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Citas hih(icoS n›arcadas *0HHa son de La gibha Dios Hab\a Hoy. 3erg. E dicio*z?. @ 1996 par Ig Sociedgd Bi'bt‹ca
In£emacionct. Usade con pem•iso.
Hota del autor: La n eyoria da tae hysterias que ralala e! «viei.o pastor» sun creafié•n del aHtor de este Wipro.
salvo aqu•IIas cuya awtoria qusda Referenc.iada u oaas que son anonimos o de domiriio publics.
T2 13 14 4 5 I b QG ? 8 7 5 5 4 3 2 1
DEDICADO
de anlmo abatido.
A Miriam
ANTES OE E51PEZJ\
fi
PR!51ER LJNES
TERCER L! !NES
CUARTO L! JNES
QUINTO LUNE 5
SEXTO LUNES
5EPTIF.IO LUNE 0
OCTAVO LUNES
NOVENO LMNES
AGRADECIMIENTOS
Nunca podrfa haber esolto esia hlstorla sin las personas que la inspiraron:
Los miles de hombres y mujeres que cui8van con esmero la parceia de derra donde
Dios les puao.
Graclas por vuestra dedlcacl0n a Ia obra; por enterrar vuestros pies y manmar
vuastras manos en al barro de esta sagrada labranza.
Agradezco de corazdn al Grupo Nelson y su excelente personal par creer en este
humllde trabajo y ayudar a su naclmiento. Deseo que asta crtatura da papel y tlnta
aporte aiegrla y bendlcibn a muchas vidas.
ANTES DE EMPEZAR...
ace unas samanas celebr6 ml cumpleaños n6meto cuaranta y sels.
H
Pese a que hublera prefertdo no ver ianlas velas sabre al pastaj fue un bonko dfa.
Hubo sorprecas, abrazos y raudales de carlño no flngldo.
¿Oué m6s se puede pedlr2
No faltd nada: ni la lluslon de deshacer un precioso empaque para desc‹ibnr que
contenla ;justo Io que necesltabal\ NI la cancldn «;Cumpeañoa feiDl» que, aunque no
acertd en tono nt an ritmo, fue capaz de emocionarme.
Par eso, al comm el dia, rtder4ras raoogla los papeles que envolvieron los ragalos y
guardabamos en Ia nevera el pastet que sobr0 y servirta oe desayuno para Nos pmxlmos
dlaa, no dejaba de preguntarme: ¿Par qué tamblén hay me siento ash
Dantro de ml, en un punto lndeflnkto de ml ser lmerlor, perslstfa ese extrano
agotamlento dlftcil de describir y duro de soportar.
Me reAero a alga que hasciende a la fatiga. Tlene mas de emocionee que de
m8sculos. Esté mas vinculado ai alma que al cuerpo.
Soy pastor evangélico y desde hace algan bempo me slento... ¿Cdmo la deflnlrla‘?
Busco el vocablo m8s adecuado para expresar mls sensadones, peso no logro
encontrano.
Tal Ileq0 a ser la presl0n. que uno de los dfas me sentl rrorlr y termln6.
trremedtablemente, frente al do<tor.
Intents explcana el galimadae que tenfa an ml mente, con ramf0ceclones en ml aJma
y saveras moles0as an el cuerpo. No fue nada fdcM puss al no saber yo mlamo lo
que me ocunla tuve que echar mana de la Interpretation, gesticulando mucho
con las mamas y hasta btzqueando con los ojos. El buen doctor escuchd con
encomiable paoencia, mantenlendo los cooos sabre la mesa. los deoos enxecn›zados y
Ia cabeza apoyaoa en ambos pulgarea.
Flr›almente, me mIr0 con una franca sonrtsa que a ratos me relajaba y a ratos me
tncomodaba y desgran6 su dlagndstfco.
¿Cdmo dennD eBto que a ml me pasa7
¿Efecto oum out2 ¿El que mucho corre pranto para? ¿Disparar en velme dlas Ia
provlsldn de munlclones pea velnte afios7 ¿Forzar el cmallo hasta extenuarlo7
;Ou0 ss yo la que me d@I
C0sas tales como que egarrar mAs rlendas de las convenlentes y gak›par a lornos
de varlo8 cab8IIoB es tarea comp0C8da y hace f8c4 que estos se deeboquen.
