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Sergio Alejandro Delgado IES N°5 José Eugenio Tello

ÉTICA POLÍTICA Y FORMACIÓN


CIUDADANA

UNIDAD 3

EL PODER
Según Foucault, el poder designa relaciones entre sujetos que de algún modo,
conforman una asociación o grupo; y para ejercerlo, se emplean técnicas de
amaestramiento, procedimientos de dominación, y sistemas para obtener la
obediencia. Sirva como ejemplo, un centro educativo. Desde la estructura del
edificio, hasta los roles de cada una de las personas que allí conviven, pasando
por las actividades pautadas y los signos que contiene, forman parte del mismo
objetivo. Dichos signos permiten distinguir el valor de cada uno de los niveles
de saber. Las estrategias empleadas son, igualmente, la vigilancia, la
recompensa, el castigo, la jerarquía piramidal, etc.
La relación de poder busca que el sujeto dominado realice las conductas
deseadas, es decir, incita, induce, desvía, facilita, amplia o limita ciertos
comportamientos. Y se lleva a cabo siempre sobre personas libres y, por ende,
capaces de ver afectadas sus decisiones. También exige una diferenciación
jerárquica entre los miembros del grupo.

PODER Y CORRUPCIÓN
La corrupción del poder es en sí misma una corrupción moral de la/s persona/s,
y podemos definirla como la práctica y utilización de las funciones y medios de
organizaciones, especialmente públicas, en provecho, económico o de otra
índole, de sus gestores, y dada la ambigüedad de su génesis, debe ser
considerada como un fenómeno social inherente al propio ser humano que, si
bien puede afectar a una pequeña parte del total de un grupo, posee una
repercusión de gran calado en la percepción social del fenómeno cuando se
conoce. Asimismo, debemos señalar que siempre es la corrupción de
entidades públicas la que mayor repercusión social tiene dado que es el erario
público, propiedad de todos, el atacado, frente al caso de la corrupción de
entes privados en los que dicha corrupción se circunscribe a un ámbito limitado
y no público.
Partiendo de esta definición podemos afirmar que todos los sistemas de poder
son susceptibles de corrupción dado que el origen de ésta como deterioro de
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los sistemas sociales radica en la propia condición humana de corruptibilidad


(vulnerabilidad del ser humano ante la corrupción) que acaba proyectándose en
los sistemas sociales de poder. En base a ello podríamos afirmar que no existe
ningún sistema completamente inmune a la descomposición del poder en
cualquier ámbito.
En mayor o menor medida, y con mayor o menor vulnerabilidad, cualquier ente
formado por grupo o grupos de individuos puede acabar siendo atacado por el
fenómeno de la corrupción, en cualquier ámbito y nivel. El grupo, como entidad
colectiva, depende en última instancia del funcionamiento individualizado de
todos y cada uno de sus miembros, lo cual implica la necesidad de una
conciencia única que no puede mantenerse de forma indefinida, y menos aún
en grupos abiertos donde los miembros se van sucediendo de forma
continuada (a través de elecciones, por ejemplo).

PODER Y POLÍTICA EN MAQUIAVELO: DE LA


ÉTICA A LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA
El Príncipe es el hombre que debe venir, pero es también el hombre que debe
“llegar” en el doble sentido del término (y esta duplicidad es muy maquiavélica).
Características esenciales del Príncipe:
El realismo: el príncipe considera al hombre individualmente como lo que es,
es decir, como poca cosa, y a los hombres colectivamente como lo que son, es
decir, como menos todavía que su total. No se preocupa de lo que debería
hacerse, sino de lo que se hace. Está al acecho de todo pero no cree
fácilmente lo que le cuentan y tampoco se asusta por naderías.
El egoísmo y también el egotismo: como más tarde dirá Barrés: el príncipe
ha aprendido a no ser bueno en medio de hombres que son malos.
Practica el culto y el cultivo del “yo”, una gimnasia de la voluntad, una disciplina
del pensamiento, del sentimiento y de los nervios.
El cálculo: el príncipe prefiere ser temido a ser amado. Desearía lo uno y lo
otro, pero como generalmente es imposible ser temido y amado a la vez, elige
ser temido, porque ello depende de él, mientras que ser amado depende de los
demás.
La indiferencia hacia el bien y el mal: el príncipe prefiere el bien, pero se
decide por el mal si a ello se ve obligado, lo que ocurre con frecuencia.
Conoce a muchos que han violado la fe jurada pero que han prevalecido sobre
quienes respetaron su juramento.
La habilidad: la cualidad esencial del príncipe es la “virtu” (no la virtud) según
la etimología italiana de “virtuoso” y de “virtuosidad”. La “virtu” es la destreza y
al mismo tiempo la energía, la resolución, la “fuerza”, porque las cualidades
del príncipe exigen una creación continua, una tensión sin relajamiento
dirigida a la finalidad.
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La simulación y el disimulo: el príncipe es un conocedor de la ocasión, un


