él, y sus
zapatos estaban resbalando por la sangre.
—¿Y bien, Saco de Carne? —inquirió Vermithrax.

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—Oh, lo siento —Cam se quejó—. Se siente un poco cadavérico por


aquí. Realmente no se siente muy romántico.
—¿Debería encenderte algunas velas?
—Algo de Barry White sería genial —Cam jadeó cuando sus
pantalones y ropa interior de repente bajaron hasta sus rodillas, y su rostro
se calentó. Vermithrax estaba haciendo esto para humillarlo, justo como
antes, y lo odiaba.
La vergüenza hacía hervir su sangre, y el calor de su rostro se extendía
hasta su cuello y su pecho. El subidón hizo que su pene se pusiera medio
duro, y se obligó a sí mismo a ignorarlo. Esta vez no quería darle a la
satisfacción a Vermithrax, incluso cuando su cuerpo lo anhelaba.
Arrastrando sus garras por las nalgas de Cam, Vermithrax se burló: —¿Qué
tal si canto para ti, hmm? Conozco algunas quintillas muy encantadoras —
Las apretó y las separó, antes de empujar hacia adelante.
Cam gruñó y puso los ojos en blanco, quejándose: —¿Es enserio? ¿Usar mi
cuerpo como tu Fleshjack personal y asesinar gente no es suficiente
tortura? ¿Ahora vas a cantar?
—¡Oh, mi pequeño saco de carne se está volviendo tan bocón! —
Vermithrax se rio—. ¿Te haría feliz un cambio de ambiente?
—¿Qué tal si…?
—¡Excelente! —Vermithrax se apoderó del cuerpo de Cam y lo envió
arrastrando los pies fuera de la cocina hacia el otro lado de la casa.
Cam no tenía idea de cómo Vermithrax podía ver con todas las luces
apagadas, pero llegaron a un dormitorio sin tropezar con nada a pesar de
que sus pantalones todavía estaban alrededor de las rodillas y que se
movían en total oscuridad. Solo supo que era un dormitorio después de que
Vermithrax encendió las luces, y Cam hizo una mueca hacia la cama con
sabanas de flores frente a él.
Ni siquiera la habían tendido todavía.

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—¿Hablas enserio? —Exigió—. ¿Quieres folla aquí? ¿En su cama?


—¿Por qué no? —Vermithrax rió cruelmente—. No la están usando.
—Joder, sí que estás enfermo.
—Gracias —Vermithrax dejó que Cam recuperara el control de su
cuerpo, pero lo empujó hacia la cama—. Ponte bueno y cómodo para mí.
—¿De verdad? —Cam bufó.
—Estaría más que feliz de llevarte de vuelta a la cocina con los
cadáveres.
—Bien —Cam se recostó en la cama y se quitó los zapatos. Antes de
que pudiera terminar de bajarse los pantalones y la ropa interior,
Vermithrax se lo arrancó y los arrojó al suelo. Cam gruñó cuando fue
empujado contra su espalda y sus piernas fueron abiertas.
—Ah... esto es agradable —Vermithrax empujó su pene dentro de
Cam, sus dedos con garras subiendo por los lados de sus muslos—. Mira.
Nuestra primera vez en una cama. ¿Ves? Sí puedo ser muy romántico.
Cam no iba a señalar que era la cama de la pareja que Vermithrax acababa
de asesinar, mucho más centrado en la enorme polla que lo estaba
abriendo. Cada embestida profunda lo hizo gemir, y arañó el edredón
arrugado debajo de él. Todavía era muy extraño ser jodido por algo a lo que
no podía ver, y cerró los ojos queriendo ver si eso lo ayudaba en algo.
Si bien alivió la desconexión entre sentir algo invisible, no hizo mucho para
disminuir la incomodidad de la polla gigante de Vermithrax chocando
contra él. Vermithrax estaba siendo tan cruel como antes, follándose a Cam
sin importarle en absoluto si le estaba haciendo daño. Hizo todo lo posible
por respirar a través del dolor punzante y luchó por cerrar los muslos para
protegerse un poco.
Vermithrax no pensaba permitir nada de eso, y en su lugar levantó las
piernas de Cam y las dobló, doblándolo a él casi por la mitad mientras
continuaba embistiendo sin piedad. —Mmm, ¿qué pasa, saco de carne? ¿No
la estás pasando bien?

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—Jode…te —Cam sollozó ante un embate particularmente malo, y se


giró hacia donde pensaba que estaba la cabeza del demonio. Por supuesto,
su puño atravesó el aire y dejó escapar un gemido cuando Vermithrax le
golpeó el trasero.
—Saco de carne travieso —Se rio entre dientes y volvió a azotarlo justo
en el mismo punto.
Los destellos de dolor hicieron que Cam se tensara, y odió cómo eso lo hizo
apretar sin darse cuenta la polla de Vermithrax y gemir. Su trasero estaba
ardiendo al rojo vivo, y estaba seguro de que los dedos de Vermithrax le
habían dejado moretones. A su polla no parecía importarle en lo absoluto, e
hizo una mueca cuando sintió que se estaba poniendo duro otra vez.
Ahora, Vermithrax estaba haciendo algo, inclinando su cuerpo de una
forma que hizo que su polla se sintiera más grande y gruesa. Cam se hundió
contra la cama con un gemido. Ahora se sentía bien, realmente bien, y jadeó
cuando la cama chirrió por la fuerza de los embistes de Vermithrax.
Un delicioso escalofrío recorrió el pecho de Cam, le subió por el cuello y le
llegó a la cara. Dejó sus pezones duros, su piel enrojecida y gimió
entrecortadamente. No se suponía que se sintiera tan bien. No se suponía
que le gustara.
—Ah, ahí está —Vermithrax arrulló con deleite—. ¿Ahí está mi
pequeña zorra… —Lamió un lado de la cara de Cam y disminuyó la
velocidad—. Justo ahí…
Cam estaba temblando, y ahora ni siquiera le importaba el deslizamiento
caliente de la lengua de Vermithrax. El frote constante de la gruesa polla de
Vermithrax era perfecto, y los muslos de Cam temblaban contra el agarre
de sus garras. Estaba todo lleno, sudando y se había olvidado por completo
de los asesinados y de la sangre, y de todo, con excepción de esto: de ser
jodido contra el colchón y gritar como una estrella porno.
—¡Dios, sí! —Cam gritó mientras levantaba los brazos para apoyarse
contra la cabecera que no dejaba de traquetear—. ¡Mierda! ¡Mmm, si!
¡Dámelo todo! ¡Mierda!

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—Oh, me encantan los pequeños y hermosos sonidos que haces —


Vermithrax gruñó—. Dime, saco de carne. ¡Dime lo bien que se siente ser
destrozado por uno de los condenados!
—¡Tan jodidamente bueno! ¡Es tan bueno! ¡Es tan bueno! —Cam
cantó frenéticamente. Sollozó cuando sus rodillas tocaron su pecho y la
polla de Vermithrax estaba tan dentro de él que sentía como si todo se le
traba cuando tomaba una respiración. Era una presión intensa, una fricción
deliciosa, y amaba absolutamente cada jodido segundo.
Vermithrax rugió, un aullido terrible que hizo temblar las ventanas,
mientras se follaba a Cam a un ritmo inhumanamente rápido hasta que
perdió la coordinación con violencia. —¡Ah! Mmm, mi hermoso saco de
carne… sí… ¡joder, tómalo! ¡Tómalo todo!
Cam gimió cuando volvió a sentir la espeluznante ráfaga de lo que sea que
Vermithrax liberaba cuando se corría, y el nuevo aumento de la presión
dentro de su cuerpo hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas. Era casi una
agonía, y necesitaba correrse, necesitaba correrse o iba a perder la cabeza.
—¡Por favor, por favor, por favor…!
—Sí, mi pequeño saco de carne —Vermithrax todavía estaba
enterrado dentro del cuerpo de Cam, pero le bajó las piernas y agarró su
polla—. Córrete para mí. Déjame oírte decir mi nombre. Que sea mi nombre
en tus labios mientras sucumbes al éxtasis.
Cam quiso poner los ojos en blanco ante la orden tan ridícula, pero estaba
demasiado ocupado tratando de correrse. Se balanceó débilmente hacia
arriba en el apretado agarre de Vermithrax, y todo su cuerpo se paralizó,
tensándose tanto que todo le tembló antes de correrse lo suficientemente
fuerte como para que la habitación le diera vueltas. —Ah, j-joder…
¡Vermithrax!
—Eres un buen saco de carne —Vermithrax rió desagradablemente y
luego salió de él, golpeando la cadera de Cam—. Listo, ahora estoy
contento.

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Cam se quedó fláccido y trató de recuperar el aliento, su cabeza todavía


zumbaba por el orgasmo tan increíble. El dolor de ser jodido tan fuerte se
estaba desvaneciendo, y lo atribuyó a que Vermithrax lo estaba curando.
Si bien lo apreciaba, no compensaba precisamente la escena del crimen que
había en la cocina.
Pensar en Barney y Grace acabó con el último zumbido del orgasmo de
Cam, y ahora se sentía sucio.
Con una mueca, agarró las sábanas para limpiarse. —Entonces, ahora que
estás feliz, ¿podemos irnos a casa?
—Sí —Vermithrax parecía muy complacido consigo mismo—. ¿Tienes
café?
—Soy más del tipo de bebida energética —Cam encontró su ropa y se
vistió, sentándose en la cama para ponerse los zapatos—. Déjame adivinar.
Vamos a parar a tomar un café, ¿no?
—Eres un saco de carne muy inteligente.
—Sí. Lo suficientemente inteligente como para saber que pronto me
arrestarán por asesinato. A la mierda Nos compraré una cafetera para que
puedas tomar todo el maldito café que quieras hasta que vayamos a la
cárcel.
—En primer lugar —dijo Vermithrax arrastrando las palabras—, no
iría a la cárcel. Tú lo harías. En segundo lugar, ¿por qué clase de demonio
me tomas? ¿Tienes tan poca fe en mí que crees que me arriesgaría a que mi
preciado saco de carne fuera enviado a prisión?
—Quiero decir que sí.
—Bueno pues, te equivocas —Vermithrax resopló—. Me he tomado la
libertad de destruir toda la evidencia física que deja tu pequeño y molesto
saco de carne, incluido el semen que acabas de limpiar en las sabanas de los
pobres Grace y Barney.
—Ambos sabemos que no te importa una mierda las sábanas.

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—Me importa mucho. Ese fue un regalo de la hija de Grace. Muy


preciado.
Cam no estaba seguro de si creía totalmente en Vermithrax sobre la
evidencia o lo de las sábanas, pero la sangre había desaparecido de sus
manos y no quería estar en esta casa ni por un segundo más. Se apresuró
hacia la puerta, con la necesidad desesperada de una ducha caliente y un
trago fuerte. —Solo vámonos.
—Que buen saco de carne —Vermithrax ronroneó en su oído, riéndose
todo el camino hasta la acera—. Dame café y tal vez te deje descansar un
rato antes de volver a destrozar tu hermoso cuerpecito. Después de todo,
me hiciste muy feliz.
—Me muero de la emoción —Murmuró Cam.
—Un poco de gratitud estaría bien.
—¿Qué tal si me detengo en la tienda de camino a casa y te compro un
poco de crema de avellana? —Cam resopló—. ¿Eso sería suficiente gratitud
para ti?
—Pero qué… Saco de carne —Dijo Vemithrax efusivamente—.
¡Realmente te importo!
—Sí, sí. Lo que sea —Cam puso los ojos en blanco—. ¿Y estás
totalmente seguro de que no podemos volar? Porque eso haría que llegar a
la tienda fuera mucho más fácil.
—Lamento decepcionarte. Nada de volar.
—Ser poseído por un demonio apesta.
—Anímate. Los demonios son geniales en muchas otras cosas.
—Pura mierda —Cam resopló—. ¿Cómo en qué?
—Escaparse de un asesinato, amañar los Premios de la Academia,
hacer desaparecer los calcetines izquierdos… Oh, y somos asombrosamente
buenos en el sexo.

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Cam no pudo evitarlo. Se rio. —Está bien, tal vez te doy un punto con ese
último.
—Oh, voy a darte mucho más, más tarde.
—Ahora, eso si te lo creo.
Cam había perdido la oportunidad de hacerse rico, había sido testigo de dos
horribles asesinatos y ahora era el dueño reacio de su propio demonio que
podría o no comerse su alma más tarde por puro aburrimiento. No sabía
por qué estaba sonriendo, pero quizás tenía que ver que, sin importar el
resultado, su futuro sería realmente interesante.
Definitivamente ahora ya no tendría que preocuparse por el sexo.

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DIA DIEZ: PROFUNDO


Nadar en la noche es una de las ventajas de trabajar en el hotel. Pero una
noche, después de que todos se fueran, estaba nadando en lo más
profundo y una mano me agarró del tobillo.
Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales no
consensuadas, relaciones sexuales de consentimiento dudoso y
relaciones sexuales monstruosas con hemipenes.

Nadar durante la noche era uno de los pocos beneficios de trabajar en el


hotel. La piscina cerró para los invitados a las diez en punto, y no era más
que abrir la puerta luego de eso y deslizarse dentro del agua para dar unas
cuantas vueltas.
Era lo que más le gustaba hacer a Ezra cuando terminaba su turno a las
cinco en punto todas las mañanas, pero esta noche era diferente a las
anteriores.
Esta noche, mientras paseaba por la parte más profunda, una mano se
curvó alrededor de su tobillo.
La respuesta inmediata de Ezra fue patear violentamente, y se agitó
mientras nadaba hacia el borde de la piscina. Las luces estaban apagadas y

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no podía ver una mierda. Jadeó mientras escrudiñaba el agua en busca de


alguna señal de lo que lo haya agarrado.
Creyó ver una sombra, algo grande, pero juró que sus ojos le estaban
jugando una mala pasada.
El hotel estaba a menos de un kilómetro y medio de la playa, pero no había
forma de que alguna criatura marina se hubiera arrastrado todo el camino
hasta la piscina. Y tampoco podía ser una persona porque ya habría tenido
que subir a la superficie para respirar.
Tal vez era un juguete de piscina olvidado o una toalla que de alguna
manera había flotado y se había quedado atrapada en la pierna de Ezra.
O es que tal vez Ezra se estaba volviendo loco.
Ese era un escenario mucho más probable.
Su madre había fallecido el mes pasado después de ser atropellada por un
conductor ebrio, y Ezra no lo estaba sobrellevando bien. Después de que su
padre los dejara cuando era pequeño, habían sido ellos dos contra el
mundo. Habían sido los mejores amigos, y él la echaba de menos
terriblemente.
Era parte del por qué disfrutaba de escabullirse a la piscina.
Él y su madre pasaban cada momento libre en el agua, ya fuera en la playa o
en una piscina como esta. Nunca habían tenido mucho dinero, pero
siempre había acceso público a la playa y su madre derrochaba en una
membresía a la piscina para que siempre tuvieran algo que hacer.
Pasó algunos de los mejores años de su vida junto a una piscina,
disfrutando del olor a protector solar y al cloro, o en la playa, saboreando la
sal y sacándose arena de entre los dedos de los pies.
Ninguno de esos recuerdos felices le ofrecía ningún consuelo en este
momento.

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Ezra se aferró al borde de la piscina y se sacó el pelo de los ojos, sin dejar de
examinar el agua para ver si había algo que pudiera explicar lo que había
sucedió.
Había sido una mano, simplemente lo sabía.
Una mano grande y gruesa…
O simplemente es que estaba loco.
No. No estaba loco. Estaba dolido, solo, era tarde y necesitaba irse a casa.
No había nada que temer porque solo se lo había imaginado.
Su mamá solía jugar juegos como ese cuando iban a nadar, fingiendo ser un
monstruo marino a punto de engullirlo o una cosa como eso.
Había sido un recuerdo, solo eso.
Ezra debería haber salido allí mismo o haber nadado hasta el otro lado de la
piscina en donde había una escalera, pero quería probarse a sí mismo que
no tenía nada que temer.
Se zambulló de nuevo en el agua para nadar hacia el extremo poco
profundo. De cualquier forma todas sus cosas estaban ahí, y él…
Unas manos agarraron su cintura y tiraron de él hacia abajo.
Ezra gritó e inmediatamente atragantándose con el agua, y empujó a lo que
fuera que lo sujetaba.
Manos, brazos gruesos.
Ezra pateó hacia abajo y su pie golpeó algo: un pecho, un pecho ancho.
La piel de lo que estaba agarrándolo se sentía mal. Era gomosa y áspera, y
Ezra no podía entender por qué le resultaba inquietantemente familiar.
Eso no importaba ahora. Lo que importaba era que alguien lo sostenía bajo
el agua y él estaba inhalando agua. Arañaba, golpeaba y pateaba, e incluso
le dio un buen mordisco, pero no servía de nada, joder, estaba empezando a
perder el conocimiento.

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Justo cuando se quedó fláccido, se encontró siendo sacado del agua.


Ezra jadeó y tosió, gimiendo mientras vomitaba agua. Luego vio por
primera vez a la persona que casi lo había ahogado.
No, al…
Bueno, Ezra no sabía lo que era.
Tenía la cabeza de un tiburón gigante con un gran torso humanoide y
brazos abultados, y superaba absolutamente a Erza en altura. Había varios
collares de conchas colgando alrededor de su grueso cuello, aunque no
podía decir si llevaba algo más debajo del agua. Sus ojos eran grandes,
redondos como estanques de tinta, y lo miraban fijamente.
Su vientre y pecho eran de un gris claro, y el resto de su cuerpo era de un
tono negro moteado. Las áreas alrededor de sus hombros y costados eran
más claras, pero parecían tener un propósito porque eran diseños
complejos y arremolinados. Había más de ellos en las gruesas aletas que
sobresalían de la parte posterior de sus musculosos bíceps, y el resplandor
amarillo de las farolas hacía que el agua brillara sobre sus ondulantes
hombros...
Maldita sea.
Ezra tragó saliva, tosió de nuevo y trató de aclararse la garganta.
El hombre-tiburón levantó su gran mano.
Encogido, Ezra cerró los ojos, preparándose para un golpe que sin duda le
arrancaría la cabeza.
En cambio, recibió una gran palmada en la espalda que casi lo envía de cara
al agua. Otro gran golpe lo obligó a avanzar y tuvo que sujetarse contra el
pecho del hombre-tiburón.
El hombre-tiburón esperó y lo miró expectante.
—Eh... ¿estoy bien? —Ezra se aclaró la garganta de nuevo—. Estoy
bien.

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El hombre-tiburón le frotó la espalda y mostró filas y filas de dientes


afilados y puntiagudos. Podría tratarse de una sonrisa.
—¿Q-qué eres? —Ezra tartamudeó.
El hombre-tiburón negó con la cabeza... ¿su cabeza13? Ciertamente parecía
macho, y Ezra se sorprendió de lo fácil que era humanizar a un monstruo
tan gigante.
Probablemente tal vez tenía algo que ver con todo ese músculo abultado.
Ahora podía ver el lugar que había mordido en el hombre-tiburón, justo
ahí, cerca de la clavícula. Levantó la mano con cautela para tocar el
profundo mordisco e hizo una mueca. —Lo siento, pero casi me ahogas.
El hombre-tiburón emitió un gruñido bajo y tomó suavemente la mano de
Ezra. Luego lo acarició con la punta de su hocico.
Ezra no tenía idea de lo que esta increíble criatura estaba tratando de
comunicar, pero levantó la mano para acariciar un lado de su cara. Su piel
se sentía como papel de lija de cierto modo, pero también se sentía como la
seda. De hecho, era divertido tocarlo y le provocó una sonrisa tímida.
—¿Tienes un nombre? —Le preguntó.
El hombre-tiburón no respondió.
—Soy Ezra. Uh… supongo que podría llamarte “Same”. Suena como
“Sammy”, pero significa “tiburón” en japonés. Al menos según esta
divertida canción que escuché en Twitter. Entonces, eh, simplemente te
llamaré Sammy.
Sammy ladeó la cabeza, y se apoyó contra la palma de la mano de Ezra.
—¿Te… te gusta eso, Sammy?
Ciertamente parecía que sí.

13
Pareciera que repite la palabra “cabeza”, pero cambia el pronombre posesivo, en inglés primero lo llama “it” que
se usa para referirse a un objeto u animal, y luego usa “He” para referirse a él como individuo.

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Ezra no podía creer que esto estaba sucediendo. Estaba pasando el rato en
la piscina del hotel después del trabajo, en medio de los brazos de un
magnífico hombre-tiburón. Después de todo lo que había pasado en las
últimas semanas, tal vez las cosas finalmente estaban mejorando. Conocer a
esta criatura tan increíble se sentía como un regalo, y él…
Sammy lo mordió.
De acuerdo, fue más un mordisco ligero que una mordida real, pero aun así,
Sammy presionó sus dientes en el dorso de la mano de Ezra.
Ezra trató de apartarse y se quedó mirando los diminutos pinchazos que
ahora sangraban en sus nudillos.
Sammy sonrió y abrazó a Ezra con fuerza, arrastrándolo de vuelta al agua.
—¡Ah, mierda! —Ezra no podía hacer mucho cuando estaba
totalmente rodeado de agua otra vez, sin poder ver nada. Pateó y golpeó,
gritando histéricamente a pesar de que sabía que nadie podría escucharlo.
Uno de los collares alrededor del cuello de Sammy comenzó a brillar en un
tono espeluznante, cada concha se encendió como una clase de barra
luminosa.
Le permitió a Ezra ver a Sammy, y no entendía por qué era tan importante
para él ver al maldito hombre-tiburón justo antes de ser ahogado.
Excepto que… no estaba siendo ahogado.
Sammy no lo había soltado y le frotaba la espalda con calma, como si
esperara algo.
Ese algo probablemente era Ezra dándose cuenta de que ahora podía
respirar bajo el agua.
Tomó una bocanada profunda de agua y la exhaló de inmediato. Era como
inhalar aire brumoso, y le tomó algunos intentos para que fuera cómodo.
No sabía si esto era el resultado de la mordedura o el collar, o tal vez era
algún otro tipo de magia que Ezra no podía entender.

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Palmeó el hocico de Sammy, esperando que se tradujera como "Lo siento,


pensé que estabas tratando de ahogarme de nuevo".
Sammy inclinó la cabeza y mostró los dientes en una gran sonrisa.
Estar bajo el agua era relajante, y a Ezra le gustaba cómo se sentían los
brazos de Sammy a su alrededor. Estaban flotando allí, en la parte más
profunda, con nada más que el sonido del agua que zumbaba en sus oídos.
Todo estaba en paz.
Ezra dejó que sus piernas se deslizaran alrededor de las caderas de Sammy
y siguió acariciando los lados de su cara y su hocico. A la luz brillante del
collar del hombre-tiburón, pudo ver el resto de su cuerpo. Tenía dos
piernas abultadas y unos pies grandes y anchos que parecían más bien
aletas.
Sammy, con mucho, era la criatura más increíble que Ezra había visto en su
vida, y realmente se sentía como si hubiera sido transportado a otro
mundo. Incluso aunque ahora mismo estaba pasando el rato en la piscina
del hotel.
Y Dios, todos esos músculos.
Ezra estaba pensando con la parte equivocada de su cerebro, pero no podía
evitar lo fácil que resultaba para sus manos el ahora vagar por el pecho de
Sammy. Trazó las líneas de sus amplios pectorales y se sonrojó cuando
Sammy le palmeó el trasero. Sus manos eran tan grandes que cada una
ahuecaba completamente cada mejilla y parte de su cadera.
Había pasado mucho tiempo desde que alguien lo había agarrado en ese
punto, y él se movió hacia adelante, tocando los gruesos hombros de
Sammy.
Vaya, ¿esto realmente estaba pasando? ¿Estaba a punto de besarse con un
hombre-tiburón?
Porque se sentía como si estuviera a punto de besarse con un hombre-
tiburón.

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Sammy acarició la frente de Ezra con la barbilla, y él trató de decidir qué


tan peligroso sería intentar meterle la lengua en la boca. Antes de que
pudiera tomar una decisión, Sammy lo empujó y lo hizo girar.
—¿Wahhh? —La voz de Ezra burbujeó en el agua, y jadeó cuando
Sammy lo abrazó contra su pecho con uno de sus fornidos brazos. Se quedó
helado, un poco nervioso y sin saber qué estaba tratando de hacer.
Cuando Sammy le quitó el traje de baño, quedó bastante claro.
Ezra se movió en señal de protesta y le golpeó el brazo. Sí, había estado
intentado descubrir cómo podía besarse con él, pero ahora esto estaba
avanzando muy rápido, demasiado rápido… Oh, Dios. Algo grueso y
puntiagudo estaba presionando entre las mejillas de Ezra, y él se estremeció
cuando se dio cuenta de que era la polla de Sammy.
Espera, no, eran dos pollas.
Dos largas, muy largas, pollas que ahora se deslizaban contra su culo.
Oh, mierda.
Ezra trató de patear, pero ya sabía que no podía escapar del agarre de
Sammy. Deseó poder tratar de explicarle que el sexo en el agua no era
exactamente su favorito, y se estiró para empujar esas gruesas pollas lejos
de él.
Sammy no se detuvo y movió sus caderas hacia delante de forma agresiva...
Ezra se estremeció cuando sintió algo cálido, y que era... pegajoso. Como
una especie de baba, y se estaba pegando a las nalgas de Ezra y encima de
su agujero; y no podía entender para qué era, hasta que la punta de una de
las pollas de Sammy se deslizó dentro de él.
—¡Oh, Sammy! —Ezra gimió, luchando contra la penetración y aún
sin encontrar forma de escapar. Estaba desorientado por flotar en el agua y
no tenía idea de qué lado estaba arriba. Todo su enfoque estaba centrado en
la gruesa polla que empujaba dentro de su cuerpo, y sus piernas que
pateaban frenéticamente.

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Fuera lo que fuera, estaba proporcionando una excelente lubricación, sin


embargo, no hacía nada para aliviar el dolor.
Sammy estaba martillándolo con su polla para forzarse dentro de él
mientras lo apretaba más cerca. Sus dientes le rozaron el hombro, pero
Sammy no lo mordió. Eso pareció frustrarlo de alguna manera, y se estrelló
contra Ezra con más fuerza.
Ezra gritó miserablemente, sintiendo su culo en llamas y absolutamente
dolorido, y con furia lanzó su cabeza hacia atrás, golpeando el pecho de
Sammy. Dios, era como impactar con una maldita pared de ladrillos, y no
hacía nada para detener el frenético ataque.
Sammy se las había arreglado para empujarse hasta el fondo, y ahora
frotaba el estómago de Ezra con dulzura.
Ezra gimió, dándose cuenta de que podía sentir la polla de Sammy allí en su
vientre, su cuerpo totalmente lleno. Esperó por más empujones, pero no
llegó ninguno. Simplemente estaban flotando, con la polla de Sammy
enterrada increíblemente profundo dentro de él e intentó recuperar el
aliento.
El dolor se estaba desvaneciendo y se relajó en el fuerte abrazo de Sammy.
Se sentía bien estar tan lleno, pero pronto incluso eso se volvió incómodo.
Necesitaba algún tipo de fricción para aliviar lo abrumado que estaba su
agujero, así que movió las caderas hacia atrás, obligándose a jadear.
Mierda, iba a sentir esto por días. Simplemente estaría caminando por ahí y
experimentaría ese dolor increíblemente profundo dentro de él. Su piel
estaba caliente, demasiado tensa, y necesitaba que Sammy se moviera,
necesitaba que hiciera algo…
Sammy retrocedió y luego empujó hacia adelante, y todos los nervios de
Ezra explotaron ante la sensación. Los temblores recorrieron sus piernas y
su estómago se sacudió como si estuviera cayendo demasiado rápido. Su
agujero palpitaba, sus entrañas hormigueaban y vio chispas frente a sus
ojos.

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Mierda, eso estaba tan bueno.


Sammy le frotaba el estómago mientras lo follaba duro y lento, instándolo a
inclinarse hacia adelante.
Ezra arqueó la espalda con las piernas abiertas y Sammy embistió contra él.
El ángulo era casi imposible, pero en el agua Ezra podía estirarse en una
variedad de posiciones intensas. Tomó todo lo que Sammy le daba,
delirante de felicidad, y presionó sus manos sobre las del hombre-tiburón
para agarrarse con fuerza por lo que quedaba de viaje.
Sammy volvió a acercar a Ezra, moviendo sus piernas y haciéndolo girar
sobre su pene —wow, eso fue raro— y luego lo colgó sobre sus hombros.
Ezra buscó algo a lo que agarrarse y se apoyó en el pecho de Sammy. Se
sentía tan pequeño y frágil, y amaba la fuerza con la que ese par de manos
presionaban en su espalda. Estaba prácticamente doblado por la mitad, su
culo todavía abierto sobre la gruesa polla de Sammy.
Y luego, Sammy comenzó a presionar el segundo pene en su interior.
Ezra gritó y se retorció cuando la punta lo penetró, su agujero se extendía
más allá de lo que jamás había soñado. El impulso de correrse estaba ahí
mismo, su placer aumentando con la intensa presión hasta que estuvo
sollozando, arrastrando sus dedos sobre la piel áspera de Sammy. A la
espeluznante luz azul del collar, podía ver su rostro.
Sammy sonreía y sus ojos parecían dulces, felices.
Ezra nunca había visto a nadie mirarlo de esa manera, especialmente
tratándose de una criatura tiburón mágica. Era una lección de humildad ser
el objeto de tal adoración, y gimió de necesidad, tratando de jadear a través
de la fuerte presión de la segunda polla de Sammy deslizándose hacia
adentro. Podía sentir otra oleada de calor, tal vez era más de esa baba
lubricante o lo que fuera, porque ahora las pollas de Sammy se movían al
unísono con una suavidad resbaladiza, mientras de hundía dentro de su
cuerpo.

