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Resumen

Der. Constitucional del Poder Cat. A Sosa Ivo Benjamín


Unidad I

Organización, defensa y recursos del Estado

Organización del Estado Argentino. Estado Federal

La constitución histórica de 1853/60 adoptó la forma de gobierno de las repúblicas democráticas


y presidencialistas. En el art. 1, además, eligió la forma de Estado federal. Así, se organizó la
república bajo el sistema federal, la división de poderes y los controles mutuos.

Este federalismo como forma de estado, fue tomado del modelo norteamericano, de donde la
misma expresión de “Estados Unidos” refleja esa situación preexistente de estados que ya se
habían dado previamente sus propias constituciones. Fueron estos mismos estados los que
consideraron la conveniencia de ceder poderes y competencias de sí mismo a un ente político
nuevo: El gobierno federal, así como consideraron conveniente la república representativa y el
presidencialismo; todas características que adoptarían nuestros constituyentes de 1853 a partir
de las sugerencias de Benjamín Gorostiaga.

Al ceder competencias, los estados norteamericanos fueron muy cautelosos de manera que no
pierdan su autonomía y sus libertades puritanas. Respecto a esto, fue clave de bóveda la X
enmienda de la Constitución de los Estados Unidos cuando dice que los estados conservan los
poderes no delegados por las Constitución al gobierno del estado federal; misma fórmula que
ha seguido nuestra constitución Nacional en el art. 121 y que opera como una “norma de
clausura” del sistema entre el Estado Federal y las provincias.

“Las provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno federal,
y el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo de su incorporación”
(art. 121)

Aquí el art. Está diciendo que los poderes del Estado federal se encuentran limitados a lo
establecido por la constitución en los arts. 75 (Poder Legislativo), 99 (Poder Ejecutivo), 116 y 117
(Poder Judicial) y 120 (Ministerio Público); de modo que los poderes que no han sido
expresamente delegados corresponden, por principio constitucional, a las provincias, por eso
nos encontramos ante un segundo principio de reparto del orden constitucional.

Preexistencia histórica de las provincias argentinas

Existe una realidad histórica indiscutible de la preexistencia de las provincias argentinas que las
llevó a denominaciones autorizadas por el art. 35 tales como “Provincias Unidas del Río de la
Plata”. Por otra parte, si bien es cierto que no se registra la existencia anterior de constituciones
políticas provinciales, no es menos cierto que al referirse el propio preámbulo constitucional a
los pactos preexistentes en cuyo cumplimiento se sanciona la constitución, son las provincias
firmantes de aquellos.

Ahora bien, la preexistencia histórica y sociológica de las provincias tampoco niega ni resulta
contradictorio con que todas sus constituciones son posteriores y se sancionaron en orden a lo
dispuesto del art. 5°, de donde tiene razón Spota el poder constituyente provincial en la
Argentina es secundario, toda vez que deriva del poder constituyente originario en el orden
federal.

Confederación y estado federal


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En la confederación estamos ante estados soberanos que se unen bajo un pacto para asegurarse
la defensa común y el otorgamiento de ciertas ventajas y beneficios. El órgano supremo es la
asamblea de la confederación y cada estado, como soberano, se reserva los derechos de
secesión y de nulificación.

En la federación, en cambio, hay un solo estado soberano, aunque dentro de éste existan varios
estados autónomos facultados para darse sus propias normas; el origen del poder constituyente
está en el pueblo de los estados miembros que delegan facultades en el gobierno federal. No
hay derecho de secesión ni de nulificación.

El federalismo argentino

La forma de estado federal declarada en el art. 1 de la CN responde a una relación poder-


territorio referida a la manera en que la capacidad de gobierno y de coacción del estado se
distribuye la geografía nacional por intermedio de una asignación definida de competencias. Así,
estas competencias están asignadas en el art. 121 antes visto.

El federalismo argentino es un federalismo centralizado desde sus inicios y que fue adquiriendo
un carácter cada vez más centralista con el transcurso del tiempo y el desarrollo de los
acontecimientos históricos y políticos; algunos rasgos de nuestro sistema institucional
contribuyeron a que ello ocurriera, como el carácter hegemónico de nuestro modelo
presidencialista, el carácter nacional de los principales partidos políticos y el frecuente abuso de
recurrir a las medidas de emergencia como el estado de sitio y la antes mencionada intervención
federal.

Todos estos rasgos, según Dalla Vía, contribuyen a que se pueda afirmar que en realidad el
sistema argentino conforma un “unitarismo solapado”

Frente a esa tendencia centralista ha surgido en nuestro medio una fuerte concepción del
federalismo como valor en sí mismo, que se sustenta en un conjunto de principios legitimadores
como subsidiariedad, cooperación, mediación, participación, convergencia, sistema, eticidad,
justicia, etc. Esta revalorización del federalismo tiene como punto de partida considerarlo como
modelo de vida social y de organización política.

Bajo esta idea, la desconcentración territorial del poder estatal, como el modelo de estado
federal, sería más proclive al funcionamiento del sistema democrático en tanto hay una
participación más directa por parte de los habitantes en los problemas de su comunidad.

Esta línea de redescubrimiento, revalorización o reafirmación del federalismo encuentra fuerte


fundamentos en la línea doctrinaria del federalismo de cooperación.

El federalismo de cooperación acude a la concentración y al diálogo cooperativo entre las


jurisdicciones territoriales, defendiendo al valor contractual de las leyes convenios como
instrumentos jurídicos adecuados a la finalidad perseguida de refundar el federalismo.

La reforma constitucional de 1994

Ese proceso de afirmación del federalismo, impulsado por el cambio conceptual hacia el
federalismo cooperativo se ve plasmado en la reforma constitucional de 1994 que tuvo entre
sus objetivos el “fortalecimiento del federalismo”, y en las reformas provinciales que
acompañaron a esta.
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Puede sintetizarse el nuevo contenido de la organización federal en la constitución nacional a
partir de 1994:

1. Se reconoció a los municipios el derecho de la autonomía, estableciendo que el alcance


y contenido de dicha autonomía sería reglado por las constituciones provinciales.
2. Se ha incorporado formalmente a la ciudad de Buenos Aires como sujeto de las
relaciones del régimen federal. Goza de una autonomía de grado superior a la municipal,
pero distinta de la de las provincias.
3. Por el art. 124 de la CN se estableció que “… Las provincias podrán crear regiones para
el desarrollo económico y social y establecer órganos para el cumplimiento de sus
finess”.
4. El mismo art. 124 reconoce la tendencia afianzada en la legislación y jurisprudencia
acerca del dominio originario y exclusivo sobre los recursos naturales de sus territorios.
5. Por el art. 75, inc. 24, la reforma ha introducido una cláusula que reglamenta las
relaciones de la nación con los países vecinos en el marco de los procesos de integración.
Así como la cláusula del art. 124 de la CN permite a las provincias celebrar convenios
internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la nación y no
afecten las facultades delegadas al gobierno federal o al crédito público de la nación.
6. En el inc. 19 del art. 75 se ha incorporado un nuevo mandato, a saber “Corresponde al
congreso… Proveer al crecimiento armónico de la nación y al poblamiento de su
territorio; promover políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual
desarrollo relativo de provincias y regiones…”
7. Esa disposición hace referencia directa a otra anterior, la del inc. 2 del mismo art. 75,
donde se establece que la distribución de los recursos que formen la masa del sistema
de coparticipación “… será equitativa, solidaria y dará prioridad al logro de un grado
equivalente de desarrollo, calidad de vida e igualdad de oportunidades en todo el
territorio nacional…”
8. Por último, el inc. 30 del art. 75, para precisar el alcance de la facultad exclusiva de
legislación del gobierno federal en sitios dentro del territorio de las provincias,
establece: “… las autoridades provinciales y municipales conservarán los poderes de
policía e imposición sobre estos establecimientos en tanto no interfieran en el
cumplimiento de aquellos fines…”.

El federalismo argentino es en la actualidad más complejo que en el pasado. A la división


constitucional clásica entre estado federal y provincias, debe agregarse ahora la Ciudad de
Buenos Aires (art. 129) que tiene más jerarquía que los municipios, pero menos que una
provincia y los municipios que tienen autonomía (art. 123). A esto, sumando la posibilidad de
conformar regiones.

Descentralización

A pesar de la bondad de las normas constitucionales, en la práctica continúa observándose una


gran concentración que se manifiesta particularmente en el sistema financiero.

La nación y las provincias tienen facultades concurrentes en materia de impuestos indirectos,


sin embargo, en la práctica el estado federal legisla y recolecta los tributos de mayor potencial
recaudatorio, acentuándose un desequilibrio en la asignación de ingresos.

Es así que la “descentralización” se plantea desde organismos como el Banco Mundial o el


programa de las naciones Unidas.
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Los teóricos de la descentralización, ponen el acento en la idea de eficiencia como valor esencial,
de manera que al transferir el estado la prestación de bienes y servicios a comunidades menores,
se reduce la dimensión estatal y ser favorecen los procesos de transferencia hacia el sector
privado por el camino de la inmediatez. Además, este objetivo aparece acompañado de la idea
de acercar gastos y recursos a ciudadanos y contribuyentes favoreciendo la inmediatez y el
control.

Para esta concepción, los únicos bienes y servicios que no cabe transferir desde los niveles o
instancias superiores a las subnacionales son aquellos que resultan indivisibles desde el punto
de vista macroeconómico, como la política exterior, la defensa y la política monetaria.

Competencias de los gobiernos federal y provinciales

¿Quién distribuye las competencias entre la nación y las provincias?

Art. 121: “Las provincias conservan todo el poder no delegado por esta constitución al gobierno
federal y el que expresamente hayan reservado por partos especiales al tiempo de su
incorporación”

Fueron las provincias quienes históricamente otorgaron competencias suyas a la nación, y al


mismo tiempo ser reservaron otras, así lo entendió la corte (Fallo “Blanco”). Pero también la
corte alertó que es la constitución quien distribuye los poderes, delegándolos de forma definida
al gobierno nacional, mientras que los poderes no delegados los conservan las provincias. (Fallo
“Solís”).

Categorías de competencias

Poderes delegados al gobierno nacional Obviamente no ejercitables por las


provincias. Están en este grupo los
expresamente cedidos según la constitución
y los poderes consecuentes o implícitamente
delegados
Poderes concurrentes Realizables tanto por la nación como por las
provincias (Ej.: Promover la construcción de
ferrocarriles y canales navegables, arts. 75
inc. 9 y 125)
Poderes conservados por las provincias Los expresamente así indicados por la
constitución (ej.: art. 122) y los técnicamente
no delegados.
Poderes reservados por una provincia al Quebrando así el principio de igualdad entre
tiempo de si incorporación provincias (Fallo “F.C. del Sud”
Poderes prohibidos al gobierno federal o a las
provincias

Pautas de coordinación

Subprincipio de cooperación

La constitución se debe interpretar de modo que el ejercicio de la autoridad nacional y las


provinciales se desenvuelvan armónicamente (Fallo “Pucci” y “Zavalia”).

Subprincipio de adaptación
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Los principios federalistas deben ser adecuados a las exigencias de la vida contemporánea (Fallo
“Prov. De Neuquén c/Hidronor”)

Subprincipio de prudencia

Las competencias locales tienen que ejercitarse con cautela, cuidando de no afectar las
federales, y viceversa (Fallo “Prov. De Neuquén”).

Subprincipio de lealtad federal

La nación tiene que practicar con las provincias un “federalismo lealmente aplicado” (Fallo
“Flores de Larrosa”) que erige vallas a los egoísmos locales, exige que la nación no privilegie ni
postergue a unas provincias en perjuicio o beneficio de otras, y que todos estos centros de poder
se comporten de buena fe.

Distribución de los poderes provinciales y autonomía provincial

Art. 122: “Se dan sus propias instituciones locales y se rigen por ellas. Eligen sus gobernadores,
sus legisladores y demás funcionarios de provincia, sin intervención del Gobierno federal”

El art. 122 preserva y enfatiza la autonomía provincial consagrada en el art. 5, tal como sostuvo
en su voto el ministro Fayt en el caso “Partido Justicialista c/ Prov. Santa Fe”. Además, este art.
Les asegura su existencia como unidades políticas con los atributos de la autoridad pública.

Como ejemplo de esto, podemos nombrar el caso “José Blas Barbero vs. S.R.L. Antorcha”, donde
la CSJN mantuvo que “no es revisable la organización y funcionamiento de los poderes públicos
provinciales” en un caso referido a la investidura de los jueces locales.

Art. 123: “Cada provincia dicta su propia constitución, conforme a lo dispuesto por el Artículo 5°
asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden institucional,
político, administrativo, económico y financiero”

Alcance constitucional de la autonomía municipal

En primer lugar, la constitución no obliga a establecer un único modelo de autonomía. En


consecuencia, pueden coexistir en una misma provincia municipios de convención con
atribuciones para dictar sus propias cartas autonómicas y municipios reglados por leyes
orgánicas de las municipalidades, partidos o departamento según se los denomine en cada ente
local.

Por otro lado, la autonomía provincial puede ser plena, es decir, sin condicionamientos de
ratificación o puede estar sujeta a la aprobación que al respecto acuerde o deniegue la
legislatura local.

Art. 124: “Las provincias podrán crear regiones para el desarrollo económico y social y establecer
órganos con facultades para el cumplimiento de sus fines y podrán también celebrar convenios
internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten
las facultades delegadas al Gobierno federal o el crédito público de la Nación; con conocimiento
del Congreso Nacional. La ciudad de Buenos Aires tendrá el régimen que se establezca a tal
efecto.

Corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su


territorio.”
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El regionalismo es un proceso histórico de decisión política en el que se unen voluntades
institucionales en pos de objetivos compartidos, que pueden ir desde la resolución de problemas
comunes hasta la integración, creando órganos de la región en los que participen, en alguna
instancia, representantes de los entes jurídicos que llegaron al acuerdo.

Art. 125: “Las provincias pueden celebrar tratados parciales para fines de administración de
justicia, de intereses económicos y trabajos de utilidad común, con conocimiento del Congreso
Federal; y promover su industria, la inmigración, la construcción de ferrocarriles y canales
navegables, la colonización de tierras de propiedad provincial, la introducción y establecimiento
de nuevas industrias, la importación de capitales extranjeros y la exploración de sus ríos, por
leyes protectoras de estos fines, y con sus recursos propios.

Las provincias y la ciudad de Buenos Aires pueden conservar organismos de seguridad social para
los empleados públicos y los profesionales; y promover el progreso económico, el desarrollo
humano, la generación de empleo, la educación, la ciencia, el conocimiento y la cultura”

El primer párrafo del art 125 proviene del texto histórico de la CN y consagra poderes
concurrentes de las provincias con los que a su turno delegó en el estado federal. El segundo
párrafo fue introducido en 1994, como garantía de los estados provinciales y reforzamiento
expreso de las cláusulas sobre seguridad social establecidas en el art. 14 bis.

Tratados: Alcance y límites

En sentido estricto, las provincias no firman tratados internacionales, reservados a los estados
soberanos, sino acuerdos particulares con finalidades precisas.

Poder de policía

Estas competencias pueden ejercerlas tanto las provincias como el estado federal en sus
respectivas jurisdicciones. Sin embargo, una creciente legislación nacional en esa materia, ha
ido cercenando, en la práctica, las atribuciones análogas de las provincias acentuado, ese
proceso, por el ejercicio de poder policía de emergencia económica y social.

Art. 126: “Las provincias no ejercen el poder delegado a la Nación. No pueden celebrar tratados
parciales de carácter político; ni expedir leyes sobre comercio, o navegación interior o exterior;
ni establecer aduanas provinciales; ni acuñar moneda; ni establecer bancos con facultad de
emitir billetes, sin autorización del Congreso Federal; ni dictar los Códigos Civil, Comercial, Penal
y de Minería, después que el Congreso los haya sancionado; ni dictar especialmente leyes sobre
ciudadanía y naturalización, bancarrotas, falsificación de moneda o documentos del Estado; ni
establecer derechos de tonelaje; ni armar buques de guerra o levantar ejércitos, salvo el caso de
invasión exterior o de un peligro tan inminente que no admita dilación dando luego cuenta al
Gobierno federal; ni nombrar o recibir agentes extranjeros.”

Art. 127: “Ninguna provincia puede declarar, ni hacer la guerra a otra provincia. Sus quejas
deben ser sometidas a la Corte Suprema de Justicia y dirimidas por ella. Sus hostilidades de hecho
son actos de guerra civil, calificados de sedición o asonada, que el Gobierno federal debe sofocar
y reprimir conforme a la ley”

Tres objetivos del preámbulo están directamente relacionados con las disposiciones
establecidas en este art.: el de constituir la unión nacional, desestimando el derecho de
secesión; consolidar la paz interior; y proveer a la defensa común, es decir, otorgar a las
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autoridades constituidas, el monopolio de la fuerza legal para desarmar los ejércitos locales o
guardias nacionales.

Al calificar de “actos de guerra civil” a las hostilidades de hecho de una provincia contra otra, el
art. 127 está afirmando la existencia de la civilidad, de la ciudadanía del estado federal por sobre
la pertenencia provincial y, a la vez, los estados locales, renuncian a hacerse la guerra y aceptan
que sus diferencias sean dirimidas por la CSJN (Ej.: “Prov. de La Pampa c. Prov. de Mendoza”

Art. 128: “Ninguna provincia puede declarar, ni hacer la guerra a otra provincia. Sus quejas
deben ser sometidas a la Corte Suprema de Justicia y dirimidas por ella. Sus hostilidades de hecho
son actos de guerra civil, calificados de sedición o asonada, que el Gobierno federal debe sofocar
y reprimir conforme a la ley”

Art. 129: “La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de Gobierno autónomo con facultades
propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido directamente por el pueblo
de la ciudad.

Una ley garantizará los intereses del Estado nacional mientras la ciudad de Buenos Aires sea
capital de la Nación.

En el marco de lo dispuesto en este artículo, el Congreso de la Nación convocará a los habitantes


de la ciudad de Buenos Aires para que, mediante los representantes que elijan a ese efecto,
dicten el Estatuto Organizativo de sus instituciones.”

Intervención federal

Art. 6: “El Gobierno federal interviene en el territorio de las provincias para garantir la forma
republicana de gobierno, o repeler invasiones exteriores, y a requisición de sus autoridades
constituidas para sostenerlas o restablecerlas, si hubiesen sido depuestas por la sedición, o por
invasión de otra provincia.”

Existen ciertos supuestos en los cuales, dentro del ámbito de una provincia, pueda estar en
peligro la forma de gobierno o las autoridades locales y por ello sea menester que el Estado
Nacional ocurra en auxilio del gobierno local, originando lo que se denomina intervención
federal.

Tipos de intervención federal: La norma distingue dos casos:

 Intervención de oficio: Cuando se trata de garantizar la forma republicana de gobierno


o de repeler un ataque o invasión exterior, el gobierno federal interviene directamente
en el territorio de la provincia. Aquí, la intervención se produce sin necesidad de que las
autoridades provinciales lo soliciten y aun contra su voluntad, debido a la índole de las
causas que la originan (en caso de ataque exterior, la defensa territorial es de
incumbencia nacional; y si se trata del quebrantamiento de la forma republicana, ello
supone una grave alteración en la organización y funcionamiento de una o más
instituciones).
 Intervención a pedido de las autoridades: Para sostener a las autoridades locales, si hay
amenaza de destitución; o para reestablecerlas, si tal destitución ya se hubiera
producido, como consecuencia de un movimiento sedicioso dentro de la propia
provincia, o también en caso de invasión de otra provincia. En estos supuestos la
intervención se produce en forma indirecta o a requisición de las autoridades locales,
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cuando los remedios con los que cuentan los estados locales no resultan suficientes para
atender la situación.

Jurisprudencia: CSJN en caso ¨Cullen c/ Llerena¨. La intervención federal en las provincias, en


todos los casos en que la Constitución lo permite, es un acto político cuya verificación
corresponde exclusivamente a los poderes políticos de la Nación, y así está reconocido en los
numerosos precedentes al respecto, sin contestación ni oposición de ningún género: todos los
casos de intervención a las provincias han sido resueltos y ejecutados por el poder político, esto
es, por el Congreso y el Poder Ejecutivo, sin ninguna participación del Poder Judicial. (Fallos
53:420).

Autoridad competente para su declaración: Según el art 6, compete al gobierno federal declarar
la intervención a una provincia, pero sin determinar a cuál de los poderes corresponde adoptar
esa decisión.

La mayoría de los casos de intervención habidos en el país fueron decretados por el Congreso,
siendo esa la corriente doctrinaria predominante; aunque en otras oportunidades tal medida
fue dispuesta por el Poder Ejecutivo.

La reforma de 1994 prescribe en su art. 75 inc. 31 que corresponde al Congreso “Disponer la


intervención federal a una provincia o a la ciudad de Buenos Aires. Aprobar o revocar la
intervención decretada, durante su receso, por el Poder Ejecutivo”.

En concordancia, el art. 99 inc. 20 dispone en cuanto al Poder Ejecutivo “Decreta la intervención


federal a una provincia o a la ciudad de Buenos Aires en caso de receso del Congreso, y debe
convocarlo simultáneamente para su tratamiento”

Facultades del interventor

Decretada la intervención federal a una provincia, corresponde al Poder Ejecutivo instrumentar


la medida a través de la designación de un interventor (art.99 inc.7), quien en su calidad de
representante del gobierno federal debe constituirse en el territorio del estado intervenido. El
interventor puede dejar subsistentes las autoridades locales, limitando su actuación a las
directivas impartidas para brindar solución al caso que motivara la intervención.

Jurisprudencia: CSJN en caso “Orfila”. El interventor es sólo un representante directo del


Presidente de la República, que obra en una función nacional en representación suya, al efecto
de cumplir una ley del Congreso, sujetándose a las directivas que de aquél reciba. Dicho
funcionario no ejerce sino poderes nacionales expresos y transitorios tendientes a restablecer
el orden subvertido, y como su nombramiento no emana de normas de carácter provincial, sus
actos no están sujetos a las responsabilidades que las leyes locales establecen para sus
gobernantes, sino a las que imponga el poder nacional que lo designara y en cuyo nombre actúa.

Igualmente, puede proceder a remover a los integrantes de uno o más poderes provinciales,
asumiendo interinamente las atribuciones ejecutivas (PE provincial) o el dictado de normas (PL
Provincial), o bien, si la medida abarca igualmente al PJ, su misión se reduce al reemplazo y
reorganización de los órganos materia de remoción.

En cuanto a la duración en sus funciones, estará fijada en la norma que dispuso la intervención,
la que puede resolver que se extienda a un periodo determinado, el cual puede prorrogarse en
caso de no haberse alcanzado los fines propuestos.

Estado de sitio
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Art. 23: “En caso de conmoción interior o de ataque exterior que pongan en peligro el ejercicio
de esta Constitución y de las autoridades creadas por ella, se declarará en estado de sitio la
provincia o territorio en donde exista la perturbación del orden, quedando suspensas allí las
garantías constitucionales. Pero durante esta suspensión no podrá el presidente de la República
condenar por sí ni aplicar penas. Su poder se limitará en tal caso respecto de las personas, a
arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro de la Nación, si ellas no prefiriesen salir fuera del
territorio argentino.”

