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Introducción

En este trabajo se centra en los aspectos más esenciales del derecho de sucesión
en la antigua Roma, un sistema legal que, además de regular la transferencia del
patrimonio tras el deceso de un individuo, refleja las complejidades y matices
existentes en la sociedad romana. A lo largo de esta investigación, se exploran
detalladamente diversos aspectos y conceptos clave que sustentaban el
entramado legal en torno a la herencia y la sucesión.

Inicialmente, se aborda el concepto herencia y derecho de sucesión, todo bajo una


óptica romana. Posteriormente se hablará del concepto de hereditatis petitio o
Acción de Petición de Herencia, una herramienta jurídica fundamental que protegía
al heredero civil en disputas relacionadas con su calidad de heredero. Esta acción,
equiparable a la acción reivindicatoria en la protección de derechos de propiedad,
revestía una importancia vital en la salvaguarda de los intereses del heredero
frente a terceros, asegurando la transmisión efectiva del patrimonio.

En paralelo, se analiza la bonorum possessio, una posesión otorgada por el pretor


sobre bienes hereditarios, que se convertía en una herramienta crucial para la
administración y gestión de la herencia en ausencia de un heredero reconocido
legalmente. Esta figura, esencialmente pretoria, permitía a los beneficiarios tomar
posesión de los bienes heredados sin enfrentarse a las rigurosidades formales del
derecho civil romano. Otro aspecto fundamental que se examina son los
interdictos, instrumentos legales diseñados para proteger la posesión de bienes
hereditarios y la adquisición de posesión por legado. Estos interdictos, como el
quorum bonorum y el quod legatorum, desempeñaban un papel crucial en la
salvaguarda de los derechos del heredero y la preservación de la integridad del
patrimonio heredado.

Además, a través de ejemplos prácticos, se ilustra la aplicación concreta de estos


conceptos en situaciones legales y sociales específicas de la antigua Roma.
Desde disputas sobre la cualidad de heredero hasta la partición de la herencia
entre coherederos, estos ejemplos ofrecen una visión enriquecedora de cómo
operaban estos principios legales en la práctica. En conjunto, esta investigación
proporciona una visión holística y detallada del sistema legal romano en materia
de sucesión hereditaria, destacando su sofisticación y complejidad, junto con su
evolución a lo largo del tiempo. Al sumergirse en los mecanismos y estructuras
legales que regían la transmisión del patrimonio, se revela la importancia crucial
del derecho de sucesión en la antigua Roma y su papel en la configuración de la
sociedad y la vida cotidiana romana.

Es fundamental comprender que el derecho de sucesión romano no solo reflejaba


la transmisión de bienes materiales, sino también valores culturales y sociales
arraigados en la sociedad de la época. La herencia, más que una cuestión legal,
era una manifestación de la continuidad generacional y el legado familiar. Por lo
tanto, las disputas y litigios en torno a la sucesión no solo tenían implicaciones
legales, sino también emocionales y sociales. Además, la evolución del derecho
sucesorio romano a lo largo de los siglos refleja cambios significativos en la
sociedad y en las concepciones legales. Desde los primeros sistemas basados en
el ius civile hasta la inclusión de elementos pretorianos más flexibles y equitativos,
el derecho de sucesión en Roma se adaptó constantemente a las necesidades y
demandas de una sociedad en constante evolución.

El estudio del derecho de sucesión en la antigua Roma no solo arroja luz sobre los
aspectos legales y jurídicos de la sociedad romana, sino que también proporciona
una ventana a la vida cotidiana, las relaciones familiares y la estructura
socioeconómica de la época. A través de este análisis detallado, se puede apreciar
la complejidad y la sofisticación de una civilización que dejó un legado duradero en
el mundo jurídico y más allá. En última instancia, el derecho de sucesión en la
antigua Roma no solo era un conjunto de normas legales, sino también un reflejo
de los valores, creencias y dinámicas sociales de una de las civilizaciones más
influyentes de la historia.
Objeto de Derecho hereditario

El objeto del derecho de sucesiones se centraba en regular tanto la transmisión del


patrimonio de una persona fallecida (herencia) como las relaciones jurídicas que
surgían como resultado de esa transmisión (sucesión).
La herencia, bajo una perspectiva objetiva, se refería al patrimonio dejado por el
fallecido, incluyendo tanto los bienes como las obligaciones. Este aspecto se
destacaba en el término "hereditas".

Por otro lado, la sucesión, vista desde un punto de vista subjetivo, se centraba en
las relaciones jurídicas que se establecían entre los herederos y el patrimonio
dejado por el fallecido. Este aspecto se enfatizaba en el término "successio".

El objeto del derecho de sucesiones en Roma abarcaba tanto la herencia


(patrimonio dejado por el fallecido) como la sucesión (relaciones jurídicas entre
herederos y patrimonio), reconociendo que ambos aspectos eran partes integrales
de un mismo fenómeno jurídico.

¿Qué es la herencia?

