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MYSTERl

SALUTIS
MANUAL
DE TEOLOC
COMO
HISTORIA
DE LA
SALVACIÓN
IV/1
LA IGLESIA

»*

LLUTIS
MYSTERIUM SALUTIS LA IGLESIA:
EL ACONTECIMIENTO SALVIFICO
MANUAL DE TEOLOGÍA
EN LA COMUNIDAD CRISTIANA
COMO HISTORIA DE LA SALVACIÓN
TOMO I

Dirigido por
Con la colaboración de
JOHANNES FEINER
WOLFGANG BEINERT
Y YVES CONGAR
MAGNUS LÜHRER HEINRICH FRÍES
NOTKER FÜGLISTER
PIETRO ROSSANO
HEINRICH SCHLIER
OTTO SEMMELROTH

I
EDICIONES CRISTIANDAD
l
EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 30-32 Huesca, 30-32
MADRID MADRID
122 ECLESIOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO

se verifica mediante el bautismo «en el nombre del Padre y del Hijo y


del Espíritu Santo», pero también mediante la «doctrina» (cf. 5,19; 13, II. LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS
52), es decir, los «mandamientos» de Jesús, que para Mt abarcan todo
el ordenamiento de vida del nuevo Israel. Su meta es la guarda de estos 1. Tiempo de la Iglesia
mandamientos. Mediante el bautismo y la doctrina de los apóstoles en
virtud del mandato del resucitado, se constituye el discipulado universal, La historia de la Iglesia está incluida, según Le, en la totalidad del
la Iglesia. Al mandato del Kyríos resucitado y exaltado sigue la promesa acontecimiento salvífico, o dicho de otra manera: el acontecimiento sal-
de su continua presencia en su pueblo y su continua protección, fiel a su vífico, cuyo fundamento es el acontecimiento Jesús, llega más allá de
nombre «Emmanuel, que, traducido, quiere decir: Dios está con nos- éste e influye en el nacimiento de la Iglesia hasta la venida del apóstol
otros» (1,23). El discipulado universal, la Iglesia, nunca está sin el resu- Pablo y su predicación del evangelio en Roma. Por eso, según nuestro
citado y exaltado, que «tiene todo poder en el cielo y en la tierra». Esta evangelista, se necesita, junto al Evangelio, el libro de los Hechos, el
Iglesia dura hasta la o%iVTÉX.Ei,a TOÜ awüvo<; y orienta su mirada hacia ese cual tiene también un sentido kerigmático, puesto que anuncia igualmente
final. Ella no es en sí misma la consumación, pero la lleva en su seno, la salvación 1S.
pues su Señor está en medio de los discípulos cuando «se reúnen dos o Según Le, la Iglesia, que llena el tiempo comprendido entre la resu-
tres en su nombre» (18,20). rrección de Jesucristo y su parusía, es «obra» de Dios. Es la obra de la
Resumiendo las afirmaciones de Mt sobre la Iglesia, advertiremos las que «se dice ya en los Profetas: Ved, los que despreciáis, y asombraos, y
siguientes señales características: desapareced. Porque haré una obra en vuestros días, obra que no creeréis
1. Es el discipulado universal de Jesús, la Iglesia de todos los si alguien os la cuenta» (Act 13,41; Hab 1,5). Es la maravilla escatoló-
pueblos. gica de Dios, que como tal no puede ser aniquilada (Act 5,38s); el Señor
2. Es la Iglesia en cuanto verdadero Israel, que ha relevado al Is- «hace saber esto desde la eternidad» (Act 15,18). Expresamente se dice
rael de las «ovejas perdidas». que Dios ha «llamado» para esa obra suya a Bernabé y Pablo y que el
3. Es voluntad y obra de Jesús crucificado y resucitado de entre los Espíritu Santo los ha reservado «para la obra» (Act 13,2) que luego ellos
muertos, Mesías exaltado con plenitud de poder en el cielo y en la tierra, «llevan a cabo» (Act 14,26). Pero también se refieren a este hecho las
Hijo de hombre e Hijo de Dios. formulaciones en pasiva con las que se informa de la fundación o creci-
4. Jesús es también su centro misterioso hasta el fin de este eón, miento de las comunidades. Así, en Act 2,41 se dice: «Y en aquel día se
en el cual se manifestará como jefe y juez. añadieron (Ttpoo'ETéOiqa'av) unas tres mil almas», y en Act 2,47: «El
5. Elementos constitutivos de la Iglesia son el bautismo y la doc- Señor llevaba todos los días a unirse con ellos a los que se habían de
trina, que le son transmitidos mediante los enviados de Jesús, por encar- salvar» (cf. Act 5,14; 11,24). Es interesante también la formulación de
go suyo. Act 17,4: «Y algunos de ellos quedaron convencidos, uniéndose a Pablo
6. Los padres de las tribus del nuevo Israel son los «Doce», desig- y Silas...».
nados también como sus jefes y jueces escatológicos. Este nuevo Israel Este Dios, que actúa en la edificación de la Iglesia y que hace de ella
se edifica sobre la roca, que es Simón Pedro. su obra, es, según Le, el Dios creador. Es el Dios «que da a todo la vida
7. En el grupo de discípulos del Jesús terreno está preformada la y el aliento», el cual «no ha dejado de dar testimonio» de sí, «no está
estructura de la Iglesia, con lo cual queda asegurada la continuidad. lejos de nosotros», «en él vivimos y nos movemos y somos» (por ejemplo,
8. Por eso en el grupo de discípulos pueden advertirse ya las carac- cf. Act 14,15ss; 17,24-28). Todos los hombres le presienten, se pregun-
terísticas esenciales de la Iglesia. Ellos se distinguen de la masa del pue- tan por él, le veneran sin saberlo con sus dioses, sus templos, sus altares
blo, son un círculo abierto formado por cuantos van tras Jesús, la frater- y sus sacrificios (cf. Act 14,1 lss; 17,22ss; 19,29ss; 28,6, etc.). Es tam-
nidad de sus seguidores decididos, de la cual se destacan a su vez «los
18
Doce». No se puede decir con R. Bultmann, Theologie des Neuen Testaments, Tubin-
5
9. La Iglesia, prefigurada en el grupo de discípulos del Jesús terre- ga, 1965, 469, «que él (Le) hace seguir los Hechos a su evangelio, lo cual confirma
completamente que ha abandonado el sentido originariamente kerigmático de la tra-
no, es a través de éste la presencia del reino escatológico de Dios, pues dición de Jesús y lo ha historificado». Al contrario: Le ha extendido el kerigma a la
- en aquel grupo el reino está tan cercano que, aunque oculto, se ha hecho historia de la Iglesia primitiva. La exposición histórico-salvífica no es todavía una
experiencia histórica. historificación.
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LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS 125
bien el Dios que se reveló primeramente en Israel. Es el Dios de Israel
y de sus padres. Y lo es de tal manera, que esta revelación suya de pro- en Jesús, la cruz y la resurrección, y sólo puede entenderse a la luz de
mesas y modelos plenos mira hacia Jesús (cf., por ejemplo, Act 3,22ss). éstas. Desde el final de Le al final de Act se habla de estos acontecimien-
Dios dirige la historia salvífica de Israel hacia el objetivo, todavía oculto, tos con diversas formulaciones influidas ya por las fórmulas de fe de la
pero real, que es Jesús (cf., por ejemplo, Act 13,16ss). Los profetas y comunidad primitiva. La cruz y la resurrección aparecen claramente
Moisés sólo han anunciado propiamente una cosa, que es precisamente subordinadas entre sí como centro del acontecimiento salvífico global de
este Jesús, el Cristo: «Y, empezando por Moisés y por todos los profetas, Jesús. Nos basta con seguir leyendo los dos textos indicados para ver con
les explicó en todas las escrituras lo que había sobre él», dice Jesús resu- claridad dónde carga Le el peso de la predicación salvífica (Act 2,23ss;
citado (Le 24,27; cf. 24,45); de su apóstol se dice en Act 28,23: «El les 10,39b-43). Pero pueden citarse también, entre otros, 2,36; 3,13ss; 5,
declaró, dando testimonio del reino de Dios y persuadiéndoles sobre Je- 30ss; 13,26-35, etc. Dios se revela en un acontecimiento dentro del cual
sús, a partir de la ley de Moisés y de los Profetas, desde el amanecer hasta la actividad de Jesús desemboca en su pasión; de todas formas, Le apenas
el anochecer» (cf. también 8,30ss; 10,43; 13,32ss; 17,11; 26,6, etc.). reflexiona sobre la relación entre la actividad y la pasión. El sentido de
Pero con Jesús la promesa de la revelación de Dios a Israel tiene siempre este acontecimiento se descubre en la resurrección de Jesús: en ella actúa
a la vista la Iglesia de los judíos y de los gentiles. En el concilio de los el Dios que resucita a los muertos (cf., por ejemplo, Le 24,5; Act 26,8;
apóstoles (Act 15,15s) dice así Santiago, citando a Am 9,lis: «Yo vol- también 23,6; 24,21). Es característica la frase de Act 4,2: xa-uaYYéXXeiv
veré después de eso y restauraré el pabellón de David, que estaba caído; év TC¡S 'IT)CTO{¡ TÍIV ávdc<rcacn.v Trjv éx VExpwv. Pero la resurrección de
y volveré a elevar sus ruinas y lo pondré en pie»... La Iglesia es, también Jesús crucificado penetra en el horizonte de la historia por cuanto el resu-
para Le, «el verdadero Israel», que ha relevado al antiguo. «Prueba de citado se deja «ver» como tal. Lucas lo proclama tanto en Le 24, de ma-
ello es que el resucitado aparece en Jerusalén y provisionalmente vincula nera expresa y reiterada, como en Act 1; 3,15; 10,40s; 13,31. En este
a los apóstoles a esta ciudad. Es aquí donde se envía al Espíritu. La Igle- punto no podemos olvidar que las apariciones, temporalmente limitadas,
sia de los cristianos gentiles está también referida a Jerusalén...». «La de Jesús resucitado son, también para Le, las de aquel que propiamente