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Cada embestida hacía que todo su cuerpo se estremeciera, y no podía creer


que esas dos pollas hubiesen entrado en él. Tenían que estar en su
estómago, joder. Clavó sus dedos en la áspera piel de Sammy, intentando
treparse por su cuerpo para darse un poco de alivio.
Sammy gruñó y se aferró a las caderas de Ezra, tirando de él hacia abajo
sobre sus pollas y apretando su trasero. Meció el cuerpo más pequeño
haciendo que se encontrara con cada golpe, y follándolo más rápido y fuerte
que antes.
Ezra echó la cabeza hacia atrás con un gemido lujurioso, estaba seguro de
que se iba a romper. Su propio pene se estaba poniendo duro por la presión
entre ellos y por la oleada de sentimientos que provocaba este increíble
acoplamiento. Siguió apretando y frotando el pecho y los hombros de
Sammy, disfrutando la sensación del sólido músculo bajo sus dedos.
Dios, esto era tan caliente.
Ezra estaba literalmente respirando bajo el agua mientras un hombre-
tiburón se lo follaba duro, y no podía creer lo excitado que estaba. Deseaba
que pudieran hablar, pero decidió que no importaba. Iba a hacerle saber a
Sammy lo jodidamente bueno que era.
—Tus malditas pollas son increíbles —Dijo, sus palabras burbujeando
en el agua—. ¡Te sientes tan jodidamente bien! ¡Eres la maldita cosa más
hermosa que he visto en mi vida! ¡Mmmm, sí! ¡Eres increíble, joder! ¡Sí,
dámelo todo!
No estaba claro si Sammy podía entenderlo, pero tal vez escuchar a Ezra
gemir por él se le hacía emocionante. Agarró el trasero de Ezra con avidez y
lo folló con una energía renovada. Mostró sus temibles dientes y dejó
escapar un rugido que parecía hacer vibrar el agua que los rodeaba.
En el resplandor azul de la piscina, la sonrisa feroz de Sammy era
aterradora, pero Ezra solo sentía unos estremecimientos complicados de
excitación. Sammy era fuerte, peligroso y, por alguna razón, todo lo que
quería era a Ezra. Era un impulso extraño para su ego, y Ezra decidió
continuar con eso y concentrarse en correrse.

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—¡Joder, sí! —Gimió—. ¡Dámelo! ¡Dios, sí! ¡Vamos! ¡Quiero


correrme! ¡Quiero correrme! —Enganchó uno de sus brazos alrededor del
grueso cuello de Sammy y agarró su polla, acariciándose rápidamente—.
¡Mmm, Sammy! ¡Vamos! ¡Ah, sí!
Sammy no había disminuido la velocidad y volvió a rugir, jodiendo a Ezra
con el mismo ritmo implacable.
Él jadeó y gruñó, sus piernas temblaban por haber sido forzado a una
posición tan loca por tanto tiempo. Quería venirse. Necesitaba alivio de
esas dos pollas que golpeaban su agujero. Necesitaba rascar la picazón
insaciable que se estaba acumulando dentro de él… ¡Ah, sí! ¡Justo ahí!
Su orgasmo fue rápido, veloz y totalmente alucinante. Se dejó llevar con un
fuerte gemido, y no tuvo que preocuparse por caer hacia atrás porque
todavía estaban flotando en el agua. Estiró los brazos, sonriendo como un
tonto mientras Sammy seguía embistiendo su cuerpo inerte, y volvió a
gemir cuando sintió que el hombre-tiburón se corría.
Una carga y luego la siguiente, caliente y espesa y que llenaba
absolutamente sus entrañas.
Sammy lo empujó hacia abajo sobre sus pollas, y se apretó contra él,
gruñendo mientras se trabajaba a través del orgasmo. Deslizó una mano
por la espalda de Ezra mientras le daba un último empujón, y lo miró con
otra sonrisa llena de dientes.
—Wow —Ezra todavía estaba flotando sin pensar. Seguía arraigado en
su lugar sobre las pollas de Sammy, que continuaban estando
profundamente dentro de él.
—Wow —Repitió Sammy.
—¿Qué? —Ezra sacudió la cabeza hacia arriba. Podía escuchar y
entender a Sammy perfectamente.
—¿Qué? —Sammy ladeó la cabeza.
—¿Puedes hablar o solo estás repitiendo todo lo que estoy diciendo?

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—No. Es el vínculo —explicó Sammy—. Ahora podemos hablar el


idioma del otro. Es lo que te permitió respirar bajo el agua conmigo.
Ezra alcanzó a Sammy y abrazó su cuello para poder mirarlo. —Espera,
¿entonces estoy hablando idioma tiburón o tú estás hablando inglés?
—Yo… —Sammy frunció el ceño—. No estoy seguro.
—¿Podemos, eh, ir a la superficie?
—¿Tienes problemas para respirar? —Sammy le frotó la espalda—. La
vinculación debería haber…
—No, puedo respirar bien. Pero es raro. Hablar así es raro.
—Ah —Sammy lo abrazó y nadó hacia adelante hasta que los pies de
ambos tocaron el suelo. Caminó hasta que la cabeza y los hombros de Ezra
quedaron fuera del agua y volvió a sonreír—. ¿Qué tal así?
—Mucho mejor, gracias —Ezra se apartó el cabello húmedo de la cara
y se humedeció los labios con nerviosismo—. Entonces... eh...
—¿Sí, compañero mío?
—¿Qué mierda?
—Ahora estamos emparejados —Sammy frunció el ceño.
—¿Perdón?
Sammy parecía muy angustiado e inclinó las caderas hacia atrás para
retirar sus enormes pollas. —Estamos emparejados. Confieso que me
sorprendió mucho…
—¡Oh, Dios! —Ezra gimió cuando se quedó tan vacío, y jadeó con
fuerza ante el dolor residual—. ¿Intentar ahogar a alguien es parte de tu
ritual de apareamiento?
—¡No! —Sammy hizo un pequeño sonido, casi como un chillido—. Eso
fue… un terrible malentendido. Lo siento mucho. No quise asustarte, pero
luego me mordiste…

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—¿Y qué? ¡Estabas tratando de ahogarme! ¡Diablos, sí, te mordí!


—Así es como alguien indica que está... listo para... aparearse —La
sonrisa de Sammy era francamente tímida.
—¿Es enserio? —Parpadeó—. ¿Ustedes se… muerde?
—Sí, yo te mordí suavemente para indicar que estaba aceptando tu
oferta —Sammy acarició la frente de Ezra—. ¿Estuvo mal? ¿Deseas terminar
con el vínculo?
—No —Ezra se sorprendió incluso a sí mismo con la rapidez con la
que respondió. Levantó la mano para tocar la cara de Sammy, tratando de
calmar sus propios nervios crecientes—. Sí que es inesperado, pero, ya
sabes, podemos hablar y esas cosas.
—¿Estás seguro?
—Sí. Estoy seguro —Ezra le sonrió con timidez—. Uh, ¿te importa si te
hago algunas preguntas?
—Por supuesto, compañero mío —Sammy se encogió—. Lo siento. No
tengo que llamarte así si no te gusta.
—No, sí me gusta. Es dulce. Solo me preguntaba, eh... ¿qué diablos
eres?
—No existe una palabra en tu idioma —Sammy encogió sus grandes
hombros—. Somos tiburones, al igual que tú eres un humano.
—¿Y cómo terminaste en esta piscina?
—Yo estaba… —Sammy apartó la mirada—. Ya sabes, haciendo cosas.
Ezra entrecerró los ojos con desconfianza. —¿Qué tipo de cosas?
—Cosas de tiburón.
Arqueó una ceja.
—De acuerdo, me perdí —Sammy resopló—. Salí del océano para
explorar y me perdí. No puedo pasar tanto tiempo sin estar en el agua, y

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estaba desesperado. No pensé que nadie me molestaría aquí, y bueno, luego


te vi.
—Y terminamos emparejados.
—Sí.
—¿Normalmente suceden este tipo de cosas… entre humanos y
tiburones?
—Es raro, pero ha pasado —Sammy sonrió tímidamente.
—¿Eres siempre tan rudo?
Samy parpadeó. —¿Los humanos no?
—¡No! Quiero decir, está bien, a veces, pero normalmente hay
palabras de seguridad involucradas —Resopló—. Trabajaremos en ello, ¿de
acuerdo?
—Maravilloso. ¡Haré cualquier trabajo que desees! —Sammy suspiró
con satisfacción—. Mis padres van a estar muy felices. No puedo esperar a
que los conozcas.
—¿Tus padres? —Ezra repitió y sus tripas se retorcieron.
—Sí —Sammy le acarició dulcemente la frente—. Pero podemos
esperar, por supuesto. ¿No estoy seguro de si eso es rápido para los
humanos o no?
—Es un poco rápido.
—¿Preferirías que conozca a tu familia primero?
Ezra negó con la cabeza. —Yo... yo no tengo familia.
Sammy le frotó la espalda con dulzura como un consuelo. —Lo siento
mucho.
—Está bien —Se obligó a sonreír.
—¿Quieres hablar de…?
—No. Quiero decir, no gracias. Ahora mismo no.

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—Bien —Sammy hizo una pausa—. Pero estás equivocado, ¿sabes?


—¿Qué?
—Sobre lo de no tener familia —Sammy se animó—. Ahora me tienes
a mí. Y a mis padres. Y a mis tíos y tías, y a todos mis hermanos y
hermanas. No tenemos que encontrarnos con todos a la vez, ya sabes.
Podríamos ir a ver a mis hermanas. Dos de ellas viven no muy lejos en la
bahía... si quieres.
Ezra parpadeó y su corazón se aceleró de la manera más inesperada. Pasar
el rato con su nuevo compañero tiburón y sus hermanas sonaba mucho
mejor que regresar a casa a sentirse miserable y echar de menos a su
madre.
Además, no sabía si Sammy entraría por la puerta.
—E-está bien —Dijo—. Hagamos eso.
—¿Enserio? —Sammy sonrió y abrazó a Ezra—. Gracias, compañero
mío. Muchas gracias.
—Sí, por supuesto. Gracias. Estoy, eh, esperando… Conocerlos y todo
eso —Ezra podía sentir que su rostro se calentaba—. Solo una, eh… ¿cosa
rápida antes de irnos?
—Estoy a tus órdenes, compañero mío.
—¿Puedes encontrar mi traje de baño?
—Absolutamente.
Después de sacarlos del filtro de la piscina, Ezra volvió a ponerse el bañador
y salió de la piscina. Seguía esperando mirar hacia atrás y ver que Sammy
había desaparecido, pero no, el gigante hombre-tiburón todavía estaba allí.
La sonrisa de Sammy era extrañamente encantadora y casi parecía tímida.
—¡Así que! —Ezra caminó hacia él mientras retorcía las manos—.
¿Tienes…? —Trató de no mirar, pero era difícil no notar las puntas de las
pollas de Sammy asomándose de su ingle—. Oh.

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Sammy siguió la dirección de su mirada. —¡Oh! Claro. Los humanos usan


ropa —Agarró una toalla y trató de envolverla en él mismo, pero incluso
una toalla de playa no era lo suficientemente grande—. Mmm.
—Ten —Ezra agarró una segunda toalla y ató los extremos de ambas,
ayudándolo a cubrirse. Abrazar su cintura para hacerlo girar hizo que Ezra
se sonrojara, y se sorprendió a sí mismo abrazándose a las caderas de
Sammy mientras lo miraba fijamente.
Sammy colocó suavemente una mano sobre el hombro de Ezra y frotó la
punta del hocico en su cabello. —Gracias.
—No hay problema —Ezra sonrió tontamente mientras su corazón
latía con fuerza—. Así que, eh... estamos a un corto paseo de la playa.
—La casa de mis hermanas está a un nado rápido —Sammy hizo una
pausa—. Creo.
—¿Está seguro? —Ezra sonrió.
—¡Sí! —Sammy resopló.
—Quiero decir, te perdiste…
—Solo un poco.
—Y luego terminaste en una piscina…
Sammy levantó la cabeza.
—Wow —Ezra trató de no reírse.
—¿Qué? —Sammy parpadeó.
—Nunca antes había visto a un tiburón avergonzado —Ezra bromeó
mientras lo tomaba de la mano.
Sammy puso los ojos en blanco y suspiró ruidosamente. —Está bien, sí. Me
perdí esta vez, pero, no soy precisamente de por estos lares —Él sonrió—.
Además, me gustaría pensar que no fue tan malo —Le dio un apretón—.
Después de todo me encontré contigo.

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—Sí —Ezra se sonrojó—. Claro que lo hiciste… —Se aclaró la garganta


y condujo a Sammy hacia la puerta—. Solo para estar seguro, seré nuestro
guía de regreso a la playa, ¿de acuerdo?
—Suena justo.
Ezra se aseguró de evitar las luces de la calle a medida que avanzaban,
estando bastante seguro de que cualquiera que viera a Sammy
probablemente se pondría a gritar como un loco. Afortunadamente, era
tarde y no vieron otra alma en todo el camino hasta la playa Ezra amaba la
sensación de la mano de Sammy en la suya, y su corazón latía un poco más
rápido cuando miró hacia él y lo vio sonriendo.
Sí, probablemente se había vuelto loco, pero por primera vez en mucho
tiempo, estaba feliz. Incluso estaba emocionado, y quizás lo más importante
de todo, es que tenía esperanza.
Lo que sea que haya con Sammy podría ser... especial.
—¡Ya sé en dónde estamos! —dijo Sammy, y miró alrededor de la
playa con una sonrisa llena de dientes.
—¿Está seguro? —Ezra no pudo evitar bromear.
—Sí —Sammy resopló mientras guiaba a Ezra hacia el agua. Su collar
brillaba de nuevo, la luz azul rebotaba en las olas—. El sol saldrá pronto,
pero no creo que los humanos puedan ver tan bien en la oscuridad, y… —
Hizo una pausa—. ¿Estás bien?
Ezra se detuvo cuando el agua golpeó sus pies, mirando hacia la oscuridad y
escuchando las olas rompiendo en la orilla. —Es que… eh… esta es la
primera vez que regreso a la playa después de la muerte de mi madre.
Sammy se volvió hacia él. —¿Estás bien?
—De verdad, de verdad la echo de menos —Los ojos de Ezra estaban
poniéndose calientes—. Ella, eh… estaba conduciendo a casa, y un imbécil
que conducía ebrio la atropelló. Murió antes de que la llevaran al hospital, y
no pude despedirme… Es…

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Sammy inmediatamente rodeó a Ezra con sus gruesos brazos.


—Lo lamento. Es mucho —Intentó alegarse—. Para volcarlo sobre ti,
me refiero. No necesitas escuchar toda esta basura. Nos acabamos de
conocer y yo…
—Eres mi compañero —dijo Sammy, negándose a dejarlo ir—. Estoy
aquí para escucharte. Quiero escucharte. Quiero saberlo todo sobre ti, y eso
incluye toda la basura —Frotó la espalda de Ezra con dulzura—. ¿Qué tal si
me cuentas cómo vivía?
—¿Qué?
—En lugar de contarme cómo murió, cuéntame cómo vivió —Sammy
sonrió–. ¿Le encantaba la playa?
—Sí —Ezra se secó los ojos—. Dios, sí. Juro que era mitad pez o una
cosa así —Se rio débilmente–. Pasábamos horas aquí. Cuando era pequeño,
veníamos todo el tiempo. Empacaba algunos sándwiches y bebidas, y
estábamos aquí un día entero. Veníamos con menos frecuencia cuando
crecí, pero al menos una vez al mes. Por lo menos. Empacábamos lo mismo
como cuando era un niño, y hablábamos y nos poníamos al día con todo…
era tan agradable.
—Eso suena maravilloso —Sammy acarició el cabello de Ezra.
—Creo que le hubieras gustado —La sonrisa de Ezra creció—. Una vez
que superara lo de que eres un tiburón gigante.
—¿A ella… no le gustaban los tiburones? —Sammy parpadeó.
—Oh, la aterrorizaban.
—¿Los tiburones? —Sammy jadeó.
—Vio Jaws14 cuando era joven. Fue todo un asunto.
—¿Y eso qué es? ¿Alguna clase de propagandas de odio hacia los
tiburones?

14
La película “Tiburón”.

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—Básicamente.
—Hmmph.
—Está saliendo el sol —Ezra podía ver los toques de naranja y rosa
iluminando el cielo sobre el agua. Miró a su alrededor con cautela, estaban
de pie en medio de la arena abierta, y cualquiera podía verlos. Sabía que a
mucha gente le gustaba venir aquí a correr o pasear a sus perros, e hizo una
mueca—. Tenemos que irnos, ¿no?
—Bueno, no de inmediato —Sammy señaló—. Hay una linda playita
allá al otro lado de esas rocas. Podría llevarnos allí y podríamos seguir
hablando.
—¿Me llevarás sobre las rocas? —Ezra rio—. ¿Y cómo diablos
llegaremos ahí?
Sammy resopló.
—Claro. Tiburón. Vamos a nadar, ¿verdad?
—Sí —Sammy tomó las manos de Ezra—. Solo agárrate de mí.
—¿Necesitas direcciones? ¿Estás seguro de que conoces el camino
hasta allá?
—Hahaha —Sammy sonrió mientras los conducía hacia las olas—.
Eres muy divertido.
—De hecho, soy hilarante. Una de las muchas razones por las que voy
a ser un buen compañero.
—De eso, no tengo ninguna duda.
Ezra era un nadador muy competente, pero no había forma de que pudiera
moverse como lo hacía Sammy. El que pudiera respirar bajo el agua sin
duda ayudaba, ya que no tenía que subir a la superficie a tomar aire, pero
Ezra no tenía la fuerza bruta ni la agilidad natural de Sammy que lo hacían
deslizarse por el agua con facilidad.

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Al no tener forma de seguir el ritmo, tuvo que conformarse con abrazar el


cuello de Sammy y aferrarse con su vida mientras que el hombre-tiburón
los trasladaba a través de las olas. Fue un poco nauseabundo al principio,
pero también fue muy divertido.
El viaje fue rápido, y solo tomó unos momentos antes de que Sammy sacara
a Ezra del agua. Era una pequeña cala rodeada de rocas altas,
perfectamente aislada. Las posibilidades de ser vistos eran casi nulas, y él
no pudo evitar pensar en que le parecía romántico.
Sammy dejó suavemente a Ezra y se quitó las toallas que había estado
usando. Las escurrió y las estiró sobre la arena para que ambos pudieran
sentarse y ver el sol salir.
Ezra dejó caer su cabeza sobre el brazo de Sammy, observando el cielo
brillante junto a los remolinos de colores. —Gracias por esto.
—Por supuesto —Sammy sonrió—. Pensé que sería agradable.
Nuestro primer amanecer como compañeros.
Ezra se acurrucó un poco más cerca. —Sí. Es dulce.
—Hay muchos lugares ocultos como este en todo el océano si sabes en
dónde buscar. Algunas están escondidas por la magia, otras por el tiempo…
Me encantaría mostrártelas.
—Eso me gustaría —Suspiró—. Simplemente dejarlo todo atrás… el
trabajo, las facturas, sin más tonterías… solo tú y yo y el mar abierto, ¿eh?
—Si eso es lo que quieres —Sammy levantó su brazo y lo envolvió
alrededor de los hombros de Ezra—. No me gustaría que abandonaras tu
vida humana si no quieres. Todavía podríamos hacer que las cosas
funcionen en tierra.
—Claro. Porque podríamos salir a cenar juntos, eso estaría totalmente
genial.
—Ahora estás siendo sarcástico.

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—Solo un poco —Ezra sonrió—. Mira, es muy dulce de tu parte


ofrecerte, pero no creo que a la sociedad le vaya bien que me haya apareado
con gigante y sexy tiburón. Algunas personas todavía se vuelven locas por el
matrimonio entre dos hombres humanos, ¿sabes?
—¿De verdad?
—Sí —Era lo miró antes de volver a mirar el amanecer—. De verdad
ahora no hay nada para mí en este lugar. Tal vez lo que realmente
necesito... es un nuevo comienzo. Contigo. Podrías mostrarme todos esos
lugares de los que estabas hablando. Podemos seguir conociéndonos y
resolver todo el asunto del apareamiento.
—¿Y tendremos más sexo? —preguntó Sammy esperanzado.
Ezra se rio. —¡Sí! Tendremos más sexo —Miró hacia abajo y se rio de nuevo
cuando vio que las pollas de Sammy se estaban endureciendo—. ¿Otra vez?
¿Ya?
—Acabamos de aparearnos —Sammy agachó su gran cabeza y se
alejó—. Es un momento muy emocionante para un tiburón. Es una
costumbre para nosotros, ya sabes... durante días.
—Días, ¿eh? —Ezra sonrió, sin importarle la idea en lo absoluto.
Levantó la mano para tocar la mejilla de Sammy, instándolo a mirarlo de
vuelta—. Bueno, será mejor que lo hagamos, ¿eh?
—¿De veras? —Sammy parpadeó.
—Oh, de veras —Ezra deslizó su mano hacia abajo para palmear
ambos penes, acariciando uno y luego el otro, y maravillándose con lo
rápido que crecían bajo su toque—. ¿Podemos… hacerlo aquí? ¿O necesitas
estar en el agua?
—Tendré que volver a entrar eventualmente, pero no ahora —Sammy
gimió suavemente—. Mmm, definitivamente no en este momento.
Ezra se deslizó más cerca para poder usar ambas manos, una en cada pene,
apretándolos. Se estaba poniendo duro, y la idea de volver a enfrentarse a

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esos monstruos era muy emocionante. —Dios, mírate. No puedo creer que
quepan dentro de mí.
—Casi temía que no lo hicieran —Sammy volvió a gemir y agarró a
Ezra de repente, sujetándolo contra las toallas con un gruñido hambriento.
—¡Mierda! —Ezra jadeó.
Sammy tiró de su bañador, casi arrancándoselo en su prisa por meterse
entre las piernas de Ezra. Sus penes estaban goteando un líquido espeso y
claro, y pasó a frotarlo contra su agujero.
Gimiendo, Ezra dejó caer la cabeza hacia atrás y se apoyó en los hombros
de Sammy. No podía creer fueran a hacerlo de nuevo tan pronto, pero
estaba listo para ello. De hecho, así podía ver a Sammy mucho mejor, y se
sentía emocionado.
Sammy gruñó por lo bajo y empujó una de sus pollas directamente.
—¡Ah, joder! ¡Mmph! —Ezra gritó, siseando por la intensidad del
estiramiento mientras que sus caderas se sacudían.
—Lo siento —Sammy se encogió—. ¿Fue demasiado rápido?
—Está bien, está bien. Por favor, no te detengas —Respiró hondo y
separó un poco más las piernas para ayudar a aliviar la incomodidad—. Solo
sigue moviéndote.
—De acuerdo… —Sammy se empujó más profundo, casi hasta la
empuñadura mientras embestía con rapidez.
—¡Oh, mierda!
—¿No te estoy lastimando? —Sammy se detuvo de inmediato y
parecía estar haciendo pucheros—. No quiero ser rudo.
—Estoy totalmente genial. De verdad —Ezra frotó el hombro de
Sammy, jugando con él—. Quiero decir, no estabas exactamente
preocupado por eso la primera vez.

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—¡Eso fue antes de saber que los humanos no se apareaban como los
tiburones!
—Vale. Mira, a veces a los humanos les gusta aparearse como los
tiburones —Ezra se pasó una mano por el cabello y respiró hondo,
sonriendo—. Entonces, eh, ¿usamos una palabra segura?
—¿Qué?
—Mira, no quiero que tengas que detenerte cada diez segundos para
preguntarme si estoy bien. Eso es muy dulce, pero te estás enloqueciendo
un poco y sinceramente me estás enloqueciendo un poco a mí, cuando en
realidad no estoy asustado. Uh, así que, podríamos elegir una palabra
segura —Ezra sonrió—. Si digo “barril de pepinillos”, entonces sabrás que es
legítimo.
—Legitimo… ¿Enloqueciéndome?
—Sí. Si digo barril de pepinillos, eso significa que quiero que te
detengas de inmediato.
—Barril de pepinillos. Sí. Creo que puedo hacer eso.
—¿Listo? —Ezra sonrió.
—Listo —Sammy agarró las caderas de Ezra y empujó, obligando a su
polla a entrar profundamente.
—Oh, Dios, sí… —Ezra se relajó y gimió, el golpe repentino hizo que
sus dedos se curvaran—. Joder, eso es bueno.
Con un gruñido bajo, Sammy lo folló con fuerza, golpeando su polla gigante
contra él. Sus manos se clavaron en sus muslos, y levantó la mitad inferior
del cuerpo de Ezra, mientras embestía su trasero.
Ezra no podía apartar la mirada de la flexión de los brazos y hombros
abultados de Sammy, y gruñía ante la fuerza de las poderosas embestidas.
Sammy lo estaba moviendo como si nada, y Ezra nunca antes había estado
tan excitado.
Dios, Sammy estaba tan malditamente caliente.

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Tuvo que extender la mano y acariciar los abdominales cincelados,


desesperado por tocarlo. —Mierda… mmm… Sammy…
Aparentemente, Sammy malinterpretó lo que Ezra estaba tratando de hacer
porque decidió levantarlo y acunarlo contra su pecho. Inclinándose ahora
sobre sus talones, hizo que el cuerpo de Ezra rebotara arriba y abajo sobre
su gruesa polla. —Mmm, compañero mío.
Ezra se apresuró a prepararse para la nueva posición, abrazando el grueso
cuello de Sammy y gimiendo. —¡Joder! ¡Mmm!
—Sí… —Sammy gruñó, deteniéndose solamente para alinear su
segundo pene y forzarlo hacia adentro.
—¡Mierda! —Ezra gritó, su cuerpo dolía mientras era llenado de
forma tan ruda. El estiramiento no era tan doloroso como antes, pero aun
así lo hizo estremecerse, respirando lentamente a través de la incomodidad.
Sammy no dijo nada, pero esperó unos momentos antes de moverse de
nuevo. Levantó a Ezra y lo bajó a su regazo, empujándolo hacia abajo sobre
sus dos pollas gruesas y aumentando la velocidad de manera constante.
Ezra se colgó del cuello de Sammy y dejó caer la cabeza hacia atrás,
agradecido por la lentitud. Su cuerpo estaba tan abierto y húmedo, y se
sentía como en el paraíso absoluto. Cada embestida enviaba los más
deliciosos temblores por su columna, hasta la punta de su pene, y se
preguntaba cómo es que había pasado toda su vida sin saber que el sexo
podía sentirse tan bien.
Las manos de Sammy eran fuertes, firmes, y estaba haciendo estos
pequeños gruñidos fantásticos con cada embestida. Le estaba dando a Ezra
cada centímetro de sus dos pollas gordas mientras que la suya propia
estaba atrapada entre los vientres de ambos. A Ezra le encantaba la textura
única de la piel de Sammy rozándose contra él, y había tanta emoción en los
ojos oscuros del hombre-tiburón que le cortó el aliento.
Esto se sentía... especial.

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Fue duro, rápido, pero había algo en cómo Sammy lo miraba y lo abrazaba
con tanta fuerza que hizo que a Ezra le doliera el pecho.
Había estado sintiéndose tan miserable durante las últimas semanas, pero
ahora estaba siendo follado duro por un sexy hombre-tiburón..
Las cosas estaban mejorando.
Y justo su cadera decidió ir y acalambrarse.
—¡Mierda, mierda, mierda! —Ezra siseó, tratando de torcer su cuerpo
y mover sus piernas para aliviar el dolor—. ¡Uh, uh, pepinillo! ¡Barril de
pepinillos!
—¿Estás bien? —Sammy se detuvo de inmediato—. ¿Qué ocurre?
—Calambre, calambre, calambre —Ezra hizo una mueca—. ¿Podemos,
mm, cambiar de posición?
Después de levantar a Ezra suavemente y volver a colocarlo sobre la toalla,
Sammy preguntó: —¿Quieres parar, compañero?
—No. Estoy bien —Encogió las piernas y se frotó la cadera hasta que
el calambre se detuvo. Luego se dio la vuelta para estar sobre manos y
rodillas, y miró a Sammy por encima del hombro con una sonrisa.
—Ohh... —Sammy tenía la sonrisa más divertida. Se deslizó detrás de
Ezra y sus pollas rebotaron. Le agarró las mejillas, abriéndolas
ampliamente—. Eres muy hermoso. La forma en que en este momento el
sol naciente está golpeando tu dulce agujerito es realmente magnífica…
—Esa es la cosa más sucia y romántica que he escuchado. Gracias.
—Con mucho gusto —Sammy mostró sus dientes grandes y afilados
mientras frotaba sus dos pollas por encima del culo de Ezra, antes de volver
a empujarse dentro—. Ah... mi compañero...
—Joder, justo así —Ezra gimió y abrió un poco las piernas, arqueando
la espalda y jadeando mientras era llenado de nuevo. Así era mucho más
cómodo que antes y le daba algo de control, lo que le permitió empujarse
contra las pollas de Sammy y tomar lo que quería.

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—Eres fabuloso —Sammy gemía, su voz ronca por la lujuria, mientras


dejaba que Ezra tomara la iniciativa.
Él movió sus caderas hacia adelante y hacia atrás, gruñendo mientras
tomaba más y más. Miró hacia abajo entre sus piernas y gimió cuando vio
cómo su estómago estaba abultado por culpa de las enormes pollas de
Sammy. Siguió haciéndolo hasta que su trasero golpeó contra la ingle del
hombre-tiburón, y echó la cabeza hacia atrás. —Oh, mierda, sí.
Sammy le agarró el trasero, cada una de sus gigantes manos ahuecaban una
mejilla mientras embestía hacia adelante. Gruñó mientras follaba a Ezra
con fuerza, sus cuerpos chocaban frenéticamente con cada embestida
brusca.
Ezra arañó la toalla debajo de él, casi aullando por el ritmo salvaje. Estaba
tan lleno que su cerebro casi se apaga, incapaz de procesar tanta
estimulación a la vez. Su tierno interior palpitaba, su ingle latía con fuerza
mientras que su polla hormigueaba con la creciente necesidad de correrse.
Era totalmente alucinante, y amaba cada feroz segundo.
Sammy se estaba volviendo codicioso, follando a Ezra lo suficientemente
fuerte como para casi levantarlo de la arena. Deslizó sus manos para
agarrarle las caderas y alzarlo, arrastrándolo sobre sus pollas con una
letanía de gemidos voraces.
Ezra jadeó cuando la nueva posición lo obligó a apoyarse en los codos, y sus
piernas colgaron a ambos lados sin poder hacer nada, mientras que Sammy
lo follaba. Dejó caer la cabeza sobre la arena, gimiendo lascivamente
cuando las pollas de Sammy se formaron aún más adentro de su cuerpo. —
¡Ah, joder, joder, joder! ¡Mmm! ¡Sí!
Sammy era tan poderoso y fuerte, y eso en sí mismo le provocaba una gran
excitación. No se cansaba de como Sammy podía moverlo sin esfuerzo
alguno. Deslizó una mano por su cuerpo para sentir dónde estaban las
pollas de Sammy. De hecho, podía sentirlas moverse bajo su palma, y gimió
débilmente, jadeando. —Joder, esto es tan caliente... Dios, esto es tan
jodidamente bueno...

