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Unidad II: ¿QUÉ SE CONOCE?

1. PROBLEMAS RELATIVOS AL CONOCIMIENTO - GNOSEOLOGÍA


Cuando en el primer capítulo nos detuvimos en los distintos tipos de problemas
filosóficos, identificamos un grupo conformado por interrogantes relacionados con el
conocimiento. En efecto, el conocimiento ha constituido una preocupación constante
en la historia de la filosofía y fueron (y son) muchos los filósofos que abordan las
cuestiones gnoseológicas.
En las próximas clases que siguen, daremos cuenta de algunos de los planteos
propuestos en esta área. Pero antes de ello, vamos a detenernos a realizar algunas
consideraciones generales que es importante tener presentes cuando abordamos los
problemas típicos de la gnoseología.

1.1. QUIÉN, QUÉ, CÓMO


Es posible que la actividad anterior haya despertado algunas controversias. Si bien sus consignas
simplemente apuntaban a que se pusieran de manifiesto ciertos conocimientos que tienen, o los
resultados de algunas percepciones, cuando se pide la justificación de cómo se sabe algo o de a
qué tipo de objetos se refiere el saber, suelen surgir dificultades. Y esto se debe más bien a que
solemos ejercer la capacidad de conocer antes que reflexionar sobre el conocimiento como
capacidad.
Pero ya sabemos que la filosofía cuestiona allá donde otros saberes suponen, y para comprender
la mirada filosófica sobre el conocimiento es necesario identificar elementos que en él son
constantes.
Cuando abordamos el conocimiento desde una perspectiva filosófica tenemos que tener en
cuenta que siempre hay alguien que ejerce la capacidad, alguien que conoce. Esto es, todo
conocimiento supone un sujeto. Y sujetos hay de diversos tipos: cada uno de nosotros como
individuos; ustedes, como grupo de alumnos de este 5to. año o como grupo de adolescentes;
los hombres, las mujeres, los modernos, los antiguos, etc. Ahora bien, esa capacidad se ejerce
sobre algo. Si tomamos los ejemplos de los enunciados anteriores, serán los ángeles, los
triángulos, los números de la quiniela, los cuerpos celestes, un dibujo, los espacios interiores de
una casa, etc. El algo sobre el que se ejerce la actividad de conocimiento se llama objeto.
Es importante no confundir el término “objeto” con el término “cosa”. Habitualmente solemos
atribuir “cosa” casi exclusivamente a objetos espacio-temporales: Carlitos, el agua, la escuela,
los amigos, el sol. Pero hay objetos que no tienen estas características y sin embargo son objetos
de conocimiento, como por ejemplo el triángulo, que en tanto figura geométrica no tiene una
duración en el tiempo; o la amistad –o la relación “ser amigo de”- que no ocupa lugar en el
espacio, etc. El conocimiento tiene un campo de interés más vasto que las meras cosas.
Todo conocimiento es, entonces, una relación entre sujeto y objeto; una relación en la que un
quién conoce un qué. La gnoseología o teoría del conocimiento se ocupará no solo de estos dos
polos preguntando cuáles son las características del sujeto cognoscente o del objeto conocido,
o si todos los objetos son cognoscibles por igual. Se preguntará también por la relación que en
el conocer se establece entre sujeto y objeto. ¿Conocemos de la misma manera que el sol es una
estrella, que mañana saldrá un número cualquiera en la quiniela o que los triángulos tienen tres
ángulos? ¿Ejercemos siempre de la misma manera la faculta de conocer o existen variantes? Y
ellas, ¿a qué se deben? ¿A los objetos que se conocen? ¿A los instrumentos que usamos para
conocer? La gnoseología indagará cómo es posible que los sujetos conozcan y cómo es posible
que los objetos sean conocidos.
En resumen, la gnoseología tiene interés tanto en los elementos que componen la relación de
conocimiento (sujeto y objeto) como en la relación misma.
1.2. CREENCIA Y CONOCIMIENTO
Un elemento más que se suele tener en cuenta en las indagaciones gnoseológicas es el
resultado de la actividad de conocimiento. Esto es, la categoría de ese saber alcanzado.
Por nuestra experiencia cotidiana, sabemos que hay distintos tipos de conocimientos.
Cualquiera de nosotros puede saber que el 35 va a salir mañana en la quiniela
vespertina, o que nuestro equipo de futbol va a ganar el partido del próximo fin de
semana 4 a 0. Cuando somos interrogados acerca de cómo lo sabemos decimos que “lo
sentimos”, que “tenemos el presentimiento” o “la corazonada”. Nuestro
convencimiento interior se convierte en condición suficiente para aceptar la verdad de
enunciados como “El 35 va a salir mañana en la quiniela vespertina”. La filosofía
denomina “creencia” a este tipo de conocimientos que deriva de la aceptación de ciertos
saberes que sólo podemos justificar por un sentimiento o estado interior al que
accedemos por introspección. Esto significa que cuando en filosofía se utiliza la palabra
“creencia” no se está haciendo referencia exclusivamente a saberes religiosos sino a
cierto estado de conocimiento sobre el mundo en general.
Si bien la creencia comporta un tipo de conocimiento, no siempre estamos dispuestos a
aceptar sin más que es suficiente creer que algo es de una manera para aceptar que de
hecho es así. Pedimos otras pruebas que confirmen esa creencia, esperamos razones o
justificaciones adicionales. Es decir, buscamos otras garantías. Y cuando las
conseguimos, decimos que tenemos un conocimiento. Para la filosofía, en términos
amplios, conocimiento es un saber que debe estar justificado por algo más que una
impresión subjetiva interior.

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