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V

'* 20T2 par Jose Luis Nave a


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Hota del autor: La n eyoria da tae hysterias que ralala e! «viei.o pastor» sun creafié•n del aHtor de este Wipro.
salvo aqu•IIas cuya awtoria qusda Referenc.iada u oaas que son anonimos o de domiriio publics.

Editors +n Jute. Grace/a te/It

Adapt ac@n del fliseflo as ez pañol : Elec.v•'e. tis u w

ISBN- 978 1- 02S5•943-1

I tqreso ei E5usdos U»idos de A‹»é•ica

T2 13 14 4 5 I b QG ? 8 7 5 5 4 3 2 1
DEDICADO

Tu sonrisa enciende mii luces en mls t empos

de anlmo abatido.

A Miriam

Nos demuestras, dla a dla. que la adolescencia tamDien

contiene magicos tesoros que los padres podemos disfrutar.

A veces. admirado de vuestra madurez. me pregunto /Son

mls hijas a mls madres*


'r'a t/, Ger›e
Tu amor, cercanla y lealtad Inquebrantables trenzan el hlca

que sos0ene en atto la cometa de ml esperanza.


CONTENIDO

A RAOE It•l iEN?OS

ANTES OE E51PEZJ\

fi

h§E DIA NOCklE

UNA CRUZ Ehl Eu Dc 8IER TO

PR!51ER LJNES

SECU NDO LUNES

TERCER L! !NES

CUARTO L! JNES

QUINTO LUNE 5

SEXTO LUNES

5EPTIF.IO LUNE 0

OCTAVO LUNES

NOVENO LMNES
AGRADECIMIENTOS

Nunca podrfa haber esolto esia hlstorla sin las personas que la inspiraron:
Los miles de hombres y mujeres que cui8van con esmero la parceia de derra donde
Dios les puao.
Graclas por vuestra dedlcacl0n a Ia obra; por enterrar vuestros pies y manmar
vuastras manos en al barro de esta sagrada labranza.
Agradezco de corazdn al Grupo Nelson y su excelente personal par creer en este
humllde trabajo y ayudar a su naclmiento. Deseo que asta crtatura da papel y tlnta
aporte aiegrla y bendlcibn a muchas vidas.
ANTES DE EMPEZAR...
ace unas samanas celebr6 ml cumpleaños n6meto cuaranta y sels.
H
Pese a que hublera prefertdo no ver ianlas velas sabre al pastaj fue un bonko dfa.
Hubo sorprecas, abrazos y raudales de carlño no flngldo.
¿Oué m6s se puede pedlr2
No faltd nada: ni la lluslon de deshacer un precioso empaque para desc‹ibnr que
contenla ;justo Io que necesltabal\ NI la cancldn «;Cumpeañoa feiDl» que, aunque no
acertd en tono nt an ritmo, fue capaz de emocionarme.
Par eso, al comm el dia, rtder4ras raoogla los papeles que envolvieron los ragalos y
guardabamos en Ia nevera el pastet que sobr0 y servirta oe desayuno para Nos pmxlmos
dlaa, no dejaba de preguntarme: ¿Par qué tamblén hay me siento ash
Dantro de ml, en un punto lndeflnkto de ml ser lmerlor, perslstfa ese extrano
agotamlento dlftcil de describir y duro de soportar.
Me reAero a alga que hasciende a la fatiga. Tlene mas de emocionee que de
m8sculos. Esté mas vinculado ai alma que al cuerpo.
Soy pastor evangélico y desde hace algan bempo me slento... ¿Cdmo la deflnlrla‘?
Busco el vocablo m8s adecuado para expresar mls sensadones, peso no logro
encontrano.

No, para nada.


¿Desencantado7
Tampoco.
¿Cansado’Y
SI. Eao debe ser... a algo parecldo.
Entitnderne, no hablo de que haya equlvocado el camlno.
SI voMeia a least st Dlos me regalara otra vlda, Ie rogana pooer hacer la mlsma
Irwersldn... exactamente la mlsma, qua hlce con los años que hasta aqul me ha
concedldo... No es presuno0n: es graMtud.
Muchos opinan que ser Ilamado par Dios para servtrle es el rnés ako pñvileg\o y la
oportunldad rnas eubllme.
Tamblen yo.
Dicen algunos que nunca, en toda su vida, enfrentaron el penawnlento de dejar el
mlnlsteno crls0ano para dedlcarse a otra casa.
Me encantarla aflrmar que pertenezco a sea elke... Dasawla asegurarte que }amas
me embargo el deseo de colgar toe guantes, a brar la toalla, a como qulera que
Ilamemos al hecho de mimr el arado hincado en el suroo y añorar Sierras mas
blandas a campos mas agraoecldos... Deceana asegurarteio, pa‹D no serfa honesto st
Io hldera.
t4ace t‹eInta y cuatro años se me conceded Ia honra de enterrar mis ples en el
barro de esta sagrada labranza, y ai dia de hay solo dos paslones me seducen mas
que ia obra de Dios: st Dios de la obra y mi famllia.
Pero harfamos un flaco favor a qufanes se d\sponen a tomar el rolevo sl, al trazarles
la hoja dc ruta, enfatizamos solo los oasis y obvtamos ios deslertos.
Ser ilamado par Dloa eB, fuera de tob8 duda, Ia vocaU0n mas alta a que se
pueda asptrar. Pero senñrle impllca entrar en un combate, y convlene no oMdar que
en una guerra no hay sofdado en herldas.
Es normal que an ocaslones Ilegue el aba8rniento, y a ml me Ilegb.
Las pâglnas que te disposes a leer no fueron escdtas de un tirdn, slno que surgleron a
lo largo de un proceco que me cor<Iu]e por momentos muy disMtos.
En ocaslones logrd empapar la pluma en el oorazdn de DIOB, Pro en otras, la tlnta fue
sangre que broto de mls hendas.
Algunas Ilneas fueron redacta0as a la luz del area his y okas nacleron al fragor
de incdmodoe pensamlentoe, entre ios que logrd abnrse paso ei de: Ser/a mejbr
déd/carme a o#a cosa. Afo tan9o vecaclbn, fide for sea quimora, una fafsa #usfñ n:
osfa vkfa no es

Tal Ileq0 a ser la presl0n. que uno de los dfas me sentl rrorlr y termln6.
trremedtablemente, frente al do<tor.
Intents explcana el galimadae que tenfa an ml mente, con ramf0ceclones en ml aJma
y saveras moles0as an el cuerpo. No fue nada fdcM puss al no saber yo mlamo lo
que me ocunla tuve que echar mana de la Interpretation, gesticulando mucho
con las mamas y hasta btzqueando con los ojos. El buen doctor escuchd con
encomiable paoencia, mantenlendo los cooos sabre la mesa. los deoos enxecn›zados y
Ia cabeza apoyaoa en ambos pulgarea.
Flr›almente, me mIr0 con una franca sonrtsa que a ratos me relajaba y a ratos me
tncomodaba y desgran6 su dlagndstfco.
¿Cdmo dennD eBto que a ml me pasa7
¿Efecto oum out2 ¿El que mucho corre pranto para? ¿Disparar en velme dlas Ia
provlsldn de munlclones pea velnte afios7 ¿Forzar el cmallo hasta extenuarlo7
;Ou0 ss yo la que me d@I
C0sas tales como que egarrar mAs rlendas de las convenlentes y gak›par a lornos
de varlo8 cab8IIoB es tarea comp0C8da y hace f8c4 que estos se deeboquen.
Oue apraiar dernaslaoos asuntos en la Jomada ie confleren un peso InsoportaDle.
Tan rotundo fua y tan persuasivo, que Ilegug a admlbr que tal vez tuvlera razdn.
Asl que, una vez hecho el dlagndstloo, volvld a enfocarme con su lnalterable sondsa y
me mand0 a.. idescansarI
—Le prescrlbo reposo forzado —dI|o, con la mlsma tranquilktad con que podrla
tecetar una asplnna.
Nunca he pasade, graclas a Dios, par lo que denominan «babajoc f‹xzados»,
no obetanta, slento un profundo respeto par queenes se hayan vista en ese trance,
pero puedo atastiguar que el «reposo forzado» no es en abcoluto fécll.
No efa la primera vez que mi endeble naturaleza me obilgaba a parar —a veces he
Ilegado a pensar que Dlos me ha dotado de una salud tan impecaDlemente mala
solo para que escrlba—, y de sobra sabla que a pa‹tk de ese memento tendna en ml
mente a mi mas feroz anemigo, porque, corno blen sabes, cuando el cuerpo as pam
la ments

