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EL FEDERALISMO ARGENTINO

El federalismo es una forma de organización del estado. Cuya idea principal consiste en una
división territorial en su estructura, en la que cada federación posee autonomía política

Fisonomía y origen
1. Nuestra constitución adopta la forma federal de estado. Ella importa una relación

del poder con el territorio: el poder se descentraliza políticamente con base física,

geográfica o territorial.

Federalismo es lo opuesto a unitarismo. Además, combina una fuerza centrífuga en

cuanto descentraliza al poder, con una fuerza que gira alrededor de la pluralidad y

autonomía de varios estados se integra en la unidad de uno solo: el estado federal.

Con la reforma de 1994 hay que completar el cuadro: en las provincias hay, y debe

haber, municipios con autonomía conforme a los arts. 5o y 123; y a las provincias se suma

un nuevo sujeto de la relación federal, que es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

2.La federación argentina surge como estado nuevo con la constitución de 1853. La

provincia disidente de Buenos Aires se incorpora en 1860, y deja clausurado en esa fecha

el ciclo de poder constituyente originario.

El federalismo ha estado precedido por un proceso que fue gestando su realidad

sociológica y política.

3.La colonización española fue fundando en las corrientes del norte, del oeste y del Río de la
Plata, y que extendieron sus zonas de influencia preparando las futuras regiones territoriales.

Por otro lado, los órganos de gobiernos locales fueron esencia proporcionaron al federalismo
futuro una base municipal o comunal.

Desde la revolución de Mayo, se perfilaron dos sectores: el unitario y el federal. En el


unitarismo predomina lo monárquico, liberal, centralista, y de fuerte influencia porteña, en
cambio el federalismo representa a la masa popular e inorgánica de tendencia republicana y
federalista.

4.La cronología del federalismo argentino reconoce tres fuerzas de integración, que son: a) una
fuerza proveniente del medio físico-natural donde la situación capitalina de Buenos Aires jugo
como base de atracción de las provincias, y conformó el diseño territorial preexistente a 1853-
1860; b) una fuerza ideológica, que es la doctrina federal, cuya mejor expresión fue el
pensamiento oriental con base en Artigas; c) una fuerza aportada por los pactos
interprovinciales.

5. De todo este proceso genético el federalismo organizo un contenido inflexible de la


constitución el cual se puede modificar pero no anular
El derecho federal
6. Nuestra estructura federal ha dado curso a la expresión “derecho federal”. En

sentido amplio, esta denominación se refiere al derecho del estado federal a través

del gobierno federal.

En nuestro derecho constitucional hay que separar al derecho federal para dar lugar al
llamado “derecho común". El derecho común queda librado para su interpretación y aplicación
a los tribunales locales , y prevalece sobre el derecho provincial. Otro rubro del derecho
federal merece el nombre de derecho “intra-federal” compuesto por las relaciones de las
provincias con el estado federal y las relaciones interprovinciales

Las relaciones federales


7. Hay tres relaciones típicas en la estructura federal, que son:

a) la relación de subordinación, en virtud de la cual los ordenamientos locales han de ajustarse


al ordenamiento federal

b) la participación, en virtud de la cual se da cierto espacio a la colaboración de las provincias


en las decisiones del gobierno federal, en Argentina se da a través de la Camara de los
Senadores

c) la coordinación, que delimita las competencias federales y provinciales mediante una


distribución o un reparto, que merece un denso desarrollo explicativo.

El reparto de competencias
8. Según el art 121, las provincias conservan todo el poder no delegado por la constitución al
gobierno federal, y el que se hayan reservado por pactos especiales.

En primer lugar, la delegación ha sido efectuada por las provincias a través de la constitución.
En segundo lugar, la norma explica que el poder de las provincias preexistió al del gobierno
federal, que recibió el suyo por delegación del poder de las provincias, a través de la
constitución. En tercer lugar, el reparto de competencias arroja este resultado: a)
competencias exclusivas del estado federal; b) competencias exclusivas de las provincias; c)
competencias concurrentes; d) competencias excepcionales del estado federal y de las
provincias; e) competencias compartidas por el estado federal y las provincias.

