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EL ENTRAMADO DE LA RED (O EL POPULISMO PERFECTO)

Mientras en las redes sociales y – principalmente – en los servicios de streaming, asistíamos


diariamente a escaramuzas de una supuesta batalla cultural, que se combate ideológicamente
en la vida digital y se dirime en consumos en la realidad, entre libertarios y progresistas, donde
aquéllos tildaban a éstos de zurdos y putos, y el progresismo respondía con la caracterización
del libertario promedio como un adolescente virgen y fascista, Milei pasó de ser un fenómeno
histriónico y mediático – de una presencia por demás bufonesca -, al síntoma por excelencia de
la crisis política que atraviesa el debate público, que además es mas público que nunca, en
nuestro país.

De ser ese síntoma sacó provecho. Logró articular las demandas de la sociedad en un
significante vacío que abreva en la mayor de las ambigüedades, la libertad. Lo que define a un
líder populista. Mientras el gobierno de turno hacía caso omiso a las demandas del pueblo, y la
militancia tildaba toda crítica de Cobismo, la bronca social se definió por el candidato nuevo, el
que estaba fuera de la “grieta”. Con 120 puntos de inflación interanual, el oficialismo intentó
construir campaña haciendo hincapié en los peligros de los contrarios, peligros que pierden
relevancia – si bien son completamente ciertos - cuando ya llevamos 10 años de crisis
ininterrumpida en este país, atenuada solamente por lo extraordinario de los 10 años
anteriores. Recuerdo que Alberto Fernández logro arrancar de la memoria colectiva y
convertirlo, salvo para los propios, en una farsa. JxC intentó sin éxito construir su campaña en
ser los verdugos del oficialismo. Propósito que no lograron en su mandato, sumado a que su
desastre económico sigue fresco en gran parte de la sociedad. El morenismo no hizo mucho
por construir mayorías, anclado en un purismo ideológico anacrónico que ya no es muy
permeable en generaciones hiperglobalizadas. Lo mismo sucede con la izquierda cultural,
testimonial y, ante todo, liberal.

No va a ser suficiente con penny dreadfuls distópicos para lograr correr el eje del síntoma. El
gobierno necesita dar respuesta a las demandas de la gente si pretende dar pelea. Izquierda y
derecha son categorías inútiles cuando la expresión popular es el hartazgo. Sabemos que
representa y cuál es su plan, y saben muy bien como ganar debates a un movimiento sin
respuestas y predecible. Ahora, si bien sabemos que de llegar a ganar su gobernabilidad seria
escaza y si pretende terminar el mandato tendría que bajar mucho sus expectativas, ¿Cuál es
nuestro plan? ¿Estamos acaso ante un cambio de época donde ya no somos protagonistas del
debate? Parece ser que el Kirchnerismo olvidó que hace rato que es hegemonía, pero dejando
el progresismo conducir olvidó aprovechar esa hegemonía para impulsar cambios estructurales
que quizás hubieran impedido, o al menos retrasado, la debacle. Dió por ganada la batalla
cultural mientras la crisis se profundizaba y dejó crecer una contra hegemonía extremista que
reclama cambios radicales. Es probable que ese síntoma gobierne, pero no va a dejar de ser un
síntoma, la perenne mayoría silenciosa que se hizo escuchar el domingo. No estamos ante un
fenómeno ideológico salvo en su núcleo más duro. Hay que recuperar a esa mayoría.

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