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En la ciudad de Altasemociones, un reloj gigante reflejaba las emociones de los habitantes. Cuando el reloj se averió, las emociones se descontrolaron y coexistieron en caos. Un grupo trabajó para reparar el reloj y permitir que las emociones coexistieran en armonía, convirtiéndose en un símbolo de aceptación.
En un pueblo fluía el río Olvidar que borraba recuerdos. Una anciana emergió del río con una jarra de luces - sus recuer
En la ciudad de Altasemociones, un reloj gigante reflejaba las emociones de los habitantes. Cuando el reloj se averió, las emociones se descontrolaron y coexistieron en caos. Un grupo trabajó para reparar el reloj y permitir que las emociones coexistieran en armonía, convirtiéndose en un símbolo de aceptación.
En un pueblo fluía el río Olvidar que borraba recuerdos. Una anciana emergió del río con una jarra de luces - sus recuer
En la ciudad de Altasemociones, un reloj gigante reflejaba las emociones de los habitantes. Cuando el reloj se averió, las emociones se descontrolaron y coexistieron en caos. Un grupo trabajó para reparar el reloj y permitir que las emociones coexistieran en armonía, convirtiéndose en un símbolo de aceptación.
En un pueblo fluía el río Olvidar que borraba recuerdos. Una anciana emergió del río con una jarra de luces - sus recuer
En la bulliciosa ciudad de Altasemociones, un reloj gigante dominaba el centro,
reflejando las emociones de sus habitantes. Sin embargo, un día, el reloj se
averió, y las emociones se descontrolaron. La alegría se mezclaba con la tristeza, y la ira coexistía con la calma. En medio del caos, la gente empezó a comprender la importancia de cada emoción en sus vidas. Un grupo diverso de ciudadanos trabajó juntos para reparar el reloj, pero esta vez, permitieron que todas las emociones coexistieran en armonía. El reloj se convirtió en un símbolo de aceptación y comprensión, recordándoles que todas las emociones eran valiosas en su viaje por la vida.
El río de los recuerdos:
En un pintoresco pueblo, fluía un río mágico llamado Olvidar. Sus aguas tenían el poder de borrar los recuerdos de aquellos que se sumergían en ellas. Un día, una anciana decidió explorar el río en busca de recuerdos dolorosos. Para su sorpresa, emergió con una jarra llena de luces centelleantes: eran sus recuerdos transformados en pequeñas luciérnagas de sabiduría. Comprendió que, a veces, enfrentar el pasado y aprender de él es más valioso que olvidar.