Art. 75 inc. 29: “Declarar en estado de sitio uno o varios puntos de la Nación en caso de
conmoción interior, y aprobar o suspender el estado de sitio declarado, durante su receso, por el
Poder Ejecutivo.”

Art. 99, inc. 16: “Declara en estado de sitio uno o varios puntos de la Nación, en caso de ataque
exterior y por un término limitado, con acuerdo del Senado. En caso de conmoción interior sólo
tiene esta facultad cuando el Congreso está en receso, porque es atribución que corresponde a
este cuerpo. El Presidente la ejerce con las limitaciones prescriptas en el Artículo 23.”

La Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) contempla
en su art. 27 la “suspensión de garantías”, que importa para la Argentina una auténtica
reglamentación del art. 23.

Art. 27: Suspensión de Garantías.

1. En caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la independencia o


seguridad del Estado Parte, éste podrá adoptar disposiciones que, en la medida y por el tiempo
estrictamente limitados a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas
en virtud de esta Convención, siempre que tales disposiciones no sean incompatibles con las
demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen discriminación alguna
fundada en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social.

2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos determinados en los


siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica); 4. (Derecho a la
Vida): 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición de la Esclavitud y Servidumbre); 9
(Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12 (Libertad de Conciencia y de Religión); 17
(Protección a la Familia); 18 (Derecho al Nombre); 19 (Derechos del Niño); 20 (Derecho a la
Nacionalidad), y 23 (Derechos Políticos, ni de las garantías judiciales indispensables para la
protección de tales derechos.

3. Todo Estado Parte que haga uso del derecho de suspensión deberá informar inmediatamente
a los demás Estados Partes en la presente Convención, por conducto del Secretario General de la
Organización de los Estados Americanos, de las disposiciones cuya aplicación haya suspendido
de los motivos que hayan suscitado la suspensión y de la fecha en que haya dado por terminada
tal suspensión.”

Naturaleza y objetivos del estado de sitio

En la jurisprudencia de la Corte Suprema, el estado de sitio es un “arma de defensa


extraordinaria a utilizar en época también extraordinarias, programadas para la defensa de la
constitución y de las autoridades creadas por ella” (Fallos “Granada” y “Rodriguez”).
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Por eso (Doctrina que viene del caso “Alem”) no tiene por meta suprimir las funciones de los
poderes públicos y toda medida que directa o indirectamente afecte a la existencia de ellos sería
contraria a la esencia misma del instituto.

 Causales

Las causales son “conmoción interior y ataque exterior”; pero bajo una condición: que uno de
ellos (o los dos) pongan en peligro el ejercicio de la constitución y de sus autoridades.

 Carácter preventivo o reparador

La doctrina discute si el estadio de sitio puede disponerse de manera cautelar o ante hechos
consumados.

En rigor de la verdad, surge del texto del art. 23 CN que debe ser de un hecho consumado. De
todos modos, por sobre esa interpretación literal, los principios de derechos constitucional de
funcionalidad, estabilidad y persistencia, aconsejan admitir la declaración del estado de sitio
ante amenaza serie, grave y fundada de un ataque exterior o conmoción interior apto para
desestabilizar al sistema constitucional.

a) Conmoción interior: Si está en funciones el congreso es él quien lo debe dictar (arts. 99


inc. 16, y 75 inc. 29). SI el congreso está en receso, puede disponerlo (el congreso lo
aprueba o suspende al terminar el receso).
b) Ataque exterior: Corresponde al presidente con acuerdo del senado (art. 99 inc. 16).

Declaración del estado de sitio por las provincias

El derecho consuetudinario constitucional ha terminado por prohibir tal facultad a las


provincias.

 Tiempo

El art. 99 inc. 16 CN respecto al estado de sitio por ataque exterior, puntualiza que es declarado
“por un tiempo limitado”. Respecto a la conmoción interior, no hay disposición legal expresa.

En la práctica local, han existido tres alternativas:

a) Fijar plazo preciso (dec. 714/89)


b) Marcar un plazo implícito, subordinado a la solución del conflicto (ej. En 1861)
c) Dejar en manos del poder ejecutivo poner fin al período de vigencia del estado de sitio.

Por su parte, la CSJN decidió de modo terminante que el plazo que debe contener la declaración
del estado de sitio es condición de su validez y que, además, debe ser breve (Fallo “Granada” y
“Rodriguez”)

 Lugar

La CSJN puntualizó que el pronunciamiento del estado de sitio para todo el país no es
inconstitucional “cuando la importancia o los efectos de la conmoción interior o del ataque
exterior trascendieran los límites de una provincia o de un lugar dado del territorio, a juicio del
poder llamado a declararlo” (Fallo “Aya Tortales”)

 Derechos restringidos. Libertad física. Derecho de opción

El art. 23 tiene 3 directrices:


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a) El poder ejecutivo puede arrestar o trasladar a las personas de un punto a otro de la
nación. Expresa la CSJN que esta detención es una medida de seguridad política, no una
pena ni una prisión preventiva (Fallo “Pujadas”).
b) El presidente no puede condenar por sí ni aplicar penas.
c) Los arrestados pueden optar por salir del territorio argentino. Esto importa ejercer el
llamado “derecho de opción”, el cual, es regulable según la CSJN (Fallo “Ercoli”).

 Otros derechos

El art. 23 de la CN indica que, como consecuencia del pronunciamiento del estado de sitio,
quedan “suspensas allí las garantías constitucionales”. Una correcta interpretación de esto es,
como explica Bidart-Campos, que quedan afectados exclusivamente aquellas garantías y
derechos que sea necesario limitar en función de las causas que motivaron la declaración
concreta del estado de sitio, y siempre que no se trate de derechos naturales inherentes a la
dignidad humana, innegables en cualquier momento a una persona por su condición de tal.

Recursos del estado federal. El presupuesto

Recursos del estado federal.

Son los medios que permiten al Sector Público desarrollar sus actividades programadas y
atender a las transferencias que demanden otras áreas ya sean públicas o privadas; como así
también atender las obligaciones que se generan como consecuencia de la Deuda Pública; es
decir, son los medios de que dispone el Estado para cumplir sus fines y así cubrir sus funciones
y servicios públicos, además de regular los procesos económicos y sociales.4

Estos recursos se pueden clasificar en dos categorías:

a) Ordinarios: aquellos que son corrientes y sirven para hacer frente a los gastos comunes
del Estado, como los impuestos a la importación y a la exportación de mercaderías
denominados “derechos o aranceles aduaneros”, el producto de las ventas fiscales, el
precio de los servicios que presta el correo y las contribuciones.

b) Extraordinarios: aquellos que deben ser utilizados para hacer frente a situaciones
excepcionales como: los empréstitos, que son préstamos que el gobierno solicita a
particulares o a otros países o a entidades financieras internacionales y que tienen
plazos largos de amortización; las operaciones de crédito que decreta el mismo
Congreso para urgencias de la Nación o empresas de utilidad nacional; y los impuestos
directos creados por el Congreso federal.

Clases de recursos del estado federal

Recursos Tributarios

Son los recursos del tipo coactivo, es decir, que el Estado los obtiene a partir del sector privado
no por vía contractual o voluntaria, sino ejerciendo el poder y estableciendo la relación
obligatoria Fisco-Contribuyente. El régimen jurídico del tributo está sujeto a la ley.

Al considerar la naturaleza jurídica del hecho tributario, las contribuciones, como sinónimo de
la expresión "tributos", pueden ser clasificadas en impuestos, tasas y contribuciones especiales.
A ellas cabe añadir el peaje como especie particular de los tributos.
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 Tasas: Son el medio de financiación de aquellos servicios públicos divisibles, de
demanda presunta o coactiva, que satisfacen necesidades públicas o colectivas.

Contribuciones especiales

Son el medio de financiación de determinadas obras y servicios públicos divisibles, de los cuales
derivan ventajas especiales de índole patrimonial para determinados particulares. Esta especie
de tributo comprende a su vez, tres importantes categorías de contribuciones:

a) La contribución de mejoras: es un tributo compensatorio de un beneficio patrimonial


individual y, por dicha causa, es distinta de los impuestos, de las tasas y, sobre todo, de
las cargas reales. Ejemplo: poblaciones urbanas que se ha hecho uso de esta clase de
contribución, exigiendo el pago de ella a los propietarios como compensación por el
incremento en el valor de sus respectivos inmuebles debido a las obras de
pavimentación.
b) El peaje: se define como el tipo de contribución especial exigida a los usuarios de una
obra vial por el beneficio o ventaja obtenida para su uso, y cuya exclusiva finalidad es
amortizar los gastos de construcción, de mantenimiento y de servicios especiales de
dicha obra.
c) Las contribuciones parafiscales: obtienen su denominación por la prestación exigida
coactivamente por el Estado a favor de un organismo público o semipúblico, con el
objeto de asegurar la financiación automática de éste y cumplir con determinadas
finalidades de carácter social o económico. Ej.: Contribuciones que exigen los
organismos profesionales, creados por ley, a sus matriculados, para financiar sus
actividades de regulación de la profesión.

Impuesto

El impuesto consiste en la prestación de valores patrimoniales por el contribuyente,


normalmente en dinero, que es establecida obligatoriamente por el Estado como consecuencia
de los hechos imponibles definidos por la ley y que, en tanto que carece de una contraprestación
específica, está destinada a satisfacer las necesidades colectivas de la sociedad.

Impuestos externos: Producto de derechos de importación, aranceles, y exportación,


retenciones surgidos de las Aduanas Nacionales, ya que no hay provinciales. Las provincias no
tienen competencia para crear aduanas interiores ni exteriores.

Impuestos internos: Son contribuciones que equitativa y proporcionalmente impone el Congreso


a la población y se clasifican en 2 clases

 Directos: Gravan una manifestación inmediata de riqueza (Ej.: El impuesto inmobiliario).


Son creados por las provincias salvo que excepcionalmente y por tiempo limitado se
encargue el estado Nacional.
 Indirectos: Afecta una manifestación mediata de riqueza. Ej.: Los gravámenes al
consumo. Se encarga de recaudarlos el estado Nacional, junto con los impuestos
directos recaudados excepcionalmente, son coparticipables con las provincias en los
porcentajes correspondientes.

Art. 4: “El Gobierno federal provee a los gastos de la Nación con los fondos del Tesoro nacional,
formado del producto de derechos de importación y exportación, del de la venta o locación de
tierras de propiedad nacional, de la renta de correos, de las demás contribuciones que equitativa
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y proporcionalmente a la población imponga el Congreso general, y de los empréstitos y
operaciones de crédito que decrete el mismo Congreso para urgencias de la Nación, o para
empresas de utilidad nacional.”

Art. 9: “En todo el territorio de la Nación no habrá más aduanas que las nacionales, en las cuales
regirán las tarifas que sancione el Congreso.”

Art. 11: “Los artículos de producción o fabricación nacional o extranjera, así como los ganados
de toda especie, que pasen por territorio de una provincia a otra, serán libres de los derechos
llamados de tránsito, siéndolo también los carruajes, buques o bestias en que se transporten; y
ningún otro derecho podrá imponérseles en adelante, cualquiera que sea su denominación, por
el hecho de transitar el territorio.”

Art. 12: “Los buques destinados de una provincia a otra, no serán obligados a entrar, anclar y
pagar derechos por causa de tránsito, sin que en ningún caso puedan concederse preferencias a
un puerto respecto de otro, por medio de leyes o reglamentos de comercio.”

Art. 16 in fine: “La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas.”

Art. 17: “…Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el Artículo 4º…”

Art. 75, inc. 1: (Corresponde al congreso) “Legislar en materia aduanera. Establecer los derechos
de importación y exportación, los cuales, así como las avaluaciones sobre las que recaigan, serán
uniformes en toda la Nación.”

Art. 75 inc. 2: “Imponer contribuciones indirectas como facultad concurrente con las provincias.
Imponer contribuciones directas, por tiempo determinado, proporcionalmente iguales en todo el
territorio de la Nación, siempre que la defensa, seguridad común y bien general del Estado lo
exijan. Las contribuciones previstas en este inciso, con excepción de la parte o el total de las que
tengan asignación específica, son coparticipables.

Una ley convenio, sobre la base de acuerdos entre la Nación y las provincias, instituirá regímenes
de coparticipación de estas contribuciones, garantizando la automaticidad en la remisión de los
fondos.

La distribución entre la Nación, las provincias y la ciudad de Buenos Aires y entre éstas, se
efectuará en relación directa a las competencias, servicios y funciones de cada una de ellas
contemplando criterios objetivos de reparto; será equitativa, solidaria y dará prioridad al logro
de un grado equivalente de desarrollo, calidad de vida e igualdad de oportunidades en todo el
territorio nacional.

La ley convenio tendrá como Cámara de origen el Senado y deberá ser sancionada con la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, no podrá ser modificada
unilateralmente ni reglamentada y será aprobada por las provincias.

No habrá transferencia de competencias, servicios o funciones sin la respectiva reasignación de


recursos, aprobada por ley del Congreso cuando correspondiere y por la provincia interesada o
la ciudad de Buenos Aires en su caso.

Un organismo fiscal federal tendrá a su cargo el control y fiscalización de la ejecución de lo


establecido en este inciso, según lo determina la ley, la que deberá asegurar la representación
de todas las provincias y la ciudad de Buenos Aires en su composición.”

Finalidad del poder impositivo


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El propósito del régimen de contribuciones es, desde luego, proveer de recursos al estado, pero
también opera como un instrumento de la vida económica.

Bases constitucionales de la tributación

 Principio de legalidad

El art. 17 de la CN reserva al congreso la creación de los tributos enunciados en el art. 4. Esto


importa, para la Corte, sostener el principio de la “legalidad”, del que se desprende que los
gravámenes y excepciones deben ser establecidos por la ley formal, y claramente definidos por
las normas del caso. (Fallo “Ventura” y “Fleischmann”, en este último también se prohibió la
analogía).

 Principios de igualdad y generalidad

Están implícitamente enunciados en el art. 4 de la CN (“contribuciones que equitativa y


proporcionalmente a la población imponga el congreso”) y en el art. 75 inc. 2 (“en todo el
territorio de la nación”. Sostiene la corte que este postulado impide establecer tributos
discriminatorios que afecten a personas o bienes de modo singular o que graven a un sector de
la población en beneficio de otro (Fallo “Coria” y “Bafico”).

 Principios de irretroactividad, razonabilidad y no confiscatoriedad

La jurisprudencia de la corte advierte que el tributo es sólo es constitucional cuando se aplica a


una manifestación de riqueza o de capacidad contributiva, pero no si se lo efectiviza
retroactivamente sobre una manifestación de riqueza agotada antes de la sanción de la ley del
caso (Fallo “Herrera Vegas”).

Por otro lado, un impuesto que exceda la capacidad contributiva del contribuyente tiende a
perfilarse como una confiscación (Fallo “Esso”).

Distribución de poderes impositivos entre el gobierno federal y las provincias

a) Contribuciones exclusivas de la nación: Los derechos de importación y exportación (arts.


4, 75 inc. 1, y 126).
b) Contribuciones concurrentes entre la nación y la provincia: Los impuestos indirectos (art.
75 inc. 2). También los directos, pero para la nación transitoriamente y bajo ciertas
condiciones.
c) Contribuciones normalmente propias de las provincias: Los impuestos de tipo directo
(art. 121).
d) Contribuciones prohibidas para las provincias: Los derechos de importación y
exportación (arts. 4, 75 inc. 1, y 126) y los derechos de tonelaje (art. 126)
e) Contribuciones prohibidas para la nación y las provincias: Los “derechos de tránsito”
(art. 11) para el interior de la república; los derechos de tránsitos para buques (art. 12).

Las leyes convenio

Las leyes de convenio son sancionadas por la Nación con la mayoría absoluta de la totalidad de
los miembros de cada Cámara; tendrá origen en el Senado y luego debe ser aprobada por las
provincias.

Dicha ley prevé un acuerdo entre el estado federal y las provincias respecto de la recaudación y
coparticipación de los impuestos indirectos, que consiste en un reparto autónomo con las
siguientes características:
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1. El Estado federal dicta las leyes fiscales.
2. El Estado federal recauda impuestos y los distribuye solidaria y equitativamente entre
las provincias.
3. Las provincias deben inhibir su poder impositivo y en compensación coparticipan de la
recaudación.

El régimen de coparticipación impositiva

La coparticipación es el régimen de colaboración acordado entre el estado federal y las


provincias, en virtud de leyes – convenio por medio de las cuales las provincias delegan en el
poder central el ejercicio de determinadas facultades impositivas con la condición de participar
en un sistema de reparto de los impuestos incluidos en ese régimen.

La reforma constitucional de 1994 incorporó la coparticipación a la constitución formal. La


última parte del primer párrafo del inc. 2 del art. 75 aclara: “las contribuciones previstas en este
inciso, con excepción de la parte o el total de las que tengan asignación específica, son
coparticipables” Esto implica que las contribuciones indirectas internas que las provincias
convienen en unificar con el poder central, así como los impuestos directos por tiempo
determinado que establezca el congreso por razones de emergencia, deben ser objeto de
reparto, salvo que tengan prevista una asignación total o parcialmente específica.

Doble o múltiple imposición

La jurisprudencia de la Corte suprema puntualiza que la existencia de múltiple imposición (p.ej.,


nacional y provincial) sobre un mismo hecho, no es de por sí inconstitucional, en tanto exista en
áreas donde esa doble imposición es viable, por mediar poderes impositivos concurrentes de la
nación y de las provincias.

La doble imposición solamente es inconstitucional si uno de los poderes del caso tiene
competencia exclusiva, o si el poder provincial está interfiriendo en facultades del gobierno
nacional. También ha dicho la Corte que la circunstancia de que un gravamen establecido por
una municipalidad de provincia coincida con un impuesto provincial, no basta por sí sola para
declarar su invalidez constitucional.

Gestión económica- financiera del estado: imposición, fiscalización, recaudación y control.

El presupuesto lo fija y sanciona El Congreso por el plazo de un año. El Jefe de Gabinete de


ministros ejecuta la Ley de presupuesto, y hace recaudar; el Congreso juega el rol de contralor,
controla que se cumpla lo fijado. Lo lleva a cabo a través de la Contaduría y de la Tesorería
General de la Nación (la contaduría evalúa y la tesorería paga). (Los órganos de control son
creados por ley). Las instituciones de control externo son dirigidas por personas de la oposición
y rinden cuentas al Congreso.

Unidad II

Poderes del Estado

Poder Legislativo

Art. 44: “Un congreso compuesto de dos cámaras, una de diputados de la Nación y otra de
senadores de las provincias y de la ciudad de Buenos Aires, será investido del Poder Legislativo
de la Nación”

Características del Congreso Argentino


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El poder legislativo de la república está otorgado a un órgano complejo y colegiado, denominado
congreso por la Constitución Nacional.

El bicameralismo de la Argentina consagra el equilibrio entre dos principios: el democrático y el


federal. En el congreso reside la soberanía popular en la representación que ejercen los
diputados, elegido en relación al número de habitantes de cada distrito y, a la vez, una de las
garantías del federalismo en la representación igualitaria de los senadores.

La importancia del congreso en el paradigma constitucional se pone de manifiesto en la


ubicación constitucional del órgano, ya que encabeza la tríada de poderes clásicos y es el único
entre ellos a quién se le atribuyen competencias implícitas o residuales. En efecto, en el art. 75
inc. 23 la constitución lo dotaba de atribuciones para “hacer todas las leyes y reglamentos que
sean convenientes para poner en ejercicio los poderes antecedentes, y todos los otros concedidos
por la presente constitución al gobierno de la Nación Argentina”.

La función primordial del congreso es la de legislar, es decir, la de crear derecho. En el ejercicio


de otras atribuciones integra la voluntad política del ejecutivo por sí o por alguna de sus cámaras,
como cuando aprueba tratados internacionales. También tiene atribuciones que generan
controles sobre los otros órganos de poder, como el juicio político, etc.

Cámara de diputados

Art. 45: “La cámara de diputados se compondrá de representantes elegidos directamente por el
pueblo de las provincias, de la ciudad de Buenos Aires; y de la capital en caso de traslado, que se
consideran a este fin como distritos electorales de un solo estado y a simple pluralidad de
sufragios. El número de representantes será de uno por cada treinta y tres mil habitantes o
fracción que no baje de dieciséis mil quinientos. Después de la realización de cada censo, el
congreso fijará la representación con arreglo al mismo, pudiendo aumentar, pero no disminuir
la base expresada para cada diputado”.

En concordancia con lo enunciado en el preámbulo, en la cámara de diputados está


representado el pueblo de la nación, como entidad única y total. En consecuencia, es impropio
identificar a los diputados por los distritos electorales en los cuales son elegidos, dado que ellos
no representan a los estados locales, lo que sí hacen los senadores.

Sistema electoral. Las exigencias y las alternativas constitucionales

El art. 45 no definió un sistema electoral, dejando esa determinación al método que adopte el
congreso federal, pero estableció como pauta ineludible la elección a simple pluralidad de
sufragios. Con ello, algunos sistemas electorales resultan incompatibles con este requisito
mínimo. Además, el artículo en cuestión, dispone que las provincias y la ciudad de Buenos Aires
(y eventualmente la capital federal) se consideran a los fines de la elección distritos electorales
de un solo Estado.

El sistema utilizado actualmente es el sistema de elección proporcional, método ideado por


D´Hont.

Este sistema permite trasladar a la conformación de la cámara de diputados la realidad electoral


del país, con sus mayorías y sus minorías. Puede exigirse un piso electoral para participar de la
distribución de cargos en relación de votos obtenidos. El sistema, matemático, exige dividir el
número de votos obtenidos por cada partido tantas veces como cargos a llenar hubiera, esto es,
por orden decreciente, cualquiera sea la lista de la que provengan. En la lista se ubican tantos
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cocientes como cargos a elegir; el que resulte el menor entre todos ellos se convierte en la cifra
repartidora por la que se dividen los totales conseguidos por cada lista; el resultado indica el
número de cargos que es alista ha obtenido.

Art. 46: “Los diputados para la primera Legislatura se nombrarán en la proporción siguiente: por
la provincia de Buenos Aires doce; por la de Córdoba seis; por la de Catamarca tres; por la de
Corrientes cuatro; por la de Entre Ríos dos; por la de Jujuy dos; por la de Mendoza tres; por la de
La Rioja dos; por la de Salta tres; por la de Santiago cuatro; por la de San Juan dos; por la de
Santa Fe dos; por la de San Luis dos; y por la de Tucumán tres.”

Este número es histórico, y su mantenimiento en el texto constitucional es anacrónico.

Art. 47: “Para la segunda legislatura deberá realizarse el censo general, y arreglarse a él el
número de diputados; pero este censo sólo podrá renovarse cada diez año.

El número actual de diputados es de 257.