Asi que opt6 par cauterizar ml pencamtento antes de ser cauwo de el, y amparado en
el reposo puue asumir poderosas conyicclones:
Es @OB@le hora lo coclnar tan febrilmente para Dl•• 9 terminemos
sacandolo de la codna... Es poslble, sl, peso es lotalmente Inconvenlenta.
Un yuga dfftcil y una carga exceslva no coinciden con la dascrlpcidn que Jesos hizo
de su comlsl6n; mas blen pueden sltuamos ante una pendlente tan pronunclada que
nos haga concebir la Idea de abandonar.
¿Te ha ocurrido a g‘? ¿Lo has pensado algune vez7
No te tortures nl te juzgues con
sevendad. Bienvenldo al GiUb.
Recuerda la frase de aquel sabio china: J\la podemos evltar que los p&jaros rovo/ofaen
aoare nussfra ca0eza, pe/o s//›ooemos /mped/r que nagan n/do en e/la.
Asl: capturando con ml mana derecha las rafiexiones que brotaban del corazén y
espantando con Ia Dqulerda los negroe pajarracos que se empenaban en anldar en los

¿Quleres bansitar conmlgo este tñnel? Juntos comprobaremos que agarrados a Dios

una vlsl0n mas amplla y baJo un clelo mas puro y sereno.


Me atrevo a asegurarte que en algun punto de la iectura tundras que detenerte para
comprobar que la hora rn8s escura de la noche es, Justarnente, la que precede at alba y
que no existe un inviemo, por crudo y largo que sea, que no se conylerta en puerta de
acceso a una exuberante prirnavera.
Conflo en que antes de llegar a la ulgma pagina hayas logrado comprobar que las
crtsts mas profundas suelen ser un ataJo a loa mayores oportunktades, y que los golpes
ieclbXios sabre el yunque de Deas no desiruyen sino que construyen.
Sl Ilegaste hasta aqul en ia lectura, la fellcito, porque ahora comtenza Io
verdaderamente tmeresante.
Qularo a mi vlajo pastor para qua juntas, t0 y yo, las
habitaclones de su sencllla casa encafada de blanco y ctmentada en el deslerto. y
busquemos la poderosa cruz qua se aixq ontre las dunas.

—¿Sabes, hija7 Cuando yo era n/to pasaha /›oras escucAando a ml padre,


/Como recueroo la sa6/o'c‹r/a que se aesprenaia as ens palabras! Oyfinaoie,
me senf/a creaer. DesempoNaba los archives de au memorta para
bansmitirrne hermoeas ranex/ones y/ecc/ones muy va/Rosas.
Ef ranarab/e abue/o hfzo una pausa, casa gua' mov/do par la noslafijm, y

—/Ou8 /&sf/ma que boy /os v/ejbs no seamos fan sab/as como para que
po‹N/s aprender escuchânoonosl
El|oven tomb enfre iaa euyas Ian manos del a cieno y m/rdndo/e a los o/as

—ftO f6 U t/e9, 8§8. it ISO d9dfCB/7/OS ffef7t§O B 68Ct/Cf/AXOS ft'0 US


porque voso/ros seeis menos sa6/as, s/no porque nosobos somos oas/anfe
mrs new ›s.
E/paore esaozo rna son Isa que cnorreaoa puro amor, y oesd la me///a de
su hijo, justo antee de adraza‹fo.
«I.as anc?anos f/enen sadiduria;
la edea ies na daao entendlmlento .
MEDIA NOCHE
e detuve frente a la casa encalada de blanoo y protagida dei sol por una parra.
M
«¿Asf que este es el refugio de ml vlejo pastor7s, pensé, contemplando aquella
sencllla conBtruccidn.
Mlenbas recorrla con pasos ientos loe pocos metros que me separaban de la puerta,
dos sensaciones Amldez e Inaegurid , me embargaban a partes iguales.
En un Intento par encontrar Nerzas para Ilamar, me obilgug a recordar ia
determinacl6n con la que mi viejo paetor me habta lnatado a vlsitarte.
—No aâ... —be dlJe al telgfono con evasfvas—, no qufs/era rrxdesfazfe...
—/¥o se nab/e mgs; v/enes a/ Annas —era la tercera vez que Insists, estoy

Pese a ello, ahora, parado ante aquella puerta azul tachonada de clavos negros, no
podla sacudlrme la sensad0n de ser un entfometkto que venla a altefar el merecido
deecanso de aquel anctano que habla apurado, casl hasta el fondo, la copa de su
servtClo.
Solo el recuerdo de la situaddn llmKe que me habfa llevado hasta allf podla ser un
Iroendvo suflclente para que mi mano se deci‹dera a agarrar el puño de drones que en
el cenbo de la puerta cumplla las funcionea de ilamador.
Rememoré ml hlstona mrs rectente:
t4abla dec/dldo dedlcar ml vida a aen‹ir a Dios, a lo cual me entzegu6 con la mayor
Ilusl6n; sin embargo, uittmamente ias casas hablan eufrioo algunos carnblos.
Estaba decaNmado.
Deflnitlva y absolutamente desanimado.
La seneacibn de creer que no podfa, no sabfa y no servta me habla invadldo par

Desarroltaba —a, rms blen. lntentaba hacerl las funclones de pastor en una
pequena cap4la de un pueblo olmlnuto. Yooo pequeno. Pero a ml se me hacla
aquelTa responsabBidad alga tan grande, y sabre todo tan pesada, que
amenazaba con

