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“Soy simultáneo”
El concepto poetológico de la autoficción
en la narrativa hispánica
Ediciones de Iberoamericana
91
Consejo editorial:
Mechthild Albert
Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität, Bonn
Enrique García-Santo Tomás
University of Michigan, Ann Arbor
Aníbal González
Yale University, New Haven
Klaus Meyer-Minnemann
Universität Hamburg
Daniel Nemrava
Palacky University, Olomouc
Katharina Niemeyer
Universität zu Köln
Emilio Peral Vega
Universidad Complutense de Madrid
Janett Reinstädler
Universität des Saarlandes, Saarbrücken
Roland Spiller
Johann Wolfgang Goethe-Universität, Frankfurt am Main
“Soy simultáneo”
El concepto poetológico de la autoficción
en la narrativa hispánica
Vera Toro
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www.iberoamericana-vervuert.es
Impreso en España
Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.
ÍNDICE
Agradecimientos ...................................................................................... 7
I. Introducción ........................................................................................ 9
I.1. Objetivos y planteamiento .............................................................. 12
I.2. Estado de investigación................................................................... 16
INTRODUCCIÓN
1
Casas (2012: 10) lamenta que “la generalización del término ha[ya] acabado convirtien-
do la autoficción en una suerte de cajón de sastre” y que resulte “extremadamente lábil como
concepto” (ibid. 11).
2
Toro, Schlickers y Luengo (2010a: 7).
10 “Soy simultáneo”
Es más, hace más de cien años, el escritor británico Stephen Reynolds ya pu-
blicó un artículo sobre una “minor literary form [...] which is of late growth
and of a nature at once very indefinite and very definite” y que bautizó “auto-
biografiction: It is so indefinite, and shades off so gradually into better mar-
ked, well-known forms, that its existence as a distinct literariy genre appears
disputable. At the same time it is the outcome of definite tendencies and has
a very definite position on the literary chart” (p. 28). Este asombro no se ha
desvanecido aún. La autoficción es como alguien disfrazado de payaso que
deambula en medio de nosotros pero nadie sabe quién está debajo del disfraz
ni cuáles son sus intenciones.
Parece más fácil definir la autoficción ex negativo: “No son autobiografías,
no son diarios, no son memorias, no son actas notariales, no son biografías,
no son ensayos novelados, no son novelas puras donde todo es imaginación”,
resume Manrique Sabogal (2008) sus conversaciones con dieciséis autores y
teóricos sobre el tema. Carrier-Lafleur (2010: 79) sostiene que la autoficción
“opère sa synthèse des incompossibles”; es más: “L’autofiction, au même titre
que le roman, ne serait ni plus ni moin qu’un art3” (ibid. 80) y concluye,
algo enigmáticamente, “même si elle a une histoire, n’est pas un genre (sinon
de l’entre-deux): son essence est de dire ce que seule l’autofiction peut dire”
(ibid. 81).
Con su neologismo, que apareció 1977 en la contraportada de Fils4, Dou-
brovsky solamente “señaló un campo que estaba ahí a la vista de todos sin que
nadie lo viese” (Alberca 2007: 141). Alberca apunta muy bien que ya antes
de que apareciera el neologismo de Doubrovsky, diferentes autores de ambos
lados del Atlántico “utiliza[ro]n el mecanismo autoficcional” (ibid. 143)5. Este
3
Este concepto de la novela como arte sigue a François Ricard, especialista de la obra de
Milan Kundera.
4
“Autobiographie? Non. C’est un privilège réservé aux importants de ce monde au soir
de leur vie et dans un beau style. Fiction d’événements et de faits strictement réels; si l’on veut
autofiction, d’avoir confié le langage d’une aventure à l’aventure du langage, hors sagesse et
hors syntaxe du roman, traditionnel ou nouveau. Rencontres, fils des mots, allitérations, asso-
nances, dissonances, écriture d’avant ou d’après littérature, concrète, comme on dit musique.
Ou encore, autofiction, patiemment onaniste, qui espère faire maintenant partager son plaisir”.
5
Enumera autores como Unamuno (Niebla y Cómo se hace una novela), Azorín (“Trilogía
de Antonio Azorín”), Rubén Darío (Oro de Mallorca), José Asunción Silva (De sobremesa),
Introducción 11
Jorge Luis Borges (El hacedor, “El otro”, “El aleph”), José Lezama Lima (Paradiso) o Mario
Vagas Llosa (La tía Julia y el escribidor). Incluso se podría retroceder hasta Juan Ruiz y su Libro
de Buen Amor donde se encuentra la “presencia del autor en su obra, bajo su nombre propio y
con un calculado artificio de doblez moral, doctrinal y biográfica” (ibid. 143).
6
Cfr. Cabo Aseguinolaza (2014: 25s.).
7
Con algún acierto podríamos calificar, por ejemplo, El juego del alfiler de Jaramillo
Agudelo como novela criminal, metanovela y autoficción a la vez. Más compleja se presenta
la mayoría de la escritura ficcional de Enrique Vila-Matas, que oscila explícitamente entre
diario, comentario crítico de la escritura propia y ajena y metanovela. El narrador, enfermo
de literatura, de El mal de Montano, apunta que escribe “este diario que se me está volviendo
novela” (Vila-Matas 2002: 32).
12 “Soy simultáneo”
8
Puertas Moya (2003) ubica los orígenes de la autoficción en la novela picaresca; una
posibilidad que también discute Gasparini (2004: 296).
Introducción 13
9
Me posiciono al lado de Colonna (1989: 9), quien define la fictionnalisation de soi (i. e.
su acepción más amplia del fenómeno estético ‘autoficcional’) como “l’antithèse précise du
roman personnel, de la fiction d’inspiration autobiographique”. Atestigua a la fictionnalisation
de soi “une tendance onirique et fantasmatique” (ibid.) y dice que “cette forme de fabulation
n’est ni plus absurde ni plus incohérente que la fiction ordinaire, simplement plus radicale”
porque además “complique, multiplie et accélère les contradictions et les antinomies de la fictio-
nalité” (ibid. 12, mis cursivas).
14 “Soy simultáneo”
10
El objetivo de este trabajo no es el de suministrar una historia exhaustiva del género
autoficcional ni del uso de su término en detalle, ni es posible reproducir bibliográficamente
la totalidad de los trabajos teóricos escritos hasta hoy sobre el fenómeno de la autoficción. De
ahí que remita a los estados de investigación excelentemente elaborados en Gasparini (2008)
Introducción 17
y Casas (2012 y 2014) para el ámbito romanístico. Por lo demás, recomiendo los medios
más rápidos para plasmar novedades en cuanto a la autoficción: www.autoficcion.es, www.
autopacte.org y www.autofiction.org.
11
La expresión aquí utilizada será un sinónimo para “textos ficcionales y factuales”. En la
misma línea conceptual se inscribe de Toro (2004).
12
Mi traducción. A partir de aquí, todas las traducciones al español son mías, a no ser que
se indique de otra manera.
18 “Soy simultáneo”
En este contexto vale la pena señalar que la autofiction del propio Dou-
brovsky se presenta indirectamente como sinónimo de lo autobiográfico, a
pesar de la indicación paratextual roman de Fils y Le livre brisé (Doubrovsky
1977 y 1989), y a pesar de que él mismo conceptualizó in vitro la autoficción
(Alberca 2007: 145), queriendo llenar con Fils la casilla que Lejeune (1975:
28) dejó vacía en su cuadro y en la cual se combinarían el pacto novelesco y
la identidad nominal entre personaje y autor. Es decir, el proyecto de Dou-
brovsky era el de realizar claramente un texto ficcional (de ahí su subtítulo
roman) y no un texto con un pacto indeterminado ni mucho menos una
autobiografía ‘disfrazada’ de novela. No obstante, según el análisis de Zipfel
(2009: 299), quien sigue la interpretación de Lecarme (1993), la supuesta
‘ficcionalidad’ de estas obras se restringe al nivel de su composición enun-
ciativa, que se inspira en la asociación psicoanalítica y que se caracteriza por
un estilo acronológico y fragmentario. Si seguimos la valoración del propio
Doubrovsky, proveniente de un artículo que trata de Fils13, su autofiction no
sería sino lo que Genette (2004: 161, n. 2) llamaría “fausses autofictions,
qui ne sont ‘fictions’ que pour la douane: autrement dit, autobiographies
honteuses”.
13
“Non seulement auteur et personnage ont la même identité, mais le narrateur éga-
lement dans ce texte, je, c’est encore moi. En bonne et scrupuleuse autobiographie, tous
les faits et gestes du récit sont littéralement tirés de ma propre vie; lieux et dates ont été
maniaquement vérifiés. La part d’invention dite romanesque se réduit à fournir le cadre et
les circonstances d’une pseudo-journée, qui serve de fourre-tout à la mémoire” (Doubrovsky
1980: 89, también cit. por Zipfel 2009: 299). Sin embargo, matiza poco después que “n‘est
ni autobiographie, ni roman, [...] il fonctionne dans l‘entre-deux” (Doubrovsky 1988: 69-70).
Introducción 19
14
En un estudio previo, Wagner-Egelhaaf (2006) había descrito la autoficción como “au-
tobiografía después de la autobiografía”.
15
Según Darieussecq (1996: 377), la ambigüedad entre una posible lectura factual y fic-
cional es constitutiva: “se présentant à la fois comme roman à la première personne et comme
autobiographie, l’autofiction ne permet pas au lecteur de disposer des clés pour différencier
l’énoncé de réalité de l’énoncé de fiction”.
20 “Soy simultáneo”
16
Cfr. también Schlickers (2010b).
Introducción 21
Tous les composés littéraires où un écrivain s’enrôle sous son nom propre (ou
un dérivé indiscutable) dans une histoire qui présente les caractéristiques de la
fiction, que se soit par un contenu irréel, par une conformation conventionelle (le
roman, la comédie) ou par un contrat passé avec le lecteur. (Colonna 2004: 70s.)
17
Cfr. Carrier-Lafleur (2010: 76), quien indica la evolución conceptual de la autoficción
según Colonna con respecto a su bautista: “l’autofiction à la Colonna n’est tout simplement
pas la même chose que celle à la Doubrovsky. [...] Pour le poéticien, l’autofiction est une pra-
tique fictionnelle qui réfute et annihile toute inspiration autobiographique”.
22 “Soy simultáneo”
18
Cfr. el análisis de las últimas frases de Les derniers jours de Corinthe y del embrollo
identitario y autotextual alrededor del narrador en primera persona en toda la trilogía en
Schlickers (2002: 175ss.).
Introducción 23
19
La autora reúne varias observaciones de mucho valor, por ejemplo el juego entre “efec-
tos de realidad” (pp. 258ss.) y “elementos de ficcionalización” (pp. 286ss.) —un aspecto que
desarrollo en el segundo capítulo—, pero su trabajo desafortunadamente carece de rigor ter-
minológico, seguramente debido a la exigencia de una riqueza del léxico. Por ejemplo, utiliza
para la autoficción sinónimos como “ficción autobiográfica”, “autobiografismo novelesco”,
“novela autorreferencial” y “novela autobiográfica” (cfr. “Justificación”, pp. 11ss.). A pesar de
que se plantea salir del dilema “de clasificar la autoficción como tendencia de la novela actual
[...] o bien como variación del discurso autobiográfico” (p. 12), concluye hablando además
de “modos de autoficcionalización” en la novela actual (p. 401). Cfr. también la reseña de
Nelting (2002).
24 “Soy simultáneo”
20
Este concepto de la fictionnalisation de soi se explica de la siguiente manera: “la démar-
che qui consiste à faire de soi un sujet imaginaire, à raconter une histoire en se mettant directe-
ment à contribution, en collaborant à la fable, en devenant un élément de son invention [...].
Pour bien saisir la spécifité de cette pratique, il faut se la représenter comme l’antithèse précise
du roman personnel, de la fiction d’inspiration autobiographique [...]. La fictionnalisation
de soi consiste à s’inventer des aventures que l’on s’attribuera, à donner son nom d’écrivain à
un personnage introduit dans des situations imaginaires [...]. [I]l faut que l’écrivain ne donne
pas à cette intention une valeur figurale ou métaphorique, qu’il n’encourage pas une lecture
référentielle qui déchiffrerait dans le texte des confidences indirectes” (Colonna 1989: 9-10).
21
Luciano “pratique trois styles autonomes d’affabulation: Le fantastique avec ses deux
romans, Histoire véritable et L’Âne, si ce dernier n’est pas apocryphe; le biographique avec ses
œuvres plus personnelles, comme la lettre intitulée Le Songe ou le dialogue satirique de La
Double Accusation; le spéculaire avec cet autre dialogue qu’est Le Pêcheur. Dans tous ces écrits,
il met en scène un dénommé ‘Lucien’ pris dans des contextes impossibles ou de comédie”
(Colonna 2004: 70).
22
Cfr. mi revisión de la tipología de Alberca en la p. 33s. En adelante me referiré a su mo-
nografía de 2007 donde expone su teoría con argumentos más detallados y que por eso es la
mejor base para un diálogo teórico que pretende ser este estudio. Sus publicaciones posteriores
(de 2012 y 2014, por ejemplo) ofrecen análisis literarios valiosos en que aplica sus conceptos
establecidos con algunas matizaciones.
Introducción 25
23
Este concepto proviene de Hermione Lee (2005: 100, cit. por Saunders 2010: 4).
24
Esta impresión se revalidó ante las contribuciones y conferencias plenarias en el marco
del congreso internacional sobre “La autoficción hispánica en el siglo xxi” que se celebró del
7 al 9 de octubre de 2013 en Alcalá y Madrid bajo la dirección de Ana Casas, cuyas actas se
publicaron en 2014 (Casas 2014) y en el número monográfico de Pasavento. Revista de estudios
hispánicos (La autoficción hispánica en el siglo XXI, vol. III, n. 1, invierno 2015, http://www.
pasavento.com/numero_actual.html), coordinada por José Manuel González Álvarez.
26 “Soy simultáneo”
in the fin de siècle texts [...] [t]he subject’s experiences are too mobile and keep
changing their aspect to be susceptible of definitive understanding. It is as if
the attempt to establish autobiographical sincerity culminates in an anxiety that
sincerity is all the autobiographer can hope for, when knowledge of the self and
its world are felt to be dissolving. At the same time, autobiography as a form
comes to seem conventional, and its conventionality to preclude the rendering
of individuality. (ibid. 10s.)
25
Cfr. también Alberca (2007: 90), quien comenta obras como Amor y pedagogía
(Unamuno, 1902), La voluntad (Azorín, 1902), Sonata de otoño (Valle-Inclán, 1902) y
Camino de perfección (Baroja, 1902) bajo el lema de la novela confesional: “No se trataba
tanto de deponer una confesión personal ni de ponerse a sí mismo en el texto, sino de tras-
ponerse en la máscara de otro personaje: confesarse (si se puede decir así) pero tras el disfraz
o el escondite”.
Introducción 27
26
De ahí nuestro título de La obsesión del yo (2010).
27
En este contexto destaca el desarrollo genérico del diario. A finales del siglo xix se
hace por primera vez público, aunque sea en ediciones póstumas y sin haber sido prevista su
publicación: Jean-Jacques Rousseau, Walter Scott, Lord Byron, Benjamin Constant, Eugénie
y Maurice de Guérin, Maine de Biran, Joseph Joubert. Más influencia habrá tenido el diario
de Henri-Fréderic Amiel (1821-1881): “Publicado al año de su muerte (1882), su influencia
fue enorme y contribuyó a la creación de un género literario —el diario— al convertir las
confidencias a uno mismo en escritos para el público” (Escartín Gual 2010: 6). Gide fue el
primero en publicar su diario en vida por entregas (de 1889 a 1949) y en la intención de
publicar sus diarios le siguieron Jules y Edmond de Goncourt, Leon Tolstoi, Stendhal, Paul
Valéry, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Anaïs Nin, Franz Kafka, Thomas Mann, Cesare
Pavese, etc. “[E]l ‘diarismo’ implica una búsqueda, no siempre consciente, de la imagen que
el yo tiene de sí mismo, con independencia de su divulgación” (ibid.).
28 “Soy simultáneo”
Según González Álvarez (2009: 38-39), “estos textos instauran toda una es-
tética del fragmento que recompone una forma de la autoexpresión” en el sen-
tido de Michel de Montaigne, “quien en el siglo xvi había abrigado la idea del
ensayo [entre otros] como espacio de autoconocimiento, sin límites formales
que constriñan la libertad expresiva del autor”. El coloquio internacional sobre
Invenciones del yo en la narrativa argentina. Teoría y crítica de la autoficción, con-
vocado por José Manuel González Álvarez y Andrea Pagni en la Universidad
de Erlangen en enero de 2017, arrojó aún más luz sobre la sostenida y muy
variada escritura del yo en la literatura argentina de los siglos xx y xxi.
28
Enumera textos genéricamente difíciles de clasificar como Enrique Lihn (1976): La
orquesta de cristal, Ricardo Piglia (1975): Nombre falso, Salvador Elizondo (1969): Cuaderno
de escritura, Alejandro Rossi (1978): Manual del distraído, Ramón Ribeyro (1975): Prosas
apátridas, Margo Glantz (1984): Síndrome de naufragios, Augusto Monterroso (1985): La letra
e y Sergio Pitol (1996): El arte de la fuga.
Introducción 29
fenómeno literario-estético que abarca todo eso, y tal vez es aún más. Sobre
todo es una forma de ficción que juega consigo misma. Esta interpretación
de la autoficción como “escritura lúdica” la señalamos en Toro, Schlickers y
Luengo (2010: 15s.) insistiendo en que la característica de que algo lúdico
no debe confundirse con algo “no serio”: independientemente de un conte-
nido diegético serio o cómico, “la intromisión metaléptica del ‘autor’ en su
propio mundo narrado puede tener, pues —como cualquier procedimien-
to paradójico o metaficcional— un efecto cómico, pero también extraño,
sorprendente, alienador, antilusionista”, por lo cual la autoficción “muestra
cierta afinidad con el juego” (ibid. 16). Esta ‘clave lúdica’ (así el título de mi
segundo capítulo) me parece crucial, por lo que se intentan analizar sus me-
canismos narrativos que envuelven al receptor en un juego teatral en el que
al mismo tiempo se revela el fingimiento: Cuando el “actor tiene que mostrar
que solo finge ser otro personaje, dejar ver que lleva una máscara para que el
espectador pueda disfrutar del proceso de metamorfosis, de la ambivalencia
de realidad y apariencia”, como describimos en la estética y poética lúdica de
la autoficción (ibid. 17), resulta que el receptor de una autoficción centra su
atención tanto en el actor como en el personaje, pero también en la tensión
deleitosa entre ambos y en el acto de disfrazarse el personaje ficticio como
autor o de disfrazarse el autor como personaje ficticio.
No obstante, creo que los textos autoficcionales hoy en día son demasia-
do diversos como para dejarse reducir a una mera munición en la ‘guerra’
entre autobiografía y novela. ”Il n’y a pas de descendance linéaire, pas de
filiation de proche en proche entre tous ces auteurs (Gasparini 2008: 328).
A pesar de la cantidad de estudios que se han empeñado en diagnosticar
a la autoficción diferentes achaques como hibrideces o ambigüedades, gra-
dos inestables de ficcionalidad, obsesiones y simulacros del yo, no se da por
concluido el estudio ‘anatómico’ —es decir: narratológico— de la autofic-
ción literaria. A través del presente trabajo se pretende radiografiar tanto los
cimientos paradójicos como las técnicas narrativas de la autoficción con la
esperanza de impulsar el desarrollo de la discusión narratológica y de la teoría
de la ficción con respecto a este fenómeno neurálgico y transnacional de la
literatura actual.
1.
LA AUTOFICCIÓN EN LA NARRATIVA
1
Comparto la posición que, con Peter Blume (2004) y Eva-María Konrad (2014), se
puede designar como autonomismo y según la cual un texto o es completamente factual o
completamente ficcional.
32 “Soy simultáneo”
During the centuries, both factual and fictional modes of writing have changed
considerably and both have often included features and conventions that we
nowadays deem to be characteristic of the other. Since both kinds of narrative
have undergone historical change, the relations between them are constantly
shifting; to construct a definite borderline between them would be both arbitrary
and inadequate. (A. Nünning 2004: 101)
Vera Nünning (2005: 102) observa una creciente hibridación en todos los
medios2 —recordemos formatos como infotainment, docu-dramas, reality TV,
y otros—; hoy en día estaríamos “in a permanent state of ontological fuzzi-
ness and uncertainty, being exposed to media which present and dramatise
reality in such a way that we can never be quite sure what is real either with
regard to politics, warfare or media events surrounding the glamorous world
of celebrities”. Esposito sostiene que en la sociedad mediática actual existen
sin competencia varias realidades paralelas y que se influyen recíprocamente3.
Existe en la actualidad otro término que encarna la hibridez sine qua non,
el de la semificción. Se utiliza deportivamente para textos que combinan “fic-
tion, autobiography, travel writing, cultural criticism, literary theory” (por
ejemplo, en el caso de la obra de Geoff Dyer, cfr. Wood 2009: 1). En esta
noción se está mezclando tanto la hibridez entre diferentes géneros (tradicio-
nalmente ficcionales o factuales) como la hibridez entre el discurso ficcional
y factual.
Mientras que Zipfel sostiene en su monografía de 2001 que la autoficción
tiene como fundamento “una figura paradójica, que es inepta como base para
reflexiones y diferenciaciones teóricas” (p. 143), en su artículo pertinente del
año 2009 se inclina hacia la hipótesis de la ambigüedad entre “dos prácticas
que se excluyen mutuamente: la práctica referencial y la práctica ficcional”
2
“at the turn of the twenty-first century [...] [h]ybridisation has become a marked aspect
of narratives and today it seems more difficult to distinguish between fact and fiction than
ever before. [...] The amalgamation of fact and fiction seems to be a prominent facet of con-
temporary culture” (Nünning 2004: 101).
3
Esposito (2007: 8), cfr. también Pichler (2011: 38 y 50).
1. La autoficción en la narrativa 33
4
Cfr. Blume (2004). Esta posición dentro de la teoría de la ficción se denominaría com-
posicionalismo, cfr. ibid. y Konrad (2014).
5
Remito al artículo excelente de Achermann (2013) sobre la referencia en textos ficciona-
les y textos autobiográficos. El autor indaga en la problemática del término metafórico ‘pacto’
pues alude a “escenarios comprometentes cuasijurídicos” (p. 44).
34 “Soy simultáneo”
Pacto ambiguo
Las novelas del yo
Novela autobiográfica Autoficción (equidis- Autobiografía ficticia
(próx. a la autobiografía) tancia de ambos pactos) (próx. a la novela)
Pacto ambiguo
Campo autoficcional
Autoficción biográfica Autobioficción
Autoficción fantástica
(próx. al pacto (ambigüedad plena:
(próx. al pacto novelesco)
autobiográfico) vacilación del lector)
Por lo tanto, no sería posible trazar una frontera rigurosa entre autoficcio-
nes biográficas y autobioficciones como entre autobioficciones y autoficcio-
nes fantásticas (Alberca 2007: 181). Da la impresión de que, en su argumen-
tación y conceptualización, el trabajo de Alberca se asemeja llamativamente
a la famosa teoría de Todorov (1970) sobre la literatura fantástica, en la cual
6
Cfr. los gráficos con descripciones más detalladas en las páginas 65, 92 y 182 en su
monografía de 2007.
1. La autoficción en la narrativa 35
7
Esta posibilidad se implica en argumentaciones como la siguiente: “En cualquier caso
será el espectador o el lector en su caso el que deberá preguntarse y eventualmente responderse
dónde empieza la ficción y cuánto de realidad hay en estas obras” (Alberca 2007: 38). Además,
según él, habría textos que se refieren a personajes históricos reales y que por eso su “contenido
ficticio” sería menor (ibid. 73).
8
Un paso esencial dio Vaihinger 1918 con su extensa Philosophie des Als Ob (la filosofía
del como-si), en la que trata mayormente la ficción en las ciencias naturales, pero muestra la
cercanía entre esta y la ficción estética, “si se tiene en cuenta que en la realización de ambas
participan los mismos procesos psicológicos” (Vaihinger [1918] 1923: 131). La ficción como
tal, sea científica o estética, siempre se puede identificar claramente y sigue una finalidad
superior (ibid.). Señala que ficciones son “analogías artificiales”, por lo cual también textos
factuales están llenos de ficciones y que las ficciones (cotidianas y científicas) existen indepen-
dientemente de un discurso de un narrador ficticio.
36 “Soy simultáneo”
9
Cfr. la discusión en Hamburger (1957), Cohn (1990 y 1999) y Genette (2004).
1. La autoficción en la narrativa 37
10
Véase infra. mi ejemplo de la bioficción Jusep Torres Campalans de Max Aub, p. 129ss.
11
Esta característica también tiene consecuencias para la categorización genérica de la
autoficción, cfr. el capítulo 1.5.
38 “Soy simultáneo”
12
Genette no usa la categoría del autor implícito, que yo sí añado.
1. La autoficción en la narrativa 39
13
Cfr. también Henrich et al. (1983: 9).
14
Cohn especifica este hecho subrayando la no-referencialidad de la ficción, que se ca-
racteriza por no ser obligatoria. Al hablar de ella, “we do not mean that it can not refer to
the real world outside the text, but that it need not refer to it. [...] [F]iction is subject to two
closely interrelated distinguishing features: (1) its references to the world outside the text are
not bound to accuracy; and (2) it does not refer exclusively to the real world outside the text”
(Cohn 1999: 15).
15
Cfr. Iser ([1983] 1991a: 24ss. y [1976]1984: 178).
16
Schlesinger (1968: 42), citado por Iser ([1976] 1984: 179).
40 “Soy simultáneo”
de manera que a través del peregrinante punto de visión del lector se abran
permanentemente ambos horizontes interiores del texto, a fin de que se puedan
fundir entre sí. (Iser 1987: 182)
Los seres, estados, procesos, acciones e ideas representados en una obra literaria
de ficción se caracterizan por ser un producto de la invención (inventio), lo que
equivale a decir que no pretenden (y no pueden pretender), en lo que representan,
ser referenciables y/o susceptibles de someterse a la prueba de la verdad fáctica.
[...] Ello no quiere decir que algunos de estos seres, estados, procesos, acciones e
ideas no se presten a establecer una referencia a seres, estados, procesos, acciones
e ideas de la realidad extraliteraria, esto es, la realidad fáctica entendida como
tal por el autor y/o receptores de una obra literaria de ficción, y que incluso
el establecimiento de dicha referencia no forme parte de la intencionalidad del
autor (ambas citas: Meyer-Minnemann 2006: 49, mi cursiva).
17
Esta posición es sostenida por Genette, Iser (1991a), Meyer-Minnemann, Schmid
(2008: 39) y Zipfel (2001), entre otros. Aunque Zipfel (2001: 294) critica, por un lado, cla-
ramente una gradación de lo ficticio, ofrece, por el otro “a escondidas” —así la formulación
de Schmid (2008: 41)—, otra tipología de diferentes formas de relaciones con la realidad,
proponiendo las categorías de objetos reales, objetos pseudorreales y objetos no-reales (cfr.
Zipfel 2001: 92ss.).
1. La autoficción en la narrativa 41
18
He utilizado la edición alemana de 1981.
19
“Al principio tiene lugar un ‘bautizo’: aquí, el objeto se puede nombrar por indica-
ción, o la referencia del nombre se puede fijar por una descripción” (Kripke [1972/1980]
1981: 112).
42 “Soy simultáneo”
20
El concepto de la ficción contrafactual o contrafáctica describe una variedad de las no-
velas históricas. La entendemos como una forma específica de una ficción verosímil y realista,
que está construida de tal manera que alterna explícitamente y en un punto indicado la cade-
na sucesiva de hechos históricos probados y se narran las consecuencias históricas distintas de
las que realmente ocurrieron. Cfr. también Rodiek (1997) y McHale (1987: 90), quien utiliza
en sentido sinónimo el término “apocryphal history” para una forma de ficción historiográfica
que “contradicts the official version [of history]”.
1. La autoficción en la narrativa 43
21
En la siguiente argumentación me baso en Iser ([1976] 1984: 219-224).
44 “Soy simultáneo”
22
Schlickers (2002: 174) describe el contenido de las “reminiscencias autobiográficas” en
la trilogía de Robbe-Grillet con (siempre aproximadamente) el 90 % (Le miroir qui revient), el
50 % (Angélique ou l’enchantement) y el 20 % (Les derniers jours de Corinthe).