El término "herencia" en el derecho romano se refiere tanto a los bienes legados


por el fallecido como al conjunto de derechos y obligaciones que deja este para
que su heredero los ejerza y cumpla. En otras palabras, la herencia engloba tanto
los activos como los pasivos dejados por el difunto. Por ejemplo, si un ciudadano
romano, fallece y deja una casa, un terreno y una deuda pendiente, todos estos
elementos forman parte de su herencia.

Además, la noción de herencia se confunde en cierta medida con la de sucesión,


ya que implica que el heredero asume la posición del fallecido respecto a los
derechos y obligaciones inherentes a su patrimonio. Así, la sucesión se refiere a la
transferencia del patrimonio del difunto a una o varias personas vivas o
concebidas. Por ejemplo, si un ciudadano romano muere y deja su patrimonio a su
hijo, este hijo se convierte en el heredero y sucede al difunto en la titularidad de
esos bienes y obligaciones.

Es importante destacar que, si no existieran herederos vivos o concebidos, no se


podría hablar de la transmisión de derechos ni del cumplimiento de obligaciones,
lo que subraya la importancia de la existencia de herederos para que se pueda
llevar a cabo el proceso sucesorio.
Naturaleza, objeto y efectos de la herencia

A) La naturaleza de la herencia en el Derecho Romano es intrínsecamente ligada a


la noción de familia y al patrimonio del fallecido. En ese contexto, la herencia no
solo implica la transferencia de bienes materiales, sino que también tiene un
profundo significado social y familiar. En el antiguo derecho quiritario, la sucesión
hereditaria estaba estrechamente conectada con la estructura de la familia
agnaticia. Cuando el pater familias fallecía, era imperativo que un heredero lo
sustituyera para garantizar la continuidad y estabilidad de la familia. En este
sentido, la herencia no solo representaba la transmisión de activos y pasivos, sino
que también aseguraba la continuidad generacional y el mantenimiento del linaje
familiar. Aunque hay cierta controversia sobre si la herencia tenía un carácter
religioso, político o patrimonial en ese período, en el derecho clásico se consolidó
la idea de que la herencia era principalmente un asunto patrimonial. Los juristas de
la época la concebían como una "res incorporalis", es decir, como un ente jurídico
diferenciado de los bienes y derechos que la componen. Por conseguiente, la
herencia, desde esta perspectiva, garantizaba la continuidad y estabilidad de la
familia al transferir el patrimonio del difunto a sus familiares.

B) El contenido de la herencia abarca tanto los activos como los pasivos del
patrimonio del difunto. Esto significa que la herencia incluye no solo los bienes
materiales, sino también las obligaciones y responsabilidades asociadas. De
acuerdo con Ulpiano, la herencia puede comportar tanto ventajas como
desventajas, es decir, activos y pasivos respectivamente. Los activos pueden ser
bienes tangibles como propiedades o dinero, así como derechos sobre ciertas
relaciones o contratos. Por otro lado, los pasivos incluyen deudas y obligaciones
pendientes del difunto. Sin embargo, existen ciertas limitaciones en cuanto al
contenido de la herencia. Por ejemplo, ciertas relaciones jurídicas personales e
intransmisibles, como las magistraturas y cargos públicos, no pueden ser
heredadas. En este sentido, el contenido de la herencia refleja la totalidad del
patrimonio del causante, salvo algunas excepciones.

C) La adquisición o aceptación de la herencia coloca al heredero en una posición


jurídica similar a la del causante. Esto implica que el heredero asume tanto los
derechos como las obligaciones asociadas con la herencia. Por lo tanto, la
aceptación de la herencia produce dos efectos principales. En primer lugar, se
produce una confusión patrimonial, donde los patrimonios del heredero y el difunto
se fusionan en uno solo, perteneciente al heredero. Esta confusión patrimonial
implica la extinción de las relaciones jurídicas entre el difunto y el heredero, así
como la concurrencia de los acreedores del difunto junto con los del heredero. En
segundo lugar, surge la responsabilidad ultra vires hereditatis del heredero, es
decir, más allá de los bienes heredados. Esto significa que el heredero responde de
las deudas del causante con su propio patrimonio. En consecuencia, la adquisición
de la herencia no solo implica la obtención de activos, sino también la asunción de
pasivos y responsabilidades asociadas.
El Cujus

El término "de cujus" proviene del latín y se utiliza en el derecho romano para
referirse al difunto o causante de cuya sucesión se está tratando. Es decir, es la
persona fallecida cuyos bienes y patrimonio están sujetos a distribución entre los
herederos. Por ejemplo, si alguien deja un testamento especificando cómo deben
repartirse sus posesiones después de su muerte, esa persona sería el de cujus. En
otras palabras, es el punto de partida de toda la sucesión, ya que sobre su
patrimonio recae la acción sucesoria.

Heredero

El heredero, también llamado causahabiente, es la persona que recibe el


patrimonio del de cujus. En el derecho romano, ser heredero era más que una mera
designación, era un título que confería derechos y obligaciones específicas. Por
ejemplo, si un ciudadano romano fallecía y dejaba a su hijo como único heredero,
ese hijo adquiría no solo la propiedad de los bienes del de cujus, sino también una
serie de responsabilidades legales y sociales.