colaborador prudente de la Providencia, mas también un corruptor audaz de la
fortuna, un gran aficionado a la astucia y un gran adorador de la fuerza.
La grandeza: el príncipe se halla por encima de lo común. Lo que lo autoriza a
evadirse de la moral es el estar por encima de la mediocridad ambiente. Se
sitúa así más allá del bien y del mal. ¿Qué importan la codicia, la rapacidad, el
dolo, el robo, el libertinaje, la corrupción, la bellaquería, la perfidia, la traición,
puesto que todo ello no ha de ser juzgado con la medida común a las vidas
privadas sino de acuerdo al ideal de un Estado por hacer o por mantener? Con
tal de que el príncipe arribe al resultado, no existen medios que no sean
considerados honorables.

En la medida en que la “razón de Estado” exige al príncipe como jefe único,

postula conclusiones absolutistas .

EL SUJETO POLÍTICO Y SUS


RESPONSABILIDADES
La responsabilidad política se da en relación con la manera como se trata de
organizar, mantener o transformar el sistema político. Por este hecho mismo, la
responsabilidad de la política pública recae en los gobernantes, es decir, en los
actores que han buscado el poder y lo han alcanzado. Esta determinación es
fundamental, a pesar de todos los sofismas que tratan de ocultarla, bajo el
manto de una supuesta responsabilidad política colectiva que se diluye en una
solidaridad vaga, basada en una pseudo pretendida falta común, difícil de
indagar e imposible de sancionar sin caer en la arbitrariedad.
La responsabilidad política es un principio básico del constitucionalismo
moderno. La incorporación de este principio al proceso político hizo posible la
destitución de los gobernantes conforme a un procedimiento constitucional, sin
recurrir a la fuerza o a la violencia.

DEMOCRACIA EXCLUSIVA

La democracia representativa, tal como la conocemos y forma parte de las


constituciones y la vida política actual, se justificaba en los orígenes del Estado
de Derecho, porque muy pocos podían votar a sus representantes y menos aún
los que podían ser representantes de los ciudadanos. La enorme población
analfabeta y servil estaba fuera de la representación activa y pasiva
(susceptibles de votar o ser votados para ocupar puestos de representación o
gobierno). No podían intervenir en la política quienes carecían de instrucción o
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patrimonio. La política era sobre todo una cuestión de ciencia y conocimiento.


En el siglo XX, de la mano del Estado social de Derecho, la representación
activa y pasiva va estando al alcance de todos los ciudadanos conforme van
cambiando las circunstancias: a) la concepción de la política como cuestión
más de interés que de conocimiento, y nadie puede defender mejor el propio
interés que uno mismo, b) la mayor formación de los ciudadanos gracias a la
política social del nuevo Estado social. Pero al mismo tiempo se pone en
cuestión la representación política como principio político intangible. Si la
política es cuestión de interés y los ciudadanos están cada vez más instruidos,
si las nuevas tecnologías permiten votar cómodamente desde un ordenador
público o privado, ¿tiene hoy sentido y justificación la representación? Mi
respuesta a la pregunta anterior es: No, pero… Porque claramente ahora no
tiene sentido y justificación una representación plena y absorbente, exclusiva y
excluyente. La representación no puede hoy pretender tal alcance que toda la
política se reduzca a la política representada y de los representantes. Pero
todavía la representación en sus justos límites es necesaria. El modelo
democrático debe ajustarse, como decían los sabios de la política renacentista,
a los tiempos de la sensibilidad democrática. La democracia representativa es
todavía necesaria, porque los ciudadanos no pueden por sí mismos decidir
directamente y sin representantes sobre todos los asuntos políticos.

REPÚBLICA MASCULINA ¿REPÚBLICA SIN


CIUDADANOS?
Hace casi tres décadas, el destacado historiador Alberto Flores Galindo publicó
el ensayo “república sin ciudadanos” en el que analizó los orígenes y evolución
del discurso racista en la sociedad peruana. En sus páginas, el desaparecido y
entrañable hombre de letras sostuvo que el racismo peruano es heredero del
orden colonial que dividió la población en españoles e indios. Señaló además
que la independencia consolidó a las élites blancas en el poder por lo que la
naciente república optó por mantener a la mayoría indígena al margen de la
participación política. De todo ello se desprende el título de su análisis pues la
república que fundamos en 1821 inició su recorrido sin su protagonista
principal: el ciudadano.
Por razones distintas tanto que similares, en estas líneas voy a defender la
tesis de que el Perú sigue siendo una república sin ciudadanos porque esto es
lo que veo en el día a día de mi labor profesional que se desarrolla en las aulas
universitarias. Yo siempre he rechazado las críticas dirigidas a estudiantes que
no poseen una sólida formación conceptual, pero aquello no obsta que
podamos realizar un diagnóstico de la situación.
Parecerá que cambio de tema pero no debe sorprendernos que Nadine
Heredia lidere las encuestas presidenciales para el 2016 -en las que se supone
que no puede postular- ni que Alberto Fujimori goce hasta el día de hoy de gran
aceptación. Sorprendente sería lo contrario en un país que sigue produciendo
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caudillos que “patrimonializan” el Estado para encausar multitudinarias


