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SOBRE LA TRANSUBSTANCIACIÓN Y LA UNIÓN HIPOSTÁTICA 1

SOBRE LA IMPOSIBILIDAD DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN A LA LUZ DE

UN APROPIADO ENTENDIMIENTO DE LA UNIÓN HIPOSTÁTICA

HERMES DE JESÚS MARTÍNEZ ARROYO

TUTOR: LEONARDO RAMOS CAGUA

TERCER SEMESTRE DEL PROGRAMA LICENCIATURA EN TEOLOGÍA

MODALIDAD VIRTUAL

MÓDULO CRISTOLOGÍA

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO

PEREIRA, MAYO, 2022


SOBRE LA TRANSUBSTANCIACIÓN Y LA UNIÓN HIPOSTÁTICA 2

Índice

I. Introducción _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 3

II. La Transubstanciación_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 5

III. La Unión Hipostática _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 5

IV. La imposibilidad de la Transubstanciación_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 6

V. Conclusión _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 11

VI. Referencias_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 12
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I. Introducción

Parte de las disputas que sostenía Jesús con los gobernantes religiosos de su época

y sus discípulos versaba en torno a la interpretación que hacían de los libros del canon

hebreo, ejemplo de esto lo narra Mateo (16:6-7, 12, RVR19601) cuando reproduce las

palabras del Señor dirigidas a sus cercanos: “guardaos de la levadura de los fariseos y de

los saduceos”, los escuchas “pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos

pan”, pero “Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que

no tenéis pan?”, acto seguido el Maestro explica el sentido de sus palabras con lo cual

“entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la

doctrina de los fariseos y de los saduceos”. Quizás sin un ejercicio exegético profundo se

podría definir que la expresión “levadura” en boca de Jesús, sea cual fuere su significado,

no era una alusión literal a un ingrediente en la preparación del pan; este incidente hace

evidente que con frecuencia las palabras de Dios suelen entenderse de forma errónea.

Bajo la concepción descrita de un entendimiento inaceptablemente literalista de

las palabras de Cristo, basados en el discurso impartido por nuestro Señor en la última

cena durante la pascua mientras sostenía un pan y una copa con vino cuando pronuncio

la frase “Tomad, comed; esto es mi cuerpo” (Mt. 26:26), ha sobrevivido a lo largo de la

historia la doctrina de la transubstanciación, propia de la Iglesia Católica Romana, la que

supone que la sustancia del pan, luego que ciertas palabras solemnes son pronunciadas,

se transforma en el cuerpo literal de Cristo, como lo define su Catecismo: “En el

Santísimo Sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y

substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor

1
A menos que se indique lo contrario todas las citas bíblicas son tomadas de la Reina-Valera, revisión
1960
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Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero”2. Para sopesar la validez de tan

controvertida percepción es necesario antes exponer de forma breve lo que ella confunde,

o mejor decir, lo que se sacrifica al aceptarla.

En los primeros siglos del cristianismo se hizo necesario aclarar y ratificar la

verdad bíblica sobre la clase de relación que existe entre la naturaleza divina y humana

en la Persona de Cristo, siendo aceptado por la ortodoxia lo que se describió en el credo

de Nicea, de Atanasio y de Calcedonia, y que podemos resumir como lo expone la

confesión de fe de Westminster:

La segunda Persona de la Trinidad… cuando llegó la plenitud del tiempo, asumió


la naturaleza humana, con todas sus propiedades esenciales y con sus flaquezas
comunes, pero sin pecado... De tal manera que dos enteras, perfectas y distintas
naturalezas, la divina y la humana, fueron unidas inseparablemente en una sola
Persona, sin conversión, composición o confusión. Dicha Persona es verdadero
Dios y verdadero hombre, pero con todo, un solo Cristo.3
Así que, suscribir la Segunda Persona de la Trinidad como literalmente contenida

en una porción de alimento, es suponer que su naturaleza humana es ubicua, pareciendo

entonces que está unida a la naturaleza divina a tal punto que el atributo de la

omnipresencia que es propio de Dios, fue transferido pese a la materialidad propia del

hombre, lo que constituye un descuido hondo que revive los primitivos errores.