Requisitos para ser diputado

Art. 48: “Para ser diputado se requiere haber cumplido la edad de veinticinco años, tener cuatro
años de ciudadanía en ejercicio, y ser natural de la provincia que lo elija, o con dos años de
residencia inmediata en ella”

La ciudadanía en ejercicio por cuatro años se requiere a los ciudadanos por naturalización o por
opción, pues los nativos ya la habrán ejercido. Esta exigencia de natividad o residencia intentó
acabar con la práctica de los representantes alquilones, que no tenían compromiso con el lugar
al que representaban.

Primera elección de diputados. Renovación de la cámara de diputados

Art. 48: “Por esta vez las Legislaturas de las provincias reglarán los medios de hacer efectiva la
elección directa de los diputados de la Nación: para lo sucesivo el Congreso expedirá una ley
general.”

Art. 50: “Los diputados durarán en su representación por cuatro años, y son reelegibles; pero la
Sala se renovará por mitad cada bienio; a cuyo efecto los nombrados para la primera Legislatura,
luego que se reúnan, sortearán los que deban salir en el primer período.”

El término de duración es razonable y va en dirección del sistema republicano, una de cuyas


notas es la periodicidad de mandatos, pero la reelección indefinida favorece cacicazgos
regionales que suelen bloquear el acceso a la legislatura, impidiendo la renovación de los
cuadros políticos

La finalidad del art. 50 es la de establecer transiciones con continuidad, por la experiencia que
los antiguos representantes aportan a los recién ingresados en el funcionamiento interno de la
cámara. Pero, desde otra perspectiva, la elección bianual hace que los partidos políticos estén
permanentemente acuciados por las necesidades electorales y más interesados por la política
agonal que por la arquitectónica.

Elección en caso de vacante

Art. 51: “En caso de vacante, el gobierno de provincia, o de la capital, hace proceder a elección
legal de un nuevo miembro”
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Esta solución es razonable y tiene el objeto de preservar la más genuina representación (deben
legislar los elegidos por el pueblo). Ahora bien, este mandato no se cumple, ya que la legislación
electoral ha dispuesto que con la elección de los diputados titulares se elijan suplentes en la
proporción que la misma norma establece. En el caso de vacante, el cargo se cubre con el
candidato titular ubicado en la lista respectiva, inmediatamente después de que se produjo la
vacancia y hasta agotar la lista; luego, los reemplazos continúan con los suplentes.

Sin duda que esta solución contraría lo establecido por la constitución, pero es más conveniente,
genera menos costos y reduce la posibilidad de que la vacante no sea ocupada (caso que podría
darse si hay necesidad de realizar una nueva elección cada vez que haya una vacante).

El privilegio de iniciativa en las leyes sobre contribuciones y reclutamiento de tropas

Art. 52: “A la cámara de diputados corresponde exclusivamente la iniciativa de las leyes sobre
contribuciones y reclutamiento de tropas”

La norma contiene una de las excepciones posibles previstas en el primer párrafo del art. 77.
Esta excepción constituye una aplicación del clásico principio de representatividad democrática
en virtud del cual el pueblo no puede ser obligado a pagar tributos o a ingresar a las fuerzas
armadas para la defensa de la nación, sin que por medio de sus representantes preste
consentimiento acerca del alcance y extensión de aquellas obligaciones.

Juicio político

Art. 53: “Sólo ella ejerce el derecho de acusar ante el Senado al presidente, vicepresidente, al
jefe de gabinete de ministros, a los ministros y a los miembros de la Corte Suprema, en las causas
de responsabilidad que se intenten contra ellos, por mal desempeño o por delito en el ejercicio
de sus funciones; o por crímenes comunes, después de haber conocido de ellos y declarado haber
lugar a la formación de causa por la mayoría de dos terceras partes de sus miembros presentes”

El art. 53, junto con los arts. 59 y 60 de la Constitución Nacional regulan un proceso
excepcionalísimo, cuya fuente es el impeachment norteamericano y que en la Argentina se
denomina juicio político. La finalidad inmediata de este proceso es la eventual destitución del
funcionario incurso en alguna de las causales previstas para la remoción: el objetivo mediato es
el ejercicio de uno de los controles políticos interórganos, efectuado por el poder legislativo
sobre el poder ejecutivo y el poder judicial.

En el proceso establecido por la constitución, la cámara de diputados actúa como acusador


fiscal, para lo que requiere reunir el voto afirmativo de las dos terceras partes de sus miembros
presentes.

Naturaleza del juicio político

Se ha dicho con certeza que el juicio de destitución o remoción de los funcionarios y magistrados
sometidos a ese control es político, con propósitos políticos, promovido por culpas políticas,
cuya consideración incumbe a un cuerpo político y con efectos políticos.

Esto no significa que en el desarrollo de la causa pueda tolerarse la ausencia de la garantía del
debido proceso y de la defensa en juicio, ni que se permita arbitrariedad alguna en la
acreditación de los hechos configurativos de mal desempeño.

Causales de remoción

Mal desempeño
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La causal tiene especificidad propia según se trate de mal desempeño de los funcionarios
políticos o de los magistrados judiciales.

En el caso del presidente, vicepresidente, jefe de gabinete y ministros del poder ejecutivo, el
mal desempeño supone una valoración político institucional no partidaria de los actos y
omisiones de los funcionarios, teniendo a la vista resultados y consecuencias de aquel obrar
para las instituciones o para la confianza pública que los ciudadanos deberán tener en los
funcionarios.

También las inhabilidades o incapacidades sobrevinientes pueden generar mal desempeño,


aunque este no sea doloso.

Delitos en el ejercicio de la función o crímenes comunes

En estas hipótesis se requiere el cumplimiento del principio de legalidad para acusar y


eventualmente destituir. De todas maneras, una conducta delictiva, aunque no exista sentencia
condenatoria firme, puede hacer procedente la destitución por mal desempeño o, en el caso de
los magistrados judiciales, por mala conducta.

Requisitos para la acusación

En primer lugar, la acusación debe reunir en el Pleno de la cámara de diputados dos tercios de
votos afirmativos de los miembros presentes, respetado el quórum para sesionar. En la comisión
de Juicio político se requiere sólo la mayoría absoluta.

El reglamento de la cámara de diputados prevé que la comisión de juicio político reglamente el


procedimiento a seguir en las causas sometidas. Presentada la denuncia, colectada la prueba y
concluida la instrucción, la Comisión emite dictamen para su tratamiento por el pleno. La
facultad investigación de la comisión ha sido cuestionada en tanto su reglamento la autoriza a
solicitar al juez competente allanamientos y arrestos testigos.

Efectos de la renuncia del funcionario sobre el enjuiciamiento político

Los sometidos a enjuiciamiento político son los funcionarios taxativamente enumerados en esa
norma, si éstos renuncian dejan de estar sujetos a ese proceso político. No obstante, el plenario
del consejo de la magistratura dispuso hacer saber al poder ejecutivo su preocupación por la
suma de casos en los que debió declararse abstracta la cuestión ante la aceptación por parte de
éste de las renuncias de los magistrados denunciados o acusados. Alegando que la imposibilidad
de seguir con el proceso no contribuye a la transparencia que debe imperar en la república.

Ahora bien, el presidente tiene incuestionablemente la atribución para aceptar o rechazar las
renuncias de los magistrados, derivada esa competencia de la de emitir los nombramientos de
los integrantes de la corte suprema o de nombrar a los jueces inferiores de entre la terna que al
efecto le eleve el consejo de la magistratura (art. 99 inc. 4).

Juicio político e inmunidad de los funcionarios

Aunque bajo el sistema de la constitución nacional sólo los legisladores gozan de prerrogativas,
la legislación procesal y la interpretación judicial habían extendido la inmunidad de proceso
emergente del art. 70 de la ley suprema, a todos los funcionarios y magistrados judiciales
sometidos a juicio político.

En ese sentido, el congreso sancionó la ley 25.320 mediante la cual reglamentó el art. 70 de la
CN y estableció límites a la inmunidad de proceso penal. La norma previó el sometimiento a
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proceso penal de los funcionarios sujetos a desafuero, remoción o juicio político hasta la total
conclusión del procedimiento.

La solución normativa va en dirección de la plena responsabilidad penal de funcionarios y


magistrados, antes de la destitución licuándose de ese modo la característica de ante juicio que
ostentaba el procesamiento político.

La corte suprema, antes del dictado de esa ley y referido a la posibilidad de enjuiciamiento penal
de un magistrado en ejercicio, mantuvo la doctrina nacional acerca de que gozaba de inmunidad.

El error como causal de mal desempeño de los magistrados judiciales. Alcance de la inmunidad

En principio, la interpretación que los jueces hacen de las normas jurídicas en sus sentencias y
el criterio y opiniones vertidos en sus fallos están directamente relacionados con la
independencia e imparcialidad en la función de administrar justicia. Ello exige que los
magistrados no se vean expuestos al riesgo de ser enjuiciados por esas razones, en tanto y en
cuanto las consideraciones vertidas en sus sentencias no constituyan delitos o traduzcan
ineptitud moral o intelectual que los inhabilite para el desempeño del cargo.

La doctrina acerca de que el error de derecho no constituye causal de remoción fue hecha propia
por el jurado de enjuiciamiento en el caso “Bustos Fierro”.

Senado

Art. 54: “El Senado se compondrá de tres senadores por cada provincia y tres por la ciudad de
Buenos Aires, elegidos en forma directa y conjunta, correspondiendo dos bancas al partido
político que obtenga el mayor número de votos, y la restante al partido político que le siga en
número de votos. Cada senador tendrá un voto.”

El senado de la nación expresa los intereses de los estados locales en el poder legislativo. En la
constitución de 1853/1860, siguiendo el modelo norteamericano, se aseguró la representación
igualitaria de dos senadores por provincia, y 2 por la capital federal.

El número y la representatividad de los senadores

La enmienda de 1994 modificó la integración del senado en dos direcciones. En primer lugar,
incorporó a la cámara la representación igualitaria de la ciudad de Buenos Aires y, con ello, dejó
fuera del senado a una eventual capital del estado federal que no fuese aquella ciudad.

Po otro lado, se agregó a la representación de los estados locales, la representación político


partidaria. En ese sentido, de los tres senadores elegidos por cada distrito, dos corresponden al
partido que obtenga el mayor número de votos y el restante, a la agrupación que le siga en
número de votos.

Como un efecto de la llamada ley de cupo que acuerda a las mujeres un tercio de las
candidaturas a cargos electivos, a partir de las elecciones de senadores nacionales de 2001, cada
lista partidaria presentada para competir por las senadurías deberá integrarse con una mujer.

Elección directa

La elección directa fortalece el sistema democrático y la participación ciudadana, y no diluye el


poder de los entes locales, sino más bien el dominio de las burocracias partidarias de los
distritos.

Requisitos para ser “elegido” senador


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Art. 55: “Son requisitos para ser elegido senador: tener la edad de treinta años, haber sido seis
años ciudadanos de la nación, disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una
entrada equivalente, y ser natural de la provincia que lo elija, o con dos años de residencia
inmediata en ella”.

La exigencia de una renta anual es incompatible con la democracia plena y recuerda los sistemas
censatorios para acceder al derecho al sufragio.

Por otro lado, la exigencia de ser natural de la provincia o con dos años de residencia en ella, es
a fin de fortalecer el conocimiento y la ligazón con los problemas propios de los estados locales.

Duración del mandato de los senadores

Art. 56: “Los senadores duran seis años en el ejercicio de su mandato, y son reelegibles
indefinidamente; pero el senado ser renovará a razón de una tercera parte de los distritos
electorales cada dos años”.

El vicepresidente de la nación

Art. 57: “El vicepresidente de la Nación será presidente del senado; pero no tendrá voto sino en
el caso que haya empate en la votación”

La figura del vicepresidente está tomada de la constitución norteamericana (art. I sección 3°, 4).
En ese país constituye una autoridad políticamente relevante pues utiliza su posición en el
senado para favorecer las políticas en las que está empeñado el poder ejecutivo.

La historia del binomio presidencial en la república Argentina es diferente, ya que el anterior art.
77 de la CN fue interpretado de modo tal que la vicepresidencia impedía presentarse como
candidato a presidente inmediatamente después de haber dejado aquella. La interpretación,
aunque jurídicamente correcta, no favoreció la cooperación entre aquellos dos funcionarios.

Atribuciones del vicepresidente

La inclusión del vicepresidente entre las normas referidas al senado de la nación, indican que el
funcionario integra esa cámara legislativa y no forma parte del poder ejecutivo que en Argentina
es unipersonal. Su atribución ordinaria es la de presidir la cámara sin voto en la deliberación,
salvo en caso de empate.

En efecto, el vicepresidente puede constituirse en pieza clave en la estructura del poder


presidencialista en la república junto al presidente en voluntad de ambos por desarrollar
políticas conjuntas.

Además, el vicepresidente preside el senado y es quien reemplaza al presidente en caso de ser


necesario.

Presidente provisional del senado

Art. 58: “El senado nombrará un presidente provisorio que lo presida en caso de ausencia del
vicepresidente, o cuando éste ejerce las funciones de presidente de la Nación”.

El reglamento del senado prevé que en las sesiones preparatorias se nombre, por mayoría
absoluta, al presidente provisional del cuerpo y, además, un vicepresidente, un vicepresidente
1° y un vicepresidente 2°

El voto del presidente provisional del senado, presidiendo la cámara


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El presidente provisional del senado es, en primer lugar, un senador. En ausencia del
vicepresidente el presidente provisorio del cuerpo debe ejercer las funciones de aquel, es decir,
no vota en la sesión respectiva excepto en caso de empate, pues, si bien es cierto que el estado
local por él representado pierde un voto, también ocurre lo propio cuando un senador está
ausente en la reunión de que se trate.

Actuación del senado en el juicio político

Art. 59: “Al Senado corresponde juzgar en juicio público a los acusados por la Cámara de
Diputados, debiendo sus miembros prestar juramento para este acto. Cuando el acusado sea el
presidente de la Nación, el Senado será presidido por el presidente de la Corte Suprema. Ninguno
será declarado culpable sino a mayoría de los dos tercios de los miembros presentes.”

Publicidad de actuaciones

La constitución impone de modo explícito que el juicio sea público, aunque de igual modo se
exigiría la publicidad, en razón de que esa es una nota sustantiva del sistema de gobierno
republicano adoptado por el art. 1 de la CN.

La publicidad del juicio de destitución es constitutiva de la regularidad de proceso y asegura la


más plena garantía de la defensa en juicio de los acusados. Esto no violenta con el derecho a la
intimidad de los funcionarios, ya que éste es limitado en la medida del interés público por
conocerla y juzgarla.

La constitución impone que si el acusado es el presidente de la nación el senado debe ser


presidido por el presidente de la corte suprema, con el objetivo de garantizar la máxima
objetividad e imparcialidad.

Art. 60: “Su fallo no tendrá más efecto que destituir al acusado, y aun declararle incapaz de
ocupar ningún empleo de honor, de confianza o a sueldo en la Nación. Pero la parte condenada
quedará, no obstante, sujeta a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante los tribunales
ordinarios”.

Con el efecto de la destitución, queda claro que el propósito del juicio político es el resguardo
de la actividad gubernamental y la prestación del servicio de justicia por funcionarios y jueces
honestos y eficaces.

Cabe aclarar que, si bien durante mucho tiempo la corte suprema incluyó al juicio de remoción
entre las cuestiones no judiciables, fue abriéndose camino la tesis de que existen aspectos
revisables en los juicios políticos, como las cuestiones procesales y la defensa del encausado.

Acuerdo del senado para declarar el estado de sitio

Art. 61: “Corresponde también al Senado autorizar al presidente de la Nación para que declare
en estado de sitio, uno o varios puntos de la República en caso de ataque exterior”.

El art. 61 establece que el senado tiene la competencia para aprobar o rechaza la medida
decretada por el presidente y para controlar si esa declaración contiene plazo determinado de
vigencia. Además, del art. 75 inc. 22 emana una obligación en cabeza de todos los órganos de
poder acerca de no suspender derechos esenciales; por lo cual cuando el senado deba analizar
la procedencia de la declaración de estado de sitio, deberá examinar si no se han afectado
derechos esenciales

Vacante de senadores
Resumen
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Art. 62: “Cuando vacase alguna plaza de senador por muerte, renuncia u otra causa, el Gobierno
a que corresponda la vacante hace proceder inmediatamente a la elección de un nuevo
miembro”

La solución está dirigida a fin de preservar la representación paritaria de los estados locales en
la cámara.

Sin embargo, la legislación electoral siguiendo la solución arbitrada para el caso de vacancia de
diputados, ha dispuesto que con la elección de los senadores titulares se elijan sus respectivos
suplentes. El criterio es incomprensible porque, aunque la solución es razonable, debió
incluírsela en la constitución cuando ésta se reformó en 1994.

Disposiciones comunes a ambas cámaras

Art. 63: “Ambas Cámaras se reunirán por sí mismas en sesiones ordinarias todos los años desde
el primero de marzo hasta el treinta de noviembre. Pueden también ser convocadas
extraordinariamente por el presidente de la Nación o prorrogadas sus sesiones.”

Sesiones de las cámaras del congreso

 Sesiones preparatorias: No están previstas en el texto de la constitución nacional sino


en los reglamentos internos de las cámaras. Tienen por objeto elegir a las autoridades
de las cámaras; examinar y expedirse sobre los diplomas que presentan los legisladores
electos y sus suplentes; tomar juramento los congresistas y organizar la agenda
legislativa.
 Sesiones ordinarias.
 Sesiones de prórroga: A pesar de que el art. 99, inc. 9 atribuye al presidente de la nación
la competencia para prorrogar las sesiones ordinarias del congreso, de la lectura de esa
norma y del art. 100, inc. 8, en concordancia con el 63, no surge que esa atribución sea
exclusiva del poder ejecutivo.
 Sesiones extraordinarias: La atribución del poder ejecutivo, en los hechos, le permite al
presidente diseñar la agenda legislativa. De acuerdo con el art. 99 inc. 9 el presidente
puede convocar estas sesiones cuando un grave interés de orden o de progreso lo
requiera.
 Sesiones especiales: Las sesiones especiales están previstas en los reglamentos
respectivos de las cámaras del congreso y son las que se realizan fuera de los días y
horarios fijados para sesionar.

Prerrogativas y privilegios parlamentarios. Juicio sobre elecciones, derechos y títulos de sus


miembros.

Art. 64: “Cada Cámara es juez de las elecciones, derechos y títulos de sus miembros en cuanto a
su validez. Ninguna de ellas entrará en sesión sin la mayoría absoluta de sus miembros; pero un
número menor podrá compeler a los miembros ausentes a que concurran a las sesiones, en los
términos y bajo las penas que cada Cámara establecerá”

Las prerrogativas parlamentarias nacieron en el siglo XVI, del enfrentamiento entre la corona y
el parlamento británico a fin de preservar la función legislativa de este órgano de los embates
de aquél.

Dos son las razones que sostienen la vigencia de las inmunidades parlamentarias: la
conservación, independencia y seguridad del congreso, por un lado, y la eficacia de la labor
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legislativa y de control, por otro. Esa fundamentación sostiene el alcance de cada una de las
prerrogativas y sus límites, en la relación con los otros poderes.

La Corte suprema sostuvo que la inmunidad de arresto de diputados y senadores se mantenía


durante el estado de sitio (Fallo “Alem”).

Clases de prerrogativas.

En cabeza de los legisladores: Inmunidad por las opiniones o discursos vertidos en el desempeño
del mandato (art. 68 CN); la inmunidad de arresto (art. 69); el desafuero o inmunidad de proceso
(art. 70); y la dieta (art. 74 CN).

Entre los privilegios colectivos la ley suprema dispuso que cada cámara es juez de las elecciones,
derechos y títulos de sus miembros, en cuanto a la validez de ellos (art. 64 CN); le atribuyó
facultad para dictar su propio reglamento interno (art. 66 CN); etc.

El derecho de las cámaras a juzgar la legitimidad de sus miembros y la competencia electoral

Existe una delimitación de competencias, en algún punto, entre los organismos jurisdiccionales
(atribuidos para organizar y controlar la legitimidad de los procesos electorales) y las cámaras
del congreso con directa competencia constitucional, para juzgarla validez de las elecciones,
derechos y futuros miembros.

En el caso “Provincia del Chaco c. Estado Nacional” la corte suprema ha reiterado su doctrina
acerca de que el juicio de la cámara del congreso sobre la validez de los títulos de los legisladores
es una facultad privativa de ellas, por lo que constituye una materia no justiciable.

Cabe considerar la alternativa de que las cámaras de diputados y senadores juzguen de la


idoneidad de los elegidos popularmente para integrarlas, lo cual parece razonable en razón de
que el art. 16 exige aquella cualidad para aspirar a los miembros; pero es cuestionable en caso
de negar la incorporación al cuerpo a un diputado electo por el pueblo (Ej.: Antonio Bussi, de
quien se discutía la moralidad). En este caso la corte suprema mudó su criterio dejando una
cuestión política más, sosteniendo, en el caso, que “el pueblo puede elegir a quien lo gobierne,
según le plazca)

El quórum y las atribuciones del congreso para lograrlo

El quórum es el número de legisladores integrantes de las cámaras, requerido para que éstas
sesionen y voten válidamente los proyectos en consideración

El art. 64 se refiere sólo al número necesario para entrar en sesiones y lo fija en la mayoría
absoluta de sus miembros, es decir, en más de la mitad de ellos, computados sobre la totalidad
de cada una de las cámaras, incluidos los que no están en ejercicio.

Una interpretación razonable del art. 64 exige igual quórum para votar, excepto cuando el texto
expreso de la constitución requiera una mayoría agravada de los miembros o miembros totales.

La regla general para tomar las decisiones es de la mayoría absoluta de los miembros presentes,
ello surge de modo implícito del art. 81 de la Constitución.

Uno de los problemas más comunes de la tarea parlamentaria lo constituye el uso del quórum,
mejor dicho, la falta de él, como una práctica de obstrucción de la política legislativa del
gobierno. Cuando las minorías exacerban la experiencia de no dar quorum para evitar las
políticas en las que está interesado el oficialismo. Para estos casos, el art. 64 autoriza a las
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cámaras a compeler a los miembros ausentes a que comparezcan a las sesiones (ej.: con
disminución de dietas).

Sesiones simultáneas

Art. 65: “Ambas Cámaras empiezan y concluyen sus sesiones simultáneamente. Ninguna de ellas,
mientras se hallen reunidas, podrá suspender sus sesiones más de tres días, sin el consentimiento
de la otra”

Esta norma denota el carácter de órgano complejo (y compuesto) que tiene el congreso y la
situación de paridad (salvo contadas excepciones) que tienen las cámaras en él. Cada cámara
funciona independientemente de la otra, pero ambas deben ejercer sus respectivas funciones
al mismo tiempo.

La independencia de las cámaras para sesionar por separado, no impide que el congreso federal
pueda reunirse en asamblea legislativa, cuando así lo dispone la constitución. Por ejemplo: para
admitir o rechazar los motivos de las renuncias del presidente o vicepresidente y declarar que
proceda realizar una nueva elección (art. 75, inc. 21).