clientelas políticas. Por eso tampoco puede sorprendernos el recuerdo de cien
mil personas, la noche del 5 de abril de 1992, vociferándole al hoy preso ex
dictador que gobierne sin parlamento si, por lo general, un universitario de
primer año, de cualquiera de las mejores universidades privadas de Lima, no
logra definir algunos de los siguientes conceptos: república, democracia,
ciudadanía, Estado, liberalismo político, constitución, división de poderes,
gabinete etc.
Entendámonos con un sencillo ejemplo: en una república compuesta de
ciudadanos es inaceptable que una autoridad nacional o local coloque su
nombre en cada una de las obras que ejecuta la jurisdicción que él representa.
Lo es porque en ese caso -que no es el nuestro- el ciudadano sabe que esa es
la labor que le corresponde realizar a dicha autoridad y sabe además que no la
realiza de su peculio sino de los impuestos que paga el mismo ciudadano o de
otros ingresos tales como canon o regalías. Más bien, el ciudadano se
pronuncia si y sólo sí la autoridad incumple la labor para la que fue elegida.
Refresquémonos con otro ejemplo simple: ¿ha visto Ud. como los peatones en
nuestras ciudades retroceden aterrorizados ante el vehículo, incluso cuando
hay colocados semáforos peatonales y la luz verde les está indicando que
tienen el pase? En otras palabras, si en la calle no existe la mínima
consideración por el otro o el vecino, es decir, el ciudadano, el igual en
derechos y en deberes ¿cabe esperar que las multitudes tomen las calles para
defender la democracia o que, al contrario, no las invadan para aclamar al
caudillo cesarista que restableció alguna sensación de orden?
Volviendo a Flores Galindo, o a los historiadores, o a los imaginarios, o a los
mitos urbanos, yo siempre escuché el estribillo de que las élites preferían no
invertir en educación pues una población mejor instruida es más difícil de
someter. Parece mentira, pero con conciencia de ello o sin ella, este boyante y
recientemente enriquecido Perú sigue siendo uno de los países con menor
inversión y peor nivel educativo del planeta. La conclusión que se desprende es
tautológica, un país cuyos nacionales no saben que es la democracia no está
preparado para defenderla; un país así –como el nuestro- sigue siendo una
república sin ciudadanos, como lo fue en el siglo XVIII y en 1821, como lo será
hasta que queramos que así sea.

JOSÉ INGENIEROS Y EL IMAGINARIO


POSITIVISTA DE LA CIUDADANÍA

“¿Qué derecho tiene una minoría pensante y activa para imponer


revolucionariamente sus ideales a una mayoría pasiva que los ignora, los teme
o los repudia? Toda la filosofía política podría concentrarse en torno a esta
pregunta, a la que siempre darán respuestas contradictorias los progresistas y
los conservadores. Los argentinos, que aceptamos como legítima la situación
creada por la Revolución, no podemos desconocer el derecho de la exigua
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minoría que en 1810 la inició desde Buenos Aires fracasando en su intento de