Apegados a las definiciones transmitidas en los credos descritos, y con profundo

respeto por los devotos católicos que siendo genuinos creyentes están convencidos de la

veracidad de sus postulados, en el presente trabajo se propone objetar que se deba

concebir en las palabras de Cristo la noción de la transubstanciación, de tal forma que

guiados por el Espíritu Santo, si bien no logremos esclarecer el misterio que subyace a la

frase del Maestro, por lo menos entendamos lo que no significa.

2
Catecismo de la Iglesia Católica (Librería Editrice Vaticana, 1997), artículo 1374.
3
Los Estándares de Westminster, trad. Alonzo Ramírez Alvarado (Guadalupe, Costa Rica: CLIR, 2010),
artículo VIII.2
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II. La Transubstanciación

Lo primero que nos corresponde explicar es lo que se entiende por

transubstanciación, en las siguientes declaraciones se exponen los detalles más básicos:

- Es un dogma exclusivo de la Iglesia Católica Romana

- Es un concepto probablemente oficializado en el año 1215 por el papa Inocencio III

- Es parte integra del Sacramento de la Eucaristía

- Se quiere decir por transubstanciación que al ser consagrado el pan y el vino durante la

celebración de la misa, en el momento de la Eucaristía, se opera la conversión de la

substancia del pan y el vino a la substancia del cuerpo y sangre de Cristo 4.

- Con ello el fiel al masticar el pan, está triturando e ingiriendo la presencia mística pero

real del cuerpo, sangre, alma y divinidad de Cristo en la hostia.

III. La Unión Hipostática

Para dar cuenta de lo que consideramos una vuelta a las querellas de la era

patrística, pero esta vez fundadas en una Sacramentología romana que sacrifica la

Cristología histórica, también se ha de comprender la unión hipostática. Ya se citó la

confesión de fe de Westminster, recordamos aquí que la unión hipostática es la

terminología aceptada para definir la doctrina bíblica que dicta que en la Segunda Persona

de la Trinidad están unidas en perfecta armonía, pero diferenciadas, su naturaleza Divina

y la naturaleza Humana asumida desde la encarnación, continuando así eternamente no

en dos personas sino en la Única Persona de Cristo.

4
Véase el artículo 1376 del Catecismo de la Iglesia Católica de 1997
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IV. La imposibilidad de la Transubstanciación

El credo de Calcedonia afirma: “Cristo… reconocido en dos naturalezas,

inconfundibles, incambiables, indivisibles, inseparables; por ningún medio la distinción

de naturalezas desaparece por la unión, más bien es preservada la propiedad de cada

naturaleza”5. Si no interpretamos mal las conclusiones del Concilio, fue asumido como

cosa de hecho que las propiedades de cada naturaleza en Cristo fueron preservadas sin

mezcla, es decir, no es propio de la naturaleza humana –Aseidad, Omnisciencia y demás–

aquello que solo es propio de la naturaleza divina, y a la inversa, aunque los atributos de

alguna naturaleza se pueden declarar como predicados de la Persona6.

Siguiendo esta línea de distinción se propone en lo que sigue presentar algunas

premisas que sustenten el argumento que dicta que no es posible consentir la

transubstanciación sin comprometer la unión hipostática, y en particular que la naturaleza

humana de la persona de Cristo no tiene omnipresencia.

1. Tanto en el registro bíblico como en los credos antiguos siempre se presenta a

Cristo a la diestra del Padre

El que se mencione que Cristo está a la diestra del Padre le localiza espacialmente,

esto es así para su naturaleza humana, no obstante como Calvino precisa tocante a la

omnipresencia de la naturaleza divina: “el Espíritu es el medio por el cual poseemos a

Cristo enteramente, y lo tenemos residiendo y habitando en nosotros”7, por ello no

concebimos la presencia real del cuerpo de nuestro Señor en la hostia cuando se nos

5
Todos los credos transcritos en el presente trabajo son tomados de la traducción que Wayne Grudem
ofrece en su Teología Sistemática (Miami, Florida: Editorial Vida, 2007), p. 1232ss.
6
Véase Luis Berkhof, Teología Sistemática (Michigan: Libros desafío, 1995), p. 403.
7
Juan Calvino. Instituciones (Barcelona: Felire, 1597), p. 1074.
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afirma por medio de las Escrituras, y aún de los credos antiguos, que Él esta y estará

sentado a la diestra de Dios hasta el tiempo instituido para el juicio.