Reglamento interno de cada cámara. Facultades disciplinarias

Art. 66: “Cada Cámara hará su reglamento y podrá con dos tercios de votos, corregir a cualquiera
de sus miembros por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, o removerlo por
inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación, y hasta excluirle de su seno; pero
bastará la mayoría de uno sobre la mitad de los presentes para decidir en las renuncias que
voluntariamente hicieren de sus cargos”.

Estas prerrogativas constituyen competencias privativas y en principio no judiciales, salvo


cuando el uso de atribuciones disciplinarias sobre terceros afecte derechos constitucionales de
éstos, tales como la libertad ambulatoria o expresiva. De la misma manera cabe la revisión
judicial en caso de palmaria irrazonabilidad en la remoción o exclusión.

Atribución reglamentaria de las cámaras

Esta atribución tiene el objetivo de facilitar y hacer más eficientes las deliberaciones y la toma
de decisiones, fundamentalmente en la sanción de proyectos de ley. La competencia
reglamentaria de las cámaras tiene como límite y encuadramiento las disposiciones
constitucionales.

Atribuciones disciplinarias de las cámaras

La competencia disciplinaria de las cámaras tiene por objeto mantener el orden de las
deliberaciones y del trabajo parlamentario; y pueden consistir en llamados de atención, multa,
privación del uso de la palabra en la sesión respectiva.

Aunque la mayoría exigida para aplicar estas correcciones es agravada, deben emplearse con
suma prudencia ya que silenciar a un legislador afecta el debido proceso democrático y la
libertad expresiva.

Competencia de las cámaras para remover a sus miembros

La remoción por inhabilidad física o moral sobreviniente a la incorporación del legislador,


constituye una causal de separación de la banca. La causal se diferencia de la exclusión en que
los motivos de la separación de la cámara no son imputables al legislador, pues se originan en
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incapacidades físicas o psicológicas que lo afectan y que, en los hechos, le imposibilitan ejercer
la función.

Competencia de las cámaras para excluir a sus miembros

La exclusión constituye la medida más grave que puede tomar la cámara sobre uno de sus
miembros. Requiere la mayoría agravada de dos tercios de votos de los presentes, sobre el
quórum legal.

Los motivos que dan lugar a las medidas son la comisión de delitos y hasta declaraciones públicas
de un congresista, ej.: diputado Luque, quien dio entender que tenía poder suficiente como para
encubrir a un familiar en caso de homicidio. También la participación en escándalos públicos o
privados de trascendencia pública pueden motivar la exclusión (Caso de la diputada Norma
Godoy).

La aceptación de las renuncias de los integrantes de las cámaras

Para la aceptación de las renuncias que voluntariamente presenten los legisladores a las
respectivas cámaras se requiere una mayoría de uno sobre la mitad de los presentes.

El problema de la extensión de las prerrogativas parlamentarias sobre terceros y la cuestión de


los poderes implícitos

Las facultades disciplinarias de las cámaras, expresamente concedidas en la constitución, son


otorgadas por ésta para emplearlas sobre los mismos legisladores. Pero el problema mayor se
suscita cuando las cámaras, invocando cuestiones de privilegio pretenden ejercer medidas
disciplinarias sobre terceros ajenos al cuerpo, por actos o expresiones de ellos realizados fuera
del recinto de las cámaras.

Respecto a esto, la corte suprema (luego de recordar que las eventuales atribuciones
disciplinarias de las cámaras del congreso, ejercidas sobre terceros ajenos al cuerpo, no
constituyen un poder expreso concedido en la constitución) mantuvo la regla elaborada en “Lino
de la Torre” acerca de que las cámaras poseen aquella facultad, como poder implícito “para
reprimir actos capaces de dañar e imposibilitar el libre y seguro ejercicio de las funciones
públicas”. Sin embargo, el tribunal exigió para la procedencia de esas prerrogativas, que la
acción del tercero interfiera hasta obstruir las atribuciones congresionales; hecho que no fue
acreditado en el caso.

Así, la corte elaboró varias reglas para la procedencia de las medidas disciplinarias sobre
terceros:

a) Que las acciones de éstos obstruyan o impidan seria y consistentemente atribuciones


expresas de las cámaras.
b) Que la potestad disciplinaria se ejerza en el mínimo requerido para preservar la
existencia del cuerpo y sus funciones propias.
c) Que ambos requisitos pasen el escrutinio estricto y riguroso del tribunal.

Las reglas enunciadas deben sostenerse en una interpretación: a) Restrictiva del alcance de los
poderes explícitos en general; b) Limitativa del sistema de poderes; c) Compatible con los
derechos y garantías reconocidos en la constitución.

Juramento
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Art. 67: “Los senadores y diputados prestarán, en el acto de su incorporación, juramento de
desempeñar debidamente el cargo, y de obrar en todo en conformidad a lo que prescribe esta
Constitución”.

Inmunidad de opinión

Art. 68: “Ninguno de los miembros del Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente,
ni molestado por las opiniones o discursos que emita desempeñando su mandato de legislador”

Inmunidades legislativas individuales

Inmunidades como ésta son parte de los llamados fueros parlamentarios, entendidos como
derechos especiales en razón de materia o función. De ese modo, la justificación y legitimidad
política de las prerrogativas de los legisladores están ligadas a la preservación del principio de
representatividad e independencia del poder legislativo y, en razón de ello, no violan la igualdad
consagrada en el art. 16.

Alcance constitucional de la inmunidad de opinión

Como lo ha reconocido la doctrina y la jurisprudencia este artículo protege de modo absoluto


las opiniones de diputados y senadores de cualquier responsabilidad civil o penal que pueda
adjudicárseles por sus opiniones; aún más allá de la cesación del mandato, desde luego, por
expresiones vertidas mientras fue legislador.

Se trata de amparar los criterios legislativos y político-institucionales; su derecho a la apreciación


de los actos de otros gobernantes; la necesidad de clarificar sus propias opciones o rechazar las
que considere agravantes para los derechos del electorado que representa.

La inmunidad, a juicio de la corte suprema, es tan amplia y absoluta que, en el caso “Procurador
Fiscal c/ Calvete”, sostuvo que un libelo agraviante e injurioso contra un senador, emitido por
causa de un discurso de éste, abría la posibilidad del enjuiciamiento por tribunales federales del
ofensor del legislador.

Cierto es que una inmunidad de esta envergadura puede llegar a traducirse en algún exceso por
parte de los legisladores, pero la constitución lo ha preferido así para asegurar la independencia
y seguridad del congreso y sus integrantes.

Amplitud funcional de la inmunidad de expresión

La constitución argentina siguió el criterio de la constitución francesa según el cual la inmunidad


de opinión protege el ejercicio de la función legislativa, cualquiera sea el ámbito en el que el
representante se exprese. Por lo cual, protegerá sus opiniones siempre y cuando tengan relación
con la terea de representación popular que invisten.

Inmunidad de arresto

Art. 69: “Ningún senador o diputado, desde el día de su elección hasta el de su cese, puede ser
arrestado; excepto el caso de ser sorprendido in fraganti en la ejecución de algún crimen que
merezca pena de muerte, infamante, u otra aflictiva; de lo que se dará cuenta a la Cámara
respectiva con la información sumaria del hecho”.

La inmunidad de arresto de los congresistas constituye una de las garantías institucionales de


los electores. La prerrogativa tiende a prevenir los arrestos políticos o las persecuciones
oficialistas que intenten silenciar las críticas o neutralizar las persecuciones.
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Alcance de la inmunidad

En la República Argentina la inmunidad de arresto impide tanto la detención como la prisión


preventiva o la impuesta por condena firme. Subsiste aun durante el estado de sitio pues, tal
como lo dijo la corte suprema, la medida de emergencia política se ha establecido para
mantener el imperio de la constitución y no para destruirla; caso contrario, el presidente podría
configurar la composición política del congreso (Fallo “Alem”).

Límite de la inmunidad

La prerrogativa establecida en esta norma no impide que se promuevan acciones criminales


contra el legislador, siempre que no tengan origen en sus opiniones como representante del
pueblo. Tampoco impiden que se adelanten los procedimientos de los respectivos juicios en
tanto no se afecte la libertad personal de los congresistas, o sea, mientras no se dicte orden de
arresto o prisión, ya sea ésta preventiva o de carácter definitivo.

En suma, dado que en los sistemas de las repúblicas igualitarias las prerrogativas constituyen la
excepción, e interpretando armónicamente con el orden político, surge la regla en virtud d la
cual los legisladores tienen inmunidad de arresto, pero no de proceso.

Si el legislador es arrestado en el momento de cometer un delito de los que merecen las penas
mencionadas en la constitución (de muerte, infamantes o aflictivas) la inmunidad cesa.

No obstante, la amplitud de la inmunidad, la Corte Suprema ha admitido el arresto como sanción


disciplinaria de un legislador quien, actuando como abogado defensor de un procesado, faltó al
orden y respeto debido al tribunal (Caso “Gazcón”). En el caso, el senador de la provincia de
Buenos Aires pretendía hacer valer sus fueros personales ante la justicia nacional.

Desafuero

Art. 70: “Cuando se forme querella por escrito ante las justicias ordinarias contra cualquier
senador o diputado, examinado el mérito del sumario en juicio público, podrá cada Cámara, con
dos tercios de votos, suspender en sus funciones al acusado, y ponerlo a disposición del juez
competente para su juzgamiento”.

La norma constitucional regula el instituto del desafuero; está directamente relacionada y es


complementaria de la inmunidad de arresto del art. 69; ya que la suspensión del legislador es
un requisito de la detención futura o de la convalidación de un arresto efectuado ante la
flagrancia del legislador, pero no es condición de la iniciación del proceso penal.

Otorgar o no el desafuero constituye una facultad discrecional de cada una de las cámaras del
congreso; en caso de no otorgar el desafuero el magistrado debe disponer la libertad del
legislador.

El procedimiento del desafuero

El art. 70 de la constitución establece las condiciones necesarias para la procedencia del


desafuero. La norma exige:

Una querella
La implementación de un sumario por parte del juez actuante.
La remisión del sumario del que surjan con claridad los hechos que se le adjudican.
Las circunstancias de la detención.
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Las interpelaciones

Art. 71: “Cada una de las Cámaras puede hacer venir a su sala a los ministros del Poder Ejecutivo
para recibir las explicaciones e informes que estime convenientes”.

El art. 71 anuda una de las tantas relaciones de colaboración y de control, existente entre el
poder legislativo y los ministros del poder ejecutivo, propias de la forma republicana de gobierno
adoptada por la constitución nacional y cuya especificidad deriva de las normas que diseñan el
poder.

Se trata de uno de los controles interórganos sobre los ministros quienes, sin ser parte
integrante del poder ejecutivo, actúan en su órbita y lo afectan y responsabilizan con sus actos
y los eventuales controles que los otros poderes ejerzan sobre ellos.

En sentido estricto, es un pedido de explicaciones o informe a los ministros.

Cuando las cámaras lo citan, los ministros están constitucionalmente obligados a concurrir y no
pueden reemplazar las explicaciones por un informe escrito. De resultas de la presencia del
ministro en el recinto puede generarse un pedido de juicio político para él, alguno de sus colegas
o el mismo presidente de la nación. También podría formarse una comisión investigadora sobre
los hechos o las acciones del ministro que motivaron el pedido de informes.

El procedimiento de la interpelación en las distintas cámaras está regulado por los respectivos
reglamentos internos. En diputados primero habla el ministro y luego el legislador interpelante
y los integrantes de la cámara que quieran hacerlo. En el senado el orden de la palabra empieza
con el senador interpelante

Incompatibilidades de los parlamentarios

Art. 72: “Ningún miembro del Congreso podrá recibir empleo o comisión del Poder Ejecutivo, sin
previo consentimiento de la Cámara respectiva, excepto los empleos de escala”.

La norma tiene varias finalidades. En primer lugar, mantener la separación orgánica y estructural
de los poderes, propias del sistema presidencialista. En segundo lugar, busca mantener la
independencia de los poderes y preservar al legislativo de las interferencias del ejecutivo.

En tercer lugar, la norma tiene por finalidad garantizar la libertad de criterio de los legisladores,
la autonomía de sus opiniones para decidir e impedir la eventual incompatibilidad de funciones.
En este sentido, se ha dicho que el art. 72 propicia la total dedicación al cargo por parte de los
legisladores, por lo que la prohibición de ocupar cargos en el poder ejecutivo se extiende al
judicial.

Alcances de la prohibición

Esta prohibición no es absoluta, pues admite dos excepciones: cuando medie consentimiento
de las cámaras; y cuando se trate de empleos de escala.

Los empleos de escala son los de carrera o que se obtienen en el escalafón administrativo.
Denominados también cargos o políticos o de línea.

Prohibiciones para ser legislador

Art. 73: “Los eclesiásticos regulares no pueden ser miembros del congreso, ni los gobernadores
de provincia por la de su mando”.
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Aunque el art. Parece no excluir a los gobernadores de ejercer funciones legislativas en otras
provincias, la interpretación resultaría incompatible con la exigencia de residencia inmediata en
el distrito.

La finalidad de la disposición es doble: Resguardar la independencia de los legisladores de


eventuales mandatos emitidos por autoridades religiosas; y preservar la división de poder
federal, entre autoridades nacionales y locales, y la eficacia en la función.

Remuneraciones de los legisladores

Art. 74: “Los servicios de los senadores y diputados son remunerados por el tesoro de la nación,
con una dotación que señalará la ley”.

Poder ejecutivo

Naturaleza y duración

Art. 87: “El Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de
´Presidente de la Nación Argentina´”.

Como vemos, la forma de gobierno adoptada en la república es la de república representativa,


en un estado federal (art. 1) y a su vez, presidencialista unipersonal (art. 87)

Los ministros y el jefe de gabinete no forman parte del poder ejecutivo, aunque operan en su
órbita, operan como secretarios del Estado del presidente de la nación, quien los elige y remueve
según su particular criterio político, sin sujeción institucional a ningún otro poder salvo en el
caso del jefe de gabinete.

El desplazamiento del poder hacia el ejecutivo

El presidente d la nación ejerce varias jefaturas, una de ellas, la administración general de la


nación, es la que denota el grado de poder con que cuenta la presidencia argentina.

Dos sentencias paradigmáticas de la Corte Suprema describen y aceptan el desplazamiento del


eje del poder hacia el ejecutivo, justificando, reflejando y quizás definiendo una nueva división
de poderes.

El primero de esos fallos es en “Fernández Arias” al admitir la constitucionalidad de los tribunales


administrativos, la corte suprema dijo que ello constituía “… uno delos modos universales de
responder, pragmáticamente, al premioso reclamo de los hechos que componen la realidad de
este, …; y se asiente en la idea de que una administración ágil, eficaz y dotada de competencia
amplia es instrumento apto para resguardar, en determinados aspectos, fundamentales
intereses colectivos de contenido económico y social…”

El otro precedente es “Peralta”, donde se convalidaron los decretos de necesidad y urgencia


antes que éstos recibieran tratamiento y habilitación constitucional, en la reforma de 1994.

Como puede observarse, un ciclo completo de desplazamiento del poder en el que la emisión
de decretos de necesidad y urgencia encontró una de sus razones de justificación en la
delegación legislativa que, en situaciones anteriores, había efectuado el congreso.

En consecuencia, los convencionales de 1994 propusieron formalmente un nuevo diseño de


poder, con la finalidad de limitar las atribuciones, que se materializó en mayores controles
normativos.
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Acefalía

Art. 88: “En caso de enfermedad, ausencia de la Capital, muerte, renuncia o destitución del
presidente, el Poder Ejecutivo será ejercido por el vicepresidente de la Nación. En caso de
destitución, muerte, dimisión o inhabilidad del presidente y vicepresidente de la Nación, el
Congreso determinará qué funcionario público ha de desempeñar la Presidencia, hasta que haya
cesado la causa de la inhabilidad o un nuevo presidente sea electo”.

La disposición, inspirada en la norma originaria de la constitución de los Estados Unidos prevé


directamente la solución a la acefalía presidencial y deriva al congreso federal la solución del
problema.

El art. 88 es una norma de suma importancia pues la República Argentina, además de haber
adoptado un sistema presidencialista, ha concentrado en esa magistratura el símbolo y el signo
del poder institucional.

Causas de acefalía

Para el caso de acefalía presidencial se indican 5 causales. La enfermedad, que puede ser
pasajera, en cuyo caso el presidente delega el cargo y lo reasume cuando haya sanado. Del
mismo modo procede cuando se produce la ausencia del país.

Sin embargo, la enfermedad, psísica o física, que produzca impedimento para gobernar puede
constituirse en una causal de acefalía definitiva (Ej.: Presidente Ortíz, por diabetes). En este caso,
puede ocurrir que el presidente no quiera pedir licencia o renunciar; para este supuesto, el art.
88 prevé la causal de inhabilidad que podría declarar el congreso federal.

En caso de muerte del presidente de la nación asume el vicepresidente de modo definitivo.

La renuncia del presidente o vicepresidente de la nación o de ambos debe presentarse ante el


congreso federal, quien puede aceptar o rechazar los términos de la dimisión, pero no la
renuncia.

La única destitución posible que abre la sucesión presidencial es la producida como consecuencia
del juicio político.

Efectos de la acefalía presidencial

Si existe vicepresidente, éste es el funcionario que asume la presidencia en modo transitorio o


permanente. Corresponde, entonces, proceder a la elección de un nuevo vicepresidente por
aplicación extensiva del art. 75, inc. 21.

Hasta que se elija un nuevo vicepresidente, sus reemplazantes son el presidente provisional del
senado; el presidente de la cámara de diputados y el presidente de la corte suprema, en ese
orden.

Acefalia presidencial

El caso de acefalía vicepresidencial exclusivamente es más complejo de resolver, ya que si el


cargo permanece vacante se produce un desequilibrio en el senado pues uno de los
representantes de las provincias debe presidirlo con lo cual ésta pierde un voto, aunque ésta
haya sido la práctica en Argentina.

Sin embargo, la constitución se expresa respecto a cómo proceder en estos casos, siendo el
congreso federal quien declare el caso de elegir nuevo vicepresidente (art. 75 inc. 21).
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La sucesión en caso de ausencia de ambos integrantes de la fórmula presidencial.

Establece la ley 20.972 que, declarada la acefalía y dentro de las 48 horas de producida, el
congreso federal debe elegir presidente de la nación entre los funcionarios que reúnan los
requisitos necesarios para esa magistratura y que desempeñen alguno de los mandatos
populares electivos, de senador nacional, diputado nacional o de gobernador de provincia.

La norma determina con precisión el quórum necesario (en principio, dos terceras partes de los
miembros de cada cámara) y las mayorías requeridas para arribar a una decisión rápida.

Condiciones de legibilidad

Art. 89: “Para ser elegido presidente o vicepresidente de la Nación, se requiere haber nacido en
el territorio argentino, o ser hijo de ciudadano nativo, habiendo nacido en país extranjero; y las
demás calidades exigidas para ser elegido senador”

Los requisitos para alcanzar cargos electivos en los poderes del estado se exigen aún en las
repúblicas democráticas. Las condiciones pueden estar ligadas a la idoneidad para el puesto.

Así, para ser presidente y vicepresidente sólo se requiere el requisito de la nacionalidad


argentina y las condiciones para ser senador.

Duración del mandato. Reelección

Art. 90: “El presidente y vicepresidente duran en sus funciones el término de cuatro años y
podrán ser reelegidos o sucederse recíprocamente por un solo período consecutivo. Si han sido
reelectos o se han sucedido recíprocamente no pueden ser elegidos para ninguno de ambos
cargos, sino con el intervalo de un período”

En la reforma de 1994 se modificó el anterior art. 77 de la constitución nacional en tanto la


norma disponía una duración del mandato presidencial de seis años y prohibía la reelección
inmediata del presidente y vicepresidente de la nación.

Los peligros de la reelección presidencial, aún la mediata, son conocidos. La tentación de


perpetuarse en el poder lleva la política agonal a sus extremos, con olvido de las necesidades de
la política arquitectónica, o subordina ésta a aquella, con desmedro de las libertades públicas.
Por otro lado, la permanencia en el poder de una misma persona supone que el sistema
republicano es débil. En efecto, si se insiste en la absoluta pertinencia y capacidad del perpetuo
candidato se está sosteniendo, indirectamente, la inexistencia de reemplazantes tan o más
idóneos que el antecesor.

El sistema de reelección en la república argentina

El nuevo sistema establecido en el art. 90 admite más de una reelección inmediata, siempre que
se deje pasar un turno electoral. Además, impone algunos límites, en miras de impedir la
estrategia de quien, luego de haber ejercido la presidencia por dos períodos consecutivos,
presente su candidatura a la vicepresidencia; logre que quien haya sido elegido presidente
renuncie al cargo y, con ello, pueda asumir por tercera vez inmediata a la primera magistratura.

Significado de “período” presidencial

El art. 90 de la constitución nacional se refiere al “período” presidencial en dos oportunidades.


Al admitir la reelección inmediata por sólo un período consecutivo y al disponer que, si se ha
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dado la hipótesis de la reelección o de la sucesión recíproca, no pueden ser elegidos para
ninguno de ambos cargos, sino con el intervalo de un “período”.

Entonces ¿La expresión período indica un lapso de cuatro años (ni un día más, ni un día menos)
o se refiere al mandato presidencial del antecesor en el cargo, cualquiera fuese el tiempo que
este hubiera permanecido en la función?

Estima Gelli que, si se identifica “período” con el término de cuatro años y no con el mandato
del presidente anterior, aunque faltase un solo día para cumplirlo, nadie que hubiese ejercido
dos mandatos presidenciales podría aspirar a uno nuevo, antes de que concluya el ciclo
mencionado. Bajo esa interpretación, si el anterior presidente sólo hubiera ocupado parte del
lapso constitucional, se exigiría al postulante algo más de esos cuatro años de espera.

Art. 91: “El presidente de la Nación cesa en el poder el mismo día en que expira su período de
cuatro años; sin que evento alguno que lo haya interrumpido, pueda ser motivo de que se le
complete más tarde”.

Retribución presidencial

Art. 92: “El presidente y vicepresidente disfrutan de un sueldo pagado por el Tesoro de la Nación,
que no podrá ser alterado en el período de sus nombramientos. Durante el mismo período no
podrán ejercer otro empleo, ni recibir ningún otro emolumento de la Nación, ni de provincia
alguna”

Juramento presidencial

Art. 93: “Al tomar posesión de su cargo el presidente y vicepresidente prestarán juramento, en
manos del presidente del Senado y ante el Congreso reunido en Asamblea, respetando sus
creencias religiosas, de: "desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente (o
vicepresidente) de la Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación
Argentina"

De la forma y tiempo de la elección del presidente y vicepresidente de la nación

Art. 94: “El presidente y el vicepresidente de la Nación serán elegidos directamente por el pueblo,
en doble vuelta, según lo establece esta Constitución. A este fin el territorio nacional conformará
un distrito único”.

La elección directa del presidente y vicepresidente de la nación suprimió la intermediación de


los electores y el peso de la representación de las provincias y la capital federal. Este sistema, a
diferencia del anterior, cada sufragio tiene igual peso que los demás; ello profundiza el sistema
democrático y concluye con la ficción de la deliberación de los electores calificados, alejados de
las pasiones políticas.

