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ACCIDENTE DE TRANSITO

ENTREGADO A
ABERTO VELANDIA

PRESENTADO POR
KEVIN NORWELL PINZON TORRES

ASIGNATURA
DERECHOS HUMANOS

TECNICO LABORAL POR COMPETENCIAS EN TRANSITO, TRANSPORTE


Y SEGURIDAD VIAL
2023
derechos proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

 PRIMER PUNTO
1. Todos Hemos Nacido Libres e Iguales. Todos hemos nacido libres. Todos
tenemos nuestras propias ideas y pensamientos. Todos deberíamos ser tratados de la misma
manera.
2. No Discrimines. Estos derechos pertenecen a todos, sin importar nuestras
diferencias.
3. El Derecho a la Vida. Todos tenemos el derecho a la vida y a vivir en libertad y
con seguridad.
4. Ninguna Esclavitud. Nadie tiene derecho a convertirnos en esclavos. No
podemos hacer a nadie nuestro esclavo.
5. Ninguna Tortura. Nadie tiene ningún derecho a dañarnos o torturarnos.
6. Tienes Derechos Sin Importar a Donde Vayas. ¡Soy una persona igual que tú!
7. Todos Somos Iguales Ante la Ley. La ley es la misma para todos. Nos debe
tratar a todos con equidad.
8. La Ley Protege tus Derechos Humanos. Todos tenemos el derecho de pedir a la
ley que nos ayude cuando hemos sido tratados injustamente.
9. Ninguna Detención Injusta. Nadie tiene el derecho de meternos en la cárcel sin
una buena razón y de mantenernos encarcelados o de echarnos de nuestro país.
10. El Derecho a un Juicio. Si se nos lleva a juicio tiene que ser en público. Las
personas que nos juzgan no deben permitir que alguien más les diga qué hacer.
11. Somos Siempre Inocentes hasta que se Pruebe lo Contrario. No se debería
culpar a nadie de haber hecho algo hasta que se haya demostrado. Cuando alguien nos
acusa de haber hecho algo incorrecto, tenemos el derecho de demostrar que eso no es
verdad.
12. El Derecho a la Intimidad. Nadie debería tratar de dañar nuestra reputación.
Nadie tiene el derecho de entrar en nuestra casa, abrir nuestras cartas o molestarnos o a
nuestra familia sin una buena razón.
13. Libertad de Movimiento. Todos tenemos el derecho de ir a donde queramos en
nuestro propio país, y de viajar a donde nos plazca.
14. Derecho de Buscar un Lugar Seguro en Donde Vivir. Si tenemos temor de
ser tratados mal en nuestro propio país, tenemos el derecho de irnos a otro país para estar
seguros.
15. El Derecho a una Nacionalidad. Todos tenemos el derecho de pertenecer a un
país.

 SEGUNDO PUNTO
Sentencia T-653/12 es el proceso de revisión de los fallos emitidos, en primera
instancia, por la Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá y, en segunda, por la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en la
acción de tutela instaurada por Eliécer Lobo Pacheco y otros, contra el Ministerio de
Relaciones Exteriores y el Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho
Internacional Humanitario de la Vicepresidencia de la República, con vinculación
oficiosa de la Presidencia de la República de Colombia.
Hechos
El 6 o 7 de octubre de 1987, diecinueve comerciantes fueron asesinados,
descuartizados y arrojados a las aguas del caño “El Ermitaño”, afluente del río Magdalena
por grupos paramilitares del municipio de Puerto Boyacá (Boyacá).

Por la ocurrencia de tal masacre cursó en la Corte Interamericana de Derechos


Humanos un proceso, en el cual se profirió sentencia el 5 de julio de 2004, que declaró la
responsabilidad internacional del Estado colombiano por el caso “19 Comerciantes vs.
Colombia”, ante la violación a las garantías judiciales y a la integridad física. En tal
providencia, adoptó varias medidas de reparación integral. Entre ellas ordenó:
“… erigir un monumento en memoria de las víctimas y, mediante una ceremonia
pública y en presencia de los familiares de las víctimas, debe poner una placa con los
nombres de los 19 comerciantes, en los términos del párrafo 273 de la presente Sentencia.”