Un domingo, at Ilegar de la iglesia me encerr8 en mi habltacldn y me posbâ, rodlllas


en el suelo y codas sabre el coichbn. Enterranbo el rosbo en\ra mls manos wé y IIor6
Iago rata, pero sentla que todo era en Vano. Incluso la oracidn se me antojaba Inñ0l.
Las palabras pareclan estrellarse contra 6I Gl0D7raso y iuego cafan sobre ml,
converltdas en Iluvia de as0llas que ee clavaban en ml abatida eepalda.
Despu6s de orar y Ilorar parmanecl de rodlllas a la espera de alga. Pero nada ocum6.
EI dfa slguiente fue el de mi rerok›td›n.
Abandonâ.
Al me‹›oe en ml corazan, quiae dejar de se/vIr par qulebra moral. Ful Incapaz de
restsdr; me hundl en el deaallento.
Todo ocurri6 ahl, en ese momento, un soleado lunes de Inlclos de mayo.
¿Habla pardldo la Is?
No estaba seguro, pero desde iuego que habla pardido ei arnor, y no me quedaba
tampoco mucf›o del daseo con sT que InkI0 la canera.
Cuando abord6 el barco del serviclo a Dios la hlce Ileno de proyectos e llusfones.
De eso hacla nueve años.
Un panicula y Iago embarazo.
Y el alumbramWto trajo Odllzos: Des‹tnlmo, frustracidn y desencanto.
En conseozer›cJa, la barcaza a la que arrib0 ilusionado, hacla ahora aguas por todos
la:Ic›s, mieniras el furb‹dento mar del desallento amenazaba con tregarme.
Comencé a mirar mi vkta, cada uno de mls años, como un lamentable e lnsensato
enor, y cuanto me quedaba par delante la vafa como un vacfo r›coIoro par el que no me
apetecla en a uto desllzarme.
En otras ocaslones habla tenldo crisis, pero nl tan honbas nl tan bruscas conta esta.
Mana, ml esposa, no tard0 en detectar me sentimlentos. No es extraño. Eila es capaz
de leer en mla ojos y de radlograflar, de un solo viatazo, toda ml alma.
—¿Oué te ocune, canño7
Su apoyo es mean lcional, y tambl0n lo es su fe en ml; pero nl slqukira un salyavldas
tan prodigioao parecfa suflclente en ei hero mar que amenazaba con bagarme.
—CusMame —Inset. tQu8 te pasa7
—Nada —Ie decia.
E lntentaba sellar sus lablos con los mlos; cerrar con un beao la compuerta por la que
brotaban esas preguMas anceras, pero que yo no sabfa c0mo responder.
—No me ocurra nada. no te preocupes.
EMa, raspetuosa, aguerdaba a que pasara Io tempestad a su entender tan lntensa due
no podla ser harga.
Transcurrleron asl varlaa sernanas: Sumldo en al tdnel dal desal\ento, luchando contra
la agoblante sensacl0n de no pober, no saber y no seMr y acanclanoo, caoa vez
con mas certidumbra, la posibllldad de dejar st mlnlsterio y dedlcarme a otra coaa.
/yo tengo vocac/bn, penaaba, fooo file una qufmera, une relsa Buslfin,- esfa v/oa no es
UNA CRUZ EN EL DESIERTO
no hablas con el vtejo pastor2 —JTIR sugIrI6 ml esposa una
despu6s de que respondlera a su mlsma pregunta con Ia

—¿Con el vlejo pastors

Me sonrié con su gesto dulce que es balsamo para mis herldas:


—¿Par que no hablas con BI†
Nunca el apelativo Raj fue apllcado a nuestro pastor con despraclo, sino con
catiño slncero y verdadera admlracl0n. Jamas mrnas en su ve|ez el desgaste de Io
ahoso sino el Incalculable valor de la experiencia.
Tenla, a la sazdn, ochenta y tres años —clncuenta y clnco de los cuales
habfa dedicado a pastorear la misma iglesi , y cada dia banscurrido habla
deposltado an âl un autentlco pozo de sabldurla.
Su vida ratiflcaba la refiexJ0n de lngmar Bergman, cuando oijo: Eore/seer es como
eecalar una gran rnontaña,” mten6aa as cube laa fuerzae dlamlnuyen, pero Is m/rada es
més liars, la vista mâs any›/ia y serena.
Hacla unos cuantos meses que se habla jubitado.
Junta a Raquel, su esposa, decldleron —huyendo del buillcl , dedlcar el tramo final
de su camlno a la oraci6n y al recogimlenlo.
1a hamos serr/do en fa Chimera //nea da fuego, y adore querernas apartarnas con II
—dljo, el dfa de su despedlda=-. Durance Uncuenta y clnco años /es nerzios habiaao a
/os /xvribres acerce de Dior. Lo que anhelamoa ahora es tiablarfe a Dios acerfia de Io8
hobbles.
¿Por qué no ie llamas? —me replgd Marfa sacândome de mi ensoñacfbn.
No respondf y ella se conforms. Sabe blen que mi slienclo es una promesa de
que madurar8 la sugerencia. Y ast Io hice: LJave a la cama su conse]o y di mil vueltas
con gl, hasta quedarme dormI<lo.
Casi nunca sueño, pero esa noche, soñ8:
Me vela en medio de un daslerto, ba|o un calor abrasador. La plel me ardla y los
rayos de sol eran como cuchlilos que rasgaban ml enrojecda came. Mls lablos estaban
resecos y agrietados. Extenuado, cata a tlerra.
Haclendo un esfuerzo sobrehumano lograba lncorporarme y avanzar unos
centirnebos para caer de nuevo. Finalmente, las piemas se negaron a responder y me
abandons sabre la arena, convencklo de que Iba a monr.
Juslo cuando un morUfero sopor comenzaba a envolverme, una sombra
refrescante me cubrid. La temperatura descendld varlos grados e Incluso mls
cabellos se movleron agitados por una brisa tan axtraña como renovadora. Me santl
resucitar. Fua como el abrazo suave de una s6bana de seda después de un duro dia
de trabajo. ¿De d6nde provenla esa sombra? Alcâ mls atas y tuve que frotârmeios
para convencerme de que Io que vefa no era un espeysmo: Una Inmensa cruz se
habfa alzado en el coraz0n de aquella tierra ardiente, Interponl0ndose entre el soi y
ml cuerpo caldo.
Su soria›ra se proyectaba dlrectamente soDre ml. Un magnetlsmo jrreslsdble me
atrajo hacla ella y pronto pude ver una lip a humana que me sonrala desde el ple de la
- iEra alguien que, arrodttiado, me ssñalaba a ml con una mana, mien\was que con
la otra apuMaba hacla ia Inmensa auz que be alzaba en ei coraz0n del deslenol
Hincando mls dedos en la Merra, logrg arrastzarme, apmximandome un poco mâs.
Solo fue un poco, pero suficlente para dletlngulr que la persona que me Ilamaba...
iEraml vlejo pastorl Renovado par el frescos que emanaba de la sombra de la cruz
seml alga muy prdxlmo a Ia paz. De repente, en la masa de oscurldad caei pura que
era ml Interior, kntmpld eu vow Habld: aEn descanso y en reposo ser0is salvos; en
quietud y en conltanza ser8 vuesba fortaleza». Una voz suave pero poderosa:
mâglca pero Iwesdda de autoridad. DisMnta.

