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1_ Una buena forma de interpretar a la literatura como experiencia es a partir de la frase de Bosch

“Las artes albergan la mayoría de los tesoros que una generación debe pasar a las siguientes” Tanto
la transmisión de relatos orales, bailes rituales o folclóricos así como representaciones artísticas
impregnadas en un soporte material (libros, partituras, pinturas) o virtual (videos) constituyen
experiencias culturales de una generación a otra. En este sentido, la literatura toma un lugar
preponderante en cuanto a su enorme potencial de representación del acervo cultural de un
momento y lugar dados. Es así que se puede acceder a diferentes puntos de vista, sustratos sociales,
cosmovisiones lejanas en el tiempo y espacio. Todo esto aumenta considerablemente la experiencia
del lector/lectora al ponerse en contacto con otras formas de vivir lo cotidiano, abre mundos
posibles y trasciende lo inmediato para imaginar y por tanto experimentar vivencias ajenas a la
realidad diaria. En este sentido, leer, tal como dice Skiliar, es alteridad, es decir, vincularse con un
otro, representar un sentido ajeno, constituido como no propio, en suma, no concebido como una
identidad. De esta manera, el encuentro entre un lector/a con un libro que lo/a interpela invita a una
conversación, siguiendo a Larrosa, somo habitados por diferentes voces que entablan un diálogo
con nuestra manera de interpretar y construir sentido.

2_ El libro álbum es un género literario donde se conjugan la palabra y la imagen de tal manera que
el sentido surge de la interpretación de la relación entre estos dos códigos. Propone una lectura que
tiene una infinidad de posibilidades de recorrido, invitando a mirar de forma diferenciada cada
página sumergiéndose en los detalles. Cada parte tiene un significado y funciona como una unidad
de todo el producto. Se aleja de una lectura lineal al proponer una experiencia lúdica y sensorial de
lectura. Dadas sus caracterísitcas constituye una herramienta fundamental para en el ámbito
educativo, la tensión que genera por un lado la necesidad de avanzar en la lectura y por otro lado la
invitación a explorar las imágenes deteniéndose en los detalles, rompe con la linealidad de la lectura
y ofrece caminos diversos a la interacción con el libro y a sus singulares interpretaciones. Esta
interacción exige el desarrollo de competencias semiológicas que permiten extrapolar estas
experiencias a otros géneros donde su imbricación (imagen- texto) suele operar con sutilezas más
disimuladas, tal como ocurre con el género periodístico.

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