misión se dirige siempre en primer término a los judíos y, sólo después ha sido ya exaltado en la resurrección. Según Le (24,5), él es «el vivien-
que éstos han rechazado la salvación, se orienta a los gentiles», dice con te», el que «está vivo» (24,23), el que «se les había mostrado vivo des-
razón H. Conzelmann w . pués de su pasión, con muchas pruebas, dejándoseles ver durante cuarenta
días y hablándoles del reino de Dios» (Act 1,3). «El Dios de Abrahán y
En último término, Dios se revela definitivamente en Jesús. Median- de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado —por su
te esta revelación se verifica el cumplimiento de las promesas, la obra de resurrección— a su siervo Jesús» (3,13). Y el resucitado pregunta a los
Dios, la Iglesia. Para Le, esta revelación comprende a Jesús en su historia discípulos que iban hacia Emaús: «¿No era necesario que el Cristo pade-
terrena, al crucificado y resucitado y a aquel que se apareció a sus testigos ciera eso para entrar en su gloria?» (Le 24,26). A partir de aquí se com-
elegidos en calidad de resucitado de entre los muertos y exaltado. Esto prende que, según Le, Pablo aparezca siempre junto a Pedro, aunque en
es digno de consideración por diversos capítulos. Dios se revela cumplien- realidad quien se le apareció fue «sólo» el exaltado como tal y aunque
do todo ya en el Jesús terreno, en Jesús el «Nazareno», como se le llama él, Pablo, no fue testigo de la actuación terrena de Jesús y de su aparición
con frecuencia (Le 18,37; Act 2,22; 3,6; 4,10, etc.). Seguramente con como resucitado. Precisamente este punto de vista de que el resucitado
esta expresión Le quiere decir: Jesús «de Nazaret» M. Esta pertenencia se deja ver en calidad de resucitado y glorificado dentro de un período de
de la actuación terrena de Jesús a la revelación destaca especialmente en tiempo sagrado y a determinados testigos tiene particular importancia
dos pasajes de los Hechos: 2,22ss y, sobre todo, 10,36ss. Precisamente para Le. En último término, en este acontecimiento revelador es donde,
estos pasajes (cf., por ejemplo, también Le 24,19) nos hacen advertir que según Le, radica el fundamento de la Iglesia, oculto todavía, pero ya no
también para Le esta actuación de Jesús es exclusivamente el supuesto como simple promesa, sino como cumplimiento. ¿Qué es lo que para Le
previo para el acontecimiento propiamente dicho de la revelación de Dios ocurre en este acontecimiento? La autorrevelación de Jesús como resu-
citado en persona a «los apóstoles» (Act 1,3; Le 24,36ss). Significa ade-
" H. Conzelmann, Grundriss der Theologie des Neuett Testaments, Munich, 1967, más su automanífestación en palabras y signos; más concretamente, la
172. Cf. también E. Schweizer, Gemeinde und Gemeindeordnung im Neuen Testa- revelación de la acción de Dios en la pasión y resurrección de Jesús a
ment = ATbANT 35, Zurich, 1962, 56s.
" M E. Haenchen, Die Apostelgescbichte = KEK, Gotinga, 12I31959, para Act 2,22; partir de las Escrituras del AT (Le 24,26.32.44ss) y el anuncio del reino
H. Schaeder, Na£aevvós, Na^mgáios: ThW IV (1942), 879-884. de Dios (Act 1,3) y después la automanifestación de Jesús en el signo de
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la fracción del pan (Le 24,30s.35). Más aún: la inauguración del kerigma líos que se convierten y se hacen bautizar para el perdón de los pecados.
en su nombre a todos los pueblos (Le 24,47), el recurso a los «once» Con ello estamos ya en «los últimos días» y se cumplen las promesas.
como testigos (Le 24,47; Act 1,8) o encargados por el Espíritu Santo Pero ¿en qué sentido la Iglesia se crea, según Le, mediante la efusión
(el del resucitado) (Act 1,2), la promesa del Espíritu Santo a los testigos del Espíritu? En el sentido, podemos decir, de que se apoderó de los
(Le 24,49; Act 1,8). Por último, la determinación del «tiempo», o mejor, Doce —que para Le son siempre «los apóstoles»— y fue comunicado a
de un plazo incalculable para la actuación del Espíritu y de los testigos Pablo con la consiguiente misión de predicar; en el sentido de que, gra-
bajo la soberanía del Señor exaltado y que ha de venir (Act l,6ss). Los cias a este Espíritu, los Doce y Pablo van suscitando las comunidades,
«tiempos de la ignorancia» han pasado (Act 17,30; cf. 3,17) justamente con lo que el Espíritu desciende sobre sus miembros y reina en ellas.
a raíz de la revelación. Su Dios ha «dado fe (de Jesús) a todos al resuci- Estos puntos merecen algún desarrollo.
tarle de entre los muertos» (Act 17,31), con lo cual ha irrumpido el Para Le, «los doce» o «los once» son una institución decisiva para la
tiempo nuevo. La Iglesia, cuyo supuesto previo son los acontecimientos Iglesia naciente, incluso después de la muerte y resurrección de Jesús.
mencionados, tiene ahora este tiempo, que no dura indefinidamente, sino Pero es curioso que sólo en Act 6,2 se les mencione como oí SWSEXCC.
sólo hasta que vuelva el exaltado en calidad de juez destinado por Dios Fuera de aquí son oi evSexa ÓOTÓOTOXOI (Act 1,26) o simplemente oí
(Act 1,11; 3,19ss; 10,42s; 17,30s). obcóo-coXoi. (Act 1,2; 2,37.42.43; 4,33, etc., así como Le 6,13, donde se
les identifica expresamente con los apóstoles; cf. Le 9,10; 17,5; 22,14;
24,10). Con otras palabras: para Le son los jefes y jueces escatológicos
2. Tiempo de la acción eficaz del Espíritu ante la Iglesia universal, y precisamente en cuanto que son sus primeros
misioneros. Tras el relato de las apariciones del resucitado y su ascensión
El tiempo de la Iglesia es para Le el tiempo de la actuación eficaz del a los cielos, Le repite la llamada «lista de los apóstoles» (Act 1,13), que
Espíritu. A este Espíritu 21 se le llama en la mayor parte de los casos t ó ya nos había ofrecido en Le 6,12-16. Describe la primera comunidad de
iWEÜpux áyiov (Act 1,2.5.8.16; 2,4.18, etc.). Así, se le designa como Es- Jerusalén, que se reúne con ellos y a la que pertenecen después en el
píritu propio de Dios, superior a todo espíritu del mundo. Como lo llama círculo más próximo en torno suyo «las mujeres y María, la madre de Je-
en la cita de Joel (Act 2,17.18), es «mi Espíritu», el «Espíritu del Señor» sús, y sus hermanos» (Act 1,14). Son «los once y los suyos» (Le 24,33;
(TcveOpia xupíou; cf. Act 5,9.3; 8,39). Actuaba ya en la palabra de David cf. 24,9.10). Estos Once se vuelven a completar mediante la elección de
que se conserva en la Escritura (Act 1,16; 4,25) y en la palabra del pro- Matías por Dios a base de sorteo (Act 1,26). «Estaba reunida una multi-
feta Isaías (Act 28,25), pero también en el profeta precursor de Jesús, tud de cerca de ciento veinte personas»; tal es el grupo al cual hace Pedro
Juan el Bautista (Le 1,15.17), en Isabel (Le 1,41), Zacarías (Le 1,67) y la propuesta (Act 1,15). Se trataba de completar la corporación escato-
Simeón (Le 2,25.27). Pero este Espíritu es también el Espíritu de Jesús. lógica, la cual seguía teniendo importancia como grupo de «los apóstoles».
Así, se menciona en Act 16,7: «El Espíritu de Jesús no se lo consintió». Estos tienen una émoTcoTnf) (Act 1,20b). Convocan a la «multitud de los
Jesús, que según Le es concebido por obra del Espíritu Santo (Le 1,35) y discípulos» (Act 6,2). Los diáconos elegidos por la comunidad «se pre-
ungido con el Espíritu (Le 3,21s; 4,16ss), que habla y actúa con la fuerza sentaban a los apóstoles, quienes, después de rezar, les impusieron las
del Espíritu Santo (Act 10,38) y es conducido por él (Le 4,1.14; 10,21), manos» (Act 6,6). Envían a Samaría a Pedro y a Juan (Act 8,14). Las
es también quien «bautizará con Espíritu Santo y fuego» (Le 3,16). Pero condiciones que habían de cumplir los candidatos nos permiten conocer
¿cuándo ocurrirá esto? Después de su resurrección y exaltación. Al final de dónde les viene su autoridad. El candidato debía ser uno de los varo-
de Le, Jesús resucitado dice así a sus discípulos: «Mirad, yo envío sobre nes «que nos han acompañado en todo el tiempo en que el Señor Jesús
vosotros la promesa de mi Padre» (Le 24,49). Los Hechos lo confirman. estuvo y anduvo con nosotros, empezando desde el bautismo de Juan
Hay en ellos tres pasajes de particular significación, concretamente 1,2; hasta el día en que nos quedamos sin él» (Act l,21s). La continuación
de la frase que acabamos de citar indica claramente cuál es su cometido
2,33-36 y 2,38. En cuanto xxipioc, y Xpicrtó<;, Jesús derrama el Espíritu
más importante: «Uno de ellos que se haga con nosotros testigo de la
que ha recibido del Padre al haber sido exaltado a la diestra de Dios; lo
resurrección» (Act 1,22b). Entre los «apóstoles» sigue destacando Pedro
derrama sobre el grupo que vuelve a ser de los «doce», en favor de aque-
(cf. 22,31s), de tal modo que ahora puede también hablarse de «Pedro
' 21
Cf. H. v. Baer, Der Heílige Geist in den Lukasschriften = BWANT 3, F. 3, y los demás apóstoles» (Act 2,37), «Pedro con los once» (Act 2,14),
Stuttgart, 1926; H. E. Dana, The Holy Spirit in Acts, Londres, 1943; H, Conzel- «Pedro y los apóstoles» (Act 5,29). Cuando en los Hechos se habla de él
mann, op. cit., 171.
LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS 129
128 ECLESIOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO

panado todo el tiempo en que el Señor Jesús estuvo y anduvo entre


—12,17 y después 15,7ss— es también el portavoz (cf. Act 1,15; 2,14.
nosotros» (Act 1,21). Era un perseguidor oficial y personal de las comu-
37s; 3,3s.6.11.12; 4,1.8.13.19; 8,20). Pero tiene asimismo la dirección
nidades de Jesús (Act 7,58; 8,3; 9,13.21s). No formó parte del grupo
de la comunidad. Por iniciativa suya se completa el número de doce (Act
sobre el que descendió el Espíritu Santo en Jerusalén el día de Pente-
l,15ss). Ananías y Safira ponen «una parte del precio de la finca vendida
costés, sino que lo recibió como cualquier cristiano mediante el bautismo
a los pies de los apóstoles» (Act 5,2), pero después la presentan a Pedro
(Act 9,17s; 22,16). Según la visión de Le, tras su conversión fue primero
(5,3.8s). Pedro es también el iniciador de la misión a los gentiles y había
maestro en las sinagogas y en las comunidades de Damasco, Jerusalén y
sido ya misionero en Samaría (Act 9,32ss.36ss). Lo es por orden expresa Antioquía (Act 9,19ss.27ss; ll,25s) y formaba parte del grupo de los
de Dios y defiende este paso, con el cual los Doce se convierten en testi- «profetas y doctores» de la Iglesia de Antioquía (Act 13,1). Fue conduci-
gos apostólicos para la Iglesia de los judíos y de los paganos (Act lOs; do por Bernabé «a los apóstoles» que vivían en Jerusalén (Act 9,27) y lle-
15,7ss). vado de Tarso a Antioquía (Act 11,25) y, en unión de Bernabé, enviado
Según Le, se les comunica a estos Doce el Espíritu Santo (Act 2,lss), para recoger limosnas para Jerusalén (Act 11,29; 12,25). En otras pala-
que les había prometido el resucitado (Le 24,49; Act 1,5.8). Pasan a ser bras: frente a los Doce, sobre los que descansaba la Iglesia, Pablo era un
los portadores y dispensadores originarios del Espíritu y, en cuanto tales, fenómeno nuevo; propiamente no era más que un doctor y diácono caris-
«testigos» de Jesús «en Jerusalén y en toda Judea y Samaría y hasta el mático de la comunidad antioquena. Pero, por otra parte, Pablo consi-
confín de la tierra» (Act 1,8; cf. también 5,31s). Lo que ellos son por deraba su conversión y su condición de cristiano «como un instrumento
formar parte del grupo de los «Doce» no lo deben al Espíritu. Pero sí elegido de Dios» (Act 9,15), mediante el cual vivió por experiencia la apa-
han recibido el Espíritu en cuanto que es la Súvapxt,*;, el poder y la fuerza rición inmediata del Kyrios exaltado (Act 9,3ss; 22,6ss; 26,12ss); ésta fue
para ser apóstoles en el sentido de «testigos», que mediante el Espíritu la que le determinó a ser «servidor y testigo» de Jesús, el Kyrios exaltado
suscitan a su vez el Espíritu. Así, el Espíritu habla a Pedro (Act 10,19); (Act 26,16ss; cf. 9,15s). Esta aparición del exaltado se sitúa, tal como
Pedro habla en presencia del sanedrín «lleno del Espíritu Santo» (Act la entienden Le y él mismo, al mismo nivel que las apariciones del resu-
4,8); Pedro y Juan piden el Espíritu Santo para los samaritanos, quienes citado a los Once. También la misión de Pablo fue motivada por esta
lo reciben mediante su imposición de manos (Act 8,15ss); mentir a los aparición. También, según Lucas, el ¿ócpfrn xá^oí de 1 Cor 15,8 corres-
apóstoles significa «mentir al Espíritu Santo» (Act 5,3) o «tentar al Es- ponde al w<p9r) Rricpqí, eí-roc TOÜ; ScóSexa de 1 Cor 15,5. Y, como tal,
píritu del Señor» (Act 5,9); la determinación de los apóstoles y los an- Pablo es el apóstol, y no sólo un profeta o un doctor carismático como
cianos en Jerusalén es una determinación del Espíritu Santo (Act 15,28); se había revelado ya hacía tiempo; por ello se acerca a «los doce» y, al
además, los Doce y cada uno de ellos llenan, si podemos decirlo así, el igual que ellos, se convierte en fundamento de la Iglesia. Así, es el Espí-
mundo de Espíritu. Portadores del Espíritu en Pentecostés, se convier- ritu Santo quien expresamente le envía para ello, sacándolo de la comuni-
ten, por ser apóstoles y testigos, en un Pentecostés siempre nuevo. El dad reunida para el culto (Act 13,1-4). A este respecto, se puede hablar
mejor ejemplo de esto es, según Le, la predicación de Pedro en Cesárea también de su misión de parte de Dios y del «servicio» que él «ha reci-
ante el centurión Cornelio y los suyos (Act 10,44-48). bido del Señor Jesús» (Act 20,24). En el templo de Jerusalén tiene un
Pero para Le no son sólo «los doce» quienes se han convertido en éxtasis en el cual le dice Dios: «Vete, porque yo te voy a mandar lejos,
«testigos» apostólicos por la efusión del Espíritu Santo, sino también el a los paganos» (Act 22,21). Por tanto, según la presentación de Le, Pablo
extraño solitario, el apóstol de excepción: Pablo. Cierto que, en el con- no ha sido enviado por los apóstoles que le han precedido, ni por la co-
junto de la historia salvífica de la Iglesia primitiva, Pablo ocupa una po- munidad de Jerusalén, ni es tampoco él mismo quien se envía, sino que
sición insegura. Casi toda la segunda parte de los Hechos nos informa es Dios, por medio de Jesucristo, en el Espíritu Santo. De esta manera, al
sobre él, al igual que Pedro ocupa el centro de la primera, de tal forma igual que «los doce apóstoles», despliega su servicio misionero conducido
que dicha obra podría llamarse, en el sentido de su autor, Acta Petri et por el Espíritu Santo (Act 16,6s; 20,22) y «lleno del Espíritu Santo»
Pauli. Sin embargo, sólo en dos ocasiones es llamado &iz6ciokoc, en unión (cf. Act 13,9: Tzk'qcrüdc, Trv£Úp,aTo<; áyíou, con la afirmación -KkT\<aQzic,
de Bernabé y en un sentido más general que los Doce (Act 14,4.14). En •rcvróp.aTO<; áytau a propósito de Pedro en Act 4,8). Su servicio es la
síntesis, Pablo n no pertenece al grupo de varones «que nos han acom- predicación del evangelio de palabra y obra (Act 13,16.43.45; 14,9.12;
16,14, etc., y además 14,10s; 16,18; 19,6ss; 20,10ss; 28,8s) en el «testi-
22
Cf. Ph. Vielhauer, Zum Paulmismus der Apostolgeschichte: EvTh 10 (1950), monio» (Act 18,5; 20,21.24; 22,14s, etc.). Pero también forma parte de
1-15.
9
130 ECLESIOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS 131
su servicio la dirección de las comunidades, como se ve, por ejemplo, Act 4,33: «Y con gran poder (p^yál-n Suváfiei; cf. Act 1,8) los apósto-
en Act 14,23 y como lo atestigua el relato de la convocación de los an- les daban el testimonio de la resurrección del Señor Jesús». En Act 9,31
cianos de la comunidad de Efeso a Mileto con el discurso de despedida que se habla de la Tzapáxkr^n^ "roO áyíou Twsúiiarcoc, en relación con la mi-
el Apóstol les dirige (Act 20,17-35). De hecho, puede entonces decirse sión apostólica. Peto también se habla del Espíritu —anticiparemos este
que Pablo es aproximado a «los doce». Probablemente Le ve en el aposto- dato— a propósito de Esteban (Act 6,10), Bernabé (11,24), Apolo (18,
lado de cada uno de estos dos polos —Pablo y los Doce— el complemen- 25) y la comunidad (4,31). Esta palabra, en la cual se expresa el Espíritu,
to y el correlato del otro. enciende a su vez el Espíritu, como lo demuestran Act 10,44ss; 11,15;
13,52 (y 44ss) entre otros lugares. Así, la palabra de la predicación apos-
tólica viene a ser ó Xóyoc, TOÜ deoü (Act 4,29.31; 8,14; 11,1; 13,7, etc.),
3. La palabra apostólica o bien ó Xóyoc, TOÜ xupíou (Act 8,25; 12,24; 13,48.49, etc.); pero tam-
bién se alude a -rdc prpa-uá pjoü (de Pedro; Act 2,14; cf. 10,44; 11,14),
Pero cabe preguntar: ¿en qué consiste concretamente la misión de los o de Pablo (Act 26,25). La palabra es, por un lado, T) SISCC/T?) TWV
doce apóstoles y de Pablo, que ahora podemos tomar conjuntamente? áTTOonróXwv (Act 2,42; cf. 5,28; 17,9.19), y por otro, -f) SiSarñ ™0
O bien, dentro de nuestro actual contexto: ¿de qué manera se hace eficaz xupíou (Act 13,12). La palabra en que se expresa el Espíritu Santo es al
el Espíritu que llena a los apóstoles y produce el apostolado? Y con otras mismo tiempo palabra humana y palabra de Dios.
palabras, pero en el mismo sentido: ¿cómo es suscitada la Iglesia por los Diremos, sólo de pasada, que esta palabra es descrita con mucha fre-
apóstoles en virtud del Espíritu y cómo surgen las comunidades en todo cuencia en el libro de los Hechos y que con ello sale a la luz toda su im-
el mundo? portancia. En nuestro contexto tal vez debamos hacer algunas considera-
La respuesta es unánime: mediante la palabra y los signos de los após- ciones. La predicación apostólica es un •jcapp'no'i.á^saOai, es decir, una
toles, servidores de la palabra. El Espíritu Santo, que es el Espíritu de palabra libre y franca (cf., por ejemplo, Act 9,27: Pablo év Aapxwrxy
Dios y de Jesús, a través del cual y en el cual se experimenta la presencia éTrapp-no-wio-aTO sv TCJ) óvópwx-ri. Tna-oü, y 9,28: •rcappiQcna£óp£vo¡; év T$
de Dios en Jesús, habla en la palabra apostólica. Ya en Le 12,12 ( = Mt óvópwxTi, TOÜ xupíou; cf. 13,46; 14,3; 18,26; 19,8; 26,26: TOXppTj<rwx£ó-
10,20) se refiere una frase de Jesús para cuando sus discípulos compa- p£v<x; XaXw). El sustantivo correspondiente, -rcappiqcría, aparece también
rezcan ante los tribunales. No han de preocuparse por cómo defenderse. en tales contextos (Act 2,29; 4,13.29.31, etc.). La parresía es la palabra
«Pues el Espíritu Santo os enseñará en ese momento lo que hay que de- que brota de la libertad concedida por el Espíritu, es la palabra sincera
cir». Mt la formula de manera algo diferente: «Porque no sois vosotros en el sentido fundamental. La otra consideración importante en la predi-
los que habláis, sino que es el Espíritu de vuestro Padre el que habla en cación apostólica es el -rcapaxaXetv, que incluye la exhortación, el dar
vosotros». El Espíritu Santo es el que proporciona la palabra correcta ánimos, la persuasión, el consejo y la petición, entre otros elementos. Se
del testimonio. Esto vale con mayor razón para la palabra de la misión emplea sobre todo —aparte de Act 2,40— a propósito de las exhortacio-
y la predicación, si la distinguimos de aquélla. Su paradigma es el relato nes que se dan dentro de la comunidad para animar y confortar a sus
de Pentecostés. En Act 1,8 se hacía la siguiente promesa: «Recibiréis la miembros (Act 11,23; 14,21s; 15,32; 16,40; 20,1.2). Por tanto, la pala-
fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis testigos bra, que es evangelio, enseñanza, discurso, proclamación, manifestación
míos en Jerusalén y en toda la Judea y Samaría y hasta lo último de la pública, aviso, anuncio, comunicación y también palabra del heraldo o
tierra». Y Act 2,4 refiere: «Y se llenaron todos del Espíritu Santo, empe- kerigma, etc., se propaga con todo su carácter de palabra franca y de con-
zando a hablar en otros idiomas, según el Espíritu Santo les concedía sejo que exhorta, ruega, conjura, llama y grita. En todas estas variedades
expresarse»23. El lenguaje del Espíritu —tal es el contenido de este acon- es ó XÓYO<; sin más (Act 6,2.7; 8,4; 10,34; 11,19, etc.) 24 .
tecimiento escatológico para Le (cf. Act 2,17)— es al mismo tiempo un
lenguaje milagroso y un milagro de lenguaje. Pero también en otras par- Por ser palabra del Espíritu no está a la disposición caprichosa del
tes se alude a la relación entre el Espíritu y la palabra; por ejemplo, en Apóstol y tanto menos a la de los carismáticos o de la comunidad en
4,8: «Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo...», o bien en general. Por el contrario, los doce apóstoles son los servidores de la pala-
bra (Act 6,4; cf. Le 1,2). Como apóstol, Pablo se ocupa «en el servicio
del Señor» (Act 23,1), habla de «el servicio» «que yo he recibido del
23
'Aitcxp&ÉYYEoOai = declarar con entusiasmo, franca y abiertamente (cf. Act 2,
14; 26,25); W. Bauer, Griechiscb-deutscbes WB zum NT, Berlín, 51958, s. v. 24
Para lo que sigue, cf. H. Schlier, Wort Gottes, Wurzburgo, 1958.
132 ECLESIOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS 133