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—Sí —Sammy gruñó—. Tu cuerpo es… la perfección… No puedo creer


lo bien que me tomas… todo de mí…
—Dios, sí... mmmph...
Sammy sonaba un poco sin aliento de repente, y disminuyó la velocidad. —
Mm, agua. ¿Puedo llevarte de vuelta al agua?
—¿Estás bien? —Ezra consiguió chillar—. ¿Qué ocurre?
—Solo necesito volver a entrar por un momento.
—¡Sí, sí, por supuesto! —Trató de girar la cabeza y mirarlo—. ¿Estás
seguro de que estás... whoa?
Sammy recogió a Ezra, todavía empalado en sus pollas, y lo llevó de vuelta
al agua. En el momento en que fue lo suficientemente profundo como para
sumergirlos, Sammy se zambulló y salió disparado a través de las olas.
Era un poco desconcertante que Sammy pudiera moverse así, y Ezra no
tenía nada a lo que agarrarse. Tenía que confiar en que Sammy no lo dejaría
perderse en medio del océano. Se encontró siendo retorcido sobre las pollas
de Sammy, por lo que ahora estaban el uno frente al otro.
El collar de Sammy brilló para ofrecer algo de luz en las oscuras
profundidades, y luego le acarició la espalda a Ezra. —Gracias. No suelo
pasar tanto tiempo fuera del mar, y definitivamente... bueno, no hago cosas
que requieran tanto esfuerzo físico.
—Está totalmente bien —Ezra sonrió cálidamente, respiró hondo,
acostumbrándose a tomar agua en lugar de aire—. Podemos seguir aquí. Es
un poco agradable.
—Solo relájate —Sammy lo tranquilizó—. Yo me ocuparé de ti.
Ezra se permitió flotar libremente, sus brazos por encima de su cabeza y sus
piernas alrededor de las gruesas caderas de Sammy. —Mmm... Confío en ti.
Sammy mantuvo una mano debajo de la espalda de Ezra y la otra en sus
caderas, empujando lentamente mientras volvían a ponerse en marcha. El
brillo azul hizo que su piel brillara de la manera más hermosa, y bailaba

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sobre los músculos ondulantes mientras que Sammy embestía el trasero de


Ezra.
Ezra dejó que sus gemidos fueran más abiertos ahora, y amaba la extraña
sensación de ingravidez que estaba experimentando. Estaba desorientado,
no del todo seguro de qué lado estaba, pero se concentró en los suaves
toques de Sammy y en sus gruesas pollas para anclarlo. De hecho, podía
ver cómo el agua se iluminaba a su alrededor con el sol naciente, arrojando
un brillo naranja sobre sus cuerpos, mientras que los destellos del azul frío
del collar de Sammy bailaban con el cálido toque de color.
Era espectacular
Mientras Sammy lo follaba con más fuerza, Ezra gimió felizmente y disfrutó
de cada segundo de dicha. Se sentía como en el sueño absoluto, y dejó que
Sammy lo embistiera sin piedad. La deliciosa presión dentro de él se
acumulaba al igual que antes, haciéndolo querer correrse. El deseo no era
frenético, pero estaba seguro por la forma en que Sammy lo estaba follando
que él también se estaba acercando al borde.
—Sammy… —gimió mientras deslizaba sus manos por su propio
cuerpo y las arrastraba sobre su estómago—. Dios, ya estoy… casi… quiero…
—Sí —Sammy jadeó—. Córrete para mí, compañero mío… córrete
para mí…
Ezra agarró su polla y se acarició hasta endurecerse, tratando de igualar el
ritmo brutal de Sammy. De repente, la necesidad de llegar al clímax estaba
allí, y apretó los dientes mientras se masturbaba con mayor rapidez,
superando incluso los duros embistes de Sammy. —Ah… ah, joder… mm…
¡vamos, nene…!
Sammy siguió hasta que se corrió, sus dos pollas bombeando a la vez e
inundando el culo de Ezra con una fantástica cantidad de semen. Rugió y se
estrelló hacia adelante, hundiendo cada gota en su interior y gimiendo: —
¡Oh, Ezra!

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La oleada caliente junto a la sensación de estar tan lleno, fue lo que empujó
a Ezra por el borde. Jadeó cuando todo su cuerpo se sacudió por la fuerza
de su orgasmo. Flotando de esta forma, podía sentir cada músculo
contraerse mientras se corría, su culo tensando impotentemente sobre las
pollas de Sammy. Era extraño y maravilloso, y su rostro estaba caliente y
picado por la prisa.
Sammy abrazó a Ezra contra su pecho, acunándolo y acariciándole la
barbilla contra su cabello. —Compañero mío.
—Wow —Ezra sonrió, tratando de recuperar el aliento—. Eso fue
asombroso.
—Sí —Sammy estaba igualmente sin aliento—. Muy asombroso.
—Así que, eh… —Ezra se limpió un poco el sudor de la frente por
costumbre, y luego pensó en lo tonto que era eso cuando se suponía que
estaban debajo del agua—. ¿Todavía iremos a ver a tus hermanas?
—Sí, eso estaría bien —Sammy sonrió dulcemente—. Estarán muy
emocionadas de conocerte.
—Supongo que deberíamos volver y agarrar mi bañador. Eh. Oye,
¿cuáles son las posibilidades de que haya desayuno para humanos?
—En realidad bastante altas —Sammy sonrió—. Hay una pequeña isla
junto a su cala donde un humano naufrago hace algunos años. Le
ofrecieron llevarlo de vuelta a la costa, pero él decidió quedarse.
—¿De verdad?
—Ahora está bastante bien instalado. Creo que tiene gallinas. Estoy
seguro de que mis hermanas nos llevarán allí para saludar.
—Oh, genial —Ezra hizo una pausa—. ¿Cómo diablos consiguió las
gallinas?
—Él… —Sammy se rascó la cabeza—. ¿Sabes? No tengo idea… ¿Creo
que por una bruja que estaba de paso? Una mujer muy encantadora,
aunque no recuerdo su nombre.

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—Tendremos que preguntarle cuando lleguemos allí.


—Sí. Lo haremos —Sammy frunció un poco el ceño—. Una de ellas se
llama Wilson. Él dijo que era por una broma humana, no la entendí.
—Oh, yo sí. Te la explicaré de camino.
—Gracias, apreciaría eso.
—¿Y qué haremos después de eso?
Sammy sonrió dulcemente. —Podemos hacer lo que tú quieras, mi querido
compañero. Hay todo un océano por ahí para que exploremos juntos.
Tenemos el resto de nuestras vidas para verlo todo.
El corazón de Ezra latió con fuerza. —Eso suena…
—¡Oh! Y tendremos mucho sexo, por supuesto.
—Oh, por supuesto —Ezra se rio—- Necesito tener sexo de tiburón
super caliente. Al menos una vez al día.
—Creo que vamos a ser muy felices —Sammy se acurrucó más cerca—.
¿No lo crees?
—Sí —Ezra sonrió—. Realmente lo hago.

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DIA ONCE: ESPEJO


Me desperté al escuchar golpes en el vidrio. Al principio, pensé que era la
ventana… Hasta que nuevamente lo escuché provenir del espejo.
Advertencia: La siguiente historia incluye elementos de
consentimiento dudoso derivados del consumo de alcohol,
menciones de abuso doméstico pasado y el asesinato de un
personaje secundario.

Lyon se despertó cuando escuchó los golpes.


Era el sonido de un puño golpeando el vidrio, y pensó que provenía de la
ventana de su dormitorio.
Con el corazón latiéndole con fuerza por el miedo, se incorporó de un salto
para poder enfrentarse a quienquiera que estuviera al acecho en el exterior
detrás de las persianas. Había bebido bastante, y casi se cae de bruces
cuando saltó de la cama y caminó tropezando hacia la ventana.
Pero cuando miró, no había nada allí.
Solo vio su auto estacionado en el camino de entrada, iluminado por un
solo poste de luz que se cernía sobre el garaje. No había nada más aquí, en
medio de la nada, y él no tenía idea de…

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Los golpes se escucharon otra vez.


Ahora, más despierto, Lyon dedujo que el sonido provenía de su derecha, y
miró hacia ese punto.
No había nada de ese lado de la habitación a excepción de un antiguo
tocador con un viejo espejo roto…
El cuál era la fuente de los golpes.
Lyon dio unos pasos torpes hacia él y se quedó mirando.
Había algo dentro del espejo, y no era su reflejo.
Era una criatura alta y delgada sin ojos, sin nariz y con una boca ancha
llena de dientes afilados como agujas. Sus piernas eran demasiado largas
para su cuerpo, el color de la piel era de un gris enfermizo y sus labios de un
tono rojo brillante, lo que atrajo instantáneamente la atención de Lyon.
Cuando la criatura le sonrió, una lengua gruesa salió de su boca.
Lyon parpadeó un par de veces, esperando a verlo desaparecer.
No lo hizo.
En cambio, la criatura agarró su pene y comenzó a acariciarse, todavía
sonriendo de oreja a oreja. O al menos, donde debería haber tenido orejas.
Lyon no podía apartar la mirada y le sorprendió la repentina sacudida de
lujuria en lo más profundo de su estómago.
La polla de la criatura era grande, creciendo más y más hasta que estaba
completamente dura, y mierda, tenía que tener treinta centímetros de
largos, y Lyon inconscientemente se relamió los labios. Ni siquiera le
importaba el color gris pálido o la cabeza puntiaguda, mientras observaba a
la criatura masturbarse febrilmente.
Estaba borracho. Tenía que estar borracho. Estaba totalmente destrozado y
se imaginaba todo esto.
No había ninguna razón lógica para que una criatura estuviera en ese
espejo y se la estuviera jalando justo en frente de él.

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Pero wow, era un poco caliente.


Lyon se acercó sigilosamente hasta que pudo verse a sí mismo en el reflejo,
y la criatura ahora parecía como si estuviera justo detrás de él. Tuvo que
dar un paso hacia un lado para verle la mano bombeando, y se agarró su
propia polla a través de sus bóxers para ajustar su erección.
La criatura parecía complacida de que su actuación tuviera tanto efecto en
Lyon, y dejó escapar un gemido ronco cuando se corrió de repente. Empujó
hacia arriba en su puño apretado ahora mojado con semen, atravesando lo
que parecía ser un clímax impresionante.
Lyon se sentía como un total pervertido, pero había disfrutado cada
segundo de verlo. Estaba duro y desesperadamente excitado, y aún ni
siquiera sabía si lo que estaba viendo era algo real.
La criatura se acercó sigilosamente al reflejo y se paró justo sobre el
hombro de Lyon. Extendió sus dedos mojados y deslizó uno justo sobre los
labios de Lyon.
Él sacó la lengua para lamerlo, y luego…
Despertó.
Estaba de regreso en su cama.
Tan jodidamente raro.
Lyon había heredado esta casa de su abuelo después de que falleciera la
semana pasada. Era una gran casa antigua que necesitaba algunas
reparaciones y que estaba al menos a cuarenta minutos en coche de
cualquier cosa que se pareciera a la civilización.
Para un recién graduado de la universidad que intentaba arreglar mierda
después de una ruptura igualmente reciente, era perfecto.
Nadie de la familia había estado interesado en pelear con Lyon por el lugar,
y él estaba feliz de tener la soledad y la tranquilidad. Él y su abuelo habían
estado muy unidos, y tener esta casa significaba mucho para él. Tenía
tantos buenos recuerdos aquí.

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Aunque, no recordaba que antes haya visto nunca a una criatura


espeluznante masturbándose en ningún espejo.
Lo que sea. Tenía una mierda que hacer.
Lyon había decidido tomarse el verano libre para trabajar en la casa antes
de empezar a buscar trabajo. El chico del que estuvo enamorado en la
universidad, resultó ser un pedazo de mierda abusivo y controlador, y Lyon
lo había dejado justo antes de graduarse. Estaba listo para un buen
descanso, largo y relajante. No más clases, no más profesores, no más
drama de la mierda de su ex novio, solo él y esta vieja casa.
Y esa cosa en el espejo.
Trató de no pensar en ello y se pasó el día limpiando los baños y reparando
unos pequeños agujeros en las paredes de la sala. Comió, se duchó y se fue
a la cama. Estaba sobrio, así que miró fijamente el espejo mientras se metía
debajo de las sábanas.
Nada.
Probablemente solo había estado borracho y por eso lo había imaginado
todo.
Ansioso por dormir y sintiendo todavía el impulso persistente de que no
había buscado alivio la noche anterior, deslizó la mano dentro de su
sudadera. Debería haberse ocupado de esto mientras estaba en la ducha, y
no estaba seguro de por qué no lo había hecho.
Tal vez no había estado tan excitado hasta que vio el espejo.
El objetivo de Lyon era ser rápido y terminar de manera eficiente, pero
seguía dándose cuenta de que su miraba volvía al espejo. El espejo estaba
inclinado ahora para que pudiera ver la cama y su propio reflejo desde el
cuello hacia abajo, y no estaba seguro de si había estado así la noche
anterior. Cuando nada parecía estar sucediendo, cerró los ojos y se puso a
trabajar en su pene.
Pero entonces, escuchó los golpes.

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Con los ojos abiertos, miró el espejo.


La criatura estaba de vuelta.
Estaba allí a los pies de la cama, su gran polla en su mano mientras se
acariciaba lentamente.
Lyon miró del espejo al pie de la cama, tratando de averiguar por qué no
podía ver a la criatura excepto en el reflejo. Claramente no había nada allí,
pero eso no impedía que la criatura sonriera.
Mierda.
La criatura extendió la mano y agarró las mantas, tirando de ellas hacia
abajo para revelar lo que Lyon estaba haciendo.
Jadeó, mirando estúpidamente sus piernas desnudas, a su mano todavía en
su sudadera y su polla endurecida. La manta se había movido. Se acababa
de mover.
Estaba sobrio. Sabía que estaba sobrio. Y no podía explicar cómo es que
esta criatura del espejo había podido hacer eso cuando no podía verlo en
realidad.
La criatura gruñó.
Lyon tuvo que mirarse al espejo para ver lo que estaba haciendo ahora.
Seguía masturbándose y parecía estar observando fijamente la entrepierna
de Lyon. Era difícil estar seguro ya que no tenía ojos, y Lyon no entendía
muy bien qué era lo que quería.
A no ser que…
Con las manos temblorosas, Lyon se bajó la cinturilla de su sudadera y dejó
su pene al descubierto.
—Mierda —Lyon comenzó a mover su mano de nuevo, mientras
observaba el extraño espectáculo que se reflejaba en el espejo mientras se
masturbaba para la criatura.

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Claramente estaba disfrutando de la exhibición, con ambas manos


envueltas alrededor de su polla y embistiendo con fuerza mientras gruñía
en voz alta. Su pene estaba húmedo y resbaladizo, deslizándose dentro y
fuera del agarre con un sonido húmedo y aplastante que hizo que Lyon se
estremeciera.
—¿Sí? ¿Te gusta esto? —Lyon susurró, jadeando con fuerza mientras
se acariciaba cada vez más rápido para seguir el ritmo de la criatura. Esto
era una locura, pero no podía parar. Ser observado lo estaba poniendo tan
caliente y se encontró deseando a esas extremidades delgadas y esa polla
grande y dura.
Nunca había visto algo así: una bestia salida de sus pesadillas más
profundas y tan bien equipado como una estrella porno.
Tener que mirarse en el espejo para verlo era un poco raro, pero decidió
que no era muy diferente a ver pornografía en su teléfono. Se concentró en
los dedos de la criatura y en lo resbaladizos que se veían, y en lo dura y
abultada que era su polla. Se imaginaba su sabor, su tacto, como se sentiría
tomarla dentro… ¡ah, mierda!
Lyon se corrió con un gemido tembloroso, retorciéndose y terminando muy
rápido. Tiró de la cabeza de su pene para ordeñarse hasta la última gota y
gruñó en voz alta. —Ah, mierda. Ahí vamos, ahí vamos, ¡Ah, fóllame!
La criatura aumentó su propio ritmo frenético y llegó al orgasmo con un
rugido espectacular, apuntando su carga directamente a los pies de Lyon.
Lyon no vio ni sintió nada fuera del reflejo del espejo, pero se lamió y chupó
sus propios dedos húmedos como si fuera el semen de la criatura. Trató de
mirar en la dirección general de la cabeza de la criatura, chupando dos
dedos hacia abajo con un pequeño gemido lujurioso.
La criatura ronroneó en voz alta, en lo que Lyon sospechó que era en son de
agradecimiento por la exhibición gratuita.

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—¿A la misma hora mañana por la noche? —Preguntó Lyon,


sonriendo irónicamente. Cuando no escuchó nada en respuesta, se giró
para mirar al espejo.
La criatura se había ido, pero Lyon estaba bastante seguro de que volvería.
Se levantó de la cama para limpiarse, no tenía ganas de dormir sobre
sabanas crujiendo o en sudadera. Regresó renovado y listo para dormir. No
había rastro de la criatura, así que se acomodó para dormir.
Lyon durmió bien, se despertó como nuevo y pronto comenzó otro día de
trabajo en la casa. Mientras tanto, su mente ardía con preguntas acerca de
su nuevo amigo.
“Amigo” quizás podría ser demasiado.
Bueno. ¿Compañero de pajas del espejo?
Perfecto.
Lyon no podía recordar si ese tocador siempre había estado en la habitación
de invitados, pero la criatura definitivamente era nueva. No había forma de
que esa cosa estuviera aquí sin que él o su abuelo lo supieran, y el abuelo
ciertamente nunca había dicho nada al respecto. Una criatura
exhibicionista con una gran polla, era un enorme secreto para guardar, y
Lyon había pasado incontables noches antes en este lugar y nunca la había
visto hasta el día en que se embriagó.
¿Así que de dónde venía? ¿Y por qué parecía estar confinado a ese único
espejo?
Estudió uno de los espejos del baño y notó que era mucho más nuevo que el
del tocador. Sabía que los espejos solían estar hechos predominantemente
con plata, y se preguntó si eso tendría algo que ver.
Había otro espejo antiguo en la sala de estar y se dirigió allí para
comprobarlo.
Al principio, no vio nada más que el reflejo de la sala de estar. El sofá,
televisión, las dos sillas, la mesa del café y la lámpara.

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¡Pero ahí! Había un destello de algo gris detrás de él.


Por supuesto, cuando Lyon volvió la cabeza para comprobarlo, no había
nada allí. Avanzó y dio un paso a la izquierda, y pudo ver a la criatura de pie
detrás del sofá, observándolo.
La criatura se estaba acariciando, inclinando la cabeza mientras observaba
a Lyon fijamente.
Lyon se estremeció.
Dios, pero ¿qué era esta criatura? Solo se podía ver en los espejos viejos, y
claramente tenía una fijación, muy grande, por Lyon.
La criatura sonrió y su larga lengua salió de su boca.
Sí, definitivamente “su” boca15.
Lyon no podía evitar pensar ahora en la criatura como algo masculino,
especialmente mientras lo veía acariciándose esa enorme polla con tanta
avidez.
La criatura caminó alrededor del sofá hasta que estuvo justo por encima de
Lyon, y él podía sentir su cálido aliento allí en el cuello.
—¿C-cuál es tu nombre? —Lyon susurró temblorosamente.
La criatura se encogió de hombros y le lamió un lado de la oreja.
Maldición, era raro sentir algo que solo podía ver en el espejo. Lyon gimió
con impotencia. —O-Okey. Sin nombre. Noname16. Eso funcionará.
A Noname pareció gustarle eso porque frotó su dura polla contra el culo de
Lyon.
—Mierda —Lyon buscó el rostro de Noname en el espejo—. ¿Qué
demonios eres?

15
NT: Igual que en el capítulo anterior, esta es una cuestión de pronombres posesivos en inglés. Primero usaba “it”
que es para objetos/animales, y luego comenzó a usar “his” que es el pronombre posesivo masculino. Jaja, me siento
como dando clases de inglés xD.
16
Sin Nombre en inglés.

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Noname refunfuñó en voz baja y enganchó sus largos dedos dentro de los
pantalones de Lyon.
Podía ver que la tela de sus pantalones se movía mientras que Noname
palpaba a su alrededor, pero no podía ver nada a excepción de lo que
ocurría en el espejo. La locura visual se volvió aún más loca cuando los
dedos de Noname se envolvieron alrededor de la polla de Lyon y apretaron.
—Ah… sí…
Noname se acercó arrastrando los pies, hundiendo su gran polla contra el
culo de Lyon mientras lo acariciaba, al tiempo que gruñía con suavidad en
su oído.
Lyon se apoyó contra la pared, tenía las manos plantadas a ambos lados del
espejo mientras gemía. Había mucho trabajo por hacer, pero no podía
siquiera preocuparse cuando los dedos calientes de Noname se enroscaban
alrededor de él de esa manera. Empujó lentamente su mano y gimió de
nuevo cuando Noname de repente se dejó caer de rodillas detrás de él.
Noname le bajó los jeans, soltó el botón y abrió la cremallera con un
gruñido hambriento.
—¡Mierda! —Lyon no podía creer lo fuerte que era la criatura, y se
estremeció cuando el cálido aliento de Noname ahora le hacía cosquillas en
las mejillas desnudas. Su polla todavía estaba atrapada entre los largos
dedos de Noname, y wow, su lengua, su maldita lengua caliente ahora
estaba lamiendo su agujero.
Noname continuó acariciándolo mientras le comía el culo y luego le
mordisqueaba juguetonamente la cadera.
Al sentir esos dientes afilados, Lyon dio un respingo y su ritmo cardíaco se
disparó hasta niveles vertiginosos. Su rostro estaba ruborizado y sus ojos
abiertos como platos mientras se miraba a sí mismo en el espejo.
Noname estaba allí de rodillas, devorándolo con voraces lametones y
masturbándolo con fuertes y cortos tironeos.

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El aliento de Lyon salía en jadeos frenéticos y comenzó a balancear sobre la


lengua de Noname. —Sí, joder. Así. Vamos. Mmm, dame un poco más.
Ponla dentro. Vamos. Por favor, por favor, por favor.
No había forma de estar seguro de que Noname entendiera lo que estaba
pidiéndole, pero su lengua definitivamente estaba empujándose contra su
agujero en un intento de deslizarse dentro.
—¡Joder, sí! —Lyon vitoreó cuando la punta lo penetró, caliente y
resbaladiza, empujando tan rápido que fue doloroso. Sus uñas estaban
dejando marcas en la pared y ni siquiera le importaba. Podría arreglarlas
después. Todo lo que importaba en este momento era la lengua gruesa que
follaba su agujero y el apretado agarre sobre su polla.
Esta era la cosa más salvaje que jamás había hecho, y la emoción de lo
potencialmente peligroso que era, solo lo hacía ir más allá. Noname era
poderoso, fuerte, un poco aterrador y definitivamente tenía algún tipo de
extraños poderes mágicos. Podría ser una especie de demonio o provenir
del inframundo, pero Dios, ¿con la forma en que le estaba comiendo el culo
a Lyon? Era difícil que le importara.
La lengua de Noname se estrelló contra él como el pistón de un motor,
entrando y saliendo incansablemente mientras que gruñía y jadeaba.
—Me voy a correr —Lyon le advirtió—. Me voy a correr —Su rostro
había sido empujado contra el espejo, su mejilla presionada contra el vidrio
frío. Él gimió y gimió, sus muslos temblaban mientras el clímax se
aceleraba. El orgasmo lo golpeó fuerte, todo su cuerpo se tensó antes de
derretirse de felicidad, descargándose en la mano de Noname mientras que
esa asombrosa lengua empujaba profundamente dentro de él—. Ah, ahh…
¡sí!
Noname lo acarició hasta que Lyon se retorció y su larga lengua se retiró
con un suave gruñido. Luego se deslizó entre las piernas de Lyon,
imposiblemente largo, mientras lamía su polla y pelotas en busca de hasta
la última gota de semen.

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Lyon exhaló temblorosamente. Trató de luchar contra el impulso de


apartarse. Estaba tan sensible, pero la lengua de Noname era maravillosa.
—Mmm. Se siente bien. Joder, eso estuvo tan bueno.
Noname gruñó.
Lyon jadeó cuando sintió que la cabeza de la gran polla de Noname se
frotaba contra su agujero, y se preguntó si la criatura estaba a punto de
follárselo. Todo su cuerpo se estremeció con la anticipación de enfrentarse
a algo tan grande, pero a juzgar por los sonidos húmedos de golpes,
Noname tenía en mente un final diferente.
Lyon estiró una mano hacia atrás, tirando de su mejilla hacia un lado y
arqueando las caderas. —Vamos. Ponlo justo ahí. Vamos. Mierda. Dámelo
todo.
Noname continuó gruñendo hasta que se corrió, salpicando una cálida
carga sobre el culo que Lyon estaba ofreciéndole. Frotó la cabeza de su polla
justo en ese punto, gruñendo bajo y aplicando la mínima cantidad de
presión para deslizarse dentro.
Solo duró un momento, pero joder si Lyon no gimió y deseó ser jodido un
poco más. —Mmm, sí. Vamos. Puedo tomarla. Puedo tomar esa gran polla,
totalmente. Vamos. La quiero.
Noname salió y se quedó inquietantemente silencioso.
Lyon levantó la cabeza para mirarse en el espejo y se encontró en soledad.
Se tocó su agujero, todavía suave y húmero, pero no parecía que hubiese
quedado ningún rastro de semen. Ahora estaba solo, y la única evidencia de
que esto era real y no lo había imaginado era su aliento que aún empañaba
el espejo, la saliva resbaladiza entre sus dedos que definitivamente no era
suya, y las hendiduras que habían dejado sus uñas sobre la pared.
Mierda.
Después de volver a subirse los pantalones, fue al baño y se dio una ducha
rápida para centrar su cabeza.

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Estaba jodiendo con el monstruo de un espejo, y estaba tan increíblemente


caliente por eso. Ya se encontraba preguntándose cuando volvería a verlo, y
esperaba que fuera pronto.
Secado y vestido con ropa limpia, terminó las tareas que había preparado
para el día y decidió recompensarse con una bebida.
Había encontrado un montón de botellas viejas de su abuelo que habían
estado en el alijo, incluido un whisky escocés que tenía al menos ciento
cincuenta años. Había roto el sello la otra noche y...
Huh. Esa fue la noche que conoció a Noname también.
No había nada particularmente inusual con la botella de whisky escocés.
Tenía un gran sello de cera roja, mucha escritura elegante y nada que
indicara que de alguna manera el monstruo de un espejo hubiese quedado
atrapado dentro.
La cena consistió en una pizza recalentada en el microondas y un whisky
escocés antiguo. Optó por mejor comer en la sala de estar. Siguió
mirándose al espejo entre bocado y bocado, con la esperanza de vislumbrar
a Noname, sin embargo, no hubo ningún rastro de él.
Quizás más tarde.
Un trago se convirtió en cuatro y luego Lyon perdió la cuenta. Casi se había
terminado la botella cuando decidió que Noname no iba a aparecer, y se
tambaleó de regreso a la cama en la habitación de invitados. Sabía que
podía usar el dormitorio principal, pero seguía sintiéndose como la
habitación de su abuelo.
Quizás más tarde.
Se dejó caer boca abajo en la cama, y la habitación comenzó a darle vueltas.
Echó un vistazo al tocador junto a la cama, pero siguió sin ver señales de
Noname. Volvió a hundir la cara en la almohada y cerró los ojos, deseando
que el sueño llegara rápidamente para poder adormecerse en la peor parte
del estupor ebrio. Todo su cuerpo estaba demasiado pesado y no quería

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moverse para buscar una posición más cómoda, por lo que se quedó justo
en donde estaba.
Después de unos momentos, se sorprendió roncando, pero eso no fue lo que
lo despertó.
El tener los pantalones abajo fue lo que lo hizo.
Tan pronto como sintió unos largos dedos ahuecando su trasero, supo
quién era.
Noname estaba de vuelta.
Lyon sonrió y estiró las piernas, murmurando: —Bueno, hola.
Noname gruñó, y su gorda polla se deslizó entre las mejillas de Lyon.
Al girar la cabeza, pudo ver en el reflejo que Noname estaba inclinado sobre
él, y sintió la calidez resbaladiza de su lengua contra su oído. Acomodó la
almohada debajo de su cabeza, poniéndose cómodo para poder verlos a los
dos en el espejo. —Joder... mírate.
La atención de Noname parecía estar centrada en Lyon, y con avidez le
levantó la camisa y arrostró los dedos por su espalda. Su polla todavía se
frotaba contra el agujero de Lyon, sin embargo, todavía no lo penetraba.
Era casi como si estuviera pidiendo permiso mientras volvía a lamerle la
oreja a Lyon.
—Sí. Oh, mierda sí —Lyon se lamió los dedos y se estiró hacia atrás
para abrirse a sí mismo. Jadeó cuando Noname empujó su mano fuera del
camino e inmediatamente trató de empujar su pene dentro—. ¡Joder! ¡Oye!
¡Espera un maldito segundo!
Noname gruñó y empujó de nuevo.
Lyon siseó ante el ardor, e intentó zafarse, pero no podía moverse con la
criatura encima de él. —¡Espera! ¡Mierda! —Gritó cuando la cabeza de la
polla de Noname se forzó en su interior y el dolor repentino hizo que sus
ojos se llenaran de lágrimas. No podía detenerlo sin importar cuanto lo

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intentara, así que se apoyó contra la cama—. No… por favor… ¡Joder, me
estás lastimando!
Noname volvió a embestir de golpe y gruñó de frustración.
—¡Mierda, vamos! ¡Eres enorme! —Lyon espetó con enojo—. ¡No hay
forma de que eso funcione!
Noname se detuvo y su larga lengua salió de su boca. Se estiró en toda su
longitud hasta que estaba lamiendo a donde su polla estaba penetrando a
Lyon.
—¡Oh, D-dios! —Lyon jadeó, el inesperado calor y la humedad lo
hicieron temblar. La lengua de Noname estaba lamiendo por todo su culo
estirado, y era increíblemente relajante. El dolor iba en disminución, y
cuando la polla de Noname comenzó a moverse, su lengua resbaladiza
permitió un empuje suave—. Mmmm… está bien, está bien. Ahí vamos.
Mmm, sigue haciendo eso. Sí, eso
Noname lamió, sus largos dedos ahora se enroscaban alrededor de las
caderas de Lyon mientras se mecía dentro de él.
Joder, su polla era gigante. Tan grande que Lyon juró que lo iba a partir por
la mitad. Incluso con la baba de monstruo mágico de Noname, todavía se
sentía estirado de manera intensa, y sus entrañas estaban completamente
llenas. Jadeó a través del dolor y arañó las sábanas, gimiendo en voz alta. —
Mierda…
Noname gruñó en respuesta y le apretó las caderas. Metió la lengua de
nuevo en su boca y empujó hacia delante, gruñendo con entusiasmo.
Lyon no podía dejar de mirarse a sí mismo y a Noname en el reflejo,
captando la belleza de los músculos demacrados de la criatura que se
flexionaban mientras lo follaba, las largas líneas de sus brazos y hombros
abultándose con cada embestida. Lyon gruñó a través de los últimos
gruesos centímetros, sintiéndose realmente sorprendido de que toda esa
polla gigante hubiera cabido dentro de él.

