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Metodología para la disertación filosófica

La metodología para la disertación filosófica se erige sobre principios que buscan evitar la
mera expresión subjetiva del autor y, en su lugar, enfocarse en el genuino acto de filosofar.
A pesar de que el autor es concebido como el "padre" de su texto, se subraya que esta
paternidad no debe perseguir una originalidad absoluta, sino que la disertación debe
situarse en el contexto del proceso continuo de filosofía en sí misma. Los principios
formales establecidos abarcan diversas etapas, tales como la presentación del tema, el
análisis de la redacción, la delimitación del contexto, la dramatización del tema y la
proposición del plan en tres partes.
El trabajo preparatorio exige una comprensión profunda del tema sin permitir desviaciones
ni mutilaciones del mismo. Se enfatiza la importancia de adoptar una actitud de ingenuidad,
permitiendo que el tema provoque una reflexión auténtica. La delimitación cuidadosa del
tema y la selección meticulosa de ejemplos y referencias pertinentes son consideradas como
aspectos fundamentales para el éxito del proceso.
Con respecto a la redacción, esta se organiza en tres partes fundamentales: introducción,
desarrollo y conclusión. La introducción, más que ser una mera presentación, debe ofrecer
una clara exposición del tema, analizar los términos fundamentales involucrados, delimitar
el problema filosófico y formular la problemática central. Se sugiere esbozar el plan en tres
partes al final de la introducción para proporcionar una visión general coherente del
argumento que se desarrollará.
En lo que respecta al desarrollo de la disertación, este progresa hacia una respuesta-
solución mediante la formulación y la confirmación o invalidación de hipótesis. Cada
párrafo se estructura con el propósito de contribuir al conjunto argumentativo de la
disertación, explicando de manera clara qué se pretende demostrar y cómo se relaciona con
la resolución de la problemática central.
La conclusión, lejos de ser una solución definitiva como en matemáticas, responde a la
problemática presentada en la introducción. La respuesta en filosofía es siempre provisoria
y abierta. La conclusión se articula en cuatro etapas: recapitulación, respuesta firme a la
problemática, crítica y autocrítica del camino recorrido, y una obertura final que amplía o
estrecha la problemática central.
En resumen, la metodología destaca la importancia de la claridad, la rigurosidad y la
argumentación en la construcción de una disertación filosófica. Desde la comprensión
profunda del tema hasta la conclusión reflexiva y abierta, se enfatiza la conexión intrínseca
con el proceso filosófico, priorizando una reflexión auténtica por encima de la búsqueda de
una originalidad absoluta.
II – Redacción y forma de la explicación de texto
El texto proporciona una guía detallada para la explicación de textos filosóficos, destacando
principios generales y pautas específicas para la redacción de la explicación. En términos
generales, la explicación se concibe como un proceso profundo de lectura y análisis, donde
se busca desplegar y desarrollar el contenido de un texto filosófico. La tarea fundamental es
liberar, desplegar y abrir las ideas contenidas en el texto, respetando la coherencia de la
argumentación del autor.
Principios clave incluyen la necesidad de situar el texto en su contexto, ya sea a nivel
microscópico dentro de la obra o a nivel macroscópico considerando otros escritos del
autor. La clarificación del tema y la tesis es esencial, resumiendo la posición del autor de
manera sintética y asignando un título al texto que refleje su cuestión central. También se
destaca la importancia de identificar y justificar los momentos generales del texto,
reconstruyendo su argumentación sin multiplicar excesivamente los movimientos
analizados.
En cuanto a la redacción de la explicación, se sugiere comenzar con una introducción que
sitúe y presente el texto, identificando la idea conductora y exponiendo la problemática
central. Durante el desarrollo, se aconseja seguir el orden del texto, proporcionando el
sentido de términos técnicos y prestando atención a repeticiones y palabras de articulación.
La referencia a otros textos del mismo autor se considera valiosa para enriquecer la
explicación, evitando caer en una exposición doctrinal extensa.
La conclusión juega un papel crucial al recordar la idea conductora y resumir la cuestión
central, destacando las contribuciones del texto. También se enfatiza la evaluación de la
originalidad y los límites del texto, analizando su éxito o fracaso en la resolución del
problema planteado. La conclusión se presenta como una oportunidad para cerrar el debate,
relacionar la respuesta ofrecida con la cuestión inicial y ampliar la discusión hacia otras
cuestiones problemáticas sin perder de vista el tema principal. En todo momento, se
subraya la importancia de evitar la reducción puntillista del texto y mantener una actitud
neutra en la explicación.

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