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Antes de pasar al área de las victorias públicas, debemos recordar que la interdependencia

efectiva sólo puede construirse sobre una base de verdadera independencia. Si recordamos y
estudiamos el terreno para determinar dónde hemos estado y dónde estamos ahora, en relación
con el punto al que queremos llegar, vemos con claridad que no hubiéramos podido arribar a
nuestro lugar actual sin seguir el camino que seguimos. El panorama que tenemos por delante está
cubierto con los fragmentos de las relaciones rotas de las personas que lo intentaron. Ellas
pretendieron saltar hacia relaciones efectivas sin la madurez y la fuerza de carácter necesarias
para mantenerlas. No se puede tener éxito con otras personas si no se ha pagado el precio del
éxito con uno mismo. « El verdadero autorrespeto proviene del dominio de sí, de la verdadera
independencia. La independencia es un logro. La interdependencia sólo está al alcance de gente
independiente. A menos que estemos dispuestos a conseguir una independencia real, es inútil que
tratemos de desarrollar habilidades para las relaciones humanas. El ingrediente más importante de
toda relación no es lo que decimos o hacemos, sino lo que somos. Y si nuestras palabras y
acciones derivan de técnicas superficiales de relaciones humanas y no de nuestro núcleo interior ,
los otros sentirán esa duplicidad. Sencillamente, no podremos crear y sustentar la base necesaria
para la interdependencia efectiva. Las técnicas y aptitudes que realmente representan una
diferencia en la interacción humana son las que fluyen casi de manera natural de un carácter
verdaderamente independiente. De modo que toda relación empieza a construirse en nuestro
interior, en nuestro círculo de influencia, en nuestro propio carácter. Muchos sobrellevamos durante
años el dolor crónico de nuestra falta de visión, liderazgo o administración en nuestras vidas
personales. Como es crónico, nos acostumbramos a él, aprendemos a vivir con él. Pero cuando
tenemos problemas en nuestras interacciones con otras personas, se hace muy consciente un
dolor agudo, y queremos que desaparezca. No comprendernos que el dolor agudo es un síntoma
del problema crónico, más profundo. Sólo lograremos ocultar aún más el dolor crónico. Ahora bien,
al abordar la interacción efectiva con los otros, volvamos a nuestra definición anterior de la
efectividad. Hemos dicho que es el equilibrio P/CP, el concepto fundamental de la fábula de la
gallina de los huevos de oro. En una situación interdependiente, los huevos de oro son la
efectividad, la maravillosa sinergia, los resultados creados por la comunidad abierta y la interacción
positiva con los otros. Y para conseguir huevos con regularidad tenemos que cuidar a la gallina.
Necesitamos crear y cuidar las relaciones que hacen realidad esos resultados. De modo que antes
de descender de nuestra atalaya y entrar en los hábitos cuarto, quinto y sexto, yo querría introducir
lo que creo que es una metáfora muy poderosa para la descripción de las relaciones y definir el
equilibrio P/CP en una realidad interdependiente. En ella efectuamos depósitos y constituimos una
reserva de la que podemos exigir reintegros cuando los necesitamos. La «cuenta bancaria
emocional» es una metáfora de la confianza incorporada de una relación. Si aumento mis
depósitos en una cuenta bancaria emocional de la que hago a usted depositario, mediante la
cortesía, la bondad, la honestidad, y mantengo mi compromiso con usted, yo constituyo una
reserva. La confianza que usted tiene en mí crece, y yo puedo apelar a esa confianza muchas
veces, en el caso de que la necesite. Incluso puedo equivocarme, y ese nivel de confianza, esa
reserva emocional, compensará la diferencia. Puede que mi comunicación no sea clara, pero usted
me entenderá de todos modos. Cuando la cuenta de confianza es alta, la comunicación es fácil,
instantánea y efectiva. Pero si tengo la costumbre de mostrarme descortés e irrespetuoso, de
interrumpirlo, de exteriorizar reacciones desmesuradas, de ignorarlo, de comportarme con
arbitrariedad, de traicionar su confianza, de amenazarlo, si en su vida no valgo dos céntimos,
finalmente mi cuenta bancada emocional quedará al descubierto. El nivel de confianza será muy
