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Los conflictos son situaciones en las que dos o más partes perciben que sus objetivos y/o
intereses son contrapuestos e incompatibles y deciden actuar sobre la base de esta percepción
(Bar-Tal y Moyano). Esta definición sugiere dos condiciones para el surgimiento del conflicto:
Según Bar-Tal, estos conflictos violentos e irresolubles se crean en torno a objetivos que se
consideran existenciales y de suma cero (lo que un grupo gana, el otro lo pierde), ocupan un
lugar central en la vida de las sociedades involucradas, requieren gran cantidad de recursos
materiales y psicológicos y tienen una larga duración.
Se vuelven difíciles de resolver cuando las partes en conflicto transforman sus posibles
preferencias (p.ej. derechos territoriales o ideológicos) en valores sagrados (Atran y Gómez).
Este tipo de conflictos duraderos, graves y violentos (llamados conflictos intratables) tienen
serias implicaciones en términos de seguridad y convivencia.
El ethos del conflicto es un sistema bien organizado de creencias sociales compartidas que
sirven de base para el desarrollo de la cultura del conflicto. Estas creencias son:
Justificación de los objetivos del grupo: creencias sobre las razones y justificaciones
de los objetivos del grupo que, a la vez, desacreditan los objetivos del grupo rival.
Seguridad del propio grupo: se centran en los peligros y amenazas que el conflicto
supone para la sociedad, las fuentes de estas amenazas, y las condiciones que
permitirán superarlas.
Deslegitimación: los miembros del grupo rival son deslegitimados mediante etiquetas
que los deshumanizan (asesinos, terroristas). Eso permite justificar los costes
derivados de la larga duración del conflicto y las acciones contra el exogrupo.
Autoimagen colectiva positiva: los grupos implicados exacerban la tendencia
etnocéntrica.
Victimización: cada grupo se percibe a sí mismo como la única víctima del conflicto.
Esto contribuye a justificar las acciones emprendidas contra otro grupo y refuerza la
creencia en la justicia de las propias metas.
Patriotismo: creencias especialmente salientes en un conflicto intratable: incrementan
la cohesión grupal y ayudan a justificar cualquier tipo de movilización y sacrificio.
Unidad: se resalta la importancia de mantener la unidad interna con objeto de poder
hacer frente a la amenaza exterior: el enemigo.
Paz: se sostiene que lo que el propio grupo desea es la paz. Esto contribuye a mejorar
la autoimagen del grupo y a presentarse ante otros grupos de forma positiva.
La deshumanización manifiesta (percibir a otros como animales, como bestias) influye en cómo
las personas abordan la resolución de conflictos intergrupales en curso. Algunos ejemplos son:
La radicalización implica un continuo, más que un asunto de todo o nada. Este modelo
propone una distinción entre las narrativas y la acción (que no siempre tienen porqué estar
relacionadas) y diferentes grados de radicalización. Las implicaciones prácticas son:
1. Perspectiva multifactorial
2. Existen mecanismos comunes más que una irregularidad o
psicopatología.
3. Puede conectar aproximaciones biológicas y
evolucionistas
4. Interacción individuo-grupo
5. No elude la explicación relativa al abandono de la
violencia (desvinculación y/o desradicalización).
6. Tiene implicaciones aplicadas a la prevención y al
antiterrorismo.
7. Ha aportado evidencias empíricas destacables a lo largo de
la última década.
8. El proceso se debe fundamentalmente a tres factores, llamados las 3N:
- Necesidades o motivaciones del individuo (needs)
- Narrativas ideológicas (narratives)
- Influencia social y grupal que ocurre en la red social del individuo (networks).
El modelo 3N sugiere intervenir sobre las necesidades, las narrativas y la red social. Si a través
de las acciones que hacemos influimos positivamente en los elementos del modelo, estaremos
minimizando el riesgo de radicalización violenta. Se sugieren las siguientes opciones:
La mayoría de modelos que explican la violencia intergrupal y la radicalización apoyan que los
individuos toman decisiones calculando los costes y beneficios. Según esto, es más factible que
los individuos opten por el camino de la violencia, cuando los beneficios (recompensas
materiales o inmateriales) superan a los costes. Sin embargo, los grandes sacrificios que
realizan algunos extremistas no parecen seguir este modelo de decisiones.
El modelo de los actores devotos trata de dar respuesta a esta paradoja e intentar explicar
cómo y por qué los individuos pueden llegar a estar dispuestos a luchar y morir por una causa.
Este modelo integra dos conceptos:
El modelo de los actores devotos muestra cómo el compromiso con un grupo y sus valores
puede explicar que las personas realicen grandes sacrificios, e incluso estén dispuestas a matar
o morir por una causa. Desde un punto de vista aplicado, la percepción de amenaza sobre los
valores sagrados o el propio grupo pueden ser catalizadores de la movilización radical. Por ello,
las acciones proactivas que minimicen la humillación, la injusticia o el conflicto percibido,
podrían reducir las intenciones de sacrificarse por una causa.
De forma similar, cuando existen conflictos relacionados con los valores sagrados, los
incentivos materiales en una negociación van a tener menos eficacia y pueden producir un
efecto de rebote. En cambio, los incentivos simbólicos que impliquen ganancias o pérdidas
equitativas sobre esos valores van a ser mejor aceptados.
6.- RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO Y RECONCILIACIÓN
6.2.1.- Negociación
En la negociación hay que distinguir entre las posiciones de las partes y las necesidades e
intereses de dichas posiciones. Aunque a veces las posiciones parecen imposibles de
reconciliar, los intereses no tienen por qué ser irreconciliables. Es más fácil reconciliar los
intereses que las posiciones, ya que distintas opciones pueden satisfacer un mismo interés.
Cuando el conflicto se reformula en términos de necesidades, se pueden alcanzar acuerdos y
aceptar concesiones que no serían posibles desde otros planteamientos.
El dilema del prisionero, propio de la teoría de juegos, dice que la mutua cooperación puede
suponer una mayor ganancia que las decisiones basadas en el interés personal. Se ha visto que
la idea de que el propio interés es la principal motivación de los seres humanos es un mito.
Las personas están dispuestas a luchar y hacer sacrificios para proteger los valores sagrados si
los ven amenazados. Añadir incentivos materiales aparentemente beneficiosos sobre
cuestiones sagradas puede incrementar la oposición a los tratados de paz. Sin embargo, añadir
gestos simbólicos de reconocimiento reduce la oposición a los tratados de paz.
Cuando las cuestiones en juego son sagradas para ambos grupos, los intercambios simbólicos
pueden llevar a una mayor flexibilidad en las posiciones, ya que la comunicación se ha
trasladado a un nivel más centrado en el reconocimiento de las necesidades de cada parte.
6.2.2.- Mediación
La percepción de moralidad del propio grupo es central en nuestro autoconcepto, por lo que
las personas pueden reaccionar intensamente cuando se sugiere que el propio grupo no es
moral. La mediación puede no ser apropiada en una negociación si el mediador está muy
alineado con una parte o directamente envuelto en el conflicto, ya que debe ser capaz de
influir y presionar a ambas partes.