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La amistad de Cristo

Profesor: P. Mariano Bozzini


Alumna: Constanza Kruse
Materia: Teología moral
1. Presenta una breve síntesis de las tres partes del texto.

2. Establece relaciones entre lo visto en clases y el texto. Se trata de ver cómo el libro
ilumina la comprensión de los temas y cómo los temas iluminan la comprensión del
libro. Para eso, presenta los temas a modo de subtítulos: en cada uno, presenta un breve
desarrollo del mismo y cómo aparecen sus aspectos principales en el libro. Es
importante dejar bien explícita la relación entre ambos.

3. Señala tres claridades que te ha dejado la lectura del texto acerca de tu misión
educadora y de la vida cristiana en general, y explica brevemente por qué.

1. El autor, Robert H. Benson nos habla de que un verdadero cristiano sabrá ver al
mismo Cristo en todo y en todos. Lo encontramos en la vida diaria, en los sufrimientos,
en los sacramentos y en el prójimo. Porque el verdadero cristiano escucha y sigue la
palabra de Dios. Y él dijo: <<Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es
semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo>>. (Mt, 22:37) Es decir, Cristo
vive dentro y fuera nuestro. Para que se entienda mejor, Robert divide su libro en tres
grandes secciones:

a) Cristo en el interior del alma


b) Cristo en el exterior
c) Cristo en su vida histórica
a) Explica sobre cómo es que Jesús quiere entrar en nosotros y morar. Quiere ser
nuestro amigo. Si lo dejamos (porque respeta nuestra libertad), se inicia esta
amistad. Aquí comienza el proceso.
Comienza a vivir con nosotros, rompe el molde en el que le había metido
nuestra imaginación; vive, se mueve, habla, actúa, toma un camino u otro, y
todo ante nuestra mirada. Comienza a revelarnos los secretos que se ocultan en
su humanidad. Hemos oído hablar de sus obras desde que éramos niños,
rezamos el credo, conocemos el evangelio…Y sin embargo, ahora pasamos del
conocimiento de sus hechos al conocimiento de Él. Empezamos a comprender
que la vida eterna comienza en el momento presente, porque consiste en
<<conocerte a Ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo Tu enviado>>.
(Benson, 2011, pág. 28)
Si perseveramos en la fe, de manera progresiva iremos aumentando en el amor
de Cristo. Nuestro corazón de hombre se irá reemplazando por el suyo. Así hasta
unir nuestra alma con Él. Este proceso o vías se los divide en tres: vía purgativa,
vía iluminativa y vía unitiva.
b) Así como Jesús vive dentro nuestro, también le podemos ver fuera. ¿dónde
exactamente?:
 En la Eucaristía: Jesucristo está hoy en el sagrario tan realmente como
vivió en Nazareth con su naturaleza humana.
Esta presencia de Jesús es la que crea la asombrosa diferencia-
confesado incluso por los no católicos-entre el ambiente de nuestras
iglesias y el de otros templos. Es tan patente esta diferencia que para
explicarla se han barajado miles de teorías: <<Es la sugestión del punto
de luz que brilla junto al sagrario>>.<<Es la extraordinaria pericia con
la que están proyectadas las iglesias. <<Es el aroma del incienso>>. Y
es todo y es nada, excepto lo que los católicos sabemos: ¡La presencia
real del más hermoso de los hijos de los hombres atrayendo a sus
hermanos hacia Él! (Benson, La amistad de Cristo, 2011, pág. 54)
 En la Iglesia: Cristo dijo abiertamente: <<Yo estaré con vosotros hasta el
fin de los siglos>>. Es decir, nos promete quedarse en la tierra en un
cuerpo místico. <<Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos>>. (Mt, 18:20)
 En el sacerdote: Un sacerdote lleva <<el mensaje de amor del más
hermoso de los hijos de los hombres>>.
Él es el mismo Cristo, por esta razón dice en el confesionario <<Yo te
absuelvo>> y no <<Él te absuelve>> o en la consagración <<Esto es mi
cuerpo>> y no <<Este es Su cuerpo>>.
 En el santo: El santo refleja las virtudes del mismo Cristo. Y es por el
amor de Dios en nosotros que sentimos devoción por ellos. Nos
acercamos a ellos en cuanto a que nos acercan a Dios mismo, no porque
les demos más mérito que a Cristo, como pensaban algunos sobre María.
 En el pecador: No es tan difícil comprender como Jesús habita en el
Sacerdote y en el santo. Pero aquí ya es un poco más confuso. ¿Como un
pecador, que aborrece todo lo que le recuerde a Jesús puede tener a Dios
dentro suyo? Podemos recurrir a los evangelios. La preferencia de Jesús
por estar rodeados de pecadores a lo largo de su vida pública, por
perdonarlos sin importar su pasado. Por preferirlos de entre los justos.
«Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores»
(Mateo 9, 13).
 En el hombre corriente:
…por mucho que nos extrañe, el amor al prójimo se nos manda
precisamente porque <<Cristo está en el corazón de todo hombre que
piensa en mí>> (así como en el corazón de todo hombre que nunca me
concede ni un pensamiento). <<Cristo está en la boca de todo hombre
que me habla. Cristo en todos los ojos que me miran. Cristo en todos los
oídos que me escuchan>> (Benson, Amistad de Cristo, 2011, pág. 91)
 En el que sufre: El mal en el mundo pareciera ser lo más incompatible
con un Dios de amor. O hay uno o hay otro. No pueden convivir.
Inocentes bebés que son abortados, personas buenas que padecen
enfermedades terribles, hombres corruptos que sólo suben hacia el éxito
cuando deberían perecer en la cárcel. Todo esto carece de sentido pero no
es tan loco si contemplamos a Cristo en el calvario. Imaginemoslo
clavado en la cruz, el <<cordero sin mancha>>, el que todo lo puede se
humilló hasta hacerse hombre. Es el hombre sin culpa que carga con los
pecados de toda la humanidad para redimirnos, volver a comprarnos.
Esto no explica el tema del dolor en el inocente, pero si nos hace ver que
se puede sufrir por otro.
Por ejemplo, ya en el huerto de los Olivos Jesús “comenzó a entristecerse
y a angustiarse.” (Mt. 26, 37), les dijo a los discípulos “Mi alma siente
una tristeza de muerte” (Mt, 26, 38). Jesús vio todo lo que debía sufrir e
incluso así, Su Voluntad era la Voluntad de Dios Padre, sabiendo que de
esa manera nos salvaría la eligió. Ese amargor del sufrimiento se le hizo
“dulce” por amor a nosotros. Realizó el acto de amor más grande de
todos: el de dar la vida por los amigos.
c) Estas son las últimas siete palabras que dijo Jesús en su agonía en la cruz, prueba
suprema de su amistad:
 <<Padre perdónalos porque no saben lo que hacen>>
 <<Hoy estarás conmigo en el paraíso>>
 <<Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre>>
 <<¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?>>
 <<Tengo sed>>
 <<Todo está cumplido>>
 <<Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu>>