bajo. Si una gran reserva de confianza no se sostiene mediante depósitos constantes, el
matrimonio se deteriora. En lugar de una comunicación y una comprensión ricas, espontáneas, la
situación se convierte en acomodaticia, en la que dos personas simplemente tratan de vivir con
estilos diferentes, de manera respetuosa y tolerante. La relación puede deteriorarse más, y
volverse hostil y defensiva. La respuesta «de lucha o fuga» da origen a batallas verbales, portazos,
mutismo, repliegue emocional y autocompasión. Y esto ocurre en la relación más íntima, de mayor
riqueza potencial, más gozosa, satisfactoria y productiva de todas las relaciones posibles en este
mundo. Nuestras relaciones más constantes, por ejemplo el matrimonio, requieren los depósitos
más constantes. Con expectativas que no menguan, los antiguos depósitos se evaporan. Cuando
uno se encuentra con un antiguo compañero de la escuela media que no ha visto durante años,
puede retomar la relación exactamente donde la había dejado, porque allí están todavía los
antiguos depósitos. Pero las cuentas con las personas con las que interactuamos más
frecuentemente requieren de depósitos más constantes. Las interacciones diarias o las
impresiones que dejamos determinan a veces reintegros automáticos. Al cabo de un período de
tiempo, los reintegros exceden en mucho a los depósitos. Ahora bien, supongamos que ese hijo
está a punto de tomar algunas decisiones importantes que afectarán al resto de su vida. El nivel de
confianza es tan bajo y la comunicación está tan cerrada, y es tan mecánica e insatisfactoria, que
el jovencito simplemente no mos trará ninguna rec eptividad hacia sus consejos. Usted puede tener
conocimientos y sabiduría para ayudarlo, pero como su cuenta está tan al descubierto, su hijo
terminará tomando una decisión con una perspectiva emocional a corto plazo, de la que bien
pueden resultar muchas consecuencias negativas a largo plazo. Probablemente el depósito más
importante entre los posibles consista simplemente en escuchar, sin juzgar, predicar o leer su
propia autobiografía en lo que él le dice. ¿Qué pretende papá? ¿Qué técnicas está ensayando esta
vez mamá conmigo?» Pero en la medida en que esos depósitos auténticos no se interrumpan,
empezarán a sumarse. Construir y reparar las relaciones lleva tiempo. Para ser proactivos,
centrarse en el círculo de influencia y cultivar lo que crece, se necesita carácter, y no tirar de las
flores para ver cómo están las raíces. La construcción y reparación de relaciones supone una
inversión a largo plazo. Cuando hacemos un depósito, lo que es importante para la otra persona
debe ser tan importante para nosotros como lo es esa persona. Tal vez estemos trabajando en un
proyecto de alta prioridad cuando nuestro hijo de seis años nos interrumpe con algo que para
nosotros es trivial, pero para él tiene mucha importancia. Al reconocer el valor que el propio niño
asigna a lo que tiene que decir, demostramos comprenderlo, y de este modo efectuamos un gran
depósito. Tengo un amigo cuyo hijo desarrolló un ávido interés por el béisbol. A mi amigo no le
interesaba en absoluto. El viaje le llevó más de seis semanas y costó mucho dinero, pero se
convirtió en un vínculo fuerte de la relación. Otro amigo, un profesor universitario mantiene con su
hijo adolescente una relación terrible. Toda la carrera del hombre había sido esencialmente
académica, y le parecía que su hijo malgastaba su vida dedicándose a trabajos manuales en lugar
de desarrollar su mente. En consecuencia, casi constantemente presionaba al muchacho y, en
momentos de arrepentimiento, intentaba realizar depósitos que no daban resultado. El jovencito
percibía los gestos como nuevas formas de rechazo, comparación y juicio, y ello determinaba
grandes reintegros. La relación se deterioraba destrozando el corazón del padre. Comprometió a
su hijo en el proyecto de construir una miniatura de la Muralla China alrededor de la casa. Gracias
a tal experiencia de vinculación, el hijo pudo superar esa fase de su vida y desarrolló un enorme
deseo de perfeccionar su mente. Pero el beneficio real se produjo en lo que sucedió en la relación.

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