FORMACIÓN ÉTICA Y CIUDADANA ISM

UNIDAD 2 2°

Autoritarismo: ejemplos literarios

La literatura ha demostrado ser un poderoso medio para explorar y exponer las
características que ha adoptado el autoritarismo a lo largo de la historia. A través de
sus páginas, distintas obras literarias han representado muy bien las consecuencias
que el poder absoluto, la supresión del pensamiento crítico y la limitación de las
libertades individuales tienen en una sociedad.
A través de ciertos extractos analizaremos la forma en la cual tres novelas
distintas han abordado la cuestión del autoritarismo.

Rebelión en la granja, de George Orwell:

Novela publicada en 1945. Es una fábula satírica en la cual se critica tanto a la
Revolución Rusa como la corrupción y el autoritarismo que suele surgir después de
movimientos revolucionarios. Orwell recurre a animales caracterizados como humanos
para abordar dichos temas.
La historia transcurre en una granja en la cual los animales viven bajo la
explotación y el maltrato de los humanos. Inspirados por un cerdo mayor se rebelan
contra el granjero, toman el control de la granja y establecen Siete Mandamientos que
prohíben comportamientos humanos y promueven la igualdad y la justicia entre los
animales:

 Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.

 Todo lo que camina sobre cuatro patas, nada, o tiene alas, es amigo.
 Ningún animal usará ropa.
 Ningún animal dormirá en una cama.
 Ningún animal beberá alcohol.
 Ningún animal matará a otro animal.
 Todos los animales son iguales.

La granja empieza a prosperar y los cerdos se convierten en líderes,

constituyendo una élite que dirige una dictadura. Tal es así que los propios cerdos van
modificando los Mandamientos y adoptan conductas características de los humanos:

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 Ningún animal dormirá en una cama con sábanas.

 Ningún animal beberá alcohol en exceso.
 Ningún animal matará a otro animal sin motivo.

Al final de la novela la dictadura se consagra ya que el único mandamiento que

queda en pie es el séptimo:

 Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.

1984, de George Orwell:

Novela publicada en 1949. Explora temas como la vigilancia, la manipulación
del lenguaje, la pérdida de la privacidad y la capacidad de la autoridad para controlar el
pensamiento de las personas.
El protagonista, Winston Smith, trabaja en el Ministerio de la Verdad. Su labor
allí es modificar y falsificar recuerdos históricos para que concuerden con la versión
actual del Partido. El Partido está encabezado por Gran Hermano, una figura
omnipresente y opresiva que controla todos los aspectos de la vida de las personas.

«El Ministerio de la Verdad (…) era diferente, hasta un extremo asombroso,

de cualquier otro objeto que se presentara a la vista. Era una enorme
estructura piramidal de cemento armado blanco y reluciente, que se
elevaba, terraza tras terraza, a unos trescientos metros de altura. Desde
donde Winston se hallaba, podían leerse, adheridas sobre su blanca fechada
en letras de elegante forma, las tres consignas del partido:

LA GUERRA ES PAZ
LA LIBERTAD ES ESCLAVITUD
LA IGNORANCIA ES LA FUERZA»

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Dice Syme, amigo de Winston y filólogo que trabaja en la undécima edición

del diccionario de la Neolengua:

«— La destrucción de las palabras es algo de gran hermosura. Por supuesto,

las principales víctimas son los verbos y los adjetivos, pero también hay
centenares de nombres de lo que uno puede prescindir. No se trata sólo de
los sinónimos. También los antónimos. En realidad, ¿qué justificación tiene el
empleo de una palabra sólo porque sea lo contrario de otra? Toda palabra
contiene en sí misma su contraria. Por ejemplo, tenemos “bueno”. Si tiene
una palabra como “bueno”, ¿qué necesidad hay de de la contraria, “malo”?
Nobueno sirve exactamente igual, mejor todavía, porque es la palabra
exactamente contraria a “bueno” y la otra no. Por otra parte, si quieres un
reforzamiento de la palabra “bueno”, ¿qué sentido tienen esas confusas e
inútiles palabras como “excelente”, “espléndido” y otras por el estilo?
Másbueno basta para decir lo que es mejor que lo simplemente bueno y
Doblemásbueno sirve perfectamente para acentuar el grado de la bondad. Es
el superlativo perfecto. Ya sé que usamos esas formas, pero en la versión
final de la Neolengua se suprimirán las demás palabras que todavía se usan
como equivalentes. Al final todo lo relativo a la bondad podrá expresarse con
seis palabras; en realidad una sola. ¿No te das cuenta de la belleza que hay
en esto, Winston? Naturalmente, la idea fue del Gran Hermano — añadió
después de reflexionar un poco.»

Farenheit 451, de George Orwell:

Novela distópica publicada en 1953. En ella, la lectura y la posesión de libros
están prohibidas y existen “bomberos” que queman cualquier libro que encuentren. La
novela aborda temas como la censura, la importancia de la literatura, el peligro de una
sociedad saturada por el entretenimiento vacío y la pérdida de individualidad en un
mundo controlado por el Estado.
El protagonista es Guy Montag, un bombero que conoce a una joven vecina que
le hace reflexionar sobre la importancia de la lectura y el pensamiento crítico. Decide
entonces sumarse a un grupo de resistencia que se dedica a memorizar y compartir
obras literarias, por lo cual termina enfrentándose a un Estado opresivo y huyendo de
la ciudad después de ser perseguido.

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«Sólo restar mencionar una predicción que mi Bombero jefe, Beatty, hizo en
1953, en medio de mi libro. Se refería a la posibilidad de quemar libros sin
fósforos ni fuego. Porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a
llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Si el baloncesto y
el fútbol inundan el mundo a través de la televisión, no se necesitan Beattys
que prenden fuego al kerosene o persigan al lector. Si la enseñanza primaria
se disuelve y desaparece a través de las grietas y la ventilación de la clase,
¿quién, después de un tiempo, lo sabrá, o a quién le importará?»

«Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le

muestres dos aspectos de una misma cuestión. Para preocuparlo muéstrale
sólo uno, o mejor aún, no le muestres ninguno. Haz que olvide que existe
una cosa llamada guerra. Si el Gobierno es poco eficiente, excesivamente
intelectual o aficionado a aumentar impuestos, mejor es que sea todo eso y
que la gente no se preocupe por ello. Tranquilidad, Montag. Dale a la gente
concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más
populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo
Iowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima
tantos “hechos” hasta que se sientan abrumados, pero totalmente al día en
cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan,
tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque
los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia
delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos.»

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