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Obligatoria:
Kant concibe la voluntad como posibilidad de bondad y daño. Para él, tanto
los talentos del espíritu, que son internos. Así como, los dones de la fortuna,
que son externos (bienestar y felicidad). No determinan la bondad o maldad
del obrar humano. Tampoco, ninguna ley externa al sujeto.
Por tanto, debe haber un principio que regule a esta voluntad, para que el
obrar moral no sea fruto de la mera casualidad. En palabras de Kant, la
razón es la gobernanta de la voluntad. Una buena voluntad, corrige el
elemento de posibilidad de obrar de forma dañina.
Kant piensa al ser humano con dos disposiciones. Una racional, que
produciría las leyes morales y otra de natural (compartida con plantas y
animales) que estaría relacionada con la experiencia.
Kant distingue que la razón humana exige dos tipos de mandatos. Los
condicionales o imperativos hipotéticos. Aquellos que dependen de una
condición, y en caso no se quiera dicha condición, el sujeto no estaría
obligado. Tales imperativos son empíricos, y se subdividen en dos:
Imperativos de habilidad (si quieres X1…Xn, debes hacer Y1…Yn), e
imperativos de sagacidad (si quieres X=felicidad, debes hacer Y 1...Yn). Por
otro lado, los imperativos incondicionales o imperativos categóricos. No
dependen de ninguna condición y son producidos, a priori, por la razón.
Kant plantea una reflexión sobre los principios. Su finalidad es saber cuáles
principios son aquellos que deben guiar las acciones humanas. Es decir,
cuáles principios de acción son principios morales. Él explica que llamamos
buena a una persona porque realiza acciones morales. Acciones basadas
en una buena voluntad. Una voluntad racional, no movida por inclinaciones
(utilidad o egoísmo), aversión (miedo), o por adecuación de las pasiones.
Sino, por mor del deber, respeto a la ley moral.
ELECTIVA
Hume dice que una vez que todo esto es conocido (circunstancias y
relaciones). Entonces, el entendimiento ya no tiene más espacio para
operar, ni objeto en el que emplearse. En ese momento, la aprobación o
censura surgen de un sentimiento activo, y no de la especulación.