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LA ATROFIADA MENTE

A veces la mente se encierra en un laberinto sin salida, y queda rebotando. Al no encontrar la


solución, repite una y otra vez una creencia o un miedo. La mente no se rinde fácilmente; está
diseñada para eso: ser una herramienta capaz de resolver los conflictos y desafíos que
aparecen, con la mayor velocidad posible. Una de sus funciones es preservarnos. Pero cuando
queda en loop, se transforma en nuestra enemiga: el daño principal proviene de ella. Martilla
los pensamientos que se siguen sin sentido, se obsesiona. Genera argumentos irreales,
fantasiosos; que alimentan aún más el miedo. Es cuando deja de servimos. Como una
herramienta que se ha sobrecalentado, exponiéndola a altas corrientes eléctricas (los
pensamientos de ansiedad), ella colapsa. Y es ahí, cuando debemos dejar de usarla. Apartarla.
Callarla. Hacerla descansar, “enfriarse”(volver a tu centro, que es la paz en tu corazón) Además
del mental, existen dos sistemas a los que podemos recurrir: el emocional y el espiritual.
Comenzando por el físico, es crucial volver a un estado de relajación a través de la respiración,
de caminar, de un baño caliente o de la meditación; usa la técnica que te sirva para renovar el
cuerpo físico. Luego, conéctate con las emociones Sin pensamiento. Es decir, la mente aún está
en reserva y no le permitimos que intervenga en este mecanismo de sanación. Para regresar a
nuestro centro, es necesario no recurrir a ella. Al sentir, puramente, dejo que el miedo o la
ansiedad sean, libremente. Las acepto, sin ningún juicio; ningún pensamiento-guía. Cuando
una emoción halla en ti un espacio neutro para expresarse, ella sola se va acallando, perdiendo
fuerza hasta que se disuelve. Durante ese proceso, sigo vigilando que los pensamientos y las
creencias repetitivas y nocivas queden afuera. Aunque aparezcan, o las oiga, es como si fueran
de otro. Y ese "otro" existe; es tu personalidad angustiada ( EGO), sin más recursos. Tú, ahora
estás conectándote con los aspectos álmicos de tu encarnación: un cuerpo calmo, emociones
que son aceptadas y se van aquietando. Si una emoción durante un minuto o dos no es
amplificada por un pensamiento negativo, deja de tener combustible y se apaga. Finalmente,
te dispones a darle lugar a los pensamientos del alma. Si has logrado, a través de tu respiración
profunda, aquietar el cuerpo y las emociones, aunque aún la mente insista y el estado de
ansiedad no se haya ido por completo, puedes pedir asistencia para convocar a tu alma en ese
momento. Invoca al alma, para que baje al cuerpo y se integre. Siente su energía, su vibración
más liviana, su aceptación, su amor. Quizás notes un cambio físico, o una leve corriente
recorra tus brazos; cada uno la experimenta diferente. Pero cuando el alma es convocada,
siempre viene a tu resguardo. Ella amorosamente es tu guía, y contiene la sabiduría necesaria
para abrir las puertas del laberinto mental en el que te habías perdido. Pídele a tu alma que te
entregue una nueva creencia que reemplace a la anterior (si es que estás dispuesto a
deshacerte de tus antiguas creencias), y un símbolo para reforzarla. Espera… Su voz suave
aparecerá, ya que fue invitada. Percibe lo que ella te envíe, a veces es simplemente una
palabra o una imagen simbólica. Pero ellas, tendrán un contenido vasto para ti. Y podrás ir
abriéndolo a tu tiempo. Agradécele el estar presente en tu vida y guarda la nueva creencia -ese
pensamiento fresco que provino de tu alma- y el símbolo en algún lugar del cuerpo, en donde
esté al alcance. Puedes también, manifestar el símbolo para darle más poder: dibujarlo o
accionar aquello que el alma te haya mostrado. Cuando la mente recibe esta sabiduría del Ser
superior, la reconoce, la identifica y se reubica en su sitio. Ya deja de querer resolver,
argumentar, o explicar lo incomprensible… Una nueva comprensión se abre ante ella, y así,
puede por fin descansar. Has reemplazado las creencias de la personalidad limitada, por la guía
sagrada de tu alma. Y así, cada vez, ella estará más cerca, hasta integrarla completamente.
Observarás cómo las creencias que te da el alma son amorosas, sutiles y poderosas. Te hacen
recordar Quién en realidad eres; y regresar al sendero en donde abundan la paz, la armonía y
la sanación. Porque ese es tu verdadero mundo, y tú eres tu alma.

Laura Gerscovich

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