23
Alberca (2007: 29) formula de forma metafórica que “la autoficción [...] es el resultado
también de un experimento de reproducción literaria asistida, que consistió en tomar genes
de los grandes géneros narrativos, novela y autobiografía, y mezclarlos en la probeta o matriz
de la casilla vacía del pacto autobiográfico elaborado por Philippe Lejeune”. Interesantemente,
ya Stephen Reynolds se sirvió de una analogía científica para explicar su concepto de la auto-
biografiction en 1906 (p. 28): “At one particular temperature, combined with one particular
pressure, the solid, liquid, and gaseous states of sulphur liquefies, vaporises, or solidifies. But
so long as the very definite temperature and pressure are unchanged, the sulphur remains in
that indefinite state of neither solid, nor liquid, nor gas, but something between the three. So
with autobiografiction. [...] Where the three converging lines —autobiography, fiction, and
the essay— meet, at that point lies autobiografiction”.
46 “Soy simultáneo”
24
Parece tratarse de una cuestión categórica, ya que el autor de El pacto ambiguo sostiene
lo contrario. Lejeune, en un momento de su recorrido autocrítico de su teoría, se inclina hacia
la necesaria claridad contractual: “una identidad es o no es. [...] El que recibe un mensaje am-
biguo no puede permanecer entre dos aguas. Casi todas las autoficciones son leídas, de facto,
como autobiografías” (Lejeune 2004: 168).
1. La autoficción en la narrativa 47
25
El discurso entero de Das Wetter vor 15 Jahren (El clima desde hace quince años) del
autor austríaco Wolf Haas (2006) consiste en una entrevista de una crítica literaria con “Wolf
Haas”, el autor de la novela Das Wetter vor 15 Jahren.
48 “Soy simultáneo”
26
Esta definición ya se formuló íntegramente en L’Autobiographie en France (1971: 14).
27
Trad. de “die Beschreibung (graphia) des Lebens (bios) eines Einzelnen durch diesen
selbst (auto)” (Misch [1907] 1949: 7).
28
Cfr. el comentario profundo sobre esta definición en Schabacher (2007: 134ss.).
29
Remito a los tres primeros capítulos muy diferenciados y clarividentes sobre “la auto-
biografía como testimonio de vida”, “la autobiografía como forma literaria” y “textos autobio-
gráficos como ficciones de vida” en Richter (2008: 19-60).
1. La autoficción en la narrativa 49
30
Una exposición interdisciplinaria excelente de la constructividad de la identidad a tra-
vés de la narración la ofrece Morgenthaler García (2008: 83-98 y 120-134).
31
Cfr. ibid. p. 186 para una breve taxonomía de la memoria, además Schacter y Tulving
(1994).
50 “Soy simultáneo”
32
Ruiz-Vargas ofrece una definición operativa del yo diciendo, con Greenwald y Pratkanis
(1984); se trataría de una “organización de conocimiento que combina componentes declara-
tivos y procedimentales”, un “esquema actitudinal complejo” y una “red de memoria” (Ruiz-
Vargas 2004: 191, n. 9).
33
Citado en Ruiz-Vargas (2004: 192).
34
“las narraciones conversacionales no copian el ‘mundo real’, sino que son siempre pro-
cesos mimético-creativos de reconstrucción de la realidad (presente o pasada)” (Morgenthaler
García 2008: 97).
1. La autoficción en la narrativa 51
Por estas razones hay que diferenciar entre la posible inexactitud en los
detalles35 frente a la veracidad en cuanto a la expresión de la esencia del
propio yo, la cual es dada “si el sujeto que recuerda acepta honesta y since-
ramente sus errores y sus dudas; es decir, se compromete a decir la verdad
con fidelidad y exactitud” (ibid. 215). Para evitar malentendidos quisiera
ahondar en otro aspecto que destaca en la discusión acerca de la supuesta
ficcionalidad de la autobiografía. Enunciaciones como la de que “la escritura
pretendidamente referencial siempre acaba ingresando en el ámbito de la
ficción” (Casas 2012: 16) se refieren, probablemente, solo a un componente
específico de la ficcionalidad. Lo mismo parece ser el caso cuando de Toro
35
Interesantemente, tal inexactitud de la memoria autobiográfica se relativiza conside-
rablemente si se consideran los mecanismos y reglas inherentes: “Las personas tendemos a
integrar en nuestros recuerdos autobiográficos detalles irrelevantes (unos son exactos y otros
inexactos) para enfatizar y aumentar nuestra confianza en la fidelidad de tales recuerdos” y
“las inexactitudes de los recuerdos autobiográficos no les restan veracidad, porque la verdad
de la memoria está mediada por el sentido del yo, que interpreta y reconstruye honestamente
su pasado” (Ruiz-Vargas 2004: 215).
52 “Soy simultáneo”
(2004: 88) equipara la narración con la ficción36. Por eso y para mayor clari-
dad propongo diferenciar con Wolf entre los dos aspectos fictum y fictio in-
herentes de la ficcionalidad. El aspecto de la ficción que enfoca su carácter de
artefacto —de constructo— en contraste con la realidad naturalmente dada,
se denomina fictio. El aspecto que enfoca la ‘irrealidad’, la falta de referencia
a algo realmente existente en el mundo extratextual, la falta de ‘referencia-
bilidad’ y el estatus de algo potencialmente imaginario de lo ficcional, es
denominado fictum (cfr. Wolf 1993: 38-39). Mientras que un texto factual
solo tiene el estatus de fictio, un texto ficcional se diferencia doblemente de
la realidad, por su estatus fictio y fictum (Wolf 1993: 55):
fictio fictum
texto factual X -
texto ficcional X X
36
“Car tout texte qui se base sur un récit, une sélection, une diégèse, c’est-à-dire sur un
plot, ne possède plus de légitimation découlant du référent, étant donné que ces procédés
représentent déjà en soi une manipulation de la réalité”.
1. La autoficción en la narrativa 53
37
Conviene recordar que la posible inexactitud de los detalles recordados jamás llega
hasta impedir el ajuste de los recuerdos autobiográficos con los demás: “una de las funciones
básicas de la memoria episódica/autobiográfica es, precisamente [...] [la de] un elemento de
solidaridad social” (Ruiz-Vargas 2004: 212).
54 “Soy simultáneo”
Ai ≠ Ar
= ↑
N = P
38
Por razones que se profundizan en el capítulo 1.4, se implican tanto la instancia del
autor implícito (Ai) como del autor real (Ar); estas dos instancias nunca son idénticas.
39
Por supuesto, hay excepciones de esta regla, cfr. Schmid (2008: 90).
56 “Soy simultáneo”
La no-identidad entre autor real y autor implícito, por obvio que parez-
ca, simboliza en este caso el hecho de que una autobiografía es un proyecto
literario estéticamente e ideológicamente intencionado y que, además, re-
presenta un (auto)retrato singular, al que existirían, teóricamente, alternati-
vas —cada autor real podría escribir variantes (discursivamente) diferentes y
‘acertadas’ de su autobiografía—.
Podemos concluir que la autobiografía se pone de manifiesto como un
pacto que desemboca en una intención de sentido autobiográfica, no como
un género definido formalmente. De ahí que comprenda aquí la autobiogra-
fía como postura de narrar, adaptable a cualquier tipo de texto: también un
poema puede ser autobiográfico. Según Baumann,
40
Cfr. la siguiente observación: “Un roman qui prend pour modèle à imiter la structure
du Journal intime, ou celle des Mémoires, fictionalise cette structure, et en conséquence, fait
apparaître des caractéristiques différentes de celles que manifestait le modèle dans son domai-
ne d‘origine” (Glowinski 1992: 235), cfr. también Molero de la Iglesia (2000: 32s.).
1. La autoficción en la narrativa 57
41
Las dos siguientes citas ilustran su posición clave: “two levels of language, ‘object lan-
guage’ speaking of objects and ‘metalanguage’ speaking of language. But metalanguage is
not only a necessary scientific tool utilized by logicians and linguists; it plays also an im-
portant role in our everyday language” [...]. Whenever the adresser and/or the adressee need
to check up whether they use the same code, speech is focused on the CODE: it performs
a METALINGUAL (i. e. glossing) function” (Jakobson 1960: 356). Además: “It may be
58 “Soy simultáneo”
objected that metalanguage also makes a sequential use of equivalent units when combining
synonymic expressions into an equational sentence: A = A (“Mare is the femal of the horse”).
Poetry and metalanguage, however, are in diametrical opposition to each other: in metalan-
guage the sequence is used to build an equation, whereas in poetry the equation is used to
build a sequence” (Jakobson 1960: 358).
42
Cfr. la discusión del uso problemático de este término derivado de la ironía romántica
[“romantische Ironie”] y su acercamiento al concepto de la metaficción por Weinrich (1961),
Warning (1976), Heimrich (1968) y Picard (1987) en Wolf (1993: 236), quien indica, por un
lado, una intercambiabilidad entre el concepto de la ironía de la ficción y el de la metaficción,
aunque por otro lado, describe la ironía de la ficción como forma excepcional de la metafic-
ción explícita (ibid.). Zavala (2007) aplica el concepto de la ironía al fenómeno metaficcional,
pero no comparto su modelización por incluir fenómenos muy diversos.
43
Cfr. Scheffel (1997).
44
Cfr. Booth (1952), Alter (1975), Waugh (1984).
45
En Wolf (2001b: 429) se define todavía la metaficción como “forma específica de la
metatextualidad y con eso de la autorreferencialidad [...] o bien autorreflexividad”. Más tarde,
Wolf (2007: 37) describe la metaficción [Metafiktion] “por falta de un término mejor e im-
plementado” como “denominación de todas las formas ‘meta’ del arte narrativo”.
1. La autoficción en la narrativa 59
46
“[It] systematically flaunts its own condition of artifice and that by so doing probes into
the problematic relationship between real-seeming artifice and reality” (Alter 1975/1978, X).
47
Cfr. Elpers (2008: 9 y 19) que destaca el juego al nivel lingüístico, del contenido y
de los géneros como constitutivo para la estética de las vanguardias. En Toro, Schlickers y
Luengo (2010a) destacamos lo lúdico como rasgo constitutivo de la autoficción. Wolf (1993
y 2011a: 16) destaca “that there is a traditional link between metareference, the breaking or
underminig of aesthetic illusion, and a comic mode of representation in fiction”. Lo cual, por
supuesto, no quiere decir que no exista la combinación de metarreferencia y un modo serio,
como en la metapintura Las Meninas de Velázquez, cfr. Wolf (2011a: 17).
48
Wolf, Bantleon y Thoss (2009) y Wolf (2011b: vi). Me refiero a su conceptualización
más reciente, que se basa en un desarrollo con algunos cambios terminológicos, por ejemplo
se ha intercambiado el hiperónimo metatextualidad [Metatextualität] (Wolf 2001b) por el
de la metaización [Metaisierung] (cfr. Hauthal et al. 2007a) y después, sin grandes cambios
conceptuales, por metarreferencia (Wolf, Bantleon y Thoss 2009 y Wolf 2011c). A pesar de
60 “Soy simultáneo”
Waugh 1984: 3). También Dunne (1992) y Zavala (2007) señalan esta ten-
dencia “en distintos espacios de la cultura popular, de tal manera que el arte
pop de los años 60 ha derivado en los años 90 hacia lo que podríamos llamar
una tendencia metapop, especialmente en el cine, la música popular y la
historieta” (Zavala 2007: 205).
La problemática de los términos ‘meta’ —difícilmente solucionable—
consiste en el hecho de que existe un sinnúmero de objetos y campos de
referencia ‘meta’: desde los géneros (metadrama/teatro, metalírica/poesía,
metabiografía, metahistoriografía, etc.) y medios singulares (metafotografía,
metapelícula), a conceptos estéticos más diferenciados (metaterror, lo me-
tatrágico, metatextualidad, metalenguaje, metacomunicación, metadiscursi-
vidad, metacrítica, metacomentario, metanarración, etc., cfr. Hauthal et al.
2007b: 2). Wolf (2011a: 3) delimita la noción de lo contemporáneo en este
contexto muy cautelosamente a partir de los años cincuenta —cuando sur-
gió el Nouveau Roman francés como género eminentemente metaficcional y
en los años sesenta se extendió el posmodernismo desde los Estados Unidos,
aparte de una omnipresencia general de los fenómenos ‘meta’ en el arte—.
Llama la atención que durante mucho tiempo faltaban una terminología
y una conceptualización clara y vinculante al respecto. De un interés espe-
cial para este trabajo es el análisis del potencial innovador de los recursos
‘meta’ con respecto al desarrollo y la metamorfosis de los diferentes géneros
tradicionales y la aparición de géneros nuevos (cfr. Wolf 2011b: vii), especí-
ficamente los metagéneros, como por ejemplo la metabiografía ficcional, la
metaautobiografía ficcional, la metanovela histórica etc. (cfr. cap. 1.6). No
será muy casual que el llamado giro metarreferencial “appears to be (again at
least to a certain extent) a return to modernist (expressionist, Dadaist, etc.)
‘experimentalism’” (Wolf 2011a: 18).
que excede las ‘necesidades’ más limitadas de lo narrativo literario que está en el centro de este
estudio, el término de la metarreferencia permite el estudio y la diferenciación entre fenóme-
nos ‘meta’ transgenéricos y transmediales con formas y funciones muy diversas, incluyendo
todo tipo de medios, desde el arte tradicional y la literatura oral hasta la música, los medios
digitales, la fotografía, incluyendo la pornografía y la arquitectura (cfr. los estudios en el tomo
editado por Wolf 2011c).
1. La autoficción en la narrativa 61
49
Cfr. Álvarez (2012), Ardila Jaramillo (2009), Mora (2012), Orejas (2003), Quesada
Gómez (2009), Ródenas Moya (2005), Sobejano (1989), Sobejano-Morán (2003), Zavala
(2007), para solo mencionar a algunos.
50
Por ejemplo, Gronemann (2002: 75).
51
Sin embargo, Aulagne no trabaja con una sistematización de la metadiscursividad y des-
cribe esta metadiscursividad además como técnica estructural, pues son los personajes al lado
y alrededor de los autor-narradores Serge Doubrovsky y Pierre Schaeffer/Simon Vanderer,
sus mujeres y secretarias con un “caractère systématiquemente opposé” que además encarnan
“l‘entité symbolique du lecteur idéal” y por cuyos comentarios intermediarios y su “présence
bipolaire”, “l‘auteur est renvoyé à ses contradictions” (p. 4). Esta ficcionalización del yo a
través de otros personajes en Doubrovsky fue analizado por Mortimer (2009) bajo la deno-
minación de allofiction.
62 “Soy simultáneo”
52
En su segunda monografía Autofiction. Une aventure du langage, Gasparini (2008: 310)
no agrega nada nuevo a este aspecto sino se refiere a su monografía anterior.
53
En cuanto a la terminología usada, propone un cuadro de recursos narrativos que hace
visible cierta incoherencia conceptual.
54
“una autoficción es una novela o relato que se presenta como ficticio, cuyo narrador y
protagonista tienen el mismo nombre que el autor” (Alberca 2007: 158).
55
Una palabra acerca del término metadiscurso: en su reflexión profunda sobre el “meta-
discurso” o “autocomentario” (Casas 2010: 207), en las obras de Javier Marías, Antonio Muñoz
Molina, Vila-Matas y Masoliver Ródenas, destaca diferentes procedimientos autorreflexivos
1. La autoficción en la narrativa 63
según su temática y que entrarían, según las categorías aquí empleadas, tanto en el campo de la
metaficción como en el de la metanarración (cfr. infra).
56
No comparto, sin embargo, su conclusión de que esta exposición de la artificialidad
conduzca a una problematización de la autoría en el sentido de Paul de Man (ibid. 39). Para
mí, tienen un efecto casi contrario, de autenticidad, como expongo en Toro [2015].
64 “Soy simultáneo”
57
No comparto la diferenciación de Scheffel (1997) de la noción autorreflexividad
(“Selbstreflexivität”) en autoobservarse (“sich-selbst-Betrachten”, ibid. 56) y autorreflectarse
(“sich-selbst-Spiegeln”, ibid. 71).
1. La autoficción en la narrativa 65
58
En esta definición, Wolf añade las referencias a textos ajenos y a la literatura en general
(ibid.).
66 “Soy simultáneo”
por primera vez en Las armas secretas, 1959)59. El narrador, antes de comen-
zar la historia, escenifica supuestas inseguridades y dudas acerca de la narra-
ción de lo que aparecerá más adelante. En rigor, el vacilar antes de narrar o
escribir forma parte del proceso de producción del texto que es previo a su
resultado, el texto impreso, y en el que normalmente “habla” únicamente el
narrador (o varios de ellos). Lo que ocurre en este texto es tanto paradójico
como común: el narrador se hace pasar por escritor. El comienzo del cuento
de Cortázar no solo es un ejemplo de la ilusión narrativa, sino, indirectamen-
te también de metaficción, pues un muerto (a la vez vivo) no puede narrar
nada —indirectamente se señala así la imposibilidad de lo narrado—. De ahí
que considere necesario citar dos párrafos para conservar el contexto:
Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en segunda,
usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán
de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de
los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo
delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué diablos.
Puestos a contar, si se pudiera ir a beber un bock por ahí y que la máquina siguiera
sola (porque escribo a máquina), sería la perfección. [...] Uno de nosotros tiene que
escribir, si es que esto va a ser contado. Mejor que sea yo que estoy muerto, que
estoy menos comprometido que el resto; yo que no veo más que las nubes y puedo
pensar sin distraerme, escribir sin distraerme. (Cortázar [1958] 2007: 224-225).
59
Cfr. el análisis lúcido de la configuración paradójica del cuento en Meyer-Minnemann
y Pérez y Effinger (2006).
60
No asumiré la diferenciación más minuciosa de Wolf entre la metaficción con origen
en el nivel del discurso y en el de la historia, que utiliza sinónimamente para los niveles
extradiegético e intradiegético (p. 233ss.), pues resulta terminológicamente irritante. Luego
distingue además entre los tipos de la metaficción intratextual y transtextual, explícita e implí-
cita, formas cuantitativas entre metaficción puntual y extensiva y diferentes formas temáticas,
explícita e implícita, enfocando el medio o enfocando la referenciabilidad, interna y externa, y
1. La autoficción en la narrativa 67
luego formas críticas o afirmativas. Además, en la argumentación de Wolf no queda muy claro
cuáles son las diferencias entre los efectos estéticos de los diferentes tipos de metaficción. Wolf
agrega además la diferenciación entre metaficción crítica y metaficción afirmativa. Opino
también con respecto a esta dicotomía que habría que analizar el texto literario concreto,
pues la diferenciación entre afirmación y crítica me parece muy abstracta. El objeto de la
metarreferencia puede variar mucho y además es difícil separar categóricamente la crítica de
la afirmación (habría que preguntar quién expresa una postura crítica o afirmativa hacia qué)
y necesita, en todo caso, una interpretación contextual profunda.
61
El análisis de diferentes recursos metaficcionales explícitos e implícitos nos ocupará en
el capítulo 2.2., donde se demuestra su papel antagonista con procedimientos que crean una
ilusión referencial, especialmente con respecto a la posibilidad de identificar al narrador y/o
personaje con el autor real.
62
En rigor, la cita se refiere a la llamada metarreflexión como hiperónimo más amplio y
transmedial, pero a mi parecer resulta todavía perfectamente aplicable al término metaficción
en el contexto aquí elegido. No obstante, no resulta fácil separar del concepto transmedial
de metarreflexión el de ‘metaización’ [Metaisierung], que “correspondingly, is the movement
from a first cognitive, referential or communicative level to a higher one on which first-level
phenomena self-reflexively become objects of reflection, reference and communication in
their own right” (Wolf 2011b: v-vi). De esta manera, la metaización originaría metarreferen-
cia y/o metarreflexión.
68 “Soy simultáneo”
63
Hofstadter (2007: 101s.), citado por Funk (2011: 233).
1. La autoficción en la narrativa 69
64
“Me presentaré: soy un escritor de mentira. Además, esto tampoco es solo un libro.
Evidentemente no lo es. Todos los libros no son solo libros. [...] Y lo más importante: nada
de este libro hubiese sucedido si yo fuera quien soy. Es decir, si yo fuera E. Pero no lo soy [...]
El problema consiste en que, a veces, pienso que sí lo soy. Que soy E” (Salinas 2003: 11-12).
70 “Soy simultáneo”
65
Cfr. en Schlickers (1997: 77) la corrección del intercambio erróneo de los términos en
el ejemplo de Mignolo.
1. La autoficción en la narrativa 71
(n6) nivel
hipohipodiegético
este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho
Panza con otro estilo del que se podía prometer de su corto ingenio”.
La metaficción ‘alcanza’ normalmente, como máximo, la perspectiva del
autor implícito (n2). En el caso de la autoficción, ahora, destaca la peculia-
ridad de que por la denotación implícita de la instancia del autor real (n1)
se incluye potencialmente este nivel extratextual ‘tabú’; un nivel que, sin
embargo, está fijado con nombre y más datos en la portada y en otros pa-
ratextos. Esta ‘revelación’ tiene el efecto de una metalepsis, pues en un texto
ficcional no es siempre de esperar que el narrador lleve el mismo nombre que
el autor real. De ahí que el efecto de la revelación del nombre y la identifica-
ción casi imprescindible del narrador (o de otro personaje) con el autor real
en un texto abiertamente ficcional sea tan fuerte como una metalepsis, por
lo cual la designaría como metalepsis implícita, que además está extendida
hasta el campo extratextual66. Este neologismo conceptual (no ha sido em-
pleado anteriormente, que yo sepa) me sirve de recurso para la descripción
del mecanismo autoficcional clave y extraordinario de designar simultánea-
mente al autor dentro y fuera de su propia ficción. En la cita en el título de
este trabajo, “[s]oy simultáneo”, el personaje-narrador de El juego del alfiler
(Jaramillo Agudelo 2002: 79) describe metaficcionalmente exactamente el
fenómeno que se enfoca aquí.
Nótese que Genette toma en cuenta que una metalepsis puede tener cier-
ta extensión a lo largo del texto: “D’une certaine façon, le pirandellisme de
Six personnages en quête d’auteur [...] n’est qu’une vaste expansión de la mé-
talepse” (Genette 1972: 245).
Matizo la metalepsis de implícita porque no se ‘abre’ o ‘interrumpe’ la
enunciación y no parece hablar otra instancia que el narrador mismo. Pero
en cuanto a los procedimientos verticales a través de los diferentes niveles de
la narración, está claro que se violan las normas de la comunicación desdo-
blada de un texto ficcional.
66
Cfr. Cabo Aseguinolaza (2014), quien compara la autoficción con un “dispositivo re-
tórico: una figura, no muy alejada [...] de procedimientos como el apóstrofe o la apelación
al público, que suponen un desvío del circuito pragmático dominante en un determinado
contexto ficcional. Casi una forma de metalepsis” (p. 28).
1. La autoficción en la narrativa 73
67
No es ilícito generalizar esta observación de Bradford (2007: 243, cit. por Maziarczyk
2011: 184). Hubier anota que “L‘autofiction est inéluctablement métadiscursive. Sans doute,
les péripéties qu‘elle relate ne sont pas inintéressantes. Et en dépit de leur banalité et du fait
étrange qu‘elles sont souvent les mêmes [...] elles parviennent à enthousiasmer le lecteur par
un jeu subtil de résonances, de variations, de mystifications” (Hubier 2003: 128).
74 “Soy simultáneo”
68
La metalepsis del autor la declara Wolf (1993: 356) como metaficción implícita.
69
Truchlar (1983, cit. en Wolf 2011a: 29).
1. La autoficción en la narrativa 75
vida y obra del autor verdadero. Ya de por sí, “les récits à la première personne
jouent invariablement du temps qui passe et se constituent sur la distance
douloureuse qui existe toujours de soi à soi” (Hubier 2003: 12).
Un ejemplo para este caso sería Todas las almas de Javier Marías ([1989]
2002), donde la no-referenciabilidad de lo narrado es señalada solo puntual-
mente (aunque inequívocamente) por el narrador anónimo en la segunda
página mediante la metaficción explícita: “El que aquí cuenta lo que vio
y le ocurrió no es aquel que lo vio y el que le ocurrió, no tampoco es su
prolongación, ni su sombra, ni su heredero, ni su usurpador” (p. 10). Este
es el momento más explícito donde se autoseñala la voz narradora paradóji-
camente como ficticia: a pesar de estar presentando una narración autobio-
gráfica (“[d]os de los tres han muerto desde que me fui de Oxford [...], para
hablar de ellos tengo que hablar también de mí y de mi estancia en la ciudad
de Oxford”, reza el comienzo de la novela, ibid.), el narrador autodiegético
en el nivel 3 ‘sabe’ de la no-referenciabilidad entre los niveles n4 y el mundo
extratextual como de su propia naturaleza imaginaria.
Mi hipótesis es la siguiente: por la constelación narrativa de la autoficción
se alcanza la envergadura autorreflexiva y metaficcional más amplia posible,
convirtiendo la voz narrativa potencialmente en un ‘instrumento-aleph’, que
es capaz de hacer visible cualquier ángulo posible de lo narrado, del acto de
narrar, de la producción literaria y artística, de la vida de un literato, de los
aspectos mediales e intermediales de un texto, de cualquier aspecto epis-
temológico, autobiográfico, mnemónico, etc. Bode (1992: 632s.) señala la
posibilidad de una dinamización potencial de todos los niveles de un texto
a través de la autorreflexividad paradójica [“paradoxe Selbstbezüglichkeit”].
En la disposición autoficcional, se manifestaría entonces la estructura auto-
rreflexiva y metaficcional más extrema y más radical; más ‘meta’ no sería po-
sible. Negrete Sandoval (2016: 169) ha encontrado la imagen de “una suerte
de caleidoscopio que multiplica los reflejos tanto de niveles narrativos como
de personajes” y observa que
por la puesta en ficción de la figura del autor, la autoficción propicia una suerte
de dinámica explosiva que lleva hasta sus últimas consecuencias la mayoría de
estos atributos [de la novela contemporánea]. En esa tierra de nadie, una vez
colonizada por el autor, todo está permitido. (ibid. 209).
76 “Soy simultáneo”
70
Gronemann (2002: 100) observa lo mismo en Angélique ou l’enchantement (1987), un
volumen de las Romanesques, la Nouvelle Autobiographie personal de Robbe-Grillet, donde
ocurre un cambio entre primera y tercera persona narrativa (cfr. supra).
71
La ‘mezcla’ entre los géneros de la novela y la autobiografía, como señala Casas, im-
plicaría la hibridez de los modos ficcional y factual, que a mi parecer no tiene lugar en la
autoficción, como he explicado en los dos capítulos anteriores. Parto de que la autoficción es
un fenómeno arraigado claramente en la ficción y que solo y perfectamente ‘funciona’ dentro
del pacto ficcional. Es más, por su carácter paradójico, la narración autoficcional destaca su
ficcionalidad, artificialidad y la ‘imposibilidad autobiográfica’.
1. La autoficción en la narrativa 77
72
Lacoue-Labarthe (1980, cit. por Colonna 1989: 316).
73
Cfr. los estudios sobre la narración paradójica reunidos en Grabe, Lang y Meyer-
Minnemann (2006b), en los cuales se analizan textos hispánicos desde el siglo xvii.
74
En el sentido de ser un “agencement discursif ” (Colonna 1989: 334).
75
Para la explicación de esta metáfora a través del significado etimológico ver Bode
(1992: 619).
76
En este párrafo me baso en Hagenbüchle (1992: 27-41).
78 “Soy simultáneo”
77
Este término viene del griego “(δόξα): ‘opinión’, ‘supuesto’, ‘expectación’” (Meyer-
Minnemann 2006: 53).
78
Por ejemplo se acepta dentro de la ficción un modo ‘fantástico’ o la representación de es-
tados y procesos mentales de los seres y personajes narrados, cfr. Meyer-Minnemann (2006: 54).
79
Esta expresión propicia (“kommunizierte Kommunikation”) fue introducida por Janik
(1973: 12).
80 “Soy simultáneo”
La paradoja más destacable es sin duda la del doble papel del autor fic-
ticio. En una autoficción, el personaje-autor no aparece necesariamente y
no solamente como el autobiografiado, como ya hemos visto, sino también
como autor, como instancia creadora del mismo texto que leemos y como
‘última’ instancia textual encarnada: al retratarse dentro de su propio texto,
80
Jones (2010: 176) señala la misma coincidencia.