A su vez, la doble vuelta electoral tiene la finalidad de asegurar un grado aceptable de consenso
para la elección del magistrado que asume el liderazgo político y estatal de la república; al mismo
tiempo que otorga mayor libertad al votante que, al menos en teoría, elige en la primera vuelta
según sus preferencias políticas, y en la segunda vuelta opta entre candidatos posibles.

Art. 95: “La elección se efectuará dentro de los dos meses anteriores a la conclusión del mandato
del presidente en ejercicio”

Art. 96: “La segunda vuelta electoral, si correspondiere, se realizará entre las dos fórmulas de
candidatos más votadas, dentro de los treinta días de celebrada la anterior”
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Las relaciones ríspidas entre presidente y vicepresidente de la nación se acrecentarían aún más
si, de algún modo, el binomio presidencial se integrara con candidatos impuestos por la fuerza
de los votos electorales. Para atenuar este impacto la norma dispone que la eventual doble
vuelta se realizará entre fórmulas de candidatos más votados.

El código electoral, también, ha reglado algunas situaciones que muestran la importancia


acordada a las decisiones de los partidos políticos. La norma establece, con buen criterio, que,
en caso de renuncia de los candidatos de una de las dos fórmulas más votadas, se proclame
inmediatamente a la otra, y exige la ratificación, dentro del quinto día de proclamada las dos
fórmulas más votadas, de su decisión de que habrán de presentarse a la segunda vuelta.

Proclamación automática de la fórmula presidencial elegida por votos proporcionalmente


mínimos

Art. 97: “Cuando la fórmula que resultare más votada en la primera vuelta, hubiere obtenido
más del cuarenta y cinco por ciento de los votos afirmativos válidamente emitidos, sus
integrantes serán proclamados como presidente y vicepresidente de la Nación.”

El artículo contempla la primera alternativa posible para evitar la segunda vuelta electoral. Debe
tenerse en cuenta que el porcentual establecido lo es sobre los votos afirmativos, sin computar
los votos en blanco.

Tanto el art. 97 como el 98 de la constitución nacional, al referirse la fórmula que resultare más
votada está excluyendo a la llamada ley de lemas, como alternativa legítima para la elección.

La ley de lemas supone que los partidos políticos compiten en una elección con diversos
sublemas, es decir, varios candidatos a los mismos cargos electivos. El elector que prefiere al
partido en cuestión elige entre aquellos postulantes y, luego, todos los votos de los distintos
sublemas partidarios se suman y ese resultado beneficia a quién, dentro del partido, obtuvo la
mayor cantidad de sufragios.

Proclamación automática de la fórmula presidencial por proporción y disparidad mínimas entre


fórmulas

Art. 98: “Cuando la fórmula que resultare más votada en la primera vuelta hubiere obtenido el
cuarenta por ciento por lo menos de los votos afirmativos válidamente emitidos y, además,
existiere una diferencia mayor de diez puntos porcentuales respecto del total de los votos
afirmativos válidamente emitidos sobre la fórmula que le sigue en número de votos, sus
integrantes serán proclamados como presidente y vicepresidente de la Nación”

La segunda situación que permite prescindir de la segunda vuelta electoral constituye, como se
lo ha señalado con acierto, la fórmula argentina, pues no tiene similar en los países que han
adoptado el ballotage.

Lo cierto es que, el primer efecto que ha producido este sistema en la Argentina ha sido inclinar
hacia la gestación de alianzas al partido político que, salvo excepciones, no las concretaba.

Atribuciones del poder ejecutivo

Art. 99: “El presidente de la nación tiene las siguientes atribuciones:”

El modelo presidencial de la república a impulsos del proyecto constitucional de Juan Bautista


Alberdi, se alejó del paradigma creado por la constitución de los Estados Unidos, la cual diseñó
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un poder menos definido por las atribuciones concretas que se le otorgaban, que por las
competencias inherentes que se derivaban de aquellas.

En cambio, el presidente de la nación, tiene concedidas en la constitución un cúmulo de


atribuciones expresamente enumeradas y precisas, ninguna implícita o inherente.

Inc. 1: “Es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la
administración general del país”

El calificativo “supremo “ha dado lugar a controversias, ya que no puede significar que tiene
asignado todo el poder (prohibido por el art. 29 y la forma republicana). No obstante, se ha
interpretado que esto indica que el presidente tiene poderes implícitos de los que se deriva el
deber de actuar si, por ejemplo, ocurren graves emergencias económicas y sociales.

La jefatura suprema de la nación se refiere a la titularidad del estado federal, mediante la cual
el presidente representa al país ante los demás estados y los organismos internacionales.

Inc. 2: “Expide las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de las leyes
de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias”.

Las instrucciones y reglamentos que debe dictar el presidente tienen como finalidad la aplicación
de las leyes que lo requieran, integrando a ésta con los pormenores necesarios para su
cumplimiento y efectividad de sus objetivos.

La Corte Suprema trazó, por primera vez, los límites de esta competencia en el caso “Delfino y
Cía.” donde, respecto al anterior art. 86 inc. 2 (hoy 99 inc. 2) sostuvo “Existe una distinción
fundamental entre la delegación de poder para hacer la ley y la de conferir cierta autoridad al
poder ejecutivo o a un cuerpo administrativo a fin de reglar los pormenores y detalles necesarios
para la ejecución de aquélla. (Caso “Mate Larangeira Mendes”)

Inc. 3: “Participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las promulga y hace
publicar.

El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir
disposiciones de carácter legislativo.

Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios
previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen
materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos
por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros
que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros.

El jefe de gabinete de ministros personalmente y dentro de los diez días someterá la medida a
consideración de la Comisión Bicameral Permanente, cuya composición deberá respetar la
proporción de las representaciones políticas de cada Cámara. Esta comisión elevará su despacho
en un plazo de diez días al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento, el que de
inmediato considerarán las Cámaras. Una ley especial sancionada con la mayoría absoluta de la
totalidad de los miembros de cada Cámara regulará el trámite y los alcances de la intervención
del Congreso.”

Aquí se establece su papel de colegislador. En efecto, está atribuido para iniciar las leyes (algunas
de ellas con exclusividad, como la de presupuesto nacional y la de ministerios); las promulga y
manda a publicar. Tiene, también, competencia para vetar total o parcialmente las leyes (art.
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83) y, a partir de 1994, en determinadas circunstancias puede promulgarlas parcialmente (art.
80)

La veda legislativa establecida en el primer y segundo párrafo, opera como un control más que
pueden emplear tanto el congreso cuando examina la procedencia del D.N.U., como la corte
suprema.

Decretos de necesidad y urgencia y los controles constitucionales

La constitución los admite bajo la condición de que concurran circunstancias excepcionales que
hagan imposible seguir los trámites ordinarios previstos para la sanción de leyes. La prohibición
de dictar decretos de sustancia penal o tributaria tuvo como objetivo reforzar el principio de
legalidad asegurado en esas materias (arts. 17 y 18)

Las características necesarias de la ley regulatoria del control congresional sobre los decretos de
necesidad y urgencia.

Literalmente, el texto constitucional habilita al poder legislativo a regular el trámite, refiriéndose


a aquel que se desarrolle con posteridad a la emisión. La comisión bicameral debería estar
compuesta en un %50 por miembros de la cámara de diputados y el otro por miembros de la
cámara de senadores; elegidos, cada integrante, por los miembros de cada cámara.

Esta comisión debería evaluar: a) Si el decreto de necesidad y urgencia fue dictado en ejercicio
de las atribuciones excepcionales conferidas por la constitución; y b) Deberá también considerar
la oportunidad, el mérito y la conveniencia de las medidas adoptadas, aprobando o reprobando
la actuación del poder ejecutivo. Dicho dictamen, debería ser aprobado por una mayoría
calificada de los miembros de aquélla, la cual no tiene carácter vinculante, ya que aun aceptando
éste el decreto, cualquiera de las cámaras puede rechazarlo.

En cuanto al incumplimiento de los plazos constitucionales establecidos, si el que incumple es el


jefe de gabinete de ministros, se produciría la caducidad del decreto. En cambio, si quien
incumple es la comisión bicameral, ello autorizaría al plenario de cada cámara a avocarse al
tratamiento del decreto de urgencia, pues de lo contrario implicaría conceder carácter
vinculante al silencio de la comisión bicameral y anularía la facultad de control en cabeza del
plenario de las cámaras.

Doctrina judicial sobre los decretos de necesidad y urgencia.

El precedente “Peralta”

Antes de la reforma, la corte suprema convalidó la constitucionalidad de un decreto de


necesidad y urgencia (de sustancia legislativa) dictado en el contexto de una grave crisis
económica y social, producida por la hiperinflación. La norma convertía contratos bancarios a
plazo fijo en bonos de la deuda pública.

Al mismo tiempo, estableció varias reglas para el dictado de aquellos, exigiendo para su
procedencia: a) Una situación de grave riesgo social que pusiese en peligro la existencia misma
de la nación y el estado; b) Razonabilidad de las medidas dispuestas, en términos de. B´) relación
entre los medios elegidos por la norma y los fines de ésta; b¨) examen de la proporcionalidad de
las medidas y el tiempo de vigencia; b´´´) inexistencia de medios alternativos; c) Convalidación
del congreso, expresa o tácita.

Doctrina judicial después de 1994.


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Fallo Rodriguez

En este fallo, la corte suprema afirmo, respecto al decreto de necesidad y urgencia, que esa
norma, “como integrante del ordenamiento jurídico, es susceptible de eventuales
cuestionamientos constitucional (ante, durante o después de su tratamiento legislativo y
cualquiera fuese la suerte que corriese en ese trámite) siempre ante un caso concreto en el que
la norma cuestionada se considerase en pugna con los derechos y garantías consagradas en la
constitución. “

Así pues, según la Corte Suprema, el congreso tiene una atribución excluyente en el control de
los decretos de necesidad y urgencia, pero el tribunal, ante agravio concreto, puede ejercer
algún control

Por último, la corte suprema aseguró que la falta de ley reglamentaria del dictado de los
decretos de necesidad y urgencia no impide al presidente su emisión, pues de lo contrario
significaría tanto como bloquear una facultar atribuida a éste, directamente por la constitución.

Sin embargo, explica Gelli, que los decretos de necesidad y urgencia fueron establecidos en la
constitución como actos complejos que requieren, por lo menos, la intervención de dos órganos
de poder: el presidente que los emite y el congreso que interviene para controlarlos, control
que puede ejercer aun sin ley reglamentaria.

Fallo “Verrocchi”

En este fallo, la corte declaró la inconstitucionalidad de una de los D.N.U. y su decreto


reglamentario. En el caso se trataba de normas emitidas por el poder ejecutivo en el año 1996,
mediante las cuales se suprimían asignaciones familiares a los trabajadores con remuneraciones
superiores a mil pesos. Esta disposición estaba en contra del art. 14 de la CN y del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, sociales y culturales (art. 75, inc. 22).

Inc. 4: “Nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado por dos tercios de
sus miembros presentes, en sesión pública, convocada al efecto.

Nombra los demás jueces de los tribunales federales inferiores en base a una propuesta
vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo del Senado, en sesión pública,
en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos.

Un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario para mantener en el cargo
a cualquiera de esos magistrados, una vez que cumplan la edad de setenta y cinco años. Todos
los nombramientos de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor se harán por cinco años,
y podrán ser repetidos indefinidamente, por el mismo trámite.”

Esta constituye una de las atribuciones institucionales más importantes del presidente, ya que
participa en la conformación de uno de los poderes del estado, el que resulta más significativo
en la defensa de los derechos y garantías de las personas, y el que tiene a su cargo el control de
los excesos del poder, dando curso a la inconstitucionalidad de normas, actos y omisiones
estatales.

Nombramiento de los integrantes de la corte suprema

Salvo por el límite de edad establecido para permanecer en el cargo, si no media una nueva
designación y acuerdo, no hubo modificaciones en la designación de la corte suprema, a cargo
del poder ejecutivo. Se exigió al senado una mayoría calificada de dos tercios de los miembros
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presentes para conceder el acuerdo. Este, además, deberá presentarse en sesión pública, lo cual
opera como una garantía del control que la opinión pública puede ejercer a través de
información brindada en los medios de comunicación social.

La inamovilidad limitada de los jueces. La nulidad de esta cláusula

El art. 110 de la constitución dispone que los jueces conservan sus empleos mientras dure su
buena conducta, pero, en virtud de la norma en análisis, la garantía de inamovilidad dura hasta
que los magistrados cumplan sesenta y cinco años.

No obstante, el último párrafo del art. 99 inc. 4 fue declarado nulo por la corte suprema por
mayoría en el caso “Fayt”. El tribunal sostuvo que la modificación de inamovilidad de los jueces
no estaba incluida entre los que la ley 24. 309 declaró necesario modificar.

Inc. 5: “Puede indultar o conmutar las penas por delitos sujetos a la jurisdicción federal, previo
informe del tribunal correspondiente, excepto en los casos de acusación por la Cámara de
Diputados”.

El indulto significa el poder de perdonar la pena determinada por un juez; aunque sin borrar los
efectos del delito, con los mismos efectos, la conmutación implica el cambio de una pena por
otra pena menor. El indulto sólo procede en oportunidad de haberse dictado sentencia pasada
en autoridad de cosa juzgada, de lo contrario, se estaría afectando severamente el derecho de
defensa en juicio, ya que el indulto indicaría que la persona favorecida ha cometido un delito.

La medida se diferencia de la amnistía no sólo por el órgano que la decreta (en este caso, el
congreso) sino porque en el indulto y en la conmutación, permanecen las restantes
consecuencias de las sentencias en punto a las responsabilidades pecuniarias y a la reincidencia.

No puede indultarse o conmutarse las penas aplicadas en consecuencias de delitos comunes o


cometidos en el ejercicio del cargo que hubieren dado lugar a la destitución de los funcionarios,
mediante el juicio político.

Respecto a la jurisprudencia del indulto, puede verse el fallo “Ibáñez”; donde la corte avaló la
procedencia del indulto tanto para condenados como para procesados, argumentando que,
para la procedencia del indulto, la constitución exige causa abierta, pero no que ésta haya
alcanzado la sentencia.

Como se advierte, el indulto y la conmutación de penas, es una atribución discrecional del


presidente exenta del control judicial, en cuanto a personas y circunstancias de aplicación.

Inc. 6: “Concede jubilaciones, retiros, licencias y pensiones conforme a las leyes de la Nación”.

Esta es una atribución meramente administrativa, que reconoce su límite en el art. 125 de la CN,
según el cual las provincias se reservaron la facultad de conservar organismos de seguridad
social para los empleados públicos y los profesionales.

Inc. 7: “Nombra y remueve a los embajadores, ministros plenipotenciarios y encargados de


negocios con acuerdo del Senado; por sí solo nombra y remueve al jefe de gabinete de ministros
y a los demás ministros del despacho, los oficiales de su secretaría, los agentes consulares y los
empleados cuyo nombramiento no está reglado de otra forma por esta Constitución”

La norma caracteriza al presidencialismo argentino y su poder de decisión jurídica, en la


designación de los altos funcionarios de la administración. La competencia del ejecutivo en
punto a esos nombramientos es discrecional y está exenta del control jurisdiccional.
Resumen
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Inc. 8: “Hace anualmente la apertura de las sesiones del Congreso, reunidas al efecto ambas
Cámaras, dando cuenta en esta ocasión del estado de la Nación, de las reformas prometidas por
la Constitución, y recomendando a su consideración las medidas que juzgue necesarias y
convenientes”

Inc. 9: “Prorroga las sesiones ordinarias del Congreso, o lo convoca a sesiones extraordinarias,
cuando un grave interés de orden o de progreso lo requiera”

Inc. 10: “Supervisa el ejercicio de la facultad del jefe de gabinete de ministros respecto de la
recaudación de las rentas de la Nación y de su inversión, con arreglo a la ley o presupuesto de
gastos nacionales”.

En lo mediato, la disposición refiere a correspondencia entre el poder ejecutivo que proyecta la


ley de presupuesto nacional con la intervención del jefe de gabinete y los ministros art. 100, inc.
6); el poder legislativo que la sanciona (art. 75, inc. 8); el presidente de la nación quien puede
vetarla o promulgarla y, en este caso, debe mandarla a publicar y, otra vez, el jefe de gabinete y
el presidente de la nación supervisan la ejecución.

Inc. 11: “Concluye y firma tratados, concordatos y otras negociaciones requeridas para el
mantenimiento de buenas relaciones con las organizaciones internacionales y las naciones
extranjeras, recibe sus ministros y admite sus cónsules”

En el sistema constitucional argentino, el presidente de la nación conduce las relaciones


exteriores con los demás estados y con los organismos internacionales, ello por ser titular de la
jefatura de estado.

Entre las demás negociaciones que puede concluir el presidente de la nación, se encuentran los
llamados “acuerdos ejecutivos” que no exigen la aprobación del congreso y tienen sostén
constitucional en el art. 99 inc. 11. Estos acuerdos tienen por objeto reglamentar los tratados y
no debieran ir más allá de los términos de éstos, pero la rutina internacional ha privilegiado este
tipo de negociación, más rápida y eficaz para resolver problemas muy concretos.

Inc. 12: “Es comandante en jefe de todas las fuerzas armadas de la Nación”

Las fuerzas armadas y de seguridad de fronteras, constituyen instituciones previstas en la


constitución nacional subordinadas a la autoridad civil, quien establece los objetivos
estratégicos y tácticos, dispone su movilización y eventual entrada en combate.

En la República Argentina, la necesidad histórica de construir la unidad nacional y proveer a la


defensa común enunciados como objetivos en el preámbulo de la constitución, requirió la
nacionalización de los ejércitos y la unificación de todas las fuerzas militares bajo el mando
político del estado.

La coordinación de la jefatura militar del presidente se instrumenta por medio del Ministerio de
Defensa.

Inc. 13: “Provee los empleos militares de la Nación: con acuerdo del Senado, en la concesión de
los empleos o grados de oficiales superiores de las fuerzas armadas; y por sí solo en el campo de
batalla”

El acuerdo se requiere para los nombramientos o ascensos, pero no para la remoción y tiene
como finalidad un control amplio acerca de la idoneidad del candidato.
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Inc. 14: “Dispone de las fuerzas armadas, y corre con su organización y distribución según las
necesidades de la Nación”.

Inc. 15: “Declara la guerra y ordena represalias con autorización y aprobación del congreso”

Cabe aclarar que, después de la convención de Ginebra, los estados se han vuelto sumamente
cautos a la hora de declarar la guerra, a fin de evitar que sus acciones encuadren en los términos
de la convención y se les apliquen los controles y límites establecidos en el tratado.

Inc. 16: “Declara en estado de sitio uno o varios puntos de la Nación, en caso de ataque exterior
y por un término limitado, con acuerdo del Senado. En caso de conmoción interior sólo tiene esta
facultad cuando el Congreso está en receso, porque es atribución que corresponde a este cuerpo.
El presidente la ejerce con las limitaciones prescriptas en el artículo 23”

Esta es una competencia de excepción atribuida al presidente de la nación como acto complejo,
en el caso de ataque exterior, y como acto doblemente excepcional en el caso de conmoción
exterior, pues está precedido de esa circunstancia y del receso de las cámaras del congreso.

Es propio del congreso declarar el estado de sitio en caso de conmoción interior y aprobar o
suspender el declarado por el poder ejecutivo durante su receso.

Inc. 17: “Puede pedir al jefe de gabinete de ministros y a los jefes de todos los ramos y
departamentos de la administración, y por su conducto a los demás empleados, los informes que
crea convenientes, y ellos están obligados a darlos”

La atribución indica que el presidente conserva la titularidad de la jefatura política de la


administración, aunque su ejercicio recaiga en el jefe de gabinete y es superior jerárquico
institucional de éste y de los demás ministros (a los cuales también puede pedirle informes).

Inc. 18: “Puede ausentarse del territorio de la Nación, con permiso del Congreso. En el receso de
éste, sólo podrá hacerlo sin licencia por razones justificadas de servicio público”

Inc. 19: “Puede llenar las vacantes de los empleos, que requieran el acuerdo del Senado, y que
ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expirarán al fin de la
próxima Legislatura”

Los cargos que requieren acuerdo del senado son los referidos al poder judicial de la nación (art.
99 inc. 4); los ministros plenipotenciarios y encargados de negocios (art. 99 inc. 7) y miembros
de los grados superiores de las fuerzas armadas (art. 99 inc. 13).

Cabe aclarar que, después de creado el consejo de la magistratura, el presidente ya no puede


designar por sí solo a los integrantes de los tribunales inferiores sin participación de dicho
consejo, quien podrá hacerlo proponiendo una terna con jueces jubilados o con los que hubieren
calificado en los concursos instrumentados.

Inc. 20: “Decreta la intervención federal a una provincia o a la ciudad de Buenos Aires en caso
de receso del Congreso, y debe convocarlo simultáneamente para su tratamiento”

Dado los términos en que está redactado el art. 6 de la Constitución Nacional existían dudas
interpretativas acerca de cuál era el poder del gobierno federal con competencia para disponer
la intervención a los estados locales. Aunque la corte suprema sentó doctrina acerca de que
correspondía declarar la intervención al congreso de la nación, en los hechos muchas
intervenciones se dispusieron por decreto.
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Esa practica nociva motivó la incorporación de los art. 75 inc. 31 y 99 inc. 20.

Del Jefe de Gabinete y demás ministros del poder ejecutivo

La incorporación de la figura del jefe de gabinete fue anunciada en el proceso reformador de


1994 como un instrumento que limitaría los rasgos fuertes del sistema presidencialista
argentino.

Así, emergió una doble finalidad de la creación del jefe de gabinete de ministros. En primer lugar,
se propiciaba la instalación de un funcionario capaz de descomprimir eventuales crisis políticas
del gobierno, con el costo de sacrificar su permanencia en el gabinete, preservando la figura
presidencial. En segundo término, se buscaba aligerar la tarea administrativa que correspondía
al poder ejecutivo para que el presidente pudiera liderar los cambios.

La desconcentración de algunas atribuciones hacia el jefe de gabinete buscó la atenuación del


presidencialismo

Art. 100: “El jefe de gabinete de ministros y los demás ministros secretarios cuyo número y
competencia será establecida por una ley especial, tendrán a su cargo el despacho de los
negocios de la Nación, y refrendarán y legalizarán los actos del presidente por medio de su firma,
sin cuyo requisito carecen de eficacia”

La norma debe interpretarse en armonía con lo dispuesto en el art. 99 inc. 1, de donde surge
con claridad que el presidente conserva la titularidad de la jefatura administrativa pero no su
ejercicio con la particularidad algo inconsistente de que el presidente de la Nación resulta
responsable político por el ejercicio de competencias administrativas que realiza otro
funcionario.

Gabinete ministerial

El jefe de gabinete de ministros, los ministros secretarios, los secretarios de la presidencia de la


nación y entre los secretarios de la jefatura de gabinete de ministros, los que el jefe de gabinete
de ministros designe, constituye, en conjunto, el gabinete nacional.