En el derecho quiritario, el heredero tenía el derecho a reclamar su herencia


mediante la "petitio hereditatis", una acción legal similar a la "actio rei vindicatio"
que permitía al heredero reclamar sus derechos sobre los bienes de la herencia.
Además, el título de heredero implicaba la obligación de continuar el culto familiar
y de pagar las deudas del fallecido, incluso con su propio patrimonio si fuera
necesario. Por lo que el heredero era la persona designada para continuar el
legado del de cujus y mantener la integridad de su patrimonio, cumpliendo tanto
con sus derechos como con sus obligaciones.

¿Qué situaciones pueden encontrarse en la herencia?

La herencia es un proceso que abarca varios momentos, cada uno con su propia
denominación y significado. ¿Cuáles son las principales situaciones que se pueden
presentar?

1. Herencia sin deferir o presunta (hereditas nondum deferenda): Este es el


estado de la herencia antes de la muerte del causante. Aunque
técnicamente no se puede hablar de una herencia de una persona viva, se
utiliza esta expresión para referirse al conjunto de bienes que se espera que
sean heredados.
Ejemplo: Juan posee una gran cantidad de bienes. Antes de su muerte, se
habla de la "herencia sin deferir" de Juan, refiriéndose a los bienes que se
espera que sean heredados después de su fallecimiento.

2. Herencia abierta (hereditas aperta): Este término se utiliza cuando el


causante fallece y su patrimonio queda disponible para ser heredado.
Ejemplo: tras la muerte de Lucio, sus propiedades, incluyendo tierras
agrícolas, esclavos y bienes muebles, quedan disponibles para ser
heredadas por sus hijos y otros posibles herederos, según las leyes y
costumbres romanas

3. Delación de la herencia (delatio hereditatis): Después del fallecimiento del


causante, se ofrece la herencia al heredero para que la acepte o la rechace.
Ejemplo: Después de la muerte de Julia, su hijo Marco recibe un mensaje
del pretor informándole que ha sido nombrado como heredero y que debe
presentarse ante él para formalizar la aceptación de la herencia.

4. Herencia yacente (hereditas iacens): Esta situación ocurre entre el


ofrecimiento de la herencia y su aceptación. Es un período interino en el que
la herencia está en espera de ser aceptada por el heredero. Ejemplo: Tras el
fallecimiento de Sexto, su sobrino Cayo es informado de que ha sido
designado como heredero, pero aún no ha decidido si aceptará o rechazará
la herencia. Durante este período de espera, la herencia permanece en una
situación de herencia yacente.

5. Herencia adquirida, aceptada o añadida (hereditas adquisita, accepta aut


addita): Después de que el heredero acepta, añade o adquiere la herencia,
dependiendo de si es un heredero necesario o voluntario. Si es necesario,
adquiere la herencia automáticamente. Si es voluntario, tiene la opción de
aceptarla o renunciarla. Ejemplo: Después de la muerte de Claudio, su hija
Livia, como heredera necesaria, adquiere automáticamente la herencia, que
incluye una villa en las afueras de Roma y una colección de arte. En cambio,
su amigo Tiberio, como heredero voluntario, decide aceptar la herencia
después de consultar con su familia.

6. Herencia vacante (hereditas vacua): Si la herencia no se acepta y no se


espera que tenga otro heredero, se considera herencia vacante. Ejemplo:
Después del fallecimiento de Publio, ningún familiar ni heredero conocido
reclama sus bienes. En este caso, la herencia se considera vacante y puede
pasar al estado de "bona vacantia", donde los bienes serían administrados
por el Estado o se distribuirían según las leyes locales.

En casos de pluralidad de herederos, después de la aceptación o adquisición, la


herencia puede ser:

a) Herencia indivisa (hereditas indivisa): Si aún no se ha dividido entre los


coherederos. Ejemplo: Después del fallecimiento de Marco, sus tres hijos, Lucio,
Tiberio y Julia, heredan conjuntamente su granja familiar. Aunque los tres hijos
tienen derecho a la propiedad, aún no han llegado a un acuerdo sobre cómo dividir
la tierra y los recursos entre ellos. Por lo tanto, la herencia sigue siendo indivisa
hasta que lleguen a un acuerdo sobre la distribución de los activos.

b) Herencia dividida o adjudicada (hereditas divisa vel adiudicata): Si ya se ha


dividido entre los coherederos. Ejemplo: Después del período de discusión y
negociación, Lucio, Tiberio y Julia finalmente llegan a un acuerdo sobre la división
de la herencia de su padre. Se decide que Lucio recibirá la parte de la granja que
incluye los campos de cultivo, Tiberio obtendrá la parte que incluye el establo y los
animales, y Julia recibirá la parte de la casa principal y los huertos. Una vez que se
realiza esta división formal y se adjudican las partes a cada heredero, la herencia
se considera dividida o adjudicada.

