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por faltas objetivas en la prestación de servicios públicos y aceptando la responsabilidad por actos judiciales y
legislativos.
A comienzos del siglo XIX se admitía, aunque conforme a las reglas del CC, la responsabilidad del estado por
los actos de gestión considerados de naturaleza civil. Se argumentaba que la posición jurídica del estado se
asimilaba a la de un comitente que debe responsabilizarse por los actos de las personas que de él dependen.
A partir de 1873 (Caso “Blanco”) se perfilo una concepción publicista sobre la responsabilidad del estado,
montada sobre la distinción entre falta de servicio y falta personal, que implico el abandono de la noción de
culpa como presupuesto inexcusable de la responsabilidad de la persona jurídica del estado, para hacerlo
responsable siempre por la ejecución irregular o defectuosa de la función administrativa. Cuando ello ocasione
perjuicios a los administrados. La idea de “falta de servicio” es extraña al derecho civil, donde la noción de
responsabilidad extracontractual por daños aparece configurada por la noción de culpa. El derecho
administrativo sustituye la noción de culpa poniendo el acento en el desequilibrio que produce el daño y no
en el autor.
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Las ideas expuestas tornan necesario formular un replanteo de las clasificación tradicionales sobre la
responsabilidad del estado (administrativa, legislativa y judicial) para centrar la cuestión sobre nuevas bases,
pues según se trata de la actuación legitima o ilegitima del estado, va a diferir el alcance y la medida de la
reparación.
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No se reconocía la responsabilidad aquiliana del estado por delitos o cuasidelitos por que los Art. 36 y 43
del CC impedían que personas jurídicas estuvieran obligadas por actos ilícitos de sus representantes.
1933 Caso Devoto → responsabilidad indirecta.
1938 Caso Ferrocarril oeste→ responsabilidad directa.
Presupuesto de la responsabilidad:
a) Imputabilidad material del acto o hecho administrativo a un órgano del estado en ejercicio u ocasión de
sus funciones se trata de una imputación objetiva que prescinde del requisito de la voluntariedad.
b) Falta de servicio por cumplir de manera irregular los deberes y obligaciones impuestas por la Constitución,
la ley o el reglamento, o por el funcionamiento defectuoso del servicio, sea el incumplimiento derivado de
una acción u omisión.
c) La existencia de un daño cierto en los derechos del administrado el daño puede ser actual o futuro, pero
cierto. Debe hallarse individualizado, no afectando por igual a todos los administrados. Puede ser un
derecho subjetivo o un interés legitimo, pero debe tratarse de un perjuicio apreciable en dinero.
d) Conexión causal entre el hecho o acto administrativo y el daño ocasionado al particular.
Plazo de prescripción:
No habiendo precepto expreso en el derecho administrativo, resulta aplicable el Art. 4023 CC., que establece
un plazo de prescripción de 10 años para las acciones personales por deudas exigibles y para las acciones de
nulidad.
Sin embargo, este no ha sido el criterio seguido por la corte, que ha dispuesto que cuando no media una
vinculación contractual, el plazo de prescripción para demandar al Estado por actos o hechos lícitos o ilícitos
es de dos años, a tenor de lo dispuesto por el 4037 CC.
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5. Legitimidad del acto administrativo, reglamento o ley, lo cual supone que no adolece de ningún vicio o
defecto y ha sido emitido de conformidad con todos los requisitos formales y sustanciales impuestos por el
ordenamiento jurídico.
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ilegitimidad, rigiendo los presupuestos establecidos en la responsabilidad estatal por acto y hecho
administrativo, en cuanto al daño resarcible (integral) y a la conexión causal, sin perjuicio de que el juez acuda
para determinar la responsabilidad a los requisitos de la imputabilidad material e ilegitimidad objetiva sin
analizar la culpa del órgano que dicto el acto.