Oue apraiar dernaslaoos asuntos en la Jomada ie confleren un peso InsoportaDle.
Tan rotundo fua y tan persuasivo, que Ilegug a admlbr que tal vez tuvlera razdn.
Asl que, una vez hecho el dlagndstloo, volvld a enfocarme con su lnalterable sondsa y
me mand0 a.. idescansarI
—Le prescrlbo reposo forzado —dI|o, con la mlsma tranquilktad con que podrla
tecetar una asplnna.
Nunca he pasade, graclas a Dios, par lo que denominan «babajoc f‹xzados»,
no obetanta, slento un profundo respeto par queenes se hayan vista en ese trance,
pero puedo atastiguar que el «reposo forzado» no es en abcoluto fécll.
No efa la primera vez que mi endeble naturaleza me obilgaba a parar —a veces he
Ilegado a pensar que Dlos me ha dotado de una salud tan impecaDlemente mala
solo para que escrlba—, y de sobra sabla que a pa‹tk de ese memento tendna en ml
mente a mi mas feroz anemigo, porque, corno blen sabes, cuando el cuerpo as pam
la ments
Asi que opt6 par cauterizar ml pencamtento antes de ser cauwo de el, y amparado en
el reposo puue asumir poderosas conyicclones:
Es @OB@le hora lo coclnar tan febrilmente para Dl•• 9 terminemos
sacandolo de la codna... Es poslble, sl, peso es lotalmente Inconvenlenta.
Un yuga dfftcil y una carga exceslva no coinciden con la dascrlpcidn que Jesos hizo
de su comlsl6n; mas blen pueden sltuamos ante una pendlente tan pronunclada que
nos haga concebir la Idea de abandonar.
¿Te ha ocurrido a g‘? ¿Lo has pensado algune vez7
No te tortures nl te juzgues con
sevendad. Bienvenldo al GiUb.
Recuerda la frase de aquel sabio china: J\la podemos evltar que los p&jaros rovo/ofaen
aoare nussfra ca0eza, pe/o s//›ooemos /mped/r que nagan n/do en e/la.
Asl: capturando con ml mana derecha las rafiexiones que brotaban del corazén y
espantando con Ia Dqulerda los negroe pajarracos que se empenaban en anldar en los
¿Quleres bansitar conmlgo este tñnel? Juntos comprobaremos que agarrados a Dios
—/Ou8 /&sf/ma que boy /os v/ejbs no seamos fan sab/as como para que
po‹N/s aprender escuchânoonosl
El|oven tomb enfre iaa euyas Ian manos del a cieno y m/rdndo/e a los o/as
Pese a ello, ahora, parado ante aquella puerta azul tachonada de clavos negros, no
podla sacudlrme la sensad0n de ser un entfometkto que venla a altefar el merecido
deecanso de aquel anctano que habla apurado, casl hasta el fondo, la copa de su
servtClo.
Solo el recuerdo de la situaddn llmKe que me habfa llevado hasta allf podla ser un
Iroendvo suflclente para que mi mano se deci‹dera a agarrar el puño de drones que en
el cenbo de la puerta cumplla las funcionea de ilamador.
Rememoré ml hlstona mrs rectente:
t4abla dec/dldo dedlcar ml vida a aen‹ir a Dios, a lo cual me entzegu6 con la mayor
Ilusl6n; sin embargo, uittmamente ias casas hablan eufrioo algunos carnblos.
Estaba decaNmado.
Deflnitlva y absolutamente desanimado.
La seneacibn de creer que no podfa, no sabfa y no servta me habla invadldo par
Desarroltaba —a, rms blen. lntentaba hacerl las funclones de pastor en una
pequena cap4la de un pueblo olmlnuto. Yooo pequeno. Pero a ml se me hacla
aquelTa responsabBidad alga tan grande, y sabre todo tan pesada, que
amenazaba con
Busco todos los adjetNos eloglosos pero no pueoo demr la sensaobn que me prooujo
aquel aueño.
Con at aco da eea voz y la comics dci pi}ama pegada a mi cuerpo, despeñ6
No me cupo nkiguna duda: aquel sueño confirmaba que el conaejo de Maria era sabio
Par eso estaba ahora aJIt, parade frente a ia puarta azul de aquel\a senciila casa
encalada be bianco.