Busco todos los adjetNos eloglosos pero no pueoo demr la sensaobn que me prooujo
aquel aueño.
Con at aco da eea voz y la comics dci pi}ama pegada a mi cuerpo, despeñ6

No me cupo nkiguna duda: aquel sueño confirmaba que el conaejo de Maria era sabio

Par eso estaba ahora aJIt, parade frente a ia puarta azul de aquel\a senciila casa
encalada be bianco.
EI s endo era la mGslca predominance de see paraje Increfbtemente Brtll pero
eatremecedoramente despobiado.
No se vela nlnguna otra caaa alrededor.
Aquella construccion estaba levantada en el G6ntro de la nada. Clmentada en el
deeamparo mas abeoluto pero proteglda par la quletud m6s perfects. El sueio de pledra,
)unto a las parades, estaba GUbi6rto de ]7gtd 0G d0 flares, fojos, blanoos y rosados, que
se oesprendian del poyo circular cargado de macetas y de doa balconc8loe.
En unos macetones, a ambos laoos de la puerta. habfa unas rosas enhlastas ante las
que me Incllci6 para olarlas. Eran de un blanco lnmaculado y sobre aus p4talos
conservaban algunas gotas de agua que sa asamajaban a &mlnutos cñstales.
Retrocadl unos pasos para volver a admkar la estructura, sancil\a pero lmponente,
de aquetla casa, y entonces repar0 en el details: La chlmenea, que se ievantaba
vanos meboa, arrojaba una sombra que junta a Io que proyectaba el perfll del teJado
formaban la lmagen mlsma de una cruz.
Mantuve mis ojos fl]oa en la escena par mâs de un mlnuto: Era una cruz perfecta, a la
que el son, ya decknan0o, confena una enorme longkud.
Una cruz kl0nttca a la de mi sueño...
Una cruz en el desierto...
Poco lmaglnaba que mi vlda estaba a punto de camblar, porque a partp de ese
memento comenzd uno de los perlodos mas veragir‹osos y extraordlnarios que hasta
hay he vivido.
Meses en los que no entendf blen quâ ocurrfa y que soio ahora puedo reiatar co›
otra corMcci0n, porque el tlempo y la acontecido me hari hecho comprender que en
cada dssterto hay una cruz restauradora, solo es cuestidn de buscarla y guarecemos
a su

A veces nl fuerzas tenemos para buscala... pero ella nos encuenka, y comprobamos
que allf el para)e m&s ardlente se transforms en un f0ttil vergel.
PRIMER LUNES

«Solo Dios es. solo Dior puede. solo Dios

slide.. So/a Dios es el verdadero sa6/o».


T DNGELES EN EL DESIERTO

emeroso, dando fentamente un paao tras obo, Ilegu6 ante la puerta de la casa. Y
Io que vl me dejo estupefacto.

Junta al dlntei derecho, co›gada en la fachada, habfa una pledra roJlza con forma de
pergamlno en la que estaban grabadas las palabras del profeta: En demanso y en
reposo ser4/s sañ‹os. en qu/efudy en non#anza eerB vuestra forta/eza (Isalas 30.15).
Las rntsmas pslabras que me hkleron despertar oel sueño las tenla ahora ante mls

Casl no podla creerlo.


lnsplrando profundamente el alre reposado y cargaoo de aromas, me dlje: «Ya
veo que ml viejo pastor y au esposa han cumplldo su deaeo». «Encontraron un
lugar d0nde descansar y confiar•.
Supe, sin nlnguna duda. due hablan convertido esa quletud en altar y ese stlencio
sagrado en adoracl0n.
Al lJegar haata su casa para viaitarle aquel prtmero de junlo, ml intencldn era tamar
un caf6 juntos y hacerle saber c6mo me sentla.
Fue )usto antes de \Iamar cuando cal en Ia cuenta de que era lunes, noma aquet
de pnnclplos de mayo que supuso el dia de ml rendlcl6n.
;Que poco lmaglnaba que tamblen ese lunes soleaoo, dfa prlmero de junlo,
cornenzarla mi restauraclbnt
Un paso mas y franqueana aquel umdral, comenzanbo un cambio radlcal en ml
vida. Quedarla lnaugurada una era declaiva de ml axlctancia.

El sob denamaba sus aflladas saetas desde un c\eIo Inquabrantablemente azui y


el calor se desplomaba sabre cada lado de Ie casa. NI una ñoja se movla cuando,
lentamente, agarr8 el ¥amador de bronce que quemaba y lo descargu8 dos veces
sabre la puerta.
Tras un leve sonklo de pasos fue la bondadosa Raquel, eu Inseparable y flel
cornpañera, quleri me abrld. Sorprendlda al verme, pronunci0 ml nombre, me h\zo
notar su alegrfa, me saludd con un beso en cada mejiila 6anqueanoome la
entrada con una sonrisa ilumlnadoza al tlempo qua agregaba un eâlido:
— jBlenvenldoll
Ya ml vista pastor se acercaba par el paslllo.
—jl-tolai —gritd, levantanoo los brazos y extendi6ndolos hacla md. ;Que gozo me
da verte en mi casal
En medlo del sofocante caior una bnsa de afecto me envolvlo. No habla flnglmlento
nl afectacl0n en su aJegrla. Su abrazo amlgable supuso la rn9s sincera blenvenlda.
Ya me sentla me]or.
La c8llda reoepci6n por parta de aqueilos das angeles surti6 un efecto terap6utico

Sentla que aunque la vislta no hublera pasado de alll, habrfa vuefto e casa
conforlado.
Mlrdndoles, me aflrmâ en la idea de que son las arrugas del espfritu las que nos
hacen vlejos, no las de Ia cara. Y en ellos perobf dos almas desbordando juventud
y una vftalldad autdntica.
¿Quo te ‹ fin, me preguntd, que su soia preeencla lnfumle an//noz

EL REFUGIO DE MI VIEJO PASTOR

La casa par denbo era tan sencl5a como la sugerfa el exterior.


Nada m6s entrar accedimos a un breve dlstribuldor en el que se abnan cuatro
puertas.
La de la derecha oonducla a una ›•9URFIB cOCiFTB donda habla to esencial, lnclulda
la sallda a un p‹xche amueblado con una mesa y cuatro slllas.
Lea knaglng alll, tomando juntos el primer caf8 de la mañana y recreândoae en la
lnmenes naturaleza que se abrla ante elios.
Sabre el fregadero destacaba un ventanal protegkio par un vislllo, pero que no
\rnpedta ver la enema oentenana que extendla sus raf¥t89 9ODFE IB C09B COI7iO
queriendo guarecerla del sol justlclero de este yerano anticipado.
La puerta situada )usto enfrente de la coclna conducla a un saJdn no muy graride
para extraoroinarlamenta acogedor. Dos rnecedoras estaban onentadas hacla una
chimenea renegrida, señal de muchoa Irnrlemoa proporclonando calor e lntlmldad.
Entre las dos meceGoras habla una mesa baja sobra la que reposada la Dlblla
da tapas muy gastadas en las que podfa leerse •iIeba giganteg. Fue la que us6 en al
oltimo tlempo, cuando sus ojos perdleron agudeza, aunque jamas se apago en elios el
bdllo de la determlnacldn.
Entonces repar6 en st detalle: Una gran cruz eBtaba Impresa sobre Ia portada de Ia
Blblla; de ally mls ojos saltaron a loa leños apagados que reposaban sobre el hogar.
Formaban lamblan una cruz. Luego observe que la eslanterfa de pared, repleta de
fotos y recuerdos, esWa diseñada preclaamente con eaa forma. Lo mlsma ocurrfa an
las cristaleras del gran ventanal, donde unos perfiles blancos entre las dos Iâmlnas de
vidrlo formaban una cruz.
MI vlejo pastor se duo cuenta.
—¿Ya Io captaste† —me pregurito con una sonrlsa.
—¿A quâ se reflare†
—La cruz. ¿Ya la vlste†
—Esta en tooos laoos.
—Tu Io nas dlcho.
Ahora au sonrlsa desprendla més luz que el purlairno atardecer de aquel dia