1. La autoficción en la narrativa 81
81
Lodge (1977: 240, cit. en Wolf 1993: 353).
82
Colonna (1989: 314) utiliza el mismo término, aunque con referencia a la recepción e in-
terpretación de una autoficción y hablando de “un court-circuit entre la lecture et l’interpretation,
une rupture de la circulation du sens entre la perception et la comprehension des textes”.
82 “Soy simultáneo”
Además, esta oposición parte de la base de que la narración siempre busca vincular
dos situaciones: una situación presente y una ausente, o dicho de otra manera, la
situación presente de la narración (discours) y la situación representada de lo que
acontece o está por acontecer (histoire). (Lang 2006: 24)
83
La quinta diferencia, que añade Lang, se refiere a la condición de lo narrado o de la his-
toria (histoire) y permite construir el mundo narrado como una totalidad firme y consistente
según los principios de causalidad y finalidad o también de necesidad y posibilidad (Lang
2006: 24), no es constitutiva para la definición de la autoficción como patrón narrativo para-
dójico, por lo cual aquí no se profundiza este aspecto. No obstante, puede entrar en vigencia
opcionalmente en la manifestación de un texto individual.
84
Véase también el interesante modelo alternativo que propone García Barrientos (2014:
132) al triángulo mencionado de Genette: “Creo que la misma fórmula podría servir, pero sus-
tituyendo el signo de rigurosa igualdad matemática, que satisface la autobiografía, por otro que
indique una identidad aproximada, fluctuante, ambigua [A≈N≈P] para cifrar la autoficción”.
84 “Soy simultáneo”
Ai
# =
N = P
85
En su contribución se refiere al concepto equivalente del ‘sujeto de la obra’
(“Werksubjekt”) que fue ‘descubierto’ independientemente de Booth pero casi al mismo tiem-
po por Miroslav Červenka (cfr. Jedličkova 2008: 284).
1. La autoficción en la narrativa 85
Ai ≠ Ar
≠ ↑
N = P
86
Korman (1981: 174, cit. en Schmid 2008: 48-49).
87
Cfr. Lahn/Meister (2008: 37).
1. La autoficción en la narrativa 87
El YO parece ser la forma más apropiada para crear una discontinuidad temporal
narrativa. [...] Son la limitación natural y la subjetividad del YO las que le dan
una libertad temporal ilimitada: la enroscada, incompleta libertad de la memoria
que niega todas las reglas del chronos. (Prak-Derrington s. f.: 20)
Ai ≠ Ar
≠ ↑
N ≠ P
son los mojones que marcan mi memoria, convirtiendo el informe barullo del
tiempo en algo organizado. “Ah, aquel viaje a Japón debió de ser en la época en la
que estaba con J., poco después de escribir Te trataré como a una reina”, me digo,
e inmediatamente las reminiscencias de aquel periodo, las desgastadas pizcas del
pasado, parecen colocarse en su lugar. Todos los humanos recurrimos a trucos
semejantes; sé de personas que cuentan sus vidas por las casas en las que han
residido, o por los hijos, o por los empleos, e incluso por los coches. Puede que
esa obsesión que algunos muestran por cambiar de automóvil cada año no sea más
que una estrategia desesperada para tener algo que recordar. (Montero 2003: 7)
leer: “...Y sin embargo, yo juraría que la postura era la misma, creo que siempre he
dormido así, con el brazo derecho debajo de la almohada y el cuerpo levemente
apoyado contra ese flanco, las piernas buscando la juntura por donde se remete
la sábana...” [...] (Martín Gaite 1978: 181)88
88
El número de páginas coincide con el número de páginas de la novela real y las frases
citadas coinciden con las primeras cinco líneas de la novela.
89
Textos en los que dominan descripciones los llama Schmid “historia discursiva” o “na-
rrativa” (Diskurs- o Erzählgeschichte, 9), pero la terminología no me parece convincente por
su aparente redundancia.
90
Schmid (2008: 86) propone utilizar el término exégesis (“Exegese”) para el “nivel de
la narración” (“Ebene des Erzählens”). Deduce este término según su etimología grecolatina
y lo aplica al “nivel de la narración y para los comentarios, explicaciones, reflexiones y enun-
ciaciones metanarrativas que acompañan una narración” (ibid. 87). Elena Padučeva fue la
primera que utilizó el término narrador exegético para lo que es el narrador homodiegético
o diegético de Schmid (ibid. “Semantika narrativa” en: Padučeva 1996: 193-418: 203), cfr.
Schmid (2008: 87).
91
Ambas citas: Lucius-Hoene (2002: 10), citado y traducido por Morgenthaler García
(2008: 98).
92 “Soy simultáneo”
→personaje
Autor=narrador
≠→personaje
92
Este fenómeno ha sido descrito, aunque enfocado desde otro punto de vista, como
ilusión narrativa (Erzählillusion) por A. Nünning y se describirá con más detención en el
capítulo 2.1.
1. La autoficción en la narrativa 93
93
Meyer-Minnemann utiliza sinónimamente los términos autobiografía ficcional y au-
tobiografía ficticia.
94
La misma diferenciación se aplica, por cierto, a la relación entre el autor (implícito) y
el narrador (ibid.).
94 “Soy simultáneo”
[e]l propio término autoficción alude [...] a un hibridismo que admite todos [sic]
las gradaciones y, por ello, resulta extremadamente lábil como concepto. Bajo
él encuentran acomodo textos de muy diversa índole, que tienen en común la
presencia del autor proyectado ficcionalmente en la obra (ya sea como personaje
de la diégesis, protagonista o no, o como figura de la ficción que irrumpe en la
historia a través de la metalepsis o la mise en abyme). (Casas 2012: 11)
Tanto la autoficción como también los dos tipos de intrusiones del autor
que se enfocan a continuación, tienen un carácter general de mise en abyme,
como lo ha formulado Imperiale:
Sin que se tenga que llevar a cabo siempre una mise en abyme aporistique
completa, la mera alusión al autor real transporta las connotaciones descri-
tas por Imperiale: el autor real no solo tiene su efecto por ser una persona
real y por eso ‘referenciable’, sino como instancia que origina el mismo tex-
to que estamos leyendo. La vacilación de la autoficción entre ambas acep-
ciones y también su combinación hace que este fenómeno literario, por un
lado, invite a una subdivisión detallada y, por otro lado, a definiciones más
generosas.
Para sistematizar un poco más las diferentes manifestaciones estructurales
de la ‘irrupción’ de un autor en su texto, salió hace pocos años el término au-
torficción, no como alternativa a la autoficción sino como designación (algo
lúdica) de un fenómeno ligera pero claramente diferente96:
95
Imperiale (1991: 132-133, cit. por Schlickers 2010b: 55).
96
Interesantemente, Wagner-Egelhaaf (2013b) también ha elegido el término (alemán)
Auto(r)fiktion para su volumen que reúne estudios sobre autoficción. En su introducción,
1. La autoficción en la narrativa 95
99
Consabidamente, este juego ya se emprende desde el “Prólogo” (escrito por Víctor
Goti) y el “Post-Prólogo” (escrito por “M. de U.”). Con una actitud decidida avisa primero
1. La autoficción en la narrativa 97
Goti de que “[s]e empeña don Miguel de Unamuno en que ponga yo un prólogo a este su
libro en que relata la tan lamentable historia de mi buen amigo Augusto Pérez y su misteriosa
muerte, y yo no puedo menos sino escribirlo, porque los deseos del señor Unamuno son para
mí mandatos en la más genuina acepción de este vocablo” (Unamuno [1914/1935] 2005:
97). Replica “M. de U.” con arrogancia poco disimulada: “De buena gana discutiría aquí
alguna de las afirmaciones de mi prologuista, Víctor Goti; pero como estoy en el secreto de
su existencia —la de Goti—, prefiero dejarle la entera responsabilidad de lo que en ese su
prólogo dice” (ibid. 107). Deja claro también que “yo soy capaz de matar a Goti si veo que se
me va a morir, o de dejarle morir si temo haber de matarle” (ibid. 108).
98 “Soy simultáneo”
Al leer el manuscrito de este libro, mi padre creyó importante pese a ello hacer
algunas observaciones con la finalidad de dar su visión de los eventos narrados
y reparar ciertos errores; el texto que reúne esas observaciones, y que resulta el
primer testimonio de la clase de reacciones que este libro pretende provocar
en primer lugar, se encuentra disponible bajo el vínculo http://patriciopron.
blogspot.com/p/el-espiritu-de-mis-padres-sigue.html. (Pron 2011: 198)
100
El párrafo citado se ubica en el “EPÍLOGO” de la novela, el cual, sin embargo, no se
diferencia de ninguna manera del resto de la narración, ni estilísticamente, ni formalmente,
ni en la postura del narrador, incluso continúan las mismas peculiaridades tipográficas a las
que volveré en el capítulo 2.1.
1. La autoficción en la narrativa 101
decisivas, mientras que en una autoficción puntual no. Según Wolf (1993:
358) hay que diferenciar entre un “cortocircuito simple y puntual sin circu-
laridad de la histoire y su forma más compleja en la que la lógica tradicional
queda derogada en una cinta de tipo Moebius”. La forma más compleja y
extendida sería, metafóricamente hablando, más bien una “contaminación”
que un cortocircuito (ibid. 359). La frontera entre los procedimientos intru-
sivos descritos en este capítulo y una autoficción heterodiegética (en la que
el personaje autoficcional no es el narrador) es, por supuesto, líquida, por lo
cual hay que imaginarse un continuum entre ambas manifestaciones. Este
aspecto ha sido considerado por Colonna (2004: 266). A primera vista, pa-
recen ser “réalisations autofictives où la figure auctoriale n’avait qu’un emploi
mineur dans la fiction, petit rôle, situation de comparse ou de silhouette.
Dans ces exemples, l’auteur ne fait qu’une apparition fugitive dans son texte”
y advierte asimismo que “leur octroyer le statut d’autofiction au sens strict
du terme est difficilement acceptable”. Colonna propone hablar de “réalisa-
tion fragmentaire de l’autofiction” (ibid. 267) o de una “miniaturisation du
dispositif de l’autofiction” con un mero “effet autofictif” (ibid. 270) —por lo
cual he elegido el término de autoficción puntual—.
101
En su ‘conquista’ teórica de este continente, Gasparini (2004: 312) se inclina hacia el
término y concepto más amplio de la autonarración que adopta de Arnaud Schmitt.
102 “Soy simultáneo”
For the reader, genres constitute sets of expectations which steer the reading
process. Generic repertoires may be regarded as bodies of shared knowledge
which have been inferred from perceived regularities in individual literary texts.
As sets of norms of which both readers and writers are aware, genres fulfill an
important role in the process of literary communication.
102
Un ejemplo sería la clasificación inductiva de las diferentes categorías de las novelas del
yo de Alberca (2007). Gómez Trueba (2009) prefiere hablar de una “modalidad narrativa”.
103
Citado en Neumann/Nünning (2007: 11).
1. La autoficción en la narrativa 103
où situer l’autofiction, dans le champ des pratiques littéraires? Quel est son statut
discursif ou architextuel? Est-ce bien un genre? Ou n’est-ce qu’une catégorie
modale un simple registre discursif? A moins que ce ne soit qu’un simple
procédé, d’écriture? Et si c’est un genre, est-il simple ou complexe? Est-ce un
genre théorique [...]? Un sous-genre ou un archi-genre? [...] S’il s’agit d’un genre,
il s’agit d’un genre inconnu, d’un genre souterrain. (Colonna 1989: 311)
104
Cfr. el análisis de la prensa francesa por Colonna (1989: 311ss.)
104 “Soy simultáneo”
105
La argumentación de Colonna acerca de la aparición casi predestinada de la autofic-
ción me parece considerable: “L’existence depuis l’antiquité de l’opposition fiction vs référen-
ce autorisait sa neutralisation et la création d’un texte annulant les paramètres de ces deux
registres, brouillant les repères de ces deux formes de discours. Dès lors, l’autofiction est tout
simplement une posture d’énonciation (‘Imaginons que je sois...’) dont la possibilité se trouve
inscrite dans toute économie discursive, dans l’ordre du discours lui-même, et qui devait tôt
ou tard se trouvée [sic] réalisée” (Colonna 1989: 332). Otro aspecto que condiciona en cierta
manera la ‘ahistoricidad’ de la autoficción es su arraigamiento antropológico, tanto en la vida
de los niños como de los adultos, cfr. también Alberca (2007: 127), quien se refiere en un
contexto parecido al juego de las “aventis” (inspiración para, por ejemplo, Si te dicen que caí de
Juan Marsé, “la diversión predilecta, intelectual y creativa, de los niños pobres de la misérrima
y dura posguerra”).
106
Cfr. por ejemplo Manrique Sabogal (2008).
1. La autoficción en la narrativa 105
107
Cfr. el análisis de Bilbao—New York—Bilbao de Kirmen Uribe (2009) en Toro:
“¿Narraciones auténticas? El caso de la docuficción literaria” y el artículo esmerado de
Nørgaard (2014) sobre la misma novela.
106 “Soy simultáneo”
cette relation d’incluson qui unit chaque texte aux divers types de discours auxquels
il ressortit. [...] Appelons donc architextualié la relation du texte à son architexte.
Cette transcendence-là est omniprésente [...], nul ne peut y échapper, et nul ne
peut s’en satisfaire, c’est donc le doigt dans l’engrenage. (Genette 2004: 80s.)108
108
La noción archigenre que utilizan Colonna y Gasparini (cfr. supra) remite a la noción
de Genette y aparentemente se utiliza de manera sinónima.
109
Según Zymner (2003: 121), el perfil de un género refleja ante todo los intereses y
perspectivas científicos particulares.
1. La autoficción en la narrativa 107
aspectos funcionales
nivel textual
110
La ponderación entre las diferentes características temáticas y estructurales puede va-
riar mucho: véase por ejemplo la construcción del architexto de la novela picaresca que se
basa en el personaje del pícaro y su trayectoria de vida específica y relativamente teleológica, y,
formalmente, se debe realizar a través de la narración autobiográfica-retrospectiva, cfr. Meyer-
Minnemann (2008). Otros géneros, como el soneto o el haiku, como aducen Gymnich y
Neumann (op. cit.), carecen completamente de determinación diegética y solo se definen por
sus rasgos formales.
108 “Soy simultáneo”
111
Cfr. Gymnich/Neumann (2007: 40) sobre el potencial subversivo de las realizaciones
creativas e innovadoras de un género, por ejemplo en el contexto poscolonial, donde la ‘inde-
pendización’ de un género simboliza la independización del discurso hegemónico-occidental,
que, entre otros, se manifiesta en la tradición de sus géneros literarios.
112 “Soy simultáneo”
112
Cfr. también la posición de Martínez Bonati (1992: 63) y mi argumentación en el
capítulo 1.1.
113
La noción de la historiographic metafiction fue acuñada por Hutcheon (1988). El mo-
delo citado de Nünning fue previamente elaborado en su estudio pertinente de 1995.
114
Nünning no utiliza el concepto de docuficción en este contexto, solo sostiene que la
diferencia entre documentary realism en un lado y “realismo convencional” se debe a un grado
más alto de referencias a la realidad extraliteraria verificables con gran exactitud. Presento
una distinción diferente al respecto en mi capítulo sobre la ilusión referencial (2.1.1). No
comparto su criterio de diferenciar “cuantitativamente” entre “elementos reales y ficticios” o
referencias históricas comprobadas y elementos imaginados (ibid. 87), cfr. mi argumentación
en el capítulo 1.1.
114 “Soy simultáneo”
115
115
La descripción de la metaficción historiográfica por Nünning corresponde al concepto
de la Nueva Novela Histórica según Seymour Menton.
1. La autoficción en la narrativa 115
116
La propuesta de este último tipo de texto es hipotética y todavía queda por comprobar
su existencia con ejemplos —o crearlos—.
1. La autoficción en la narrativa 117
117
Analizado como autoficción en Molero de la Iglesia (2000).
118
Analizado como autoficción en Alberca (2007: 307).
119
Analizado como autoficción en Alberca (2007: 305) e Imízcoz Beúnza (1999).
120
Analizado como autoficción en Alberca (2007: 305) y el capítulo 3. 3 en este volumen.
121
Analizado como autoficción en Gil Guerrero (2010).
122
Analizado como autoficción en Champeau (2012).
118 “Soy simultáneo”
123
Como se ha explicado en el capítulo 1.3, esta confusión terminológica se puede ex-
plicar por el hecho de que la autorreflexividad abarca los fenómenos ‘meta’, de los cuales el
más destacable para nuestro contexto es el de la metaficción. Es decir, una obra que contiene
metaficción siempre es también autorreflexiva, lo cual no es válido al revés.
124
Parece que la subdivisión de la metanovela es problemática; cfr. la modelización de
Spires (1984) de la “self-referential-novel” (novela autorreferencial) en tres tipos que enfocan
1: el proceso de escritura, 2: el de lectura o 3: el del discurso oral, lo cual no me parece convin-
cente porque en la mayoría de las metanovelas y/o autoficciones se observa una combinación
de los tres enfoques, visible por ejemplo en Martín Gaite o en Fernando Vallejo.
1. La autoficción en la narrativa 119
Son autores como Woolf, Gide y Proust los que han marcado la
En esta descripción, Imízcoz Beúnza esboza —tal vez sin querer— lo que
es el núcleo de la autoficción como género. En contraste con la metanovela,
en la que, como veremos, la presencia del autor real concreto es facultativa, en
la autoficción este automiramiento se cierra sobre la obra y el autor de la obra
concretos. En Unamuno, la autoficción tiene todavía un carácter simbólico al
1. La autoficción en la narrativa 121
125
Le dice el personaje Augusto ya muerto a “don Miguel” apareciendo en un sueño:
“mire usted, don Miguel, no vaya a ser que sea que no pase usted el ente de ficción, el que
no existe en realidad, ni vivo ni muerto; no vaya a ser que no pase usted de un pretexto para
que mi historia, y otras historias como la mía corran por el mundo. Y luego, cuando usted se
muera del todo, llevemos su alma nosotros” (Unamuno [1914/1935] 2005: 279).
126
Imízcoz Beúnza analiza Niebla de Unamuno y El cuarto de atrás de Martín Gaite como
metanovelas sin mencionar el concepto de la autoficción.
122 “Soy simultáneo”
Es, por lo tanto, “una escritura en y sobre los límites. Está en esa delgada
línea roja donde el género no solo se cuestiona sobre sí mismo y sobre sus
posibilidades, sino incluso sobre su decibilidad” (ibid. 48).
Nuestro panorama de metanovelas se completa con una forma específica
que se parece incluir a sí misma de forma ‘circular’: existe un recurso na-
rrativo que paradigmáticamente culmina en la combinación de la narración
paradójica y de la metaficción, con lo cual el texto puede describir su propio
proceso de creación, y siendo él mismo el resultado de este proceso: “This
device of narrative which is in effect a record of its own genesis is a happy
fusion of form and content. We are once confronted with both process and
product, quest and goal, parent and child” (Kellman 1980: IX). El recurso
en cuestión es el de la mise en abyme aporística127, la cual tiene la obra [...]
que la contiene, con la posibilidad, además, de un recurso ad infinitum en la
medida en la que el cuento [o la novela, V. T.], llegado a este punto, vuelve
al principio para comenzar de nuevo su narración, y así, al infinito”, según
127
El término fue introducido por Dällenbach (1977: 51).
1. La autoficción en la narrativa 123
128
Citado por Meyer-Minnemann y Schlickers (2010: 106).
129
Cfr. el análisis de “Axolotl” de Cortázar en Meyer-Minnemann (2010: 225ss.).
130
No es necesario que el autoencajamiento paradójico sea perfecto, es suficiente que se
mencione el plan de escribir o de imaginarse la historia o el texto en cuestión. Por otro lado,
tampoco es necesario que se incluyan todos los elementos y acontecimientos de la historia
‘generadora’ en el proyecto resultante de ella, incluso puede terminar de manera diferente, cfr.
Meyer-Minnemann y Schlickers (2010: 105). Además, “solo basta con una sola secuencia que
postule su identidad con el libro que incluye” (ibid. 106).
124 “Soy simultáneo”
The self-begetting novel [...] projects the illusion of art creating itself. [...] [I]t is
an account, usually first-person, of the development of a character to the point at
which he is able to take up his pen and compose the novel we have just finished
reading. Like an infinite recession of Chinese boxes, the self-begetting novel
begins again where it ends. (Kellman 1980: 3)
131
Kellman (1980: IX) habla del “Modernist Ideal of autogeny”. Sin embargo, no falta la
referencia a Cervantes como novelista moderno ejemplar por haber creado una forma nueva
a partir de formas antiguas. Además, agrega que toda ficción en prosa sería, finalmente, una
variación del tema del Quijote: “That theme is the relationship between art and reality —stu-
died within a self-conscious work of art” (ibid. 9).
1. La autoficción en la narrativa 125
the sense of the portrait of a self, as with Van Gogh’s myriad studies of Van
Gogh, but a portrait of the portrait itself” (Kellman 1980: 7, mi cursiva). El
motivo central y conceptual del autor real en su propio texto, que he descrito
como cortocircuito estructural y pragmático, como ‘núcleo poético’, eje y
palanca de la autorreflexividad excesiva en la autoficción, es el mismo que
ofrece la creación de una estructura de una infinidad de instancias intercala-
das en este tipo de metanovelas autogenerativas:
Put a novelist into the novel. [...] Specimens of his work may illustrate other
possible or impossible ways of telling a story. And if you have him telling parts of
the same story as you are, you can make a variation on the theme. But why draw
the line at one novelist inside your novel? Why not a second inside his? And a third
inside the novel of the second? And so on to infinity, like those advertisements of
Quaker Oats where there’s a Quaker holding a box of oats, on which is a picture of
another Quaker holding another box of oats, on which etc., etc.132
132
Huxley (1956: 301-302), citado por Kellman (1980: 4).
126 “Soy simultáneo”
1.6.2.1. Bioficción
133
Todos citados en Esser (2009: 53).
134
Cfr. la modelización detallada de Nadj (2006) y su análisis de la novela Swann de la
autora canadiense Carol Shield (1987).
1. La autoficción en la narrativa 127
135
Middeke (1999: 3), citado en Esser (2009: 54).
128 “Soy simultáneo”
136
Cfr. también el falso documental sobre el artista colombiano Pedro Manrique Figueroa,
Un tigre de papel de Luis Ospina (Colombia, 2007).
137
La dedicatoria a la tercera parte de El Criticón al Dr. Lorenzo Francés de Urritigoiti
reza “Mas desconfiando mi pluma de poder sacar el cumplido retrato de las muchas partes,
de los heroicos talentos, que en V. M. depositaron con emulación la naturaleza favorable y la
industria diligente, he determinado valerme de la traza de aquel ingenioso pintor que, empe-
ñado en retratar una perfección a todas luces grande y viendo que los mayores esfuerzos del
pincel no alcanzaban a poderla copiar toda junta con los cuatro perfiles, pues, si la pintaba de
un lado, se perdían las perfecciones del otro, discurrió modo como poder expresarla entera-
mente. Pintó, pues, el aspecto con la debida valentía y fingió a las espaldas una clara fuente,
en cuyos cristalinos reflejos se veía la otra parte contraria con toda su graciosa gentileza. Puso a
un lado un grande y lúcido espejo, en cuyos fondos se lograba el perfil de la mano derecha, y al
otro un brillante corselete, donde se representaba el de la izquierda. Y con tan bella invención
pudo ofrecer a la vista todo aquel relevante de bellezas. Que tal vez la grandeza del objeto suele
adelantar la valentía del concepto”.
130 “Soy simultáneo”
138
“Hay que considerar cada obra de arte como un pedazo de la vida de un hombre”, de
Papeles acerca de Velázquez y Goya.
139
La posibilidad de que aquí el narrador se refiera a otra persona con el mismo nombre
forma parte de juego.
1. La autoficción en la narrativa 131
140
Neumann analiza Running in the Family (1982) de Michael Ondaatje como novela de
este tipo y menciona también las obras de Kazuo Ishiguro, Penelope Lively y Graham Swift.
132 “Soy simultáneo”
141
Traducido al español, el título rezaría “Metaautobiografías: Memoria y crítica de géne-
ro y funciones de autoficciones autorreflexivas y ficcionales [sic]”.
142
En alemán reza “selbstreflexive Autofiktionen” bzw. “fiktionale Metaautobiographien”.
134 “Soy simultáneo”
143
Los términos en alemán son 1. dokumentarische fiktionale Autobiographie, 2. realis-
tische fiktionale Autobiographie, 3. revisionistische fiktionale Autobiographie, 4. fiktionale
oder metafiktionale Metaautobiographie.
1. La autoficción en la narrativa 135
144
Repito aquí que este estudio se limita al análisis de textos narrativos literarios, por lo
cual estos rasgos estarían por confirmar en o por adaptar a la constitución específica de textos
dramáticos, liricos y fílmicos.
138 “Soy simultáneo”
1
Casas detecta ciertos “mecanismos de hibridación”, que son “recursos textuales [que]
colaboran de manera decisiva en la problematización de la noción de autoría o identidad
textual”, los enfoca sobre todo en su función de edificar o destruir una supuesta referencia-
lidad entre el autor real y su representación literaria: “negar y afirmar a la vez la relación del
texto con su referente” (Casas 2012: 26). En su conferencia sobre autoficciones novelescas y
fílmicas en el congreso de Alcalá (octubre de 2013), ha destacado muy acertadamente dife-
rentes estrategias cómicas en su función distorsionante y alienadora que suspenden la lectura
referencial-autobiográfica.
140 “Soy simultáneo”
2
En los estudios sobre la autoficción, solo se encuentran pocas observaciones de su carác-
ter antilusorio y las técnicas concernientes, por lo cual el enfoque aquí propuesto es novedoso.
Gronemann (2002: 87s.), por ejemplo, señala la específica dimensión antilusoria en las nove-
las de Robbe-Grillet, que consiste en los recursos de “mise en abyme, thèmes générateurs [... y]
description créatrice” (87s.). Sin embargo, no se explican ni se sistematizan más detenidamente
los conceptos de estas técnicas.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 141
3
Cfr. Las explicaciones de Plaice (2009: 360ss.) sobre el carácter dinámico y metarrefe-
rencial del juego.
142 “Soy simultáneo”
como el autor real existente. De ahí que el efecto antilusorio (y con eso, im-
plícitamente metaficcional, ver cap. 2.2) dependa del contexto de la diégesis
circundante. Lo mismo ocurre, al revés, con la irrupción de un giro diegético
inverosímil o paradójico, cuyo efecto antilusionista es mayor en un contexto
de una narración realista, etc4.
Las narraciones autoficcionales se ubican, entonces, sostenidas en dife-
rentes hilos de tensión entre los polos opuestos de estrategias narrativas anta-
gónicas. El efecto de estas estrategias antagónicas se basa en su combinación
irritante, en su carácter de amalgama paradójico. La supuesta identidad entre
el autor real y el narrador/personaje (y su simultánea negación a lo largo del
texto) no solamente forma parte de este juego, sino que es el eje alrededor
del cual giran los espejismos textuales y en el que se apoyan firmemente las
paradojas.
En el presente capítulo me interesa señalar, analizar y sistematizar por
primera vez aquellos mecanismos narrativos que, en su combinación paradó-
jica, desestabilizan al lector implícito pero que todavía no han sido descritos
de forma detallada y dentro del contexto de su interdependencia estética
autoficcional y a través de un enfoque narratológico.
En la primera parte de este segundo capítulo, se modeliza el conjunto de
tres tipos diferentes de ilusiones estéticas, propias de textos narrativos, y que
son la ilusión vivencial, la ilusión referencial y la ilusión narrativa para des-
pués esbozar el perfil ilusorio específico de la autoficción. Este consiste en la
ilusión referencial y es apoyado por la ilusión narrativa. En la segunda parte
de este capítulo se describe la perturbación de esta ilusión referencial a través
de diferentes recursos metaficcionales (explícitos e implícitos). Su sistema-
tización demuestra que existe una gran variedad de recursos implícitos que
están vinculados estrechamente con conceptos como la narración paradójica,
la narración fantástica, la narración diáfana (esta última fue denominada por
Rajewsky [2008] y algunas formas de la mise en abyme).