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Probablemente ayudaba que estuviera borracho y que su cuerpo estuviera


algo relajado. Se permitió derretir, recibiendo cada feroz embestida de la
gruesa polla de Noname con pequeños gemidos entrecortados por el placer.
El balanceo de las caderas de Noname mientras se movía era algo
hipnótico, y Lyon abrió las piernas para tomarlo lo más profundo que pudo.
No podía creer lo fuerte y rápido que Noname lo estaba follando, un eco de
lo que había logrado con su lengua ese mismo día. Era caliente,
emocionante, y quería más. Empujó su trasero hacia arriba, tratando de
que la polla de la criatura entrara más. —Vamos. Vamos, nene. Dámelo
¡Más, vamos, quiero jodidamente más!
Noname retrocedió con un gruñido, todavía sujetándole las caderas y
moviéndolo contra su polla. Lo estaba levantando de la cama mientras lo
follaba sin piedad.
Lyon gimió desesperadamente, gritando ante el nuevo ritmo despiadado.
Mirar por encima de su hombro fue un shock: veía su mitad inferior
aparentemente flotando y sus mejillas temblar en respuesta a cada brusca
embestida, pero no podía ver nada más a menos que observara en el espejo.
Miró allí para poder verlos juntos, sollozando mientras Noname lo jodía tan
rápido que partes de su cuerpo delgado se difuminaban.
Toda la cama temblaba y Lyon se aferró a los costados del colchón para
sostenerse. Había ardor, placer y un dolor punzante dentro de su agujero
que nunca olvidaría. Gimió cuando sintió que Noname finalmente se estaba
corriendo, y el ataque tan brutal se convirtió en un golpeteo suave y
perezoso. —Ahh… Wow… mierda, bebé.
Noname hizo un ruido de ronroneo feliz, y presionando su hocico cerca, le
lamió la oreja a Lyon.
Instintivamente, Lyon alargó la mano para acariciarle la cabeza de
Noname. Para su sorpresa, sintió piel. Piel cálida y resbaladiza. —¿Qué
carajo?
Noname estaba igual de sorprendido, porque todo su cuerpo se congeló.

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Continuó acariciándolo una y otra vez mientras podía, trazando el costado


de la cara de Noname hasta su ancha boca. —Mierda santa. Puedes
sentirme, ¿verdad? ¿Puedo, puedo tocarte?
Noname ronroneó más fuerte y golpeó su cabeza contra la mano de Lyon
como alguna especie de gato posesivo, frotándose con insistencia.
Lyon se rio encantado e inmediatamente quiso tocarlo aún más. Se retorció
sobre su costado, gimiendo cuando la gorda polla de Noname se deslizó
fuera de él. Levantó la mano para acariciarle la cabeza y el cuello, siguiendo
el mapa de su rostro con el tacto, y experimentando la sensación
resbaladiza de su piel. —Wow. Sí. Eres tú.
Noname se arrastró justo encima de él, separando las piernas de Lyon y
acurrucándose contra su pecho.
Lyon movió sus manos por los hombros y los largos brazos de Noname,
sintiendo los músculos fibrosos. —¿Eres como una especie de demonio
sexual? ¿Cuánto más follamos, más fuerte te vuelves?
Noname gruñó, pero no estaba claro si eso era una confirmación o no.
—Supongo que solo hay una manera de averiguarlo —Lyon sonrió y
empujó la cabeza de Noname hacia abajo.
Noname se resistió de inmediato con un gruñido.
—¡Hey! —Lyon frunció el ceño—. Ya obtuviste lo tuyo, ¿recuerdas?
Vamos, ahora te toca ayudarme.
Noname refunfuñó y se apoyó en la mano de Lyon, lamiendo su palma
como en son de disculpa.
—Está bien. Mmm, vamos —Lyon lo empujó hacia abajo de nuevo,
aunque esta vez con mayor suavidad—. Quiero correrme.
La lengua de Noname se arrastró a lo largo del vientre de Lyon mientras
descendía, tocando apenas la base de su polla...
Y luego desapareció.

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—¿Qué? ¿Es en serio? —Lyon gimió y se dejó caer contra la cama—.


Típico.
Hubo un ligero toque en su mejilla, y supo de inmediato que la sensación de
piel lisa era de Noname.
—Me debes una —declaró mientras agarraba su polla, masturbándose
rápidamente. Cerró los ojos, su cuerpo aún hormigueaba por la gloriosa
follada que había recibido, y no le tomó mucho tiempo encontrar el clímax
con los recuerdos frescos de la gigante polla de Noname clavada tan
profundamente dentro de él.
Volvió a dormirse después de eso, despertándose con la necesidad de una
ducha y una nueva misión para ese día.
Tenía que comprar un montón de espejos viejos.
Fue un poco más difícil de lo esperado, pero logró encontrar cuatro más
después de buscar en tiendas de antigüedades y en un mercado de pulgas
local. Aceleró todo el camino de regreso a casa y decidió que finalmente era
hora de mover algunas cosas, es decir, mudarse él mismo al dormitorio
principal.
Primero arrastró el tocador, colocándolo en la pared frente al pie de la
cama. Tomó el gran espejo de la sala y lo colgó sobre la cabecera. Los
nuevos espejos estaban escalonados alrededor de ese, excepto por uno
pequeño de forma ovalada que colocó sobre la mesita de noche.
Lyon miró la nueva configuración con una sonrisa.
Perfecto.
Agarró el whisky añejo del piso de abajo, encendió algunas velas, se puso la
bata de baño y esperó.
No pasó mucho tiempo para vislumbrar algo de color gris moviéndose a
través de los espejos, Lyon lo saludó. No sabía por qué su corazón latía con
tanta emoción, pero estaba muy feliz de ver a Noname.

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Noname caminaba por la habitación en una especie de estupor, mirando


hacia todos los espejos.
—¿Te gustan? —Lyon tomó un sorbo de whisky y se tumbó en la
cama—. Mm, voy a buscar más. Quiero poder verte todo el tiempo.
Noname se dirigió a la cama y se sentó al lado de Lyon, ronroneando
ruidosamente. Le tomó la mano y la lamió, antes de frotar su frente contra
la palma.
—Supongo que eso significa que sí —Lyon bebió el resto del whisky y
dejó el vaso sobre la mesita de noche. Abrió su túnica, riéndose cuando
Noname inmediatamente se lanzó encima de él. Con los espejos dispuestos
de esa manera, podía verlo reflejándose en todos ellos sobre la cama, en el
del tocado y en el que estaba a su lado.
Noname ya estaba duro, y frota su polla con insistencia entre las piernas de
Lyon.
—Ah-ah —Lyon negó con la cabeza—. Me debes una, ¿recuerdas?
Noname gruñó.
Lyon sonrió y acarició la parte superior de la cabeza de Noname antes de
empujarlo hacia abajo. Gimió cuando la criatura respondió con una caliente
lamida sobre su pene, haciéndolo suspirar de satisfacción. —Ah, justo así.
Por un segundo, Lyon pensó que en realidad vio la piel demacrada de
Noname fuera de los reflejos mientras lamía su polla, pero tal vez se debía a
que había bebido demasiado.
Por otra parte, tal vez es que necesitaba obtener más espejos.
Compartieron otra velada apasionante juntos y Lyon se corrió dos veces
antes de quedarse dormido. Los brazos de Noname lo rodearon hasta que
perdió el conocimiento, y Lyon nunca había dormido así de bien en toda su
vida.
Aunque Lyon se despertó solo, el dolor residual de una noche entera de
ejercicio físico lo hizo sonreír.

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Estaba feliz, feliz por primera vez en mucho tiempo.


Las siguientes semanas fueron maravillosamente borrosas, y Noname se
fortalecía cada día. Aparecía todo el tiempo ahora, a menudo
interrumpiendo los esfuerzos de Lyon por trabajar en la casa. Noname
también comenzaba a aparecer en todos los espejos, no solo en los
plateados, y ya no era totalmente invisible. No era más que una imagen
borrosa de lo que se mostraba en el espejo, pero era agradable verlo fuera
de un reflejo, y Lyon disfrutaba mucho de la compañía.
De acuerdo, y el sexo también, aunque extraño era increíble.
Sin embargo, no se trataba solo del sexo. Tal vez lo fue al principio, pero
ahora había algo diferente en Noname. Aparecía cuando Lyon estaba
viendo la televisión y flotaba cerca, eventualmente terminando en el sofá
con él y acurrucándose juntos. Noname se unía a él para preparar la cena,
aunque no parecía poder probar bocado. Una vez sorprendió a Lyon en la
ducha y le ayudó a lavarse el pelo.
Está bien, sí, esa vez terminó en sexo, pero el sexo ya no era una constante
en sus encuentros.
A veces, realmente disfrutaban de la compañía del otro.
Noname todavía no podía hablar, pero parecía entender a Lyon y podía
responder con simples movimientos de cabeza o gestos bruscos. Era difícil
obtener información, pero Lyon poco a poco estaba conociendo mucho
mejor a su nuevo amigo.
Había otro mundo detrás de los espejos que era en donde Noname vivía y
habían muchas otras criaturas como él. Lyon le preguntó si podía visitarlo
algún día y Noname había negado con la cabeza en un gesto realmente
firme. Cuando Lyon quiso saber por qué, Noname mostró sus afilados
dientes y emitió horribles sonidos de masticación húmeda.
Después de eso, Lyon dejó de preguntar sobre el otro mundo.
Hablaron de otras cosas, como que el espíritu de Noname había quedado
atrapado de alguna manera en la botella de whisky escocés que Lyon había

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abierto sin darse cuenta. Noname no parecía saber quién se lo había hecho,
y negó con la cabeza cuando Lyon le mostró una foto de su abuelo. Juntó
ambas manos para formar un gesto triangular sobre su cabeza, pero Lyon
no comprendió que es lo que quería decir.
No es que importara ahora ya que Noname estaba libre.
Lyon le contó a Noname sobre la casa y los momentos divertidos que había
pasado allí con su abuelo. Le mostró fotos, vieron sus películas favoritas y
Lyon incluso le contó sobre su ex novio abusivo, Todd.
Noname siempre escuchaba, sonriente y contento, aunque hizo otra vez
esos terribles sonidos de masticación cuando Lyon describió la primera vez
que Todd le había puesto las manos encima.
Cuando el verano estaba llegando a su fin, Lyon tuvo que empezar a buscar
trabajo. Noname no estaba interesado en lo más mínimo en la búsqueda de
Lyon, y a menudo interrumpía una vez que decidía que él había estado
demasiado tiempo mirando la pantalla de su computador.
Lyon se estaba volviendo más que un poco aficionado a su amigo especial.
Ya había comprado espejos para todas las habitaciones de la casa, incluidos
varios para el dormitorio y la sala de estar. Trataba de encontrar películas
que pensaba que a Noname le gustaría ver, lo cual era bastante difícil.
Aparentemente, los monstruos espejo tenían un gusto cinematográfico muy
exigente, aunque a Noname le había gustado mucho Silent Hill. Ahora lo
veían al menos una vez a la semana.
No podía irse a dormir a menos que Noname estuviera ahí para llevarlo a la
tierra de los sueños con esos largos brazos alrededor de él y esa lengua
lamiéndole suavemente la oreja.
Lyon era feliz.
Tan feliz que había respondido a un llamado en la puerta temprano esa
noche sin siquiera pensar en antes comprobar quién era primero. No había
invitado a nadie desde que se había mudado, aunque algunos miembros de
su familia amenazaban con visitarlo para que pudieran ver el trabajo que

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había hecho hasta ahora. Había puesto muchas excusas para mantenerlos
alejados, y su pensamiento inmediato fue que alguien se habría cansado de
esperar.
El único pensamiento en su cabeza era tratar de averiguar qué hacer si
Noname decidía venir a saludar mientras que su madre, su prima o quien
fuera, estaba de visita. Luego abrió la puerta.
Todd, su ex novio, estaba parado al otro lado.
Lyon se congeló y soltó: —¿Qué estás haciendo aquí?
—Hola, bebé —Todd mostró esa deslumbrante sonrisa que Lyon
alguna vez había encontrado tan encantadora.
Se sentía enfermo.
—¿Qué pasa? —Todd continuaba sonriendo—. No pareces tan feliz de
verme.
—¿Cómo diablos averiguaste dónde vivo?
—Oh, eso fue fácil —Todd dio un paso adelante, lo que obligó a Lyon a
retroceder—. Todavía eres amigo del primo segundo de mi hermana. ¿Con
el que tuviste clases? Bueno, echamos un vistazo a tus redes sociales,
investigamos un poco y ¡listo! Busqué la dirección y vine tan pronto como
pude.
Lyon farfulló cuando Todd pasó junto a él y entró en la casa. Se negó a
cerrar la puerta porque estaba decidido a asegurarse de que se fuera de ahí
muy pronto. —¡Hey! ¿Me estás acosando? ¿De verdad?
—Te extrañé —Todd miró alrededor de la sala de estar—. Me gusta.
Los espejos son un poco extraños, pero es agradable. Lo hace sentir más
abierto.
—Tienes que irte —Le advirtió Lyon—. Ahora mismo. Rompí contigo,
¿recuerdas? hemos terminado. No somos nada. ¡No puedes acecharme y
aparecer en mi casa y pretender que nada de esto está bien!

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—Pensé que creerías que estaba siendo romántico —La sonrisa de


Todd nunca vaciló, y ahora era francamente espeluznante—. Realmente te
he extrañado, bebé. Quería decir que lo siento por cómo actué contigo.
Siempre me sacabas de quicio y yo no sabía lo que estaba haciendo.
—¡Oh, wow! Sí, bien hecho, culpándome por lo que hiciste —Lyon vio
una sombra por el rabillo del ojo y el corazón le latió con fuerza.
Era algo en uno de los espejos.
Mientras pasaba junto a él, la puerta principal se cerró repentinamente y
por sí sola.
Todd no se había dado cuenta, el muy idiota, pero Lyon dio un pequeño
salto.
—No te estoy culpando, bebé —dijo Todd—. Solo digo que no
reaccioné bien cuando estabas siendo, ya sabes, difícil.
Lyon no se había movido, y cruzó los brazos sobre su pecho. —Necesitas
irte. No voy a quedarme aquí y escuchar nada de lo que tengas que decirme.
Terminamos, se terminó, eso es todo.
—Ah, vamos —Todd se rio y caminó hacia él, tratando de tomarle una
de las manos—. No seas así, bebé.
Lyon se estremeció y trató de alejarse.
—Sé que estás feliz de verme —Todd frunció el ceño y volvió a tomar
la mano de Lyon con más fuerza—. Vamos, bebé. Sentémonos y hablemos.
—¡Quítame las manos de encima! —Lyon apartó a Todd de un
empujón.
—¡Oye! —Todd lo agarró por la muñeca, retorciéndola con fuerza—.
Vamos a tener una pequeña charla, ¿eh?
—¡Detente! —Gritó, luchando por soltarse. El agarre de Todd dolía y
lo empujó de nuevo, tratando de escapar—. ¡Maldita sea, suéltame! ¡En este
momento!

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—¿O qué? —Todd se rio—. ¿Vas a gritar o algo así? ¿Olvidaste que
estamos en medio de la nada? Nadie te va a escuchar, bebé.
Hubo un gruñido bajo, todos los espejos se sacudieron, y el mismo sonido
envió un escalofrío por la columna vertebral de Lyon.
—Él lo hizo —Susurró Lyon.
—¿Él quién? —Todd entrecerró los ojos—. ¿Qué? ¿Tienes a alguien
aquí contigo? ¡Oh, apuesto a que sí! Ya conseguiste a un chico nuevo, ¿eh?
Eres una puta –Soltó el brazo de Lyon y caminó hacia el sofá, mirando
alrededor—. Está aquí, ¿no es así?
—Oh, sí. Definitivamente está aquí —Lyon podía ver la forma de
Noname moviéndose a través de los espejos en las paredes de la sala,
acercándose lentamente a la espalda de Todd. Allí no había ningún espejo,
pero Lyon podía distinguir el contorno borroso de la cabeza y los hombros
de Noname moviéndose sigilosamente.
—¿En dónde está? ¿Eh? —Todd miró por todas partes excepto donde
debería haberlo hecho—. ¡Quiero conocerlo! Me encantaría conocer al tipo
que cree que puede robarme a mi novio…
Noname apareció, completamente materializado y chasqueó la lengua hacia
Todd. El sonido era silencioso, húmedo, y sus labios rojos se estiraron en
una amplia sonrisa.
Todd se dio la vuelta, jadeando de horror. —Que demo…
Era difícil hablar cuando las gigantescas fauces del monstruo del espejo te
rodeaban la cabeza, pero Todd lo intentó. Bueno, al menos gritó mucho, y
agitó los puños violentamente mientras que Noname lo arrastraba hacia el
espejo más cercano.
Lyon sabía lo que estaba a punto de suceder, pero nada podría haberlo
preparado para un espectáculo tan terrible. Tropezó hacia atrás, con sus
propios pies y aterrizó sobre su trasero junto a la puerta. Era incapaz de
moverse mientras miraba con los ojos muy abiertos.

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Noname empujó a Todd a través del espejo como si el vidrio no estuviera


allí. Soltó a Todd y lo dejó caer al suelo con una arcada que sonaba
disgustada.
—¿Qué carajo? —Todd gritó histéricamente. Estaba sangrando donde
los dientes de Noname lo habían perforado, y se agitaba salvajemente—.
¿Qué diablos eres? ¿Qué es esto? ¡Oye! Lyon! ¡Oye! ¡Déjame salir de aquí!
¡Oye! ¡Maldita perra estúpida! ¡Sácame ahora mismo o te vas a arrepentir!
Hubo un sonido… no, muchos sonidos. Era una sinfonía de gruñidos y
rugidos: los gritos de varias criaturas grandes que se acercaban lentamente
hacia Todd. Eran monstruos como Noname, y parecían hambrientos.
Noname gruñó, y uno de los otros monstruos gruñó de vuelta. Noname
asintió y regresó a través del espejo. Se acercó a Lyon, gimiendo
suavemente mientras examinaba el enrojecimiento de la muñeca en donde
Todd lo había estado sujetando.
—E-estoy bien —Lyon hizo todo lo posible por sonreír—. Estoy bien,
de verdad —Se encogió cuando escuchó que los gritos de Todd se hacían
más fuertes, y ah, luego hubo más de esos asquerosos crujidos que Noname
había sido tan bueno en imitar.
Noname le abrazó la cabeza contra su pecho, como si estuviera intentando
protegerlo.
Después de unos cuantos gritos espeluznantes, hubo un chillido final
seguido de silencio.
Noname retumbó y se colocó entre Lyon y el espejo.
—Está bien. No voy a mirar. Definitivamente no voy a mirar.
Noname tomó las manos de Lyon y lo ayudó a ponerse de pie.
—Gracias —Lyon lo miró con asombro. Esta era la primera vez que
podía ver a Noname fuera del espejo, y notó que un poco de sangre le
goteaba de la barbilla—. Hey, quédate quieto.
Noname inclinó la cabeza con curiosidad.

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—Tienes un poco de… —Lyon le limpió la sangre, pero Noname tomó


su mano y la lamió. Ver esa lengua gruesa de cerca hizo que todo su cuerpo
temblara—. Wow. Oh. Enserio, eso fue lo más considerado que alguien haya
hecho por mí. No lamer la sangre, sino todo lo demás, enviar a mi ex de
mierda a través de un espejo para que se lo coman, por haberme tocado.
Esa parte.
Noname sonrió cálidamente.
—Gracias por todo —Lyon le besó la mejilla, inhalándolo. Dios, ahora
podía oler a Noname, y su aroma era almizclado pero dulce, como vainilla
vieja. Sonrió cuando los largos brazos lo rodearon y lo acercaron, y no se
sorprendió en lo más mínimo de que el cuerpo de Noname fuera duro.
Noname chocó sus caderas con insistencia.
—Sí —Lyon asintió—. ¿En el dormitorio?
Noname sonrió y levantó a Lyon por encima del hombro.
—¡Ah, mierda! ¡Noname! —Lyon se rio, tratando de sujetarse
mientras Noname prácticamente corría por la casa.
Habría pensado ver a su ex novio ser devorado habría sido mata ambiente,
pero solo le provocaba alivio. No tenía que preocuparse de que Todd
intentara lastimarlo nunca más, y está bien, sí, era un poco emocionante
ver a Noname volverse todo monstruo con ese idiota.
Lyon siempre había sabido que Noname era una bestia poderosa, pero
santo cielo, eso había sido intenso.
Estaba mucho más excitado de lo que podría haber anticipado, y estaba
listo para correrse en cuanto Noname los metió a la cama. La capacidad de
verlo solo aumentaba el placer de tocarlo, y Lyon acarició cada centímetro
gris y moteado de piel que pudo alcanzar. —Joder, mírate. Eres tan
jodidamente hermoso.
Noname ronroneó ante el cumplido y toqueteó la ropa de Lyon.

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—Claro que sí, grandullón —Lyon se quitó los pantalones en un


tiempo récord y se rio cuando Noname le metió la lengua entre las piernas
antes de poder quitarse la camisa—. Mm... Joder, bebé —Se dejó caer
contra la cama con su camisa todavía alrededor de la cabeza y gimió cuando
la lengua de Noname empujó directamente dentro de él—. ¡M-mierda!
Gruñendo con avidez, Noname separó los muslos de Lyon y sacó su lengua.
Siempre se metía tanto en el papel, absolutamente voraz al gusto. Empujó
su cara para llegar lo más profundo posible.
—¡Oh sí! ¡Mierda! —Lyon apoyó una de sus piernas sobre el hombro
de Noname una vez que finalmente se quitó la camisa, y estiró el resto de
sus extremidades sobre la cama. Inclinó las caderas para montar la cara de
Noname, casi mareado por el placer tan increíble.
La lengua de Noname se deslizaba dentro y fuera de su cuerpo sin esfuerzo,
el movimiento era ayudado por la gran cantidad de baba y determinación, y
a Lyon le fascinada. Sabía que era solo el aperitivo antes del plato principal,
es decir, esa polla gigante, pero aun así era increíblemente caliente. Una
emoción añadida era saber que esa lengua era parte de la misma boca que
había arrastrado a Todd a su muerte.
Lyon sabía que era enfermo, pero consideró que era un pago por cada
rasguño, cada nariz ensangrentada, cada moretón que había tenido que
explicar… No. Respiró profundo para centrarse. No iba a permitir que
Todd, ese pedazo de mierda, le arruinara este evento tan trascendental.
Tenía a Noname aquí con él, en carne y hueso en su cama, y no iba a
desperdiciarlo.
Siguió apretándose contra la boca de Noname, y le dio una palmada en la
parte superior de la cabeza para animarlo. Le encantaba la sensación
resbaladiza de la piel de Noname, y su pulgar recorría las arrugas y las
manchas mientras jadeaba: —Sí, nene... sí... dámelo... vas a hacer que me
corra antes de follarme, ¿eh? ¿Es eso lo que quieres?
Noname gruñó emocionado.

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—Joder, sí —Lyon gruñó, tomando otra respiración profunda y


concentrándose en la intensidad que crecía dentro de él—. Vamos… tócame,
nene. Pon tu mano en mi pene. mierda, tócame. Quiero correrme tan
jodidamente fuerte con tu lengua dentro de mí... por favor, nene.
Tener un amante que no podía hablar le había permitido a Lyon trabajar en
su charla sucia.
Pensaba que se estaba volviendo bastante bueno en eso.
Noname gruñó vorazmente, y sacrificó parte del agarre en las caderas de
Lyon para sujetarle la polla en su lugar. Sus largos dedos se cerraron
alrededor de Lyon y lo acariciaron rápidamente, con el mismo ritmo febril
de su lengua. Rugió mientras le follaba con más fuerza el agujero.
—¡Oh! ¡Mierda! —Lyon se sacudió y lanzó un grito de sorpresa.
Noname parecía particularmente más voraz que de costumbre, y Lyon no
pudo detener el orgasmo ni un segundo más. Lo golpeó rápido, una ola
burbujeante de placer que hizo que su estómago se agitara cuando se corrió
sobre sí mismo y en los dedos de Noname.
El rugido de Noname se convirtió en un gruñido lúcido, su lengua jodiendo
lentamente a Lyon mientras lo llevaba al clímax.
Lyon murmuró de satisfacción cuando Noname le bajó las caderas sobre la
cama y él acarició la parte superior de su cabeza. —Ah, nene… mierda, eso
estuvo tan bueno. No puedo creer que me hayas hecho correrme tan
jodidamente rápido. Mmm, eres tan bueno. Eres tan condenadamente
bueno.
Noname retiró su lengua y se lamió los dedos, succionando cada uno de
ellos para atrapar hasta la última gota de semen. Luego pasó al estómago de
Lyon, deslizando su lengua en largos lametones hacia arriba y hacia abajo
para reclamar el resto.
Lyon sonrió, acariciándole la cara a Noname en el punto en donde habrían
estado sus ojos si los tuviera, luego lo alzó para besarlo. Era un beso que
tenía que ser lento, cuidadoso, siempre consciente de los dientes afilados de

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Noname, pero no creía que nada hubiera sabido tan bien como sus labios
rojos como la sangre.
Noname le devolvió el beso con una ternura inesperada y acunó un lado de
la mejilla de Lyon, reflejando su toque. Giró sus caderas, moliendo su gran
polla contra el culo de Lyon. No había ningún propósito real en sus
embestidas. Presionó juntos los cuerpos de ambos, arqueando su larga
columna vertebral para acercarse más.
Lyon siguió acariciándole la cara, deslizando su otra mano sobre las
delgadas líneas de su cuerpo hasta encontrar la curva de su trasero para
agarrarse. Movió sus caderas hacia abajo para que se encontraran con
perezosos empujes, y wow, el calor hervía entre ellos.
Amaba el peso del cuerpo de Noname contra el suyo, y cada beso lo hacía
estremecerse. Pronto estuvo gimiendo y necesitando más. Necesitaba la
polla de Noname, necesitaba sentirlo profundamente dentro de…
—¡Dios! —Gimió cuando la erección de Noname finalmente se empujó
dentro de él. Sus muslos le abrazaron las caderas mientras que cada grueso
centímetro lo abría completamente. Sujetó la parte posterior de la cabeza
de Noname, jadeando mientras que Noname hundía su boca en la garganta
de Lyon.
Los dientes le rozaron la delicada carne con solo un ligero toque de presión,
su lengua lamiendo la nuez de Adán de Lyon. Cada embestida de la gigante
polla de Noname, era profunda, dura, y se hundía en el cuerpo de Lyon con
suficiente pasión para dejarlos a ambos sin aliento y retorciéndose.
Lyon nunca había sentido algo así. Era como si fueran el mismo ser,
buscando placer con cada toque. Noname lo empujó contra la cama, luego
desafió a la gravedad al llevarlo contra la pared junto a los espejos. Noname
lo jodía con la fuerza suficiente para tirar algunos de los espejos al suelo, y
Lyon gimió cuando el cristal se hizo añicos por todo el suelo.
Ni siquiera le importaba el desastre, no cuando Noname estaba
embistiendo su cuerpo lo suficientemente fuerte como para hacerlo sollozar

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de felicidad, aferrándose desesperadamente a todo lo que podía,


preparándose para los golpes abrumadores.
Lyon gritó cuando se corrió, retorciéndose en la polla de Noname mientras
este inundaba su agujero. Estaban unidos, casi en perfecta sincronía, y era
la sensación más mágica que Lyon había sentido nunca. Cada pulso caliente
dentro de él hizo que su orgasmo se sintiera más caliente, más fuerte, y
estaba completamente exhausto cuando Noname finalmente los llevó a los
dos a descansar sobre la cama.
—Así que. Wow —Lyon sonrió, jadeando mientras trataba de
recuperar el aliento—. Eso fue aún más impresionante de lo habitual —Le
acarició la mejilla—. ¿Podrás quedarte así? ¿Todo el tiempo?
Noname negó con la cabeza.
—¿Qué tal un poco de tiempo?
Noname volvió a negar con la cabeza.
—¿Ocasiones especiales? ¿Días festivos?
Noname sonrió y asintió.
—Oh, wow. Entonces ya sé lo que quiero para Navidad.
Noname se acurrucó cerca de él y le lamió el cuello. Enroscó sus largas
extremidades a su alrededor, acomodándose como si fuera a dormir.
—Hey, todavía tengo que levantarme —Lyon sonrió—. Algunos de
nosotros tenemos que seguir buscando trabajo. Ya sabes, para que podamos
tener dinero para comida, pagar las cuentas, comprar más espejos. Me
gustaría reemplazar el que acabamos de romper…
Noname gruñó.
—Si consigo un espejito de bolsillo, podrías venir conmigo, ya sabes.
Noname gruñó, pero sonó mucho más positivo.
—Tendrías que portarte bien —Lyon le acarició el brazo—. No intento
hacer un rapidito en medio del turno con mi espejo. Tendrás que ser bueno

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y esperar, ¿de acuerdo? Oh, wow. Me pregunto si esto significa que podrías
venir conmigo en un auto. Hay espejos en un coche. Sin embargo, no hay
cabeza de carretera, maldita sea. Supongo que ando absorbiendo toda la
diversión de tener un novio que puede viajar a través de los espejos…
Lyon hizo una pausa por dos razones.
La primera era que esta era la primera vez que se refería a Noname como su
novio y haberlo hecho lo hizo sentir ruborizado y calid0.
La segunda era que Noname estaba roncando. Se había quedado dormido.
Lyon sonrió y también se acomodó para dormir una siesta. Sabía que
necesitaba modificar su currículum un poco más, completar al menos cien
solicitudes de empleo adicionales y tal vez probablemente averiguar qué
hacer con el auto de Todd, ya que alguien eventualmente vendría a buscar
al imbécil. Tal vez podrían conducirlo a la tierra atravesando el espejo.
Pero, todo eso podría esperar un poco más.
En este momento, lo único que quería hacer era acurrucarse con su novio
monstruoso.

