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Mariana Otálora Rozo

La importancia del punto focal en Las Ilusiones Perdidas de Honoré de Balzac

La capacidad que tiene un escritor para mostrar y añadir personajes dentro de una novela es
increíblemente maravillosa, formular ideas y características para demostrar una posición y
no recaer en que varios personajes dentro de una historia sean copias es algo con lo que
lidia constantemente cualquier novelista. No siempre es fácil imaginarse cómo se lleva el
proceso creativo que tiene cada autor para lograr hacer que el lector identifique aquellos
detalles que le son dados a cada personaje, que lo diferenciarán de otros y que lo volverán
único frente a los ojos de la narración. Así pues, las historias normalmente nos van a
presentar un personaje cuya vida se desarrollará en unas cuantas páginas, se nos dará una
descripción física y probablemente una psicológica también, pero hay relatos que cuentan
con más de un personaje y el trabajo del escritor es determinar aquellos rasgos
característicos de cada uno y darle al lector la posibilidad de diferenciarlos.

En cuanto al lector, este pretende que al iniciar a leer sólo va a encontrarse con un
personaje y que los demás que se irán añadiendo jugarán un papel secundario y nunca
podrá ver más allá de lo que ve el personaje principal de ellos o las impresiones que da el
narrador —en caso tal de que sea diferente al personaje principal— sobre ellos. Esto no es
lo que sucede en Las Ilusiones Perdidas de Honoré de Balzac, la novela publicada en 1837
que pertenece a una serie llamada “La Comedia Humana” nos presentará la vida de Lucien
y todo su desarrolló se verá también a los ojos de diferentes personajes que tomarán el
punto focal del relato en varios momentos.

En un inicio, la historia empieza contándonos la historia de David Séchard quien es hijo del
dueño de una imprenta que da suficiente dinero para subsistir, sin embargo, David no quiere
hacerse cargo completamente de ella cuando su padre se la ha dejado para irse a descansar
los años que le quedan. Se nos inmiscuye en la historia y los pensamientos de David hasta
que éste se encuentra con Lucien, un amigo que no veía hacía mucho tiempo y que resulta
siendo ahora el personaje principal de la novela. Balzac pasa de David a Lucien en un
párrafo en el que empieza a describirnos este segundo personaje desde su aspecto físico y
poco a poco su parte psicológica. No volveremos a leer desde los ojos de David, sino que
ahora, todo será desde lo que vive y siente Lucien, quién es ahora el personaje focal de la
obra. Sin saberlo, hemos entrado en una historia que cambiará el personaje focal varias
veces, a veces dejando de lado al anterior, pero en la mayoría de los casos, volviendo a
Lucien que será a partir de quien se ha construido la obra. El gran primer cambio es el que
se describió anteriormente, es el que más tiempo se desarrolla y desde el cual se pueden
prever otros a futuro, aunque en una primera lectura determinarlo sea difícil. Mientras nos
relatan la historia de Lucien, aparece Madame de Bargeton quien también tomará el punto
focal del relato en el momento de la presentación, Balzac se toma varias páginas para
presentarnos quién es y el porqué es tan importante dentro del lugar donde se desarrolla la
historia de Lucien y del papel que jugará con él.

Diferentes teóricos pueden ayudar a entender más allá el hecho de que Balzac considere tan
relevante para esta novela hacer estos cambios focales, porque bien pudo haber hecho una
obra en la que los capítulos fuesen la visión de cada personaje y no habernos puesto en los
zapatos de cada uno en medio de la historia. Cuando Gerard Genette escribe sobre el tema
del narrador en el libro Figuras III de 1989 describe su papel dentro de la narración, la
“presencia del narrador como fuente garante y organizador del relato, como analista y
comentador, como estilista” (1989, p.225), bien podría interpretarse esto para lograr
determinar la importancia que tiene el escritor con la creación de un narrador que conduzca
y desarrolle por sí mismo toda la historia, esto podría resumirse en que la persona más
importante dentro de cualquier relato será el narrador y que de este dependerá que el lector
continúe enfocado en la novela. En el caso de Las Ilusiones Perdidas el narrador es
omnisciente y nos dice muchas veces qué pensar con respecto de los personajes, aunque se
les dé paso a éstos para dialogar y mostrarle al lector un ‘poco más de cerca’ cómo son
realmente, una manera fácil de descubrir esto es en la conversación que mantiene David
con su padre al inicio de la novela sobre la imprenta y las cosas que habían en esta:

—Lee esto, hijo mío —dijo Jérôme-Nicolas Séchard, desplazando sus ebrios ojos del papel
a su hijo y de su hijo al papel—.Podrás ver la joya de imprenta que te dejo.
—Tres prensas de madera sostenidas por unas barras de hierro, con una platina de
fundición…

—Es una mejora que he introducido —dijo el viejo Séchard interrumpiendo a su hijo.

—Con todo su utillaje: depósitos de tinta, balas y bancos, etcétera, ¡mil seiscientos francos!
Pero, padre —dijo David Séchard dejando caer el inventario—,sus prensas son unos viejos
cacharros que no valen ni cien escudos y que para lo único que sirven es para echarlas al
fuego. (Balzac, 2015, p.19)

La primera vez que aparece David en el relato se nos hace una descripción se cómo es él
personalmente, pero cuando el personaje tiene voz es que resulta más fácil de interpretar las
descripciones que se hicieron anteriormente, de saber qué tan avaro y desinteresado es
David con respecto a la imprenta de su padre. A pesar de que los personajes tengan diálogos
y Balzac les dé el espacio de hablar y mostrarse frente al lector, es con respecto al narrador
que el lector se va a hacer constantemente la idea, se va a sentir más cercano o cree juicios
de valor con respecto a los personajes.