Sucesión Testamentaria e Intestada

En el derecho romano, la sucesión testamentaria y la sucesión intestada eran dos


formas distintas en las que se podía designar a los herederos del de cujus, es decir,
del fallecido. La sucesión testamentaria se llevaba a cabo cuando el de cujus
dejaba un testamento válido, un documento jurídico unilateral en el que
especificaba quiénes serían sus herederos y cómo se distribuirían sus bienes
después de su muerte. En el testamento, el de cujus podía conferir el título de
heredero a una o varias personas, independientemente de si tenían algún vínculo
familiar directo con él. Por ejemplo, un ciudadano romano podía designar a un
amigo cercano como su heredero principal en su testamento.

Por otro lado, la sucesión intestada o intestada o ab intestato o "sin testamento" o


"ab intestato" o "intestate", se aplicaba en ausencia de un testamento válido. En
este caso, se seguían reglas establecidas por la ley para determinar quiénes serían
los herederos del de cujus y cómo se repartirían sus bienes. Estas reglas variaban
según las circunstancias específicas, como la existencia de descendientes
directos, cónyuge sobreviviente u otros parientes cercanos. Por ejemplo, si un
ciudadano fallecía sin dejar un testamento válido y tenía hijos, estos hijos
generalmente serían los herederos principales según las reglas de la sucesión
intestada. sucesión testamentaria se basaba en las disposiciones expresadas por
el de cujus en un testamento válido, mientras que la sucesión intestada se
aplicaba cuando no existía un testamento válido y se regía por las leyes
establecidas para ese fin.

Fundamento de la coexistencia de ambos sistemas


El fundamento para la coexistencia de la sucesión testamentaria y la intestada en
el derecho romano se remonta a una disposición de las Doce Tablas, las cuales
establecían que, “si un intestado muere sin que su heredero viva, el agnado
próximo y la familia lo recibirán; si el agnado no está vivo, el agnado próximo de la
familia lo recibirá; y si el agnado no vive, los miembros de la familia lo recibirán”.
Esta disposición indicaba que, en ausencia de un testamento, se procedería a la
distribución de los bienes de la herencia por sucesión intestada según el orden
establecido en el texto. Este principio implica dos conceptos importantes: la
preferencia del testamento sobre la sucesión intestada y la imposibilidad de
coexistencia simultánea de ambos tipos de sucesiones.

Preferencia de la sucesión testamentaria

La preferencia de la sucesión testamentaria en el derecho romano se refleja en el


hecho de que esta tenía mucha más importancia que la intestada desde tiempos
anteriores a la época clásica. La sucesión intestada era considerada de menor
importancia y tenía graves inconvenientes para los romanos. Esto se debía a que
el heredero, como titular especial, tenía que cumplir con ciertos deberes
relacionados con el culto familiar y la conservación de la sepultura familiar, por lo
que debía ser una persona especialmente designada para ello. Sin embargo, con el
paso del tiempo, la sucesión intestada fue ganando predominio.

Imposibilidad de coexistencia simultánea de ambos sistemas.

En cuanto a la imposibilidad de coexistencia simultánea del testamento y la


sucesión intestada, el derecho romano prohibía la distribución simultánea de los
bienes del de cujus mediante reglas testamentarias y de sucesión intestada. Esta
prohibición se originaba en que el testamento tenía como propósito principal
designar a una persona que continuara con el culto familiar en ausencia de hijos u
otros descendientes directos. Si no existían herederos designados en el
testamento ni otros descendientes directos, no podía aplicarse la sucesión
intestada junto con el testamento. Esto subrayaba la importancia del testamento
como instrumento principal para la designación de herederos y la continuidad del
culto familiar en el derecho romano.

SUCESIÓN INTESTADA EN EL IUS CIVILE Sistema de Derecho Civil (XII Tablas)

La sucesión intestada en el ius civile romano sigue un orden específico de


llamamientos, tal como se establece en las XII Tablas. Esta disposición es crucial
cuando una persona fallece sin dejar un testamento válido que especifique
quiénes serán sus herederos. Según como lo establece las XII tablas el orden de
llamamientos es el siguiente:

I. Orden de llamamientos:

1) Sui heredes (Herederos propios): En primer lugar, se llaman a los "sui heredes",
que son aquellos herederos que tienen un derecho propio sobre la herencia. Estos
son los miembros de la familia sometidos directamente a la potestad del fallecido
al momento de su muerte, es decir, aquellos que formaban parte de su familia
proprio iure. Entre los "sui heredes" se incluyen los hijos, hijas, descendientes
adoptivos, nietos, bisnietos, esposa en matrimonio cum manu (bajo autoridad
marital), nuera en caso de matrimonio cum manu, y los póstumos, es decir,
aquellos concebidos antes del fallecimiento del causante y que, de haber nacido
antes de su muerte, habrían estado bajo su potestad.