Al tener el jefe de gabinete el ejercicio de la administración pública, es superior jerárquico de


los demás ministros y puede resolver los recursos jerárquicos contra las decisiones de ellos.

Inmunidad de los ministros

Dado que el jefe de gabinete y los ministros están sujetos a remoción mediante el procedimiento
del juicio político, se discutía si a éstos les alcanzaba la inmunidad de proceso penal; disponiendo
la ley 25. 320 que se los puede someter a procesos criminales.

Cabe interrogarse si están amparados por la inmunidad de expresión cuando concurren al


congreso federal a brindar los informes que prescribe el art. 106 de la CN. Lo cual fue defendido
en el fallo “Cavallo, Domingo Felipe” por la disidencia del juez Fayt.

Atribuciones del jefe de gabinete de ministros

Al jefe de gabinete de ministros, con responsabilidad política ante el Congreso de la Nación, le


corresponde:

Inc. 1 “Ejercer la administración general del país.”


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Inc. 2 “Expedir los actos y reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le
atribuye este artículo y aquellas que le delegue el presidente de la Nación, con el refrendo del
ministro secretario del ramo al cual el acto o reglamento se refiera”

La necesidad del refrendo denota la jerarquía del funcionario respecto de los otros ministros,
porque puede dictar actos y reglamentos que atañen a los departamentos del gobierno cuya
jefatura ejercen los ministros. Pero, al mismo tiempo, impone una necesaria coordinación y
acuerdo entre los integrantes del gabinete, pues si el ministro del ramo que se trate se niega a
firmar, el jefe de gabinete no puede reemplazar por sí mismo esa firma, ni suplirla por la firma
de otro ministro ni menos remover al ministro que disiente.

El instrumento por el que se expresan los actos del jefe de gabinete recibe el nombre de decisión
administrativa.

Inc. 3: “Efectuar los nombramientos de los empleados de la administración, excepto los que
correspondan al presidente”.

Inc. 4: “Ejercer las funciones y atribuciones que le delegue el presidente de la Nación y, en


acuerdo de gabinete resolver sobre las materias que le indique el Poder Ejecutivo, o por su propia
decisión, en aquellas que por su importancia estime necesario, en el ámbito de su competencia”

En realidad, las facultades que eventualmente puede delegarle el presidente son las asignadas
a los demás ministros y de ello da una pauta el propio inc. 4, al referirse a las materias que el
presidente delegue en el jefe de gabinete en acuerdo del gabinete.

Inc. 5: “Coordinar, preparar y convocar las reuniones de gabinete de ministros, presidiéndolas en


caso de ausencia del presidente”

Inc. 6: “Enviar al Congreso los proyectos de ley de ministerios y de presupuesto nacional, previo
tratamiento en acuerdo de gabinete y aprobación del Poder Ejecutivo”

Inc. 7: “Hacer recaudar las rentas de la Nación y ejecutar la ley de presupuesto nacional”

La reforma constitución ha detraído del ministerio de economía la recaudación de las rentas


públicas para ponerla en manos del jefe de gabinete quien, de todos modos, puede tener sobre
sí el control (supervisión) del ministro de economía.

Inc. 8: “Refrendar los decretos reglamentarios de las leyes, los decretos que dispongan la
prórroga de las sesiones ordinarias del Congreso o la convocatoria de sesiones extraordinarias y
los mensajes del presidente que promuevan la iniciativa legislativa”

Inc. 9: “Concurrir a las sesiones del Congreso y participar en sus debates, pero no votar”

La norma coincide con lo dispuesto en el art. 106 respecto a los demás ministros, por lo que esta
norma no hace más que extender al jefe de gabinete una atribución que desarrolla las relaciones
de cooperación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo.

Inc. 10: “Una vez que se inicien las sesiones ordinarias del Congreso, presentar junto a los
restantes ministros una memoria detallada del estado de la Nación en lo relativo a los negocios
de los respectivos departamentos”

Esta obligación se suma a la que el art. 104 les impone a los restantes ministros.

Inc. 11: “Producir los informes y explicaciones verbales o escritos que cualquiera de las Cámaras
solicite al Poder Ejecutivo”
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Inc. 12: “Refrendar los decretos que ejercen facultades delegadas por el Congreso, los que
estarán sujetos al control de la Comisión Bicameral Permanente”

Estos decretos no requieren la firma de todo el gabinete

Inc. 13: “Refrendar conjuntamente con los demás ministros los decretos de necesidad y urgencia
y los decretos que promulgan parcialmente leyes. Someterá personalmente y dentro de los diez
días de su sanción estos decretos a consideración de la Comisión Bicameral Permanente. El jefe
de gabinete de ministros no podrá desempeñar simultáneamente otro ministerio.”

La segunda disposición prohíbe que una misma persona desempeñe la jefatura de gabinete y
otro ministerio al mismo tiempo. Se quiso con ello evitar la creación de polos de poder en el
gabinete que pudieran disputarle autoridad al presidente de la nación.

Art. 101: “El jefe de gabinete de ministros debe concurrir al Congreso al menos una vez por mes,
alternativamente a cada una de sus Cámaras, para informar de la marcha del gobierno, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 71. Puede ser interpelado a los efectos del tratamiento de
una moción de censura, por el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de
cualquiera de las Cámaras, y ser removido por el voto de la mayoría absoluta de los miembros
de cada una de las Cámaras”

El art. 101 contiene una nota incipiente y parcial del parlamentismo que se une a los demás
controles que el congreso puede ejercer sobre el poder ejecutivo, a través del jefe de gabinete
de ministros. Este, al igual que los ministros, puede ser sometido a juicio político.

Los informes rendidos al congreso

Los informes previstos en el art. 101 de la CN, constituyen una rendición de cuentas periódica y
de alta frecuencia, pues está previsto que el jefe de gabinete los presente al menos una vez al
mes, alternativamente a cada cámara. Cada una de las cámaras del congreso, ha reglamentado
lo pertinente en los respectivos reglamentos internos.

La interpelación y el voto de censura

Mediante un procedimiento complejo el jefe de gabinete puede ser sometido a un voto de


censura. El mecanismo debe iniciarse con la interpelación que decida formularle cualquiera de
las dos cámaras y la censura decidirse por la mayoría absoluta de la totalidad de sus miembros.
Sólo el poder ejecutivo podría bloquearla por medio del pedido de renuncia al jefe de gabinete,
pero, si ello ocurre, el efecto de la censura se materializa de modo indirecto.

Art. 102: “Cada ministro es responsable de los actos que legaliza; y solidariamente de los que
acuerda con sus colegas.”

La responsabilidad de los funcionarios públicos es una nota del sistema republicano. Cada uno
de los integrantes del elenco gubernamental debe responder de sus actos, y debe dar respuestas
adecuadas a las obligaciones que emergen del cargo, es la denominada responsabilidad
funcional.

Los ministros están obligados a firmar los actos del presidente cuya materia concierne a sus
respectivos departamentos y no pueden rehusar ese deber. Algunos actos del presidente, como
los DNU, requieren la firma de todos los ministros.

La responsabilidad de los ministros es, en primer lugar, política. Sus desaciertos se suelen pagar
con el pedido de renuncia que efectúa el presidente de la nación; con la solicitud de un pedido
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de informes por parte del congreso federal; o, en los casos más graves, con la iniciación del juicio
político (la menos probable) mediante la acusación efectuada por la cámara de diputados de la
nación por causa de mal desempaño.

Al mismo tiempo, al firmar de decretos presidenciales o de los actos propios de la carrera


ministerial, generan responsabilidad jurídica penal, civil o administrativa, según corresponda. Si
de aquellos actos se derivan delitos, al ministro que no firma también puede caberle
responsabilidad penal por eventuales encubrimientos y por violación de los deberes de
funcionario público.

Art. 103: “Los ministros no pueden por sí solos, en ningún caso, tomar resoluciones, a excepción
de lo concerniente al régimen económico y administrativo de sus respectivos departamentos”

La competencia de los ministros emana de la constitución y de la ley de ministerios que al efecto


debe sancionar el congreso federal. En esa ley se establece el número de ministros y se delimitan
las materias respectivas a cargo de cada carrera, de acuerdo al proyecto que elabora el poder
ejecutivo (art. 100 inc. 6) si cuando inicia su administración desea modificar la estructura
ministerial.

Ahora bien, en razón de que el sistema constitucional es presidencialista, la ley de ministerios


no debe delegar atribuciones presidencialistas en los ministros, secretarios de estado, directores
generales u otros funcionarios que en definitiva se creen. En cambio, el presidente puede
imputar funciones a sus ministros y retomarlas cuando lo considere conveniente en materia
administrativa.

Art- 104: “Luego que el Congreso abra sus sesiones, deberán los ministros del despacho
presentarle una memoria detallada del estado de la Nación en lo relativo a los negocios de sus
respectivos departamentos”

Esta obligación tiene la finalidad de informar al congreso acerca del estado de cada ministerio
para que el poder legislativo ejerza los controles respectivos o proyecte nuevas leyes. En estos
casos no es necesario que el ministro concurra personalmente.

Art. 105: “No pueden ser senadores ni diputados, sin hacer dimisión de sus empleos de ministros”

La prohibición constituye una incompatibilidad propia del sistema de división de poderes en una
república presidencialista, consagrada en la constitución nacional.

Cabe aclarar que no existe impedimento jurídico para que un ministro se presente como
candidato a un cargo electivo, siempre y cuando antes de asumir el cargo deje de ser ministro.

Art. 106: “Pueden los ministros concurrir a las sesiones del Congreso y tomar parte en sus
debates, pero no votar.”

La norma está directamente relacionada con el art. 71 de la CN, denominado el de la


interpelación de los ministros del poder ejecutivo, a diferencia que en este caso los ministros
están obligados a concurrir.

Este art. Faculta a lo ministros a concurrir para explicar e informar y, por tanto, defender ante
los legisladores y convencerlos acerca de las bondades de las políticas públicas que impulse el
presidente de la nación, en orden a lograr una verdadera colaboración en la definición y
encausamiento de los problemas significativos de la sociedad.
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Art. 107: “Gozarán por sus servicios de un sueldo establecido por la ley, que no podrá ser
aumentado ni disminuido en favor o perjuicio de los que se hallen en ejercicio”

De la Auditoría General de la Nación

Art. 71: “Cada una de las Cámaras puede hacer venir a su sala a los ministros del Poder Ejecutivo
para recibir las explicaciones e informes que estime convenientes.”

Art. 85: “El control externo del sector público nacional en sus aspectos patrimoniales,
económicos, financieros y operativos, será una atribución propia del Poder Legislativo”

El examen y la opinión del Poder Legislativo sobre el desempeño y situación general de la


administración pública estarán sustentados en los dictámenes de la Auditoría General de la
Nación.

Este organismo de asistencia técnica del Congreso, con autonomía funcional, se integrará del
modo que establezca la ley que reglamenta su creación y funcionamiento, que deberá ser
aprobada por mayoría absoluta de los miembros de cada Cámara. El presidente del organismo
será designado a propuesta del partido político de oposición con mayor número de legisladores
en el Congreso.

Tendrá a su cargo el control de legalidad, gestión y auditoría de toda la actividad de la


administración pública centralizada y descentralizada, cualquiera fuera su modalidad de
organización, y las demás funciones que la ley le otorgue. Intervendrá necesariamente en el
trámite de aprobación o rechazo de las cuentas de percepción e inversión de los fondos públicos.

Defensor del pueblo

Del Defensor del Pueblo

Art. 86: “El Defensor del Pueblo es un órgano independiente instituido en el ámbito del Congreso
de la Nación, que actuará con plena autonomía funcional, sin recibir instrucciones de ninguna
autoridad. Su misión es la defensa y protección de los derechos humanos y demás derechos,
garantías e intereses tutelados en esta Constitución y las leyes, ante hechos, actos u omisiones
de la Administración; y el control del ejercicio de las funciones administrativas públicas”

El art. 86 de la Constitución Nacional se ha inclinado por un reconocimiento amplio de funciones


del defensor del pueblo, al disponer que su misión es la defensa y protección de los derechos
humanos y demás derechos, garantías e intereses tutelados en esta Constitución y las leyes,
ante hechos, actos u omisiones de la Administración; y el control del ejercicio de las funciones
administrativas públicas.

Para cumplir esta relevante misión la Constitución le ha reconocido legitimación procesal y lo ha


facultado para interponer la acción de amparo contra cualquier forma de discriminación y en lo
relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor,
así como a los derechos de incidencia colectiva en general.

Su designación y remoción

El defensor del pueblo es designado por el Congreso de la Nación con el voto de las dos terceras
partes de los miembros presentes de cada una de las cámaras.

El defensor del pueblo dura en sus funciones cinco años y puede ser reelecto por una sola vez.
Puede ser removido por el Congreso de la Nación. El art. 10 de la ley 24284 establece que son
Resumen
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causas del cese de sus funciones del defensor del pueblo: a) renuncia, b) vencimiento del plazo
de su mandato, c) incapacidad sobreviniente, d) haber sido condenado mediante sentencia
firme por delito doloso y e) notoria negligencia en el cumplimiento de los deberes del cargo o
haber incurrido en la situación de incompatibilidad prevista en la misma ley.

Si el cese se produce por renuncia o incapacidad sobreviniente, o por haber sido condenado por
delito doloso, será dispuesto por los presidentes de ambas cámaras, debiendo acreditar, en el
supuesto de incapacidad su carácter fehaciente.

En caso de que la destitución del cargo se produzca por notoria negligencia o por haber incurrido
en una situación de incompatibilidad el cese se decidirá por el voto de los dos tercios de los
miembros presentes de ambas cámaras, previo debate y audiencia del interesado.

Poder judicial

De su naturaleza y duración

Art. 108: “El Poder Judicial de la Nación será ejercido por una Corte Suprema de Justicia, y por
los demás tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el territorio de la Nación”

En virtud de la forma de estado federal dispuesta en el art. 1 de la CN y en concordancia con los


arts. 5; 75 inc. 12; 116 y 129 de la mencionada norma, la organización judicial argentina se
estructura alrededor de una competencia federal y otra local.

La Corte suprema de justicia es el único órgano creado por la constitución como parte y cabeza
del poder judicial de la nación. La ley suprema delega en el congreso federal la creación de los
tribunales, los niveles jerárquicos de éstos, la sanción de normas procesales en el ámbito federal
y la atribución y distribución de competencias judiciales, respetando las reglas establecidas en
los arts. 116 y 117.

En consecuencia, el poder judicial es un poder complejo (integrado por varios órganos)


compuesto, porque algunos tribunales son colegiados, y jerárquico pues la constitución califica
de “suprema” a la corte.

La decisión constitucional de dejar librado al criterio del congreso el número de integrantes de


la corte suprema añade tensiones adicionales al sistema de controles creado por la ley suprema
en general y al ejercicio del control de constitucionalidad en especial.

La creación de tribunales inferiores a la corte suprema de carácter permanente constituye una


obligación estatal en cabeza del poder legislativo para asegurar la garantía del juez natural.

La corte suprema de justicia, poder del estado y tribunal de resolución de conflictos.

El sistema jurídico argentino es tributario de dos tradiciones normativas. Una de ellas, la del
derecho continental codificado donde el juez es percibido como la boca que pronuncia las
palabras de la ley y debe resolver conflictos interpretando las normas vigentes. La otra, el judicial
es designado y estructurado como uno de los poderes del estado.

En el cruce de ambas tradiciones, la corte suprema de justicia de la nación es, en la República


Argentina, cabeza en plenitud de uno de los poderes del estado. Y ello pese a las modificaciones
de la CN en la reforma de 1994, a saber: a) Delegar las atribuciones disciplinarias y de
administración de recursos al consejo de la magistratura; y b) Establecer una jurisdicción
internacional, a través de la constitucionalización del Pacto de San José de Costa Rica.
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Der. Constitucional del Poder Cat. A Sosa Ivo Benjamín
La corte suprema sigue siendo el tribunal en el que se dirimen, en última instancia, los alcances
de las garantías constitucionales y el órgano superior del poder jurisdiccional en el orden
interno. La corte misma se atribuyó a sí misma esa condición preeminente, sentando la doctrina
en virtud de la cual, como cabeza de uno de los poderes del estado, poseía facultades implícitas
para cumplir con el objetivo preambular de afianzar la justicia.

Art. 109: “En ningún caso el presidente de la Nación puede ejercer funciones judiciales, arrogarse
el conocimiento de causas pendientes o restablecer las fenecidas”

La norma asegura una especial y estricta división de poderes entre el judicial y el ejecutivo, a fin
de conservar la vigencia de la garantía del juez natural, asegurando la defensa de la persona y el
patrimonio, ante jueces independientes. En el mismo sentido, el art. 29 de la CN prohíbe al poder
legislativo la concesión de facultades extraordinarias al ejecutivo.

La contundencia de la disposición es tal que ni siquiera durante la vigencia del estado de sitio
puede el presidente condenar por si ni aplicar penas. Se trata, en suma, de neutralizar todo
intento de instaurar una dictadura legal mediante el empleo de la facultad para indultar
personas.

Por otro lado, la constitucionalidad de la jurisdicción administrativa aun con control judicial
suficiente, es decir, con cabal revisión de los hechos y el derecho implicado, encuentra en el art.
Otra limitación. Así, establece doctrina jurisprudencial que “el control judicial del acto
administrativo está ceñido a su legitimidad y no a su oportunidad, mérito o conveniencia (…)
cuando se trata de actos dictados en ejercicio de atribuciones discrecionales” (fallo “industria
maderera Lanín”)

La jurisdicción administrativa, los derechos personales y los intereses de la sociedad: la clausura


de establecimientos comerciales

La defensa de las resoluciones administrativas que afectan derechos personales, fundadas en


los intereses de la comunidad entera, suele ser esgrimida en materia tributaria.

Aunque el principio de revisión judicial suficiente no admite réplica posible, los intereses de la
sociedad a que el estado sea eficiente en la percepción de impuestos son también legítimos.

Sin embargo, resulta claro que el conflicto de valores e intereses no puede resolverse afectando
principios constitucionales (de la división de poderes) ni derechos personales a la defensa en
juicio. Así fue sostenido por la Corte Suprema en el fallo “Elías, falife” donde sostuvo que “el
hecho de que la administración obrase en ejercicio de facultades discrecionales, de modo alguno
impide el control judicial suficiente de sus actos a que obliga el principio de separación de
poderes, tanto más en una causa de sustancia penal administrativa”. En el caso se impugnaba
la constitucionalidad de una cláusula preventiva, dispuesta sobre un comercio por la secretaría
de industria y comercio y en aplicación de la ley de abastecimientos.

El problema de la mediación obligatoria

Los medios alternativos de solución de conflictos no violan ningún principio ni valor


constitucional ni afectan derechos personales, excepto que el estado incumpla su obligación de
prestar el servicio de administración de justicia. La corte suprema declaró por mayoría la
constitucionalidad del régimen de mediación obligatoria, estatuido por la ley 24. 573 (Fallo
“Baterías Sil-Dat S.R.L. c/ Barbeito, Walter s/Sumario), toda vez que el mediador no ejerce
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función jurisdiccional ni administrativa, sino de acercamiento entre las partes; y que el
justiciable tiene el deber de comparecer, pero no de permanecer en el proceso de mediación.

Art. 110: “Los jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores de la Nación conservarán
sus empleos mientras dure su buena conducta, y recibirán por sus servicios una compensación
que determinará la ley, y que no podrá ser disminuida en manera alguna, mientras
permaneciesen en sus funciones”

En las democracias constitucionales la función judicial es una atribución estatal exclusiva. Ese
deber estatal está directamente relacionado con las garantías del debido proceso adjetivo,
aseguradas en el art. 18 de la CN. Pero, aquella garantía jurisdiccional exige, según mandato del
preámbulo de la constitución y doctrina elaborada al respecto por la corte suprema, asegurar la
justicia; es decir, resulta necesario dictar sentencias justas y, tal requerimiento demanda un
poder judicial independiente e idóneo, alejado de las presiones político-partidarias y de los
factores de poder económicos y sociales.

Así, la inamomividlidad de los jueces como la intangibilidad de sus remuneraciones constituyen


sendas garantías de la función.

Inamovilidad de los jueces

Conforme al art. 110, los jueces de la Corte Suprema de los tribunales inferiores conservarán sus
empleos mientras dure su buena conducta. Ello significa agregar una nueva cláusula de
remoción, la de mala conducta, a las de mal desempeño, delito en el ejercicio de sus funciones
y crímenes comunes, enumeradas en el art. 53 de la CN como causal de procedencia del juicio
político de los integrantes de la corte suprema. En “Don Francisco Bilbao” la corte suprema dijo
que el art. 53 dispone que sólo la cámara de diputados ejerce el derecho de acusar ante el
senado a los miembros de los tribunales inferiores de la nación.

Así pues, las exigencias éticas a los jueces son mayores que las reclamadas a los demás
funcionarios, lo cual implica un reconocimiento de la alta tarea de juzgar, siendo, más que un
peso, un honor adicional.

La inamovilidad comprende tanto la permanencia del magistrado en la función judicial como el


grado y la sede de su juzgado.

Art. 111: “Ninguno podrá ser miembro de la Corte Suprema de Justicia, sin ser abogado de la
Nación con ocho años de ejercicio, y tener las calidades requeridas para ser senador”

Esta norma hace de la corte un tribunal de derecho y excluye la posibilidad de su integración por
legos o no letrados. Además, el candidato deberá tener como mínimo treinta años de edad, y
por lo menos, seis años de ciudadanía de la nación, excepto para el presidente de la corte quien
debe ser argentino nativo o por opción pues, por estar en la línea de sucesión presidencial, debe
cumplir con ese requisito.

Art. 112: “En la primera instalación de la Corte Suprema, los individuos nombrados prestarán
juramento en manos del Presidente de la Nación, de desempeñar sus obligaciones,
administrando justicia bien y legalmente, y en conformidad a lo que prescribe la Constitución. En
lo sucesivo lo prestarán ante el presidente de la misma Corte”

El art. 112 es otra fuente del principio de legalidad (la corte debe aplicar la ley) y de calificación
de la administración pública (debe administrarla bien) dando, con ello, otro fundamento al
control de las denominadas sentencias arbitrarias que administran mal la justicia.
Resumen
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La atribución de elegir al presidente de la corte corresponde a ésta misma, que también
determinará el modo y el plazo de duración en el ejercicio de la presidencia por parte del
designado. Es ésta una atribución discrecional del tribunal.

Art 113: “La Corte Suprema dictará su reglamento interior y nombrará a sus empleados”

La corte mantiene la facultar reglamentaria sobre su propia estructura y organización funcional


como cabeza de uno de los poderes del estado. La defensa de ésta atribución, el alcance de la
misma y, al mismo tiempo, la delimitación de competencias con el consejo de la magistratura
fue sostenidas por el tribunal en su acordada 1/2000.

El Consejo de la Magistratura

Art. 114: “El Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su cargo la selección de los
magistrados y la administración del Poder Judicial.

El Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio entre la


representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas
las instancias y de los abogados de la matrícula federal. Será integrado, asimismo, por otras
personas del ámbito académico y científico, en el número y la forma que indique la ley.

Serán sus atribuciones:

1. Seleccionar mediante concursos públicos los postulantes a las magistraturas inferiores.

2. Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los magistrados de los


tribunales inferiores.

3. Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de


justicia.

4. Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados.

5. Decidir la apertura del procedimiento de remoción de magistrados, en su caso ordenar la


suspensión, y formular la acusación correspondiente.

6. Dictar los reglamentos relacionados con la organización judicial y todos aquellos que sean
necesarios para asegurar la independencia de los jueces y la eficaz prestación de los servicios de
justicia.

La incorporación del consejo de la magistratura al sistema judicial argentino fue precedida de


un largo debate. La necesidad de sanear y hacer más eficaz la designación de magistrados y la
remoción de los jueces, apartándolas de consideraciones y disputas político-partidarias
aportaban buenas razones para establecer el organismo.

El consejo de la magistratura y el jurado de enjuiciamiento fueron creados para despolitizar los


nombramientos y destituciones de magistrados y para desembarazar al poder judicial de las
tareas no ligadas directamente con la función jurisdiccional.

Naturaleza del consejo de la magistratura


Resumen
Der. Constitucional del Poder Cat. A Sosa Ivo Benjamín
Por su ubicación en el texto constitucional, el consejo de la magistratura forma parte del poder
judicial, desde luego sin funciones jurisdiccionales. Así fue también establecido en la ley 24.937
reglamentaria de los arts. 114 y 115.

El problema fundamental que plantea la naturaleza del consejo es el que deriva de sus complejas
relaciones con la corte suprema y la delimitación y alcance de las competencias que le otorgó la
constitución a aquel organismo y de las que reservó en cabeza del tribunal

Relaciones entre la corte suprema y el consejo de la magistratura

Ya antes de la sanción de la ley reglamentaria del consejo de la magistratura, la doctrina


coincidió acerca de que la corte suprema conservaba incólume la jefatura del poder judicial, que
no comparte en tanto órgano jurisdiccional, con aquel consejo.

La prudencia legislativa sobre el punto no cerró la polémica en torno al alcance del inc. 6 del art.
114 en relación a lo dispuesto por el art. 113. En efecto, en la primera de las normas
mencionadas atribuye al consejo el establecimiento de los reglamentos relacionados con la
organización judicial y todos aquellos que sean necesarios para asegurar la independencia de los
jueces y la eficaz prestación de los servicios de justicia. Por su parte, el art. 113 dispone que la
corte suprema dictará su reglamento interior y nombrará a sus empleados.

Las necesidades de armonizar ambas disposiciones indican que la superintendencia de la corte


suprema ha quedado restringida a los funcionarios y empleados de la Corte suprema. Aunque
no fue peste el criterio seguido por la misma.

El art. 114

La disposición recibió muchas críticas, por todo lo que acordaba al consejo, sustrayéndolo al
poder judicial y por las cuestiones que dejó al congreso federal.

Acerca de la integración del organismo, la norma constitucional proporciona pautas y criterios


generales y una imposición específica: el consejo se integrará periódicamente. Ello implica, por
lo tanto, que sus miembros no gozan de la inamovilidad que se garantiza a los magistrados
judiciales.

La disposición constitucional impone la integración del consejo con representantes de los


órganos políticos resultantes de la elección popular; de los jueces de todas las instancias; de los
abogados de la matrícula federal y de otras personas del ámbito académico y científico. Como
se advierte, se dejó a criterio de los legisladores la determinación del número de integrantes del
consejo; el establecimiento de un determinado equilibrio entre la representación de los distintos
sectores; la cantidad y calidad de las personas del ámbito académico y científico; los requisitos
generales de los componentes del consejo; los métodos de elección, la duración de su mandato
y las remociones.

Estructura del consejo de la magistratura

La ley reglamentaria estructuró un consejo compuesto por veinte miembros, y presidido por el
presidente de la corte suprema de justicia de la nación. Lo integran cuatro jueces del poder
judicial; ocho legisladores; cuatro representantes de los abogados de la matrícula federal; un
representante del poder ejecutivo y dos representantes del ámbito académico y científico.
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De los legisladores, cuatro son senadores y cuatro diputados elegidos por el presidente de cada
cámara a propuesta de los respectivos bloques partidarios, correspondiendo dos al bloque con
mayor representación legislativa, uno por la primera minoría y otro por la segunda minoría.

Como exigencias generales para integrar el consejo de la magistratura, la ley impuso las mismas
condiciones que para ser elegido juez de la corte suprema de justicia de la nación.

La norma atribuyó al pleno consejo de la magistratura, la remoción de sus integrantes por las
causales de mal desempeño o comisión de delito, durante el ejercicio de sus funciones.

Funcionamiento

El consejo de la magistratura funciona en plenario, con un quórum de doce integrantes y por


mayoría absoluta de sus miembros presentes, salvo que se requiera una mayoría especial. El
pleno del cuerpo dicta su propio reglamento general y aprueba o rechaza los proyectos de
resolución de las respectivas comisiones.

Atribuciones

 Selección de los magistrados

Según lo establecido en la norma constitucional, corresponde al consejo la atribución de elevar


al poder ejecutivo, una terna vinculante de candidatos para que el presidente de la nación elija
entre los propuestos y envíe la designación al senado nacional, a fin de que éste proceda a emitir
el acuerdo o rechace al candidato.

Dado que la terna es vinculante, el poder ejecutivo se encuentra compelido a designar a uno de
los tres candidatos propuestos.

 Funciones disciplinarias

Las faltas disciplinarias de los magistrados, por cuestiones vinculadas a la eficaz prestación del
servicio, se cometen por: a) Infracciones a las normas legales y reglamentarias, en materia de
incompatibilidades y prohibiciones a la magistratura judicial; b) falta a la consideración y respeto
debidos a los otros magistrados; c) el tato incorrecto a los abogados, peritos, auxiliares de la
justicia o litigantes; d) los actos ofensivos al decoro de la función judicial o que comprometan la
dignidad del cargo; e) el incumplimiento reiterado de las normas procesales y reglamentarias; f)
La inasistencia reiterada a la sede del tribunal o el reiterado incumplimiento del horario de
atención; g) la falta o negligencia en el cumplimiento de sus deberes y las obligaciones
establecidas en el reglamento para la justicia nacional.

Las sanciones previstas son las de advertencias, apercibimiento y multa de hasta el 30% de sus
haberes. Las impone el pleno, previo dictamen de la comisión de disciplina, y la decisión es
apelable ante la CSJN, aunque el recurso debe interponerse y fundarse ante el consejo.

 Acusación de magistrados

De acuerdo a la reforma constitucional de 1994, el procedimiento de remoción de magistrados


inferiores a los integrantes de la CSJN se inicia con la actuación de la comisión de acusación.
Ésta, conforme al reglamento general del consejo de la magistratura, estará integrada por cuatro
diputados, un senador y dos abogados.

La operatividad y eficacia del consejo de la magistratura, a través de su comisión de acusación


en la puesta en marcha del proceso de remoción de magistrados, se evidencia en los efectos
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inmediatos que tal actuación puede producir en el ánimo de los jueces denunciados, llevándolos
a renunciar. La aceptación de la renuncia por parte del poder ejecutivo clausura el
procedimiento de remoción, sin que ello obste a la continuación de las causas ordinarias que
pudieren corresponder.

 Administración del poder judicial

Uno de los primeros reconocimientos sobre el alcance de la competencia del consejo de la


magistratura para administrar el poder judicial provino del defensor del pueblo de la nación, que
en la exhortación que efectuó a la corte suprema en el fallo “Frías Molina, Nélida s/demora en
que incurre la CSJN para expedirse en relación al recurso que se interpusiera por el reajuste de
su haber jubilatorio) entendió que lo relacionado con la eficaz y pronta administración de justicia
para la resolución de los conflictos y la garantía de los derechos era resorte del consejo de la
magistratura, lo cual, obviamente, compromete la actividad reglamentaria.

 Competencias reglamentarias

La atribución reglamentaria, junto con la de administración del poder judicial que la constitución
acordó al consejo de la magistratura, es una de las más conflictivas y delicadas.

Conforme a la ley reglamentaria, el pleno del cuerpo debe dictar el reglamento general del
consejo de la magistratura, los reglamentos para la administración del poder judicial y los
complementarios de las leyes procesales (art. 7); toma conocimiento del presupuesto para el
poder judicial y le realiza observaciones para su consideración por la corte suprema, y el de
organización y funcionamiento de la escuela judicial.

Jurado de enjuiciamiento

Art. 115: “Los jueces de los tribunales inferiores de la Nación serán removidos por las causales
expresadas en el Artículo 53, por un jurado de enjuiciamiento integrado por legisladores,
magistrados y abogados de la matrícula federal.

Su fallo, que será irrecurrible, no tendrá más efecto que destituir al acusado. Pero la parte
condenada quedará no obstante sujeta a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante
los tribunales ordinarios.

Corresponderá archivar las actuaciones y, en su caso, reponer al juez suspendido, si


transcurrieren ciento ochenta días contados desde la decisión de abrir el procedimiento de
remoción, sin que haya sido dictado el fallo.

En la ley especial a que se refiere el Artículo 114, se determinará la integración y procedimiento


de este jurado.”

La disposición constitucional es aplicable solamente a los magistrados inferiores de la nación. EL


procedimiento llevado a cabo por el jurado de enjuiciamiento puede diferir del establecido en
el reglamento del senado para la eventual remoción de los miembros de la corte suprema, pero
las causales de remoción son las mismas.

Estructura del jurado de enjuiciamiento

La constitución sólo determina su composición con legisladores, magistrados y abogados de la


matrícula federal, dejando a la reglamentación que al efecto dicte el congreso, el número de
integrantes de cada sector, el modo de elección de ellos; y el funcionamiento del jurado.
Resumen
Der. Constitucional del Poder Cat. A Sosa Ivo Benjamín
La ley 24. 397 dispuso la constitución del jurado con tres jueces (un ministro de la corte suprema
y dos jueces de cámaras, en ambos casos elegidos por sus pares) tres legisladores (un senador
por la mayoría, un senador por la minoría y un diputado por la mayoría) y tres abogados, dos en
representación de la federación argentina de colegios para abogados y uno por el colegio público
de abogados de la capital federal.

Los integrantes del jurado duran en sus cargos cuatro años y pueden ser reelegidos en forma
inmediata por una vez.

La naturaleza política del juicio de remoción de magistrados judiciales

En sentido riguroso, la remoción no persigue una sanción al magistrado sino preservar la función
jurisdiccional y cumplir con el deber estatal de proveer el servicio de justicia mediante la
actuación de jueces sabios y probos.

Existe acuerdo doctrinario acerca de que el juicio político no es de naturaleza penal. Tiene por
objeto resguardar incólume la función jurisdiccional de quienes, investidos del cargo, lo
desnaturalizan por el modo en que lo desempeñan o la manera en que actúan en la función, o
en la relación social y aun en la vida privada.

Así, la finalidad del juicio político es la protección de los intereses públicos contra el peligro u
ofensa que representan el abuso de poder oficial, el descuido de las obligaciones funcionales o
la conducta incompatible con la dignidad del cargo.

Causales de remoción

 Mal desempeño

Esto no incluye las interpretaciones que los jueces hagan de las normas jurídicas o sus criterios
u opiniones vertidos en sus fallos, tampoco el error es causal de remoción de los magistrados
judiciales. En efecto, el error de derecho está previsto en el sistema judicial y para remediarlo
existen vías recursivas a fin de revisar y enmendar, si correspondiere, las decisiones de los
magistrados. (Fallo “Bustos Fierro)

En cambio, configuró causal de mal desempeño la conducta de una magistrada quien estableció
“una operatoria sistemática en el juzgado a su cargo, por la cual hacía insertar en los registros y
en las estadísticas, información falsa en cuanto a la cantidad de sentencias dictadas,
efectuándose a tal fin una doble registración de expedientes” (Fallo “Torres Nieto, Mirta Carmen
s/pedido de enjuiciamiento”) (Ver también “Leiva, Luis Alberto s/pedido de enjuiciamiento”).

 Mala conducta

La fuente directa de la obligación de los magistrados de mantener buena conducta es la


constitución nacional. Por ello, no pueden interpretarse de modo restrictivo las prohibiciones
dispuestas en los reglamentos de organización judicial en tanto estas normas establecen actos
vedados para los magistrados.

Las acciones configurativas de mala conducta pueden ser generales; evidenciar un patrón de
conducta o constituir un solo acto que por su importancia afecte severamente el interés público
en que los jueces sean respetados y se confíe en ellos.

Procedimiento y etapas en el juicio de remoción


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Se inicia con la acusación formal del consejo de la magistratura decidida por los dos tercios de
los miembros presentes, asegurado el quórum de doce miembros. De la acusación y la prueba
se da traslado al magistrado por el término de diez días; la causa se abre a prueba por el término
de 30 días, prorrogables ante petición expresa y fundada de las partes; la prueba será
sustanciada en un debate oral y público; las partes deben producir los informes finales y, por
último, el jurado deberá emitir el fallo que será leído también en audiencia pública.

Efectos del fallo

El art. 115 dispone que el fallo será irrecurrible y que no tendrá más efecto que la destitución
del acusado, aunque el juez removido puede ser sometido a juicio ante los tribunales ordinarios.

De todos modos, la corte suprema como intérprete final de la constitución podría revisar las
eventuales violaciones a la defensa y absteniéndose de examinar el criterio de destitución.

La renuncia del magistrado presentada durante la sustanciación del proceso de remoción y


aceptada por el poder ejecutivo en uso de las atribuciones constitucionales del presidente de la
nación, cancela definitivamente las actuaciones de la remoción.

Atribuciones del poder judicial

Art. 116: “Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Nación, el


conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución,
y por las leyes de la Nación, con la reserva hecha en el inc. 12 del Artículo 75: y por los tratados
con las naciones extranjeras: de las causas concernientes a embajadores, ministros públicos y
cónsules extranjeros: de las causas de almirantazgo y jurisdicción marítima: de los asuntos en
que la Nación sea parte: de las causas que se susciten entre dos o más provincias; entre una
provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia
o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero”

Las atribuciones del poder judicial federal están establecidas en los arts. 116 y 117 de la CN.
Dado que la República Argentina es un país federal, existen dos órdenes jurisdiccionales. El local,
de los estados federados y que comprende al poder judicial de las provincias y al de la ciudad
Autónoma de Buenos Aires. En la delegación de facultades que los entes locales hicieron al
constituir el estado crearon, también, el poder judicial federal y le atribuyeron competencias.

Así, el art. 116 define las causas delegadas por las provincias para que sean resueltas por los
órganos jurisdiccionales del estado federal. En cambio, el art. 117 destila y recorta del anterior
una especie dentro del género de competencia judicial federal, la que corresponde ejercer de
manera originaria y exclusiva a la corte suprema.

En 1860, la reforma constitucional de entonces suprimió de la jurisdicción federal la resolución


de los conflictos entre los diferentes poderes públicos de una misma provincia. Ésta, buscó
eliminar dos peligros: por un lado, la desnaturalización del poder judicial nacional; y por el otro,
la destrucción de las constituciones provinciales. (Sobre este punto ver fallos “Carlos H. Perette”-
Fallo “Jorge Carlos Díaz García”)

Aunque, si resulta la posibilidad de un control en caso de encontrarse comprometida la forma


republicana de gobierno o la defensa en juicio (Fallo “Magín Suárez, Luis”)

La CSJN tiene: a) Competencia ordinaria por apelación (art. 116) según la reglamentación que al
efecto dicte el congreso federal (art. 117); b) Competencia extraordinaria por apelación (arts.
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116 y 117 de la CN y arts. 14, 15 y 16 dela ley 48); y, c) competencia originaria y exclusiva (art.
117).

La competencia federal ordinaria

La competencia ordinaria de la CS derivada del art. 116 lo es siempre por apelación. En


consecuencia, corresponde intervenir cuando de esa materia se trate, en principio a los
tribunales inferiores.

La competencia judicial federal comprende:

a) Todas las causas que versen sobre puntos regidos por la constitución. De esta
competencia ha derivado el control de constitucionalidad
b) Causas regidas por las leyes de la nación, con excepción de la reserva hecha en el art. 75
inc. 12: La excepción se refiere a los códigos sustantivos, de minería o de fondo (Civil,
penal, de minería y del trabajo) y a las leyes que se refieran a esas materias, que los
hayan ampliado o modificado por normas posteriores.
c) Las causas que versen sobre tratados con las potencias extranjeros. Pero si los tratados
forman parte de la normativa común, en razón de materia, corresponde intervenir a la
justicia local.
d) Causas de almirantazgo y jurisdicción marítima
e) Asuntos en los que la nación sea parte: La expresión debe entender en el sentido
“Cuando el estado federal sea parte”. Incluye los órganos de todos los poderes del
estado; los organismos descentralizados y entidades autárquicas.
f) Causas de vecindad: En esta parte del art. 116 se enuncia dentro de la competencia
federal, la que luego en el art. 117 se define como de competencia originaria y exclusiva
de la corte. También se dispone la competencia federal a cargo de tribunales inferiores
en las contiendas entre vecinos de diferentes provincias.
g) Causas de extranjería: Está prevista para conflictos entre: 1) Vecinos de una provincia y
un ciudadano extranjero; 2) Vecinos de una provincia y un estado extranjero.

Competencia extraordinaria de la corte suprema

La competencia extraordinaria de la corte suprema en ejercicio del control de constitucionalidad


deriva del art. 116 en tanto esta norma dispone que corresponde a ésta y a los demás tribunales
inferiores de la nación el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos
regidos en la constitución; también del art. 31 que establece la supremacía constitucional; y del
art. 75 inc. 22.

Por su lado, la ley 48 creó el recurso extraordinario federal mediante el cual es posible a la CSJN,
en última instancia, ejercer el control de constitucionalidad de normas y actos estatales
contrarios a la ley suprema, en grado de apelación y ante petición de parte interesada.

En sentido a los esfuerzos por armonizar aquel control con el principio de la división de poderes
y con el resguardo de la legitimidad democrática, la corte suprema adoptó la doctrina de las
cuestiones no judiciables, por ejemplo, en el precedente “Cullen vs. Llerena”; en el caso, el
tribunal sostuvo que no debía examinar el procedimiento de sanción de leyes porque ese
proceso era una cuestión privativa de las cámaras del congreso.

Requisitos del recurso extraordinario federal


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El instrumento procesal del control de constitucionalidad se denomina recurso extraordinario
federal. Los requisitos ya han sido estudiados en la materia “Derecho Constitucional Derechos,
Deberes y garantías”.

Declaración de inconstitucionalidad de oficio

En la República Argentina pueden señalarse dos momentos relevantes en la jurisprudencia de la


Corte Suprema, acerca del control de constitucionalidad sin petición de parte.

El primero de ellos, en 1941, marco la regla en virtud de la cual no cabía a la corte suprema
declarar una inconstitucionalidad de oficio. La regla fue establecida en “S. A. Ganadera Los
Lagos”, sosteniéndose en: a) La categoría de poder de la organización judicial, condicionada a
que no le sea dado controlar por propia iniciativa los actos legislativos o los decretos de
administración; y b) en la indispensable existencia de un pleito, de una cuestión que proporcione
a los jueces la oportunidad de examinar, a pedido de alguno de los litigantes, si una ley o decreto
se conforman a la constitución nacional.

El segundo, es el caso “Mill de Pereyra” donde la CSJN, por mayoría, examinó la


constitucionalidad de la ley de convertibilidad, pero el tribunal rechazó la mencionada
impugnación. Más allá del rechazo, se estableció la procedencia de la inconstitucionalidad de
oficio bajo los siguientes parámetros: a) Que no exista ningún otro medio para la solución
adecuada del juicio; b) que no se trate de una declaración en abstracto, sino en un caso o
conflicto contencioso; c) Que produzca efecto en la causa pues esa declaración no tiene efecto
derogatorio de la norma en cuestión.

Competencia originaria y exclusiva de la CSJN

Art. 117: “En estos casos la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción por apelación según las reglas
y excepciones que prescriba el Congreso; pero en todos los asuntos concernientes a embajadores,
ministros y cónsules extranjeros, y en los que alguna provincia fuese parte, la ejercerá originaria
y exclusivamente”

El art. 117 de la CN delega en el congreso federal la atribución para reglamentar la competencia


apelada de la corte suprema en materia federal. Ello significa que el poder legislativo puede
crear las diferentes instancias judiciales y distribuir la competencia federal entre los tribunales
inferiores en razón de materias, personas y lugar, y disponer las excepciones al principio de
apelación ordinaria ante la corte suprema, por ejemplo, por causa de monto de la controversia.

También compete al congreso la regulación de la competencia extraordinaria por apelación.


Atribución que el congreso ha ejercido al sancionar la ley 48, las normas procesales de
interposición y sustanciación del recurso extraordinario federal, o la ley 23. 774 de creación del
certiorari.

El recurso por salto de instancia

Mediante creación pretoriana, esto es, sin ley que lo autorizara, la corte suprema habilitó el
recurso por salto de instancia inaplicando uno de los requisitos propios del recurso
extraordinario federal. Por ej.: en el caso “Dromi”, en el que se discutía la privatización de la
compañía de aviación Aerolíneas Argentina, basándose en la gravedad institucional y al interés
general en que la cuestión se resolviera inmediatamente.

La competencia originaria y exclusiva de la corte suprema


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La competencia originaria y exclusiva de la corte suprema, está taxativamente establecida en el
art. 117 de la CN. Cabe, no obstante, preguntarse si de algún modo el congreso puede
reglamentarla y, en caso afirmativo, con qué alcance.

Acerca del problema, la CSJN tuvo ocasión de pronunciarse en el fallo “Sojo”, donde sostuvo que
“no es dado a persona o poder alguno ampliar o extender los casos en que la corte suprema
ejerce jurisdicción exclusiva y originaria por mandato imperativo de la constitución”, y, más
adelante “la jurisdicción originaria y exclusiva de la corte, no está sujeta a las excepciones que
pueda establecer el congreso; limitada como está, no puede ser ampliada ni restringida; la que
está sujeta a reglamentación, es la jurisdicción apelada, que puede ser ampliada y restringida
por ley, según la organización y reglamentación de los tribunales inferiores, tanto respecto de
cuestiones de hecho como de derecho”.

Los casos de competencia originaria y exclusiva de la corte suprema

Asuntos concernientes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros

Cabe aclarar, en primer lugar, que las personas indicadas gozan de inmunidad de jurisdicción en
el estado argentino, en razón de representar a estados extranjeros; pero pueden aceptar
expresa o implícitamente la jurisdicción de la República Argentina, en cuyo caso, la cuestión es
competencia originaria y exclusiva de la corte suprema.

