Está en la página 1de 2

Noche 1

Me da mucha pena estar muerto, Clotilde, no sabes cuanta, yo creo que no hay peor
sentimiento que este, estar muerto y no acabarse de morir, de día se ve todo como entre
humo, como un cigarro, nada más que la vida es la que se lo está fumando a uno. Se me cae
la cara de vergüenza al ver mi tumba e imaginar como la tierra me carcome, atascada que se
han de estar dando los gusanos con mis carnes; he querido ver mi cuerpo y no he podido,
igual y no nos está permitido, pero vieras el coraje que me da cada que alguien me camina
encima, dan ganas de jalarlos al infierno y de no haberme muerto pero estas cosas no las
elige uno, o ¿Apoco tú ya te quieres morir? A lo mejor y sí, porque tú siempre has sido así,
triste pues, a lo mejor por eso comes cada vez más poco y duermes cada vez menos, quizás
soy yo el que te estoy enfermando y poquito a poco te voy hundiendo en el pozo, porque
vengo a verte todas las noches haciéndote que te pongas más enjuta, pero yo no me quería
morir y menos tendido al sol, además, que voy a hacer si no vengo.

Noche 2

A veces no sé si quiero dejar de morirme o que tú te mueras, pero sí sé que no aguanto estar
solo, porque no es lo mismo ver a las gentes y que ellos te miren y no vean nada, las
miradas te atraviesan de a tiro feo, Cleo, peor que balas y de eso yo se bastante. Vieras que
mal se siente el frio cuando no hay gente, te diría que se me hielan los huesos pero ni eso
me queda, no me caliento ni metiéndome a las hogueras. ¿Y si me voy al infierno? Igual en
el infierno entibiezco este frio de existir aunque fuera a ratos, pero yo creo que ni eso
ayudaría, siempre he sido así; aunque el solo pegará duro y sudaran las gentes, muy adentro
yo tenía algo frió que nada calentaba, hasta que lo envolvías en tu piel. Porque tus manos
eran brazas, e irradiaban calor nada más sentirlas, pero ahora se ven yermas, tus manos, tus
ojos, tu vientre y toda tú; no te lo quería decir pero cada vez hueles más a muerto. A lo
mejor no soy yo el que te está acabando sino la culpa.

Noche 3

Ponen monedas en los ojos de los muertos para cegarlos, y ocultarles la pena del olvido,
porque la vida arrea aunque tierra tengas encimas. ¿Tú te pusiste triste cuando me morí? Lo
peor es la tierra en la boca, te sabe a hiel, y el polvo se te mete a la garganta y raspa y grita
para tus adentros, diciéndote “¡Estás muerto! ¡Estás muerto y así te vas a quedar! Te dejaste
matar, por pendejo.” Luego de eso es fácil; te quedas quieto mientras te hunden; ¡Como si
pudieras hacer otra cosa! Y mientras esperas te empieza a dar sed, vieras que rara la sed,
porque ya no se te quita nunca, no se te quita ni con el rocío ni con nada, solamente
bebiéndome tus lagrimas se me quitaría, Cleotilde, pero tú no lloras, porque estás seca y
como los cardenches secos, eres un cadáver que se yergue, porque tú y yo estamos igual de
muertos, nada más que tú todavía respiras. Dime, mujer ¿No te arrepientes de estar viva?
Noche 4

Ya llegué, Cleotilde. Fíjate lo que son las cosas; el muerto soy yo pero te estoy velando a ti,
hasta me dan ganas de rezarte un rosario, pero sería pecado, los muertos no le rezan a los
vivos aunque estén casi enterrados. ¿Qué crees que pasaría si despiertas? A ver si de jodido
así me das la cara, no sé, pero eso no va a pasar, porque igual tú estás ensayando para el
cajón. Cada noche pienso que va a ser tú ultima, pero te aferras a la vida, nomás por el
gusto de clavarle las uñas. De seguro no te quieres morir porque sientes que estas
condenada, y no te voy a mentir, si fuiste canija. No deberías tener miedo, a dios no lo
conozco y aunque el diablo existiera; hay gente peor de culera que los domingos va a misa.
Hay cosas que no entiendo y que ya no voy a entender, yo nomás me quedé dormido, yo
nomás te escuché gritar.

Noche 5
A veces te detesto tanto, Cleotilde, si pudiera, te despedazaba con mis manos ahora que
estás dormida. Dan ganas de hundirlas en tu pecho y rasparte como a los magueyes a ver si
tienes corazón, pero mejor no, con todo y lo desgraciada que eres todavía te quiero.
Además, en el fondo yo ya sabía que me iba a hacer matar por ti, nada más que no así, ni
tan pronto. Me hacía mucha ilusión levantarme en la mañana y saber que estaba vivo, y me
lo arrebataron, mujer, por ti, nada más porque hueles a jazmín aún en tierra seca, porque la
gente te ve y no sabe si sonríes o estás sufriendo y porque caminas mirando al suelo como
llevando eterno luto ¿Crees que hayas valido la pena? A lo mejor eres de esas cosas que
hay que pagar con la vida de uno. Por cierto ¿Te fijaste como metí la bala en las tripas de
ese infeliz? Bonito que chorreaba la sangre ¡Borbotones que regaron la nogalera! Todavía
me acuerdo como se la chupaba la tierra mientras aquel cabrón nomás arañaba el aire,
verdad de dios que no se lo esperó pero la tierra a él si lo estaba esperando. Después te vi y
tus ojos me dolieron más que la plomada.

Noche 6
Santa Virgen de los infiernos:
Ruega por ella y por mí, que tengo miedo de lo que nos arrastra.
Hoy es la última noche que vengo, ya la siento morir, amén.

Hoy estas llorando, Cleotilde, a lo mejor entre sueños te das cuenta que te estas muriendo,
tu cuerpo se marchitó y como flor marchita cruje y se desmorona. Veo las lágrimas que
resbalan de tu rostro, pero ya no quiero beberlas; me da miedo tu ponzoña, que ya ha de
estar bien fermentada. Ya fuiste velada y te he rezado, pero eso no te va a salvar porque hay
todavía sangre en el suelo por tu culpa, que no acaba de secar. Siento el calor de tu fiebre,
te están llevando pa’ abajo ¿Verdad? Por eso te retuerces, convulsa, tratando de salvar el
alma que habita tu cuerpo trasijado, pero no vas a poder, porque es como parar el agua de
un cántaro quebrado. ¿Tan difícil era decirme que estabas casada? Total, tu muérete
despacito, yo aquí te acompaño.

También podría gustarte