9. Son competencias exclusivas del gobierno federal: la intervención federal; el estado de sitio;
las relaciones internacionales; dictar los códigos de fondo, etc.

Son competencias exclusivas de las provincias: dictar la constitución provincial, las leyes
procesales, las que establecen impuestos directos; lo referente a asegurar el régimen de
autonomía de sus municipios y la educación primaria. Conviene remitir a los arts. 121, 122, 123
y 124.

Facultades excepcionales del estado federal cabe citar la de establecer impuestos directos en
el marco severo del art. 75 inc. 2o y solamente por tiempo determinado.

Las competencias excepcionales de las provincias ofrecen poco margen de ejemplos; así, dictar
los códigos de fondo mientras no los dicta o haya dictado el congreso.
10.También hay competencias compartidas requieren una doble decisión integradora, que son
diferentes a las concurrentes ya que estas son las que ambos pueden ejercer

11. Así como las competencias exclusivas del estado federal son prohibidas

a las provincias, las exclusivas de las provincias se prohibidas del estado federal.

12. Se ha de tener muy presente que las competencias exclusivas del estado federal

no se hayan enumeradas en la constitución, porque las hay implícitas

en los tres órganos de poder: legislativo, ejecutivo, y judicial.

13. La observación de la praxis constitucional pone en claro que ha habido una marcada
inflación de las competencias federales Se trata de una mutación que, cuando viola la
constitución, es inconstitucional.

Las provincias
14. Las provincias son las unidades políticas que integran nuestra federación. No son
soberanas pero si son autónomas.

Las provincias estaban antes, de la creación del estado federal, que al ejercerse el poder
constituyente originario solo había 14 provincias pero con el tiempo fueron creándose mas con
el mismo status que las existentes. Estas 14 , no pueden suprimirse ni funcionarse por su
identificación con la raíz histórica , y el federalismo impide su desaparición a través del
contenido pétreo

15. Los límites interprovinciales son fijados por el congreso. En tal delimitación, respecto de las
provincias históricamente preexistentes, que el congreso no tiene poder como para ignorar o
alterar la dimensión que a cada una de aquellas provincias le corresponde por sus
antecedentes históricos.

Los conflictos entre provincias están previstos en el art. 127, que prohíbe la guerra entre ellas y
que deriva a la competencia de la Corle Suprema.

16. El gobierno federal posee una unidad territorial y no puede alterar el territorio de las
provincias sin consentimiento de sus legislaturas

17. La integridad de las provincias conduce al siguiente desglose: a) el dominio de sus bienes
no ha sido delegado al estado federal; estas tienen el dominio originario de los recursos
naturales existentes en sus territorios; b) deslindar cuáles de esos bienes son de dominio
público y de dominio privado de las provincias; c)es competencia provincial la legislación sobre
el uso y goce de esos bienes; d) dominio y jurisdicción.

Los municipios
18. Hemos ya recordado que el viejo art. 5o de la constitución obliga a las provincias a asegurar
su régimen municipal, si bien tenia autonomia, fueron tomados p

El cambio de ese criterio en el citado año 1989, y el constitucionalismo provincial entre 1957 y
1985 hasta hoy, nos convencen de que en nuestra estructura federal hay una trinidad:
provincias, municipios, estado federal.
Desde 1994, la reforma constitucional especificó la autonomía municipal en los términos del
art. 123, y añadió un nuevo sujeto de la relación federal con la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (art. 129).

La regionalización

19. La misma reforma de 1994 formalizó el reconocimiento de la regionalización. El

art. 124 atribuye a las provincias (como facultad que para nosotros es exclusiva de ellas) la

posibilidad de crear regiones para el desarrollo económico y social, y para establecer

órganos con facultades destinadas al cumplimiento de sus fines.

Entendemos que las regiones no se convierten en una nueva estructura política y que

viene a intercalarse en la estructura federal, por lo que tampoco los recién citados

órganos regionales son niveles de decisión política.