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DIA DOCE: SOLO


Llegas a casa, cansado después de un largo día de trabajo, y listo para
una noche de relax a solas. Alcanzas el interruptor de la luz, pero una
mano ya está allí.
Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales
monstruosas con tentáculos, bondage con tentáculos y juego
non-con.

Mal estaba agotado.


Lo único que deseaba era volver a su aburrida y vacía casa para pasar una
noche de relax a solas. Después de dieciséis horas de pie haciendo doble
turno en el hospital, un vaso de vino tinto y su cama sonaban de maravilla.
Entró a su casa, cerró la puerta tras de sí y buscó el interruptor de la luz.
Ya había una mano allí.
Cálida, resbaladiza, mucho más grande que la suya.
Mal se congeló inmediatamente y trató de averiguar qué demonios se
escondía allí, en la oscuridad, justo delante de él. Intentó escuchar una
respiración que no fuera la suya, pero era difícil oírla con el corazón
palpitando en sus oídos. La mano bajo la suya se sentía tan ajena y fuerte, y

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le aterraba lo que iba a ver si se atrevía a empujar hacia arriba y pulsar el


interruptor.
Había algo en su casa. Algo estaba allí mismo.
No tenía ningún tipo de arma que pudiera utilizar, y nunca había sido un
tipo especialmente en forma. Podía intentar golpear al intruso con su bolsa
de lona, pero lo único que tenía dentro era su bata sucia de su largo turno
de hoy, así que no haría mucho daño. Los segundos pasaban y no sabía qué
hacer. El pánico se apoderaba de él y le oprimía el pecho.
Aquella cosa parecía igualmente estancada y no realizaba ninguna acción, y
allí, mierda, Mal podía oír su respiración demacrada y pesada.
Mierda, no podía aguantar el suspenso ni un segundo más.
Encendió la luz, parpadeando mientras sus ojos se ajustaban, y contempló
el enorme monstruo que tenía ante sí.
Lo primero que le llamó la atención fue el color: era verde neón, casi
iridiscente, y le sorprendió que no hubiera brillado en la oscuridad cuando
el interruptor estaba apagado. El color era fascinante, y cambiaba a varios
tonos de esmeralda y lima cuando la luz se reflejaba en sus escamas.
Oh, vaya, las escamas.
Tenía el cuerpo de un dragón gigante con escamas brillantes, con patas
traseras abultadas para sostenerse, una cola puntiaguda y alas enormes. Su
cabeza era larga y ancha como debería ser la de un dragón, pero tenía una
gruesa barba de tentáculos retorcidos como ningún dragón que Mal hubiera
visto antes. Tenía dos elegantes cuernos en la parte superior de la cabeza y
miles de ojos, todos ellos negros y brillantes, que miraban a Mal con
aparente sorpresa.
—Yo... Qué...— Mal tartamudeó, buscando algo que decir.
—Eres precioso—, retumbó el monstruo mientras sus dedos se
enlazaban con los de Mal en el interruptor de la luz. —La espera ha
merecido la pena.

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—¿Eh, qué?— La cara de Mal se encendió inmediatamente. La forma


en que el monstruo lo miraba lo ponía caliente, y el suave toque del pulgar
del monstruo acariciando la mano de Mal era un señuelo embriagador.
Nunca nadie lo había llamado hermoso. Nunca nadie le había sostenido la
mano así ni lo había mirado de esa manera.
Mal miró la boca del monstruo, embelesado por unos labios verdes y un
rápido movimiento de una lengua rosa y caliente.
—Soy Borathoth—, dijo el monstruo. —¿Del 1-800-Fuck-A-Monster17?
—Espera, ¿qué?— Mal se quedó mirando.
—Bueno, en realidad es F-C-K-M-S-T-R cuando marcas. A veces
recibimos algunas consultas no relacionadas con los monstruos. No es un
gran número. Le dije a Ian que deberíamos cambiarlo...
—¿Quién es Ian?
—Claro. No importa—. Borathoth sonrió. —¿Preparaste una cita
monstruosa? ¿Cena, mimos, y un saqueo completo?
—¿Lo hice?— El corazón de Mal se aceleró peligrosamente.
¿Cuándo tuvo exactamente suficientes copas de vino para pensar que
llamar a un servicio de acompañamiento de monstruos era una buena idea?
—Mmhm—. Borathoth miró a Mal con una pequeña sonrisa
hambrienta. —Debo decir que eres aún más hermoso que en tu foto.
—Eh, eh, gracias—. Mal se esforzó por recordar cuando había hecho
esa llamada telefónica. Claro, había disfrutado de ciertos blogs de novios
monstruosos en Tumblr y tenía algunas fantasías muy específicas, pero no
había manera de que pudiera saber que este era un servicio legítimo.

17
Joder a un monstruo.

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Tuvo que pensar que era una broma. No tenía ni idea de lo que habría
esperado que sucediera: ¿un tipo que se presentara con un disfraz de
monstruo? Tal vez lo hizo para reírse y animarse.
O tal vez había estado esperando que fuera real todo el tiempo...
Eso fue hasta que aparentemente se emborrachó tanto que olvidó que había
hecho la maldita llamada.
—¿Cuánto he pagado por esto exactamente?— Mal tragó saliva. —
Quiero decir, porque wow, tú, tú definitivamente vales lo que sea que fue
eso, estoy seguro, pero no puedo...
—Oh, no—. Borathoth se rio. —Esto no funciona así, Mal. Es gratis.
—¿Lo es?— Mal estaba aún más confundido.
—Para ti, quiero decir.
Borathoth continuó acariciando la mano de Mal mientras le explicaba: —Te
presentas como participante voluntario con una lista de tus deseos y una
foto reciente a través del Servicio de Fuck A Monster, y tu solicitud se pasa
a todos los monstruos interesados. Créeme, somos más de uno los que
esperamos un candidato como tú. Una vez que todos han tenido la
oportunidad de revisar tu solicitud, pujamos por la oportunidad de salir
contigo.
—¿Pagaron para salir conmigo?— La voz de Mal era un chillido.
—Sí—. Los ojos de Borathoth brillaron. —He estado esperando mucho
tiempo para encontrar la pareja adecuada. No quería conformarme con
nada que no fuera perfecto... y entonces te encontré a ti, Mal.
—¿A mí?
—Oh, sí. A ti—. Borathoth sonrió. —Y, perdóname si soy demasiado
atrevido, pero creo que estás tan contento como yo.
—S-sí... yo... sí—. Mal tragó saliva de nuevo y no tenía idea de qué
hacer.

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Este magnífico monstruo había pagado literalmente por tener una cita con
él -y espera, ¿en qué consistía exactamente ‘el saqueo’?- y no tenía ni idea
de cuál sería su siguiente paso.
¿Podrían tocarse? ¿Podrían abrazarse? ¿Estaba permitido?
Los dos se quedaron parados en su sitio, mirándose con aparente asombro
y acercándose lentamente. El aire se sentía lo suficientemente caliente
como para arder, y algo tenía que ceder pronto o ciertamente toda la
habitación iba a explotar en pedazos carbonizados.
Mal dejó caer su bolsa y extendió la mano para tocar tímidamente el amplio
pecho de Borathoth. Las escamas eran sorprendentemente suaves, casi
como el terciopelo, y no podía dejar de acariciarlas, trazando las crestas de
cada una por la clavícula de Borathoth. —Vaya. Tú también eres muy
hermoso.
—Ni de lejos tan cautivador como tú—, prometió Borathoth.
—Y tú... ¿realmente me querías?
—Sin duda.
Mal no supo quién se inclinó primero, pero en un momento estaban ahí
parados, y al siguiente sus labios chocaban con los del otro en un acalorado
beso.
Mal rodeó con sus brazos los grandes hombros de Borathoth, y jadeó
cuando algo golpeó la pared junto a ellos.
—¡Perdón! Mis disculpas—. Las alas de Borathoth se habían
desplegado y una de ellas había golpeado la pared.
—Está bien, está bien—. Mal volvió a unir rápidamente sus labios, no
queriendo perder nada de ese acalorado impulso. Gimió cuando Borathoth
lo inmovilizó contra la puerta, y pudo oír cómo sus alas tiraban un cuadro
al suelo.

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Borathoth murmuró otra disculpa y se abrazó a las gruesas caderas de Mal.


Deslizó su lengua -no, espera, dos lenguas- en la boca de Mal, que gruñó
con avidez.
Mal palpó los hombros de Borathoth hasta llegar a su cuello, apreciando las
suaves escamas y los duros músculos. Acarició la barba de tentáculos y
gimió cuando los gruesos zarcillos se enroscaron en sus dedos, imaginando
ya dónde más podrían enroscarse.
Este monstruo lo había elegido por encima de quién sabía cuántos otros e
incluso había pagado por ello. El golpe al ego de Mal fue poderoso, y deseó
como el demonio poder recordar de qué se trataba el ‘saqueo’.
Definitivamente sonaba como algo en lo que iba a estar metido, y realmente
esperaba que significara sexo.
Dios, había pasado demasiado tiempo.
Borathoth agarró el culo de Mal y apretó sus cuerpos, lamiendo
profundamente en la boca de Mal. Mal estaba empalmado, y no podía dejar
de manosear cada centímetro del magnífico cuerpo de Borathoth. Le
encantaba lo pequeño e incluso delicado que se sentía en los brazos del
monstruo, algo nada fácil para un hombre de su tamaño.
Siempre había sido un tipo grande. No podía perder peso, no podía ocultar
las estrías y dedicaba todo su armario a ropa holgada para disimularlo. Sin
embargo, la forma codiciosa en que Borathoth le agarraba el culo y las
caderas lo hacía sentirse sorprendentemente sexy.
Nadie lo había deseado así, nunca.
Cuando Borathoth hizo rodar sus caderas juntas, la lujuria de Mal llegó a
un punto de ebullición y rápidamente estalló por las chispas. Iba a reventar
allí mismo en sus pantalones si no iban más despacio, y no quería que esto
terminara todavía.
—Okey, uf—. Mal rompió el beso para recuperar el aliento, mirando a
Borathoth. —Uh, ¿cena, mimos, y saqueo?

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—Mmhm—. Los tentáculos de la barba de Borathoth acariciaron la


barbilla de Mal, incitándole a dar otro beso.
—Espera, espera—. Mal intentó no dejarse llevar de nuevo. —¿Está,
como, establecido en ese orden específicamente?
—No, no necesariamente.
—Y lo de saqueo... es que... eh...— Mal se aclaró la garganta. —¿Sexo?
—Sí, y...
—¿Podemos hacer eso ahora?
Borathoth sonrió complacido. —Oh, absolutamente.
—Dormitorio—. Mal respiró profundamente. —Arriba, al final del
pasillo a la izquierda…
Las palabras apenas habían salido de sus labios y ya estaban allí. Estaban
en su dormitorio y Borathoth lo llevaba a la cama como una princesa.
Mal besó los maravillosos labios de Borathoth, abrazándose a su cuello y
disfrutando del paseo. Nadie lo había llevado así antes, y le encantaba. No
estaba seguro de lo que iba a pasar, no exactamente, pero estaba listo para
ir por todas y tomar todo lo que Borathoth tenía que ofrecer.
Aparentemente, eso incluía tentáculos.
De la espalda de Borathoth habían surgido unos largos apéndices verdes en
forma de espiral que ayudaron a bajar a Mal al centro de la cama.
La polla de Mal se empujaba en la parte delantera de sus pantalones, y juró
que su sangre hervía cuando Borathoth le dirigió las manos por encima de
la cabeza, inmovilizándolas allí con sus tentáculos.
—Antes de que te saquee, debes elegir una palabra segura—, dijo
Borathoth mientras se arrodillaba junto a Mal en la cama.
—¿Y qué es, de nuevo, saquear?— Mal se retorció un poco, jadeando
mientras los tentáculos de Borathoth le apretaban las muñecas.

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Borathoth se rio. —Un servicio sólo para los más audaces de nuestros
solicitantes. Una noche de juegos de rol en la que me impongo sobre ti una
y otra vez hasta que tu delicioso cuerpo quede totalmente agotado por el
placer.
La polla de Mal se flexionó. —Oh. Wow. Eso, uh, eso suena, uh, bien. Uh, sí.
Hagamos eso.
—¿Palabra de seguridad?
Mal miró apresuradamente alrededor de la habitación. —Luis Royo.
—Muy bien—. Borathoth sonrió y se inclinó para darle un beso. —
Mmm, empezaremos despacio... relájate. Entrégate a mí y te cuidaré muy
bien.
—De acuerdo—. El estómago de Mal se hundió como si acabara de
bajarse de una montaña rusa, y devoró todos los dulces besos y el paso de
las lenguas de Borathoth. Estaba preparado. Lo deseaba con todas sus
fuerzas. Podía soportar cualquier cosa que Borathoth hiciera, y él…
De repente, Borathoth puso a Mal boca abajo y sus poderosas manos le
arrancaron los pantalones y le dejaron la ropa interior hecha jirones.
Mal gritó sorprendido, y el sonido de la tela desgarrada fue una excitación
inesperada. —¡Oh, Dios!
El gruñido que salió de Borathoth fue inhumano y profundo, y separó las
mejillas desnudas de Mal con brusquedad. Inmediatamente lamió
alrededor de su agujero, con sus dos lenguas tanteando y lamiendo todo
alrededor.
Mal se retorció y gimió, hundiéndose en el colchón. Hacía mucho tiempo
que no estaba con nadie y romper esa sequía con un verdadero monstruo
era un sueño hecho realidad. Tenía la polla tan dura que le dolía, y no podía
quedarse quieto, golpeando la cama sin cesar mientras las lenguas de
Borathoth se ponían a trabajar en su culo.
Las lenguas de Borathoth eran más largas de lo que parecía, y cada una
podía moverse por sí misma. La primera se deslizó dentro, luego la

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segunda, de vuelta a la primera, una y otra vez hasta que el agujero de Mal
estuvo resbaladizo y húmedo de saliva.
Los músculos calientes y deslizantes se sentían increíbles, y Mal estaba feliz
de dejarse atender. Cuando las dos lenguas se introdujeron en su interior,
gimió sin poder evitarlo y tiró de los tentáculos que aún le rodeaban las
muñecas. Empezaba a preguntarse por qué necesitaba una palabra de
seguridad para todo esto, pero entonces las lenguas aumentaron de
tamaño.
No era incómodo, todavía no, pero era suficiente para que se le cortara la
respiración. Reajustó las caderas e intentó abrir las piernas, pero más
tentáculos se enroscaron alrededor de sus muslos y lo mantuvieron como
estaba. Las lenguas de Borathoth se sentían ahora tan gruesas como una
polla, y seguían creciendo, no sólo en grosor, sino también en longitud.
Cada embestida era cada vez más profunda dentro del cuerpo de Mal, y se
estaba volviendo demasiado. Jadeaba, cerrando las manos en puños.
Todavía no pensaba en la palabra de seguridad, y nada le dolía realmente.
Era intenso, pero podía soportarlo. Podía hacerlo.
Borathoth se apartó con un gruñido hambriento y ahuecó las mejillas de
Mal. —Oh, pero eres simplemente delicioso, pequeño y dulce humano.
—Eso... wow...— A Mal le costaba formar palabras.
Borathoth trazó un solo dedo alrededor del agujero abierto de Mal. —
Quería asegurarme de que estabas preparado.
—¿Preparado?— Mal rio sin aliento. —¿Para qué?
Borathoth se rio, y fue francamente perverso.
Mal chilló cuando le dieron la vuelta como si fuera un juguete, le tiraron de
las manos hacia el cabecero y le separaron las piernas bruscamente. El
despliegue de fuerza hizo que Mal se estremeciera, y sus latidos se
dispararon. Estaba totalmente indefenso ante el poderío de Borathoth, y
Dios, eso hacía que su polla se agitara.
Esto es lo que siempre había querido: ser reclamado por una bestia.

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Y vaya, qué jodida bestia era Borathoth.


Pero si esta era su fantasía...
Mal luchó, tirando de los gruesos tentáculos que lo sujetaban y gritando: —
¡No! ¡Por favor!
Los ojos de Borathoth brillaron, y su agarre se tensó. Agarró la ropa interior
de Mal, arrancándola por completo y mirando su dura polla. —¿Oh? No
parece que quieras que me detenga.
—¡No! Para esto—. Mal se flexionó contra los tentáculos de Borathoth
por la pura emoción de intentar escapar, y gimió cuando Borathoth volvió a
burlarse de su agujero. Sacudió la cabeza, moviendo las caderas
salvajemente. —Por favor, para. No, no hagas eso.
—¿No?— se burló Borathoth, disfrutando claramente de su papel
mientras enseñaba sus afilados dientes y se agarraba a la cadera de Mal.
Sus alas se agitaron, y presionó con dos dedos dentro del resbaladizo
agujero de Mal, empujando rápidamente. —Ohhh, no hagas esto...
—¡Mierda!— Mal estaba preparado para la penetración, pero no para
la repentina explosión de fricción. Intentó resistirse a los incesantes golpes
y al querer juntar las rodillas, pero Borathoth se apresuró a enroscar más
tentáculos alrededor de las piernas de Mal para forzarlas a separarse de
nuevo. Ahora sus brazos y piernas eran tirados en todas las direcciones, y
estaba completamente abierto para lo que Borathoth quisiera hacerle.
Borathoth siguió metiendo y sacando los dedos, añadiendo uno y luego otro
hasta que los cuatro gruesos dígitos estaban follando el culo de Mal. Su otra
mano se deslizó por la camisa de Mal, arañando ligeramente la curva
completa de su vientre mientras se burlaba. —Mira qué hambriento está tu
agujerito para mí. Te estás abriendo tan bien para mí, mi dulce putita.
—N-no... yo... yo no.... No estoy...!— Mal quería seguir discutiendo,
pero era difícil cuando Borathoth tenía prácticamente toda su mano en el
culo y se sentía tan jodidamente bien. El estiramiento ardía como un

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moretón que quería rascar, y sus entrañas estaban rellenas más allá de lo
que podía recordar. —Mierda... no puedo... no puedo aguantar más...
—Puedes, y lo harás—, se burló Borathoth mientras se inclinaba hacia
él. —Todavía no has probado mi polla, pequeño mortal.
—No... no lo haré—. Mal sacudió la cabeza frenéticamente. —¡No lo
haré! No te lo permitiré.
Borathoth sonrió y metió el pulgar, forzando toda su mano dentro del
agujero de Mal.
—¡Ah, Dios!— Mal gruñó y se retorció, con las caderas tratando de
retirarse de la intensa intrusión. No podía respirar, no podía moverse,
mierda, no podía hacer nada sin sentir el puño de Borathoth dentro de él.
Los ojos le lloraban y jadeaba frenéticamente. —¡Dios! Mierda, mierda,
mierda.
Borathoth sacó la mano, lo suficiente para que emergiera la curva de su
pulgar doblado antes de volver a empujarla. —Oh, podría ver tu agujerito
entregándose a mí todo el día, dulce mortal. Mírate, cómo me estás
tragando de nuevo.
—Mmm... Mierda...— Mal no recordaba la última vez que alguien le
había metido el puño -quizá en alguna fiesta a los veinte años tras pasar
unas horas en un columpio sexual- y esto era increíble. Era difícil de creer
que Borathoth ya lo hubiera abierto lo suficiente como para tomar su puño
entero, y se preguntó mareado si era algún tipo de magia de monstruos.
Fuera lo que fuera, maldita sea, vaya.
Mal pudo sentir cómo su culo volvía a apretarse alrededor de la muñeca de
Borathoth y la abrazaba con suavidad, y entonces Borathoth desplazó su
mano más profundamente. Mal vio una ráfaga de estrellas y gimió
desesperadamente. Las cortas embestidas le hacían temblar los muslos, y
era difícil recordar que se suponía que debía fingir que no le gustaba esto.
—Vamos—, gruñó Borathoth. —Mi dulce putita humana. Te vas a
correr por mí, ¿verdad? Con toda mi mano dentro de ti, ¿eh?

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—No... mmm... nunca—. Mal no creía que sonara muy convincente.


—Vamos ahora—, instó Borathoth. —Puedo hacer que esto sea tan
bueno para ti si dejas de luchar.
Mal no había estado luchando en absoluto, pero empezó de nuevo ante la
insistencia. Tiró de los tentáculos que le sujetaban las muñecas e intentó
zafarse de los que tenía en las piernas. Hasta el más mínimo movimiento
hizo que el puño de Borathoth se sintiera aún más grande, y Mal no tardó
en empujar su mano y gemir.
—Estás muy cerca—. La voz de Borathoth era un ronroneo sensual y
dejó que Mal controlara el ritmo. —Puedo ver lo mojada que estás, puta.
Déjate llevar... déjate llevar y córrete.
—No—, gritó Mal a pesar de sus caderas oscilantes. —¡No, mmm! No
lo haré.
Otro tentáculo se abrió paso hacia delante -cuántos tenía Borathoth- y se
enroscó alrededor de la polla de Mal, girando en espiral y sin girar
alrededor de toda su longitud. Era palpitante, extraño y caliente, y no había
forma de que Mal pudiera resistirse a su ritmo hipnótico.
—¡Vamos, vamos, eso es, vamos!— gruñó Borathoth.
—¡Borathoth!— Mal sollozó su nombre mientras alcanzaba el clímax,
con todo su cuerpo inundado de sensaciones. Le llegaba de todas partes: los
tentáculos que le sujetaban y apretaban la polla, el gran puño dentro de él y
la emoción única de que fuera un monstruo absolutamente magnífico y
muy real el que le hiciera todo eso.
Todo llegó a un hermoso ápice allí mismo, entre las piernas de Mal,
mientras su polla palpitaba, y estaba seguro de que habría flotado fuera de
la cama si Borathoth no lo hubiera sujetado con tanta fuerza.
—Buen chico, muy buen chico—, elogió Borathoth con dulzura
mientras retiraba suavemente la mano.
Mal parpadeó ante la amenaza de las lágrimas, resollando a través de la
burbuja de emociones que intentaba apoderarse de él. Gimió débilmente

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cuando Borathoth lo limpió, aparentemente con magia, ya que ocurrió en


un segundo, aunque las manos de Borathoth siguieron acariciando los
muslos de Mal.
—Mmm, ¿ves? ¿No fue fácil?— se burló Borathoth mientras se
acomodaba y frotaba su ingle contra el culo de Mal.
—Mierda—. Mal se rio, y se sintió un poco delirante. Todavía no podía
moverse, y miró hacia abajo para ver lo que Borathoth estaba haciendo. —
¿Qué, qué es eso?
Allí, en la ingle de Borathoth, se abrió un pliegue entre sus escamas.
Apareció una cabeza gorda y bulbosa y asomó una polla gigantesca, verde
esmeralda y brillante como toda la piel de Borathoth.
A Mal se le hizo la boca agua y tuvo que chasquear los dientes cuando se dio
cuenta de que estaba embobado.
Ahora entendía por qué Borathoth le había dado un puño. No era sólo por
la amabilidad, sino por la preparación.
—Oh, mierda—, resopló Mal.
—Oh, sí—. Borathoth se agachó para agarrarlo con la mano y acarició,
frotando la gorda cabeza alrededor del suave agujero de Mal.
—No, já, ni de broma—. Mal gimió, sintiendo una verdadera
sensación de vacilación. Aquella cosa era ridículamente enorme, y no sabía
si podría…
Borathoth empujó con un rugido bajo, apretando los muslos de Mal
mientras se abalanzaba sobre él, forzando cada enorme centímetro de su
interior.
—¡No! ¡Oh, Dios!— gritó Mal, pataleando frenéticamente y tratando
de apartarse. Mierda, era demasiado rápido, demasiado fuerte y dolía
muchísimo. No podía apartar los ojos de los labios burlones de Borathoth
mientras lo follaba, los destellos de los dientes afilados y las lenguas hacían
que Mal se estremeciera. Era un monstruo que lo follaba como si quisiera

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romperlo, y sollozaba mientras el dolor y el placer seguían luchando en la


guerra que se libraba en ese momento en su dolorido culo.
Pensó con locura que la polla de Borathoth le estaba golpeando la parte
inferior de las costillas, y luchar por zafarse sólo hizo que todas las
sensaciones fueran aún más intensas. Todo su cuerpo se sacudía con cada
brutal embestida, y se retorcía, apretando los dientes y sollozando. Aquella
polla era demasiado grande, demasiado, y estaba tan lleno que creía que iba
a reventar.
—Tómala, puta mortal—, gruñó Borathoth, inclinándose sobre el
cuerpo de Mal para lamerle y morderle el pecho. —Mmm, sí... tómalo...
como si estuvieras hecho para ser mío. Mi propia puta para una polla
monstruosa...
—No... mmm... nunca...— Mal gimió por lo bajo, la primera oleada de
verdadero placer lo inundó y le hizo ver borroso. Escuchar la voz de
Borathoth le distraía, y pronto el persistente dolor no era más que una
pequeña molestia que se veía fácilmente eclipsada por la absoluta felicidad
de ser machacado hasta el olvido.
Las alas de Borathoth se extendieron, las puntas casi tocando cada lado de
la habitación, y aletearon mientras se frenaba para lanzar su peso detrás de
una nueva embestida de golpes. —¡Ah, sí! ¡Mi hermosa puta! Mía, mmm,
¡toda mía!
—¡No!— gritó Mal, con la voz quebrada mientras un sollozo lo
ahogaba. —¡Por favor, para! ¡Oh, Dios mío! ¡Mi mierda! Ah!— Podía sentir
la presión que se acumulaba en lo más profundo de su ser, acumulándose
en algún lugar entre la fabulosa emoción de ser sujetado y follado sin
piedad mientras el escamoso estómago de Borathoth se frotaba contra su
propio y suave vientre.
—Oh, no—, gruñó Borathoth mientras ascendía por el cuerpo de Mal y
le mordía la garganta. —No voy a parar hasta que estés goteando con mi
monstruosa carga, mi dulce puta.

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—¡No! ¡No, por favor! No más!— Mal sonreía como un tonto incluso
mientras le rogaba a Borathoth que se detuviera, y no podía dejar de mirar
los deliciosos labios de Borathoth, anhelando otro beso.
Borathoth también parecía desearlo, a juzgar por cómo miraba la boca de
Mal.
—B-Bora... yo... ah, ¡mierda!— Mal inhaló bruscamente cuando se
corrió de repente, esa dulce presión que dio paso a otro orgasmo
embriagador. El subidón hizo que le doliera la cabeza, y maulló
lastimosamente mientras su cuerpo pasaba por todos los sentidos.
—Mírate, puta—, se burló Borathoth. —¡Mira con qué facilidad
sucumbe tu cuerpo mortal al placer de mi monstruosa polla!
—Oh, Dios. Mierda—. Mal trató de concentrarse en el implacable
arado de la gigantesca polla de Borathoth para que lo llevara a través de los
estremecimientos que se desvanecían con demasiada rapidez, pero no fue
suficiente. No era lo que quería. —Bésame. Mierda, por favor, bésame.
—Mal...— Las caderas de Borathoth por fin tartamudeaban, y sus
poderosas alas se movían hacia atrás mientras se abalanzaba hacia delante
para unir sus labios, el profundo beso amortiguando sus gemidos.
Mal podía sentir cómo Borathoth se corría, el calor líquido inundaba ahora
su agujero y lo hacía retorcerse. Los tentáculos que lo ataban retrocedían y
echó los brazos alrededor del cuello de Borathoth. Sentía un cosquilleo en
todo el cuerpo por haber sido sujetado durante tanto tiempo, pero hizo todo
lo posible por rodear al magnífico monstruo.
Y allí, imposiblemente, se estaba viniendo de nuevo.
Esta vez fue como una suave caída, el camino de una hoja que baja
revoloteando de un árbol, y Mal sollozó en silencio mientras sus cuerpos se
mecían juntos en una felicidad absoluta. Era perfecto, era increíble, y Mal
quería capturar esa sensación y embotellarla para siempre.
Borathoth deslizó los brazos por debajo del cuerpo de Mal y lo abrazó, sin
dejar de besarlo con dulzura. Sus labios terminaron por separarse, salvo

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por pequeños picotazos y el intercambio de pequeñas bocanadas de aliento,


y Borathoth sonrió alegremente. —Vaya.
—Je. Tú wow. Eres increíble. Dios, no puedo ni hablar—. Mal acunó la
cara de Borathoth entre sus manos y acarició sus escamosas mejillas,
mirándolo con adoración. —Esta... esta ha sido la noche más increíble de
toda mi vida.
—Me alegro mucho de que estés contento—, retumbó Borathoth
mientras chocaba juguetonamente sus narices.
Mal esperaba algo más, tal vez algún tipo de cumplido directo, pero no llegó
ninguno. Intentó ignorar que eso le hacía perder el ánimo y siguió
acariciando a Borathoth. —Así que, eso fue ser saqueado, ¿eh?
—En efecto—. Borathoth se apartó para poder estudiar la cara de Mal.
—Dime. ¿Cómo te sientes?
—Bien. Dolorido, já, pero muy, muy bien—. Mal sonrió con seriedad.
—Fue perfecto. Fue todo lo que siempre quise. Yo sólo... Uh. Wow. Wow es,
como, todo lo que puedo decir.
Borathoth volvió a sonreír, e inclinó las caderas para salir con cautela.
Se oyó un sonido húmedo, pero Mal no sintió que saliera nada. Ni siquiera
sintió ninguna pegajosidad ni nada, y sospechó que se trataba de otro
ingenioso truco del monstruo.
Borathoth se estiró de lado, llevando las alas por detrás y colocando uno de
sus gruesos brazos sobre el pecho de Mal. Se acurrucó cerca y dijo: —Quiero
asegurarme de que estás bien. Ese tipo de juego de roles puede ser muy
desalentador desde el punto de vista emocional, especialmente para la
primera vez.
—Oh, sí, totalmente. Gracias—. Mal se dio la vuelta para encarar a
Borathoth, abrazando su centro. —Ahora mismo estoy bien, pero aún
podemos abrazarnos, ¿verdad?
—Sí, lo recomiendo mucho.