2. Vocación del hombre: El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Esta
imagen y semejanza se ve dañada por el pecado original que luego es restaurada por
Jesucristo que haciéndose hombre baja a la tierra para rebajarse a nosotros y buscar
nuestra amistad, como decía el libro en la tercera parte.

Felicidad: El deseo de felicidad está inscrito en el corazón del hombre por Dios. Todo
hombre, por más bueno o malo que sea tiene sed de algo infinito. El libro habla en el
segundo capítulo, cuando nombra a como es que Cristo habita en el pecador, nos
recuerda tener compasión de ellos pues, por más metidos en el vicio que estén (en el
alcohol, la droga, etc.) esa desesperación en el fondo es búsqueda de Dios, errónea sin
duda, pero búsqueda de felicidad al fin.

Libertad: El hombre está dotado de inteligencia y voluntad. De estas dos surge la


libertad humana. El poder de obrar o no obrar, de hacer esto o aquello. Dios quiso
darnos libertad para que eligiéramos libremente y por amor seguirlo. En la primera parte
el libro habla de Cristo en el interior del alma. Jesús nos llama y quiere entrar. <<Si
alguien me abre-¡cualquier hombre!-entraré y cenaré con él y él conmigo>>. Está en
nuestra libertad dejarlo actuar o no.

Moralidad de los actos humanos: La moralidad de los actos humanos depende de:
Objeto, intención y circunstancias. El objeto es al cual tiende la voluntad de la persona,
la intención surge de la persona y la circunstancia sería el contexto que hace más o
menos buena la obra. En nuestro día a día debemos buscar el bien y evitar el mal. En
cada momento, en cada oportunidad. Encontrar a Jesús en el hombre corriente, en la
cotidianidad como describía el autor.

Pasiones: El término “pasiones” designa los afectos y los sentimientos. Por medio de
sus emociones, el hombre intuye lo bueno y lo malo. Estas no son ni buenas ni malas.
Depende de como uno mismo las encause.

Cuando uno sufre, padece la pasión de la tristeza. Estar triste no está mal si ha muerto,
por ejemplo, un ser querido. La pasión podría llegar a convertirse en mala si seguimos
tristes aún después de muchos años. En la sección que habla el libro sobre Cristo en el
que sufre, nos dice que Jesús mismo, su naturaleza humana, padecía pasiones. Por
ejemplo, en el huerto de los olivos que comenzó a entristecerse y angustiarse.

Conciencia moral: El catecismo dice: “En lo más profundo de su conciencia el hombre


descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz
resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y
a hacer el bien y a evitar el mal” (1776).

La conciencia es Dios que nos habla. Y es esta la que nos lleva al confesionario a pedir
perdón por nuestros pecados. El sacerdote es Jesús por eso cuando nos confesamos él
mismo nos está absolviendo. En el subtítulo Cristo en el sacerdote dice algo así.

Virtudes: La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Ejemplos de


personas virtuosas son los santos y la virgen. En segunda parte, cuando el autor escribe
sobre Cristo en el santo dice que ellos son los espejos que reflejan las perfecciones
divinas y por tanto Cristo está en ellos y debemos tomarlos como ejemplo para
acercarnos más a él.

Pecado: San Agustín define el pecado como “una palabra, un acto o un deseo contrarios
a la ley eterna”.

<<Padre perdónalos porque no saben lo que hacen>>

Estas son las primeras palabras que dijo Jesús en la cruz. “No sabían que estaban
crucificando al señor de la gloria, que estaban tratando de acallar la palabra eterna”
(Benson, La amistad de Cristo, 2011, pág. 105).

3. Tres claridades que me ha dejado la lectura del texto a cerca de mi misión educadora
y la vida cristiana:

 Cristo está en todo y en todos: Me ayudó a ver la vida cristiana como un todo y
no dividirla en fracciones. A veces uno tiende más a aislarse y querer estar solo
en oración o por el contrario vivir siempre la fe en comunidad y con el
apostolado pero hay que saber buscar el equilibrio.
 Aprender a ver Cristo en el sufrimiento: Me ayudó en mi vida cristiana a saber
darle sentido a esas cosas <<sin sabor>> como lo es el dolor para elevarlas a un
sentido sobrenatural.
 Las siete palabras de Cristo en la cruz brevemente explicadas me hizo
reflexionar sobre el sacrificio de la cruz y a meditar más el segundo
mandamiento, el de amar al prójimo como Dios mismo nos amó.

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