2) Adgnatus proximus (Agnado más cercano): En ausencia de "sui heredes", la ley


llama al pariente colateral más próximo, es decir, al "adgnatus proximus". Los
agnados son aquellos parientes que, junto con el fallecido, descienden de un
ancestro común. La ley específicamente llama al agnado más cercano, excluyendo
así a aquellos parientes más remotos.
3) Gentiles (Miembros de la gens): En última instancia, si no hay "sui heredes" ni
"adgnatus proximus", la ley llama a los "gentiles". Los gentiles son miembros de la
misma gens, una agrupación de familias que comparten un ancestro común y un
apellido o nombre gentilicio. Sin embargo, en la época clásica del derecho romano,
la organización gentilicia había perdido importancia práctica, por lo que el
llamamiento a los gentiles era más bien un recordatorio histórico que una
situación común.

El orden de llamamientos en la sucesión intestada romana seguía una jerarquía


claramente definida, priorizando primero a los familiares más directos y luego a
los parientes colaterales más cercanos, antes de recurrir a los miembros de la
gens en último término. Este sistema aseguraba una distribución ordenada de la
herencia en ausencia de un testamento válido.

II. División de la herencia

 Sui (Herederos propios): Todos los sui, sin importar el sexo, tenían derecho
a heredar sin distinción. Se aplicaba el principio de proximidad de grado, lo
que significaba que los herederos más cercanos al de cujus tenían prioridad.

La herencia se dividía inicialmente por cabezas (in capita), lo que significa que se
repartía en partes iguales entre los herederos. Cada parte recibida por un heredero
se conocía como cuota viril. Sin embargo, si había sui de diferentes grados de
parentesco, la división se realizaba por estirpes (in stirpes), lo que implicaba que
los descendientes de un predecesor fallecido heredaban la parte que habría
correspondido a su padre por derecho de representación. Por ejemplo, si uno de
los hijos había fallecido antes del de cujus, dejando hijos propios, estos últimos
heredarían la parte que le habría correspondido a su padre, dividiéndola entre ellos.

 Adgnatus proximus (Agnado más cercano): También se aplicaba el principio


de proximidad de grado para los agnados más cercanos. Si el agnado más
próximo no aceptaba la herencia, esta no pasaba automáticamente a otros
agnados. No se aplicaba el derecho de representación y la herencia
quedaba vacante.

 Gentiles (Miembros de la gens): En cuanto a la división de la herencia, se


aplicaban las mismas normas que para los sui.

Con lo visto anteriormente podemos definir que la división de la herencia se regía


por principios de proximidad de grado y se realizaba tanto por cabezas como por
estirpes, dependiendo de la situación de los herederos. Además, se destacaba la
importancia de la aceptación de la herencia por parte del agnado más cercano, ya
que su negativa podía dejar la herencia vacante.

III. Adquisición de la herencia:


A) Los sui, al ser heredes necessarii, "adquieren" la herencia directamente tras el
fallecimiento del causante, sin tener la posibilidad de renunciar a la misma. Los sui
heredes, como herederos necesarios, están obligados a aceptar la herencia y no
pueden rechazarla, ya que están vinculados por lazos familiares directos con el de
cujus. Este proceso de adquisición se realiza de forma automática una vez que
ocurre el fallecimiento del causante. Un ejemplo claro sería el de un hijo que
hereda de su padre en el derecho romano. Al fallecer el padre, el hijo se convierte
automáticamente en heredero de todos los bienes del padre, sin necesidad de
realizar ningún trámite adicional.

B) El adgnatus proximus y los gentiles, al ser herederos voluntarios, adquieren la


herencia por adición o "aceptación", ya que pueden renunciar a ella si así lo desean.
A diferencia de los sui heredes, el adgnatus proximus (agnado más cercano) y los
gentiles tienen la opción de aceptar o rechazar la herencia. Este proceso de
adquisición se realiza mediante un acto positivo de aceptación por parte del
heredero, quien manifiesta su voluntad de recibir la herencia. Por ejemplo, si un
primo hereda de otro primo en ausencia de herederos más cercanos, el primo
heredero debe tomar una decisión consciente de aceptar o renunciar a la herencia.
Si decide aceptarla, deberá realizar los trámites legales correspondientes para
formalizar su adquisición de la herencia.

SUCESIÓN INTESTADA EN EL IUS HONORARIUM o Derecho Pretoriano

I. Orden de llamamientos:

El pretor, con la intención de suavizar las estrictas normas del ius civile, introduce
un nuevo orden de llamamientos basado en el parentesco de sangre (cognaticio),
según lo describe Gayo. Las personas llamadas por el pretor adquieren, en su caso,
la posesión sobre los bienes hereditarios, conocida como bonorum possessio sine
tabulis testamenti, dado que el pretor no tiene la facultad de nombrar herederos.

El orden de llamamientos, según Ulpiano, se estructura de la siguiente manera:

Hijos y descendientes: Los primeros en ser llamados son los hijos y demás
descendientes del causante, sin importar si estaban o no bajo su potestad. Esto
incluye a los "sui", los hijos emancipados sui iuris y sus descendientes. También se
consideran en este grupo los póstumos y los hijos dados en adopción por el de
cujus y posteriormente emancipados. Por ejemplo, si un padre fallece y deja hijos,
estos serán los primeros en ser llamados para heredar sus bienes.