EI s endo era la mGslca predominance de see paraje Increfbtemente Brtll pero
eatremecedoramente despobiado.
No se vela nlnguna otra caaa alrededor.
Aquella construccion estaba levantada en el G6ntro de la nada. Clmentada en el
deeamparo mas abeoluto pero proteglda par la quletud m6s perfects. El sueio de pledra,
)unto a las parades, estaba GUbi6rto de ]7gtd 0G d0 flares, fojos, blanoos y rosados, que
se oesprendian del poyo circular cargado de macetas y de doa balconc8loe.
En unos macetones, a ambos laoos de la puerta. habfa unas rosas enhlastas ante las
que me Incllci6 para olarlas. Eran de un blanco lnmaculado y sobre aus p4talos
conservaban algunas gotas de agua que sa asamajaban a &mlnutos cñstales.
Retrocadl unos pasos para volver a admkar la estructura, sancil\a pero lmponente,
de aquetla casa, y entonces repar0 en el details: La chlmenea, que se ievantaba
vanos meboa, arrojaba una sombra que junta a Io que proyectaba el perfll del teJado
formaban la lmagen mlsma de una cruz.
Mantuve mis ojos fl]oa en la escena par mâs de un mlnuto: Era una cruz perfecta, a la
que el son, ya decknan0o, confena una enorme longkud.
Una cruz kl0nttca a la de mi sueño...
Una cruz en el desierto...
Poco lmaglnaba que mi vlda estaba a punto de camblar, porque a partp de ese
memento comenzd uno de los perlodos mas veragir‹osos y extraordlnarios que hasta
hay he vivido.
Meses en los que no entendf blen quâ ocurrfa y que soio ahora puedo reiatar co›
otra corMcci0n, porque el tlempo y la acontecido me hari hecho comprender que en
cada dssterto hay una cruz restauradora, solo es cuestidn de buscarla y guarecemos
a su
A veces nl fuerzas tenemos para buscala... pero ella nos encuenka, y comprobamos
que allf el para)e m&s ardlente se transforms en un f0ttil vergel.
PRIMER LUNES
emeroso, dando fentamente un paao tras obo, Ilegu6 ante la puerta de la casa. Y
Io que vl me dejo estupefacto.
Junta al dlntei derecho, co›gada en la fachada, habfa una pledra roJlza con forma de
pergamlno en la que estaban grabadas las palabras del profeta: En demanso y en
reposo ser4/s sañ‹os. en qu/efudy en non#anza eerB vuestra forta/eza (Isalas 30.15).
Las rntsmas pslabras que me hkleron despertar oel sueño las tenla ahora ante mls
Sentla que aunque la vislta no hublera pasado de alll, habrfa vuefto e casa
conforlado.
Mlrdndoles, me aflrmâ en la idea de que son las arrugas del espfritu las que nos
hacen vlejos, no las de Ia cara. Y en ellos perobf dos almas desbordando juventud
y una vftalldad autdntica.
¿Quo te ‹ fin, me preguntd, que su soia preeencla lnfumle an//noz
EL ALBA SE APROXIMA
—Aal que usted conoce hlBtOria9...—JO diJe cuando au eaposa hubo salldo.
—Muchas —asegur y creo que muy buenas. ¿Querrfas escucharlas2
—Seria un piacer.
Lo due con slncerload. MI vlejo pastor me lnsplraba un respeto proNr›oo y solo con
eetar a su lado me sentla crecer. ¿Cu6nto m6e escud›8ndoIe†
Por lxi mornento pensa en contane el suMo que tuve y que me conoujo hasta ese
encuentro. pero deaechg la idea puea no querla oondlcionar ei curao de nuestra
—Cuando el otro dfa hablamos par tel8fono no me diste muchos detailes sabre
las razones de tu vtslta, pero atgo me dica que enfrentas los lncdmodos senbmientos
QMS a ml me han acompanado toda la vlda.
—¿Acaso usted...'7
No me de]d termlnar la pregunta.
I\ie encantd que se regrlera a ml con ese lndmo tltulo.