Señor Jesús: dar testimonio de la buena noticia de la gracia de Dios» áváaraa'i.v etrrrrftklZpzo). Se trata, naturalmente, de la resurrección de
(Act 20,24; cf. 26,16). Los doce apóstoles y Pablo sirven al evangelio en Jesús, que padeció y murió en la cruz, como se pone de manifiesto en
la medida en que cargan con la persecución y el sufrimiento por esta pala- Act 17,3; 26,22s, etc. Pero la cruz y la resurrección se integran dentro
bra. El libro de los Hechos está enteramente jalonado de noticias y relatos de la serie de los demás acontecimientos de la vida de Jesús, cuyos testi-
de amenazas, asechanzas, prisiones, flagelaciones y muertes sufridas por gos fueron también los Doce, como lo demuestra sobre todo Act 10,
los mensajeros apostólicos (Act 4,3ss.25ss; 5,17ss.26ss.41; 6,llss; 7,54ss; 36-43. El conjunto de los acontecimientos de la vida de Jesús, desde Juan
8,lss, etc., y además 13,50ss; 14,5ss; 15,26; 16,19ss; 17,5ss, etc.). el Bautista hasta la venida futura de Jesús en su oficio de juez, se integra
Arriesgan su vida por el evangelio (Act 20,22s; 21,13s). Pero este sufri- en la historia global de la salvación; véase cómo lo expone, por ejemplo,
miento no es algo casual y motivado por las situaciones, sino que se da Pablo en Act 13,16-33. Esta historia es, en efecto, -naca í) (JOUXTÍ) TOÜ
necesariamente junto con la predicación y la aceptación del evangelio fleoíí (Act 20,27) 26 . En este acontecimiento salvífíco de Jesús se nos ofre-
(Act 9,15s; 14,31s; cf. 20,18s). También se habla con frecuencia de esta ce por parte de Dios el «perdón de los pecados», que se nos anuncia me-
palabra a la cual sirven los apóstoles como si fuera una realidad autónoma. diante el evangelio: «Sabed entonces, hermanos, que por él se os anuncia
Así, puede decirse: «La palabra crecía» (Act 6,7), «la palabra cundía y el perdón de los pecados», dice Act 13,38 (cf. 5,31; Le 24,46ss). Por ello
se difundía» (Act 12,24), «la palabra se extendía y se consolidaba» (Act la revelación que se nos hace en el acontecimiento salvífico de Jesucristo
19,20; cf. también 13,29). Por ello dice Pablo con ocasión de su despe- exige «la conversión» de los oyentes, su orientación a este Dios vivo,
dida en Mileto: «Y ahora os encomiendo al Señor y a la palabra de su creador y conductor de la historia (Act 14,15; 26,17ss; cf. 11,18). Pero
gracia, que pueáe edificar y ¿ar la herencia a toóos los sanúíicaáos» [Act esta conversión es, como veremos todavía, el despertar de la íe, que recibe
20,32). La Iglesia está encomendada a Dios y a la palabra poderosa de su la prometida remisión de los pecados (Act 10,43). Así, el sermón de Pe-
gracia 25. dro en Pentecostés concluye con la invitación a la conversión y al bautis-
Pero ¿cuál es el contenido de esta palabra del Espíritu que edifica la mo (Act 2,37s).
Iglesia?, ¿qué es lo que esta palabra dice? Naturalmente, expresa el acon- Por todo lo dicho, la palabra de Dios, que hace que la acción de Dios
tecimiento del que nace el Espíritu Santo y que es abierto por este mismo en Jesús nos salga al encuentro en virtud del Espíritu Santo y podamos
Espíritu. Como ya hemos dicho que este acontecimiento es el fundamental vivirla en la fe, con lo que se construye la Iglesia, es ó Xóycx; -rife croTn-
supuesto previo de la edificación de la Iglesia, nos limitaremos a recor- pícu; TaiÍTT)<; (Act 13,26). Pedro «te dirá (a Cornelio) palabras con que
darlo una vez más en nuestro contexto. Esta palabra, a la cual se debe la te salvarás tú y también toda tu casa», se lee en Act 11,14. Pero la libe-
Iglesia, predica «el evangelio de Jesús» (Act 8,35: eírciYYsXúraTO... TÓV ración o la salvación es «la vida». Por eso puede decir Act 11,18:
'rnawv). Puede también decirse: predicar «al Mesías Jesús» (Act 5,42), «... ellos dijeron: Así, también a los paganos Dios les ha dado la con-
o XTipúffcreiv TÓV Xpwrcóv (Act 8,5), o también ebaTfzkíQzaQai TÓV versión para la vida» (cf. 5,20; 13,46.48). El Jesús crucificado y resuci-
ocúptov 'rnffoüv (11,20). En este contexto aparecen pequeñas fórmulas de tado es también ó ápx^ybc, trie, t,w¡c, (Act 3,15). Mas la «vida» es tam-
fe, como, por ejemplo, Act 18,5: ante los judíos Pablo proclamaba zlvai. bién «la luz». La conversión es también vuelta «de las tinieblas a la luz»
TÓV Xpurtóv 'iTQffoüv (cf. 18,28), o bien éxT)pu<rff£v tóv 'I-ncroOS/, Ó'TO (Act 26,17s). El Jesús resucitado de entre los muertos predica la luz tanto
OXJTÓC, &rrt,v ó uíó? TOO feoO (Act 9,20). Además, la palabra expresa T ¿ a Israel como a los gentiles (cf. Act 26,23). Así, el "kóyoc, TOÜ deoü, que
•rcepl TOÜ 'Iiqcroí¡, «las cosas referentes a Jesús», que incluyen lógicamente predican los apóstoles, es ó Xóyoc, TTJ<; xápt.TO<; aÚToü (Act 14,3). Pablo
para Le la muerte y resurrección, la exaltación y la parusía (Act 18,25; ha de «dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Act 20,24).
cf. 23,5). En Act 28,31 aparece la siguiente formulación: «Predicando el Así, como hemos visto, encomienda a la comunidad de Efeso al xúpioc, y
reino de Dios y enseñando sobre el Señor Jesucristo, con toda firmeza y tw XÓYV "rifé xápitoc, aÚTOÜ (Act 20,32). La gracia de Dios es salvación,
sin obstáculos». Pero el centro de esta predicación es para Le, lo mismo vida y luz. Es ofrecida a todos los pueblos en virtud del Espíritu Santo
en el caso de los doce apóstoles que en el de Pablo, la resurrección de
a través de la palabra apostólica.
Cristo de entre los muertos, como se ve, por ejemplo, en Act l,21s; 2,
Según Le, el Espíritu Santo no se sirve exclusivamente de la palabra,
30ss; 4,33; 22,14s; 26,16 (cf. también Act 17,18: TÓV Tn<roüv xcd TTQV
sino que actúa también eficazmente en poderosos signos. Ya el relato d^

