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Art. 14.- El “acuerdo de arbitraje” es un acuerdo por el que las partes deciden
someter a arbitraje todas las controversias o ciertas controversias que hayan
surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica,
contractual o no contractual. El acuerdo de arbitraje podrá adoptar la forma de una
cláusula compromisoria incluida en un contrato o la forma de un acuerdo
independiente. El contrato de arbitraje puede consistir en una cláusula arbitral o
compromisoria, o en un compromiso arbitral. La cláusula arbitral o compromisoria,
es un contrato en virtud del cual las partes se comprometen a someter a arbitraje
disputas que puedan surgir entre ellas en un futuro. Por otra parte, se conoce
como “compromiso arbitral” aquel que es celebrado con el objeto de diferir a un
tribunal arbitral la resolución de una controversia ya existente. Actualmente, esta
diferencia es completamente irrelevante en el plano del arbitraje comercial
internacional a la luz de los tratados internacionales y de la LACI.
La determinación del Estado ante cuyos tribunales es posible acudir, por éstos
tener competencia para conocer del caso, es un paso previo para el tratamiento de
la problemática en torno a la cuestión del ordenamiento jurídico aplicable para
resolver el fondo del caso. A esta última cuestión se hace alusión, como ya hemos
indicado, con la expresión “conflictos de leyes” (véase el capítulo primero). En este
capítulo trataremos los conflictos de leyes en relación con las situaciones jurídicas
privadas internacionales relativas a derechos reales y al uso de la regla según la
cual los derechos reales se rigen por el ordenamiento jurídico del lugar de su
ubicación (lex rei sitae) para resolverlas. El estudio de este tema se realizará
partiendo de analizar la forma en que la determinación del ordenamiento jurídico
aplicable a dichas situaciones es regulada en normas de conflicto de leyes dentro
de los ordenamientos jurídicos latinoamericanos, observando también cómo es
regulada en otros países. La comprensión de los diversos aspectos que implica la
aplicación de la regla lex rei sitae, en general, permitirá comprender los problemas
a los que ésta puede conducir cuando se aplica a la repatriación o restitución
internacional de bienes culturales. En esa misma medida, ello permitirá igualmente
entender por qué dicha norma ha sido cuestionada, dando paso a la consideración
de la aplicación del ordenamiento jurídico del lugar de origen de dichos bienes (lex
originis), de lo cual nos ocuparemos más adelante (véase el capítulo décimo).
8.1.1 SECCION PRIMERA DEL ARTICULO CUARTO DE LA
CONSTITUCION FEDERAL
Lex Rei Sitae, también conocido como la regla de lex loci rei sitae, se
refiere al principio de que la ley del lugar donde se encuentra una
propiedad es la ley aplicable a esa propiedad. Este principio se aplica
tanto a bienes muebles como inmuebles. En otras palabras, si una
propiedad se encuentra en un país determinado, las leyes de ese país
son las que deben aplicarse en caso de disputas legales relacionadas
con esa propiedad.
Los derechos reales, como su etimología lo dice (del latín realis, derivado
de res, rei ‘cosa’), son los derechos que se constituyen sobre las cosas, en
oposición a los derechos personales que se constituyen sobre las personas
(derechos de hacer, o sobre su patrimonio). Con la obviedad de que un derecho
implica una obligación, hay juristas para quienes, un derecho real, es en realidad
un derecho personal, que trae la obligación erga omnes (para todos) de respetar
ese derecho real. Los derechos reales no se constituyen sobre todas las cosas,
sino sobre aquellas que son objeto de apropiación. A estas cosas que son objeto
de apropiación se les denomina bienes.
Los actos del Estado Civil, son aquellos hechos jurídicos como el nacimiento y la
muerte; y aquellos actos jurídicos, como el matrimonio, el divorcio, la tutela, etc.,
El Estado Civil de una persona es su situación jurídica, se caracteriza porque es
indivisible, nadie puede tener más de un estado civil, no puede disponerse del
estado civil, es imprescriptible, no cabe ni perder, ni adquirir un estado civil por el
transcurso del tiempo; y es susceptible de posesión.
Por la importancia que revisten, la ley exige para cada uno de los actos del Estado
Civil, la redacción de un acto auténtico, o sea un acto que haga plena fe de su
contenido. Esos son los actos del estado civil. Se llama actas del Estado Civil a
las actas auténticas destinadas a dar prueba cierta del estado de las personas.
Estas se inscriben en registros públicos, llevados, en cada municipio por un
delegado designado para tales fines. Las actas se inscriben en registros y no en
hojas sueltas, los mismos deben estar numerados de antemano, en orden
cronológico, sin tachaduras y rubricadas por el Juez de Paz de la Circunscripción
del lugar a que pertenezca la oficialía.
8.3.5 TITULOS PROFESIONALES