Oesda que soy capaz de recordar slempre me acompañd la pragunta: ¿Estar6
ayudando a aIguIen7 ¿Estare respor«siendo con dlgnidad a tan anismo llamado7
Me descubrl aaintiendo con la cabeza. Yo no hubiera axpresado mejor mls proploa
sentlmlentos.
—sl —condn . Nunca estuve seguro de casl nama, excepts de que aqueiio
que pudlera hacer no servlrla para alterar el curso de n\nguna vtda. Pero luego he
descublerte que eca lntr›ga es vital, porque las dudas acarca de mi solvencia
me hacen er «1ir a Dlos en busca de recursos, y aill —señai6 a unos gastados
almohadonas que descansaban en al auel , mis sentlmlentos sa ordenan. La
presencla de Dlos inyecta paz en mls venas y aunque en ocaslones me postro
deshecho, siempre me levanto rehecho.
Su vaz sublb varlos tonoa.
—Transforrnado. vlctorloso... y, sobre todo, renovado.
Y yo percibla que sus palabras a ml me renovaban.
Arrodlllados ate El adquirlrnos equlllbrio. Cuando seas tentado a pensar que
careces de valor, mlra a la cruz.
Con su mano abarcd el despacho y descubrl que tambiân aquella estancta estaba
\nundada del slmbolo sagrado, Impreso en lomos de Libras, en cuadros que colgaban
de la pared y en verslculos blblicos grabados.
—Mira a la cruz —InslsqA. Tanto vales para Deas.
—Lo que me ocurre —decldl ser honesto con ml viejo pastor— es que plenso que
carezco de talento para desarrollar las funclones que se esperan de ml.
Cualqulera podrla hacer Io mlsmo que yo haga... y to harla mucho meJor.
I\4e observd con una sonrlsa que bansmltla oomprensid+i y ernpatla.
—Estoy recordando una vleja hlstorla. ¿Quieres que te la cuente7
—Adelanta —la dije.
Se acornod6 an el &\ldn, enbetazd los dedos, dejb descansar las mano9 en el
ragazo y comenzo:
Aquet fiombre entr0, muy apg/oo, en la nad/tac/on ‹a/ sa0/o. •Vengo,
hacer nada. Me d/cen que no sino, que tooo fi› haga mai, que soy loops y
dasfanfe fonfo. ¿Cdmo puedo mejb‹arr ¿Qué puedo hacer para que me
va ›ren mrs/»
fiin mlrarto, ei maestro ie wyo. «Cuao/o la s/enfo, muchacfio. mo puedo
ayudarte ya que debo rosoNor pñmero mi pzopio proc/ema. Qtzlzâ rfespugs...»
Hfio una pauea y agrego: «fii quieres ayudarme, yo podrfa /eso/ver esfe
esunfo mio antae de Io pensado y despu&s tal vsz te pueda ayudar».
•E... encanfado, maestros, I/fudeo s/ joven, s/ndendo que de nuevo era
desvabzfzado y sua nefieeldedea postergadas. cBlen», condnub el maestro. Se
quñd un anI#o quo lleva0a en e/ dedo meñ/gue de la mano izquierda y, dân-
dose/b a/ muc/tecf›o, ie dl/o: «Toma e/ caba/la que asfa aft/ Nera y cada/ga
hasfa e/ mercado. Debo venaer este an”Riopo/qua tengo quo pagar tuna
deuda. Es necesarfo que odferigas par 8/ la mayor suma poalbie, y no acepes
menos
la mlrb con su /upa, la pest y luogo Is dija. «D1Io al maestro, mucnacno, que s/
Poco despuas Marla, mucho rnas tranqulla, descansaba. Mi quietud ara la suya y esa
noche dormlrfa con la paz que en eT ultlmo dempo ml desasosk›go Is habfa robado.
Para elia amanecena pronto; Ia onclna aguardaoa a las ocho en punto.
Yo tard& Ago mgs an
acostarme. Tenla mucho en qué
rnedttar.
Sobrecogldo de gozo me scorns a la ventana. La luna, redonda y blanqulslma,
oortvertla el c/elo noctumo en una c6pula de iuz y desde el jardln ascendla una
parfumada humedad.
Solo 0/as es, solo O/os sabe, sofa /M›s puede... Sa/a 0/as es e/ verdadezo sab/o.