—fvli vida surgld a la sombra de \a .. siempre ha vMdo amparado en ella, y


quiero que la cruz sea ia escala que me alce a su presencia cuando Ilegue ml fiempo.
—¿Qué encuentra en ella† —me akevt a prequntarie.
Solo medltd unos segundos antes de responder.
—A M —apuntando con au dedo Induce hacia arri . En la cruz ie encuentro a
II... a nadle mas... a nadle menos... ¿qu8 rnés se pueoe pedlr2
Me fIjB en una escalera que, desde un rincdn del saldn conducta a la planta alta
donde estarfan, seguramente, los dormltorlos.
La taroera puerta que habla en el disbibuidor correspondla a un pequeño aseo
lrwiaculadamente IImpIo, como el resto de la caBB.
Quedaba una uTbma puerta hacla la que seña\d ml vlejo pastor.
ntrarnos aquf —me dijo, yendo delante.
Su esposa, Raquel, dlrigléndose a la codna, noa prometld:
—Ensegulda as lJevar0 un caf0.
Aquega habrtacl0n era su despacho.
Dos casas abaJeron de \nmedlato m\ atencldn: La Inmensa estanterfa que de suelo
a techo cub‹1a una pareo y en la que se apretaban clentos de Ilbros, y la
ampila vidrlera que habla a la derecha de \a meea de estudio. Aquel ventanal
proporclonaba una vista extaslante. EJ campo se abrta hasta donde alcanzaba Ia
udrada y ahora, en la primavera madura, la era una jugosa alfombra que cubrfa
el auelo de un verde brillante, casi fosforescente.
Mlraru:la el eetante abarretado de Ilbros recordé el conseJo que ml vIe}o pastor me
diera un dfa: Oeoes /sermucf›o, soars foUo la Bio/a. pero ousca famo/0r› empaparfe be
la san/durfa de o#os. Lin buen iibn› te tieia crecer. Son cocrio m/rias, me habla
dlcho, acar›oanoo el volumes que tenla entre sus manos. /d/nas rep/etas da
r/goezas. Cad'a cap/tu/o es una ga/arfa que cod@ feeo‹os, aaperar›dd que agndeo /oa
descu0ra.
Pase6 ml vista par los kxnos, Intentando dascwar los tftulos.
—Mil aeteclentos docs —me dljo.
—¿Perd6n†
—MII seteclentos dace Ilbros, ordenados alfab8licamente y anotados en IlBtas con
esblogrâflca.
Sonrl0.
—Ya sabes que slempra he sido un lector compuBlvo.
—Y una persona extremadamente ordenada —reconocW. Par cierto,
muchos fulmoB contaglaooe con su paa›0n par Ia iectura.
Se sentd en el sill0n orejero que estaba orientaoo hacia el ampilo ventana\.
Supuse que esa debla ser su ublcacfdn favorfta. A su lado habla una mesa baja y
sabre ella una lâmpara de pantalla.
Por un rnamanto pensB en los ld#lcos momentoa que m\ viajo pastor pasarla
sentado en ese sillbn, contemplando durarita el dfa st pa\saje verde, ablerto... y
adorando en la tenue luz de la l8mpara durante la noche.
—Graclas par concederme urios mlnutos de su tlempo —Ie dlja con derta tlmldaz,
tomando aslento frente a él.
—tMe das laa gradaa† —me eonrld con los ojos mas que con la . Soy yo
el que te asté agradecido. Qoade que estoy retirado me sobra tlempo y no son
muchas las ocask›nes de dlsfrutar de vistas. Ya ves, justo ahora que tengo tanto
para comar apenas hay qulen qulara escucharlo. A Raquel la tengo abuntda de olr
una y otzB VRZ mls hlstoñas. jLa pobre es una santal
Rid oon ganas al decirlo.
Y fue ella qulen llegd transportando una bandeja e Inurxiando la h@ttacJdn del
delkloso ar‹xna del caf0 acompanado con un pastel red0n horneado.
MI viejo pastor la mird con una aonrlsa en la que vi mas agradectrnlento del que las
palabras son capaces de corrponer y ella la lanzo un gulno que sa me antojo casl
de adolescents.
Quedd extaaiaoo ante aquella tlema eecena de amor en ei atardecer de dos vklas.
Asumf enhances qua vtvir amparado en la aombra de la cruz preserya, no solo Ia
vida personal, slno tamblén el matrimonlo.

EL ALBA SE APROXIMA

—Aal que usted conoce hlBtOria9...—JO diJe cuando au eaposa hubo salldo.
—Muchas —asegur y creo que muy buenas. ¿Querrfas escucharlas2
—Seria un piacer.
Lo due con slncerload. MI vlejo pastor me lnsplraba un respeto proNr›oo y solo con
eetar a su lado me sentla crecer. ¿Cu6nto m6e escud›8ndoIe†
Por lxi mornento pensa en contane el suMo que tuve y que me conoujo hasta ese
encuentro. pero deaechg la idea puea no querla oondlcionar ei curao de nuestra

—¿Sabes? —me dlv. Esta mañana recordaba el momanto cuando recibt ai


iIamam\ento para serum a Dloe.
Se ilevd ia taza de caf0 a los labk›s, pero Ia detuvo a escasos centimetres.

—Tooa›/fa me emocx›no al recordano.


—¿Qu6 edad tenta?—Is pregunt0,
—No estoy seguro.
Tom6 un aorbo de la humeante beblda, dej6 la taza sabre ei pequeno plato y se
rascd Ilgerarnente la cabeza, corno queriendo despertar a la memarla.
—Puede que qulnce... No estoy seguro. Lo que sl recuerdo a la perfecclon es el
vtqoroso mensa)e que ml pastor predto0 aquel dia.
—¿Le gustdt
—Mucho: pero Ne otra cosa Io que hizo que ml coraz0n latlera aceterado.
Ohl ¿Y quâ fue asa otra cosa?
—El claro senbmiento de que algdn dia yo tamblén expondria ese poderosa
rnensa)e.
Sus oJos se anfocaron en la ventana, como leyendo en la extensa camplña la
slgu\ente pane de su relato.
—El final de •9uella rauni6n march st principto de mi nueva vida. Permanecl
sentado, con ml cabeza apoyaoa en el respaldo del aslento de enfrente,
orando y Ilorando presa de la emocfdn. Luego noté una mana posândosR BObre ml
hombro: Era Ta de ml pastor.
—Lo has sentido, ¿verdad2 —me pregunto con caiidez en un tono igualmente
afirmab . /Yas sen//do au Ilamaao. ¿no es c/erfo7
—AsenU con un movimiento de cabaza, sln saoer qu6 mrs deem, aunque
hubiera querido expllcarle que tal llamado me parecla una iocura. Que Dios me
ellglera se me antojaba un error o una broma da mal gusto. ¿Yo, que era incapaz da
hablar anta tres personas, elegldo para dl@lrme a una muttltud?
Esboz0 un Intento de sonnsa y concluyd:
—Error a broma de mal gusto, no me cabla otra opcién.
De nuevo tornd fa taza pero \a mantuvo en et alre. Clavd sus o)os en IO9 ITilOB
mlenbas contlnuaba su retato:
ii pastor puso su mano baJo ml barbllla, haclândome alzar la mirada para
hablarme directamente a los ojos: s/ El Ie llama #/is qtJe s/. Lo dijo casl con un susurro
Y gl miamo susurraba ahora, al recordarlo.
—Pero yo nunce seré capaz de eervlrte —nne queJé.
—Dfi›s no mama a /os capac/fados, s/no que capacita a /os zamaaos.
¿Ves esor —me djo, señalanoo a Ia cruz que presldla aquel altar—. Es fodo /o
que necesltas. La vtda no com/enza a /os re/rife años, nl tempoco a toa cuarerfia. La
’vlda am›lonya an e/ Ca/var/a. Y a/H com/enza tams/én e/ seMc/a /ruct/fero. Qo@ que
la cruz esté tan presenfe en II, que //ague a aer fu camino y tu reposo. Fue una
aflrmacl0n sanadora que me acompañarla toda la vida.
Apurb el café y devolvld la taza a su lugar.
Y se recline en el slilon.