extenderla a todo el Virreinato. Rara vez todos los habitantes de un agregado
político poseen la homogeneidad de ideas y de sentimientos que constituye un
espíritu nacional; causas históricas y geográficas se suman para engendrar
sociedades diferentemente evolucionadas, que coexisten en el Estado, sin
refundirse por la contigüidad. Y dentro de cada una, en apariencia homogénea,
la diversa cultura de las clases sociales engendra grupos distintos, cuyos
anhelos suelen no concordar en el orden político, económico y moral. El
conocimiento de los ideales comunes –la conciencia social- no es idéntico en
todos los componentes de una sociedad: es más claro y seguro en sus núcleos
animadores (…) La voluntad social, o capacidad de realizar ciertos progresos
necesarios, suele ser, como aquella conciencia, un privilegio de pequeñas
minorías que se anticipan a su tiempo. Los cambios que éstas piensan y
ejecutan, suelen ser más tarde aprovechados por los otros grupos que las
imitan; la masa tiene por misión conservar lo que antes fue iniciativa de sus
núcleos innovadores. En este sentido, concordante con los resultados de la
psicología social, todo progreso histórico ha sido, es y será obra de minorías
revolucionarias. Frente a esas fuerzas de variación, esencialmente genitivas y
que empujan hacia el porvenir, existen fuerzas de herencia que constituyen la
tradición y consolidan el pasado. De su contraste resulta el vaivén continuo que
remueve las ideas y las instituciones de la sociedad, siendo su consecuencia la
adopción definitiva de aquellas variaciones que por ser más legítimas resultan
ineludibles. En ello reside, esencialmente, el progreso. Toda la evolución
histórica, general de la humanidad o particular de un estado, tiene por trama
esa lucha de la variación contra la herencia, de los melioristas contra los
tradicionalistas; y, en los momentos de crisis, de los revolucionarios contra los
reaccionarios. No siendo uniforme el ritmo de progreso, obsérvanse en cada
sociedad períodos críticos de atraso y de renovación. Durante los primeros
tórnanse rutinarias las ideas y los sentimientos, dominando las costumbres de
más vieja raigambre; en los segundos, todo tiene a variar originalmente,
ajustándose a los cambios que, sin cesar, modifican la constitución de la
sociedad.” (Ingenieros, 1946, 1: 177-179). Es significativo que Ingenieros
otorgue a las minorías cultas el papel de constructoras de la conciencia
nacional, pues esto lo ubica en la misma línea de pensamiento que la
Generación del 80, con la salvedad de que
Ingenieros escribía en un período diferente de la historia argentina. Pero queda
claro que son las minorías cultas las que hacen la historia, mientras que las
mayorías desempeñan el papel de espectadoras o, a lo sumo, el de auxiliares
de las minorías progresistas o conservadoras. En pocas palabras, la política
queda reducida a un conflicto entre ideales. Ahora bien, este esquema, si bien
útil desde el punto de vista de los objetivos políticos de Ingenieros, presentaba
el inconveniente de que los ideales parecían girar en el vacío. Para evitar este
problema Ingenieros utilizó el recurso del determinismo biológico, como
expediente para reforzar el carácter “científico” de su interpretación de la
historia.
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MORAL, ÉTICA Y JUSTICIA