Como síntesis diremos: a) sólo las provincias pueden crear regiones; b) el estado

federal no tiene esa facultad pero: b’) puede participar en tratados entre él y las

provincias con fines de regionalización; c) el congreso debe promover políticas

diferenciadas para equilibrar el desigual desarrollo relativo de provincias y regiones, según

la letra del art. 75 inc. 19 segundo párrafo; aun así, tal política de promoción regional no

importa, una atribución para crear regiones; más bien, equivale a una especie de

demarcación territorializada para superar el desequilibrio y la desigualdad entre

provincias y regiones.

La ciudad de Buenos Aires


20. — La reforma de 1994 trazó un lineamiento mínimo para la autonomía de la

ciudad de Buenos Aires, previniendo la acumulación de tal status con su actual calidad de

capital federal.

El art. 129 alude a un régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de

legislación y jurisdicción, y a la elección popular directa del jefe de gobierno. Asimismo,

previó que una ley garantizaría los intereses del estado federal mientras la ciudad fuera

capital de la república. Por fin, dio curso para que el congreso convocara a los habitantes

de la ciudad para elegir a los integrantes de un cuerpo destinado a dictar el Estatuto

Organizativo de las instituciones locales.

21. — Conforme a este diseño, nuestra interpretación es la siguiente: a) el territorio de


la ciudad ya no está totalmente federalizado sino sujeto a jurisdicción federal

parcialmente, sólo en lo que se refiere a los intereses que en dicho territorio inviste el

estado federal, en razón de residir allí el gobierno federal y de estar situada la capital

federal: b) tal jurisdicción federal parcial tiene sentido institucional y competencial, pero

no territorial, porque el lugar no está federalizado; c) la ciudad de Buenos Aires no alcanza

la categoría de provincia, pero su autonomía es más amplia que la de los municipios; d)

como nuevo sujeto de la relación federal, cabe atribuirle -según sólidas opiniones- la

categoría de municipio “federado", similar a lo que se suele entender por “ciudad-

estado”.

Los lugares de jurisdicción federal

22. — El art. 75 inc. 30 ha atribuido al congreso la facultad de ejercer una legislación

exclusiva en el territorio de la capital, y dictar la necesaria para cumplir con los fines

específicos de los establecimientos de utilidad nacional en el territorio de la república. Y

añade que las autoridades provinciales y municipales conservarán los poderes de policía e

imposición sobre tales establecimientos, en tanto no interfieran en el cumplimiento de los

fines antes señalados.

23. — En cuanto a la legislación en la capital federal, hay que advertir que: a) mientras

la capital esté ubicada en la ciudad autónoma de Buenos Aires, tal legislación no es

“exclusiva", porque el art. 129 le confiere a dicha ciudad facultades de legislación, y la

cláusula transitoria 15a reservó la legislación exclusiva sólo hasta que se constituyeran los

poderes locales propios de la autonomía; b) a partir de tal momento, la competencia

legislativa del congreso se limita a garantizar los intereses federales en la ciudad, siempre

mientras ella sea capital federal.

24. — En cuanto a lo que, respecto de los establecimientos de utilidad nacional,

podemos llamar “enclaves” en territorio de las provincias, la competencia legislativa del

congreso viene calificada por la constitución como aquella que es necesaria y circunscripta

a los fines de las mencionados establecimientos. De este modo, se superó en mucho lo


que la letra del viejo inc. 27 del que fue art. 67 consignaba, y lo que en una mala

interpretación judicial había sostenido la Corte entre 1968 y 1976, cuando juzgó que tales

“enclaves” eran lugares de jurisdicción federal amplia y exclusiva.

Los territorios nacionales

25. — El inc. 15 del art. 75 sigue previendo la competencia del congreso para legislar

en materia de organización, administración y gobierno en los territorios nacionales que

queden fuera de los límites asignados a las provincias.

Actualmente, no existen territorios nacionales -antes llamados gobernaciones-,

porque el territorio argentino se compone ahora solamente de provincias, más el de la

ciudad de Buenos Aires con su régimen autonómico.

El último territorio nacional fue provincializado con el nombre de Tierra del Fuego,

Antártida e Islas del Atlántico Sur, y en 1991, como nueva provincia, dictó su constitución

local.

