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LA RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA
2. DAÑO ANTIJURÍDICO:
Se ha considerado que el daño o perjuicio es la lesión del
derecho ajeno consistente en el quebranto económico recibido,
en la merma patrimonial sufrida por la víctima, a la vez que el
padecimiento moral que la acongoja. O dicho de otra manera es
el menoscabo que se experimenta en el patrimonio por el
detrimento de los valores económicos que lo componen (daño
patrimonial) y también se hace referencia a la lesión a los
sentimientos, al honor o a las aflicciones legítimas (daño moral).
De acuerdo con lo anterior se considera que para que una
persona pública sea responsable se requiere que su actuación
haya producido un daño, pero además que dicho daño reúna
ciertas características:
• Que sea cierto o real, es decir, que efectivamente haya
lesionado un derecho del perjudicado como son los daños
presentes y los futuros reales, de tal manera que se
excluyen, en consecuencia, los daños futuros eventuales o
hipotéticos.
• Que sea especial, es decir que sea particular a la persona
o personas que solicitan la reparación y no a la generalidad
de los miembros de una colectividad. Es decir que sea
persona, es decir que aquel que reclama un perjuicio tuvo
que haberlo sufrido. para poderlo reparar
• Que sea anormal, esto es, que debe exceder los
inconvenientes inherentes al funcionamiento del servicio.
Equilibrio de las cargas entre los ciudadanos y la
administración, pues hay cargas que debemos soportar.
Como por ejemplo pago de impuesto entre otros.
• Que se refiera a una situación jurídicamente protegida,
pues es lógico que quien se encuentra en una situación
ilegal debe correr los riesgos que ella produce. Actividad
delictiva si el lucro cesante que se pide proviene de una
actividad ilegal.
Pero con lo establecido en el artículo 90 de la Constitución
Política de 1991, se requiere como elemento fundamental que
el daño sea antijurídico en el sentido de que el sujeto que lo
sufre no tenga el deber jurídico de soportarlo.
La importancia de este concepto se traduce como lo ha
expresado la jurisprudencia, en que “ el fundamento de la
responsabilidad del Estado se desplazó de la ilicitud de la
conducta causante del daño (falla del servicio o culpa del Estado)
al daño mismo, siempre y cuando este fuera antijurídico”, lo cual
también le ha permitido afirmar a la jurisprudencia que los dos
únicos elementos indispensables para la declaración de la
responsabilidad del Estado son el daño antijurídico y la
imputabilidad del mismo a una persona jurídica de derecho
público.
De acuerdo con la evolución de la jurisprudencia, el daño puede
ser de dos clases:
1. Daño material también conocido como daño patrimonial:
Conformado por el daño emergente y el lucro cesante.
2. Daño inmaterial o extrapatrimonial: Integrado por el daño
moral, el daño a la salud y el daño a bienes o derechos
constitucional y convencionalmente protegido, de acuerdo
con la unificación jurisprudencial más reciente. “Sección
tercera del Consejo de Estado, sentencia de unificación
jurisprudencial perjuicios inmateriales, Bogotá, imprenta
nacional 2014 (761). Para la reparación de estos tres el
Consejo de Estado unificó la forma de reparar estableciendo
unas tablas y unos montos.
El daño material es aquel que atenta contra bienes o intereses
de naturaleza económica, es decir, que produce perjuicios
cuantificables en dinero.
El daño emergente es aquel que se produce cuando un bien
económico (dinero, cosas, servicios) salió o saldrá del
patrimonio de la víctima para reparar el perjuicio.
Se habla de lucro cesante cuando un bien económico que debía
ingresar en el curso normal de los acontecimientos, no ingresó
ni ingresará en el patrimonio de la víctima por causa del daño.
En cuanto a los daños inmateriales, en primer lugar, está el daño
moral que corresponde al dolor, la congoja, el sufrimiento o la
tristeza producidos por la actuación que da lugar a la
responsabilidad, los cuales son compensables con una suma de
dinero o mediante otra forma decidida por el juez.
El daño a la salud, se reconoce como producto de la evolución
jurisprudencial sobre el perjuicio fisiológico que es el daño que
sufre una persona físicamente y debía haber una consecuencia
o secuela, pero esa consecuencia no era solo física sino que
posteriormente se daba con la afectación a la vida en relación
con su entorno, según la jurisprudencia administrativa,
corresponde a aquel proveniente de una lesión a la integridad
física o psíquica de la persona y desplaza a otra categoría de
daño inmaterial que había reconocido en el pasado la
jurisprudencia, como el daño a la vida de relación y la alteración
grave a las condiciones de existencia. El daño a la salud se
refiere, entonces, a una afectación negativa al estado de salud
de una persona, de tal manera que comprende otros daños
reconocidos anteriormente, como el estético, el sexual y el
psicológico, entre otros.
Finalmente, el daño a bienes o derechos constitucional y
convencionalmente protegidos, de acuerdo con lo expresado por
la jurisprudencia de unificación del Consejo de Estado,
corresponde a la vulneración o afectación relevante a bienes o
derechos protegidos por la Constitución Política o por
Instrumentos Internacionales de Derecho Público. Pero esto con
carácter residual, en el sentido de que cobija a todos los
perjuicios inmateriales que no sean resarcidos por el daño moral
ni por el daño a la salud, como sería el caso de la violación de
los derechos a la vida o la libertad personal que son protegidos
por los instrumentos internacionales.
Esta clase de daño se caracteriza porque su reparación se hace
principalmente a través de medidas de carácter no pecuniario,
como medidas de rehabilitación, medidas de satisfacción y
garantías de no repetición, aunque excepcionalmente se permite
la reparación pecuniaria, porque dichas medidas de reparación
pueden ser adoptadas no solo a petición de parte, sino de oficio
por el juez.