Luego de hacer un recuento de las competencias del Programa Presidencial de


Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, señala que la entidad cumple
funciones de asesoría, formulación de políticas públicas, acompañamiento y seguimiento de
tareas encargadas por el Presidente de la República, por lo que “en modo alguno tiene
competencias o recursos para el cumplimiento y ejecución de lo que pretenden los
accionantes por vía de tutela”. Ante esto manifiesta que no es la llamada a ejecutar la orden
de la providencia referenciada.

Indica, además, la inexistencia de vulneración a derechos fundamentales en razón a


que la Presidencia de la República no ha menoscabado tales garantías. Agrega que es un
claro “caso de abuso del derecho de acción que evidencia el desconocimiento del sentido y
alcance de las acciones constitucionales”.
La Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos “Caso 19
Comerciantes vs. Colombia”, de 5 de julio de 2004, y las resoluciones de 2 de febrero
de 2006, 26 de noviembre de 2008, 8 de julio de 2009 y 26 de junio de 2012.

El 24 de enero de 2001, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos presentó


ante la Corte IDH una demanda contra el Estado de Colombia, originada en una denuncia
recibida por dicha Comisión el 6 de marzo de 1996.

La Comisión radicó la demanda con fundamento en el artículo 61 de la Convención


Americana, con el fin de que la Corte decidiera si el Estado había violado los artículos 4
(derecho a la vida) y 7 (derecho a la libertad personal) por la detención, desaparición y
ejecución el 6 de octubre de 1987 de 19 comerciantes en el municipio de Puerto Boyacá,
departamento de Boyacá. Asimismo, la Comisión solicitó al Tribunal que decidiera si el
Estado violó los artículos 5 (derecho a la integridad personal), 8.1 (garantías judiciales) y
25 (protección judicial) de la Convención Americana, en perjuicio de las presuntas víctimas
y sus familiares, y que determinara si Colombia incumplió las disposiciones del artículo 1.1
del tratado (obligación de respetar los derechos), en relación con los últimos dos artículos
referidos. La Comisión alegó que los hechos fueron cometidos por el grupo “paramilitar”
que operaba en el municipio de Puerto Boyacá, con el apoyo y autoría intelectual de
oficiales del Ejército colombiano.
El Estado violó los derechos a la libertad personal, a la integridad personal y a la
vida consagrados en los artículos 4, 5 y 7 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la misma.

- El Estado vulneró los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial


consagrados en los artículos 8.1 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en relación con el artículo 1.1 de la misma.
- El Estado violentó el derecho a la integridad personal consagrado en el artículo 5 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1
de la misma, en perjuicio de los familiares.
- El Estado debe, en un plazo razonable, investigar efectivamente los hechos del
presente caso, con el fin de identificar, juzgar y sancionar a todos los autores
materiales e intelectuales de las violaciones cometidas en perjuicio de los 19
comerciantes, para los efectos penales y cualesquiera otros que pudieran resultar de
la investigación de los hechos. El resultado de este proceso deberá ser públicamente
divulgado.
- El Estado tiene que efectuar, en un plazo razonable, una búsqueda seria, en la cual
realice todos los esfuerzos posibles para determinar con certeza lo ocurrido con los
restos de las víctimas y, en caso de ser posible, para entregarlos a sus familiares.
- El Estado está en obligación de realizar un acto público de reconocimiento de su
responsabilidad internacional en relación con los hechos de este caso y de
desagravio a la memoria de los 19 comerciantes, en presencia de los familiares de
las víctimas, en el cual también deberán participar miembros de las más altas
autoridades del Estado.
- El Estado debe brindar gratuitamente, a través de sus instituciones de salud
especializadas, el tratamiento médico y psicológico requerido por los familiares de
las víctimas.
- El Estado tiene que establecer todas las condiciones necesarias para que los
miembros de la familia de la víctima Antonio Flórez Contreras que están en el exilio
puedan regresar a Colombia, si así lo desean, y debe cubrir los gastos en que
incurran por motivo del traslado.
- El Estado debe ocuparse particularmente de garantizar la vida, integridad y
seguridad de las personas que rindieron declaración ante el Tribunal y sus familias,
y debe proveerles la protección necesaria frente a cualesquiera personas.
- El Estado está en la obligación de pagar la cantidad total de US$ 55.000,00
(cincuenta y cinco mil dólares de los Estados Unidos de América) o su equivalente
en moneda colombiana por concepto de los ingresos dejados de percibir por cada
una de las 19 víctimas.
- El Estado debe pagar la cantidad total de US$ 2.000,00 (dos mil dólares de los
Estados Unidos de América) o su equivalente en moneda colombiana por concepto
de los gastos en que incurrieron los familiares con el fin de indagar el paradero de
éstos.
- El Estado debe pagar la cantidad total de US$ 80.000,00 (ochenta mil dólares de los
Estados Unidos de América) o su equivalente en moneda colombiana, por concepto
de indemnización del daño inmaterial de cada una de las 19 víctimas.