4
Este cruce quiástico clave entre contexto discursivo e irrupción contrastiva lo describe
Wolf (1993: 349ss.) como “contaminación entre realidad extraliteraria y ficción textual” y
como caso excepcional de la “devaloración de la historia”.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 143
5
Véase la descripción más detallada de Wolf: “Aesthetic illusion is a pleasurable mental
state that emerges during the reception of an artefact (or, where applicable, a performance)
from the conjunction of factors that [...] are located in the artefact (performance) itself, in
the recipient, and in certain cultural and historical contexts. This mental state consists in an
impression of variable intensity, of being imaginatively immersed in a possible world that is
constituted, or referred to, by the artefact, and of experiencing this world in a mainly sensory
(visual) and emotional way as if it were a slice of life. In spite of a dominant and willed feeling
of experiential immersion, aesthetic illusion, as opposed to delusion, is characterized by a
latent rational distance. This distance is a consequence of the culturally acquired awareness of
the fictional quality of the artefact (performance) and of the illusionary status of the domi-
nant effect induced by it” (Wolf 2004: 331).
6
Esta expresión retoma el concepto integral de la ficción, basada en la instrumentaliza-
ción del ejercicio del ‘como si’ filosófico, elaborado por Vaihinger (1918).
144 “Soy simultáneo”
7
En las siguientes explicaciones me baso en el capítulo 1.2 de Wolf (1993: 31-68).
8
Se diferencia de una actitud no estética, como por ejemplo en el caso de la adoración
religiosa.
9
Sobre el cambio en el proceso de lectura según esta actitud cfr. Zymner (2006: 332s.).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 145
real. Los criterios para tal decisión son culturalmente establecidos y conven-
cionalizados. Por cierto, la distancia estética no incluye un distanciamiento
moral, político, etc. del receptor. La distancia estética tiene como objeto,
concretamente, el aspecto de fictio de la obra de arte, es decir, su carácter de
artefacto —de constructo— en contraste con la realidad empírica10.
10
Remito aquí a la diferenciación del término de ficción según Wolf (cfr. cap. 1.1, p. 38),
un texto factual solo tiene el estatus de fictio. El aspecto que enfoca la ‘irrealidad’, la falta de
referencia a algo verídico, la falta de ‘referenciabilidad’ y el estatus de algo potencialmente
imaginario de lo ficcional, es denominado fictum (cfr. Wolf 1993: 38-39). De ahí que un texto
ficcional se distinga doblemente de la realidad, por su estatus fictio y fictum (Wolf 1993: 55
y Wolf 2007: 35).
146 “Soy simultáneo”
11
Las obras en cuestión “tend to conceal their mediacy and artificiality by a relative avoi-
dance of over-intrusive self-referentiality and generally of all devices that foreground textua-
lity or fictionality” (ibid.).
12
Sobre la independencia absoluta entre los conceptos de arte ilusorio, mímesis y realis-
mo, cfr. Wolf (1993: 60s.).
13
“The presence or absence of a story is what distinguishes narrative from non-narrative
texts [...]; events [...] are the constituent units of the story” (Rimmon-Kenan 2001: 15). Sobre
la problemática de tal delimitación estricta de lo narrativo en la narratología, cfr. cap. 1.4.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 147
Las obras que sugieren la ausencia del estatus fictum son denominadas por
Wolf Authentizitätsfiktionen (ficciones de autenticidad) (Wolf 1993: 56) y en-
focan una posibilidad totalmente distinta e independiente de inmersión en la
historia. Estas obras, obviamente, apuntan a otro tipo (añadido) de ilusión,
que es la ilusión referencial: la impresión de referencialidad a elementos concre-
tos y específicos del mundo empírico14. Queda fuera de la discusión que tales
referencias lógicamente también pueden ser reales, pero, como hemos visto,
dentro del marco de una ficción, en principio, se relativiza esta característica.
Hay diferentes grados de intensidad entre las posibilidades de crear el
efecto de referenciabilidad. La forma más “agresiva” —para utilizar el adje-
tivo de (Wolf 1993: 196)—es la de enmascarar o disfrazar la ficción como
texto factual (como un texto de un género diferente al de la novela o cuento),
sea como una colección de cartas, como memorias o como documentos edi-
tados, como manuscrito encontrado, como autobiografía, como periodismo,
etc. Jusep Torres Campalans de Max Aub (1958) es, como ya he mencionado
en el capítulo 1.6.2., un buen ejemplo para este tipo de disfraz; a pesar de
ser un disfraz que se presenta como tal: al leer atentamente la novela enmas-
carada como biografía se detectan varios indicios de su ficcionalidad. Pero
mediante la imitación formal de una biografía con un sinnúmero de fuentes
‘fiables’ y científicas, de la reproducción de ‘documentos’ y la acumulación
masiva de datos históricos pretende evocar la factividad histórica. Ello se lo-
gra no solamente en el nivel de la enunciación, a través de la imitación formal
y discursiva de textos factuales, sino también en el nivel de lo enunciado por
las reiteraciones del narrador homodiegético sobre su búsqueda biográfica y
por la ficcionalización de personajes del mundo real-histórico del entorno
artístico del supuesto pintor catalán, por ejemplo de Pablo Picasso.
Aunque Alberca (2007: 129) opina que
para que un lector considere un relato autoficticio como una obra de ficción, este
tiene que percibir la historia como imposible o incompatible con la información
que de antemano ya tiene del autor, para lo cual es imprescindible conocer los
datos biográficos necesarios,
14
La diferenciación entre “illusion of life” e “illusion of reality” ya fue presentada por
Gombrich ([1960] 1977: 284, cit. por Wolf 1993: 56).
148 “Soy simultáneo”
15
Cfr. Gombrich ([1960] 1977: 284): “Illusion of life can do without the illusion of
reality”.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 149
16
Wagner-Egelhaaf (2000: 64) habla de “ilusión referencial típicamente autobiográfica”
(“autobiographietypische Referenzillusion”) en el caso de indicaciones espaciales y temporales
exactas.
150 “Soy simultáneo”
17
El termino intertextualidad fue acuñado por Julia Kristeva a finales de los años sesenta
(Kristeva [1969] 2009). Para la evaluación del concepto cfr. Broich (1985a) y Broich, Pfister
y Schulte-Middelich (1985c).
18
La expresión utilizada en alemán es Folgetext.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 151
novel permits it [...] to make frequent and prolonged allusion to other lite-
rary works”.
Los criterios más importantes para nuestro análisis de recursos de inter-
textualidad para la creación de ilusión referencial, por lo tanto, son el estatus
ficcional o factual de los intertextos, el carácter ficticio o real de ellos, la mar-
cación del origen y de la credibilidad de las fuentes, el nivel comunicativo
en el que aparece la intertextualidad y la función de la intertextualidad. A
continuación enumero las principales estrategias para el establecimiento de
la ilusión referencial, sin que esta lista sea exclusiva.
1. El uso del nombre y/o de rasgos biográficos del autor real para un narra-
dor y/o personaje
2. El uso de nombres y datos de mucha notoriedad pública en el texto, por
ejemplo de personas históricas, lugares, acontecimientos, etc.
3. Intertextualidad:
a. La autotextualidad (también referencia del texto a epitextos).
b. La referencia a hipotextos factuales (reales o ficticios o no comproba-
bles).
c. La referencia a hipotextos ficcionales (reales o ficticios o no compro-
bables).
1. El uso del nombre y/o de rasgos biográficos del autor real para un narrador
y/o personaje
Employé dans un récit, le nom de l’auteur a tendance à faire paraître réels les
noms des personnages avec qui il se représente en relation. Ici, donc, c’est le nom
réel qui fera paraître le pacte référentiel. Un nom réel est habituellement associé à
un prédicat donné pour un vrai, mais, même quand il n’en est pas ainsi (nom réel
utilisé dans une fiction), la croyance qu’engendre le nom réel se reporte, en partie
ou totalement, sur le prédicat, et, du coup, l’information donnée par le prédicat
s’ajoute à l’information que nous avons déjà pour constituer la connaissance que
nous avons de cette personne. (Lejeune 1986: 71)
Herrera Zamudio (2007: 12) añade que en autoficciones “el autor com-
parte rasgos de su identidad, tan contundentes como el nombre, con uno de
sus personajes” (mi cursiva). No obstante, está claro que el nombre propio y
completo es el indicio más directo y más inequívoco, mientras que cualquier
otra referencia biográfica (por ejemplo a otros textos escritos por el autor, la
autotextualidad) requeriría una derivación más indirecta que implica luego
el nombre del autor. Herrera Zamudio (2007: 34) enumera las siguientes
19
Müller (2006: 45) opina todo lo contrario diciendo que mediante la identidad com-
pleta o parcial entre el nombre del autor y del personaje, “el pacto autobiográfico se mantiene
implícito dentro de la ficcionalización”.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 153
20
Cfr. también el análisis en Casas (2010).
154 “Soy simultáneo”
autour du texte encore, mais à distance plus respectueuse (ou plus prudente),
tous les messages que se situent, au moins a l’origine, à l’extérieur du livre:
géneralement sur un support médiatique (interviews, entretiens), ou sous le
couvert d’une communication privée (correspondances, journaux intimes, et
autres). (ibid.10-11)
asimismo peri y/o epitextual, dependiendo del lugar en el que aparece. Por
razones puramente prácticas he decidido cederle más importancia al peri que
al epitexto de una autoficción, primero por la unión material del peritexto
con el texto mismo (el lector implícito tiene acceso garantizado y simultáneo
a este tipo de información adicional) y, segundo, porque el epitexto, tanto el
público como el privado, sobre todo si se trata de autores todavía vivos, es su-
mamente difícil de delimitar: aunque el autor responda por él sinceramente,
su carácter es potencialmente fugitivo (cfr.Genette 1987: 317), sobre todo si
consideramos las posibilidades del internet con sus blogs metamorfoseantes
y grabaciones diseñadas. Carrier-Lafleur (2010: 50) indica que “l’autofiction
doubrovskienne, comme celle de Proust [...], se nourrit de l’épitexte privé.
[...] Le travail romanesque n’est alors pas si loin de celui d’un archiviste”.
Subraya en seguida que la sensibilidad al paratexto, y particularmente al epi-
texto, no se debe transformar en una obsesión por la anécdota: “Dans un
espace autofictionnel, la recherche de l’épitexte devient une recherche de
signes de vie —mais c’est l’œuvre qui fait sens” (ibid.). Si es el caso, las moti-
vaciones ‘reales’ del autor real se publican en textos o medios ajenos al texto
literario en cuestión y forman el conjunto inestable del epitexto (cfr. Genette
1987: 316-370). En no pocos casos, el comentario epitextual del texto li-
terario se celebra en línea y crea así un corpus teóricamente inabarcable e
inestable que finalmente, ya por la mera pluralidad de facetas y aspectos,
contribuye a la enigmatización del autor real (cfr. el excelente artículo de Arro-
yo Redondo 2014). Es una característica central de la autoficción y no pocos
autores prolongan el juego con su propia biografía y su personalidad, tanto
en múltiples foros mediáticos ‘alrededor’ de su obra y/o incluso en otras de
sus obras literarias. Sabemos del autor colombiano Fernando Vallejo, que
prolonga las actitudes ultrapolémicas de su narrador, no solamente de obra
en obra, sino en sus ponencias y artículos, pero esto nada nos dice (ni nos
debería decir) sobre sus actitudes personales en su vida privada. Sin duda, el
diálogo especial entre la autoficción y sus epitextos cursantes merecería un
estudio aprofundizado que aquí no se puede hacer, ya que me he limitado
a investigar la autoficción dentro de sus límites materiales del texto central
con sus peritextos (e incluyendo los intertextos claramente marcados, claro
está) que nos ofrece cierta (aunque no absoluta) unidad duradera. Además, el
conocimiento de los epitextos cambiantes no cambiaría en nada el impacto
156 “Soy simultáneo”
n’est pas une donnée extérieure et concurrente par rapport à ce contrat, mais
bien un élément constitutif, dont l’effet se compose avec ceux d’autres éléments,
comme la présence ou l’absence d’une indication générique ou [...] telle ou telle
formule du prière d’insérer, ou de toute autre partie du paratexte. Le contrat
générique est constitué, de manière plus ou moins cohérente, par l’ensemble
du paratexte, et plus largement par la relation entre texte et paratexte, et le nom
de l’auteur en fait évidemment partie. [...] Comme élément du contrat, le nom
d’auteur est pris dans un ensemble complexe, dont les frontières sont difficiles à
tracer, et les composantes non moins difficiles à inventorier. (ibid. 41-42)
21
Interesantemente, Gertken y Köppe (2009: 259s.) discuten en este contexto si un ro-
man à clef tiene un doble estatus ficcional y factual o si sería uno de los pocos casos indecidi-
blemente fronterizos entre ficcionalidad y factualidad.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 157
22
Este término se explica de la siguiente manera: “Ou bien l’auteur ‘signe’ [...] de son
nom d’état civil: on peut supposer avec vraisemblance [...] que c’est le cas le plus fréquent; ou
il bien signe d’un faux nom, emprunté ou inventé: c’est le pseudonymat; ou bien il ne signe
d’aucune façon, et c’est l’anonymat. Il est assez tentant de forger, sur le modèle des deux autres,
pour désigner la première situation, le terme d’onymat: comme toujours; c’est l’état le plus
banal” (Genette 1987: 40).
23
Alberca interpreta la “intencionada indeterminación del género narrativo, que algunas
editoriales españolas como Alfaguara, Destino o Anagrama suelen utilizar para prestigiar el
libro que publican, eligiendo la denominación de ‘relato’, ‘narración’, e incluso ‘texto’ para
evitar la de ‘novela’, por considerar que esta da una idea banal de su contenido. Pero sea texto,
relato o narración, la indicación realizada, normalmente en la contraportada, orienta la lectura
hacia la ficción, y en ningún caso dice o advierte que se trate de una historia autobiográfica
o verídica [...]. Solo las denominaciones de ‘autobiografía’ o ‘memorias’ excluyen por princi-
pio cualquier contenido inventado voluntariamente” (Alberca 2007: 250, cfr. también Elpers
2008: 28). No comparto con Alberca la desconfianza en el peritexto porque me parece difícil
de generalizar: la relación del texto con su peritexto, en concreto, con el indicio genérico, la
describe Alberca como insignificante, tanto que el lector pueda llegar a elegir el pacto de lec-
tura dependiente del texto mismo y leerlo en contra de la clasificación de ‘novela’, por ejemplo.
Al preguntarse “¿qué se debe entender en este contexto por ‘novela’?” (op. cit.: 239) dice que
tal etiqueta en muchos casos serviría para enriquecer de literariedad de una autobiografía,
como forma “ingenua de pasarl[a] por la aduana literaria sin problemas” (op. cit.: 239).
158 “Soy simultáneo”
24
Cfr. la discusión detallada de los remitentes en los peritextos en Genette (1987).
25
Cfr. Schlickers (2005).
26
De manera hipotética, también es pensable un texto factual con falta de concordancia
entre la información dada en el texto y en el peritexto, pero como vale la identidad entre el
autor implícito y el narrador, tal caso será muy poco frecuente en la práctica literaria.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 159
27
Cfr. la crítica en Wolf (1993: 58).
28
Flaubert (1893: 4, cit. por Barthes 1994: 479).
160 “Soy simultáneo”
29
En el sentido de la función poética de Jakobson.
30
Wolf (2004: 347) describe la “sobredeterminación improbable del significado y del
orden (nombres simbólicos; repetición penetrante de elementos de la historia mediante mises
en abyme)” etc. como característica de obras antilusorias en el nivel del enunciado, pues llama
la atención sobre la constructividad artificial de la historia a través de una selección y combi-
nación de elementos muy cargados de significado simbólico.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 161
Para mejor ilustración, se demostrará qué efectos distintos tienen los ‘de-
talles barthianos’ y las diferentes estrategias intertextuales en Todas las almas
de Javier Marías ([1989] 2002)31. Después resumiré en forma de una breve
escala de procedimientos intertextuales mis observaciones sobre la sugestión
de ‘informaciones seguras’. En la primera escena elegida, el personaje narra-
dor anónimo (pero con gran semejanza al autor real), un profesor temporal
de literatura española en la universidad de Oxford, cuenta cómo Will,
el anciano portero del edificio (la Institutio Tayloriana, llamada con pompa y
latín) [...] no sabía literalmente el día en que vivía, y así, sin que nadie pudiera
predecir la fecha de su elección y menos aún saber qué la determinaba, cada
mañana la pasaba en un año distinto viajando por el tiempo adelante y atrás a su
voluntad, o, mejor dicho, probablemente sin su voluntad. (Tla: 11)
De haberse encontrado Will en los años treinta, yo habría sido el doctor Nott,
y de haber estado en los cincuenta entonces me habría visto como Mr Renner.
Durante la guerra del 14 me convertía en el doctor Ashmore-Jones, en los años
veinte era Mr Brome, en los cuarenta el doctor Myer y en los setenta y ochenta
el doctor Magill [...]. (Tla: 15)
31
Se publicó por primera vez en Anagrama (1989), pero manejo la edición de 2002 de Suma
de Letras (Madrid). A continuación, abreviaré la referencia a la novela con Tla (= Todas las almas).
162 “Soy simultáneo”
existía ningún libro ni, al parecer, artículo sobre Gawsworth, y apenas si venía
mencionado en los más voluminosos y exhaustivos diccionarios y enciclopedias
de literatura) mi interés iba creciendo, no tanto por la regular obra cuanto por
el irregular personaje. Descubrí primero las fechas de su nacimiento y muerte,
1912 y 1970, y luego, en una página de muda bibliografía, que varios de sus
textos habían sido publicados (a veces con otros pseudónimos, a cual más
absurdo) en lugares tan extravagantes e improbables para un autor londinense
como Túnez, El Cairo, Sétif (Argelia), Calcuta y Vasto (Italia). Su obra poética,
reunida entre 1943 y 1945 en seis volúmenes —la mayoría de estampa india—,
ofrece la particularidad de que el cuarto tomo, según parece, no se publicó jamás
pese a tener hasta título (Farewell to Youth o Adiós a la juventud). Simplemente
no existe. Su obra en prosa —breves ensayos literarios y cuentos de horror
principalmente— se encuentra desperdigada en extrañas y oscuras antologías de
los años treinta o vio la luz —es un decir— en ediciones privadas o limitadas.
(Tla: 147)
3. Intertextualidad:
a) La autotextualidad
32
Den Toonder (1999: 23) aduce la referencia que hace Ricardou (1975: 17) al hablar de
autotextualidad en el sentido de “rapports intertextuels entre textes du même auteur”.
33
A pesar de la radiografía cautelosa del epitexto en Genette (1987).
34
En vez de autotextualidad, utiliza el término “autocitación”.
35
Está disponible en el archivo online del periódico: http://elpais.com/diario/1999/03/11/
catalunya/921118042_850215.html.
164 “Soy simultáneo”
36
Mediante una mise en abyme aporística (cfr. Schlickers y Meyer-Minnemann 2010),
dentro del texto que estamos leyendo se narra paradójicamente la génesis de este mismo texto.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 165
37
Se repite aquí una parte de la cita que ya se analizó en el capítulo 1.4.1 con respecto a
la metalepsis.
166 “Soy simultáneo”
38
Cfr. http://www.eltreboldigital.com.ar/.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 167
Los compañeros de trabajo vieron a Burdisso por última vez el sábado al retirarse
del trabajo en horas del mediodía mediodía [sic]. Allí[,] a un portero de la
Institución [,] le manifestó sobre [sic] la posibilidad de irse a *osario a pasear.
/ Según algunos vecinos, se lo vio a Alberto José Burdisso[,] de 60 años, en
inmediaciones de su barrio[,] por calle Corrientes al 438 el domingo a la tarde
por última vez. (Pron 2011: 59)
168 “Soy simultáneo”
39
Lo escribió supuestamente durante su refugio en el bosque cerca de Cornellà de Terri a
finales de la guerra civil española.
40
Cfr. Antes que anochezca de Arenas ([1992] 2010).
41
Un ejemplo peculiar se encuentra en El desbarrancadero de Fernando Vallejo (2001:
185s.), donde el narrador describe la foto de la portada del libro, que muestra al autor real de
niño junto con su hermano. El copyright reza “© Cubierta: Fernando Vallejo (a la derecha)
con su hermano Darío, foto tomada por su tío Argemiro” (ibid. 6).
170 “Soy simultáneo”
42
Solo cito algunas frases de cada descripción. Primero, sobre la foto del treintañero:
“El cuello de la camisa le viene un poco holgado y el nudo de su corbata parece demasiado
estrecho [...]. Está condecorado. Tiene la frente surcada, nítida y horizontalmente, y más que
ojeras, pequeños pliegues bajo los ojos, que miran con una mezcla de picardía o divertimiento
y ensoñación o nostalgia. Es un rostro generoso. La mirada es limpia. La oreja es llamativa.
Podría estar escuchando” (Tla: 153).
Segundo, la máscara mortuoria: “Los pliegues ya son ojeras seguras, las arrugas de la frente
son confusas (abombado el cráneo) y parece que tuviera más pestañas, quizá solo por efecto
de esos párpados sellados. El pelo se le ve blanco —pero puede ser porque todo es yeso— y su
arranque le ha retrocedido un poco desde los años cuarenta [...]. El bigote parece más poblado
pero más flácido [...]. La nariz ha crecido y se ha ensanchado, las mejillas están muy reblan-
decidas, el rostro entero está hinchado, como con falsa gordura y abatimiento” (Tla: 157).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 171
43
Otra huella es la firma a mano de Gawsworth en su libro. Sirve como prueba de exis-
tencia del libro y de la autoría de Gawsworth en el nivel intradiegético y subraya el tema de
la autoría tan importante para el protagonista. El comentario sobre “Frankenstein/monster” (“a
fin de dejar bien claro que se refería a la criatura y no al creador”, Tla: 146), equivale a una
mise en abyme de la enunciación, que refleja la obsesión del narrador de hablar sobre los demás
y de callar obsesivamente su propio nombre.
172 “Soy simultáneo”
sus ojos pálidos con una simple carcajada”) que había espiado al narrador en
sus visitas en las librerías de Oxford, lo busca en su casa para persuadirlo de
hacerse miembro de la Machen Company, una asociación de interesados en el
escritor Arthur Machen, sobre el cual Borges “ha escrito [...] y lo ha elogiado
mucho. //[A. Mariott]: —No sé quién es Borges. Deberá darme la referencia”
(Tla: 119).
En la tercera forma de recursos intertextuales, la voz propia del narrador
resume lo que ha leído. Este modo de dar información es ya menos fiable
que la cita directa, aunque el narrador mencione sus fuentes (factuales). Al
narratario, y a través de este al lector implícito de Todas las almas, no le queda
otra que confiar en la sinceridad del que narra y que resume, pues en la ma-
yoría de los casos no es posible saber si el intertexto es real o ficticio. Como
el narrador constantemente siembra dudas sobre su fiabilidad en general y
sobre la constancia de una vida narrada, refuerza la impresión de que se trata
de un pseudorresumen —o pseudometatexto borgiano—. Este tiene la fun-
ción de presentar de manera autorizada un texto no existente como existente,
como explica Genette (1982: 364ss.).
En el cuarto y más ‘débil’ recurso intertextual está lo que el mismo na-
rrador libremente interpreta, deduce y proyecta de la información de otros
(inter)textos, las partes de una vida que no se transmiten en diccionarios o ar-
tículos, llenando de esta manera algunos de los muchos huecos imaginativos:
puente cerca de Delhi paseando con su amante “Terry Armstrong”, que posi-
blemente era idéntico al Terence Ian Fytton Armstrong alias Gawsworth (pp.
262-280), entretejiendo todo el tiempo citas de Clare Bayes (quien recuerda
haber visto la escena desde lejos y a los tres años) y propias imaginaciones en
tiempo presente. De esta manera, el tema aparentemente principal, la vida
del escritor Gawsworth/Armstrong, se vuelve mero pretexto para la plasma-
ción del propio narrador; es su búsqueda de información y de reflexión la
que está en primer plano. En el nivel intradiegético se mezclan los dos com-
ponentes de la historia, la biografía de Gawsworth y la investigación biográfi-
ca del mismo narrador. Esto se hace especialmente visible donde las ‘pruebas’
de la existencia y de la vida literaria de Gawsworth no solo son descritas, sino
también interpretadas y sentidas por el narrador: “Fue justamente la sensa-
ción de vértigo temporal o de tiempo negado que produce tener en las manos
objetos que no silencian enteramente su pasado lo que avivó mi curiosidad”
(Tla: 146). Resulta extraño cómo la existencia literaria de Gawsworth se
subraya tan insistentemente ex negativo, es decir, desde las publicaciones que
no existen (aunque tienen título), o desde lo que no dice un diccionario o
hablando de “mudas” bibliografías o “extrañas y oscuras antologías”. Así, no
solamente el personaje de Gawsworth adquiere un carácter entre enigmático
y no fiable, sino también el proceso de búsqueda que emprende el narrador.
Como han mostrado los ejemplos reunidos, la ilusión referencial se da,
entonces, solo puntualmente, y resulta, por lo general, muy frágil. Además,
se desarrolla ‘hermenéuticamente’ en el texto: se puede inducir puntual y
parcialmente para así ‘infectar’ la recepción de mayores partes de la historia
o del texto entero y luego a lo mejor inducir una reinterpretación de algu-
nos pasajes. Con respecto al ejemplo de Gawsworth en Todas las almas, se
puede observar una encadenación sutil de datos obviamente existentes en la
realidad, para conducir la creencia del lector hacia los detalles más remotos:
narra un narrador con mucha semejanza a un autor real español y de manera
psicológicamente muy realista, unos acontecimientos muy probables y vero-
símiles durante su estancia de dos años en la ciudad de Oxford, y uno es su
investigación sobre un escritor no tan conocido (John Gawsworth/Terence
Ian Fytton Armstrong), quien escribió una introducción para un escritor un
poco más conocido (Arthur Machen), quien por su vez fue elogiado por el
famoso Jorge Luis Borges. Más avales no son necesarios para hacer creer que
174 “Soy simultáneo”
The mimetic illusion of the act of narration —even in those texts where it
exists in full manifestation— is there significantly curtailed. [...] Narratorial
illusionism is therefore different in quality from the illusionism attaching to
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 175
the representation of the fictional world. As long as the text purveys a clear
distinction between story and discourse, the nature of the narratorial illusion
will be secondary. (Fludernik 2003: 37)44
No obstante, normalmente son pocas las señales textuales que son nece-
sarias para provocar una imaginación/concepción de un narrador en el lector
implícito y para iniciar la plasmación de una ilusión narrativa. Recordemos
las dudas del personaje narrador ‘Javier Cercas’ en Soldados de Salamina, que
confiesa:
Fue en el verano de 1994, hace ahora más de seis años, cuando oí hablar por
primera vez del fusilamiento de Rafael Sánchez Mazas. Tres cosas acababan de
ocurrirme por entonces: la primera es que mi padre había muerto; la segunda es
que mi mujer me había abandonado; la tercera es que yo había abandonado mi
carrera de escritor. Miento. La verdad es que, de esas tres cosas, las dos primeras
son exactas, exactísimas; no así la tercera. En realidad, mi carrera de escritor no
había acabado de arrancar nunca, así que difícilmente podía abandonarla. Más
justo sería decir que la había abandonado apenas iniciada. En 1989 yo había
publicado mi primera novela [...] (Cercas 2001: 17)
44
Fludernik concluye que la ilusión narrativa puede tanto “support or undermine the mi-
metic illusion [i. e. la ilusión vivencial] on the story level” (ibid. 38), lo cual caracteriza sobre
todo los procedimientos metanarrativos con sus respectivos efectos ilusorios o antilusorios, de-
pendiendo de la situación narrativa en un texto, cfr. también la diferenciación de Wolf (2007).
176 “Soy simultáneo”
45
Wolf lo llama “diegético” (1993: 102).
46
Cfr. la argumentación parecida en Fludernik (2003: 36).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 177
47
Nünning caracteriza a este tipo de narrador concisamente en ejemplos como Laurence
Sterne: Tristram Shandy (1759-67) o Stevie Smith (1936): Novel on Yellow Paper or Work It
Out for Yourself.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 179
48
Por ejemplo, la “skaz narration [...] clearly establishes an illusion of oral narrating”,
(Fludernik 2003: 36). Sobre la ilusión del skaz en la narrativa rusa cfr. las observaciones de
Ejchenbaum (1971), donde habla de la “ilusión de una improvisación libre” (p. 163). Cfr. los
trabajos de Koch y Oesterreicher (2007a y b) sobre la diferenciación entre lengua hablada y
escrita, y Fludernik (2003: 36) para apuntes bibliográficos sobre la oralidad fingida.
