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METANOIA

No cabe ninguna duda acerca de que


uno de los aportes más interesantes
que nos legó el griego de los libros
del Nuevo Testamento fue el de la
palabra “metanoia”, más allá de que
inicialmente su sonoridad haya
reverberado de una manera particular
en nuestros sistemas auditivos (o
visuales), habituados normalmente a
procesar la información en lengua
española.

Ahora bien, una vez incorporados los


significados básicos de “metanoia”
empleados en las traducciones del NT
(los cuales han venido siendo
vertidos por los traductores de habla
hispana en palabras familiares a
nuestro léxico como
“arrepentimiento”, “conversión”,
“cambio”, etc.) es muy probable que
esta familiaridad léxica no nos
predispusiese la curiosidad para
descubrir de qué término griego
podían derivar.
Es fundamentalmente por esta suerte
de parcial desconocimiento existente
en torno a esta cuestión en el
universo cristiano que nos decidimos
a realizar este pequeño estudio. Vale
señalar, de todos modos, que el
vocablo “metanoia” forma parte de un
dispositivo rizomático-conceptual
mucho más caudaloso, el cual no ha
parado de crecer en el devenir de los
siglos, enriqueciendo la complejidad
semántica del término griego,
dispositivo que no solo ha venido
manteniendo un diálogo fecundo con
las tradicionales teologías
cristianas, sino también que lo ha
hecho con disciplinas tales como la
filosofía, la psicología, las
ciencias cognitivas, etc.

Pero pasemos más a lo que nos atañe.


El sustantivo “metanoia” es la
transliteración fonética casi calcada
de la voz griega «μετάνοια»
[metánoia], la cual está conformada
por el adverbio «μετά-» y el nombre
«-νοια».

Así las cosas, el adverbio “meta” -


según lo glosa el Diccionario griego-
español de Florencio S. Yarza, la más
exhaustiva y rigurosa de todas las
obras bilingües publicadas hasta la
fecha en lengua española- significa:
“en medio”, “entre”; “por detrás”,
“detrás”, “hacia atrás”; “después”,
“luego”; “juntamente”, “además”;
“hacia”, “hasta”, etc.

Por su parte, “noia”, que es un


derivado del sustantivo “nóos”,
significa: “facultad de pensar”,
“inteligencia”, “razón”,
“pensamiento”; “proyecto”,
“intención”, “designio”; “sentido de
una palabra o discurso”; “alma”;
“mente”; “corazón”; “disposición o
inclinación del alma”; “modo de
pensar”; “sentimiento”; “voluntad”;
“deseo”.
Por tanto –y de acuerdo a la
información brindada por el lexicón
de Yarza-, puede concluirse que la
palabra “metanoia” también puede
traducirse como “cambio de
mentalidad”, “movimiento de retorno o
vuelta del pensamiento o de la
mente”, “desplazamiento de paradigma
mental”, “cambio de diseño mental”,
“cambio de esquemas mentales”;
“cambio de corazón”, etc.

Ahora, veamos la palabra “metanoia”


apareciendo traducida como
“arrepentimiento” en Hechos de los
Apóstoles 11:18:

“Al oír esto se calmaron, y


glorificaron a Dios, diciendo: «Así
que también a los gentiles ha
concedido Dios el ARREPENTIMIENTO que
conduce a la vida»” (NBLA 2021)

Ahora bien, como sabemos, el término


“arrepentimiento” es definido en el
Diccionario de la Real Academia
Española (DRAE) como “la acción o
efecto de arrepentirse”, y a este
verbo el DRAE lo define como el
“pesar por haber hecho o haber dejado
de hacer algo” y también como el
“cambiar de opinión o no ser
consecuente con un compromiso”.

Así las cosas, y si nos decidimos a


reemplazar “arrepentimiento” en el
citado versículo de Hechos por
“cambio de diseño mental”, por
ejemplo, este quedaría así:

“Al oír esto se calmaron, y


glorificaron a Dios, diciendo: «Así
que también a los gentiles ha
concedido Dios un CAMBIO DE DISEÑO
MENTAL que conduce a la vida»”

Por tanto –y si nos disponemos a


entender con actitud abierta- el
hecho de sustituir “arrepentimiento”
por “cambio de diseño mental” nos
enriquece la interpretación del
versículo, en el sentido de que
entendemos que la iniciación a la
vida espiritual tiene que ver no solo
con el dolor por los pecados y
transgresiones que nos hizo cometer
la mentalidad de nuestro “yo carnal”,
sino y sobre todo por abrazar una
renovada mentalidad, un “cambio de
estructuras mentales” que nos va a
permitir adorar y servir a
Jesucristo, el dador de la vida
eterna, además de reinterpretar,
comunicarnos, vincularnos y
empoderarnos tanto con el mundo
interno como con el externo desde
nuevas perspectivas.

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