Herederos según el derecho civil: A continuación, se llaman a los herederos según


el derecho civil, lo que incluye a los adgnati. Es importante tener en cuenta que los
"sui" entran en la categoría anterior, y el llamamiento a los gentiles prácticamente
ha desaparecido. En realidad, solo se llaman a los adgnati, que son parientes
colaterales más lejanos.
Cognados: Después de los herederos según el derecho civil, se llaman a los
cognados, es decir, otros parientes consanguíneos. Esto incluye a los
descendientes, ascendientes y colaterales hasta el sexto grado de parentesco. En
el caso de la herencia de un sobrino, se considera hasta el hijo/a del otro sobrino,
que estaría en el séptimo grado.

El cónyuge supérstite: Finalmente, el pretor introduce la sucesión recíproca entre


cónyuges, siempre que se trate de un matrimonio válido y se haya disuelto por el
fallecimiento. Este llamamiento entre cónyuges es una novedad y se aplica
independientemente de la presencia de la manus, es decir, la sujeción legal de la
esposa al marido.

II. División y adquisición de la herencia:

Las normas para la división y adquisición de la herencia son consistentes para


todos los llamamientos realizados en el proceso de sucesión intestada en Roma.
Se aplica el principio de proximidad de grado, lo que significa que, si los llamados
son del mismo grado, la herencia se divide por cabezas y se adquiere por derecho
propio. En caso de que sean de grados diferentes, la división se realiza por estirpes
y se adquiere por derecho de representación. Sin embargo, surgen ciertos desafíos
con la llamada conjunta de los hijos emancipados y aquellos que aún están bajo la
patria potestad del padre fallecido.

a) Collatio bonorum o emancipati: Los hijos emancipados, al tener un patrimonio


independiente, debían colacionar los bienes que hubieran adquirido desde su
emancipación hasta el fallecimiento del causante. Esto se hace para evitar
injusticias y asegurar una distribución equitativa de la herencia.

Ejemplo: Si un hijo fue emancipado y adquirió propiedades por su cuenta antes de


que su padre falleciera, estas propiedades deben ser incluidas en la herencia para
su distribución equitativa entre todos los herederos.

b) Nova clausula Iuliani: En algunos casos, un hijo podría haber sido emancipado
mientras que sus hijos (nietos del causante) aún estaban bajo la patria potestad
del abuelo fallecido. Según la regla de proximidad de grado, los nietos podrían no
ser llamados como herederos. Para abordar esta situación, el pretor introdujo una
nueva disposición, la nova clausula Iuliani, que permite que los nietos sean
llamados junto con el padre emancipado. En este caso, a ambos se les otorga una
sola cuota de la herencia, que se divide equitativamente entre ambos grados.

Ejemplo: Si un hijo fue emancipado pero sus hijos aún están bajo la potestad del
abuelo, todos ellos pueden ser llamados como herederos y compartir una cuota de
la herencia, asegurando así que los nietos también reciban su parte justa.
La Bonnorum Possesio

En el contexto del derecho de sucesión en Roma, junto con la institución de la


herencia (hereditas) del ius civile, surgió en la segunda mitad del siglo II a.C. la
bonorum possessio, que se refiere a la posesión de los bienes hereditarios. La
bonorum possessio fue una medida introducida en la República Romana para
permitir la administración y liquidación de los bienes del difunto por parte de un
tercero designado, en respuesta a la necesidad de proteger los intereses de los
acreedores y garantizar una distribución equitativa de los activos del difunto.

A diferencia de la herencia tradicional (hereditas), donde el heredero (heres)


adquiría el estatus de propietario según el ius civile, la bonorum possessio confería
al designado el estatus de bonorum possessor, es decir, un simple poseedor de los
bienes hereditarios. Este poseedor tenía la autoridad para administrar y liquidar los
activos del difunto, pero no se le otorgaba la plena propiedad de los mismos. La
bonorum possessio se concedía por el pretor a solicitud de la persona interesada,
generalmente un acreedor del difunto que buscaba proteger sus derechos y
asegurar el pago de las deudas pendientes. Al obtener la bonorum possessio, el
poseedor tenía la responsabilidad de gestionar los activos de la herencia y pagar
las deudas del difunto utilizando los recursos disponibles. Este proceso se llevaba
a cabo mediante la aditio mandato creditorum, que implicaba la liquidación de las
deudas sin poner en riesgo los propios activos del poseedor.

Para ejemplificar este concepto, consideremos el caso de Tito, quien fallece


dejando una considerable deuda con varios acreedores. Ante esta situación, los
acreedores solicitan al pretor la bonorum possessio para asegurar el pago de sus
deudas. El pretor concede la bonorum possessio a uno de los acreedores
designados como bonorum possessor, quien se encarga de administrar los bienes
de la herencia y liquidar las deudas pendientes de Tito, garantizando así que los
acreedores reciban el pago de lo adeudado sin poner en riesgo sus propios
recursos.

Clases de Bonorum Possessio

Las clases de bonorum possessiones en el derecho de sucesión romano se


pueden clasificar según distintos criterios: vínculo con el edicto del pretor, relación
con el testamento y eficacia.