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—Entonces, ¿cuánto tiempo...?— Mal no quería ser mal educado, pero


sabía que esto no era una cita normal.
—Todo el tiempo que quieras—. Borathoth sonaba extrañamente
esperanzado.
—¿Qué tal toda la noche?
—¿En serio?— Borathoth sonrió.
—¡Sí! Quiero decir, a menos que no quieras...
—¡No! ¡Sí quiero! Mucho!— Borathoth lo besó con firmeza. —Oh, Mal.
He oído tantas historias de hermanos y hermanas monstruosos a los que se
les pide que se vayan cuando el acto está hecho, y tenía miedo…
—¿Qué?— Mal resopló. —¿Creías que te iba a echar sin más?
—Estaba preocupado por eso, sí.
—¡Pensé que querías irte!— Mal se rio, encantado ahora que ambos
eran aparentemente idiotas.
—No. En absoluto. Aquí es exactamente donde quiero estar—. La
sonrisa de Borathoth era cálida y casi tímida, y era completamente
encantadora.
El corazón de Mal revoloteó, y decidió ser audaz. Esta noche había sido
increíble, más allá de sus sueños más salvajes, y sólo se le ocurría una cosa
que la haría mejor.
Hacerlo de nuevo.
—¿Y si quisiera que te quedaras... en otra ocasión?— Mal se lamió los
labios. —Como, ¿si quisiera salir contigo? ¿Sin la gente de Fuck A Monster?
—¿Como en una cita?— La sonrisa de Borathoth creció.
—¿Sí? ¿Es eso raro? ¿La gente y los monstruos hacen eso?

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—A veces, sí, pero el nombre del servicio es 'Fuck A Monster', no 'Date


A Monster18', así que no tan a menudo como podrías pensar.
—No me imagino a nadie pasando la noche contigo y no queriendo
más. Demonios, no puedo imaginar conocerte y no querer una cita.
Borathoth frotó la espalda de Mal y suspiró feliz. —Estoy muy, muy
contento de haber sido el que ganó esta noche contigo.
—Yo también—. Mal se inclinó para darle un beso, su corazón
despegó como si estuviera lleno de mariposas. —Mm. Definitivamente voy a
necesitar algo más de ese saqueo en un segundo.
—¿He creado mi propio monstruo?— Borathoth se rio.
—Sí.
—Tendrás todo lo que puedas desear.
—¿Abrazos?
—Especialmente mimos ahora que hemos establecido que no hay
límite—. Borathoth se puso de espaldas, subió a Mal a su pecho y le besó el
pelo.
—Oh—. Mal trató de parecer serio. —Hay una cosa.
—¿Hmm?
—Voy a presentar una seria queja a tus superiores de Fuck A Monster.
El ceño escamoso de Borathoth se arrugó. —¿Por qué?
—¿Por los mimos? Impresionante. Muy disfrutado. ¿Los saqueos?
Wow. Todavía muy wow. Quince de diez, no puedo esperar a hacerlo de
nuevo.
—¿Entonces qué pasa?

18
Cita con un monstrou.

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—No hay cena—. Mal le sonrió. —Me habían prometido cena, mimos y
saqueo, si mal no recuerdo.
—¡Oh!— Borathoth soltó una carcajada. —Admitiré que tal vez me
distraje un poco.
—No te preocupes. Dejaré que me lo compenses en nuestra próxima
cita.
—¿Por qué no esta noche?— Borathoth se ofreció.
—¿Cocinas?
—No, pero sé pedir en DoorDash.
Mal se rio. Tuvo que volver a besar a Borathoth. —Oh, Dios mío. Eres
increíble. Mm, tan impresionante—. El beso se calentó rápidamente, y Mal
gimió cuando las lenguas de Borathoth le lamieron la boca.
—¿Entonces ordeno antes de la siguiente ronda de saqueo?—
Borathoth jadeaba. —¿O después?
—Oh, voy a decir después. Definitivamente después.
—Dime, mi dulce—, preguntó Borathoth sin aliento, —¿qué deseas,
hmm
—Tómame de nuevo—, suplicó Mal. —Fuerte, rápido... sólo... mmm...
haz que te monte. Realmente, realmente quiero montarte.
—No tienes más que pedirlo—. Borathoth lo besó dulcemente antes de
inmovilizarlo a la cama, gruñendo: —Oh, pequeña puta mortal. Debo
tenerte de nuevo.
—¡No!— gritó Mal, tratando de convencerlo. —¡Deja esto! No quiero
que me toques.
—Debo hacerlo, mi dulce puta mortal—. Borathoth retorció el hombro
de Mal y lo obligó a ponerse boca abajo. —Me has hechizado con los
suculentos sabores de tu cuerpo, y debo tenerte de nuevo—. Se rio mientras

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montaba a Mal, con su polla deslizándose entre las mejillas de Mal. —Oh,
sí...
Mal se retorció, jadeando ante la presión caliente tan cerca de donde su
cuerpo más lo deseaba. Los tentáculos de Borathoth le abrían las piernas y
lo obligaban a arquear las caderas, y gimió cuando la punta de la polla de
Borathoth chocó contra su agujero. Que lo tomaran de nuevo tan pronto era
un poco preocupante, pero confiaba en que su monstruo no le daría más
que placer.
Hubo una pequeña pausa cuando uno de los tentáculos de Borathoth frotó
algo contra el agujero de Mal -¿algo húmedo? Algún tipo de lubricante... y
luego volvió a su papel, retumbando: —¡Voy a convertirte en mi puta toda la
noche! Te estremecerás debajo de mí con el peso de mi monstruosa semilla
dentro de ti.
—¡Dios, no!— Mal trató de no sonreír, y movió las caderas
desafiantemente. —¡Por favor, no! Cualquier cosa menos eso!
—¡Oh, sí!— Borathoth gruñó mientras se lanzaba hacia delante,
empujando su gruesa polla hacia dentro con un gemido bajo. Empezó a
follar a Mal casi de inmediato, deslizándose profundamente y
sosteniéndolo, haciendo círculos con las caderas antes de salir para volver a
golpearlas. —Sí, sí, mi dulce puta mortal... mírate... tu cuerpo lo desea
tanto...
Mal se desplomó contra la cama, suspirando felizmente ante los enérgicos
golpes. La gigantesca polla de Borathoth entraba y salía de su cuerpo sin
esfuerzo, y el dulce dolor que le producía era realmente el mejor que había
tenido nunca. Estaba a punto de babear, gimiendo y maullando mientras
Borathoth le sacaba todo lo que quería y un poco más, follándolo hasta la
cama sin piedad.
El agarre de los tentáculos era una fuente añadida de felicidad, y a Mal le
encantaba tirar de ellos para que le apretaran más. Estaba listo para más,
con el estómago revuelto por la excitación, y jadeó bruscamente cuando las
lenguas de Borathoth le lamieron la nuca. —Oh, mierda...

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—¿Sí, mi dulce puta?— Borathoth empujó con fuerza. —¿Pasa algo?


—Ah... mmm... por favor, para—. Mal trató de pensar en algo que
decir, pero era difícil pensar con claridad cuando Borathoth estaba hasta
pelotas dentro de él, y era lo más fantástico que había sentido.
Probablemente no sonó muy convincente, pero aun así lo intentó. —Para...
de una vez. Tú, tú... ¡monstruo asqueroso!
—¡Nunca!— declaró Borathoth, sus alas batiendo salvajemente. —¡No
hasta que haya dejado tu arruinado agujero mortal goteando con mi semilla
caliente!
Mal gruñó cuando Borathoth salió de repente, y se encontró con que lo
estaban empujando como un muñeco de trapo hasta que se sentó encima de
Borathoth. —¡Oh, mierda!
Borathoth tenía las alas metidas debajo de él y sus manos apretaban con
avidez las caderas de Mal. —Exijo que me montes, mortal. Adelante. Toma
mi polla dentro de ti. Sé que debes sentirte muy vacío sin ella.
Mal acarició el escamoso vientre de Borathoth, que sacudió la cabeza
desafiantemente incluso mientras volvía a apretar el culo contra aquella
gigantesca polla. —Mmm, nunca. No quiero que me toques nunca más. No
puedo creer lo que he dejado que me hagas.
—Lo harás, dulce mortal—. Los ojos de Borathoth brillaron con
picardía. —Te dejaré suplicando que pruebes mi polla antes de que acabe la
noche, sólo tienes que esperar.
Mal se empeñó en luchar un poco más, pero cada vez le resultaba más
difícil mantener la actuación. Gimió de excitación cuando los tentáculos de
Borathoth le agarraron los brazos y se los llevaron a la espalda. Levantó las
caderas y sonrió cuando la polla de Borathoth se deslizó entre sus piernas.
—Mmm, no. No va a pasar.
—Mmm, ¿ni siquiera un poco?— Borathoth también sonreía, y se
agarró la polla, frotándola contra el húmedo agujero de Mal.

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—N-no...— Mal lo deseaba mucho, y quería hundirse de inmediato.


Nunca había podido disfrutar de esta posición debido a su tamaño. Siempre
se había sentido demasiado cohibido para dejarse llevar, siempre le
preocupaba que su peso fuera incómodo para su pareja.
¿Pero con Borathoth?
¿El magnífico monstruo que podía lanzarlo como un trozo de papel?
No le preocupaba demasiado.
La forma en que Borathoth miraba a Mal lo hacía sentir sexy, y se sentía
sonrojado hasta los huesos. Gimió cuando la polla de Borathoth se
introdujo más profundamente en su interior, y ahora agradecía el lento
descenso. Quería memorizar cada precioso segundo de aquello: el
deslizamiento resbaladizo mientras su cuerpo se abría para recibir cada
centímetro caliente de aquella polla, el roce de las escamas de Borathoth
contra su piel caliente, pero sobre todo cómo Borathoth lo miraba.
Como si realmente fuera la cosa más hermosa que jamás había visto.
—Vamos—, le instó Borathoth. —Móntame, puta mortal.
Aunque las palabras eran crudas, el tono de Borathoth era muy suave, y
Mal sonrió de nuevo. Empezó por balancear las caderas hacia delante y
hacia atrás, para comprobar cuánto podía moverse sin usar los brazos para
estabilizarse. La respuesta no fue mucha, pero sobre todo porque su culo
estaba actualmente relleno de una polla monstruosa, y el más mínimo
movimiento hacía que Mal jadeara y gimiera.
Se sentía mucho más grande en esta posición, y Mal gruñó, decidido a hacer
que esto funcionara. No era sólo por su propio placer, sino también por
Borathoth. Quería hacerlo sentir bien y verlo desmoronarse, y
definitivamente quería que rompiera ese carácter perfectamente
practicado.
Obstinado, Mal balanceó sus caderas con más fuerza, luchando contra el
intenso estiramiento y respirando a través del profundo dolor. Utilizó los
muslos para levantarse y dejar caer el culo hacia abajo, sorprendido y

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encantado por el fuerte sonido que hizo cuando sus cuerpos volvieron a
chocar.
—Oh, Ma-Digo, mmm, puta mortal...— Borathoth tartamudeó, con
sus tentáculos y manos apretando el cuerpo de Mal. —Sí. Hazlo otra vez.
Móntame. Ambos sabemos lo mucho que deseas mi asquerosa semilla
dentro de ti. Vamos. Tómala, puta. ¡Tómala.
Ah, tan cerca.
—¡No, no lo haré!— protestó Mal, jadeando mientras se levantaba de
nuevo. Era difícil mantener un ritmo constante, pero los pequeños sonidos
que hacía Borathoth cada vez que se dejaba caer sobre su polla merecían el
esfuerzo. Se apoyó en los tentáculos que le sujetaban los brazos, utilizando
su agarre como palanca adicional mientras se abalanzaba sobre la polla de
Borathoth con más fuerza. Mal tuvo que tomarse un segundo entre cada
embestida para recuperarse de la intensa oleada de sensaciones, pero siguió
adelante.
Ahora que había encontrado una técnica que funcionaba, se folló a sí
mismo con la polla de Borathoth sin descanso. Era constante, duro, y se
hacía casi gritar cada vez. No podía imaginarse que dejaría de hacerlo, y no
quería que Borathoth se fuera nunca. Cuando los muslos le ardían por el
exceso de esfuerzo, se sentó de nuevo sobre la polla de Borathoth y volvió a
mecerse, maullando suavemente por lo lleno que se sentía. —Dios...
mmm...
—Sí, puta—, gimió Borathoth, sus manos se deslizaron con avidez por
las piernas de Mal para volver a posarse en sus caderas. —Lo anhelas,
¿verdad? Que te llenen.
—Nunca. Mmm, nunca jamás—. Mal sonrió, jadeando mientras
esperaba el momento justo para volver a ponerse en marcha.
—Oh, sí, lo haces—, desafió Borathoth. —Te follaré hasta que todos
tus agujeros rebosen de mi semilla, y aún querrás más. Querrás... ¡ah!
¡Mmm! ¡Mal!

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Ahí estaba.
Mal había vuelto a bajar de golpe, follándose a sí mismo con la polla de
Borathoth con renovado vigor. Apretó los dientes ante la abrumadora
oleada de sensaciones, escuchando los sorprendidos sonidos de placer de
Borathoth mientras cabalgaba su polla sin piedad.
—Mi dulce... ¡ah, mierda! ¡Mal! Quiero decir, mortal... mmm..!—
Borathoth no tardó en ceder, metiéndose en el culo de Mal y recibiendo
cada feroz embestida. —¡Dios, sí! ¡Mal! Eres tan jodidamente perfecto,
¡mierda! ¡Sí! Tómalo. Toma todo lo que necesites, mi dulce.
Y Mal lo hizo. Consiguió liberar los brazos sólo para colocarlos detrás de la
cabeza, posando para el deleite de Borathoth mientras apretaba el culo y
giraba las caderas. Estaba probando nuevos ángulos y encontrando el mejor
para hacerlos gemir a ambos, y en cuanto sus piernas descansaron,
comenzó a cabalgar de nuevo a Borathoth. Era emocionante ver cómo
Borathoth se deshacía finalmente para él, y nunca se había sentido más
orgulloso de sí mismo.
De alguna manera, había encontrado un monstruo magnífico que lo
encontraba igualmente deseable; más bien, el monstruo lo había
encontrado a él para empezar, pero aun así. Mal se adueñó de su nueva
confianza y la utilizó a su favor, saltando arriba y abajo en el regazo de
Borathoth y trabajando cada centímetro de esa polla gigante. No sabía
cuánto tiempo podría durar así antes de correrse, desmayarse o colapsar,
pero ya había llegado hasta aquí.
No quería parar hasta que Borathoth se corriera y cantara su nombre.
Aunque tuvo que detenerse para hacer pequeños descansos, trató de seguir
avanzando. Su pequeño juego se había desvanecido, dejando sólo a los dos
retorciéndose juntos, hombre y monstruo, pasando un rato fantástico. Mal
se inclinó para besarse, de forma jadeante y dulce, y gimió cuando los
tentáculos de la barba de Borathoth le acariciaron los lados de la cara y lo
sostuvieron durante largos momentos mientras se besaban.

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La necesidad de correrse aumentaba y disminuía, y Mal se acercó tanto que


sintió la cabeza ligera, pero se dio un respiro y se deleitó con la felicidad de
los labios de Borathoth. Sus manos -y tentáculos, en el caso de Borathoth-
estaban por todas partes, y a Mal le encantaba que Borathoth no se privara
de explorar sus curvas. Eso lo hacía más íntimo de alguna manera, y quería
sentir el toque de Borathoth en él para siempre. Era a la vez suave y
hambriento, adorador y voraz, y le hacía querer terminar con fuerza.
Estaba decidido a sacudir totalmente el pequeño mundo de monstruos de
Borathoth.
Mal se había acercado al borde del orgasmo unas cuantas veces, y estaba
listo para dar una última zambullida y correrse finalmente. Besó a
Borathoth antes de echarse hacia atrás, moviendo las caderas lentamente
antes de aumentar la velocidad. Respiró hondo varias veces, preparándose
para ir por todas, y apoyó las manos en el vientre de Borathoth para
fortalecerse.
—Ah, mi dulce—, canturreó Borathoth. —Sí... más... sigue, por favor...
ven...
—¿Quieres correrte?— preguntó Mal, esperando sonar la mitad de
sensual que intentaba.
—Sí, mi dulce—. Borathoth se agarró a las caderas de Mal, instándole
a ir más rápido. —Mmm, sí quiero. Por favor. Por favor, haz que me corra
por ti.
—Oh, haré que te corras. Haré que te corras tan jodidamente fuerte—.
Mal apretó los dientes y bajó las caderas de golpe, ignorando la queja de sus
muslos mientras se empujaba para montar a Borathoth con más fuerza. Ya
estaba muy cerca, su polla rebotaba al moverse, y jadeó sorprendido cuando
los tentáculos de Borathoth se enroscaron a su alrededor.
—Vamos—. Borathoth gemía. —Vamos. Ya casi está, mi dulce. Quiero
que te corras conmigo. Hazlo, sí... mmm, por favor...

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—Casi... vamos...— Los gemidos de Borathoth se hicieron más fuertes.


—Sí, mi dulce... justo ahí, justo ahí…
—¡Oh, mierda! ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Borathoth!— Mal gimió por
lo bajo mientras se corría, su semen se disparó hasta el cuello de Borathoth,
los siguientes pulsos aterrizaron en su estómago. Rebotó frenéticamente,
llevándose por delante la impresionante sensación.
—¡Madre mía! Ah, sí!— Borathoth soltó un rugido que hizo temblar
las ventanas, y clavó sus caderas en Mal, manteniéndose allí mientras se
corría. —¡Ah, sí...! ¡Mal! Sí. Carajo.
La oleada de semen hizo gritar a Mal, que se tambaleó inesperadamente
hacia delante. Los tentáculos de Borathoth se apresuraron a agarrarlo y
sostenerlo, y sus poderosas caderas seguían meciéndose dentro de Mal
mientras bombeaba su carga. Mal no podía creer la cantidad que había, y
casi esperaba correrse de nuevo.
Su primer orgasmo parecía durar una eternidad, su polla seguía
retorciéndose mucho después de que ya no tuviera nada que dar. Cuando
Borathoth dejó por fin de empujar, la sensación de placer disminuyó y le
dejó la más fantástica sensación de satisfacción que jamás había conocido.
Estaba caliente, agotado, un poco dolorido y muy, muy lleno. —Santa
mierda.
—Un montón de mierda—, coincidió Borathoth mientras tiraba de
Mal hacia abajo para darle un profundo beso.
Mal le devolvió el beso con entusiasmo, sin importarle la mancha de su
propio semen entre sus cuerpos. Podrían lavarse con una manguera más
tarde o utilizar la magia de los monstruos que Borathoth tenía para
limpiarse. Lo único que quería ahora era besarse y abrazar a este
impresionante monstruo. Nunca se cansaría de los labios escamosos ni de
las dos lenguas, y gimió excitado, absolutamente mareado por otra increíble
ronda de placer.
—¿Eres feliz, mi dulce?— preguntó Borathoth cuando finalmente se
separaron para recuperar el aliento.

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—Muy. Muy, muy, muy feliz—. Mal sonrió. —Eres increíble. Puede
que tengas que pellizcarme.
—¿Oh? ¿Es eso algo que te gusta? No recuerdo haber visto eso en tu
solicitud.
—¡No!— Mal se rio. —Para pellizcarme y ver si estoy despierto porque
me preocupa un poco que esté soñando.
—Te prometo que estás bien despierto—, dijo Borathoth con firmeza,
con una sonrisa juguetona tirando de la comisura de los labios. —Aunque
todavía puedo pellizcarte para estar seguro.
—Te lo haré saber. Creo que estoy bien—. Mal se acurrucó cerca, y
suspiró satisfecho cuando los fuertes brazos y tentáculos de Borathoth lo
envolvieron. Estaba perfectamente feliz de acurrucarse y relajarse, pero su
estómago decidió interrumpir bruscamente el momento refunfuñando con
fuerza. —Lo siento.
—¿Era tu estómago o tienes otro monstruo escondido por aquí?— se
burló Borathoth.
—Definitivamente mi estómago. Yo habría notado un monstruo—.
Mal levantó la cabeza. —He trabajado hasta muy tarde y no he cenado.
Cena, ja, que por cierto aún me debes.
—No temas, mi dulce. No lo he olvidado—. Borathoth le besó la
mejilla. —Dame un momento para ordenar, ¿eh?
—Espera—. Mal se mordió el labio.
—¿Qué pasa?
—No...— A Mal le costó decirlo en voz alta. —No me limpies, ¿bueno?
Quiero que tus cosas... se queden. Ya sabes, eh, por un minuto.
Los ojos de Borathoth prácticamente brillaron. —Por supuesto.
Cuando Borathoth se retiró esta vez, Mal pudo sentir el torrente de semen
filtrándose entre sus mejillas y bajando por sus muslos. Se sintió como un

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ridículo pervertido, pero tenía que tocarlo, acariciar su suave agujero y


saborear la corrida que goteaba sobre sus dedos. —Oh, Dios mío.
Frotando suavemente su mano sobre la espalda de Mal, Borathoth
preguntó: —¿Te gusta eso? ¿Sentir lo que te he dado?
—Dios, sí—. Mal se puso de lado y dejó escapar un pequeño gemido
cuando sintió un chorro especialmente grueso. —Okey, sé que voy a
necesitar una ducha en serio, pero esto es muy caliente.
—Mm, entonces, abrazos, ducha...— Borathoth sonrió mientras
abrazaba a Mal. —¿Entonces DoorDash?
—Por supuesto—. Mal lo besó dulcemente. —¿A los monstruos les
gusta la comida tailandesa?
Borathoth sonrió. —No lo sé, pero me encantaría averiguarlo.
—Espera, mierda—. El ceño de Mal se arrugó. —El lugar al que suelo
ir es sólo para cenar. No hacen pedidos para llevar. Malditos sean ellos y su
maravillosa y sabrosa comida que ahora no puedo tomar.
—Bueno—. Borathoth se quedó pensativo un momento. —¿Qué tal si
pedimos otra cosa esta noche y te llevo mañana a cenar al restaurante
tailandés?
—¿En serio?— La cara de Mal se iluminó. —¿Cenar? ¿Cómo una cita
de verdad?
—Sí, mi dulce. Será un placer. A menos, por supuesto, que creas que
es demasiado pronto para volver a vernos…
—No, me encantaría—. Mal estaba radiante. —De verdad. Sería
estupendo.
—Entonces está decidido.
—Espera, espera, espera. ¿Qué pasa con... ya sabes—. Mal se señaló la
cara con una mueca tímida.

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—Ah, no te preocupes por eso—. Borathoth sonrió. —Los monstruos


tenemos formas de ocultar nuestra apariencia natural para poder movernos
por la sociedad mortal sin ser detectados. De día, soy gerente en Starbucks.
—¿No estas bromeando?
—Mmhm.
—¿Significa esto que puedo conseguir café gratis?— Mal sonrió.
—Absolutamente. Además de un treinta por ciento de descuento en
toda la comida y otras bebidas.
—Vaya, realmente eres un gran partido—. Mal se rió y volvió a
besarlo.
—Y tú también—, dijo Borathoth en voz baja, acariciando el pelo de
Mal con ternura. —Ahora... dime qué desea tu precioso corazón de mortal...
—¡Oh! Quiero decir, es un poco pronto, pero...— Mal se sonrojó. —
Realmente quiero una conexión especial, una que dure toda la vida. Quiero
envejecer con alguien, ¿sabes? Alguien de quien enamorarme una y otra vez
cada día, viajar por el mundo durante unos años antes de sentar la cabeza y
quizá adoptar unos cuantos niños o perros, o ambas cosas. Me encantaría
tener eso contigo. Un verdadero ‘felices para siempre’.
—Me refería a la cena.
—Mierda—. Mal quería hundirse en el suelo. —Lo siento, no quería...
—Pero con gusto tomaré el resto también—, intervino Borathoth con
suavidad. —A mí también me gustaría un ‘felices para siempre’, mi dulce.
—¿Sí? Bien—. Mal suspiró aliviado, riendo. —Pero primero la cena,
¿no?
—Por supuesto. Temo que tu monstruo estomacal me ataque si no te
doy de comer rápidamente. ¿Qué te parece la comida china?
Mal lo besó con un fuerte gemido de hambre.
—Oh, ¿lo tomo como un sí?

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—Un sí muy grande.


—Hmm, mientras te duchas, necesito hacer una llamada rápida.
—¿Por qué? Puedes usar la aplicación para pedir.
—No, no. Necesito llamar al servicio de acompañantes y darles mi
renuncia inmediata—. Borathoth sonrió tímidamente.
—¿Sí?— A Mal le dio un vuelco el corazón.
—Después de todo— Borathoth se inclinó para dar otro suave beso —
ya tengo todo lo que podría haber esperado aquí mismo.
Mal no podía estar más de acuerdo.

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DIA TRECE: PLATA


Por mucho que luchara, no podía liberarme de las cadenas de plata que
me ataban. Sólo podía esperar que se mantuvieran una vez que saliera la
luna llena.

Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales no


consentidas, relaciones sexuales de dudoso consentimiento y
relaciones sexuales monstruosas con nudos.

Aunque Jimmy Poe había superado el truco o trato hace algunos años,
todavía disfrutaba eligiendo un disfraz para Halloween.
Más aún ahora que su marido, el jefe de la mafia de Strassen Springs, alias
Boss Cold, le había presentado nuevas y emocionantes formas de
disfrazarse.
Cuero.
Látex.
Encaje.
Por lo general, era imposible elegir, pero la idea que tenía para su disfraz
definitivamente requería encaje.

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Ah, y un disfraz barato de gángster para mujeres.


El paquete decía ‘Mamá Gángster’, e incluía una falda corta a rayas con
tirantes a juego, un top blanco con cuello y una pequeña corbata negra.
Debajo, iba a llevar bragas de encaje, un bralette, medias y liguero, todo en
negro.
El toque final consistió en pegar a mano pedrería transparente en la
corbatita para deletrear L-E-Y.
Después de pegarse los dedos una o dos veces y de poner el grito en el cielo
por lo horrible que era la idea, finalmente terminó y se sintió orgulloso.
Esto iba a ser increíble.
Llegó la noche de Halloween y Jimmy estaba listo para mostrarle a Cold lo
que había ideado.
Jimmy había guardado el escaso disfraz en el fondo de su cajón de ropa
interior, y esperaba poder sorprender a su marido. No era fácil con un
hombre como Cold, cuyo enorme intelecto sólo se había visto frustrado una
vez por la inesperada presencia de cebollas.
Jimmy se puso primero las medias, disfrutando de cómo abrazaban sus
largas piernas. Las bragas fueron las siguientes, y se ajustó la polla y las
pelotas, sonriendo, ya que se había acostumbrado a sentir el suave encaje
allí. El liguero y el bralette fueron los siguientes, aunque le costó un poco
colocar las tiras traseras de los ligueros.
Se sintió como un perro persiguiendo su cola durante unos minutos antes
de que finalmente las colocara en su sitio, deteniéndose para admirarse en
el espejo de cuerpo entero que había junto al armario de Cold. Las medias
parecían dar más forma a sus piernas, y le gustaba cómo el liguero le
abrazaba la cintura. Incluso el sujetador le favorecía el pecho plano, y no
pudo resistirse a tocarse la polla a través de las bragas.
Mierda, no. Se le iba a poner dura si no lo dejaba, y aún tenía que ponerse
el resto del disfraz.

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La falda y los tirantes fueron bastante fáciles, pero luego tuvo que quitarse
los tirantes para ponerse la camisa. Se puso los tirantes con un pequeño
resoplido y luego la corbata. Rebuscó en el armario para encontrar un par
de tacones de aguja negros. Los tacones seguían siendo un reto, pero había
decidido vencer por fin su miedo porque eran el toque final.
Además, no era que fuera a caminar mucho con ellos.
Cuando Jimmy terminó, se permitió una mirada más en el espejo.
Ladeó la cadera y sonrió ante su reflejo.
Absolutamente perfecto.
Ahora todo lo que tenía que hacer era encontrar a Cold y sorprenderlo.
Jimmy sabía que Cold estaba trabajando en su oficina, así que se dirigió
allí, pero la encontró vacía.
Eso era extraño.
Si Cold se hubiera ido, Jimmy lo habría visto. No quería ir a explorar la casa
vestido como estaba, y se rascó la cabeza mientras intentaba averiguar qué
hacer. Miró el escritorio de Cold y vio que éste había dejado uno de sus
libros de contabilidad fuera.
Eso sí que era extraño.
Los libros de contabilidad eran los únicos registros del imperio criminal de
Cold, todos ellos minuciosamente escritos a mano. Era una de las razones
por las que Cold había eludido a la policía durante tantos años, ya que
nunca dejaba pruebas electrónicas de sus negocios mafiosos. Suelen estar
guardadas en un maletín o en una caja fuerte, y a Jimmy le sorprendió
mucho que Cold se hubiera dejado alguno afuera.
Era como si Cold tuviera que irse con mucha prisa.
Curioso, Jimmy se acercó de puntillas y echó un vistazo a las páginas
abiertas.

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Había cientos de pequeñas anotaciones, en su mayoría números, y palabras


al azar escritas en los márgenes. Nada de ello tenía sentido, y Jimmy
sospechó que se trataba de algún tipo de código. Una de las notas era un
nombre, Matsuri Sheppan, y la fecha de hoy, Halloween.
Jimmy no sabía de quién se trataba, y se preguntó si era una cita. Matsuri
podría ser un colega criminal, tal vez un vendedor de productos ilegales.
Demonios, podría ser su maldito contable por lo que Jimmy sabía.
Se dio la vuelta para salir del despacho, decidiendo que podía ponerse el
albornoz e ir a buscar a Cold a otro lugar de la casa. Su marido tenía que
estar aquí en alguna parte...
Hubo un sonido extraño. Era un fuerte golpe que provenía de una de las
bibliotecas.
Sorprendido, Jimmy parpadeó y escuchó un momento.
Los golpes volvieron a sonar. Estaba detrás de la estantería, y entonces
Jimmy oyó un rugido.
Sonaba como Cold, y le dolía.
—¡Rod!— Jimmy corrió hacia la estantería, tropezando con los
talones, y tiró frenéticamente de los libros. No entendía cómo estaba
atrapado Cold, pero definitivamente lo había escuchado. Tenía que haber
alguna forma de llegar detrás de la estantería, pero Jimmy nunca había
conocido ninguna habitación o pasaje secreto en la casa.
Uno de los libros no se agitaba y Jimmy volvió a tirar de él. No consiguió
que se moviera, pero descubrió que podía inclinarlo. Cuando lo hizo, la
librería se abrió con bisagras ocultas y reveló una habitación al otro lado.
Era pequeño, estrecho, y no había nada en la habitación excepto un sillón
de felpa... al que Cold estaba encadenado.
—¡Rod!— Jimmy se adelantó.
—¿Jimmy?— Cold estaba sudando, con los ojos desorbitados, y
sacudió la cabeza frenéticamente. —No, no. Tienes que irte. Ahora mismo.