Los fallos proferidos por los tribunales internacionales de derechos humanos, en


ejercicio de la función jurisdiccional que le reconocen los estados, no deben encontrar
obstáculos en su cumplimiento y no deben tener oposición por parte de las autoridades
encargadas de cumplirlos. Los argumentos de derecho interno –sean estos de la índole que
sean- no deben servir de pretexto para la mora en su acatamiento; el genio local no puede
fungir como un falso espíritu protector para el Estado condenado internacionalmente, detrás
del cual este pueda esconderse para no honrar sus compromisos internacionales.

En el marco de la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos


Humanos, celebrada en San José de Costa Rica en noviembre de 1969, los delegados de los
estados miembros de la Organización de los Estados Americanos –de la que hacía y sigue
haciendo parte Colombia- redactaron la Convención Americana sobre Derechos Humanos
o “Pacto de San José de Costa Rica”. Este instrumento internacional fue aprobado por el
Congreso de la República mediante la Ley 16 de 1972, entró en vigor para los países
miembros el 18 de julio de 1978, al haber completado once ratificaciones. El artículo 5o.
del Decreto 2110 de 1988, “por el cual se promulgan algunos tratados internacionales” la
declaró vigente para nuestro país desde su entrada en vigor

Con la adopción del Convenio Europeo de Derechos Humanos o “Convenio para la


Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales”, suscrito por los
miembros del entonces Consejo de Europa, en Roma el 4 de noviembre de 1950, se creó el
Tribunal Europeo de Derechos, primera corte regional para el juzgamiento de dichos
asuntos y antecedente importante para la creación de nuestra Corte IDH. Es de resaltar que
esa finalidad –la de la consecución de la paz- se hace explícita en las consideraciones del
citado instrumento regional, al refirmar los miembros “su profunda adhesión a estas
libertades fundamentales que constituyen las bases mismas de la justicia y de la paz en el
mundo”
De esta manera, resalta la Corte Constitucional, la función jurisdiccional de la Corte
IDH se enmarca, entre otros objetivos, dentro del artículo 22 de nuestra Constitución, que
reconoce la paz como un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. Si así es, el
acatamiento de las decisiones emanadas de los tribunales internacionales es una garantía de
paz.

Ahora bien, los derechos humanos reconocidos en la Convención pertenecen a lo


que esta Corte ha llamado bloque de constitucionalidad en sentido estricto. De acuerdo con
el contenido del artículo 93 superior, las normas que contiene se entienden incorporadas al
ordenamiento interno y surten efectos directos. Al aplicar el concepto de bloque de
constitucionalidad, la declaratoria que hacen los jueces de la Corte IDH no solo repercute
sobre la esfera internacional sino sobre el ordenamiento interno. Así, la violación declarada
por la Corte Interamericana surte efectos en el ámbito de las relaciones entre países
soberanos y miembros de la OEA –donde se reconoce a la nación como infractora y, a la
vez, proyecta directamente consecuencias dentro del Estado.