A) Vínculo con el edicto del pretor:

 Bonorum possessio edictalis: Se refiere a los casos contemplados


explícitamente en el edicto del pretor.

 Bonorum possessio decretalis: Cuando el supuesto no está contemplado en


el edicto. Inicialmente, la bonorum possessio se solicitaba ante el pretor
dentro de un plazo específico. El pretor podía concederla o no según los
requisitos establecidos en el edicto (bonorum possessio edictalis), pero
también podía otorgarla en casos no contemplados (bonorum possessio
decretalis). Esta distinción perdió relevancia con el tiempo al incluirse más
supuestos en el edicto.

B) Relación con el testamento:

 Bonorum possessio secundum tabulas testamenti: El pretor otorgaba la


posesión de los bienes hereditarios a la persona instituida como heredera
en un testamento, incluso si este tenía defectos formales. Por ejemplo, si
un testamento carecía de las formalidades adecuadas, pero expresaba
claramente la voluntad del testador, el pretor podía conceder la bonorum
possessio para hacer cumplir esa voluntad.

 Bonorum possessio sine tabulis testamenti: El pretor otorgaba la posesión


de los bienes hereditarios a ciertas personas cuando no existía un
testamento válido. Esto se basaba principalmente en el parentesco de
sangre y permitía suplir las deficiencias del derecho civil en relación con
esos vínculos familiares.

 Bonorum possessio contra tabulas testamenti: El pretor otorgaba la


posesión de los bienes a ciertas personas en contra de lo establecido en un
testamento válido. Esto permitía corregir posibles injusticias o
incongruencias en el testamento según el derecho civil.

C) Por su eficacia:

 Bonorum possessio sine re: Se produce cuando el pretor, tras otorgar la


posesión de los bienes hereditarios, no sigue apoyando al bonorum
possessor frente a la reclamación de la herencia por parte del heredero civil.
En este caso, el bonorum possessor no tiene una protección efectiva y
finalmente el heredero civil prevalece.
 Bonorum possessio cum re: Es cuando el pretor apoya al bonorum
possessor frente al heredero civil. Por ejemplo, denegando la acción
solicitada por el heredero civil o concediendo una excepción en contra de su
reclamación. En este caso, el bonorum possessor cuenta con una
protección efectiva por parte del pretor.

Protección del Heredero en el Derecho Civil y en el Derecho


Pretoriano

I. Acciones en el Derecho de Sucesión Romano

Es razonable suponer que, como heredero del difunto, la persona que recibe la
herencia podría usar todas las acciones legales disponibles, tanto aquellas que se
relacionan con bienes tangibles como con derechos personales, que derivan de los
distintos derechos y obligaciones que el fallecido había adquirido en vida. Sin
embargo, al enfocarnos en el contexto específico de la sucesión, surge una acción
legal que adquiere una importancia destacada: la hereditatis petitio, o acción de
petición de herencia.

1) Hereditatis petitio o Acción de Petición de Herencia:

Idea Conceptual: La hereditatis petitio protege al heredero civil en caso de disputa


sobre su cualidad de heredero o cualquier cuestión relacionada con ella. Es similar
a la acción reivindicatoria, pero dirigida al reconocimiento de la condición de
heredero. La hereditatis petitio se utiliza especialmente cuando surge alguna
disputa sobre si el reclamante tiene realmente la calidad de heredero o sobre
cualquier otra cuestión relacionada con su herencia. La finalidad última de esta
acción es permitir al heredero reclamar la totalidad de los bienes y derechos
hereditarios que le corresponden.

Naturaleza Jurídica: En la antigüedad se conocía como vindicatio hereditatis, una


acción in rem contra quien poseía los bienes hereditarios. En época clásica, se la
denomina hereditatis petitio, manteniendo similitud con la acción reivindicatoria.
Justiniano la califica como una acción de buena fe de carácter mixto.

Legitimación: Solo puede solicitarla el heredero civil, no el bonorum possessor, y


debe probar su condición ante el juez. El demandado puede ser el que poseía la
herencia como heredero, como poseedor o incluso poseedores ficticios.

Efectos: La acción busca la restitución de la herencia o de bienes específicos, los


aumentos que hayan tenido, y la reclamación de responsabilidad en su gestión.
Desde el SC Juvenciano, se agrava la responsabilidad del poseedor de mala fe
frente al de buena fe.

2) Actio Familiae Erciscundae o Acción de Partición de Herencia: A través de esta


acción, cualquier coheredero puede solicitar la división de la herencia y poner fin al
estado de comunidad en el que se encuentran los bienes hereditarios.

Ejemplo Práctico:
Supongamos que Lucio muere dejando una herencia disputada entre su hijo Tito y
su hermano Publio. Tito, como heredero civil, decide ejercer la hereditatis petitio
para reclamar la totalidad de la herencia y resolver la disputa con Publio. Además,
Tito, como coheredero, puede iniciar la actio familiae erciscundae para solicitar la
partición de la herencia y poner fin al estado de comunidad con Publio.