" Cf. J. Dupont, Paulus an die Seelsorger. Das Vermacbtnis von Mtlet, Dussel- 26
H. Conzelmann, Die Mitte der Zeit Studten zur Theologie des Lukas, Tubinga
dorf, 1966, 168-178. '1962, 141, nota 2.
134 ECLESIOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS 135
Pentecostés H alude a esto, en cuanto que es el Espíritu el que suscita el de Dios» (8,20), y no está a disposición de los hombres. El nombre del
milagro de las lenguas, que presenta una conexión peculiar entre la gloso- Señor Jesús no puede ser objeto de usurpación (19,13ss). Los milagros y
lalia y el hablar en lenguas humanas extrañas. El Espíritu obtiene para los signos que se realizan en virtud de este nombre ocurren sólo en un
ellos una palabra que va más allá de todo lenguaje humano y que puede contexto de fe (Act 3,16; 14,9).
ser dicha y comprendida en cualquier lenguaje humano (Act 2,4.6.11.17). Con ello queda indicado el sentido de semejantes «prodigios y signos».
También se menciona la glosolalia (Act 14,46; 19,6). El Espíritu realiza Frecuentemente los hemos mencionado ya de manera expresa junto a la
otras TépaTa %al <npd<z o <rmi£la x<zi Svváyíeic, (cí. Act 2,22.43; 4, palabra (cf. Act 4,29s; 8,6ss; 19,10s). Más aún: en Act 13,12 se designa
30, etc.; 8,13; 10,38, etc.), o bien <rmi£ia sin más (cf. Act 4,16.22; 4,6). como «doctrina del Señor» la palabra amenazadora y taumatúrgica de
Estos prodigios y signos consisten, por ejemplo, en curaciones (Act 4,16. Pablo. La relación entre palabra y portento, tal como la entiende Le, se
22.30, etc.) o en la expulsión de demonios, o en -rcvEÚu-a-ca áxáOapra. esclarece a la luz del pasaje ya citado de Act 14,3, según el cual los pro-
(por ejemplo, 5,16). Se realizan sobre todo «mediante los apóstoles» digios y signos obrados por manos de los apóstoles son el testimonio de
(Act 2,43) o, como se dice también, 8ux TWV X£ip&v TWV ánoo-róXwv Dios en favor de la palabra de su gracia que ellos predican. Son una prue-
(Act 5,12). Transmiten las obras de Jesús (Act 2,22; cf. 4,16, etc.). Sin ba de la autoridad de la palabra apostólica. Los prodigios y los signos son
embargo, no son ellos propiamente quienes allí actúan, sino que es Dios una predicación a base de hechos, y en este sentido forman parte del
quien hace sus obras a través de ellos y por sus manos. «Con gran con- evangelio.
fianza en el Señor, que daba testimonio para la predicación de su gracia, Vemos, pues, lo siguiente: que, según Le, Dios hace que el Jesús cru-
concediendo que por sus manos ocurrieran signos y prodigios» (Act 14,3; cificado y resucitado, exaltado luego al poder de Dios, se descubra a los
cf. 15,12; 19,11; también 4,29s). Pero también se hacen por Jesucristo hombres mediante la fuerza iluminadora y vivificadora del Espíritu Santo
(Act 9,34) y sobre todo «por el nombre de Jesucristo» (Act 3,6ss; 4, y que los hombres sepan por experiencia, durante el tiempo concedido al
10.29s) 28 . El nombre mismo salva cuando se cree en él (Act 3,16). Esto Espíritu, que Jesús es el prometido, que vino ya y que ha de venir al mun-
se opone expresamente a que uno actúe por sus propias fuerzas (Act 3, do. Esto tiene lugar a través de la palabra de los «doce apóstoles», que
12). Para predicar este «nombre» ha sido elegido el Apóstol (Act 9,15); está llena de Espíritu y que llena de Espíritu a los demás, judíos y genti-
en virtud de él, se predica (Act 4,17) o se «enseña» (Act 4,18; 5,28.40); les, y a través de la palabra de Pablo, el apóstol excepcional, que tiene
por él predica el Apóstol abiertamente (Act 9,27.28); este nombre es, idénticas características. La palabra confirma su carácter salvífico —en
junto con el reino de Dios, el contenido del evangelio (Act 8,12). Por sentido pregnante— en las obras salvíficas que demuestran la realidad
este nombre todo el que cree en él recibe el perdón de los pecados (Act de esa salvación.
10,43; cf. 26,18). En virtud de este nombre, se exige también la conver-
sión (cf. Le 24,47). Es el único nombre por el cual uno se puede salvar
(Act 4,12; cf. 2,21). Hay que creer en él (Act 3,16), «invocarlo» (Act 2,
4. Fe, culto, cansina y ministerio
21; 9,14.21) y «engrandecerlo» (Act 19,17). Uno se bautiza para él o en
él (Act 8,16; 19,5s; 10,48); en el bautismo se recibe el Espíritu por la
imposición de las manos (Act 8,16; 19,5s). Finalmente, por este nombre Mediante esta palabra apostólica surge la Iglesia. Es su fuente y su
sufren y mueren los apóstoles (Act 5,41; 9,16; 15,26; 21,13). En este fuerza interior permanente. Lo es para aquellos que la aceptan y creen
nombre se hace presente Jesús mismo. Según Act 4,7, los miembros del como \6yzc, TOÜfteoO.Tal es la otra cara de la realidad, subrayada cons-
sanedrín preguntan a Pedro y a Juan tras la curación del tullido: év izoíq. tantemente por el libro de los Hechos. Se habla, en primer lugar, de
Suváfiei r\ Iv itoúi> óvóiia-u hzovi\ffaiz TOCTO b\vác,. En el nombre de áxoúsiv -uov Xóyov xov iteoü. La gente se reúne por la palabra y «escu-
Jesús actúa el poder de Jesús. Esto ha de entenderse de una manera con- cha» lo que ella dice (cf. 13,44). El procónsul de Chipre, Sergio Paulo,
creta, según se desprende del interés que muestra Le por distinguir estos dice «escuchar la palabra de Dios» (Act 13,7; cf. 10,44; 19,10). El
prodigios obrados por los apóstoles de cualquier tipo de magia (Act 8,9ss; oyente percibe la palabra, la acoge. Para ello se emplea el verbo SÉXEff8ai
13,8; 19,13ss). El Espíritu Santo no puede tenerse por dinero, es «el don y, en una ocasión, á-rcoSixea'Bat, (Act 2,41). «Samaría había acogido la
palabra de Dios» (Act 8,14; cf. 11,1; 17,11). Acoger la palabra, y, por
tanto, la realidad salvífica que en ella se expresa, equivale a «venir a la
27
E. Haenchen, op. cit., 130-139. fe» y creer. Así, se dice en Act 4,4: «Muchos de los que oyeron la pala-
a
W. Heitmüller, «lm Ñamen Jesu», Gotinga, 1903, 52-64. bra creyeron». Y Pedro declara en el concilio de los apóstoles (Act 15,7):
136 ECLESIOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS 137