Sao DioS ES, SOLO DiOS SABE,


SOLO Dios PUEDE...

—Cuando el otro dfa hablamos par tel8fono no me diste muchos detailes sabre
las razones de tu vtslta, pero atgo me dica que enfrentas los lncdmodos senbmientos
QMS a ml me han acompanado toda la vlda.
—¿Acaso usted...'7
No me de]d termlnar la pregunta.
I\ie encantd que se regrlera a ml con ese lndmo tltulo.
Oesda que soy capaz de recordar slempre me acompañd la pragunta: ¿Estar6
ayudando a aIguIen7 ¿Estare respor«siendo con dlgnidad a tan anismo llamado7
Me descubrl aaintiendo con la cabeza. Yo no hubiera axpresado mejor mls proploa
sentlmlentos.
—sl —condn . Nunca estuve seguro de casl nama, excepts de que aqueiio
que pudlera hacer no servlrla para alterar el curso de n\nguna vtda. Pero luego he
descublerte que eca lntr›ga es vital, porque las dudas acarca de mi solvencia
me hacen er «1ir a Dlos en busca de recursos, y aill —señai6 a unos gastados
almohadonas que descansaban en al auel , mis sentlmlentos sa ordenan. La
presencla de Dlos inyecta paz en mls venas y aunque en ocaslones me postro
deshecho, siempre me levanto rehecho.
Su vaz sublb varlos tonoa.
—Transforrnado. vlctorloso... y, sobre todo, renovado.
Y yo percibla que sus palabras a ml me renovaban.
Arrodlllados ate El adquirlrnos equlllbrio. Cuando seas tentado a pensar que
careces de valor, mlra a la cruz.
Con su mano abarcd el despacho y descubrl que tambiân aquella estancta estaba
\nundada del slmbolo sagrado, Impreso en lomos de Libras, en cuadros que colgaban
de la pared y en verslculos blblicos grabados.
—Mira a la cruz —InslsqA. Tanto vales para Deas.

@EJA QUE TU VALOR LO


DETERMINE UN EXPERTO

—Lo que me ocurre —decldl ser honesto con ml viejo pastor— es que plenso que
carezco de talento para desarrollar las funclones que se esperan de ml.
Cualqulera podrla hacer Io mlsmo que yo haga... y to harla mucho meJor.
I\4e observd con una sonrlsa que bansmltla oomprensid+i y ernpatla.
—Estoy recordando una vleja hlstorla. ¿Quieres que te la cuente7
—Adelanta —la dije.
Se acornod6 an el &\ldn, enbetazd los dedos, dejb descansar las mano9 en el
ragazo y comenzo:
Aquet fiombre entr0, muy apg/oo, en la nad/tac/on ‹a/ sa0/o. •Vengo,

hacer nada. Me d/cen que no sino, que tooo fi› haga mai, que soy loops y
dasfanfe fonfo. ¿Cdmo puedo mejb‹arr ¿Qué puedo hacer para que me
va ›ren mrs/»
fiin mlrarto, ei maestro ie wyo. «Cuao/o la s/enfo, muchacfio. mo puedo
ayudarte ya que debo rosoNor pñmero mi pzopio proc/ema. Qtzlzâ rfespugs...»
Hfio una pauea y agrego: «fii quieres ayudarme, yo podrfa /eso/ver esfe
esunfo mio antae de Io pensado y despu&s tal vsz te pueda ayudar».
•E... encanfado, maestros, I/fudeo s/ joven, s/ndendo que de nuevo era
desvabzfzado y sua nefieeldedea postergadas. cBlen», condnub el maestro. Se
quñd un anI#o quo lleva0a en e/ dedo meñ/gue de la mano izquierda y, dân-
dose/b a/ muc/tecf›o, ie dl/o: «Toma e/ caba/la que asfa aft/ Nera y cada/ga
hasfa e/ mercado. Debo venaer este an”Riopo/qua tengo quo pagar tuna
deuda. Es necesarfo que odferigas par 8/ la mayor suma poalbie, y no acepes
menos

pueaas». Ef/ovw› fomo e/ anilio y pa›o0. apenas //epn ai mernaao. empeeo a


oftecer el anlllo a los rnercaderee, que la mlraban aon alga de lnterés hacta que

Cuando menc/oria#a la moneda de aro, a/gunos re/an, ofros la g/rabari


en la cara y fan solo un anc/aria fua O Oastante amab/e como para
fomarsa la mo/es/fa de exp/car/e que una moneda ae oro era ‹femas/ado
va//osa para enfregaz/a a oambio de un an//fo. Con afân de ayudar, a/gum ie
ofrec/ una moneda de p/afa y un recipients de sobre, pero eipv»n t»ia
/r›sfrusc/ones de no aaePtar rnenos de rna moneda de oro y rechazo la
oferfa. Despots da
ofiecor la joya a fodas /as personas que ss cruzaoan con e/ en ef me/cabo. pue
fueran mBs de clan, y abatido par su frecaao, tnontâ en su casa//o y ragrecb.
Cuar›to nubiera deseado ferier una inmeaa de ono para e/›/repa/se/a a/
maaatro y IIberarlo de su preocupafildn, pafia poder reclblr el fin eu coneejo y
ayuaa. Entro en la naoitacion. «Maesdo», la dia, «la edema. No os poslhle
‹x›nsegW la que me plaes. QulzBs tiub1era padido ‹x›nseguIr dos a tree
moneztas da pfafa. Pero no creo que jro pueaa engaifiar a nad'/e con respocto al
veraaaero valor del anilio». «Eso que has aicho es Importance. javen amlgo»,
confesfd sonrienfe e/ maacfro. «Debemos conocer prtrnero el verdadero valor
del any/a. Vueive a monfar fu ca0a/la y re a ver a/jbyero. ¿Qu/8n mejor que e/
puede aabedo? 0/la que desaarfas vendbr ef and/a y pregdnfa/e co8nfo ie da
par g/.Pero no /mporfa la que te orrezca: no se la vendas. Yuefye aqul con ml

la mlrb con su /upa, la pest y luogo Is dija. «D1Io al maestro, mucnacno, que s/

de oro par su ani#o». «¿C/ncuenta y ocho monedas de oro?» exclarnâ


a//oven.
«GI», ieplin0 el joyero. «Yo s4 que mn fiempo podr/amos obfener par é/
cerca da sefenfa monedas, para si la vanfa es uzpenfa...» EJ/oven comb
amoc/ooado a casa del maestro a comar/e la suced/do. «s/0ntate•. 4//a e/
maestro despu8s de escucf›az/o. nFu aces como ass an///a: una/oya, va8osa y
dnica. Y como fa/, solo puede evaluate un e‹pem›. ¿for que vas par la viaa
p efen#/endo que

MI vlejo pastor me mlrd con lntensldad.