A. En las Escrituras. Marcos nos revela el lugar de Cristo luego de su ascensión

(16:19): “Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la

diestra de Dios”; esto es confirmado por Esteban poco antes de ser apedreado cuando “vio

la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hch. 7:55-56); Pablo dice de

Cristo lo mismo en Ro. 8:34 y Col. 3:1; Pedro da testimonio de tal realidad en su primera

carta (3:22), encontramos también en otras porciones bíblicas el mismo concepto.

B. En los credos antiguos.

- El credo de los apóstoles: “…al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los

cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir...”

- El credo niceno: “…y al tercer día resucitó según las Escrituras, subió a los cielos y está

sentado a la diestra de Dios Padre. Y vendrá otra vez...”

- El credo atanasiano: “Ascendió al cielo, se sentó a la diestra del Padre, Dios

Todopoderoso”

2. No encontramos a Cristo durante su vida terrenal estando en distintos lugares al

tiempo

Al leer el Nuevo Testamento detallamos que Jesús nunca estuvo en más de un

lugar al mismo tiempo, mientras estaba en Capernaum, o Jericó, o Samaria, no se dice

que en ese mismo momento estaba también en Betsaida, Caná u otra región.
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Mención especial merece lo dicho por Pablo a los Corintios en su primera carta

(15:6): “Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez”, ¿Expresa Pablo que

Jesús se multiplicó estando en muchos lugares al tiempo? Es mejor entender el texto como

lo afirma Robertson: “La reunión a la cual concurrió un número tan grande como Pablo

declara, fue con toda responsabilidad aquella que Jesús previamente había indicado (Mt.

58:16), y pudo haberse efectuado en una montaña”8, así que el apóstol seguramente se

refiere no a una aparición dispersa, sino a que se presentó ante más de quinientas personas

reunidas en un mismo lugar.

3. Las Escrituras afirman que al presente el cuerpo físico de Cristo está ausente de

la tierra

Ya se comprobó que en las Escrituras ha Cristo se le presenta a la diestra de Dios,

eso implica que su cuerpo físico está en el cielo y no en la tierra, lo segundo es a lo que

haremos referencia ahora, es decir, que el cuerpo físico de Cristo no habita ni visita la

tierra en nuestra era.

A. Dos anuncios explícitos.

a. Hch. 3:20-21: “y él envíe a Jesucristo… a quien de cierto es necesario que el

cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas”, es cosa evidente que

Jesucristo está en el cielo y seguirá allí “hasta los tiempos de la restauración”9.

8
A. T. Robertson, Armonía de los cuatro evangelios (Casa Bautista de Publicaciones, 1954), p. 203.
9
Llegados a este punto haremos una acotación, debido a la restricción en cuanto a la extensión del
ensayo omitimos explicaciones a asuntos importantes, como la totalidad del sentido de algunos textos, y
algunas apreciaciones que eviten acusaciones respecto a un mal entendimiento de la doctrina de Cristo.
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b. Mt. 26:11: “Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre

me tendréis”, para explicar el pasaje en detrimento de la noción de la presencia real de

Cristo en la Cena del Señor Calvino cita las palabras de Agustín:

Cuando Jesucristo decía: no me tendréis siempre con vosotros, hablaba de la


presencia de su cuerpo. Porque según su majestad, según su providencia, según su
gracia invisible se cumplió lo que en otra parte había prometido: Yo estaré con
vosotros hasta la consumación del mundo: más según la carne que había tomado…
se cumplió esta sentencia: no siempre me tendréis con vosotros. ¿Por qué esto?
Porque según el cuerpo vivió cuarenta días con sus discípulos y siguiéndolo ellos
con la vista, pero sin ir en su seguimiento, subió al cielo, no está aquí, porque está
sentado allí a la diestra del Padre.10
B. Pedro así lo afirma. Pedro insiste que a Cristo ahora no le vemos, sí ocurriese

que fuese posible percibirle, aunque fuese en fe a través del pan consagrado, pudo haberse

expresado en otros términos, no así dice: “cuando sea manifestado Jesucristo, a quien

amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis” 1 P. 1:8.