Esto repercute en los medios de fiscalizar jurisdiccionalmente la actividad legislativa, control que puede
realizar a través de dos vías distintas:
1. declaración de inconstitucionalidad de la norma, si esta no hubiere causado perjuicio por no haber sido
puesta en ejercicio.
2. Condena al pago de daños y perjuicios causados por leyes, que siendo constitucionales, causan un daño
patrimonial, o leyes inconstitucionales que al ser aplicadas causan daño.
Con referencia al resarcimiento del daño que la aplicación de una ley les ocasione a los administrados, pueden
darse cuatro hipótesis esenciales:
a) Ley que prohíbe o restringe para el futuro, el ejercicio de una actividad o industria considerada peligrosa o
lesiva para la salud o moral publica, (por ejemplo: prohibición de ejercer la prostitucion) → no siendo estas
actividades legalmente honestas, quienes las ejerciten no pueden pretender el amparo del derecho, no hay
responsabilidad alguna del estado.
b) Destrucción o decomiso de cosas muebles peligrosas para la salud o seguridad de los habitantes o para la
economía publica (por ejemplo: el sacrificio de vacunos atacados de aftosa) → no hay responsabilidad del
estado por que tales cosas no constituyen una propiedad que se halle en “estado legal”, por lo que entonces
no tiene la protección del orden jurídico.
c) Ley que dispone el monopolio estatal de una industria licita, les prohíbe su ejercicio para el futuro a los
administrados que hasta entonces la ejercía (por ejemplo: suministro de gas) → la actitud del estado es licita
y corresponde a sus prerrogativas constitucionales. Pero los daños ocasionados a los administrados que
ejercían esas actividades, son indemnizables y constituyen supuestos de responsabilidad del estado por
sus actos legislativos.
d) El cambio del derecho objetivo, en cuanto produzca un perjuicio en el patrimonio de los administrados (por
ejemplo: el supuesto de una ley que declare del dominio publico bienes o cosas hasta entonces del derecho
privado de los particulares), también genera la responsabilidad del estado.
En doctrina es casi unánime la opinión de que, para que el estado sea extracontractualmente responsabilizado
por el daño resultante de la aplicación de una ley, tal daño debe individualizarse con relación a una persona o
grupo de personas, es decir que el daño debe ser especial, particular o singular y no universal o general.
Marienhoff disiente de ellos: si una ley provoca un perjuicio o daño que no sea precisamente particular, especial
o singular, sino general o universal, y tal ley estuviere en oposición a alguna declaración, derecho o garantía
establecidos en la constitución, aquella ley seria irrita por inconstitucional, y, si fuera aplicada, el estado debe
ser responsabilizado por los daños que ello produzca, condenándosele a satisfacer la indemnización
correspondiente.
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La Corte ha sentado la Doctrina de que para la procedencia de la responsabilidad estatal por error judicial es
indispensable que la sentencia que origina el daño sea declarada ilegitima y dejada sin efecto.
Pero también excepcionalmente debe admitirse la responsabilidad del estado, aun cuando no exista revisión
de la cosa juzgada, si se dispone una detención indebida- por un plazo que exceda el razonable- de una
persona que después resulta absuelta, cuando la respectiva detención pueda calificarse de arbitraria.
Lo propio parece justo cuando a raíz de medidas cautelares y otras similares trabadas en los procesos se
ocasionan daños en el patrimonio de los particulares, siempre que las medidas respectivas no se hubieran
decretado bajo la responsabilidad de alguna de las partes del proceso, en tanto la medida pertinente adolezca
de arbitrariedad y sea dejada sin efecto por sentencia definitiva o equiparable a definitiva.
La restitución debe ser integral porque la nota común de responsabilidad es el error judicial o la arbitrariedad
de la medida aplicándose para el resarcimiento el criterio de responsabilidad del estado por su actividad
ilegitima.
La indemnización debe comprender:
- daño emergente,
- daño moral, reparación integral.
- lucro cesante ACPM