El sector antártico argentino es un territorio sometido internacionalmente al Tratado

Antártico, del que Argentina es parte.

26. — La cláusula transitoria 1a de la constitución reformada en 1994 reivindica la

territorialidad argentina de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, más los

espacios marítimos e insulares correspondientes.

La intervención federal

27. — Nuestra constitución prevé la garantía federal. Ella significa que el estado

federal asegura, protege y vigila la integridad, la autonomía y la subsistencia de las

provincias dentro de la unidad coherente de la federación a la que pertenecen.

La propia intervención federal es el recurso extremo y el remedio tal vez más duro que

se depara como garantía federal.

Esta garantía federal queda condicionada al cumplimiento de las pautas que las

provincias tienen obligación de respetar y cumplir, dentro de la relación de subordinación

que es típica de los estados federales.

Tipología, causas y fines en las distintas clases de intervención


28. — La intervención federal procura conservar, defender o restaurar -según el caso-
la integración autonómica de las provincias, cuando hay dislocamientos o peligros que la
perturban o amenazan.

El art. 6o habla de intervenir “en” el territorio de las provincias, y no de intervenir “a”

las provincias. Ello permite pensar que la constitución no impone necesaria ni claramente

que la intervención haga caducar, sustituir o desplazar a las autoridades provinciales.

No obstante, el actual art. 75 inc. 31 establece entre las competencias del congreso, la

de “disponer la intervención ‘a’ una provincia o a la ciudad de Buenos Aires”.

29. — Vamos a desdoblar la intervención que puede disponer el gobierno federal;

a) por sí sólo, “para” garantizar la forma republicana de gobierno, o repeler invasiones

exteriores;

b) a requisición de las autoridades constituidas, "para” sostenerlas o restablecerlas si

han sido depuestas por sedición o por invasión de otra provincia.

A tenor de esta dualidad, las causas de la intervención federal se resumen así:

a) sin pedido de la provincia para garantizar la forma republicana alterada o repeler invasiones
exteriores

b) con pedido de las autoridades provinciales para sostenerlas o restablecerlas cuando hay
sedición o invasión de otra provincia.

Según cada situación, la intervención que dispone el gobierno federal por su

propia iniciativa puede ser, a la vez, una facultad y una obligación, así como también

puede operar como sancionatoria o como restauradora.

También resulta viable que a una causal de intervención por iniciativa del gobierno

federal se le sume otra causal para intervenir a requisición de las autoridades provinciales.

Pero en cualesquiera de los supuestos posibles, es menester recordar que, como el

art. 6o fija las condiciones y causales para la intervención, el gobierno federal no puede ni

debe actuar discrecionalmente. Si se evade el marco del citado art. 6o es fácil sostener

que se incurre en inconstitucionalidad.

31. — La práctica abusiva y frecuente de las intervenciones federales, en numerosos

casos sin causa ni sujeción a la constitución, lleva a dar por cierto que es uno de los

ejemplos (en forma similar a la declaración del estado de sitio) más elocuentes de una

mutación constitucional transgresora de la constitución formal.

32. — El art. 6o no individualiza cuál es el órgano del gobierno federal que tiene
competencia para intervenir. El actual art. 75 inc. 31 especifica que es competencia del

congreso, en tanto el art. 99 inc. 20 establece que si el congreso está en receso puede

intervenir el presidente de la república, quien simultáneamente debe convocarlo;

finalmente, la norma del art. 75 inc. 31 dice que el congreso puede aprobar o revocar la

intervención que durante su receso decretó el poder ejecutivo.

33. — La intervención federal es un acto de naturaleza política, pero ello no significa

que escape al control judicial de constitucionalidad. Por ende, no le reconocemos la

calidad de cuestión política “no judiciable”, aun cuando ya en 1893 la Corte la definió así

en el caso “Cullen c/ Llerena".

34. — La designación del interventor federal es siempre y en todos los casos una

facultad del poder ejecutivo (art. 99 inc. 7o). El interventor es un funcionario federal que

representa al gobierno federal. Sus atribuciones dependen, en cada caso, del acto

concreto de intervención, de la finalidad y el alcance que se le ha asignado al disponerla, y

de las instrucciones precisas que se le imparten al interventor por el poder ejecutivo.