Supongamos que la naturaleza humana haya concedido a la raza humana una
tan profunda abundancia de todos los bienes externos que, sin incertidumbre,
sin cuidado ni diligencia, por nuestra parte, cada individuo se halle provisto con
cuanto puedan desear sus más voraces apetitos o su más exuberante
imaginación. Supondremos que su belleza natural sobrepasa todos los
embellecimientos adquiridos; que la perpetua benignidad de las estaciones
torna inútil toda ropa o cobertura; que las hierbas crudas le proporcionan el
más delicioso alimento y la clara fuente la más rica bebida. No precisa de
ocupación laboriosa: ni labranza ni navegación. Sus únicos trabajos son la
música, la poesía, la contemplación; la conversación, la alegría, la amistad, sus
únicos solaces. Parece evidente que, en un estado tan feliz, todas las virtudes
sociales florecerían y se decuplicarían; pero no se habría soñado nunca en la
cauta y celosa virtud de la justicia. ¿Para qué repartir los bienes allí donde
todos tienen más que suficiente? ¿Por qué hacer nacer la propiedad donde no
es posible la injuria? ¿Para qué llamar mío a este objeto, si, cuan do alguien lo
toma, no necesito más que alargar la mano para poseer algo igualmente
valioso? En este caso, siendo la justicia totalmente inútil, no sería sino una
vacía ceremonia y nunca podría tener sitio en el catálogo de las virtudes. […]
Por otra parte, supóngase que, aunque las necesidades de la raza humana
sigan siendo las mismas que al presente, la mente se amplíe tanto y esté tan
llena de amistad y generosidad que todo hombre tenga la máxima
consideración para con todos los demás y no dé más importancia a sus propios
intereses que a los de sus prójimos; es evidente que, en este caso, el uso de la
justicia sería suspendido ante una tan grande benevolencia, y no se pensaría
nunca en divisiones y límites de la propiedad y obligación. ¿Por qué habría yo
de ligarme a otro por contrato o promesa para que me hiciera un buen oficio,
sabiendo que él está dispuesto con la más fuerte inclinación a buscar mi
felicidad y a realizar espontánea mente el servicio deseado, salvo que fuera él
a recibir un perjuicio más fuerte que el beneficio resultante para mí? Él sabe
que, en tal caso, y por mi innata humanidad y amistad, yo sería el primero en
oponerme a su imprudente generosidad. ¿Para qué alzar mojones entre el
campo de mi vecino y el mío, cuando mi corazón no ha hecho división alguna
entre nuestros intereses, sino que participa de todas sus alegrías y tristezas
con la misma fuerza y vivacidad que si fueran mías? Todo hombre, en esta
hipótesis, al ser un segundo yo de los demás, confiaría todos sus intereses a la
discreción de todos los demás humanos; sin celos ni particiones ni divisiones.
[…] Supóngase que una sociedad cae en una carencia tal de recursos
comunes que la máxima frugalidad e industria no pueden evitar que perezcan
muchos y que todos padezcan extrema miseria; creo que se admitiría
fácilmente que las leyes estrictas de la justicia son suspendidas ante una
emergencia tan agobiante, y dan lugar a los más fuertes motivos de necesidad
y autoconservación. ¿Es un crimen, después de un naufragio, el echar mano
de cualquier medio o instrumento de salvación que pueda uno asir, sin tener en
cuenta anteriores limitaciones de propiedad? O, si una ciudad sitiada estuviera
pereciendo de hambre ¿es imaginable que vieran sus hombres algún medio
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ante ellos para mantenerse, y perdieran sus vidas por una escrupulosa
consideración de lo que en otras situaciones habrían sido las reglas de equidad
y justicia? El uso y tendencia de esa virtud es procurar felicidad y seguridad,
conservando el orden de la sociedad; pero allí donde la sociedad está a punto
de perecer por una necesidad extrema, de la violencia y de la injusticia no
pueden venir un mal mayor; y cada hombre queda entonces autorizado para
proveer para sí por todos los medios que le dicte la prudencia o le permita la
humanidad. La comunidad, aun en las necesidades menos urgentes, abre los
graneros sin consentimiento de sus propietarios, suponiendo justamente que la
autoridad de la magistratura puede llegar hasta eso sin contradicción con la
equidad; pero si hubiera un número de hombres reunidos, sin los lazos de la
ley ni de la jurisdicción civil, ¿sería considerado como criminal o injurioso un
reparto igualitario de pan en una crisis de hambre, aunque fuera hecho por la
fuerza y aun por la violencia? […] Del mismo modo, supongamos que el destino
de un hombre virtuoso le hiciera caer en una sociedad de rufianes, alejado de
la protección de las leyes y del gobierno: ¿qué conducta debe adoptar en esa
lamentable situación? Ve que prevalece una frenética rapacidad, la mayor
indiferencia por la equidad y desprecio por el orden, una estúpida ceguera
respecto a las consecuencias futuras, que han de llevar, de modo inmediato, a
la más trágica conclusión y debe terminar con la destrucción de la mayoría y,
para el resto, con la disolución total de la sociedad. No tiene entretanto otro
expediente sino armarse, pertenezca a quien perteneciera la espada o el
broquel que coja; hacer provisión de todos los medios de defensa y de
seguridad; y, como ya no tiene utilidad ni para su seguridad ni para la de los
otros, su propio concepto de justicia, sólo debe consultar los dictados de su
autoconservación, sin tener en cuenta los que ya no merecen su cuidado ni su
atención. […] Así pues, las reglas de la equidad y de la justicia dependen por
completo del estado y condición particulares en que los hombres están
situados, y deben su origen y existencia a la utilidad que resulta para el público
de su observación estricta y regular.

EL ORIGEN DE LA ÉTICA
Las doctrinas éticas fundamentales surgen y se desarrollan en diferentes
épocas y sociedades como respuestas a los problemas básicos planteados por
las relaciones entre los hombres y, en particular, por su comportamiento moral
efectivo. Existe, por ello, una estrecha vinculación entre los conceptos morales
y la realidad humana, social, sujeta históricamente a cambio. Las doctrinas
éticas no pueden ser consideradas, por tanto, aisladamente, sino dentro de un
proceso de cambio y sucesión que constituyen propiamente su historia. Ética e
historia se hayan, pues, doblemente relacionadas: a) con la vida social y,
dentro de ésta, con las morales concretas que forman parte de ella; b) con su
historia propia, ya que cada doctrina se halla en conexión con las anteriores (al
tomar posición contra éstas o hacer suyos algunos problemas y soluciones
precedentes), o con las doctrinas posteriores (al prolongarse o enriquecerse en
ellas).
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En toda moral efectiva se plasman ciertos principios, valores o normas. Al


cambiar radicalmente la vida social, cambia también la vida moral. Los
principios, valores o normas encarnados en ella entran en crisis y exigen su
esclarecimiento o sustitución por otros. Surge entonces la necesidad de nuevas
reflexiones éticas o de una nueva teoría moral, ya que los conceptos, valores y
normas vigentes se han vuelto problemáticos.

