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En un jardín olvidado y escondido en el pueblo de Vallesol, los niños curiosos podían encontrar una entrada mágica entre las enredaderas donde las flores concedían deseos, pero solo si se compartía la mitad con otra persona, enseñándoles a los niños sobre la generosidad y cómo el verdadero poder reside en compartir con los demás.
En un jardín olvidado y escondido en el pueblo de Vallesol, los niños curiosos podían encontrar una entrada mágica entre las enredaderas donde las flores concedían deseos, pero solo si se compartía la mitad con otra persona, enseñándoles a los niños sobre la generosidad y cómo el verdadero poder reside en compartir con los demás.
En un jardín olvidado y escondido en el pueblo de Vallesol, los niños curiosos podían encontrar una entrada mágica entre las enredaderas donde las flores concedían deseos, pero solo si se compartía la mitad con otra persona, enseñándoles a los niños sobre la generosidad y cómo el verdadero poder reside en compartir con los demás.
En el tranquilo pueblo de Vallesol, se escondía un secreto ancestral: un jardín
olvidado. Solo los niños curiosos, guiados por sus corazones puros, podían encontrar la entrada entre las enredaderas y arbustos. Dentro del jardín, descubrían un lugar mágico donde las flores concedían deseos. Sin embargo, la regla del jardín era clara: solo se cumpliría el deseo si se compartía la mitad con alguien más. Los niños aprendieron la importancia de la generosidad, y el jardín floreció con actos desinteresados, recordándoles a todos que la verdadera magia reside en el arte de compartir.