«Para que por mi boca oyeran los paganos la palabra de la buena noticia Los que han sido destinados por Dios a la vida eterna (Act 13,48)
y creyeran» (cf. Act 13,7-8). El proceso de formación del creyente se han llegado a la fe y se han bautizado, son en cuanto tales los miembros
indica con detalles concretos en Act 16,14s. Lidia «escuchó», «y el Señor de las comunidades y, por tanto, pwx0T]Taí (Act 6,1.2 [TÓ izkrfioc, TWV
le abrió el corazón para recibir lo que decía Pablo», se hizo «creyente en imfhjTwv]. 7; 9,10.19, etc.). Se llaman XpurTwxvoí por vez primera en
el Señor» y se hizo «bautizar con toda su casa». El verbo iíunsx)s.iv se Antioquía. Son los TCNTTOÍ, aunque sólo se les llama con esta expresión
emplea frecuentemente en sentido absoluto (Act 13,48; 14,1; 15,5, etc.), en 10,45 (cf. 16,1.15), y, por tanto, son también oí ayiot. (Act 9,13.32.
pero de cuando en cuando se menciona también el objeto de la fe (por 41; 26,10). Son asimismo los que pertenecen «al camino» (Act 9,2), «el
ejemplo, ex,... 'I-no-oúv [Act 20,21]; eú; TÓV xúpiov [Act 14,23, etc.]). camino de Dios» o «el camino del Señor» (Act 9,2; 18,25.26); según Act
La fe se abre a este Jesús y —no lo olvidemos— a la totalidad del aconte- 19,9.23; 22,4; 24,14.22, este 686c, designa la orientación y la comunidad
cimiento de Jesús (cf. Act 10,43.36ss). de fe cristiana, la cual a los ojos de los enemigos y de los que están fuera
Esta fe implica un retorno o cambio. Representa un ¿•rcurrp&pEt.v ¿id supone una cápseric, (Act 24,5; 28,22) N . Son el «pueblo» adquirido para
TÓV xúpiov (cf. Act 11,21; 9,35-42). Según Act 20,21, Pablo ha dado tes- el nombre de Dios, el Xaó<; (Act 15,14; cf. 18,10). Son la éxxXTjcría.
timonio a judíos y griegos TTQV zlc, deov p,£rávowxv xai rárriv tic, TÓV Con este concepto se designa unas veces a la iglesia local —por ejemplo,
xúpwv ITKJKSV Tna-oíiv. El retorno a Dios es la piETávoux, la conversión. la de Jerusalén (Act 5,8.11; 8,1.3, etc.), la de Antioquía (Act 11,26; 19,
La uírávoux es el contenido de la predicación que se extiende por el 1, etc.) o las de Licaonia y Pisidia (Act 14,23) o Asia (Act 20,17.28)—,
mundo mediante los testigos en la fuerza del Espíritu (Le 24,45-49). La o bien, aunque sólo en un caso, la iglesia que abarca Judea, Galilea y
llamada del Apóstol a los av8ps<; áSsXcpoí es p£TavoT¡craT£ (oOv xai Samaría (Act 9,31).
éittorpéijxxTE) (Act 2,38; 3,19; cf. 5,31); esta llamada se dirige también Pero ¿cuál es la vida de estas iglesias convocadas por los doce apósto-
a los hombres en general (Act 17,30; cf. 26,20). Por lo que concierne a les y por Pablo en la fuerza del Espíritu mediante la palabra y los signos,
los «varones israelitas», esta piETávoia incluye la renuncia a los pecados iglesias de los judíos y los gentiles, cuyos miembros han escuchado la
(Act 2,38; 3,19) y la recepción del perdón (Act 5,31). Con respecto a los palabra, han venido a la fe, se han convertido y se han hecho bautizar
gentiles, incluye un elemento que es el objetivo de la misión de Pablo como discípulos, creyentes, santos, adictos al «camino»? Vamos a enu-
(Act 26,18): «Para que vuelvan de la tiniebla a la luz y del poder de merar algunos rasgos de la ecclesia primitiva tal como se encuentran en
Satanás a Dios; para que reciban, por la fe en mí, la remisión de los pe- Le. La comunidad se reúne desde el principio (Act l,4.6.13s.l5; 2,1.44;
cados y parte de la herencia con los santificados». Se trata de que «de 4,31, etc.). Primero se reunía en el templo (Le 24,53; Act 2,46, etc.),
estos ídolos os volváis hacia el Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra y pero también en las casas particulares (Act 5,42; 12,12; 16,18-40; 20,
todo lo que hay en ellos». Si atendemos a la n>ETávowx observaremos 20, etc.). Cuando no se nombra ningún lugar, hemos de pensar también
varias peculiaridades: 1) Es también un «apartarse cada cual de sus pe- en las estancias más amplias de las casas y también en locales privados o
cados» (Act 3,26), o un {XETOCVOEÍV... ¿OTÓ TÍ¡<; xaxía<; (Act 8,22) y un públicos (cf. 19,9). Naturalmente, esto se debió a razones prácticas. No
émorp&pEiv hti TÓV deóv, a£wx TÍJ<; P.ETOCVOÍO<; gpYa upácrtreiv (Act 26, es el espacio el que crea la comunidad, sino que la comunidad va creando
20). La fe implica una existencia obediente. 2) Este hacerse creyente paulatinamente su espacio para el culto. En él «se edifica la Iglesia»,
queda sellado con el bautismo, en el cual se comunica el Espíritu Santo como dice Act 9,31 (cf. 20,32).
por la imposición de manos (cf. Act 8,17; 9,17; 19,6). A veces el bau-
Sin embargo, con ello no queda descrita completamente la vida de
tismo se menciona solamente como el acto de la realización del ser cris-
la ekklesia. Hay otros elementos que pertenecen a la comunidad y a la
tiano (Act 8,16.38; 9,17), pero en la mayor parte de los casos se le pre-
senta en relación con la conversión (Act 2,38), con la acogida de la reunión de la comunidad. Tenemos una indicación sumaria de ellos en Act
palabra (Act 2,41) y, sobre todo, con el hacerse,creyente (Act 8,12; 16, 2,42-47. Probablemente se describe en este pasaje, como ha demostrado
15; 18,8). 3) Es verdad que esta vuelta supone una decisión del hombre Jeremías x, el culto cristiano primitivo según lo conoce Le. Se mencionan
—unos aceptan la palabra mientras que otros la rechazan (por ejemplo, aquí: 1) la SiSaxif) T&V áisoaTÓXwv; 2) la xoivoovía, que probablemente
Act 13,46s; 14,4; 18,6), pero también lo es que, para quien la lleva a
cabo, es un don de Dios. El «otorga» a Israel (Act 5,31) y a los gentiles 29
W. Michaelis, OSÓ,: ThW V (1954), 93-95. Cf. además E. Haenchen, op. cit.,
" (Act 11,18) «conversión para la vida». Abre a los gentiles «una puerta 268, nota 3.
30
a la fe» (Act 14,27) y llama a los que están lejos (Act 2,39). J. Jeremías, Die Abendmahlsworte Jesu, Gotinga, 31960, 111-114. En otro sen-
tido, H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte - HNT 7, Tubinga, 1963, 31.
138 ECLESIOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS 13$