Interdictos

Los principales interdictos (un término que indica que se protege una situación
posesoria, en nuestro caso la bonorum possessio o la herencia pretoria) son dos.
El primero es el interdictum quorum bonorum (del cual bien), conocido como
interdicto restitutorio. El segundo interdicto es el interdictum quod legatorum (lo
que por legado), que surge de la mencionada Ulpiano en el Digesto.

1) Interdictum Quorum Bonorum o Interdicto Restitutorio

Idea Conceptual: El interdictum quorum bonorum protege al bonorum possessor


contra aquel que posee bienes hereditarios sin una causa justa. Es análogo a la
hereditatis petitio, pero dirigido específicamente al reconocimiento de la posesión
de la herencia.

Naturaleza Jurídica: En tiempos antiguos, se conocía como vindicatio hereditatis,


una acción in rem contra el poseedor no heredero. En la época clásica, se le
denomina interdicto restitutorio, manteniendo similitud con la acción
reivindicatoria. Justiniano lo califica como una acción de buena fe de carácter
mixto.

Legitimación: Solo puede solicitarlo el bonorum possessor, no el heredero civil, y


debe probar su derecho ante el juez. El demandado puede ser el que poseía la
herencia como heredero, como mero poseedor o incluso aquel que dejó de poseer
dolosamente.

Efectos: La acción busca la restitución de los bienes hereditarios o de bienes


específicos, así como los aumentos que hayan tenido. Desde el SC Juvenciano, se
agrava la responsabilidad del poseedor de mala fe frente al de buena fe.

2) Interdictum Quod Legatorum

Idea Conceptual: El interdictum quod legatorum se refiere a la posesión adquirida


por causa de un legado, donde se exige la restitución de los bienes ocupados sin el
consentimiento del heredero.

Naturaleza Jurídica: Este interdicto se establece para restituir bienes ocupados en


virtud de un legado sin el consentimiento del heredero. Su aplicación es similar al
interdicto restitutorio.

Legitimación: Puede ser solicitado por el heredero civil, y debe probarse la


ocupación de bienes por causa de un legado sin su consentimiento.

Efectos: El interdicto busca la restitución de los bienes ocupados por causa de un


legado al heredero civil. Con el tiempo, las diferencias entre acciones civiles y
pretorias se eliminan, permitiendo su ejercicio también por parte del heredero civil.
Conclusión

El análisis exhaustivo del derecho de sucesión en la antigua Roma revela un tejido


legal profundamente entrelazado con los pilares fundamentales de la sociedad
romana. A lo largo de esta jornada de este trabajo, hemos observado las
complejidades de este sistema legal, desde sus fundamentos en el ius civile hasta
su evolución hacia formas más flexibles y equitativas bajo la influencia del derecho
pretoriano.

Explorar las diferentes clases de bonorum possessiones, las acciones legales


como la hereditatis petitio y la actio familiae erciscundae nos ha permitido
comprender no solo la transmisión de bienes materiales, sino también la intrincada
red de relaciones sociales y emocionales que rodeaban a la sucesión en la Roma
antigua. Al observar cómo el derecho de sucesión se adaptaba a los cambios en la
sociedad y en las concepciones legales, hemos captado una visión más amplia de
su impacto en la vida cotidiana y en la estructura socioeconómica de la antigua
Roma. Las disputas hereditarias no solo reflejaban conflictos familiares, sino que
también revelaban tensiones sociales más amplias y complejas.

Además, al examinar la función de los interdictos en la protección de los derechos


del heredero y la resolución de disputas relacionadas con la herencia, hemos visto
cómo el sistema legal romano abordaba las complejidades de la posesión y la
transmisión de bienes. Estos interdictos no solo servían como herramientas
legales, sino que también reflejaban la preocupación del Estado por garantizar la
estabilidad y la equidad en la distribución de la propiedad. El análisis detallado de
las acciones legales, como la hereditatis petitio y la actio familiae erciscundae, nos
ha permitido comprender mejor la dinámica entre los diferentes actores
involucrados en una sucesión y cómo se resolvían los conflictos hereditarios en el
contexto legal romano. Desde la legitimación de las partes hasta los efectos de
estas acciones en la distribución de la herencia, cada aspecto del proceso
sucesorio estaba cuidadosamente regulado para garantizar la justicia y la
estabilidad en la sociedad.

En última instancia, al explorar el derecho de sucesión en la antigua Roma, hemos


obtenido una visión más profunda de una de las instituciones legales más
importantes de la civilización romana. Más allá de su relevancia histórica, este
tema sigue siendo objeto de estudio e interés en la actualidad, ya que arroja luz
sobre las complejidades de la propiedad, la familia y el poder histórico que nos
ofrece el mundo antiguo. En conclusión, este estudio minucioso nos ha brindado
una comprensión más amplia y matizada del derecho de sucesión en la antigua
Roma. Más allá de su función puramente legal, este sistema refleja los valores,
creencias y dinámicas sociales de una civilización que ha dejado un legado
perdurable en el mundo jurídico y más allá. Al sumergirnos en este tema, no solo
se adquiere conocimientos sobre un aspecto crucial del derecho romano, sino que
también se profundiza en una de las culturas más influyentes de la historia
humana.

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