Claro que todo este análisis es puramente estilístico e intentando descubrir la razón que
tiene Balzac para realizar este juego con la focalidad del relato. Teniendo en cuenta lo que
dice Roland Barthes en su libro El análisis estructural del relato de 1966, específicamente
en el apartado que escribe él mismo, que además es el primero del libro, titulado
«Introducción al análisis estructural de los relatos» enfatiza en que hay ciertos componentes
dentro del relato que son de vital importancia para entender y comprender a profundidad el
relato y las intenciones autorales. “Es el carácter funcional de ciertos segmentos de la
historia que hace de ellos unidades: de allí el nombre de funciones que inmediatamente se
le ha dado a estas primeras unidades” (1966, p.16) para Barthes la unión de todos estos
elementos que no son puestos aleatoriamente en el relato por parte del escritor deben ser
tenidos en cuenta para lograr un análisis concreto y valioso. Añade más adelante que todos
estos componentes no pueden dejar de lado otras características básicas del análisis: “lo que
no significa que un relato deje jamás de estar compuesto de funciones: todo en diverso
grado, significa algo en él” (1966, 16), esto da a entender que para lograr análisis retóricos
completos hay que tener en cuenta desde las cosas más básicas de composición hasta los
detalles y las unidades que son puestos por cada autor para su obra.

Bajo la misma idea de que existen elementos para entender las obras y las intenciones del
autor en estas, Tzvetan Todorov escribe para el mismo libro de Barthes un ensayo sobre el
tema que titula «Las categorías del relato literario», en donde explicará en cuestiones
estilísticas diferentes interpretaciones que se le pueden dar a los métodos del sentido que se
manejan en las obras. “El sentido (o la función) de un elemento de la obra es su posibilidad
de entrar en correlación con otros elementos de esta obra y con la obra en su totalidad”
(1966, p.155) si se tuviera en cuenta esto que dice Todorov con lo que se explicó
anteriormente en Barthes, podría decirse que ambos piensan que cualquier relato en la parte
del sentido está compuesto por diferentes elementos que se relacionan entre sí para crear
una obra completa y con especificaciones ‘únicas’ u ‘originales’ dependientes de cada autor
y su método estilístico de escritura. Sin embargo, Todorov es enfático en que “la
interpretación de un elemento de la obra es diferente según la personalidad del crítico y su
posición ideológica, y según la época” (1966, p.156) esto podría determinar en que el hecho
de que hoy se esté analizando el porqué Balzac cambiaba los puntos focales dentro del
relato respondan a una intención que podría considerarse de otra manera apenas se publica
la obra, quizás para cualquier lector que Balzac realice este juego estilístico no representa
nada en la obra y puede pretender que el autor simplemente buscaba darle pequeños giros a
la narración pero que más allá no contaba con una idea concreta sobre esto, cosa que para
una persona que busca inmiscuirse de lleno dentro de la novela puede tener una
significancia más grande.

De seguro Barthes y Todorov tendrían en cuenta el juego que hace Balzac para inferir la
importancia que recae en cada personaje, pues hay que entender que no para la presentación
de todos el lector puede sentirse en los ojos de quien se describe, este componente focal
recae en los personajes que van a inferir en gran medida en las decisiones y en la vida de
Lucien, un ejemplo de esto es la presentación de Ève, hermana de Lucien, quien va a
aparecer en varios momentos de la novela e incluso cuando se estaba publicando la novela
por folletines y dividida en varias partes “la edición Furne fue la primera que la recogió en
un volumen, titulada Ève y David” (Noiray, 2015, p.765), el papel que juega este personaje
dentro de la historia es grande, sin embargo no tan importante como para que Balzac le
permita tomar el hilo de la historia y dejarnos ver tras sus ojos.

Retomando las ideas de Barthes, se encuentra en su otro libro El grado cero de la escritura
un análisis más amplio con respecto a toda la parte estilística de los relatos, en la primera
parte y, específicamente, el primer título «¿Qué es la escritura?», ahonda temas estilísticos
que determinan la parte composicional de un escrito, empezando a explicar de una manera
un poco más sencilla y básica la importancia que juega el estilo para crear un sentido
literario desde la palabra.

El estilo es propiamente un fenómeno de orden germinativo, la transmutación de un Humor,


De este modo, las alusiones del estilo están distribuidas en profundidad; la palabra tiene una
estructura horizontal, sus secretos están en la misma línea que sus palabras y lo que esconde
se desanuda en la duración de su continuo; en la palabra todo está ofrecido, destinado a un
inmediato desgaste, y el verbo, el silencio y su movimiento son lanzados hacia un sentido
abolido: es una transferencia sin huella ni atraso. (p.18)

Bibliografía:

Balzac, H. de. (2015). Las Ilusiones Perdidas. (J. R. Monreal, Trans.). Penguin Random
House Grupo Editorial.

Barthes, R. (1970). Introducción al análisis estructural de los relatos. In Análisis estructural


del relato (pp. 9–43). essay, Editorial Tiempo Contemporáneo.

Barthes, R. (2011). ¿Qué es la escritura? In El grado cero de la escritura (pp. 17–22).


essay, Siglo veintiuno editores.

Genette, G. (1989). Figuras III. (C. Manzano, Trans.). Editorial Lumen.

Todorov, T. (1970). Las categorías del relato literario. In Análisis estructural del relato (pp.
155–192). essay, Editorial Tiempo Contemporáneo.
“el estilo no es sino metáfora, es decir, ecuación entre la intención literaria y la estructura
carnal del autor” Barthes, 18

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