Si bien el artículo 93 de la Carta Política no hace una mención directa de los efectos
internos de ese tipo de decisiones, por vía jurisprudencial la Corte Constitucional ha venido
decantando sus alcances. En primer término, ha sostenido que determinaciones de esa
índole tienen un efecto general como criterio hermenéutico para establecer el sentido de las
normas constitucionales sobre derechos fundamentales

Visto lo anterior, entonces, debe reiterarse para concluir que el Estado colombiano
y, dentro de él sus autoridades e instituciones, en el ámbito de sus competencias legales y
reglamentarias –lo que incluye, cómo no, a esta Corte Constitucional- se encuentran
obligadas a acatar los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Al actuar en
este sentido, (I) se desarrollan los principios y valores contenidos en los artículos 1, 2 y 5
de la Carta, así como (II) el 22 constitucional, en la medida en la que el acatamiento de
fallos internacionales es una herramienta para la paz. Igualmente, (iii) la exigencia en el
cumplimento viene dada por la incorporación de las normas de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos a nuestro ordenamiento por vía del boque de
constitucionalidad, previsto en el artículo 93 de la Constitución. También (iv) por la
aplicación de aquel principio de derecho internacional que indica que todos los
compromisos internacionales que adquiere un Estado –dentro de los que están
comprendidos los que reconocen la jurisdicción de la Corte IDH y la obediencia a lo que
esta decida - deben ser cumplidos de buena fe.

Caso concreto
Indican que la actuación de las demandadas para cumplir con lo dispuesto ha
sido dilatoria e irrespetuosa hasta el extremo de haber puesto el monumento en una
brigada militar relacionada con las conductas condenadas por la Corte Interamericana.
Solicitan el cumplimiento efectivo de lo ordenado por dicho Tribunal internacional.

En su descargo, las entidades demandadas aducen que, en principio, no son las


obligadas a la construcción del monumento, que la instalación de este ha tenido
múltiples inconvenientes de orden administrativo, que en ningún momento han
incurrido en omisión o acción alguna encaminada a dilatar el proceso de construcción e
instalación de la escultura. Igualmente indican que el 28 de diciembre de 2011 el
monumento fue instalado en el lugar acordado por las partes de este proceso.
Los jueces de instancia denegaron el amparo al considerar que existía hecho
superado por carencia actual de objeto. Señalaron que, como el acto de instalación no
había sido objeto de la demanda, no era procedente ordenarlo. No obstante, la Corte
Suprema de Justicia, en su sentencia, resolvió instar al Gobierno Nacional a hacer la
ceremonia.