C. Pablo así lo afirma. Pablo en 1 Co. 11:24 expresa uno de los objetivos por la

que Cristo instituye como ordenanza la Santa Cena: “haced esto en memoria de mí”, la

palabra “memoria” viene del gr. anamnesis, entendida conforme Pablo lo indica se quiere

decir que durante la Cena del Señor el creyente debe traer a su memoria la obra de Cristo

en su favor, sin pretender que el significado se restringe a ello, el punto aquí es que la

facultad de recordar ocurre justamente denotando la ausencia de algo, en este caso, se

debe recordar la muerte corporal de Cristo durante la celebración valiéndose del signo del

pan y vino dado que ya no contamos con la presencia física del Redentor ni el sacrificio

es un evento repetitivo (He. 7:27; 9:25-26, 28; 10:12-14), de no ser así no habría nada que

10
Calvino, Instituciones, p. 1095.
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recordar, sería la tautología cruenta de un innecesario nuevo sacrificio sin requerir la

mediación de un pensamiento sobre hechos antiguos.

D. La ascensión de Cristo así lo indica. Lucas registra en Hch. 1:9-11 que los

apóstoles vieron como Cristo fue alzado y unos varones con vestiduras blancas, que

suponemos ángeles, les anunciaron que fue llevado al cielo, llanamente entendida la

alusión “fue alzado” implica un cambio de lugar, antes estaba con ellos ahora está en el

cielo, antes camino a su lado ahora les dejo al Espíritu Santo para guiarles, antes comió

en su mesa ahora les espera para un banquete celestial.

Hasta aquí tratamos de rechazar el argumento de la omnipresencia del cuerpo

físico de Cristo, ello de forma explícita, resta mucho que se puede aludir de forma

implícita teniendo presente todo el cuadro amplio que supone la transubstanciación en la

que se sacrifica aspectos propios de la naturaleza humana de Cristo, uno de ellos es que

tenemos registro que demuestra que Cristo tenía un cuerpo físico, palpable, visible, esto

es relevante por cuanto se asume que en la hostia consagrada esta la substancia completa

pero invisible de Cristo, lo que en efecto es rechazado; así mismo hay una carga que el

catolicismo no asume en su totalidad cuando afirma tal dogma, al igual que otros absurdos

como el hecho que un hombre pueda comerse a Dios, la idea de dos cuerpos presentes en

el acto: uno en la hostia otro en la Iglesia, así como diversas apreciaciones sobre la

literalidad de las palabras “esto es mi cuerpo”, y finalmente se dejaron sin exponer

pormenores del significado de la Cena del Señor con directas connotaciones tales como

el apropiado entendimiento de un signo y la cosa significada, pero en lo descrito

esperamos haya quedado sentado el rechazo de forma convincente.


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V. Conclusión

Las palabras de Cristo emitidas en la última cena han sido motivo de

interpretaciones diversas, debemos plantearnos que cual sea la posición asumida ella no

debe generar confusión o un sacrificio innecesario de la unión hipostática, ni una mezcla

o intercambio de naturalezas que quizás sin malas intenciones termine oponiéndose a los

credos que desde Nicea y en las mismas Escrituras están definidos de forma implícita, así

finalizamos reproduciendo una clara declaración en la confesión Helvética: “Tampoco

enseñamos que la divina naturaleza en Cristo haya sufrido o que Cristo en su naturaleza

humana exista todavía en este mundo o se encuentre en todas partes”.


SOBRE LA TRANSUBSTANCIACIÓN Y LA UNIÓN HIPOSTÁTICA 12

VI. Referencias

Berkhof, Luis. Teología Sistemática. Michigan: Libros desafío. 1995

Calvino, J. Instituciones. Barcelona: Felire. 1597

Catecismo de la Iglesia Católica. Librería Editrice Vaticana. 1997

G. H. G. Innovaciones del romanismo. Literatura Bautista. 1981

Grudem, Wayne. Teología sistemática. Miami, Florida: Editorial Vida. 2007

Los Estándares de Westminster, trad. Ramírez, A.A. Guadalupe,

Costa Rica: CLIR, 2010.

Robertson, A.T. Armonía de los cuatro evangelios. Casa Bautista de

Publicaciones.1954

Sproul, R.C. ¿Estamos juntos en verdad?, Graham: Publicaciones Faro de

Gracia, 2012

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