Yo rnedltaba.
Me senald a Ia cruz.
—Lo hlzo par tl... tanto vales para Dk›s. Ftata de ios expertos —apuntanoo hacia
arrtb . Su criteria es el dnlco que debe Importarte; El sabe r‹ 4l es tu verdadero
Asantl, tomando la firme decls/dn de acudlr a la prbxlma cJta con cuademo y
bollgrafo para tomar notas.
—Es cierto que a veces Dios permits que nuestro paladar sea tocado par la
rnirra del aparente fracaso —puntuallzo, humeded9ndose ios lablo porque
muchos de nuesbos fracasos son mâs aparente• 9 e realBS. Pero aun eao as sano,
porque ase sentlmlento ros Ileva a tomar la bnijula de Ia oracldn y entonces
comprendernos Ia
enorme verdad de que solo Dios es, solo Dios sabe, solo Dios puede...
—tQug frasel —dtje, repfti9ndol : Sdo Duos es, solo Dios sabe, solo Dios
puede... Socrates Io resumld con mucha senclllez cuanoo pretendian atribulne,
seguro que oon mereclmlento, una sabldurla prMlegiada. El flldsofo griego mkd a la
muMud que
aclamaba su erudlcl0n, luego sefiaid al cieJo y dl]o: Solo 0/os es e/ ve›zfadero sa0/a.
Declinaba el dia cuando cerr6 la puerta azul datrés de ml.
El anochecer se aproxlmaba.
Sabre was elevadas lomas el Nelo era naranja y rasgado par nubes bansversales
rn8s oscuras, entre las que se transparentaba un purlslrno azul.
LadridoB lejanos me recordaron que mucho mae alia tamblén habfa vlda, aunque nl
tan quieta nt tan bella como esta, donde la dama de la nocha y los ]azmines
comenzaban a levantar su aroma espeeo y calldo.
AJ pasar )unto za cosal, capto mi atencldn una fior roja que habla nacldo ence las
biancas. Me lncIIn9 para olerla, extranado de que un mlsma tallo albergara flares
de tan disttnto color. Tenla un marcado perfume, mucho rn4s lntenso que el da sus
companeras blancas.
Camin6 luego par aquei campo vaclo, pero que no me parecia amenazante sino
lnmensamente bello. Todo era sllenclo, matizado tan solo par et ealudo de los
primeros insectos de Ia noche.
Abrl mis brazos olz8ndolos al cielo y fa minima luz, a mls espaldas, proyectd,
dalame de ml, la cruz que yo formaba.
AqueMa soledad me parecld una antesala del cielo.
Adoré mientras camlnaba. Primero en Bltencto. luego en un ausurro, pero
flnatmente ml corazdn explotd en un /A/e/uya/, que hlzo enmudeoer a los insectos.
IncJuso al perro, a la lejos, guardd silenclo.
L8grimae y adoracl6n se rnezclaron hasta ilegar a casa.
—¿Como te fue, carlfio? —ml esposa mIr0 con preocupaclon mls ojos hinchados y
enrojecidos.
No ie dlje nada, solo la abracd durante largo rato. La aparté luego un pooo para
contemplarla. Su belta imagen danzaba en mis Iâgrlmas...
—Bien, ml amor —volvf a abrazarl . Me fue muy bien.

Poco despuas Marla, mucho rnas tranqulla, descansaba. Mi quietud ara la suya y esa
noche dormlrfa con la paz que en eT ultlmo dempo ml desasosk›go Is habfa robado.
Para elia amanecena pronto; Ia onclna aguardaoa a las ocho en punto.
Yo tard& Ago mgs an
acostarme. Tenla mucho en qué
rnedttar.
Sobrecogldo de gozo me scorns a la ventana. La luna, redonda y blanqulslma,
oortvertla el c/elo noctumo en una c6pula de iuz y desde el jardln ascendla una
parfumada humedad.
Solo 0/as es, solo O/os sabe, sofa /M›s puede... Sa/a 0/as es e/ verdadezo sab/o.
Lo repetl muchas veces, hasta que cada uno de mis eentidos ae impregnd dei
pooeroso mensaje.
Volvl a Ilorar de paz y de zgegrla irrefrenable, y & otro lado de mis lâgrimas la luz de
la luna se refract0 adqulrlenoo Ia forma de una bi1Iwte cruz sobre el Inmenso llenzo
noctumo.
La noche avanzaba y la temperatura caia.
Dentro de ml, par fln, amanecla.
SEGUNDO LUNES

«Un vistazo a la g/ona de Dios nos arranca oe

golpe todas /as meda//as de/ pecho,

nos despoja de f/fu/os y nos apea del pedestal»


PODEROSA DEBILIDAD

D urante toda la semana aguardâ oon impaclencla la Ilagad8 del slgulente IunRs.
Casl contaba las horas que faitaban para el reencuentro ‹x›ri ml vlejo pastor.

Su recepctdri fue tan cordial como la antedor y apenas me eenté frente a él, me
mlrd con una Intensidad grave matizada de duizura y cornenzd a hablar. reco‹danoo
con preclsfdn admkable los detalles de nueetro encuenbo anterior.
—Como te dija el lunes pasado, eres enorrnernente valoso, pero debas mantenerte
humllde.
Perclbl que su objetivo era poner equlllbrlo en la dlse‹tad4n.
—Mlentras slrves a Deas gazaras da ti1unfos. Recuerda, enhances, que el âxito tlene
un alto componente etfllco. Viglla que no te emborrache.
Aque8a frase qued0 impress en ml corno si el mlsma clncel de Deas la hublese
grebado. Tuve que reacclonar &gIImerAe para no quedarme enganchado en ella, pues
de Ia bocs de ml vlejo pastor segufa nuyendo sabidurfa.
—I-tay personas que gastan sus fuerzas en el estñpido empeño de ser conocldos y,
de ser poslble, reconocidos... Qu6 lnsansatezl
No habta enfado en su vow Lo dgo en tono ssreno, pero era Ilamatlva la rotundldad
de BuB anrmaciones.
—James he eriter<lldo —proslgu see empefio par exhlblr habllldades y valores.
¿A qulén pretendemos Impreslonar2 ¿DojBFOmoB a Dios boqulabierto cou nuestras
capacidaoes7 Cuando II ellge a una persona, esta no tlene que esfo‹zarse par
reivkxilcar sus talentos; ya se ocupar6 Dios de ello.
La nrmeza con la que hablaba resuitaba comaglosa y a la vez estimulante.
—i4e conocldo a suflctentea mlnlstros d& evangeMo tan \nfec1ados par ol virus del
éxito como para saber que los vaporea dei trtunfo actoan como el aloohol: genden a
sublrsenos a fa cabeza y aturdlrnos. Nublan nuestra vision y nos vuelven torpes, por
eeo Dloa permlte los tropezos y no evtta que cometamos errores, porque la debllldad
resultante pueda tomarse en nueatra verdadera fortaleza.
Su mFada desprendla el fuigor de qulen eeta persuadldo de la vemad y siente
urgencia par compartlrla.
day a@a m6s dlffcll que sobreponerse a los fracasos.
Entomé los ojos en un geeto de sospecha. «¿M8s dmcll que sobreponerae a un
fracaso?», pensg. Para ml errar equlvale a aumiree en un pozo de desatlento.
—Alga m8s diflcll que sobreponerae al fracaso —Insisg , es sobreponerae al

Guardd allencio para que pudiera medftar en silo, o tal vez para br¥›dwme la opci6n
de replicas. Pero ansegulda conlnuo:
—El gran enemigo de tus biunfas de mañana, son bus triunfos de hay. Esté
sobradamente demostrado que par cada clen personas que soportan la adversidad,
solo una tolera la prosperidad. Y no me renero unicamente a la econdmlca. Las
rnedallas, Inciuso las obtenldas IB@ltimamante, pueden pesar tanto sobre el pecho
que ilegan a conver0rse en un lastre. Los galones, Incluso los aicanzados en justas
conquistas, pueden abatir nuesbos hombros clavandonos en el suelo.
VoM a enfocarme con fljeza, mlentras me decfa:
—Sobreponte a los fracasos, pero no demes que los trlunfos te venzan. En
OCD6lones la vlctoria puede radical en una hulda y el verdadero poder en sentirse

—¿AJguna vez se sintld usted débll?—Is pregunt6.


