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REFERENCIAS A AVELLANEDA Y A SU QUIJOTE APÓCRIFO

Tras la publicación del falso Quijote de Avellaneda en 1614, Miguel de Cervantes publica la
segunda parte del Quijote el año siguiente. En ella, Cervantes alude y desprestigia el trabajo de la
publicación apócrifa. En el capítulo LXXIV y mirando las páginas en la edición del IV centenario de
la Real Academia Española asociación de academias de la lengua española aparecen las
siguientes referencias.

En la página 1100, y en las dos siguientes, don Quijote revela su verdadero nombre, que hasta
aquí no se había dicho explícitamente que su verdadero nombre es Alonso Quijano. Cervantes
siente la necesidad de revelarlo ya que Avellaneda lo llama “el señor Martín Quijada”.

Entre la 1103 y la 1104 don Quijote concluye su testamento y en el final de el mismo les pide al
cura y al bachiller que si encuentran al autor de la Segunda Parte le den disculpas de su parte por
haberle dado tantas locuras a escribir. Pero Cervantes alude a él mismo, como el verdadero autor,
dejando a Avellaneda totalmente al margen de quien explica las hazañas de don Quijote.

Siguiendo en la misma página Cervantes hace morir a don Quijote con la finalidad de que no haya
más apócrifos, pues el protagonista ha fallecido y sus hazañas han sido contadas en las dos
partes de su libro.

“Viendo lo cual el cura, pidió al escribano le diese por testimonio como Alonso Quijano el
Bueno, llamado comúnmente «don Quijote de la Mancha», había pasado de esta
presente vida y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión
de que algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente y hiciese
inacabables historias de sus hazañas…”

En el párrafo siguiente, cuando Cide Hamete deja su pluma permanentemente, si “presuntuosos y


malandrines historiadores” no la usan lo que en realidad hace es concluir la historia y alude al
autor del Quijote apócrifo con los adjetivos entrecomillados.

“Para mí sola nació don Quijote y yo para él: él supo obrar y yo escribir, solos los dos
somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que se
atrevió o se ha de atrever a escribir con pluma de avestruz grosera y mal deliñada las
hazañas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros, ni asunto de su
resfriado ingenio;”

Ya en la página 1105, explica cómo nació el Quijote y que fue de él y no de otro escritor de quién
nació. Prosigue:

“a quién advertirás, si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los
cansados y ya podridos huesos de don Quijote, y no le quiera llevar, contra todos los
fueros de la muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir de la fuesa donde real y
verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y
salida nueva…”
El autor se dirige e insta aquí al lector a advertir si es posible a Avellaneda de dejar descansar en
paz a don Quijote. También habla de una tercera salida porque el autor del falso Quijote aludía a
una posible continuación de las aventuras del héroe en Castilla la Vieja.

En la última página del libro, es decir la 1106, a pesar de todo Cervantes dice “y yo quedaré
satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente”,
extrayendo una conclusión positiva de la visión negativa que tiene del hecho de que exista un
plagio de una de sus publicaciones.

Además, a lo largo del capítulo predomina el uso de la palabra “verdad” y derivados en tono irónico
para aludir al falso Quijote.

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