49
Para una sistematización terminológica del fenómeno cfr. Zymner (2006: 324-331).
180 “Soy simultáneo”
el lector que —siguiendo la estructura del texto— se narra la narración (es decir:
traduce los signos escritos en lenguaje comprensible). Y gracias a justamente
esta ‘sensualización’ de la estructura textual tiene la sensación de que la ‘voz del
narrador’ es la de otra persona, distinta a él mismo. (Zymner 2006: 337)
50
El concepto de metanarración se introduce además en el capítulo 1.3, p. 48ss.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 181
la (difícil) búsqueda de datos fiables para la historia narrada, sea por dudar
de la fiabilidad de la propia memoria.
Aunque según Nünning (2000 y 2001b) y Fludernik (2003), la ilusión
narrativa no se reduce a narradores homo o autodiegéticos, son estos narra-
dores los que reclaman una atención especial en mi trabajo. Son propicios
para tal ilusión, por no decir que son los únicos narradores que plenamente
cumplen con las estrategias de la ilusión de un narrador concreto: “first-
person narratives have a much more extensive mimetic potential since the
existencial link between the experiencing and the narrating self helps to give
flesh to the act of narration” (Fludernik 2003: 36)51. La configuración de la
ilusión narrativa en una narración autodiegética depende en primer lugar de
la verosimilitud de lo narrado y de la forma de narrar, es decir, debe imitar la
lógica de la comunicación real y de la memoria humana. La representación
de un narrador autodiegético, por ejemplo,
51
Nünning (2004: 27-28) argumenta: “Since a homodiegetic narrator by definition tells
a story in which s/he is playing a (more or less) central role, metanarrative expressions can
always be set in relation to the narrated character due to the identity between the narra-
ting I and the experiencing I in homodiegetic narration. Therefore, not only is the narrative
process of a first-person narrator a part of the ficticious world of the characters, but his/her
narration as well as his/her reflections about it are more or less clearly motivated in the story
world. Heterodiegetic narrator instances, in contrast, report the ficticious happening from an
outsider’s perspective. Since the direct connection to the story level is missing here, metana-
rrative expressions of heterodiegetic narrators tend to be less strongly motivated than those of
first-person narrators”.
182 “Soy simultáneo”
The verisimilitude and authenticity of the fictional letter lies ultimately in its
self-representational value. It is the writer who convinces, not what he/she writes
about. The related facts tend to disappear behind the person of the narrator
[...]. [T]he primary subject matter of an epistolary novel is writing and reading.
So many letters are written to describe how the writer reads and interprets the
correspondent’s letter, or describe the writing and reading process itself. The
reader, the second after the fictional reader, is invited to join in and offer perhaps
a different reading. [...] In finding similarities between the fictional and the real
situation, the real situation tends to dissolve into the fictional one. (Koepke
1990: 266-267)
52
El lector evalúa esta similitud a través del proceso de naturalización: “[T]o naturalize
a text is to bring it into relation with a type of discourse or model which is already, in some
sense, natural or legible” (Culler 1975: 138).
53
Wolf (1993: 542) habla también de una “histoire secundaria en el nivel de la enunciación”.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 183
54
Schlickers examina las combinaciones de la narración paradójica, la narración fantásti-
ca, la narración no fiable y determinados recursos de metaficción bajo el concepto hiperónimo
de la narración perturbadora (Perturbatory Narration), cfr. Schlickers (2012 y 2015).
184 “Soy simultáneo”
55
Wolf (1993: 352ss.) presenta esta oposición de ‘realidad versus ficción’ bajo un caso
especial de antilusionismo literario en el que se ‘desvalúa’ el nivel del enunciado a través del
no-cumplimiento de conceptos formales.
56
Teniendo en cuenta no solo la creación, sino también la perturbación de la ilusión esté-
tica, se muestra, según Wolf (1993: 61), una relación quiástica entre ambos tipos de ilusión:
en el momento de la formación de la ilusión, dice que domina la ilusión vivencial sobre la
ilusión referencial; en el momento de la perturbación de la ilusión, es el rompimiento de la
ilusión referencial el que automáticamente, con la activación de la conciencia crítico-distan-
ciada de la ficcionalidad del texto, derrumba la ilusión vivencial.
57
La variante explícita como en el modo narrativo del telling (Wolf 2001a: 71) se indica
claramente por referencias ‘citables’ y específicas, por ejemplo por lexemas metarreferenciales
como “esta novela”. La variante implícita, comparable con el modo del showing (Wolf 2001a:
72), se establece por procedimientos y configuraciones narrativas que indirectamente llaman
la atención sobre la ficcionalidad del texto que se lee (cfr. cap. 1.3).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 185
58
Zavala (2007: 257-259) ofrece por ejemplo una taxonomía de aproximadamente cin-
cuenta estrategias metaficcionales, de las cuales no todas me convencen y que a mi parecer, en
186 “Soy simultáneo”
muchos casos equivalen a estrategias antilusorias en un amplio sentido, como por ejemplo un
“comienzo in medias res”, “nombres grotescos”, “parodia de géneros extraliterarios”, “juegos
de palabras, anagramas”, “epígrafes” o “exceso de detalles”. Algunas estrategias parecen seguir
las pautas de la narración no fiable, como por ejemplo la “descripción contradictoria” o “fi-
nales múltiples”. Da la impresión de que los recursos metaficcionales enumerados se vuelven
tan omnipresentes que será difícil encontrar un texto ficcional que no sea al mismo tiempo
metaficcional según estos criterios —un problema, por cierto, del que nos advierte Zavala
explícitamente (230-231)—. Cfr. la subdivisión muy diferente de Sobejano-Morán (2003)
de las funciones de la metaficción, las cuales sin embargo algunas parecen redundantes. Así
por ejemplo las siguientes: 1. función reflexiva, 2. función autoconsciente, 3. función meta-
lingüística. 4. función especular, 5. función iconoclasta: a) ficción paradójica b) juegos con
la voz narrativa, c) violaciones de niveles ontológicos, d) violaciones en la presentación física
del libro.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 187
59
Advierto que la función metaficcional de la metaficción suena muy redundante.
188 “Soy simultáneo”
En las novelas de Fernando Vallejo (ya desde Los días azules, [1985]
2002), las apelaciones a narratarios explícitos como los abuelos, la muerte,
un psiquiatra y otros cambiantes (sin explicación situativa previa) serían un
ejemplo para mi argumentación: mientras su función puntual sería auten-
tificadora (se finge oralidad, un monólogo apasionado o hasta un diálogo),
cómica, comunicativa fática y paródica (se parodia una forma de hablar y
pensar antioqueño), en su conjunto resultan antilusorias (rompen con la
verosimilitud de un presente narrativo coherente) y poetológicas (juegan con
las posibilidades del narrar literario).
Se puede constatar que la presentación de una narración incoherente y
contradictoria, paradójica, no induce al lector implícito a comparar sus co-
nocimientos históricos constantemente con los datos posiblemente ficticios,
sino que lo invita a interpretar el principio poetológico de la organización
del texto entero. El lector “is led away from asking himself whether and how
the details of the narrative square with his historical knowledge; his primary
concern is to understand how they are related to one another in the over-all
design of the work” 60.
En el siguiente cuadro distingo el lado metaficcional del panorama iluso-
rio específico de una autoficción. Diferencio los recursos metaficcionalmente
implícitos y explícitos de otros recursos antilusorios (facultativos) que pue-
den apoyar de manera facultativa para crear una ‘atmósfera autorreflexiva’61.
Los recursos narrativos se sistematizan además según los niveles textuales
implicados.
A continuación resalto en negrita los recursos narrativos que pueden ejer-
cer la función de metaficción implícita en la autoficción, es decir, que tienen
cierta capacidad de perturbar la ilusión referencial. Los demás recursos, y
entre ellos incluiría la totalidad de las diferentes categorías de lo antilusorio
(según Wolf ), pueden apoyar el efecto metaficcional implícito, sin embargo
son mucho más ‘débiles’ —o mucho más indirectos— en su impacto de per-
turbar ilusiones referenciales. Estas y sus diferentes antagonistas potenciales
60
Schabert (1982: 4, cit. por Esser 2009: 61).
61
Se trata de una modificación considerable del esquema que aparece en Wolf (1993:
474 y 2004: 347) con base en la terminología y los recursos narrativos relevantes en el trabajo
presente.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 189
Entre marzo o abril de 2000 y agosto de 2008, ocho años en los que viajé y escribí
artículos y viví en Alemania, el consumo de ciertas drogas hizo que perdiera casi
por completo la memoria, de manera que el recuerdo de esos años —por lo
menos el recuerdo de unos noventa y cinco meses de esos ocho años— es más
bien impreciso y esquemático. (p. 11)
—no solo con respecto a lo que va a narrar sobre esos años en Alemania, sino
también sobre todo lo demás que dirá recordar—.
Un poco más adelante, el narrador reflexionará abiertamente sobre su
propia credibilidad y sobre una actitud cruelmente honesta de narrar. Así,
registra también los factores múltiples que impiden la memoria exacta, y,
aparentemente, la narrabilidad del pasado (propio y ajeno) se vuelve más
dominante que lo finalmente recordado y narrado.
La anécdota del primer capítulo, en la que el protagonista solo recuerda
“la puerta del consultorio del psiquiatra que me atendía” y que “era lige-
ramente calvo y solía pesarme cada vez que visitaba su consulta, supongo
que una vez al mes o así. Me preguntaba cómo me iba y luego me pesaba
y me daba más pastillas” (p. 11), no solo es una apertura tragicómica, sino
infla una mise en abyme del enunciado por su paralelidad a la trama y al
tema central de la diégesis siguiente, que trata de la labor detectivesca del
narrador sobre un crimen en el contexto de la guerra sucia argentina del
que ya estuvo obsesionado el padre del narrador, gravemente enfermo en
un hospital en el presente narrativo. El narrador proyecta su relación con su
padre hacia el futuro y anuncia: “yo no tengo curiosidad sobre mí mismo
realmente. Quizá un día un hijo mío quiera saber quién fue su padre y qué
hizo durante esos ocho años [...]. Un día, supongo, en algún momento,
los hijos tienen necesidad de saber quiénes fueron sus padres y se lanzan a
averiguarlo. Los hijos son los detectives de los padres”, y un poco más ade-
lante: “los hijos son los policías de los padres” (p. 12). Por la temática que
gira alrededor de la memoria propia y ajena, imposibilitada y recuperada y
siempre en diálogo con documentos enigmáticos, la novela de Pron muestra
las características de una novela metamnemónica (cfr. cap. 1.6.2) y sería por
eso comparable con Formas de volver a casa del escritor chileno Alejandro
Zambra (2011), que presenta una estructura autoficcional intercalada y una
técnica narrativa fuerte de ambigüización que valdría la pena analizar con
las herramientas que Orth (2013) presenta en su monografía sobre las “rea-
lidades múltiples” .
Mientras que la alusión a las “drogas” ejerce una función metaficcional
implícita (por hacer dudar de la credibilidad del narrador y con eso, de la
referenciabilidad de los hechos narrados), en el capítulo 14 retoma el motivo
para sembrar explícitamente dudas aún más profundas sobre lo que narra,
192 “Soy simultáneo”
62
Se refiere a la anécdota de haberse encontrado accidentalmente con Diego Maradona
en el aeropuerto de Buenos Aires.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 193
63
Meyer-Minnemann (2010: 228) sostiene, igual que Todorov, que “el surgimiento de lo
fantástico es mayormente un atributo de textos narrativos [—tanto literarios como fílmicos,
habría que especificar—]. Es difícil, aunque no imposible [...] encontrar ‘lo fantástico’ en
textos líricos y/o dramáticos”. Como excepción menciona el poema “El rey de los silfos” de
Goethe, ejemplo también de Todorov (1970: 63ss.). Esta pregunta sobre la predominancia
casi absoluta de la narrativa en la literatura fantástica merecería un estudio más profundizado
que no puede formar parte de este trabajo.
64
Cfr. el tomo de Ruthner, Reber y May (2006). Pinkas (2010) modeliza lo fantástico no
como género (histórico) sino como modo narrativo transhistórico.
65
Su trabajo, como es conocido, prosigue algunas de las hipótesis centrales de sus precur-
sores inmediatos, Louis Vax y Roger Caillois a partir de los años sesenta. Para la comparación
de las posiciones detalladas cfr. Botton Burlá (1983).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 195
explicación lógica por parte del lector y/o de los personajes, pero que solo se
‘quedaría’ fantástico si esta explicación finalmente fallara, es decir, cuando no
hubiera explicación. De esta manera, el desenlace formal de un texto fantás-
tico estaría sometido a un esquema relativamente estrecho66.
Meyer-Minnemann (2010) utiliza también el término de ‘lo fantástico’
entrecomillado y examina pormenorizadamente la sugestiva interrelación
entre la narración paradójica y la “construcción de lo fantástico” en la obra
cuentística de Julio Cortázar. Su concepto de ‘lo fantástico’ en la literatura
consiste en una modificación y pormenorización convincente de la teoría de
Todorov. Dice que
66
Añado con Meyer-Minnemann (2010: 215) la crítica de la periodización de la literatu-
ra fantástica en Todorov que terminaría a finales del siglo xix.
67
Esta posición coincide con la de Durst (2007).
196 “Soy simultáneo”
68
Este argumento ya fue publicado por Vax ([1965] 1987).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 197
69
Ruthner propone una categorización en diferentes géneros vecinos como fantástica de
terror, ciencia ficción, utopías y distopías, fantasy y cuentos de hadas, y avisa de los problemas
de definir textos con funciones didácticas, alegóricas, parabólicas y también surreales (ibid.).
198 “Soy simultáneo”
70
Comparto la crítica de Sick (2001: 504, n. 13) de la aplicación del concepto de la
mímesis por Blüher.
71
Cfr. por ejemplo el análisis del cuento fantástico modernista latinoamericano en
Phillipps-López (2003, “Introducción”).
72
Grob (2006: 148s.) propone no limitar la esencia de la literatura fantástica a la proble-
matización del concepto de lo real, sino añadir el aspecto inter y transtextual y su entretejido
permanente con campos semánticos y discursos psicológicos, sociológicos, técnicos y socio-
culturales, los cuales marcan la historicidad de la literatura fantástica.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 199
73
Cfr. las anotaciones etimológicas de la expresión paradoja (de griego: παράδοξος) en
Meyer-Minnemann (2010: 219).
200 “Soy simultáneo”
74
Tanto la silepsis como la hiperlepsis o pseudodiégesis no se restringen a la literatura
ficcional, sino que se pueden usar también (y sin causar ninguna clase de malentendidos) en
el habla factual, por lo cual no profundizaré en estas dos paradojas. El término pseudodiégesis
proviene de Genette (1972: 246): “Ces formes de narration où le relais métadiégétique, men-
tionné ou non, se trouve immédiatement évincé au profit du narrateur premier, ce qui fait
en quelque sorte l’économie d’un (ou parfois plusieurs) niveau narratif, nous les appelerons
métadiégetique réduit (sous-entendu: au diégétique), ou pseudo-diégétique. A vrai dire, la ré-
duction n’est pas toujours évidente [...]”. En otro lugar, se describe como “procedimiento de
superposición paradójica” (cfr. Meyer-Minnemann 2010: 223 y Pier 2014). Lang, también en
este sentido, lo denomina como una variante de la hiperlepsis vertical del narrador (p. 43): “Se
trata de un procedimiento en el que un nivel narrativo inferior [...] se presenta bajo la máscara
del nivel narrativo superior [...] o en que ambos se ponen en cortocircuito” (2006: 41).
202 “Soy simultáneo”
75
Estos procedimientos especulares de la mise en abyme sí tienen también un fuerte efecto
de artificialidad y rayan la inverosimilitud. Por eso son de carácter antilusorio, pues subrayan
la artificialidad (la condición de fictio) de un texto, pero no tienen una función primordial-
mente metaficcional, de ahí que se clasifiquen en la segunda columna del cuadro de recursos
antilusorios, bajo “sobredeterminación y sobreestructuración improbable del significado” (cfr.
p. 152).
76
Otra forma especial de la metalepsis sería la que imita una cinta de Moebius, porque en
ella domina la recurrencia de la contaminación de diferentes niveles narrativos con el efecto
de que es imposible distinguirlos finalmente, cfr. Orth (2013: 246).
77
Cfr. la historicidad de la paradoja y la diferenciación entre pensamiento mítico, me-
tafísico y moderno y la situación del Romanticismo Europeo como cuna de la narración
fantástica en Geyer (1992: 20s.)
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 203
78
Lang utiliza el término de metanarración como sinónimo de la metaficción.
79
En el contexto del presente capítulo no me interesa ya tanto el fenómeno de la meta-
lepsis del personaje del autor real en una autoficción (este aspecto se discutió en los caps. 1.3,
1.4.1 y 1.5), sino que me refiero al fenómeno facultativo de incluir otras metalepsis distintas
a lo largo de la narración.
80
“[C]haque métalepse est paradoxale en tant qu’elle ne correspond pas à l’horizon
d’attentes, et en tant qu’elle franchit une frontière dont le franchissement n’est pas prévu”
(Schlickers 2005: 166).
204 “Soy simultáneo”
81
Sería importante discutir más detenidamente el efecto paradójico de algunos casos de
la metalepsis horizontal del enunciado y de la enunciación, sobre todo en sus variantes inter
y autotextuales.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 205
Como ejemplo para lo expuesto hasta aquí quiero mostrar en “El otro” de
Borges ([1975] 2008)82 la colaboración estupefaciente entre una narración
aparentemente autobiográfica con un conjunto de técnicas metaficcionales
explícitas e implícitas, con un efecto paradójico y fantástico a la vez. El sig-
nificado de la paradoja en la obra de Borges es fundamental83, ya que se
manifestó desde antes de que publicara su primera narración paradójica, “El
acercamiento a Almotásim” (primero como ‘nota’ en el apéndice de la Histo-
ria de la eternidad en 1936 y luego en Ficciones, 1944, cfr. Blüher 1992: 532
y 535). Su fascinación por la paradoja84 como estímulo filosófico se puede
explicar con el argumento de que Borges no solamente celebra temática-
mente la paradoja como figura de pensamiento, sino que la transmite como
recurso estético a la estructura discursiva de sus cuentos, a través de lo cual
evoca un proceso de recepción desestabilizado y forzadamente desprendido
de cualquier orden lógico-racional (cfr. ibid. 533). En Borges, la narración
paradójica se manifiesta en diferentes niveles y campos textuales como figura
retórica del oxímoron, en la composición antagonística de nociones contra-
dictorias y en la trasgresión de la doxa literaria en el nivel de la enunciación y
la disposición de sus instancias y en el nivel del enunciado.
“El otro” reúne o ‘condensa’ las características constitutivas de una au-
toficción en el espacio breve de un cuento, en el que el yo-narrador de setenta
años se encuentra con un hombre de veinticinco años que es él mismo en
esta edad. Para aumentar la atrocidad de esta ocurrencia, el narrador no dice
poder creer realmente lo que aparentemente le acaba de pasar, sino que se ve
obligado a memorizarlo como si fuera ficción, como leemos en las primerísi-
mas líneas introductorias del cuento:
82
El cuento se publicó primero en 1975 en El libro de la arena, Buenos Aires: Emecé.
83
Cfr. Sick (2001: 498).
84
Blüher (1992) analiza por ejemplo los siguientes cuentos en los que la paradoja forma
el principio estructural principal: “Pierre Menard, autor del Quijote (1939), “Tlön, Uqbar,
Orbis Tertius”, “Las ruinas circulares”, “La lotería en Babilonia”, “Examen de la obra de Herbert
Quain”, “La biblioteca de Babel”y “El jardín de los senderos que se bifurcan” (1940-1941).
206 “Soy simultáneo”
perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como
un cuento y, con los años, lo será tal vez para mí. (Borges [1975] 2008: 215)
85
El efecto se apoya en la descripción de los impactos de la experiencia en el narrador
antes de que esta se explique: “Sé que fue casi atroz mientras duró y más aún durante las des-
veladas noches que lo siguieron” (Borges ([1975] 2008: 215).
86
La puesta en escena de un narrador auto u homodiegético aparentemente factual y, a
menudo, con pretensiones científicas es un recurso recurrente en los cuentos de Borges, cfr.
Blüher (1992: 546).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 207
—En tal caso [...] usted se llama Jorge Luis Borges. Yo también soy Jorge Luis
Borges. Estamos en 1969, en la ciudad de Cambridge.
—No —me respondió con mi propia voz un poco lejana. [...] Yo estoy aquí en
Ginebra, en un banco, a unos pasos del Ródano. (p. 216)
87
La frase “No volveremos a bañarnos en las aguas del mismo río” la oprime Borges, pero
Fernando Vallejo la eligió como epígrafe para su pentalogía de novelas autobiográficas, El río
del tiempo. Geyer (1992: 11) explica la paradoja de esta figura de pensamiento, según la cual
en el momento de bañarse otra vez en el mismo río, uno es y no es el mismo a la vez, y el río
tampoco es y no es el mismo.
208 “Soy simultáneo”
que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia” (p. 223)88. Según esta
lógica, se trataría también de una metalepsis vertical del enunciado por la
transgresión entre vigilia y sueño.
Con un efecto cómico, el Borges mayor intenta convencer al joven de la
realidad de su encuentro y aduce una infinidad de datos biográficos relati-
vamente conocidos, pero también verdades íntimas como ‘pruebas’. Desde
datos históricos (“Inglaterra y América libraron contra un dictador alemán,
que se llamaba Hitler”, p. 218), la dirección en Ginebra en 1918 (“número
diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa”, p. 216), por datos familiares,
semioficiales (“Madre está sana y buena en su casa de Charcas y Maipú, en
Buenos Aires, pero padre murió hace unos treinta años”, p. 218) hasta lec-
turas de Dostoievski, El doble (“Le pregunté si al leerlos distinguía bien los
personajes”, p. 219). Es casi demasiado obvio señalar esta mise en abyme del
enunciado y de la poética, que acompaña otra que tal vez es más sugerente:
el joven Borges “había repetido con fervor [...] aquella breve pieza en que
Walt Whitman rememora una compartida noche ante el mar, en que fue
realmente feliz. [...] El poema gana si adivinamos que es la manifestación
de un anhelo, no la historia de un hecho” (p. 221). Esta última frase es a
la vez heterorreferencial y autorreferencial y alude de manera implícita a la
introducción del cuento en la que el narrador se refiere al encuentro como
un “hecho”. Mientras que algunos de los datos biográficos de ‘prueba’ que
aduce el Borges mayor son claramente reconocibles, otros solo se le aclararán
al especialista de su obra89 y otros parecen burlarse directamente de cualquier
intento de ‘verificar’ si los Borges narrados coinciden con el Borges real: “Oí
bien este verso que no has leído nunca, que yo recuerde. Lentamente entoné
88
El Borges joven se dio cuenta de una incongruencia grave: “¿cómo explicar que haya ol-
vidado su encuentro con un señor de edad que en 1918 le dijo que él también era Borges?” (p.
220), pues consecuentemente el personaje debería haber vivido la metalepsis en dos momentos de
su vida. El narrador dice no haber “pensado en esa dificultad” (ibid.) —y aquí se ubica el regressus
ad infinitum— (la consciencia del viejo debería incluir el recuerdo del encuentro de cuando era
joven, con lo cual no sería posible decir en qué momento de su vida está y su conciencia estaría en
los dos momentos a la vez); hasta el final no se le ocurre ninguna explicación, pero le inquieta que
“[n]uestra conversación ya había durado demasiado para ser la de un sueño” (p. 221).
89
Por ejemplo el conocimiento de los poemas sueltos de Los himnos rojos, un libro inédito,
según Barnatán (p. 219).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 209
la famosa línea [de Hugo, V. T.]: L’hydre — univers tordant son corps écaillé
d’astres” (p. 221). Se ve aquí una ‘típica’ verdad íntima-autobiográfica que se
caracteriza por no ser literalmente demostrable y que por eso se acerca en su
apariencia tanto a lo ficticio90.
En este cuento de Borges, del cual mencioné unos mecanismos de la ilu-
sión referencial y narrativa y algunos procedimientos metaficcionales, se pue-
de observar que, a pesar de la naturalidad autobiográfica e inmediata de la
voz narradora (ficticia), la narración choca por su argumento inimaginable
y fuertemente paradójico. El intento desmedido de ‘solucionar’ y dominar el
encuentro onírico con las leyes de la lógica y además desde una posición apa-
rentemente factual (apareciendo el narrador también como el autor del cuento
y como el autor real Borges) no hace sino aumentar el efecto de lo fantástico.
funda la relación del discurso consigo mismo. [...] Según esto, aparece un narrador
como narrador de primer, segundo o tercer orden, o bien como uno u otro
narrador de una diégesis paralela, pero no como extradiegético e intradiegético,
o como intradiegético y metadiegético a la vez (mi cursiva).
90
Cfr. mis reflexiones sobre el juego autoficcional con intertextos muy poco conocidos
en el capítulo 2.1.1.
91
Para la modelización de la focalización en la literatura cfr. Schlickers (1997) y Schlickers
(2009a).
92
Genette (1972: 211ss.) se refiere a este procedimiento, en el que el narrador sabe o
narra más de lo que podría saber, como paralepsis.
210 “Soy simultáneo”
93
Para un análisis detenido de las tomas de posición de Vallejo remito al estudio perspicaz
y pertinente de Diaconu (2013).
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 211
“[el narrador:] ‘Eran las cinco de la tarde y había sol ¿como para cuánto?’
[el viejo:] —‘Como para tres o cuatro o cinco horas, ¡qué horror!’” (p. 18).
—Bueno, ¿y cómo llegó a saber todo lo que cuenta que pensaba el viejo? ¿Acaso
también usted penetra las cabezas ajenas con el lector de pensamientos?
—¡Qué va, hombre, es más simple que eso! Es que yo compartía infinidad de
cosas con él, como por ejemplo: el cariño a este idioma deshecho, el amor a esa
patria deshecha, una que otra manía explicable y tolerable. (pp. 118-119)
94
En La Rambla paralela, la voz narradora y el protagonista quedan anónimos.
214 “Soy simultáneo”
the whole cuestion of unreliable narration makes no sense whatever without taking
into account the cultural context. After all, the criteria for judging what counts
as ‘common sense’, ‘normal’, or ‘natural’, which we apply when we judge which
narrator is ‘unreliable’ and which is ‘normal’, critics from different times and
cultures evaluate the unreliability of narrators differently. (Nünning 2004: 102)96
Además dudo de que una narración no fiable ‘sirva’ para contrarrestar los
efectos de una ilusión referencial en la autoficción, es decir, probablemente
no pertenece a los constituyentes recursos con una función metaficcional.
Según mi punto de vista, la narración no fiable presenta una técnica narrativa
que escenifica de forma específica la distribución de información a través de
95
Una revisión crítica de la conceptualización teórica de la narración no fiable no puede
entrar en el estudio presente. Para contribuciones más recientes a la discusión cfr. el volumen
de V. Nünning (2015) y Ohme (2015) y también Schlickers (2015).
96
V. Nünning lo demostró en la novela famosa The Vicar of Wakefield de Oliver Goldsmith
(1766), cuyo narrador solo a partir de mediados del siglo xx fue interpretado como unreliable.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 215
97
Un ejemplo fílmico avant la lettre sería Nueve reinas (2000) de Bielinsky.
98
Los demás son la silepsis, la metalepsis y la pseudodiégesis o hiperlepsis. La mise en abyme
sería un “procédé niveleur des lignes de partage du récit” a través de la “construction narrative
d’énonciations et d’énoncés séparés sous forme d’analogie” (Meyer-Minnemann y Schlickers
2010: 92). Cfr. su estudio pertinente en cuanto a la discusión del desarrollo del concepto de la
mise en abyme y en cuanto a la sistematización sugerente que adopto en este estudio.