TEORÍAS ÉTICAS
1. Éticas materiales.
Ética material es aquella teoría ética que qué fundamenta la moral en la existencia
de un valor básico que es el bien. También a esta ética se la llama ética del
contenido, de fines o de bienes, porque estas éticas conducen a un bien o un fin
deseado por los seres humanos. A lo largo de la historia han existido diferentes
éticas materiales. Vamos a estudiar cuatro. Son: eudemonismo natural,
eudemonismo trascendente, hedonismo y utilitarismo.
Eudemonismo natural.
La palabra eudemonismo proviene del griego "eudaimonía", que significa felicidad.
Su principal representante es Aristóteles, filósofo griego, fija la felicidad como fin
último del ser humano. La naturaleza humana se define por su alma racional, su
actividad intelectual. La felicidad, por tanto, es realizar dicha actividad intelectual,
que le es propia. Para alcanzar esa felicidad debe ejercer su saber y las virtudes
morales. Según Aristóteles en su obra "ética a Nicómaco", la felicidad del sabio no
es asequible a todo mundo, por ello acepta otros bienes deseables para el ser
humano como la salud, el éxito, la belleza…etc. Pero nada podrá ser bueno si no
se realiza con virtud.
La virtud es un hábito adquirido mediante aprendizaje, que dispone al ser humano
para hacer el bien y vivir felices. Para Aristóteles existen dos tipos de virtudes.
Son:
- virtudes éticas, se adquieren ejercitándolas (templanza, fortaleza, justicia)
- virtudes Dianoéticas, se adquieren mediante la enseñanza (prudencia y
sabiduría). La prudencia es aquella virtud que busca el justo medio entre los
extremos (vicios). Así entré la temeridad y la cobardía, la virtud es la valentía. La
sabiduría, virtud del sabio, es la que más acerca al ser humano a la felicidad.
Para Aristóteles el bien y la felicidad son alcanzables en esta vida, no cree en un
más allá o en la inmortalidad del alma. Por tanto, su teoría se llama eudemonismo
natural o racional.
Eudemonismo trascendente.
Aparece con el cristianismo, su principal figura es Santo Tomás de Aquino. La
felicidad del hombre reside en la búsqueda, posesión y contemplación de Dios
(bien supremo). La perfección de la felicidad se alcanzará en la otra vida más allá
de la muerte, así este eudemonismo es trascendente, nos lleva a la vida eterna.
Santo Tomás, filosofó y teólogo, sitúa a Dios como el bien supremo. Para alcanzar
este bien, Santo Tomás distingue tres leyes. Son:
- la ley eterna. Es la ley que Dios puso como fin en la naturaleza de cada uno
de los seres creados por él.
- La ley natural. Es la presencia de la ley eterna en el alma de cada uno de los
seres humanos. La ley natural es el camino moral De la razón. Nos manda a hacer
el bien y evitar el mal, es nuestra conciencia moral
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- la ley positiva. Es la redactada por los estados para procurar el bien común de
la sociedad. Ejemplo código civil, código penal o código de circulación. La ley
positiva no puede ir contra la ley natural, sería una tiranía y el ciudadano tiene el
deber de no obedecer. Santo Tomás de Aquino es uno de los precursores de los
derechos humanos.
Hedonismo.
La palabra hedonismo proviene del griego "hedone" que significa placer. Así la
felicidad es alcanzar el placer y evitar el dolor. Su principal representante es
Epicuro, filosofó helenístico.
La ética de Epicuro guía al ser humano para liberarse de los falsos temores y
gozar de los placeres, alcanzando la ataraxia o serenidad máxima. Unido a este
fin, está la prudencia, virtud que aconseja renunciar a los placeres físicos y dar
importancia a los placeres del espíritu (intelectuales). Por ello es necesario que el
ser humano ejercite su razón y alcance la sabiduría.
Para Epicuro, a la hora de buscar el placer ahí que hacer una clasificación de
deseos. Hay tres tipos. Son:
- deseos naturales y necesarios. Ejemplos: comer, beber, deseo sexual
- Deseos naturales y no necesarios. Ejemplos: ambición, egoísmo
- deseos no naturales y no necesarios. Ejemplos: honor, éxito, fama
Para el hedonismo de Epicuro se debe actuar de manera inteligente, consideraban
más importantes los placeres intelectuales (arte, música, literatura) que los
placeres corporales.
El ideal para Epicuro es el sabio, que goza de los placeres de la naturaleza, de la
amistad, del deleite estético. Le basta con satisfacer las necesidades básicas y no
considera placer la fama o el éxito personal. Este hedonismo se diferencia de
otros, que buscan únicamente la satisfacción material individual sin preocuparse
de los demás seres humanos
Utilitarismo
El iniciador es el filósofo inglés Jeremy Bentham en el siglo XIX. Pero la figura
principal es su discípulo John Stuart Mill. Para el utilitarismo, el único principio
moral claro, es la utilidad. Lo útil se define como aquello que aumenta el placer y
disminuye el sufrimiento, proporcionando la felicidad. Así el ideal es conseguir la
mayor felicidad para el mayor número de personas posible. El criterio moral de las
acciones se mide por el aumento de la felicidad del grupo. Así el altruismo y la
solidaridad son los valores morales más importantes frente al egoísmo. El
utilitarismo defiende que ningún sujeto es superior a otro, por ello el utilitarismo en
el siglo XIX va a ser precursor de los derechos humanos (etnias, culturas),
movimientos ecológicos, derechos de los animales e igualdad entre hombres y
mujeres del siglo XX.
2. Éticas formales.
Son aquellas teorías que no tienen ningún contenido concreto para la acción
moral, y esta es buena o mala por la rectitud de la intención que las lleva a cabo,
es decir la forma de lograrlas. Son éticas que destacan la autonomía moral de las
personas frente a la heteronomía moral.
Kant y el formalismo moral.
Kant vive en la ilustración y piensa que "la razón humana ha alcanzado la mayoría
de edad", es decir los seres humanos deben regirse por la razón, son autónomos
Para Kant, las éticas materiales miden los resultados, son éticas egoístas. En ellas
critica los siguientes puntos:
- son éticas heterónomas. No respetan la libertad y autonomía del individuo, no
surgen de la razón sino de otras instancias como el placer, Dios o la naturaleza.
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- Son éticas a posteriori. Basadas en la experiencia, las consecuencias de lo