significa el compartir la mesa y no los donativos y aportaciones; 3) la neotestamentarios: los carismáticos y los responsables de un «ministerio^
xXáaic, TOO apxou, que después designa la eucaristía, es originariamente Junto con Le hemos de distinguir exactamente estos puntos: 1) El Esj>^
un rito de bendición de la mesa antes y después de cada comida; esta de- ritu desciende sin duda, como hemos visto, sobre todos los miembros d e
signación pasa a referirse a la Cena del Señor cuando se separan el ban- la comunidad, sobre el conjunto de la Iglesia. En Pentecostés e s t a b ^
quete y la eucaristía (cf. Le 24,30.35; Act 2,42.46; 20,7.11 [27,35]). En «todos juntos en un lugar» (Act 2,1). De ellos se dice en 2,4: «Y se Ue>
todo caso, con la fórmula xXÓLffic, TOÜ ap-rou se alude a una acción litúr- naron todos del Espíritu Santo». Pedro (Act 2,17ss) da la razón de est e
gica, todavía vinculada a una comida, pero que es ya una acción ritual hecho citando a Joel 2 (cf. también Act 2,33b). En el llamado seguncjQ
independiente. Representa seguramente una continuación de la comida relato de Pentecostés (Act 10,44ss) se dice igualmente: «Todavía decí^
celebrada en compañía del Resucitado y, por tanto, una continuación de Pedro estas frases, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que es.
la última Cena con el Jesús terreno. Este rito se verifica en un contexto cuchaban la palabra». Pero también podemos traer a colación Act 4,31.
de SiaXéjzaQai. (Act 20,7) o de óyAsív (Act 20,11). La comunidad se 5,32; ll,16s; 19,6. 2) Entre estos miembros de la comunidad que ha^
reúne para celebrarlo (Act 20,7); 4) se habla también de las plegarias recibido el Espíritu Santo destacan individuos carismáticos. Lucas no no s
(comunes) con que termina la celebración. En los Hechos se mencionan ofrece una reflexión sobre la diferencia existente entre estos carismáticos
con frecuencia las plegarias. Son proferidas por individuos (por ejemplo, y los restantes miembros de la comunidad, y, por ejemplo, desconoce I a
Act 8,24), Pedro y Juan (9,11.40, etc.), Pedro (16,25), Pablo y Silas. distinción paulina entre ser en el Espíritu y existencia según el espíritu
Pero también se mencionan plegarias comunes de la asamblea (por ejem- (cf. Rom 8,lss). Se limita a hablar de su eficacia, y para ello se sirve de
plo, 1,14; 12,17). Se trata de una oración cuyo contenido no se especifica algunos nombres. Son u p o ^ x a i , como Agabo (Act ll,27ss; 21,10s) o
(Act 20,36; 21,5), de intercesiones (por ejemplo, 12,5.14.23) y de accio- los grupos de Antioquía que se mencionan en 13,lss. También Judas y
nes de gracias y alabanzas (Le 24,53; Act 11,18; 21,19s). En Act 4,23ss Silas son llamados «profetas» (Act 15,32), y en 15,22 se les cuenta entre
Le nos ofrece un ejemplo en este sentido. En Act 13,1 se habla de un los «hermanos dirigentes», detalle que resulta significativo. También en
Xei/uoupYEÍv general de los profetas y doctores en Antioquía. Indepen- otros lugares surgen individuos espirituales destacados, como Esteban
dientemente del problema de cómo hay que entender la xoivtovía, pode- (Act 6,8.10.15; 7,55); Felipe, del cual se dice en Act 8,29.39 que fue
mos afirmar que, según Le, la comunidad que en sus reuniones daba gloria conducido por el Espíritu y tenía cuatro hijas que eran TtapOévot, nrpocpT)-
a Dios, se sentía recíprocamente comprometida en sus miembros, como TEÚoucrai; Bernabé, del que se dice que era «un hombre bueno y lleno
indica Act 2,44. El conjunto de la comunidad tiene un patrimonio común del Espíritu Santo y de fe» (Act 11,24), y, por último, Apolo (Act 18,
por principio e ideal que es inalienable. «Cada vez que en la comunidad 25). El que todos los miembros de la comunidad hayan recibido dones
se necesita dinero para los pobres, uno de los poseedores vende su finca del Espíritu Santo no quiere decir que los hayan recibido por igual. De
o sus objetos de valor y el producto se reparte entre los necesitados»31. entre la masa se destacan especialmente los «profetas». 3) El que los
Esto no era un comunismo. En efecto, la posesión era puesta a disposi- miembros de la Iglesia reciban el Espíritu no significa tampoco que se
ción, cuando surgían las necesidades, de una manera voluntaria y como desconozca la existencia de una especie de «ministerio». Es lógico que
una obligación interior, manteniéndose la propiedad privada (Act 4,32ss; éste no se halle todavía desarrollado y que el interés de Le por el mismo
5,4). Los miembros de las comunidades no son sólo {Jia(fr]Taí, TCWTOÍ y
no sea grande M. Pero de hecho se le describe de una manera clara, dis-
&Y!>oi., sino también áSeXcpoí (por ejemplo, Act 1,15; 9,30; 10,23; 11,
tinguiéndolo como continuación del oficio apostólico, primero en Jerusa-
1, etc.) 32 . Para Le, la Iglesia es por su origen, sus dones y su modo de
lén y dentro de la iglesia local. Aparece en los Tzpza&útzpoi. Estos son
vida una fraternidad, aunque el evangelista no emplee nunca el concepto
mencionados por vez primera en Act 11,30. Las colectas de los hermanos
de áSeX.<pÓTri<;.
de Antioquía en favor de los hermanos «que viven en Judea» son envia-
Pero el que los miembros de la Iglesia sean «hermanos» no significa das por Bernabé y Saulo «a los ancianos» de Jerusalén. En Act 15,2.6.23;
que sean iguales, pues de entre la fraternidad destacan, sin que ello afecte 16,4 se menciona su presencia en Jerusalén juntamente con los apóstoles,
al espíritu fraterno, dos grupos, que conocemos ya en otros documentos
33
Pero la interpretación de la parábola en Le 12,22-59; 17,7-10; 19,11-17 debe
31 referirse también a los ministerios eclesiásticos; lo mismo ocurre con las noticias de
E. Haenchen, op. cit., 154.
32 Act 6,1-6 sobre «los siete», tan difíciles de aclarar. Cf. J. Roloff, Apostolat-Verkündi-
Cf. «la mezcolanza de cultura griega y de AT» (Haenchen) que supone la ex-
presión ovSeE? áSetapoí en los discursos de Act 1,16; 2,29.37; 7,2; 13,15, etc. gung-Kircbe, Gütersloh, 1965, 211-220.
140 ECLESIOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO LA IGLESIA EN LOS ESCRITOS DE LUCAS 141