216 “Soy simultáneo”
99
Remito a las siguientes líneas de Estatua con palomas de Luis Goytisolo (1992: 259-
260): “Muchos son los críticos [...] que han creído detectar en mis obras elementos de carácter
autobiográfico. Aciertan en la medida en que conozco la educación propia de un colegio
religioso, el partido comunista o la cárcel, pero se equivocan al olvidar que, más que de ex-
periencias personales, se trata de experiencias colectivas [...]. Ni puede hablarse, así pues, de
experiencias personales propiamente dichas, ni el uso que de ellas hago tiene otro valor que
el puramente instrumental: el objetivo no es contar una experiencia personal, sino utilizar esa
experiencia aparentemente personal para contar otra cosa”. Véase Gil Guerrero (2010) para
un análisis detenido de esta novela.
2. La clave lúdica: entre ilusión referencial y metaficción 217
100
Cfr. capítulo 1.4.
218 “Soy simultáneo”
autorreflexividad (mises
en abyme de la poética)
Ai ≠ Ar
recursos de
metaficción ≠ ↑ ilusión
(explícita e referencial
implícita) N = /≠ P
(ilusión narrativa,
facultativa)
1
Las citas del texto llevan la paginación de la edición de Alfaguara (2003).
2
El personaje de la replicante Bruna Husky en su novela Lágrimas en la lluvia (Montero
2011) se llama como el alias de Rosa Montero en Second life, el juego virtual que hizo furor
hace unos años. Bruna Husky es, también, el nombre de un androide creada artificialmente en
Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Lágrimas en la lluvia ha sido publicado en versión de có-
mic por Damián Campanario y Alessandro Valdrighi en Planeta DeAgostini Cómics (2012).
Desafortunadamente, este no es el lugar para un análisis detenido de su reciente novela La
ridícula idea de no volver a verte (2013), pero la pondría en una misma línea ‘experimental’
con La loca de la casa. Valdría la pena revisarla como forma excepcional especial de una me-
tabiografía y compararla con ensayos biográficos anteriores como Historias de mujeres (1995)
y Pasiones: Amores y desamores que han cambiado la historia (1999). En La carne (2016) Rosa
Montero aparece como periodista.
3
La loca de la casa fue premiada como mejor novela del año 2003 con el Premio Qué
leer y, en el 2004, con el Premio Grinzane Cavour por la mejor novela extranjera publicada
en Italia.
222 “Soy simultáneo”
4
Comparto esta interpretación del estado de investigación con Grohmann (2011).
5
La metaficción es un rasgo dominante en numerosas novelas de Montero, ver Richter
(2012: 30s.)
6
Entrecomillo a propósito el adjetivo clásico porque no me parece apropiado diferenciar
entre diferentes tipos definibles de la autoficción. Esta hipótesis la apoyo, entre otros motivos,
por la observación de la plurigenericidad frecuente y la intercambiabilidad de varios rasgos
facultativos, como he explicado en el capítulo 1.
7
Grohmann 2011 estudia la novela bajo el aspecto de la “errabundia” genérica y saca
conclusiones sobre un contexto architextual que llama “literatura digresiva” (pp. 21-44), pero
describe finalmente La loca de la casa como “pseudoautobiografía” (p. 17) y “falsa autobiogra-
fía” (220). Ver ibid. 216-217 para una lista de las demás adscripciones genéricas de La loca de
la casa, desde “ensayo atípico” (Valls 2004) hasta “tratado metaliterario” (Conte 2003).
8
Explica su posición al respecto de tal manera que “las relaciones interpersonales son fun-
damentales en la vida moderna en donde queda tan poco de las grandes construcciones [...].
Hoy vivimos un mundo extremadamente individualista en donde estamos encerrados dentro
de nuestro propio ser y eso ha potenciado la necesidad de comunicación con los otros. Para el
ser humano de hoy es un problema fundamental el cómo se relaciona con el otro porque el ser
humano es un animal social que necesita resolver el grave conflicto entre la individualidad, la
colectividad y la necesidad del otro” (Montero, Escudero y González 2000: 215).
3. Análisis de los textos literarios 223
9
A continuación reúno las primeras frases de cada capítulo, pues opino que esta compo-
sición algo peculiar demuestra no solo la variedad temática y asociativa en La loca de la casa
—se tratan temas mayormente literarios, pero también existenciales y metafísicos, anécdotas
supuestamente autobiográficas y crítica literaria— sino también el conjunto llamativo de ca-
racterísticas estilísticas de todo el libro (la numeración corresponde al número del capítulo).
Se puede notar la postura subjetiva de la narradora así como la acumulación aparentemente
provisional de ideas como su formulación metafórica y rica en imágenes. Además, llama la
atención de muchos comienzos de capítulo in medias res, tanto como el tono coloquial.
2) El escritor siempre está escribiendo. 3) Los novelistas, escribanos incontinentes, dis-
paramos y disparamos palabras sin cesar contra la muerte. 4) Ayer me reservé el día entero
para escribir. 5) Quedamos en que el escritor debería ser como ese niño que grita, al paso
del cortejo real, que el rey está desnudo. 6) A veces me pregunto qué habrá sido de aquellas
personas reales que fueron el origen de un personaje literario. 7) ¿Por qué se pierde un es-
critor? ¿Qué sucede para que un novelista maravilloso se hunda para siempre en el silencio
como quien se hunde en un pantano? 8) En su estupendo libro La sombra de Naipaul, Paul
Theroux habla de las parejas de hermanos escritores y dice que, curiosamente, uno siempre es
inferior al otro. 9) Me gusta mucho Italo Calvino [...] [p]ero hace poco leí un curioso libro
suyo, Ermitaño en París, que reúne textos diversos, fundamentalmente autobiográficos, y que
hizo que Calvino me resultara en ocasiones un tanto cargante. 10) “Amar apasionadamente
sin ser correspondido es como ir en barco y marearse: tú te sientes morir pero a los demás
les produces risa”; me dijo un día con aplastante lucidez el escritor Alejandro Gándara. 11)
Josefo era un general judío del siglo primero antes de Cristo que se encontraba guerreando
contra los romanos [este capítulo trata historias de supervivencia y de fuerza moral, V. T.].
224 “Soy simultáneo”
12) Recuerdo cuándo fue la primera vez que comprendí que la muerte existía. 13) Supongo
que no tengo más remedio que hablar del enojoso tema de las mujeres. 14) A los dieciocho
años de edad, viviendo todavía en casa de mis padres, una noche conocí la oscuridad [en este
capítulo se narran supuestos ataques de angustia de la narradora y se trata el tema de la locura
e imaginación, V. T.]. 15) No conozco a ningún novelista que no padezca el vicio desaforado
de la lectura. 16) Por cierto que, si hablamos de mujeres, no podemos dejar de mencionar a
las esposas de los escritores, una añeja institución literaria que afortunadamente está en franco
proceso de extinción [...]. 17) La novela, ya se sabe, es un género fundamentalmente urbano.
18) Cuando empecé a idear este libro, pensaba que iba a ser una especie de ensayo sobre la li-
teratura, sobre la narrativa, sobre el oficio del novelista. 19) También podría decir que escribo
para soportar la angustia de las noches.
10
Debido a la perspectiva específica de este estudio se dejan de lado los aspectos de la
novela que no son constitutivos para la interpretación de la poética autoficcional (por ejem-
plo, la crítica de la relación con el poder, la crítica de una crítica literaria ‘feminista’ y otros),
a pesar de que su formulación dentro de la novela refuerza su carácter ensayístico y personal.
3. Análisis de los textos literarios 225
11
Sobre el papel específico de estas narraciones contrastantes e intercaladas véase infra.
226 “Soy simultáneo”
Ayer me reservé el día entero para escribir. Y cuando digo escribir así [...], me
estoy refiriendo a los textos míos, personales: cuentos, novelas, este libro. Como
también soy periodista, escribo muchas otras cosas [...]. Pero el periodismo
pertenece a mi ser social, al contrario de la narrativa, que es una actividad íntima
y esencial. [...] El caso es que ayer pensaba dedicar el día a La loca de la casa, y me
relamía de solo imaginar el montón de horas que podía emplear en ello. (p. 47)
Cuando empecé a idear este libro, pensaba que iba a ser una especie de ensayo
sobre la literatura, sobre la narrativa, sobre el oficio del novelista. Proyectaba
redactar, en fin, una más de esas numerosas obras tautológicas que consisten
en escribir sobre la escritura. Luego, como los libros tienen cada uno su propia
12
Sobre el análisis del episodio sobre su hermana melliza ficticia ver infra.
13
Hay que recordar que la narradora al comienzo es todavía anónima y su primer ‘nom-
bramiento’ indirecto se realiza a través de la autotextualidad. Se nombran además explícita-
mente Bella y oscura, El nido de los sueños, El corazón de un tártaro y La hija del caníbal.
3. Análisis de los textos literarios 227
vida, sus necesidades y sus caprichos, la cosa se fue convirtiendo en algo distinto,
o más bien se añadió otro tema al proyecto original: no solo iba a tratar de la
literatura, sino también de la imaginación. (p. 235)
Todo lo que cuento en este libro sobre otros libros u otras personas es cierto, es
decir, responde a una verdad oficial documentalmente verificable. Pero me temo
que no puedo asegurar lo mismo sobre aquello que roza mi propia vida. Y es que
toda autobiografía es ficcional y toda ficción autobiográfica, como decía Barthes.
(p. 273)
Por eso no me gustan los narradores que hablan de sí mismos [...]. Creo que la
madurez de un novelista pasa ineludiblemente por un aprendizaje fundamental:
el de la distancia con lo narrado. El novelista no solo tiene que saber, sino también
sentir que el narrador no puede confundirse con el autor. (p. 266)
Por ejemplo, si yo escribiera hoy mi texto final, tal vez dijera algo como esto:
‘Esta madrugada, mientras dormía, ha muerto la escritora Rosa Montero a
consecuencia de un fallo cardíaco. Montero, de ochenta y tres años, acababa
de regresar de Vancouver, en donde había presentado su última novela, y se
encontraba trabajando en un libro de cuentos. Activa, curiosa, vitalista e inquieta
hasta el final, la escritora hacía gimnasia todos los días, estaba estudiando un
curso de Historia Medieval en la Complutense, seguía viajando con frecuencia
y mantenía un ritmo de vida que sus numerosos amigos solían calificar de
‘trepidante’ ... Y todo por el estilo. En fin. (pp. 164-165)
aparece ella misma. En este libro, Tubau está con el periodista Juan Ignacio
Francia en el festival de cine de Benalmádena cuando se comunica la muerte
de Franco.
Y luego están, claro, las pequeñas prebendas, las ambiciones lícitas e ilícitas, el
esnobismo, el miedo, la vanidad... Uno puede vender su alma al poder por tantas
cosas. Y lo que es peor: por tan poco precio. Por ejemplo, qué quieren que les diga,
no me parece nada apropiado que un escritor de la talla de García Márquez se
deje regalar una casa por Fidel Castro, una estupenda mansión en Siboney, la
zona de los antiguos ricos de La Habana. (p. 59, cursiva mía)
buen documental [...] de los circos en Alemania durante los años treinta, bajo
el nazismo. [...] Y de pronto la vi. Me vi. Era una liliputiense perfecta, rubia,
muy coqueta, una indudable estrella del espectáculo, porque hablaban mucho
de ella y porque aparecía en infinidad de fotos y de películas, con su melena lisa
y atildada, su corona o diadema en la cabeza, sus pulcros trajecitos [...]. (p. 75)
Resulta que esta enana, por sus rasgos regulares, podría pasar por una niña,
sin embargo tenía “esa inquietante expresión de vieja en el rostro pueril, la
sonrisa siempre demasiado tensa [...]. Daba un poco de miedo” (ibid.). La
narradora sigue contando cómo de repente se reconoce perfectamente en esta
enana, porque recuerda una foto suya en la que tiene cuatro o cinco años:
Fue una breve época en la que a mi madre [...] le dio por aclararme el pelo y
dejarme rubia; de manera que yo llevaba la misma melena que la enana, también
atirantada hacia atrás o con diadema, y con las mismas pupilas negras y cejas
retintas. [...] Pero lo más espectacular es la expresión, esa sonrisa forzada algo
siniestra, esa cara de vieja agazapada tras el rostro infantil, esos ojos sombríos. No
soy yo, soy ella. (pp. 75-76)
14
Esta masa informe y fecunda de lo recordado, leído e imaginado sería algo como el
protoplasma del propio yo y de la literatura, de ahí que se explique el vínculo existencial entre
literatura y vida, como lo ilustra por ejemplo la siguiente constatación: “Para ser, tenemos que
narrarnos, y en ese cuento de nosotros mismos hay muchísimo cuento: nos mentimos, nos
imaginamos, nos engañamos” (p. 10). Además, “los humanos somos, por encima de todo, no-
velistas, autores de una única novela cuya escritura nos lleva toda la existencia y en la que nos
reservamos el papel protagonista” (p. 11). La imagen del caos se elabora en diferentes motivos,
dimensiones y contextos en La loca de la casa: en el sentido de que el tiempo todo lo tritura,
todo lo deforma y todo lo borra” (p. 162) y en el sentido de que “el narrador intenta atisbar
el dibujo final del laberinto y ordenar el caos [...]. [E]n realidad, la vida es incomprensible,
absurda y ciega” (p. 219). La materia prima, las memorias, ya son ellas mismas un “informe
barullo del tiempo” (p. 9). Obviamente, el caos también se refleja en la estructura llamativa-
mente fragmentada, desordenada y con carácter asociativo de la narración misma.
3. Análisis de los textos literarios 233
la razón posee una naturaleza pulcra y hacendosa y siempre se esfuerza por llenar
de causas y efectos todos los misterios con los que se topa, al contrario de la
imaginación (la loca de la casa, como la llamaba Santa Teresa de Jesús) que es
pura desmesura y deslumbrante caos15. [...] Ser novelista es convivir felizmente
con la loca de arriba. (pp. 27-28)
15
Este caos fértil tiene dos equivalencias en el repertorio argumentativo de La loca de
la casa. Primero está el caos con respecto a la originalidad de una idea literaria, o, con otras
palabras, el concepto de intertextualidad según Julia Kristeva: “la cultura es un palimpsesto y
todos escribimos sobre lo que otros ya han escrito” (p. 18). Segundo, está el caos de posibles
vidas que “vive” el escritor al crear sus personajes e historias: “los narradores somos seres más
disociados o tal vez más conscientes de la disociación que los demás. Esto es, sabemos que den-
tro de nosotros somos muchos. [...] La novela es la autorización de la esquizofrenia” (pp. 28-29).
Además, el motivo del caos está vinculado con la temática del (vano) ordenamiento de los
recuerdos, como lo demuestran las metáforas que evocan un caos difícilmente dominable: “el
informe barullo del tiempo”, las “desgastadas pizcas del pasado”, el magma amorfo y movedi-
zo del tiempo sin tiempo (todos p.11).
234 “Soy simultáneo”
que, de repente se apoderó del título del libro. La génesis del título de una obra
es un proceso de lo más enigmático. Si todo marcha bien, el título aparece un
día a medio camino del desarrollo del texto; se manifiesta de golpe dentro de tu
cabeza, deslumbrante, como la lengua de fuego del Espíritu Santo. [...] Yo me
enteré de que estaba escribiendo sobre la imaginación cuando cayó sobre mí la
frase de Santa Teresa. (p. 235)
como también observa Richter (2012: 33): “These variations put into the
practice —that is, they perform— the creative possibilities of the ‘what if ’
theory previously outlined”. Se trata de la realización literaria de la idea de
que “la realidad interior se te multiplica y desenfrena en cuanto que te apoyas
en un ‘y si’”. Es “José Peixoto, un joven narrador portugués” quien ha “bau-
tizado estos imaginarios conatos de existencia como los ‘y si’” (p. 20). En el
último capítulo se retoma este motivo del ‘y si’ (pp. 264ss.) y es cuando más
claramente se autoexplica este juego con la materia prima; las observaciones
generales se pueden atribuir también como mises en abyme de la poética a la
novela que leemos:
3.1.1. Martina
Ella tiene tres hijos [...], yo no tengo ninguno; ella lleva veinte años con el
mismo hombre felizmente [...], mientras que yo he tenido no sé cuántas parejas
[...]. Ella es de una eficiencia colosal, trabaja competentemente como gerente
de una empresa informática, atiende a sus hijos, lleva su casa como un general
de intendencia llevaría una ofensiva, cocina como un chef galardonado por la
guía Michelín, resuelve todos los problemas burocráticos y legales con facilidad
inhumana y siempre está tranquila y relajada, como si le sobraran horas a su día;
yo, en cambio, no sé cocinar, tengo mi despacho convertido en una leonera,
ordenar un armario me parece un reto insuperable, [...], corro agitadísima por
mi casa y por la vida como si me hubieran robado un día del calendario y creo
que lo único que sé hacer es escribir. [...] [M]i hogar es el interior de mi cabeza.
Martina, en fin, es una hacedora, y yo soy solo palabras. (pp. 100-101)
No será casualidad que las metáforas en las dos últimas frases citadas
formen otras mises en abyme de la poética (autoficcional) en el sentido de que
el yo narrando sabe que es un ente ficticio y que solo consiste en las palabras
imaginadas dentro de la cabeza de la autora implícita, lo cual implica la esci-
sión paradójica típica para la escritura de una autoficción: el autor implícito
se inventa otro yo narrando ficticio y camufla por parte la diferencia entre
su yo factual y su yo novelístico mediante el uso de técnicas narrativas que se
acercan a lo ensayístico, como en el caso de La loca de la casa.
La caracterización de Martina sirve también para una autodescripción
que resulta humorística y algo exagerada, antivanidosa y desmitificadora,
una postura que predomina en toda la novela y que forma una amalgama
constante con temas muy serios, como el comentario de las condiciones bio-
gráficas asombrosas de la escritura de La lengua del Tercer Reich por Victor
Klemperer en 1947 en el undécimo capítulo.
Narra también que Martina desapareció misteriosamente cuando estaba
jugando con la narradora un “anochecer de agosto [...] en el bulevar de Reina
Victoria” (p. 104), cuando las dos tenían ocho años y a pesar de que su padre
estaba al lado, “sentado en una mesa del chiringuito a tomarse una cerveza y
leer el periódico” (ibid.). A la hora de cenar ni el padre ni Rosa sabían dónde
estaba Martina; ambos pensaban que el otro lo sabía. Martina estuvo desapa-
recida durante tres traumáticos días que tuvo que pasar Rosa en casa de sus
abuelos. Al final, la llevaron de regreso a su casa; Martina había reaparecido.
Incomprensiblemente, nadie de la familia, ni siquiera la misma Martina le
238 “Soy simultáneo”
El amor pasión es un invento. [...] [E]l amor es algo que llevas dentro y que es
una capacidad de engaño, un espejismo que te creas, una especie de broma, un
estado alucinatorio que tú creas y que además lanzas [...] encima del primero
o la primera que te cae. Pasa alguien cerca de ti y tú, que tienes esa capacidad
y necesidad de amor, te inventas el amor hacia esa persona y te inventas a esa
persona. (Montero, Escudero y González 2000: 216)
16
Según la modelización de Orth (2013: 197ss.) se trataría aquí de un caso de realidades
plurales y equivalentes. En un punto específico de la realidad narrada, esta se escinde en varias
tramas equivalentes pero que se excluyen entre ellas, sin que ninguna versión diegética se
presente como más plausible o vigente. Lola rennt, la película alemana de Tykwer (1998), es
un ejemplo fílmico para este procedimiento (cfr. ibid. 203-206).
3. Análisis de los textos literarios 241
Sucedió hace mucho tiempo, demasiado, poco antes de la muerte del dictador.
Yo tenía veintitrés años y colaboraba desde Madrid en la revista Fotogramas. Mi
guardarropa estaba compuesto por dos pares de pantalones vaqueros, una falda
zarrapastrosa de flores, unas botas camperas algo mugrientas, cuatro o cinco
camisas indias trasparentes y un zurrón de flecos. Quiero decir que era más bien
hippy, todo lo hippy que se podía ser en 1974 en la España de Franco. (p. 238)
rápido y elíptico que condensa chistes con anécdotas breves, ejemplos y ar-
gumentos dicaces en un timing divertido. Además, las tres o cuatro narra-
ciones ‘autobiográficas’ que he mencionado, no solo son cronológicas, sino
que también están proveídas con datos temporales concretos, con lo cual
es posible reconstruir el presente narrativo y el tiempo narrado con relati-
va exactitud17. El resto de las anécdotas en la novela carece de este tipo de
datos y concretizaciones. Opino que la fuerza ilusionista de estas historias
destacables consiste en este conjunto de rasgos, pues resultan más fácilmente
recordables en su transcurrir y su causalidad y temporalidad y salen así del
tejido más denso de reflexiones complejas en su alrededor.
Concluyendo, queda claro que Rosa Montero con La loca de la casa no
arma una trampa autobiográfica divertida, es decir, no miente porque señala
constantemente que se trata de una construcción lúdica de vidas posibles.
La intención de sentido no consiste en hacerse pasar por otra (ni por tres
otras) y engañar al lector, ni siquiera en presentar hechos indecidibles, sino
en celebrar a través de un personaje autoficcional los efectos mágicos de la
imaginación en el sentido de que “la vida imaginaria también es vida” —y
¿para qué decidirse por una versión de la trepidante historia de amor si las
tres son asombrosas?—.
Si se toman en cuenta los innumerables recursos de metaficción explícita
e implícita, muy a menudo en forma de mises en abyme de la poética, La
loca de la casa resulta ser una autoficción completamente autoexplicativa. Sin
embargo, y este es su lado asombroso, ostenta a través de la escenificación
seriada y paradójica de una anécdota verosímil la fuerza sugestiva y creadora
de una voz narrativa, sea ficcional o factual. La loca de la casa, que lleva la
metáfora de la imaginación en su título, conjura la creatividad literaria a
través de una poética autoficcional muy peculiar, como dice la narradora
con una indirecta contra la autobiografía sincera: “Puede que uno no tenga
cabeza suficiente para ser al mismo tiempo memorioso y fantasioso. La loca
de la casa, inquilina hacendosa, limpia los salones de recuerdos para estar
más ancha” (p. 226).
17
Se menciona por ejemplo en la tercera versión de la historia que el primer encuentro
con M. tuvo lugar una noche en julio de 1974 (p. 239).
3. Análisis de los textos literarios 243
Cercas, que había estado escuchando con mal reprimida impaciencia, aprovechó
el silencio [...] y, echando mano de la separata del artículo sobre Baroja que le
había regalado a Ignacio y que este había dejado sobre la mesa, entre las bebidas
y los ceniceros, puso punto final a la excursión cinéfila de Ignacio llamando su
atención sobre algún pormenor del escrito. (1997: 177)
18
La paginación de las citas se refiere a la tercera edición en la colección Andanzas,
Tusquets (Barcelona). En adelante, el título se abrevia por La velocidad.
19
Le precede otra narración (también self-begetting) más breve, El móvil (Cercas [1987]
2003), sobre las influencias entre realidad y literatura, en la que Álvaro, un escritor extrema-
damente ambicioso, comienza a manipular a las personas de su alrededor para aprovecharse
de sus dificultades para su novela, hasta que provoca un crimen. En El inquilino, una novela
fantástica en su doble sentido, el personaje principal es de origen italiano y se llama Mario
Rota, pero comparte el rasgo biográfico con el autor de haber trabajado dos años en la uni-
versidad de Urbana, a finales de los años ochenta. Se cuenta un episodio de este tiempo, el
narrador es heterodiegético. Sería difícil clasificar esta obra de autoficción, pues la identidad
entre el protagonista y el autor explícitamente no existe, al máximo comparten la experiencia
de haber trabajado en el mismo lugar durante el mismo tiempo.
244 “Soy simultáneo”
20
Esta etiqueta la adopta Lluch Prats de Masoliver Ródenas (2001), a pesar de que se lo
adscribe erróneamente a Jordi Gracia* (la nota bibliográfica en Lluch Prats es correcta con la
excepción del nombre y apellido del autor).
21
Este tipo de obras “suele [...] desarrollarse en múltiples planos narrativos, temporales y
espaciales que apuntan en una multitud de direcciones. Es más, el vehículo de transmisión de
la ‘historia’ es la memoria de uno o más personajes” (Dolgin Casado 2010: 91).
3. Análisis de los textos literarios 245
22
“Metafictivo” se debe entenderse como sinónimo a metaficcional, el término usado en
el estudio presente.
246 “Soy simultáneo”
23
Cfr. la interpretación distinta de Luengo (2004: 270), según la cual “[l]a única inten-
ción [de Soldados de Salamina y de La Hija del Caníbal (de Rosa Montero, 1997), V. T.] es
la construcción de una historia amena y de unos héroes puros que puedan servir como mo-
numento conmemorativo, para ensalzar a determinados combatientes sin ninguna relectura
política crítica”.
24
Este personaje también aparece en El vientre de la ballena (1997).
3. Análisis de los textos literarios 247
[...] supondría una nueva forma de enfrentarse con la realidad y con la historia,
a partir del reconocimiento y la conciencia de que el discurso narrativo y el
discurso histórico serían igualmente incapaces de plasmar absolutamente la
realidad histórica, porque ambos, discursos humanos al fin y al cabo, pertenecen
al plano de la ficción.
25
Piérola introduce este término para categorizar Soldados de Salamina (2001) de Cercas
y Estrella distante de Roberto Bolaño (1996). Propone con buenos argumentos una alternativa
a nociones como ficción posmodernista o ficción posmoderna (cfr. Piérola 2007: 244), por ser
poco significativas. Cfr. también la ficción explícita, denominada así por Garrido Domínguez
(2011: 195).
3. Análisis de los textos literarios 249
relato de) los hechos supuestamente dados sino la investigación que ha llevado a
constituirlos para revelar las contradicciones de los documentos, las disonancias
de los testimonios, los intereses sentimentales o políticos que moldean la
memoria, la porosidad de los límites entre lo real y lo inventado.
El concepto del relato real comprende, según las palabras de Cercas, esto
mismo: “un relato real es el que surge de una conciencia lo más acusada po-
sible de sus limitaciones”, y,
un relato real sería una especie de crónica o reportaje escrito por alguien que,
pese a perseguir encarnizadamente la verdad de los hechos, posee la suficiente
conciencia de su oficio como para conocer las limitaciones de su instrumental,
que carece de las potencialidades de la ciencia, y la suficiente humildad —o el
suficiente ímpetu o entusiasmo—. Como para seguir trabajando a partir de ello,
pero sobre todo a pesar de ello. (ambas citas en Cercas 2005: 92)
Si lo sabes de antemano, malo: solo vas a decir lo que ya sabes, que es lo que
sabemos todos. En cambio, si aún no sabes lo que quieres decir pero estás tan
loco o tan desesperado o tienes el coraje suficiente para seguir escribiendo, a lo
mejor acabas diciendo algo que ni siquiera tú sabías que sabías y que solo tú
puedes llegar a saber, y eso a lo mejor tiene algún interés. [...] [Q]uien siempre
sabe adónde va nunca llega a ninguna parte, y que solo se sabe lo que se quiere
decir cuando ya se ha dicho. (p. 61)
26
El narrador discute con sus colegas, por ejemplo, sobre su novela El inquilino (p. 233).
27
Esta frase está contextualmente vinculada con otra idea, que circunscribe la expresión
lingüística como condición de la realidad, mientras que la narración de la realidad percibida
es equivalente a inventarla; narrar es ficcionalizar; la realidad es inmune a su formulación
252 “Soy simultáneo”
Los dos amigos desarrollan algo que puede entenderse como el programa
poetológico y autoficcional tanto de la novela que comenzó el narrador joven
como aquel de La velocidad acabada. Por su significado central es necesario
reproducir el pasaje entero:
lingüística, que necesariamente es ulterior: “basta que uno nombre el presente para que este
automáticamente se convierta en pasado, del mismo modo que nadie puede decir que es feliz
sin dejar automáticamente de serlo, pues la primera condición de la felicidad es la ausencia de
conciencia de la felicidad” (Cercas 1997: 203) .“[E]l presente solo existe en la medida en que
alguien lo percibe; es decir: en la medida en que alguien lo inventa. [...] La realidad existe por-
que alguien la cuenta. Inventamos constantemente el presente; más aún el pasado. Recordar
es inventar [...], todos sabemos que solo se escarba en el pasado con la secreta intención de
cambiarlo” (ibid. 203-204).