bueno y lo malo.
- Son éticas egoístas. Sólo se cumplen si se alcanza el bien determinado. Son
interesadas y proponen imperativos hipotéticos. Si quieres B, tienes que hacer A.
- son éticas materiales. Las acciones morales caminan a un fin concreto.
Kant coloca en la voluntad, en la intención del sujeto, el criterio moral. La buena
voluntad es buena por sus intenciones. Lo importante es aquello que mueve a la
voluntad, no a los bienes. La buena voluntad obedece al deber por el deber mismo.
El deber es la norma que la razón se da a sí misma, de manera autónoma. Por
tanto, una acción será moral si respeta las normas de la razón frente a las
inclinaciones egoístas que caen en caprichos o arbitrariedades. Las leyes morales
no se fundamentan en la experiencia, sino en la razón, en lo que llamó imperativo
categórico.
El imperativo categórico se puede resumir en la siguiente frase: "obra siempre de
tal modo que tu acción pueda ser elevada, a la categoría de ley universal". Tiene
las siguientes características:
- es un principio formal. No dice lo que hay que hacer o dejar de hacer
- es a priori. Es anterior a la experiencia (éticas de bienes), la razón actúa con
rectitud de intención, por ello es universal y autónoma
- es universal, porque es aplicable a todos sin excepción, frente a las éticas de
bienes cuyas normas son contingentes y particulares.
- Es autónomo, porque la obligación moral no proviene de fuera (Dios, intereses
particulares o intereses sociales) sino del propio sujeto.
El imperativo categórico es el nexo de unión entre el deber y la buena voluntad. De
esta norma se derivan la universalidad y la autonomía de la ética formal kantiana.
Kant sitúa a la igualdad y a la dignidad humana como fundamento de la ética. Toda
persona es un fin en sí mismo y no un medio para intereses particulares. Kant es
otro de los procedentes de los derechos humanos.

Formalismo existencialista de Sartre


Para Sartre “la existencia precede a la esencia” con, es decir el hombre es un
proyecto que no tiene naturaleza cuando nace, sino que va completándose a lo
largo de la vida. Su ética es formal no hay un contenido moral ni un Dios que
exista, ni naturaleza humana. El hombre está condenado a ser libre, a elegir su
proyecto de vida. Ser libre, requiere responsabilidad ante uno mismo y los demás,
compromiso personal e individual. La moral de Sartre se basa en las
circunstancias concretas de cada individuo, como Ortega y Gasset, filósofo
español, dirá más tarde.
3. Otras opciones éticas
Las éticas que estudiaremos en este apartado no conceden tanta importancia a la
razón como las éticas materiales como las éticas formales. Son cuatro: emotivismo
moral, nihilismo, teoría de valores y marxismo.
Emotivismo moral
Para esta teoría ética, la razón no es la base de la acción moral; esta labor
pertenece al sentimiento o al gusto. Su principal representante es David Hume,
filósofo empirista. El empirismo defiende que el conocimiento humano se
fundamenta en los datos de experiencia. Así la razón no es la justificación de las
acciones morales, sino que es el sentimiento la base de de los juicios morales.
Hume dirá que "la razón es esclava de las pasiones". El sentimiento tiene que ver
con el placer y el gusto. La virtud es toda acción que produce un sentimiento
agradable lo contrario. No sólo hablamos del placer individual sino también de la
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aprobación de los demás a nuestras acciones, es decir la simpatía. El emotivismo


