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EL ENCUENTRO CON PAOLA

Érase una vez dos almas errantes, despojadas de sus cuerpos terrenales, que
deambulaban en los pliegues del tiempo. Aunque no se conocen en la realidad física, pero
sus energías vibraban con una frecuencia uniforme. Eran como dos astros distantes que, por
decisión del universo, se acercaban inevitablemente. En un espacio no espacio, en lo
profundo del cielo, sus destinos se entrecruzaron. No fue un encuentro al azar, sino una
convergencia del destino.
Sentado en la barra de la tasca Dos Estaciones, Pedro Miguel daba tiempo al tiempo a la
primera cita con Paola. Al fondo se escuchaba una melodía de José José. Tomo un sorbo de
cerveza. Se deleitó al recordar que la conoció por intermedio del Chat de Cupido.com, su
perfil la definía divertida, sensible, extrovertida, tierna. Su gusto, chatear y solazarse con
baladas suaves. Buscaba un hombre sincero, tierno, honesto y trabajador. Luego tomo otro
sorbo de su cerveza preferida. Dio una ojeada a la puerta principal. Otro sorbo de cerveza.
Mientras, los minutos se desvanecen, él imagina su encuentro. ¿Cómo será su sonrisa al
verlo? ¿Qué palabras le dirá? La demora es una danza de emociones, de alegría,
nerviosismo, anhelo. El mundo se reduce a ese instante. El tiempo se detiene y la espera se
desvanece en un abrazo magnético como el eco de la luz en una aurora boreal.
Posteriormente, sus ojos se centraron en el afiche de una modelo. En ese instante, la
puerta principal se abre, rápidamente gira su cabeza con la esperanza de que fuera ella, se
desespera al ver que no era y con sus dedos acompaña el tema "El Triste" de José José.
Toma otro sorbo de cerveza.
Mira de nuevo la puerta principal, toma una servilleta, trata de escribir algo, pero sus
neuronas no responden. Con la servilleta se seca el sudor, al unísono mueve los dedos y las
piernas. Toma otro sorbo de cerveza. Gira su mirada hacia una mesa donde se encuentran
una pareja, suspira, sienta nostalgia y envidia por las caricias que se dan ambos.
Minutos después se abre la puerta. Sus ojos se agrandan, sus fosas nasales se pliegan y
su labio inferior se abulta, su corazón se acelera. No obstante, sus labios se aprietan y de su
frente aparecen surcos verticales al ver que no era ella.
Observa de nuevo el afiche de la cerveza Polar, toma otro trago de cerveza y tararea la
melodía; nuestro amor será leyenda. Luego pensó que las personas viven en una hermética
desesperación.
Más tarde el mesonero le pregunta -le sirvo otra cerveza. Mira el vaso y le responde -
este... si gracias. Mira el reloj. Le pregunta al mesonero - su reloj que hora tiene. Le
responde - son las cinco menos cuarto.
Con malestar piensa: —Si dentro de quince minutos no viene, me voy. - Por favor,
consulta al mesonero —- Antes de llegar, usted no recuerda haber visto una chica de
estatura mediana, ojos verdes, cabellos negros. El mesonero le aclara: —En realidad, aquí
vienen muchas chicas con esas características. Estos son los únicos clientes que han
llegado. Si está esperando su novia, usted debe estar al tanto de cómo son las mujeres.
Siempre acostumbran tardarse por cualquier menudencia.
Pedro Miguel le explicó: conocí a una chica por internet y acepté encontrarla en este
lugar. No te imaginas lo asombrado que quedé por su rostro angelical y su esbelta figura. El
mesonero le preguntó: ¿ella también te conoce? —Por supuesto, a través de una serie de
fotografías, también conoces el resto de la información que le proporcioné.
Mira el reloj. Coloca sus brazos en la barra y nueve sus dedos continuamente. Suda. Gira
su cabeza en forma circular. Mira el reloj. Se irrita al mirar de nuevo el reloj.
El mesonero al verlo nervioso le apunta - La paciencia es un ejercicio de amor, fe y
humildad que hace crecer a las personas. Además, es amarga, pero sus frutos son dulces.
De pronto se abre la puerta. Su rostro se transforma, después de tres horas aparece por
fin Paola. La mira con los labios ligeramente entreabiertos. Sus mejillas se sonrojan y sus
ojos se agrandan.
Ella con una ligera y nerviosa sonrisa se le acerca y le da un beso en la mejilla. Le toma
las manos y se le queda mirando. Luego le expresa -cariño, discúlpame por llegar un poco
tarde, pero tuve que ir a ver unas ofertas de cosméticos. Pero que va, no me interesaron para
nada, porque no están a la altura de mis gustos.
Pedro Miguel presta atención a sus labios de rojo intenso. Con voz melodiosa le
responde - no te inquietes cariño, son detalles que no me molestan.
Paola le dice al oído: —No me equivoque, sabía que era un hombre comprensivo. Luego
le echa una ojeada de arriba hacia abajo y le comenta: —Tienes la imagen de un capítulo
intermedio en el libro de su vida. Separándose un poco, le preguntó: —¿Tenías tiempo
esperándome? Con una sonrisa le responde: —No, no, acabo de llegar hace unos minutos.
El mesonero se sonríe y le pregunta: —Desean sentarse en una mesa. Ambos responden
—sí, gracias. Al compás de la voz de José José, interpretando 40 y 20, se toman de la mano
y se dirigen a la mesa asignada.
Al final de la noche, Pedro Miguel y Paola comparten un taxi y se dirigen al hotel para
disfrutar los dos puntos de encuentros que le reservo el universo.

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