3. Análisis de los textos literarios 253
El artista es el que vuelve visible lo que ya es visible y todo el mundo mira y nadie
puede o nadie sabe o nadie quiere ver. Más bien nadie quiere ver [...] porque
quien lo ve se destruye o se vuelve loco. [...] [L]a gente normal padece o disfruta
la realidad, pero no puede hacer nada con ella, mientras que el escritor sí puede,
porque su oficio consiste en convertir la realidad en sentido, aunque ese sentido
sea ilusorio; es decir, puede convertirla en belleza, y esa belleza o ese sentido son
su escudo. (p. 69)
el cuello [al conejo, V. T.], lo desolló, le arrancó de cuajo las vísceras y se las
arrojó a los soldados” (p.100). En otro momento se narra la humillación de
una camarera vietnamita por un “suboficial” estadounidense (pp. 105-106),
el arrojamiento de tres guerrilleros del Vietcong por orden del general Vinh
(pp. 115-116), y luego cómo los guerrilleros “cogieron a sus dos hijas [del
jefe de una aldea cercana, V. T.], de seis y ocho años, las violaron, las tortu-
raron, les cortaron el cuello y arrojaron sus cadáveres mutilados al pozo que
abastecía al pueblo de agua potable, para contaminarla” (p. 116). Durante
más de cincuenta páginas se extiende la renarración de la vorágine de una
guerra “distinta [...] de todas las demás guerras: [El padre de Rodney] enten-
dió o imaginó que en aquella había una falta absoluta de orden o sentido o
estructura” (p. 111). En las palabras de Rodney,
28
“Por lo que se cuentan todas las historias. Porque me obsesionaba. Porque no la enten-
día. Porque me sentía responsable de ella. [...] A lo mejor uno no es solo responsable de lo que
hace, sino también de lo que ve o lee o escucha” (p. 175). Rodney blasfema contra la “jodida
presunción de los escritores” (p. 174).
29
Conocemos el compromiso de Javier Cercas con una doble noción de veracidad. En el
prólogo a La verdad de Agamenón interpreta el “chiste filosófico con el que Antonio Machado
abre Juan de Mairena [...]: ‘La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Agamenón:
—Conforme. El porquero: —No me convence’” (Cercas 2006: 21). Según Cercas, se trata o de
“una vindicación de la verdad literaria, porque la verdad de la literatura es siempre una verdad
insumisa con la verdad impuesta por los amos de la palabra, por quienes poseen el poder; la
260 “Soy simultáneo”
segunda narración del incidente de My Khe en una sola frase por un poco
más que una página. Interesantemente, no se transmite el discurso de Rod-
ney, sino que el narrador, ahora obviamente heterodiegético con respecto
a esta historia, narra cómo Rodney lo había vivido todo, con una focaliza-
ción, auricularización y ocularización30 internas31. A la luz de las reflexiones
literarias precedidas, esta narración es doblemente inverosímil: tratándose
de hechos históricos, la narración del mismo testigo tendría más inmedia-
tez. La formulación (escenificada) por el narrador somete los ‘hechos’ a un
segundo proceso de reconstrucción narrativa. Por el otro lado, habría sido
inverosímil, si el narrador se hubiese acordado literalmente de las palabras de
Rodney durante un pasaje tan extenso: una transmisión del discurso del per-
sonaje más ‘fiel’ (dentro de la ficción), es decir, más exactitud ‘documentaria’
habría sido menos creíble. El aspecto clave, aquí, consiste en narrar cómo
un colega-amigo en su momento entendió o pudo renarrar la experiencia
de Rodney, en este determinado momento de su vida y en el conjunto de
sus otras preocupaciones y experiencias apabullantes. A continuación, narra
sus sentimientos confusos y odiosos, y de sus arrepentimientos “de saber la
verdad y de haber[se] empeñado en averiguarla” y se sentía aplastado por
semejante “tamaño de ignominia” (ambas, p. 187). A lo largo del texto, el
segunda interpretación contiene una vindicación de la verdad de los hechos, de la verdad histó-
rica, de la verdad científica. No digo que la primera interpretación sea la correcta (tal vez lo sea
la segunda; tal vez lo sean las dos, o las dos sumadas a una tercera o una cuarta); digo que este
libro quiere atenerse a ella” (ibid. 22).
30
Para esta diferenciación, cfr. Schlickers (1997 y 2009).
31
Reproduzco la última parte: “cuando Rodney se dirigía hacia el lugar donde imaginaba
que se había entablado el combate oyó a su espalda un rumor multitudinario de fuga o acecho
y se volvió y dio un grito de furia y de espanto y empezó a disparar, y luego siguió gritando y
disparando sin saber por qué gritaba ni hacia dónde ni a quién disparaba, disparando, dispa-
rando, disparando, y también gritando, y cuando dejó de hacerlo lo único que vio frente a él
fue un amasijo ininteligible de ropa y pelo empapados de sangre y manos y pies minúsculos y
desmembrados y ojos sin vida o todavía suplicantes, vio una cosa múltiple, húmeda y escurri-
diza que rápidamente huía de su comprensión, vio todo el horror del mundo concentrado en
unos pocos metros de muerte, pero no pudo soportar esta visión refulgente y a partir de aquel
momento su conciencia abdicó, y de lo que vino luego solo guardaba un vaguísimo recuerdo
onírico de incendios y animales destripados y ancianos llorando y cadáveres de mujeres y
niños con las bocas abiertas como vísceras al aire“ (p. 181).
3. Análisis de los textos literarios 261
32
Reproduzco la parte siguiente de la cita por el cambio importante de perspectiva y la
añadidura de otros detalles, que completan la imagen esbozada por la información anterior:
“El escuadrón, conocido como la Tiger Force, era una unidad compuesta por cuarenta y cinco
voluntarios que actuaban coordinados con otras unidades, pero que funcionaban con una
gran autonomía y sin apenas supervisión [...]; el catálogo de espantos que documentaba el
reportaje carecía de límites: los soldados de la Tiger Force asesinaron, mutilaron, torturaron
y violaron a cientos de personas entre enero y julio de 1969, y adquirieron celebridad entre
la aterrorizada población de la zona por llevar colgados al cuello, como collares de guerra que
conmemoraban brutalmente a sus víctimas, ristras de orejas humanas unidas por cordones de
262 “Soy simultáneo”
zapatos. Al final del reportaje la voz en off mencionaba el informe del Pentágono al que en
1974 la Casa Blanca dio carpetazo con la excusa de no reabrir las llagas del conflicto recién
concluido” (p. 282).
33
El narrador insinúa que ya durante sus conversaciones con Rodney tenía la impresión
de que estas contenían “una suerte de manual de instrucciones sobre cómo escribirlo, igual
que si Rodney hubiera estado adiestrándome, en forma subrepticia y desde que nos conoci-
mos, para que algún día contara su historia” (p. 189). Se insinúa que Rodney comparte la
propiedad intelectual del texto final: es una parte del juego que presenta a un narrador con
cierta modestia, autonomía, astucia, sinceridad y virtuosidad a la vez.
3. Análisis de los textos literarios 263
paliativos, una humillación para siempre. [...] [E]s imposible sobrevivir con
dignidad al éxito” (p. 67).
Hay que volver a subrayar que en la trama de La velocidad reina la apa-
rente casualidad, la incoherencia, la falta de un plan mayor, lo experimental.
Al lado de la temática de la guerra, el tema extensivo del éxito —o fracaso—
personal parece como una enorme petulancia literaria, ya casi como una bro-
ma bastante fuera de lugar. No obstante, la aparente irreverencia surte mayor
efecto que cualquier tratamiento serio y exclusivo de la guerra.
El narrador cuenta las ambigüedades del éxito descomunal de su novela
“que giraba en torno a un episodio minúsculo ocurrido en la guerra civil espa-
ñola” (p. 153), fácilmente reconocible como Soldados. Por un lado, coquetea
con la notoriedad de este aspecto —“omito los pormenores de la historia,
porque son públicos y más de uno los recordará todavía” (p. 190)—, refirién-
dose al eco mediático de la novela y su enorme éxito de venta. El impacto de
este éxito en la vida del personaje-escritor era tal que “giraba sin control en
el vórtice de un ciclón demente. Yo intuía que aquella era una vida perfecta-
mente irreal, una farsa de dimensiones descomunales” (p. 191) —he aquí otra
mise en abyme que apunta, si se quiere, a la existencia fingida del personaje-
narrador. Por el otro lado, sigue un autodesnudamiento escandaloso, en el
que se describe como alcohólico, adúltero, vanidoso, superficial, irrespetuoso
y malísimo amigo y, para colmo, medio culpable de que su mujer y su hijo
regresaron de una fiesta de noche solos y murieron en un accidente mientras
él engañó a su mujer con otra (p. 205). No solo cuenta con aire de pícaro que
34
Cfr. nuevamente la primera frase del libro: “Ahora llevo una vida falsa, una vida apócri-
fa y clandestina e invisible” (p. 15).
35
Cuenta haber mentido como si la narración fuera una rectificación pragmática de sus
errores (p. 221).
36
Por ejemplo, narra cómo prefiere no narrar lo que sintió al mirar una foto de Rodney
con su familia: “no trataré de describir lo que pensaba: hacerlo sería desvirtuar lo que sentí
mientras pensaba” (p. 217).
37
“A lo mejor no hace falta entender del todo una historia para poder contarla” (p. 286).
“Esta historia que no entiendo ni entenderé nunca” y que “solo puede entenderse si la cuenta
alguien que, como yo, nunca acabará de entenderla” (p. 293).
3. Análisis de los textos literarios 265
muy clara: “mirar la realidad sin destruirme o sin que cayera sobre mí como
una casa ardiendo, lo único que podía dotarla de un sentido o de una ilusión
de sentido” (p. 302).
En La velocidad, Cercas alcanza una gran verosimilitud mental y emocio-
nal que apunta a la complejidad inabarcable de la vida. En nuestra mente po-
lifónica soportamos constantemente una acumulación de disonancias: asun-
tos banales, vergonzosos, errores grandes y pequeños, horrores existenciales,
indignación, pérdidas, amor, sin que ninguna de estas preocupaciones pierda
valor por estar mezclada con las otras (comparable, por ejemplo, con la fili-
grana de Johann Sebastian Bach). Cercas ha presentado una instantánea jun-
tando algunas historias de una vida y formando así una disonancia poderosa,
un acorde en el que cada nota tiene su función y su peso (si pensamos, otra
vez, en un calderón en Bach): el sonido de tensión solo anhela su disolución
en otras armonías. Pero nunca nos equivocamos, siempre sabemos cuál es la
nota clave y cuál solo ornamento; lo mismo con Cercas: sus bromas literarias,
sus perlas metaficcionales, su autoironía o irreverencia temática solo refuer-
zan la seriedad y el peso del bajo continuo de sus acusaciones contra nuestra
“fabulosa capacidad de hacer daño” (Cercas 2006: 273).
En un nuevo giro, el narrador se explica como escritor del libro que esta-
mos leyendo: vuelto a Barcelona, en un “apartamento pequeño y con mucha
luz situado en la calle Floridablanca [...] me puse a escribir este libro” (p.
290). Antes no se había referido a su discurso como texto escrito, sino que
la escenificación pragmática de su discurso era indeterminada. Ahora, en la
penúltima página ‘logra’ por fin formular su sentido diciendo que terminar
este libro
era también la única forma de que, aunque fuera encerrados en estas páginas,
Gabriel y Paula permaneciesen de algún modo vivos, y de que yo dejase de ser
quien había sido hasta entonces, quien fui con Rodney —mi semejante, mi
hermano— para convertirme en otro, para ser de alguna manera y en parte y
para siempre Rodney. (p. 303)
Le expliqué [a Marcos Luna] que iba a publicar el libro con un nombre distinto
del mío, con un seudónimo. Le expliqué que antes de publicarlo lo reescribiría
por completo. Cambiaré los nombres, los lugares, las fechas, le expliqué. Mentiré
en todo, le expliqué, pero solo para mejor decir la verdad. Le expliqué: será una
novela apócrifa, como mi vida clandestina e invisible, una novela falsa pero más
verdadera que si fuera de verdad [...].
—¿Y cómo acaba? —preguntó [Marcos].
Abarqué de una mirada el bar casi vacío y, sintiéndome casi feliz, contesté:
—Acaba así. ([Fin del texto] p. 304)
Aparte de la silepsis final (el final del tiempo de la narración y del tiempo
narrado coinciden con el fin de la escritura o planificación del texto mismo),
el personaje, que antes había sido dibujado como doble ficticio del autor
real, insinúa que posiblemente este nombre del autor real en la portada de
la novela es apócrifo38 y que ni esta persona, ni sus libros publicados o datos
Viene de latín apocry̆ phus, y este del griego ἀπόκρυφος, oculto, y, entre otros, es sinó-
38
39
Cfr. el mismo recurso paratextual en Soldados.
268 “Soy simultáneo”
40
Quien verifique esta dirección, verá en seguida que el dominio de la Universidad de
Granada es “ugr.es”.
3. Análisis de los textos literarios 269
En monólogos muy largos, se lee ahora el discurso directo del Cercas ase-
sino. El papel del interlocutor-narrador solo parece ser el de darle vida a una
discusión sobre la credulidad del otro y que aviva solo con unos comentarios
secos, posiblemente irónicos, posiblemente serios y empáticos, pero segura-
mente muy cómicos:
[Cercas]: ¿ha follado alguna vez con una mujer casada y madre de familia a la
que no ha visto nunca, que ni en sueños pensaría en serle infiel a su marido, y
que al serle infiel ni siquiera sabe que lo está siendo? Claro que no. Bueno, pues
le aseguro que es la cosa más excitante que existe.
—Le creo.
—No, no me cree. Pero me da igual... Me da igual que no crea eso; el resto lo
cree, ¿verdad?
—Claro. (p. 284)
Entiendo que tengo que ser castigado: he matado a un hombre y tengo que ser
castigado. No pido perdón. Lo único que pido es que no me tomen por loco, que
270 “Soy simultáneo”
me crean, que usted por lo menos me crea, que crea que todo lo que he contado
es la verdad, la pura verdad, solo le pido eso. Usted me cree, ¿no?
—Claro. (p. 294)
41
Para citar he utilizado la edición de Punto de lectura (Madrid) de 1996, a la que se
refieren las páginas indicadas.
42
Se trata de El desorden de tu nombre (1988), La soledad era esto (1990), Tonto, muerto,
bastardo e invisible (1995) y El orden alfabético (1998).
43
El aspecto de la obsesión en la literatura de Millás forma una constante en la crítica.
Knickerbocker (2003: 7) destaca los “neurotic obsessive-compulsive thought patterns” en los
campos de la caracterización de los personajes, los temas y el estilo, además del tema de la in-
certeza y la metaficción. En cuanto al último aspecto, Knickerbocker entiende la presentación
de personajes de autor (“author figures”) como metaficción (ibid. 9). No usa el concepto de
autoficción ni nada sinónimo.
3. Análisis de los textos literarios 271
Sinopsis de la novela:
44
Para evitar más confusión, utilizo el siguiente esquema para distinguir a los personajes:
el primer nombre es el que lleva el personaje al principio de la novela, el que está entre parén-
tesis es el que llevó de nacimiento y que llevará también al final de la novela: Juan (José), por
ejemplo, se presenta primero como Juan, pero luego se sabe que nació como José y esa es la
identidad que vuelve a adoptar al final.
272 “Soy simultáneo”
3.3.2. La focalización
45
Cfr. la siguiente descripción de la higiene corporal: “Cuando consideró que el nivel del
agua era suficiente, cerró el grifo, se desprendió del reloj, que colocó en el lavabo, y se introdu-
jo en la bañera” (p. 10). El cuarto de baño y la cama, también la presencia del televisor, sirven
como anclas de normalidad, rutina y seguridad para el protagonista.
46
Para evitar malentendidos por la antropomorfización del narrador: naturalmente se
trata de un diseño instalado por el autor (implícito), con la intención de que el narrador
3. Análisis de los textos literarios 275
narrado —al fin otro elemento que indica que la existencia y el mundo de
Juan (José) no son sino materia novelada—.
la certeza de estar siendo vigilado, como si todos sus movimientos, desde que esa
mañana hubiera salido de Barcelona, obedecieran a un diseño previo, a un plan
elaborado por otro, por otro que ahora mismo, desde algún lugar de la noche,
observaba con satisfacción sus movimientos para calcular el grado de desviación
de estos respecto al proyecto original. (p. 38)
Este párrafo se puede leer como una mise en abyme de la poética, pues
metafóricamente describe el destino de un personaje novelesco (consciente
de su condición como tal), o incluso el destino de un personaje autoficcional
que se desvía del camino de su modelo real, el llamado “otro” que lo creó.
Juan (José) no siempre siente horror en su paranoia; el día siguiente “la
certidumbre de esta mirada, depositada en su espalda, no fue el principio de
un desasosiego, sino el comienzo de una excitación en la que había algunas
porciones de felicidad [...]. ‘El juego ha empezado’ —se dijo bajando hacia
Cibeles” (pp. 44s.). Más tarde siente esta mirada “tan protectora como un
hogar propio” (p. 45).
Los elementos más importantes que contribuyen a la atmósfera irreal o
fantasmal son la forma en que Juan (José) percibe a la espiritista Beatriz y el
muñeco de cera. Desde el primer encuentro con Beatriz, una mujer elegante y
seductora, “con el pelo muy corto y una boca desmesurada, hecha para la risa,
donde residía el centro de gravedad de su belleza” (p. 73), Juan (José) le nota
un aire artificial, no-humana: la risa “parecía un mecanismo que se ponía en
3. Análisis de los textos literarios 277
marcha como accionado por un relé que estaba en otra parte, regulado por al-
guien que no tenía en cuenta la escena en la que intermitentemente sus labios
producían este movimiento liberador que ponía al descubierto sus encías”
(p. 74). Asimismo, notaba en los movimientos de sus manos un “artificio”
(p. 75) similar a los movimientos de una muñeca —lo cual es una paradoja,
pues las muñecas no suelen moverse al no ser marionetas o llevar pilas—. De
hecho, termina aplicando esta imagen a Laura y a sí mismo “al considerar que
él mismo era un autómata manejado desde la oscuridad o la distancia por su
hermano” (p. 75).
En general, abundan aparentes incongruencias en el comportamiento de
Juan (José) y en sus pensamientos. Retrospectivamente, está claro que con-
tienen insinuaciones al giro identitario y ‘auctorial’ que se narrará más tarde.
Por ejemplo, la extraña familiaridad con la casa de su cuñada Laura (se sirve
un whisky sin ser invitado a ello) es sorprendente. Además, la actitud de Juan
ante la desaparición de su hermano permanece enigmática. Se narran sus
preocupaciones, el miedo a enfermarse, la sensación de sudar, la inquietud
sexual, el dolor emocional (inexplicable) antes de volver a ver a Laura, sen-
timientos de extrañeza, pero ningún recuerdo nítido, ningún pensamiento
claro sobre el antecedente aparentemente preocupante. Bajo el pretexto de
querer ayudar a Laura a buscar a José, se escapa de su casa y se pierde en un
presente dudoso. En este contexto, un “interrogatorio” de Juan (José) a Lau-
ra por la desaparición de su hermano José quince días atrás parece copiado
de un guion de una serie policial mediocre (“Recibió en los últimos tiempos
alguna carta o alguna llamada telefónica, no sé, algo que le hubiera inquie-
tado especialmente y que fuera un indicio sobre el que pudiéramos empezar
a trabajar?”) y resulta completamente ineficaz (“Y finalmente, —qué vas a
hacer?— preguntó Laura en el pasillo [...].—No sé— respondió Juan”).
Al regresar al hotel después de la medianoche, le había llegado una carta
“que ya sabía de quién era” (p. 38) y que resulta provenir de su hermano
gemelo desaparecido. Esta, escrita en su “propia letra, que era la letra de su
hermano” (ibid.), sorprende con la información de que está enterado de de-
talles íntimos de Juan y que lo está controlando:
Te doy también el número de teléfono de una casa de contactos mucho mejor que
la que has usado esta tarde. [...] A ti y a mí siempre nos han gustado las mujeres
278 “Soy simultáneo”
maduras, de manera que no sé por qué esta nueva costumbre de concertar citas
con estudiantes insípidas, carentes de historia y de habilidad para el amor. No
regreses aún a Barcelona. Algo se ha puesto en marcha y debes hacerle frente
porque guarda relación con tu destino. (p. 39)
49
Como el mismo narrador extradiegético los narra, o ‘resume’, no se abre otro nivel
comunicativo.
50
Sobre la equivalencia entre el narrador literario y la ‘cámara’ fílmica como instancia
narrativa cfr. Kuhn (2011), Schlickers (1997 y 2009a) y Verstraten (2009).
280 “Soy simultáneo”
o más bien del destino en el que parecían atrapados su hermano y él” (p. 47).
Esta insinuación horrenda, nuevamente, apunta a un vacío diegético, a algo
todavía no contado, al pasado y/o al futuro inmediato de Juan. La sensación
de estar perseguido se agudiza cuando “se oyeron unos pasos que parecían
carecer de dueño, ya que el ruido no venía acompañado de un volumen, de
un cuerpo” (p. 47). No se aclara el origen de estos pasos, ya que el narrador
no abandona la focalización interna, no añade ninguna explicación lógica
o natural a la aparente paranoia de Juan (José), ni contradice la sensación
sobrenatural que producen los pasos, diciendo por ejemplo que “volvió a
escuchar los pasos desprovistos de cuerpo, ausentes de materia, que unos mo-
mentos antes se habían instalado en su conciencia” (p. 48). Llama la atención
que estas enunciaciones no siguen claramente una auricularización interna,
sino que expresan una mezcla entre lo supuestamente percibido por el per-
sonaje y de una visión general-afirmativa de esta percepción por el narrador,
pues no está claro si solo a Juan (José) los pasos “parecían carecer de dueño”
o si él estaba consciente de que “unos momentos antes se habían instalado
en su conciencia”, o si el narrador sabe que los pasos eran ”desprovistos de
cuerpo y ausentes de materia”. Este tipo de formulaciones enigmatizan el
estatus de los hechos inexplicables a lo largo de todo el texto: ¿nacen solo de
la imaginación o de los sentidos perturbados de Juan (José)? Él, por su lado,
rompe con todas las expectativas al no querer verificar nada: “vio deslizarse
una sombra en dirección a los lavabos. Avanzó unos pasos y pudo ver cómo
se cerraba sin ruido la puerta de esa dependencia. [...] [P]ensó que si llegara
a encontrarse con su hermano en el interior de aquel espacio dedicado a la
desesperación, no tendría más remedio que matarle” (p. 50)51. Le acosa una
fantasía semejante con respecto a Beatriz: piensa en un cuento de terror en el
cual “una mujer que resultaba ser una muñeca mecánica, un invento, que al
arrojarse por una ventana, o por una torre, se desmembraba sin sangrar, sin
modificar la sonrisa helada de su rostro” (p. 76)52.
51
La ambigüedad afectiva hacia su hermano es otra constante en el texto: “Dos volunta-
des semejantes, idénticas, como sus rostros, como sus cuerpos, deambulaban por el mundo
buscándose, huyéndose, queriendo ser dos, pero condenados a ser uno” (p. 20).
52
Se ve claramente la estructura especular que, otra vez, comprende niveles y elementos
diversos de la historia: las percepciones de artificialidad en Beatriz, el paralelo con el muñeco
de cera, el movimiento de la ruptura, etc.
3. Análisis de los textos literarios 281
53
Con excepción de las cartas que Juan (José) escribe a su mujer Julia (sin enviárselas) y de
las misteriosas cartas de José (Juan) ‘omnisciente’ que se citan en el texto y que están escritas
en primera persona. En estas cartas escasas y no demasiado largas, los respectivos remitentes
se vuelven narradores intradiegéticos.
282 “Soy simultáneo”
54
Este es el primer nombre que se menciona en la novela.
55
Esta mise en abyme aporística es comparable con la segunda parte del Don Quijote.
3. Análisis de los textos literarios 283
[A] Juan le pareció que se trataba del documento que definitivamente lo arrojaba
al otro lado, donde sería José para todos, incluso frente a sí mismo. Así pues, José
cerró el grifo del agua fría, arrojó la carta de su hermano al váter y regresó a la
habitación asustado, aunque con cierto aire de triunfo. (p. 206)
56
Este ‘desinterés’ narrativo en lo físico de Juan (José) contrasta con la narración de la
obsesión de Juan (José) por los cuerpos femeninos, con sus incontrolables deseos sexuales y
con la omnipresente atmósfera “impregnad[a] de un raro carácter sexual” (p. 10).
57
Esta frase se lee en el antepenúltimo capítulo o 14 páginas antes del final del texto.
284 “Soy simultáneo”
ser el nombre real de una persona real, que “confabuló” toda aquella historia
acerca de dos gemelos, llamados Juan y José.
Tendría que empezar a pensar en su próxima novela, Volver a casa. Sacó un papel
de la cartera, pidió un bolígrafo al camarero y apuntó: ‘CAPÍTULO UNO:
Un sujeto se halla en la habitación de un hotel, en Madrid. Acaba de llegar
de Barcelona para resolver un asunto familiar. Describir la habitación, etc. El
televisor, muy importante’. (p. 187)
58
La referencia intertextual a la Niebla unamuniana salta a la vista, pues el discurso de
José (Juan) citado se parece mucho al del “posprólogo” de “M. de U.”, a pesar de que en
Niebla está hablando el “autor”, ontológicamente superordinado al personaje Víctor Goti,
mientras que en Volver a casa se trata de dos personajes que en principio comparten el mismo
nivel comunicativo.
286 “Soy simultáneo”
Las aguas volvían a su cauce; la realidad se ordenaba; él era, al fin, José. [...] [E]n
su cabeza bullía una novela y ahora, en este instante, una mujer espléndida, que
había sido el sueño de su juventud, le abría la puerta de su casa y le invitaba a
pasar con la voz quebrada de quien ha esperado mucho. ‘Todo va bien’, se dijo,
y besó a Laura en los labios. (p. 188)
chupándose el dedo [pulgar] y con los ojos cegados por el antifaz, tuvo deseos de
masturbarse y empezó a hacerlo con la mano derecha. Lo curioso es que en lugar
de acariciar un pene, sintió que acariciaba un enorme clítoris que salía entre los
pliegues de sus ingles. [...] [Y] en seguida sintió que poseía también dos pechos
grandes y firmes que requerían la atención de una caricia. [...] Tuvo un orgasmo
raro y prolongado, quizá una sucesión de orgasmos. [...] Antes de dormirse, tuvo
la fantasía de que el antifaz que le había dejado Beatriz era, en realidad, un objeto
mágico que servía para adquirir la identidad deseada. Bastaba ponérselo para
convertirse en este o en aquel y también en esta o en aquella. (p. 208)
59
Cfr. también la ironización de los sufrimientos psíquicos de Julio en El desorden de tu
nombre.
288 “Soy simultáneo”
60
El resumen que sigue es muy diferente al anterior (aunque contiene muchos elementos
de aquel) y proyecta una versión extrema de su obsesión de que su madre ha preferido siempre
a José: “Es la historia de un hombre que, sin darse cuenta, se convierte en su madre. Resulta
que esta madre odiaba al hijo que se convierte en ella y le hace mucho daño una vez que está
dentro de su cuerpo para favorecer a otro de sus hijos, que es su preferido. Pero las cosas les
salen mal a la madre y al hijo preferido, porque al otro se le aparece un hada que le da un
objeto mágico con el que puede convertirse en lo que quiera, huyendo así de este maleficio de
tener que ser su propia madre” p. 212).
61
Valdría la pena analizar esta formulación como alusión intertextual a la carta de Flaubert
a Louise Colet (16 janvier 1852), en el que reflexiona de la manera siguiente: “Ce qui me sem-
ble beau, ce que je voudrais faire, c’est un livre sur rien, un livre sans attache extérieure, qui se
tiendrait de lui-même par la force interne de son style, comme la terre sans être soutenue se
tient en l’air, un livre qui n’aurait presque pas de sujet ou du moins où le sujet serait presque
invisible, si cela se peut. Les œuvres les plus belles sont celles où il y a le moins de matière”
(Flaubert 1980: 31).
3. Análisis de los textos literarios 289
62
Esta yuxtaposición oximorónica se resuelve tal vez en la connotación de la metáfora
francesa para el orgasmo, “la petite morte”.
290 “Soy simultáneo”
“a la altura del cuello, un bulto raro, como si bajo su piel, enterrada, hubiera
una cadena. ‘El cordón de plata —pensó— no es mal final para mi primera
novela’” (p. 222).