y el hedonismo son posiciones morales próximas.
Nihilismo.
La palabra nihilismo procede del latín Nihil, que significa nada. Su principal
representante es Friedrich Nietzsche, filosofó alemán del siglo XIX que rechaza la
tradición cultural occidental, desde Sócrates, Platón a la Biblia y el cristianismo.
Para Nietzsche la cultura occidental oculta una “moral de esclavos”, que se opone
a la vida. Frente a esta moral, Nietzsche opone la “moral de señores”, basada en el
valor de la vida. Nietzsche rechaza la cultura europea porque es dogmática y se
oponen a la vida, anuncia la muerte de Dios, como valor supremo de la cultura
occidental. El nihilismo es consecuencia de ello, es la ausencia de respuestas a las
preguntas que intentaba responder la filosofía, la religión, la ciencia. Frente a esto,
Nietzsche propone el cambio de valores, el superhombre y la voluntad de poder, la
creación de un nuevo sistema de valores basados en el valor de la vida y no en los
valores cristianos. Sus teorías han tenido diversas interpretaciones, como hizo el
nazismo.
Teoría de los valores o axiología
Su máximo representante es Max Scheler, su teoría intenta superar las éticas
materiales y el formalismo kantiano, con su concepto de valor. Los valores son
objetos ideales independientes de las valoraciones humanas. Así son objetivos y a
priori. Según Scheler los valores tienen las siguientes características:
- los valores no son, valen. Son independientes de los seres humanos, existen
sin confundirse con las personas
- los valores son intemporales e inalterables, no dependen de las culturas. Son
universales
- los valores están polarizados y jerarquizados. Se presentan en pares de
opuestos y están organizados de menor a mayor. Hay cuatro grupos: útiles, vitales,
espirituales y religiosos.
- Conocemos los valores mediante una intuición que Scheler llama sentimiento
de valor.
Marxismo.
Karl Marx, no desarrolla una teoría ética propiamente, pero pone de manifiesto las
injusticias sociales y económicas de su siglo XIX. Muestra la lucha de clases entre
capitalistas (poseen medios de producción) y el proletariado (fuerza de trabajo).
Para Marx la ética ha sido utilizada para defender los beneficios de los poderosos.
Marx se propone que los trabajadores tomen conciencia de su situación y
promuevan una sociedad más solidaria e igualitaria, la sociedad comunista.
Hoy en día filósofos como Horkheimer y Habermas, continúan criticando nuestras
sociedades democráticas, las cuales hay población marginada y que no tiene
acceso a la sanidad, cultura o el trabajo.
4. Éticas contemporáneas. Éticas del consenso
Son la ética de la justicia de John Rawls o la ética del del discurso de K.O. Apel y
Habermas. Se preocupan por la búsqueda de procedimientos para resolver
problemas colectivos. Se debe establecer un procedimiento aceptado por todos
para tomar decisiones para la comunidad, respetando las diferencias individuales y
el bien común de la comunidad. El diálogo es básico para establecer reglas
morales mínimas, y llegar a un consenso sobre los intereses prioritarios. La
educación alcanza una relevancia fundamental, para que todos los miembros de la
comunidad tengan las mismas oportunidades y sean ciudadanos libres, iguales y
responsables.
Ética del discurso de Habermas
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Habermas, filosofó alemán actual, destaca que en la comunicación deben


participar los miembros de una sociedad como iguales y libres. Se debe formar una
voluntad colectiva para el bien común. La moral tiene dos funciones: asegurar el
respeto de la integridad de cada individuo y reconocer las relaciones recíprocas
entre las personas, para ello el principio de justicia y el principio de bienestar
general son los principios claves para vivir en sociedad.

BIBLIOGRAFÍA
Poder y corrupción:
https://s3.eu-west-1.amazonaws.com/eu.storage.safecreative.org/1
/2012/05/04/00000137/1974/bad1/7d82/33032055aad3/
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074ef6ed7dae52bc8
Democracia exclusiva: LA DEMOCRACIA ARMÓNICA: LA CONJUNCIÓN
EQUILIBRADA DE LOS MODELOS DEMOCRÁTICOS. RAMÓN LUIS
SORIANO DÍAZ
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José Ingenieros:
http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2013/06/jose-
ingenieros-1877-1925-y-los.html
Moral, ética y justicia:
https://www.buenosaires.gob.ar/sites/gcaba/files/pensar_la_justici
a_desde_la_escuela.pdf

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