35. — La intervención no extingue la personalidad jurídica de la provincia ni suprime

su autonomía. Ergo, el interventor debe respetar la constitución y el derecho local,

apartándose sólo y excepcionalmente si tiene que dar prioridad al derecho federal de la

intervención, y ello debido a la supremacía, de la constitución federal.

36. — En la medida en que caducan autoridades provinciales, el interventor opera

como sustituto y asume sus funciones, con excepción de las judiciales, porque aun si la

intervención alcanza al poder judicial provincial, las facultades del interventor se limitan a

reorganizar la administración de justicia, a remover jueces y a designar reemplazantes.

La dinámica del federalismo argentino

37. — Habíamos adelantado que la dinámica de nuestro federalismo dejaba lugar para

detectar una mutación constitucional, muchas veces violatoria de la constitución formal.

En ese espacio se suele hablar de desfederalización, así como de factores proclives a la

centralización.

Una lista ejemplificativa de algunos de tales factores lleva a mencionar los siguientes:

a) el abuso de las intervenciones federales y del estado de sitio;

b) las épocas de facto;


c) las crisis económicas;

d) la concentración del régimen impositivo en las competencias federales;

e) la centralización federal de servicios que son susceptibles de división territorial;

f las políticas económicas centrales;

g) las políticas y los comportamientos de los partidos políticos “nacionales”;

h) la transferencia de organismos de la seguridad social de las provincias a la

administración federal.

El federalismo concertado

38. — Si de contrapesos cupiera hablar acá, habríamos de apelar a lo que se ha dado

en denominar, por Pedro J. Frías en el ámbito de la dinámica federal, el “federalismo

concertado”. Lo difícil de su definición se suple con una noción simple; se trata de

concertar o arreglar interjurisdiccionalmente aquellas cuestiones que, sin vulnerar la

constitución, hallan sitio para resolverse contractualmente. Tal cooperación -recíproca

entre estado federal y provincias- halla un buen instrumento en el principio de lealtad

federal o buena fe federal, que preste atención a los intereses del conjunto federativo.

El federalismo en la reforma de 1994

39. — La reforma de 1994 ha dado lugar, en el mundo de la doctrina, a dos enfoques

divergentes; uno cree que ha habido un fortalecimiento del federalismo, en tanto otro

valora que en algunos aspectos el federalismo se ha esfumado.

Sin entrar a detalles y a citas del articulado, proponemos que para la revisión del tema

se acuda al siguiente paisaje:

a) la reforma esboza un federalismo de concertación y participación (por ej., en el art.

75 inc. 2o);

b) se introduce como novedad que el senado debe ser cámara de origen para ciertos

proyectos relacionados con el federalismo (art. 75 incs. 2o y 19);

c) la vieja cláusula del progreso (ex art. 67 inc. 16) ha recibido una añadidura en el inc.

19 del art. 75, que fija un parámetro en el desarrollo con equilibrio provincial y regional, o

sea, toma en cuenta al pluralismo territorial de situación; como sumatoria, de acá se

infiere un lineamiento de solidaridad y lealtad federales;

d) las particularidades provinciales y locales son atendidas en materia educativa (art.


75 inc. 19);

e) se retiene el poder de policía y de imposición de provincias y municipios en los

establecimientos de utilidad nacional previstos en el art. 75 inc. 30);

f) se reconoce a las provincias el dominio originario de los recursos naturales que

existen en sus territorios (art. 124);

g) se les reconoce “conservar” organismos locales de seguridad social para los

empleados públicos y profesionales;

h) se reconoce la autonomía de los municipios provinciales (art. 123);

i) se especifican explícitamente algunas competencias concurrentes entre estado

federal y provincias, así como la facultad de las provincias para crear regiones y concertar

acuerdos internacionales en forma limitada (ver art. 75 inc. 2o; art. 41; art. 75 inc. 17; art.

125; art. 124);

j) hay competencias concurrentes en jurisdicción de las provincias en relación con la

cláusula sobre los pueblos indígenas (art. 75 inc. 17).

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