El decreto ley 1285/58 reglamentó el alcance y recaudos de esta competencia en el art. 24; éste,
considera causa concernientes a embajadores o ministros plenipotenciarios extranjeros, las que
conciernan directamente por debatirse en ellas derechos que les asisten, o porque
comprometen su responsabilidad, así como las que en la misma forma afecten a las personas de
su familia o al personal de la embajada o legación que tenga carácter diplomático, y causas
concernientes a los cónsules extranjeros, seguidas por hechos o actos cumplidos en el ejercicio
de sus funciones propias, siempre que en ellas se cuestione su responsabilidad civil o criminal´.

Asuntos en los que alguna provincia fuese parte

De acuerdo a la reglamentación del ya mencionado art. 24, corresponde la competencia federal


en los casos en que una provincia sea parte con otra provincia; en los casos civiles entre una
provincia y algún vecino o vecinos de otra; entre una provincia y ciudadanos o súbditos
extranjeros; y en aquellos que versen entre una provincia y un estado extranjero.

Juicio por jurado

Art. 118: “Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del derecho de acusación
concedido a la Cámara de Diputados se terminarán por jurados, luego que se establezca en la
República esta institución. La actuación de estos juicios se hará en la misma provincia donde se
hubiere cometido el delito; pero cuando éste se cometa fuera de los límites de la Nación, contra
el derecho de gentes, el Congreso determinará por una ley especial el lugar en que haya de
seguirse el juicio”

Los constituyentes atribuyeron al congreso federal el establecimiento de juicios por jurados. Ello
implica que la ley del congreso debe organizar las reglas de composición y número de los
jurados; el funcionamiento de éstos; los requisitos necesarios para integrarlos; las mayorías
exigidas para obtener la decisión. Pero la aplicación de la ley, la instalación de los jurados, el
examen de los requisitos que deben tener los ciudadanos que integren el jurado, son de
competencia local y deben funcionar bajo el control de los magistrados locales y con la actuación
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del ministerio público también local en cada una de las respectivas jurisdicciones, según donde
se hubiere cometido el delito.

Art. 119: “La traición contra la Nación consistirá únicamente en tomar las armas contra ella, o
en unirse a sus enemigos prestándoles ayuda y socorro. El Congreso fijará por una ley especial la
pena de este delito; pero ella no pasará de la persona del delincuente, ni la infamia del reo se
transmitirá a sus parientes de cualquier grado”

Ministerio público

Art. 120: “El Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía
financiera que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad
de los intereses generales de la sociedad en coordinación con las demás autoridades de la
República.

Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor general de la Nación y los
demás miembros que la ley establezca.

Sus miembros gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones.”

Ante la necesidad de limitar la acumulación de poder en el ejecutivo y de garantizar la


independencia y eficacia en el servicio de justicia resultaba operativo un ministerio público
independiente. Para establecerlo, la reforma constitucional dispuso las características del
mismo.

La constitución diseñó un ministerio público bicéfalo, con atribuciones propias de defensa de la


legalidad, ejercida en todo tipo de proceso judicial, que incluye la actuación en casos en que se
cuestionase la constitucionalidad de leyes y decretos. También se le reconoció la defensa de los
intereses generales de la sociedad y de los pobres, ausentes e incapaces, a través del defensor
general.

La importancia del órgano se repara en el control que éste puede ejercer sobre los detentadores
del poder político (persiguiendo, por ejemplo, la corrupción administrativa mediante el empleo
de la persecución penal) y sobre sus eventuales asociados del poder económico, haciendo lo
propio con los delitos de esa índole

Respecto a la naturaleza de este órgano, los convencionales coincidieron en establecerlo como


un órgano extrapoder, al margen de los poderes clásicos, pero en relación con el poder judicial.

Es opinión de Gelli que el ministerio público constituye un cuarto órgano de poder.

Sea un órgano extrapoder o un cuarto poder, lo sustantivo es el grado de independencia con el


que cuente el ministerio público, frente a los poderes políticos, para tomar sus propias
decisiones.

El art. 120 constituye un caso de norma directamente operativa y autoaplicable. Si el congreso,


al dictar la norma reglamentaria, limitara de algún modo la independencia del mismo, quedará
expedito al control de constitucionalidad.

Unidad III

Participación de la sociedad – Derecho Comparado

Participación de la sociedad en la actividad estatal


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Alcances

El art. 1 de la Constitución nacional declara adoptada la forma “representativa… según lo


establece la presente constitución”. El art. 22 añade “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por
medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada
o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste,
comete delito de sedición.”

El sistema, antes de la reforma de 1994, era, entonces, básicamente representativo y muy


escasamente participativo. La expresión constitucional de que el pueblo gobierna por medio de
sus representantes puede ser engañosa, en el sentido que haga suponer que es el pueblo quien
efectivamente se gobierna. En realidad, éste sólo elige a muchos de los que gobiernan,
atribución significativa pero que no implica ni nombrar a todos los que gobiernan ni adoptar las
decisiones del gobierno.

En la reforma de 1994 se dio un vuelco sensible, ya que se reconoció al pueblo el derecho a


proponer leyes (art. 39 CN) e incluso a aprobarlas (art. 40, párr. 1), además de poder ser
consultado por el congreso o el presidente (art. 40, párr. 2). Y se acentuó la participación popular
en la integración de los poderes al preverse la elección popular de los senadores a partir del año
2001 y disponerse la elección popular directa del presidente de la Nación.

La representación política en la constitución

Como hecho, o dato de la realidad, la representación política es un concepto elástico, que


importa un fenómeno de adhesión de los representados hacia él o los representantes. Los
“representantes del pueblo”, en sentido formal, son (según el texto constitucional) sólo los
constituyentes históricos y los diputados. Ahora bien, en un sentido real dependerá del grado
concreto de adhesión que encuentren en la comunidad.

Los gobernantes no son llamados representantes del pueblo por la constitución nacional, pero
puede alcanzar la representatividad real o existencial.

República y soberanía del pueblo

El art. 33 de la CN contiene dos conceptos que deben conciliarse: soberanía del pueblo y forma
republicana de gobierno.

La expresión “soberanía del pueblo” puede dar a entender que éste puede adoptar la forma de
gobierno que desee, reconocer los derechos que le plazca, etc. Lo cual es una interpretación
errónea del art. 33.

Primero, porque el pueblo, como cuerpo electoral, elige a legisladores y al presidente o


vicepresidente, pero únicamente puede hacerlo entre los candidatos que presenten los partidos
políticos (ley 23.298).

Por otro lado, el art. 33 de la CN reconoce derechos naturales de los hombres y de las
sociedades, previos y superiores a cualquier constitución y que nadie puede desconocer.

En síntesis, la “soberanía del pueblo” importa: a) residencia del poder constituyente, recibido
de Dios; b) derecho de adoptar y cambiar la forma de gobierno que repute mejor, en función del
bien común; c) facultad de designar a parte de sus gobernantes, y d) atribución de reglar las
relaciones entre las personas y el estado, pero sin desconocer los derechos naturales de los
hombres y las sociedades.
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Formas de participación de la sociedad

Art. 37 CN: “Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo
al principio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es
universal, igual, secreto y obligatorio. La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres
para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas en la
regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral”

La norma contiene una garantía, incorporando los derechos políticos, entre los cuales se incluye:
el sufragio, activo y pasivo; el derecho a constituir partidos políticos, formar parte de ellos; el
derecho de reunión y de manifestación.

Derechos electorales

En la Constitución Argentina coexisten distintos sistemas electorales. Así, para presidente y


vicepresidente de la nación rige la elección directa con doble vuelta si ningún candidato alcanza
la diferencia exigida por el art. 98. Para diputados nacionales, rige la elección directa por simple
pluralidad de sufragios (art. 45 CN), en tanto que, para senadores nacionales, la constitución
estableció la elección directa de tres senadores por provincia, correspondiendo dos bancas al
partido político que obtenga la mayoría en cada distrito y la banca restante al partido político
que obtenga el segundo lugar.

De acuerdo al art. 37 de la CN el voto se mantiene universal, secreto, igual y obligatorio, lo cual


convierte al sufragio en un deber enderezado al logro del bienestar general propio de la justicia
social o general.

El carácter de universalidad del voto, está limitado en razón de edad, de nacionalidad, o por
causa de incapacidades de hecho o de derecho, establecidas en la ley. Limitaciones que deben
pasar un estricto control de razonabilidad en virtud de la calidad del derecho comprometido (Ej.:
Fallo Mignone, Emilio”)

Las acciones positivas, de discriminación positiva o de discriminación inversa plantean una serie
de cuestiones referidas a la violación o no del principio de igualdad y a la efectiva conveniencia
y eficacia de aquellas para favorecer la igualdad. De todos modos, no afectarían a la igualdad,
en sentido estricto, si esas medidas fuesen temporarias, hasta tanto las barreras culturales que
limitan la igualdad cedan y los perjuicios desaparezcan.

Por su parte, la corte suprema ha sostenido que el modo con arreglo al cual deben integrarse
las listas de candidatos a cargos públicos electivos, respetando la ley de cupo femenino,
constituye una cuestión que por lo regular remite al examen de materias extrañas a la instancia
extraordinaria (Fallo “Baroni, María C”).

Partidos políticos

Art. 38: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. Su
creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que
garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la
competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la
información pública y la difusión de sus ideas. El Estado contribuye al sostenimiento económico
de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes. Los partidos políticos deberán dar
publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio.”
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Los partidos políticos ingresaron en la constitución nacional mediante la reforma de 1994. Puede
considerarse a los partidos políticos instrumentos indispensables en el proceso de poder. Sirven
a la selección de personas con una visión global, general, de los problemas y, aunque
representen segmentos sociales diferenciados, las políticas públicas que propician toman en
consideración, por lo menos, la totalidad social.

En la sociedad moderna, se reprocha a los partidos el estar más interesados en la política agonal
que por la política arquitectónica.

Régimen legal de los partidos

El sujeto representado (el pueblo) elige a sus representantes, según la legislación vigente, sólo
por medio de partidos políticos, declarados por el art. 2 de la ley 23. 298: “Instrumentos
necesarios para la formulación y realización de la política nacional” y a quienes “les incumbe, en
forma exclusiva, la nominación de candidatos para cargos públicos electivos”. En el fallo “Ríos”
la CSJN sostuvo que la constitución no prohibía ese monopolio en la presentación de candidatos.

Para la Corte suprema, los partidos son instrumentos que tienen como función actuar como
intermediarios entre éste y las fuerzas sociales (Fallo “Partido Obrero”) y, consecuentemente,
tienen deberes; por ejemplo, contribuir a la regularidad funcional del proceso político y una
mayor efectividad y eficiencia del sistema electoral (Fallo “Unidad de Fuerzas Sociales”)

Formación. Control ideológico

La ley 23. 298 prevé tres tipos de organizaciones partidarias: a) Los partidos de distrito; b) los
partidos nacionales; c) las confederaciones, fusiones y alianzas transitorias.

Interesa apuntar que, inversamente a otras normas regulatorias de los partidos, la actual ley 23.
298 no establece un control ideológico sobre ellos. Sin embargo, se los puede declarar
extinguidos cuando autoridades del partido o candidatos no desautorizados por aquellas
cometieren delitos de acción pública o impartieren instrucción u organización militar a sus
afiliados (art. 51 de la ley 23. 298)

Por otro lado, la CSJN consideró constitucional ese control ideológico y justificó la proscripción
de cualquier partido que pusiera en peligro la subsistencia de las instituciones democráticas
(Fallo “Partido Obrero”).

Formas semidirectas de democracia

Art. 39: “Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa para presentar proyectos de ley en la
Cámara de Diputados. El Congreso deberá darles expreso tratamiento dentro del término de
doce meses.

El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara,
sancionará una ley reglamentaria que no podrá exigir más del tres por ciento del padrón electoral
nacional, dentro del cual deberá contemplar una adecuada distribución territorial para suscribir
la iniciativa.

No serán objeto de iniciativa popular los proyectos referidos a reforma constitucional, tratados
internacionales, tributos, presupuesto y materia penal.”

La democracia directa, difícil de practicar por muchos motivos en las sociedades modernas,
posibilita el contacto directo del ciudadano con los asuntos públicos, acerca de los cuales debe
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decidir. El estado argentino ha elegido la democracia representativa como forma de gobierno y
ha empleado sistemas de sufragio directo e indirecto.

De ese modo, el art. 22 de la constitución en tanto dispone que “el pueblo no delibera ni
gobierna sino por medio de sus representantes” establece la regla general en sintonía con el art.
Y admite las excepciones ordenadas en los arts. 39 (iniciativa legislativa) y 40.

La incorporación de esas alternativas que propone la democracia semidirecta ha ampliado los


horizontes de la participación popular en la toma de decisión política.

La iniciativa popular: alcance y límites constitucionales

La iniciativa popular implica el ejercicio de una función pública no estatal mediante la cual los
ciudadanos peticionan, en la forma reglada, el tratamiento de un proyecto de ley a fin de lograr
la sanción, reforma o derogación de una norma jurídica en la que están interesados.

Las restricciones elegidas por los convencionales, buscan preservar de eventuales


manipulaciones de la opinión pública determinados temas que estimó críticos.

La iniciativa debe presentarse ante la cámara de diputados, quien está obligada al tratamiento,
pero no a la aprobación del proyecto (si puede modificarla o adicionarle).

La iniciativa popular puede tomar la forma de una propuesta de tema a examinar por el congreso
o de un proyecto articulado de modo preciso. La exigencia de que la iniciativa popular principie
por la cámara de diputados, excluye la presentación de proyectos que por disposición
constitucional deben iniciarse por el senado (Ej.: Convenio de coparticipación federal).

Ley reglamentaria 24. 747

La ley 24. 727 dispuso que pueden ser objeto de iniciativa los proyectos de ley, acompañados
de la respectiva exposición de motivos; el mínimo de firmas exigibles disminuyó al uno y medio
por ciento (sobre el padrón electoral), reunido por lo menos en seis distritos.

Consulta popular. Plebiscito – Referéndum. Revocatoria popular

Art. 40: “El Congreso, a iniciativa de la Cámara de Diputados, podrá someter a consulta popular
un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser vetada. El voto afirmativo del proyecto
por el pueblo de la Nación lo convertirá en ley y su promulgación será automática.

El Congreso o el presidente de la Nación, dentro de sus respectivas competencias, podrán


convocar a consulta popular no vinculante. En este caso el voto no será obligatorio.

El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara,
reglamentará las materias, procedimientos y oportunidad de la consulta popular.”

La consulta popular es una de las formas de democracia semidirecta que proporciona la


participación más intensa de la ciudadanía pues, mediante ella, el electorado decide
directamente acerca de una cuestión de interés sustantivo para el estado; sobre el
mantenimiento, modificación o derogación de una norma; o acerca de la gestión de una
gobernante o un gobierno, en todos los casos, por si o por no.

Según sea la materia que se somete a consulta popular, el mecanismo recibe el nombre:
Referéndum, si se trata de pronunciarse sobre una norma; Plebiscito acerca de una cuestión de
importancia estatal, como las relaciones exteriores, como, por ejemplo, el caso sometido a
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consulta en la República Argentina, sobre la aceptación o no del Tratado de la Paz y Amistad con
Chile que establecía el límite entre ambos países en el canal de Beagle.

La ley 25. 432 excluyó de la consulta popular (vinculante y no vinculante) todo proyecto de ley
“cuyo procedimiento de sanción se encuentre especialmente legislado por la CN mediante la
determinación de la cámara de origen o por la exigencia de una mayoría calificada para su
aprobación.

Consulta popular vinculante

El congreso puede someter a consulta popular un proyecto de ley, correspondiendo la iniciativa


a la cámara de diputados. Desde luego, el senado puede rechazar tal iniciativa, pero si ambas
cámaras la aceptan, el poder ejecutivo no podrá vetar la ley de convocatoria a consulta popular,
sobre el proyecto de ley.

En este caso, el voto es obligatorio.

Consulta popular no vinculante

De los términos en que está redactado el segundo párrafo del art. 40 de la CN surge que tanto
el congreso como el presidente de la nación, pueden someter a consulta popular no vinculante
asuntos de sus respectivas competencias, a fin de asumirlas o no en la dirección señalada por el
electorado con su voto. El poder que convoca a la consulta no está obligado a obedecer el
pronunciamiento del electorado y tiene discrecionalidad para interpretar y mensurar el
resultado de la elección.

Clasificación de los regímenes políticos contemporáneos. Regímenes pluralistas y regímenes


monocráticos

Se entiende por régimen político al conjunto de instituciones que luchan por el poder y los
mecanismos de organización y ejercicio del poder y que permite relacionarlas y diferenciarlas
(régimen parlamentario, presidencial, monárquico, dictatorial, entre otros).

En la actualidad existen las siguientes formas de gobierno:

Democráticos.
Autoritarios.
Populistas.
Islámicos.
Socialistas
Pluripartidistas.
Unipartidistas.

Régimen democrático

Surge en Atenas, Grecia, en las ciudades Estado, denominadas polis. Democracia proviene del
griego demos= pueblo y kratos= poder o gobierno. En este sistema la soberanía reside en el
pueblo y es ejercida por este en forma directa o indirecta.

La democracia es una forma de organización y ejercicio del poder, los gobernantes son electos
libremente y son depositarios temporales del poder, el poder está sujeto a las normas jurídicas
o a la ley, por eso se dice que es un Estado de derecho, por lo que se deben respetar los derechos
y la dignidad humana.
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Tipos de Democracia

 Directa: La totalidad de la ciudadanía participa en la toma de decisiones públicas.


Ejemplo en sufragio y plebiscitos.
 Representativa o indirecta: La ciudadanía delega la soberanía a sus representantes,
quienes en nombre del pueblo toman decisiones

Características

 Respeto por los derechos Humanos


 Rige el Estado de derecho
 Constitucionalista
 Derechos políticos.
 Pluralismo político.
 Soberanía popular

Regímenes Dictatoriales

La dictadura es una forma de gobierno autocrática, en la cual el poder se concentra en torno a


la figura de un solo individuo (dictador), estableciéndose un gobierno de facto (de hecho, o non
de iure) que controla los poderes del estado y legitima su poder en base al dominio de la fuerza.

Es un gobierno que, invocando el interés público, ejerce su gestión sin tener en cuenta las leyes
constitucionales de un país; no representa la voluntad general y no permite ninguna oposición
ni control a su línea política. No se opone a un grupo (político, étnico, económico, etc) en
particular, sino que reprime automáticamente toda oposición.

Regímenes Populistas

El populismo es un término político usado para designar corrientes heterogéneas pero


caracterizadas por su hostilidad a las clases dominantes o políticas, su rechazo de los partidos
tradicionales, su denuncia de la corrupción política por parte de las clases privilegiadas y su
constante apelación al "pueblo" como fuente del poder. Un ejemplo de ello lo representa el
Peronismo en Argentina.

Regímenes Islámicos

Basa sus predicaciones en el Corán, que es el libro sagrado de los musulmanes. La religión influye
no solo en la vida espiritual o política, sino también en la económica, pues las palabras de Dios o
Alá expresadas a través de Mahoma, su principal profeta, son tomadas en muchos países de
forma literal, es decir que el Corán se convierte en una forma de vivir para los seguidores del
islamismo.

Características

 El Estado es esencialmente religioso (Mahoma)


 El comportamiento de los musulmanes se basa en el Corán
 La mayoría de los países árabes poseen esa forma de gobierno.
 El poder del soberano es absoluto y de tipo patriarcal es hereditario o elegido mediante
el sufragio.
 Existe un dirigente religioso considerado guía supremo del Estado. (Se encarga de que
las decisiones del Estado vayan de acuerdo a la religión)
 No hay una clara división de poderes.
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 No hay pluralidad de partidos.


 Las mujeres poseen menos derechos que los hombres.
 La rigidez del sistema político depende de la corriente islámica que siga:
 Fundamentalismo (principios básicos son radicalismo, extremismo y rigurosidad) como
Sudán, Arabia Saudita, Irán y Pakistán.

Regímenes Socialistas

Tipo de gobierno vigente en algunos países como Vietnam, Venezuela, China y Cuba, en cuyos
casos el socialismo fue impuesto luego de una revolución popular.

Socialismo: a pesar de haber surgido como idea desde la revolución francesa no se pone de
moda hasta que Karl Marx y Federico Engels crean el socialismo científico. Según estos autores
toda la historia de la humanidad estaba condicionada por la lucha entre los burgueses (dueños
de los medios de producción) y el proletariado (trabajadores); esta lucha de clases llevaría a una
revolución y al establecimiento de un gobierno del pueblo que eliminaría las clases sociales.

Las ideas de Marx dieron origen a una corriente del socialismo llamada comunismo-marxista
que se instaló en la Unión Soviética pero que no pudo sostenerse por la competencia de la
Guerra Fría.

La finalidad era la satisfacción de las necesidades sociales y no la obtención de ganancias.


Contarios al Capitalismo.

Los actores de este régimen son:

Sociedad: Formada por todos los individuos, en la cual no existen clases sociales antagónicas.

Estado: Toda vez que la economía socialista se apoya en la propiedad estatal, que pertenece al
pueblo entero en la persona del Estado. La forma más madura, determinante y principal de la
propiedad social unida al nivel más alto de socialización de su producción y a un elevado grado
de organización del trabajo es la propiedad del Estado.

Regímenes Monárquicos

Es régimen político que se ha implantado en distintos países europeos y asiáticos a lo largo de


su historia política. Ejemplos Inglaterra y España.

Existen distintos tipos de monarquías:

 Monarquía absolutista: El soberano ejerce el poder político en forma total, sin


considerar la voluntad popular. Como expresaba el rey francés Luis XIV “El Estado soy
yo”. La nobleza se somete a la autoridad del rey que gobierna por derecho divino. En la
actualidad no subsiste esta forma de gobierno.
 Monarquía constitucional: Los poderes del rey están limitados por la Constitución
Política o por el parlamento. La corona tiene un papel moderador en los conflictos
políticos. La soberanía reside en el pueblo, por lo que el rey tiene un papel
representativo y no posee ninguna función propia de los poderes del Estado. Ejemplo:
España y Suecia.
 Monarquía Parlamentaria: El rey juega un papel decorativo, porque este nombra a un
jefe de gobierno, que será encargado de dirigir los destinos del país

Regímenes Unipartidistas
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 Son países con un solo partido oficial.
 Se legitiman con elecciones libres
 No debe confundirse con las dictaduras.

Algunos ejemplos de unipartidismo son:

a) Cuba: Es un Estado Socialista, organizado como una República unitaria y democrática. El


Partido Comunista de Cuba (PCC), es la única agrupación política legalizada. El Poder
Legislativo se encuentra en manos de la Asamblea Nacional del Poder Popular con 601
diputados elegidos cada cinco años a través del voto universal directo y secreto, este es
el único órgano con potestad constituyente y legislativa.
b) China: Desde 1949 tomaron el poder los comunistas y se instauró un gobierno
nacionalista centralizado en Pekín.

Regímenes Pluripartidistas

Existen una gran cantidad de partidos políticos para el proceso electoral

Cuando en un régimen pluripartidista dos partidos políticos se alternan el poder se estaría


llegando a tener un régimen Bipartidista.

Uno de los riesgos del multipartidismo es que no alcancen la mayoría, para obtener acuerdos en
el congreso.

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