—St N supleras —ae echd a rair—. S\ hubleses podldo verme por dentro, te habrlas
sorprendido del temor que en ocaslones me embargaban. Algunos dlas
tenla que repetlrme clen vece fas palabras que Dios Ie dlJo al apdstol Pablo:
M/poder se perfecobna en la dab///dad.
Mlantras escuchaba aquella confesldn, en ml rnente se reproducfan las muldples
ocasones en que habfa vlsto a ese hombre anunclando con firmeza ei mensaje de
Ia cruz. Sus palabras llegaban a nosotros con la seguridad de qulen s he muy bien Io
que dice y par qué to dice.
Se lncorpord un poco en el slll6n me pregunt6 st podla contarme algo. Al mfusd
declrlR cia. La
estarfa encantado de escucharte, cornenzo: a0a‹re
use dice que have mucfio #empo en un antique mouasfer/o rag/do par una sa la
adadasa da gran sabidurta, m&e de c/en herrnanas oraban, trabajaoan y yamd,
serv/an a D/as /evando una v›b'a aus/era y syenc/osa. un aha, ies anunc/aron la m/la
que una de eHas ser/a enviada a su cornarca a predicer el evanga/la. y via
DesPu&a ‹u
r»enfe
hem›ana Clara, una /oven Ilena de cuaiidades. La Pueieron a eetudiar par la //ena
quo C/ara lasd /a›gos años en la A/0//oteca ae/ monasfe fa dasc//rao‹/o as
cod/ces y adueñânaoee ae su secrets c/enc/a. Al oonciulr sus esfud/os, respue
conoc/a /os cJâs/cos, podra leer la Escrflura on eus lengusa or/g/na/as y stas y
dominaba la Iran/c/dn Isa/0g/ca medieval. Prea/co en ef mor›asferfo y /os
toaos puaieron apreciar su erudlctdn y la uncibn de cus PaIabras. AJ flnallzar
au pr8d/ca, Clara se inc/mo anfe la a0adesa y ie d@.” «¿Puedo yo lr ya a
pred/care» La an c/ar›a como s/ /ayera en su /nteñbr y aprec/d que en la
ments de
ciara se amonfonaoa›s miles be zespuestas. «Todavia no, h)a... toaavia no», ie
cor4esfd. La envy, enhances, a la nuerfa, donde bab‹yd de so/ a
so/, sopo tando /as be/adas de//nvfemo y /os arobres de/ verarto. Anancb
piedfas y zarzas, cuiaa, una a una iae cepae ael vtfieao, aprenalb a
esperan e/ creci/zrénfo de las semlllas y a reconoaer, con la sui/da da la
sav/a, cuando habla liegaao e/ memento de podar /os ca4faños. Adgu/ro
aha c/ass de

mnversar con as cam/›es/nos. Escucfio e/ c/amor de svs quejas par la dura


servidumbre. Oyd mmores de revuettae y atentb a k›a qua aWfan con Santa
que
ojos ¥enos as preguntas. r/ a es tempo afin, fitja mfa... Ve a orar•. t.a
herrnana Clara paeb /argo fiempo en una eon/la so/fferfa de/ mortte. Cuando
regreab, //exaba e/ a/ma frans guzada. «¿/-la yegato ya e/ zrrxrjenfo2»,
pregunta. No. Acn no habla lfigaao. Se Nabla declarado una epidemic en
e/ pals y la hermana C/ara lie enviada a co/d'ar de /os apestados. Ve/d
noches enteral a /os enrem›os y I/ord amargamenfe a/ e/›tarrar a mucfios.
Cuando ferm/nd la pesfe, e/la m/sma cajrd enferma de agofam/enio y bisfaza
y /ue cutaaaa par una Tamil/a de la a/dea. Aprenaio a ser aebil y a sari#rse
pequeña, se dejd querer y recobrb la paz. Cuando regresd e/ monasfe/io, ie
madre aoadesa la ml a, /eyendo en su a/ma y la encoofro mas f?vmana y
vv/nerao/e. Tenla la mirada aerena, la menfe Elena de reaPuestas, ios o/os
I/enos da pregontas y e/ corazan 'eno de nom#zes.
«Ahora s/, hlja mla... ahora s/. Ve a pres/car e/ erange//o», ie dip.*
La hlstona me emoclono.
Se lnolnd hacla ml y recalc6 Ia enseñanza hablamlo muy IeMarnente:
—Tooa la sabldurta y el poder de Dios no habrtan servido de mucho si no hubiera
decldldo hacerse débil y entregar su vlda. Henry Mtller dlJo: «SI Dlos no es amor, no

Sacudi6 la mano, prosiguiendo:


—La frase bene lo suyo, pero creo que es acertada. Alll —señalo a una de las
muchas crucas que deooraban su despa no hay m\lagros, nl erudici6n... solo
hay un cuerpo roto del que escurre amor par los cuatro costados. En esa debllldad
exbBma se fragud \a gran victoria. Es asl y no de otra manera. H\)o, st queremos ser
efectlvos, tenoremos que Imltarie. Deas no busca estrellas, nl ellge a sus sieryos
consultando las gulas de notoriedades; prefiere vasos de barro para admlnistrar su
tesoro, y cuanto antes asumamos que nuestro llamado no es a ser eslatuas sino
pedestales, antes avanzarernos.
Yo Ie mlraba profunuamente... Ie escuchaba profundamente.
—La autosuficlencla es un valnr cotizadtsimo en la tierra, pero un verdadero
estorbo en las casas del relno. El nos ayuda hasta que nos sentlmoe poderosos,
pero en la autosuflclencia comlenza nuastro decline. Pocas casas ejercen tanta
influencia como la Mmlldao lnstaurada en el altar. Pero es una abomlnadon
conver0r el altar en escenario.
Guardb un instante de sllenclo antes de ratlflcarle:
—Algunas lgleslas han convertldo su altar en escenarlo —neg0 con un gesto de
I&stir, y eso es un verdedero problems. Sobre el escenario se lucen las estrellas.
sabre el altar desclende la presencia de Dios. Ambas casas son incompatibies;
tendremos que eleglr: Estrellas humanas a lmpecto dtvino.
MI vlejo pastor movla su rahoza, llevanoo Ia barbilta casl de hombro a hombro, en
una nBgatlva rotunda y una conviccidn firme.
—Es una tumble lncoherencla escucher el senclllo mensaje del evangeilo
proclamado por lablos altaneros.
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