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—¿De qué estás hablando? ¿Qué estás haciendo aquí?— Jimmy tiró de
las cadenas y no supo cómo quitárselas. — ¡Rod, por favor! ¡Dime qué está
pasando!
—La luna está llena—, dijo Cold. —Tienes que irte. Por favor. Por tu
propia seguridad...
—¿Qué significa eso?— Preguntó Jimmy. —¡No entiendo!
—Escúcheme, Sr. Poe—, intentó Cold, haciendo su voz más firme
ahora mientras hablaba. —Usted no puede estar aquí. Especialmente
vestido así.
—¡Este es mi disfraz! ¡Soy una demanda! ¿De acuerdo?— Jimmy se
ajustó la corbata de ricino. —¡Es sólo una broma!
—Ya... sabes que estás... increíble—. Cold gimió. —Escúcheme, Sr.
Poe. Te vas a ir. Ahora mismo.
—¡De ninguna manera!— Jimmy renunció a las cadenas y se cruzó de
brazos, resoplando molesto. —No vas a tirar de esa mierda de Dom en este
momento. No voy a ir a ninguna parte hasta que me digas qué está
pasando, Rod!
—No puedo... decírtelo.
—¡Rod!— Jimmy se quejó. —¡Vamos! ¿Tiene esto algo que ver con
Matsuri Sheppan?
Los ojos de Cold se abrieron de par en par. —¿Cómo carajo...?
—¡Dejaste tu estúpido libro de contabilidad abierto en tu escritorio!
¿Quiénes son ellos? ¿Te han hecho esto?
—No... las cadenas... Ella me dio las cadenas. Por favor, escucha.
Jimmy. Tienes que irte. ¡Ahora mismo mientras haya tiempo!
—¿Por qué necesitas cadenas? ¡Rod! ¡Respóndeme!
La puerta oculta se cerró tras ellos.
—Mierda—, siseó Cold. —Será mejor que estas cadenas aguanten...

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—¿Por qué?— Jimmy tragó saliva.


Algo estaba muy mal.
Jimmy nunca había visto a Cold tan alterado, y casi juró que su amado
marido tenía miedo... ¿pero de qué?
—Es luna llena—, dijo Cold, con la voz tensa ahora. —No puedo luchar
contra el cambio, Jimmy. No esta noche. No puedo... no sé lo que voy a
hacerte, y esa puerta tiene un temporizador para que no se abra hasta
mañana por la mañana.
Jimmy echó un vistazo a la habitación, y fue entonces cuando se dio cuenta
de que las paredes y el suelo eran de hormigón estéril. También había
gubias profundas por todas partes, en conjuntos ordenados de cuatro y
cinco, y parecían...
Marcas de garras.
De repente, Cold gritó y echó la cabeza hacia atrás, luchando violentamente
contra las cadenas que lo sujetaban.
—¡Rod!— Jimmy gritó y se acercó a él de nuevo.
—¡Jimmy! ¡No!— Cold gruñó furiosamente, mostrando una boca llena
de dientes afilados y puntiagudos. Había un grueso pelo negro brotando por
toda su cara, y su pecho crecía rápidamente. —Por favor... lo siento mucho.
—Rod... oh, Dios mío—. Jimmy retrocedió temeroso. Quería ayudar,
pero no tenía ni idea de qué hacer. Se apresuró hacia la puerta, golpeándola
y gritando tan fuerte como pudo: —¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude! ¡Jerry!
Por favor. ¡Alguien!
—Los envié a todos a casa... Jimmy... Estoy...— Todo el cuerpo de
Cold aumentaba de tamaño y se tensaba contra las cadenas. —Nadie va a
escucharte... Lo... Lo siento mucho... Escúchame—. Respiró
profundamente, luchando por hablar con claridad. —Diga lo que diga...
intente lo que intente... no me dejes salir...
—¿Qué?— Jimmy chilló.

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—¡No me dejes salir!— Gritó Cold. —¡No hasta mañana! ¡No hasta
que me haya cambiado de nuevo! No... agh... no lo hagas...
—¿Rod?— gimió Jimmy, apoyando la espalda en la puerta y llorando
de miedo al ver cómo su marido se transformaba ante sus ojos. —Está bien.
No pasa nada. Te amo. Superaremos esto. Te amo mucho.
—Te amo—. Los fieros ojos de Cold brillaban con lágrimas, y volvió a
gritar mientras su cara se convertía en un largo hocico. Su traje se rasgaba
por las costuras, incapaz de sostener su enorme cuerpo, y era... era...
Un hombre lobo.
Un gigantesco y aterrador hombre lobo con pelaje negro azabache que tenía
pequeños toques de plata y era tan grande que apenas cabía en la silla. A
través de los trozos rotos de su traje, Jimmy podía ver un pecho ancho y
poderoso y unos bíceps enormes. Las cicatrices de Cold seguían siendo las
mismas que las de un lobo, incluida la desagradable que se había llevado
uno de sus pezones. Las cadenas parecían sujetar a Cold por ahora, y éste
retiró los labios para mostrar sus afilados dientes antes de aullar
salvajemente.
—Oh, Dios—. Jimmy trató de no parecer muy pequeño, temblando
sobre sus talones.
Cold lo miró fijamente con sus gélidos ojos azules y olfateó el aire. Gruñó
por lo bajo, su voz salió como un ronroneo bajo y gutural cuando habló. —
Oh, y no hueles simplemente... delicioso.
—¿Rod?— Jimmy parpadeó. —¿Estás... estás bien?
—Mmm, estoy bien—. Cold sonrió. —¿Qué tal si vienes aquí y me
liberas, hmm? Te diré dónde está la llave.
Jimmy no se fiaba de esa sonrisa. —Me dijiste que no te dejara salir.
—Mmm, eso no suena a mí—. Las grandes orejas de lobo de Cold se
echaron hacia atrás, y gruñó.

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—Bueno, tú lo dijiste, así que no voy a hacerlo—. Jimmy se cruzó de


brazos y mantuvo la cabeza alta. Esto era una completa locura, pero no iba
a desobedecer a Cold. Bueno, la versión no lobuna de Cold, al menos.
—Jimmy—. La voz de Cold era más suave ahora, incluso suplicante. —
Por favor. Estas cadenas me hacen daño.
—Eh...— Jimmy frunció el ceño y miró las cadenas. —¿Las
conseguiste de esa persona Matsuri?
—Sí. Es una socia mía que se dedica a lo oculto. Tuvo la amabilidad de
proporcionarme estas cadenas para ayudarme a aliviar la violencia de la
transformación, pero son bastante dolorosas. Son de plata. ¿Tienes idea de
lo que eso le hace a un hombre lobo?
Jimmy tenía una idea bastante buena de que la plata era probablemente
incómoda, y las cadenas parecían muy apretadas. Tal vez podría aflojarlas...
no. No podía dejar que Cold se saliera de ellas.
—Por favor, Jimmy—. Cold apretó los dientes. —La llave está aquí en
mi bolsillo. Si vienes aquí y me dejas salir, te prometo que no te voy a hacer
daño. Sólo quiero quitarme estas cosas horribles de encima. Me están
haciendo daño.
Jimmy se negó a dejarse manipular y espetó: —¡De ninguna manera! Estás
intentando engañarme y no voy a caer en ello.
Cold resopló. —Bien. Supongo que entonces lo haremos por las malas.
—¿Qué?— Jimmy retrocedió hacia la esquina más cercana. No le
gustó el sonido de eso.
Con un aullido salvaje, Cold se flexionó y tiró de las cadenas. Mostró los
dientes, jadeando y gruñendo, claramente teniendo que hacer un esfuerzo,
y rugió cuando casi se levantó de la silla mientras luchaba por liberarse.
Jimmy rezó para que las cadenas aguantaran, y se agachó, quitándole los
tacones uno a uno. No tenía ninguna otra arma, y esperaba que su puntería
fuera mejor que la de Rowena si tenía que usar estos.

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Hubo un claro chasquido metálico.


Una de las cadenas estaba ahora en el suelo, y pronto le siguieron las otras.
—Oh, no—, susurró Jimmy, agarrando los zapatos con más fuerza.
Cold se levantó, la parte superior de su cabeza rozando el techo ahora, y se
estiró con un gruñido lánguido. —Ah, ya está. Así está mucho mejor—. Tiró
de los restos de su traje hasta que quedó desnudo -bueno, excepto el pelaje-
y sonrió con maldad a Jimmy.
Esa sonrisa hizo que las entrañas de Jimmy se estremecieran, y levantó uno
de los zapatos. —Quédate ahí, ¿okey? Tú, quédate ahí.
—¿Es esa la forma de hablarle a tu marido?— Cold caminó hacia él,
lamiéndose los labios con hambre mientras miraba a Jimmy como si fuera
un pequeño bocadillo.
—¡Vete a la mierda!— Jimmy soltó un chillido. —¿Cómo es esto
posible?— Lanzó el zapato tan fuerte como pudo a la cabeza de Cold.
Aunque la puntería de Jimmy era certera, no era rival para los reflejos de
hombre lobo de Cold.
Cold atrapó el zapato sin esfuerzo, y lo lanzó detrás de él.
—Mierda—. Jimmy se pegó a la pared, agarrando el otro zapato con
ambas manos. Tal vez podría apuñalar a Cold con él. No, espera, no quería
herir a Cold. Esta bestia seguía siendo su marido, en algún lugar bajo todo
ese pelaje. —Por favor. Quédate atrás, ¿de acuerdo? ¿Roderick? ¿Me estás
escuchando?
—Lo estoy haciendo. Sólo te estoy ignorando—. Cold estaba justo
encima de él ahora, presionando sus manos en la pared por encima de
Jimmy y arrinconándolo. Inclinó su gran cabeza hacia abajo, oliendo el pelo
de Jimmy y su cuello, suspirando profundamente. —Mmm, pero hueles
muy bien. Y estás precioso. ¿Qué llevas debajo de ese trajecito?
La cara de Jimmy ardía y se retorcía ante la fría nariz que exploraba su piel.
—¡No es tu jodido asunto! Ugh, ¿qué te pasa? ¡Rod! Te he dicho que pares.

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—Eres tan hermoso—, continuó Cold como si Jimmy no hubiera dicho


nada, y volvió a sonreír, mostrando todos esos desagradables dientes. —
¿Ves lo que me estás haciendo, hmm?
Jimmy bajó la mirada y deseó no haberlo hecho. —Mierda. Oh, mierda.
Allí, entre las piernas de Cold, había una suave vaina, y la punta de una
polla de color rojo oscuro se asomaba. Era brillante y resbaladiza, y parecía
más grande que la impresionante polla de Cold, que no era un lobo.
—Vamos—, instó Cold. —Quiero que me la chupes.
—De ninguna manera—. Jimmy apretó el zapato, ignorando cómo se
le hacía la boca agua. —Esto es sólo un sueño raro, y vas a dejar esta mierda
en cualquier momento, y… ¡ah!— Cold le agarró un puñado de pelo y lo
obligó a ponerse de rodillas. Jimmy balanceó el zapato, pero Cold le agarró
las muñecas con una gran y carnosa pata. —¡Imbécil!
—Cállate ya—. Cold acarició el pelo de Jimmy, pero se negó a que se
levantara. —Vamos. Abre la boca.
—¡No voy a meterme esa mierda de cohete rojo en la boca, Rod!—
Jimmy gruñó y trató de apartarse. Nunca había tenido miedo de que Cold le
hiciera daño, y siempre había tenido la opción de una palabra de seguridad
si una escena se volvía demasiado abrumadora.
Pero esto no era una escena. Esto era una pesadilla.
Su marido, que al parecer era un hombre lobo, estaba intentando obligarlo
a chupar su extraña polla de hombre lobo.
—Jimmy, por favor—, suplicó Cold con mucha dulzura. —Nunca he
podido reclamarte así, como mi verdadero yo. ¿Me negarías a mí, tu
marido, ese privilegio?
—Sí—, respondió Jimmy inmediatamente. Hizo una mueca cuando la
polla de Cold se deslizó más lejos, y mierda, era tan puntiaguda y gruesa.
Tuvo que reprimir el insano deseo de alcanzarla y lamerla, y apretó los
labios en una línea apretada.

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Cold agarró su polla, guiando la punta hacia la boca de Jimmy. —Vamos, mi


hermoso esposo. Sólo un poco de saliva.
Jimmy trató de apartarse, pero el agarre de Cold en su pelo le impidió
poder escapar. Quería gritar, pero tenía miedo de lo que iba a pasar si abría
la boca aunque fuera un segundo. La polla de Cold era caliente y suave, y el
olor a almizcle era difícil de resistir... no.
No iba a hacerlo.
No podía...
Aunque técnicamente seguía siendo Cold, se sentía como un engaño.
—Jimmy—, intentó de nuevo Cold, frotando su gorda polla contra los
labios de Jimmy. —Por favor. Sólo chúpame y deja que me corra en esa
preciosa cara... y te prometo que te dejaré tranquilo hasta la mañana.
Jimmy entrecerró los ojos.
—Lo prometo—. Cold sonrió, y le pareció cálido y dulce.
—Yo no...— Jimmy intentó discutir, pero en el momento en que su
boca se abrió, Cold le metió la polla. —¡Mmph!— Intentó apartar a Cold y
gruñó obstinadamente en señal de protesta.
—Tranquilo—, calmó Cold, empujando más adentro y gimiendo
suavemente. —Sólo chúpame, Jimmy. Vamos. Sé que te gusta. Te encanta
chuparme la polla, ¿verdad?
Esas palabras hicieron que las entrañas de Jimmy se inundaran de calor, y
se odió a sí mismo por cómo abrió más la boca para recibir más de la polla
de Cold. Era extrañamente suave, tan diferente a la polla de un humano, y
la vuelta de la vergüenza en su vientre sólo estaba haciendo esto más
caliente. Se agarró a los muslos de Cold para estabilizarse y empezó a
chupar, gimiendo en silencio.
Se le estaba poniendo dura, su polla se tensaba contra el apretado encaje de
sus bragas, y se dijo a sí mismo que no significaba nada. Sólo intentaba

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superar esto y llegar a la mañana. Cold dijo que si Jimmy se la chupaba, lo


dejaría en paz.
Esa era la única razón por la que estaba haciendo esto.
—Oh, mírate. — Cold había soltado el pelo de Jimmy, arrastrando
ligeramente sus garras sobre su cuero cabelludo. Empujó hacia delante,
follando la boca de Jimmy y probando hasta dónde podía llegar. —Te ves
maravilloso así, mmm, con tus dulces labios envueltos alrededor de mi
polla.
Jimmy respiró con el impulso de atragantarse, los años de práctica le
permitieron hacer una garganta profunda a esa gorda polla con relativa
facilidad. Sus ojos seguían llorosos, y se negaba a mirar a Cold. La polla de
Cold le llenó completamente la boca, y frotó su lengua sobre ella, gimiendo
por la facilidad con que se deslizaba por su garganta.
Cold gimió con fuerza, empujando un poco más rápido. —¡Qué chico tan
talentoso! Mierda, esa boca...
Jimmy gimió ante los elogios, y su cara se puso tan caliente que parecía una
quemadura de sol. No podía creer lo metido que estaba en esto, y el nivel de
asco sólo aumentaba su excitación. Estaba chupando la monstruosa polla
de Cold y le encantaba, gimiendo mientras las babas se acumulaban
alrededor de sus labios y goteaban por su barbilla.
Ni en sus sueños más salvajes se le había ocurrido algo así, y apretó los
gruesos muslos de Cold, dejándose usar tan bruscamente como éste quería.
Su polla estaba dejando una mancha húmeda en sus bragas, y no podía
molestarse en preocuparse ahora. Todo lo que tenía que hacer era chupar
esta polla, y haría feliz a Cold.
Si Cold era un humano o un lobo, ¿no era ese el trabajo de Jimmy? ¿La
única cosa en la que nunca fallaría?
¿Ser un buen chico para el hombre que amaba?
Cold estaba follando la garganta de Jimmy ahora, forzando la nariz de
Jimmy hacia abajo en su ingle peluda con cada golpe brutal. Agarró el pelo

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de Jimmy, gruñendo: —Mm, me voy a correr, Jimmy. Mierda, eres tan


perfecto. Tan jodidamente perfecto.
La burbuja de orgullo en el pecho de Jimmy era la misma de siempre. No
sólo era bueno, no, era perfecto. Se preparó para recibir lo que
probablemente iba a ser una carga monstruosa, y respiró profundamente
entre los malos empujes de Cold, pero algo iba mal.
La polla de Cold se estaba haciendo... más grande.
Jimmy no estaba seguro de lo que estaba pasando, pero definitivamente
podía sentir la polla de Cold hinchándose alrededor de la base. Sus dientes
la atrapaban ahora, y no podía abrir más la boca. Miró a Cold con
preocupación y le dio un golpe en la cadera, tratando de llamar su atención.
Cold lo ignoró, dejando escapar un largo aullido de placer. —¡Ahhh, sí!
La boca y la garganta de Jimmy se inundaron con una gruesa carga de
semen que tragó frenéticamente, y se dio cuenta de que no podía apartarse
de la polla de Cold. Se había hinchado lo suficiente como para quedar
atrapada entre sus dientes, y gimió desesperadamente. No podía respirar
con la polla de Cold metida hasta el fondo de su garganta, y las lágrimas
corrían por sus mejillas mientras luchaba contra su reflejo nauseoso.
Cold acarició el pelo de Jimmy con sus grandes patas, riéndose alegremente
y sonriendo hacia abajo. —Eres fantástico, ¿lo sabías?
Jimmy gimió y volvió a golpear la cadera de Cold, más fuerte que antes. No
podía aguantar la respiración así mucho tiempo, y no tenía ni idea de lo que
era esa cosa en su boca.
—Oh, por supuesto. Mi dulce niño—. Cold se rio cruelmente. —Nunca
has tomado un nudo antes.
—¿Mmrmm?— A Jimmy le sobrevino una oleada de repulsión y trató
de apartarse de un tirón. El nudo se mantenía en su boca, y no había
manera de escapar. Gemía miserablemente, y golpeaba a Cold
salvajemente. Iba a tener arcadas o a desmayarse, lo que ocurriera primero.

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—Shh, shh... cálmate—. A Cold no pareció molestarle el contacto


físico, y se limitó a inclinar la cabeza de Jimmy hacia atrás. —Ya está...
Ahora respira para mí, dulce muchacho. Con calma.
El ángulo permitió que la garganta de Jimmy se despejara lo suficiente
como para que pudiera aspirar varias bocanadas de aire por la nariz. Tal vez
fuera su imaginación, pero aunque el nudo seguía siendo enorme, el eje de
Cold se sentía más pequeño. Siguió respirando, dispuesto a que esta
maldita cosa saliera ya de su boca.
—Te ves absolutamente hermoso así—, se burló Cold. —Un nudo
grande y gordo en tu boca... es más bien como una mordaza, ¿no crees?—
Tocó los labios estirados de Jimmy, deslizando su pulgar con garras por la
baba que encontró allí. —Mmm, siempre me ha gustado amordazarte. Sé
que a ti también te gusta.
Jimmy gruñó, y luchó contra el insano impulso de morder.
—Apuesto a que estás empalmado, ¿verdad?— Desafió Cold. —Mi
dulce putita... oh, sé lo que te gusta. Adelante. Muéstrame. Muéstrame lo
duro que estás.
Jimmy entrecerró los ojos y resopló con rabia. Esto se había acabado. Tan
pronto como este estúpido nudo bajara o se encogiera o lo que fuera que
tuviera que hacer, él había terminado con esto. No importaba que la polla
de Jimmy estuviera lo suficientemente dura como para grabar titanio. No
iba a darle a Cold la satisfacción, no cuando estaba así.
—Muéstrame—, repitió Cold con firmeza, llevando la cabeza de
Jimmy hacia delante hasta que su polla se deslizó de nuevo por su garganta.
Jimmy no pudo volver a respirar y cerró los ojos, luchando contra una ola
de lágrimas amargas. Esto no era justo. Se sentía sucio y raro, pero nada de
eso había disuadido a su maldita polla. Acarició la cadera de Cold,
desesperado por el oxígeno.
Cold dejó que la cabeza de Jimmy cayera hacia atrás, y esperó unos
segundos antes de preguntar: —¿Y bien?

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Dios, esto era mortificante. Jimmy mantuvo los ojos cerrados mientras se
levantaba la corta falda, sabiendo muy bien que su polla era más que visible
a través del fino encaje. La cabeza intentaba asomarse por encima del
dobladillo elástico, y el material estaba húmedo de pre-semen.
—Vamos, ahora, mi pequeña zorra—. Por el sonido de su voz, Cold
estaba sonriendo. —Sabes que quiero ver más que eso.
Jimmy empujó desafiantemente su falda hacia abajo.
—Aw, Sr. Poe. No se ponga así—. Cold acarició el pelo de Jimmy y le
tocó la mejilla. —Por favor... déjame ver. Relájate y déjame ver tu polla
dura, ¿eh?
Era difícil resistirse cuando Cold decía su nombre de esa manera.
Sr. Poe...
La simple frase activó años de respuestas arraigadas, todas ellas
apasionadas, pero especialmente el instinto de obedecer.
Jimmy quería ser bueno. Quería volver a ser perfecto. No podía discutir con
la boca rellena. El nudo era una mordaza, y las mordazas siempre le habían
ayudado a ser un buen chico para Cold. Con un suave gemido, Jimmy se
levantó de nuevo la falda y se tocó la polla. Estaba tan sensible que le dolía,
y gimió mientras se bajaba las bragas para liberar su dura polla.
—Ahí tiene, Sr. Poe—, dijo Cold con aprobación. —Ahí lo tienes. Así
de fácil. Mmm, te encanta esto, ¿verdad?
—Mmhmm—, logró murmurar Jimmy. Lo hizo. Se sentía bien. Estaba
cachondo y desesperado, y no entendía todas estas nuevas sensaciones que
le abrumaban. El nudo en su boca finalmente estaba bajando, pero no trató
de apartarse.
No le habían dado permiso.
Cold esperó a que el nudo se redujera casi por completo antes de sacar la
polla, frotando la cabeza sobre el labio inferior de Jimmy con un gruñido de
felicidad. —Buen chico.

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Apartándose apresuradamente y limpiándose la boca, Jimmy trató de


recuperar el aliento. La mandíbula le iba a doler mañana y los labios le
dolían por haberlos estirado, pero lo había hecho. Había chupado a un
hombre lobo, y ahora había terminado. Se sacudió el hechizo de sumisión
que intentaba apoderarse de él, y se arregló las bragas y la falda.
—¿Y qué hace ahora, Sr. Poe?— Preguntó Cold con insistencia.
—Ya hemos terminado—. Jimmy ignoró el escalofrío que le produjo
escuchar ese maldito nombre, y resolvió mantener el rumbo. Se levantó con
las piernas temblorosas y se empujó hacia la esquina. —Te la he chupado y
ahora me vas a dejar en paz.
—¿Lo voy a hacer?
El corazón de Jimmy palpitó desbocado. —Dijiste...
—Mentí—. Cold ladeó la cabeza, y su larga lengua volvió a pasar por
sus labios.
El tiempo parecía haberse congelado y Jimmy no sabía qué hacer. Su
cuerpo bombeaba adrenalina, pero no había ningún lugar donde correr. Lo
único en lo que podía pensar era en escapar antes de que Cold pudiera
hacerle algo más. Se lanzó a lo largo de la pared, esquivando el brazo de
Cold y corriendo hacia la silla.
Tal vez podría ponerse detrás de ella, usarla como escudo, ¡algo!
Pero Cold era demasiado rápido.
Agarró a Jimmy por la cintura y lo levantó del suelo. —Oh, Sr. Poe. No, no,
no. Simplemente no puedo permitir que te comportes así.
—¡No! ¡Suélteme!— Jimmy gritó, moviéndose y pateando
frenéticamente. —¡He hecho lo que querías!
—Y seguirás haciéndolo—, se burló Cold.
—¡Para! ¡Rod! Por favor—. Jimmy golpeó las patas de Cold, pero no
sirvió de nada.

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Cold acercó a Jimmy a la silla y se sentó, dándole la vuelta para que la cara
de Jimmy estuviera ahora en la peluda ingle de Cold y su culo en la cara de
Cold.
Jimmy trató de agarrar los brazos de la silla y apartarse, y se encontró con
que seguía atrapado por el férreo agarre de Cold. Cuanto más luchaba, más
caliente se ponía, y su miedo no hacía más que endurecer su polla. Gritó
cuando la fría nariz de Cold tocó el interior de su muslo, y pateó tan fuerte
como pudo. —¡Para! ¡Ahora!
Cold se hundió en la silla, estirando las piernas y soltando una oscura risa.
—No, no lo creo, Sr. Poe.
La nueva posición impidió que toda la sangre se precipitara a la cabeza de
Jimmy y lo tuvo recostado sobre el pecho y el estómago de Cold. Pudo
apoyarse en los codos y mantener la cabeza fuera de la entrepierna de Cold.
—¡Uf, vamos, Rod! Por favor.
—No hasta que consiga lo que quiero de usted, Sr. Poe.
—¿Y qué es eso?— Jimmy escupió.
—Todo—. Las patas de Cold agarraron los muslos de Jimmy y los
separaron, su gorda lengua recorrió sus pelotas y el agujero a través de las
bragas con un gruñido bajo.
Jimmy gimió sin quererlo y agachó la cabeza avergonzado. —¡Rod... no!
Cold lo ignoró como antes, lamiendo y chupando sobre la ingle de Jimmy
hasta que el delicado encaje se enganchó en sus afilados dientes. Mordió y
tiró, rasgando la tela.
Chillando, Jimmy intentó de nuevo apartarse y escapar, pero las garras de
Cold se clavaron y no lo dejaron. La lengua de Cold le lamía el agujero y las
pelotas, y la punta no tardó en introducirse en su interior. Tenía que odiar
esto. Tenía que hacer que se detuviera.
—Mmm, te estás resistiendo mucho—, retumbó Cold entre lametones.
—Ambos sabemos lo que quieres... quieres ser bueno para mí, ¿verdad?

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Jimmy se estremeció y negó con la cabeza. —¡No! No lo soy. No... ¡no voy a
ser bueno! No lo haré.
Durante un breve segundo, Cold soltó una de sus patas, y Jimmy giró las
caderas en otro intento de huir. Cold le bajó la falda y le azotó el culo con
fuerza, haciendo que Jimmy gimiera.
—Ah, eso es—. Cold frotó donde le había golpeado, y volvió a
abofetearle. —Necesitas que te castiguen a veces, ¿no?
El familiar dolor punzante fue un irresistible arrullo, y Jimmy gimió cuando
un tercer azote le hizo gritar. Estaba tan expuesto, con el culo a la vista, la
falda levantada y las bragas abiertas de par en par, y la pata de Cold le daba
unos golpes tan perversos. El dolor hizo que sus pensamientos se nublaran,
y pudo sentir que se deslizaba.
—S-sí...— Jimmy apretó los dientes. —Yo... lo necesito.
—Sí, ¿qué?
Jimmy resopló, susurrando: —Sí, señor.
—Buen chico—. Cold se rio y empujó su lengua dentro del húmedo
agujero de Jimmy.
Jimmy echó la cabeza hacia atrás con un gemido, sorprendido por la
facilidad con que la gruesa lengua de Cold se abría paso dentro de él. Estaba
resbaladiza y caliente, y ahora dejó de luchar. No podía escapar, y Cold no
iba a parar. Dio una última patada y se quedó sin fuerzas, jadeando
mientras la lengua de Cold lo penetraba hasta lo más profundo.
Se sentía... bien.
El calor y el estiramiento de esa larga lengua eran nuevos y embriagadores,
y Jimmy gimió desesperadamente. No estaba bien. Nada de esto lo era.
Pero Dios... el placer...
Todavía estaba Cold bajo todo el pelaje y las garras, actualmente golpeando
con la lengua la próstata de Jimmy, y Jimmy sería un buen chico.

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Podía ser bueno... sólo por un rato.


Mierda, aún así se sentía como un engaño. Cold era un monstruo en
muchos sentidos, pero no así. Nunca así, no para Jimmy.
La nariz de Cold se estaba calentando, probablemente por estar en tan
estrecho contacto con la piel de Jimmy. Jimmy podía sentir esos afilados
dientes rozándole, y cada uno de ellos enviaba rayos de placer por su espina
dorsal. Dejó escapar otro gemido, e inclinó la cabeza sobre el muslo de
Cold. —Dios, no... yo...
—Mmm...— Cold seguía presionando con su lengua, sus dedos con
garras se clavaban en la carne de Jimmy en el muslo y en el lugar donde lo
había azotado.
Los pinchazos de dolor donde la piel de Jimmy ardía por los azotes eran
emocionantes, y había un nivel de peligro añadido que le hacía querer
llorar. Cold era poderoso, siempre lo había sido, pero ser esta bestia creaba
una sensación de impotencia contra la que Jimmy ya no podía luchar. Dejó
que lo invadiera, sabiendo que ahora lo mejor que podía hacer para
sobrevivir era obedecer.
Y tal vez, sólo tal vez, podría disfrutarlo...
Agarrándose a los muslos de Cold, Jimmy se impulsó hasta su boca,
balanceándose sobre su gruesa lengua. Gimió con fuerza cuando la lengua
de Cold se arremolinó contra ese punto dulce, y gimió frenéticamente. —
¡Ah... mmm!
Cold le dio un último e intenso empujón y se retiró, lamiéndose
ruidosamente los labios. —Si sigue así, tendré que encontrar la forma de
amordazarle de nuevo, Sr. Poe.
—Lo siento, señor—, jadeó Jimmy. —Es que se siente tan bien... yo...
mmm, me gusta.
—Quiero que te quedes callado para mí—, dijo Cold con severidad. —
¿Puede hacer eso por mí, Sr. Poe?