o con éstos y la ekklesia (15,4.22). Se les distingue de los áitócnroXoi., lo (Act 9,31). Ahora bien, esto quiere decir únicamente que la persecución
cual reviste especial importancia si tenemos en cuenta que Act 11,1 dis- y el aprieto no son algo absolutamente inevitable para la Iglesia y que
tingue entre oí áitóoroXoi JCGCÍ oí áSsXcpoí, al igual que Act 12,17 entre ésta puede, en ocasiones y lugares, disfrutar de la paz de Dios y del afecto
Santiago y los hermanos, mientras que en Act 15,23 sólo se llama «her- del pueblo. Pero la situación «normal» de la Iglesia es, según Le, la que
manos» a los irpE^útepoi. Por tanto, los presbíteros, en unión con los se describe en los caps. 4-5; 6; 8; 9,ls, o la que se compendia en la perse-
apóstoles, forman en Jerusalén, según Act 15 y 16,4, un gremio cerrado, cución y el martirio. Bernabé y Pablo predican a los discípulos (Act 14,
pero diferenciado en sí mismo; en unión con los apóstoles ejercen la ins- 22) que el designio de Dios es «que a través de muchos sufrimientos
tancia directiva y doctrinal sobre toda la Iglesia, es decir, que juntos for- tenemos que entrar en el reino de Dios». También los sufrimientos con-
man algo así como la presidencia de la sinagoga o el sanedrín. También tribuyen a la difusión del evangelio y, por tanto, a la edificación de la
Act 21,18 nos presenta una especie de presidencia sinagogal. En este Iglesia (cf. Act 8,4; ll,19ss). Según Le 21,12ss par., forman parte de los
pasaje se reúnen en torno a Santiago, que sin duda es el que lleva la direc- comienzos de la tribulación escatológica.
ción. Ya en Act 15,13ss se insinúa que este Santiago es para Le la auto- Resumiremos una vez más en breves frases lo que sobre la Iglesia se
ridad monárquica posapostólica de la comunidad jerosolimitana: en la dice en los escritos de Le. 1) La Iglesia es obra milagrosa de Dios. 2) Está
asamblea aparece Santiago a continuación de Pedro, desarrolla la prueba incorporada al conjunto de la historia de la salvación y releva a Israel
escriturística en favor del discurso de éste, en el que se exponen los prin- durante el período que transcurre hasta el retorno de Jesús; es además
cipios, y presenta «la moción que conduce a la resolución necesaria que Iglesia de los judíos y de los gentiles. 3) Tiene su origen en la aparición
toma la asamblea». Act 12,17 anticipa este paso de los Doce como posee- del Resucitado, que fue crucificado por Israel. 4) Es «edificada» por el
dores de la éracrxoirr) a Santiago como cabeza de la comunidad posapos- Espíritu Santo, a quien envía el Exaltado. 5) Este Espíritu se apodera
tólica. Pedro se despide con las palabras: «Avisad esto a Santiago y a de los «doce», quienes, tras la muerte y resurrección de Jesucristo, des-
los hermanos». Fuera de Jerusalén, sólo en una ocasión nos informa Le empeñan un papel fundamental en cuanto que son «los apóstoles», los
del establecimiento de los presbíteros en las comunidades cristianas de la «testigos» de la actividad de Jesús y de su resurrección, los guardianes
gentilidad (Act 14,23), precisamente a través de «los apóstoles Bernabé de la doctrina y los fundadores y dirigentes de la ekklesia. 6) El Espíritu
y Pablo» (cf. Act 14,4.14). Santo envía también al apóstol de excepción, a quien se ha revelado tam-
Si echamos una ojeada a los textos, veremos que, según Le, puede bién el Exaltado. 7) El Espíritu Santo actúa mediante la palabra y los
decirse lo siguiente por lo que a los presbíteros se refiere: 1) Son consti- signos, a través de los cuales se comunican el acontecimiento salvífico
tuidos por «los apóstoles» (Bernabé y Pablo) en las comunidades cristia- de Jesús y sus dones. 8) Allí donde se escuche, se acoja y se crea esta
nas de la gentilidad, y esta constitución se basa en la imposición de manos palabra, donde tenga lugar la conversión, sellada por el bautismo, surge
(Act 14,23). (No sabemos cómo llegaron a su ministerio en Jerusalén). la comunidad de discípulos y de hermanos que constituye la Iglesia.
2) Con ello el Espíritu Santo los ha constituido en «inspectores» (20,38). 9) Esta se reúne en el culto para la palabra y la eucaristía y se manifiesta
El ministerio se debe al Espíritu. El Espíritu no está contra el ministerio. en su cuidado desinteresado por los pobres. 10) En su estructura se
3) Así están, de hecho, en la sucesión apostólica. 4) Tienen, juntamente muestra desde el comienzo una cierta organización: en la comunidad, que
con los apóstoles, poder de decisión en materia de doctrina y gobierno posee el Espíritu, destacan los carismáticos, especialmente los profetas,
(Act 15,lss). De una manera más general se designa este ministerio como y hay quienes desempeñan un ministerio, incipiente, sin duda, de inspec-
unTOUJUXívEivTf)V k%yXr\aLav mediante sránco-rtoi (Act 20,28). 5) Pre- ción y dirección, los cuales tienen potestad de magisterio y de decisión.
cisamente en este contexto se habla de su oficio de vigilancia frente a los 11) Esta Iglesia apostólica espiritual y ministerial de Jesucristo experi-
herejes que se introducen en las comunidades (Act 20,29ss). Con otras menta hasta el fin persecución y sufrimiento, pero de cuando en cuando
palabras: en la ekklesia que describe Le se tocan.ya los elementos de la pasa por épocas de favor y paz en el mundo.
tradición, la sucesión y las potestades de magisterio y gobierno; en resu-
men, del ministerio eclesiástico.
Esta Iglesia de que habla Le es, finalmente, una ecclesia pressa, que
es perseguida y pasa por el sufrimiento y el martirio. De la comunidad
'puede muy decirse (Act 2,47) que «alaba a Dios y encuentra gracia ante
el pueblo entero» y que «en toda la Judea y Galilea y Samaría tenía paz»

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