En esta última frase se funden, como en un final twist, niveles y cabos
sueltos: primero, la narración del pensamiento del personaje es de carác-
ter metaléptico; según Lang (2006), se trata de una metalepsis vertical del
narrador cuando “la narración narra su propia narración” (p. 40). En este
caso, el personaje Juan (José) intradiegético se imagina o tiene consciencia
de ser (no es posible diferenciarlo en Volver a casa) un personaje que está
viviendo su vida novelada y, a la vez, siendo el mismo autor que la dirige
(el pronómino posesivo en “mi novela” posibilita ambas lecturas). De esta
manera, se trata además de una metalepsis vertical de los elementos o actantes
del mundo narrado cuando “el personaje narrado se revela como su propio
autor” (Lang 2006: 40).
Segundo, cuando Juan (José) se ‘convierte en el muñeco de cera’, se efec-
túa una transformación física imposible que está en un plano corporal y en
otro simbólico. Se trata de una (con)fusión de seres ontológicos, instancias
textuales, tiempos simbólicos (el pasado y “la muerte como novelista” de José
[Juan], cfr. p. 177) e identidades entre hermanos, total: un procedimiento
fantástico y alejado a la lógica, porque ni un ser humano se puede convertir
en un muñeco de cera (ni al revés), ni un ser humano muerto puede contar
desde su propia muerte.
Tercero, es otra vez la focalización (a veces cero, a veces interna) con un
efecto irritantemente ‘imparcial’ del narrador, que se calla prudentemente
cualquier ‘verdad objetiva’ cuando narra cómo el personaje siente “a la altura
del cuello, un bulto raro, como si bajo su piel, enterrada, hubiera una cade-
na” (p. 222), pues los sentimientos son difíciles de desmentir y todavía es
probable que el bulto en la piel sea pura imaginación del personaje —como
a lo mejor lo han sido los senos y el clítoris de mujer que sintió con el antifaz
puesto—.
Cuarto, para no olvidar el elemento espiritual, con llamar a la cadena
de oro su “cordón de plata” alude a su supuesto cuerpo astral, pues, como
explicó Beatriz en un programa radiofónico, “el cuerpo astral queda unido al
cuerpo físico por lo que los especialistas llaman ‘el cordón de plata’, cordón
que solo se quebraba cuando moría el cuerpo físico” (p. 207). Ante el hecho
3. Análisis de los textos literarios 291
En el presente capítulo analizo dos novelas del siglo xxi de ambos lados
del Atlántico, El juego del alfiler de Darío Jaramillo Agudelo (2002) y Vidas y
muertes mías de Carlos Feal (2010). Ambas novelas parecen llevar la escritura
63
Aparte, la cadena de oro y el cordón de plata fungen claramente como símbolos del
cordón umbilical que lo unió y desunió con su madre.
64
Cfr. el comentario de Laura sobre el escritor José (Juan): “le gusta hablar de cuestiones
cotidianas, reflexiones generales sobre la vida y cosas así. Raramente hace comentarios políti-
cos muy pegados a lo que está sucediendo” (p. 31).
292 “Soy simultáneo”
65
Apunta el narrador que “su contextura, su bigote, su diamante, su gruesa figura de paisa
próspero lo convertían en modelo ideal para un cuadro de Botero” (p. 119).
66
Estas son también los iniciales de Federico García Lorca.
294 “Soy simultáneo”
Para Taxímetro era fácil y barato contratar el trabajo que seguía. González fue el
primero. Cayó abaleado a la entrada de su restaurante. A Clodoveo lo mataron
desde una motocicleta cuando iba manejando su carro. Darío fue el más difícil
porque no tenía horarios fijos ni compromisos en las noches. Una madrugada,
engañaron al portero de su edificio y forzaron la entrada de su apartamento
mientras él dormía. Fueron hasta su alcoba. Lo acribillaron en su cama sin que
despertara a ponerse su prótesis para llegar con dos pies a la otra vida.
Plop.
¿Plop? ¿Es ‘plop’ el sonido de una burbuja cuando estalla? [...] Juan me dijo que
no tenía ele, que era ‘pop’, un pop suave, casi inaudible, pronunciado con la
mínima apertura de labios, pero estuvo de acuerdo que después del pop art la
palabra pop no sirve para onomatopeya. Ana dijo que en todo caso el sonido
se imitaba con una consonante labial, que iba bien, y, finalmente Mariapé me
convenció de que plop era lo correcto. (p. 144) 67
67
Evidentemente, el uso de la palabra onomatopéyica ‘plop’ es típica para los cómics, cfr.
los cuadros de Lichtenstein.
3. Análisis de los textos literarios 295
Voy a contar una historia que pude haber vivido yo. Tal vez por eso —y sin
mi consentimiento— el narrador y personaje de este cuento dice llamarse
Darío Jaramillo. Pero es un ser ficticio, distinto de quien escribe —a lo mejor
él también ficticio—, un ser imaginario que pertenece a una historia inventada,
sujeto de una realidad tan solo verosímil, no verdadera. Como ciertos personajes
que invento, que nacen de amigos y amigas míos, pero que tampoco son ellos
aunque lleven sus nombres o parte. [...]
Detesto viajar. [...] (p. 15)
Por un lado soy un Darío real, que desconozco, se diría que ajeno, y que en
este instante sostiene una pluma y escribe una historia donde estoy yo, Darío,
otro Darío, la primera persona de esta novela, individuo que reclama el título,
además, de actor de la historia que se cuenta.
Una historia inventada es como una burbuja. Aquí estoy yo, [...] amo y señor
de este cuento, inflando la burbuja y también propietario del alfiler para hacerle
plop a las historias y desaparecerlas [...]. (p. 19)
Soy apenas unos trazos de tinta negra sobre papel azul, una caligrafía que varía de
ángulo y de ritmo según el humor de quien empuña la estilográfica.
Estas líneas distribuidas en los renglones de una libreta de taquigrafía, mañana
transformadas en caracteres de imprenta sobre papel color marfil, estas líneas
fabrican mi existencia, son lo que yo he sido. (p. 55)
68
Cfr. por ejemplo “Esta historia se estaba convirtiendo en una especie de novela negra”
(p. 129).
3. Análisis de los textos literarios 299
69
“Escribo yo, el Darío autor, el dueño de la pluma, la tinta y la libreta, según el inventa-
rio del Darío personaje” (p. 143).
70
Cfr. la lectura completamente opuesta pero luego matizada que recuenta Alberca
(2007: 178ss.).
300 “Soy simultáneo”
71
Los datos biobibliográficos claves de Carlos Feal Deibe proveen el conjunto de sus
personajes literarios en Vidas y muertes mías como si de los componentes de su vida se hubiera
armado un mosaico múltiple de variaciones mínimas y enormes y combinaciones delibera-
das. El desglose detallado de los datos de los personajes narrados con la biografía del autor
real también en esta autoficción conducirá a un callejón sin salida, además de que ninguna
interpretación se deba agotar en estas pseudopruebas. Como en la novela de Feal, la biografía
del autor se reparte en varios personajes (en parte paralelamente), reproduzco aquí la nota
biográfica publicada en la portada. Opino que la presentación de los personajes narrados
dialoga indirectamente con este peritexto que suministra los elementos claves y los escena-
rios centrales de la(s) diégesis novelesca(s): “Carlos Feal, nacido en La Coruña, es Doctor en
Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Fue Lector de Español en las
universidades de Lyon y Nantes y Profesor en la Universidad de Michigan (Ann Arbor) y en
la State University of New York (Buffalo). Autor de múltiples estudios —libros y artículos—
sobre literatura española y comparada, así como relatos en la Voz de Galicia (Premio de los
lectores de la serie Relatos de Verán, 2001) y en obras colectivas publicadas por Vagadamia
en cooperación con Ediciones del Viento. Reside actualmente en Nueva York”. En 2013 ha
publicado la novela ¡Ah de la vida!
3. Análisis de los textos literarios 301
72
Cfr. nota 299. En esta novela, muchas veces se aclara solo posteriormente cuál voz y/o
historia ha sido la invención de la otra instancia superior (cfr. la tabla siguiente).
302 “Soy simultáneo”
nombre referencias a la
relaciones con otros
del narrador jerarquización entre las
personajes
capítulo narraciones
Frieda Carlos: Frieda (EE. UU.):
1. Enamorado de psicoanalista. Sus “Historiales clínicos” de
2. Frieda, retoca sus pacientes: Xavier, Mary, Xavier y Mary, escritos por
3. apuntes y escribe Simone Carlos, basados en apuntes
sus “casos clínicos”, de Frieda
suplantándolos (p.
33)
Michael “Me llamo Xavier o, Michael Ann (EE. UU.),
Ann más precisamente, imagen de la lozana
1. Xavier María. [...]. americana73, rebosante
2. de origen gallego, se de vida y claro intelecto,
3. doctoró sobre amor, doctoranda sobre don
4. muerte y exilio en la Juan en las Sonatas de
generación del 27. Valle-Inclán
Univ. Midwest y
Buffalo (NY)
Mary y Celso, de La Mary (y amiga Maggie)
Maggie Coruña, pintor, viajan desde los EE.
1. primo de Carlos e UU. a Madrid y en el
2. hijo de emigrantes a Prado conocen a Celso.
Argentina, tiene la Sesiones de pintura,
cátedra que tuvo el ménage à trois
padre de Picasso en
La Coruña
73
Nótese la alusión a La Lozana andaluza de Francisco Delicado.
3. Análisis de los textos literarios 303
Parece que los narradores y con ellos el conjunto de sus narraciones sufren
placenteramente del morbus intertextus, es decir, de la confusión entre vida y
literatura y de una obra literaria con el resto de la literatura. A esta locura qui-
jotesca y unamuniana (la cual, en el fondo es la continuación de la misma) se
refiere explícitamente en varias ocasiones. Con el siguiente ejemplo intentaré
explicar hipotéticamente el título paradójico de la novela, Vidas y muertes mías.
Primero, el título señala la fictividad de su contenido: uno solo puede
formular hipótesis sobre su propia muerte y la contemplación de diferentes
vidas y muertes suyas es explícitamente lo contrario de lo factual-autobiográ-
fico; no contar lo que verdaderamente ha pasado, sino lo que hubiera podido
pasar y podría pasar. Segundo, el significado de vida y muerte es metafórico
si lo relacionamos con Cómo se hace una novela de Unamuno ([1927] 2009),
un texto con el que la novela de Feal establece una relación intertextual estre-
cha. Esta relación se indica ya desde el epígrafe que reproduce los siguientes
cuatro versos de las “Peregrinaciones” de Rubén Darío: “En un momento
crepuscular / pensé cantar una canción / en que toda la esencia mía / se ex-
primiría por mi voz”. Este deseo aparece muy semejantemente en las palabras
del narrador en Cómo se hace una novela de Unamuno:
3. Análisis de los textos literarios 305
Porque había imaginado, hace ya unos meses, hacer una novela en la que quería
poner la más íntima experiencia de mi destierro, crearme, eternizarme bajo los
rasgos de desterrado y de proscrito. Y ahora pienso que la mejor manera de hacer
esa novela es contar cómo hay que hacerla. Es la novela de la novela, la creación
de la creación”. (Unamuno [1927] 2009: 140)
El escritor (quien sea) no es nunca original. Mezcla solo textos previos (citas)
contrarrestando unos con otros, sin apoyarse en ninguno. Danza, pues, en el
vacío. [...]
306 “Soy simultáneo”
74
Este pasaje, como muchos otros, contiene una mise an abyme de la poética de la novela
y enfoca aquí su fuerte tejido intertextual: Don Juan “responde a precedentes literarios. [...].
[I]nserto en el mito de su nombre, repite las acciones de otros don Juanes, se hayan o no
producido en su caso. El pasado literario determina su futuro” (p. 211).
75
La vida de Xavier Neira, como se presenta, muestra muchos paralelos con Carlos Feal:
Literatura española moderna como especialidad, tesis doctoral sobre amor, muerte y exilio en
la generación del 27, su interés por Galdós Pérez y Machado. Esta parte de la entrevista, paro-
dia el carácter de negocio en el momento de venderse y sus estudios para un puesto de trabajo.
76
La formulación alude al famoso metadrama Sei personaggi in cerca d’autore de Pirandello
([1921-1925] 1993), cuya dimensión autoficcional analicé en Toro (2010).
3. Análisis de los textos literarios 307
El autor: lector asiduo de novelas durante largos años, le entró —nuevo Quijote
— un día la locura de imitar a los autores de aquellas hazañas literarias [...].
Tras haber lidiado con remolinos de sueños y fantasmas, decidió —como crítico
literario que es— componer esta carta de marear o guía de perplejos lectores
de su obra, Vidas y muertes mías, novela por entregas amorosas de un ingenioso
77
Las alusiones al drama son muy frecuentes en Vidas y muertes mías. Dominan las alu-
siones al Don Juan Tenorio de Zorrilla (20s.). Además, el género dramático sirve de imaginario
para cualquiera de las voces narradoras y se emplea frecuentemente para ilustrar escenas entre
los personajes. Por ejemplo se describe un impacto “como si alguien de improviso gritara en el
teatro: ‘¡Fuego!’” (p. 23). O Carlos reflexiona: “Por mi parte, poniéndome (como amanuense
de Frieda) en el papel de la Criada de Bodas de Sangre, imaginaba a Mary, blanca novia, ten-
dida en una cama relumbrante a cuyo lado alguien (de sexo indefinido) la roza con su aliento,
como con una plumilla de ruiseñor” (p. 32).
308 “Soy simultáneo”
En la última línea, el que aquí habla del autor, enigmáticamente dice yo, y
cita la última estrofa del poema breve “Llegó con tres heridas” de Miguel Her-
nández80. Este poema tiene una estructura tríptica y en él se efectúa un giro pa-
recido de voz ‘impersonal’ al yo como en este último párrafo de Vidas y muertes
mías. Simbólicamente, el sujeto enunciador se ‘erige’ sobre el autor y sobre su
única versión pobre de su vida real. El autor, así, se achica metafóricamente
en su autoficción, volviéndose un personaje literario y admite la posibilidad
de que su voz (la que estilizadamente habla en “Dramatis Personae”) también
solo aparezca como creada por ‘alguien más’. Significativamente, la novela lleva
en su cubierta una foto que muestra a niños y adultos que están siguiendo un
espectáculo. Solo dos, un hombre y un niño, miran a la cámara. El paratexto
reza: “Cubierta: Foto del autor. Niño con su padre en un partido de fútbol”.
Luego es Xavier (cuando no sabemos todavía que es puro invento de Carlos, y
este de Celso) quien cuenta que en su niñez acompañaba a su padre en los par-
tidos de fútbol (p. 51). Solo por los desvíos metaficcionales y de manera me-
taléptica se puede vincular al niño Xavier con el niño real Carlos Feal Deibe.
Sobra decir que en las anotaciones sobre los demás personajes se celebra
un desencanto igualmente peculiar y autoirónico de todo el laberinto an-
teriormente construido. Lo que pretende ser algo como una ayuda para el
lector ‘mareado’, se revela como burla de la probable falta de conocimiento
literario y cultural del lector y de sus intentos de ‘interpretar’ esta autoficción
autofágica, pues formula las preguntas que cada lector estupefacto habrá for-
mulado para sus adentros durante la lectura:
78
El manco alude tanto al “manco de Lepanto”, creador del Quijote, como a Valle-Inclán,
creador de las Sonatas: Memorias del Marqués de Bradomín (1902-1905).
79
Nótese que la última palabra, vale, que aparece frecuentemente al final de los prólogos
de algunas novelas picarescas, tiene un significado ambivalente: proviene del latín, “vale”, que
significa ‘consérvate sano’ (2.ª pers. de sing. del imper. de valēre, estar sano). La primera acep-
ción sirve para “despedirse en estilo cortesano y familiar”; la segunda está en desuso y significa
“Adiós o despedida que se da a un muerto, o el que se dice al remate o término de algo. Vale
último, postrero” (s. v. “vale” en el diccionario de la RAE).
80
En Hernández (1997).
3. Análisis de los textos literarios 309
“¿Dónde resiste la autoría de las historias contadas? ¿Qué persona o narrador está
por debajo de quien narra aparentemente? ¿Quién es yo? (p. 219)” y “¿Utiliza
Celso datos de su correspondencia con Carlos, tal como este se valió de Mary (y
de su amiga del alma) para urdir una fábula sobre su primo? ¿O es simplemente
un doble de Carlos o Xavier, una quimera de estos, mero ente de ficción contento
de oscilar entre la (plena) existencia y la nada? (p. 221)
(n5) (n5)
(=“n3”): (=“n3”):
Xavier M. Celso Carlos narrado- Xavier M.
narrando narrando narrado narrado
(= “n4”)
(= “n4”)
Xavier M. narrado Celso narrado,
Frieda, Simone Michael
Mary
Ann
Michael Ann y Mary,
Carmen
3. Análisis de los textos literarios 311
A MODO DE CONCLUSIÓN
1
En este punto, mi conceptualización de la autoficción estaría abierta hacia los estudios
de la ambigüedad en la narrativa. Si la narración literaria se puede comprender como una
suerte de laboratorio para las formas de la re-presentación verbal de nuestra experiencia, este
es el lugar donde una cultura refleja las interrelaciones entre experiencia y narración, y con
eso, las bases de la organización narrativa de sucesos. Como explica Scheffel (2009: 97), una
de las posibilidades específicas de la narración literaria es la de “crear intencionalmente am-
bigüedades con respecto al estatus ontológico del discurso narrativo y con respecto al orden
espaciotemporal y causal de los sucesos. Estas ambigüedades pueden resolverse [...] o quedarse
sin resolver [...] y sus formas se pueden reflejar en el nivel del narrador y/o de los personajes.
En esto, el juego con la ambigüedad no se restringe en absoluto a la narrativa moderna. El
juego con la ambivalencia y con el estatus ontológico de los sucesos tiene la misma edad que
314 “Soy simultáneo”
2
El gráfico de las relaciones entre las instancias textuales de la autobiografía lo visualiza:
Ai ≠ Ar
= ↑
N = P
316 “Soy simultáneo”
Ai ≠ Ar
≠ ↑
N = P
A modo de conclusión 317
Ai ≠ Ar
≠ ↑
N ≠ P
3
González Álvarez (2009: 30) habla de una “atomización del yo enunciador”.
318 “Soy simultáneo”
4
Según Tynjanov (1971: 449), una fila literaria está siempre en correlación con otras filas
y sus funciones.
320 “Soy simultáneo”
5
No será desacertado interpretar la poética de la autoficción, su combinación lúdica de
actitudes discursivas antagónicas, como fenómeno de extrañamiento en el sentido de Šklovskij
([1916] 1971). Cfr. aquí el estudio pertinente sobre la desautomatización en literatura de Fine
(2000).
A modo de conclusión 321
1. El uso del nombre y/o de rasgos biográficos del autor real para un narra-
dor y/o personaje.
2. El uso de nombres y datos de mucha notoriedad pública en el texto, por
ejemplo de personas históricas, lugares, acontecimientos, etc.
3. Intertextualidad:
a. La autotextualidad (también la referencia del texto a epitextos).
b. La referencia a hipotextos factuales (reales o ficticios o no compro-
bables).
c. La referencia a hipotextos ficcionales (reales o ficticios o no com-
probables).
6
Lo mismo vale para los juegos potencialmente infinitos en el circo mediático epitextual,
el cual, por ser un campo algo alejado del propio texto, no ha podido ser considerado en
este estudio. No obstante señalo la importancia de incluir este juego con (ciber)epitextos en
los estudios autoficcionales, no solo porque cada vez hay más textos literarios que refieren
explícitamente a páginas web. Estas referencias pueden tener funciones tanto afirmativas (au-
tentificadoras, como demuestran los ejemplos de El espíritu de mis padres está subiendo en la
lluvia, de Pron) como metaficcionales, por ejemplo en el cuento “La verdad de Agamenón”,
de Cercas. Cfr. también Arroyo Redondo (2014).
7
Aléas Ich (2013) de Aléa Torik rompe aún con este automatismo de la autoficción, sien-
do la identidad de la autora pura ficción y pseudónimo del autor real Claus Heck.
322 “Soy simultáneo”
8
Según expongo en el capítulo 2.2.1, la funcionalidad de lo fantástico en la literatura no
se restringe a la mera creación de mundos alternos sino a la concienciación del lector implícito
sobre la posibilidad y sobre la creación narrativa de tales mundos fantásticos, lo cual, en el
contexto de una autoficción, abre también una dimensión metaficcional.
324 “Soy simultáneo”
9
Esta interpretación ha sido formulado de forma hipotética en Toro, Schlickers y Luengo
(2010a).
10
Presto nuevamente el término de Schlickers (2012 y 2015).
11
En este punto conviene remarcar que la revisión de la interfaz entre la autoficción y
el concepto de la narración no fiable, un objetivo provechoso para futuras investigaciones,
teniendo en cuenta que la autoficción se inscribe en el campo del proceder narrativo lúdico
e inquietante.
A modo de conclusión 325
12
Utiliza el término autobiografiction para abarcar aquellas formas diversas del life-writing.
326 “Soy simultáneo”
13
Cfr. también Toro (2015).
A modo de conclusión 327
14
Citado por García Barrientos (2014: 129). Me refiero aquí al drama escenificado en un
teatro y con un sustrato textual. Mis consideraciones no se refieren a happenings y performances
ni a formas de teatro de improvisación e interacción. Quedaría por analizar de qué manera
se manifestaría ‘lo autoficcional’ en estas formas teatrales y qué función obtendría. Nótese,
además, que “el documental cinematográfico no [tiene] equivalente en el teatro, igual que no
lo tienen la historia o la biografía genuinas” (García Barrientos 2014: 129).
15
Para la discusión valiosa sobre numerosas controversias de la fictividad del yo lírico, cfr.
Luengo (2010: 251-256).
328 “Soy simultáneo”
16
Cfr. las modelizaciones de Schlickers (1997) y de Kuhn (2011) para el cine y Pfister
([1977] 2001) para el drama.
17
Cfr. mi análisis en Toro (2010).
18
Cfr. Schlickers (1997).
A modo de conclusión 329
19
Schlickers se basa aquí en la argumentación de Herrera Zamudio (2007).
330 “Soy simultáneo”
20
Este es el enfoque del congreso internacional Palabra, imagen y escrituras: La interme-
dialidad en los siglos xx y xxi celebrado a finales de septiembre y principios de octubre de
2015 en la Universidad de Alcalá (organizado por el Grupo de investigación Semiosferas, bajo
la dirección de Ana Casas y Teresa López Pellisa).
5.
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352 “Soy simultáneo”
Abad Faciolince, Héctor Joaquín: 56, 89, Feal Deibe, Carlos: 16, 86, 124, 291s.,
98s. 300-311.
Aira, César: 109s., 166s. Fludernik, Monika: 143, 175s., 178s.,
Alberca, Manuel: 10, 18s., 20, 23-28, 181s., 322.
33ss.,44. Galdós, Benito Pérez: 96, 117, 306.
Alter, Robert: 58s. García Barrientos, José Luis: 83, 326-329.
Ardila Jaramillo, Clemencia: 7, 61, 325. García, Carlos Javier: 59, 118, 124, 292.
Arenas, Reinaldo: 56, 159, 169, 325. Gasparini, Philippe: 9, 12, 16, 20, 23s.,
Arroyo Redondo, Susana: 155, 321. 30, 46, 61, 62, 69, 101, 104, 106,
Aub, Max: 37, 129s., 147. 152.
Barthes, Roland: 159ss., 169, 227. Genette, Gérard: 13s., 18, 21, 36, 38ss.,
Bode, Christoph: 75, 77, 330. 69, 72, 83ss., 89, 95, 101, 102, 106s.,
Borges, Jorge Luis: 11, 16, 28, 62, 117, 150, 154-158, 163, 171s., 201, 203,
148, 158, 165, 171ss., 199, 205-209, 209, 257, 314, 318.
217. Geyer, Paul: 77, 202, 207.
Broich, Ulrich: 150 Gombrich, Ernst: 147s.
Carrier-Lafleur, Thomas: 10, 21, 128, González Álvarez, José Manuel: 11, 18,
150, 153, 155, 157, 163, 168. 25, 28, 46, 317.
Casas, Ana: 9, 14, 17, 25, 45, 48s., 51, 54, Goytisolo, Luis: 117, 216.
62s., 76, 90, 94, 139, 141, 153, 330. Grabe, Nina: 77ss., 91, 99.
Cercas, Javier: 15s., 37, 82, 86, 88, 98, Hamburger, Käte: 36, 86s., 92.
105, 111, 115, 124, 131, 148, 156, Hauthal, Janine: 59s., 125, 187.
163s., 169, 175, 243-270, 318, 321. Herrera Zamudio, Luz Elena: 11, 152,
Cervantes, Miguel de: 71, 98, 117, 124, 329.
318. Hutcheon, Linda: 22, 59, 70, 113, 118s.,
Cohn, Dorrit: 36, 39, 204. 176, 200, 218.
Colonna, Vincent: 12ss., 16, 21, 24, 35, Iser, Wolfgang: 38ss., 43, 157, 315.
37, 77, 81, 83, 95, 97, 101, 103s., Jaramillo Agudelo, Darío: 11, 72, 121,
106, 314, 323. 124, 291-299, 316.
Cortázar, Julio: 28, 62, 65s., 123, 185, Kellman, Steven G.: 118s., 122-125, 150,
195, 196, 199. 153, 319.
Darieussecq, Marie: 19, 104. Lang, Sabine: 77-83, 91, 99, 123, 201,
Doubrovsky, Serge: 10, 11, 17s., 21, 23ss., 203, 209, 240, 285, 290, 316.
61, 76, 103s., 134. Lejeune, Philippe: 18, 41, 44ss., 48, 53,
Eco, Umberto: 169, 323. 104, 152.
358 “Soy simultáneo”
Marías, Javier: 16, 62, 75, 117, 131, 148, 45, 59, 70, 76, 80, 83s., 89, 94ss.,
153, 161, 165, 171s., 253, 322. 123, 158, 164, 177, 183, 201, 203s.,
Martín Gaite, Carmen: 27, 91, 101, 105, 209, 214ss., 260, 275, 279, 316s.,
117s., 121, 148, 199, 216, 285, 318. 322, 324, 328s.
Meyer-Minnemann, Klaus: 40, 47, 55, Schmid, Wolf: 40, 55, 85s., 89, 91.
66, 77, 79, 91ss., 99, 107, 123, 164, Semprún, Jorge: 29, 117.
194s., 199, 201, 204, 215s. Todorov, Tzvetan: 34, 194s., 216.
Millás García, Juan José: 16, 86, 117, 124, Unamuno, Miguel de: 10, 26s., 96, 97,
148, 199, 270-291. 119ss., 202, 217, 304ss., 317.
Molero de la Iglesia, Alicia de: 19, 23, 44, Uribe, Kirmen: 105, 115s., 318.
53, 56, 117. Vallejo, Fernando: 16, 27, 89s., 118, 132,
Montero, Rosa: 16, 89s., 134, 148, 159, 148, 155, 169, 177, 188, 207, 210-
182, 221-242, 246. 214, 319, 325.
Negrete Sandoval, Julia Érika: 22, 28, 33, Vásquez, Juan Gabriel: 160.
75, 95, 105. Vila-Matas, Enrique: 11, 45, 62, 134,
Nünning, Ansgar: 14, 32, 57, 63ss., 84, 159.
92, 102s., 113-117, 125ss., 129, Wagner-Egelhaaf, Martina: 19, 49, 94,
133s., 143, 174-181, 187, 214, 319, 149.
322 Walser, Martin: 49.
Nünning, Vera: 214 Waugh, Patricia: 58ss.
Pirandello, Luigi: 306. Wolf, Werner: 52, 58ss., 62, 64-69, 71,
Pozuelo Yvancos, José María: 9, 38, 47, 74, 81, 101, 109, 115, 141-149,
53, 55s. 159s., 174, 175s., 180, 182-185, 188,
Pron, Patricio: 16, 33, 99s., 109s., 115, 197, 200, 202, 316, 320, 325.
164-167, 190s., 193, 318, 321. Zambra, Alejandro: 191.
Saunders, Max: 24ss., 48, 126, 325. Zipfel, Frank: 18, 32s., 35, 40, 76, 92,
Schlickers, Sabine: 9, 14, 20, 22, 24, 30, 195.
Iberoamericana/Vervuert
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