 TERCER PUNTO
Los crímenes contra la humanidad han sido definidos evolutivamente por diferentes
instrumentos internacionales y por la actividad jurisdiccional de los tribunales penales
internacionales creados a lo largo de la historia hasta llegar a la Corte Penal Internacional.
De esta manera, el derecho penal internacional, tanto consuetudinario como positivo, ha
representado un medio cooperativo jurídico competente para combatir este tipo de actos;
primero, a través de desarrollar su paulatina conceptualización y final codificación y,
segundo, por medio de permitir el juzgamiento y la sanción de los responsables de dichos
crímenes. Por consiguiente, la evolución de la definición del crimen contra la humanidad
representa una importante herramienta jurídica que ha ayudado a consolidar el derecho
penal internacional.
El término "crímenes contra la humanidad" fue empleado por primera vez en la
declaración que emitieran en conjunto Francia, Inglaterra y Rusia el 28 de mayo de 1915,
con motivo de la masacre de más de un millón de armenios en Turquía durante la Primera
Guerra Mundial. El Tribunal Militar Internacional de Núremberg (en adelante Tribunal de
Núremberg) tuvo su origen en la Conferencia de 1943.38 Los aliados, además de diseñar
las líneas generales de lo que sería más tarde el sistema internacional de Naciones Unidas, y
de realizar unas declaraciones respecto al futuro de Italia y Austria, pusieron de manifiesto
en la Declaración de Moscú de 1943, ante la opinión pública mundial, su voluntad de
castigar a los militares y miembros del Partido Nazi por los crímenes cometidos por las
fuerzas bajo su mando y responsabilidad. En el documento se destacaba que los aliados
habían tenido conocimiento y evidencias de las atrocidades, masacres y ejecuciones en
masa hechas a sangre fría en los territorios ocupados. Una vez finalizada la guerra, el 8 de
agosto de 1945 los aliados adoptaron el Acuerdo de Londres,39 mediante el cual se
reafirmaba la intención de que los criminales de guerra fuesen conducidos ante la justicia
(idea ya expresada en la Declaración de Moscú) y se recalcaba que dicha declaración no era
aplicable al caso de los principales criminales cuyos delitos carecieran de ubicación
geográfica determinada, pues éstos serían condenados por decisión conjunta de los
gobiernos aliados a través del establecimiento de un tribunal militar internacional para el
enjuiciamiento de los principales criminales de la guerra.
 CUARTO PUNTO
1 Las demandas deberán ir cumplimentadas y firmadas con el fin de identificar al
demandante; serán inadmitidas todas las demandas que sean anónimas, considerando como
tal todas las demandas en las que no resulte obvia la identificación de las víctimas
(demandantes).
2 Solo se podrá acudir a la jurisdicción del TEDH una vez agotados todos los
recursos nacionales disponibles para solventar la violación de DDHH. Dentro de este
requisito, debemos aclarar que también se podrá acudir al TEDH si en la jurisdicción
nacional no existiera recurso efectivo o directo.
3 Es importante mencionar que es necesario que la demanda se interponga dentro de
los 6 meses siguientes al agotamiento de las vías de recurso internas, es decir, a la
resolución del último órgano judicial nacional (en el caso de España, a la pertinente
Sentencia del Tribunal Constitucional o resolución que ponga fin al proceso ante él
seguido).
4 No se admitirá a trámite ninguna demanda que sea esencialmente idéntica a una
demanda anterior, es decir, que se base en los mismos hechos, alegue idénticas violaciones
y cuyos sujetos activos (demandantes o victimas) y pasivos (Estado demandado) sean los
mismos. Tampoco admitirá ninguna demanda que haya sido sometida anteriormente a una
instancia internacional diferente; dicha instancia debe ser pública, internacional,
independiente y judicial.
5 Por último, es necesario rellenar el formulario que dispone el TEDH de forma
exhaustiva. Cualquier demanda en que el formulario este incompleto conllevará la
inadmisibilidad de la petición o demanda de forma automática. El formulario de la
demanda debidamente cumplimentado será acompañado por todos los documentos
pertinentes. Cualquier demanda incompleta será rechaza automáticamente por el tribunal.
Dicho formulario es complejo y exige cuidadosa cumplimentación (incluyendo hechos y
alegaciones jurídicas, véase el citado artículo 47).
 QUINTO PUNT0
Los derechos fundamentales y los derechos humanos se diferencian, principalmente,
en una cosa: el territorio de aplicación. Los derechos fundamentales están incluidos en la
Constitución o carta de derechos de cada país; por su parte, los derechos humanos no tienen
limitación territorial.
Los derechos humanos son atributos que tienen todas las personas del mundo,
independientemente de su territorio, condición económica, social o personal, y son.

Universales
Inviolables
Intransferibles
Irrenunciables
Interdependientes

 SEXTO PUNTO
“El poder de la Declaración Universal es el poder de las ideas para cambiar el
mundo. Nos inspira para continuar trabajando y así garantizar que todas las personas
puedan lograr la libertad, la igualdad y la dignidad."
La Declaración fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
París el 10 de diciembre de 1948 durante su sesión plenaria número 183.

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