Lo repetl muchas veces, hasta que cada uno de mis eentidos ae impregnd dei
pooeroso mensaje.
Volvl a Ilorar de paz y de zgegrla irrefrenable, y & otro lado de mis lâgrimas la luz de
la luna se refract0 adqulrlenoo Ia forma de una bi1Iwte cruz sobre el Inmenso llenzo
noctumo.
La noche avanzaba y la temperatura caia.
Dentro de ml, par fln, amanecla.
SEGUNDO LUNES
D urante toda la semana aguardâ oon impaclencla la Ilagad8 del slgulente IunRs.
Casl contaba las horas que faitaban para el reencuentro ‹x›ri ml vlejo pastor.
Su recepctdri fue tan cordial como la antedor y apenas me eenté frente a él, me
mlrd con una Intensidad grave matizada de duizura y cornenzd a hablar. reco‹danoo
con preclsfdn admkable los detalles de nueetro encuenbo anterior.
—Como te dija el lunes pasado, eres enorrnernente valoso, pero debas mantenerte
humllde.
Perclbl que su objetivo era poner equlllbrlo en la dlse‹tad4n.
—Mlentras slrves a Deas gazaras da ti1unfos. Recuerda, enhances, que el âxito tlene
un alto componente etfllco. Viglla que no te emborrache.
Aque8a frase qued0 impress en ml corno si el mlsma clncel de Deas la hublese
grebado. Tuve que reacclonar &gIImerAe para no quedarme enganchado en ella, pues
de Ia bocs de ml vlejo pastor segufa nuyendo sabidurfa.
—I-tay personas que gastan sus fuerzas en el estñpido empeño de ser conocldos y,
de ser poslble, reconocidos... Qu6 lnsansatezl
No habta enfado en su vow Lo dgo en tono ssreno, pero era Ilamatlva la rotundldad
de BuB anrmaciones.
—James he eriter<lldo —proslgu see empefio par exhlblr habllldades y valores.
¿A qulén pretendemos Impreslonar2 ¿DojBFOmoB a Dios boqulabierto cou nuestras
capacidaoes7 Cuando II ellge a una persona, esta no tlene que esfo‹zarse par
reivkxilcar sus talentos; ya se ocupar6 Dios de ello.
La nrmeza con la que hablaba resuitaba comaglosa y a la vez estimulante.
—i4e conocldo a suflctentea mlnlstros d& evangeMo tan \nfec1ados par ol virus del
éxito como para saber que los vaporea dei trtunfo actoan como el aloohol: genden a
sublrsenos a fa cabeza y aturdlrnos. Nublan nuestra vision y nos vuelven torpes, por
eeo Dloa permlte los tropezos y no evtta que cometamos errores, porque la debllldad
resultante pueda tomarse en nueatra verdadera fortaleza.
Su mFada desprendla el fuigor de qulen eeta persuadldo de la vemad y siente
urgencia par compartlrla.
day a@a m6s dlffcll que sobreponerse a los fracasos.
Entomé los ojos en un geeto de sospecha. «¿M8s dmcll que sobreponerae a un
fracaso?», pensg. Para ml errar equlvale a aumiree en un pozo de desatlento.
—Alga m8s diflcll que sobreponerae al fracaso —Insisg , es sobreponerae al
Guardd allencio para que pudiera medftar en silo, o tal vez para br¥›dwme la opci6n
de replicas. Pero ansegulda conlnuo:
—El gran enemigo de tus biunfas de mañana, son bus triunfos de hay. Esté
sobradamente demostrado que par cada clen personas que soportan la adversidad,
solo una tolera la prosperidad. Y no me renero unicamente a la econdmlca. Las
rnedallas, Inciuso las obtenldas IB@ltimamante, pueden pesar tanto sobre el pecho
que ilegan a conver0rse en un lastre. Los galones, Incluso los aicanzados en justas
conquistas, pueden abatir nuesbos hombros clavandonos en el suelo.
VoM a enfocarme con fljeza, mlentras me decfa:
—Sobreponte a los fracasos, pero no demes que los trlunfos te venzan. En
OCD6lones la vlctoria puede radical en una hulda y el verdadero poder en sentirse