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—Yo... no sé—. Jimmy gimió. No creía que pudiera si Cold volvía a


empezar con su lengua de esa manera. Miró entre las piernas de Cold la
opción obvia de callarse y se encogió. No quería volver a hacer esa mierda
con el nudo. —Puedo intentarlo, señor.
—Mmm, no—. Cold acercó el extremo de su hocico al agujero de
Jimmy y lo lamió lentamente, sin volver a penetrarlo pero burlándose de él.
—Adelante. Chúpeme, Sr. Poe. Métete mi polla en la boca y no hagas ruido.
No quiero oír ni un sonido de ti. ¿Entiendes?
—Sí, señor—. Jimmy lamió débilmente la punta de la polla de Cold
que asomaba por la vaina, y sollozó suavemente de asco por lo mucho que
le gustaba el sabor. Era tan diferente a la de Cold, el hombre que había
conocido, y rápidamente chupó la puntiaguda cabeza en su boca para
acallar sus gritos.
—Ahh... buen chico—, retumbó Cold en señal de aprobación, y volvió
a lamer el agujero de Jimmy, tanteando de nuevo su interior con un
gruñido bajo.
Jimmy gimió, el sonido se perdió mientras se llenaba la garganta con la
gruesa polla roja de Cold. La polla crecía, salía de la funda y se deslizaba
por la garganta de Jimmy. Jimmy cerró los ojos y chupó con hambre. No
podía parar ahora, no con la lengua de Cold enterrada dentro de él de esa
manera.
Podía oír y sentir sus bragas desgarrándose hasta que no eran más que
jirones de las codiciosas zarpas de Cold, y su falda se rasgó a continuación.
Se estaba acercando, se moría de ganas de liberarse, e inclinó las caderas
para aplastar su dura polla contra el pecho de Cold.
—Ah ah—, dijo Cold. —No he dicho que pueda hacer eso, ¿verdad, Sr.
Poe?
Deteniéndose inmediatamente, Jimmy ahogó un grito frustrado con la polla
en su boca. Echó de menos la lengua de Cold dentro de él, y movió la
cabeza, chupando a Cold con fuerza y rapidez. —Mmm, mmmph....

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—Qué zorra eres ahora para mí, ¿verdad? ¿Te gusta mi gran polla de
lobo?— Cold sonreía. —Apuesto a que vas a marcar cada luna llena en el
calendario sólo para poder tenerla de nuevo.
Con las mejillas encendidas, Jimmy gimió y arqueó el culo hacia el hocico
de Cold. Recibió una fuerte nalgada en respuesta, apartándose de la polla
de Cold para jadear y gemir: —Señor, por favor. Por favor, lo necesito.
—¿Qué necesita, Sr. Poe?
—Su gran polla de lobo, señor—. Jimmy se limpió una lágrima del ojo,
su pecho se agitaba por su jadeo. —Lo necesito tanto, señor.
—Oh, no se preocupe, Sr. Poe. Lo tendrá—. Cold resopló. —Después
de recibir una lección muy firme de obediencia.
—¿Señor?
—Creo recordar haber pedido silencio.
Jimmy se estremeció. —Señor, lo siento mucho. Yo sólo...— Sus palabras
fueron robadas cuando Cold le obligó de repente a cruzar su regazo, con el
culo levantado y el trasero desnudo arqueado. —¡Señor!
Cold presionó una fuerte pata sobre la espalda de Jimmy, manteniéndolo
allí mientras decía: —Silencio, ¿recuerdas? Eso es lo que le pedí, Sr. Poe.
Jimmy asintió con la cabeza. Ya le esperaba un castigo infernal, lo sabía. No
quería empeorar las cosas.
—Buen chico—. Cold agarró los trozos destrozados de las bragas de
Jimmy que aún se aferraban a su cintura y se la quitó. —Abra la boca, Sr.
Poe.
Oh, Dios.
Jimmy abrió la boca de par en par y gimió cuando Cold le metió las bragas.
No sabían a nada, al menos, y mordió la delicada tela. No era una buena
mordaza, pero sabía que estaba allí para recordarle lo que tenía que hacer.
Tenía que ser un buen chico y estar callado.

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Cold frotó la nalga de Jimmy donde le había azotado antes, y su mano bajó
con un fuerte golpe en el mismo lugar.
Jimmy se sacudió, se tragó un grito y no hizo ningún ruido.
Cold volvió a azotarle en la otra mejilla, tres veces seguidas.
Jimmy se retorció y se sacudió, pero siguió sin llorar ni gemir. Masticó la
tela en su boca, tratando de concentrarse en eso y no en sus ardientes
nalgas. Mierda, estaban absolutamente palpitantes, la sensación se
desbordaba junto con el palpitar de su implacable y dura polla, actualmente
clavada contra el muslo de Cold.
Podía hacerlo. Podía ser bueno.
Cold lo azotó de nuevo, esta vez con más fuerza.
Con los ojos llorosos, Jimmy se movió y trató de ignorar el dolor. Se sentía
tan pequeño e indefenso en el regazo de Cold, y no podía evitar que le
impusiera ese castigo. Pero Jimmy sabía que lo necesitaba. Necesitaba que
fuera un buen chico para él. Eso era lo único que importaba, y se negó a
emitir un solo sonido, incluso cuando Cold continuó azotándolo con fuerza.
Jimmy había perdido la cuenta de cuántas veces Cold le había golpeado el
culo, pero después de una última bofetada, Cold se detuvo.
—Estuvo maravilloso, Sr. Poe—, elogió Cold. —Te has tomado el
castigo muy bien. Estoy muy orgulloso de ti, mi dulce chico.
Esas amables palabras fueron un bálsamo para el dolorido cuerpo de
Jimmy, que suspiró satisfecho. Lo había hecho. Había sido bueno.
—Ahora puede tener mi polla, Sr. Poe—. Cold levantó a Jimmy y lo
sentó fácilmente en su regazo, sacando las bragas de su boca. —¿Te gustaría
eso? ¿Mmm?
Jimmy miró a Cold, con sus largas piernas a horcajadas sobre las gruesas y
peludas caderas de Cold. La polla de Cold se deslizaba entre sus mejillas, y
Jimmy lo deseaba. Quería ser bueno y correrse y tomar toda esa enorme
polla...

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Un destello le llamó la atención, y miró su mano izquierda.


Era su anillo de bodas.
Cold era su marido, no esta bestia. Era con Cold con quien se había casado,
con Roderick Legrand, y una nueva oleada de culpabilidad acalambró el
estómago de Jimmy y no cedió. No podía hacer esto. No sabía si Cold le
perdonaría por haberse acostado con él en estas circunstancias tan locas.
Cold le había dicho a menudo a Jimmy que era un monstruo, pero Jimmy
nunca había pensado que lo dijera literalmente.
Intentó pensar a través de la niebla sumisa en la que estaba perdido,
apartándose del pecho de Cold y sacudiendo la cabeza.
—¿Qué ocurre, Sr. Poe?— Cold entrecerró sus ojos fieros.
Jimmy volvió a negar con la cabeza.
Cold resopló cuando se dio cuenta de la cuestión obvia, y redactó: —Ya
puede hablar, Sr. Poe. Dígame qué le pasa.
—No quiero hacer esto, señor—, dijo Jimmy. —Sé que todavía está
Rod en alguna parte, pero no creo que él quiera esto.
—Él y yo somos lo mismo—, respondió Cold con suavidad. —Yo soy el
monstruo que acecha bajo su piel, el que nunca quiere dejar salir... y él
querría follarte. Sólo tienes que mirarte—. Arrastró una pata por el pecho
de Jimmy, tirando de la corbata hasta que la hebilla del clip se rompió.
Jimmy se estremeció. —Pero, señor... yo...
Con la corbata fuera del camino, Cold arrancó la camisa de Jimmy y mandó
a volar los botones. Gruñó cuando vio el bralette, trazando una sola garra
sobre el borde de las copas de encaje. —Él querría que fueras una buena
putita y tomaras mi polla, Sr. Poe—. Acarició uno de los pezones de Jimmy
hasta que se puso duro. —Confía en mí.
—No puedo...— Jimmy empujó la pata de Cold. —No. Necesito hablar
contigo cuando seas... ¡cuando vuelvas a ser tú! No así.

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—Parece estar confundido, Sr. Poe—, advirtió Cold. —Esta no es una


situación que usted controle, y va a hacer exactamente lo que yo quiera,
esté usted de acuerdo o no—. Levantó las caderas de Jimmy, agarrando su
gruesa polla y presionando contra el agujero resbaladizo de Jimmy.
—¡No!— Jimmy empujó el pecho de Cold y trató de zafarse de sus
fuertes zarpas, sollozando cuando la punta le penetró. —¡Rod! Por favor.
Mmm, no... ah...— Cold lo obligaba a hundirse en cada enorme centímetro,
y estar tan lleno era fantástico incluso cuando su cabeza nadaba con la
indecisión de luchar o someterse.
—Relájese, Sr. Poe—, ronroneó Cold con malicia mientras se mecía
dentro de él. —Respira para mí... vamos. Te encantan las pollas grandes. Lo
sé todo sobre esos grandes juguetes que te gustan. Ahora puedes tener una
verdadera polla gigante dentro de ti.
Jimmy jadeó por la presión de la polla de Cold abriéndole, y volvió a
empujar el pecho de Cold. No quería rendirse tan fácilmente, pero se sentía
tan bien. La polla de Cold se deslizaba hacia dentro, obligándolo a
entregarse por completo a él, y gimió cuando sus mejillas en carne viva se
encontraron con la suave piel de los muslos de Cold.
—Mira eso—, se burló Cold, usando su agarre en las caderas de Jimmy
para inclinarlo hacia adelante y hacia atrás. —Se lo ha tomado todo, Sr. Poe.
Justo como sabía que lo harías.
Colgando la cabeza avergonzado, Jimmy pudo ver su estómago abultado
por la gigantesca polla metida dentro de él. La mera visión hizo que su
propia polla se retorciera, y resistió el impulso de tocarla. Su agujero estaba
tan lleno que le dolía y no moverse lo empeoraba. Se retorció, haciéndose
gemir a sí mismo cuando movió las caderas.
El más mínimo movimiento creó una explosión de sensaciones intensas, y
la cabeza de Jimmy se iluminó. Se sentía totalmente libertino, con su traje
hecho jirones mientras estaba sentado sobre la gorda polla de un hombre
lobo. Le dolía de una manera que nunca había sentido antes, y todo su

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cuerpo brillaba al rojo vivo. Cuando Cold empujó de repente, Jimmy dejó
escapar un sollozo roto y se agarró a los hombros de Cold. —¡Oh, Dios!
Cold mantuvo su férreo agarre sobre las caderas de Jimmy y empezó a
follarlo con fuerza, obligándolo a rebotar en su regazo mientras Cold gruñía
hambriento. —Oh, sí, Sr. Poe. Vas a tomar toda esta polla. Vas a tomar mi
nudo. Y si eres un chico muy bueno, te dejaré correrte—.
Jimmy sacudió la cabeza mientras lloraba, cada golpe brutal casi lo cegaba
por la abrumadora avalancha de placer y dolor. Incluso sus juguetes más
grandes no eran nada comparados con la polla de lobo de Cold, y la presión
dentro de su cuerpo rozaba la agonía. No sabía cuánto podía aguantar y
trató de retroceder para alejarse de la asombrosa penetración. —¡N-no!
¡Señor! Por favor!
Cold rugió y agarró a Jimmy bruscamente, haciéndolo girar allí mismo
sobre su polla, de modo que su espalda estaba ahora presionada contra el
pecho de Cold. Rodeó el pecho y el estómago de Jimmy con sus musculosos
brazos y le gruñó al oído: —Es usted mío, Sr. Poe. ¿Me entiendes? No me
digas 'no'. Nunca.
El abrupto cambio de posición y el giro de la polla en su palpitante culo
hicieron gemir a Jimmy, que pateó las piernas inútilmente. Sus brazos
estaban inmovilizados contra sus costados en el abrazo de Cold, y no había
nada que pudiera hacer ahora excepto tomar la polla de Cold.
Cold se levantó, golpeando profundamente y sin piedad, utilizando el
agujero de Jimmy como su propio juguete. Follaba como una máquina, sin
detenerse ni aminorar la marcha, gruñendo mientras golpeaba el cuerpo de
Jimmy una y otra vez. Rompió la camisa y el sujetador de Jimmy,
desnudando su pecho para poder arrastrar sus garras sobre los pezones de
Jimmy.
La voz de Jimmy estaba ronca cuando gemía ahora, agotado por sus
muchos gritos y por el uso tan cruel de su garganta. No podía resistirse,
ahora flácido mientras Cold lo follaba como quería, y se hundió de nuevo en

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la sumisión. La presión sobre sus pezones era buena, añadiendo pequeñas


dosis de placer a la extraordinaria coacción que experimentaba su cuerpo.
Apoyó la cabeza en el hombro de Cold, con la boca abierta mientras
sollozaba. Tomó todo lo que Cold le dio, seguro de que iba a romperse, y
gritó cuando el nudo empezó a hincharse. No luchó contra él porque sabía
que era inútil, y gimió desesperadamente cuando el nudo finalmente se
enganchó y quedó encerrado con la polla de Cold enterrada en lo más
profundo de su ser.
El torrente de semen que llenó el agujero de Jimmy fue acompañado por el
aullido voraz de Cold, y Jimmy se estremeció por el espantoso sonido. No
quería volver a oír ningún tipo de aullido animal, nunca más, y apretó
débilmente el nudo de Cold. Tenía que haber un final para esto, y
necesitaba alivio de la locura. Necesitaba correrse o iba a perder
absolutamente la cabeza.
Cold resoplaba tranquilamente, aparentemente muy satisfecho, y se
había relajado en la silla. No había soltado a Jimmy, y se rio en voz baja por
la forma en que Jimmy se retorcía en su regazo. —Tienes que venirte,
¿verdad, Sr. Poe?
—Sí, señor—, suplicó Jimmy. —Por favor. He sido tan bueno. Necesito
correrme, señor. Me duele mucho. Por favor, por favor. Por favor, déjame
venir.
—Mmm...
—¡Por favor!— Jimmy odiaba lo estridente que era su voz, pero tenía
que correrse o temía desmayarse. Nunca había necesitado tanto el alivio de
un orgasmo, y gimió ante el nudo hinchado que seguía forzando su agujero
de par en par. Estaba sudando, sus pezones estaban duros y sensibles al
aire fresco de la habitación, su polla se movía con necesidad. Todo estaba
demasiado caliente y dolorido y quería gritar.
—Vengase para mí, Sr. Poe—, gruñó Cold en su oído. —Has sido una
putita tan buena para mí... hazlo... ahora.

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Jimmy se agarró la polla, acariciándose rápidamente. Todo lo demás se


desvaneció, excepto la caricia de su mano, y se concentró en la dulce
liberación que tanto necesitaba. Estaba creciendo, palpitando en sus oídos,
y entonces finalmente se corrió. Jadeó por la fuerza de la eyaculación, y sus
muslos temblaron al rodar sobre el nudo de Cold. Vio cómo su carga
palpitaba, varios chorros cayendo sobre sus muslos, y el último goteaba
sobre sus dedos.
Estaba ardiendo, temblando, y se hundió contra el pecho de Cold con un
largo gemido de alivio. —Dios, sí... gracias, señor. Muchas gracias.
—Buen chico—. Cold acarició el lado de la cabeza de Jimmy. —Muy
buen chico para mí.
Ahora que Jimmy se había corrido, el nudo de su interior era muy
incómodo. Se retorció un poco y trató de encontrar una posición que no le
hiciera doler el culo, pero sabía que iban a pasar unos momentos antes de
que pudiera liberarse.
—Tranquilo—, lo tranquilizó Cold mientras le daba un suave zarpazo
en el estómago a Jimmy. —Relájate. El nudo bajará pronto. Te has portado
muy bien conmigo. ¿Disfrutaste?
—Sí, señor—. Jimmy suspiró. —Yo... lo hice.
Jimmy se quedó callado mientras Cold le frotaba el vientre, y trató de
disfrutar del dulce afecto. En realidad, sólo esperaba que el nudo se
redujera para poder alejarse. En el momento en que lo hizo, se levantó del
regazo de Cold. Gimió cuando sus piernas no lo sostuvieron al principio, y
casi se cayó. Dios, y el semen de Cold goteaba ahora por sus piernas. —Oh,
mierda.
Cold extendió sus grandes patas para sostenerlo. —¿Y a dónde cree que va,
Sr. Poe?
Jimmy lo empujó. —Ya hemos terminado—. Se quitó lo que quedaba de su
camisa y la usó para limpiarse. —Sólo quiero esperar hasta que la puerta se
abra o lo que sea.

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—Oh, dulce Sr. Poe—. Cold se rio y se acarició lentamente la polla.


Aunque su erección y el nudo se habían marchitado, aún no se había
deslizado dentro de su vaina. —No hemos terminado hasta que yo lo diga.
—No—. Jimmy se giró para mirarle fijamente. —Esto es suficiente—.
Se puso la camisa sucia delante de la entrepierna para tener un poco de
pudor. Sólo le quedaban las medias, el liguero y el pequeño bralette.
Cold lo miró con un brillo hambriento en los ojos, y se relamió
ruidosamente. —No estoy de acuerdo.
Jimmy se estremeció, y su agujero palpitó sólo de pensar en tener que
tomar ese nudo de nuevo. —Rod, no. Ya he terminado. Estoy cansado, estoy
severamente cansado, y...
Cold estaba sobre él, llevándolo al suelo con un rugido feroz.
—¡Mierda! ¡No!— Jimmy pateó y se retorció, pero Cold no lo soltó.
Jimmy gruñó cuando le dieron la vuelta bruscamente sobre su cara, y siseó
cuando la polla de Cold le apuñaló el culo. El pánico se apoderó de él y se
echó frenéticamente hacia atrás para apartar a Cold. —¡Quítate de encima!
Cold no se movió, sus rodillas se movieron entre las piernas de Jimmy y le
obligaron a abrirlas. Lamió la parte posterior de la oreja de Jimmy mientras
se burlaba: —Relájese, Sr. Poe. Sea un buen chico.
—¡Mierda! N-no...— Jimmy siguió luchando con todas sus fuerzas, y
estaba furioso y asqueado a la vez de que Cold lo obligara a hacer esto de
nuevo. Gritó cuando la polla de Cold presionó en su dolorido agujero, y
sacudió sus caderas hacia delante. —¡Rod! No puedo.
—Sí, puede, Sr. Poe—, retumbó Cold. —Relájese y déjeme entrar... su
cuerpo puede aguantar mucho más de lo que usted sabe, y las cotas de
placer que alcanzará serán inigualable
—P-pero... mm...— La protesta de Jimmy se perdió mientras la polla
de Cold se hundía en él, y las nuevas sensaciones en esta posición eran
increíbles. Había una presión caliente contra su próstata, y el peso de Cold

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en su espalda era extrañamente reconfortante. Hizo que Jimmy se sintiera


pequeño, seguro, y gimió suavemente.
—Ahí, Sr. Poe—. Cold estaba sonriendo. —Ya está.
Jimmy se levantó sobre sus manos y sacudió la cabeza. No había forma de
mover realmente a Cold, pero no estaba dispuesto a dejar de luchar. —
Rod... no...
Cold continuó empujando perezosamente, empujando profundamente
hasta que Jimmy gimió y se retorció. —Te encanta que te llenen de polla. Se
siente bien estar tan lleno, ¿no es así? Que yo utilice tu agujero.
Jimmy tenía miedo de lo que iba a salir de su boca si intentaba hablar, así
que volvió a sacudir la cabeza. Gimió cuando Cold empezó a acelerar el
ritmo y bajó la cabeza en señal de sumisión. No era lo suficientemente
fuerte como para resistirse, y mierda, se sentía tan bien.
Cold le metió su gruesa polla y la retuvo un momento antes de sacarla para
poder volver a meterla. Lo hizo repetidamente, aumentando
constantemente sus empujones y gruñendo cada vez más fuerte. —Esto es
para lo que estás hecho, Sr. Poe... tu cuerpecito es pura perfección, y nada,
mmm, nada me complace más que llenar tu precioso agujero.
Cuando Cold levantó a Jimmy sobre sus rodillas y empujó su cabeza contra
el suelo, no se resistió. Levantó el culo y arqueó las caderas, dando la
bienvenida a la áspera follada que siguió. El suelo estaba frío contra su
mejilla enrojecida, y se preparó para los brutales empujones, gritando
cuando Cold le azotó el culo. —¡Rod!
—Sí, Sr. Poe—. Cold siseó entre sus dientes, sacudiéndose hacia
adelante y golpeando su polla en el agujero de Jimmy. —Vas a tener que ser
castigado de nuevo. Has sido un niño travieso. —Su pata crujió sobre el culo
de Jimmy en el mismo lugar que antes. —Mmm, muy travieso.
Jimmy no entendía qué había hecho mal, y la punzada en sus ya tiernas
mejillas ardía como el infierno. Chilló y arañó el suelo, chillando cuando

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Cold le golpeó de nuevo. Le hizo apretarse alrededor de la polla de Cold, y


su cabeza se hizo ligera por el dolor abrumador. —Unff... Dios...
—No quisiste aceptar mi nudo de nuevo—, le regañó Cold. —Necesita
ser castigado, Sr. Poe. Esta es una noche muy especial para nosotros, ¿no?
Es la primera vez que me tomas como el verdadero monstruo que soy por
dentro... deberías sentirte honrado.
Jimmy jadeó cuando Cold le dio una bofetada en la otra mejilla,
obligándolo a sacudirse y retorcerse. Cold no había bajado el ritmo, y podía
sentir ese nudo hinchándose dentro de él. Se estremeció, el impulso de
llegar al clímax de nuevo, de repente, ahí mismo e innegable, y sollozó
débilmente: —Rod... oh, por favor... sí, señor. Me siento tan jodidamente
honrado...
—¿De verdad?— Cold resopló y rozó con sus afilados dientes el
hombro de Jimmy. —¿De verdad, Sr. Poe?
—Deja que me corra otra vez, por favor—, suplicó Jimmy mientras
intentaba empujar hacia atrás la polla de Cold. —Por favor. ¡Estoy tan
jodidamente honrado! ¡Mierda! ¡Seré tan bueno, lo juro! Seré tan
jodidamente bueno, señor.
—¿Realmente cree que merece correrse, Sr. Poe? ¿Después de ser tan
travieso?
—¡Por favor, por favor!— Jimmy gimió desesperadamente mientras
golpeaba el suelo. Estaba tan cerca que casi podía saborearlo, y el dolor se
estaba volviendo insoportable. Necesitaba correrse, tenía que correrse, lo
necesitaba tanto, mierda, y estaba justo ahí, justo ahí, mierda...
—¡Jimmy!— La voz de Cold sonó en sus oídos.
—¿Eh?
—Despierta.
Jimmy se sacudió, parpadeando hacia Cold.

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No era un hombre lobo. No era una bestia de ningún tipo. Era Cold,
humano y guapo como siempre, con un traje negro de tres piezas a rayas y
una expresión muy preocupada.
—¿Rod?— Jimmy se incorporó y miró a su alrededor, con el corazón
palpitando con fuerza. Estaba en el sofá de la planta baja, en el salón, y no
había absolutamente ningún rastro de la cita con el hombre lobo.
Su polla estaba tiesa, y juraba que aún podía sentir el dolor de aquel
gigantesco nudo de lobo en su interior. Había estado a punto de correrse, y
sus pelotas no tardaron en recordárselo con su propio e insistente latido...
¿Podría haber sido todo un sueño?
—Mmm, te has quedado dormido aquí en el sofá—. Cold se sentó
junto a Jimmy y le acarició el pelo.
—¿Lo hice?— Jimmy frunció el ceño. —No lo recuerdo en absoluto.
Me estaba vistiendo para ti, y entonces...— No llevaba ningún tipo de
disfraz, sólo unos pantalones de pijama con calabazas pequeñas. —Mierda.
—¿Qué pasa?— Cold inclinó la cabeza. —Tienes una mirada muy rara.
—He tenido el sueño más loco—. Jimmy se rio ante lo absurdo de todo
aquello. —Me vestí para ti con un pequeño traje con falda. Tenía una
pequeña corbata que decía 'ley' porque era una demanda.
—Ah. Lindo.
—Llevaba toda esta lencería sexy. ¡Tacones! ¡Llevaba tacones! Juro
que todavía puedo sentir donde me pellizcaban los dedos de los pies—.
Jimmy tomó la mano de Cold y la apretó. —Fui a buscarte, ya sabes, para
enseñarte, y te habías encerrado en esta habitación secreta detrás de una de
las librerías de tu despacho.
—¿Oh?— Cold frunció las cejas con diversión. —¿Y por qué
exactamente iba a hacer eso?
—Porque eres un hombre lobo.
Cold se rio. —¿Un hombre lobo?

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Jimmy se sintió de repente avergonzado por lo tonto que sonaba, y suspiró.


—Sí. Un hombre lobo. Me dijiste que no podías resistir el cambio si había
luna llena, y que te habías encadenado a una silla para protegerme... y,
bueno, me quedé atrapado ahí contigo.
—¿Oh?— Cold miró hacia abajo. —¿Y qué pasó exactamente
entonces?
Jimmy sabía que Cold estaba mirando el bulto en sus pantalones de pijama,
y su cara se calentó. —Ya sabes... cosas.
Cold se inclinó hacia él, con una sonrisa juguetona bailando en sus labios.
—¿Por qué no subimos y me cuentas más sobre estas, ejem, 'cosas' con más
detalle?
La polla de Jimmy estaba definitivamente a bordo, y envolvió sus brazos
alrededor del cuello de Cold. —Dios, sí. Estoy bastante seguro de que si me
miras la polla el tiempo suficiente, me voy a correr. Fue... wow. Fue una
locura total.
—No puedo esperar a escucharlo todo—. Cold levantó a Jimmy del
sofá, acunándolo contra su pecho mientras se dirigía a las escaleras.
Aunque Jimmy disfrutó de ser llevado como una princesa que estaba a
punto de ser complacida a fondo por un marido no lobo, tuvo que
preguntar: —Entonces, ¿nada de eso fue real?
—Me temo que no.
—¡Pero es Halloween! Siempre me disfrazo para ti. La demanda fue
totalmente mi idea…
—Estoy seguro de que recordaría un disfraz tan provocativo—,
prometió Cold. —Eso está a la altura de tu desliz freudiano. Sin embargo, si
recuerdas, decidimos ver algunas películas de miedo esta noche porque te
dolía la cabeza...
—¿Lo hice?

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—Lo hiciste—. Cold sonrió. —Te quedaste dormido en medio de


Psycho Goreman, y supuse que el precioso traje que habías planeado para
mí se estrenaría mañana por la noche.
Jimmy hizo un mohín. —Sé que parezco un loco, Rod, pero es que... es...
—Los sueños pueden ser muy vívidos—, dijo Cold. —Al menos
agradece que haya sido tan placentero.
—¿Estás seguro de que no eres un hombre lobo? Desapareces mucho
por la noche—. Jimmy entrecerró los ojos. —¿Tal vez especialmente en las
lunas llenas? ¿Eh?
Cold se rio. —Esto puede ser una sorpresa para ti, pero soy un criminal. No
tenemos un horario regular.
—Presunto criminal.
—Eso también.
Jimmy se quedó callado cuando Cold lo llevó al piso de arriba y lo metió en
la cama, y no tardó en quitarle los pantalones del pijama. Jimmy estiró su
cuerpo desnudo sobre las sábanas, y comprobó que su trasero no
presentaba ningún signo de los azotes o de las rudas intrusiones. Tal vez se
sentía un poco dolorido, pero ahora no sabía si sólo estaba imaginando
cosas.
—¿Estás bien?— preguntó Cold, sentándose en el borde del colchón a
su lado y acariciando el muslo de Jimmy con suavidad.
—Estoy bien. Sólo loco aparentemente—. Jimmy resopló. —Tenías un
nudo. Como una enorme polla de hombre lobo con un gran nudo.
—Creo que me habría dado cuenta si tuviera uno de esos. Ciertamente
lo habrías hecho con todo el tiempo que pasas ahí abajo.
Jimmy arrugó la nariz y gimió. —Oh, vamos.
Cold sonrió, su mano se deslizó hacia arriba para tomar la polla de Jimmy
en la mano, acariciándolo lentamente.

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—Mmm...— Jimmy cerró los ojos, saboreando el hábil toque de Cold y


meciéndose en su palma. —Me agarraste las bragas y la usaste... como
mordaza.
—Hmm. — Cold tarareó pensativo. —Eso suena a mí, ¿no?
—Mmhmm.
—¿Por qué no me cuentas más sobre este ‘nudo’, hmm? Si no
recuerdo mal, fabrican juguetes con ellos.
—Has estado mirando mi historial de internet otra vez—, acusó
Jimmy, luchando por concentrarse en su clímax. —Eso, mmm, no es muy
agradable.
—Tú eres el que deja el portátil abierto. Eso es solo rogar para que
alguna persona sin escrúpulos mire toda tu información privada.
—Menos mal que la única persona sin escrúpulos que tiene acceso
resulta ser mi marido—. Jimmy gimió cuando la mano de Cold se aceleró y
arañó las sábanas. —Ah, mierda... Rod...
—Voy a dejar que te corras porque veo lo mucho que lo necesitas—,
dijo Cold en un tono profundamente sensual. —Sin embargo, cuando hayas
terminado, voy a pasar el resto de la noche de Halloween dándote todo tipo
de deliciosos trucos y golosinas hasta que te vuelvas a correr. Quiero
escuchar cada sucio detalle de ese sueño tuyo, y me lo vas a contar.
¿Entiende, Sr. Poe?
—S-sí...— Jimmy jadeó.
—¿Si qué?
—¡Sí, señor!— Jimmy gritó triunfante cuando la mano de Cold lo hizo
eyacular. Fue celestial, fue perfecto, fue un final fantástico para una noche
abrumadoramente intensa. Sueño o no, su cuerpo ciertamente se sentía
como si hubiera sido asolado repetidamente por un hombre lobo, y correrse
nunca se había sentido tan aliviado.

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Estaba tan concentrado en correrse que ni siquiera había notado el


pequeño brillo en el suelo junto a la puerta de la oficina:
Un único diamante de imitación transparente.

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ACERCA DE K.L. HIERS


K.L. “Kat” Hiers es un embalsamador, artista restaurador y escritor queer.
Licenciado tanto en dirección de funerales como en servicios funerarios, ha
estado trabajando en la industria de la muerte durante casi una década. Su
primer amor siempre fue contar historias, y ha estado escribiendo durante
más de veinte años, haciendo su primer libro con solo ocho años. Sin
embargo, los editores generalmente no aceptan manuscritos que vienen en
cuadernos de Hello Kitty, aun así, no se dio por vencido.

Tras el éxito de su primera novela, Cold Hard Cash, ahora disfruta


escribiendo profesionalmente, centrándose en historias apasionadas y
sensuales, mundos exóticos y viajes emocionales. Le encanta asistir a
convenciones de películas de terror y disfrutar del cosplay de sus personajes
favoritos. Vive en Zebulon, NC, con su esposo y sus seis hijos, tres de los
cuales tienen patas y uno de ellos que parece pensar que las tiene.

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